Sie sind auf Seite 1von 31

Entrevistando al señor Chisme

El autor(a) JOHANNA URRUTIA

Programas para los Jóvenes

Objetivos del programa: Mostrar los defectos que tiene el chisme y cómo evitarlo con la
ayuda de Dios.

Planes para el programa:

1. Se necesita una persona como moderadora del diálogo, que actuará como
periodista. Otras cuatro personificarán a: el Chisme, la Mentira, la Malicia y la
Verdad.

2. La Verdad debe vestirse de blanco.

3. El Chisme necesitará un portafolio, donde llevará los siguientes elementos: un


cuchillo, una manzana, un tenedor (Si es posible con los dientes torcidos).

4. Malicia deberá vestir de negro y usará anteojos oscuros, y Mentira vestirá un


vestido rojo.

5. Exponer una lámina con muchos detalles y suficientemente grande como para ser
vista por todos los presentes. El escenario deberá prepararse como si se tratara
de un set de televisión en el cual se firma un reportaje: Una mesita en el centro
(con algún florero o adorno) y cinco sillas alrededor.

Periodista: Muy buenas noches queridos amigos, gracias por sintonizar nuestro canal y
unirse a nuestro programa, para hoy les tengo una exclusiva. Nuestros invitados de la
noche son uno de los personajes más célebres de todos los tiempos.

Para comenzar, tendremos el gusto de dialogar con una persona mundialmente


conocida, reconocida, querida y aceptada por todos. Más de una vez habrán oído
hablar de ella, e incluso me atrevería a afirmar que muchos han hablado de ella. Su fama
no conoce fronteras de nacionalidad, ni de razas. Incluso ha superado las barreras del
lenguaje, ya que es evocada en todo tiempo y lugar. Bien, no quiero tomar más tiempo
con mis sencillas palabras. Mejor damos cabida a nuestro invitado de honor. ¡Adelante,
por favor!

(Entra el Señor Chisme y saluda al auditorio. Estrecha la mano del conductor del
programa y se sienta).

Periodista: Es una enorme alegría tenerle con nosotros. Aunque parezca inútil, ya que es
mundialmente conocido. Le pediré que se presente, que nos diga quién es y qué hace.
Chisme: Bueno, ante todo quiero decirles que me alegra mucho estar hoy con ustedes.
Mi nombre es chisme, y digamos... me dedico a las relaciones humanas.

Periodista: Para iniciar nuestra entrevista, permítame preguntarle algo que siempre me
ha intrigado. ¿A qué se debe su enorme éxito y popularidad?

Chisme: Bueno, modestamente creo que mi popularidad se debe a que soy un tipo muy
simpático, y mi éxito, a la eficiencia con que desarrollo mi tarea.

Periodista: ¿Podría explicarnos un poco más lo de su popularidad?

Chisme: ¿Cómo no? Resulta que... la gente aprecia mucho cuando uno dice aquello que
ella quiere oír. Así que yo no tengo que preocuparme por descubrir la verdad. No
importa si lo que digo es cierto o no, basta con que exprese el deseo de algunos. Yo
siempre digo lo que los demás quieren oír.

Periodista: Es decir que usted no expresa lo que en verdad ocurre, sino mas bien
actitudes, opiniones y expectativas del grupo.

Chisme: Así es, por eso soy siempre bien recibido.

Periodista: Volviendo un poco a mi pregunta anterior, ¿a qué se debe su éxito?

Chisme: Algo ya le dije: “El éxito depende de la eficacia, y esta es solo una cuestión de
métodos”.

Periodista: ¿Sería tan amable de contarnos más detalladamente en qué consiste su


método?

Chisme: Con mucho gusto, casualmente traje algunos elementos que nos ayudarán a
visualizar este punto. (Abre el portafolio y saca una manzana u otra fruta). Digamos que
esta fruta representa la vida de una persona. No hablo de vida corporal, biológica, sino
de la vida psíquica, social y espiritual. Bien, una vez que tengo su vida en mis manos, lo
primero que hago es herirla. (Saca el cuchillo del portafolio) Para esto me valgo de la
peor afirmación que pueda hacer de esa persona. Ni siquiera necesita ser mentira. Basta
con que sea mala, y mejor aún si es mal intencionada. Así, parto su corazón. (Cortar la
manzana por el medio). Así comienza el desánimo, la depresión. Entonces tengo su
parte más vulnerable, su interior, a mi merced. (Saca el tenedor). Inmediatamente, por
medio de la divulgación y la repetición comienzo a destrozar su vida (Hincar con el
tenedor y revolver hasta despedazar la manzana. Sonreír malignamente). En síntesis,
este es mi método.

Periodista: Me ha impresionado con su demostración. Todos conocíamos su lado


agradable, pero al menos yo nunca había pensado en este aspecto de su obra.
Chisme: Pero eso no es todo. Permítame mostrarle algo más.

Periodista: Como no.

Chisme: Gracias, para esto necesitaré diez voluntarios que se retiren del salón.

(Si el grupo es pequeño pueden ser menos. Una vez que se retiraron se saca la lámina y
se hace entrar al primero. Se le muestra la lámina y se le pide que la mire
detenidamente durante un minuto. Luego, sin ver más la figura, debe contarle al
segundo participante que acaba de entrar, lo que vio en la lámina. Este a su vez deberá
relatárselo al tercero y así sucesivamente. Luego se comparará el relato del último con
lo que la lámina muestra. La diferencia suele ser asombrosa).

Periodista: Realmente es asombroso lo que acaba de hacer. ¿Cómo logra hacerlo solo?

Chisme: En realidad no trabajo solo, tengo dos ayudantes inseparables. ¿Me permite
que se los presente?

Periodista: ¡Por supuesto! Que pasen.

(Entran Malicia y Mentira. Saludan al periodista y al chisme).

Chisme: Por favor, cuéntenles quienes son.

Malicia: Mi nombre es malicia, y soy uno de los más allegados al Sr. Chisme.

Periodista: Sra. Mentira, se la ve muy elegante. Su traje parece de la mejor calidad.

Malicia: (Se ríe). Sí, parece, pero es mentira, todo lo que ella lleva es falso.

Mentira: No todo.

Periodista: (Sonríe incrédulo). ¿Podrían contarnos cuáles son sus tareas específicas?

Malicia: Sí, apenas el Sr. Chisme comienza a trabajar, intervengo yo. Mi tarea es muy
sencilla. Cada persona tiene una cuota de malicia, aunque sea pequeña. Yo me encargo
de desarrollarla, así se facilita mucho la tarea de mi compañero.

Mentira: En efecto, cuando alguien está lleno de malicia comienza casi inmediatamente
a sospechar y a imaginar lo peor que puede acerca de su prójimo. Entre eso y la mentira
hay poca diferencia... Cuando alguien está predispuesto a pensar lo peor de otro, mentir
cuesta poco. Inconscientemente muchos chismes comienzan así.

Malicia: Otra manera en que interviene la mentira es exagerando.

Mentira: ¡Claro! A veces el chisme comienza con algo de verdad. Pero se le van
agregando cosas, hasta hacerlo tan malo como lo que se quiere oír o decir.
Periodista: Su sistema de trabajo es realmente admirable, pero, déjenme presentarle a
otra persona que también tiene mucha relación con lo que vemos y decimos de los
demás. Se trata de mi amiga verdad. (Entra verdad).

Chisme: (Se irrita y se pone de pie). ¡No Señor! Si entra esa yo me voy.

Periodista: Por favor, no se vaya. Queremos que se conozcan.

Chisme: ¡Ya le he dicho que si ella entra yo salgo! Se va ella o me voy yo.

Periodista: Por favor, seamos razonables.

Chisme: No (mirando a malicia y a mentira) Vamos. (Se retiran los tres. Verdad queda
hablando con el periodista).

Periodista: Qué pena, iba a ser una confrontación interesante.

Verdad: No te preocupes. Siempre pasa lo mismo. Chisme no puede ni verme, no


soporta mi presencia.

Periodista: Por lo visto, tiene miedo. ¿Cómo lograste que te respete?

Verdad: No sé si me respeta. Lo único que sé es que he logrado apartarlo de mi vida.

Periodista: ¿Cómo?

Verdad: Gracias a algunos consejos que Salomón nos dejó. Por ejemplo, en Proverbios
12:20 se nos dice que una manera eficaz de prevenir el chisme es esta: “Engaño hay en
el corazón de los que piensan el mal; pero alegría en el de los que piensan en el bien”.

Si pensamos siempre lo mejor de los demás, no solo evitaremos el chisme, sino que
también seremos más felices. Pero, especialmente debemos pedirle a Dios que nos libre
de la tentación, ya que a veces puede resultar muy agradable chismear. Como dice
Proverbios 26:22: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran
hasta las entrañas”.

Finalmente, si buscamos siempre la verdad y lo mejor para nuestro prójimo,


desterraremos definitivamente el chisme de nuestras vidas y de nuestra comunidad, ya
que “sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismosos, cesa la contienda”.
(Proverbios 26:20).

Periodista: Muchas gracias por abrir nuestros ojos a una realidad tan cercana a nosotros
y a la vez tan inadvertida. Gracias por enseñarnos a superar el problema del chisme.
(Tomando la manzana destrozada) porque veo que a nadie le gusta dejar a su prójimo
como está esta manzana.
Y la tumba estaba vacía
El autor(a) JOHANNA URRUTIA

Programas para los Jóvenes

Este programa narra una historia ficticia. Las evidencias históricas y bíblicas son reales y
expuestas por Josh McDowell en su libro: El factor de la resurrección.

Introducción:

Durante siglos, el hecho de que la tumba de Cristo estaba vacía constituyó la prueba de
resurrección y triunfo del plan divino de Redención que durante siglos ha avivado las
llamas de la fe cristiana. Para otros, sobre todo hombres de ciencia, ateos, enemigos de
la fe y hasta escépticos, constituye una prueba para sus múltiples y amañadas teorías de
lo que pasó en aquellos días en Palestina.

A través de este programa, el autor intenta reflejar de una manera didáctica, todas las
evidencias históricas que echan por tierra las ateas justificaciones que pretenden
desacreditar el carácter milagroso de la resurrección de Cristo. Por medio de un
lenguaje sencillo, se pretende demostrar que no hay evidencias de fraude en las
historias bíblicas de la muerte y resurrección de Jesús y que por el contrario, dichos
acontecimientos reflejan la autenticidad del evangelio. Sin más, con ustedes, el
programa “Y la tumba estaba vacía”.

Narrador: Corría el año 64 de nuestra era. El poder romano había tomado posición hacia
los 4 vientos. Así como en Roma los senadores inspirados en conspiraciones se
asesinaban unos a otros sumergidos en diferencias políticas, y en las provincias no
bastaban las tropas para controlar tan amplios territorios, en varias regiones del imperio
explotaron revueltas que sacudían seriamente la estabilidad impuesta por los Césares.

Varios informes llegaron al César. Noticias sobre conspiraciones y posibles


levantamientos en Palestina. El gobierno imperial regente en esa provincia, justificaba
su incapacidad para sostener la situación, aludiendo que enseñanzas de un carpintero
local crucificado varias décadas antes, eran usadas por un movimiento a quien los
pobladores llamaban despectivamente con el nombre de: "Cristianos". Según
colaboradores de Roma en Jerusalén, los seguidores de la nueva fe, fundamentaron su
movimiento en la milagrosa resurrección de su Maestro, y dado su acelerado
crecimiento y expansión por varias ciudades del Asia, amenazaban con desencadenar
una “Crisis de desobediencia”.

Movido por estos temores, el senado en Roma designó a uno de sus miembros para
viajar a Jerusalén, reunirse con testigos, y recopilar suficientes pruebas como para
desacreditar la naciente fe, y disolver así cualquier posibilidad de desestabilizar que
llevara a un futuro conflicto no deseado por el gobierno imperial. Con ese objetivo llegó
a Jerusalén el senador Rómulo. Representante de Abilinia.

(Entra en escena Rómulo acompañado de su secretario, se acomodan en la sala, uno al


lado del otro. Rómulo actúa con conducta de superioridad y sacude el polvo de su
asiento con un pañuelo que siempre porta en su mano, con el cual también seca su cara
del sudor constantemente y con gran arrogancia).

Rómulo: y bien mi querido secretario. ¿Cómo comenzaremos nuestro trabajo?

Secretario: ¡Excelencia! le sugiero que comencemos con la información que porta el


informe al senado sobre los hechos relacionados con la muerte y desaparición del
cuerpo de ese “Jesús de Nazaret”. Aquí también tenemos documentos firmados por
Poncio Pilato, Prefecto de Judea en los tiempos de Tiberio, en los cuales se brinda
abundante información sobre los hechos y que fueron registrados tras el juicio a Jesús.

(Mientras habla el secretario, organiza sobre la mesa, varios documentos y rollos de


papel).

Rómulo: Comencemos entonces por el primer testigo.

Secretario: El primer testigo es Tolomeo, el médico personal de Poncio Pilato, quien ha


trabajado para varios gobernadores de Judea, romano fiel y estudioso de la muerte por
crucifixión.

Rómulo: Pues no me haga esperar más. (Dice mientras pasa su pañuelo con arrogancia
sobre su cara).

Secretario: ¡Que pase el primer testigo!

(Entra el médico a la sala, se inclina ante el senador y mientras este tiende su mano, el
primero besa el anillo de su mano. Luego Rómulo, con una señal de su mano, ordena al
médico incorporarse).

Rómulo: Quiero que responda a mis preguntas recordando que sus palabras quedarán
registradas en acta, y una sola falsa se pagará con la crucifixión. Queremos que nos dé
su criterio sobre este asunto. Los informes sugieren que en la tumba no había cadáver
en el momento de la inspección oficial romana. ¿Cree usted posible que ese Jesús
crucificado no haya muerto, y después de su funeral haya escapado?

Médico: Excelentísimo. Resultaría imposible para un humano sobrevivir a una pena tan
bien diseñada como la de la cruz. Antes de la crucifixión, al convicto se le azota con
fuerza hasta desprender tiras de su piel y abrir las venas y capilares de su espalda. Las
bolitas de plomo atadas a las tiras de cuero, golpean el cuerpo destrozando el músculo y
el centurión solo detiene la tortura cuando el prisionero se haya cerca de la muerte. He
visto por montones, a victimas cuyos intestinos son vertidos a golpes, quedando todo su
cuerpo como una gran masa de carne hinchada y sanguinolenta.

He estudiado mucho sobre la crucifixión, y he comprobado que las víctimas no mueren


de asfixia, sino por un fallo de su corazón. Eso explica porque al ser atravesado su
costado hasta herir el corazón, se puede ver salir agua por la herida y no sangre. Parece
ser que cuando el corazón falla, el agua se separa de la sangre. Dudo que alguien pueda
escapar a este otro mecanismo de muerte.

Por otro lado, una vez sospechada la muerte, el centurión a cargo de la ejecución,
evalúa el cuerpo y da el primer veredicto de la muerte. En el caso particular de ese
Jesús, según leí en el informe presentado por la guardia, dice que los soldados no
quebrantaron sus piernas pues comprobaron que estaba muerto. El mismo Pilato
requirió de mi dictamen antes de entregar el cuerpo a un tal José de Arimatea.

En mi larga experiencia no conozco ningún caso de crucifixión que haya soportado la


muerte. Incluso Josefo, ese historiador judío que ahora trabaja para el César, cuenta en
uno de sus escritos, que cuando crucificaron a tres de sus amigos hace tres años, solicitó
el perdón del general Tito con lo cual logró que los retiraran rápidamente de la cruz.
Aunque estuvieron pocos minutos en el castigo, dos de los tres murieron. Además su
excelencia, si ese Jesús hubiese soportado milagrosamente los efectos de la cruz, no
habría podido escapar de la túnica moltuaria. Los judíos envuelven a sus muertos con
tela de lino colocando mirra entre sus pliegues, la cual se adhiere tan íntimamente al
cuerpo que la tela difícilmente puede ser quitada. Por otra parte, el conjunto de telas y
mirra llega a pesar 120 libras.

(El médico termina su exposición y Rómulo queda callado y pensativo. Hace señas con
su mano para que el médico se retire mientras se pasa el pañuelo por el rostro).

Rómulo: Por lo que veo, este asunto de la muerte de ese Jesús carpintero, está
resultando más complicado de lo que creí.

Secretario: Como segundo testigo viene a comparecer ante usted, Virgilio. El era
secretario del prefecto de Judea en los días en que ocurrieron los hechos.

Rómulo: ¡Procede! (contesta mientras parece aburrido).

Secretario: ¡Que pase el siguiente testigo!

(Pasa Virgilio, se arrodilla ante el senador, besa su anillo y se incorpora tras percibir la
señal dada por Rómulo).
Virgilio: Ante usted, Virgilio, antiguo secretario del prefecto de Judea y representante de
Roma en la provincia de Palestina.

Rómulo: Deja el protocolo. El médico me confirma que es imposible que ese Jesús haya
sobrevivido a la cruz. Sin embargo, lo cierto es que su cuerpo no estaba en la tumba
aquel domingo de mañana. ¿Cree usted posible que esto se deba a un supuesto robo del
cuerpo como afirma el informe enviado a Roma? (Mientras hace la pregunta, le muestra
a su interlocutor uno de los pergaminos que descansaba sobre la mesa, y se lo entrega a
Virgilio).

Virgilio: (Observa el informe, lo lee rápido y en baja voz, y entregándolo de vuelta al


secretario, comienza su exposición). Su excelencia, yo mismo preparé ese informe por
orden del excelentísimo Poncio, pero varias semanas después, uno de los soldados de la
guardia romana que participó en la custodia del cadáver, confirmó que esa versión había
sido consecuencia del soborno ejecutado por los lideres judíos para evitar el escándalo
que podía provocar la pérdida del cadáver.

Los mismos líderes reconocieron que era imposible que los seguidores de ese Jesús
hubieran podido robar el cuerpo, pero esa verdad podía tener graves consecuencias
para las tradiciones y para los líderes religiosos de la ciudad. Fue por eso que el
mismísimo Gamaliel, un miembro renombrado del Sanedrín de aquellos días, apoyó la
versión de los discípulos de aquel Nazareno.

Por otra parte, si el cuerpo hubiese sido robado por los seguidores de ese Jesús, no creo
que hubieran defendido tanto esa mentira como para morir por su fe. Sabemos que al
divulgar esa versión, algunos fueron encarcelados, otros torturados y crucificados,
apedreados y hasta desollados. Ninguno de ellos se retractó de su creencia en la
resurrección de ese Cristo.

Rómulo: ¡Es cierto! (queda pensativo). ¿Y los dirigentes judíos, no podrían haber
tomado el cuerpo? ¿O los hombres de Poncio?

Virgilio: Según los testigos de aquel caso, el Nazareno había estado enseñando sus
últimos años de vida, que moriría y al tercer día resucitaría. Si el cuerpo era tomado,
muchos más habrían aceptado sus enseñanzas y eso no era conveniente para los líderes
judíos.

En cuanto a los romanos, no creo posible que intervinieran en eso. Recuerde que los
gobernadores y oficiales del imperio tienen prohibido inmiscuirse en asuntos internos
de los pobladores. Así evitan conflictos civiles que puedan repercutir en el poder de
Roma. El mismo Poncio, cuando recibió a Jesús en su casa antes del juicio, no halló culpa
en ese Jesús y aun así, pasó el caso al sumo sacerdote y autorizó la ejecución para evitar
el conflicto con los dirigentes religiosos. Recuerde que un solo vestigio de fraude en este
asunto habría caldeado los ánimos y hubiera desencadenado una crisis civil.
Precisamente por eso Poncio ordenó una guardia para la tumba.

Rómulo: Si ese Jesús fue enterrado en una zona con tantos sepulcros, ¿pudieron haber
confundido la verdadera tumba con una falsa y vacía?

Virgilio: Esa posibilidad también la investigamos, pero... Para que esa teoría se
confirmara, entonces tendrían que ser muchos los equivocados de tumba: (Comienza a
enumerar con ayuda de sus dedos).

1. Las mujeres que prepararon el cadáver.

2. Ese Pedro, el que era apóstol, acompañado de ese tal Juan.

3. Los judíos que fueron a confirmar la desaparición del cuerpo.

4. El mismísimo dueño del terreno, ese tal José de Arimatea.

Recuerde además, que la guardia asignada, siguiendo el protocolo, revisó la tumba


antes de tomar posesión de sus posiciones. Esa inspección habría sido suficiente para
verificar el error. Además, en la entrada fue puesto el sello de Roma.

Rómulo: ¡Es cierto! (queda pensativo por un momento y luego continúa). ¿Tiene algo
más que decir sobre este asunto?

Virgilio: Pues si. Cuando investigamos el caso, confirmamos que unas 500 personas
juraron haber visto vivo al carpintero a partir de aquel domingo. Aquí está la lista (toma
un pergamino de su bolsillo y lo entrega a Rómulo quien lo inspecciona mientras
escucha). Esa lista incluye a todos sus discípulos, a un hombre de Meaux, a una libertina
llamada María Magdalena, una de sus hermanas y hasta a un romano al servicio del
sumo sacerdote, un tal Saulo. Este último, según contaban los propios cristianos
interrogados, fue tan impactado por su encuentro con Jesús resucitado, que no solo
abandonó su vida de perseguidor y asesino de cristianos sino que se unió a la fe y hasta
sufrió prisión y muerte por ella.

Rómulo: ¡Bien! Es todo. (Hace seña con la mano y Virgilio se retira de la sala).

Secretario: El último testigo es un centurión, su excelencia. Es una voz autorizada en


asuntos militares. Es centurión en Judea, con más de 15 años de experiencia.

Rómulo: ¡Qué pase! (grita de mal humor y pasa el centurión, una vez ante el senador,
realiza su saludo militar tomando una posición firme dando golpe con su puño sobre su
pecho para luego bajar la cabeza).
Centurión: ¡A su servicio Señor!

Rómulo: Creo que ya tenga información sobre el tema en discusión. Usted debe saber
que un informe dice que “un cuerpo fue tomado de una tumba custodiada por una
guardia romana”. Sin embargo en este otro informe dice que “el templo también tiene
guardia y que pudo ser esa la guardia que fracasó en aquella Pascua”. (Dice mientras
muestra unos pergaminos.) ¿Qué cree usted?

Centurión: He estudiado exhaustivamente esos informes para esta audiencia, su


excelencia, y he llegado a la conclusión de que esos informes tienen que ser falsos. Los
mismos dirigentes judíos solicitaron la guardia al gobernador romano, y este no tiene
autoridad sobre la guardia del templo. Además, se mandó poner el sello romano en la
entrada de la tumba, y usted sabe que un símbolo de autoridad romana como ese no se
confía a nadie, solo a una guardia romana, y que cada soldado daría su vida por proteger
ese sello. Según tengo entendido, los líderes judíos temieron que los discípulos robaran
el cuerpo para fingir una resurrección y por eso solicitaron una ayuda profesional, una
guardia romana.

Por otra parte, aun si hubiera sido una guardia del templo, quiero que sepa que una
unidad de la guardia del templo cuenta con 10 levitas con una disciplina militar casi igual
a la romana. De hecho, si su capitán sorprende la guardia dormida, se le apedrea y se le
quema con sus vestidos. Se les prohíbe incluso sentarse o recostarse.

Rómulo: Si la guardia era romana, ¿Cómo pudo un grupo de toscos y desarmados burlar
la guardia y robar el cuerpo?

Centurión: No creo que eso sea posible. Recuerde que una guardia romana está
compuesta por 4 a 16 hombres, y cada hombre está entrenado para defender seis pies
de terreno. Se sabe que 16 hombres pueden proteger 36 yardas y detener a todo un
batallón.

Durante la guardia, cuatro hombres se colocan ante el objetivo a proteger mientras el


resto duerme en semicírculo delante de los cuatro que vigilan. Para sorprender a los
custodios, tenían que pasar entre el resto de la guardia que dormía. Está reglamentado
que el cambio de guardia se haga cada cuatro horas por lo cual es poco probable que el
sueño venza a la guardia. Además, ellos conocen que quedarse dormido en una guardia,
se paga con la muerte. La historia de la disciplina y seguridad de nuestras tropas niegan
cualquier posibilidad de desobediencia militar. Si se hubieran dormido como dijeron en
aquella ocasión, ¿cómo supieron que fueron los discípulos si estaban dormidos? ¿Cómo
es que no sintieron el ruido provocado por los ladrones mientras movían la piedra que
para una tumba de esas dimensiones tenían que pesar dos toneladas?. Para que esto
sucediera, los soldados tendrían que ser sordos.
Otro aspecto es el temor de los soldados. Un soldado romano está tan bien armado y
escudado que ningún desarmado se atrevería a desafiarlos ni a jugarse la vida de esa
forma. Cada soldado porta una pica de seis pies de longitud, una daga, una espada de
tres pies de longitud, así como un escudo.

Rómulo: ¿Cree usted entonces que este Jesús realmente resucitó?

Centurión: No me atrevo a contestarle esa pregunta, su excelencia. Mi trabajo no es


creer, sino proteger y cumplir órdenes. Pero algo si puedo decirle, los soldados
abandonaron su posición aquella mañana y corrieron al sumo sacerdote cuando vieron
que el cuerpo había desaparecido o resucitado, no lo sé. Lo cierto es que si no hubiese
sido milagrosa la forma en que fue quitada la piedra de la entrada y la desaparición del
cuerpo, una guardia de 16 militares bien entrenados y con experiencia en terribles
batallas, no habrían huido de esa manera exponiéndose al castigo por dejar sus puestos
de centinelas. Mucho menos probable es que por una causa injustificable, se hubiesen
humillado tanto buscando protección en el Sumo sacerdote que es un simple servidor
del imperio romano. Yo diría que algo grande debió pasar allí aquel día.

Rómulo: Gracias por su ayuda. iPuede retirarse! (ordena mientras mueve la mano del
pañuelo en gesto indicativo de la misma orden).

Secretario: ¿cree su excelencia que ese nazareno realmente resucitó?

Rómulo: Le ordeno no poner esa conclusión en el informe, pero ciertamente aquella


mañana.... “La tumba estaba vacía”. Ese Jesús Nazareno realmente ha resucitado. Por
favor, vaya por uno de esos cristianos que tienen detenidos en la prisión. Quiero saber
más sobre ese hombre y sobre esa fe poderosa. Mientras iré a tomar un poco de aire
fresco y a organizar mis ideas.

(Ambos se retiran dejando el salón vacío).

Narrador: Ciertamente aquella tumba estaba vacía. No hay dudas de la muerte y


resurrección del Mesías. En una ocasión un estudiante mahometano se manifestó ante
un cristiano: "¡Vosotros, pobres, no sabéis a donde vais! Nosotros vamos a la tumba de
nuestro maestro y tenemos su cuerpo, vosotros vais a la tumba de vuestro maestro y
está... " El cristiano añadió: " iSigue, sigue! iEstá vacía! El joven estudiante quedó
perplejo y vencido por su propio análisis.

"... y la tumba estaba vacía." Una prueba suficiente de que Jesús no era un simple
hombre, que cumplió su promesa y que hoy no está ahí, pues intercede por ti y por mí
ante el Padre. Ahora te toca aceptarlo como tu Salvador, abrirle tu corazón y permitir
que entre a tu vida llegando a ser tu Dios. ¡No cabe dudas, ese es un Dios vivo
Esfuérzate con Dios
El autor(a) JOHANNA URRUTIA

Programas para los Jóvenes

Narrador: Jorge Washington Carver nació en una familia de esclavos, en Diamont,


Missouri, en 1864 (Llanto de un niño). Teniendo Jorge tan solo unas pocas semanas de
nacido, fue separado de su madre, quedando al cuidado de una tía bondadosa que se
hizo cargo de criarlo hasta que este dejó de lactar y pasando luego a cuidarlo una madre
adoptiva que lo enseñó y educó bajo los sabios principios de Dios.

Madre: Jorge, hijo mío ¿qué te pasó? Porque estás así.

Jorge: Unos niños blancos se burlaron de ti, dijeron que eres una negra esclava y que
nosotros no somos personas sino animales.

Madre: Hijo, cuántas veces te voy a decir que no tienes que pelearte por eso, además
ellos tienes razón yo soy negra…

Jorge: Si, pero no eres esclava y menos un animal.

Madre: No le hagas caso a lo que dicen hijo mío, eso a mí no me afecta y tu sabes
también que a Dios no le gusta que te andes fajando por ahí.

Jorge: Mamá, Dios ama también a los blancos.

Madre: Mi hijo, Dios nos ama a todos no importa el color de nuestra piel, además
aunque ellos muchas veces sean malos con nosotros Dios sigue brindándoles su amor, al
igual que te lo sigue dando a ti cuando te fajas o te portas mal ¿Me entiendes? (Salen
los dos).

Narrador: Así fue transcurriendo la infancia de Jorge Washington Carver, desde niño
estuvo en contra de los prejuicios de su época y así fue creciendo hasta convertirse en
un joven fuerte y saludable, trabajaba duro para ayudar a su madre adoptiva y en sus
tiempos libres hacía trabajos por dinero para ganarse unos pocos centavos para la casa.

Una vez mientras caminaba por las calles del pueblo buscando algún trabajo que hacer,
un anciano que lo estaba observando, lo llama…

Anciano: ¡Hey, muchacho!

(Jorge hace un gesto preguntando si es con él)

Anciano: Sí, tu mismo, ven aquí.


Jorge: Dígame señor ¿quiere que lo ayude es algo?

Anciano: No, gracias muchacho, solo te llamé para conversar contigo, ven siéntate aquí
(Jorge se sienta) ¿cómo te llamas hijo?

Jorge: Jorge Washington Carver, para servirle.

Anciano: Jorge, pareces un buen muchacho, hace rato que te estaba observando y ¿qué
es lo que buscas?

Jorge: Estoy buscando trabajo señor, en mis tiempos libres trabajo para ayudar a mi
madre con los gastos de la casa. Usted sabe, me gustaría tener mucho dinero para que
mi madre no pase necesidades y para poder ayudar a tantos negros que mueren de
hambre en las calles, el dinero lo es todo en la vida.

Anciano: Te equivocas muchacho, el dinero no lo es todo en la vida, aunque en verdad


hace mucha falta y te digo más, si quieres puede pasarte toda la vida ganando dinero
por las calles, pero si algún día viene alguien y te roba todo tu dinero ¿con qué te habrás
quedado? con nada, pero sin embargo si empleas tu vida en superarte, en ir a la escuela,
podrás adquirir algo que nadie te pondrá robar jamás. Tu futuro está en tus manos
muchacho, ojalá escojas el mejor camino.

(Se va el anciano y Jorge queda por un rato pensando en la conversación hasta que se
va).

Narrador: Jorge se quedó pensando en las palabras que le dijo el anciano hasta que
decidió hablar con su madre adoptiva y abandonó su hogar para ir a un lugar donde
pudiera estudiar. Jorge estudió tanto como pudo, al mismo tiempo que trabajaba
limpiando patios, aserrando madera, lavando ropa y realizando muchas tareas con el fin
de ganar dinero suficiente para comer una o dos veces al día y ahorrar algunos centavos
para pagar sus estudios y sus libros.

(Sale Jorge buscando trabajo y se encuentra con un señor rico)

Jorge: Señor, ¿desea ayuda para algo? Puedo hacer lo que usted quiera por unos
centavos.

Señor: ¡Ah!, vamos lárgate negro tu no mereces ni un centavo… (y se va)

Narrador: Algunas personas lo trataron bondadosamente, pero otros lo despreciaron


como si hubiera sido un animal. A veces sentía que una mula era más afortunada que él,
porque el animal solo podía sentir los golpes de su cuerpo, mientras que él tenía que
sufrir tanto los del cuerpo como los de la mente, cuando era víctima de la discriminación
cruel y de la intolerancia. Solo había algo que le daba fuerzas para luchar y realizar sus
sueños y era la comunicación que tenía con su Dios.

Voz de Jorge: Querido Dios gracias, porque a pesar del trabajo que paso para conseguir
el dinero puedo estudiar y aprender, ayúdame a superarme, ayúdame a demostrarle al
mundo que no por ser negro tengo menos valor, ni soy menos inteligente, que puedan
ver que nosotros también somos bendecidos por ti. No me dejes flaquear ante los
insultos y las burlas, sino que por el contrario, estas me den más deseos de luchar por
alcanzar mis sueños. Amén.

Narrador: Jorge Washington Carver se mantuvo tras su sueño de obtener una educación
y lo logró. Llegó a ser un renombrado hombre de ciencia a pesar de que para obtener
una educación tuvo que vencer una gran cantidad de obstáculos casi insalvables. En los
círculos científicos se le llegó a conocer como “El Pasteur Negro” y lo apodaron “El
hombre maní”, por su proeza genial de extraer 300 productos del maní o cacahuete
común. Una vez durante una gran reunión de estadistas notables, hombres de ciencias y
otros dignatarios destacados, se le pidió al Dr. Carver que explicara sus descubrimientos,
(Salón con personas mayores, como si estuvieran en una conferencia).

Sabio: Por favor Dr. Carver, quisiéramos que usted nos revelara a todos el secreto de su
conocimiento sobre el maní.

Jorge: Pues, mírenlo aquí (enseña una Biblia algo gastada).

(Se escucha un murmullo y comentarios)

Sabio: Pero Jorge, vamos ¿acaso quieres jugar con nosotros? En la Biblia no viene nada
acerca del maní.

Jorge: Pues mira que no estoy jugando con ustedes ni nada de eso, y lo que dices es
verdad en la Biblia no viene nada acerca del maní, pero si viene mucho del Creador del
maní y ese fue el que me lo enseñó. Y ahora con su permiso debo retirarme, que tengan
un buen día colegas.

(Todos quedan pensando en la respuesta y luego se retiran)

Narrador: Jorge Washington Carver desde muy temprano en la vida aceptó al Señor
Jesús como su Salvador personal y esto lo llevó a testificar de él, aún entre las personas
más distinguidas de su tiempo, lo que Dios supo recompensar con honores mientas
vivió.

Durante su vida Jorge recibió muchos premios y reconocimientos y aún después de su


muerte, a los pocos años, en 1947, la dirección de correos de Estados Unidos de
Norteamérica imprimió una estampilla de tres centavos en su honor y su lugar de
nacimiento fue declarado monumento nacional. Hoy todos recuerdan a Jorge
Washigton Carver como “El Pasteur Negro” o “El hombre maní”, pero si le preguntas a
uno de tus abuelitos seguro te contarán esta historia que Jorge le gustaba contar a
todos.

Voz de Jorge (Viejo): Cuando era joven le dije a Dios: “Señor revélame el misterio del
Universo”. Pero Dios me respondió: “Mira Jorge ese conocimiento me está reservado
para mí”. Así que entonces le dije: “Bueno Señor revélame al menos el misterio del
maní”. Y me dijo: “Bueno Jorge, eso si va más de acuerdo con tu tamaño” y procedió a
revelármelo.
Alabad a Dios
El autor(a) Johanna Urrutia

Programa para jóvenes

Apertura:

Gracias Señor…

Es maravilloso Señor…
Tengo los brazos abiertos, cuando hay tantos mutilados
mis ojos ven cuando hay tantos sin luz;
mi voz canta cuando tantos enmudecen:
mis manos trabajan, cuando hay tantos que mendigan.
Es maravilloso volver a casa cuando tantos no tienen donde ir.
Es maravilloso amar, vivir, sonreír, soñar,
cuando hay tantos que lloran y odian,
y tantos que mueren antes de nacer.
Es maravilloso tener un Dios en quien creer,
cuando hay tantos que no sienten consuelo ni fe,
es maravilloso, Señor, sobre todo,
tener tan poco que pedirte y tanto que agradecerte.

Bienvenida

Introducción

Exhortación a la alabanza: (Salmo 150)

Alabad a Dios en su santuario;


Alabadle en la magnificencia de su firmamento.
Alabadle por sus proezas;
Alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
Alabadle a son de bocina;
Alabadle con salterio y arpa.
Alabadle con pandero y danza;
Alabadle con cuerdas y flautas.
Alabadle con címbalos resonantes;
Alabadle con címbalos de júbilo.
Todo lo que respire alabe a Jehová.
Aleluya.
Coro de alabanza: (un grupo de jóvenes o grupo de alabanza canta un himno a cuyo
canto se une la congregación).

Voz 1: Salmo 91: 1-13

El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: “Tú
eres mi refugio, mi castillo, mi Dios, en quien confío.

Sólo él puede librarte de trampas oscuras y plagas mortales, pues te cubrirá con sus
alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo! No tengas
miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan
con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu
izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará. Solamente lo habrás de
presenciar: verás a los malvados recibir su merecido.

Ya que has hecho del Señor tu refugio, del Altísimo tu lugar de protección, no te
sobrevendrá ningún mal ni la enfermedad llegará a tu casa; pues él mandará que sus
ángeles te cuiden por donde quiera que vayas. Te levantarán con sus manos para que no
tropieces con piedra alguna. Podrás andar entre leones, entre monstruos y serpientes.

Voz 2: Salmo 145: 1-3.

Te exaltaré, mi Dios, mi Rey y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada


día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.

Alabanza congregacional: (Himnos dirigidos por el director de cantos en los que


participa la congregación).

Poesía: Las Huellas.

Música especial.

Coros de alabanzas

Voz 1: Filipenses 2:5-11.

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Voz 2: Salmo 107:1 y 146:1-2.

Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para siempre es su misericordia.

Alaba, oh alma mía, a Jehová. Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios
mientras viva.

Alabanza congregacional.

Poesía.

Música especial.

Coros de alabanzas

Voz 1: Isaías 53: 1-12. (Versión Dios Habla Hoy).

¿Quién va a creer lo que hemos oído?

¿A quién ha revelado el Señor su poder?

El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la
tierra seca. No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los
hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado
al sufrimiento.

Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. Y sin
embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros
propios dolores.

Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero
fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras
maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud.
Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero
el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.

Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron


como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja
cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie
se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los
pecados de mi pueblo. Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con
gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. El
Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. Y puesto que él se entregó en sacrificio por el
pecado, tendrá larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán
éxito los planes del Señor.
Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del
Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. Por eso Dios le dará un
lugar entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a
la muerte y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los pecados
de muchos e intercedió por los pecadores.

Voz 2: Salmo 96: 1-2.

Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra. Cantad a Jehová,
bendecid su nombre; anunciad de día en día su salvación.

Alabanza congregacional.

Poesía: A Cristo crucificado.

Música especial.

Coros de alabanza (IV)

Voz 1: Salmo 103:1-6.

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía,
a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te
corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te
rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que
padecen violencia.

Voz 2: Salmo 69: 29-30.

Mas a mí, afligido y miserable, tu salvación, oh Dios, me ponga en alto. Alabaré yo el


nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza.

Alabanza congregacional.

Poesía: Mi plegaria.

Música especial.

Coros de alabanza

Voz 1: Salmo 116: 1-13.

Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas; porque ha inclinado a mí su oído; por
tanto, le invocaré en todos mis días. Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron
las angustias del Seol; angustia y dolor había yo hallado. Entonces invoqué el nombre de
Jehová, diciendo: Oh Jehová, libra ahora mi alma. Clemente es Jehová, y justo; sí,
misericordioso es nuestro Dios. Jehová guarda a los sencillos; estaba yo postrado, y me
salvó. Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, porque Jehová te ha hecho bien. Pues tú has
librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar. Andaré
delante de Jehová en la tierra de los vivientes. Creí; por tanto hablé, estando afligido en
gran manera. Y dije en mi apresuramiento: Todo hombre es mentiroso. ¿Qué pagaré a
Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salvación, e
invocaré el nombre de Jehová.

Voz 2: Alabad a Jah, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y
hermosa es la alabanza. Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá.
El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.

Alabanza congregacional.

Poesía: Te prefiero.

Música especial.

Coros de alabanza.

Voz 1: Salmo 121: 1-8.

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de
Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que
te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu
guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna
de noche. Jehová te guardará de todo mal; el guardará tu alma. Jehová guardará tu
salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Voz 2: Salmo 95: 1-2.

Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra


salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos.

Alabanza congregacional.

Poesía: A ti oh Dios.

Música especial.

Despedida: Salmo 148: 1-14 y oración pastoral.

Alabad a Jehová desde los cielos; alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus
ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras
todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los
cielos.
Alaben el nombre de Jehová; porque él mandó, y fueron creados. Los hizo ser
eternamente y para siempre; les puso ley que no será quebrantada. Alabad a Jehová
desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos; el fuego y el granizo, la nieve
y el vapor, el viento de tempestad que ejecuta su palabra; los montes y todos los
collados, el árbol de fruto y todos los cedros; la bestia y todo animal, reptiles y volátiles;
los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra; los
jóvenes y también las doncellas, los ancianos y los niños.

Alaben el nombre de Jehová, porque sólo su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre


tierra y cielos. El ha exaltado el poderío de su pueblo; alábenle todos sus santos, los
hijos de Israel, el pueblo a él cercano. Aleluya.
El anillo y el cuervo
El autor(a) JOHANNA URRUTIA

Programas para los Jóvenes

Propósito: Enseñar a la iglesia la manera en que Dios obra cuando los seres humanos se
ponen en sus manos.

PRIMERA ESCENA

(Aparece en la sala de la casa una mamá con dos niños, uno de brazo y uno más mayor,
una casa pobre).

Mirian: Mamá tengo hambre.

Mamá: Hay Hijita mía, el pan que queda es para el almuerzo, no gano dinero, por
eso no puedes comértelo ahora.

Mirian: Y ¿por qué no tenemos pan?

Mamá: Tu padre se ha quedado sin trabajo y hace muchos días que no gana dinero, por
eso no podemos comprar harina para hacer pan.

Mirian: Y qué vamos a hacer, tengo hambre.

Mamá: No sé hija…no sé… Vamos a ver a tu hermanito. (Salen).

SEGUNDA ESCENA

(Entra Roberto su hijo mayor, aproximadamente de 6 a 7 años).

Robertico: Papá cuéntame algo de tu abuelito.

Roberto: Hay hijo mío él era un hombre muy bueno y creía mucho en Dios, por eso,
pasaba gran rato todos los días leyendo el libro negro que estaba en su baúl, él lo
llamaba “Libro de Dios”.

Robertico: A mí me habría gustado conocerlo.

Roberto: Él fue el que trajo el cuervo y lo crió desde pequeño.

Robertico: ¿Y dónde lo compró?


Roberto: No hijo el no lo compró se lo halló en la montaña un día de lluvia cuando era
un pichoncito y no podía volar. Él lo trajo y le dio comida hasta que fue grande. Más
nunca el cuervo se ha marchado del hogar.

Robertico: ¿Qué lindo es papá? Esta mañana lo vi cuando salió a pasear por los árboles
del lado del río. (Entra la mamá).

TERCERA ESCENA

Mamá: Robertico ¿por qué no vas a jugar con tu hermana?

Robertico: Está bien mamá.

Roberto: ¿Qué te pasa querida? Te veo preocupada.

Mamá: Hay Roberto, esta mañana estuvo aquí el dueño de la casa.

Roberto: ¡El dueño de la casa! y ¿qué te dijo…?

Mamá: Está de lo más bravo porque no le hemos pagado el alquiler hasta me amenazó
por sacarnos a la fuerza si entre dos días no le pagamos.

Roberto: Ya hoy recorrí todos los establecimientos comerciales para ver si hallaba
trabajo y fue por gusto, yo no sé qué hacer…

Mamá: Los niños están hambrientos y no sé que darle de comida ahorita Mirian me
pidió y no pude darle nada.

Roberto: Ya hemos vendido casi todas nuestras pertenencias, ya me he quedado sin


ropas por tal de conseguir algún dinero para que los niños coman.

Mamá: Pero ya no podemos vender nada más…

Roberto: Y para más ahora el alquiler de la casa.

Mamá: El hombre dijo que vendría a verte, tienes que tratar de convencer a ese hombre
para que nos deje aquí, por lo menos hasta que termine el invierno.

(Tocan fuertemente a la puerta. Ella abraza al esposo mientras le dice:)

Mamá: Ahí está seguramente

Roberto: ¿Quién es?

Dueño: Es el dueño de la casa abran la puerta.

Roberto: Pase usted señor (el pasa) siéntese.


Dueño: No gracias estoy apurado ¿Dígame Roberto cuando piensa usted pagarme el
alquiler, o es que piensa quedarse con la casa?

Roberto: No señor permítame explicarle, es que me he quedado sin trabajo y…

Dueño: Pero es que si todos mis clientes fueran como usted. Yo me moriría de hambre.

Mamá: Hay señor tenga un poco de paciencia.

Dueño: Con usted yo no tengo nada que hablar, su esposo me alquiló la casa y me
tiene que pagar.

Roberto: Mire señor yo no soy ningún delincuente, ni tampoco pienso quedarme con el
dinero del alquiler, solo que me he quedado sin trabajo. No tengo dinero ni para
comprar un pedazo de pan para mis hijos, ojalá que usted nunca vea a sus hijos
hambrientos y no tener con que mitigarles el hambre.

Dueño: Te voy a dar una oportunidad… Una sola… dentro de tres días, volveré si no
tienes el dinero, buscaré unos hombres que te saquen a la fuerza de mi casa (sale
rápido).

(Sigue conversando el matrimonio)

Mamá: Hay Roberto ¿Qué haremos?

Roberto: No tengo la menor idea. Nunca en la historia de mi familia había pasado algo
semejante. Siempre en mi casa hubo comida y la ropa siempre fue buena.

Mamá: Pero tu padre era un hombre de fe.

Roberto: Querida por favor busca el libro de mi padre quizás pueda encontrar algo que
pueda ayudarnos (ella busca el libro y lee en Juan 16:22-24). Pudiéramos orar a Dios…
Pero yo no sé orar.

Mamá: Roberto ahora recuerdo que el abuelo enseñó a Robertico a orar.

Roberto: Llama al niño enseguida. Vamos a orar es lo único que podemos hacer (la
madre llama al niño).

Roberto: (Roberto toma al niño por los hombros él esta sentado y el niño
parado delante de él). Hijo mío tenemos una necesidad muy grande, pues yo no tengo
dinero, ni la forma de buscarlo, por lo tanto tampoco tenemos comida y pronto no
tendremos casa. Sé que mi padre antes de morir te enseñó a orar. Por favor, hijo mío,
haz memoria y recuerda como mi padre te enseñó, y pídale a Dios que resuelva nuestro
problema. Después que tú ores, yo también trataré de hablar con Dios.
Robertico: Sí papá, pero antes, vamos a arrodillarnos: “Jesús, tú que eres amigo de las
personas buenas, te pido que bendigas a mi papito y le des una forma para ganar el
dinero que nos hace falta, para comprar la comida de papá, mamá, mis hermanitos y yo,
porque tengo mucha hambre, en el nombre de Jesús. Amén”.

Roberto: Oh Dios de mi padre, aunque yo ni siquiera te conozco te pido que me


escuches, por favor los niños están hambrientos, estamos a punto de ser echados del
hogar, no mires el descuido mío de no buscarte, mira la necesidad de los niños, por
favor Dios respóndeme de alguna manera. Amén.

(Entra la madre apresurada).

Mirian: ¡Mamá, mamita!

Mamá: ¿Qué pasó niña, se despertó tu hermanito?

Mirian: No mamá, el cuervo, el cuervo mamá.

Mamá: ¿Qué pasó con el cuervo?

Mirian: Mira mamá lo que trajo el cuervo.

Mamá: ¡Oh, es… es un anillo! Y parece ser de oro puro.

Roberto: A ver… cierto es un anillo precioso… y dices hija que lo trajo el cuervo.

Mirian: Sí papá lo traía en el pico, se sentó en mi hombro como suele ser y me lo


depositó en la mano.

Mamá: ¡Roberto! Dios nos ha contestado, ahora podemos vender el anillo y con el
dinero que nos den por él creo que nos alcanzará para pagar el atraso del alquiler y
también ropa y zapato para…

Roberto: Sí querida, pero recuerda que todavía no sabemos el origen de ese anillo.

Mamá: Pero Roberto, ¿no acabas de pedirle a Dios que te diera el dinero que te hacía
falta?

Roberto: Eso es cierto, pero también es cierto que ese anillo no es mío, además se ve
que es un anillo muy costoso.

Mamá: Roberto recuerda que nos estamos muriendo de hambre y que estamos a punto
sin quedarnos sin hogar, si no te has robado nada, el cuervo te lo trajo y estoy segura
que fue enviado por Dios.

Roberto: Déjame pensar, esta es una situación embarazosa y realmente, por favor,
querida déjame solo. (Ellos salen) ¿Qué hacer? Tal parece Dios contestó mi oración,
pues si me contestó la primera oración; también me contestará una segunda oración.
(Ora en voz alta con los ojos puesto al cielo): “Dios mío ahora que me has dado lo que te
he pedido, muéstrame qué debo hacer con él, si es de alguien en particular ayúdame a
encontrarlo para poder devolverlo. Amén”.

Rebeca, voy a la ciudad, para ver si consigo vender el anillo y traeré el dinero en cuanto
antes. Fíjate bien no le abras la puerta a nadie, trataré de estar mañana de vuelta.
Hijitos míos, espérenme aquí con mamá, yo volveré enseguida, cuiden de su hermanito
menor y tú Robertico ora a Dios por mí.

Mamá: Apúrate Roberto, ya en la despensa no hay comida y pasado mañana vienen a


sacarnos de la casa.

Roberto: Sí querida lo sé…lo sé… (Se despiden).

Música Especial...

CUARTA ESCENA

Vendedor: ¿Qué desea usted? Me ha echado a perder la venta.

Roberto: Es que tengo un buen negocio para usted.

Vendedor: ¿De qué se trata?

Roberto: Quisiera vender este anillo.

Vendedor: Márchese inmediatamente de este lugar, yo no comercio con ladrones, eres


demasiado miserable para tener una joya en tus manos.

Roberto: Pero mire señor yo…

Vendedor: Fuera, fuera o busco a los guardias.

Roberto: (Sale apresurado y se encuentra con un joyero) Señor, señor, es usted joyero
verdad.

Joyero: Sí ¿qué desea?

Roberto: Alguien me regaló este anillo y quiero venderlo, tal vez a usted le convenga.

Joyero: No creo que alguien pueda regalar una joya semejante, esa es una mentira que
nadie te va a creer. Toma yo no quiero problemas con la justicia.

Roberto: Señor créame que ese anillo es un regalo, yo soy un hombre humilde.

Joyero: Yo no comercio con pordioseros y menos de tu calaña, vete a engañar a otro.


Roberto: (Se encuentra con dos mujeres) Oiga señoras no le interesa comprar un anillo.

Una de ellas dice: Mis joyas las compro en la joyería de la capital…

Roberto: Es un anillo bueno.

La señora dice: Yo no lo compro a vendedores ambulantes, casi siempre lo que venden


es robado, jum… un comerciante con cara de limosnero, vaya a saber de donde se robó
eso.

(Aparece Roberto solo y aparece caminando por el pasillo, despacio como preocupado).

Roberto: ¿Qué hacer? No puedo regresar con las manos vacías, mis hijos deben estar
hambrientos y Rebeca debe estar desesperada. (Sale).

QUINTA ESCENA

(Aparece la madre e hijos).

Mirian: ¿Qué te pasa mamá?

Mamá: Nada hija, estoy pensando en tu padre. No llega y el dueño de la casa viene hoy
a buscar el dinero.

Robertico: No te preocupes mamita yo le pedí a Jesús que lo cuidara a él y a nosotros.

Mamá: Ojalá hijo, pero lo que más me preocupa es ese hombre que en cualquier
momento llega para sacarnos de la casa.

SEXTA ESCENA

NARRADOR: Roberto se encuentra extenuado, hambriento, llevaba 48 horas de viaje y


necesitaba dinero para salir del empeño y las necesidades de su hogar.

Roberto: ¿Dónde ir? ¿Dónde ir? (Se oyen las campanas de la iglesia) Una iglesia, ¿Dónde
hay una iglesia?, debe haber un hombre de Dios, voy a conversar con él.

(Abre un pastor)

Roberto: Buenas señor, ¿puedo pasar?

Pastor: Sí pase usted ¿qué se le ofrece?

Roberto: Señor estoy desesperado… llevo días de viaje… buscando la forma…


Pastor: Cálmese, por favor, veo que está usted débil, le daré comida, abrigo, pues hace
mucho frío allá afuera para andar así. Pero cuénteme cuál es su problema.

Roberto: Mire hace dos o tres meses que me quedé sin trabajo y sucedió que…

Narrador: Roberto le contó todo lo sucedido en su hogar y el hallazgo del anillo que el
cuervo le había traído hasta la casa.

Pastor: ¡Un cuervo! Es algo maravilloso.

Roberto: Si un cuervo que mi difunto padre crió desde chiquito.

Pastor: Bien Roberto enséñeme el anillo quizás pudiera ayudarle.

Roberto: Aquí está el señor.

Pastor: ¡El anillo del rey, sí el anillo del rey!

Roberto: ¿Cómo dice? El anillo del rey, Dios mío estoy perdido.

Pastor: Sí, estoy seguro que es el anillo del rey. Pero no se preocupe usted… mire usted
vaya al palacio y dígale que tiene algo importante que decirle al rey y que quiere verlo
personalmente, y no le de el anillo a nadie que no sea el rey. ¡Claro!

Roberto: ¿Y usted cree que el rey me creerá?

Pastor: Sí, explícaselo punto por punto como me lo hizo a mí y ya verá. Tome use este
dinero en el viaje. Varsovia queda distante de aquí.

Roberto: Gracias señor, no sabe cuánto le agradezco.

Pastor: No tiene nada que agradecerme, oremos para que el Señor le ayude en el viaje.

SÉPTIMA ESCENA

Música Especial.

Roberto: (Aparece con dos guardias), me hace falta hablar con el rey, tengo algo que
comunicarle.

Guarda: Dudo que un pordiosero como tú tenga algo que comunicarle al rey.

Roberto: Señor, complázcame es algo muy importante, el rey se pondrá muy contento
con la noticia.

Guarda: (Le dice al otro guarda). Búscame a mi jefe de inmediato. (Entra el capitán).

Capitán: Capitán de la guarda al servicio del rey, ¿qué se le ofrece?


Roberto: Tengo una noticia importante que darle al rey, es algo de suma, de suma
importancia. Debo verlo cuanto antes.

Capitán: ¿Qué locura habla? Cómo crees que podrás ver el rostro del rey con esa facha
en que andas. Dime lo que es y yo se lo diré.

Roberto: No puedo es algo importante que no puedo decirle a otra persona.

Capitán: Pues vete por donde viniste, otra cosa no puedo hacer.

Roberto: Mire… yo traigo una noticia acerca del anillo real que está en mi poder, pero
solo se lo entregaré al rey.

Capitán: Así que eres el hombre que tanto he buscado, soldados llévenlo a la cárcel y no
le den comida hasta que no nos diga dónde está el anillo.

Roberto: Pero señor, yo... no, yo no...

OCTAVA ESCENA

Mamá: ¿Dónde estará Roberto? ¿Qué le estará pasando?… (Tocan a la puerta) Hay Dios
seguramente es ese hombre.

Dueño: Abra la puerta o la echaré abajo.

Mamá: ¿Qué hago si no abro? Romperá la puerta.

Dueño: Vamos abra la puerta.

Mamá: ¿Qué desea señor?

Dueño: ¿Dónde está su esposo?

Mamá: Fue al pueblo a buscar el dinero y no ha regresado todavía.

Dueño: Y ese pájaro, ¿qué es ese pájaro que ha salido volando cuando llegamos?

Mamá: Es un cuervo señor.

Dueño: ¡Un cuervo! Mire señora dígale a su esposo que vengo mañana, esos pájaros
auguran malos presagios.

NOVENA ESCENA

Capitán: Vamos. ¿Dónde está el anillo?


Roberto: No le diré si no me llevan al rey.

Soldado: Capitán el rey ha mandado a buscar a ese hombre.

Capitán: ¿Cómo se enteró el rey que tenemos a ese aquí? Creo que ahora si la va a pasar
mal. Soldado llévelo donde está el rey.

(Aparecen dos guardas que cierran el paso, entra el rey, el soldado y el pastor).

DÉCIMA ESCENA

Capitán: Déjenlo pasar…

Roberto: (Se inclina ante el rey).

Rey: Levántese Roberto.

Roberto: ¿Usted aquí?

Pastor: Sí, Roberto me imaginé que estabas en problemas, demorabas tanto en regresar
que decidí venir a ayudarte.

Rey: Roberto, hombres como tú merecen la honra, hombres como tú no deben ser
pobres.

Roberto: Mire su majestad, aquí está lo que es suyo.

Rey: Ya no serás más pobre, serás un súbdito de mi reino y recibirás la honra que
merecen los hombres humildes y honrados como tú. ¡Guardias!

Capitán: Capitán de la guarda al servicio del rey.

Rey: Lleve este hombre a nuestros almacenes y dale todo lo que necesita y asegúrase de
que no le falte nada antes que el invierno termine.

Capitán: Pero por qué él su majestad, él fue el que robó.

Rey: Límitese a cumplir las órdenes y no pida explicaciones, para eso estoy yo, además,
póngale una guardia para que lo protejan y le ayuden a llevar la mercancía. Roberto
después que haya recogido todo venga a verme.

ONCENA ESCENA

(Aparece la mamá con sus hijos y Roberto llega elegantemente vestido).

Mamá: (Está sentada con sus hijos y tocan a la puerta). Será ese hombre otra vez.
Roberto: ¡Querida ya estoy aquí!

Mamá: Pero, Roberto, y esas cosas tan lindas y esas ropas que traes. ¿Qué ha sucedido?

Roberto: Es una historia larga querida, que lleva rato contarla, y trabajo creerla, pero
hay una realidad, estoy convencido que Dios nos escuchó y contestó nuestra oración, ya
no seremos pobres, Dios ha querido darnos su bendición y cuando termine el invierno
iremos a vivir a Varsovia, y allá tendremos una casa que nadie nos podrá quitar, los
niños tendrán comida, ropas y juguetes.

Robertico: ¿Y una casita para el cuervo?

Roberto: Claro que sí hijo, todo eso lo tendremos con seguridad y es porque Jesús nos lo
ha dado. Hoy se cumple en nosotros las palabras bíblicas que dicen: “No he visto justo
desamparado ni su simiente que mendigue pan”. Dios te oyó a ti Robertico cuando
oraste y mira lo que me dieron para ti allá en Varsovia. (Saca juguetes para los niños y
ropa para su esposa que trae en su maleta. Todos salen contento y sonrientes).

Música Especial

Das könnte Ihnen auch gefallen