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Ley Federal de Derechos de Autor, Título VI De las Limitaciones del Derecho de Autor y de los
Derechos Conexos, Capítulo II De la Limitación a los Derechos Patrimoniales, Artículo 148
Apartado V:
El campo y la ciudad
Prólogo a la edición en español
de Beatriz Sarlo
PAIDOS
Buenos Aires - Barcelona - M éxipo
1, El campo y la ciudad
con un ingreso de 16.000 libras al año y por un chelín y 6 peniques un miembro pue
de sentarse a una cena tal como la que un caballero con un ingreso de 1.000 libras al
año no puede ofrecer frecuentemente con prudencia.^
que corría bordeando los pantanos hacia Huntingdon, donde se encontraba con In
gran carretera del norte; sobre este lado se extendía un agradable prado de trigo, co
mo ya dije, adornado con varias casas solariegas de caballeros.^
volver una y otra vez a la antigua literatura y la historia rurales. Y no puedo re
cordar claram ente en qué m om ento, súbitam ente, tom é conciencia de que aque
llo no era en m odo alguno cierto. Aun cuando en las novelas yo estaba m ostrando
una experiencia diferente y persistente, aquella visión negativa seguía rondando
. por mi cabeza. C uando finalmente me di cuenta de que era falsa, supe que tenía
que buscar sus fuentes. Aquellas fuentes no eran solo, com o podría imaginarse,
los ruralistas sentim entales, aunque precisam ente a causa de mi experiencia, yo
tuviera que vérmelas con ellos. Tlimbién eran, y de manera esencial, los enérgi
cos progresistas m etropolitanos, m uchos de ellos supuestam ente intem acionalis
tas y socialistas, cuyo desprecio por las sociedades rurales solo era com parable
con su confianza en el fijturo industrial urbano que estaban a punto de conver
tir, de un m odo u otro -m edian te la m odernización, el im pulso candente de la
tecnología, la revolución- en el socialism o. En realidad, son tantos los escritores
y pensacfores de cada uno de estos tipos que exigiría una gran inversión de tiem
po y esfuerzo echar una mirada alrededor y decir que la idea com ún a todos ellos
de una econom ía rural perdida es falsa.
¿O acaso no lo es? ¿N o es evidente que en G ran Bretaña la agricultura ocu
pa un lugar m arginal? E sa fije la prim era form a de error que aprendí a percibir:
una persistencia inadvertida, en los antiguos países im perialistas, de cierto tipo de
chovinism o abstracto según el cual lo que les pasaba a ellos era lo que Ies estaba
pasando - o lo que les p asaría- a todos los demás. Todavía la m ayor parte de los
países del m undo eran predom inantem ente rurales, pero, dentro de la división
im perialista del m undo, en realidad no contaban, no ocupaban un lugar im por
tante. Aun aquellos países que advertían que estaban siendo explotados, en el
m arco de la división imperialista del mundo, no siem pre se percataban de que, en
virtud de esa condición y de sus luchas, el trabajo agrícola, la econom ía rural en
cualquiera de sus form as posibles, sencillam ente tenía que persistir: en los países
explotados m ism os, pero también, si disminuían ciertos elem entos de la explota
ción, en los países que, de manera abstracta, se concebían com o las naciones m e
tropolitanas desarrolladas. Tal vez hoy seam os más quienes sabem os esto. L o s
datos de la crisis de alim entos y población han sido amplia y adecuadam ente di
fundidos. Para poder sobrevivir, tendrem os que desarrollar y extender los traba
jos agrícolas. L a idea común de un m undo rural perdido es, pues, no solo una
abstracción de tal o cual etapa de una historia que no ha term inado (y podem os
alegrarnos de que algunas de esas etapas hayan sido superadas o estén a punto de
ser superadas), sino que adem ás es una contradicción directa con respecto a cual
quier configuración efectiva de nuestro futuro, en el cual la labranza ha de au
mentar su im portancia hasta adquirir una posición central, antes que disminuirla.
El hecho de que una de nuestras actividades más esenciales, aprem iantes y nece
sarias haya tenido que ser desplazada, en el espacio, en el tiem po o en ambos,
hasta el punto de que se la asocie plausiblem ente solo con el pasado o con tierras
distantes, es una de las deform aciones más llamativas del capitalism o industrial.