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Luego de haber estudiado los principales conceptos del Derecho Penal Parte General, y de
algunos delitos determinados en la parte del Derecho Penal Especial -relativos o vinculados
a la actividad de los cursantes-, en esta unidad se verá el Derecho Procesal Penal, en dos
clases.
En esta clase, la anteúltima de esta materia, se explicará en qué consiste el Derecho
Procesal Penal y cuáles son las principales garantías que lo regulan.
1. FUNDAMENTOS
Hemos visto que el principio de legalidad propio de un Estado de derecho exige que las
leyes prevean las conductas que son consideradas delitos, como también las penas, es
decir, las consecuencias jurídicas que debe soportar el responsable.
La comisión de un hecho punible es lo que legitima el ejercicio de la pretensión punitiva
estatal. Pero esa potestad que tiene el Estado de imponer una sanción al delincuente debe
ejercerla mediante la realización previa de un proceso, en el cual se juzgue el comportamiento
del presunto responsable.
El principio nulla poena sine culpa, (que viéramos al comienzo) en cuya virtud nadie puede
ser castigado si no es culpable, determina que en todos los casos será necesario verificar
la culpabilidad del imputado mediante la sustanciación del juicio penal.
Mientras que la ley penal (derecho de fondo, ley sustantiva, o léase Código o leyes
penales), establece las conductas delictivas y las penas aplicables a quien las realice, la
ley procesal (adjetiva o de forma, o léase Código de procedimiento) proporciona las reglas
a través de las cuales debe ser investigado el delito y atribuida la responsabilidad del
agente.
El Derecho procesal penal es entonces instrumento del Derecho penal de fondo, ya que
prepara y organiza el escenario que éste precisa para ser efectivo. Sin Derecho procesal
penal no puede formalizarse el Derecho penal: sólo a través de la sentencia que se dicta
luego del proceso vuelve a ser restablecido el orden social alterado por un delito, mediante
la imposición de un a pena o una medida de seguridad.
Según sean las estructuras del Estado, cambian tanto su organización judicial como el
sistema procesal. Así, mientras en un Estado de derecho la justicia se organiza en forma
independiente del poder político, en un estado totalitario la administración de justicia se
encuentra confundida con los otros poderes gubernamentales (Ejecutivo y Legislativo). Un
Estado democrático prevé un procedimiento en el que las diversas funciones (acusación,
defensa y decisión) se encuentran adecuadamente garantizadas, mientras en los sistemas
autoritarios se concretan en el juez las funciones del proceso.
En consecuencia, el fundamento del Derecho procesal penal es el deber del Estado de
garantizar la realización de justicia a los ciudadanos, lo que se corresponde a la idea del
Estado de derecho. La administración de justicia logra la más acabada materialización del
ideal de justicia en la sentencia, pues permite obtener un efecto positivo en la vida social,
que se había visto alterada por la comisión del delito.