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Mozart en el Vaticano

Para hablar del genio creativo de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) y su puesto en la
historia de la música, haría falta todo extenso un tratado. Junto a Bach y Beethoven, el genio
nacido en Salzburgo ocupa los lugares de privilegio entre los máximos artistas de Occidente.
Mozart cultivó prácticamente todos los géneros musicales de su época: ópera, conciertos para
diversos instrumentos y orquesta, sinfonías, música de cámara, música popular, canciones y
por supuesto música sacra. Respecto a esto último, conviene destacar que Mozart no fue
precisamente un devoto practicante, por lo menos desde los cánones religiosos de su época;
más bien fue crítico y contestatario hacia la jerarquía católica con la que se relacionó. Sin
embargo, no podemos dejar de lado que era un hombre poseedor de una fe sencilla y quizá
poco formada –incluso matizada por su participación en una logia masónica-, pero que le
permitió contemplar de manera particular el misterio divino; si no, no se podría explicar las
páginas tan profundas que llegó a componer en dos diversos géneros de música sacra que
compuso: misas, motetes y su famoso Réquiem. Para ejemplificar lo anterior, hagamos
referencia a una carta del 13 de junio de 1781, cuando Mozart le escribía a su padre
contestándole un reproche por su ligereza y falta de responsabilidad a sus obligaciones
religiosas:
“Por lo que concierne a la salud de mi alma, ¡no os inquietéis, mi excelente padre! Soy un
hombre joven, falible como los demás, pero desearía, para consolarme, que todos los fuesen
tan poco como yo. Es falso que me haya vanagloriado de comer carne durante los días de
vigilia: he dicho que no me preocupaba nada, que no lo tenía por una falta, porque en mi
opinión la abstinencia es privarse y comer menos. Oigo mi misa todos los domingos y días
de fiesta y, si es posible, los días laborables: vos lo sabéis padre mío […] Estad seguro que
siento verdaderamente mi religión.”
En 1779, Mozart compuso la Misa de la coronación cuando estaba al servicio del arzobispo
de Salzburgo, obra que destaca por su sencillez y frescura. Quizá la parte más inspirada de la
misa es el Agnus Dei, donde la soprano va profundizando con gran belleza la súplica del alma
que se prepara a la comunión eucarística. Esta obra cobró fama mundial a raíz de que, el 29
de junio de 1985, fue ejecutada por la Orquesta Filarmónica de Viena y el Coro de la Opera
de Viena, bajo la dirección de Herbert Von Karajan, como música litúrgica dentro de la Misa
de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, presidida en la Basílica de San Pedro en Roma
por Juan Pablo II, y que fue transmitida por televisión a todo el mundo.
padilla@iteso.mx

Enlace: Mozart: Coronation Mass / Karajan · Vienna Philharmonic Orchestra · St. Peter's
Basilica https://www.youtube.com/watch?v=UeUjMagnJ_M

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