Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
SEMA
NA 3-
4-5
MÓDU
LO 1
Ética y deontología
profesional
Unidadesiii y iv
0
Semana 3 -4-5
UNIDAD III
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA
DEONTOLOGÍA
1
Semana 3 -4-5
2
Semana 3 -4-5
3
Semana 3 -4-5
4
Semana 3 -4-5
Explicación
El sentido moral común del hombre conoce este principio de manera evidente e
intuitiva, de él obtiene conclusiones inmediatas y mediatas que,
como ya fuera dicho, conforma el conjunto de las convicciones morales
básicas de la persona.
Claro está que este conocimiento del primer principio esta como «supuesto» en
el razonamiento práctico del hombre corriente, lo tiene antes de cualquier
reflexión al respecto. La explicación de esto radica en que la capacidad
metafísica natural (del hombre corriente, del hombre primitivo, del niño) deduce
del concepto que tiene de bien y del mal -sin una reflexión consciente
al respecto y en forma inmediata- tal principio.
Explica Jolivet (op. cit. pág. 84) que en el principio del orden práctico se verifica
una situación análoga con el conocimiento intuitivo del primer principio del
orden especulativo «... así como el principio de contradicción nace
inmediatamente de las nociones de ser y de nada, que son las primeras
nociones de la razón. «con respecto al deber de hacer el bien, dice: (no hay)
ningún otro principio práctico que sea más simple y más claro. «Es evidente por
sí y captado inmediatamente en las nociones del bien y de mal, que son los
datos absolutamente primarios de la actividad práctica.
A la posible objeción a que este principio es pura forma sin contenido (p. ej.
«todo depende de qué sea considerado como bueno») dice Jolivet
(Pág. 85) «No hay duda que la noción formal de bien recibe inmediatamente
un contenido o una determinación en función de las exigencias fundamentales
de la naturaleza humana.
Transposición al plano Jurídico. El orden jurídico integra el orden práctico o
moral, si bien se refiere específicamente a aquellas relaciones de alteridad
donde debe verificarse una conducta que se ajuste a los títulos de otro.
5
Semana 3 -4-5
NO SE HA DE DAÑAR AL LA VIDA HA DE
PRÓJIMO TRANSMITIRSE
EL SABER HA DE LA COMUNIDAD HA
TRANSMITIRSE DE PRESERVARSE
LA AUTORIDAD
HA DE OBEDECERSE
CONCLUSIONES
MEDIATAS
6
Semana 3 -4-5
En segundo lugar, debe advertirse que no todos los preceptos morales tienen
el mismo grado de certeza y por lo tanto de obligatoriedad.
Digamos que tanto el primer principio del orden moral cuanto sus
conclusiones inmediatas (principios de máxima generalidad) son
conocidos con evidencia directa: «encontramos las líneas de acción en las
mismas cosas; quien ve las cosas, no puede menos que ver el bien que les es
adecuado en forma objetiva.» (Graneris, op. cit.)
De modo tal que, en el nivel de las «conclusiones mediatas» el
contenido del precepto moral debe «complementarse» o,
hablando más precisamente debe
«concluirse». Y ello es competencia del hombre histórico, que es en definitiva
el «intérprete» de los principios de máxima generalidad para su
«recepción» en lo que se irá configurando como moral positiva. Así,
nos encontramos con que no hay un sólo sistema de organización de la
propiedad moralmente válido (siempre teniendo en cuenta las circunstancias
históricas), ni una única manera de regular la institución familiar, ni una sola
modalidad de castigar al transgresor de la ley.
En la segunda línea de ejemplos (porque de eso se trata) de las
conclusiones mediatas tenemos que la posible diversidad de
contenidos concretos de los preceptos morales, se amplía. Así, en
los modos de la transmisión legítima del poder cuya variedad, a lo largo
de la historia, ha sido amplísima.
7
Semana 3 -4-5
A tales usos, no los hemos calificado como morales, sino como «tenidos por
tales» y susceptibles de tajante derogación. Es que en realidad no
fueron ni serán preceptos que merezcan la calificación de «morales»
por encontrarse en franca contradicción con el precepto de que «la vida ha
de preservarse» -en inmediata conexión- con el primer principio del orden
moral.
8
Semana 3 -4-5
Entonces, el bien presupone la verdad, y ésta el ser del conocimiento del ser
de las cosas surge cuál es su bien, y de allí el qué hacer y el qué no hacer.
Esto evita caer en los vicios del «moralismo» que predica la obligación de
determinados «deberes» sin marcar adecuadamente su correlación con el ser
(y con el bien) del hombre. El moralismo dice «esto es debido porque es
debido»; el realismo filosófico dice: «esto es bueno porque es
conforme o adecuado con la realidad del hombre y, en consecuencia, es
debido».
9
Semana 3 -4-5
Definición de la Proposición
La proposición es la EXPRESIÓN VERBAL DEL JUICIO. Se compone, como el
juicio, de DOS TÉRMINOS, sujeto y predicado, y de un VERBO
llamado CÓPULA (es decir lazo), porque une o separa los dos términos.
10
Semana 3 -4-5
11
Semana 3 -4-5
12
Semana 3 -4-5
13
Semana 3 -4-5
14
Semana 3 -4-5
deriva de la latina virtus, y ésta de vis, que significa fuerza. De manera que la
virtud no es una actitud negativa y cobarde, sino por el contrario, algo positivo y
hasta viril (varón viene del latín vir, y este término tiene también su
origen etimológico en vis, fuerza).
En una primera época, pre - filosófica, virtud significó cualquier
habilidad, sobre todo en el orden técnico (la virtud del guerrero - su valentía y
destreza - o la del zapatero, por ejemplo) o aún cualidades positivas de entes
irracionales, como la virtud de tal o cual caballo.
En cuanto a la significación filosófica de la palabra virtud, se trata de un hábito
operativo bueno. Es un hábito, o sea una cualidad firmemente implantada; y no
es cualquier hábito, sino un hábito operativo bueno, es decir, que
se dispone a operar bien. A la virtud se opone el vicio, que es un hábito
operativo malo, que dispone a obrar mal.
Las virtudes, en el orden natural, se dividen en intelectuales, que perfeccionan
el intelecto, y las morales, que perfeccionan nuestras tendencias apetitivas
(voluntad y apetitos sensitivos). Circunscribiéndonos a las virtudes morales,
tenemos que son más propiamente virtudes que las intelectuales,
porque no se reducen a facultarnos para operar bien, sino que
esencialmente son inclinaciones hacia el buen uso de las respectivas
facultades, o sea, inclinaciones a obrar bien. Recordemos que Santo
Tomás de Aquino reconoce al entendimiento y a la voluntad sus
respectivos ámbitos. El objeto del entendimiento es la verdad, vale decir, el
ser en su cognoscibilidad, en tanto que el objeto de la voluntad
es lo bueno, el ser en cuanto apetecible. Pero son inseparables, porque la
voluntad no conoce, es ciega de por sí, y el entendimiento no apetece.
Sabido es que distinción y separación no es lo mismo. El bien presupone la
verdad, es decir, el entendimiento precede a la voluntad iluminándola para que
vea lo que debe y lo que puede querer. Y a su vez, el entendimiento
es activo solamente cuando la voluntad lo saca de la potencia al
acto. La voluntad es, como toda facultad apetitiva, una fuerza
impulsora, motor, principio de actividad. En este sentido, es superior al
entendimiento. Para la virtud no basta el recto saber solo. En esto reside el
error del intelectualismo griego, que es tan intenso en Sócrates,
quien vincula indisolublemente el conocimiento del bien con el obrar positivo
15
Semana 3 -4-5
16
Semana 3 -4-5
17
Semana 3 -4-5
18
Semana 3 -4-5
19
Semana 3 -4-5
20
Semana 3 -4-5
principios falsos (que, sin embargo, se estima que son verdaderos) juzga
sobre la licitud o ilicitud de algo.
La conciencia errónea puede presentarse también en otras situaciones:
• conciencia escrupulosa: la que estima mala una acción, basándose en
razones que no lo son y, a menudo, en detalles que carecen de importancia;
• conciencia perpleja: la que por todas partes ve mal, tanto si se decide por un
extremo como si se decide por el otro;
• conciencia laxa: la que no concede importancia a lo que, en sí, es
objetivamente grave y moralmente negativo; si esa laxitud se hace crónica,
hasta el punto de no plantearse problema moral alguno, se habla de
conciencia cauterizada;
• conciencia farisaica o hipócrita: la que concede gran importancia a asuntos
que no la tienen y, simultáneamente, pasa por alto actuaciones gravemente
inmorales.
21
Semana 3 -4-5
22
Semana 3 -4-5
escrúpulos, por la solución que mejor salvaguarde los principios morales. Hay
que tener en cuenta que la perplejidad acompaña con frecuencia la
actuación profesional, sobre todo en los inicios del desempeño de
una ocupación. En cierto modo, la competencia profesional equivale a
salir progresivamente de la perplejidad.
Conciencia cierta y conciencia dudosa
Con conciencia cierta, la voluntad se decide por algo sin miedo a
errar. La certeza es la adhesión firme del entendimiento a lo que
se conoce. Puede ser intrínseca (basada en la misma naturaleza de
las cosas: ahora es de día) o extrínseca (se apoya en el testimonio
autorizado de otra persona).
Clásicamente, la certeza también se divide en física (el sol saldrá
mañana), metafísica (hay que hacer el bien, lo que ha sido no puede haber no
sido) y moral (mi mejor amigo me engaña). La certeza puede ser estricta, que
excluye cualquier duda razonable, y lata, basada en motivos fundados, pero sin
excluir algún género de duda. Finalmente, la certeza puede ser directa, que es
la que nace de principios claros y manifiestos, o indirecta, que se basa
de ordinario en presunciones (por ejemplo, estoy en la certeza de que A no
es culpable de parricidio porque toda su vida y conducta apoyan la presunción
de una actuación claramente filial).
La certeza total, plena y sin el más mínimo género de duda es
poco corriente, salvo en algunas cuestiones fundamentales. Ahora bien, sólo la
conciencia cierta (directa o indirecta) es regla suficiente para actuar, pero de
ordinario basta con una conciencia lata. Es decir, puede ser conciencia cierta la
que llega a la certeza a través de presunciones fundadas, aunque quede algún
tipo de inquietud.
En general, se presupone que existe conciencia cierta cuando se actúa con
diligencia, cuando no se abandonan los estudios profesionales, cuando existe
un interés positivo por estar al día, cuando se repasan con frecuencia los
principios fundamentales, cuando los asuntos son resueltos después de
seria y madura reflexión, cuando existe el hábito de aconsejarse con
personas que conocen mejor el tema.
Lo contrario de la conciencia cierta es la conciencia dudosa. Se
trata de un estado en el que se da un asentimiento sin certeza, con algún
23
Semana 3 -4-5
24
Semana 3 -4-5
25
Semana 3 -4-5
pretende con ello acompañar a alguien que lo necesite; es malo si se hace con
el objeto de encontrar una ocasión de robar. Un acto bueno (por
ejemplo, ayudar económicamente a otro) puede hacerse menos bueno si se
pretende presumir de ello; o incluso malo, si se pretende sentar las bases
para un chantaje posterior.
Finalmente, el fin pretendido con una acción mala puede disminuir
su gravedad
(robar para ayudar a uno que necesita dinero), pero nunca
convertirla en una acción buena, ya que el robo sigue siendo robo a pesar de
la "buena" intención del agente. El fin no justifica los medios.
Condiciones y condicionamientos de los actos humanos
Acto humano es el que procede de la deliberada voluntad del
hombre.
La expresión acto humano es sinónima de acto libre, acto voluntario, acto
moral, acto imputable. La ética se refiere sólo a esos actos, excluyendo por lo
tanto los actos meramente naturales (la respiración), los físicamente
coaccionados (que llegan a anular por completo la voluntad), los no
imputables (los de enfermos mentales graves, niños pequeños, los
realizados en sueños, etc.).
Condiciones para que se de un acto moral
El hombre, a diferencia de los animales, está dotado de
inteligencia y de libre
voluntad. Por eso, para que se pueda hablar de acto moral han
de darse dos
condiciones o requisitos: el conocimiento o advertencia y la voluntad libre.
El conocimiento o advertencia
El acto moral requiere, para serlo, que se sepa lo que se hace,
que haya conocimiento, advertencia. Ese conocimiento ha de ser anterior a la
realización del acto.
Impedimentos a la advertencia
El principal impedimento a la advertencia es la ignorancia o carencia de la
ciencia debida, de aquel conocimiento que se debe y se puede tener.
Ignorancia no es nesciencia (carencia de conocimiento no debido),
inadvertencia (falta de atención), ni olvido (ausencia de un conocimiento que se
26
Semana 3 -4-5
tenía).
En los ordenamientos jurídicos se prescribe que la ignorancia de
las leyes no excusa de su cumplimiento. En el orden moral, en cambio, la
ignorancia ejerce un influjo indudable en la culpabilidad.
Se distinguen diversos tipos de ignorancia:
a. Según el objeto: ignorancia de derecho (se ignora que exista la
ley que manda o prohíbe algo) e ignorancia de hecho (se ignora que un
hecho esté comprendido en determinada ley).
b. Según el sujeto: ignorancia invencible (ignorancia que no sabe que lo es y,
por lo tanto, no puede ser evitada, vencida) e ignorancia vencible (la
que puede ser vencida, superada, con una razonable diligencia). La
ignorancia vencible juega un papel importante en la actuación moral. No es lo
mismo la ignorancia vencible simple (implica la simple ausencia de una
acción que podría superarla) que la ignorancia crasa (indica que nada se
ha hecho expresamente por vencer la ignorancia). Mayor gravedad
revisten los actos realizados con ignorancia vencible afectada, es decir,
conscientemente falsa: no se quiere poner los medios para vencer la
ignorancia.
c. Según el tiempo: ignorancia antecedente, es la que precede a la voluntad y,
por lo tanto, es en parte involuntaria; en realidad, en muchos casos
se identifica con la ignorancia invencible; ignorancia concomitante,
cuando acompaña a la acción, pero no la origina y el acto se hubiera originado
aunque no hubiera habido ignorancia; ignorancia consiguiente es la que sigue
al acto y supone una negligencia querida por la voluntad, con lo que, de alguna
forma, se asemeja a la ignorancia vencible.
En la práctica, los tipos de ignorancia más influyentes son la
invencible y la vencible, en su combinación con la antecedente y la
consiguiente. El concepto clave es la diligencia debida, y de ahí la
importancia de estas nociones en la actuación profesional.
Sentadas estas bases, pueden deducirse las siguientes conclusiones:
• la ignorancia invencible no trae consigo responsabilidad moral, aunque sí
posible responsabilidad jurídica, porque se presume siempre el conocimiento
de la ley, ya que de otro modo, cualquier norma podría ser burlada apelando a
la ignorancia;
27
Semana 3 -4-5
28
Semana 3 -4-5
29
Semana 3 -4-5
30
Semana 3 -4-5
31
Semana 3 -4-5
32
Semana 3 -4-5
UNIDAD IV
EL ORDEN MORAL Y EL ORDEN JURÍDICO. DISTINCIÓN Y
RELACIÓN. EL ORDEN JURÍDICO POSITIVO. OBLIGATORIEDAD MORAL
DE LAS NORMAS JURÍDICAS POSITIVAS. LÍMITES A LA
OBLIGATORIEDAD MORAL DE LAS NORMAS POSITIVAS. EL CASO DE LA
LEY INJUSTA
33
Semana 3 -4-5
1) POR SU
FINALIDAD BIEN, PERFECCIÓN O PLENITUD DEL HOMBRE
BIEN COMÚN TEMPORAL
EN EL PLANO NATURAL
34
Semana 3 -4-5
codicia, o por una pasión de hostilidad, para que no agravie un principio cuyo
cumplimiento es necesario para la honestidad de la persona íntima … Por
el contrario, el Derecho ordena el pago, sencillamente para que el
acreedor cobre, para garantizar a éste algo que se estima en justicia
como suyo" (Recasens Fiches, "Introducción al Estudio del Derecho",
p. 88, Editorial Porrua, 1985, México).
35
Semana 3 -4-5
36
Semana 3 -4-5
37
Semana 3 -4-5
Por ello,
38
Semana 3 -4-5
39
Semana 3 -4-5
40