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4e. & * bung Desyisiceaca bs Lbogr fit » Autores, pikes, bblioloces, ote af Chey DB A PLEX ca, PEK, L773, i AP ce LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MEXICO J, HISTORIA No FUE sINo hasta doce afios después de la consumacién de da inde- pendencia cuando se hicieron las primeras tentativas formales encami- mdas a la fundacién de la Biblioteca Nacional, por el célebre drama- turgo don Manuel Eduardo de Gorostiza, para lo que se expidié un decreto con fecha 26*de octubre de 1833, que creaba la institucién. Se determiné que su fondo bibliografico primitivo lo constituyeran Jos libros procedentes de los extinguidos Colegio Mayor de Santa Ma- tia de Todos Santos y la Nacional y Pontificia Universidad; se sefialé la cantidad de 3,000 pesos’ anuales para la adquisicién de nuevas obras; | se destind para su instalacién el edificio del Colegio citado, expropiado por el gobierno, y hasta se redactaron los teglamentos para su debido funcionamiento. Mas la caida de Ja administracién hizo fracasar pro- yecto tan halagador casi en visperas de su realizacién, Nuevamente se volvié a insistir en la misma idea, y con tal fin se publicé el decreto de 30 de noviembre de 1846, del que se supone fué autor el ministro de Relaciones don José Maria Lafragua; mas las revueltas intestinas y la invasién norteamericana frustraron por se- gunda vez la realizacién del Proyecto. Hacia 1851 se excité al go- bierno para que Hevase a cabo el establecimiento de la Biblioteca Na- tional, que desde dieciocho afios atras se venja intentando y cuya falta se hacia sentir mds a medida que transcurrfa el tiempo, y aun se le propuso fuese destinado para ello el amplio y céntrico edificio ocupado por Ja Aduana en Ja plaza de Santo Domingo; mas la situacién anor- mal del pais y la penuria consiguiente del erario, no permitieron tam- Poco tomar Ja idea en consideracién, Posteriormente el presidente Comonfort did un decreto con fecha 14 de septiembre de 1857 suprimiendo la Universidad y destinando %u edificio, sus bienes y su librerfa, a Ia formacién de Ja Biblioteca Nacional, Desde entonces puede decirse que Ia fundacién ya fué-un hecho, mas Ja guerra fratricida, el eterno obsticulo para el progreso 269 t 270 LA BIBLIOTECA NACIONAL DE MEXICO jntelectual y material del pafs, vino a retardar todavia por algunos aos su deseada inauguracién, Se reunieron en el edificio de la dicha jnstituci6n los libros pertenccicntes a las comunidades religiosas y a Jos colegios nacionalizados, en virtud de las leyes de reforma, habiendo sido nombrados interventores y encargados de recogerlos, primera- mente don Ramén I. Alcaraz, y después el sabio bibliografo don José Fernando Ramirez, asquien se confid ademas Ja direccién de la Biblio- teca casi embrién, Al triunfo del gobierno liberal en 1861, se le sefialé a la Biblio- ieca una planta de empleados en !a que figuraban un inspector, un bibliotecario director, un sub-bibliotecario, dos auxiliares, dos depen- dientes de libros, un portero y un mozo. Se le asignaron, ademas, 6,000 pesos anuales para adquisicién de libros y aun se acordé au- * mentar dicha cantidad conforme lo fueran permitiendo los fondos pt- blicos. Durante el Imperio se encomendé la direccién de la Institucién al doctor don José Maria Benitez, y algtin tiempo después se le nom- bré como auxiliar al doctor don Lino Ramirez. Maximiliano com- prendié que la idea de fundar 1a Biblioteca Nacional con obras teo- légicas y candnicas que indudablemente nadie leerfa, era un absurdo, y concibid con buen criterio fundarla sobre un plan netamente naciona para ello compré a don José Maria Andrade, librero, editor y bi- blidfilo ilustrado, su biblioteca particular que habia formado en el curso de largos affos a costa de no pocos gastos y desvelos, y estaba compuesta de 4,484 obras en su mayor parte mexicanas o referentes al pais, de la que se desprendié cediéndola a bajo precio en beneficio de su patria y con el objeto de que sirviera de base a la Biblioteca Im- perial. La parte mexicana de dicha biblioteca, segtin consta por el catélogo que de ella corre impreso, comprendia lo mis selecto, valioso ¢ interesante acerca de nuestras antigtiedades, nuestra historia y nues- tra literatura, asi como numerosas colecciones de periddicos, optisculos, hojas volantes y otros documentos indispensables para el estudio de aquellas materias, constituyendo un riquisimo conjunto, imposible de teunir ahora ni con los mayores elementos posibles. Para llevar a cabo esta idea se reunicron los libros hacinados en Ja Universidad y, previamente encajonados, se trasladaron al edificio que ocupa actual- mente el Museo Nacional de Arqueologia, Historia y Etnografia, donde se deposité parte de los voltimenes y el resto se Ievé al Con- vento de la Ensefianza, por haberse destinaclo el local de la Universi- ~ sil sne i acealers

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