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Colección PERSPEC71VAS
Biblioteca de Teoría Literaria y Literatura Comparada
Dírección: M." DEL C. BOBES NAVES

Í~DJCE

CAPÍTULO 1

¿QUÉ ES LA POSMODERNlDAD?

1.1. LA POSMODERNIDAD, UNA EXl'~RIENCIA Rl<:AL............... 10

L2. DEFINIClÓN E HISTORIA D~: LA POSMODERNIOAD........... 26

1.2.1. Problemas ¿1945 o 1968L................ 29

1 Historia del posmodemidarL................... 33

1.2.3. La condidón posmode'lna de la hiperreaiidad: Jean­


Lyutar'd y Jean Raudrillard........................ 55

1.3. EL ORIGEN DEJ. CONFLTCTO: LA MODERNIDAD................ 67

].4. LA RF.SPllRSTA POSMODRRNA........................................... 79

1.4.1. Precedentes: la crisis del ...................... 81

1.4.2.

85

EN ESPAÑA...... lA POLÉMICA
................................................................. 107

CAPÍTULO n
POSMODERNIOAD Y NOVElA

2.1. UN NUEVO PARADIGMA F.STF.T1CO: El. POSMODERNISMO 123

2.2. LA NARRAT1VA POSMODRRNISTA...................................... 144

2.2.1. Una nueva mimesÍJ realista: el mundo como problema

ontológico........................................................... . 151

2.2.2. El suJeio débil de la representaáón: autor; nurrador,

personajes, lector. ................................................. . 164

2.2.3. E!>pacio hetr:rotópico y conjúsión temporal ............... .. 171

2.2.4. Macroestructuras: melajicción, tecursividad, Imstiche,

parodia, apropiación ................... , .. , ..................... . 174

2.2.5 ..Microestru.cturas del antidíswrso pos moderno: merá­


literal, alegoría, f)uli/onía, esj¡aaalización ......... . 179

© by Arco/Libro~. S. 1..,2007 El mapa temático: hedonismo y fin de in utoPía ........ . 184

Juan Bautista de Toledo, 28. 2R002 Madrid Unión de la navela con la vida: cultura de masas )'

ISBN: 978-84-763[1-t¡94-4 demol:rati:wdón eJtélica........................................ . lRR

Depósito kgal: M-Hl.033-2007


Printed in Spaín - Impreso por Lave!, S. A. (Madrid)
-
6 lA NOVl<:IA RSf'AJ\;Ol.'\ POSMODER.,,<A

CAPITULO 111
lA NOVElA ESPAÑOlA POSMODERNA

3.1. UNA MIRADA A LOS cRíncos..................... .


200
3.2. CONTEXTO SOCIOCULTURAL: LA ESPAÑA POSMODERNA
CAPÍTULO 1
DE LA DKMOCRACIA ......................................................... . 208
3.3. DE LA OSCURA NovHA DEL DESENCANTO A LA NARRATI­
VA DE LA ASERCIÓN PARCIAL. .................... . 215 ¿QUÉ ES lA POSMODERNIDAD?

CAPÍTULO IV

AL FINAL DEL CAMINO:


La discusión sobre la posmodernidad en España, y más
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
aún el análisis de la novela española publicada de 1980 a
2000 en el marco de la teoría de la posmodernidad, no ha
4.1. CLARA SÁNCHEZ; DEI. DESENCANTO A LA t:SPF.RANZA... . 236 disfrutado de la atención que ha tenido y tiene en otros
4.2. Los SUJETOS DJ<: LA NOVELA POSMODERNA/'.SPAÑOLA .. .. 266 países del ámbíLO occidenta1. La mayoría de los libros y
4.2.1. La deconstrucción diaria de un Idiota Humillado: el artículos publicados por críticos especializados en la na­
sujt:lu alryecto en Félix de Azúa....... .. 267
rrativa más reciente- muestran desconocer el término y los
4.2.2. Ll sujeto como narraáón: Ventajas de viajar en tren, puntos hásicos de) conflicto, o bien utilizan posmodemo,
El mapa de las aguas)! La escala de los mapas.... 273
posmodernidad o posmudernismo COIl un talante muchas ve­
4.2.3. Lucía Etxebarna o la deconstrucción del género Jeme­
nino........................................ · ........ ·.. ·.. ·· .. ·· .. ·· .. · 281 ces irónico y casi siempre de rechazo, reduciéndolo a una
4.3. MF.TAFICCIÓN HlS') ORIOGRÁF'lCA A LA ESPAÑOLA: LA moda, a un capricho de los medios de comunicación de
PARÁB01~ DE CARJI.:I.t.:,V lA RF.,lfli..i y FARlIU)SAS I\'ARR.·H~lONES POH masas o a un problema que no merece la pena analizar
HISTORIAS............................................... · .. · .... •.. ••••·· .. •.. · ...•••
287 detenidamen te.
4.4. EL DESENCANTO l.(;CfDO DE LOS NOVENTA: 1.A CONQUISJA Esta situación no deja de ser sorprendente cuando des­
DEL AIRE, DE BELÉN GOPEGUI .......
313 cubrimos no sólo que, en el ámbito internacional, la dis­
4.5. EL t'JNAL (MODF.RNO) y EL PRINCIPIO (POSMODERNO) cusión sobre la posmodernídad desde todos los prismas
DE ANDRF:S IBÁÑEz: DEL EFECTO A VARICK ... 321
posibles -sociología, antropología, historia de las ideas,
estética, cine, educación, filosofia- domina los ámbitos de
REFERENCV\S BIBLIOGRÁFICAS investigación, universitarios y culturales en general, espe­
359 cialmente en Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglate­
l. TEXTOS PRIMARIOS.
360 rra y, en menor medida, Italia, sino también que, sociológi­
2. BIBLIOGRAFÍA SECUNDARlA ...................... ..

ca y antropológicamcntc, podemos afirmar que la realídad


española, desde finales de los setenta, ha asumido con nor­
malidad los rasgos de una sociedad posmoderna.
Pero es que·, induso, nos enfrentamos a un problema
grave de definición de los términos, a confusiones y cruces
semánticos de ]05 que, en la medida de lo posible, nos es
imprescindible deshacernos.
La palabra Modernism tiene su origen en los países an­
glosajoncs y modemité, en Francia, aunque fueron rápida­
...

8 1.11 t\OV"F.lA EWAÑOl.-\ POSMODt.R?>lA ¿Qt.:íi: ES lAPOSMOIWRNIDAD? 9

menLe exportada!'>. En el momento de incluir el prefijo, en cuanto a su definición, el posmodernismo no puede


inglés se utilizará casi siempre postmodernism y en francés
ser entendido simplemente como una corriente artística
postmodernité. sea para referirse a fenómenos exclusiV'amen­
te artísticos, sea para designar un concepto cultural, soda1 más, al estilo del impresionismo, el neobarroco, el cubis­
y político global. mo o el expresionismo, ni Jos métodos que utiliza la crítica
En el ámbito español son de uso común tan to modernis­ tradicional son suttcientes para distinguirlo claramente.
mo como modernidad, pero suelen confundirse semántica­ y la posmodernidaci no es solamente el período histórico
mente con vang;uardia, Posmodernismo apareció )'a en 1934, posterior a la modernidad, sino una episteme o visión de
]a mano del crítico Federico de Onís, pero posmoderní­ mundo distinta que, muy a menudo, incluye rasgos que ya
dad no será de uso común hasta los años ochenta. Y no es estaban presentes en la era moderna,
hasta la tardía fecha de 200 I cuando el diccionario la La misma palabra posmodernidad plantea una extrañeza
Real Academia Española lo recoge. semántica grave, Si lo moderno, según la acepción recogí~
En dicho diccionario, pO.51nodernidad se define como da en el diccionario de la Real Academia, se define frente
"movimiento artÍstí(:o y cultural fines del siglo xx, ca­ a lo tradicional como "perteneciente al tiempo de quien
racterizado por su oposición al racionalismo y por su culto habla", lo posmoderno significaría. etimológicamente,
predominante de las formas, el indivkmalismo y la falta de "posterior al tiempo de quien habla", ¿Cómo podemos ex­
compromiso social", y posmodernismo como "movimiento plicar algo que aún no existe, que está más al1á de nuestra
cultural que, originado en la arquitectura, se ha extendido experiencia?
a otros ámbitos del arte y dt:, la cu1tura del siglo xx, y se Por otra parte. el hecho mismo de intentar definir la
opone al funcionalismo y al racionalismo modernos", posmodernidad. pretender que algo que no es simplemen­
Sin embargo, la definición ofrecida por la Real Acade­ te una tendencia, sino toda una visión de mundo -una epis­
mia no contempla el hecho de que, en el mundo cultural teme que lucha contra los sistemas racionalistas y las ideas
-artístico y Iiterario- español e hispanoamericano, si bien heredadas e impuestas, aun cuando ello signifique caer en
el término pusmodernidad se percibe, sin lugar a dudas, el vacío-, sea encerrado en unas estl'ucturas estables, en
como tendencia o movimiento sociocultural occidental una sistematización lógica, en un listado de características,
iniciado en torno a 1968, posmodemismo suele indicar la co­
fechas y nombres, esjustamente violar su esencia e ir Con­
rriente literaria posterior al modernismo y, por lo tanto, a
la muerte de Rubén Darío en 1916: las continuaciones del tra todo aque110 que propone y contra todo aquello por lo
que lucha.
modernismo frente a las vanguardias hispanoamericanas
de poelaS como Ramón López Ve]arde, Alfonso Reyes, Ga­ Si tomamos una imagen o metáfora de la posmoderni­
briela Mistral, Alfonsina Storni, Dulce M.~ Loynaz. dad, esta el laberinto: algo descentrado, excéntrico,
No obstante, la Real Academia acierta, puesto que, por no cronológico, no causal, polisémico, disperso e irónico.
asimilación al inglés, se ha producido un claro desplaza­ El mero hecho de definir es un acto racional y lógico; se
miento semántico en el término español posmodernismo, pl-etende un descubrimiento, a partir de unas pistas (docu­
pasando a significar la corriente artística y estética que es
arquitectura. ficción), ya que ambos remiren, "''' último ténnÍllo, ala poslIlorl.. r­
consecuencia directa de la posmodernidad y, por lo tanto, nidad como cpisteme. Es decir, novela posm.odrrna significa texto narrativo cuya~
propia del mundo occidental a pal'tir de la década de los caraclel'í.\ticas son consecuencia de la "pisteme posllIoot>rna; y nQVela posmoátr­
setent.a. En este trab;:~jo se utilizará siempre el sustantivo "isla, [Cxto narrativo pertenecit>nle al po,<moo("rnismo, o sea, a la consecuencia
posmodernismo y el adjetivo posmodernista con esta última dI"" la epi~l"me posmodenl<1 en el arte, NÓlese que, aplicarlos a otfOS campO$
semánticos, la distinción entre los do, adjetivos es importante, ya que posmoder­
acepción l. nista ,.iempre es relatÍ\'O al arte; así, dehe decirse filo.wJía posmodema, y no filosojia
POS'(flodcrnÍ$la (a no ser <JUI: queramos referirnos mClafórÍl"amenle a la estética
1 Se utili7arán indíslil1lamentt" lo~ ,,-djNivoslwsmodernoy fiosmndernt"ta siempre

que 'ie apliquell a cmidades de rt'f~lcncia artística (novela, pilllura. pcrsonilje, posmoderna), o gtterra po,l'moderna (en eSle ca~o, el uso de posmndmnista nos con­
rlll.-Í!Ú al sínsf"ntido) .

.1
..

ES LA POSMOJ)F,RNIDAD? 11
10 LA NOVELA ESPAÑOlA POS'vfODERNA

bio de episteme en la ciencia? O a la inversa: ¿cómo nos


mentos, opiniones, análisis), para llegar a una conclusión
han llevado los últimos descubrímientos científicos y las
firme y resolutiva. ¿Cómo acotar, definir y limitar racional­
últimas teorías sobre la ciencia a percibir el mundo de for­
mente un laberinto? ma distinta? Desgraciadamente, no puedo contestar a esta
A pesar de la paradoja, asumiré este riesgo desde el
última pregunta: excede ampliamente mis conocimientos
momento en que no me es posible comprender ni inves­
y sería, en sí misma, el origen de otro trab¡~:io.
tigar de otra manera, pero proponiendo un acercamiento
A pesar de e]]o, y dado que este epígrafe pretende unir
que se base en calas multilineales, progresivas, mediante
la teoría de la posmodernidad con la vida -y la ciencia no
aproximaciones que, a menudo, tendrán que ser revisadas,
es más que un intento de explicación de la vida-, no me re­
corregidas o amplíadas. Al fin y al cabo, teorizar sobre lo
sisto a ofrecer un testimonio que, en cierta medida, pueda
posmoderno, organizarlo, ordenado, no es más que otra
servir de botón de muestra de todo un universo cognosciti­
metanarración, justificada solamente si es útil e interesan­
vo que, mal que me debo dejar aunque subyace
te. tras todo mi análisis.
Dice Brian McHale, uno de los grandes leóricos de la
"¿No será más bien que los procesos caóticos simboli­
novela posmoderna, que podremos defender nuestra pos­
zan desorden -en vez de simbolizar creatividad- porque
tura acerca de la posmodernidad sier.1pre que
ridiculizan pretensiones de exactitud?", se pregunta Anto­
we do not daim that our slory is 'true' [ ... 1. but only that úur sto­ nio Escohotado en su ensayo Caus y orden (A. Escohotado,
ry is usejUt and interesting 10 a particular audience. To the 1999: 76). Es una buena pregunta, no sólo por la dosis
general postmodernisl incrcdulitr toward metanarrati\'cs íl only
necessary that we regard our own mctanarrative incrcdul()u~ly. in de ironía y crítica que implica hacia determinados plan­
a certain sense. proflerring il tentatively or provisionally, as no teamientos racionalistas muy propios de la modernidad,
more than a convenient nI' satísfying ficlion, in the key of 'as ir (B. sino, sobre todo, porque la percepción del mundo desde,
McHale. 1988: aproximadamente, 1968, es de desorden, de caos, a menu­
do visto desde la nostalgia de un mundo en el que, no hace
Esta es, pues, mi propia hístoria, mi metanarrativa par­ tanto, las cosas parecían estar en su sitio: edificios como el
ticular. Creo que es útil e interesante, y, por tanto, válida. Guggenheim de Bilbao, películas y novelas sin estructura,
Pero también provisional, en el sentido de que siempre subjetividades rotas y deconstTuidas, una economía global
estará sujeta a revisión. que parece no responder a ningún principio racional, di­
rectrices políticas confusas que mezclan sin orden ni con­
cierto las tradicionales derecha e izquierda, todo ello con­
1.1. LA POSMODF.RNIDAD, UNA EXPERIENCIA REAL
forma nuestra realidad última. La pregunta de Escohotado
se dirige hacia una nueva concepción de lo real que basa
Al abordar un asunto tan complejo como el de la en el caos la razón última de un orden que, al fin y al cabo,
posmodernidad, surgen inmediatamente una gran can­ no es totalmente nuevo.
tidad de preguntas de dificil respuesta: ¿en qué consiste En la misma línea que Escohotado, afirma Octavio Paz
realmente la posmodernidad?, ¿cuál es la relación entre que "en el dominio mismo del orden, la regularidad y la
los cambios socioeconómicos que estamos viviendo, tales coherencia -en las ciencias exactas y en la fisica- han reapa­
como la globalización o In ternet, y la literatura?, ¿por qué recido las viejas nociones de accidente y de catástrofe" (O.
el hecho de adjudicar el adjetivo posmoderno a cualquier Paz, 1992: 43). Yes que, frente a una ciencia que ha lucha­
producto cultural o social en el ámbito español supone un do contra el caos de la naturaleza, imponiendo principios
inmedíato rechazo?, ¿existe algo como una novela españo­ y leyes "razonables" por tan to, a la medida de la razón
la posmoderna? Y también: ¿qué influencia tiene el carn-

12 LA NOVELA ~:SPANOI A POSMOnERNA ¿Qt:É ES LA POS\tlODERNID/U)? 13

humana- a algo esencialmente caótico, se ha producido responderá: "Bueno, depende". Es el depende de la posmo­
un cambio radical en la imagen del universo, cambio que dernidad.
tiene su origen en la teoría de la relatividad, la mecánica Más allá de una teoría separada de la vida, la posmo­
cuántica o la electromecánica de Feynmann, Se ha roto la dernidad es la experiencia cotidiana del mundo en que
idea tradicional de orden y ha nacido la ciencia del caos, vivimos, nuestro día a día. Ese mundo cotidiano ha hecho
que provoca el desarrollo de "un nuevo paradigma" que real lo que, ya en 1982, el loealizador británico Ridley Scott
"corresponde también a otra civilización" (A. Escohotado, representó en la película Blad(! Runner (basada en la novela
1999: 80-81): la sociedad democrática de los ai'í os sesen ta y ¿ Sueñan los androides con ove:}as eléctrir:as?, de Phílip K. Dick),
setenta, el germen de nuestra sociedad. cuyo título procede de un escritor tan posmoderno como
Las ciencias del caos abordan los sistemas auto-organi­ Wi1liam S. Burroughso
zados: la teoría las catástrofes del matemático Thom; la No resulta sorprendente que, en su momento, consti­
teoría caótica de la dinámica de convección meteorológica tuyera un fracaso estrepitoso tanto de público como de crí­
de Edward Lorenz y el "efecto mariposa"; los fractales de tica: Blade Runnerse aleja tanto de- los presupuestos clásicos
Benoit Mandelbrot; o los últimos descubrimientos de los de- la modernidad que la identificación emocional o inte­
biólogos en torno al inicio dt: la vida y la formación de los lcclUal con su temática y la valoración de su estética, ambas
embriones. Vestas teorías del caos nos conducen a la hipó­ insertas por completo en la posmodernidad, era poco me­
tesis fundamental de Escohotado, a saber, que todos estos nos que imposible en el ámbito de nuestras recientemente
sistemas sólo pueden surgir cuando la sociedad se dirige inauguradas sodedades posrnodernas de principios de los
hacia la democracia, un modo de gobierno que aspira a un ochenta. En Blade Rtmner se resumen todos los aspectos
orden a partir del caos, a un no-orden. que hacen de los últimos treinta años una auténtica revo­
Frente a ciertas reacciones que contÍnÍlan en el ámbito lución en la historia de la cultura occidental, y por cultura
de lo que Escohotado llama horror confusionis, es decir, te­ entiendo todas las dimensiones del ser humano: social, po­
rror al caos, las teorías científicas mencionadas más arriba lítica, religiosa, científica, económica y artística.
defienden una nueva razón que no parcele y falsee la reali­ Desde el punto de vista estético, la anulación de la
dad, una nueva percepción de lo real mucho más incluyen­ frontera entre alta y baja cultura se realiza mediante el
te, un ensanchamiento de la razón que afectará también, eclecticismo de cine negro y ciencia-ficción con estética
cuando nos acerquemos a la novela, a una nueva forma de publicitaria y diseño de cómic, eclecticismo presente tam­
representar lo real que aspirará a reflejar una nueva socie­ bién en el vestuario y los decorados, que mezclan estilos
dad, la que surge a partir de la extensÍón de )a democracia propios de épocas tan diversas como los años treinta -las
en Occidente. cita" a la estética nazi se repiten continuamente, desde el
Las teorías del caos rechazan un orden impuesto des­ vestuario de Sean Young hasta el dormitorio del Creador
de arriba -desde la ralón humana que, para compl'ender de los replicantes-, el futurisrno clásico () los propios aílos
10 real, ha de organizarlo reduciéndolo-, y lo sustituyen ochenta, provocando la presentización de pasado y futuro,
por un bucle de realimentación que se adapta a las modi­ un pastiche temporal.
ficaciones de lo real, como el ciclista o el píloto que, para Este eclecticismo radical ,:parece en la propia configu­
continuar su camino, han de ejercer una modificación mí­ ración la dudad, un Los Angeles de 2019 poblado por
nima y continua sobre la trayectoria. En esto consiste, en todas y cada una de las razas -hispanos, chinos, blancos,
teoría, la democracia. negros- yen el que hasta el lenguaje ha sufrido las conse­
Ante las leyes y los principios rígidos, la democracia, cuencias de la globalización, un lengm~je que reúne, sin
como la ciencia del caos -y gran parte de la novela última-, solución de continuidad, rasgos del inglés, el francés, el
..

14 LA l\;OVELA ESPAÑOLA rOSMODERNA


¿QUÉ ES LA I'OSMOlJEI{NIllAfl? 15

italiano o el espafiol. Barroquismo extremo, hórror vacui


que nos impide la visión central y nos remite a lo periféri­ Blade Rurtner es posmoderna no sólo por la estética,
co, al detalle más nimio que acaba sustituyendo a la pers­ síno, sobre todo, por la defensa de la vida -razón por la
pectiva central y ordenada, ciudad-laberinto sucia y lluvio­ que el repJicante, Rutger Hauer, salva al humano, Harri­
sa, sin luz ni naturaleza que, a principios de los ochenta, son Ford- frente a cualquier norma o ley coercitiva, por
comenzaba a ser la exaltación de un presente no hipotecado por un futuro
También el contenido nos conduce al pastiche: la I"e­ que no como dice Rutger Hauer en el hermosísimo
belíón de lo creado contra su creador, del ángel caído -y monólogo final, vivir con miedo es ser esclavo. Por eso es
Jesucristo: recordemos ]a escena en la que Rutger Haue!", necesaria, a del propio Ridley Scott -al que los pro­
a punto de morir, se clava las palmas de las manos para ductores impusieron, además de la voz en off del policía
recordar que eslá vivo- contra el Dios que le da la vida que narra la historia, el final feliz-, la esperanza con que
pero también se la quita; la necesidad edípica de matar al concluye la película, simbolizada en el retorno a la natu­
padre y luchar contra el tiempo y la muerte; la importancia raleza, el espacio abierto}' )a luz del sol, esperanza en un
de la memoria como fundamento de nuestra identidad; la futuro me:jor basado en la construcción de una realidad
defensa de la vida en presente frente a 1m; imperativos del individual regida por el amor y por la asunción del presen­
miedo fhturo; la incapacidad de distinguir entre el .'lUellO te como única forma de vida ante la incredulídad en una
y la vigilia, realidad y la ficción ... , todo ello constituye el ideología de futuro.
núcleo temátko que recorre el arte occidental de todas Blade Runnersintetiza los cambios que, desde un punto
las épocas: Calderón, San Agustín, Lorca, Goethe, SheIley, vista an tropológico, hemos vivido en las últimas décadas.
Unamuno, Sófocles, Borges. Basta con pasear por ciudades como Nueva York, Londres,
Pero, al mismo tiempo, el contenido apocalíptico, de­ Milán, París. Los Angeles, Tokio, Barcelona o Madrid, y de­
sasosegante y casi terrorífico de la pérdida de identidad tenernos a analizar nuestro día a día, nuestra subjetividad,
individual y colectiva en un mundo de realidad virtual, en nuestras relaciones con Jos demás y con las instituciones,
una sOCÍedad deshumanizada y regida por principios ca­ para darnos cuenta de los cambios que hemos sufrido y de
pitalistas y tecnológicos, gobernada por el Ojo del Gran
la nueva realidad en que vivimos"
Hermano, ese Ojo omnipresente con el que da comienzo
Esa rea1id~ está marcada, en primer lugar, por un
la película y que nos sitúa en un foucaultiano espacio vigi­
~s1?acio djstinto. Los antiguos espaclos raCIOnales, -coñS:-~
lado y controlado, y, sobre todo, el abismo on tológico ante
el que nos sitúa la duda de ser nosotros mismos -especta­ truidos con el único objetivo de ser eficientes, han sido
dores identificados con el narrador, Harrison Ford- repli­ sustituidos por espacios construidos para el deseo y el con­
cantes, no poseer el estatuto de realidad, nos sitúa en sumo. Como dice Giandomenico Amcndola (1997), la ciu­
plena posmoderna. El unicornio, ser real desde dad ha cambiado para asemejarse al parque temático y al
un punto vista lingüístico pero carente de referente ex­ centro comercial. Los rasgos fundamentales de esta nueva
terno, se identifica con el replicante y se erige en símbolo ciudad serán la democratización, la flexibiJización y el caos
del cambio ontológíco posmoderno: ya no hay diferencia -o aspecto de caos-, de modo que el nuevo s~jeto de esta
entre la realidad y la ficción, entre verdad y mentira, todo nueva ciudad deberá convertirse en alguien democrático,
ello pertenece a un mismo ámbito en e1 que )0 real no flexible y caótico para adaptarse a eIJa.
existe, sustituido por el simulacro, vida falsa pero vida, en ciudad posmoderna es un mundo creado a imagen
cualquier caso. del del hombre, una ciudad-collagp.que, reutilizando
~ S!!ría muy interesante analizar en paralelo la reciente Código 46, di,igi.-la por y transformando lo ya existente según el critelio de belleza
Michael Wínterbollom en 2003, con Blude Rum,er. Lo dejaremos para futuro.• y espectáculo, sustituye a la antigua dudad moderna, fun­
estudios. donal, radonal y homogénea. El máximo exponente de
..

]6 LA l\'OVEl A ESPAJ\'OL\ POSMOm;RNA ¿QI1É ES lA POSl\IODERN'IDAD! 17

esta ciudad nueva, posmoderna, es Los i\ngeles, espado Para que ese mundo consiga su fin último, es decir, se
que escapa a la vísión global y a la comprensión totalizado­ asemeje el un modelo ideal, todo debe estar preorganiza­
ra, que representa la crisis de la ciudad-concepto, racional do, manipulado y prefabricado, r el secreto reside en que
y lógica, fría y deshumanizada, tan bien retratada en Bladp el hahitante/visitante vea sólo lo que le hagan mirar, como
Runner. les ocune el los replican tes de Elade Runner, al protagonista
El modelo de la ciudad posmoderna no es racional, de El show de Truman (Peter Weir, 1998) o a los seres hu­
sino mítico u onírico: es el lugar del ocio, de las posibi. manos no reenseñados de iHatnx (hermanos vVachowski,
lidades. Reutiliza elementos antiguos, pero el cOl~junto }' 1998). La ilusión debe ser total y no debe d(~jar ni espacio
la lógica de la combinación son nuevos, y la única norma ni tiempo para reflexionar.
que rige dicha combinación es el placer de los habitantes; En esta conjunción de espacio deseado, protegido y
dudad hiperreal, como diría Baudri1lard, donde no es po­ dirigido al consumo, el shof)Ping mall o cenU'o comercial
sible distinguir entre lo real y lo imaginario, al estilo de se elige en modelo perfecto, Ha solucionado el proble­
Disneyland. ma de la combinación espacio público con consumo.
Todo ello viene de la mano de la cultura los Sus clientes se sienten seguros en este espacio protegido,
mass medi, 1., que crean una imagen o relato de la ciudad rnágico y perfecto, que destruye La ciudad real, vivida cada
precede a la ciudad reaL De ahí que la experiencia del vez más como inhóspita y hostil, y se propone como mo­
lo ya vis..o del turista que l1ega a una ciudad nueva, delo ideal, el simulacro de la ralle con aire acondiciona­
no sea ficticia sino real; no derive del inconsciente, sino do, depurado de los aspecws negativos de la ciudad. En
de cultura mediálica de la que, inconscientemente, está esta línea, la Ciudad del Ocio construida en las afueras de
impregnado: los arquitectos de la ciudad posmoderna no Madrid, Kinépolis, al madrileno medio un espacio
recrean la realidad o la historia, sino la hiperrealidad, la seguro y estéticamente hermoso donde puede ir al cine y
imagen que la gente tiene de ellas, aquella que responde a cenar sin los peligros que, en teoría, le asedian en el centro
su imaginario; yel imaginario de nuestra sociedad posmo­ urbano.
derna está compuesto por los mitos mediáticos, De todo ello se derivan las características principales
Así. el turista español que visita Cuba se ve inmerso, de la ciudad posmoderna: democratización cultUl'al y frag­
en el momento en que cruza la puerta de hoteles como el mentación,
Meliá Cohiba o el Hotel Nacional, en un mundo hiperreal La democratización cultural conlleva la desaparición
en el que, de la mano de especialistas en mercadotecnia, de la frontera entre cultura "alta" y cultura popular, la
experiencias seleccionadas de lo que su imaginario asunción de la cotidianidad como campo privilegiado de
supone que es Cuba, cuando la realidad del país está do­ formadón de sentido, el eclecticismo y la sustitución del
lorosamente lejos de dicho imaginario: bailes afroant.i1la­ parámetro "Hombre" por el parámetro "gente": "El pará­
nos ejecutados por bailarines europeos que amenizan un
metro Hombre deriva directamente de la tradición de los
menú criollo compuesto de alimentos estadounidenses de
modelos normativos y universales del humanismo; el pará­
contrabando.
metro gente hace referencia a la gente por lo que es y no
La ciudad posmoderna se erige en puro objeto de de­
por lo que tendría que (G, Amendola, 1997: 70).
seo, al igual que el travesúdo que se construye artificial­
La fmgmentariedad y relativización de la nueva planí­
mente no como mtúer ni naturaleza, sino como hiperrea­
Iidad de] deseo masculino (o de lo que se supone que tkación urbana responden a la necesidad de representar
hombre debe desear), Representa un mundo en donde nuest.ro mundo tragmentario y discontinuo, como lo ha­
es posible ser feliz, porque ofrece protección, seguridad y cen el }a1.z o el cine contemporáneos; es lo que se viene
confianza. denominando como ciudad-collage, ciudad-bricolaje o ciu­

¿QUÉ ES LA POSMODERNIDAD? 19
18 lA r-;OVELA ESPAÑOL<\. POSMOVERNA

neralizada que le ha conducido a buscar asideros en pro­


dad-débíl, de la que Nuev'"a York es otro gran paradigma.
ductos prefabricados de tono sentimental, que funcionan
Estos dos rasgos obligan a la flexibilización de la identi­
como una nueva mitología de las emociones.
dad de sus habitantes, necesaria para adaptarse a un espa­
La sociedad occidental de los últimos treinta años vive
cio en continuo cambio y en el que reina el individualismo
una crisis de valores morales y religiosos sin precedentes,
ético, que llega a convertirse en la clave de esta nueva "mu­
crisis cuyas causas residen, por un lado, en la visión de
tación histórica", en términos de Gilles Lipovetsky (1983),
mundo de la modernidad, de la que la posmodernidad
que estamos viviendo.
es heredera, y, por otro, en las consecuencias del rechazo
Se habla, incluso, de neobarroco o nuevo manierismo,
posmoderno hacia esa misma modernidad. Analizaré esta
en el sentido de que dominan la ficción y el disfraz, lo po­
paradoja.
sible (el espectáculo o representación urbanos) sobre lo
En palabras de Manuel Fcrnáridez del Riesgo, "el pre­
real. La diferencia con respecto <: la ciudad barroca consis­
dominio de la mentalidad que destaca los aspectos funcio­
te en que la ciudad posmoderna ha perdido la distinción
nales, cuantificables y previsibles de la realidad natural, no
entre actores y público, entre representación y realidad.
fomenta o resulta incompatible con aquella sensibilidad y
La persona, el yo, se desvanece, al igual que desaparece el
actitud propias del hombre religioso, capaz de sintonizar
concepto histórico de ciudad, para dar paso al disfraz y a la
con las cuestiones últimas y el misterio" (M. Fernández del
escena respectivamente; pero incluso deberíamos hablar
R esgo, 1990: 81). Esta mentalidad es lo que nuestro mun­
de múltiples yoes o, con Fredric Jameson, como veremos
do posmoderno ha heredado del funcionalísmo propio de
más adelante, de esquizofrenia y de nueva superficialidad.
la modernidad, de su rechazo a la tradición y a todo aque­
La superficialidad del hombre posmoderno está inser­
llo que no fuera racional y científico, y se ha visto incre­
ta en un proceso generalizado de estetización de la vida co­
mentado enormemente a raíz de las transformaciones pro­
tidiana. De este modo, los arquitectos estrella o starchitects
vocadas por la tecnociencia en nuestro sistema de vida.
se convierten en los "nuevos sacerdotes del culto hedonista
A pesar de ello, la necesidad de trascendencia sigue
de masas" (G. Amendola, 1997: 135), en una sociedad do­
presente, quizá más que nunca. Frente al vacío, y dado que
minada por las imágenes y polarizada sobre la experiencia
Dios -el Dios ortodoxo- no tiene cabida en un mundo que
urbana, casi como ciertos novelistas de éxito se convier­
rechaza las ideas totalízantes, la religión se ha privatizado,
ten en gurúes de mundos posibles amables y deseables;
se ha convertido en un producto cultural hecho, como la
el usuario, paralelamente. se convierte en el receptor del
ciudad posmoderna, a la medida del deseo: la religión "a
valor artístico, desplazando al objeto, y así como las edito­
la carta" o "religión light", para la que el sistema de valores,
riales y las productoras de televisión crean los b('st seller,5 y
verdades y principios heredados ha de someterse a revisión
las series de producción propia mediante sondeos de opi­
y recontextualización dependiendo de la situación históri­
nión, los ciudadanos, mediante estadísticas, opinan sobre
ca: "se es creyente, pero a la carta, se mantiene tal dogIna,
el embellecimiento de la ciudad, como ocurrió en Madrid
se elimina tal otro, se mezclan los Evangelios con el Corán,
con la compra y ubicación de las estatuas de Botero; y, en
el zen o el budismo, la espiritualidad se ha situado en la
fin, la firma se convierte en el elemento fundamental.
edad kaleidoscópica del supermercado y del auto-servicio"
Este es, en definitiva, el espacio en el que vivimos. el
(G. Lipovetsky, 1983: 118). y jun to a esta privatización, la
espacio que creamos y nos crea como sujetos. La ciudad,
religión ha sufrido también el proceso inverso: el funda­
hoy día, en el inicio del siglo XXI, es más posmoderna que
mentalismo, la radicalización de todo supuesto y la anu­
nunca, y el sl~jeto que la habita posee una nueva sensibi­
lación de todo aquel elemento de la realidad que no case
lidad: ha perdido las antiguas seguridades del s~jeto de la
con el sistema.
modernidad y se ha sumido en una crisis de valores ge­

20 lA NOVElA ESPAl\OU\. POSMODER;'¡A ¿Qt.:É ES LA ?OSMODEKNIDAD? 21

Parece que, en el campo de los valores religiosos y éti­ ~iastas st"t<:,nta y ~(" vació de significado en los po;¡modernos ochenla
(R. Pereda, ]997: 28).
cos, fluctuamos entre un nihilista laissezfairey un desolador
neofascismo. La democratización de todos los aspectos de La sociedad occidental ha pasado por el feminismo, la
la vida humana nos enseña que nadie puede ni debe impo­ destrucción de las antiguas categ-orías de lo masculino y
ner sus creencias y valores a los demás, pero el hedonismo lo femenino, y de sus respectivos roles sociales: hasta el
y desnortamiento a que nos conduce la sociedad de consu­ triunfo del feminismo, la mujer y el homb¡'e sabían desde
mo, máxima abanderada del individualismo y de la ausen­ que nacían cuáles debían ser sus respectivos papeles, sus
de vida en comunidad, provoca la reacción opuesta: el obligaciones, su comportamiento, su lugar en el mundo;
fundamentalismo, el reciente auge de la ultraderecha, los a partir de él, se hace imprescindible una redefinición de
neofascismos. los géneros que aún está por llegar. Y la explosión posmo­
Por otra parte, la posmodernidad rechaza la reducción derna de los años setenta y ochenta sumerge, además.
moderna de una razón compl<::ja y poliv"alente a una ra­ en un relativismo intelectual, moral y trascendental que
zón exclusivamente instrumental, puesto que conduce al provoca la anulación de antiguas seguridades y la pérdida
olvido de los símbolos, la imaginación, la intuición y todo de anclajes. Son las dos caras de movimientos que preten­
aquello que parece caer fuera del ámbito lógico. Siguiendo dían, en un principio, conseguir la ansiada libertad en el
la brecha abierta por el Romanticismo, el inacionalismo y ámbito intelectual y moral, personal y sodal. La pregunta
todos los movimientos que iniciaron la crisis de la ratón. es si estábamos preparados para esta sobredosis de libre
la posmodernidad recupera antiguas formas de espiritua­ albedrío.
lidad o, recogiendo la herencia del espíritu new age de los La sociedad se encuentra, a finales de los ochenta, per­
sesenta, inicia la búsqueda de otras vías no exclusivamen­ dida, desubicada y sola; el remedio viene de la mano de ]a
te occidentales y favorece la reinserdón del individuo en industria cultural, que le proporciona lo que necesita: la
una vida de comunidad no ligada a la religión tradicional. novela romántica y el resto de los "géneros sentimentales"
Pero. a pesar de estos intentos de superar el individualis­ a los que se refiel-e Rosa Pereda, una de fenómenos
mo y el hedonismo radical, la generalidad del individuo en socioculturales propios de los últimos veinte años: las re­
la sociedad posmoderna es de inestabilidad y neurosis. vistas femeninas (1Hva, Cosmopolitan); las revista.. del co­
Esta crisis de valores, y la necesidad que conlleva de razón (¡'Hola!, Lecturas); los culebrones (Cristal, El secreto);
una nueva espiritualidad, esta inestabilidad y pérdida de y, finalmente, el reality show (Lo que necesitas es amor, Gran
ancl~es, es la causa de lo que Rosa Pereda (1997) deno­ Hermano, Operación Triunfo).
mina "revolución sentimental": la aparición, a mediados Estos géneros sentimentales no son importantes en sí
de los ochenta, de un conjunto de manifestaciones socio­ mismos, sino por la influencia que ejercen en los produc­
culturales, unidas a lo sentimental ya los medios de comu­ tos culturales "seríos" y en los trab~jos de investigación e
nicación de masas. envueltas ideológicamente en un velo interpretación de la crítica especializada. Esta influencia
nostálgico y neoconservador: se presentará a menudo en clave de parodia, subversión
Porque la revolución romántica es, antes que otras cosas, una fa­
irónica, ya que es este el instrumento fundamental del pos­
bulosa operación de recuperación. una vuelta atrás contra lodo modernismo. Sin embargo, no todo es parodia.
pronóstico: la muestra de nostalgia de un tiempo donde el bien Los géneros sentimentales también ~jercen su influen­
y el mal estaban nítidamente separados en dos mundos, donde Jo cia plenamente asimilados e identificados, sin solución de
doméstico y lo público estaban bien diferenciados. y donde la mira­ continuidad, con otros contenidos yen otros contextos tra­
da social demarcaba peI'feclamf'nrC las identidades, las conductas
morales y la cordura. Es decir, todo lo que se pulverizó en los entu­
dicionalmente propios de la alta cultura. Es el caso de la

22 L\ :-JOVEL".. ESPAÑOL\ POSMOD~:RNA


,QUÉ ~:s I.A POSMOOF.R:-JIDAD? 23
película Italiano para principiantes, dirigida por la realizado­
Todos estos productos del sentimiento comparten, en
ra danesa Lone Scherfig en 2001 y encuadrada en el muy
definitiva, una misma base psicológica y antropológica.
culto movimiento Dogma, iniciado por Lars Von Trier. Un
Las emociones básicas de) ser humano de hoy, hombre o
filme como este, ganador en certámenes tan alejados de
mujer, son encauzadas y representadas por un imaginarío
la cultura popular y hollYUloodieme como la Berlinale o la
construido gracias a los mitos y arquetipos de la cultura de
Seminci de Valladolid, no sólo pertenece al género de la
comedia romántica, sino que, incluso, está explícitamente masas. Los mitos, en tanto que conjunto de relatos sobre
dedicado a la escritora romántica Maeve Binchy. Yqué de­ un pueblo, daban respuesta a los conflíctos individuales y
cir de los dos títulos del director español de culto Pedro AJ­ colectivos de los componentes de esa sociedad. En nues­
modóvar, Todo sobre mi madre (1999) Y Hable con ella (2002), tro mundo posmoderno, han sido sustituidos por lo que
películas en las que las pasiones y los sentimientos afloran ,Jean-F' ran¡;:OlS
. L yotar dll amara~" pequenos
- re 1atas "o"sa b er
continuamente, y cuyo contenido común remite continua­ narrativo".
mente al imaginario rosa. Ante la desconfianza hacia los "grandes relatos" de Oc­
Los ejemplos en nuestra propia narrativa son infinitos; cidente, del "saher científico", y la consiguiente pérdida de
se extienden desde la parodia más o menos explícita de anclajes y valores, nuestra sociedad posmoderna, goberna­
la novela rosa en todos los títulos de Lucía Etxebarria, l.a da por las redes tecnológicas de información y la industria
isla inaudita de Eduardo Mendoza, I.a tempestad de Jt~an cultural, encuentra en los mass media el mismo papel que
Manuel de Prada o A la caza del último hombre salvaje de An­ antiguamente cumplían los mitos.
gela Vallvey, hasta -y esto es lo verdaderamente importan­ Todos estos fenómenos que he ido repasando como
te- la vuelta a unos contenidos claramente sentimentales propios de la sociedad posmoderna, sumida en los efectos
en gran parte de los nuevos narradores y de los últimos del neoconservadurismo político y emocional, y de la asun­
autores de los noventa. ción plena del capitalismo y la alta tecnología, han cristali­
El imaginario "rosa" parece que viene a cubrir el hue­ zado en un nuevo grupo social que sintetiza todo aquello
co, el vacío, de:jado por la ausencia de asideros y la crisis de que hemos visto hasta ahora acerca de las consecuencias
valores de nuestra época, proponiéndose a sí mismo, desde de la posmodernidad en la vida cotidiana contemporánea:
un punto de vista metafórico, como manual de la educa­ los BoBos.
ción sentimental de la posmodernidad. En este sentido, se La palabra BoBo, nos explica David Brooks (2000), es
relaciona íntimamente con lo que se viene denominando un neologismo creado mediante la unión de dos abreviatu­
"libros de autoayuda", un producto que ofrece soluciones ras: bourgeois (burgueses) y bohemians (bohemios).
fáciles y rápidas a problemas de orden sentimental, psico­ Son una paradoja, un oxÍmoron, la deconstrucción de
lógico, profesional, sexual y social tanto a mujeres como un dualismo: el mundo burgués del capitalismo y la con­
a hombres. Y también con el género cinematográfico que tracultura bohemia. Yson, también, una consecuencia más
se asimila y bebe de la novela rosa: la comedia y el drama de la posmodel·nidad como lógica cultural del capitalismo
románticos. Títulos como La boda de mi mejor amigo, Prett)' tardío, que diría Fredricjameson, en la que la unión indi­
woman, Cuatro bodas)' un funeral, Cuando Harry encontró a soluble de la cultura con el mercado ha provocado la apa­
Sally, o, en el cine espailol, Sofffeviviré, Marta y alrededores o rición de conceptos como capital intelectual o industria
El cielo abierto, se han convertido en el manual de la educa­ cultural.
ción sentimental de nuestra época, y sus protagonistas en Han conseguido alcanzar la síntesis entre los hippies de
espejos donde los espectadores buscan verse reflejados y los setenta y los yuppies de los ochenta, de todo aquello que
así hacer realidad en la ficción las necesidades y frustracio­ la sociedad occidental ha aceptado y negado desde 1968: el
nes sentimentales de su vida diaria. capitalismo contracultural; la defensa d("l enriquecimiento

24 1.../\ NOVEl,,' ~;WAÑ()(A POSMOIJERNA


ES lA POSMODERKIDAD? 25

personal en un contexto de respeto al medio ambiente y en la familia protagonista de Jiverybod)' says 1 love you, pelí­
de recuperación de una dimensión más o menos trascen­ cula dirigida por Woody Allen en 1996.
den tal de la vida; ]a pasión por el trabajo y el rechazo de un Defienden el consumo inteligente y vinculado a causas
mundo laboral opresor; el consumo inteligente. progresistas; los modelos de empresa en forma de red que
Comparten con los yuppies su carácter de meritócratas, concilien la vida laboral con la familiar; una visión utilita­
puesto que forman parte de la elite gracias a su propio y responsable del ocio y el placer; el turismo con fines
potencial intelectual, pero fie distancian de el10s por una culturales; una vida espiritual pluralista e individualist.a
necesidad de síntesis entre éxito mundano y espiritualidad que consiga aunar la posesión de raíces y tradiciones con
interior que explica su condición esencialmente paradó­ la libertad y el respeto hacia otras creencias; tina vida co­
jica: munitaria basada en la cohesión social y el compromiso in­
Deben reconcilial' su éxito ("Qn su espilitualidad, su posición de eli­ dividual; y, en fin, una actitud <lnte la vida que tiene mucho
te con fóUS ideales dC" ip;ualriad. [ ..,] AJgunos de dIos sueÍian con de modestia epistemológica y ausencia de heroísmo.
la justicia social, pero asistieron a una univ('rsidad cuya matrícu­ Supone una tercera vía que afecta también a la política,
la podría haber alimt"ntado una aldea entera de Ruanda durante
un a¡)n. Algunos de ellos llevaban antes en el coche adhesivos qllC' una nueva no-ideología que asume una posición de centro
impelían a 'Cuestionar la autoridad', pero ahora dírigen C'mpre­ propia de políticos que median en las polémicas entre
sas de software y tienen a doscientos empleados bajo su mando. recha e izquierda, y reconcilian distintos enfoques. Es un
Los sociólogos a los que leían en la universidad cnseiíaban que el tipo de política simbolizada, según Brooks, en la adminis­
con1>umismo e!> tina cnkrmedad. pero ahora salen a comprar frigo­
tración Clinton-Gore, en la que existieron más pn)b1emas
ríficos de lres mil dólares. Se lomaron muy a pecho la llIo¡-¡lleja de
Muerte de un peH) ahora dirigen un equipo de comerciales, en el seno del partido que entre las distinlas agrupaciones
Se budaban de escena de los plásticos de E'l graduc.do, pero ahora políticas, algo a 10 que, en nuestro país, nos tiene acofitum­
trab'Yan en una empresa que fahrica ... plástico.. De pron to Sí' en· brados el PSOE, Yque puede tener mucho de tibieza.
cuentran viviendo en una casa suburbana con piscina y no nll'f'r'lefl Esta tibieza explica la reacción contraria que tanto
confesarlo a sus amigos bohemios, que siguen viviendo en
de- la dudad (D. Brooks, 2000; 51).
abunda en nuestros días: el regreso de la ultraderecha,
la expansión del fundamentalismo, la aparición de sectas
Ante la necesidad de evitar la angustia, el BoBo recurre mucho más coercitivas que las propias religiones tradicio­
a una tercera vía que reconcilie los dos extremos: cultura y nales, reacciones todas ellas que buscan recuperar las an­
contracultura, burguesía y bohemia. La síntesis abarcadora tiguas seguridades que nos ofrecían los metarrelatos de la
de ambas posturas da lugar a una suma aguada de elemen­ modernidad, un tiempo en que el bien y el mal estaban
tos burgueses y bohemios. Es esta supuesta reconciliación nítidamente separados.
la que pondrá en cuestión Belén Gopegui en La conqu,ísta Los BoBos son. en resumen, la mejor expresión de la
del aire, novela protagonizada por tres RoBos españoles pa­ paradójica sociedad posmoderna, que exalta de modo ab­
radigmáticos: Carlos, Marta y Santiago. soluto el presente, la tolerancia y la individualidad en co­
Los BoBos se han convertido, reticentes, en el nuevo munidad. Y han asimilado la nueva visión de mundo con
establishment)' han creado nuevos códigos de moral que se tal perfección que ]a ciudad posmoderna ha dejado de ser
identifican, en gran medida, con lo polítícamente correcto para ellos un enigma o una amenaza: la han hecho suya.
y que ejercen su dominio más a través de la cultura que de Los rasgos en los que resume Giandomenico Am.en­
la política. Rechazan el racismo, el antisemitismo, la homo­ dola la carácterización de la ciudad y el yo posmodernos
fobia, el materialismo ostentoso y el anti-intclectualismo. son homoJogables, paso por paso, con Ií'\ definición que
La esencia RoRo, en fin, está magníficamente representada teóricos tan renombrados como Gianni Vattim.o, Jean­

26 LA :>IOV1':1..'\ ESPAl'\JOJA POSMODERNA ¿Ql:F F.S lA POSMOf)F.RNIDAD?

Fran~ois Lyotard O Fredric Jameson ofrecen de la posmo­ posmodernismo, aplicado a la esfera del arte exclusivamen­
dernidad y el posmodernismo: te; el primero "define el modelo filosófico y cultural de la
Características {'onstantes de la experiencia urbana postllloderna actualidad. Incluye desde manifestaciones de la reflexión
son: indetlffminación (ambigüedad, indeterminación y fracturas); filosófica y ética a los modos de la conducta individual y
fragmentación (la ruptura de los metarrda tos , la valoración de las
diferencias, la fragmentación, el patchwom y el bricolaje- proyec­ colectiva", mientras que el segundo "define la estética y los
tual); tÚ!canonización (deslegiLimación masiva de los códigos y las hechos artísticos que se corresponden con esa episteme
convenciones, de los mNalellgtlajes, la desmitificación y el 'parrici­ general" (G. Nav<ljas, 1994: 22).
dio' de llUI.<;as, subversión y revuelta); crisis del )'0)' falta de profundidad Cuando Michel Foucault inicia el prefacio de Las pala­
(la identidad como problema y la difusión de identidades ligeras y bras y las cosas, recuerda cómo un cuento de Borges acer­
cambiantes); hedonisrfw y búsqueda de la belleza (smthución del pr-in­
ca de una taxonomía imposible, El ídioma analítica de John
cipio de utilidad con el de placer, afirmación de la belleza como Vd­
lar difundido); valoración de lo impresentable y de lo no represen­ Wilkíns (Otras inquisiciones, lY60), ]e ha provocado siempre
table; ironía, hilrridación; parodia, lravestismo, pastiche (la reducción una risa no exenta de vacilación hacia nuestra forma de
del pasado al presente y la reproposicíón de la equitemporalidad pensar las cosas, de clasiHcarlas y ordenarlas. La anécdota
Iwideggeríana ell clave irónica y postmoderna); carnavalízación (la le sil've para sentar las bases de lo que pretenderá en su en­
vida como juego, el antifaz y la fiesta); pwtagonismo}' parlícipacián sayo, realizar una arqueología del saber, un recorrido por
(la ciudad Lomo lJIom in progress abierto a los significados ele cada
uno); ,m/ljetillismo (la primacía de la consr.rucción individual, el in­
esa especie de región intermedia situada entre los códigos
dividuo partidario de sí mismo, coexistencia de diversas hipótesis, culturales y la filosofía que los justifica y explica:
incluso en conllicto, del mundo); casualidad y estocáslica (caída de Los códigos fundamelllaJes de una cultura -los que rigen su lengua­
la previsibilidad y ele la predeterminación, primacía de la casuali­ je. sus esquemas pt'rccptivos, sus Lambios, sus técnicas, sus valores,
dad y de la prohabilidad) (G, Amendola, 1997: 71-72; la cursiva es lajerarquía de sus prácticas- fijan de antemano para cada hombre
nuestra). los órdenes empíricos con lo!. cuales tendrá algo que ver)' dentro
de los que se reconocerá. En el otro extremo del pensamÍC'nto, las
La conclusión de esta primera aproximación antropo­ teorías científicas o las interpretaciones de los fil6sofos explican
lógica y sociológica a la posmodernidad, en fin, redunda por qué existe un orden en general, a qué ley general ohedece, qué
principio puede dar cuenta de él, por qué razón se establece este
en el hecho de que no existe separación entre la teoría y la orden y no aquC'l otro, [",] esta región 'media', en la medida en que
vida, que la posmodernidad no es una entelequia filosófica manifiesta los modos de ser dd orden, puede considerarse como la
ajena a nuestra realidad cotidiana. Desde la vida, desde la más fundamental: anterior a las palabras, a las percepciones y a los
ciudad que habitamos, la moral que domina nuestros sen­ gestos que, según se dice, la traducen con mayor o me-nor exactitud
timientos y la personalidad de aquellos que dirigen nues­ u felicidad (por ello, esta experiencia del orden, en su ser mad70
y primero, desempeña siempre un papel crítico); más sólida, más
tras sociedades, ofrecemos nuestro acercamiento teórico a arcaica, menos dudosa, siempre más 'verdadera' que las teorías que
la posmodernidad. int.:-ntan darle una forma explícita, tina aplicaci6n exhaustiva o un
fundamento filosóf1co. Así, existe en toda cultura, entre el u,~o de
lo que pudiéramos llamar los códigos ordenadures y las reflexiones
sobre el orden, una experiencia desnuda del orden)' sin modos de
1.2. DEnNlclóN J:: HISTORIA DE LA POSMODERNIDAD
ser (M. Foucault, 1966: 5-6).

Comenzaré este apartado sen tando las bases de la ter­ Esta "experiencia desnuda" es la episteme: el campo
minología, Parto de la diferencia entre el término posmo-­ epistemológico a partir del cual los conocimientos ad­
dernidad como concepto cultural completo o episteme 3 , y quieren sus condiciones de posibilidad, aquella estructura
, El origen d¡;J té'nnillo cjJlsteme "S gri ..go: E1tlOTl']¡.l't), En los texto" t"órÍ<'os
histórica a priori que delimita lo que se puede pensar y
contemporáneos ap"-re... ¡¡ menudo la forma ¿Pistémi!, N"sotro~ utilizaremos su cómo, el lenguaje y los modos de vida, los sentimientos y
transcrípdón adaptada a la acentuación española, la praxis, el orden de las cosas y las taxonomías. 0, según

ES LA I'OSMODFRNIDAD? 29
28 lA NO'.''"F.! ,A ¡':SPAÑOl.A POSMODt:RNA

la definición que aparece en el Diccionario de Filosofía de palabras de Javier Sádaba: "[ ... ] no son los posmodernos
José Ferrater Mora, la "est.ructura subyacente y. con ello, los que han creado la posmodernidad (no es un simple
inconsciente, que de1imi[a el campo del conocimiento, los accidente fortuito, ni una invención de los 'media' como
modos como los objetos son percibidos, agrupados, defi­ sugieren ciertas interpretaciones heroicas, ni surgió en un
nidos". café madrileño) sino que es la posmodernídad misma
Según 'Foucault, existen dos grandes discontinuidades que posibilita que haya posmodernos" O. Sádaba, 1984:
en la episteme de la cultura occidental a partir de la epjs­ 166)_
teme renacen tista: una que comienza hacia mediados del El espacio intermedio entre la cultura y la filosofía, ese
siglo xvn (época clásica) y aquella otra que inaugura la campo epistemológico que limita y posibilita las condicio­
modernidad, a principios del XIX. nes del saber, ha tomado un nuevo rumbo, como ya ocu­
Nosotros creemos que no son dos, sino tres, las gran­ rriera con el inicio de la modernidad. Y, en tanto que cos­
des discontinuidades: época clásica, modernidad y posmo­ movisión, es nueva y antigua a la vez: antigua en el sentido
dernidad. Son tres epistemes, vísiones de mundo o cos­ de que muchas de sus características están ya presentes en
movisiones que funcionan como estructuras subyacentes la episteme precedente; nueva desde el momento que da
al conocimiento: son el ámbito dentro del cual podemos cuenta de una realidad histórica distinta.
pensar y percibir la realidad.
La posmodernidad es una visión de mundo nueva, con­
secuencia de un momento histórico distinto que surge a 1.2.1. Problemas cronológicos: ¿ 1945 o 1968?
raíz de la generalización de la tecnocienda en la sociedad
y los acontecimientos del mayo francés: la revolución de El hecho de situar el inicio de la posmodernidad. en
1968. tamo que episteme, en la fecha simbólica de 1968 no está
El 68 fue la expresión última de la crisís de la razón en exento de polémica. Frente a esta propuesta, que sigue la
el mundo occidental y el final de la episteme moderna; la línea del teórico norteamericano Perry Anderson, se si­
última lucha contra la razón y su fracaso; la causa direc­ túan otras como la de Alfredo Saldaiía o Remo Ceserani,
ta de la nueva episteme, la posmodernidad, una intuición para los que el inicio de la posmodernidad debe situarse
radical sobre el mundo que podemos enunciar como "la en 1950, después de la II Guerra Mundial 4 •
pérdida de sentido del yo y de la realidad". Aun cuando sea consciente de que el hecho de asignar
Para la posmodernidad, la revolución pendiente nun­ una fecha de inicio no significa que, de un día para otro,
ca se realizará. La Escuela de Frankfurt estaba en lo cierto: nuestra realidad haya cambiado, es obvio que un salto de
el hombre está dormido porque ha perdido la creencia en más de veinte años (de 1945 a 1968) supone un desfase
grandes ideales o metarrelatos, en palabras de Lyotard. Lo cuando menos inquietante,
único que resta es la indivídualidad y presente, y cual­ Para dar una respuesta coherente al problema de la
quier vuelta atrás deberá ser vista como un ansia nostálgica periodinción, debemos despejar una serie de dudas. La
de recuperar la utopía. Las antiguas categorías del yo y el • E incluso hay otros autores que sitúan el OIígCIl de la posmodclllídad mu­
mundo se han desvanecido en la esquizofrenia de los múl­ eh... antes, como Diol1i~io Cai1as (]985), para el que la acrin,,1 posmodel'na en
tiples yoes y en la realidad virtual o hiperrealidad creada Espal'ía aparfOce ya al principio de los arIO!. trcinm y se asienta al final de la Guerra
CiviL Sin (·JlIbargo. como demev,tnctré más tarde, la aparición de la nueva epi~te­
por los medios de comunicación de masas. lile sél,) pucde darse cuando Espaüa esté vhienoo una serie de situadorlfOs socio­
La posmodernidad, en fin, no es una moda superficial, culturales que en estos a;'íos que scñala Cañas no son aún un hecho. Por" otra par­
ni un producto creado por los medios de comunicación te. es normal que el arte c~pañol postenor a la Guerra Civil po;ea caractel'Ísticas
de la po~tnodeTnidarl. puesto que, como he señalado, la nueva cpisteme repite
de masas con algún oscuro fin mercantil. Haré mías las rasgos d .. <"po..,.... pa;,aúas (por c::jernplo. del Barroco (1 ile la vanguardia)"
..

¿QUÉ ES lA I'OSlvI01H,RNIDAD? 31
30 lA NOVUA l,,sPAJ\;OLA POSMon~:JU,A

paradígma estético; por ahora, me limitaré a afirmar que


primera remite a la pregunta: ¿por qué la 11 Gue­
es el pop art el que, a partir de 1960, recoge el cambio de
rra Mundial supone principio del fin de la modernidad
sensibílídad presente desde finales de la 11 Guerra Mun­
como episteme? Porque instauró en Occidente las demo­
dial y da inicio al posmodernismo, ya que es el primer mo­
cracias capitalistas estables, la sociedad de consumo y. con
vimiento que cumple con la muerte de la historia
ellas, una situación de estabilidad que anulaba la necesi­
del arte concebida como metanarraCÍón de la modernidad
dad de revolución y de lucha contra lo establecido, esencia
y la belleza por el significado como objeto del
de la modernidad.
arte.
Pero ese es el principio del fin de )a modernidad, no el
Podríamos decíl" que Occidente vive la crisis de la
inicio de la nueva episteme posmoderna. Si 10 analizamos
modemidad desde finales de la II Guerra Mundial. Y.la
desde el punto de vista estético, el arte en los años cincuen­
posmodernidad comienza cuando acaba la crisis, es decir,
ta y principios de los sesenta no transparenta un cambio
cuando algo nuevo aparece, cuando ]a crisis ha dado paso
de episteme, sino que, de hecho, cóntinúa con el camino
a la asunción cotidiana y no problemática de que la mo­
abierto por las vanguardias, que siguen vivas como modelo
dernidad ha terminado.
interno: así lo atestiguan el expresionismo abstracto norte­
El arte experimental, en este sentido, pone en eviden­
americano y la escuela Nue\a York.
cia la crisis, pero no la supera, no propone una nueva epis­
El expresionismo abstracto nOl·tf>americano fue la úl­
teme. Del mismo modo, la generalización de los medios
tima vanguardia, pero también el precedente de lo que
de comunicación de masas y de los avances tecnológicos,
ocurriría con el arte posmoderno, al vivir una absorción
dos elementos fundamentales de la nueva episteme, no es
sin precedentes del espíritu de v"anguardia por el sistema,
un hecho hasta finales de los allos sesenta, y llega a su coti­
más irónica si cabe cuando nos damos cuenta de que la po­
díanización en los setenta. A partir de entonces es cuando
sición política de sus componentes (Rothko,.Motherwell,
los percibimos como algo unido a nuestra experiencia, a
Pollock) se ale;jaba radicalmente del propio sistema.
nuestro día a día, no como algo externo o una novedad
El espíritu de la vanguardia también seguía vivo en Eu­
que haya que rechazar o celebrar.
ropa; especialmente la influencia del surrealismo se dejaba
Continuemos con la reflexión histórica. Según la pro­
sentir en las artísticas de cineastas como
puesta de Perry Anderson (1998: 116-126), la posmoder­
Godard y sus experimentos radicales, o de movimientos
nidad es el resultado de un triángulo cuyos lados son tres
como la Internacional Situacionísta, que siguió la estela de
coordenadas históricas nuevas: la desaparición de la bur­
COBRA y ellettrisme, yen cuyas filas militó Lyotard.
su moral, la evolución de la tecnología y el rei­
Pero la ambición de unir política y arte, propia no sólo
un solo modelo político.
del surrealismo sino de todas las vanguardias, que las di­
de la 1I Guerra Mundial supone el fin de la tra­
ferenciaba radicalmen te de la modernidad y su afán por
aristocrática occidental, pero la burguesía seguía
distinguir y separar los ámbitos de la vida, murió, aparen­
estando viva; sin embargo, a partir de los afíos setenta, la
temente, con el fracaso del 68. Y puntualizo aparentemente
democratización de los modales y las costumbres en la es­
porque, como veremos más adelante, existen ciertos mo­
fera pública provocan la desaparición de la burguesía en
vimientos estéticos en la década de los noventa que pare­
tanto que "c1ase dotada de una moral propia y conciencia
cen seguir la de las vanguardias en su pretensión por
de sí misma" (ibíd.: 117-118).
aunar arte y vida, y lucha política, aun cuando les
La desaparición de la moral burguesa implica la muer­
alE;je de ellas un cinismo lúcido claramente posmoderno.
te de la modernidad en el sentido de que, aparentemente,
Ampliaré y argumentaré la siguiente afirmaci6n más
no queda nada a lo que oponerse, ya no hay un poder
adelante, cuando defina el posmodernismo como nuevo

~

32 LA NOVElA ESPA,,\/OLA POSMonF,R"IA ¿QUÉ ES Lt\ rOSMonF.RNI[)AD? 33

ni una moral oficial contra la que luchar: el adversario ha agitación obrera-huelga general de mayojunio de 1968 en
desapa.'ecido. Francia, el otoño calíente italiano de 1969, las huelgas de
Por ello se puede afirmar que la conversión de los me­ los mineros británicos de 1973 y 1974-junto al desengaño
ritócratas en el grupo elite, la llegada de los BoBos al del desarrollo de la "evoluciones tercermundistas -Gueva­
poder, aun cuando su esencia original remita a la rebelión ra, Ho Chi Minh, CabraJ- terminaron con las esperanzas
contra el statu qua, les convierte en el colectivo social pos­ de la izquierda frente a la guerra fría posterior a la 11 Gue­
moderno por excelenda~ y por ello mismo será tan fácil ITa Mundial, dieron pie a la calma política de los años se­
que el arte posmoderno, aun cuando pretenda ejercer tenta y fueron olvidadas po,' la victoria de la derecha en los
una oposición contra el sistema, sea siempre lagocitado años ochenta, representada por los gobiernos de Reagan y
poré!. Thatcher, y del neoconservadurismo generalizado.
En cuanto al segundo lado del triángulo d{' Anderson El triunfo universal del capital provocó la imposibilidad
(1a evolución de la tecnología), la 11 Guerra Mundíal supu­ de cualquier otra alternativa política, borrando progresiva­
so el comienzo de la alncnaza nuclear y, con ella, la intui­ mente las diferencias entre derecha e izquierda, sumidas
ción del progreso científico como un instrumento de des­ ambas en la nueva política neoJibcral tan característica de
trucción y muerte, pero la producción en masa de bienes ?
los BoRos. Del mismo modo que ocurría con respecto a la
tecnológicos estandarizados que se llevó a cabo durante la desaparición de la moral burguesa, el desvanecimiento de
posguena, especialmente en Estados Unidos, logró .-edu­ la posibilidad de otro orden social conlral"Ío al establecido,
cir estos miedos y transformar lo que para la modernidad posibilidad intrínseca a la esencia de la modernidad, vino
había sido fascínación en algo cotidiano. Sin embargo, no a instalar la posmodernidad como epísteme.
será hasta principios de los años setenta, con la llegada de Concluyamos. Desde e1 fin de la JI Guerra Mundial has­
la televisión en color y su generalización en todos los hoga­ ta 1968 continuamos en la episleme moderna, sólo que en
res de Occidente, cuando podamos hablar de una verda­ su etapa final: asistimos, felices o temerosos, a su crisis, Yel
dera revolución tecnológica, ya que abrirá el camino hada arte no hace otra cosa que evidenciar esta crisis. Hasta que
el poder de la comunicación j' la manipulacíón de masas. las tres coordenadas históricas a las que me he referido
Ampliando la reflexión de Anderson, seiíalaré que a arriba no sean reales, no podl'emos hablar de nueva epi~
esta gran revolucíón tecnológica se une, en 1990, la crea­ terne ni de nuevo paradigma estético; hasta que no haya
cíón por parte de Tim Berners-Lce, investigador del Cen­ finalizado la crisis de la modernidad, no podrá comenzar
tro Europeo de Investigaciones Nucleares, del lenguaje la posmodernidad.
HTML, el sistema de vínculos y enlaces que desembocaría Ahora veamos cuándo aparecen por primera vez los
en la World Wíde lVeó (ww'w): la red de redes, Internet. Del términos posrnodernidad y posmodernismo, en qué contexto,
mismo modo que la televisión supuso el inicio de la sobe­ cuál es su evolución histórica y quiénes son sus teóricos
ranía de los mass media, la generalización del ordenadO)' fundamen tales.
e Internet en los hogares y sus posibilidades ínfinitas de
información aquí y ahora ha provocado la ruptura de las
coordenadas espacio-temporales, la esquizofrenia del suje­ 1.2.2. Historia del concepto posmodcrnidad
to descentrado y del presente perpetuo, como veremos al
analizar las propuestas teóricas de FredricJameson. Cuando mencioné el problema de la terminología,
Por último, el tercer lado del triángulo (el reinado de vimos cómo, en el entorno español e hispanoamericano,
un solo modelo político) nos conduce al 68. El fracaso de se entendía como posmodcrnísmo aquella corriente fun­
las revue1tas estudiantiles en los capitalistas y de la damentalmente poética. iniciada alrededor de 1916, que

34 LA, NOV~:LA ESPAÑOLA /-'OSMODf:RNA


¿QUÉ ES LA POSMODERNIDAD? 35

sucedía al lllOdernismo clásico de Rubén Darío. Si rastrea­ rizaba, según Toynbee, por el auge de una clase obrera in­
mos el origen del término, es efectivamente en este con­ dustrial en Occidente y la amenaza de intelligentsias propias
texto en el que hace aparición por primera vez aplicado a de entornos como el Japón de la era Meiji, la Rusia bol~
la literatura. chevique, la Turquía kemalista y la China maoísta, poderes
Como explica Perry Anderson, fue Federico de OnÍs el que buscaban la destrucción del mundo occidentaL Yesta
crítico que, en su obra Antología. de la poesía española e his­ amenaza se tornó real a partir de las reflexiones del histo­
panoamericana (1934), introd~jo el término posmodernismo riador acerca de la amenaza nuclear y la posible III Guerra
para señalar el repliegue hacia el detalle y el humor iróni­ Mundial. Sus reflexiones se convirtieron en predicciones
co de las corrientes literarias posteriores a Rubén Darío, acerca del futuro de la sociedad occidental.
y al mismo tiempo para contrastarlo con otro término, el Sin embargo, las predicciones y los análisis de Toynbee
ullramoder>zismo, que acogía a poetas como Federico García fueron rápidamente olvidados. Fue Charles Olson quien,
Larca, César Valle;jo, Jorge Luis Borges o Pablo Neruda, al introducirlo en Estados Unidos, iniciaría la utilización
autores que llevaban al límite los aspectos más radicales del del término pos moderno de forma generalizada al referir­
modernismo y daban comienzo a la vanguardia española e se, en una carta de 1951 dirigida a su amigo y poeta Ro­
hispanoamericana. De Onís proponía entonces el. posmo­ bert Creeley, al presente como un mundo "post-moderno,
dernismo como un eslabón de una tipología literaria, una post-humanista y post-histórico" (P. Anderson. 1998: 14),
segunda fase (1905-1914) en la evolución del modernismo que habría comenzado con la amenaza nudear posterior
(1896-1905) hacia el ultramodernísmo (1914-1932). Pero a Hiroshima y Nagasaki. Olsol1 llevó a cabo una crítica fe­
esta primera introducción del término quedó como algo roz del racionalismo humanista e inició una concepción
propio de la crítica literaria en lengua hispana y no tuvo positiva de 10 posmoderno, pero su relación con el Black
mayor repercusión en el ámbito internacional. Mountain College, del que fue director, le hizo sospecho­
En el mundo alemán, el término posmoderno apareció so en el mundo dualista de la guerra fría y sus propuestas
por primera vez en 1917. en la obra de Rudolf Pannwitz cayeron también en el olvido.
Die Krisi.s der europaiJchen Kultur, para caracterizar al nuevo Unos años después, vuelve a aparecer el término en
hombre que emergía de la revolución del nihilismo eu­ Estados Unidos, pero, en este caso, la apreciación positiva
ropeo y fluctuaba entre la decadencia y la barbarie, "for­ de OI80n, en tanto que crítica del racionalismo occidental,
talecido en el deporte, consciente de su nacionalismo, será sustituida por una designación negativa y altamente
educado militarmente, religiosamente celoso" (M. Bercia­ despectiva de la mano del sociólogo C. Wright Milis y, so­
no Villalibre, 1998: 11), una derivación del superhombre bre todo, del crítico Irving Howe (Mass Saciety and Postmo­
niettscheano en el sentido de una superación del nihilismo dern.Fiction, publicado en 1959), pertenecientes ambos a la
de la modernidad. izquierda neoyorquina.
Más tarde, el término reaparece en la historiografía in­ En 1960, también en el ámbito de la crítica, Harry Le­
glesa, referente a una categoría histórica y no estética, en vin reutilizó terminología Toynbee para sentar las
el octavo volumen de la obra de Arnold Toynbee A Study (!{ bases del sentido peyorativo de lo pos moderno en su obra
History (iniciada en 1934 y publicada en 1947), indicando VVhal was Modernism?: la literatura posmoderna no era más
la fase de la cultura occidental que dio comienzo con la que una literatura de epígonos cómplices del comercio y
guerra franco-prusiana, relativa al cambio de política des­ de ]0 burgués que había abandonado las altas cotas de in­
de un pensamiento nacionalista estatal hasta una interac­ novación y experimentación del Hígh Modernism y se había
ción global: era la post-modero age. Envuelta en un talante reducido a una síntesis mediocre.
p"ofundamente negativo, Ja edad posmoderna se caracte­

36 LA ¡";OVELA ESPAÑOLA POSMODERNA F.S 1A POSMODERJ."lIDAJ)? 37

Para estos críticos estadounidenses, el ténnino pos'mo­ Hassan publicó un libro que originalmente se había
dernidad significaba una sensación bastante difusa de can­ centrado en un Hígh Modernisrn reducido a un mínimo
sando y vaCiamiento de las formas expresivas de la moder­ expresivo, denominado por él "literatura del silencio", que
nidad: la gran literatura experimental y vanguardista de se materializaba en temas como Sade, la pataHsíca, el su­
la modernidad, el llamado High Modernism, representado rrealismo, Hemingvvay, Kafka, el existencialismo, la antili­
por autores como Yeats, Eliot, Pound, Conrad o Joyce-o, teratura, Genet y Beckett, y que resultó ser toda una teorí­
en la literatura italiana, MontaJe, Ungaretti, Svevo, Piran­ zación sobre la literatura posmoderna: The Dismemberment
dello; o, en la española, Unamuno, Juan Ramón jiménez, oIOrpheus. Toward a Postmodern l.ilerature.
Ortega y Gasset-, estaba perdiendo vigor y prestigio frente Como veremos más adelante al analizar las caracterís­
al ataque de nuevas formas artísticas ligadas a la cultura ticas de la novela posmoderna, cuando Ha<¡san propuso
de masas y al midcult, formas que, en los años sesenta, se la noción de postmodernism estableció esta "literatura del
generalizaron en los Estados U nidos y, poco después, en el silencio" como origen de una serie de tendencias que ha­
resto de sociedades occidentales: el pop art, la poesía beat, bían radicali7..ado o rechazado ciertos rasgos de la moder­
la nouvelle vague o el New A menean Cinema. nidad. El núcleo central lo constituían John Cage, Roben
Pero los años sesenta invertirán rrápidamente este sen­ Rallscbenberg y Buckminster Fuller, asociados a Olson yal
tido despectivo de lo posmoderno. Dos textos, ambos de Black Mountain College, y Marshal1 McLuhan. Cage era,
1964, se convirtieron en los man ifiestos de la nueva revolu­ para Hassan, el mejor representanle de la estética del
ción: The Death o/ Avant-Ga.rde Ulerature de Leslie Fiedler y lendo, especialmente por su composición 4'33".
Notes on "Camp" de Susan Sontag. Hassan fue también el primcl'o en recurrir a la noción
El crítico Leslíe Fiedler reivindicó la nueva literatura foucaultianade episteme para explicar la ruptura de la pos­
posmoderna de masas, romántica, burlesca, sentinlental y modernidad con respecto a la modernidad en el ámbito
popular, en tanto que anulación de] elitismo -y la ironía de las y la filosofia, ruptura basada en un juego
la literatura moderna intelectual, e inició ]a celebración indeterminación e inmanencia originado por Marcel
de una nueva sensibilidad encarnada en la juventud ame­ Duchamp y seguido por escritores como Ashbery, Barth,
ricana. Esta será la línea de Susan Sontag, autora que se Barthelme o Pynchon, y artistas como Rauschenberg, War­
convirtió en la más ínfluyente ensayista de la llamada nue­ y Tinguely.
va sensibilidad. Junto a los dos textos de Hassan, Anderson señala
Sin embargo, tal como afirma Anderson, todas estas como momento decisivo en la historia del concepto de lo
aparídones del término posrnoderno son casos más o menos posmoderno la aparición, en otoño de 1972, de la revista
aislados. No será hasta los años setenta cuando la noción houndar)' 2, subtítulada explfcitamcnteIo11.rnal 01Postmodern
de lo posmoderno se difunda ampliamente. Líterature and Culture. En principio, esta revista, creada por
En 1971, Ihab Habib Hassan, profesor de la Universi­ William Spanos, pretendió unir política y literatura, pero
dad de Wisconsin, reconstruyó por primera vez la histo­ se dedicó fundamentalmente, siguiendo la base teórica del
ria y los principios del arte posmoderno en su artículo existendalísmo heideggeriano, al análisis de un tipo de
"POSTmodernISM: a Paracritical Bibliography", publicado poesía que recogía el legado de Gertrude Stein, William
en New Literary History, una de las nuevas revistas literarias Carlos WiHiams, Olson y sus poetas del Black Mountain
norteamericanas hmdada dos años atrás con la intención Co]]ege COmo oposición tanto a la poesía metafísica del
de convertirse, junto a otras como Criticallnquiry, Diacritics High Modernism (representada por Eliot, Tate, Anden, Lo­
o Representation, en uno de los escenarios de la discusión welJ e incluso Pound), como al formalismo estético y con­
teórica de los años setenta y ochenta. Ese mismo año servador del New Criticismo La posición de Spanos tom6

38 lA "JOVELA ESPANOLA POSI\IOl)J;.R."'IA ES lA POSI\IODERNIDAD? 39

cuerpo en su ensayo programático de 1972 11ze Detective hecho pacíficamente aceptado el final de la arquitectura
and the Boundary: Some Notes on the Postmodern LÍlerary [ma­ moderna y el nacimiento de la arquitectura posmoderna.
gination, en el que expuso los términos fundamentales de La arquitectura posmoderna, por tanto, fue e1 primer
su poética: desintegración (del sujeto, del mundo, de la arte que se supo a si mismo, con plena conciencia, perte­
sociedad), apertura (rechazo del final, de la trama, de la neciente a una nueva episteme. Sus principios estéticos,
búsqueda un significado último), destrucción. sus reivindicaciones, sus logros y sus fallos, sentarán la base
El posmodernismo presente tanto en la "literatura del para todo el arte posmoderno: el cine, la música, la pin­
silencio" de Rassan como en la poesía propuesta por boun­ tura, el diseño y, por supuesto, la literatura. Por ello, la
dary 2y Spanos se identifica con el concepto de ultramoder­ analizaré con detenimiento.
nismo que proponía De OnÍs, en el sentido de que puede La arquitectura moderna constituía, más que una ten­
ser considerado como forma exasperada del modernismo dencia cerrada, un lenguaje o estilo, Si bien el Movimien­
clásico, aunque diterenciado netamente tanto de la mo­ to Moderno acogió ideologías estéticas diferenciadas
dernidad como de las vanguardias; como dice el propio Stijl, Bauhaus, constructivismo, los CIAM-, existen rasgos
Hassan: "Ni olímpico y desinteresado como ésta ni bohe­ comunes en todas ellas: "el mundo del futuro era imagina­
mio y rebelde como aquéllas, lo pos:modcrno sugiere otra do más feliz e igualitario, y se suponía que ello sería posi­
cIase distinta de arreglo entre el arte y la sociedad"5. Pero ble, en buena medida, gracias al empleo de las nuevas for­
estaba ausente de su explicación otra cla __e de posmoder­ mas arquitectónicas, geométricas y desornamentadas" Q.
nismo, aquel que se infiere de las propuestas artíslicas de Ramírez, lY96: 428); rasgos, en fin, que se resumen en
Andy Warhol y el pop art, marcado por el gusto kitsch y el la estrict.l. adecuación de la forma y la función, la elímina­
eclecticismo paródico; aquel que De Onís, en su diferen­ ción de toda decoración inútil, la aplicación del racionalis­
ciación dual de las tendencias posteriores al modern ¡smo mo y el universalismo, es decir, una idéntica implantación
hispanoamericano, había ya denominado pos modernismo; en todo el mundo.
aquel que había sido defendido por Susan Sontag y Les-­ Después de 1945, Occidente en general y las grandes
He Fiedler frente él los ataques de C. \Vright Milis, Irving corporaciones en particular apoyaron al Movimiento Mo­
Howe y Harry Levin. derno, que pasó a convertirse en doctrina oficial durante
otro posmodernismo adquirirá base teórica por' la reconstrucción de la posguerra de los años cincuenta
primera vez en 1972 y en el ámbito de la arquitectura, y sesen tao La aplicación de ideas modernas tales como la
cuando Robert Venturi y sus colaboradores Denise Seott zonificación urbana, la concentración de viviendas en b10­
Brown y Steven Izenour publiquen el manifiesto arquitec­ ques rodeados de espacios verdes, el recurso a la industria
tónico Learning.frorn las Vegas. Pero en este manifiesto, de­ de la construcción y el uso de un lenguaje sin ornamen­
dicado a proponer vías para supel'ar lo moderno, todavía tos y desprovisto de toda referencia histórica condujo al
no aparece el término posmodernismo; será Robert Stern, sentimiento generalizado de que el Movimiento Moderno
un discípulo de Venturi perteneciente al mundo artístico había fracasado.
de Nueva York, el primer arquitecto que lo utilice en 1974, insatisfacción había sido ya el objetivo de dos libros
yel crítico CharlesJencks lo lanzará universalmente en The fundamentales para la futura posmodernidad, publicados
l.anguage o/Post-Modern A rquitecture (1977), texto que reco­ ambos en los años sesenta. El primero fue The Death and
ge una serie de conferencias impartidas por todo el mun­ DI Great American Cilíes de la economista Jane Jacobs,
do a partir de 1974, y que consiguió transformar en un que en 1961 atacó terozmente los ideales de la arquitectu­
" Ihab Habib Hassan (]980). ~rhe queslíoH uf Pnstmodernism", Bucknell Re­ ra modernista de Le Corbusier, Mies van der Rohe, Frank
lfíew. 122-124, Citado pOI' Anderron (1998: 30). No mI" ha sido posible Lloyd Wright y la Bauhaus. oponiéndose a la monotonía,
encontrar la fuente uniformidad y alienación que provocahan aquellos cen­

40 LA NOVElA ESPAÑOl.A POSMODERNA ¿QCF. FS lA POSMODERNIDAD' 41

tras fríos y abstractos, aquellos grandes espacios vados y Los postulados fundamentales del posmodernismo se
anónimos, aquellos barrios suburbanos parcelados, y pro­ resumen en el deseo de rehumanizar la arquitectura me­
poniendo nuevos objetivos que tuvieran como fin dotar a diante la introducción de elementos decorativos y popula­
las ciudades de un nuevo aspecto, más humano y vivible. res, y referencias históricas. Esta será la base estética de los
El segundo fue, en 1966, ComPlexity and Contradiction primeros edificios posmodernistas: las casas Chcstnut Hill,
in Arcltitecture de Robert Venturi, en el que el arquitecto Tucker y Brant:Johnson de Venturi; el edificio Portland y
americano proponía una apertm-a hacia las fbrmas y gus­ la torre Humana de Michael Graves; la Piazza d'Italia y el
tos más populares -pop- similar a aquella propugnada por Alumni Center de la Universídad de California de Charles
Susan Sontag en su anáIísis de la nueva sensibilidad camp, y Moore.
afirmaba que todos aquellos principios de la arquitectura Se introduce el nuevo concepto de rehabilitación pa­
moderna que parecían anunciar y propiciar la ciudad per­ trimonial: la idea de restituir el valor que tenran las cosas,
fecta, acogedora, fundona), práctica y, en deHnitiva, más tanto si se trata de una vivienda, una estación, un barco,
humana, habían fracasado. Frente al idea) de pureza, Ven­ una granja, cOlno de una industria o un fragmento de la
turi propone el hibridismo; frente a la unidad racional, la ciudad. Los arquitectos posmodcrnos luchan por preservar
vitalidad confusa; frente a}a simplicidad, la compl~jidad; y recuperar en Jugar de derribar y expansionar, e intentan
frente al significado último, la ambigüedad: "Se Mies Van paliar las neccsjdades económicas atribuyendo al edificio
del" Rohe aveva detto 'Less is mote' ('Meno e di piú'), Ven­ o al conjunto que se rehabilita llO vaJor de uso opuesto con
turi rispondeva: 'Less is not more, less is a bore' ('Meno frecuencia al que tenía en un principio, como es el caso de
non e di piu, meno e una noia') (R. Ceserani, 1997: 49). la madrileüa Estación del Norte-Príncipe Pío, reconvertida
Situados los precedentes, es moneda común f~jar la fe­ en un enorme centro de ocio, del mismo modo que el más
cha y el lugar del inicio de la arquitectura posmoderna famoso centJ:'o comercial de San Francisco fue una antigua
en Saínt Louis (~1issour¡, Estados Unidos), el 15 de julío fábrica de chocolate.
de 1972, cuando fue dinamitado un edificio de viviendas Esencialmenle, el posmodernísmo arquitectónico se
que constituía parte del proyecto Pruitt-Igoe, objeto de ac­ opone al modernísmo en la concepción misma del edifi­
tos vandálicos por parte de sus propios habitantes durante cio: una obra de arte antes que una empresa utilitaria. La
años y ejemplo de lo que nunca debía llega,- a ser la arqui­ desnudez. racionalista se sustituyó por la fantasía y el edifi­
tectura. cio dejó de ser algo aislado para conectar con el ambiente
El estilo de estos bloques, realizados por Minoru Ya­ y con el pasado. Esto es lo que supone el contextualismo:
masaki entre 1951 y 1955, se atenía estrictamente a Jos la necesidad de que el arquitecto dirUa la vista a la reali­
postulados progresistas de la arquitectura moderna, pero, dad cotidiana, para extraer de el1a los temas en que se ha
en cambio, ignoraba por completo los posibles comporta­ de basar su proyecto, permitiendo que la lógica simbólica
mientos de los habitantes a quienes estaban dirigidos, y ahí recupere la dimensión que anles ofrecía la función -en
residió su fallo fundamentaL El edificio había vencido un el sentido de lógica racionalista- y que se exalte el signi­
concurso convocado por el CIAM, pero acumuló tal género ficante en detrimento del significado; es caso de Kíso
de errores humanos que los partidarios de la arquitectura Kurokawa, que realiza el Edificio Cápsula en Tokio em­
posmoderna utilizaron su voladura como propaganda para pleando un módulo para apartamentos con forma de tele­
dar voz a sus nuevas propuestas, propaganda que dio pie a visor, o el color plata y el velamen del Museo Guggenheim
que el ensayo de Robert Venturi Learningfrom Las Végas, al en Bilbao de Frank Gehry, o el edilicío de la TWA en Nueva
que nos hemos referido más arriba, publicado también en York, concebido por Eero Saarínen con forma de pájaro.
] 972, convirtiera a su autor en el gurú de la nueva arqui­ El contextualismo también implicó la recuperación de
tectura comercial de Las Vegas. la memoria, el retorno a un pasado que rodea, como una

42 LA NOV}:l.A ESPAÑOLA POSMODF.RNA


¿QUÉ ES u\. POS:\10DERNIDAD? 43
l-ealidad más, al hombre en su ambiente habitual. Pero,
como he señalado en el análisis de la ciudad posmoder­ ñol Ricardo Bofill, a los que se sumaron más tarde Philip
na anteriormente, es un regreso oníríco, imaginario, en el Johnson, John Burgee y Roben Stern.
sentido de que no remite a la reaUdad históríca ortodoxa Tanto los manifiestos teóricos como las realizaciones
-si es que, a estas alturas, podemos decir que exista algo prácticas arquitectónicas convirtieron la polémica sobre el
como eso- sino a la imagen o deseo que la gente tiene de posmodernismo en una cuestión in terdisciplinar e in ter­
ese pasado, a su hiperrealidad. nacional, yal tratar de dilucidar sí la arquitectura contem­
poránea había superado o hecho caducas las formas mo­
Generalmente se procedió al uso de elementos estruc­
dernistas anteriores, los críticos comenzaron a ampliar la
turales o decorativos de otras épocas, a la cita que adquiere
reflexión hacia la literatura y otros modos de expresión.
un nuevo significado en el mamen ro en que se adapta a
La discusÍón adquirió tintes filosóficos de mano de
un nuevo contexto: arcos y frontones del mundo greco­
pensadores como Derrida o Rorty, pero la afirmación ofi­
rromano en la casa Toníní (Torrícella, Suiza) y mármo­
cial de la posmodcrnidad ocurriría en el ámbito de las
les al trampantojo r peristilos pompeyanos en el Museo
ciencias sociales, desde las cuales los franceses Baudrillard
de Malibú (Calífornía), ambos de Bruno Reihlin y Fabio
y Lyotard proclamarían que la sociedad había alcanzado
Reinhardt; pero también columnas barrocas y planta de finalmente la "condición poslD?)derna",
anfiteatro clásico en el Taller de Arquitectura ubicado a Así, el término posmodernidademígró rápidamente de la
las afueras de Pat'ís de Ricardo Rom!. Todo ello en una
arquitectura y pasó a designar simu~táneamente un estilo
arquitectura que concilia una fantasía exacerbada y una estético, una situación cultural, una condición econónlÍca
necesaria aünque oculta racionalidad, en el sentido de uti­ y una actitud política. todo ello envuelto en una polémica
litarismo, para eJ que se echa mano de la más moderna sin precedentes y apoyado por un fenómeno fundamen­
tecnología punta. Es el caso de los tres arquitectos más co­ tal para el cambio de episteme: la expansión del nuevo
nocidos y valorados en el ámbito internadon'aJ: Norman pensamiento filosófico francés, también llamado postes­
Foster (edificio Willis, Faber y Dumas en Ipswich, Suffolk; tructuralista, en Estados Unidos y gran parte del mundo
metro de Bilbao), Richard Rogers (Centro Nacional de occidental.
Cultura Georges Pompidou en París; laboratorios de P. Casi ninguno de estos pensadores -Foucault, Derrida,
A. Technology en Princeton, Nueva York) y James Stírling Lacan, Kristeva, Deleuze. Baudrillard- utilizó la palabra
(ampliación de la Tate Gal1ery de Londres o del museo posm,oderno. El primero fue Lyotard, en el libro-manifiesto
Fogg en Cambridge, Massachusetts). de 1979 La condítion postmodeme, Y aún así, estos pensado­
La primera gran manifestación colectiva y pública del res han contribuido de manera sustancial a crear los mo­
posmodernismo arquitectónico tuvo Jugar en la Bienal de dos de pensamiento y los métodos de observación necesa­
Venecia de 1980 ("Presencia de la historia, el posrnoder­ rios para que en Estados Unidos se construyera una teoría
nismo"), en la que, por iniciativa de Paolo Ponoguesí y de la posmodernidad: sin la crisis post.estructuralista del
con la ayuda de Charles Jencks, un grupo de arquitectos significado, crisis canalizada en los escritos de estos pen­
norteamericanos y europeos presentó diseños que tenían sadores, especialmente de Foucault y Derrida, no habría
en común, bajo distintos punt.os de vista, la ambición de sido posible la percepción de la modernidad como episte­
hacer desapal'ecer el miedo a ]a memoria de la arquitectu­ me en vías de disolución, y, por tanto, no estaríamos ante
ra moderna. Dichos arquitectos se han convenido en los una nueva episteme.
máximos representantes de Ja estética posmodernist.a: el Por otra parte, a raíz de diversos artículos publicados
propio Portoguesi, Roben Venturi, Chades Moore, Vin­ sobre la Bienal de Venecia, el filósofo alemán Jürgen Ha­
cent SculIy, AJdo Rossi, Hans HoUdn, Leon Krier y el espa­ bermas lanzó un violento ataque contra el posrnodernís­
mo arquiteclóníco con un solemne discurso, titulado po­

44 lA NOVH.i\. ESPAÑOL\ POSMOD¡';IU,A ¿(¿uf E~ l." POSMODERNIDAD? 45

lémicamente "La modernidad, un proyecto incompleto" y que me he referido más arriba ya uno de Baudrillard sobre
pronunciado el ] 1 de septiembre de 1980 en ocasión de la el éxtasis de la comunicación. Al ai'ío siguiente, J 984, esta
concesión del Premio Adorno.
conferencia apareció, ampliada, en la revista mal'xista New
Habermas, que al mismo tiempo inicíó una dura e insis­ 4ft Reoiew, dando lugar a su ensayo fundacional sobre la
tente discusión sobre el posmodernismo conJean-Fran(:ois posmodernidad: Postmudernism, or the Cultural Lugic ofLate
Lyotard, como veremos más adelante, sostenía en ese dis­ Capitalism, ensayo fundamental para mi trabajo.
curso que los seguidores del posmodernismo en arquitec­ jameson no sólo abre el camino hada la concepción
tura y en el resto de ámbitos culturales eran un grupo de de la posmodernidad como episteme, permitíendo la com­
neoconservadores empeñados en destruir el proyecto aún prensión de la historia última de Occiden te y sus mani­
no Jlevddo a término de la modernidad. Se refería, entre festaciones culturales y artísticas desde un punto de vista
otros, a Georges BataiJIe, Michcl Foucault,jacques Derrida globa1, sino también, mediante el rechazo tanto del mo­
o Daniel Bell, Y continuó con la polémica por medio de
ralismo convencional de la derecha como del moralismo
otra conferencia, titulada "Arquitectura moderna y pos­
progresista de la izquierda en tanto que simplificaciones
moderna", dictada por el filósofo alemán en diciembre de
binarias y estériles desde un punto de vista inte1ectual, ha­
1981 en la inauguracíón de la exposición "La ot¡'a tradi­
ción: arquitectura en Munich desde 1800 hasta hoy", cia la posibilidad de entender 1,:1. posmodernidad no como
un concepto neoconservador de la derecha, sino como
Nos encontramos, pues, en otoño de J981, con que el
discurso acerca de la posmodel'nidad se había convertido una posibilidad factible para la izqui ...: rda revolucionaria.
en un referente común y polémico en Jos circulos críti­ Jameson ofrecerá una base teórica finne a críticos pos­
cos internacionales, pero faltaba una visión coherente, ex­ teriores como Alex Callinicos, David Harvey, Terry Eagle­
haustiva y sosegada del fenómeno. ton, Umberto Eco, Charles Newman, Gianni Vattimo, An­
Esta situación vino a agravarse, a mediados- de 'os años dreas Huyssen, Matei Calinescu, Brian McHale o Linda
ochenta, con la expansión' internacional y multidisciplinal' Hutcheon, que se dedicarán a investigar sobre la posmo­
del término posmodernidad. Por un lado, los análisis se am­ dernidad, a corregir o complementar sus aportaciones, a
pliaron a todos los campos del conocimiento: ética y estéti­ djscutir los problemas de demarcación y límites implícitos
ca, filosofía moral, política, sociología de la familia y de la en su análisis. Pero también, y lo que es quizá más impor­
educación, consumismo, fisica, nuevas costumbres sexua­ lante desde mi punto de vista, a entender la posmoder­
les, feminismo, foleJore, psicoanálisis, historiografía.. , Por nidad en tanto que concepto cultural completo con dos
otro, la idea de lo posmoderno se había converudo en algo caras inseparables.
propio de la derecha política, en una especie de exaltación Ampliaré este punto al plantear las actitudes ante la
del capitalismo y de rechazo de cualquier alternativa. Yen posmodernidad y exponer mi propia posición; por ahora,
este contexto disperso y confuso, aparece un crítico que adelantaré solamente que la posmodernidad, no sólo en
,"a a proponer la primera y gran tentativa de interpretar el ámbito estético, sino como episteme, se caracteriza por
g-lobalmente la posmodernidad: Fredric jameson, una tensión interna. dual y paradójica que nos lleva hablar
En 1983, una conferencia que Jameson había pronun­ de dos posmodernídades antagónicas pero complementa­
dado en otOrlO de) año anterior en el Whitney Museum rias al mismo tiempo; utilizaré la denominación acuúada
of Contemporary Arts, "El posmodernismo y la sociedad por Hal Foster (1983): una "posmodernídad de reacción",
de consumo", apareció publicada en una importante an­ neoconservadora y tradicionalista, y una "posmodernidad
tología a cargo de HaI Fosler, 17u: Anti-Aesthetic. Essays on de resistencia", heredera de jameson y empeñada en opo­
Postmodern Culture, junto al discurso de jürgen Habermas nerse tanto a la modernidad como al sistema del capitalis­
de 1980 sobre la modemjdad como proyecto inacabado al mo tardío.
..

46
U\ NOVI!:LA ESPAÑolA POSMODERNA ¿QtlÉ F.~ lA I'OSMODERNIl)AI)~ 47

Perry Anderson (1998: 140) se refiere a ellas en tanto explica el error que subyace tras el siguiente comentario:
que manifestaciones artísticas, recogiendo dos expresiones "Tales errores de categorización llevan a lecturas erróneas,
de Federico de Onís que ya hemos mencionado anterior­ y esto puede ser muy fructífero y creativo -los rusos han
mente (posmodernismo y ultramodernismo), y redenominán­ leído Don Qujjote como una tragedia- pero acaba siendo
dalas citramodernismo y ultramodemismo. Pero no es sólo una violento y estéril" (ibíd,: 14). La réplica no puede ser más
cuestión estética, sino que responde a una tensión interna sencilla: Don Quijote es una tragedia, además de una pa­
de la propia posrnodernídad como episteme, las dos caras rodia de los libros de caballería y muchas otras cosas más,
de una misma moneda.
igual que e] posmodernismo.
A rebatir esta dualidad intrínseca de la posmodcrni­ Llegamos a los años noventa con un concepto firme de
dad, aunque sólo en el ámbito estético, dedica Charles posmodernidad, entendida de esta manera dual, y con la
Jencks (1987) el artículo "¿Qué es el posmodernismo?". generalización global del análisis y la práctica del posmo­
En él afirma que, en realidad, lo que hemos denominado dernismo. Pero la situación histórica no es la misma que
posmodernidad de resistencia, analizado desde el punto de vis­ en los años ochenta. Hemos asistido en estos diez últimos
ta estético por primera vez por Hassan o Spanos, no existe, años al derrumbamiento definÍtívo de la posibilidad comu­
no es posmodcrno sino "tardomoderno", en el sentido de nista con la caída del muro de Berlíry y las guerras cíviles
que continúa el model'nismo en su forma extrema. centroeuropeas, a la revolución tecnológica de Internet y
El único arte posmoderno es para Jencks aquel que de la telefonía móvil, a la revolución sentim '::nta1 y política­
comienza en los años sesenta con el pop art, el hipen-ea­ mente correcta, a la globalización y a una sede de hechos
lisrno y el fotorrealismo, el reali...mo alegórico }' político, que parecen haber reafirmado la posibilidad única de esa
la transvanguardia y el neoexpresionismo, es decir, aque­ posmodernidad que Foster denomina "de reacción": el
llas tendencias artísticas que recuperan la inquietud por el conservadurismo generalizado; la vuelta a contenidos sen­
contenido y el tema, el sün bolismo y el significado. timentales y a estructuras formales tradicionales; el capi­
Creo que el posible error de Jencks reside en conside­ talismo extremo, oculto tras los términos mundialización y
rar el posmodernismo exclusivamente como una tenden­ neoliberalismo.
cia estética. Los dos posmodernismos se diferen cian clara­ De ahí que muchos críticos consideren que la posmo­
mente, pero eso no quiere decir que, bajo sus realizaciones dernidad, en tanto que episteme, ha quedado abolida. Sin
artísticas, no esté laten te una misma episteme. El propio embargo, según mi análisis, los años noventa no han he­
crítico lo insinúa: "El concepto de posmodernismo se cho más que reafirmar y llevar al límite la episteme que
confunde a menudo con el de tardomodernismo porque comenzó después del 68 .
.nnbos surgen en una sociedad posíndustrial" (Ch. Jencks, El panorama de los atlas noventa parece, en la radica­
1987: 14); y más adelante: "Ambas tradiciones empiezan lización que supone de muchos elementos previ.stos como
aproximadamente en 1960. ambas reaccionan ante la de­ deseo en el programa de la modernidad, una "hipcrmo­
cadencia del modernismo, y algunos artistas y arquitectos dernídad" en el sentido que lo utiliza Teresa Oñate (1987).
-por ejemplo David Salle, Roben Longo, Mario Botta, Hel­ Pero es hipermodernidad sólo en la medida que cumple
mutJahn, y PhilípJohnson- vacilan entre ellas o las unen" totalmente los presupuestos de la modernidad al mismo
(ibíd.: 15).
tiempo que instaura su desvanecimiento, su imposibilidad,
El desacuerdo se origina en el propio punto de vista que su acabamiento, y en esta doble comprensión se instaura
se adopta para analizar la cuestión: Jo queJencks conside­ plenamente como posmodernidad, Es el mismo mecanis­
loa una "lectura errónea" por su amplitud, yo lo veo como mo que funciona en el interior del posmodernismo con
una explicación global del arte de la posmodernidad. Esto respecto a la vanguardia, como veremos más adelante.

¿Qt:E ES l.A POSMODERNlOAD? 49


48 l.A NOVELA ESPAÑOl A POSMODF.RNA

El propio Jameson es consciente- de la evolución de díviduación, frente a la uniformidad de la glohalizadón.


la posmodernidad en Jos años noventa. En "Transforma­ Pero es una falsa diferencia, como vimos con respecto a la
ciones de la imagen en la posmodcrnidad" (F. jameson, dudad posmoderna: el aeropuerto es igual al museo y el
1998: 129-179), texto de 1995 recogido en El briro cultural, museo igual al centro comerciaL La descentralización que
jameson se sorprende de la resunección en los noventa de propugnaba la posmodernidad se ha convertido, en los
ciertos aspectos de la modernidad -la filosofía y sus ramas años noventa, en una banalización. El mejor ejemplo está,
ética, política y estética, el retorno del sujeto como correc­ según Guilbaut, en el museo Guggenheim de Bilbao, que
ción de la anterior muerte del s\~jeto- y, en general, la re­ ayuda y recupera la economía local y lucha contra la cen­
novación de las discusiones en torno a la modernidad. tralización madrileña, pero para demostrar la fuerza de las
Ampliaré la evolución de jameson en los años noventa instituciones privadas, que se inmiscuyen en los tejidos lo­
cuando analice su obra; baste decir por ahora que el críti­ cales y convierten al musco en un espectacular continente
co observa no sin cierto rechazo que el proceso de nivela­ con un contenido vado, el «arte boutique". La expresión
ción social implícito en la posmodernidad no ha llevado a no podía ser más precisa: una de las exposiciones del mu­
una democratización positiva, sino a una "plebeyización" seo Guggenheim de Bilbao de los últimos años, diseñada
de todos los ámbitos de la realidad; no ha 10gTado un ma­ por Robert Wílson y realizada dt',~ 24 de marzo al 2 de sep­
yor grado de igualdad objetiva: al contrario, lás diferencias tiembre de 2001, ha consistido en un recorrido histórico
cada vez son más acusadas y la sociedad civil, dormida y de las colecciones del modisto Giorgio Armani.
engañada por la falsa felicidad del consumismo, parece no En el momento en que el proyecto vanguardista, basa­
reaccionar ante nada. do en la unión entre arte y vida, llega al museo en Jos años
Por otro lado, Jameson afirma que la belleza ya no es setenta, la barrera entre lo que es arte y lo que no lo es se
una protesta subversiva contra el mercado; que la conquis­ desvanece. se democratiza la institución del museo, ante­
ta de la belleza ya no es un acto político violento contra riormente baluarte de la alta cultura para unos pocos es­
la degradación de la realidad, sino que la transformación cogidos y ahora centro de espectáculos, cercano al parque
global de la imagen en mercancía ha absorbido la belleza, de atracciones y al entretenimiento de masas. Y esto no
convirtiéndola en Una pátina del orden establecido. Este es deja de ser irónico en una sociedad sumida en la amnesia
el sentido de la expresión "californícación de Occidente" histórica, en un presente que anula el tiempo y lo deshace
de Serge Guilbaut fi , catedrático de Historia del Arte de la en una coexistencia espacial de temporalídades.
British Columbia University de Vancouver, expresión que Los museos no hacen lnás que incremen tar su oferta
se inserta en la actual polémica en torno a los museos. ante el aumento del consumo del arte, propio del capita­
Según Guilbaut, la cultura, absorbida por el mercado, lismo cultural de los noventa. Ya he mencionado en otras
se ha convertido en turismo cultural: a la mundialización ocasiones que una de las características más importantes
de la cultura se corresponde la museizaGÍón del mundo, y de la nueva episteme posmoderna es la estetÍzacÍón de )0
el arte se convierte en el signo de la diferencia, de la in~ cotidiano, la colonización por parte de la cultura de to­
5 Recojo las apreciaciones que Serge Guilbaut realil:ó durante su intervención dos los aspectos de la vida diaria. De ahí que se hable hoy
en el curso "El debate artíst.ico desde ]968 ha~ta hoy. Modernidad, posmoder­ día de turismo cultural y que lajustificación esgrimida por
nidad y globalizacíón", organizado por la tlníversídad Complutense de Madrid
y celebrado en El Escorial (l\ladrid) del 30 de julio al 3 de agosto de 2001 Me el Guggenheim bilbaíno ante las críticas que le acusan de
referiré en múltiples ocasiones ¡j ",sre curso, cuyas aCl:<ls no hall sído aún publica­ mercantilización del arte redunde siempre en la revitaliza­
das, dado que 10$ confcrcndallt"" 'lue acudieron ti él -Francisco jarauta, Arma ción de la economía local, el aumento de ingresos gracias
M.' Gu~~ch, Mane! Clo[.jo"é Luis Bre-a, entre otros- y sus aportaciones han sido
fundamentales para la elabum.ión de- mí trabajo, tanto en lo que se refiere a Id al turismo, el beneficio de la hostelería. El público se sitúa
situación artística española e iJlternacional actual como a la di"cllsión filosófica como objetivo principal del museo, de forma que las deci­
y estética de la posmode-rnidad.

50 lA NOVELA ESPAÑOlA POSMODF.R'.IA ¿QUÉ ES LA POSMODERNIDAD? 51

siones en cuanto al contenido y la forma de las exposicio­ que le tomó por sorpresa. Pondré tan sólo dos ejemplos, el
nes están basadas siempre en una única finalidad: aumen­ primero referido a la situación sociopolítica y el segundo,
tar el número de visitas. a la artística.
El capitalismo posmoderno de los ai10s noventa y prin­ La división presente en las reacciones ante los hechos
cipios del siglo XXI, aun manteniendo los rasgos principa­ de) 11 de septiembre de 2001, el atentado terrorista contra
les del capitalismo tardío, ha evolucionado, y la situación las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, parece
de los museos lo t:jemplifica. Pero el pl-oblema real de esta haber hecho despertar las dormidas conciencias de un Oc­
situación generalizada reside en el hecho objetivo de que cidente asentado en un sistema único y monolítico. Mien­
el museo es la institución que, en última instancia, decide tras una mitad de la población civil europea reaccionó sin
lo que es arte y lo que no es arte. Al estar presidida esta de­ fisuras en apoyo de una respuesta armada de Estados Uni­
cisión por razones mercantiles y comerciales, el concepto dos contra Afganistán, que más tarde se convirtió en una
de arte se tambalea, puesto que los motivos se acercan peli­ guerra real, la otra mitad alzó la voz; reclamando solucio­
grosamente a la categorización que preside las casas de su­ nes alternat.ivas que comenzaran por asumir la responsabi­
bastas como Christie's o Sotheby's, es decir, la económica, lidad de Occidente en una desigualdad económica, políti­
de tal manera que una obra ser.i arte cuando su cotización ca y social que ha provocado ei descontento generalizado
en el mercado sea alta: "En el imaginario colectivo, la apre­ e incluso el odio de1 Tercer Mundo hacia el Primero. Y
ciación estética no puede separarse ya de la económica. lo mismo ocurrió tras los atentados de Madrid de' 11 de
Este es un fenómeno que alcanza su cenit en la década de marzo de 2004.
los ochenta y que en la actualidad está totalmente a"imila­ Por otra parte, el Movimiento AntiglobaJízación, que
do" (A. López Cuenca, 2001b: 6). protagonizó en Cénova, durante la cumbre del G8 enjulio
En definitiva, parece como si los acontecimientos de los de 2001, la más importante revuelta juveníl desde 1968,
años noventa (1a banalización y mercantiJizadón del arte, sigue esta segunda vía, junto a las cada veZ más podero­
el retorno del neoconservadurismo, la pérdida de senti­ sas Organizaciones No Gubernamentales. Parece como
do de lo colectivo, el hedonismo individualista), hubieran si hubieran emergido en esta última década una serie de
dado la razón a Habermas y a todos aquellos pensadores microestructuras que, al mismo tiempo que se oponen al
que reclamaban una vuelta a los principios de la moderni~ sistema multinacional, no son más que otra de sus conse­
dad; como si el triunfo de la posmodernidad de reacción cuencias: el gobierno absoluto y generalizado de la eco­
-previsible, por otro lado, ya que estaba desde el principio nomía es sólo una consecuencia más de la expansión del
apoyada por el mercado y los medios de comunicación de capitalismo en su tercera fase, la fase multinacíonal que
masas-, hubiera anulado la posibilidad de una posmoder­ Jameson denomina capitalismo avanzado; y los nuevos mo­
nidad de resistencia, eUrnínada por el sistema y tachada vimientos sociales, pequeños grupos y microestructuras,
de utópica e idealista por aquellos que no ven más salida junto a la aparición de un proletariado global, son fruto
ante el vaCÍo que el regreso a los valores que se intentaron tam bién de lo que el capitalismo multinacional ha supues­
deconstruir. to en el ámbito social.
Sin embargo, la fagocitación del arte por el mercado, la En este panorama esbozado, pal"ece como si el Movi­
ausencia de enemigo contra el que luchar, la inexistencia miento Antíglobalización hubiera asumido el papel de una
de propuestas políticas o sociales alternativas, tan asumida izquierda aplastada por el capitalismo tardío y anulada tras
y normalizada en los años ochenta, parece haberse puesto la caída del muro de Berlín en 1989 y las tesis neoliberaJes
en tela de juicio a partir de 1993, quizá porque fue en­ y neoconservadoras de los gobiernos de Ronald Reagan y
tonces cuando Occidente sufrió una recesión económica Margaret Thatcher. Pero también podemos darle la vuelta

52 LA NO\'t:LA ESPAÑOL.,\' rOSMODER.!"lA ES lA POS\10DF.RNmAD? 53

al pun to de vista y considerar que aquí radica precisamen­ vo", es decir, como un proceso en el que un grupo de per­
te la esperanza de un nuevo resurgir del socialismo, lo que sonas elabora una táctica para interactuar en su entorno
Carlos Fuentes (2002) denomina la "nueva izquierda", que urbano, siempre y cuando ese entorno se vea amenazado
ya ha tenido representaciones en los últimos gobiernos por decisiones gubernativas y políticas ajenas a la proble­
de centro-izquierda en países europeos durante la déca­ mática real de sus habitantes. Este es el sentido de sus "in­
da final del siglo xx: Tony Blaír en Inglaterra, Lionel Jos­ tervenciones" en el madrilello banio de Lavapiés, en el
pin en Francia, Gel'hard Schroder en Alemania, Massimo centro de Sevil1a o en Valencia,
d'Alema en Italia. Cuando Jordi Claramonte explicó en el citado curso
El desiderátum de esta nueva izquierda consistiría no
cómo su "agencia" había disfrutado de un espacio de expo­
en rechazar y deplorar el fenómeno de la globalización
sición en el Museo de Arte Contemporáneo de Barce]ona
económica, sino en controlar el fenómeno por medio de
(MACBA), se "io en la necesidad de justificarse ante la po­
la política y la ley. De esta forma, obligaría a la glohaliza­
ción a devolver el poder a los individuos mediante proce­ sible recríminación por habe" aceptado el sistema, ya que,
sos democráticos. en príndpio, e] concepto de museo supone la asimilación
En cuanto al problema de la situación artística, pare­ del arte por parte del poder establecido. La respuesta de
ce que la unión arte-mercado ha de:jado de ser asumida Claramonte redundó en la necesidad áe luchar contra el
como natural. En el curso organizado por la Universidad sistema dentro del propio sistema, manteniendo la necesa­
Complutense de Madrid sobre la posmodernidad que he ria d¡standa como para no terminar absorbido por él.
mencionado más arriba, Jordi Claramonte intervino en Por su pal'te, Manel Clot, crítíco de arte de Barcelona,
una mesa redonda como representante de una "agencia" resumió su intervención en el curso, titulada "Expectativas
llamada "La fiambrera obrera", un colectivo artistico-polí­ de transformación en las práclicas artísticas contemporá­
líco ligado a los Movimientos Antiglobalización. neas (relaciones afectivas, esfuerzos de socialización)", en
El propósito de las "agencias" es, a partir de la recupe­ las afinnaciones 7:
ración del espíritu de vanguardia en cuanto a unión arte­ 'Jodo lo que es personal es político: y la persona política (tam­

política, posibi1ítar y facilitar espacios alternativos donde bién) es otra construcción cultural.

las nuevas prácticas artísticas, que han roto con el concep­ Resistamos por el derecho a la diferencia: recordemos, 1'e.sistir es

to de arte tradicional en cuanto a tiempo y espacio -tan crear.

claramente visible en las instalaciones-, tengan cabida. Se Reformulemos conceptos como contradicción y diferencia.

Otorguemos importancia a los espacios abiertos, a la configura­

proponen a sí nlismos, por tanto, como una experiencia ción y/o a la ocupación de circuitos no artísticos, a los sitios y a los

artlstica en contra de1 sistema pero dentro de éL Según se no-sitios, interiores y exteriores, físicos y virtuales, duraderos}' efí­

explicita en los principios teóricos que aparecen en su pá­ meros, personales y colectivos, conscientes y simbólicos, estl'uctu­

gin a web (\vww.sindominío.netjfiambrera/ teorÍcos,h tm), rados y subalternos, comprensibles y herméticos, individuales y

su ideario se hasa en cuau'o no-creencias: sociales, activistas y agentes.

- Prácticas artísticas contemporáneas (también) como nuevos sis­


No creemos en las obras sin implicación política. No creemos que temas relacionales capaces de establecer más redes horizontales
la inclusión de consignas •políticas' en las obras nos solucione nada. (rizomáticas, menos jerárquicas) de diálogo crítico y de transver­
No creemos que valga a [.sic] disolver el arte para {Iue ya todo sea salidad operativa.
arte. No creemos que valga con mantener un colo privado ne arte - Prácticas artísucas contemporáneas como derivación social del
para que subsista e] arte y funcione como tal. deseo, COl1l0 (posible) recurso metodológico abierto, y como dis­
positivo de intensa acthidad relacional que trasciende las meras
Estas cuatro no-creencias les conducen a concebir el
arte como "intervención", "táctica" y "trabajo colaborati- 'Tn~1n5cribo lileralmente, con el permiso del autor, el n-"mle" '¡Uf" el propio
Mant:>l Clot distribuyó durante su intervf"nciún f"11 el ('In-,;o citado.

54 I ~\ NOVELA ESPAÑOl A POSMOnF.KNA ¿QVI': F.s LA POSl\lODERNIDAD? 55

apreciaciones iconográficas o las simples apropiaciones icónicas camientos críticos no pueden seguir basados en antiguas
repertoriales. categorías estéticas. Se impone un esfuerzo de recatego­
- La distillción clasista entre lo,> estratos de la alta cultura y de la rización que no implica el "todo vale", sino una reconsi­
cullUra de masas, así con la propía decisión de transgredirla. su­ deración de principios aparentemente asumidos como lo
pone no sólo una diferenciación fll1lcional entre esferas cultura­
les, sino también un poderoso antagonismo social entre grupos nacional, el pluralismo, la diferencia y, en general, la prác­
y c1a.o;es. tica artística.
- Toda práctica artística expandida como zona de aparici{m y re­ La posmodernidad de los años noventa ha supuesto,
cepción y ampliadct en 1;US ¡"ecursos escénicos y visuales conlleva por un lado, una vuelta parcial-porque carece de inocen­
el riesgo de ser visualizada más fácilmente (sólo) en tanto que cia e impulso utópico- a la experiencia individual de lo
('seena mixta de trabajos y operaciones, pero más dilícilmente
político que murió en el 68; de ahí que estemos viviendo
visibilizada en tanto que práctica artística pmpiamcnte dícha.
- Prácticas artísticas, múltiples (' híbridas, como contrihución a la una revolución en el ámbito del arte que continúa aquella
reconsideración del orden social, de las relaciones afe(:tiv¡};;, de pretensión de aunar arte y vida propia de vanguardias
las condiciones de trabajo, de los agentes implicados, de los roks históricas, origen obvio no sólo de las "agendas" sino tam­
a desempeñar. bién de gran parte de las propuestas teatrales de centros
- La inminencia de inslitucionalizatiún de algunos ámbitos subru{· alternativos. Un ejemplo de ellos t)') la obra -o, más bien,
turale~ puede convertirlos en un mero registro descriptivo o ico­
nográfico más, un simple repertorio leJnálicu, formalista y vacío.
conjunto de performances- Compré una pala en lkea para ca­
- El activismo sodal se manifiesta de muchas maneras, tanto en la var mi tumba, estrenada en la madrileña .,ala Cuarta Pared
esfera pública como en la escena de lo individual. el 2 de mayo de 2002, mediante la cual su autor, Rodrigo
- El compromiso subvencionado vÍncula aún más la cultura bur­ Garda, enfrenta al espectador, hasta el límite de la repug­
guesa y el fetichismo consumista. nancia, con los efectos destructivos de nuestro sistema de
- El esquema c<:'ntro-periferia (tanto en su sentido estrictamente vida regido por el consumismo, la incomunicación y
geográfico como en su acepción más cultural) ha devenido mu­
cho más flexible pero sigue sin sel' abordado eli pn)fundídad, es
individualismo radical, deconstruyendo uno a uno los pi­
decir, sigue prácticamente intocado. lares de nuestras sociedades capitalistas tecnológicas y su­
El espacio dC' lo internacional (trans/nacional) debe reconfigu­ miéndonos en un nihiJismo absoluto carente de asideros
rarse como un escenario múltiple y simultáneo de traducciones, o vías escape.
contrastes, reenvíos e intercambio!.. En definitiva, creo que los ejemplos propuestos y la re­
- La propia práctica y condición de Jo subalterno establece a su vez flexión posterior que he realizado demuestran no sólo que
las. normas. de la ortodoxia hegemónica, y viceversa.
- Las obras de arte han dt;¡ado de ser meros objetos de arte: hoy
seguimos inmersos en la epísteme de la posmodernidad,
existen trabajos y prácticas artísticas que tienen que ver con la una posmodernidad si cabe aún más dualista y paradójica
producción de sentido, con los sujetos de experiencia y con su que la de los años ochenta, sino también que la posibilidad
lugar en el mundo. de una actitud de resistencia hoy más viva que nunca.
- Las prácticas artísticas contemporáneas suscitan un incr"emento Definida la posmodernidad y expuesta su historia, vea­
inaudilo de la producción, distl"Íbución y difusión de los trabajo~. mos ahora qué significa exactamente la "condición posmo­
muy por encima de las necesidades expositivas.
derna" de la mano dos de sus teóricos más importantes:
El contenido de esta especie de manifiesto no es. en Lyotard y Baudrillard.
absoluto, algo extraño o aislado en el mundo artístico ac­
tual: hoy día, el arte y la politlca -y la vida- se han fundido 1.2.3. La condicíón posmoderna de la hiPerrealídad:Jean-Franrois
de tal forma que la antigua diferenciación en esferas de la Lyotard yJean Baudrillard
modernidad ha sido anulada por completo. Por otra parte,
el concepto de arte, tanto en lo referente al tiempo como Dado que he querido comenzar el análisis de la pos­
al espacio, ha variado radicalmen[e, por 10 que los acer­ modernidad desde una perspectiva antropológica y social,

56 LA I'OVELA ESPAÑOLA PO.,MOOERl>IA ¿QUÉ F.S lA POS\iODERNlllAot 57

es imprescindible revisar el ensayo del sociólogo que se ha resumidas cuentas, todo hecho social en nuestra sociedad
ocupado de definir la "condición posmoderna": La condi­ postindustríal está conformado por juegos de lenguaje,
ción postmoderna. Informe sobre el saber de J ean-Fran«;:ois Lyo­ realidad que tendrá una importancia fundamental en el
tard (1979). escrito encargado por el recién inaugurado, elemento lúdico de la novela posmoden13, como veremos
en aquel entonces, gobierno nacionalista canadiense de más adelante.
René Levesque, que pretendía analizar el estado del saber La influencia de este cambio en los sistemas de gobier­
y del conocimiento contemporáneos. Este ensayo es fun­ no es fundamental. La función de los Estados ha variado:
damental para toda la configuración teórica de la posmo­ la cIase dirigente deja de estar constituida por la clase po­
dernidad no sólo en el ámbito de la sociología, sino en lítica tradicional, y ahora son jefes de empresa y altos fun­
todas las parcelas del conocimiento. incluído el arte. cionarios quienes detentan el poder. Ya no hay héroes en
La hipótesis de Lyotard parte del hecho de que el saber la historia actual; el nudo social se ha disuelto. Pero el su­
ha cambiado de estatuto al mismo tiempo que las socieda­ jeto no está aislado, sino situado sobre "nudos de circuitos
des han entrado en la edad postindustrial y las culturas en de comunicación", es decir, sobre juegos de lenguaje. De
la edad posmodcrna. este modo, lo social se ha atomizado en "redes flexibles
En esta sociedad postindustrial, el saber científico, afir­ de juegos de lenguaje" (ibír.l.: 37). Y todo ello se concreta
ma Lyotard. se ha convertido en una clase más de discurso: en la deslegítimación posmoderna del saber narrativo o
las transformaciones tecnológicas se basan en el lengu~je, microrrelatos.
en una "pragmática de las partículas lingüísticas" (J.-F. Lyo­ Frente al saber científico se sitúa el saber narrativo o
tard, 1979: ]0), y esto afecta tanto a la investigación como microrrelato -al que me referí con respecto a los mitos de
a la transmisión de conocimientos. En una sociedad intor­ la revolución sentimental de los noventa-, que define los
matizada como la nuestra, el conocimiento debe poder ser crit.erios de competencia de la sociedad donde se cuentan,
traducido a cantidades de información (bits), y todo aque­ sociedad que valora, gracias a esos criterios, las actuacio­
llo que no pueda ser traducido sel-á eliminado. nes que se realizan o pueden realizarse con ellos: mitos,
El saber, por otro lado, produce para ser vendido, para héroes, leyendas, cuentos. La forma narrativa admite una
ser intercambiado: ha perdido su fin en sí mismo, su valor pluralidad de juegos de lenguaje: los relatos definen lo
de uso, y se ha convertido en una herramienta de poder en que tiene derecho a decirse y a hacerse en la cultura, y
la lucha por el dominio de la información. De esta forma, como forman parte de esta, se encuentran directamente
el saber se identifica con el poder en una unión de ciencia, legitimados por ella.
ética y política bajo la perspectiva de Occidente. De ahí El saber científico es distinto, tiene otras reglas de
que la legitimación de la ciencia, su valoración y acepta­ juego, pero sobre todo val"Ía en cuanto a que necesita la
ción, dependa)' esté relacionada con la legitimación del legitimación por medio de argumentación y pruebas, de
que legisla, del que detenta el poder. demostración, no como el saber nanativo, cuya legitima­
Toda esta teoría se enmarca en lo que Wittgenstein ción reside en la propia pragmática de su transmisión. De
denominó '~uegos de lenguaje'" relativos a los diferentes ahí que el saber científico acuse al narrativo de "salvaje,
enunciados y sus respectivos contextos. Sus rasgos se resu­ primitivo, subdesarrollado, atrasado, aHenado" (ibid.: 56).
men en las siguientes afirmaciones de Lyotard: "sus reglas En síntesis, dice Lyotard, esa es la historia del imperialismo
no tienen su legitimación en ellas mismas, sino que lonnan cultural desde los comienzos de Occidente: está dominado
parte de un contrato explícito o no entre los jugadores", "a por la exigencia de legitimación.
falta de reglas no hay juego", y "todo enunciado debe ser Pero la paradoja se hace visible cuando nos damos
considerado como una Jugada' hecha en un juego". En cuenta de que el saber científico se divulga a través del sa­

58 LA NOVELA F.sPAÑOLA POSMODERNA ¿QU~' K<¡ LA POSMODERNIDAIV 59

ber narrativo, es decir, por medio del relato, y así consigue alemán, el del Espíritu como despliegue progresivo de la
su legitimación. verdad.
La ciencia moderna se encuentra, ante esto, con dos El problema viene cuando, en nuestra sociedad post­
nuevos problemas en cuanto a legitimación: ¿quién decide industrial, el metarrelato pierde su credibilidad; aquí se
las condiciones de lo verdadero? Ya no hay búsqueda meta­ sitúa el nacimiento de la posmodernidad: "simplificando
fisica de una prueba primera o una autoridad trascenden­ al máximo, se tiene por 'postmoderna' la incredulidad con
te, ya no existe otra prueba de que las reglas sean buenas respecto a los metarrelatos" (J.-F. Lyotard, 1979: 10).
más que el consenso de los expertos. Esto trae consigo una La causa de esta incredulidad se sitúa, de un lado, en
nueva actitud científica: la legitímación recae en el consen­ el impacto de la recuperación y prosperidad capitalista
so del pueblo. Y ese es e] primer paso para restablecer la (1930-60), que revaloriza el disfrute individual de bienes
dignidad de las culturas narrativas o populaJ"es, ya que la y servicios, y anula la posibilidad comunista; de otro, en
legitimación en el pueblo se asimila a la legitimación del el auge de técnicas y tecnologías. que ha puesto el acento
saber narrativo, del mito. mbre los medíos de la acción más que sobre sus fines; y
La ciencia, dice Lyotard, está siempre dirigida por un por último, en los propios acontecimientos históricos, que
gran relato o metarrelato que remite a cuestiones políticas han provocado la deslegi!imación y el nihilismo. cuestio­
y éticas, como puede ser el del derecho de la humanidad a nes que ya estaban en germen en los metarrelatos del siglo
la libertad, la emancipación del ciudadano, la realización XIX, como vieron Nietzsche y VTittgensteín.
del Espíritu o la sociedad sin clases. Como explícaJ"á Lyo­ El proyecto moderno no ha sido abandonado ni olvida­
tard en La posmodernídad (exPlicada a los níi'ios), do, sino que se ha destruido a sí mismo, y con él cada uno
los 'metarrelalus' a que se rellere La condición posmode:rna son aque­ de sus grandes rclatos de emancipación, invalidados en el
llos que han marcado la modcrnidad: emancipación progresiva de curso de los últimos cincuenta atlos:
la razón y de la libertad, emancipación progresiva o catasu'ófica
del trabajo (fu<:nle de valor alienado en el capitalismo), enrique­ -Todo Jo real es racional, todo lo racional es real: Auschwitz refuta
cimiento de toda la humanidad a través del progreso de la tecno­ la doctrina especulativa. Cua.ndo menos, este crimen, que es rcal,
ciencia capitalista, e incluso, si se cuenta al cristianismo dentro de no es racional. -Todo )0 proletario es comunista, todo lo comunis­
la modernidad (opuesto, por lo tanto, al clasicismo antiguo). salva­ ta es proletario: Berlín 19.'53, Budapest 1956, Checoslovaquia 1968,
ción de Ia.~ criaturas por medio de la conversión de las almas vía ci Polonia 1980 (me quedo corto) refutan la doctrina materialista
relato erístico del amor mártir. La filosotia de Hegel totaliza [odo.~ histórica: los trabajadores se rebelan contra el Partido. -Todo lo
estos relatos y. en este sentido, concentra en sí misma la moderni­ democrático es por el pueblo y para el pueblo, e inversamente: las
dad especulativa U.-F. Lyolard. 1986a: 29). crisis de 1911, 1929 refutan la doclrina del liberalismo económico,
y la crisis de 1974-1979 refuta las enmiendas poskeinesianas a esta
doctrina U.-F. Lyotard, 19811a: 40).
Igual que los mitos, los metarrelatos legitiman las ins­
tituciones y las prácticas sociales y políticas, legislaciones, Digamos que la realidad histórica se ha encargado, ella
éticas, maneras de pensar, pero se diferencian en que bus­ sola, de destruir los metarrelatos que conformaban la for­
can la legitimidad no en un acto originario fundacional, ma moderna de concebír el mundo.
sino en el futuro, en una Idea a realízar: el Proyecto, que es En principio, podría parecer que el proyecto moderno
universal y orienta todas las realidades humanas.
ha sido sustituido por la victoria de la tecnociencia capita­
La base de la legitimación de la ciencia moderna se lista, pero, curiosamente, la tecnociencia imp1ica el último
había basado en dos grandes metarrelatos: el primero, golpe contra el narcisismo de la humanidad: los hombres
producto de la Revolución francesa, el de la humanidad están al servicio de la tecnociencia, no al contrario; no nos
como agente de su propia liber"ación mediante el avance planteamos si la última tecnología y los nuevos descubrí­
de) conocimiento; el segundo, procedente del idealismo

¿Qt:E ES lA POSMODERl'\/llAD?
61
60 LA NOVELA ESPAÑOlA POSMODER.."lA

mientos científicos mejoran y ayudan a] hombre, sino que rrido hada la legitimidad local-nacionalismos, luchas por
son los hombl'es los que deben cambial' para adaptarse a la independencia posteriores a la 11 Guerra Mundial- son
elJos. El proceso de desJegitimación es imparable. resistencias contra los efectos devastadores del imperialis­
El mundo posmoderno sabe que la legitimación de mo modcl·no. El lenguaje de la legitimación es la Idea. el
sus metarrelatos, incluidos los científicos, procede única­ metarrelato; la gente debe defenderla, porque, de lo con­
mente de la práctica lingüística y de la comunicación ¡ntel--­ u'ario, pierde su identidad, y la defensa ímplka la aniqui­
personal, es decir, la legitimación por la performatividad. lación de todo aquello real que nO se ~juste a su Idea. Así
aqueHa propia del saber narralivo. Este tipo de legitima­ llegamos al totalitarismo y al terror.
ción obliga al saber científico a hacer continuamente ex­ Lyotard concluye La posmodernídad (explicada a los niños)
plícitas las reglas que dan validez a su discurso!!. Y dado que con una reflexión acerca de la aleg01'ía descrita por Geor­
el metarrelato es narración con función lcgitimante y, por gc Orwell en 1984, Las amenazas que describió Orwell so­
tanto, el relato del pueblo, "la posmodernidad es lambién bre la escritura, el amor y la singularidad, aunque no lo pa­
el fin del pueblo como rey de estas historias" (J.-E Lyotard, rezca, se han hecho realidad en nuestro mundo actual, se
1986a: 32). Así llegamos al fin del concepto mismo de his­ han convertido en nuestro día a día, y ya no noS es posible
toria, eje teórico, junto a] posmodernismo estético, de La legitimar el desarrollo ,-la idea de progreso que más ade­
posmodernidad (explicada a los niños). lante veremos completamente destruida por Vattimo-- por
Dado que la historia, en tanto que disciplina, implica la promesa de la emancipacivn humana.
tratar el mundo de forma narrativa, y que el pensamiento y La mayol' parte de las críticas que ha recibido Lyotal'd
la acción de los siglos XIX y XX están l'egidos por una Idea, se refieren a jos supuestos nihilismo y neoconservaduns­
la de emancipaci6n, argumentada de forma distInta según mo de su postura ética, en el sentido de que su oposición
las filosofias de la historia (los metarrelatos), ya la vista a la modernidad implica un I'echazo de Jos avances de la
del panorama anterior, L)'otard se pregunta no sólo si es razón y la civilización occidentales, Pero es que, (omo afir­
posíble la Idea de una historia universal que acoja la infini­
ma él mismo,
dad de acontecimientos humanos, que nos explique, sino
incluso si existe un nosotros, el sujeto plural que organiza una guerra de liberación no anuncia qlle la humanidad continúa
emancipánduse. La apertura de un nuevo mercado no anuncia
históricamente los hechos, teniendo en cuenta que, según que la humanidad cunlinúe enriqueciéndose, La escuela no fOTma
la modernidad, el nosotros es el lugar de la domÍnación de nuevOS ciudadanos; cuando mucho, forma profesionales, ¿Con qué
la palabra y del sentido. La respuesta es, desde luego, ne­ legitimación contamos para continuar el desarrollo? (il:ríd.: lll).
gativa: ya no es posible creer en una historia humana como
historia universal de la emancipación, y tampoco ueer en La negatividad de Lyotard responde a un deseo de sa­
un nosotros; sólo queda el tú y el yo, y ni siquiera esto, ya ber en qüé mundo vivimos y dónde reside realmente la
que la misma existencia ontológica del sujeto se ha puesto esperanza de cambiar las cosas. Dicha esperanza está, para
en duda (es Jo que Lyotard llama el "desfallecimiento del Lyotard, en la realización de un proceso de anamnesis, en
sujeto moderno"). el sentido freudiano, con respecto a la modernidad -anali­
El gran relato de legitimación de la modernidad occi­ zarla, ir al comienzo, a su infancia, ver la causa de sus C'lTO­
dental, la Idea de universalidad cívica, propone la supera­ res- y prolongar Ja línea de la razón en la línea de la escri­
ción de la identidad cultural particular, y esto deslruye la tura. Esta debe ser la resistencia contra la tecnocÍencía: el
legitimación de los pueblos. Los repliegues que han ocu­ amor, el arte, todo aquello individual que luche conu'a la
uniformízación impuesta por los maJ"S media y la forma de
~ La conSN tipo!";" más ciar.! de- esta ncce.,ídad de legitimacíón perform<ltiva
en el ámbito lítt'nldo, como .eremo~ má~ addalltf', M'rá la Illultiplicación de los
vida a que nos obliga la tecnología punta,
procedimientos I!lf'lafkticios. que hact'n f'lCplícita" las reglas de la narradón,
• ,.

62
LA NOVELA. ESPA.:\:OI-A POSMOD ~;RNA
¿Quf: ES LA I'()~MODER.'\'IDAD? 63
Lyotard propone la celebración del acontecimiento,
del momento iniciático, del presente cargado de significa­ sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al te­
ción. Frente al capitalismo performativo, que no se preocu­ rritorio -PRECESIÓN DE LOS SIMULACROS- y el que lo en­
pa de saber si los hechos son verdaderos o falsos, buenos o gendre [ ... ]" (J. Baudrillard, 1978: 9-19). Lo real, así, ha
malos, sino solamente sí funcionan más y mejor, se alza la desaparecido. sólo quedan de él vestigios, jirones, simu]a­
lucha individual contra el sistema desde dentro del propio eros.
sistema. Esta es la esperanza)' la resistencia que ofrece la Pero no sólo han sido liquidados los referentes, sino
posmodernidad vista a través de los ojos de Lyotard an te que han resucitado artiHcialmente en los sistemas de sig­
la muerte de los ideales de emancipación y progreso que nos, aboliéndose su significado: los signos de lo real han
enarbolaba la modernidad. suplantado 10 real; las imágenes han asesinado a su mode­
lo. Disneylandia se convierte así, para Baudrillard. en un
Esta esperanza está ausente de las propuestas que com­
símbolo de la realidad posmoderna, puesto que se compo­
pletan la visión antropológica y social que estoy querien­
ne de simulacros de lo real. Pero aún hay más; Disneylan­
do establecer como iniciación al estudio de la condición
día existe para ocultar que lo real ya no es real:
posmoderna; las de .lean BaudrilIard, polémico sociólogo
y crítico cultural. Disneylandia exístt: para ocultar qu~ es el país 'real', loda la Amf­
rica 'real', !',na Disneylandia (al modo como las prisiones existen
El pUnto de partida de Baudrillard coincide con el de
para ocultar que es todo lo social. en su banal omnipresencia, lo
Lyotard: las sociedades occidentales, regidas por el consu­ que: es carcelario) Disneylandia es pl'csentada como imaginaria
mo y el capitalismo avanzado, han entrado en un nuevo con la finalidad de ha,!=cr creer que el re!>to es real, mientras que
período histórico, la posmodernidad, que emerge con la (~uanlO la rodea, Los Angeles. América enlera, no es ya real, sino
desaparición de las estructuras y los referentes fundamen­ peneneciente al orden de lo hiperrcal y de la simulación. No se
tales de la sociedad moderna a causa del impacto de los trata de una interpretación falsa de la realidarl (la ideología), sino
de ocultar que la realidad ya no es la realidad y, pOl" tanto, de salvar
medios de comunicación de masas y los sistemas de infor­ el principio de realidad (ibid.: 30).
mación.
Lo fundamental de su teoría aparece en Cultura)' simu­ En un mundo en que el simulacro 10 gobierna todo, la
lacro (1978), volumen que reúne los ensayos "La precesión diferencia entre la ficción y la realidad ha sido deconstrui­
de los simulacros", "A la som bra de las mayorías silencio­ da: todo es simulacro, incluso la pretensión de ficción.
sas", "El efecto Beaubourg" y "El fin de lo social". Me cen­ El origen de la muerte de la realidad a manos de la hi­
traré en los dos primeros, puesto que en ellos se abordan perrealidad se sitúa, según Baudrillard, en el capital, pues
'os dos conceptos centrales de Baudrillard: simulacro e fue el primero en anular las distinciones entre lo verda­
hiperrealidad, fundamentales para el análisis del arte pos­ dero y 10 falso, el bien y el mal, y sustituirlas por la ley del
moderno}' para mi propio trab~jo. intercambio. La posmodernidad, por tanto, sería la conse­
No dt::ja de resultar curioso -cuando no significativo­ cuencia cultural del capitalismo avanzado.
que Baudríllard, como FoucauIt en La,f palabras )' las cosas, Al mismo tiempo, la pérdida de lo real es la causa de
fundamente su teoría a partir de un cuento de Borges: la necesidad de realismo, de esa histeria colectiva por el
aquel en el que unos cartógrafos trazan un mapa tan exac­ hiperrealismo presente en nuestras representaciones ar­
to que llega a recubrit, el territOl'io que .'epresenta. tísticas y sociales, histeria que responde a un pánico nos­
Reutilizando esta metáfora borgiana clásica del doble, tálgico ante una pérdída que sume en el desconcierto y
del espejo, del t:oncepto como entidad idéntica a lo real, en la ausencia de anclajes: los hiperrealistas intentan fijar
en el que el original se confunde con ]a copia, BaudrilJard obsesivamente algo que ha desaparecido. Veremos en la
afirma que hoy "el territorio ya no precede al mapa ni lo revisión de las teorías de jameson que esta superficialidad
o ausencia de profundidad presente en el hiperrealísmo

64 l... NOVl'.l.... I!:SPA;;:;OLA. POSMODERNA ,QI1É eS 1A I'OSMODERNHlAD? 65

será una de las claves del arte posIlloderno para teórico, Las oposiciones clásicas han sido deconstruidas, dejan­
representado en un cuadro de Andy Warhol: Zapatos de pol­ do paso a una hiperrealidad dominada por unjuego inde­
vo de diamante. terminado de simulaciones. En estas condiciones, tos lími­
El sujeto colectivo también posee los rasgos de la hiper­ tes entre realidad e irrealidad se difuminan, 10 artificial se
realidad. El individuo tradicional no existe, ha sido absor­ convierte en más real que lo real mismo, y la realidad como
bido por un colectivo carente de significado: la masa, que simulan'o se produce como un efecto a partir de ]0.0. mo­
ha dejado de ser sujeto de nada y, por tanto, no puede delos y códigos que la preceden, de la misma manera que,
estar alienada. Ya no existen los referentes clase o pueblo, 10 como dije hablando de la ciudad posmodel'na, el tut'ista al
que conduce al fin de las esperanzas revolucionarias. No uso será incapaz de experimentar la realidad de una nue­
hay opresión, sino silencio: el final de las ilusiones del 68. va ciudad con sus propios ~jos: siempre estará interpuesto
Todo ello conduce a la aniquilación de la esfera pú­ ante su percepción el velo de las imágenes ya producidas
blica y al dominio de lo privado en un mundo en que el e insertas, a modo de mitología mediática, en su subcons­
contenido ha cedido su lugar al medio, al signo; una pri­ ciente; de la misma manera que uno de los protagonistas
vatización que produce "el repliegue de las masas sobre su de Ventajas viajar en tren, de Antonio Orejudo, es incapaz
esfera doméstica, su rechazo de la historia, de la política y de percibir d amor verdadero porque no corresponde a la
de lo universal, y su absorción en la cotidianeidad embru­ idea del amor que ha aprendido de los discursos externos.
tecida del consumo" (ihíd.: 144). Así, BaudrilJanl iguala la Así, el sujeto, rcch..cido a una pasividad inerte en este mun­
masa Con el terrorismo: idéntica denegación de lo social, do hiperreal, ha sido sustituido pOI' el objeto.
idéntico rechazo del sentído. Como explica Baudrillard en su artículo "El éxtasis de
Para Baudrillard, entonces, las esencias y los concep­ la comunicación" (1983), la antigua relación entre sl~je­
tos originales de las cosa5, su ser-en-sí, han desaparecido: to y objeto se basaba en una división tajantc parecida a la
somos incapaces de aislarlos su modelo; de 10 que se de una oposición frente a un espejo: eran dos conceptos
supone han de ser, No percíbimos más que a través de un interrelacionados pero distintos. Sin embargo, la era de
velo, el velo del simulacro, creado por los medios de co­ )a comunicación, gobernada por la televisión, hace que el
municación, la tecnología punta y el conjunto de signos s~jeto y el mundo que le rodea se sitúen en un mismo es­
e imágenes que configuran nuestra cultura. El significa­ pacio plano.
do se desvanece ante el denominado "ruido blanco de la Por ello, como veremos con respecto a la novela pos­
información", incesante y rápidamente sustituido. La di­ moderna, la estética realista en el sentido decimonónico
solución de las clases sociales y la muerte del individuo, es imposible, La definición clásica de Stendhal -la novela
incapaz de poseer una distancia crítica suficiente ante el es un espejo paseado a lo largo de un camino- implica la
continuo bombardeo de signos, dará lugar a una masa ho­ existencia firme y segm'a de lo real, puesto que ha de ser
mogénea, carente de juicio y fácilmente manejable por las distinguido de su imagen reproducida, En el momento en
redes de poder, que establecerán la distinción entre reali­ que la realidad ha desaparecido, convertida en hiperreali­
dad e irrealidad según su conveniencia. dad, )a distinción entre original y copia se desvanece, pOI'
El dominio de los sistemas cibernéticos sobre el indi­ lo que la mimesis realista carece de sentido.
viduo, razón de ser de la posmodernidad, anula y liqui­ El consumo, en fin, se erige en nueva forma de alie­
da de este modo todos los referentes modernos: verdad, nación y conTrol social: produce las necesidades. controla
sociedad, signiflcado, poder, historia e, incluso, realidad. los deseos, crea discursos sobre el mundo, de forma que
El simulacro se define, entonces, como la pérdida del refe­ nuestras presuposiciones sobre lo real dependen de cómo
rente a nivel no sólo a¡'tfstico sino vitaL lo real sea descrito, de cómo sea insertado en el discurso e

66 LA NOVELA ESf>AÑOL\ POSMODERl'\A


ES LA POSMODERNIDAD? 67
interpretado" Pero el individuo carece de capacidad para
lares fundamentales: imposición de una visión "débil" de
in te rpretar porque carece de juicio: convertido en masa, se
la ciencia y negación de que se apoye sobre la firme base
encajará como una pieza más en un tablero cultural cada
de observables; rechazo a los principios esenciales
vez más homogéneo.
de la Ilustración (el reinado de la razón y la idt'ología de
Estamos ante lo que se viene denominando globaliza­
progreso); de~jerarquización del conocimiento, el gusto y
ción o aldea global. La hegemonía económica de Estados
la opinión; marcado interés por lo local más que por lo
Unidos y otras potencias occidentales permite la comer­ universal, por el microrrelato frente al metarrelato; des­
cialización de elementos sociales y culturales extraídos de prestigio de la autoridad como voz privilegiada; asunción
otras latitudes, previamente convertidos en simulacros, de la sociedad de consumo globalízada y las nuevas tecno­
en puros signos sin significado, y los implanta a través de logías de información y comunicación, que provoca la sus­
todo el mundo: en todas las grandes ciudades existen las titución de la palabra por la imagen o del logocentrismo
mismas cadenas de establecimientos comerciales; el indi­ por el iconocentrismo (ver G" Navajas, 1994).
viduo, convertido en masa, ve las misrnas películas en el Algunos de estos pilares suponen una negación de los
cine, escucha la misma música, ingiere los mismos alimen­ principios de la modernidad; otros, una superación sinté­
tos y utiliza la misma ropa, sea cual sea su nación de origen tica; otros, la/continuación o l"adicalización de problemas
o su localización espacial, todo ello gracias al poder sin que ya habían sido expuestos por los propíos filósofos mo­
precedentes de la televisión para manipular a las masas y dernos.
ofrecer una imagen del mundo falsa que llega a hacerse Todo en la posmodernidad remite continuamente a la
más I"eal que la realidad misma. modernidad" Por cIJo, el primer paso pal"a acercarnos a la
También Baudrillard utiliza, como hará Fredric Jame­ reflexión teórica la posmodernidad habrá de ser el
son, el término esquizofrenia para caracterizar esta sociedad análisis global la modenüelad como episteme"
posmoderna e hiperreal: la confusión, la multiplicación de
la información, ese "estado de terror propio del esquizo­
frénico: demasiada proximidad a todo, la suda promiscui­ 1.3. ORIGEN DEI" CONFLICTO: LA MODERNIDAD
dad de todo cuanto toca, sitia y penetra sin resistencia, sin
ningún halo de protección privada, ni siquiera su propio La lnodernidad, cuyo inicio suele situarse en torno a
CUel"pO, para protegerle" (ibíd.: 196). 1789, es la episteme que alma los presupuestos filosóficos
Ante tal panorama, no hay cabida en Baudrillard para de la Ilustración y del racionalismo cartesiano, la base sa­
la esperanza; no queda más que el pesimismo absoluto, la cial del estado burgués centralizado y democrático, y el
asunción del fin de nuestra civilización en términos de vio­ fundamento cíentífico del progreso de la tecnociencia yel
lencia y catástrofe. capitalismo. Sus claves son: la importancia de lo científico­
Sus ensayos, sus análisis y su vocabulario, como los de técnico, las ideas de sujeto y de tiempo lineal, la necesidad
Lyotard, se han convertido en moneda corriente en el ám­ de ruptura y la búsqueda de 10 nuevo.
bito teórico de la posmodernídad, sea aquel de la nostal­ Desde un punto de vista etimológico, como explica Ma­
gia por la modernidad perdida, sea aquel entusiasta de su tei Calinescu (1987: 23 y ss,), el concepto de modernidad
disolución. se originó en la Edad Medía a partir del siglo v y fue am­
Esle repaso sUInarío del pensamiento de Lyotard y Bau­ pliamente utilizado desde el siglo x" Modernus significaba
drillard nos sitúa, una vez introducidos en el panorama de "aquí y ahora, nuevo, presente", por oposición a "antiguo,
sociedad y el hombre posmodernos, en ]a línea de salida viejo, previo",
hacia la reflexión teórica sobre la posmodernidad y sus pi- Sin embargo, el concepto quedó establecido tal como
10 utilizamos hoy con la Ilustración francesa, y tiene su ori­
• r

68 LA NOVELA ESPAÑOLA POSMODERNA ¿QUf' ES lA POSl\tODF.RNIDAD? 69

gen en la disputa entre ancien.~y modernes, la famosa querelle demidad, la idea de crisis, aquello Alfredo Saldaña
que enfrentó a fines del siglo xvn a los antiguos con los denomina "actividad endogámica y tensión suicida de la
modernos, también conocida como La bataLZa de los libros modernidad" (A. Saldaña, 1997: 27): la modernidad es un
en Inglaterra, según el homónimo texto deJonathan S'ivift. estado continuo de crisis por su oposición a la tradición,
De dicha querella surgen los grandcs hitos dc la historia y al mismo tiempo, por el miedo a percibirse misma
del establecimiento dc la modcrnidad: textos como los dc como tradición. De ahí su necesidad constante de nove­
Montaignc, Francis Bacon o Descartes, que defendieron dad: no establecerse nunca, no fijarse nunca, porque en­
la superación de lo medieval y el comienzo del reinado de tonces se convertiría, ella misma, en tradición.
la razón tIsico-mate mática, el rechazo de la tradición, la Charles Baudelaire continúa los supuestos de Hegel y
orientación hacia el futuro y el poder de la razón humana se convierte en el mayor crítico de la modernidad, pero
para conseguir la libertad. La fe absoluta en el progreso y también en el máximo poeta moderno. En su ensayo El
la dimensión económica capitalista dirigirán los actos de pintor de la vida moderna, Baudelaire (1863) iden tifica Ro­
la modernidad. manticismo y modernidad: búsqueda de la novedad, re­
Pero hay que señalar que el concepto racionalista de chazo de la tradición, exaltación de la imaginación del
progreso esgrimido por los defensores de lo moderno du­ genió, antirrealismo, individualismo y anti-igualitarismo,
rante la querelle, su arma contra los antiguos, era compa­ unión de r·:'l.zón y belleza en contra de lo natural, exalta­
tible con su creencia en el carácter universal y eterno de ción de la máquina y del artificio, de lo transitorío y puro
valores taJes como belleza, bien o verdad. La cuestión con­ presente, desprecio hacia la masa vulgar y materialista. Y
sistía en cómo comprender y realizar Inejor esos valores, sobre todo define la modernidad a partir de una dualidad
no en cambiarlos, como bien se infiere del idealismo de esencial que nos servirá como herramienta de análisis: una
Hegel, el primer gran teórico de la modernidad, el primer modernidad y una modernidad práctica, ligada,
filósofo que elaboró un concepto claro y sistemático de lo esta última, a la cIase burguesa y capitalista; una dualidad
moderno. en conflicto, ya que la primera se nutre de la segunda, pero
Según el análisis de Habermas en El discurso filosófico de también la destruye, y es devorada al mismo tiempo por su
la modernidad (1985), Hegel entiende la modernidad en el propia crisis. La posmodernidad consecuencia directa
sentido de una nueva época histórica cuyos hitos serían la de este estado de crisis permanente.
Ilustración y la Revolución francesa. El principio de tiem­ La esencia de la modernidad por tanto, en 10 tran­
po moderno lo ve Hegel en la subjetividad, que se basa sitorio, lo fugaz y lo fragmentario; de ahí su enorme con­
en el principio de libertad -individualismo, derecho de tradicción.
crítica. autonomía en el ohrar- y fundament<t la cultura Habermas afirma que inauguró el discurso de
moderna: ciencia objetiva. moral autónoma que reconoce la modernidad, pero no completamente con la
ante todo los derechos del individuo, aunque en armonía tradición. Fueron los quienes condu­
con los demás, y arte moderno, cuya esencia se muestra jeron el conceplo hegeliano a una crítica que se
sobre lodo en el Roman ticismo. nutría del espíritu de la propia modernidad, acentuando
El mundo moderno estaría inmerso, según Hegel, en el valor de )a existencia frenre a una realidad racional que
contraposiciones: naturaleza y espíritu, sensibilidad y en­ está sobre Jos hechos, la contingencia o la actualidad de la
tendimiento, entendimiento y razón, razón pura y razón historia: Feuerbach, Kierkegaard, Marx (ver M. Berciano
práctica, capacidad de juzgar e imaginación, yo y no-yo, Villalibre, 1998). .
finito e infinito, saber y creer. Ya partir de estas contra­ De la izquierda hegeliana sobresale Nietzsche, para el
posiciones inaugura Hegel el discurso crítico de la 010­ que la razón no es otra cosa que poder, pervertida volun­
• .,

ES LA POSMOOF.R.1\"IDA.D? 71
70 1A NOVF 1A ESPAJ\;OLI\ POSMODERNA

tad de dominio. Esta respuesta mdical a la razón hegeliana de la episteme moderna, pero no tiene por qué coincidir
tendrá sucesores en varias direcciones: la vía del escepticis­ con ella en sus planteamientos, sino que, muchas veces, se
mo científico que descubre la perversión de la voluntad de opondrá radicalmente:
poder con métodos antropológicos, psicológicos e históri­ El modernismo literario, por tomar un ~ícmplo rápido, es así am­
cos cristalizará en Bataille, Lacan y Foucault; la crítica de r
bas cosas, mod('rno antírnoderno: moderno por su compromiso
con la innovación, por su rechazo de la autoridad de la tradición,
la metafísica continúa primero en Heidegger y, más tarde, por su expel'Ímentalismo; antimoderno por su rechazo del dogma
en Derrida y Vattimo. del progreso, por su crítica a la racionalidad. por su sensación ele­
En síntesis, recogiendo el legado de Hegel y Baudelai­ que la civilización modenla ha acarreado la pérdida de algo valio­
re. los filósofos Simmel, Marx, Weber, Bcnjamin y Nietzs­ so, la disolución de un gran paradigma in tegrado, la fragmentací6n
che se constituirán en los analistas de la sociedad moderna. de lo que fue una poderosa unidad (M. Calinescu, 1987; 257).
Todos ellos coinciden en presentar la modernidad como
Vanguardia. en fin, será una de las vías del modernismo,
algo contradictorio. en 10 que prima 10 estético, la imagen
y las falsas identificaciones entre modernismo y vanguar­
aparente, sobre el contenido esencial. dia conducirán a no pocos problemas y tergiversaciones
El paso hacia el nihilismo será rápido, un nihilismo
con resp~:cto a la identidad del posmodernismo.
que, en Nietzsche. tiene mucho de celebración -muerte El concepto de vanguardia siempre ha estado muy uní
de Dios, desvalorización de los valores supremos, deslegi­ do al de modernidad, especialmente por la común necesi­
timación generalizada-, frente al nihilismo de Heidegger. dad de romper con el pasado y su historia para conquistar
para el que, desde el momento en que el ser se disuelve y el futuro. Pero no siempre tuvieron las mismas finalidades,
se convierte en valor, la superación del nihilismo no es sólo especialmente cuando, al separar el concepto de moderni­
deseable sino también posible. Ambas clases de nihilismo dad práctica -es decir, episteme, vÍsión de mundo, relacio~
tendrán su efecto en el discurso artístico: disolución del su­ nada con la sociedad burguesa de la época y los adelantos
jeto poético e intento de expresar el silencio, destrucción tecnológicos- del concepto de modernidad estética, sinóni­
de los géneros y sustitución por otros nuevos, imitación, di­ mo de modernismo, nos damos cuenta de que la vanguar­
seño, recreación y parodia de modelos; y todo eHo no sólo dia, en tanto que arte, supuso la celebración de ciertos
estará presente en la modernidad estética, sino tambíén en aspectos de la modernidad práctica, t.ales como la fe en
la posmodernidad. el futuro y en el progreso o los adelantos técnicos, pero
Pero la modernidad no es, ni mucho menos, un con­ también el rechazo de otros: la racionalización exacerba­
cepto unívoco. Desde el comienzo nos enfrentamos a un da de la vida diaria, la exaltación de la moral burguesa, la
problema de confusión terminológica que tendrá conse­ diferenciación de las esferas vitales. Yaunque transcurrie­
cuencias fundamentales en el análisis del fenómeno. Como ran de manera paralela en el tiempo, existían factores que
señala Matei Calinescu, los términos modernidad. modernis­ las separaban, especialmente el hecho de que, mientras la
mo, modernización y vanguardia no son sinónimos. vanguardia postulaba como finalidad esendal la integra­
Con modernidad designamos el paradigma social, eco­ ción del arte y la vida (sobre todo dadaístas y surrealistas),
nómico y cultural de un momento histórico concreto, es el modernismo valoraba fundamentalmente la autonomía
decir, una epísteme; modernización es el proceso mediante de la obra artística.
el cual las estructuras socioeconómicas del Antiguo Régi­ Nos encontramos, en fin, con que el modernismo es
men desaparecen a medida que avanzan el progreso indus­ un concepto que acoge a las vanguardias, en plural, ya que
trial, los nuevos descubrimientos científico-técnicos, las re­ con ese término plural nos referimos a movimientos distin­
voluciones sociales, etcétera, a partir de la Lecha simbólica tos que, aun cuando no compartieran una estética común,
de 1789. Modernismo remite al paradigma estético general

72 lA NOVEL:\ ~;Sf>AÑOI A J'OSI,lODERNA


¿Ql:t ES lA POSMODF.RNIDAD> 73

buscaban, ante todo, la expresión de una voluntad innova­ con ello la personalidad del individuo: la identidad. que
dora que pretendía romper violentamente con el pasado en la sociedad tradicional se recibía, en la modernidad se
y la tradición. construye. Y todo ello en el marco de los cambios sociales
En cambio, en palabras de Octavio Paz (1995), el mo­ que tuvieron lugar con el desarrollo industrial, capitalis­
dernismo no es s610 ruptura, en el sentido de las vanguar­ ta y tecnológico, y cuyo rasgo más representativo es la or­
dias, sino lambién restauraciones: acoge estilos que no ganización racional, que se aplica a todos Jos ámbitos de
sólo rechazaban la exaltación de Jo nuevo, sino que bus­ la vida: el urbanismo, las clases sociales, las funciunes del
caban conscientemente la recuperación del pasado, como hombre y la nn~jer...
los períodos clasicistas de Ingres, Picasso, el Parnaso, Valé­ A partir de este panorama general pueden versc ya
ry, Eliot, Pound, o el tradicionalismo de la generación del las gl'ÍC'las de est.e sistema, fallas a partir de las cuales la
27. posITlodernidad va a hacer su aparición. Así lo vieron los
Vanguardia y modernismo no son, pues, términos sinó­ filósofos a los que nos hemos referido más arriba, losjóve­
nimos, sino que el primero es una de las posibilidades del nes hegelianos: Nietzsche, Marx, Georg Simmel... A ellos
segundo. Del mismo modo que se debe hablar de vanguar­ debemos añadir todos aquellos que se vieron inmersos en
dias -surrealismo y futurismo, por ejemplo, tienen tantos la crisis de ,~a raí',ón de finales del siglu XIX y principios del
puntos en común corno diferendas-, tendremos que ha­ xx, crisis que adoptó la queja romántica y su lucha por la
blar de modernismos, y este plural incluye enlonces a las individualidad, 1.1 filtró en el movimiento simbolista y llegó
vanguardias. a su máxima expresÍón con el surrealísmo: las propuestas
En cualquiel' caso, el rasgo común de los modernismos vitalistas de Dilthey y Ortega; el irracionalisrno de Bergson,
-incluyendo aquí, repetimos, las vanguardías- es el recha­ Schopcnhauer o Unamuno; el existencialísmo de Heideg­
zo al mercado, algo que se invertirá por completo en el ger y Sartre; la Escuela de Frankfurt (Horkheimer, Ador­
posmodernismo. nu).
En conclusión, debemos darnos cuenta de que exis­ La modernídad, con el fin de evitar el retorno al dog­
ten dos modernidades: una práctica, referente a 10 sodal ma que tanto se esfuc}'za por anular, en su defensa de PI'O­
y político, )i una estética, referida al arte, que acoge, como greso y novedad, necesita poner constantemente en cues­
posibilidad, a las vanguardias históricas. Y, por otro lado, tión a la razón; esta relativización continua es el germen,
existe una modernidad ortodoxa. triunfante, y otra crítica junto a las razones esgrimidas anteriormente, del poslerior
que fue colándose por los intersticios de la primera. De la nihilismo que comienza a reinar en la Europa de finales
tensión entre modernidad práctica y estética, junto a los de los sesenta y que inaugurará la pusmodernidad, cambio
efectos demoledores de la modernidad crítica, surgirán los manifestado tempranamente en hechos como la democra­
problemas que nos conducirán a la crisis de la moderni­ tizaclOl1 la cultura, el cinismo producido por la gucrra
dad y al comienzo de la posmodernidad. Vietnam y el escándalo del vVatergate, la oposición al
Vayamos a la descrípción de la modernidad práctica. ideal de una cultura europea universal por parte de los in­
La modernidad práctica sustituye las normas de la tradi­ cipientes movimientos democráticus de la Europa oriental
ción, que se habían dado por supuestas, por olras nuevas y, en fin, la revolución del 68.
relacionadas con la vida en la fábrica o las regulaciones de Todo aquello que creadores y filósofos anteriores pre­
la organiz.ación burocrática (ver D. Lyon, 1994); cuestiona veían como futul"oS peligros se empezó a hacer realidad
todas las formas convencionales de hacer las cosas, esta­ a comienzos de los aiios sesenta, realidad que hemos he­
bleciendo sus propias autoridades basadas en la ciencia, el redado: la anomia y pérdida de dirección, incertidumbre
desarrollo económico, la democracia y las leyes, alterando y soledad, en un mundo en que los lazos con la tradición

¡.

74 [A ¡';OVELA ESPJ\'~OIA I-'OSMODERNA


¿QUE ES LA POSMODERNlDAD? 75

-familia. lineye, comunidad- se han roto; la servidumbre cuando los hombres estuvieran mal"Cados por la mortali­
burocrática a la que conduce la racionalización aplicada dad, la Obra desafiaría a la muerte, sería eterna.
al mundo social y al mundo natural; la socíedad de extra­ Ante este abismo insalvable, los artistas propondrán
ños creada por ]a vida en la dudad, con su dosis de fu­ dos soluciones que se resumen en lo que Marchán Fiz de­
gacidad, transitoriedad y superficialidad; y, en fin, lo que nomina "proyectos insatisfechos", ya que la propias realiza­
David Lyon llama las tres grandes enfermedades de la mo­ ciones concretas y la historia se encargarán de delatar su
dernidad: el individualismo, que nos libera de la tradición inadecuación a la realidad: por un lado, la afirmación de
pero nos confina a la soledad, suprimiendo la dimensión que el arte es el único principio de realidad -en la Hnea
heroica de la vida; la razón instrumental, que reduce todos del esteticismo y el Nietzsche de El nacimiento de la trage­
los ámhitos de la vida a un análisis de costes y beneficios; y dia-; por otro, la pretensión de unir arte y vida de las van­
el llamado "despotismo blando", organizado burocrática­ guardias histórÍCas: el \'Uelco en el futuro, e] profetismo. la
mente y contra el que los individuos, inmersos en el siste­ compensación de la misería presente por medio de un arte
ma, no pueden o no saben luchar. que salvaría la realidad escindida dotándole de un ámbito
En cuanto a la modernidad estética, decía más arriba trascendenta1. Estetidsmo y vanguardia configuran, por
que se nutre de esta modernidad práctica que he intenta­ tanto, las dos opciones fundamentales de la modernidad
do describir; es decir, es respuesta, reflejo, de la episteme estética.
moderna en tanto que realidad social y antropológica en A esta división se unirá el enfrentamiento al canon clá­
la que el artista se ve inmerso y ante la que reacciona con sico de belleza, que durante el siglo xvnf había ido per­
su propia visión de mundo. Pero también la modernidad diendo su aspecto de trascendencia y llegó a convertirse,
estética coadyuvará, junto a las propias contradicciones in­ de la mano del Romanticismo, en una categoría histórica,
ternas de la modernidad práctica que he señalado, a la aliando el Bien -la belleza- y el Mal -la fealdad- en una
destrucción de Su propia episteme. sola entidad, unión que tendrá su representación máxima
Se suelen establecer cuatro fases en la construcción de en Les fleurs du mal de Baudelaire. Saldaña resume de este
la modernidad estética: la génesis con el Romanticismo; modo las características artísticas específicamente moder­
el apogeo con Baudelaire y los simbolistas; la tensión críti­ nas:
ca máxima con las vanguardias; y la disolución, el moder­ La incorpuración de lo feo, lo maldito, lo grotesco, etc., como asun­
nismo tardío de Borges, Beckett, Nabokov, Olson y todos tos artísticos; el empleo de la ironía como recurso distanciador en·
aquellos creadores que vivieron las dos epistemes, moder­ tre el St~eto y el objeto artístico; la quiebra del yo empírico como
na y posmoderna, y que, como veremos, serán los que con­ ideal de unidad y elemento referencial del texto; la disolución de­
la subjetividad en fragmentos heterogéneos; la presentación de un
formen la prehistoria del posmodernismo. mundo desmembrado e incoherente en lugar de un mundo uni­
En esas cuatro fases se pueden establecer una serie de tario; el uso de la parodia como técnica dcsmitificadora del canon
puntos en común. El primero, la ruptura con la tradición e;;tético; ICI fusión y mezcla de ID he(erogi'neo y contrapuesto; la
y la búsqueda de lo nuevo, lo nunca dicho antes, lo nunca destrucción de la realidad objetiva como referente inmediato y
representado, de forma que, una vez dicho, una vez repre­ obligado del texto; la importancia dada al ritmo y a la musicalidad
como elementos prioritarios donde reside la belleza artística, que
sen tado, pierde validez. De ahí que Octavio Paz 10 defi na ya no se puede expresar de forma racional y lógica (A. Saldaiia.
como arte vivo, relativo y mortal, porque su fundamento es 1997: 78).
la ausencia de fundamento, la incursión plena en el tiem­
po y su fluir, la imposibilidad de fijarlo, frente al arte de las La modernidad sufre un proceso constante de afirma­
edades clásicas, que no buscaba el cambio sino justamente ción y negación de sus postulados artísticos y del concepto
10 contrario, la permanencia, en la creencia de que. aun de belleza artística, un continuo movimiento de autodes­

...

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76 ¡ ,\ NOVELA ~:Sl'AÑOL'\ P05MOIJERNA ¿Quít ES LA POSl\IODER..,\;IDAl)? 77

truccíón que remite a la propia destrucción de los concep­ sancio ante una situanon que se considera opresiva e in­
tos artísticos tradicionales. justa: la verdadera catástrofe de la modernidad resulta no
El lengu~je literario ya no será sólo material, sino tam­ 'tanto del saldo de víctimas que se ha cobrado, sino de la
bién objeto de reflexión de la práctica poética, convir­ conciencia propia de que esas víctimas han sido causadas
tiendo al texto literario en un ()~jeto autorreferenciaL El por los mecanismos internos de un sistema que se preten­
lenguaje pierde la capacidad para representar el mundo día el más humano de todos. George Steiner expone esla
de acuerdo a unas normas socialmente consensuadas, pro­ dolorosa contradicción en un artículo titulado, expresiva­
vocando un abismo, una brecha total entre palabra y cosa, mente, "No nos quedan más comienzos":
lenguaje y realidad, todo eIJo dentro de la quiebra de la
Sin embargo, ,mnque se penníta la nostalgia selectiva y la ilusión, la
racionalidad y la progresiva disolución del sentido único y venl3d persiste: para la totalidad de Europa y Rusia, esle siglo se ha
domínante del texto. convel'tido <:n un período infernal. Entre agosto de 1914 y la 'lim­
En definitiva, nos encoíltramos ante un arte paradójico pieza étnica de los Bakanes'. los hislOl'i,ldores calculan en más de
en su misma raíz, un arte que se sabe temporal y mortal, setenta nliLlones el número de hombres, mujeres y niños víctimas
un arte que, en su lucha por encontrar lo nuevo, recupera, de la guerra, el hambre, las depOl·tadones, el asesinato político y la
enfermedad. AnteTiormente ha habido auuces episodios de peste.
como ocurrió en muchas de las vanguardias, arte más hambre o matanzas; sin embargo, el fracaso de lo humano en el
an tiguo de todos -las tradiciones orientales, el arte prehis­ siglo xx tÍC'ne sus enigmas específicos, No surge de los jinetes de
tórico----, un arte que destruye el concepto tradicional de la lejana estepa o de los bárharos en las fronteras lejanas. El nacio­
mímesís en tanto que representación de la realidad como llalsocialisnlo, el fascismo, el estalinismo (aunque éste, en última
presencia y, al llevarlo a cabo, destruye la presencia misma instancia. más opacamente) nacen del ínteLÍOI', del contexto, del
ámbito y los instrumentos administrativos y sociales de las altas es­
y se conviet"te en ausente. De ahí su dimensión trágica.
feras de la civiHncióll, de la educ,u:iólI, del pwgreso óentifico y del
Vemos entonces cómo dos conceptos fundamentales humanismo, tanto crístiano como ilu!>lrado (G. Stciner, 2001).
de la tradición son atacados por la modernidad estética: la
belleza y la representación, sustituidos por la experimen­ No es que el proyecto de la modernidad, como di
tación y la creencia en el progreso infinito, en la utopía. Habermas, haya quedado incompleto, sino que contiene
De este ataque derivan el uso del fragmento, la descompo­ en sí mismo la semilla de la destrucción:
sición y la quiebra, para luego ser recompuesto por parte Los conciertos brillantes, las exposiciones el! grandes museos, la
del yo del artista, de manera individual, y la Obra se con­ publicación de libros erudiros, la búsqueda de una carrera acadé­
vierte en un misterio que ha de ser desvelado. mica, tanto científica como humaníst.ica, florecen cerca de los cam­
La pretensión de una estética cerrada y sistemática de la pos de la muerte. La ingenuidad tecflocrátíca sirve () permanece
primera modernidad será, entonces, sustituida, empujada neutra ante la llamada de lo inhumano. El símbolo de nuestra era
es la conservación de un bosquecillo querido por Goelhe dentro de
por el desarrollo híbrido de las manifestaciones artísticas. un campo de conccntracíón (ibicl.)
Es decir, el propio o~jeto artístico será el que provoque la
crisis de la modernidad estética al convertirse en un pro­ Al mismo liempo, la modernidad estética, causa de
ducto histórico, ya que anulará cualquier criterio jerárqui­ la crisis de la modernidad práctica pero también resulta­
co o canónico. Así obtendremos la causa y el inido de la do directo de su episteme, mOI'irá a manos de las nuevas
crÍsis de la modernidad, una crisis que, como hemos visto, formas del posmodernismo. Frente al declive del proceso
formaba parte de su propia esencia desde el principio, de racionalización y del proyecto de emancipación social
El agotamiento de la modernidad práctica estallará a de la modernidad, basados en una normativa totalizante,
principios de los años 70, fecha inaugural la epísteme eurocéntrica y unificadora, la posmodernidad celcbral'á el
poSmOdel"na, en forma de rebeldía, pero también de can­ pluralismo, el descentramíento. Pero no habrá una nueva

IL

78 lA NOVF.IA ESPAÑOL\. POSMODERNA


¿QUÉ ES LA.. POSMODf.RNlDAD? 79

pauta estética dominante en la posmodernidad. sino una na: en el momento en que la realidad es sustituida por
sensibilidad asentada sobre la desaparición de la homoge­ la hiperrealidad, no hay diferencia entre original y copia,
neidad y la disolución de los discursos globales; esta será la todo pertenece a un mismo no-referente. El posmodernis­
sensibilidad de las nuevas manifestaciones posmodernas, IIlO. por tanto, será la anulación del sentido de 10 nuevo
de las que Alfredo Saldaila destaca la músÍca de John
mediante su propia repetición continua.
Laude Anderson y Phílíp Glass; el cine de Wím Wenders,
Pero debemos señalar un aspecto importante. La con­
Peter Greenaway y Rainer Werner Fassbínder; la narrativa
traposición entre modernidad y posmodernidad no es
de Gabriel García Márquez, !talo Calvino, Boris Vian, Louis­
estrictamente -o no só]o- de negación, sino más bien de
René Des Forets,John Barth y Phílíppe Sollers.
deconstrucción: la posmodernidad inscribe o incluye los
Estos autores serán los abanderados de una nueva sen­
sibilidad que provocará el cambio de paradigma estético, presupuestos modernos para subvertirlos, es decir,
aquel que celebra la pérdida de interés por la novedad, el lar sus deficiencias, dcconstruírlos. Esta deconstrucción se
desprestigio del experimentalismo, la desconfianza hada aplica, sobre todo, a la sociedad, el lenguaje, el sujeto y la
todos los discursos normativos y sistemáticos, la defensa de historia. Los cuatro aspectos estarán presentes en la res­
la libertad del artista, el desmoronamiento de la noción puesta posmoderna a la crisis de la modernidad.
de progreso en las artes, la crítica a la representación tra­ ConcluÍl'é con una cita del crítico que mejor ha sabi­
dicional, el individualismo hedonista, la búsqueda de la do describir el advenimiento de la sociedad posmoderna
tradición junto a la recuperación y reactualización de los como resultado de la crisis de la modernidad práctica,
materiales estéticos, el fragmentarismo y el eclecticismo. Gilles Lipovetsky:
El modernismo se constituye en compensación Lit sncÍedad moderna era conquistadora, creía en el futuro, en la
vidual frente a la realidad burocrática y automatizada ciencia Ven la técnica, se instituyó como ruplUra con lasjerarquias
la modernización, recuperando para su dominio la fun­ de sangre y la ~ob('ranía sagrada, ,on las tradiciones y los partinl'
larismos en nombre de lo universal, de la ra7ón, de la revolución.
ciqn trascendente y salvífica que la filosofía ha perdido. Esa época se está disipando a ojos víst..s; en pane es contra eSos
En oposición, el posmodernismo es el final de la utopía: el principios futuristas que Se' establecen nuest.ras sociedades, por este
pasado, la historicidad y la memoria colectiva han desapa­ hceho posmodernas, á,,;das de ident.idad, de diferencia, de con­
recido, y sólo pueden recuperarse transferidos al presente, 5ervación, de tranquilidad, de rt"a]iz<!ci{m personal inmediata; se
mediante simulacros. Es lo queJameson ejemplificará con disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porve­
el análisis comparativo entre un cuadro de Van Gogh en el nir radiante de la ¡'evolución y el progreso, la gente quiere vivir en
seguida, aquí)' ahora, conservarse joven y no ya fOljar el hombre
que se representan unos viejos zapatos de labriego y otro nuevo (G. Lipovetsky, J 983: 9).
de Andy Warhol, Zapatos de polvo de diamante.
Las mismas razones subyacen tras la desaparición de
la ideología de ]0 nuevo en el posmodernismo. La sensa­ 1.4. LA RESPUI:STA POSl\10nF.RNA
ción de lo nuevo en el período moderno, ligado por su
sentido utópico a la posibi1idad de transfiguración del y Si bien la crisis de la modernidad forma parte de su
del mundo, sólo fue posible porque la modernización co­ propia esencia desde el comienzo, tendremos que esperar
existía con estructuras arcaicas; en el momento en que
(simbólicamente) hasta 1968 para que dicha crisis estalle.
pasado desaparece, no tiene ningún sentido la celebración
Es entonces cuando se asienta definitivamente la incredu­
de algo que no se diferencia en nada de lo presente. Es el
lidad ante la idea de progreso, desconfianza creada por la
mismo mecanismo que hemos observado anteriormente
semilla de nihilismo que, ya hemos visto, germinaba en ]a
al hilo de las reflexiones de Baudrillard con respecto al
sinsentido de la mÍmesis realista en la estética posmoder­ modernidad desde sus comienzos.

...

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80 1..'1 NOVELA Jo:SP,\ÑOl.A POSMODER.\lA ¿QUÉ ~~s I.A POSMODERNIDAD? 81

Como explicó Lyotard, se asume que la idea de progre­ de amoralismo, escepticismo, nihilísmo histórico, cinismo,
so no es más que una melanarradón: la ciencia es una for­ decepción hacia los ideales de vanguardia y las ideas totali­
ma más de discurso)' la tecnología no implíca el descubri­ zadoras, y ausencia de expectativas.
nliento de la verdad, sino la consecución del control y. por La condición posmoderna es, en fin, la conjunción de
]0 tanto, el aumento de poder. Ya no importan la verdad las tecnologías de la comunicación y la cultura de consu­
() la libertad, sino el rendimiento, la performatividad. Yes mo, que conlleva la reducción de todas las cosas a su valor
la comunicación por medios electrónicos lo que da lugar call1bío, e1iIninando valores permanentes y provocando
a la idea de "comunidad global", es decir, la existencia de una relatividad absoluta. Estamos ante lo que Habermas
un solo mundo en el que se anulan el tiempo yel espacio, denomina "crisis de legitimación", al habel·se puesto en
identificado con lo que Baudrillard llamó simulacro, una tela de juicio el supuesto fundamental de la modernidad:
realidad descompuesta en imágenes, fragmentaria y dis­ su infinita capacidad de adaptación mediante la racionali­
persa, que hace desaparecer la distinción entre el mundo dad y el progreso.
real y el de los medios de comunicación, desaparición tan Los filósofos de la posmodernidad recogen el legado
bien retratada en películas como el manifiesto cinemato­ de Nietzsche, Marx, Símmcl, Heidegger y tantos otros pen­
gráfico fundacional de la posmodernidad, Blade Runner, o sadores de la modernidad, y sientan las bases de lo que
El show Tru m rln , Matrix y La CtJrtina de humo (esta última, será la civilización occidental de los últimos veinte aílos. Ya
dirigida por Barry Levinson en 1997, parece incluso seguír nos hemos acercado a Lyotard y Baudrillard; ampliemos
al píe de la letra las teorías de Baudrillard). películas que nuestra mirada a los teóricos fundamentales de ]a condi­
siguen la huella de narraciones como Las ruinas circulares ción posmoderna, revisando prímero sus precedentes: los
de Jorge Luís Borges o j\liebla de Miguel de Unarnuno, tex­ filósofos de la crisis de] significado.
tos modernos que prefigUl'an la nueva episteme posmo­
derna. .
El fin del progreso es también el fin de la historia, con­ 1.4.1. Precedentes: la crisis del significado
cebida esta misma como otra metanarradón. Acabados el
colonialismo y el imperialismo, se demuestra que la vía eu­ Ya mencioné que el inicio de la posmodernídad no ha­
ropea no es la única; no hay una historia unilineal, sino bría sído posible sin la expansión del pensamiento postes-­
un pasado con múltiples y distintos puntos de vista, lo que lructuralista francés -Kristeva, Foucault, Deleuze, Derrida,
provoca una multiplicidad muchas veces contradictoria Barthes...-, pero tampoco sin la reacción que este pensa­
que conduce a una libertad también contradictoria: no miento tuvo en filósotós americanos o italianos, como Um­
hay ya una realidad estable, sino múltiple, produciéndose berto Eco, que acogieron sus ensefianzas y las asimilaron
así la erosión del pwpio principio de realidad: "Como dije junto a otras tendencias filosóficas y críticas relativízadoras,
en alguna entrevista, el presente sólo )0 conozco a través como la estétíca de la recepción de lser y Jauss.
de la pantalla de la televisión. pero del Medievo, en cam­ crisis postesll'ucturalista acentúa el fin de la moder­
bio, tengo un conocimiento directo", comenta Umberto nidad en el sentido de que aboga por el relativismo e, in­
Eco en Apostillas (l "El nombre de la TOsa" (l98~: 23). cluso, por la destrucción del significado: nos enseila que
El fin de la historia unilineal, la incredulidad ante la no es posible f~jar un significado único, estable y central
idea de progreso y la erosión de! principio de realidad en los textos, que la palabra escJ'Íta está inmersa en UJl pro­
ocasionan que la uúsqueda de lo insólito y la novedad se ceso pragmático que anula la posibilidad de comprensión
convierta en algo banal y sumiso con el sistema, y entre­ única y la inserta en unjuego indefinido de semiosis, en la
mos en la crisis de la modernidad en arte, con su carga polisemia inestable e indefinida.

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82 ¿QllF. ES LA POS:VIODERNlDÁD? 83
lA !'iOVErA ESPAÑOl A pnSII10DER.'1A

No pretendo realizar un análisis pormenorizado del de la razón comunicativa defendidos por Habermas, como
postestrucruralísrno Jrancés; tan sólo considero necesario veremos enseguida.
acercarnos. siquiera someramente, a las propuestas de los F.n cuanto a Derrida, heredero directo de Nietzsche v
dos filósofos que más han influido en la teoría y la práctica Heidegger, afirma que fuera del lenguaje no hay signifi­
de la posmodernidad: Jacques Derrida y Míchel Foucault. cado: el discurso está separado del mundo y no es posible
Por otra parte, estudio del posmodernismo y de la narra­ adquirir conocimientos o explicar el mundo porque sólo
tiva posmoderna estaría incompleto sin una revisión de la hay textos sobr'e el mundo. Por ello defiende y aplica la
teoría semiótica de Umberto Eco. deconstrucción, que consiste en desafiar la metafísica de
la presencia occidental, plantear persistentes cuestiones
En el caso de este último, se une el aspecto teórico al
sobre nuestros textos y los ajenos para terminar negando
práctico, ya que Eco no sólo es uno de los grandes escrito­
que algún texto pueda ser fijo o estable. Derrida, conti­
res de la narrativa posmoderna italiana (JI nome della rosa, lt
nuando la brecha abierta por Nietzsche con respecto a la
pendolodil:oucault. L'isola del giorno prima) ,junto a Italo Cal­
muerte de Dios, anuncia la muerte del autor: el consmnÍ­
vino y Antonio Tabucchi, sino también uno de los grandes
dor debe reelaborar y combinar los textos, por" lo que el
teorizadores, en el campo la semiótica, de la crisis del
collage se convierte en el instrumento hermenéutico por
significado, y el representante máximo de las consecuen­
excelencia.
cias de la estética de la recepción.
Derrida denuncia la insuficiencia de la razón, el siste­
Eco elabora su teoría semiótica sobre tres conceptos ma antitético del discurso metafísico logocéntrico que nos
fundamentales: la apertura o formatividad, la semiosis ili­ dice lo que no es pero no nos dice lo que es (acto-potencia,
mitada y el lector implicado. La apertura o fonnatividad esencia-existencia), que nos obliga a percibir lo empírico
es la característica propia de la obra de arte. entendida pOI' contigüidad, comparación () metáfora, sobre la base de
como energía, proceso () movimiento, no como hecho: un relativismo diferencial: el concepto de diff'érence. A este
obra como un progreso de hacerse, al estilo del cinetismo concepto opone Derrida el de différance, definido como
escultórico, no como algo terminado. De esta lnanera, el espacio del desgarramien to, de la sutura, hasta el que el
lenguaje se funde en infinitas presuposiciones: el lector lenguaje lógico no puede negar. La única posibilidad de
"usan el texto no en el sentido de interpretación herme­ trascender desde el espacio de 10 relativo -diff'érence- has­
néutica o semiótica, sino de re-creación, y se erige en de­ ta el espacio de lo absoluto -différance- será la escritura,
miurgo de la estructura de la obra. La existencia de un l'écriture, entidad que, para García SerrÍo (1994), se asimila
significado definido se hace imposible y así llegamos a la al de poesía (en el sentido de poíesis, creación).
semiosís ilimitada, a la inexistencia de un límite objetivo La estructura del significado consistirá, por tanto, en la
de la significación, a la polisemia infinita. combinación indefinida de dos deseos, el del autor y el del
El grado de apertura de la obra será, para Eco, la medi­ receptor del texto. La imagen de signiticado como centro
da de su grandeza, hasta que, con la publicación en 1990 se desvanece, dejando paso a la marginalídad o periferia
de Los límites de la ínterpretación, su pensamiento dé un giro signiHcativa, a la "diseminación" en tanto que resistencia
y defienda el sentido literal desde el criterio restrictivo de la escritura a dejarse reducir a un centro significativo;
la libertad lectora. Así, el acto hermenéutico deberá con­ el espacio real del significado estará, para Derrida, en los
templar simultáneamente las intenciones del autor, del márgenes del enunciado, no en el enunciado mismo.
texto y del lector. La semiosis ilimitada se encontrará, por Muchos de los temas desarrollados por Derrida-la mul­
tanto, limitada. El acuerdo entre los miembros de la comu­ tiplicidad de los discursos y de los sujetos, la pluralidad de
nidad se erigirá en garantía intersubjetiva de la interpreta­ los lenguajes, la diseminación de Jos significados- y algu­
ción, una especie de pacto que parece seguir los principios nas de sus metáforas obsesivas -la opacidad de la escritura,
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84 I A NOVELA ESP/\:\;OL\ POSI\IODER"OA ¿Qt:É ES LA POS","IODERNmAll> 85

la diflerance, la revalorización de lo heterogéneo, el sentido poder sobre los demás. La razón impuesta por la moderni­
del final y del apocalípsis- han entrado a formar parte de dad no sólo impide Ja libertad, sino que encarcela al hom­
las tendencias sociales y culturales que han constituido, en bre en jaulas contra las que, al no ser consciente de ellas,
el debate americano y europeo, el discurso posmoderno. no 'puede luchar. Es su concepto de panóptico, descl'ilo en
Lo mismo ocurre con Foucault. No sólo sus libros fue­ las páginas de Vigilar y castigar: el nacimíento de la prisión
-ron los primeros del postestructm'aJismo francés en ser (1965); la sociedad moderna es una prisión generalizada
traducidos al ínglés en los años sesenta (Folie el déraison, Le~ que ejerce diversas formas de control y dominación.
mols et les choses'- L 'archéologie du savoir, Naissance de la dini­ Foucault es, en fin, uno de los grandes detractores de
que), sino que, además, su nlisma presencia en el campus la modernidad en tanto que razón instrumental, y su obra
de la universídad de Berkeley durante el inicio de Jos años nos enseña los fallos de un sistema que, a pesar de todo, es
ochenta dio pie a la expansión de su pensamiento. la base de la posmodernidad.
El interés inicial de Foucault se dirigió hacia la expe­ Estos tres pensadores, junto a otros que siguen la mis­
riencia de la poesía como forma de plantear temas como ma línea como Kristeva, Barthes, Pau} de Man, Deleuze o
el retorno, la transgresión, el límite, es decir, aquellos ele­ Guattari, en tanto que representantes de la crisis del signi­
mentos que se oponen o están fuera del orden del discurso ficado y de la deconstrucción de metanarraciones occiden­
y del proyecto de la historia, Para Foucault, tanto la poesía tales como el psicoanálisis, el marxismo, la crítica textual o
como la locura serán medios de rompF'r y salirse de la epis­ la metafísica, influirán enormemenle en Jos pensadores de
teme, base teórica de Las palabras y las cosas (1966) Y de mi la posmodernidad, aprovecharán sus enseñanzas de
propio trah~jo, ,'elativización de la unidad significativa en todos los cam­
La episteme, como ya adelanté, es una forma histórica pos del saber humano. Pero, al mismo tiempo, funciona­
de organización de la experiencia y de construcción de la rán como punto de arranque de dos rechazos distintos: el
subjetividad, un OJ'den racional basado en d lenguaje que primero, representado por Gíanni Vaaimo, que acusará a
hace de intermediario entre los códigos primarios de una los anteriores de intentar proponer una nueva fundamen­
cultura, que regulan nueSlra mirada, y sus esquemas per­ tación en vez de asumir completamente la pérdida de di­
ceptivos, un sistema conocimiento que es a la vez un rectrices; el segundo, encarnado enJürgen Habermas, que
límite de la experiencia posible. abogará por asumir los enores de la modernidad y reins­
Cada época tiene su episteme, y Foucault localiza tres: taurar sus propuestas inidales,
renacentista, clásica y moderna, Y cada episteme condicio­
na de diferente forma la percepción y el pensamiento de
cada una de estas épocas por medio dellcnguaje, La poesía 1.4.2, Los grandes teóricos de la posmodernidad: Gianni Vattimo,
y la locura, en lucha con el lenguaje, podrán liberarse del jürgen Habermas, Fredric jameson
orden representativo, de la episteme; es lo que Foucault
observa en Sade, Mallarmé, Robbe-Grillet, Raymond Rous­ El número críticos, filósolos, teóricos y pensadores
sel o Magritte, Lo que Foucault ha enseñado a los teóricos en general que se dedican a estudiar el fenómeno de la
de la posmodernidad es, sobre todo, el análisis de la época posmodernidad no sólo es ingente, sino que aumenta cada
moderna. día: nuevas publicaciones, respuestas, ataques y contraata­
Por otra parte, Foucault indaga en la historia de lo­ ques se suceden, sobre todo en los ámbitos angloamerica­
cura y del origen de la c1íníca, en la arqueología de las no y francés, Sin embargo, pocas son las propuestas que
ciencias humanas, del saber, y en el orden del díscurso. verdaderamente impliquen una aportación significativa.
Esta indagación le sirve para descubrirnos que discurso La discusión sue1e perderse en laberínticas matizaciones,
es cómplice del poder, que el conocimiento se reduce a
..

86 L-\ NOVELA ESl'AAOI..A POSMODERNA


¿Ql:É ES lA POSMODERNIDAll? 87
en puntualizaciones más o menos importantes según la
como algo conscientemente paradójico: pretende separar­
y el propósito que subyazca tras ellas. Por ello,
se de la razón-dominio punto de referencia único y es­
me fijaré exclusivamente en aquellos pensadores cuya re­
table de Descartes-, pero sabiendo que no puede hacerlo
flexión supuesto una contribución realmente origi­
del todo. Es el mismo callejón sin salida, sólo que de signo
nal al de la nueva episteme, como Lyotard y Bau­
inverso, que supone la pretensión de enfrentarme a la pos­
drillard.
modernidad desde la razón. El jnicio supone renuncia y
Según Gianni Vattimo, ]0 primero que debemos tener
pérdida, pero también liberación.
en cuenta al enfrentarnos con la posmodernidad es que
Partiendo de este posicionamiento "débil", Vattimo
no hay en su pensamiento una hmdamentación única, úl­
afirma que hablamos posmodernidad porque se consi­
tima, normativa. No pretende, como el esttucturalismo o
dera que, en algún aspecto suyo esencial, la modernidad
la fenomenología de los sesenta, buscar y proponer una
ha concluido, y con ella ideal de la Ilustraci¿;'n consisten­
fundamentación distinta a la moderna, ni remitir, como
te en el culto a lo nuevo y original y en la consideración
finalmente hacen ambas, a intenciones totalizadoras, a la
de la historia humana como un proceso unitario hacia la
"ley de la reductio ad unum" (G. Vattimo, 1995: 12). Ante la
emancipación, la realízación cada vez más perkcta del
crisis de la idea de ve~dad producida por el pensamiento
hombre ideal y del progreso, ideas que ya hemos visto, en
nihilista actual, la posmodernidad propone múltiples ten­
parte, en Lyotard.
dencias y reflexiones acogidas bajo la denominación de
La modernidad de;ja de existir, primero, cuando se
pensamiento débil
hace imposible seguir hablando de la historia como en­
El punto central de una reflexión sobre el pensamien­
tidad unitaria. Ese concepto de historia implica que haya
to débil es el ontológico, y se caracteriza por un debilita­
un centro alrededor del cual se ordenen los acontecimien­
miento del ser, por una liberación del ser del carácter de
tos -en nuestro caso, el año del nacimiento de Cristo y la
estabílidad y presencia, caracteres que eran propios de la
zona de Occidente, lugar propio de la cívilización frente
metafísica. El ser debilitado es en cambio evento, acaecer,
a los primitivos, las naciones en vías de dcsarrollo-, Pero
Ereignis según la terminología de Heidegger.
Vauimo señala que esa manera de entender la historia es
El pensamiento débil, afirma Vattimo, rechaza a aque­
ideológica: responde a la representación del pasado cons­
llos filósofos que pretenden restaurar la vigencia de la .-a­
truida por los grupos dominantes, de forma que no se nos
zón clásica o tienen el nostálgico propósito de reconstruir
transmite t.odo, sólo aquello que esos grupos consideran
una razón global que incluya 10 que la razón tradicional
relevante.
excluye, y a los que se sitúan en las propuestas del post­
Si no la historia, no es posible el progreso: los
estructuralísmo francés (Deleuze, Foucault, Derrida), ya
acontecimientos no realizan un plan racional de me;jora,
que les considera nostálgicos de la metafisica, lo que les
educación o emancipación. Por otra parte, el sentado de
impide llevar hasta las últimas consecuencias la experien­
la historia era la realización de la civilización, es decir, de
cia heideggeriana del olvido del ser y la muerte de Dios
la forma del hombre europeo moderno. Pero los pueblos
proclamada por Nietzsche.
"primitivos" se han rebelado y han convertido esta aser­
Para el pensamiento débil, la identificación entre ser y
ción en algo problemático: el ideal de hombre europeo
pensar no es un medio para reencontrar el ser originarío
civilizado es sólo uno más. Si no lo vemos así, llegamos al
y verdadero que la metafisica ha olvidado al transformarse
terror, porque ese ideal mata a todo individuo que no sea
en cientifismo y tecnología, sino una vía para volver a ha­
como él, como indicó Lyotard.
llar el ser entendido como huella o recuerdo, un ser debili­
Los medíos de comunicación, junto al final del colo­
tado y consumido. El pensamiento débil se autodefine, así,
nialismo y del ímpcrialismo, conforman el segundo factol"

89
88 lA NOVELA ESPAÑOl.A POS\IODF,RN,\ ¿Q.t IÉ ES LA rosMOOERNmAD?

que ha disuelto la idea de historia y ha acabado con la mo­ la erosión del mismo principio de realidad, presente ya en
dernidad. Vattimo parte de una tesis fundamentada en tres la filosofía ¡rracionalista.
premisas: Vattimo nos recuerda que Nietzsche demostró que la
a) que en el nacimiento de una socíed~td posmoderna desempenan imagen de una realidad ordenada racionalmente sobre
un papel dett'"rminante los medios de comunicación; b) que esos la b~"e de un principio, como hace la metafísica, es sólo
medios caracterilan a esta socicdad no como una sociedad nJás un mito "asegurador", una forma de reaccionar ante una
'transparente', más consciente de sí, más 'ilu~lrada', sino como situación de peligro y violencia: trata de adueñarse de la
una soCÍcdad más compleja, incluso caótica; y, por último, e) que
precisamente en este relativo 'caos' residen nuestras esperanzas de realidad echando mano del principio primero del que,
emancipación (G. Vauimo, 1990: 13). aparenternente, todo depende, asegurándose de mane­
ra ilusoria el dominio de los acontecimientos. Heidegger
Los medios de comunicación coadyuvan a la imposibi­ continúa la intuición de Nietzsche demosu-ando que con­
lidad de concebir la historia como un decurso ordinario cebir el ser como un principio fundamental y la realidad
porque han sido la causa de la disolución de los puntos como un sistema J'adonal de causas y efectos nO es más que
de vista centrales (es decir, de los metarrelatos a los que se extender a todo el ser el modelo de o~jetivídad científica,
refería Lyotard). Son uno de los elementos que han oca­ reduciendo las cosas, l>ara poder controlarlas, al nivel de
sionado la explosión y multiplicación de concepciones de puras apariencias mensurables, manipulables, sustituibles,
mundo, }' han permitido que las minoría!'> tomen la pala­
igual que reduce al hombre.
bra y que todo pueda ser considerado objeto de comuni­ Ante esta pérdida de sentido de la realidad, Vattimo se
cación, y así es imposible concebir la historia según puntos pregunta si ya sólo cabe la nostalgia de una realidad sólida,
de vista unitarios. Intensificar las posibilidades de informa­ unitaria y estable. La respuesta es negativa: esta "nostalgia
ción acerca de la realidad hace menos concebible la idea
del padre" o "nostalgia de Dios" sería una actitud casi neu­
de una realidad estable. ¿Qué será, ahora. la realidad?: cJ
resultado de cruzarse y contaminarse las múltiples imáge­ rótíca, signilicaría esforzarse por reconstruir el mundo de
nes, interpretaciones y reconstrucciones que distribuyen nuestra infancia, cuando la autoridad familiar era a la vez
los medios en competencia mutua y sin coordinación cen­ amenazante y aseguradora. Por contra, el alcance emanci­
tral alguna, una realidad virtual e individual que depende pador de la pérdida de sentido de la realidad reside en el
del ojo que la mira, y que se proclama tan válida como desarraigo, en la liberación que ofrece la asunción de las
cualquier otra. Los medios de comunicación, entonces, diferencias y lo múltíple, lo local, el dialecto: si soy cons­
hacen que nuestra sociedad se rija por un nuevo modo ciente de que mí mundo es sólo uno de los muchos posi­
de representación de la realidad que Vattimo denomina la bles, podré asumir los otros y respetarlos.
"fabulación del mundo". Esta emancipación se identifica, para Vattimo, con la
Esta "fabulación del mundo", propia de la nueva epis­ esencia de lo que Nietzsche llamó superhombre y con lo que
teme, explicaría el regreso al mito en la posmodernidad, nos ofrece la experiencia estética que describe Dilthey:
el retorno a un pensamiento de corte mítico y narrativo permitirnos vivir otros mundos posibles, mostrándonos así
como "superación de la oposición entre racionalismo e también la contingencia, relatividad y finitud del mundo
¡rracionalismo" (G. Vattimo, 1989: 132), una forma de re­ en el que estamos encerrados, experiencia que nos regala
presentarse el mundo débil e individualista, pero capaz de Andrés Ibállez con La música del mundo)' El mundo en la era
concedernos un espacio de libertad que las seguridades '0rick, como veremos m.ás adelante. Esto mismo se hace
modernas nos habían negado. mucho más real gracias a los medios de comunicación, que
De este modo se abre camino un ideal de ernancipa­ noS permiten contactar con la pluralidad de culturas.
dón cuya base se asienta sobre la oscilación, la pluralidad y

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90 lA NOVELA ESPAÑOlA POSMODF:Rl'iA


¿QUÉ F.S l.A POSMODER."<IDiU>? 91
Pero es una libertad problemática: los medios de co­
municación pueden ser también el control de] Gran Her­ Ya me referí a la polémica originada por el violento
mano que desnibió OrweJ] en 1984, o la banalidad este­ ataque contra el posmodernismo que el tilósofo alemán
reotipada y el vacío de significado, aparte de que cause lanzó, a raíz de la Bienal de Venecia de 1980 dedicada a la
miedo concebir la oscilación como libertad. y, al mismo arquitectura posmoderna, a través de su discurso pronun­
tiempo, supone la oportunidad de un nuevo modo de ser ciado en Frankfurt con ocasión de la entrega del Premio
humanos, la esperanza implícita en los mósofos nihilistas: Adorno: "La modernidad, un proyecto incompleto".
el ser no es algo estable, tiene algo que ver Con el aconteci­ Con este discurso, que se ha convertido en uno de los
miento, el consenso, el diálogo y la interpretación. textos clave de la filosofía posmoderna, Habermas inició
Igual que veíamos con Lyotard, la fundamentación filo­ su batalla contra Lyotard, acusando a los seguidores del
sófica de Vattimo afecta al arte. En líneas generales, habría posmodernismo de neoconservadores y defendiendo la
que hablar de "muerte de] arte", en términos de autoiro­ modernidad en tanto que proyecto aún no llevado a tér­
nización de la propia operación anística, de explosión y mino.
ruptura barreras. Fren le a las firmezas del modernis­ Habermas comienza la conferencia9 con una referencia
mo, en la posmodernidad "la experiencia estética, al con­ explícita a la Bienal de Venecia y lo que supone en cuanto
trario, se orienta a mantener vivo el desarraigo L.. J, oscilación, el rechazo del proyecto de la modernídad y recuperación

desfondamiento o shock" (íbid.: 150), todo ello r'esultado del historicismo. Ante este rechazo, se ve en la necesidad
de una sociedad regida por los medios de comunicación de dibujar una historia del lérmino moderno y de la moder­
de masas. nidad,
De este modo. se suprimen los límites de lo estético E1 filósofo alemán admite que la modernidad ha enve­
en la dirección de una dimensÍón metafísica o histórico­ jecido. pero los neoconservadores, como denomina a los
política de la obra o, como decía más arriba refiriéndome críticos de la modernidad, se equivocan al atribuirle culpas
al pop art como el inicio del arte posmoderno, se recupera que no son suyas, sino del proceso de modernidad social
el concepto de belleza en términos de significado, no de no controlado por una racionalidad comunicativa. Es de­
trascendencia de lo real. cir, para Habermas ha habido un mal entendimiento del
Lo belIo es definido por Vattimo como negación con proyecto inicial de la Ilustración.
respecto a la representación sensible de una verdad inmu­ Lo mismo ocurre, según Habermas, con la moderni­
table. De este modo, la recuperación de 10 bello como esen­ dad estética: la progresiva autorreferencialidad del arte, su
cia del arte en la posmodernidad responde a los supuestos alejamiento de la representación y la asunción de técnicas
de la sociedad de masas, y la respuesta generalizada del y medios de expresión como objeto estético, conducen a la
"arte auténtico" sería el suicidio yel silencio, reaccionando alienación del arte con respecto a la vida.
de este modo al impacto de la técnica o, como diría Walter Las intenciunes del proyecto moderno, por tanto, eran
Benjamín, a la eliminación del discurso sobre el genio y el correctas, pero fueron traicionadas por una práctica erra­
aura, como veremos al analizar el nuevo paradigma estéti­ da. Habermas reconoce que llevar a cabo la realización del
co del posmodernismo en el siguiente capítulo. proyecto no parece ni mucho menos sencillo, puesto que
Como puede deducirse, las deudas del pensamiento de
Vattimo con respecto al de Lyotard Son muchas. Lo mismo " Habermas publicó esta conferencia en alemán .. " Kle.'l7te politü,!u: Sdm.ften ([­
lVi (Fnmkfurt, 1981, pág. 444), pero ofreció una vel·sión en inglés. más reducida.
ocurre con Jürgen Habermas, un fi)ósofo que, aun acep­ para una conferencia ell la Vniver,idad de Nueva York en rmuzo de 1981, lJue
tando la critica de la posmodernídad, defendió la moder­ tue publkada en Nn,' German Critique (invierno de 1981. págs. 3-15) bajo el título
nidad o, al menos, alguna de sus premisas. de "Modenlidarl contra posm()dcrnídad~, Ulilizo 1:1 traducción al castellano de
esta segunda versión, "La modernidad, un proyecto im.ompleto", re<.ogída en <,"1
volllmen recopílatoríQ editado por Hal Fusler (19B3),

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92 1 A I'.'OVELA FSf>AÑOLA POS1\IODr:RNA ¿QllÉ ~:S lA POSIV10nERNIDAD? 93

la desilusión ante las consecuencias de una modernidad parte del sistema, en la sumisión del hahitante a una cons­
traicionada en sus mismos supuestos no ha hecho más que trucción de la que no formaba parte.
reforzar posturas que él denomina neoconservadoras, r La revisión de Habermas, en general, es absolutamen­
a las que critica ferozmente. Frente a eUas, reivindica la te certc¡·a. Pero ]a solución que proponen los arquitectos
posibilidad de recuperar el proyecto originario de la mo­ posmodernos le parece inaceptable, por lo que tiene de
dernidad mediante la unión de dos principios opuestos, escapísta, de tradicionalista. de retorno al pasado y, en fin,
la especialización y la popularización, por medio de una de neoconservadol', pues ignora los aleances de la moder­
teoría social totalizante basada en el "consenso universal", nidad cultural.
realizable por medio del discurso o diálogo de argumen­ Para Habermas, una vez más, no es el Movimiento Mo­
taciones. derno el culpable de los errores, sino la maja interpreta­
La crítica combativa que Habermas inició con "La mo­ ción de sus principios. Parece que toda su teoría acerca
dernidad, un proyecto incompleto" tuvo su continuación de la modernidad y el modernismo, de la filosofía () de
en otra conferencia titulada "Arquitectura moderna y pos­ la arquitectura moderna, está recorrida por una contra­
model'na"l(), dictada por el filósofo alemán en diciembre dicción interna entre proyecto y realización, entre idea y
de 1981 en la inauguración de la exposición "La Otra Tra­ l'calidad, entre teoría e historia, y la pregunta que nos de­
dición: Arquitectura en Munich desde 1800 hasta hoy". bemos hacer es si, dado que la realización ha fracasado,
La consecuencia fundamental que deducimos de su es posible que alguna vez se hiciera realidad, del mismo
postura ante la arquitectura moderna es paralela a la intui­ modo que, tras la caída del muro de Berlín, se alzal'on vo­
ción que hizo explícita en su primera conferencia: ¿la abe­ Ces afirmando que el comunismo en tanto que proyecto de
rración en que degeneró el modernismo arquitectónico una sociedad más igualitaria podria ser perfecto, pero que
fue culpa del propio movimiento, en tanto quc> ideal, o de la realidad fáctica lo había traicionado.
las realizaciones posteriores? ¿El proyecto de la arquitec­ que Habermas propone una posibilidad de recupe­
tura moderna era también un proyecto inacabado, había ración de la modernidad: la teoría de la acción comunica­
sido traicionado en un momento determinado? tiva, que fue la causa de una larga polémica con Lyotard y
Del mismo modo que había hecho con la modernidad, con el filósofo Gadamer. Mediante esta teoría, recogida en
Habermas se veía en la necesidad de mirar atrás e ir a los su obra Teoría de la acción comunicativa, pretendió oponerse
orígenes del Movimiento Moderno paI"a contestar a estas a las teorías postestructuraHstas del significado y afirmar
preguntas; para ello, esbozó en esta conferencia toda una la posibilidad de recuperar la razón, de llegar a acuerdos
historia de la arquitectura moderna, y deiendió sus prc>­ válidos y a un consenso universal.
supuc>stos, pues fue la única respuesta arquitectónica que La racionalidad moderna que se ha criticado, dice Ha­
tuvo la fuerza crear sus propios modelos a partir del ra­ bermas, es una racionalidad propia de la razón centrada
cionalismo occidental; a la realidad de que se convirtió en en el sujeto, una razón que encuentra sus normas en cri­
un clásico desde la nada, rechazando la tradición anterior, de verdad y éxito. Sín emba."go, el proyecto de
traspasando las fronteras nacionales. la modernidad se puede retomar en el momento en que
Pero se convinió en un f¡·acaso, porque la realidad es cambiamos la razón subjetiva por la razón comunicativa.
que un movimiento que logró dar respuesta a estos desa­ Se trata, en fin, ele una racionalidad distin ta, tanto por
fíos degeneró paradójicamente en algo peor que aquello su naturaleza como por su objeto. Lo que hay que hacer,
contra lo que luchaba, en la alienación del índividuo por concluye, no es renunciar a la modernidad, sino interpre­
tarla de nuevo en r·elación al nuevo concepto df" racíona­
10 t:liJízo Id versión lradudd¡¡ al casl~lIano y publícada en 191'4 por Rrl'ista dr
Ocml,."tp (n," 42, pág~. 7-2H). liclarl que él propone, la razón comunicativa, una razón

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94 ¿QUE ES LA POSMODER."'lIDAD? 95
LA NOVEL" F.SPANOLA POSMODFR:-;A

que no es pura, sino encarnada en relaciones de acción Esta intuición cristalizó en la conferencia "El posmo­
comunicativa y no separada de la vida. dernismo y la sociedad de consumo"I], texto que se con­
En conclusión, Habermas afirma la necesidad de des­ virtió en el cuerpo cen tral de su posterior ensayo "Posmo­
dernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío", pu­
andar el camino filosófico de la modernidad hasta el pun­
blicado en la primavera de 1984 en New Lf!ft Review, con el
to de partida para analizar en qué momento su proyecto
que Jameson iniciaría toda su explicación comprehensiva
tomó una vía equivocada hacia la posmodernidad. Esto le y global sobre la posmodernidad.
convierte, directamente, en un filósofo de la posmoderni­ Jameson parte de una nómina de autores señalados
dad contra la posmodernidad: está inserto en la episteme como posmodernistas, de los que destacará en repetidas
posmoderna, pero critica las conclusiones a las que han ocasiones a john Cage, john Ashbery, Philippe Sollen,
llegado los filósofo:;¡ en cuanto a la imposibilidad de verdad Robert Wilson, Andy Warhol, Philip Glass, Ishmael Reed
y fundamento universales'. relaciona así con los filósofos y Michael Snow.
que abogan por un regreso a los ideales de la modernidad Todos estos autores comparten, según jameson, los
previa asunción de la crítica posmoderna, que afirman dos rasgos fundamentales del posmodenlismo: la reacción
que la modernidad es un proyecto incompleto. afirmación contra formas establecidas del modernismo clásico -la
incorrecta según el teórico que, desde mi punto de vista, poesía de Pound, Eliot o Wallace Stevens; el estilo interna­
supo comprender y explicar mt:jor la posmodernidad: Fre­ cional de Mies van der Rohe, Frank Uoyd Wright. Le Cor­
ddc jameson. busier; la música de Stravinsky; la novela de joyce, Proust y
Ya mendoné, al abordar la historia del concepto posmo­ Mann- y la difuminación de límites anteriormente claros,
dernidad, que Jameson pronundó su primera conferencia como aquel que separaba la cultura superior y la cultura
sobre la posmodernidad en otoño de 1982, en el vVhitney popular o de masas, al incorporar textos paraliterarÍos en
Museum of Contemporary Arls: "Posmodernismo y socie­ las obras.
dad de consumo". En aquel momento, el crítico era ya 11 Utilizo la versión de esta conferencia que considerl> más .::ercana al original,

considerado una de las mentes más preclaras de la crítica aquella publícarla en la anlOlogía de Hal Foster The Á 1!ti-Ae,fthetíc. 1:.55")'5 Ort Post­
ti teraría marxista. modern Oulture de 1983. traducida al español por Jodí Fíbla y publicada en 1985
por la editorial Kairós con el título La posmodernídad, antología que recoge otros
Como indica el propio jameson en Teoría de la posmoder­ {.extos fundamentales sobre la posmodernidad de. entre ()tro~, .lean Baudrillard.
nidad (1991: 321 y ss.), tres elementos funcionaron como Jürge-n Habermas, Edward W. Saíd o el propio Ual Foster. Esta conferencia será
ampliada por Jameson y p\lblicada como en.~ayo en 19B4 en la revista Ne:w l.eft Re­
catalizadores para que comenzara a intuir que el capitalis­ uil!W bajo el ti lUlo "Poslmodernism or the Cultural I.ogic {)fLate Capitalism"; de
mo posterior a II Guerra Mundial suponía una ruptura este ensayo, utili7.o la traducción al español de José Luis Pardo Torío, publicada
por la editorial Paidós en 1991. EK;ste otro ensayo dcJ<lmeson titulado también
con respecto al pasado y sus antiguos modos de organiza­ "El posmodernísmo y la socieoad de consumo", combinación resumioa oe lo"
ción del capital. El primero, las propuestas de dos autores dos primeros textos, pul>licado originalmente en ]988 en una compilación de
fundamentales: El capitalismo tardío de Ernest Mandel y los E. Ann Kaplan (l'ostmodernísm a7ld lis Dismntf'nts: Themies, f'mc!irPs) y recogido
cn el volumen recopila torio oe 1998 1 he Cu.(tural Turn. que recoge los textos
escritos de BaudriJlard sobre el papel del simulacro en el fundamenlales ti.. Jameson sobre el posmodernismo, traduddo al español por
imaginarío cultural del capitalismo contemporáneo. El se­ llorado Pons en 1999 y publicado por Ediciones Manantial (El giro cultural).
Del mismo modo, existe una segmllla versión del ensayo "Po.lInorlermsm OT !.he
gundo, su traslado a finales de los setenta a la universidad Cultural Logic of r .at.e Capitalism ", re-vi.•arla V ampliada por .,¡ propio Jameson.
de Yale. donde enseñaban algunos de los arquitectos más en la recopilación que hizo en 1991 de sus artículos más imponant.. ~, rel:ogido~
importantes de la polémica entre modernismo y posm.o­ todo~ bajo el título común de Postmodernism, or the Cultl1mll,obrit u/Late Capilall"~m,
traducida al f:spaiioJ por Celia Monto¡¡o Nicholsoll y R.lmón de-l Castillo.}' publi­
dernismo: Venturi, Scully y Moore. El tercero, el encargo cado con ellítu!o Teoría de la po,<!mod.ernrdad por 1....dill)l"ia! Trotta en 1996. ESld
en 1982 de una introducción a la traducción inglesa de La segllllda versión t's c{)illcid~'nte con la prilncra e ¡ncluyr. respue;,Las de Jall1e-~on,
condición postmoderna de Lyotard. casi si{"[)lpTe en not;\ a pi", de pág'ina. a art.ículos de Olros críticos escritos a raiz
(1<: la pJ'Ímel'a publicación del ellS<l}O.

96 L\ "JOVEIA FSPAÑOLA POSl\tODERNA ¿QUF. ES I.A POSMODERNIDAD? 97

Para]ameson, el modernismo ha terminado, y su final En "El posmodernismo y la sociedad de consumo", ja­


se sitúa en expresionismo abstracto en la pintura, el meson limita la descripción de esta nueva expresión a 10
existencialismo en la filosotIa, las formas finales de la re­ que para él son sus dos rasgos más importantes, referentes
presentación en la novela, las películas de los grandes au­ a la percepción del espacio y del tiempo: el pastiche y la
teurs o la modernista en poesía" (F. ]ameson, 1984: esquizofrenia. Y estos dos rasgos formarán panc, en "Pos­
10). modernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío", de
El inicio del posmodernismo se establece, entonces, los cinco constituyentes fundamentales del posmodernis­
como recusación del modernismo, especialmente en el mo: una nueva supcrficialidad, relacionada con la nueva
campo de la arquitectUl'a. Sin embargo, el posmodernis­ cultura de la imagen y del simulacro; el debilitamiento de
mo no es únicamente una cuestión relativa al arte, no es la hístoricidad, relativa tanto a la historia oficial como a la
un estilo más, sino una hipótesis de periodización histó­ nueva temporalidad individual de estructura esquizofréni­
rica. Tal como he afirmado al comienzo de mi trabajo, el ca; un subsuelo emocional nuevo, explicable a partir de
postnodernismo es la consecuencia en arte de una nueva las ant.iguas de lo sublime de Burke y Kant; la
influencia de las nuevas tecnologías como consecuencia
episteme: la posmodernidad.
del orden internacional globalizado y multinacional del
Jameson sigue las teorías propuestas por Ernest Man­
capitalismo tardío; y la nueva experiencia del espacio ur­
del en El capitalismo tardío, según las cuales el capi talismo
bano, que dará pie a las reflexiones de jameson acerca de
avanz.ado, consumista o multinacional, propio de la pos­
la posibilidad de un arte político radical.
modernidad, es la ú1thna de las tres revoluciones de la tec­ La nueva superficialidad es <:jempJificada por jameson
nología engendradas por el modo de producción capitalis­ a partir del análisis comparativo de dos cuadros, el primero
ta a partir de la primera revolución industrial de fines del modernista y el segundo posmodernista: Un par de botas de
siglo XVIII. Van Gogh y Zapatos de polvo de diamante de Andy WarhoJ.
El posmodcrnismo resulta, en tonces, la expresión esté­ La obra de Van Gogh se ofrece, desde el punto de vista
tica de una nueva realidad social; económica y cultural que hennenéutico, como un "acto compensatorio":
obedece a las leyes del capitalismo tardío y multinacional,
la translbrmadón, espontánea y v;olenta, del mundo oqjetívo
un nuevo orden internacional gobernado por el arte esta­ campesino en la más glodosa materialización del color puro
dounidense globalizado. en el ha de entenderse como un gesto utópico: un acto corn­
Como pauta cultural, el posmodernismo difiere del termina produciendo todo un nuevo n:ino utópico
modernismo, fundamentalmente, en el momento en que o al menos para el sentido supremo -la visi(m.lo
el arte, lejos de oponerse subversÍvamente al sistema, como visual, el que reconstruye para nosotros una suene de espacio
cuasi-au tónomo y autosuficíente (iUd.: 25).
hada en la modernidad, va de la mano con la cultura ofi­
cial, la cultura de la "sociedad del espectáculo" o "sociedad La obra de Van Gogh y, por extensión, el modernismo,
de la imagen" gobernada por los medios de comunicación es un síntoma de una realidad más amplia que oculta una
de masas. Aun cuando existan rasgos comunes entre mo­ verdad última. verdad que ha de ser desvelada mediante
dernismo y posmodernismo, como luego veremos, su sig­ una lectura hermenéutica. Sin embargo, los 7..apatos de pol­
nificación y su función social son radicalmente distintas. vo de diamante remiten a la mcrcantilización de la realidad
posmodernismo responde, en Hn, al concepto de en la fase de transición al capitalismo avam:.ado y hacen
norma hegemónica o de lógica cultural dominante: no imposible el acto hermenéutico; se relacionan con una
todo el arte actual puede ser descrito como posmodernis­ superficialidad que es consecuencia de la mutación del
ta, pero todo al final remite al posmodernismo, por seme­ mundo objetivo en un cOl~junto de textos y simulacros, y
janza o por oposición. de la nueva disposición del sujeto ante este mundo, una

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98 LA NOVELA ~SI'AÑOLA POSMODERNA ¿QUÉ ES LA POSMODt:RNIflAD? 99

superficialidad opuesta por completo al impulso utópico El pastiche se define en relación pero también en opo­
de la modernidad: sición a la parodia. Para Jameson, la parodia, en tanto que
Es <.:omo si estuviéramos asistiendo aquí a la inversión del gesto utó­ imitación estilística que se burla del original, necesita de
pico de Van Gogh: en la obra de este último, un mundo quebranta­ la existencia de un "lenguaje normal" que funcione como
do se transtbrma en la estridencia cromática de la Utopía merced elemento comparativo del lenguaje individual que se quie­
a un fiat nietzscheano o a un acto de voluntad. Aquí [en el cuadro
de WarholJ, al contrario, parece como si se hubiese arrancado a las re mimetizar. Pero en el momento en que la alta especifi­
cosas su superficie externa y coloreada -degradada y contaminada cidad de los lenguajes individuales modernistas produce la
de antemano por su asimilación a las lustrosas imágenes publicita­ negación de la existencia del lenguaje normal, de la nor­
rias- revelando a5í el substrato inene en blanco}' negro del negati­ ma y de} discurso ordinario, en el nlOmento en que la plu­
vo fotográfico que subyace a ellas (ibid.: 29-30).
ralízación y la heterogeneidad de lenguajes ha llegado a su
La mercantilizacíón de objetos y sujetos en la posmo­ punto extremo en una sociedad fragmentada lingüística­
dernidad conlleva una pérdida de afectividad, un giro en mente, la parodia se hace imposible y aparece el pastiche:
la dinámica de la patología cultural con respecto a la mo­ El pastiche, como la parodia, es la imitación de un estilo peculiar o
J

dernidad que ]ameson denomina "el ocaso de los afectos único, llevar una máscara estilística. hablar en un lenguaje muerto:
en la cultura posmoderna" (ibíd.: 30). Conceptos propios pero es una práctica neutral de esa mímica, sin el motivo ulterior
de la episteme moderna como angustia, alienación, histe­ de la pat'odía, sin el impulso satirico, sin risa, sin ese scntímiento
ria, neurosis, aislamiento radical, anomia, soledad o rebe­ wdavía latente de que existe algo normal en comparación COJI lo
cual aquello que se imita es bastante: cómico. El pastiche es parodia
lión individual ya no son apropiados para definir la sensibi­ neutra, parodia que ha pe-rdido su sentido del humor (F.]ameson,
lidad posmoderna: han sido sustituidos por la esquizofre­ 1982: 170).
nia, la fragmentación, la autodestrucción y la muerte del
sujeto en tanto que final del yo o del individuo autónomo La imposibilidad de la parodia y el reinado del pastiche
burgués. sólo son posibles, por tanto, en el momento en que la afir­
Pero con la muerte del sujeto no sólo se ha dado el mación de un lenguaje individual se hace inverosímil, del
final de sus psicopatologías, ese "ocaso de los afectos" que mismo modo que la imposibilidad de la mímesis realista
describe jameson, sino también el fin de un estilo único se hace patente cuando el concepto de realidad deja de
y personal, base fundamental de los ideales colectivos de existir, destruido por la hipcnealidad.
vanguardia política y artística, puesto que necesita de la La estética modernista estaba basada en la concepción
subjetividad centrada paTa existir. Ha sido sustituido por la de un yo único que genera una visión de mundo y un estilo
primacía de la reproducción mecánica. únicos e inimitables; el pastiche, en cambio, sólo es posible
Del mismo modo, la pérdida de la afectividad conlleva en la era de la muerte del sujeto, del fin del individualismo
el abandono de Jas grandes temáticas modernistas de la en cuanto tal. El arte posmoderno se ocupará sustancial­
temporalidad, puesto que mente de expresar, temática y formalmente, el fracaso de --J
habitamos hoy la sincronía más que la diacronia, r... 1 nuestra vida lo nuevo y el fin de la estética individual; este es el funda­
cotidiana, nuestra experiencia psíquica y nuestros lenguajes culcu· mento de lo que ]ameson denomina "cine nostálgico" o
rales están actualmente dominados por categorías más espaciales
que temporales, habiendo sido estas úlLimas las que- pl'edomina­ mode rétro: American Grafftti de George Lucas, Chinatoum de
ron en el período precedent.e del modernismo propiamente dicho Roman Polanski o El confm7nista de Bernardo BertoJucci,
(íúíd.: 40). pero también La guerra de las galaxias o En busca del arca
Las relaciones de la posmodernidad con el tiempo, con perdida.
el pasado, estarán marcadas, según ]ameson, por el pasti­ En un mundo convertido en imagen de sí mismo, en
che. espectáculo, en hiperrealidad, el pasado se ha convertido

10.."

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100 lA :-.JOVELA ESPA.J\;(HA I'OSMnD~.RN.\ ¿Qt:t: ES L\ POSMODERJ.;IDAD? 10 (

en "una vasta coll~ccíón de imágenes y en un simulacro fo­ Dado que el esquizofrénico no [iene identidad perso­
tográfico multitudinario" (F.Jameson, 1984: 46). Laexten­ nal, carece también de proyecto, puesto que este implica
sión del pastiche en la interpretación del pasado conlleva una continuidad a 10 largo dd tiempo, lo que le hace vivir
la muerte de la historia, suplantada por un hístoricismo arrojado a un presente que se experímenta como irreali­
que convierte al pasado en simulacro, en una "copia idén­ dad, como pérdida de sentido: perdido el significado, el
tica de la quejamás ha existido el original" (ihíd.: 45), hasta significante se convierte en imagen. Esto es lo que, para
el punt.o de que no ~ól() Se ha puesto entre paréntesis el jameson, ímplica la música posmoderna de John Cage o
pasado en CUétnto a referente, sino que ha desaparecido, una tendencia pictórica que parecía recuperar la tradi­
convertído en textos susceptibles de utilización, mímesis ción de la representación mimética, tras el expresionismo
y juego. Todo esto, que ahora vemos sólo como teoría, se abstracto: el fotorrealismo. Los cuadros fotorrealistas no
hará carne en b metaficción historiogrática, en Fabulosas representan el mundo exterior, sino una imagen o una fo­
narraciones por historias de Antonio Orejudo y en La parábo­ tografía del mismo. Son imágenes soh¡'e otras imágenes.
la de Carmen la Reina de Manuel Talens. De todo ello se deriva la imposibilidad del realismo
Pero no sólo es el pasado el que ha sufrido la inv'asión y ele la mímesis histórica en un mundo que ha perdido
del pastiche: la posmodernidad tampoco es capaz de 're­ la capacidad de distinguir el presente del pasado, ambos
presentarse el presente si no es a través de las imágenes convertidos en simulacros, en imágenes. La obra de arte
que tiene de sí mismo, confundiendo pasado y füturo en posmoderna será, al igual que el sujeto que la produce,
un solo presentt> plano, Por ello señala Jameson que aún fragmentada, discontinua y heterogénea.
más sintomáticas resultan aquellas muestras cinematográ­ 'El posrnodernisrno propone un nuevo modo de per­
ficas actuales situadas en el Inundo contemporáneo, como cepción adecuado el la nueva realidad que quiere expre­
Fuego en el cuerpo de Lawrence Kasdan, que interpretan la sar: a un mundo fragmentado corresponde una manera
realidad presente del mismo modo nostálgico, como si fué­ fragmentada de percibirlo. Este nuevo modo lo que
ramos incapaces de analizar nuestro presente sin el filtro jameson denomina "diferencia radical", una percepción
de las representaciones estéticas del pasado, el cual, al mis­ cercana al collage cubista que responde a la euforia ya los
mo tiempo, ya no recuperable sino a través de imáge­ nuevos afectos o "intensidades" provocados por la esqui­
nes y estereotipos, anulando las distancias entre pasado y zofrenia. El efecto estético que produce es de júbílo o "re­
presente. gocijo alucinatorio" ante lo superflcial, un efecto bastante
El pastiche se completa, en tanto que estrategia cog­ paradójico cuando nos damos cuenta que, como en el
noscitiva y expresiva de la posmodernídad. con la esquizo­ cuadro de Warhol, el contenido de las representaciones
frenia, en el sentido de una ruptura en la relación entre gira en torno a la mercantilización de sujetos y oqjetos.
significantes, lo que provoca la imposibilidad de sentido. Esta nueva forma de percepción, la diferencia radical
El esquizofrénico no puede ordena,- coherentemente el que provoca esa euforia o júbilo ante lo superficial, es de­
presente, el pasado y el futuro no sólo de la frase, sino nominada por jameson lo "sublime histérico", lo "sublime
también de su propia identidad, de su vida psíquica: ya no tecnológico o posmoderno". trata de un proceso me­
diante el cual el texto posmodernista trata de represen­
puede concebir su identidad como algo estable, como algo
tar estéticamente las máquinas de reproducción y simu­
que persiste a lo largo del tiempo. y se ve arrojado a "vivir
lación -ordenadores, te1evisión- propias de la tecnología
en un presente perpetuo con el que los diversos momentos
de nuestros días, del capitalismo avanzado, consumísta o
de su pasado tienen escasa conexión y para el que no hay
multinacional, diferentes de las máquinas de producción,
ningún futuro concebible en el horizonte" (1-: Jameson,
representadas por los fururistas, propias del capitalismo
1982: 177).
anterior, propio de la modernidad,

,.
r"

102 I.A NaVEtA ESPAÑOlA POSMOOF.RNA ¿QUÉ ES LA POS\-IOOF.RNlDAO' 103

Sin embargo, paraJameson, no es la tecnología la que Es decir, la posmodernidad no es simplemente la opo­


ha provocado la ruptm'a con respecto a la modernidad, sición a la episteme precedente, sino que supone una nue­
sino el nuevo capitalismo avanzado. La~logía ('!clndº--:­ va visión de mundo que parte de la continuación de un
_~~mo símbolo, como ~sib!!idad_ª~,_repres~,n_t~~iÓQ. d_e, cierto tipo de modernidad que SimÓn Marchán Fiz (] 986)
,,~si de pQO.er ):' controrcrd sistema capitalista multinacio­ denomina "modernidad otra", aquella que se sitúa en los
naL De este hecho deriva la nueva narrativa, denominada límites de la modernidad ortodoxa y triunfante.
porjameson "paranoia de la alta tecnología", que tematiza El posmodernismo expresa la lógica de este nuevo sis­
teorías de la conspiraciÓn, expresión directa de lo sublime lema mediante lo que jameson considera un único tema
posmoderno. principal que aúna los anteriores rasgos de pastiche y es­
Los elementos que configuran el capitalismo avanzado quizofrenia, la "amnesia histÓrica":
son el mercado y los medios de comunicaciÓn de masas. la desaparición de un s('ntido de la historia, la forma (~n quC'
La simbiosis entre el mercado, estructura totalizadora de todo nuestro sistc-ma sodal ('ont~mporáneo ha empezado poco a
la sociedad posmoderna, y los media lleva a la desaparición poco a perder su capacidad de retener su propio pasado, ha elllp~
gradual del lugar físico del intercambio de mercancías, zado a vivir en un presente perpetllo yen un perpeluo cambio que
arrasa u'adiciones de la clase que todas las a!~ teríores formaciones
permitiendo la existencia de fenómenos CalDO la venta sociales han tenido que preservar de un modo u otro (F. Jameson,
por Internet o por televisiÓn, y a una tendencia vez 1982: 1
más marcada a identifical" la mercanCÍa con su imagen, su
marca o lago. La transformación de la realidad en imágenes que su­
Llegamos así a un nuevo tipo de consumo. Ya no se pone el pastiche, junto a la fragmentación del tiempo en
consumen productos, sino la propia idea de mercado, La una serie presentes perpetuos impuesta por la esquizo­
imagen, por tanto, es la forma final de la rcificación de la frenia, conforman una sociedad amnésica gobernada por
mercancía en un mundo regido por el sistema del capita­ los medios de comunicación, cuya función informativa
lismo avanzado, en el que el referente ya no existe. sería, paradÓjicamente, la de ayudar a olvidar. haciendo
Una vez descritos los rasgos fundamentales del posmo­ que el presente se convierta rápidllillente en pasado, sus­
dernísmo, jameson se hace una pregunta fundamental: tituyendo los hechos actuales por hechos históricos y así
¿realmente esto es algo nuevo? De esta manel'a, el crítico indefinidamente.
afronta de plano la polémica entre modernidad y posmo­ No sólo es el tiempo el que ha cambiado radicalmente
dernidad, partiendo de la afirmación de que los rasgos que con la nueva cpisteme: junto a la amnesia histórica, junto
ha enumerado como propios de la episteme posmoderna a la incapacidad de distinguir el pasado del presente y la
no son nuevos, sino que, en gran parte, habían caracteriza­ nueva percepción de diferencia eufórica que conlleva, el
do el modernismo. espacio ha sufrido una mutación radical, reconvertido en
La respuesta a la pregunta es contl.lndentemente afir­ un "hiperespacio" que propone la ampliaciÓn de nuestra
mativa: el posmodernísmo, es algo nuevo porque supone sensibiBdad hacia nuevas dimensiones para las que nues­
la transformación de elementos que habían sido secunda­ tra percepciÓn, formada en el espacio modernista, no está
rios o menores en el arte modernista, en rasgos centrales preparada.
y dominantes de la producciÓn cultuml posmoderna, del Jameson analiza el hotel Bonayenture del arquitecto
mismo modo que, para Brian McHale, el posmodernismo John Portman, construido en Los Angeles en 1977 y con­
narrativo no es más que un camhio de dominante con res­ siderado uno de los paradigmas del posmodernismo, para
pecto al modernismo: de lo epistemológico a 10 ontológi­ concluir que, al fin y al caho, el hiperespacío no es más que
co, como veremos más tarde. otro símbolo del capitalismo avanzado, como lo es la tec­

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104 LA NOVEL.'. ~,SPAÑOLJ\ POSMonFRNA ¿QUF. ES LA pOSII,rODERNIDAD? 105

nologia, puesto que representa la incapacidad del sujeto versivo, se halla dentro del sisr.ema_ ¿Qué posibilidades hay,
posmoderno de ubicarse en un espado ordenado. entonces, para una política cultural radical?
Este concepto de "hipcrespacio" seráampJiamente ana­ E] crítico aboga por la recuperación de la función pe­
lizado por jameson en su artículo "Equiva1entes espaciales dagógica y didáctica del arte para que sea capaz de ayudar
en el sistema mundial", recogido en el volumen recopila­ al SlÜeto i:l reubicarse en este tiempo amnésico y en este
torio Teoría de la posmodemidad (1991: 127-154), a partir del hiperespacio posmodernos por medio de la invención y el
aná1isís de la casa de Frank Gehry en Santa Mónica (Cali­ diseño de mapas cognitivos globales, socíales y espaciales
fornia, 1979). que devuelvan al individuo una representación válida de
jameson concluye su ref1exión en "El posmodernismo su lugar en el sistema global. Pero esto sólo será posíble si
o la lógica cultural del capitalismo avanzado" con un lla­ el hipotético nuevo arte político asume totalmente la pos­
mamiento a evitar la condena moral del posmodernismo_ modernidad y el espacio mundial del capilal multinacio­
Como veremos en seguida al analizar las actitudes ante la nal, y a la vez fuerza la ruptura con él, de tal manera que
posmodernidad, la mayor parte de los críticos, siguiendo podamos superar, como s~jetos individuales y colectivos,
sus propias premisas políticas de izquierda o de derecha, la confusión espacial, temporal y social en la que estamos
se ocupan del fenómeno de la posmodernidad y d,-~ sus sumidos.
realizaciones estéticas partiendo de un posicionamiento Esta postura conciliadora y profundamente esperanza~
ideológico, a favor o en contra de la nueva episteme. Pero, da de Jameson es posible gl-acias a su propia formación
como afirma jameson, como crítico marxista, que aúna el deseo de analizar o~je­
tivamente la realidad e interpretarla de forma comprehen­
si el posmoderní.'¡mo es un fenómeno hh.tórico. todo intento de
dar cuenta de él en términos de juicio moral o moraliz:anle debe
siva. Así se anula cualquíer posibílidad de maniqueísmo,
identificarse en úl Lima instancia como error categorial. Y todo ello por lo que sus análisis, enormemente productivos, han
resulta más palmario sí nos preguntamos por eI' estatuto del mora­ sufrido el rechazo y la critica más acerba tanto por parte
lista y del crítico de la cultura: el primero, como todos nosotros, de la derecha como, a pesar o precisamente a causa de su
está tan profundamente inmerso en el espacio posmoderno, tan base ideológica marxista, de la izquierda. Pero también se
intrínsccamt:'nte afectado e infectado por sus nuevas categorías cul­
turales, que ya no puede permitirse el lujo de la crítica ideológica
han convertido en modelo de equilibrio y sosiego para los
a la antigua, la indignada denuncia moral de lo otro (F. Jameson. críticos que se han negado a situarse en las filas de los que,
1984: 103)_ más adelante, denominaremos, siguiendo la terminología
de Umberto Eco (1965), "apocalípr.icos" e "integrados".
El comentario no puede ser más acertado cuando la El resultado final de esta concepción coherente y to­
polémica entre modernidad y posmodernidad suele estar talizadora supuso un triunfo, ya que la posmodernidad,
polarizada en detractores y defensores radicales. Lo que ja~ hasta entonces encerrada en un concepto neoconservador
mesan exige, con mucha razón, es la capacidad de analizar de la derecha, pudo ser entendida como una posibilidad
dialécticamente un fenómeno que es real con la dosis justa factible para la izquierda revolucionaria. Y, al mismo tiem­
de optimismo y rechazo que requiere_ Cuando se haya rea­ po, amplió la comprensión de la posmodernidad desde un
lizado el análisis segÍln este principio, el crítico será libre punto de vista global, por encima de cualquier separación
de expresar su opinión personal y de proponer alternati­ geográfica, puesto que, a pal-tir de los años ochenta, Jame­
vas, como hace el propio Jameson al esbozar la posibilidad son dirigió m mirada hada culturas y regiones fuel-a de
de una política cultural radical mediante una "estética de Occidente_
los mapas cognitivos" (ibíd.: 113), en una sociedad en la Pero su posición teórica cambió, desde una postura que
que todo, hasta lo más abiertamente contracultural y s1.d)­ podríamos describir como optimista, hacia una pesimista.

106 I.,A NO\rELA ESPAÑOL'" POSMODERNA


r"
¿QUE t:S LA POSMODERNIDAD? 107

Al analizar la evolución de la posmodernidad en los años cuando afirme que la narrativa espaflola de Jos noventa y,
noventa, en ensayos como Las liemillas del tiempo (1994) o El en general, la estética, ha dejado de ser posmoderna para
giro cultural (1998) ,jameson seiialó que la posmodernidad convertirse en "neomoderna".
parecía haber asumido las teorías de Habermas: ante el En definitiva, todos los filósofos de la posmodernidad,
miedo al vacío propuesto por el pensamiento posmoder~ no importa la postura que tomen ante ella, señalan el de­
no originaría, la respuesta generalizada se había indinado rrumbamiento de las viejas creencias y el vacío absoluto
hacia un intento de recuperar la modernidad en tanto que ante su desaparición a partir de 1968: la posmodernidad,
proyecto falseado e inacabado. Es la reflexión fundamen­ en tanto que visión de mundo, deconstruye, pero no re­
tal de su artículo "Transformaciones de la imagen en la construye. Será el individuo el que tenga que tomar la de­
posmodernidad": la constatación de una cierta resurrec­ cisión de reconstruir o de celebrar el vacío total
ción de aspectos de la modernidad que en teoría habían Ante el panorama descrito, muchos han sido los teóri­
quedado anulados por la posmodernidad. cos y críticos que han puesto en relación la posmoderni­
La sociedad posmoderna de los noventa, diceJameson, dad con otros períodos de crisis: el Barroco, el fin de siecle
está sumida en una "plebeyización" que ha conducido al decimonónico, el milenarismo... Y, en general, las actitu­
aumento radica) de las diferencias, en vez de conseguir des ante la nueva situación pueden ca1ificarse de apoca­
una democratización igualitar'ia. Han regresado temas que lípticas y, sobn:" todo, de radicales. La polémica fue, desde
habían estado prohibidos en la primera posmodernidad el principio exaltada, y 10 sigue siendo: sus protagonistas
de los años ochenta por ser propiamente modernos: la po­ transitan desde la exaltación absoJuta hasta la negación,
sibilidad de restaurar la ética y la política, el retorno del incluso, de la existencia de la posmodernidad. Una visión
sujeto y el redescubrimiento de la estética. sosegada, tranquila y conciliadora es difícil de encontrar,
Pero, por otro lado, Jameson afirma, con razón, que aunque comprobaremos en seguida que las hay: curiosa­
esta supuesta vuelta a contenidos de la episteme mode~!l'! mente, en el contexto cuhural español.
- .no puede_ ser mas posmoaerna, puesto que eS~E~~t!che -.
puro:
Las obras más recientes, que parecen censurar las frivolidades de In 1.5. ACTITUDES ANTI<: LA POSMODI!:RNIDAD: LA POLÉMICA EN
posmoderno con su retorno a los textos v('rdaderamente serios de un ESPAÑA
pasado más saludable, son en sí mismas posmodcrnas. en el sentido
de que proponen el más puro pastiche de esos textos más andguos: La publicación y divulgación en 1984 del ensayo pro­
pastiches posmodel'nos de una ética}' una filosofía anteriores, pasti­
ches de las 'teorías políticas' anteriores, pastiches de las teonas de la gramático de Jameson, "El posmodernismo o la lógica cul­
modernidad -la reposición indistinta y no paródica de un discurso tural de) capitalismo avanzado", ocasionó una discusión
y una conceptuaJidad más antiguos, la <:iecudón de las anteriores alcance internacional entre los críticos que, hasta ese
movidas filosóficas cuma si todavía tuvieran algún contenido, la reso­ momento, se habían dedicado al problema teórico de la
lución ritual de 'problemas' que desde hace tiempo se convirtieron
en simulacros, el discurso de sonámbulo de un sujeto hace ya mucho
posmodernidad. La primera crítica que se le hacia consis­
hislóricamente extinguido- (F.Jameson, J998: 135-136). úa en que no dejaba de ser paradójico el hecho de que el
análisis que realizaba de una realidad que él mismo veía
Parece, en fin, que los años noventa recuperan la mo­
profundamente fragmentada fuera "totalizador"', sobre
dernidad al estilo habermasiano de proyecto incompleto,
todo en el sentido arústÍCo.
como vimos anteriormente, pero J"::meson reítera la impo­
Jarneson respondió afirmando que la única forma que
sibilidad de esta pretensión: no hay marCha atrás, Será la
tenía de afrontar el problema de la posmodernidad era
respuesta que daremos a la propuesta de Gonzalo Navé!jas,
nombrarla, en el sentido de pensar históricamente sobre

108 LA NOVElA ¡';SPAÑOLA PUSMODERNA



r
¿Quf: ES [A I'<)SMODERNIDAD? 109

ella, y la única manera de pensarla erd buceando en las cau­ de declararse a favor de la modernidad no implica auto­
sas más profundas de la nueva episteme, es decir, el nuevo máticamente una postura progresista, pero tampoco lo
modo de producción del sistema capítalista avanzado, contrario, y lo mismo puede afirmarse con respecto a la
La segunda crítica. mucho más acentuada si cabe, se re­ posmodern ¡dad.
lacionaba con el rechazo deJameson a analizar la cuestión Según David Lyon (1994: 131), las posturas ante la pos­
de la posmodernidad desde posturas moralizan tes. Una modernidad parecen sintetizarse, a grandes rasgos. en tres
de las respuestas del propio crítico consistió en la ."edac­ actitudes aparentemente irreconciliables: la aceptación de
ción de un artículo, originalmente titulado "The Politícs uf la posmodernidad, la reafirmación de la modernidad y el
Theory: Ideologícal Positions in the Debate", publicado en regreso a la premodernidad. El análisis de estas tres pos­
la revista New German Critique en otoño de 1984 12 , turas nos servirá para adentrarnos en la polémica de la
En este artículo,Jameson esbozó cuatro posturas gene­ posmodernidad en España.
rales relativas a las actitudes de los cdticos ante la posmo­ Hay autores que declaran que la modernidad nunca
dernidad. Las dos primeras se caracterizan por aceptar la debió haber comenzado, y defienden la recuperación de
existencia de una ruptura esencial con respecto a la mo­ filósofos previos al reinado de la razón, entre ellos Aris­
dernidad, aunque con valoraciones opuestas ante esta rwe­ tóteles o San Agustín. Pero es una postura muy minorita­
va realidad (antimodernos-proposmodernos, entre los que ria: resulta poco menos que imposible regresar a la pre­
destacan Ihab Habib Hassan, CharlesJencks o Tom Wolfe, modernidad y olvidar la existencia de la modernidad y la
y promodernos-antiposmodernos, con Hilton Kramer y su posmodernídad. No obstante, la reutilización parcial de la
revista The New Criterion a la cabeza, junto aJürgen Haber­ filosofia premoderna se da también en mósofos favorables
mas y su modernidad como proyecto incompleto), mien­ a la posmodernidad, como Lyotard. Foucault o Derrida.
tras que las dos úhimas consideran a la posmodernidad en relación con lo que Garda Berrio (1994) denomina "el
no como una ruptura histórica, sino como una intensifica­ mito estético posmoderno": la recuperación de un tipo de
ción dialéctica del vit:.jo impulso moderno hacia la innova­ conocimiento mítico-simbólico no racional.
ción, es decir, una especie de ultramodernidad propia de La aceptación gozosa de la posmodernidad supone,
la nueva sociedad postinduslríal: Lyotard como defensor en principio, la celebración del caos y remite a la postu­
de una posmodcrnidad entendida como algo que precede ra que Umberto Eco (1965) designa como "integrados".
y prepara a la modernidad, y que ahora, con la., nuevas Por una parte, esta postura parece objetivamente correcta
condiciones que ofrece la sociedad postindustrial, puede desde el momento que los logros más positivos de la pos­
realizarse, y Manfredo Tefuri, con su postura desoladora e modernidad pueden resumirse en la liberación de ideas
implacable al considerar que la posmodernidad no es más preconcebidas y heredadas: la lucha contra la rigidez de
que una degeneración de lo peor de la modernidad, los parámetros modernos y la recuperación de formas
El resultado final de estas cuatro posturas dio pie aJa­ ignoradas o subestimadas, el desenmascaramiento de las
meson a la elaboración de un esquema combinatorio en el faladas ideológicas de los movimientos imperantes y sus
que designaba con signos de suma el carácter políticamen­ mecanismos de dominación mediante la deconstrucción
te progresísta de unas posturas, frente al carácter reaccio­ de su disCU1"SO.
nario de otras, señalado con signos de resta, Pero, al mismo tiempo que estos posmodernos inte­
Lo que quiero señalar al describir este esquema es la grados celebran la anulación de las jerarquías y las ideas
complejidad de las actitudes ante la polémica: el hecho impuestas como una liberación absoluta, caen en lo que
.. Existen dos ve'l·siones ele este .lflÍl:ulo traollddas al español. una en El giro critican; sus discursos pueden ser vistos también como me­
culturol (1998: 39-53) y otra 1"" Teon,¡ df' la po,moriernidad (}991: 8[>-96). Sigo la tanarraciones. ya que, en muchos casos, degeneran en la
segunda v.. r~iÓIl.

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L

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110 I A NOVElA ESPAÑOLA P()SMODERNA ¿QUÉ ES lA POSlllODER~Jl)AD? 111

mera autosatÍsfacdón o en un cinismo egoísta, rechazando Esta cuarta vía es la que proponen, en concreto, Patxi
de plano cualquier disensión o posibilidad de recupera­ Lanceros (1990), Alfredo Saldaila (1997), José Luis Brea
ción de supuestos modernos aprovechables con la acusa­ (1986), Javier Sádaba (1986), Teresa Oñate (1987), Rosa
ción de "políticamente incorrecta". María Rodríguez Magda (1989), Fernando Savater (1990)
La segunda postura, defendida por filósofos como () Patxi Lanceros (l990), y estaba de alguna manera im­
George Steiner, Fredric Jameson o J ürgen Habermas, plícita en Lyotard, si bien de una forma vaga y cercana
acepta parcialmente la crítica posmoderna, pero defiende al ensueño sin fundamento, pero también en Habermas
un reacoplamiento del mundo de la vida, rechazado por y su esperanza en un consenso intersubjetivo que permita
la modernidad, con la racionalización del sistema; implica la comunicación; en Vattimo, al proponer la asunción del
una defensa de los valores de la Ilustración y un rechazo pensamienlo déhil y. a partir de él, la posibilidad de una
del v"ldo posmoderno, pero puede caer también en la pos­ nueva no metafísica; y, desde luego. en Jameson.
tura radical de los "apocalípticos" de Eco. Para estos pensadores españoles, el pesimismo y la
Como radicalización de esta segunda postura, la nece­ trucci6n pueden llevar implícita la esperanza de creación:
sidad de un retorno a la modernidad, en el campo de la el nihilismo no tiene por qué implicar el relativismo abso­
teoría y crítica liTerarias, nos encontramos cc,n autores que lULO, sino que puede ser el punto de partida para la cons­
se sitúan en la línea universalista de Hans E. Gombrich o n"ucción de un mundo nuevo. Es decir, la posmodernidad
Northrop Frye, como Harold Bloom. con su polemica re­ posee dos aspectos, dos caras de una misma moneda.
vitalización de las jerarquías universales del gusto y la opi­ Ya lo he adelantado en otra ocasión: la posmodernidad
nión en El canon occidental (1994) o, en el ámbito español, se caracteriza por una tensión interna que nos permite ha­
Antonio García BerrÍo (1994)" blar de dos posmodernidades antagónicas pero comple­
Pero también existe una postura más aparte de las men­ mentarías, y esta dualidad paradqjica puede ser definida
cionadas por David Lyon: la visión sosegada y conciliado­ mediante los términos acuñados por Hal Foster en su in­
ra que, curiosamente, encontramos en ciertos autores del troducción a La posmodernidad (1983): una "posmoderni­
contexto cultural español, una postura que ni es apocalíp­ dad de reacción" y una "posmodernidad de resistencia",
tica en el sen tido de defensa de una modernidad que no se La posmodernidad de reacción, neoconservadora y tradi­
ha llevado a cabo, como diría Habermas, ni pretende vol­ cionalista,
ver atrás y recuperar una tradición perdida en el inÍcio de
se concibe desde un punto de vista terapéutico, por no decir cosmé­
la modernidad, ni celebra el final de las metanarraciones rico: como retorno a las verdades de la tradición (en arte, familia,
al estilo de los integrados, asumiendo el sistema del capita­ religión ... ). El modernismo reduce a un estilo (por ejemplo,
lismo tardío como el único mundo posible y hundiéndose el 'formalismo' o el 'estilo internacional') y se condena o suprime
en un vacío nihilista del que no es posible salir. Es la visión LOtalmenle como un error cultural; se eluden los elementos pre y
que encontramos en la reflexión sobre el posmodernismo posllIodernos y se preserva la tradírión humanista (H. Foster, J 983:
12).
y la posmodernidad de Teny Eagleton en The lllusions of
Postmodernism (1996) Y que existe curiosamen te en España. Sin embargo, el posmodernismo de t"esistencía, herede­
Ypuntualizo curiosamente porque España es uno de los po­ ro de ]ameson, al que se afilia Foster y. con él, los artículos
cos países de cultura occidental en los que la polémica de que recoge en su volumen recopilatorio La jJOsmodernidad,
la posmodernídad ha sido, en general, ignorada, minimi­ quiere cambiar el contexto social, es oposición al sistema.
zada o, directamente, despachada como una moda frívola es resistencia entendida como
y superficial creada por los medios de comunicación de
una COlltrapráctíca no sólo de la cultura ofidal del modernismo,
masas. ~ino también de la 'falsa nonnatividad' de un posmodernísmo reaL­

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112 LA 'l¡OVF.I A ESPAÑOlA POSMODf.RNA ¿Qcf: ES LA POSl\fODERl'iIllAD? 113

don ario. En oposición (pero no solam('lltc en oposición), un pos­ ignorancia consciente y generalizada hacia la polémica en
modernismo resisr.cnte se interesa por una deconstrucción crítica Espana? Tendremos que acercarnos, como lo hícimos más
de h\ tradición, no por un pastiche instrumental de forma" pop o arriba en el ámbito internacional, a la aparición e historia
p!>eudohistórÍcas, una crítica de los orígenes, no un retorno a ésto:;.
En lIna palabra, trata de cuestionar lllás que de explorar códigos de la posmodernidad en nuestro país para poder respon­
culturales, explorarlos más que ocultar afiliaciones sociales y polí­ der a esta pregun ta.
ticas La negada de la posmodernidad a España tuvo un talan­
te, a diferencia del resto de países occidentales, de moda
Nuestro mundo hoy, la epísteme en la que estamos in­ superficial, frívola e importada del que no se ha deshecho
sertos, es posmoderno. Y, del nlÍsmo ¡nodo que podemos todavía. Del mismo modo que la pintura española, a prín­
optar libremente por no aceptarlo o por celebrarlo, existe cipios de los ochenta. recurre a cierta estética abstracta e
la posibilidad de asumirlo y situarse en una actitud de re­ informalista de Tapies, Saura 1.l Oteiza, cuando
sistencia, actitud que no implica la negación de la realidad en el resto de países occidentales yd se vive un retorno al
sino el rechazo a aceptar lo que esta realidad tiene de alie­ arte figurativo propio del posmodernismo, el advenimien­
nante y la búsqueda de otras vías alternativas. to de la posmodernidad fue tardío, hecho que vino a su­
Esta última es ~i postura personal, un "posmodcrnis­ brayar su efímero y trivial.
mo de resistencia" cuya oposición al sistema se puede lle­ Como resume Bernard Bessiere (1996: 49-68), la fase
var a cabo por medio de lo que el propio }'oster )lama "an­ clave de la publicación de artículos sobre la posmodcrni­
tiestética" y que veremos más adelante: la deconstn.cdón dad y, por lo tanto, el inicio de la polémica en Espaíla, se
generalizada del sistema y sus modos de representación extendió entre 1984 y 1988, Y tuvo como protagonista, ya
junto a propuestas de reconstrucción que siempre serán desde 1982, al periódico El Pllís. Pero también fue funda­
parciales y locales, pero posibles, una opción que se hace mental la contribución de una revista confesional como
explícita en el pensamiento deJosé Luis Brea, Patxi Lance­ Razón y Fe; del coloquio "Pensar el presente", celebrado
ros o Alfredo Saldaña mediante lo que podemos denomi­ en el Círculo de Bel1as Artes de Madrid en la primavera
nar ·'la posrnodernidad esperanzada": de 1989 (al que acudieron, entre otros, Lyotard y Euge­
Errar, errar. Equivocarse siempre, para no detenerse nunca. Jamás nio Trías); del número 43 de Los Cuadernos del Norte (julio­
por la supuesta-verdad: manipular el error hasta hacerlo agosto de 1987), de la revista La Luna, o del libro de Fran­
Descentrarse. Entregarse al automatismo insensibilizado que cisco U mbral Guia de la posmodernidad. Crónicas, personajes e
hace ligero. Una fria operación. apasi.onadamente solidaria, que
evacúa automáticamente, tic tac, toda memoria improductiva. Sin
itinerarios madrileños (1987).
nostalgias precongeladas ni melancolías viscosas. Sólo una irrcdlK­ Dos marcan el inicio del debate en Espaila,
tibie determinación, como por un dictado biológico, a continuar ambos relacionados con el periódico }!.'[ País. El primero,
siempre. un coloquio sobre narrativa posmoderna celebrado en
Errando U. L BI-ea, 1986: 164). Madrid y en El Pais el 15 de marzo de 1984 con
el titular "Nuevos narradores intentan definir la posmo­
Pero, y esto es importante, tan posmoderna es la acti­ dernídad", En dicho coloquio se presentaron manifiestos
tud de reacción como la de resistencia, puesto que ambas relacionados con un nuevo tipo de estética cuyo núcleo
son posibilidades inherentes a la nueva episteme. fundamental se aglutinó en torno a la revista madrileña
¿Cómo es posible que estos pensadores españoles ha­ de neovanguardia La Luna, expresión de un nuevo movi­
yan podido llegar a una postura conciliadora que indica miento urbano en el que convivían diversas estéticas, j' de
claramente una profunda reflexión acerca de la posmo­ un por nuevas formas de creación cuyo éxito inicial
dernidad, cuando he afirmado la ausencia 0, incluso, la residió, fundamentalmente, en la ausencia de un proyecto

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ES LA POSMODERNIDAD? l15
114 LA NOVELA F.SPAÑOI..A POSMODERl\;A

o teleología renovadores, sustituidos por la aceptación del híbrido; la negación de los dogmas modernos; la sensibili­
eclecticismo. Se afirmó que la novela Larva, del escritor dad caótica; la revi talización histórica.
madrileño Julián Ríos, constituía el paradigma de la litera­ Las primeras apariciones de ironía y contextualismo
tura posmoderna española. en la arquitectura española se sitúan tempranamente en­
El segundo hecho consistió en la polémica que se cru­ tre 1972 y 1975; son los hitos del madrileño paseo de la
zó a 10 largo de 1984 en las páginas del mismo periódico Castellana: el edificio Bankunión de José Antonio Corrales
en tre represen tan tes de lo que Jesús Ibáñez (1986: 27 y ss.) y Ramón Vázquez Molezún; el edificio Bankinter de Rafael
denomina la izquierda histórica -Alfonso Sastre, Carlos Moneo y Ramón Bescós; el edificio Banco Bilbao de
Castilla del Pino- y representantes de una nueva izquierda Sáenz de Oiza.
que defendía la posmodernidad sin que de ello resultara Es un tipo de arquitectura que ya hemos analizado an­
una postura ideológica de derechas: José Luis Brea y Ja­ teriormente: reacciona frente a los dogmas del Movimien­
vier Sádaba. El volumen recopilatorio coordinado por José to Internacional, rechaza el funcionalismo y plantea una
Tono Manínez La polémica de la posmodernidad (1986) reco­ libre lectura de la tradición y la historia, como en el muro
ge artículos de ambas posturas. romano de ladri1lo visto del Museo Nacional de Arte Ro­
La posmodernidad española inicial, por tanto, se con­ mano (Mérida) de Rafael Moneo, o la recreación de los
centra en Madrid. Síntomas como la cultura cibernética. al10s cincuenta en el edificio de la calle Doña Maria Co­
la apoteosis del rock y del vídeo, el "pasotismo" político, la ronel (Sevilla) de Antonio Cruz y Antonio Ortiz. Clasicis­
tecnología desligada de cualquier consideración estética mo, neotradicionalislno. regionalismo -especialmente en
o moral, el hedonismo ecléctico)' lúdico, la asunción del País Vasco, Andalucía y Murda- y racionalismo ecléctico
espectáculo como forma de vida... , son todos ellos signos o neorracionalismo se mezclan en los proyectos arquitec­
de la sensibilización social hacia la posmodernidad como tónicos de Rofil1, Moneo, Navarro Baldeweg o Línazasoro.
episteme. Barcelona, Madrid y Sevilla son las tres ciudades para­
Con respecto al arte español. la posmodernidad dio digmáticas que simbolizan la aceptación de los principios
lugar a actuaciones muy diversas. En cuanto a la pintura. arquitectónicos posmodernistas en la recuperación monu­
se situó en la línea pictórica internacional: el neoexpre­ mental y la reinterpretación histórica que sufrieron a raíz
sionismo de Miquel Barceló; el neofigurativismo ecléctico de 1992: la estación de Atocha de Moneo, los ascensores
de Ferrán García Sevilla, Luis Gordillo, Guillermo Pérez del museo Reina Sofía de Antonio Vázquez de Castro y
Villalta. Cherna Cabo, Carlos Alcolea y Manuel Quejido; la José Luis Iñíguez de Onzaiio, el aeropuerto sevillano de
abstracción informal de corte tecnológico deJosé Manuel San Pablo de Rafael Moneo, el Moll de la Fusta de Manuel
Broto y José María Sicilia; o la fluctuación entre abstrac­ Solá-Morales y, en general, las súper-manzanas de la Ciu­
ción y figuración de Joan-Pere Viladecans. Surgen nuevas dad Olímpica de Barcelona.
personalidades, pero ya no se dan tendencias tan definidas A pesar de la realidad objetiva, de la obvia existencia de
como las del pasado: el arte posmoderno es sincrético e in­ la posmodernidad y el posmodernísmo en España, la erró­
cluso regresivo. La figura central de la "nueva figuración" nea recepción inicial de la posmodernidad ha desemboca­
es Luis Gordillo, que ejerce una enorme influencia en ge­ do en estos últimos años en un desconocimiento Y olvido
neraciones más jóvenes durante los años ochenta. bastante chocantes, pero tamhién, y al mismo tiempo, en
El posmodernismo pictórico español reúne las mismas una profundidad y seriedad analítica en el caso de los crí­
características que el internacional: el reciclado de mate­ ticos mencionados más arriba: obligados a luchar contra la
riales tradicionales, que confieren un nuevo significado a ígnorancia generalizada o el malentendido, las pocas voces
la cita o la parodian irónicamente; la heterogeneidad de lo

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116 l .... NOVELA ESPAÑOL\ POSMODERNA

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¿QUÉ ES U\ PO.. ,MODr,JU';lDAD? 117

que se han alzado han tenido que prepararse a fondo, por que hasta hace muy poco habían conformado su identidad
Jo que los magníficos resultados son visibles. como nación:
Pero, a pesar de todo, la actitud generalizada de la cri­ a, la hrutal desarticulación del discurso
tica y el pensamiento español actual hacia la posmoder­ b. la desaparición progn::siv4 del marxismo
nidad es, reiteramos, de olvido o ironizaóón, cuando no lelectual española;
es vista como algo efimero que ya ha terminado. Parece {'. la disolución de la fe sin embargo, por un fenóme­
como si no hubiera sido más que una moda frívola, unida no d(' anamncsis y de de una memoria colectiva tall
propia de la condición posmodcrna, no excluye en absoluto la
a ese Madrid de la Movida y sus excentrícidades. participación masiva en las fiestas tradicionales;
sin embargo, la posmodernidad en España está más d. o más recientemente, la desarmante facilidad con la que el so­
viva que nunca, quizá porque se ha deshecho de su primer cialismo español se ha desp~jado de las sacrosantas referencias
talante provocador que tanto rechazo provocó inicialmen­ emblemáticas, con su adhesión a la OTAN, el rechazo de la lucha
te, ha sido asumida como la condición esencial y cotidia­ de clases, su neoliberalismo en materia económica y un discurso
na la vida española actual, en un proceso de interioriza­ cada ve7. más antÍsindicalista desde la primt:¡"a huelga general de
1988 hasta la de enero de ] 994. Una an(-.dota: durante la clausu­
ción tal que no somos capaces de veda. ra del XXV congreso de] partido socialista, en diciembre de 1990,
interiorización aparece analizada en los frag­ , Felipe González reconocía que no se acordaba ya del texto de la
mentos del artículo de Bernard Bcssier-c antologados en Inte'lnacíonaL.. (B. Bessiere, ibíd.: 66).
"Estado cultural y posmodernidad lilel'aria" Oo.~é Carlos
Mainer-Bernard Bessíere-]ordi Gracia, 2000: 61-66). La Cabría preguntarse si sucesos como la mayoría absolu­
integración de elemcntos eclécticos que Bessiere observa ta conseguida por José María Aznar en las elecciones ge­
en la mezcla de rock y cante jondo tradicional que realiza nerales de 2000, o el éxito del Partido Nacionalista Vasco
la cantante Martirio, en el sinCl'etismo "retro" de la esce­ el trece de mayo de 2001, no responden a una necesidad
nogratIa de Pedro Almodóvar o en la mézcla de géneros nostálgica de la sociedad española actual de recuperar los
tradicionales -comedia, farsa, circo, happening, psicodra­ referentes perdidos ya un miedo al "todo vale" que
ma- de compañías teatrales cataJanas como ElsJoglars, La presuntamente supone la exaltación del individualismo-o
Fura deis Baus, Dago1l Dagom o Els Comediants, le sirve de la libertad individual, me a decir- mediante
para ejemplifical' rasgos tan característicos de la episteme un retorno al tradicionalismo nacionalista: el miedo a la
posmoderna como la desacralización democrática de los líbertad que supone la posmodernidad y la necesidad de
grandes artistas del pasado mediante la reutilización de te­ recuperar las viejas seguridades que regalan las definicio­
mas y materiales -presente también en pintores españoles nes a priori.
posmodernos como BarceJó, Pérez VilIalta, Broto o García El mismo volumen sobre literatura española última en
Sevilla-, la hedonista, el desinterés por la política y la el que se incluye este artículo Bessiere (Los nuevos nom­
afirmación de personalídades artísticas individuales fren­ bres: 1975-2000. Primer suplemento), y ahí reside su enorme
te a la o la pertenencia a tendencias y gru­ acierto y su adecuaci6n a la visión de mundo que quiere
pos. explicar, se rige por una voluntad posmoderna de rechazar
Al fin y al el arte no es más (ni menos) que la una linea de pensamiento única que, se supone, ha de te­
expresión de una episteme, de una visión de mundo de­ ner toda visión panorámica de la literatura, de sacrificar la
terminada. Sí el arte español último denota claramente la
posible coherencia del redactor único y la tendencia mar­
influencia de la posmodernidad, mucho más lo hace la so­
cada cn aras de una libertad de pensamiento que sólo es
ciedad española misma, que se define, como diría Lyotard,
posible ya mediante la suma de voces múltiples.
por ausencia, por la desconfianza hacia los metarrelatos

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118 L>\ NOV1'.I.A ESPAÑOl A POSI\.IODERNA ¿QUÉ RS U\ POS\fODERNTDAD? 119

Ya las prÍlneras pagmas del libro nos sitúan en este yel consecuente final de la creencia en los postulados de
camino, en la asunci6n de la duda. la prueba y el tanteo la modernidad. No es una moda efímera, ni exclusivamen­
como único camino posible del conocimiento. Eso es lo te el período histórico y cultural cronológicamente poste­
que expresan las dos acertadas citas bajo las que Jordi Gra­ rior a la modernidad, ni su momento epigónico, sino que
cia (2000: 3) enmarca su prólogo y, en consecuencia, la supone toda una variación en cuanto a nuestra intuición
filosofía que rige la selección de textos y los múltiples pun­ sobre el mundo. Podemos intentar recuperar propuestas
tos de vista utilizados: "Es mejor decir algo y no estar segu­ pasadas y defendedas positivamente. ahí reside el regalo
ro que no decir nada en absoluto" (Richard P. Feynman, de libertad que nos ofrece]a posmodernidad, junto al de­
1963) y "Dudar es, sobre todo, dejar que la instantaneidad ber ético de escuchar y respetar la opinión de los otros,
de la información se sumerja en un tiempo más largo don­ pero siempre a partir del reconocimiento de que la vuelta
de la respuesta se estira pausadamente, y se instala en una atrás es imposible, ya que supondría negar la evidencia de
temporalidad no urgida por respuesta automática alguna, un cambio histórico que, aún hoy, estarnos "iviendo.
sino desplegada en el paisaje de la posibilidad. Esta duda El problema reside en que seguirnos sin ser capaces de
es precisamente un valioso remedio ante las presiones de pensar en categorías que no remítan a la razón moderna.
la instantaneidad" (Emilio LJedó, 1992). { La posmodernidad deconstruye, amplía, democratiza y
Quizá este libw sumerja al lector en una visión paradó­ polítiza la modernidad mediante las herramientas críticas
jica, sin seguridades ni oqjetivos firmes y cumplidos, de la que le ofrece el postestructuralismo Foucault, Derrida,
literatura española actual, pero, por esas mismas razones. DeJcuze o Lyotard; no es un proyecto unitario, ni tiene
le acercará mucho mejor a su episteme. rasgos del'inidos y no contradictorios. Precisamente lucha
Esta es, en fin, la propuesta conciliadora y esperanzada contra esto. Y resulta erróneo e insatisfactorio analizar una
de unos pocos representantes españoles del pensamien­ nueva manera de ver el mundo con instrumentos teóricos
to posmoderno actual, propuesta que,' como decíamos heredados de otra visión de mundo que ha quedado prác­
antes, hacernos nuestra: la posmodernidad existe, es una ticamente obsoleta.
realidad indiscutible que implica un cambio de visión de ¿Qué propone la posmodernidad, si rechaza la moder­
mundo radical y, por tanto, de episteme. La postura que nidad, es decir, las reglas según las cuales hemos vivido has­
escojamos ante este hecho depende de nosotros mismos, ta ahora? Deberíamos responder "todo y nada"; desde el
y es posible, como afirma Patxi Lanceros, situarse en un escepticismo, la negación y la celebración nihilista del caos
nihilismo necesario, en la duda sistemática, para poder más absoluto, hasta el reconocimiento sereno de lo positi­
crear posibilidades que no estén sujetas ni aprisionadas vo y lo negativo de la nueva realidad, junto a la confianza
en una ideología preconcebida que nos impida realizar­ en la libertad individual para crear un mundo nuevo.
nos libremente corno personas. Pero quedarse resignada o La primera propuesta cae en la destrucción radical,
felizmente en la duda y celebrar la imposibilidad de cono­ convirtiéndose, desde mi punto de vista, en una metana­
cimiento implica un suicidio intelectual apocalíptico tanto rración más; la segunda se erige en esperanza y asunción
personal como social. positiva de nuestra nueva realidad. Pero, en cualquier caso,
Respondamos, en fin, a algunas de las preguntas que esta respuesta debe ser individual: nadie puede decirnos
planteamos al comienzo de este capítulo. Sí, la posmoder­ ya lo que debernos o podemos hacer, decir o pensar, pero
nidad es una nueva cpisteme: una nueva visión de mundo esto no significa que la posibilidad de diálogo con los otros
que se ha instalado en el mundo occidental como conse­ sea imposible.
cuencia de la aparición de una nueva sociedad gobernada Ccrraré este capítulo parafraseando la jntervenci6n del
por la tecnología y los medios de comunicación de masas, profesor Francisco Jarauta en el curso "El debate artístico

120 U\ :-'¡OVELA ESPANOIA POSI\IOD¡']~NA

desde 1968 hasta hoy. Modernidad, posmodernidad y glo­


balización ", al que ya me he referido en otras ocasiones.
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¿Qut F.S lA POS:-10DERNJl)AD? 12]

Que nadíe espere de lo dicho que vaya ac:-acr en el cretinismo de ha­


cer un <:<ltálogo () un equipo de escritores posmodernos, nada más
El final de nuestro siglo xx y nuestro siglo XXI se ca~ lt:jos de mi intención, Es más, me parece una verdadera payasada
hablar, como lo hacen algunús, de lit.eratura posmoderna. Lo que
racterízan por un nuevo tipo de preguntas, de ansieda­ sí OT,O, sin ('mbargo. que se puede det'ÍJ" es que las características
des. Ya no hay un lugar seguro. protegido, luminoso; las hasta ahora esboLadas hacen que se pueda ver el alLa del gusto por
transfOl'maciones, la aceleración de los acontecimientos, ciertos géneros que han cobrado amplia extensión. Esquemática­
son difícilmente asumibles. Esto ha provocado una erosión mente, se podría apuntar el gusto por una lítcl:"atura 'desasosegada'
profunda de los referentes simbólicos con los que nos ha­ y la revitalización del género histórico y de las narraciones teíiídas
de ironía y diversión (1. Urdanibia, 1990: 69).
bíamos acostumbrado a analizar el mundo; siguen estando
ahí, pero se han debilitado enormemente, Nos enfrenta­
mos a la incapacidarl de recordar el pasado ni de pensar
el futuro.
Pero no podemos quedarnos en el vacío nihilista, hay
que partir del sacrificio de las evidencias para responder a
los problemas presentes: la deslegitimadón de las formas
civilizatorias y del canon, la discusión del problema de la
identidad, la suspensión de las retóricas de la historia y de
la cultura del proyecto. Sólo mediante el uso de una "po­
derosa máquina de interpretaciones" podremos resolver la
ansiedad. Concluyendo con la~ palabras del profesor Ja­
rauta, "quizás por fin podamos ser humanos".
Nos encontramos, en el inido del siglo XXI, con que,
una vez asumida la necesaria destrucción de la episteme
anterior realil'.ada en el inido de la era posmoderna, no
sabemos cómo continuar, porque no tenemos un proyecto
colectivo firme que nos sostenga. Dehemos celebrar esta
carencia, ya que, de este modo, sólo será válido el proyec­
to que cada individuo, asumiendo y siendo consciente de
su inserción en una historia colectiva yen unos modos de
comportamiento que, lo quiera o no, marcan su realidad.
se proponga, y así, por medio de un consenso que ha de
ser continuamente puesto en cuestión, podremos ser capa­
ces de convivir.
Yal igual que no podemos hablar de un proyecto pos­
moderno único, sino de múltiples estrategias posmoder­
nas, no encontraremos un arte poslnoderno único, sino
las diversas formas en que el cambio de episteme ha afec­
tado al arte, es decir, lo que podemos llamar las estrategias
cognoscitivas del posmodernísmo. Me sitúo, pues, en las
filas de lñaki Urdanibia:

CAPÍTULO II
POSMODERNIDAD YNOVELA

Ya he ido adelantando en numerosas ocasiones cuáles


han sido las consecuencias de la episteme posmoderna en
el arte. Las manifestaciones artísticas son una forma más
de expresión de la sociedad en que se insertan, y del mis-­
mo modo'que la nueva visión de mundo afecta e influye en
la construcción de la ciudad, en las relaciones interperso­
nales, en la definición de individuo, en la política o en la
filosofía, el arte en toda su extensión -pintura, arquitectu­
ra, música, fotografía, escultura, danza, cine o, por supues­
to, literatura- va a acusar enormemente el cambio, quizá
porque, de todos los segmentos de la realidad humana, la
artística es la que, a lo largo de los siglos, se ha adelantado
siempre en expresar la episteme del mundo que le rodea.
En este capítulo me propongo recoger y sistematizar
las consecuencias de la posmodernidad en el arte y, en
concreto, en la novela. partiendo de una premisa funda­
mental: la nueva estética, el posmodernismo, al igual que
la episteme de que es expresión. carece de un proyecto
único, es irreductible a una tendencia clara y uniforme.
Al contrario, nos encontraremos con múltiples estrategias
presentes en las realizaciones artísticas. Esto dificulta enor­
memente la tarea, ya que nos enfrentaremos, por <:;.jemplo,
con dos novelas de un mismo escritor que no sean asimila­
bles a una misma tendencia de manera explícita. pero que
denoten la influencia de la episteme posmoderna y sean,
pues, novelas posmodernas.

2.1. UN NUEVO PARADIGMA J<:STÉTICO: EL POSMODERNISMO

Como hemos visto anteriormente, el primer ámbito en


el que se empezó a analizar la noción de posmodernismo

124 L\ NOVElA ESPAÑOL4- POSMODERNA püSMODERNIDAD Y N DVT. lA 125

en tanto que nueva estética fue la crítica literada: desde Los vanguardismos de los setenta llevan al extremo
de OnÍs hasta Lcslie Fiedler. Alcanzó repercusión propuestas de las vanguardias históricas y, de este modo,
internacíonal en los proyectos y manifiestos arquitectóni­ podemos decir que suponen al mismo tiempo su realiza­
cos los ochenta: Venturi,jencks. Pero fue en el campo ción más completa y su muerte. La reacción del arte ante
de la pintura donde sus rasgos se manifestaron inicialmen­ esta lnuerte será el posmodernismo o, como dice Marchán
te de forma más plena. Fiz utilizando la metáfora de Rimbaud, el baleau ivre, el
Cuando nos enfrentamos al problema cronológico de naufragio: el arte se da cuenta de que ya no es capaz de
la posmodernidad, adelanté la afirmación de que era el trascender la fragmentación de lo real, ya no quiere esa
pop are el primer movimiento propiamente posmoderno. Y esta consciencia lleva a lo que jameson
Retomaré aquí esta afirmación con el fin de definir el nue­ supedidalidad" y que vimos al resumir
v~ paradigma estético de la posmodemidad; el posmodcr­ el análisis de los cuadros de Van Gogh y Andy
nlsmo. Warh01 en El posmode:rnismo o la lógica cultural del capitalismo
A finales de los años cincuenta e inicios de los sesenta avanzado.
comenzaron a advertirse los primeros síntomas de que se El arte como compensación utópica que proponía el
estaba desarrollando una nueva sensibilidad artístin. que cuadro de Van Gogh se ve sustituido por una t'eacción ha­
rechazaba de plano, o bien exageraba, ciertas caracterís­ cia el sujeto y la interioridad, hacía el arte como refugio,
ticas propias del modernismo estético. En determinadas como intento de rel"upcrm- individualmente la alegría de
tendencias artísticas, como el New Dada o el pop art, en la vivir. Este refugiarse en el arte como coraza irónÍca frente
literatura experimental del nmweau TOman, la poesía espa­ a la realidad remite a un nuevo escepticismo lúcido ante
ñola de los novísimos o los autores del boom hispanoameri­ la disolución de valores absolutos. En el posmodernismo,
cano, se advertían rasgos que repetían los de las primeras el arte funciona como compensación, pero no como reali­
vanguardias, con un acento de crítica o ¡ranía que, en oca­ dad trascendenl:c1.1 que se oculta en la obt'a bajo las formas
siones, también había estado presente en las realizaciones estéticas, como una regresión y ocultamiento en el
dadaístas, Estos rasgos han permitido hablar de "vanguar­ interior del yo, El arte como salvación ha sido sustituido
dismos los setenta" o "neovanguardias", como propone por arte como consuelo, pero un consuelo consciente
Simón Marchán Fiz (1984, 1986), puesto que estas nuevas de su inutilidad y, por tanto, irónico.
manifestaciones artísticas, sobre todo el neoconstructivis­ jameson explica este cambio fundamental en
mo y el neodadaísmo, aúnan la racionalidad tecnológica el concepto de arte en su ensayo de 1994 "¿'Fin del arte' o
con los restos de las vanguardias históricas. 'fin la historia'?", recogido en el volumen recopilatorío
Ya vimos que el concepto de vanguardia no era sinóni­ El giro cultural (1998).
mo al de modernismo, síno una de sus opciones. No es que Segúnjameson, habría dos finales del arte: el de la mo­
estas neovanguardias de los setenta se identifiquen plena­ dernidad y el de la posmodernidad. En cuanto al prime­
mente con las vanguardias históricas, en una especie de ro, el modernismo cumplió la profecía de Hegel sobre la
recuperación del espíritu del modernismo, sino que apa­ muerte del arte, pero sólo parcialmente. Hegel se equivo­
rentemente repiten ciertos rasgos, como la exaltación de có en cuanto a que el arte no fue sustituido por la filosofía,
los adelantos técnicos, la integración del arte y la vida o la sino que apareció un nuevo tipo de arte, el modernismo,
pretensión de romper violentamente con el pasado y la tra­ que acabó con el antiguo y ocupó el lugar de la filosofía,
dición; pero, como veremos en seguida, la nueva realidad en descrédito a causa de su [claüvización frente a la razón
de la episteme posmoderna hace imposible su identifica­ instrumental v el desarrollo de las ciencias humanas, usur­
ción, ya que el contexto social y político de la vanguardia, pando todas ¿us pretensiones a lo Absoluto y a la Verdad,
la modernidad, está lanzando sus últimos estertores.

126 L4. NmrEIA ESPAÑOLA POSMODERNA


POSMODERl\iIOAll y NOVELA 127

El antiguo arte, el que muere con el modernismo, es El posmodernismo, desde este punto de vista, supone
el que corresponde a lo Bello en termin010gía de Kant, y una liberación: cuando llega el momento, en esos alios
quedará reducido a lo decorativo, sin pretensiones de Ver­ sesenta en que las grandes obras modernistas se reifican
dad ni de Absoluto. Frente a él, el modernismo se identifi­ (es decir, se convierten en objetos, en clásicos escolares),
ca con lo Sublime, puesto que es capaz de llegar aHí donde cuando entran a formar parte de los planes de estudio uni­
la filosofia no puede, a alcanzar lo Absoluto y la Verdad. El versitarios y de la academia, se distancian radicalmente de
\J
"! arte moderno, por tanto, cumplirá el fin del arte de Hegel, los lectores-consumidores, quienes, ante tal monumenta­
~ ~ lización de] esfuerzo del genio, se paralizan en su propio
o:;' i~
en el sentido de que anulará el arte como representación intento individual de producir.
"2Vj
..,
de ]0 Bello y se dedicará a búsqueda de una realidad

--¡<....J trascendental oculta tras los ropajes de la forma. Es 10 que


Este es precisamente el propósito del pop art, la clave
.... <O para comprender el inicio del nuevo paradigma estét~co
simboliza el cuadro de Van Gogh.
y la barrera que marca la "Gran División", expresión de
Sin embargo, el fin del arte que lleva a cabo la pos­
Andreas Huyssen que metaforiza el fin de "the kind of dis-­
modernidad lo entiende jameson a partir del análisis de
o course which ínsists on the categorical distinction between
los happenings, expresión cultural fundamental de los años
,1 sesenta. Los happenings, al seña;ar la complicidad de ]a ins­
titución y del canon cultural-universidades, política cultu­
hígh art and mass culture" (A. Huyssen, 1986: VIII).
Como diría Arthur G Danto, la historia del arte con­
cluyó en 1964, cuando fueron expuestas en una galería de z
ral, museos- con la guerra de Vietnam para defender los
~5 valores occidentales, entendieron la representación teatral Manhattan las cajas de detergente Brillo, ketchup Heinz.
y de conservas de melocotón Del Monte de Andy Warhol, y }­
C:'

,) s
• --:1 <té)
como praxis, aboliendo la frontera entre ficción y hecho, con la muerte de la historia de] arte -muy pronto matiza- '-lJ
~- ?' .:;,
,..) entre arte y vida, de modo que cumplieron el fin del arte ré, la muerte de las grandes metanarrativas artísticas de la
entendido como el final del arte moderno, el fin de la vo­ modernidad- comenzó el arte posmoderno.
cación del arte de alcanzar lo Absoluto. El problema fundamental tiene que ver con la defi­
Aquí reside el comienzo del nuevo paradigma estéti­ nición de arte. ¿Qué es el arte en el momento en que
co de la posmodernidad: arte posmoderno abandona la nos encontramos con las propuestas al'tÍsticas de Warhol,
pretensión de Absoluto y se refugia de nuevo en lo Bello y Lichtenstein, Rauschenberg y Oldenburg? ¿Cuál es la di­
lo decorativo, se redefine como placer. Y la función de lo ferencia entre un objeto cotidiano y un objeto artístico a
Sublime será asumida por aquello que sustituye a la filoso­ partir de1 pop art?
fía, la "teoría" de los filósofos postestructuralistas. Tanto El pop art marcó el final del metarrelato del arte occi- "
la teoría como lo Bello son, por tanto, elementos consti­ dental al sustituir al mismo tiempo lo Bello y lo Sublime, s\'''­
tuyentes del fin del arte de la posmodernidad; la primera, objetivos del arte -tradicional o moderno- hasta enton- 0.5'
nos dice jameson, reinó en los años setenta, y el segundo, ces, por el significado, al obligar a artistas y espectadores /
en los ochenta. a buscar el significado como única razón de ser del objeto
El retorno a lo Bello aparece, en fin, como una "do­ artístico. ­
minante sistémica", puesto que afecta a todos los aspectos Por metarrelatos entiende Danto aquellos que nos ofre­
de la sociedad posmoderna, convertida en sociedad del es­ cen un desarrollo continuo, lineal y teleológico del arte. El
pectáculo o de la imagen. Y cualquier pretendida vuelta a primero de ellos, el relato renacentista de Giorgio Vasari
lo Sublime, entendida como neoestetizadón, tan presente y su interpretación de artistas y obt'as como un creciente
en el arte de los años noventa, no podrá ser más que una perfeccionamiento de la mÍmesis de la naturaleza, un as­
parodia o un pastiche del arte moderno. censo cada vez más perfecto hacia la ilusión de realidad,

128 lA NOVELA ESPAÑOLA POSMODERNA POS"IODER"IDAD \' NOVJo:IA 129

fue sustituido a finales del siglo XIX por la ideología estéti­


ca de la modernidad y las vanguardias, que abandonaron
la pretensión de reproducir las apariencias de lo real y se
l'evelando, corno hicieron el cubismo, el futurismo o el da­
daísmo, un lado desconocido de la realidad, o creando una
nueva y sublime realidad. sino que reproduce una imagen
J'
lanzaron a la búsqueda de la propia identidad del arte, en­ producida por una máquina, crea imágenes de imágenes.
carnada en las condiciones materiales: el arte que es en En cuanto al mercado, pop art destruye el elemento fun­
que sustituye a la realídad y, superándola, propone una damental de la vanguardia: el deseo de revolución, ]a mili­
realidad nueva que se afirma más verdadera. tancia contra lo establecido.
Este segundo metarrelato, propio de la modernidad y Por todo ello, podemos afirmar que el arte posmoder­
distinto del de Vasari pero igualmente lineal, progresivo y no, iniciado a partir de 1960, supone al mismo tiempo, con
teleológico, será encarnado por el teórico y defensor del respecto a la vanguardia, su realización más perfecta y su
expresionismo abstracto C1ement Greenberg, para el que muerte.
"la historia del arte moderno está marcada por un progre­ Pero es que, además, siguiendo las tesis mantenidas
sivo desvelamiento de las condiciones materiales del arte"
por ArthuI' C. Danto, la historia del arte moderno, aparte
(A. López. Cuenca, 2001 a: 11), es decir, por un camino,
de ser este proceso que defiende Greenberg en el que el
~
'~
iniciado por Jos impresíonista~, y su reflexión sobre la per­
arte va cobrando conciencia su condición material, es
cepción, hacia la consideración de la obra de arte como un
:s
~.:- objeto autorreferencial.
también "un proceso de apropiación de otras narrativas,
de otros modos de hacer arte", "una historia de apropia­
Esta conciencia de materialidad supone ]a muerte del
ciones", "una historia de escándalos que van ampliando
arte en el sentido hegeliano. Es decir, la muerte del arte
anunciada por Hegel habría sido iniciada por las vanguar­ inexorablemente e] concepto 'arte' " (A. López Cuenca,
dias y completada por e] expresionismo abstracto de los op. cit.: 12), proceso iniciado en 1863 por Manet en Dé­
años cincuenta, que viene a ser, en realidad, el último movi­ jeuner ,~ur l'herbe y que supuso el comienzo del ataque a]
miento propiamente moderno, ya que es el que se encarga sistema de representación tradicional.
de llevar hasta las últimas consecuencias la autorreflexión Este proceso llega al límite cuando el arte se apropia
y la autorreferencialidad en el arte. Pero recordemos aJa­ del mundo, es decir, no de un estilo o una técnica que en
meson: el arte moderno no se convierte en filosofia, como teoría le son ajenos, sino de objetos cotidianos que son
predijo Hegel, sino que la sustituye por la búsqueda de lo aceptados como obras de arte.
Sublime. Es el límite que propone y realiza Warhol en sus Brillo r­

No obstante, el expresionismo abstracto alcanzó el éxi­ Box, ejemplo de que ya, aparentemente, no es posible dis­ -:s
to con la misma rapidez con la que se agotó, alrededor tinguir a simple vista una obra de arte de un objeto coti­ ::t: ('1.
diano, ejemplo que nos conduce a la pregunta de qué es el ~ ";'
de 1962, cuando el pop art, "no sólo elude el final de la '-:"'t \.::.
~
historia del arte según la había concebido Greenberg, sino arte. Pero esto no significa la muerte del arte corno prácti­ "\..

que, en reaHdad, es en él donde acaba la narración del ca, a la manera de Hegel o de Greenberg, sino el fin de la "?
E

arte moderno, abriéndose detrás suyo las puertas de la pos­ historia del arte moderno y el inido del arte posmoderno,
modernidad" (A. López Cuenca, ibíd.). el cambio de paradigma estético, un nuevo paradigma en 1
El pop arl se diferencia radicalmente de la vanguardia el que ya no es el criterio estético el que nos permite dis­
tanto en su forma de representar como en las relaciones tinguir entre el arte y el objeto cotidiano, no es el ojo que
con el poder y el mercado. En cuanto a la representación, mira el que dice lo que es arte y]o que no 10 es, puesto que

~
ni imita la realidad, en un sentido tradicional de mímesis, tanto la obra de arte como el objeto cotidiano son visual­
ni intenta destruir esta misma representación tradicional mente lo mismo,

130 lA ~OVELA ESPAÑOI.A PO~'I;10DUrnA rnSMODFRl':IDAD Y NOVF.1A 131

Según Danto, resume Lópe¡ Cuenca, la clave para sa­ El paradigma estético de la posmodernidad no se iden­
ber si algo es arte o no lo es "reside en saber si un objeto tifica, ni mucho menos, con una neovanguardia, sino con
t~ tiene sen tido y, si lo tiene, de dónde lo toma" (ibíd.). Es

,
la deconstrucción del "mito de la vanguardia", del mismo
decir, una obra de arte puede ser visualmente igual que un modo que la episteme de la posmodernidad funciona me- \
.)' -.~ oQjeto cotidiano, pero la obra de arte versa sobre algo, tie­ diante la deconstrucción de los metarrelatos de la moder­
,¡ ne un contenido o un significado, es obra de arte porque nidad: la emancipación, el progreso, la historia lineaL La
"7~ dice algo, al contrario que objeto cotidiano. La tarea del vanguardia ha dejado al arte agotado, estéril, y la única
:
~
,\ <:­
.. r
crítico de arte será precisamente desvelar ese algo, desve­ salida que propone el pop art -y, por tanto, el posmodernis­
cA lar significados. mo-, incapaz de continuar con la exigencia de lo nuevo,
El final del arte hegeliano se vería, entonces, hecho de la experimentación, es la repetición, la mecanización,
realidad en ]a práctica del modernismo y las vanguardias, la parodia.
y llevado al límite con el expresionismo abstracto de los Las neovanguardías de los setenta, en fin, son al mismo
años cincuenta, mientras que lo que conlleva el inicio de la tiempo la realización más perfecta y la muerte no sólo de
posmodernidad es el final de los metarrelatos de la histo­ las vanguardias históricas sino también del modernismo.
ria del arte, del mismo modo que, como hemos visto en el Frente a ellas se sitúa el pop art, inicio del posmodernismo
análisis de la filosofía posmoderna, la posmodernidad im­ tanto en lo que tiene de contextualización del art~ en su
plica también. el final de otros metarrelatos: el de la eman­ entorno social y económico, como en la nueva manera de
cipación, el del progreso, el de la historia. representación, a1e:jada de la búsqueda de 10 nuevo y afe­
El arte posrnoderno sería, entonces, no una tenden­ ITada al presente y a )a líbertad estilística.
~ da concreta ni un estilo, sino una estr~tegía co~no.s~itiva, Una vez destruida la idea de vanguardia e instaurado
3 una manera de conocer el mundo medIante un slgmficado el principio de )a libertad absoluta, el posmodernismo se
"g' ;{ que está oculto tras la apariencia de objeto cotidiano; y las situó en una multiplicidad de perspectivas,"-_Una de eUas,
':C herramientas para ocultar el significado serán la parodia, frente a la itusión de progreso y la esperanza en el futu­
~ la cita irónica, el pastiche o incluso el cambio de función ro, instaura la visión retrospectiva, el intento de recupe­
~ del objeto, todos aquellos elementos que analizaremos con rar el equiJibrio entre tradición e innovación, el pasado
. J respecto a la novela posmoderna. y la memoria histórica, especialmente de aquellas épocas
\J\ En conclusión, el posmodernismo, iniciado por el pop que habían sido olvidadas o rechazadas por el modernis­
art, se separa del modernismo y de la vanguardia en tanto mo por haber representado momentos de sosiego, y no de
que nueVd estética por su rechazo de la fe en el futuro y el revolución. Pero esta recuperación no será exclusivamente
progreso, oponiéndole la vuelta ecléctica e irónÍca al pasa­ una vuelta atrás, sino una mirada entre irónica y nostálgica
do,junto a la carencia de profundidad o celebración de la que, firmemente andada en el presente, es consciente de
superficialidad, el pastiche o mezcla de estilos y fragmen­ la imposibilidad de dicha vuelta.
tos reciclados, la negaci6n del concepto de totalidad. Esta voluntad de recuperar el arte figurativo explica el
Pero no es sólo una separación en tanto que contrapo­ hecho de q uc la XV exposición del Conse:jo de Europa, rea­
sición, sino que es el mismo modernismo y son las mismas I lizada en Berlín en 1977, dedicara una impor-tante sección
vanguardias las que se autodestruyen: ante todo, a causa a los realismos de enll'cguerras. Le siguieron otras exposi­
de la mercantiliz.ación y musealización del arte que, en un ciones en Londres, Viena, Munich, Frankfurt. En Italia, en
principio, se propone como revolución; pero también por­
que la propia dinámica de experimentación y búsqueda de
II la Bienal de Venecia de 1976, y en BoJonia, durante el ve­
rano de 1980, TUVO lugar el estudio de la herencia artística
lo nuevo deja al arte exhausto y se convierte en simulacro. de Italia en los ailos veinte y treinta. En Francia, el musco

1
...

132 LA ::-;OVEIA ESPA::':OlA POS\10n¡'RNA I'OSMOIH I<:NIDAD y ,,"O\iHA 133

de Arte e Industria de Saint-Etienne dedicó el Segundo zando como el primer arte del paradigma posmodernista,
Coloquio de Historia de] Arte Contemporáneo al tema "La el pop arto Pel'O debemos recordar la premisa básica de la
vuelta al orden en las artes plásticas y la arquitectura, 1919­ posmodernidad: su realidad dual y parad~iica con dos ca- ;
192P>", y en 1980, el Centro Cultural Georges Pompidou de ras contrapuesL:"ls. El minimalismo es el primer movimien­
París presentaba la gran exposición "Los realismos 1919­ to posmodernista "de resistencia", pero cronológicamente
1939" (ver L. Cirlot, 1993; J. J. Martín González, 1992; J. es anterior el pop art, si bien pertenece al posmodernismo
Pérez Rojasj. Garda Castellón, 1994). "de reacción".
En esta primera perspectiva del posmodernísmo que Frente al retorno de lo figurativo y la complicidad con

venimos caracterizando como una vuelta entre irónica y el mercado del posmodernismo de reacción, se alzan los

nostálgica al arte figurativo del pasado, ]a asunción defi­ procedimientos de un PQ~modernismo de resistend.íL.

nitiva del nuevo paradigma estético se ,-ealiza a través de representados en lo que Hal Foster llama,..antiestética La

diversas tendencias circunscritas al mundo occidental que antiestética no ~el arte....-2...la representación. si.Qo_td

aparecieron a finales de los años setenta y se asentaron hecho de que

._.-.....--­
definitivamente en los ochenta. Aun cuando comenzaran nunca estamos fuera de la representación, n,más bien que nunt:a

en países determinados, rápidamente se convirtieron en estamos liJera de la polilica. Aquí, pues. 'al1ti~stética' no es el signo

movimientos internacionales: el neoexpresionismo ale­ de un nihílismo moderno -el Lual tantas veces tra) sgredió 1a ley

mán (Georg Baselitz, Anselm Kiefer, Markus Lüpcrtz, A. sólo pam t:ontirmarla- sino más bien de una crítica que desestruc­

R. Penck, Jorg Immendorff, autores que se asjmilarían a] tura el orden de las representaciones a tin de reinscribirlas.

La 'antiestética' señala también que la mi.~ma noción de la estética,

grupo de los Nuevos Salvajes o Neuen Wilden) y norteame­ su red de ideas, sr: pone aquÍ en tela de juicio: la idea de que la

ricano Uean-Michel Basquiat, Keith Haring,Julian Schna­ experiencia estética existe separ.tda, sin 'objetivo'. más aTlá de la

bel, Eric Fischl), la transvanguardia italiana (Sandro Chia, historia, o que el arte puede ahora producir un mundo a la vez

Mimmo Paladino, Enzo Cucchí, Francesco Clemente, Nico­ (in ter) subjctívo, concreto y uni\'ersal, una totalidad simbólica.

la di Maria), el grupo norteamericano Pattern & Decoratíon Como la expresión 'posmudernismo', la 'antiestética' sci'iala, pues.

una posición cultural sobre el presente: ¿son todavía válidas las ca­

Uoyce Kozloff) o la escultura o~jetual británica (Anthony [egorías proporcionadas por la estética? [ ... ] De una manera más

Caro, Eduardo Paolozzi, Tony Cragg). local, la 'antiestética' también señala una práctica. de naturaleza

Pero también se inició, a partir de 1965, una segunda disciplinaria cruzada, que es sensible a las formas culturales engr~

perspectiva del posmodernismo que no seguía los princi­ nadas en una política (por ~jcmplo, el arte feminista) o arraigadas

pios establecidos originalmente por el pop art; una serie de en un ámbito local, es decir, formas que niegan la idea de un domi­

nio estético privilegiado (H. Fuster, 1983: ) 6-17).

movimientos que adoptaron una orientación más intran­


sigente con respecto al mercado y ]a tecnología. Primero La antiestética de este segundo posmodernismo se ve
el mínimalismo (Jurld, Smithson, Monis), lanzado entre reflejada en la práctica del apropiacionismo, de la decons­
1965 y 1966, que no sólo repudiaba la mezcla de formas trucción sistemática del pasado. El rechazo del formalismo
del pop art, sino que eliminaba las distinciones entre ellas; propuesto por Greenberg les lleva no a una necesidad de
más tarde, en 1967, el conceptualismo, que, heredero del figuración, como había ocurrido con el posmodernismo de
mínimalismo, destruyó el concepto mísmo de objeto a1'­ reacción, sino de narratividad: la necesidad de contenido,
tístico mediante la interrogación de los códigos que lo de significado, que explica el uso continuo de estrategias
constituían en cuanto tal, con una intención clararnente alegóricas, como mecanismo de inscrípción y subversión
política. que veremos más adelante.
Minimalismo y concept.ualismo parecen oponerse radi­ Por lo tanto, del mismo modo que ]a posmodernidad
calmente a la estética inidada por quien venimos caracteri- es dual, el arte posmoderno produce dos clases opuestas
..

134 LA NOVELA ESPA....;;¡OU\ rOSMODI'RNA

de manifestaciones artísticas, pero ambas son igualmente


ro~MOJ)ERNroAD y KOVELA

ve inmerso en el mercado, se concibe como inversión,


eJ
el resultado del fin de la modernidad como episteme y de por lo que el regreso de la pintura se concibe como
la nueva realidad sociocultural y antropológica; ambas son, una forma neoconservadora que favorece al mercado,
por tanto, posmodernismo: una banalÍzación o una expe­ necesitado, por un lado, de obras que duren ~frente
' rimentación, una aquiescencia con el mercado y sus f'Or­ al carácter efímero del arte conceptual y procesual- y,
mas de representación o una deconstrucción radical del por otro, de un pluralismo que garantice su vitalidad:
sistema. Por eso podl'emos afirmar que tan posmoderna es fotorrealismo, pintura matérica, Bad Paínting-Pattern
\. la nueva novela histórica como la novela de metaficción, el Paínting-New lmage Painting.
best seller creado a instancias del mercado y la narrativa de 3. 1980-1985: fase "cálida" de la posmodernidad. Se in­

raigambre más experimental, aun cuando sea esta primera augura la primera cara del posmodernismo como

parte de la ecuación (la literatura de reacción) la que sea .~n de aJg!lnos aspectos de la modernidad

más fácilmente identificable y más unÍversalmente recono­ -universalismo y totalización, racionalismo, progre­

cida como posmoderna. so, pensamiento lineal, exaltación del futuro y de lo

Dos posmodernismos, por tanto, dos caras de la misma nuevo- de la mano de los neoexpresionismos: Neuen

moneda, o, como dice Anna M.a Guasch (2000a, 2000b), Wilden alemanes, transvanguardia italiana,'figuración

la posmodernídad cálida y la posmodernidad fría. Su acer­ francesa, "era del entusiasmo" española (que aúna la

tada sistematización del arte occidental desde 1968 hasta abstracción neoexpresionista y el retorno a lo figura­

1995 (El arte último del siglo xx. Del posmínimalismo a lo multi­ tivo), apropiacionismo estadounidense. Todos ellos

cultural) y su edición de los textos de las últimas exposicio­ comparten caracterÍstica.', como la vuelta al pasado, el

nes (Los manifiestos del arte posmoderno. Textos de exposiciones, culturalismo, la cita irónica, la libertad con respecto a

1980--1995) nos servirán de guía para concluir esta crono­ la historia. pensamiento débil, el eclectici~mo y, en

logía del nuevo paradigma estético. su complicidad con el mercado, un decidido neocon­

A partir de 1968, Guasch dibuja un trayecto en cinco servadurismo.

etapas: 4. 1985-1990: fase "fría" de la posmodernidad. Se produ­

ce ~~acción hacia la crítica de la repre~~!!._

1.. 1968-1975: precedentes de la posmodernidad. Son los gracias a la asimilación del pensamiento postestruc­

años del desarrollo y el fin del minimalismo, el des­ turalista y, especialmente, la muerte del autor enun­

plazamiento del interés desde la realización del obje­


ciada por Barthes y )a teo"i=ía del simulacro y la hipe­

to hacia el proyecto operativo del propio o~jeto, y el


rrealidad de Baudrillard. El posmodernismo frío se
,"
triunfo del arte conceptual. Estamos ante la primera
enfrenta con los conc~tos modernos de origínalid'!<i
negación de la modernidad y la experimentación que
- y aura, recuperando la alegoría como renuncia a la
f
dicha negación conllevó, el rechazo de Greenberg y
~tividad, al yo como origen de la expresión, y re­

del formalismo expresionista como realización plena


fugiándose en el arte como reproducción que predijo

del proyecto moderno: arte procesual (F;arth Art en


Walter Benjamin. Es la deconstrucción llevada a cabo

Estados Unidos, Land Art en Europa, Body Art) y arte


por los -neobarroco, neoabstracción, neogeo,

activista y colectivizado del mayo francés (situacionis­

---
neoconceptual-, el postapropiacionismo norteameri­

mo, arte povera, escultura social,]oseph Beuys).


cano y la unión del arte y las nuevas tecnologías: ví­

2. 1975-1979: el retorno de la pintura. Se inicia el plura­ deoarte, arte tecnológico digital.

lismo dispet·so e híbrido tanto en cuanto a la creación I 5. 1990-]99.5: vuelta al activismo. La reacción a la "era

artística como al propio artista y al crítico. El arte se Reagan" (l981-19H9) conlleva un nuevo retorno a lo

136 lA l'OVUA t:SPA~:OIA POSMOtlERNi\ PüSMODE Rl\' IDAD Y "iOVElA 137

real múltiple y heterodoxo, el enfrentamiento al símu­ tionamicnto del aura artística. Todo ello se hizo patente

lacro. Es la posmodernidad de los noventa, activista y en la exposición Before amI After the Enthusiasm, celebrada

alternativa, que se preocupa, siguiendo las influencias en 1989 y comisariada por José Luis Brea, crítico y teórico

teóricas de Lacan, Kristeva y Bataille, de temas como fundamental para comprender cambio de lo cálido a)o

10 social, el cuerpo como lugar de las prácticas artíSli­ frío en el posmodcrnismo español (ver J. L Brea, 1991).

multiculturalidad, el género. La mirada se des­ La cronología propuesta por Anna M.a Guasch, tanto

ía el otro diverso en lo sexú'ál, lo etmco o IQ­ en lo que respecta a 10 puramente español (1982 y 1992)

raclar;y se ocupa de la d~sterritorialización, el nuevo como en el ámbito general europeo y norteamericano,

internacionalismo y la globalización. Deconstruye, en será la que utilizaré para ubicar y analizar la novela espa­

fin, el centralismo moderno a partir de las teorías de ñola posmodel"na.

l
Paul Ricoeur, Foucault y Vattimo. Es e] arte político Una vez analizado el posmodernismo desde un punto

de los colectivos y las "agencias"; del posfeminismo y de vista histórico, me resta, en esta introducción general al

su crítica de la representación y de la diterencia; del nuevo paradigma estético, desvelar sus fundamentos teóri­
:rñúhicuJturahsmo y su interés por la descolonización, cos principales. Ya estamos en condiciones de afirmar que

las minorías y las periferias. Un arte que no es nada ::. pOim..Qder~')mo, inmers<? en. ~a revolución tecn~lógica

más que la reacción lógica a los cambios sufridos en la y en os medlos de comunlcaClOn de masas, se erIge en

década de los noventa. .~ueva estética ue expresa las consecuencias délaposmo-"-­


derni a como episteme, en cuanto a la

Ya adelantamos, al revisar el inicio de la polémica de la representación.

posmodernidad en España, cómo el arte de nuestro país ~ CuañC10 creH.ní el concepto episleme, recordé el prefa­
reaccionó a la nueva episteme. Guasch lo resume en dos cio de Las palub-ras), las cosas. En él, Foucault contaba cómo
fechas clave: 1982 y 1992. no pudo evitar la risa al leer la taxonomía que aparecía en
En 1982, la subida al poder del socialismo inaugura la el cuento de Borges El idioma analítico deJohn Wilkíns, pues­
denominada "era del entusiasmo", la política de apoyo y to que suponía una metáfora jocosa la imposibilidad de
promoción del nuevo arte español, la profesionalizacíón pensar fuera de unas estructuras que nos' han SIdo dadas,

del sector artístico y la inmersión en las corrientes interna­ fiue e~tá:n COTub ujdas a prión. '"

cionales. Esta "era del entusiasmo" se verá concretada en Lo que Foucault -y Borges- nos enseña es que la re­

la 'Joven figuración madrileña"; en el grupo de Sevilla; en presentación está siempre gobernada por esta estructura,

exposiciones como 1980, Madrid D.F (1980) Y Otras figura­ puesto que marca los límites no sólo de lo que podemos y

ciones (1981-1982), que supuso el inicio de Miquel Barceló no podemos pensar, sino también de lo que somos capaces

y del neoexpresionismo espailol; y, en fin, en la primera de representar. Por lo tanto, no sólo configura la realidad,

edición la Feria Arco en Madrid. que es en resumidas cuentas la base primera del arte, sino

culminación del entusiasmo y, al mismo tiempo, su que también está dirigida por aquellos que construyen la

fin, se sitúa en 1992, fecha de celebración de losJuegos estructura, es decir. el poder.:-­


Olímpicos de Barcelona, de la Exposición Universal de Se­ En palabras dCBrian Wallis, carcajada fÓucaultiana

villa, y de Madrid como Capital Europea de la Cultura. subraya su reconocimiento de que los códigos culturales

el inicio de la posmodcrnidad fría en España, el fin del en los que estamos inmersos, el orden discursivo que segui­

culto a ]0 joven, de la euforia mercantilista, y el comien­ mos, las distintas formas de representación no son natura­

zo de las poéticas simulacionistas y apropiacionistas, del les y fijas, sino, más bien, ~!!!itrarias e históriciilleíité" de­
neoconceptualismo, la reproducción mecánica y el cues­ ""terminadas; así pues, son susceptibles de crítica y revisión"

( ~,-(. pI. 'J L,. lr-
r

\'~~ ~ t:-r S í,..;/\ j.L.- \ 0 ..:> I

@ LA NOVEL.".. ESPA5:oU'¡. POSMODERl-;,\ I POSMODF.RNIDAD y NUI/EI.J\ 139

(B. Wallis. 1984a: xiii). La consecuencia es clara: "Nuestro Como diría Rorges, todo es un juego de espejos, y la copia
acceso a la realidad está mediado por el velo de la repre­ no tienc por qué ser indefectiblemente inferior al original.
~a función artística o estética va perdiendo importancia,
sentación. Lo] La repres~taciór:LMiende-ª.J.os.jntereses :.'...,­
,del po...der" (ibíd,). Esta es la clave del posmodernismo en :>ára dar a la función olítica o conee tual, es decir, -,
tanto que nuevo paradigma estético: la crítica a la repre­ al significado como razon e ser e arte. ,-­
sentación. El aura está ligada a la presencia, que implica una rela­
Pero debemos puntualizar: el cambio que introduce ción intersul:~jetiva ,entre o~jeto artístico y espectador, De
la posmodernidad no implíca que, exclusivamente hoy, la ahí que el cine y la fotografía se consideren, desde un pun­
to de vista clásico, lechné, no artes: en su proceso creador,
r~!~__~~té~J!.l:Iida <! ~arti[J!~s_t:!"~c~ur~ apriorísti­
interviene la cámara como elemento desubjetivizador. Y
cas controladas pg~~yoder, -y. por tanto, por los medios
sin embargo, en la gran mayoría de la producción artística
aecomuriíCaclOn-, sino que, hoy, somos conscientes de
posmoderna intervíene, de una forma u otra. la reproduc­
ello, y el arte posmodernista se encargará ~erlo de
tividad. Sólo hay que analizar la influencia de las técnicas
manifiesto. ­
cinematográficas en la narrativa actual o la Íntervención de
.~ Para áfrontar el problema de la representación, el en­
los ordenadores en las producciones te-1trales, escultóricas
sayo de Walter Benjamin (1936) La olrra de arte en la época o musicales. Entonces, ¿dónde queda lo aurático en e1 arte
de su reproductibilidad técnica, texto fundamental para com­ actual? ¿Podemos seguir hablando de arte en un sentido
prender el arte de la modcl'nidad, puede ser revelador de estrícto, o solamente de manifestaciones culturales? ¿Qué
los aspectos más importantes del posmodernismo. ocurre con hechos artísticos, como ciertas instalaciones,
La pregunta que se hace Benjamin es la siguiente: ¿qué
oculTe con la belle:ta en un momento en que las obras de
que se realizan en un momento y un lugar determinado y
no perduran en el tiempo? ¿Dónde ha quedado el aura ahí
eLf"
arte pueden ser reproducibles? Entramos así en el proble­ donde no hay objeto sino experiencia artística? .r~
ma de la autenticidad. La esencia del arte era, dice Benja­ Nos encontramos, en fin. con que el arte tradicional y c;
min, el aura, algo que se pierde cuando la capacidad de el moderno constru en resenci auráti os mlentras
reproducción interviene: la reproducción separa al arte de que e arte osmo erno u veriza la stqJEu;J
la tradición, dispone del objeto para que sea observado aura, es ausente. Yla estrucción del elemento aUl"ático se
por la masa. lleva a cabo mediante el elemento lúdíco o irónico. De ahí
Estamos ante un cambio de pe.!Sepdón: ~estético o la metáfora posmoderna del laberinto: ausencia por pre­ 1')
artístico 1)0 se encuentra ya en el objeto en sí, sino, aparell.: sencia, destrucción por construcción, sintáxis por semáñti­ ,.r
,...,
,_.'::::; temente, en el espectad~ quien, por medio de una serie ca, polisemia por monosemia, difusión por concentración. (,

de mecanismos socioculturales, decide lo que es arte y 10


que no lo es. Nos enfrentamos a una subjetivización total
El posmodernismo deconstruye, no construye; reproduce,
no produce; ironiza, no atirma;juega. no crea ~n el senti­ ~':¿
r
que afectará hasta al concepto mismo de realidad. Y re­ do moderno-. El aura, en definitiva. ha sido abolida,
<:::
cordemos que el pop art da un paso más allá: ya ni siquiera El hecho de asumir la reproducción como estl"ategia
es posible diferenciar visualmente un objeto cotidiano de , formal fundamental del arte puede ser asumido con nor­
uno artístico. Una obra de arte será aquella que exprese ~ malidad, como es el caso de Warhol o Rauschenberg, pero
un significado, una visión de mundo, y lo contenga. p también puede dar pie al rechazo y a la nostalgia. Esto ex­
El aura se convierte ahora, según Benjamín, en una dis.­ plicaría la multiplicación de obras pictóricas que repiten,
tancia con respecto al objeto: el rompimi~ del aura des­ a mediados de los años ochenta. el estilo y la retórica del
de un punto de vista social, gr-acías a la I"eproducción, lIéVa' expresionismo, del mismo modo que, como veremos en
q a una igualdad univee' a la d~~~~E~..i..z~~ión_der.aa~, seguida, la nosta1gia neohistórica inunda la novela posmo­

í

140 lA NOVEl JI. !:.,sPAÑOlA POSMODERNA POSl\10DERNIDAD y NOVELi\ 141

derna. Pero I-ecordernos que es repetición, pastiche pos­ Barríga y sus montajes en vídeo de fragmentos de películas
modernista, no creación moderna. protagonizadas por Mal"lene Dietrich y Creta Garbo; o de
__ El posmodernísmo impl~~1Qrma de p~Dsar sQ.hr:e Cindy Sherman y su idea de feminidad como performan­
)a representación y la historia que niega la existencia de ce, como montaje; o de Pierre Molinier, quíen, al insertar
una verdad trascendente: Q...o hay hechos, sino iní.erpr:.ela­ elementos fetiches de la feminidad en sus autorretratos,
ciones, textos. Si el arte tradicional considera la rea1ídad deconsu'uye la representación de la masculinidad como
como su base ontolÓgica, el posmodernismo se atreve a ex­ totalidad: "These postmodern text/images combinations
poner l,a realidad como lID r~!J~_!=.QJlstruido más que consciously wot-k to point to the roded nature of a]] cultural
como un estado "natural" de la existencia al que todos, de messages, They do so ovenly being re-vísions: they offer a
forma natural, nos referimos. second seeing, through double vísion, wearing the specta­
,,---.. El posmodernismo ya no representa miméticarnente la eles ofirony" (L. Hutcheon, 1989: 123), 1-_
)1 realidad al estilo del arte realista tradicional, pero tampoco Estos artistas reorganizan fragmentos que ya existen f:>:J .
ilntcriormente, camba,!!z.an otros textos para insertarlos en ~
~ trata de crear una nueva realidad ex nihilo como pretenden
1S los modernistas y, sobre todo, los vanguardistas: se limita a otro contexto; de este modo, los deconstruyen y~<-v ''r
imposibilidad de representar IQ rea) de otra m~néra que no _. ~
'" '::' ~ reproducir mecánicamente imágenes de la realidad, copia
")..\1>'-..) imágenes. El posmodernismo, paradójicamente, es un arte

sea a ¡:>artir de textos ya creados, de imágenes previas. Estos (~


mimético: imita la imagen que constnlímos de la realidad.
procedimientos scran fundamentales paa la metafkdón
Pero da un paso más allá al deconstruirla.
historiográfica, que analizaremos al hilo de La parábola de
El posmodernismo actúa corno "des-velador", desafía Carmen la Reina de Manuel Talens y Fabulosas narraciones
nuestras asunciones miméticas sobre la representación, so­ por hístorias de Antonio Ort:íudo.
~ara la modernidad. la representación es una estra!~_

bre su transparencia y natural~d, al afirmar que el arte,


gia de poder destinada a dominar la naturaleza, la dife­

la filosCl'fla, la CIencia o la historia no reproducen la rea­


"enCla, el otro, e Imponer su yo; para conquistar el mundo

lidad, sino que la construyen. De este modo, como afir­


como imagen de la identidad que la produce. Pero este

ma Linda Hutcheon (1989) 1\ el artista posmoderno es un


proyecto modernÍsta de gobernar la naturaleza por medio

~
. p_anipulador de sigll.Q§JIlás que productor de lJJ:Lql:ti~!O
de la tecnología y la razón siguiendo los criterios de utili­

artístico, y el receptor es un descodi~~ act~y-<? de men­ dad y función ha desaparecido. Ante esta pérdida, se abren

sajes ~ue consumidor ti observador pasiVo de belleza las posibilidades que atestigua el posrnodernismo: inten­

estéti c-a. De ahí que la teoría de la recepción de Iser yJauss tar recuperarla por medios que ya no pueden ser más que

y las teorías de Umberto Eco sobre la semiosis ilimitada _~imulaciones, contemplar melancólica y nostálgícamente
y el lector implicado hayan sido tan productivas en estos, la pérdida, o asumirla, atestiguarla y delatarla mediante la
últimos años. crítica a la representación y la decon;trucción de las imá­
Todo lo anterior se ve claramente en los fotógrafos pos­ -ger;es heredadas por medio ~ropiacio~
modernistas: al proponer que nuestra representación de El salto que realiza el posmodernismo consiste en de-
la realidad y nuestra construcción de sentido se basan en construir el proceso mismo de representar:..el nuevo para­

la techné, en la manipulación de imágenes, desafían y ha­ digma estético,no suspende el referente ni lo pone entre

cen estallar la distinción tradicional enlre 10 objetivo y lo paréntesis -{:;omo hace a menudo la autorreferencialidad

subjetivo, lo tecnológico y lo creativo. Es el caso de Cecilia modernísta-, s.ino que problematíza la actividad misma de E

~~ferenci~, es decir, problematiza la mímesis en sí misma, ?


13 Linda Hutcheon ,sc l'cfie'l"e exclusivamentcc al fotógl'at() posmoderllo, pero
~u rdlt'xión pllt"dc ext.enderse a ftml<juier artista qllt' ~e halle inmerso en la
el hecho de que sea posible la adecuación de una imagen
epistcmf" postnooerna, ! a un referente.

1 lA KOVELA ESPAÑOL<\. POSl\IODERl';A


r
POS:l.10DERNlDAD Y NOVELA 143

Así, la creación artística deja de ser una invención sub­ democrática del arte, su apertura a un público multitudi­
I jetiva: el yo-artista-genio que crea ex nihilo ha sido sustitui­
i r
do por un artesano que descubre en un objeto ya existente
algo nuevo por medio de una reagrupación de sus ele­
nario y su colectivización. Como diría Walter Benjamin, el
arte ha perdido el aura en la era de la reproducción mecá­
nÍca, y el o~;eto artístico se ha desacralizado y reificado, pa­
mentos, de procedimientos corno el montaje, el collage, la sando a formar parte de )0 cotidiano. La reproductivídad
apropiación o la manipulación que poaemos observar en ~na el discurso sobre el genio o la aureola a~t;!~a; es
las funciones de cortar-capiar-pegar de un procesador de . en este sentido en el que puede proclamarse la muerte del
textos informático:­
arte.
Concluyamos. El fin de la historia del arte moderno, la Esto conlleva también la supresión de los límites de lo
muerte de la vanguardia, los nuevos modos de represen­ estético tan to en la dirección de una dimensión metafí­
tación influidos por la reproducción técnica y la decons­ sica o histórico-política de la obra, como en la ausencia
trucción, la recuperación de elementos del modernismo de ~istinción entre arte popular y arte elevado, ausencia
heterodoxo como la fragmentación, el eclecticismo y el que provoca la mezcla de elementos que hasta hace poco
repliegue hacía la subjetividad, todo ello nos conduce al habían estado separados, es decir, la hibridación como es­
nuevo paradigma estético de la posmodernidad, que revi­ trategia generalizada del posmodernis!llo.
sa el canon precedente, híbrida los géneros y los procedi­ Esta hibridación se llev'd a cabo mediante los dos pro­
mientos artísticos, y niega la dimensión histórica tradicio­ cedimientos retóricos preferidos por el pOJmodernismo:
\ nal (ver Gonzalo Navajas, 1994). la Ironía y la parodia; a través de ellos se deconstruye el
En cuanto canon, el crítico literario HaroJd Bloom pasado literario, se mserta y a la VeZ se subvierte en una
publicó en 1994 un líbro que levantó ampollas en los CÍrcu­ nueva re-creación.
los universitarios norteamericanos: El canon occidental. No Por último, el concepto de historia como algo lineal,
podía haber sido de otro modo; Bloom, con esa sabiduría comprensible, verdadero y progresivo ha quedado anula­
humanística e irónica que le caracteriza, defiende el ca­ do; no sólo es desmitificada toda proyección hacia el futu­
non, lo justifica y lo celebra, en un contexto que pretende ro, sino que incluso todo aquello más allá de la conciencia
su muerte o, al menos, su I"evisión completa: individual ha sido negado: la revolución no es más que nos­
La defensa del canon occidental no es de njnglm modo una defen­ talgia, como dirá Belén Gopegui en La conquista del aire.
sa de Occidente o de la empresa nacionalista. Si el multicultura­ Esta ne ación de la dimensión histórica tradicional en
lismo significara Cervantes, ¿quí¿;n podría quejal'se? Los mayores el posmo ernismo explica la revalorización de la novela
enemigos de Jos critcl-ios estéticos y cognitivos son supuestos defen­
sores que nos vienen con LOnterías acerca de los valores morales y histórica como una necesidad nostálgica de aferrarse a
políticos de la literatura (H. Bloom, 1994: 50). algo seguro, pero no implica una despolitización: "Postmo­
denl art cannot but be politica!, at least in the sense that its
1 Esas "tonterías" son las reivindicaciones .B0smodernisgts representations -its images and stories- are anything but
con respecto al canon: la defensa de la literatura popula~_o­ neutral. however 'aestheticized' they may appear to be in
de formas marginales y""Rasta hace poco secuDdaria~o_ their parodie self-reflexivity" (L. Hutcheon, 1989: 2).
la literatura femenina; el cambio en el modo de acercarse La ausencia de delimitaciones, el fin de los límites.
a los clásicos, su desmonumentalización necesaria; la afir­ mezcla de categorías, son ]a base Ue! posmodernlsmo en
~. mación de que todo acto de escritura es ideológico y que
toda representación de la realidad es una construcción.
todas las manjfestaciones artísticas: pintura, diseño, escul­
tura, arquitectura, cine, poesía, fotografía. teatro, vídeo y.
La desvalorización del can - es, en defí n i tiva, una con­ por supuesto, narrativa. Centrémonos en esta última.
! secuencia directa de la cultura de masas, de la expansión

(f !

1

r

144 L". "<OVEI A J::SI'AÑOL!.\ POSMODEIU\A POS\IOD~: RNIDAJ> Y NO'liT.LA 145

2.2. LA NARRATIVA POSMOIn:RNISTA chel Butor, Robcrt De~mos, Marguerite Duras, Robert Pin­

get, Raymond Roussel, Nathalie Sarraut.e, Claude Simon,

Si revisamos los textos teóricos de los críticos europeos Alain Robbe-Gril1et) y en el continente americano Uorge

y norteamericanos que han intentado elaborar una teoría Luis Borges, Julio Cortázar, José Donoso, John Hawkes,

de la narrativa posmodernista, la impresión general es de V1adirnir Nabokov, Juan Carlos Onettí, Gertrude Stein,

caos, desde las primeras propuestas, como las de Ihab Ha­ Mario Vargas Llosa). Es lo que conocemos como narrativa

bib Hassan o John Barth, hasta las más recientes de La­ de experimentación, el nouveau roman y el boom hispano­

r1')' McCaffery, Aron Kibédí Varga, Matei Calincscu, Theo americano, que tiene su paralelo en la novela española con

D'haen y Hans Bertens, Ajan Wilde o Remo Ceserani. la experimentación de los sesenta y setenta (Luis Martín­

Todas estas propuestas, si bien aportan rasgos concn~ Santos, Juan Benet, Juan Goytigolo) y puede considerarse

tos, definiciones y aspectos parciales relativos a la narrativa como e!.Erhncr paso, o el precedente, de la novela posmo­

posmoderna bastante esclarecedores, nos provocan, sin derna: egá en la línea de la crítica del pensamieI?:!Q~fd­

embargo, una gran cantidad de dudas e inseguridades. De dental a la.J!!etafisica, la trascendencia, la identidad y el

el1as podemos deducir las siguien tes conclusiones: que la S1ijéto. La novela experimental sería la TesI;lUesta narrativa, \

naTTativa posmoderna se sitúa originalmente en Estados entonces, a los fil6sofos de la cr;gis postestructuralista deL

Unidos y los países hispanoamericanos; que no hay un con­ significado: Derrida, Paul de Man, Foucault, Barthes... ; de

senso claro sobre quién pertenece al posmodernismo -no --hecho, muchas veces estas novelas parecen manifiestos de
sólo en el campo de la narrativa- ni cuáles son sus lílniles dicha crisis.
cronológicos; que la novela posmoderna bebe directamen­ La nueva novela textualiza esta crítica mediante la t"u"­
te de los autores pertenecientes a aquello que hemos esta­ tura de las convenciones decimonónicas
do denominando modernidad heterodoxa; y que no supo­ -laconClencla, la ldenhdad, la neutralidad. del lengu.ye y,
ne una oposición directa al modernismo sino, en muchos especialmente, el desarrollo histórico del argumento y el
aspectos, una continuidad, pero que dicha continuidad personaje. Los nuevos novelistas comparten con los postes­
se confunde a menudo con la identificación plena, con lo tructuralistas un análisis del discurso basado en la fi1osofía
que muchos autores modernos comienzan a ser designa­ del lenguaje, la crítica dellengu~je focalizado, sobre todo,
dos como posmodernos, como Borges, Nabokov o Beckett. en las mujeres narradoras y la crítica ontológica (re ini­
y, en general, que la confusión crítica con respecto a la ciaron Heidegger y Nietzsche. Un buen ejemplo e todo
identificaCÍón de la narrativa posmoderna es extrema. ello en la narrativa española serían las primeras novelas
Intentaré arrojar algo de luz sobre el caos teórico. A de Félix de Azúa: Las lecciones de Jena (1972), Las lecciones
partir de los años setenta, con el auge del experimentalis­ swpendidas (1981) Y Última lección (1981).
mo, las novelas publicadas en el ámbito occidental se divi­ Entrarnos así, por un lado, en la muerte del argumen­
den claramente en dos grupos: aquellas que respetan las to, entendido como secuencia racíonaliz' da en la que se ­
convenciones narrativas tradicionales con las que el lector desarro an personajes e historias desde un origen, ulla
está familiarizado desde hace dos siglos, y aquellas otras causalidad lógica de hechos y un final; y, por otro lado, en
que rechazan dichas convenciones utilizando un nuevo la metaficdón, ante la que _~I lector, privado de las satisfac- (
lenguaje, muchas veces alegórico, que es desconocido para cÍones de un significado estable, se ve forzado a atender y P
la mayoría de los lectores. Es lo que se ha llamado la "vi~ja
descifrar, es decir, a ser cómplice y copartícipe de la escri­
novela" y la "nueva novela" (E. Deeds, 1990: 643).
tura: Volverás a Re&1Íón de Benet (1968) o Los celos de Robbe-
Por nueva novela s{" entiende el conjunto de los textos
Grillet (1957) son textos paradigmáticos en este sentido.
narrativos publicados entre 1962 y 1976 en Francia (Mi­

146 ¡ A NOVELA ESPAÑOLA POSl\IODFRNA


T
POSMODERNlDAD y NO, U A
147

Pero la primera novela reconocida como posmoder­ Esta es, en líneas generales, la situación de la narrativa

nista no es la experimental. Fue la novela estadounjdcnse occidental en nuestros días. Pero dicha situación solamen­

de autores como Donald Barthelme,John Rarth, Thornas te afecta a una clase de novelas, a aquel1a que denominába­

Pynchon, Robert Coover, Stanley Elkin, Don de Ljllo,john mos '"nueva novela". Si analizamos las listas de best sellerela­
Hawkes, Kurt Vonnegut, Ronald Suckenick, Ishmael Reed, boradas por las editoriales, nos encontraremos con que Jos

Walter Abish y Williám Gass, que obtuvieron una notable libros más vendidos -y, presuntamente, más leídos- siguen

resonancia de público y crítica en Estados Unidos, frente perteneciendo a una forma de escritura tradicional, aque­

a la reducción al ámbito especializado que han sufrido en lla que, como decía anteriormente, construye presencias,

Europa. A estos narradores posmodernos se añadieron, aque)]a que mantiene una estructura reconocible por el

más tarde, autores como los italianos Italo Calvino, Anto­


nio Tabucchi y Umbcrto Eco, el inglés John Fowles, Ma­
nuel Puig y otros escritores hispanoamericanos.
t
lector, un narrador fiable, unos personajes bien perfilados,

una anécdota seguible: la "vieja novela",

Novelas plenamente posmodernas, en el supuesto de

De sus lextos se pueden en tresacar las siguientes carac­ que el posmodernísmo fuera una tendencia unificada y

terísticas: precedentes claros enJorge Luis Borges, Samuel acotable ya he advertido que no lo es-, novelas que fue­

Beckett y Vladimir Nabokov; influencia del mundo de los ran algo así como la aplica,ción sistemática de los princi­

. medios de comunicación de masas y de la tc:;cnologla, cuya pios que estamos definiendo como propios de la narrativa

consecuencia directa es el uso de un lenguaje visu~que in­ posmodernista, no existen, exeerAO, quizá, El nom&re de la

corpora los efectos de la teTevisión y el ordenador; muerte rosa de Umoeno Eco, texto escrito con el propósito explí­

del argumento en el sentido tradicional, producida por la cito de ejemplificar la teoría de la posmodernidad.

srisis de la interpretaci~l y la certidumbre, que lleva a la Lo que ocurre es que, por un lado, se sigue identifi­
confusión de las relaciones entre autorypersonaje, y a cando novela posmoderna con novela experimental; y,
Earodía del autor como padre, pero retorno a la narrativi­ por otro, muchos textos que aparentemente mantienen
dad mediante una nueva mímesis; crítica de los conceptos la técnica tradicional son encuadrados en la vi~ja novela
propios de la narrativa tradicional y decimonónica: inicio cuando, en realidad, no pertenecen a ella; es el caso, como
y fin, determinismo, temporalidad lineal e idea de orígí­ veremos, de la gran mayoría de la narrativa española de
nalidad, sustituida por la asunción y e~altación iróníca..de los ochenta. Estas novelas son "nuevas" en el sentido ple­
, Ja intertextuaJidad y la metaficción (reflexión de la novela namente posmoderno de que, o bien inscriben fos supues­
sobre sí misma, pero con un tono Irónico: contaminación, tos··'narraUvOS tradiCionales para, luego, deconstruirlos y
...J>aWche,2aroQ@, ci!.a). ~....-......_.- súbverbrlos medIante la parodia y la hlbndaClon Irónica, o
~ ~ dCTaposmodernídad asume y normaliza '.su:
bien directamente asumen la Imposibilidad de dichos
todo aquello que la novela experimental consideraba en puestos y parten de otros nuevos, los que veremos seguida­
términos de reivindicación, polémica, destrucción yextra­ triente como claves estebcas de ra novela posmoderna.
ñeza. La gran novedad de la novela posmoderna es que los Dicho de otro modo, la novela experimental nos ense­
mismos contenidos que encontramos en la experimenta­ ñó a ver el mundo, la realidad y el lenguaje de otra manera
ción van a ser vertidos en novelas que aparentemente reto­ al luchar contra las categorías modernas; en ese sentido,
man las convenciones narrativas tradicionales. Por eso po­ pertenece a la episteme moderna. Pero la posmodernídad,
.....¿.:' demos afirmar que la .!!illI.ª-Úva experimental no pertenece al apl'ender de esta enseñanza, asimilarla y normalizarla,
"1':)­ _a la ('pistem~osmod-::.!.J.a: en su talante de reIviñdiCación, se erige en nueva episteme: ya no será posible volver atrás,
polémica, destruccrün y extrañeza delata su pertenencia ni siquiera como queja, lucha o rechazo, porque la visión
-discutida y negativa, por supuesto- a la modernidad. de mundo moderna ha termÍllado.

T'

148 LA NOVEI.A ESPANOf A POSMODERNA POSMODERNIDAD y NOVELA 149

Esto no significa que no existan novelas que mantie­ SIDn o rechazo tanto del modernismo como del realismo.

nen unas estructuras propias de la modernidad, del mismo En su opinión -yen la mía propia-, la naITativa posmoder­

modo que existen críticos y teóricos que siguen sostenien­ na puede ser vista como una síntesis o trascendencia de

do que la posmodernidad no existe; es el caso de una nove­ la antítesis realismo burgués-modernismo, una superación

la tan reciente como La hermana de Katia de Andrés Barba ecléctica de las oposiciones entre realismo e irrealismo,

(2002), un texto de estructura tradicional y características entre forma y contenido, entre compromiso y evasión:

modernistas en el que una conciencia infantil reorganiza Si los modernos, que llevaban adelante las antorchas del roman­
el caos de la realidad unificando la disolución de sus re­ ticismu, no~ enseñal'un que la linealidad, la racionalidari, la cons­
ferentes. Sin embarg-o, el final de la episteme se da en la ciencia, la causa y C"! efccro, el ilusionismo ingenuo, el lenguaje
generalidad de textC>s narrativos españoles, como trataré transparente, la anécdota inocente y las c()nvenci()n~s morales de
la cIase m('dia no son toda la historia, desde la perspectiva de las
de demostrar en los siguientes capítulos. décadas finales de nlle~tl-o siglo podernos apreciar que lo OrUf"sto
Este final ]0 vemos claramente si comparamos desde a todas estas rosas tampoco f"S toda la historia, La disyunción, la si­
un punto de vista teórico la nalTativa moderna y la posrno­ multaneidad, el inacionalismo, el antiilusionislIlo, la autoreflexi{m
derna. Siguiendo las indicaciones deJohn Barth, las carac­ [sic), el-rnedio-es-el-mC'nsaje, el olimpismo polítíco y el pluralismo
terísticas literarias del modernismo serían las siguientes: moral que se acerca a la entropía moral... tampoco son toda la hi~­
toria. [ ... ] lVli autor poslmodernD ideal ni repudia meramente ni
[ ... ] el objeto básíco del mod~rr¡ismo era criticar d orden social de meramente imita a sus padres modernos del siglo XX, ni a sus abue­
la burguesía del ~iglo XIX y su visión -id mundo. l.a estrategia ar­ los premodernos del XIX. Corno la ha digerido, tiene la primera
tÍstica consistió ('n invertir conscientemente las convencíones del mirad del siglo xx más allá de su estómago, no sobre sus espaldas
realismo hurgués mediante tácticas y estratagemas como l ... ] la (ibíd.: 18).
ruptura radical del flujo lineal de la narración; la ruptura de las
expectativa~ convencionales sobre la unidad y coheI-eIlcia d, argu­
Como ejemplos puros de esta narrativa posmoderna,
mento y personajes, y el consecuente 'desaITollo' tipo causa--efeClo;
el despliegue de yuxtaposiciones irónicas y ambigüa~ [sic] capaces Barth pmpone Le cosmicomiche (1965) de ltalo Calvino y
de poner eIl duda el 'significado' moral y filosófko de la acción li­ Cien años de soledad (1967) de Gabriel GarCÍa Márquez.
teraria; la adopción de un tono de autoburla epistemolóp;ica contra Pero más allá de listados de autores, obras y características,
las ingenuas pI'etensiones de la racionalidad burguesa; la oposición el valor del artículo de Bartb radica, a mi entender, en los
de la consciencia interior al discurso ohjetivo, racional y público; y tres ejemplos que propone como paradigmas del realismo
una inclinación a distorsionar subjetivamente pal-a mostrar corno
[sic] se desvanecía el mundo social objetivo de la hurguesía del si­ (Ana Karenina) , del modernismo (Finnegans Wake) y del
glo xrx (J. Barth, 1980: J (j), posmodernismo (Cien años de ,soledaá) .
Debo d~jar sentada, de una veL, la intuición que vengo .
A este listado Barth añade el papel especial y alienado defendiendo desde el comienzo: la narrativa pQsmoderna 1
con respecto a la sociedad del artista moderno, es decir, el no implica un conjunto de rasgos estilísticos nuevos que \
discurso del genio; la puesta en primer plano del lenguaje confIguran una tendencia literaria nueva, sino una nueva
y la técnica, en contraste con [a anterior primacía del con­ estructuración de elementos ya dados prQ.~d~n.~s, sobre
tenido; y el alejamiento con respecto al público, debido a '-¡odo, de la modermdad heterodoxa y critica, es decir, un
la dificultad objetiva de acceso a sus textos, junto a la ne-ce­ cambio de dominante, como dirá Brian McHale retoman­
sidad de una crítica intermediaria que los "explique". do la terminología de ]akobson, o una reordenación de
Al comparar las dos estéticas, Barth se opone acertada­ relaciones. Este camhio de dominante se ve en la compa­
mente a la opinión de muchos críticos de que la narrativ'd ración de los tres comienzos de las novelas anteriores. La
posmoderna no es más que una decadencia o agonía de la comparación de estos tres comienzos1 4 nos permitirá dar
literatura moderna: no es ni una extensión ni una intensi­
11 El siguiente análisis "eb';-"lIIl1d,,')~a eX-F--;¡-i.-;~:-ión ofrecida por Julio Ortt'"ga
ficación de alg-uno de sus elementos, ni una total subver­ (1988).

150 LA :-;OVEI A ESPANOL<\, POSMODI::RNA


PüSI\IOI)FR;\1IDAD Y;\10VF.lA 151

el salto desde una exposición rnás o menos caótica y a me­ de lectura, por tanto, implica la reconstrucción del mundo
nudo contradictoria de rasgos y listados, hasta una com­ como ilusión, como mundo posible. Esta es precisamente
prensión de la narrativa posmoderna como cambio de es­ la base teórica del análisis de Brian McHale, la aportación
trategia cognoscitiva que es la consecuencia del cambio de más válida y completa que se ha realizado para el estudio
episteme a la que pertenece, es decir, una interpretación y de la narrativa posmoderna,junto a los análisis de Fredric
caracterización global de la novela posmoderna. Jameson.
El comienzo de Ana Karenina l5 ('Todas las familias feli­ El mismo interés de Jamcson, centrado en las estrate­
ces se asemejan; cada familia infeliz es infeliz a su modo") gias cognoscitivas del posmodernismo, es el que exhibe
se identifica con un discurso que representa el mundo Brian McHalc, cuyos Poslmodernisl Fiction (1987) Y Construc­
igualando palabra y reterente, y lo interpreta según un ting Poslmodernism (1992) pueden considerarse el más am­
concepto de verdad que no es sino el sentido común com­ bicioso y logrado proyecto de análisis de la narrativa pos­
partido por los miembms de una sociedad; el lenguaje es
moderna: si bien se centra fundamentalmente en la litera­
transparente y el mundo comprensible.
tura norteamericana, veremos en los capítulos siguientes
Frente a él, se alzan las primeras líneas de Finnegans
cómo las conclusiones formales, temáticas e interpretativas
Wake ("río que discurre, más allá de Adam and Eve, desde
a las que llega explican a la perfección ia novela posmo­
el recodo de la orilla a la ensenada de la bahía, nos trae
por un comodius vícus de circumvalación de vuelta al cas­ derna española de los últimos veinte años.
tillo de Howth y Envimns"), en las que la representación se La hipótesis central de McHale aparece ya en las pri­
ve problematizada: el lenguaje alegoriza su referente colo­ meras páginas del prólogo de Poslmodernist Fiction: "post­
cándolo en el nivel de pura narrativa, el libro se convierte modernist fiction differs from modernist fiction just as a
en su propio código inmanente y autónomo. poetics dominated by ontological issues differs from one
Comparado con la anulación del referente que supo­ dominated by epistemological issues" (B. McHale, 1987:
nen las líneas de FinneganJ lVake, el comienzo de Cien años xii). Es una idea de largo alcance, la lógica interna que go­
de soledad parece retornar al modo mimético realista de bierna todos aquellos aspectos concretos que habiamos en­
Ana Karenina: "Muchos años después, frente al pelotón de contrado en los textos teóricos revisados -contraposición
fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de re­ de rasgos, nóminas y listados-, paralela a la esgrimida por
cordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a co­ jameson cuando afirma que la episteme posmoderna es la
nocer el hielo". El objeto de la representación se mantiene lógica cultural del capitalismo tardío, igualmente válida e
cognoscible, pero depende totalmente de cómo sea arti­ igualmente susceptible de ser acusada de universalismo o
culado en la escrÍlura de la novela; el lenguaje no proble­ totalitarismo.
matiza su relación referencial con el mundo, como hace Sin emba'-go, veremos cómo la mayoría de los rasgos de \.
el modernismo, sino la propia lógica natural, la esencia la narrativa posmoderna responden, en última instancia, a (
del mundo y sus leyes, tan transparentes y aproblemáticas esta hipótesis central: si la novela modernista se ocupaba I
según el realismo. de problemas relativos at·conocin.liento, la posmoderna \
El lenguaje en Cien años de soledad no quiere reemplazar ~~argara deaI'fOil.tar la cuestiÓn aeT ser en un mundo \
la realidad, sino mostrar cómo puede a la vez construir y que ha deconstrUldo las afirmaciones que lo sustentaban. .
deconstruir una variedad de rcalidades, problematizando Dicho de otro modo: el posmodernismo literario intentét'
el propio ser del mundo, es decir, su ontología. El proceso responder p,·eguntas acerca del ser, referidas al mundo, al
yo o al texto, ya que las metanarraciones que los explica­
" Los respecti\'o~ párrafos se erILueIltran en L. To1slui (l877: 19), G. Carda ban han sido puestas en cuestión y anuladas.
MárquC'L (1967: 7) y.J. Joycc (1939: 17).

152 LA NOVEL\ F.SPA:\lOL-'\ POSMODERNA yüSMODt,;RNIDAD y NOVHA 153

McHa1e hace uso del concepto de dominante del for­ aquella que se pregunta acerca de f)ué mundo es este, qué
malismo ruso desarrollado por Jakobson para descubrir es un mundo, f)ué clases de mundo hay, en qué se distin- /
qué sistema subyace tras los catálogos heterogéneos de guen, cónlo se relacionan; pero también preguntas sobre la
rasgos posmodernos propuestos por críticos como Hassan, esencia de) propio texto, sobre la construcción del mundo
Wílde o Barth. Para ello, interroga a un texto paradigmáti­ en el texto, permiti~ndo la ~~n de la metaficcíóIl:
co del modernismo, Absalom, Absalom! de Wi1liam Faulkner, Todo ello no qUiere deCir que a novela posmoderInMa
y la respuesta le permite afirmar que la ficción modernista invente la teoría de los mundos posibles, que es tan anti­
consiste en una serie de estrategias que remiten a pregun­ gua como Lcibnjz (ver A. Garrido, 1997), sino que la nue­
tas acerca del conocimiento: córno puedo interpretar el va realidad y el nuevo modo de percepción que impone la
mundo, qué lugar ocupo yo en él, quién conoce y cómo episteme posmoderna obligan al escritor a enfrentarse al
conoce, hasta qué punto es verdad, CÓIllO se transmite el mundo -función tradicional, no lo olvidemos, de la novela
conocimiento, cuáles son los límites de lo cognoscible y su como género- de esta manera: no es una opción estética
fiabilidad. del escritor, sino una obligación ontológica de la novela.
El autor modernista presenta un mundo caótico y roto, El cambio de dOlnina.úe termina siendo, entonces, una
un rompecabezas, es el lector el que, identificado con la inversión de perspectiva. Si se neva el mode>~o epistemoló­
voz narradora, reconstruirlo, al modo de una historia gico suficientemente al límite, sus dudas caen en la plurali­
de que es, en última instancia, el género epis­ dad yen la inestabilidad ontológica absoluta: dad0 que no
temológico por excelencia. Las estrategias formales del puedo conocerlo, me inventaré el mundo. Si domina más
modernismo responderán a esta finalidad: multiplicación lo ontológico que lo epistemológico, estaremos entonces
y de perspectivas, focalización en un único en el posmodernismo. Esto explica por qué pueden en­
centro conciencia, variantes del monólogo interior, im­ contrarse rasgos del nuevo paradigma estético en el propio
plicación del en la historia por medio de una forma modernismo: porque la dominante estaba ya implícita en
que simula el propio problema del conocimiento (crono­ sus textos; y explica también que el cambio de dominante
logía dislocada, ruptura del orden lógico de los aconteci­ aparezca más claro, como señala McHale, en autores que
mientos). comenzaron en una poética modernista y, en un D"wmen to
El cambio de dominante que realiza el posmodemis­ determinado, cruzaron hacia el posmodernismo: Beckett,
mo supone un salto de lo epistemológico a lo ontológico: Robbe-Grillet, Carlos Fuentes, Nabokov, Robert Coover o
en vez de luchando con el conocimiento de nuestro Thomas Pynchon.
mundo, la novela posmoderna improvisará un mundo po­ La conclusión más obvia parece estar ausente de las
sible y ficcionalizado. Este salto, puntualiza McHale, está propuestas teóricas que habíamos revisado: no existen,
ya presente en el capítulo 8 de Absalom, Absalom.', puesto en puridad, autores posmodernos, sino textos; tendremos
que "dramatizes the shift of dominant from problems of que acercarnos a cada texto para saber a qué epistcme per­
knowing to problems of modes of being -from an epistemo­ tenece. Por ejemplo, El jinete polaco (1991) es una novela
logical dominant to an ontologicalone" (ibíd.: 10). posmoderna, pero En ausencia de Blanca (1999) l'emÍte a
De este modo, Faulkner cruza ]a barrera hacia el pos­ estructuras modernistas, y ambas proceden de la misma
modernismo, prdigurando una poética en la que se aban­ pluma: Antonio Muñoz Molina.
. donará la lucha por conocer)' ordenar nuestro mundo me­ McHale dedicará la totalidad de Postmoderníst Fiction a
diante una conciencia del yo como generador de sentido, dcmostt"ar su hipótesis, a ejemplificarla y defenderla, a ex­
y se propondrán mundos posibles, al modo de Cien años plicar la novela posmoderna según su intuición primera
\ de soledad, texto paradigmático del cambio de dominante, desde ámbitos macrotextuales hasta la tipografía o la in­

154 lA XOVElA ESPAÑOl A POSMODERNA pOSMODER..... IDAD Y NOVEL..'\ 155

clusión de dibujos en los textos narrativos. Su análisis será, Stendhal, espejo que nos lleva a una oposición necesaria:
junto al de Jameson, mi base teórica fundamental. Llega­ realidad versus imagen de realídad. Para que esta oposi­
mos, pues, a las claves temáticas, formales y hermenéuticas ción sea operativa, es necesario que el primer término,
de la novela posmoderna. realidad. posea rasgos distintivos con respecto al segundo,
imagen de realidad. Acerquémonos un poco más a la cita
de Stendhal.
2.2.1. Una nueva mímesis realista: el mundo como problema on­ Su definición considera la realidad como un ente unita­
tológíco rio con sentido temporal ("camino"); la novela, entonces,
deberá fragmental' esa línea, seleccionar paréntesis tem­
He mencionado ya en varias ocasiones la imposibílidad porales y reflejarlos miméticamente, desde el punto de ini­
del realismo, entendido en su sentido mimético tradicio­ cio hasta el Hnal. Todo ello implica, por un lado, una idea
nal, a raíz del cambio de episteme. Suele citarse la defini­ de la realidad, como decíamos más arriba con respecto a
ción de Stendhal en Rojo)' negro-"Novela: es un espejo que Shakespeare, firme, segura, capaz de ser perfectamente di­
paseamos a lo largo de un camino"HL como la m~jor defi­ ferenciada de lo no-real, de la imagen; por otro lado, un
nición del realismo, pero el concepto de al"le como esp~ío concepto de tiempo teleo1ógico, progresivo )' causal, que
de la realidad o la naturaleza podemos rastrearla desde la deberá ser respetado por la estructura narrativa, como de
Poética de Aristóteles hasta Shakespeare. Observemos el si­ hecho ocurre con toda la novela de principios realistas.
guiente parlamento de Hamlet: ¿Qué ocurre cuando el concepto de realidad comien­
Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción, po­
niendo un especial cuidado en no traspasar los límiles de la senci­
llez de la Naturaleza, porque todo lo que a ella se opone se apana
igualmellte del propio tin del arte dramático, cuyo tanto
za a ser percibido de forma caótica? Entramos en el para-
digma estético de la modernidad: lo real contingente es
fragmentación, es caos, pero la subjetividad del creador, su
lI
en su origen como en los tiempos que corren, ha sido y es presen­
conciencia, podrá reorganízarlo y trascenderlo -o, al me­
tar, por decirlo así, un espejo a la Humanidad; mostrar a la virtud nos, ese será su objetivo. La estructura de la novela, para
sus propíos rasgos, al vicio su verdadera imagen, y a cada edad guardar coherencia con este cambio, se romperá, pero la
generación su fisonomía}' sello característico (Shakespeare, 1 condencia narradOl'a flotará sobre los pedazos.
]355-1366)li,
Demos un paso más: ¿qué ocurre cuando el sujeto que
narra percibe no sólo la realidad como fragmentación,
AJ ígual que ocurría en el comienzo de Ana Karenina,
sino también su propia subjetividad como cao~_.i.\parece
la cita anterior de Hamlet implica una identificación entre
la novela posmoderna, la ironía cínica, la ontología pro­
palabra y referente que nos remite a una visión de mun­
blemática: ya no se trata sólo de cómo puedo yo conocer
do en el que la realidad -la "Naturaleza"-, y todo lo que
a ella pertenece ("virtud", "vicio", "edad", "generación").
er muñdo7 penetrarlo, reorganizado, sino de cómo, una
vez asumida la imposibilidad de cualquier explicación, me
se entiende como algo firme y seguro, cognoscible y com­
enfrento a él, vivo en él. Nuestra relación con lo real ha
partido por los miembros de una sociedad determinada,
perdido la sólida base de referente representable, y nues­
puesto que es susceptible ser representada en términos
tra conciencia es incapaz trascenderlo, por lo que la
de '\'erdadera imagen", de verdad. El arte en este contexto
realidad se desvanece, convertida en imagen, y el se
es el espejo de esa realidad, la vida, como en la cita de
conforma, irónica y lúdicamente, con esta pérdida, esto
16 En realídad, esta afirmación no es de Stendhal, sino de Saint-Réal, c.omo el
mismo escritor indica en el capítulo XIU de Hojo y neg"o (St...ndhal, 1830: 96),
no sólo sucede en el arte, sino en todos y cada uno de los
" Este fragmento C~()lTespondc al parlamento de Harnlet pn:\ÍO ¡¡ la represen­
sistemas representacionales de la sociedad posmodcrna,
tación de la ohra (1u<" fl mismo compone, ano 111, t'scen3 11. como afirma Marc Augé:

156 LA NOVElA ESPA~OIA POSMODtRNA püS:-'10DERNI f)-\!> Y NOVELA 157

Si el vínC:1I10 entre arte y realidad se H>mpe, no es tanto por el he­ ¿Quién se siente ajeno a esta experiencia? Fragmenta­
cho de quc el arte deje de ser mimético, figurativo o realista, sino ción, heterogeneidad, confusión simbólica, intercambio
porque la realidad se elude: la historia, el espac:io y la alteridad no
se captan más que a través de las imágenes. Y la imagen ni se imita
significativo, pero, sobre todo, incapacidad de distinguir
ni se represenra. S(' multiplica idénticamente sin la ayuda del arte ~~ lo real y l~, entre lareahdad y la imagen dé
(M. Augé, 2001: 12!'i). realidad: este es nuestro mundo y esta es nuestra percep­
ción, un mundo de realidad virtllClJ y una percepción que
La novela no hace más que expresar esta doble ruptu­ igualala imagen construida con la realidad fáctica, hasta
ra: la del mundo y la del yo. Repitamos la hipótesis central el punto de que el concepto mismo de realidad queda des­
de McHale: la novela posmodernista trata de cuestiones truido. Nuestro mundo posmoderno es, de hecho, ontoló­
ontológicas relacionadas con preguntas acerca de qué es gicamente inestable; por eso la novela de la posmoderni­
el mundo, quiénes somos nosotros, cuál es la relación en­ dad, que mantiene su objetivo tradicional de t'epresentar
tre lo real, 10 posible, lo imposible, etcétera, Esto significa el mundo, sigue ejerciendo su función de mímesis, sólo
que la nueva novela mimetiza mundos que son inestables que resulla una nueva mímesis, coherente con una nueva
ontológicamente, mundos que obligan al lector a pregun­ realidad.
tarse qué es la realidad mediante instrumentos estéticos Cuando comienza su análisis, 1\icHale des laca Terra nos­
que coadyuvan a esta desestabilización ontológica, ira (1975) de Carlos Fuen tes y GravitY'5 Rainbow ( 1973) de
Pero, reiteremos, no es esta exclusivamente una teoría Prnchon como textos paradigmáticos por la mezcla que
alt;.jada de la vida, como ocurre con todo lo que tenga que realizan de dos géneros fundamentales pal'a la narrativa
ver con la episteme posmoderna: nuestra realidad y nues­ posmoderna: lo fantástico lA y lo histórico, géneros que sir­
tra percepción de la realidad ha cambiado radicalmente a ven como instrumentos para la representación de mundos
partir de la dominación de los mC'dios de comunicación, ontólogicamente inestables.
de las linternas mágicas que constituyen nuestra episteme. En cuanto al primero, podemos decir que es el género
La siguiente cita de Subirats ejemplifica lo que afirma más ontológico por excelencia; la narrativa fantástica -pense­
arriba Marc Augé: mos, por ejemplo, en Cortázat' o en José Mal"Ía Merino-,
El primer plano de un cuerpo fragmentado, mutnado; instantánea aquella que no soluciona lógicamente las rupturas espa­
con exclamacíones, gritos, horror; la pantalla S~ det.iene una frac­ cio-temporales que propone, resulta tan cercana a los
ción de segundo en un rostro destrozado hasta el irreconocimien­ presupuestos posmodernos que, a menudo, los límites se
to; flashes de un paisaje innominado de ruinas y el movimiento de difuminan: no sólo pone en cuestión las ideas que posee­
seres anónimos e insignificantes: soldados, máquinas, enfermeros,
cámaras de televisión; repetido no lugar y gesto postrero de una
mos acerca de nuestro mundo, sino que propone un mun­
expre~¡6n que' ya no es humana; un autom6villujoso lanzado a toda do posible. Es lo que cncontl'arernos en textos españoles
velocidad; tina V07. fría y sin rostro apela a la seguridad proporcio, como La música del m1lndo (199S) y El mundo en la era de
nada por una tecnología de \~<lnguardia mientras la pantalla reco, Varick (1999), ambos de Andrés Ibáñez,
rre la sinuosidad lasciva de las caderas scmidesnudas de una mulata La novela histórica ha sufrido cambios sustanciales con
mimetizando las curvas aerodinámicas de la máquina; el·otismo
perverso de un desodorante femenillo, envuelto en una atmósfe­
respecto a las pautas tradicionales (de ahí que suela re­
ra exótica de una vq;cración tropical; narrdción de una guerra de denomi.narse como metaficción historiográfica): desde el mo­
ficción en la que los mismos iconos de la sensualidad tropical y mento en que las figuras y los hechos históricos que apare­
de una sexualidad agresiva n'significan tecnologías letales contra la
población indígeIla de las destruidas civilizaciones andinas, a~ocia­ '" A pt:~ar de que ex;.<t... n dilcn~IlCi.ls entre la cí..llcia ticción, 10 fantástico,
das medíáticamente cun el narcotráfico multinacional (E. Subil'ats, lo mágico y 10 maravillo,,,, como bien demuestra el análisis clásico lie Tn-etan
TodofOV (1970), M~Halc no hace distinciones, puesw que los cuatru géneros
1997: 183). remiten ... ];.t t.I'"oría ,le los mundos posihle". UtIlizaré en torlos los ca"O" el término
!(].-ntl'Í.,tir:o.

POSMOflER::';:IDAD y l';OV~;1 A 159


158 lA NOVElA ESPAÑOLA POS~10DERNA

cen en los textos no son como se supone que son, es decir, propone el cambio de dominante, un mundo en el que las
desmienten o dudan de la historia oficial, la nueva nove­ cosas existen y no existen, ocurren y no ocurren, se dicen Y ' ~
la histórica rompe la barrera ontológica entre el mundo no se dicen, un mundo de paradojas lógicas que no tienen .f2.yí'-?
como creemos que fue y el mundo posible de la ficción. soludón, corriOlos cuentos de Cortazar.
.La metaficción historiQgráfica.. al final, resulta un hí.
La teoría de los mundos posibles, frente a las teorías \
miméticas de representación, debilita los límites entre flc­
brida de lo histórico y lo fantástico que aúna la reflexión

ción y realidad. Como decía al principio, el límite ha de ser


teórica acerca de la his~ia com...Q c~~ructo y el argumen~

claro para la mimesis realista: si la ficdón es el espejo de la


to histórico per se; lo veremos en el ámbito de la narrativa

realidad, es necesario que la realidad sea un concepto fir­


posmoderna española con La parábola de Carmen la Reina

me, puesto que no debe ser confundido con la copia, con


de Manuel Talens (1992) Y Fabulosas narraciones por historias

la imagen. Sin embargo, los mundos posibles permiten la


de Antonio Orejudo Utrilla (1996). Implica n o-distin­

mezcla de ficción y realidad.


ción entre realidad -histórica- e imagen, 1';!imE2:"i1?ilidad
La narrativa posmoderna, por tanto, es "realista" desde
_de diferenciar entre verdaqs.meQ1;.ira. el abismo ontológi­ el momento en que mimetiza el paisaje ontológico posmo­
co, consecuencias todas ellas propias de la episteme pos­ derno, que no es otra cosa,que la ontología plural de las
moderna. sociedades industriales avanzadas, en las que las distintas
El original y la copia resultan idénticos, I~ rJ:.presellta::....._ realidades son permeables. Al cambiar el concepto de rea­
do se confunde con Ja repre:¡¡cntadón, todo termina sien­ lidad, cambia el resultado de la mímesís, pero el procedi­
~rcambiable y todo depende de quién lo enuncie, miento inicial es el mismo que el utilizado por la narrativa
en un mundo en que el discurso del genio, la sllQjetividad realista: el espejo.
como fundamento de verdad, ha sido destruido. En conclusión, afirma McHale: "Mimesis. clearly, is
Tanto la deconstrucción de 10 histórico como el uso alive and wel1 in postmodernist fiction [ ... ], may not re­
de mecanismos propios de lo fantástico provocan una des­
estabilización ontológica que nunca se resuelve, sino que
deshace el concepto de realidad pasada y presen te, y pro­
pone un nuevo mundo posible cuya veracidad queda en
suspenso, ni negada ni afirmada por completo.
Hect objective realíties, but they do failhful1y reflect our
culture's ontologicallandscape" (R. McHale, 1987: 55). La
narrativa posmoderna, entonces, será la encargada de re-
presentar modelos ontológicos plurales, mundos posibles.
probables o imposibles. De ahí su cercanía a lo fantástico.
I .

La definición que utiliza McHale de ontología está La banalizaCÍón de lo fantástico que se da en las nove­
directamente relacionada con la teoría de los mundos las posmodernas, su aceptación aproblemática, responde
posibles de Thomas Pavel: la descripción teórica de un a la representación ontológica de un mundo en el que se
universo, posible o imposible. En la teoría de los mundos ha roto la unidad y la radonalidad; por eso las reacciones
posibles, los lectores no evalúan la posibilidad lógica de que observamos ante los hechos fantásticos del realismo
las proposiciones que encuentran en los textos literarios mágico presentes en Cien años de soledad o en La parábola de
a la luz del mundo real, sino que abandonan dicho mun­ Carmen la Reína, esa especie de banalidad ante lo paranor­
do real y adoptan temporalmente la perspectiva ontológi­ mal, no sólo no nos sorprende, sino que incluso provoca
ca de la obra literaria. La ficción, entonces, reside en la que dudemos de hechos que, en teoría, corresponden al
posibilidad. La pregunta que se hace McHale es si puede mundo real.
haber un mundo regido por la imposibilidad, es decir, un Lo fantástico, entonces, funciona mediante escándalos
mundo proposiciones sean al mismo tiempo falsas r ontológicos, mediante violaciones de los límites que sepa­
verdaderas. La respuesta afirmativa viene la mano de ran el mundo de lo que consideramos real Y el mundo de
la narrativa posmoderna: ese es el mundo ontológico que lo irreal.

160 LA ~()\"EL"" ~.Sl'.-\..";¡OL¡\ J'OSMOm;Rl\;A rOSMODER..-"';IDA f) Y NOVElA 161

Esta violación, como en la nueva novela histórica, pUe­ una fuente de nuevas técnicas de representación, fundona
de ocurrir al incluir una figura del mundo real en una si­ en la narrativa posmoderna,junto a la televisión, como un
ión de ficción; es Jo que McHale, siguiendo las teori;;­ nivel ontológico: un mundo dentro del mundo, o un pla­
~"ECO,(lenomina tmnswarld identity. Sin embar­ no interpuesto enU"e nivel de la I'cpresentación verbal y
go, no es este un procedimiento nuevo, sino algo usual el nivel de lo reaL
en la novela histórica ll'adicional: Tolstoi, Balzac, Dumas, Desde un punto de vista puramente mimético, la no­
vela posmoderna no puede escapar de la televisión ni del
(r
",,'alter Scott o, en España, Pérez Galdós. Lo que marca la
diferencia con respecto a la narrativa posmoderna consiste cine, puesto que son elementos constituyentes de la epis­
en que, en esta última, dicha situación de ficción resulta teme a la que pertenece. En este sentido, la narrativa pos­
completamente antihistórica, en el sentido de que no co­ moderna se limita a reflejar miméticamente la ontología
rresponde con la versión oficial de los hechos, aquella que plural que implica la dominación de lo cotidiano por parte
es comúnmente aceptada; o que introduce anacronismos; de los medios de comunicación audiovisual.
o que contradice las normas de la lógica o la física. Pero, La distinción entre realidad literal y vehículo metafó­
¿cuál es la versión oficial? ¿En qué consiste aquello que rico '::¡ate1evisión o el dne- llega a ser indeteiíTil'Oada:¿el
llamamos verdad histórica? cTne es una metruora para hah~artle la realidad, o quees
La narrativa historiográfica plantea estas dos pregun­ la realidad, de hecho, es una película en la que nosotros
tas, es revisionisla en dos sentidos: con respecto al conteni­ somos actores)' algo o alguien nos dirige y controla? Esta
do de la historia oficial, de la versión ortodoxa del pasado, es la fundamentación teórica sobre la quc descansan las
pero también en relación con las propias normas y conven­ reflexiones de Marc Augé (2001) acerca del tour de Fran­
ciones de la novela histórica misma. cia y del Mundial de fútbol. El acontecimiento deportivo,
Dado que uno de los principios de la episteme posmo­ mediatizado, permite a la gente recuperar un sentido de
derna es el fin de la historia, entendida como el fin de los la historia del que no se siente excluido, pues participa ( ~')
metarrelatos en el sentido de Lvotard, ]a novela historio­ directamente en él a través de la pantalla. Esta vivencia,
gráfica es metaficción desde el 'momento en que se pre­ sentida verdaderamente real, no distingue entre el hecho
gunta por la_~sencia misma de la h~t.Qria. Ya hemos visto histórico a secas del hecho convertido en imagen.
cómo. a partir de 1968, la historia unitaria, teleológica y lí­ La incapacidad de encontrar el referente real del pre­
neal de la modernidad es puesta en cuestión y deconstruí­ sente ni del pasado, la amnesia histórica que jameson se­
da. La consecuencia de esta deconstrucción en narrativa ñaló como característica central de la sociedad y el sujeto
será la aparición de ~istorias apócrífª,s, secretas, de novelas posmodernos, provoca la aparición de un sentimiento de
que textualizan teorías de la conspiración, como Fabulo­ nostalgia que suele impregnar la novela posmodernista. El
sas narraciones /J01' hi:!;tonas, () que proponen una interpre­ deseo de retornar al pasado ya no es factible, a menos que
tación nueva de los hechos, la historia oculta, la historia se haga como proyecto individual.
de aquello que pudo ser y no fue, o incluso la historia de Cuando se trata de revivido por medio de la nostalgia,
aquello que fue pero que no conocemos, como La pará­ el pasado histórico se proyecta en imágenes y estereotipos
bola de Carmen la Reina. El giro final, por supuesto, será el de ese pasado, no en una visión objetiva del mismo, por
desvanecimiento de la historia como realidad, su asunción lo que este acaba siendo cada vez más inalcanzable. Aun­
como ficción o metanarraciÓn. que la historia no pueda camhiarse, puesto que está fijada,
Pero no sólo la adopción de estos dos géneros, lo histó­ textualizada (aun cuando no corresponda a la "verdad"),
rico y 10 fantást.ico, reflejan la preocupación ontológica de el hecho histórico, convertido en pasado hiperreal a tra­
la novela posmoderna. El cinc, que para el modernismo es vés de la memoria que selecciona, desfigura y recrea, sí es

162 L\ NOVElA ESPANOlA POSMOnERNA roSMODF.RNIDAD y NOVEl A 163

susceplible de manipulación ideológíca y artística, de dis­ en que la realidad está tan desestabíli7.ada que no brinda materia
torsión. Este es el fundamento de la recreación histótica para la experiencia. sino para el sondeo y la experimentación U·-F.
Lyotard, 1986a: 15).
que llevan a cabo Manuel y Nadia, pl'otagonistas de Rljinete
polaco, de Antonio Muñoz Molina. Pero Lyotard va más allá al afirmar que muchas reac­
!
'\
_, La hístoria para los posmodernos es, en fin, una me­
v

tanarración más, ba de ser sEstituída por la intrahis.!<?ria,


ciones contra el posmodernismo responden al miedo de] j'
público, que reclama ~ealismo, es decir, unidad, simplici­
"'<'<,. por microrrel~~~ que no realizan una marcha ascendente, dad, comunicabilidad, como "'medicación apropiada para
, .) c;> SinO discontinua, asincróníca, llena de direcciones mfrltí­
-->' 1iC!CPresión y la angustia" (íbid.: 17), todo ello dirigido por
¡V"" pIes e incertidumbre. No hay una racionalidad interna q;;; el poder, al que Lyotard denomina "el Partido". Y la mis­
-<'" regule su movimiento, sino fuerzas múltiples, incongruen­ ma nostalgia por la imposibilidad de representar el pasado
('. ;jI. (¡ l..'
tes, que producen resultados inesperados, provisionales, más que a través de simulacros aparece al intentar mime­
parciales y dispersos, como lo es la estructura narrativa y

1
tizar el presente, puesto que este últímo, a su vez, no se
temporal de la novela posmoderna, Pero, además, la his­ compone más que de imágenes, de simulacros, creados e
t-" toria no será recuperable, como apunta Unda Hutcheon interpretados por los medios de comunicación de masas,
:.,1.- ~\ I)/v
(1988), más que como texto y, en tanto que texto, será una Al final Poslmodernist Fiction, McHale se hace eco de
;;1 narración susceptible de ser reinterpretada y reinventada, las críticas que ha recibido la novela p0smoderna por par­
i.-('l (/l
Conocemos el pasado mediante documentos, cartas, te de críticos como John Gardner, Gerald Graff o Charles
archivos. Los archivos son textos y, como tales, pueden ser Nev,.,nan con respecto al peligro de inmoralidad inherente
interpretados; todo depende de quién los interprete, Ya a su negación de la realidad objetiva y externa:
que sólo conocemos el pasado a través de textos, el pasado
depende de la interpretación de un sujeto, de su propia There was a time when denying thc f<>alíry ol the outsid~ world
could be seen as a bold gesture of resístance, a n:fusal to acquiesce
representación de la realidad. El relativismo es completo; in a coercivc 'bourgcois' order of things. Rut that lime has passed,
la inseguridad, total. Y la ficción posmoderna utiliza estos and nowadays everything in our culture tends to deny reality and
archivos, pero para desafiados, para deconstruirlos: los in-­ promote un reali ty, in lhe interests of maintaíning hígh Icvcls of
serta al mismo tiempo que los subvierte. Es, según la ter­ consumption. It is no longer official reality which 1S coercive, hut
minología de Hutcheon, una parodia metaficcional de la official unreality; and postmodernist nctíon, instcad of resisting this
coercive unrealíty, acquiesces in ie, or even celebrates it.
pretensión de objetividad: la recuperacÍón nostálgica de la This means, ironically enough, that postmodernisl fiction, for all
historia no puede ser más que irónica, como se trasluce de it<5 antirealísm, actuaIly continues tu be mimetic. Unfonunately. it
novelas como Falndosas narraciones por hütorias 0, en gene­ has chosen to imitate the wrong lhing. and it imitares it passively and
ral, las de Eduardo Melldoza (1972, 1986, ] 992) . (R. McHale, 1987: 219),
Es Lyotard, probablemente, quien mejor ha sabido ex­
plicar esta imposibilidad de realismo y los sentimientos de Esta crítica implica que la única forma antirrealista de
nostalgia que provoca, el fin de la creencia en la historia, escribir sería aquella que oculta una nostalgia por el orden
en el proyecto moderno de progreso y unicidad, y sus con­ y la coherencia perdidos, corno la de Borges. Gide o Musil.
secuencias en el arte posmoderno (desestabilización del Pero McHale afirma que esta nostalgia es justo 10 opuesto
principio mismo de ~ad, convertida en uUiL[~º de jue­ al posmodernismo, cuyo tema fundamental es la "unreal
gos de lenguaje, e ~'lddad de r~fresentarla): ­ reality" o "realidad irreal".
Desde mi punto de vista, McHale se equivoca al con­

las representaciones llamadas 'realistas' sólo pueden evocar la l'ea­


Iidad en el modo de la nostalgia o de la burla. como una ocasión
siderar que la presencia implícita o incluso explícita de

para el sufrimiento más que para la satisfacción r. .. 1 en un mundo nostalgia por la antigua episteme sea opuesta al posmoder­

164 lA l'.'OVElA ESJ>A:\:OtA POS).tOOERNA POSMOOERNlDAD Y:;';OVEL>\ 165

nisrno: el hecho mismo de la nostalgia implica el fin de la doble vía que eligen Nadia y Manuel. los protagonistas
episteme anterior y su renuente aceptación. Un texto no de El jinete polaco, pero estaba ya presente en un texto fun­
deja de ser temática y formalmente posmoderno porque damenta] para la narrativa española de los ochenta: Retahí­
el autor destile nostalgia; bien al contrario, es un topos de las, de Carmen Martín Gaite (1974), en el que dos sujetos
la narrativa posmoderna, y en particular de la española, perdidos se buscan a través de la palabra, de] microrrelato,
como en los textos de Muñoz Molina. único hilo que puede conducirles hacia la creación de sen­
Por otra parte, si la novela es la representación de la tido. Pero el sujeto posmoderno se presenta, en definitiva,
realidad, el posmodernismo no puede más que proponer proyectado como i!ld}vidu~ incompleto que sólo puede
"realidades irreales", puesto que así es la episteme a la que encontrar sentido al narrarse a sí mismo, consciente de
~~
pertenece; si el mundo que representa una novela que se que esa narración no aistingue--éntie- verdad y mentira,
~ iA'-" pretende propia del posmodernísmo es ontológicamente como veremos al hifoae'Yéntajas--de-vla]ar-e:n ir"en de- Anto­
\i.. confuso, habría que felicitar al autor por su acertada mí­ nio Orejudo, El mapa de las aguas de Ángel García Galiano
~ mesÍs. El error consiste, como nos avisó tempranamente y La escala de los mapas de Belén Gopegui.
jameson, en esgrimir juicios morales cuando el único jui­ Sin embargo, como señala Ana M .. Guasch '9 , tampo­
cio ha de referirse a la calidad estética. co debemos considerar el sujet~} posmoderno como una
entidad única, sino que, igual que la posmodernidad y el
posmodernismo, es múltiple y paradójiCO, y se manifiesta a
2.2.2. E l sujeto débil de la representación: autor; narrador, per.w­través de varios sUjetos parciales.
najes, lector Por un lado, el sujeto posmoderno que en los años
ochenta Gianni Vattimo denominó::~uj~_~? débil", presen­
Del mismo modo que lo real como r~presentación se te en la nueva figuración de la transvanguardía ítaliana y
ha desestabilizado ontológicamente en la novela posmo­ de los Neu,en Wilden alemanes, respaldados por el mercado,
dernista, ~erte del sujeto conlleva el fin del indivi­ los museos y el statu qua, no es más que, según Guasch,
~~~h fiñ que tiene unas consecuencias un disir(lZ_del sujeto humaºi~m-Y~~I.:.t~_i?nJ?,- ya que sigue
demoledoras en los sltieros de los textos posmodernistas. ocultando el culto al genio: resume la era del entusiasmo,
Pero esto no quiere decir que el sujeto no exista, sino que los quince minutos de gloria heredados de Warhol.
~vírnos el fin de] ideal moderno de Sl~~O, del mismo Junto al débil comienza a aparecer un segun­
modo que se han destrUIdo el resto de metarrelatos. do -y cada vez más en los años
En la novela posmoderna, el sujeto perceptOl' ya no se ':-_:~~~~~~~~ , formado en las tesis postes-
considera una entidad coherente, generadora de sentido; muerte del autor. El sujeto
su percepción de la realidad y la fantasía no se articula en semÍótico nace rechazando su propia psique; heredero de
oposiciones binarias torales, sino en un juego inestable de Duchamp, practica el apropiacionismo crítico y concep­
coexistenc~~ que termina con la superpósición de añíllas: tual en términos autobiográficos, con una clara voluntad
el sujeto esquizofténico deJameson. política inscribir su arte, que es para él un modo de
La conceI)dón de vida persónal en tanto que relato
unitario poseedor de continuidad, constancia y cohesión, lO La siguicn te teoriLación de los cuatro sujetos posmodenlOs fue expuest.l pOI'

la propia A_n na M:' Guasch a lo largo de su intervención en el curso "El debate


es decir, todo aquel10 que produce una confortable sensa­ artístico desde 1968 hasta hoy, Modernidad, posIDodernidad ~' globali7_ación"
ción de seguridad en el s~jeto modernista, ha desapare­ al que me he referido en varías ocasiones. organi7ado por la Universidad
cido. La única posibilidad liberad~!ll:Cce.._s~r la evoca­ Complutense de Madrid ~ cdebrado en El Escorial (Madrid). dd 30 de julio al 3
ele agoslo de 2001, e impregna, implícita y explícitamenle. su libro El arlr último
ción a-tra~s de1a paiabrayefsexo; esta es precÍsamente del siglo xx, Del pusmmimalismu el {¡;¡ multicultllrar,

166 LA NOVEL\ ESPAÑOl A POS\10DERNA pOSMODF.R:-.iIDAD y NOVEL\ 167

discurso más que expreslon de conflictos personales, en no y guatemalteco. que han sido agrupados bajo el marbete
un contexto sociopolítico: es el caso de artistas como Bar­ de "arte vandálico" o "arte radical", y que recuperan, como
bara Kruger, Cindy Sherman y Sherrie Levine, en Estados las "agencias" a las que me referí más arriba, el espíritu del
Unidos, y de Pepe Espaliú o Rogelio López Cuenca en Es­ situacionismo y del dadaísmo al propugnar la unión de arte
paña. El sujeto semiótico une texto y discurso, relacionan­ y vida mediante una poética reivindicativa qUt:_!'eª~.(-:.í.Q.~_~. _
do el lenguaje con el.J;!ru!rr: se apropia de los conceptos radicalmente contra las estructuras de oder. Son artistas
e imágenes de la cultura a la que pertenece con el fin de co.mo -regor}' reen, an lago erra, ouglas Crimp o las
inscribir y subvertir, al I!!i~!.!)g_Jjernpo-" los valor~$ que en­ Bad Girls del arte británico, que llevan a cabo prácticas en
tendemos como naturales, y de esta forma delata desde las que no están explícitas la descomposición, la pornogra­
dentro del propio sistema los mecanismos de flcción, de fía ni ]0 escatológico, aunque sí implícitas.
simulacro e híperreaJidad, de mentira, que construyen la El sujeto antíedípico. se rebela contra la autoridad pa­
representación de la realidad en que vivimos. terna: borrando las fronteras entre el interior del cuerp()
El SlÜeto semiótico producirá, sobre todo a partir de yeJexterior del mundo, entre el yo y el o.tro, entre lo per­
1995, dos derivaciones: el "s!!.i~l!u!_l?ye~!o" LeL)_uj~1.c.> an.­ sonal y lo social, el artista recupera la auténtica realidad
__gedípico", dos nuevos sujetos posmodernos que repre­ superando la frialdad de nuestl'a sociedad altamente tec­
sentan un impulso desublimador que subyace tras el arte nificada, desmitificando el carácter aurático del arte en
occidental de 1995 a 2000, impulso que responde a una re­ su intento -de~n:tiz.ar.. de é;ltacar la jerarqui:i:-;;:I pa­
cuperación del subconsciente, pero no siguiendo los pro­ triarcado, el canon, y o.riginando una línea de insumisión
cesos freudianos, sino el concepto de rizoma de Deleuze y que se extiende desde la reivindicación de Mike Kelly del
Guattari: sujetos que se presentan como máquinas-de de­ concepto de lumpen hasta la crítica al sistema capitalista
seo, que rechazan las o.Eo.siciones bina-=~a,s, que se niegan a del mexicano Santiago. Sierra. Las protagonistas de Lucía
continuar en la línea de los lJodies without organs impuestos Etxebarria responden a este tipo de sujeto, si bien compar­
por la tecnología, que luchan por regresar a un sentido ten, al mismo tiempo, ra.<;go.s del sujeto semiótico, so.bre
primordial de la subjetividad emocional, intelectual y fí­ todo por su reivindicación lingüística e ideológica de corte
sica. feminista.
Ante la muerte del sujeto moderno y la crisis del esti­ El sujeto posmoderno, sea cual sea su modalidad, im­
lo,..cl sujeto abxecto surge de la mano de Lacan, Kristeva, prin;.e a los protagonistas de las novelas un af~ de de~.
Deleuze y Guattari, por un lado, y de la recuperación de tr,!-cción no sólo de su propia identiaaa-ypsIcología, sino
un cierto surrealismo asociado al concepto de belleza com­ también de su relación -o, más bien, incapacidad de rela­
pulsiva de Hal Foster, en la línea de Batailk. Este sujeto ab­ ción- con los otros. Veremos más adelante cómo influye \
yecto explica las performances de Paul McCarthy, las fotogra­ en los contenidos de las novelas: percepción esquizofré­
fías escatológicas de Cindy Shcnnan () las operaciones de nica de la realidad, incomunicación, fragmentación de
cirugía estética retransmitidas en directo por Internet de las emociones, pérdida de sentido de] mundo, paranoia
Orlan. Es un sujeto que se siente a gusto sin v~!os, sin simu­ espacio-temporal, ausencia de relación entre el cuerpo y
ladone-h sin re"pn~scnta«:iones--,_~c busca-PtO"yQC.ªL!.epug­ la mente.
nancia y asco para aTterar la subjetividad del espectador, Es la misma temática presente en la exposición The ,\'elf,
como los protagonistas de Historia de un idiota contada por él perteneciente a la V edición del Festival Internacional de
mismo y Diario de un hombre humillado, de Félix de AzÚa. Fotografía PhotoEspaña, celebrado en Madrid del 12 de
Junto al sl~jeto abyecto, aparece el_ ~jeto anti~dípico, junio al 14 de julio de 2002 con el título "Femeninos". En
presente en artistas dd entorno norteamericano, mexica­ dicha exposición, comisariada por Noriko Fuku en el Cír­

pOSMODERNIDAD Y NOVELA 169


168 V\ :'-lnVE1A ESI';\ÑOIA l'OSMODERNA

la libertad del autor y su superioridad ontológica, puesto


culo de Bellas Artes, los fotógrafos Catherine Opie, Yurie que su entrada en el universo ontológico de la novela pro­
Nagashima, Jürgen Klauke, V1adislav Marnyshev y Tomoko voca su propia ficcionalización.
Sawada investigan y reflexionan sobre el yo en una era El modernismo in~ta hacer desaparecer al a~~E
de metamorfosis, de disfraces, que nos permite cambiar todos los medios: diálogo directo, discurso indirecto libre,
nuestra apariencia, nuestro género. pero también nuestro "monólogo interior, narrador subjetivo en primera persona.
nombre, de forma que 10 esencial del yo se desvanece, con­ Pero este em eño sólo rovoca el aumento de la presencia
virtiéndose en algo mutable e inestable. .~al: el autor como estratega, como lOS que mueve os
Esta deconstrucción generalizada del yo afecta. en el hilos a su antojo. El osmodernismo, en cambio, ha vuel­
ámbito narrativo, de distintas maneras al autor, al narra­ to a colocar al autor en la superficie, a hacer o exp lClto
dor, a los personajes y al lector.
En cuanto al autor Eosmoderno, ya no es un creador
-en el texto mediante intervencIOnes 'metaficcionales, y al
hacerlo explícito, l--º-ficcionali~a y 10 m~!~?rno~r:~_!.~al, .
omnipotente. capaz de hacer surgir un microcosmos ex ni­ como veremos en las incursiones de Andrés lbáñez en sus
hilo, sino, como apunta Ana M.a Spitzsmesser (1991), un novelas.
homo viator,.~r itinerante, alguien que se identifica, en El autor posmoderno, sjguiendo las pautas del s'-Yeto
su proceso de conocimiento, con 10 erran~, la incertidum­ semiótico de Guasch, ya ni siquiera es el origen de su pro­
bre de la exploración y del d~ento; una concien­ pio discurso, sino que mezcla dLcursos existentes en un
cia que se pregunta acerca del ser de las cosas y del mundo acto de apropiacíonismo radical. De ahí que McHale lo
que le rodea, un ser abocado a la búsquega ontológica. l . a considere una figura ontológicamente anfibia, presente
única forma de realizar esta búsqueda reside en los disfra­ y ausente al mismo tiempo: "Sjhe functions at two theo­
/", ces múltiples de la polifonía, puesto que sólo así se podrán reticaUy distinet levels of ontological structure: as the ",ehi­
evitar los sistemas derepresentaciqnLeal~~a y modernista, cle of autobiographical fact within the projected fictional
por lo que el autor deberá esforzarse en articular las vo­ world, and as the maker of that world, visibly occupying an
ces múltipl!::s de modo que no conviertan eltexto en algo-­ ontologicallevel superior to it" (B. McHale, 1987: 202).
ininteligible. El uso de la autobiografía en la ficción, en tanto que
La relativización de la realidad y la desestabilización nivel ontológico superior -puesto que es "más real"-,
ontológica llegan a un punto álgido con la ruptura de 1a funciona como mundo yuxtapuesto que también deses­
ilusión ficcional por medio de la interrupción de la vo~. tabíliza ontológicamente, y causa el mismo efecto que la
. del autor en su propia esc~tt1.rra, Originándose un movi­ introducción de person.yes de otras novelas o de persona­
~oo-al ocasionado por la estructura recursiv'd
jes históricos en la ficción: individuos (o el propio autor)
que describiré más adelante: si el autor se impone como pertenecientes a esferas ontológicas totalmente separadas I
suprarrealidad en su propia ficción, ¿por qué no se puede aparecen juntos, en un mismo plano, violando los límites
repetir el gesto y hacer que el propio autor se convierta en ontológicos. Funcionan como sinécdoque..., llevando su
ficticio? Es una pregunta explícita en Niebla, de Unamuno, realidad al mundo ficcional; es lo que ocurre cuando Ga­
puesta en labios del angustiado Augusto Pérez, enfrentado briel Carda Márquez se introduce en Cien años de soledad
a su esencia ficticia ya su muerte. Unamuno (como Piran­ como amigo del último Aureliano Buendía.
dello) se adelantó a su tiernpo, puesto que, como señala Por eso el TOman-d-ele/. señala McHale, presente ya en el
oportunamente McHaJe, la entrada del autor en el mundo modernisIIlo, es explotado en la novela posmoderna: los
) ficcional y la confrontación con sus personajes en su papel nombres reales se sustituyen por apodos que el lector ha
t de autor es uno de los topoi posmodernos centrales: al ha­ de descodificar, y al ser al mismo tiempo una persona real
leer explícito concepto del autor como díos, se dramatiza

170 LA :-'¡OVRLA F.SPANO!A POSMODERN/\ roSMonERNIDAD y NOVElA 171

y ficticia, llegamos no sólo a la confusión de ficción y reali­ que trascendencia del mundo, como en los modernistas,
dad, sino también a la esquizofrenia del desvanecimiento una forma de escapar, liter~entc, de la muerte.
ontológico de la personalidad. Lo veremos en La parábola El lector ptismoderno, en fin, es ca-creador, co-partíci- 9"t>
de Carmen la Reina, en la que Manuel Talens introduce Un pe de la novela, como nos enseña~u-'El::u'y16s
continuo juego con la persona real de Umberto Eco, trans~ -reoricos de la lectura, no el mero receptor de un texto fi­
figurado en Umberto Risonanti, o en la aparición masiva jado para síempre. Su fundón es la de descodificador, por
de personajes históricos del entorno de la Residencia de lo que la distancia entre realidad exterior y ficción interna
Estudiantes en Fabulosas narrac:iones por historias. queda anulada, meláfora perfecta de la episteme ontoló­
En cuanto al lector, McHale reflexiona acerca de las gícamente inestable a la que pertenecen ambos, lector y
'fÚf lo
relaciones que la novela posmoderna establece con él me­ texto.
A'· diante la metaforización del amor y la muerte como impul­
1,-IJQ sos emocionales del autor hacia sus posibles lectores.
Las formas del amor relativas a la seducción del lector 2.2.3. Espacio hetfffot6pico y confusión temporal
por parte del narrador se textualizan en la recuperación
que realiza el posmodernismo de la segunda persona, el tú En lo~~ textos realistas y modernistas, era la percepción
explícito que apela al lector. de un sujeto --el narrador o un personaje-la que organiza­
El modernismo da la espalda al lector, imponiendo el ba el tiempo y el espado narrativos. ¿Qué ocurre cuando
showingsobre el telling, y el uso de la segunda persona que­ el sllieto se desvan~ce? El resultado seráUilno-tiempo, en­
da restringido a la instancia narradora. El posmodernismo, Claustrado en un presente sin signos de identidad propios,
en cambío, recupera al lector, invirtiendo lajerarquía e im­ y '=.1n no-lugar, mÚltiple y heterogéneo, que se construye
poniendo el telling sobre el showing, le apela directamente y se deconstruye a la vez, un espacio identificado con la h",
y lo introduce en el mundo de la ficción, como en el caso heterotopía foucaultiana o con "la Zona", en términos de p. ll-( ~
de Se una notte d 'inverno un viaggiatore de Calvino, o de La McHale, cuyo ejemplo perfecto se hallaría, según el crítico I(r~_
norteamericano, en Las ciudades invisibles de !talo Calvino. "'~
música del mundo de Andrés Ibáñez, en las que el tú-lector
es incorporado como personaje en el mundo ficticio sin El espacio de la nueva episteme se presenta como una
dejar de ser al mismo tiempo el lector extratextual. ciudad que contiene mundos infinitos y mutuamente ~x­
c1uye~e~: radicalmente qfscontinuo y heterogéneo, exis- ~
Esta apelación al lector se convierte en otro topos de
la novela posmoderna, incluido el elemento de agresión,
tente e inexistente al mismo tIempo, yuxtapone mundos '0
de estructura ontológica incompatible-. Es el Madrid de La
insulto o amenaza que, como señala McHale, puede ser
música del mundo, el Plan~ta Análogo y Terra de El mundo
perfectamente entendido como estrategia de seducción, en la era de Varick o Los Angeles de Blade Runner. la Zona
puesto que es una manera de romper la barrera con el acoge proposiciones que son al mismo tiempo falsas y ver­
lector, de hacerle reaccionar.
daderas. Responde al colapso de límites ontológicos pro­
l ~e aplka a ]a ..muerte, .J;@alidad..q.uc se oculta. piamente posmodcrno, colapso que se tematiza a menudo
-:;

" !I"-ªs la metáfora del final del discu.rso~slcl. ..§ilen.cio. La pala­
bra mantiene vivo al personaje; la muerte, por el contrarío,
en la narrativa por medio de la necesidad de mapas, como
en la escena de la biblioteca en Í,a mÚSlca del mundo.
es la página en blanco. La angustia por continuar hablan­ La Zona no se construye en el texto, SiDO que se de­

do es recurrente en la novela posmoderna, motor, tabla de construye, o se construye y deconstruye al mismo tiempo,

salvación de los protagonistas de Retahílas y de El jínete po­ yuxtaponiendo, interpolando o sobreimponiendo espa­

laco. Para la novela posmoderna, la escritura significa, más cios excluyentes. De ahí el desorden, el descentramicnto y

172 LA NOVELA ESPAÑOLA POSMODERNA

la ruptura de fronteras espaciales, texlualizadas a menudo


r
I
POS,\10DEAA'IDAD Y NOVElA

2001: 90). En este no--Iugar, lo local, lo particular, deja


173

en la introducción de un espacio extraño dentro del espa­ de poseer un significado propio, se convierte en cita. El
cio familiar, como la Región Confabulada en el Madrid de no-lugar est.á conformado por un conjunto de rasgos ex­
La música del mundo. En el caso de la sobreimposición de traídos de las iT-ágenes d~§_!ugar.~s, de su hiperrealidad, 710
I~
dos mundos conocidos, al modo de una doble exposición rasgos que se cOllslderan sign ificativos y que se subrayan
fotográfica, el lector atribuye falsamente características y citan de forma que la persona pueda identificar el
propias de un lugar a otro, provocando la creación de un no-lugar y diferenciarlo de otros:
tercer espacio irreconocible cuyo efecto es una doble vi­ De esta manera, se recubren con pizarra los cobertizos y las tiendas
. ¡.f) sión desorientadora, como en la novela de Andrés Ibáñez, de las esraciones de servicio oc las autopislas del oeste de Francia
en la que la sobreimposición de Madrid y Barcelona nos para conferides el carácter bretón. mienlras que en Provenza se
conduce a imaginar un Madrid con mar. emplea la teja para aludir a unos J"asgos autóctonos. De la arquitec­
tura antigua se extraen signos que funcionan a modo de paneles
La ímposibilídad de representar el espacio desde un indicalivos. Para que nadie se equivoque, para que lOdos sepamos
punto élev.sta realista mimético es paradigmática de gran dónde nos hallamos y sepamos ver (al pasar) lo que hay que ver, las
parte de la narrativa hispanoamericana del siglo xx. No inscripciones hechas en paneles de verdad precisan llevar incluidos
sólo en novelas tardomodernistas de Alejo Carpentier .rnens~jes CDmo los que sig-uen: 'Paisajes de Cézannc', 'Virledo del

como Los pasos perdidos o Rl siglo de las luces, como observa Beatljolais' (iUd.: 116).
McHale, sino incluso en la novela regionalista e indigenis­
Los no-lugares por excelencia son los centros comer­
ta de las primeras décadas del siglo xx. El pasC? de 10 real
~iales, los aeropuertos, las estaciones de servicio, los nUll­
maravilloso, propio de la narrativa de Miguel Angel Astu­
ticines, los gimnasios, pero también, en la era de la glo-­
rias o del propio Carpentier, al realismo mágico de García
balización, las propias ciudades, cada vez más semejantes
Márquez y Juan Rulfo, sería el paso de lo modernista-epis­
entre sí, y, sobre todo, las urba~izacíoncs de las ciudades­
temológíco a lo posmoderno-ontológico, desde el momen­
dormitorio, como veremos en Ultimas noticias del paraíso de
to en que, para los segundos, la heterotopía se convierte
Clara Sánchez.
en algo natural, aproblemático, propio de la esencia his­
En cuanto al tiempo, ya he ido adelantando la confu­
panoamericana. Y esta experiencia, ~jena en principio a la
sión de p~o y futuro, fundidos en un presente totaliza­
narrativa española, llega a nuestro país envuelta en la epis­
dor, en eJ'éstudio de la novela historiográfica. El eclectismo
teme posmoderna y unida al género de lo fantástico, pero
al que tantas veces me he referido como rasgo dominante
también a lo aparentemente realista, como en el caso de
del posmodernismo implica un cambio en la conciencia
Andrés Ibáñez, ya lo histórico: Artefa, lugar mítico donde
del tiempo, que parece ser absorbido por el e~acio.
transcurre la acción de La parábola de Carmen la Reina, es
S11mido en un presente plano y espacial, el-narrador
en realidad una heterotopía.
posmoderno recupera el pasado sin abandonar nunca su
El espacio, también, se ~tifica con el sim!!L~crQ; de
óptica presente, por lo que la reactualízación de la historia
ser un referente que apuntala la memoria, la experierrcia,
sólo se llevará a cabo interiorizándola y deconstruyéndo­
la iden tidad, los acontecimien tos, se ha convertido en arma
la mediante el uso de simulacros y fragmentos. mezclados
para su deconstrucción. obligando al tiempo a congelarse,
eclécticamente. El mismo mecanismo de cita ecléctica está
eternizado en un presente plano
presente en las novelas de Andrés lbáüez, especialmente­
Es el no--Iugar, definido porrMal'c Aug~como "los espa­

en La música del mundo.


cios de la circulación, de la co~ o del consumo

,:---i.~
Como el espacio, el tiempo en la narrativa posmoderna
en los que coexisten las soledades sin que creen ningún

es un ny_-Üe~o, un tiempo del aquí y del ahora que no se


vínculo social ni tan siquiera emoción social" (M. Augé,

I
1
174 LA ;o.;OVF.tA ESPAÑOLA POSMODEl'L"IA

,.

rOSMODF.RNID,\I) y NOVElA 175

distingue esencialmente del pasado, puesto que lo incluye 103). Es lo que ocurre en Eljinete polaco, por ejemplo, o en
como cita, pero incapaz de recordar o de proyectarse hada Beatus ille, también de Muñoz Molina, novelas en las que
un futuro. se narran hechos que al principio se afirman verdaderos
para ser desmentidos -deconstruidos- al final; el efecto es
completamente desestabilizador.
2.2.4. Macroestructuras: metaficción, recursividad, pastiche, IJa­ Este acto de borrar permite la aparición de una terce­
rodía, '!Éropiaci:~'!!_,_ ~ ra vía entre la polaridad verdadero-falso, un modo de ser
entre la existencia y la no-exístencia, como en el cuento
La duda ontológica sistemática conduce a la novela pos­ de Borges El jardín de los .senderos que se bifurcan. Es un tipo
moderna a la inmersión total en la metaficción: del desva­ de narrativa que viola la secuencialidad lineal al realizar
necimiento de la historia como realidad firme que hemos al mismo tiempo dos líneas del desarrolló narrativo mu­
visto más arriba llegamos a la indeterminación ontológica tuamente excluyentes, o también al doblar hacia atrás la
del mundo en general, a la inseguridad acerca de los he­ secuencia, creando un bucle, de forma que el mismo acon­
chos que se cue-ntan e incluso su deconstrucción. McHale tecimiento resulta al mismo tiempo antecedente y conse­
lo explica según la expresión worlds under erasure, mundos / cuencia de otro acontecimiento, con lo que se produce la
que se borran, que se diluyen. ruptura absoluta de la estructura lineal lógica y temporal.
Ya no estamos seguros de que las cosas sean como nos Lo mismo ocurre con los finales: ni abiertos ni cerra­
dicen que son, de que ocurran o no, porque son y no son dos, sino las dos cosas al mismo tiempo, porque son múlti­
al mismo tiempo, de la misma manera que las vivencias de p1es y circulares, como, según nos indica McHale, los tres
Block, Jaime y Estrella, personajes de La música del mundo, finales alternativos de La mujer del teniente francés de John
ocurren y no ocurren entre los pliegues de la colcha de Fowles y la circularidad de Cien años de soledad, o incluso en
Block. El efecto es dual: se desestabiliza la ontología de] espiral, como el cuento Bellerophoniad de John Barth.
mundo proyectado y, al mismo tiempo, ~parece eXElícito, No se trata de encontrar verdad alguna, desde el mo­
en primer lano el roceso e nstrucció;¡ d~e mun.­ mento en que no existe una verdad única. Los finales se­
o. or eso, a menudo, se identifica la narrativa posmoder­ rán a la vez cerrados y abiertos: cerrados porque la histo­
na con la metaficción. ria se termina desde un punto de vista narrativo, abiertos
La deconstrucción de la narrativa, el hecho de que se porque no solucionan nada, el enigma no se resuelve, y
narren acontecimientos y, en seguida, sean desmentidos, sí lo hace, frecuentemente implicará la existencia de una
de que se digan cosas y luego se nieguen, de que aparezcan realidad fabulosa que sumirá al lector en una perplf:jidad
personajes para más tarde hacerlos desaparecer, aparecía aún mayor que la instaurada en los principios, perplejidad
ya en la narrativa modernista, pero siempre como antici­ que no es sino la consecuencia de la representación de una
paciones mentales, deseos o recuerdos de un personaje, realidad fluida, múltiple, sin asideros ni respuestas.
no como paradojas irresolubles del mundo exterior a la El resultado, en definitiva, es Uneither maximum c1arity
mente de los personajes. and definitÍon (a close ending) or total opacity (an open
En la novela posmoderna, no sólo se borran hechos, ac­ ending)" (B. McHale, 1987: 110), por 10 qlle la ontología
ciones, pensamientos, sino que incluso se niega su existen­ del mundo proyectado se desestabiliza completamentejus­
, cia después de haber existido. De ahí que MeHale coloque
to cuando, desde el punto de vista del lector tradicional,
las expresiones "Algo ocurrió" y "Algo existe" bajo cruces
l que las tachan al mismo tiempo que delatan su presencia:
~~~(B. McHale, 1987: 101, I
deberían ser resueltos, para bien o para mal, todos los pro­
blemas planteados a lo largo de la narración.
I

I
--L
..
,...

176 lA NOVHA ESPAÑOLA POSMOntRNA I'OSMODF.R!'\IDAD Y~OV~:l.A 177

La misma indeterminación _2!!!9J.ógÜ:;ª _e.~tª. .pn~~e!.!te justificarán la afirmación deJameson de que el pastiche es
___~D- fa_es!fl:i-<;:W...@- estructuras recursivas que la estrategia macro textual central de la narrativa posmo­
intelTumpen y horiz.onte ontológico de la fic­ derna.
ción, que multiplican los mundos y de:jan al aire el proce­ Recordemos que el pastiche es una repetición o copia (
so de construcción del propio mundo. Son las estructuras con diferencia crítica y desestabilizadora de otros textos ca- ,
narrativas con varíos niveles de diégesls, en teJ'minología nonlCOS. novela posmoderna inscribe y subvierte simul­
de Genettc. Y cada cambio de nivel diegético en una es­ táneamente no sólo las convenciones genéricas y formales,
tructura recursiva implica un cambio de nível ontológico, sino también los contenidos mediante la deconstrucción 1-. {('

un cambio de m undo. como veremos en El mundo en la era paródica e irónica con el fin de _rechazarl:.-fundamental­
de Varick. mente, las _asunciones modernis@U2_bre ..Qriginalid~d e_ J.
En la narrativa modernista, afirma McHale, la estructu­ unicidad artísticas. ­ "7(,/
,,­
ra recursiva sirve corno herramienta para explorar cuestio­ tt;;-clfondo, es el mismo procedimiento que Carlos v
nes como la autoridad narrativa y su discutible fiabilidad, Bousoño (1985, vol. ]: 229-232 y 547-573; vol. II: 369-424)
la circulación del conocimiento y otros asuntos epistemo­ denomina "ruptura de la frase hecha". Si ampliamos el sig­
lógicos. Pero en la narrativa posmoderna es un medio de nificado de "frase hecha" y lo asimilamos a toda aquella cita
desestabilización ontológica, tanto si se utiliza en términos de un texto, en el sentido semiótico del término, que se
de frecuencia diégesis primaría es interrumpida tantas haya convertido en patrimonio común de uoa colectividad
veces por la secundaria que se pierde el horizonte (elementos arquitectónicos tradicionales como columnas
'\' ¡ontológico, conlO en Se una notle d'inverno un viaggiatore-, barrocas o arcos ~jivales, canciones populares, refranes,
,t. ~ como de regresión infinita, que conduce al colapso onto­
'V~
anuncios de televisión, películas clásicas... ), nos encontra­
d.. 2 lógico: la historia de alguien que está leyendo la historia mos con el artista posmoderno maneja materiales que
..... de alguien que está leyendo la historia de alguien ... , como preexisten como prefabricados, yesos materiales, en prin- ~
en Continuidad de los parques, de Cortázar; pero también, cipio, artísticamente neutros, al ser incluidos en la obra Yu~
indica McHale, hacia arriba: un autor escribiendo sobre nueva, cobran un sentido diverso de orden estético, como '5'
un autor que está escribiendo sobre un autor... El ejemplo hacen los hermanos Coen en The man who wasn 't there, UD
perfecto en la narrativa posmoderna espailola sería El des­ pastiche irónico no sólo del cine norteamericano de los
orden de tu nombre, de Juan José Millás (1998). años cuarenta y cincuenta, sino incluso de la cultura y la
Una estructura recursiva llevada al límite nos conduce sociedad de los Estados Unidos posteriores a la II Guerra
a una heterarchy o <Lheterarquía", una--_.-._..estructura de múl­
~-
Mundial.
,~ niveles en la .9ue no existe una diegesis Ptl!l~_!p~l, trata de que a.9uello_q.J.U!..s.e_citª-l!:.~.Lq~t~~ª un_~.i,gnifi~_
puesto que no se puede discenlir qué nivel es jerárquica­ Esto puede lograrse al combinarlo con otras
r.. mente superior, cuál es secundario; es la estructura que pero también sin combinación, con sólo desta­
("~
'(: encontraremos en El mundo en la era de Varick. A veces los y aislarlo de su función habituaL
S propios BtOiOnajes son conscientes de su carácter ficticio, gran diferencia entre la utilización de la ruptura de
- e estar insertos en una estructura recursiva, como en-La la hecha en el cine de Woody Allen y en la poesía de
música del mundo. Blas de Otero, por e:jemplo, consiste en que, en el príme­
Junto a estos instrumentos de desestabilización ontoló­ ro, la ruptura o desviación siempre se realiza con inten­
gica estructural señalados por McHale, nos encontraremos ción irónica y desmitificadora, paródica: Woody Allen es
con dos elementos propios del modernismo heterodoxo y uno de los mejores representantes del posmorlernismo en
crítico: la fragmentación yel eclecticismo, elementos que el cine, y su ruptura se relacÍona con la cita irónica, el pas­
.... ---.............- ...... -~.,-_.~-_ .. --­


~

178 LA NOVELA ESPAÑOLA POSMODF.RNA PÜSMODERNIDAD Y NOVELA 179

tiche, la intertextualídad irónica; recuérdese la magnífica El término clave, entonces, ~;;i~ apropíacio­
parodia de la deconstrucción que realiza en Deconstructing nisrno como estrategia c~noscit~a y expresiva que puede
Harry (1997) o el pastiche de los musicales y su carga de ser utiliza3a con fines irónicos, subversivos o simplemente
sentimentalismo en Everybody says J love you, de 1996. Sin lúdicos, que aúna las macroestructuras y rasgos formales --J
embargo, el procedimiento en Bias de Otero tiene un fin que hemos mencionado -pastíche, cita iróníca, parodia-,
esencialmente social: sus versos están cargados de inespe­ y funciona como arma crítica de deconstrucción:
radas rupturas de expectativas que engañan, sorprenden y La práctica de apropiación niega, así, el carácter valioso y subver­
hacen reaccionar al lector, obligándole a ser consciente no sivo de conceptos como 'originalidad'. 'autenticidad', 'expresión',
sólo de la forma sino, sobre todo, del contenido, un conte­ 'liberación' o 'emancipación', Por ello tiene su más importante
nido que siempre es de reivindicación y denuncia social. campo de acción en la crítica de las nociones exigidas por el siste­
ma de ordenaci6n moderno para la conformaci6n de los principios
El arte experimental aún continúa utilizando este pro­
básicos de la historia del arte: originalidad, autenticidad, presencia
cedimiento en un sentido social -véanse, a este respecto, O. Martín Prada, 2001: 11).
las novelas experimentales de Juan Benet o Juan Goytiso­
10-, pero a partir de él, la aparición de la posmodernidad Todo ello conduce a la afirmación de que la combi­

y, con ella, el fin de la creenCla en layosibilidad de)'~v0Ju­ nación de elementos heterogéneos es característica funda­

clón, el rechazo de la neceswaúdeun'-arte 'comprometido mental del posmodernísmo. El texto posmodernista es el

e, incluso, la afirmación de su futilidad en un mundo de híbrido por excelencia y su crítica necesariamente ha de

realidad virtual e híperreal y en una sociedad conformista . serlo también, del mismo modo que su lector, el cual debe­
con el sistema, convierte la ruptura de la frase hecha en rá apropiarse de un conjunto de temas, alusiones o regis­
un procedimiento irónico que reafirma el desvanecimien­ tros literarios familiares para su tarea no sólo de consumi­
to de la realidad, del concepto de historia y del sl~jeto. dor, sino también de crítico y participante en el proceso,
Esta visión de m~ndo paródica e int~t~~xt~al hace que es decir, de re-creador. ~l papel del lector será buscar un
el narrador posmoderllista conozca y asuma la imposibili­ nuevo paradigma para interpretar un tex to-collage, hecho
dad de escribir hoy día un libro que no haya sido escrito de palabras y registros diversos, y cuya actividad se centra
~ previamente, como expresó Borges en, entre otros cuen­ en desentrañar lo que se oculta tras la confrontación onto­
,;>~ tos, Pierre Menard, autor del Quijote. De forma más tajante,
<i!~
lógica entre dos realidades, la textual y la fisica.
esto significaría que hoy en día sólo es factible escribir pa­
rJ rodias de lo canónico, como nos dirá Antonio Orejudo en
\:::
;.....
~'
Fabulosas narraciones por historias. 2.2.5. Microestructuras del antidiscuTso posmoderno: metáfora

En la novela posmoderna, es el lenguaje y la literatura literal, alegoría, polifonía, espacíalízacíón ~-~ "­
en tanto que signos, no el mundo "real", lo que paradójica­ ,~- ----............-----......
-~­

mente contiene toda la realidad, convertida en hiperreali­ En el ámbito de las microestructuras, suele denominar­

dad. La gran diferencia entre Borges, en tanto que escritor se la estética de la novela posmoderna como antidiscurso.

tardomoderno, y los narradores posmodernos, radica en Los elementos que lo conforman están en consonancia

que la hiperrealidad de Borges tiene su razón de ser en con el mundo que desea nombrar. Si la recursividad o el

los libros, en la literatura, es pura y exclusivamente intelec­ pastiche provocan la desestabilización ontológica en las

tual y remite a cuestiones epistemológicas, mientras que la rnacroestructuras, la propia metáfora puede ser una herra­

hiperrealídad de los posmodernos es una realidad hecha ~ mienta de discusión ontológica fúndamental, puesto que

carne en nuestra sociedad regida por los medios de comu- , pertenece al mismo tiempo a dos campos de referencia,

nicación de masas: mimetiza su propia ontología. uno literal (que no existe) y otro figurado (que sí existe).

1

180
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/.!. "v:. V~ ,,¡)vlA~LA F.SPAÑOtAPO!>MODEK..'\!A
~ -J"\."'"' " GNo/t te \. \11-
De la tensión entre presencia y ausencia, conlO seiíala
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I
i
POSMODERNIDAD Y NOVELA

ficción: lo úníco que queda es la palabra en una página en


181

McHale, p~ia duda ontológica de la metáfora, y es blanco.


precisamente lo que explota la narrativa posrnoderna, que Ya en el modernismo, el estilo, la forma, es puesta en
1\,1 fJ In. llega al pun to de ureali~r una met"!fo;ra". es dec~~ hac~r primer plano por delante de la denotación, del mundo
, real el sentid«:;,Jiteral, algo que practican ampliamente Gar­ proyectado: al repudiar el deber mimético de las palabras,
-era Mirquez ~en Cien años de soledad y Manuel Talens en La el eslilo se libera del contenido, como ocurre en Aliazorde
parábola de Carmen la Reina. Vicente Huídobro. El modelo reside, según McHale, en el
Pero no sólo se produce el caos ontológico al prolon­ livre sur rien -"libro sobre nada"- de Flaubcrt, un libro en
gar la duda sobre si el sentido de la metáfora es literal o el que las palabras son, no significan ni dicen, como la mú­
00, sino también al desarrollar ese mundo literal, el marco
sica, y cuyo paradigma en la novela posmoderna espaiíola
de l'eferelJcia metafórico, de manera hipertrófica, creando es La música del mundo, de Andrés Ibáñez.
un mundo a partir de él que, negado el extremo, provoca Las palabras sufren un proceso de reificación, se aproxi­
la dominación y la anulación de lo "real": se hace real algo man al estatus objeto, de cosa tangible, mediante múl­
que técnicamente no existe, puesto que es una metáfora, tiples fornlas: la ruptura la sintaxis, el uso de relaciones
no semánticas entre palabras. El texto, así, se convierte
Eo este punto extremo hace su aparición la aleg0ría, resu­
en un conjunto de relaciones horizontales -palabras con
cita~ por el posmod!:!n1S.!!l<?par.~J::ls.~.§'..lli!rQºi~~.__ .. palabras, formas con forrnas- y no verticales -palabras con
La estructura de la alegoría es dual: el mundo ficticio
mundo-, del mismo modo que el esquizofrénico es inca­
de una narrativa alegórica es un mundo tropológico, un
paz de darle un significado coherente a sus percepciones
mundo dentro de un tropo. La alegoría es la inversión de y cae en una especie presente plano, horizontal y sin
la metáfora: Inientras que la metáfora posee un marco de sentido.
referencia figurado ausente y otro literal presente, la ale­ Sin embargo, el livre sur rien posmoderno nunca es de]
goría es la conjunción de un marco de referencia literal todo sur rien, porque las palabras, aun parcial o incoheren­
ausente y otro figurado presente, Pero cuando las alego­ temente, siempre proyectan un mundo, siempre significan,
rías son susceptibles de infinitas interpretaciones, caemos inevitablemente. Vn texto surrien, por lo tanto, no preten­
en la indeterminación absoluta. de impedir la reconstrucción de un mundo -de hecho, no
Lo mismo ocurre si, mediante una especie de trampan­ puede-, sino oponer obstáculos al proceso de reconstruc:
tojo, se nos presenta una alegoría aparentemente trans­ cíÓI~~ haciéndolo perceptible y eXElícito media!lte ~l.<l~ras
parente, maniquea en el sentido de traducción directa de extrañas y difíciles, desligadas de la sintaxis, listados, frases
conceptos abstractos (el Bien contra el Mal, lo Apolíneo retorcidas. complicadas, lindantes con la agramaticalidad,
contra 10 Dionisíaco), pero resulta estar preñada de in­ frases tan raras que nos impulsan a lijar la atención en su
coherencias e inconsistencias; el resultado es la parodia propia estructura sintáctica, haciéndonos olvidar el con­
alegórica, presente en una aparentemente amable película tenido, que continúan, cambiando ligeramente de
de dibujos animados que ha deconstruido -creemos- para forma, hasta el infinito. como las estructuras recursivas.
siempre los paradigmas metafóricos y alegóricos no sólo Nos encontramos con que, en vez de ser las palabras
de la tradicional escuela de vValt Dimey, sino también del una herramienta para crear un mundo. es el mundo el que
mundo de los cuentos infantiles: Shrek (2001). resulta secundario. La construcción del mundo se reduce,
Estos mecanismos que estamos viendo distraen la aten­ al final, al resultado de un juego de palabras, puesto que,
ción del lector del mundo proyectado hacia el medio lin~ como nos Lyotard, la realidad es una red de juegos \
gÜístico. La consecuencia es la caída absoluta en la meta- de lenguaje. Pero este juego ha de ser explícito, puesto t

182 LA NOVELA ESPA.." =OLA POS;\IOllERNA

que debe cumplir el objetivo fundamental, a saber, hacer


visible el proceso de construcción del mundo.
T pOSMODF.RNI DAl) y NOVEl A X
,_
I
11_ \. \J';
\ '¡ l

sica, los elementos del libro impreso. Se trata, en última


instancia, de romper la barrera que separa al libro como ~f~
\ \ f)/,I.::Ji 183

J El uso de estas estrategias que estamos viendo da ]u~ objeto del libro como proyección de un mundo ficticio.
gar a un antidiscurso que, como el espado. es heterotópico, En la novela realista, la dimensión físÍca del libro debe tJ
puesto que está compuesto por un conjunto de palabra~ ser invisible para que nada interfiera en la representación J
que pertenecen a órdenes distintos de nuestro orden dis­ ficticia de la realidad: debemos olvidarnos de la realidad IV
cursivo familiar, un antidiscurso coherente con el anti­ material del libro, de su presencia como papel, del espa­
mundo que nombra. Nos hace ver la realidad como algo cio en blanco. Pero la introducción de juegos tipográficos
f
construido en y por meillO de nuestros lengu~jes, dlscu"f: pone de relieve la presencia y la materialidad del libro, .-P':).
sos y sistemas semióticos. De ahí que McHale identifique por lo que estorba la ontología del mundo proyectado: nos
el antidiscurso plural de la novela posmoderna con el tér­ hace ser conscientes de su irrealidad. Estos juegos pueden
mino heteroglosia. tener una función mimética o ícónica, como en la poesía
Un texto modernista puede contener también un concreta o los poemas de Apollínaire. Pero la rupturaonto­
f'\) J4.l discurso heteroglósíco, pero su pluralidad siempre está lógica es mayor si los textos manipulados tipográficamente
controlada bajo una perspectiva monológi,:a unificadora, no imitan ni ilustran nada, excepto su propia existencia.
resistiendo la pluralización de mundos discursivos e inle­ Los mismos motivos subyacen tras la inclusión de di­
f1~1
grándolos en un único plano ontológico, un mundo pro­ bujos, fotografías e ilustraciones en general. Las ilustra­
yectado unificado gracias a la conciencia del creador. Pero ciones en las novelas posmodernistas no suelen establecer H~t¿l('llA.t)
el texto pos1!!Q.dernista ni controla ni resiste, sino que da relación alguna con el texto: son puras.demostraciones de
"L. Bis a la pluralización y, por tanto, a la heteroglosia yála­ ma~erialidad, de tridimensionaJidad, denibro. A menudo
v polifonía, del mismo modo que coadyuva a la intrusión de aparecen también integradas en la estructura del texto
~(f~
('--~
\. un mundo en otro. verbal como otro modo de discurso --en este caso, visual-,
Retomando la~orías de Mijail Bajtin sobre la relación por lo que ensanchan la estructura polifónica del texto y
entre la polifonía de discursos y el carnaval, McHale ve la actúan como elemento de colisión entre los dos mundos.
narrativa posmoderna como literatura carnavalesca, hete­ díscur!!.Ívos, el visual y el verbal, problemática presente en
rogénea, indecorosa -en el sentido de contraria al decoro, La música del mundo, en la que no sólo aparecen notaciones
al canon, a la norma-, híbrida de géneros y estilos. musícales, . o también mapas, dibujos y figuras.
No es McHale el único que ha relacionado las teorías mezcla e los dos discursos puede ser una propues­
p de Bajtin con la novela y la estética posmodernas. Iris M. ta de' aneídad, ]a pretensión imposible de leer a la
J Zavala (1991) explica en La posmodernidad y Mijail Bajtin. vez los componentes visuales y verbales, que arroja un pro­
,:; Una poética dialógica que el concepto fundamental de B.ytin blema grave con respecto al orden de lectura al introducir
con respecto a la narrativa posmoderna es la polifonía y el elemento espacial en un ámbito que se supone exclusi­
sus relaciones con el carnaval y la intertextuaJidad. Carna­ vamente temporal. f'vO tíN<G.¿I.(lV.fl
val, polifonía e intertextualidad son elementos que ayudan La espacíalída<! del texto, es decir, la pretensión de
a crear conflictos ont.olÓgicos, que pueden llegar a afectar. cOf!lprender no temporal s~o simultáneamente..-o sea, es­
incluso, al libro desde un punto de vista material: la novela pacialmente-, está presente en el modernismo. pero sólo
como una esU'uctura concreta, propia del mundo real de como límite, como imposibilidad. El posmodernismo va
la experiencia. más allá cuando inserta dos o más textos en paralelo, a la
El posmodernismo cfesarrolla una nueVd forma de pen­ manera de las columnas de un periódico, cuando opone
sar la novela que dé a conocer su realidad tecnológica, fí­ texto principal a glosas -anotaciones al margen, notas a
. ­

184 lA "OVELA ESPAÑOLA I'OSMODEkNA


POSMODERNIDAD y NOVELA 185
I 'v~}
pie de página o interlineales-, cuando desordena la nume­ ta fragmentado el cuerpo, después de su separaciónl\...¡-~..)
ración de los capítulos; todas estas estrategias nos obligan C\J
absoluta con respecto al a1ma: cuerpo fragmentado, ¿t
como lectores a ser conscientes de la materialidad del li­ rOlo, no sentido ya como una unidad sino como un f..J,
bro, a manipularlo e intentar encontrar una solución ante
co~junto de partes aisladas e incomunicadas. Esta
el problema del orden de lectura. perdiendo el horizonte
fragmentación corporal da pie a la re-creación perso­
ontológico de la ficción. El extremo se alcanza en textos
nal del propio cuerpo, al travestismo. a la transexuali­
como Rayuela, que nos invita aparentemente a construir
dad, a la teatralización de los gestos y de los compor­
nuestra pI'opia novela.
tamientos. El individuo, representado y r~roducido
Pero estas estrategias no sólo tienen una función explí­ ~~
or la tecnología de las imágenes, se-transforma en u
.Vo. cita de ruptura ontológica, como dice McHale, sino tam­ "j.­
icono y en slmulacro de SI miSmo~ se conviene en un
..... bifn mimética. La metáfora de representación del mundo
personaje ficticio.
~" como tablero de damas, como superposición de columnas
b. El tiempo y la histmia. El posmodernismo acepla total­

) V"' de un periódico, como zappingcontinuado, estaba ya pre­


mente la caducidad, la discontinuidad y el caos, no

,j' ~sente en la reflexión de jameson al definir la realidad pos­ intenta superarlos ni definir los elementos etel'nos e

~. (;:" St moderna como fragmentación esquizofrénica. La I:~vela


inmutables que podría contener la realidad caótica

. ;:t..!:;- posmoderna no puede sustraerse a esta fragmentaclOtl, y como hacía la modernidad. El pasado y el futuro se

.::: \.1; la forma. en este caso. coadyuva no sólo al conh.:nido, sino


han anulado, convertidos en un eterno presente, y

también al propio proceso de representación.


esta anulación viene acompañada de un historicismo

IN
~t.1fY'II.I omnipresente que reduce el pasado a museo de foto­

grafías, lo manipula y lo convierte en un continente

2.2.6. lit mapa temático: hedonismo y fin de la utopía


de imágenes y simulacros. El pasado y la historia se

transforman en mercado, en materia] de intercambio

Cuando hablé de las propuestas teóricas sobre la nalTa­


y de consumo. El presente, que asume caracteres tota­

tiva posmoderna, cité a Remo Ceserani ( 1997). Este crítico


Jizantes, destila nostalgia.

italiano realiza un intento de dibujar un mapa temático de


c. La naturaleza. Totalmente colonizada por el hombre,

la novela pos moderna. Sus claves son las siguientes:


los productos "naturales" son tatnbién un producto

a. El sujeto y su realidad corporal y sentimental. Ya no estará de mercado, una alternativa a los productos industria­

presente el sujeto herido y alienado de la moderni­ les seriados, y se cargan sistemáticamente de un valor

dad, ~bre-masa u homb~le.9:ivo del que cultural e ideológico que los transforma en mercan­

hablaba la Escuela de Frankfun,.SÍD1Le.Ls:ujtlQ_ cQJ!l.9 cías refinadas.

_...l?!0ducto del lenguaje del que hablan las teorías post­ d. E l espacio. Descentrado y fragmentado, irónico, labe­

estructuralistas, el sujeto como identificación ideoló­ ríntico, convertido en un enorme centro comercial y

gica o como identificación simbólica; un sujeto debili­ organizado para el consumo de masas: la heterotopía,

tado, descentrado, multiplicado y fragmentado, igual la Zona.

que su experiencia. Dicho sujeto estará privado de la


posibilidad de autoanálisis, obligado a renunciar al Como podemos observar, el mapa temático de Cesera­
amor a sí mismo y a la exploración de la propia inti­
midad, a buscarse en sus propias dudas, en las imáge­
nes reflejadas en los espejos. Y del mismo modo resu)­
ni recoge contenidos que ya he ido analizando. Podríamos
resumirlo en la afirmación de que la novela posmoderna
tematiza la episteme a la que pertenece, ulla nueva visión
f
de mundo que podemos enunciar como "la pérdida de
---- ---_._."'_. - ...-.....-­

I"OC .,", 'i.
186 I JI. NOVELA ESPAÑOlA POSMODERNA PO'<>MODER..'iIDAn \' NOVElA 187

. senti~o del W y de la rcaUdad". y todo ello conduce, en Mientras que la modernidad ortodoxa propone el
fin. áa muerte de la utopía y al hedonismo generalizado. discurso ideológico único y no contaminado, para cuya
verdadero tema central de la narrativa posmoderna. expresión es necesaria la oposición violenta y dualista de
El desencanto posterior a última revolución contra sus términos referenciales, que poseen una connotación
la razón, 68, no hace más que reafirmar la imposibilidad de búsqueda de la verdad absoluta o de lo sublime ético
de la utopía y la inútil repetición de la violencia, ]a opre­ y estético, la posmodernidad, heredera de la modernidad f
sión y el sufrimiento: como señala Anna M:' Spitzsmesser heterodoxa, sustituye la conciencia colectiva por la indi­ 1(\'-2­
(1999), la posmodernidad es, ante todo, pragmática, como vidual, la participación social por la vida diaria. Pero, ¿no ...­
si estuviera de vuelta de los principios universales y los es­ es esto también una declaración política, en un sentido
quemas grandiosos, inmersa en un consumo general, en la ético? Volvemos a la politización contradictoria típica de la
agresiva industria de la cultura de masas y en el esfuerzo posmodernidad.
generalizado de potenciar el ideal burgués del éxito indi­ En cuanto al hedonismo, 10 lúdico será un eIemen":,
vidual; pero también defiende la resist~<;ja, la propuesta !~ fundamental en la novela-.E0smoder!!ª: destruidos los
alternativa, el rechazo de este sistema, como veremos de la grandes ideales, inmersos los sujetos posmodernos en el
mano de Belén Gopegui. ? desencanto del fin de la utopía y en la sociedad de con­
Ante esta situación, la novela posmoderna no busca sumo del sueño y deseo, la feroz competitividad de la
restaurar valores sociales o morales, sino que reconoce que sociedad posmoderna, que se rige por el éxito individual !,
la revolución pendiente nunca se llevará a cabo. º-."!-.!:l!~! ante la imposibilidad de grandes empresas colectivas, con- ~
posmodernista ni 10 lamenta I1.;!J!?~Je.bra. No hay más so­ vierte )a vida humana en una serie sincrónica de partidas J:(
lución VIable que el pacto social y político, el consenso que mortales que siempre se juegan contra alguien y en las
defendía Habermas. Aquí radica la diferencia con respec­ que todos estamos involucrados como jugadores o actores,
to al arte experimental: los radicalismos de cualquier típo representando un papel. Frente a la pretensión del arte
deben ser desechados y sustituidos por una tolerancia que, como salvación trascendental de una realidad escindida (
"'1
para muchos, no es más que indiferencia y neoconservadu­ que propugna la vanguardia histórica, el arte posmoderno
rismo, pero. para otros, la única sa1ida (débil, eso sí) . defiende el hedonismo y descarga al arte de una función I\,D(
De alguna manera,_t:s.TILtoler4..ru::ia se concibe como la que, ahora, se siente como una restricción del placer esté­ vf
única manera de reconocer la creciente pérdida de senti­ ti~. ~
do en el mundo y, aun así, seguir viviendo: aprobar el caos La novela posmoderna textualiza este elemento lúdico, 1";""0
dentl·o del cual el individuo acepta vivir y adoptar la ética entremezclándolo con la parodia, para expresar no sólo la í'~,
superviviente al proceso de fragmentación de las grandes imposibilidad de volver al pasado más que como cita iró- ~
certezas. El sujeto posmoderno reconoce, entre resignado niea, sino, sobre todo, la no-creencia en un X~_me:jora-
e irónico, la imposibílídad de refugiarse en el pasado; debe ble y consecuente con el progreso moderno. Esto obliga al
,ªS mír el resente, lo contin ente, lo cotidiaEo no heroico
hombre a cchar anclas en un presente cuyas únicas leyes
y lo individual, ante el desengañoae-l0 público. La repriva­ son las del juego y la casualidad, igual que la representa­
tizadón de la novela española de los ochenta que veremos ción del mundo, reducido, como diría Lyotard, a redes
flexibles de juegos de lenguaje.
más adelante se relaciona con esta autorización tácita del
La novela posmoderna, mediada por el tono irónico
abandono de toda responsabilidad que no sea hacia 10 pri­
de la parodia, convierte el juego de vivir y narrar esa viven­
vado. mostrando una conformidad con la realidad circun­
cia en algo extremadamente complejo: en la nueva ética
dante que no siempre es pasiva y silenciosa.
posmoderna, afirma Spitzsmesser (1999), lOTrñ.portan te
_.----~

188 LA .'IOVF.LA ESPAÑOLA POSMOl)I::RNA pOSMODF.RJ\IDAO y NOV,,:t.'\ 189

no es participar si!l-~~D-.ªr, porque lo que en juego de la literatura como o~jeto de consumo. El posmoder­
'esiapropia vida; la mente del autor posmoderno impone nisIDo está Íntimamente relacionado con la consolidación
las propias reglas del juego y, después, no sólo juegan los del fenómeno de la masificación del arte: la industria de
personajes, sino que autor y lector forman los dos vértices la cultura, como cualquier otra, está firmemente basada
restantes del triángulo lúdico. en la economía de mercado, y la novela posmoderna así lo
Los problemas relativos a )a ética individual y a la mora] atestigua. La intertextualídad, por ejemplo, pero también
colectiva se multiplican. Todos los jugadores han de ser, todos los mecanismos de cita, apropiación y parodia, fun­
por fuerza, hipócritas; como bien díce Spitzmesser, sín ha­
cer trampas no se puede jugar, porque no se puede ganar:
cionarán medíante la inclusión tanto de textos canónicos
como de lo que se viene denominan araliteratura best ­
(p
arte y vida no son sino un juego imposible en el que la sellers, letras de canciones, series de leVlslO o culebro­
realidad no posee el consuelo de lo cotidiano y famíliar, nes), situando todo ello al mismo nivel y deconstruyendo
sino que es absurda e incognoscibk. De ahí que en la na­ la diferencia tradiciona) entre alta y b~ia cúltura. -----_._-­
rrativa posmoderna se acuse a menudo la ausencia de lo --No entraré enun estudio exhaustivo·deIo<.j'Uesignifica
verdaderamente individual; no sólo se muestran criaturas exactamente el término paraliteratura, pero sí es necesarío
egoístas, insolidarias y criJeles, sino también irrea)es, sin acercarnos al fenómeno, ya que es fundamental para la
existencia fuera deljuego. Pero su imperfección moral no comprensión de la novela posmoderna.
es su aspecto más negativo, sino su alienación de lo que los El único hecho en el que suelen estar de acuerdo los
rodea, como es el caso de los personajes creados por Pérez­ crítícos es que la paraliteratura es una consecuencia cul­
Reverte (1990) en La tabla de Jr1andes o los de Javier Marias tural de la sociedad industrial avanzada característica de
(1986, 1989, 1992, 1994).
Sin embargo, también este mismo elemento lúdico
la historia contemporánea y de su producto, la cultura de P
masas, cuya regla fundamental es la relación producción­ lA¡
funciona como necesario distanciamiento, como relati­ consumo.

~
VÍzación de las pequeñas o grandes tragedias que sufren Umberto Eco (1988) define la cultura de masas a partir
estos seres posmodernos con los que, como lectores, nos de la dicotomía entre lo que él llama apocalípticos e integra­
sentimos identificados, que nos enseñan a no tomarnos la dus, ,dos términos que ya utilicé para describir las diferen­
vida demasiado en serjo, ajugar, en el sentido de disfrutar,­ tes posturas de los críticos ante la posmodernidad.
'-rolle} p~sente, que es 10 único que poseemos, a recuperar El apocalíptico es aquel hombre de cultura cercano a
una mentalidad infantil, mítica y simbólica que la razón, la postura aristocrática del Renacimiento que rechaza )a
llevada a su aplicación extrema, nos ha arrebatado. Como
eul rura de masas p.or consi_~erarla _~na ~~~..:~~dón:
siempre, todo depende del cristal a través del que se mire.
Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solita­

rio de una intcrioddad r{"finada que sr- opone a la vulgaridad de la

muchedumbre. la mera idea de una cultura compartida por todos,

2.2.7. Unión de la novela con la vida: cultura de masas y demo­


producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida de

cratización estética todos, es un contrasentido monstruoso (U. Eco, 1988: 12).

No quiero terminar este análisis teórico de la novela Por su parte, el integrado exhibe justamente la postura
posmoderna sin referirme a un fenómeno que, aun cuan­
do parez5-ª~~Ln(}.--<llos textos, los configura sin lugar a
duda~. .
contraria:

Dado que la tekvisión, los periódicos. la radio, el dOt. las historie- l( L/ "
~ ;,(
las, la novela popular y el Readers Digest ponen hoy día los bienes ~~"<:"'-,.
Toda una nueva sene de relaCIones entre autor, texto y clIlturales a díspo~jción de todos, haciendu amable y liviana la ab­
lector han sido creadas por el fenómeno de la producción sm-ción de nor:iones y la recepción dr- información, estamos vivkn­

190 lA 1\:OVnA ESPAÑOLA POSMOIlERN¡\

do una época de ampliación del campo cuhul'al, en que se realiza


finalmente a un nivel extenso, con el concurso de los mejore~, la
circulación de Un arte y una cultura popular (ibid.).
T
PO$MOJ>ERNIDAD y NOVEL:\ 191

ella produce. Su semiosis tiende a reciclar todas la~ caracteristicas


de las culturas con las que ella entra en COntactO. pero no a prh,,;­
legiar ninguna. Por ende, sus objetos-mensajes entran siempre, en
parle. en el área de lo absolutamente conocido para sus consumi­
El problema comienza, entonces, cuando el concepto dores/destinatarios -lo que es especialmente gratificador y tranqui­
lizante desde el punto de vista emotiv(}- y permite poner en marcha
de democrada se extiende hasta la cultura, que deja de la toma de posición emocional con respecto a ellos, siempre a par­
ser el reducto de unos pocos difundirse a través de lir de un dato habitual. La innovación es frecuente y aceptada en
los medios de comunicación de masas. La ma..a será ahora este tipo de proc:f'SO, pero difícilmente tiende a estabilizarse ('n un
""J
.)-....0 el destinatario de la cultura, con todas las consecuenciao; complejo formal normativo (M_ Rak, 1991:
que ello implica; sobre todo, la reducción del valor estético
y, permítaseme el término, la idiotización del consumidor. Estas no son sólo las características de la cultura de ma­
Ahí reside la principal crítica de los apocalípticos. sas, sino que también se suelen atribuir a la paraliter!:!fura.
La crítica a la cultura de lnasas se envuelve en un aura en tanto que sistema para1elo al de la literatura que inclu­
de lo políticamente incorrecto. en una sospecha de tota~ ye manifestaciones textuales -en el sentido semiótico del
litarismo que no admite lo que la democracia implica en término- en las que puede existir un elemento no verbal
\ términos de cultura: el pensamien to débil. (pictórico, fotográfico, musical: es el caso de) cómic, la fo­
Por otro lado, los defensores de la cultura de masas la toº~~ela o la canción de autor) que no tiene por qué ser
celebran, esgrimiendo, entre otras, las siguientes razones: considerado a priori inferior desde el punto de vista valo­
rativo al sistema de la literatura canónica u oficial. Sólo un
1 la cultura de masas nace inevitablemente en cualquier so­
ciedad tipo industrial, en la que se debe cumplir la re­
gla de adecuación a la media intelecJJ1.aL:-.permite el acceso
análisis a posteriori de cada uno de los textos paraliteraJ"ios
podrá permitir la inclusión de dichos textos en la sublitera­
al benefl'cio' de la cultura a masasingentes anteriormente tura o infraliteratura.
excluidas de la supuesta cultura superior; ofrece un cúmu­ En la paraliteratura. por tanto, se incluye la narrativa
lo de información sobre el universo sin sugerir criterios de de__ ~~!l~o, expresión que está restringida a aquellos
díscríminación, sensibilizando al hombre -contemporáneo subgéneros paraliterarios propios del siglo xx, ligados al "
en su enfrentamiento con el mundo; introduce nuevos mo­ fenómeno del best seller, cuyos componentes son exclusiva­ ""¡­
dos de hablar, nuevos esquemas perceptivos, renovando y men te verbales y cuyo origen radica en el folletín decimo­ ""(tu J
promoviendo el desarrollo de las artes llamadas superiores nónico: nov~~~.'pop~.~~r!r:ovela rosa, novela de denci~­
(ver U. Eco, op. cit.: 47-52). ficción, novela def oes!.e ...
En definitiva, concluye Eco acertadamente, es una ¿Por quif-la renovada atención que presta el posmoder­
problemática mal planteada. Como en el caso de la pos­ niSOlO y, en concreto, la narrativa posnloderna, a la para­
modernidad, el error consiste en preguntarse acerca de la 1iteratura, cuando ha sido considerada desde siempre un
bondad o maldad de la existencia de la cultura de masas: conjunto de textos de nulo valor, a pesar su enorme
el hecho es que existe y que es inevitable. No es bueno éxito de público? La respuesta es bien simple: la cultura
ni malo, no se puede volver atrás; habrá que afrontarlo y de masas y el arte para el consumo hacen ya)nútil que
seguir adelante. nadie margine CJlltufalmepte a nadie.. Es decir, la demo­
La cultura de masas, en fin, se define como producto Cratización de la cul tUfa ha invalidado el desprecio hacia
de la sociedad industrial, y sus características se resumen la paraliteratura y hemos pasado de un extremo a otro:
en ]a siguiente cita de MicheJe Rak:
La relación producción-consumo con~tituye la
de la sociedad industrial avanzada y. también, la
fundamental
la cultura que
de una situación elitista generalizada -posición de los apo­
calípticos de Eco-, a una no-diferenciación entre lo que
estéticamente es válido y lo que no lo es -situación de los
(

192 L'\ NOVFIA ESI'AÑOIA POSMODFRNA POSMODERNIDAD y KOVElA 193

integrados-o Y la aparición de disciplinas como la socioli­ de sujeto activo, j' no de objeto pa~ivo, frente a un libro escogido j

teratura refleja la nueva importancy del lector no sólo en Iddo por él C'n un adO consciente de t:'jercicio de su propia y lúcida

libertad y de ~n dignidad de lector (~1." C. Carda de EnlerrÍa, ] 983:

el consumo de la novela, sino en su propia configuración 104).


estructural y significativa.
Poco ha cambiado la paraliteratura del siglo xx eDIl Es el mismo efecto que, según estudia Umberto Eco
respecto a otras manifestaciones artísticas tradicionales (1988: 30J-339), provoca un mal uso de )a televisión, o
que iban también dirigidas a la masa, como los romances la libertad problemática que conceden los medios de co­
de ciego o los pliegos de cordel. Se siguen cultivando viejos municación en esta supuesta "sociedad transparente", tal
lemas y vit:jas formas, pero renovados, sobre todo, desde el como lo ve Gianni Vattimo. Todo ello deriva en una conse­
punto de vista visual, dado que nuestra época ha vivido y cuencia básica: los mas... media se convierten en un instru­ ,',,-\ ~-~;Y'>
vive la revolución de la imagen con la fotografía, el cine y men (o am biguo, ya que pueden ser el origen de un mayor
la televisión. por último, este siglo xx ha visto también el conocimiento de otras realidades, pero también un arma 0;'¡<'v
aumento vertiginoso de lectores, la transformación de un de carácter intelectual para la globalización, que implica la
público lector en un público consumidor, normalmente destrucción de características étnicas y locales, y la homo­
maniputado por los mass media. geneización cultm'al.
En la era de la cultura de masas, en la que el concepto - La importancia concreta de la paraliteratura en la na­
tradicional de cultura ha sido sustituido por el de indus­ rrativa posmoderna resirle en ciertas invariantes inheren­
tria cultural, la democratización de la cultura ha provoca­ tes al propio fenómeno paraliterario (ver Michek Rak,
do la ruptura de jerarquías y la crisis del concepto clásico 199] ; Y M. a Cruz Carda de En terría, 1983) que, o bien son
de m:ératura-Ahür-a es ú-ñ seúó-riñeflistrhiJ el que" impone utilizarlas de forma pa"ódica, o bien son directamente asi­
---ffiT gasm, pero ya orientado hacia el público, que sufre miladas por el posmodernismo:
/) esta orientación -o man;pulaCÍón- sin ser consciente de
l. La paraliteralura tiene una relación subordinada y de

\ '<-v y ello: está subliminalmente dirigido, como bien manifesta­


dependencia con respecto a la no marginada, canóni­

ba Baudrillard. Para ello, se utilizan, aparentemente, sus


códigos y sus intereses -un lengu~je propio, un modo de ca u oficial en temas, tópicos, lenguaje y estrucluras -y

pensar, una cosmovisión-, puesto que, al ser propios. no el posmodernismo, en su afán de revisión del canon y

son susceptibles de reflexión. anulación de lasjerarquías, la reivindicará, de] mismo

Los mass media están sometidos a la ley de la oferta y la modo que reivindica lo local o lo marginal.

demanda, pero sugieren al público 10 que debe desear, y 2. Es un producto industrial, masivo en cuanto a produc­

ClOn y consumo, y sujeto a la ley de la oferta y la

así resulta intelectualmenle colonizado mediante modelos


que a menudo, paradójicamente, ni siquiera le son pro­ demanda: genera expectativas y hábitos en el públi­

plOS.
co, pero también depende de él -como dependerá la

El rechazo inicial de la elite literaria reside en que la novela posmoderna y, en general, el posmodernismo,

paralíteratura, como cana) de evasión, es aprovechada del mercado y el receptor: si en algo se distingue la

por quienes pretenden promover actitudes de pasividad nueva novela fl'ente a la anterior novela experimen­

y resígnadón, o de falsa esperanza, en un gran número ta] es en la recuperación del lector y en su asunción

de lectores. Así se ha podido hablar de una nueva clase de como un producto más del mercado.

analfabetismo, el intelectual: 3. Hibridismo: utilización simultánea de formas que per­


t--­
tenecen a distintos códigos semióticos (elementos icó­
~ [La paraliteratural termina por apagar el deseo de encontrar en la
,,:.rL'"'!..."1..- lectum lo que es su razón de ser: devolver al hombre su conciencia
nícos como títulos, grabados, imágenes pictóricas o

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1

194 lA l\'OVF.LA ESPAÑOlA POSMODERNA 195


rOSMODERN IDAD Y NO'v'El.A

fotográficas) y experimentación con los géneros -ras­ 7. Sentirr.!_~l:galismo ~fición al melodr¡;tma_ -que se re­
go que se aplica plenamente, como ya hemos visto, a laciona con la revalorización posmoderna del senti­
la novela posmoderna. miento como forma de superar el vacío nihilista y la
....1:'"'­ 4. Lo narrativo domina sobre lo lírico o lo dramático: se pérdida de valores ocasionados por la muerte de las
trata de relatar una histotia. De ahí la relación directa seguridades de la modernidad.
de la paraliteratura con la mentalidad y el relato fol­
clórico e infantil, y con la literatura oral -del mismo Todas estas inv.:triantes propias de la paralítel"atura se
modo que la novela posmoderna considera la reali­ dan, en grado extremo, en el best seller, adaptación del fo­
dad como un conjunto de microrrelatos, de hiperrea­ lletín decimonónico a la intensificación de los recursos
lidades creadas a partir de mítos, deseos y recuerdos, mecánicos de la producción artística propia del siglo xx.
y reivindica la narratividad como único medio de en­ En los mass mediaconftuyen los contenidos de la cultura
frent::....rse al mundo. -- periodística del siglo XIX, acomodándose a las condiciones
Ideologización: ]a paraliteratura tiene una importan­ de una nueva cultura impuesta por la prensa moderna, el
cia crucial en la formación de ideas de una comuni­ cine y las telecomunicaciones a través de la radio, la tele­
dad, puesto que sus textos poseen un mensaje global­ ,,;sión y, unos años, Internet. Yel folletín, ante
mente homogéneo que penetra en todos los niveles los cambios de la prensa cscl"Ílt.... y las nuevas exigencias del
Je una cu1tura; frecuentemente nos encontramos con público, en cuanto tal 20 , pero sus grandes ejes
fenómenos como intención moralizante y maníqueís­ se transforman adaptándose al nuevo contexto y resurgen
mo -fenómenos que reflejan la mentalidad de la so­ bajo el aspecto de la novela romántica, negra, histórica, de
ciedad en que se insertan, por lo que la pal'alilcratura ciencia-ficción, y todos aquellos subgéneros que forman
será utilizada pOI' el posmodernismo en su afán paró­ parte de la narrativa de consumo, cuyos textos transforma
dico de deconstruir las ideas heredadas y los supues­ el mercado en best sellers.
tos inamovibles. El best sella es, básicamente, el resultado de la conjun­
6. Redundancia de tópicos, tradiciones y códigos litera­ ción arte y negocios. La industria crea el mercado, es decir,
rios, pero también regtjljzaciÓn del propkLl.e~Jo, con la necesidad de vender y comprar el best sella, pudiendo
modificaciones secundarias, una vez transcurrido un otorgar esa denominación a, por t:jemplo, un libro de psi­
lapso temporal. El lector de la paraliteratura escoge cología (véase Inteligencia emocional de David Golemann),
un subgénero. no un texto en particular, ya que los o a una novela romántica absolutamente intrascendente
textos son intercambiahles entre si. La elección de} (cualquiera de las publicadas por Victoria Holt). Se difun­
subgénero corresponde a la elección de un modelo de tanto a autores de calidad -caso del bo()m hispanoame­
de lectura de lo real. El lector conoce con anticipa­ ricano o los nuevos narradores espaílo1es de los ochenta­
ción el modelo de percepción de 10 real que ofrece como que responden a un proceso de fabricación
el subgénero paraliterario que ha escogido; no se es­ en vista sólo del mercado cultural.
peran sorpresas en general, sino el simple placer del En segundo caso, la venta es lnasiva -elevado núme­
reconocímiento -y es este placer el que destruye, con ro ediciones o de tirada-, ya que el lector, que ve satÍs-
¿ su ironía híbrida.j' paródica, la novela posmoderna,
haciendo a l lector consciente de que los tópicos, la."
2(J Sin parece que se ha recuperado hace uno~ a;10", con
comunicación que esr.á, progre,ivamenr."
~.l' d periódico: Internt:'L Sólo un
tradiciones y los códigos, literarios o de cualquier otra que en t:'l XIX
King puhlka t'n .~ll weh, en archivo PDF, una IlIwda por CIIlrf'ga,;
clase, no son más que imposiciones de la ideología TM planl desde y el número de consumidol'es que se conectan diariamente
establecida. aumenta ele forma vertiginosa. ¿Estaremos asistiendo a la H"surT'!::n:iún del
follt'tín en un sentido estricto?

T'

196 lA NOVElA ~.Sf'A';;:Ol.A POSMODt.RN'\ ?OSMO[)ERNIDAD YNOVEU\ 197

fechos SUS necesidades, deseos, esperanzas c ideales nunca en esta unión de lo que se dice y cómo se dice, de lo que
cumplidos en la vida real, consume cómodamente un pro­ se cuenta y cómo se cuenta, reside el éxito de esta novela: 'v l'
ducto que aJ~ja todo lo que pueda perturbar su tranqui­ no sólo tematiza nuestro mundo posmoderno, sino que
lidad y que utiliza un lenguaje entendible, no neccsaria­
mente vulgar, al alcance de un gran número de lectores
Ja !()rma de hacerlo nos lleva directamente a ese mundo,
l;!niendo fo...rma...,íondo ej!lterpretacióll.:......--._
~~.,
potenciales. De esta accesibilidad deriva también la lectura Pero reiteraré mis premisas fundamentales acerca del
ingenua e impresionista que no permite la formación de posmodernismo y la novela posrnodcrna: no todas las no­
una conciencia ."eflexiva: desaparece la visión crítica y, con velas publicadas en Espaíia durante los últimos veinte al10s
ella, el efecto residual de todo buen fenómeno artístico. son posmodernistas, ni un mismo autor tiene por qué ser
Pero, ¿no es tamhién cierto que muchas de las mejores no­ siempre posmodernista, ni existe una novela posmoderna,
velas publicadas en España en estos últimos veinte años, un posmodernismo, sino múltiples estrategias temáticas y
como Obabakoak, El jinete polaco, El metro de platino indiada, formales que, consecuencia directa de la epísteme a la que
La verdad sobre el caso Savolta o Juegos de la edad tardía, han pertenecen, tiñen, impregnan y marcan a fuego gran parte
sido grandes éxitos editoriales y, por lo tanto, best sellers? de la novela última, por muy experimental o muy tradi­
¿El hecho de disfrutar de un público amplio implica poca cional que, a primera vista, pueda parecer. Se necesita un
calidad en la novela o en el autor? cierto distanciamiento para darse cuenta de ello: recorde­
Una última reflexión. Los diez subgéneros más conoci­
mos que estas novelan hablan de nuestra realidad, aquí y
dos de la narrativa consumo -y, POI" tanto, paraliteraria­
ahora, y ya sabemos que 10 cercano es difícil de dístinguir
\.,.
';'
son la novela romántica, negra, policiaca. de espionaje,
con claridad.
~
.,'
..;>
bélica, del oeste, de ciencia-ficción, de terror, fantástica e Eso es lo que nos ocurrirá con la novela espaÍÍola
histórica. Todos ellos se consideran matrices 21 de best sellers. posmoderna: tendremos que esforzarnos en no dejarnos
Pero, ¿cuántos escritores "cultos" han esCrito novela poli­ engañar por el supuesto tradicionalismo de sus fórmulas
ciaca? histórica? ¿Yfantástica? Sólo con los hispanoame­ para darnos cuenta de que esa tradición no está en estado
ricanos la lista sería interminable, como si nos centramos puro, sino ironizada, parodiada, subvertida y, en fin, de­
en los nuevos narradores españoles de los ochenta. ¿Signi­ construida.
fica esto que debemos incluirlos en el grupo de "escritores
de hest sellers" y rechazarlos? Es una de las cuestiones que
plantea la novela posmodcrna.

* * *
Desjerarquización, difuminaCÍón de las fronteras entre
alta y baja cultura, hibl"idación genérica, exaltación del
presente, nueva mímesis, parodia intertextual, nostalgia
imposible, plurisignificación, apertura, hedonismo... , to­
dos estos rasgos que he analizado como propios de la no­
vela posmoderna participan a la vez de lo formal y lo temá­
tico. Yen esta última síntesis de significante y significado,
iI Ut.íIi70 eMe término ,egün ulla de las ,1 .. 1 DúCtonarin el" la Real
Academia Española: "Molde de Cllillquier cosa con qllL' se d<1 forma a algun;l
.·usa"',

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