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UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - FILIAL- CHIMBOTE Constitución y DD.

HH 1
Formación General PFA

MODULO N° 01

2018

Mg. Jorge Orlando Larios Miñano. Escuela: Ing. Civil


UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO - FILIAL- CHIMBOTE Constitución y DD.HH 2
Formación General PFA

I. LA PERSONA HUMANA.
Persona es un concepto que se viene usando desde la época romana para referirse a quien es titular de derechos,
y es incorporado a la Filosofía como una necesidad de la teología cristiana para poder explicar el misterio teológico
de la Trinidad. Se sigue usando en la actualidad especialmente en el ámbito jurídico para referirse al titular de
derechos: en caso que se haga referencia a un miembro de la especie humana se trata de personas naturales,
visibles o físicas, en caso que las personas hayan sido creadas por personas físicas o por la ley se habla de personas
jurídicas. Sin embargo, aunque es un concepto que se usa popularmente e incluso en Sociología, Psicología y
política y, en general, se aplica a todo ser humano, sigue habiendo, desde su origen, desde la Filosofía,
cuestionamientos a esta identificación de conceptos. El que no sean conceptos o calificativos equivalentes suele
generar consecuencias respecto de la atribución de derechos a un ser vivo e, incluso, a nivel de respeto o
reconocimiento del valor de esa vida. Hoerster, por ejemplo, ha propuesto cambiar la expresión derechos
humanos por derechos de la persona desde una postura positivista de los derechos humanos. En este caso se
habla de derecho positivo, pero también puede hallarse esta distinción en autores que hablan de ética, ámbito
de reconocimiento de derechos que precede al derecho positivo, como Singer. Este autor diferencia claramente
el valor de la vida de un ser humano del de una persona, atribuyendo a ésta facultades diferenciadoras, como la
autoconciencia y la racionalidad que le otorgan dignidad.
A partir de ese momento histórico del pensamiento occidental, se asocia al ser humano con un sujeto racional
protagonista de la historia, referencia de toda moral y por consiguiente de todo conocimiento y política. El sujeto
moderno no sólo se conoce a sí mismo, sino que ese conocimiento le permite juzgar acerca de la verdad y el bien:
su razón es la medida de esa verdad y ese bien, y el resultado de ello es claramente una ciencia sustentada sobre
una objetividad establecida por el sujeto y una ética sostenida por un mandato, un imperativo que debe ser
identificado y obedecido por un sujeto. Ese sujeto es el hombre, el ser humano, el quien que no es un qué ni
puede serlo. Kant, el representante más preclaro de la modernidad, pone al ser humano como el protagonista
único de lo moral y por consiguiente como lo que debe considerarse más valioso, lo que es el fin de cualquier acto
moral. El hombre, su dignidad, es innegociable, no puede cambiarse por nada.
Ese hombre que se convierte en el pivote sobre el que gira la historia, el conocimiento, la política y la ética, es el
sujeto autoreferido, el dueño de una conciencia racional que es la medida de la verdad y el error, del bien y del
mal. Esto genera una dificultad que no afrontaban ni griegos, ni cristianos que definían la esencia del ser humano
de manera ontológica, es decir como una entidad cuya esencia era independiente del conocimiento humano. Así
la filosofía griega, especialmente Aristóteles, había definido al hombre como una sustancia animal con una
diferencia específica que era la racionalidad; el cristianismo, más tarde, lo define como creatura imagen de Dios.
La dificultad comienza cuando la modernidad define al hombre por su conciencia, es decir la capacidad de
autoconocerse, autogobernarse, autodefinirse y que no tiene nada que ver con lo natural; ese hombre es un
alguien que no es un algo como lo que puebla el mundo natural y que se superpone a la naturaleza para conocerla
y sobre todo dominarla. El cristianismo es dejado de lado por la modernidad que busca, sobre todo, definir al
hombre y su naturaleza de una manera ajena a la teológica. Por ello la modernidad pretende volver a los griegos,
para recuperar una filosofía previa a la teología judeocristiana. Sin embargo, al definir al hombre, los griegos,
especialmente Aristóteles, consideraban tanto la sustancia animal como la diferencia racional, de modo que un
ser humano no podía ser sólo animal ni sólo racional, ambas características se sostenían una a la otra: no hay
racionalidad en el ser humano sin “animalidad”, ni animalidad sin “racionalidad”. Los conceptos animalidad y
racionalidad están entrecomillados, puesto que su alcance simbólico no es el mismo. para los griegos que para
los modernos. La modernidad llena de valor negativo a la “animalidad” del ser humano, o la recupera con el
romanticismo como imagen en que la animalidad es lo contrario de la racionalidad, el animal es un ser irracional,
brutal, bestial, y el romanticismo busca recuperar lo mejor de esas características reivindicando la pasión. De allí
que el iluminismo y el positivismo

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hayan pensado la ley como el contrato que pone límites a lo animal del hombre, al “lobo” que es cada hombre,
como lo oscuro, lo indeseable, lo malo que lo habita. ¿Qué es lo propio del ser humano? ¿Su razón? Más allá de
que deberíamos dejar en claro de qué hablamos cuando nos referimos a la razón: si a la lógica, al método
científico, a la capacidad de análisis, a la capacidad simbólica, a la de abstracción, al uso de lenguaje, es posible
preguntarse por la categoría a que han sido asignados quienes carecen de esa capacidad, comenzando por los
niños, los locos, las mujeres, los indios, los negros, etcétera, y qué ha significado eso históricamente hablando.
Esta pregunta no es novedosa y tampoco las respuestas que se vienen dando desde hace cinco siglos y que en
muchas sociedades siguen vigentes, que en muchos casos permitieron y permiten excluir de la categoría de
humano a quienes carecen de dichas aptitudes.

Con el propósito inicial de recuperar un ser humano integral, revalorizando todo el costado no racional del
hombre: su corporalidad que implica lo biológico más los afectos, los sentimientos y los deseos, pero también y
sobre todo su religiosidad, surge, a fines del siglo XIX, el personalismo. Esta escuela filosófica rechaza
fundamentalmente, por su pobreza y su esquematismo, la imagen de hombre elaborada por las ciencias positivas.
Pretende construir una imagen simbólica del hombre, diferente de la que nace de esas ciencias herederas directas
de la modernidad y para ello acude a conceptos y supuestos provenientes del cristianismo. Lo que subyace al
personalismo es la creencia de que la deformación existente en la imagen del ser humano proviene de los rasgos
“negativos” de la modernidad como son la traducción de razón por ciencia positiva, la inmanencia del yo, la
concepción maquinal del cuerpo y sobre todo la negación explícita de la Ontología y la trascendencia religiosa.
Pone especial énfasis en rechazar una imagen del ser humano como una máquina cuyo centro de operaciones es
el cerebro. Nace en Francia de la mano de Mounier como una antropología y es aplicada sobre todo a principios
del siglo pasado a la Ética y a fines de siglo a la Bioética. Esta antropología mantiene los fundamentos modernos,
aunque buscando “humanizarlos”, comprendiendo por este término tener una imagen más integral del hombre.
Para ello considera que el hombre es una persona, cosa que hace pensar en un modo de vida que se alimenta del
mundo social y natural. La persona es desde la perspectiva personalista, el ser humano integral que no puede
rechazar su corporalidad y que está llamado a cumplir con su destino divino. Al considerar al hombre como
persona, debe hacérselo tanto en su dimensión individual como social, tomando en cuenta el valor absoluto de
su vida como creatura de Dios y todos los costados en que ésta pueda desarrollarse.
Pensar en una persona, siguiendo a Ricoeur, es pensar en un ser humano íntegro e idéntico a sí mismo, integridad
e identidad que sólo puede construir en relación con otros; por ello, estas características tienen que ver con algo
más que la autoconciencia racional del sujeto moderno, con la autoidentificación en un yo individual. La integridad
forma parte de la identidad que se construye con el reconocimiento del otro debido al carácter contingente y
dependiente del ser humano. Según Ricoeur cada ser humano va construyendo al otro mediante un relato. La
identidad de cada uno nace de los diferentes relatos de los otros que van construyendo su personalidad, su
identidad, los caracteres de su integridad. Esos relatos son los que conforman su “persona”, su “máscara” en el
sentido griego, su rol, su identidad.
Es el ser humano como totalidad el que es valorado cuando se habla de dignidad humana, no se valora sólo la
racionalidad, ni tampoco, como podría comprenderse en otras teorías antropológicas, la “animalidad”, es decir
su costado biológico: lo que comparte con el animal y el vegetal, sino la integridad del ser humano. Esta valoración
implica el reconocimiento de la multiplicidad de aspectos que implica el ejercicio de la humanidad, entre ellos, el
fundamental, que es su relación con el otro humano y con lo no humano que le permite descubrir todo lo que es
y todo lo que le falta ser.
Cuando se hace hincapié en la persona y en su dignidad se busca subrayar el valor del hombre como tal. Se debe
entonces valorar al ser humano, o a la persona, mediante el reconocimiento del valor de su vida, proclamándolo
merecedor de derechos: del derecho a la integridad, a la identidad, a la buena vida, al futuro, a la Salud y la
Educación entre otros. La persona humana no es otra cosa que un ser humano y la referencia a éste puede ser
enriquecida con significados provenientes del concepto de persona, mientras se reconozca su igualdad en
dignidad.
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II. PERSONA HUMANA, SOCIEDAD Y NECESIDAD DE LOS DERECHOS HUIMANOS.
Hubo antaño un mundo sin derechos humanos. En él las personas no valían
igual: había aristócratas y plebeyos, y una profunda grieta los separaba:
habitaban en lugares distintos, no se casaban entre ellos, los aristócratas
vivían del Estado, mientras los plebeyos los mantenían y pagaban ellos solos
los impuestos. Este mundo existió hasta hace poco más de doscientos años
en Europa.
Hubo también seres humanos de raza negra que fueron considerados
esclavos, una suerte de cosas con vida humana. En el Perú, de acuerdo con las
leyes, esta situación se prolongó hasta 1854. En los Estados Unidos de
Norteamérica, los humanos de raza negra no podían sentarse a lado de los de
raza blanca ni acudir a los mismos lugares públicos que estos hasta la década
del sesenta, y en Sudáfrica, hasta poco antes de que acabara el siglo XX.
La mujer no tuvo derechos políticos en el Perú, porque se la consideraba inhábil para votar en elecciones nacionales,
hasta el año 1956. Además, de acuerdo con las leyes, al menos hasta 1980 la La esclavitud de la raza negra, constituye una
mujer vivía sometida al marido: este decidía por sí solo cosas muy importantes las más oprobiosas muestras del
desconocimiento de la dignidad humana, hecho
para la familia, como el lugar en que vivirían, el dinero que gastarían, si la que contó con la aprobación de las clases
gobernantes que en aquel entonces ejercieron
mujer podía o no trabajar fuera de casa, y así sucesivamente. el poder.
Fueron estas y muchas otras las circunstancias en que los seres humanos
carecieron, precisamente, de derechos humanos, porque así lo mandaban las leyes, en contra de lo que la
naturaleza dicta. Y es que todos los seres humanos son distintos en muchos aspectos pero iguales en lo esencial:
su común pertenencia a la humanidad. Como se puede ver, no hay que ir muy lejos en la historia para encontrar un
mundo sin derechos humanos. Muchas de las personas que se nos cruzan por la calle, o que viven con nosotros
dentro de casa, fueron tratadas por las leyes como desiguales en algún momento de sus vidas.
Hemos insistido en las diferencias en el tratamiento de las personas por la ley, porque, en verdad, los derechos
humanos son establecidos a partir del Derecho para ser aplicados en todas y cada una de las circunstancias de la
vida. Como humanos, vivimos en una constante tensión entre lo que nos hace iguales y lo que nos hace distintos.
Cada uno de nosotros es único y distinto a los demás en muchas cosas, desde nuestros rasgos faciales y nuestra
figura humana hasta nuestros pensamientos y convicciones más profundas. En realidad, cada uno de nosotros debe
ser él mismo y distinto de los otros si quiere realizarse plenamente como persona.
Pero, al mismo tiempo, todos tenemos en común nuestra constitución humana: el cuerpo que nos pertenece,
nuestras emociones, nuestra inteligencia, nuestros valores, nuestra creatividad y nuestras creencias divinas y hu-
manas. En todo esto los seres humanos somos iguales. Precisamente, la individualidad de cada uno, y su realización,
consisten en partir de estas características comunes para construir nuestra propia realización personal, inimitable
y única.
Poco a poco, el ser humano fue dándose cuenta de que, para alcanzar una vida mejor en sociedad y una mayor
realización personal, era indispensable reconocer ciertos derechos aplicables a todos por igual: esos derechos que
permiten ejercitar nuestras potencialidades para mejor realizarnos y ser cada vez más humanos.

III. LA DIGNIDAD HUMANA COMO FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS


Según el diccionario enciclopédico El Ateneo (t. II), el significado de la palabra dignidad
es: "...calidad de digno; que merece algo, en sentido favorable o adverso;
correspondiente, proporcionado al mérito y condición de una persona o cosa...". La
dignidad humana está relacionada con la calidad y condición de ser humano de toda
persona, la misma que le otorga ciertas características diferentes de todos los demás
seres existente sobre la Tierra, y merecedor por lo tanto de un respeto, trato y del
reconocimiento de un conjunto de derechos que no nacen de las leyes, sino que son La dignidad humana no hace distingo del
color de piel ni de otra característica
inherentes a su condición misma de ser humano, a su naturaleza. Veamos lo que nos física alguna.

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dice el filósofo I. Kant al respecto: "...Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la
naturaleza, tienen, cuando se trata de seres irracionales, un valor puramente relativo, como medios, y por eso se
llaman cosas; en cambio, los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue ya como fines
en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado como medio y, por tanto, limita, en este sentido, todo
capricho (y es objeto de respeto). Estos no son pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efectos de
nuestra acción, tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, realidades cuya existencia es en
sí misma, un fin...". La persona humana constituye un fin en sí mismo, por su propia condición, y por lo tanto no
pueden ser reducidos a la condición de medios, ello constituye el verdadero sentido y significado de lo que se
entiende por dignidad humana. Es a partir de este reconocimiento de la dignidad humana, que nacen los derechos
humanos, los mismos que son inherentes a la persona, y en la cual encuentran su fundamento y razón de ser.
Podemos decir, también, que la dignidad es la necesidad emocional que todos tenemos de reconocimiento público
por la autoridad, personal, amigos, familiares, círculo social, etc. de haber hecho bien las cosas.
La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona como ser digno de respeto. Toda persona tiene que
reconocer las diferencias de cada persona además de tolerarlas para que así la persona digna se sienta libre y posea
las bases que le permiten actuar consecuentemente y por lo tanto se considera capaz de desarrollar cualquier
trabajo bien fundamentado. Una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de
quienes se han visto afectados por ellos. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear
la sensación al individuo de tener derechos inexistentes. La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación
de plenitud y satisfacción.
La dignidad humana es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su
situación económica, social y cultural, así como de sus creencias o formas de pensar.
De la dignidad de la persona como valor central, emanan la justicia, la vida, la libertad, la igualdad, la seguridad y la
solidaridad, que son dimensiones básicas de la persona, que en cuanto tales se convierten en valores y determinan
la existencia y legitimidad de todos los Derechos reconocidos por La declaración Universal de los Derechos
Humanos, por nuestra constitución política, y las normas que rigen la vida de los seres humanos en las diferentes
partes del mundo.
Cuando escuchamos o leemos noticias donde indican que en tal o cual lugar del mundo a diario se viola la dignidad
de las personas en diferentes circunstancias, lo primero que se imagina es que estos seres humanos están siendo
víctimas de abusos, injusticias, hambre, enfermedades, torturas o asesinatos, padecen de frío, etc. Y caemos en el
concepto de que esa "dignidad" a que se hace referencia con mucha facilidad se adquiere a través de la vida diaria,
o por lo menos lo relacionamos con el vivir diario de las sociedades. La dignidad es un valor inherente a todo ser
humano que no termina por una decisión de otro ser humano. La dignidad no sólo hay que verla desde el punto de
vista de vivir diario, sino también desde esos dos elementos básicos que le sostienen que son la libertad y la
igualdad; ambas, obtenidas con el nacimiento en el lugar y bajo cualquier circunstancia favorable o desfavorable.
Esa libertad intrínseca hace que la persona pueda pensar y tener conciencia real de lo que le rodea, a pesar de las
influencias naturales, económicas, sociales y políticas. Esa libertad que no sólo se ejerce por el derecho a la libertad
de movimiento o locomoción, o a la libertad de expresión o a todo lo que representa los derechos civiles y políticos.
La Libertad es mucho más que eso, es un don inviolable, inalienable que posee todo ser humano por el único hecho
de ser tal. La Libertad, hace que el ser humano pueda desarrollarse libremente dentro de sí misma y que nadie
puede cambiarlo sino es tan sólo por una propia voluntad, aun cuando tenga impedimentos de ejercer derechos
reconocidos, esa libertad va más allá, es desarrollarse dentro de valores y principios propios que son sólo propiedad
de uno y de nadie más.
La dignidad de la persona también incluye un elemento importante que es la Igualdad. Esta “igualdad” no es la
misma igualdad que usualmente conocemos; es decir, igualdad de oportunidades de trabajo, igualdad de un
derecho a la educación; igualdad de condiciones; igualdad de trato, etc. Esta “igualdad”, es algo que va más allá, es
aquel elemento de la Dignidad que cada ser humano posee por el hecho de ser concebido, igualdad de vivir,
igualdad de desarrollarse interiormente, igualdad de poder pensar con libertad, igualdad de saber que es lo bueno
y que es lo malo.
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Por eso insisto en que esta DIGNIDAD y sus dos elementos “libertad” e “igualdad”, es el fundamento básico de la
existencia de la persona.
Yo tengo mi propia percepción de la igualdad, en el tema de la fundamentación de los derechos humanos trato de
ir más allá. Igualdad ante la ley es un derecho humano reconocido por el derecho natural y por el derecho positivo
y, la igualdad material, es un anhelo de todas las personas de alcanzar por medios iguales condiciones económicas,
sociales y culturales.
La Igualdad desde mi punto de vista, es aquella que hace del hombre la posibilidad de desarrollarse con todas sus
potencialidades para alcanzar no solamente cosas materiales que le permita vivir en condiciones dignas, sino de
reconocérsele como persona todos los principios y valores que por el hecho de ser persona tiende a desarrollar
desde el momento de su nacimiento.
Todos nacemos “iguales”, pero son las sociedades las que se encargan de hacernos diferentes los unos a los otros,
las circunstancias económicas, sociales y culturales, el entorno familiar, hace que seamos diferentes y que existan
las desigualdades que llevan a las violaciones continuas de los derechos más elementales de las personas.
Cada uno de ustedes tiene una opinión de lo que es la dignidad de la persona. Lo que sí les aseguro es que cada
uno de nosotros y desde diferente perspectiva, queremos un mundo que intente superar por lo menos en una
mínima expresión las actitudes personales, queremos un mundo solidario y humano, queremos un mundo mejor
para las futuras generaciones.
IV. DEFINIENDO LOS DERECHOS HUMANOS.
Ofrecer una definición de los Derechos Humanos es un problema abierto ya
que nunca se ha producido un acuerdo general entre los teóricos a la hora de
definirlos, a causa de la variabilidad histórica que ha experimentado el
contenido de los Derechos Humanos y como consecuencia de muchos
enfoques, puntos de vista e ideologías con que se puede estudiar la cuestión.
Esto ha determinado una constante provisionalidad de casi todas las
propuestas de definición que se han ofrecido, porque cada una de ellas ha
tendido a limitarse a recoger algún aspecto parcial de los Derechos Humanos.
Tras varios siglos de debates doctrinales y de movimientos revolucionarios
inspirados de algún modo en los ideales de igualdad, justicia y libertad, no Los derechos humanos son de carácter
universal, y el gozarlos y respetarlos, es
hemos sido capaces todavía de ponernos de acuerdo universalmente acerca potestad y responsabilidad de cada uno de los
seres que habitan la Tierra.
de lo que significa eso de "derechos humanos".
En palabras del profesor Eusebio Fernández, " los derechos humanos fundamentales son los derechos morales o
pretensiones humanas legítimas originadas en y conectadas con la idea de dignidad humana y los valores que la
componen (autonomía, seguridad, libertad, igualdad y solidaridad) y, al mismo tiempo las condiciones mínimas
del desarrollo de esa idea de dignidad, exigen su incondicional protección por parte de la sociedad y del poder
político".
Para el profesor Pérez Luño los Derechos Humanos son "un conjunto de facultades e instituciones que en cada
momento histórico concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humana, las cuales deben ser
reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional".
Una de las definiciones más divulgadas, y que puede resumir lo planteado por los autores anteriormente citados,
es la que considera que: “Los Derechos Humanos son el conjunto de libertades, atributos y facultades reconocidos
por la constitución a los habitantes de un país por su condición de persona” También podemos definirlo de la
siguiente manera: Los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la
persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral del individuo que vive en una
sociedad jurídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben ser
reconocidos y garantizados por el Estado.

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V. PRINCIPIOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

a) Universalidad
Lo cual quiere decir que todos tienen los mismos derechos, de forma igual y sin excepciones ni
discriminaciones que se basen en razones como la nacionalidad, la raza, el sexo, la edad y cualquier otra condición.
Por ello, la tutela de los derechos se ha ido extendiendo al nivel planetario, mediante estructuras de defensa y
garantía activas, tanto en el plano interno de la legislación y jurisdicción de los países, como en el ámbito
internacional. La universalidad de los DH abarca a las personas físicas y morales, en lo que les sea aplicable.
“Los derechos humanos son universales porque todos los Miembros de la familia humana los poseen. Se derivan
de la dignidad inherente e igual de todas las personas”

B) Imprescriptibilidad
La existencia de los derechos humanos no ha de extinguirse nunca, ya que al ser consubstanciales a la naturaleza
humana, tendrán vigencia en tanto existan “seres humanos”.
El uruguayo Gros Espiell sostiene que los Derechos Humanos no se extinguirán nunca, pues siempre existirán
ontológicamente.

C) Inalienabilidad
Significa que los derechos humanos son inextinguibles, inajenables, no pueden transferirse ni separarse del
hombre, pues al estar más allá de la manipulación del ser humano, le es imposible disponer arbitrariamente de
ellos.
“La persona humana no puede, sin afectar su dignidad, renunciar a sus derechos o negociarlos. Tampoco el Estado
puede disponer de los derechos de los ciudadanos. Se entiende que en situaciones extremas algunos derechos
pueden ser limitados o suspendidos, pero nunca alienados (eliminados, extinguidos). Ejemplificaremos esto con
dos situaciones típicas.
Por un lado, el que por determinadas circunstancias se suspendan las garantías constitucionales no implica que
desaparezcan o estén extinguidos los derechos, sino que por un lapso de tiempo limitado y dentro de las razones
que originaron la suspensión, las formas de protección están sujetas a restricciones; sin embargo, el derecho a la
vida, a no ser torturado, ni incomunicado, siguen vigentes.”
D) Inviolabilidad
Implica que los derechos humanos siempre están vigentes por encima de todo poder, grupo o individuo y no
pueden ser subordinados o limitados por ninguna causa o circunstancia, menos por interés alguno, incluso
enarbolando la defensa del propio Estado.
Concierne a todos la obligación de respetar los DH, deber que corresponde especialmente a los funcionarios
públicos y al Estado mismo. Los ciudadanos también están en la obligación de respetar los derechos de los demás
y tienen el derecho de hacer respetar los suyos de acuerdo con la Constitución y las leyes.
E) Trascendencia a la norma positiva
Estos derechos no requieren estar reconocidos expresamente por la legislación interna de un estado para que sus
ciudadanos se vean protegidos a nivel internacional por dichas normas; además aun cuando el estado mismo no
sea parte de los Pactos y Declaraciones que confieren dichos derechos, la comunidad internacional no duda hoy
en considerar a los Derechos Humanos como una opinio juris (obligatoria jurídicamente aunque no sea ley escrita),
es decir, se encuentran convencidos de su necesaria practica más allá del hecho de que se encuentren o no
efectivamente positivizados.
F) Irreversibilidad
Un derecho humano una vez reconocido por un Estado, no resulta válido después derogarlo. Defender los
derechos humanos implica ser beligerante en el sentido de impedir que se den pasos hacia atrás y se destruya lo
que ha tardado siglos en ser reconocido. No podemos eliminar el derecho a la protección de la salud o el derecho
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al trabajo sólo porque nos cueste convertirlos en derechos universales. Es necesario luchar para que lleguen
realmente a todos. Es necesario luchar por la irreversibilidad de los derechos que se han empezado a conquistar.
G) La igualdad en derechos.
Los derechos humanos protegen en igual medida todo ser humano, por lo que hay una identidad absoluta de
derechos en todas y cada una de las personas. Este principio que negativamente podemos enunciar como el de
no discriminación se halla en la base de la concepción de estos derechos.

VI. CARÁCTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS.


A) Inherencia.
Su carácter consustancial e indesligable respecto de todo ser humano. En otras palabras, debe de entenderse
que los Derechos Humanos existen independiente de cualquier voluntad, como mera constatación de ciertos
atributos esenciales en toda la persona.
B) Limita el ejercicio del poder.
Esta característica determina que el poder deba sujetarse a ciertas reglas, las cuales deben comprender
mecanismos para la protección y garantía de los Derechos Humanos
C) Universalidad.
Por ser inherentes a la condición humana, todas las personas son titulares de los derechos Humanos y no
pueden invocarse diferencias de regímenes políticos, sociales o culturales como pretexto para ofenderlos o
menoscabarlos.
D) Indivisibilidad e interdependencia.
La dignidad humana no es divisible y es absoluta. La vigencia de unos derechos comporta necesariamente la
vigencia de los demás: resultaría contrario a la razón abogar por el derecho a la vida mientras se niega
flagrantemente los derechos a la alimentación y la salud.
E) Irreversibilidad.
Una vez que un derecho ha sido formalmente reconocido, queda definitiva e irrevocablemente integrado a la
categoría de aquellos derechos cuya inviolabilidad debe de ser respetada y garantizada.
F) Imperatividad.
Los derechos Humanos son universalmente obligatorios desde cualquier punto de vista e incluso en aquellos
casos en que no haya sanción expresa ante su incumplimiento.
G) Progresividad.
Los derechos Humanos son inherentes a la persona y su existencia no depende del reconocimiento de un Estado,
siempre es posible extender el ámbito de la protección a derechos que anteriormente no gozaban de la misma.
Es de esta manera como han aparecido sucesivamente las generaciones de los derechos Humanos y como se
han multiplicado los medios y mecanismos para su protección.
H) Protección nacional e internacional.
La violación de los derechos Humanos puede denunciarse en el ámbito local ante los organismos pertinentes y,
cuando se hayan agotado los mecanismos internos, ante ´órganos de procedencia internacional como la
Comisión Interamericana de los Derechos Humanos o la Comisión de los derechos Humanos de la ONU.
I) Integralidad y complementariedad.
Su disfrute se refiere a todas las categorías de derechos (civiles, políticos, económicos, sociales y culturales) y
no solamente a una de ellas. Esto quiere decir que no se pueden respetar unos e incumplir otros; por otra parte,
ambas categorías son complementarias.

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DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA


RAUL FERRERO
La dignidad del hombre, o sea su grandeza esencial deriva de que existe para sí, así como de su aptitud para realizar
los valores. El derecho es la condición para que pueda realizarlos libremente. Como quiere que el derecho es una
forma de vida colectiva, debe tenerse presente que no trabaja con las cualidades auténticas de los hombres, o sea
las individualidades irreductibles, sino tan solo con algunas formas genéricas de ellas, tales como los funcionarios,
ciudadanos, particulares, acreedores, delincuentes, tal como observa Recasens Fiches. En consecuencia, debe de
tomar del hombre aquellas categorías genéricas que dimanan de su función social y respetar la intimidad de cada
uno. Fundamentalmente, ha de garantizar la libertad, para que el hombre cumpla el destino a que está llamado; la
seguridad jurídica, o sea las reglas del juego, un orden cierto cuyo cumplimiento permite al hombre dedicar su
actividad a la consecución de su propio fin; y la justicia, que es el valor más alto. Ella inspira el derecho y no se agota
en un orden de legalidad, sino que continúa creando normas a tono con las exigencias de la vida social.
El orden jurídico no es del todo justo, pero se dirige finalmente hacia la justicia. En efecto, el poder es un atributo
natural de la comunidad; el gobernante no manda por virtud de una facultad personal sino por el hecho de ejercer
una atribución de mando que se funda en el bien común. Solamente a través de la ley puede ejercerse autoridad y
es en ese sentido que se define el Estado de Derecho como aquel en el que gobiernan las leyes y no los hombres. En
efecto, si bien es verdad que quienes gobiernan son hombres, o sea voluntades reales, no es menos cierto que esos
hombres están sometidos a una idea de derecho y a normas establecidas, las cuales condicionan inclusive la ceración
de nuevas normas.
Así entendido, todo gobierno debe de adoptar un sistema que proteja los derechos humanos. Y por ello es
procedente siempre recordar los valores que la pasión de poder tiende a negar: Justicia, derecho y Libertad. Tal como
anota Legaz y Lacambra, la Justicia no siempre coincide con lo que parece justo a un pueblo sino a la clase dominante
o rectora, así como no debe de entenderse por derecho la jurisdicidad formal ni una ideología encubridora de
intereses. Tampoco la Libertad es el desenfreno individualista sino la existencia de un medio social que permita la
realización de las personas.

Responde las siguientes


interrogantes:

1- ¿Cuál es el tema central de la lectura?


2- ¿Con que categorías del hombre trabaja
el derecho?
3- ¿Qué otras categorías no son tomadas
por el derecho y porqué?
4- ¿Qué significa el hecho de que solo a
través de la ley pueda ejercerse la
autoridad?
5- ¿Los gobiernos y las leyes hacia que
objetivo deben orientarse?

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