HABLA, TU SIERVO OYE
“Pues tus palabras son mis delicias”
Abril 2018
Encontrarnos con la parábola del
mayordomo infiel, fue todo un reto
(Lucas 16). Siguiendo las
enseñanzas de Jesús en Galilea,
luego un tiempo en Jerusalén, y más
tarde en Perea, le vemos sentado a la
mesa con un grupo de fariseos,
respondiendo toda clase de
preguntas, y desde luego,
aprovechando la ocasión para
revolver sus corazones y sus mentes
en cuanto al verdadero cumplimiento
de la ley. Otros temas de interés para
los religiosos judíos tenía que ver con
las señales del tiempo final. Pero el
Señor dedica buena parte de su
tiempo en hacerles ver a los fariseos
avaros, y a todos a su alrededor, lo
despreciable que es para él, el amor
que la humanidad siente por el dinero,
sin considerar que es un bien
prestado por el mismo Dios de los
cielos, y que un día pedirá que le sea
devuelto, con o sin intereses.
Después de relatar la misteriosa
parábola, nos encontramos con la
descripción detallada de lo que
sucede en la esfera espiritual
mientras nosotros solo vemos los
acontecimientos en la esfera terrenal.
Aquí es donde aparecen el rico y
Lázaro.
Nunca, en una parábola, se había
utilizado el nombre de una persona.
Este es un detalle más que nos lleva a
pensar, y confirmar, que cuando
Jesús explica lo que ocurre en el
Hades, a diferencia de lo que ocurre
en el seno de Abraham, NO está
hablando en parábola. Otros
argumentos más son:
-El relato no comienza diciendo que el
Señor va a hablar en parábola, como
sucede en el resto de los casos.
-Las parábolas son siempre una
escena de la vida práctica, conocida
por los judíos o por aquellos que le
oían, para aportar una enseñanza
espiritual. Es una ilustración que
facilita la comprensión del mensaje.
Las parábolas son ejemplos de la vida
actual. Los oyentes debían estar
familiarizados con la historia para
entender el propósito de las
enseñanzas.
-Encontramos a Lázaro y a Abraham,
mientras que en las parábolas
siempre se habla de forma anónima
del dueño de la viña, del señor, del
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BIENES PRESTADOS
amo, sin mencionar nombres,
porque el propósito de las parábolas
no es ese. En ningún caso el Señor
usa a Elías, Abraham, Moisés o
David para hablar en parábolas.
-También aparece el Hades, muy
conocido por los judíos como Seol
(en el A.T.), y considerado como el
lugar de los muertos. Los judíos
distinguían entre dos partes del
Seol: una, reservada a los impíos,
atormentados desde el momento de
su partida de este mundo; la otra,
reservada a los bienaventurados, y
llamada "paraíso" o "seno de
Abraham". Esta realidad espiritual
no podía ser parte de una parábola.
En el caso de la parábola del
"mayordomo infiel" nos
encontramos con una actuación un
tanto extraña por parte del hombre
rico: En lugar de descalificar a su
siervo por su incorrecta forma de
obrar, pues había robado de sus
bienes, le halaga por haber hecho
sagazmente. Y es que el
mayordomo, al verse descubierto en
sus artimañas de corrupción, decide
ganar amigos con las riquezas de su
amo, antes de ser despedido
definitivamente de su cargo.
Al leer esta sección no puedes evitar
sentir extrañeza y pensar que te has
equivocado en alguna palabra o
verbo. Pero no. El tema está en que
el Señor quiere enseñar algo de
mucho interés para ellos y para
nosotros en la actualidad, y es:
¿Qué uso le damos a los bienes
prestados que hemos recibido de
parte de Dios? ¿Creemos que todas
las capacidades que tenemos son
nuestras? ¿Sabemos que un día
hemos de devolverlas y dar cuenta,
con intereses o sin ellos?
El dinero es uno de esos bienes
prestados. En la parábola se le llama
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"riquezas injustas". No son nuestras.
Pero ¿cuántas veces actuamos como
si todo nos perteneciera, como si lo
hubiésemos alcanzado por nuestro
propio esfuerzo, cuando no se cae
una hoja en esta tierra sin que Dios lo
sepa? El pecado del orgullo nos lleva
a pensar que las habilidades las
hemos ganado en una academia o en
el laboratorio, quizá en una
universidad prestigiosa. Todo lo que
sabemos hacer viene de nuestro
esfuerzo. Hay quienes resaltan el
trabajo intenso de alguien, el empeño
y la constancia de otros. Y ¿cuándo
pondrán sus ojos en el cielo para
reconocer que todo viene de Dios?
Las riquezas, la creatividad, las
habilidades musicales, la oratoria, la
buena mano para las plantas, los
animales, la cocina; la belleza física,
las manualidades, la destreza
deportiva, la altura, el dominio de otros
idiomas, la inteligencia, la empatía, el
liderazgo, la capacidad de análisis, la
habilidad numérica, la memorización
¿Sigo?
Todas ellas y más son bienes
prestados por Dios y que un día dirá:
trae aquí lo que es mío, ¿qué has
hecho con ello? ¿y los intereses?. Es
justo lo que sucede en la parábola de
los talentos, "Después de mucho
tiempo vino el señor de aquellos
siervos, y arregló cuentas con ellos."
(Mateo 25:19).
El mayordomo infiel uso el bien ajeno
para ganar amigos. No es alabado su
corazón sino su conciencia al tener
presente que pronto habría de dar
cuenta.
Los fariseos debieron estar en shock
al escuchar lo que el amo dijo de su
siervo, pero en peor estado estuvieron
cuando, al entender que el relato del
rico y Lázaro no era una parábola,
comprobaron que también los judíos,
bendecidos por Dios con las riquezas,
terminarán en el Hades por
considerarlas como su dios, por
pensar que les pertenece por siempre,
que era un derecho que les
correspondía. Ellos sabían
perfectamente qué era el Hades, y allí
mandaban sus conciencias a los
pobres, a las estériles, a los enfermos,
a los publicanos, y a toda persona
despreciada por la sociedad judía. No
podían concebir que un judío rico
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pudiera terminar en el lado de
oscuridad y tormento. Su equivocado
concepto del dinero les hacía pensar
que recibirlo era una señal de estar
aprobados delante de Dios.
Los de Perea fueron verdaderamente
bienaventurados al tener entre ellos
la presencia del Señor y recibir sus
enseñanzas. Grandes cosas
ocurrieron en esa provincia al este del
Jordán: muchos creyeron, fueron
sanados de sus enfermedades,
Jesús elevó su lamento sobre
Jerusalén estando en Perea, allí se
narraron parábolas conocidas como
la del hijo pródigo y la oveja perdida.
El Señor también describió la
atmosfera en el momento de su
segunda venida. Habló a los fariseos
en parábola y alguno de ellos le
advirtieron acerca de los propósitos
de Herodes, de atentar contra su
vida, sabiendo que estaba en su
territorio.
Es el momento, entonces, de
preguntarnos ¿qué uso le estamos
dando a esos talentos, habilidades,
capacidades, dones, en fin, a esos
bienes ajenos? ¿los consideramos
nuestros o prestados? ¿están siendo
de provecho para la eternidad?
¿producen intereses? ¿hay
necesidades a nuestra puerta que
están siendo suplidas? El rico hacía
cada día banquete con esplendidez,
no dejaría de ser rico por darle de
comer adecuadamente a Lázaro.
Una buena alimentación traería salud
a su cuerpo, y un hombre sano
encontraría trabajo, que sería el
sustento de su vida; ya no sería más
pobre ni mendigo. Eso debió pensar
el rico, pero ni su mente ni su corazón
entendieron que un día le pasaría lo
que a todos, moriría en este mundo
para comenzar a vivir los días de la
eternidad, días que no son de 24
horas, días que nunca se acaban.
El Señor desveló, en sus múltiples
enseñanzas, los acontecimientos
que se suceden en la esfera
espiritual. No es un misterio nunca
más. No será una sorpresa el lugar de
la eternidad que hemos escogido
mientras estuvimos en la tierra,
"Porque al que tiene, le será dado, y
tendrá más; y al que no tiene, aun lo
que tiene le será quitado... Cuando el
Hijo del Hombre venga en su gloria, y
todos los santos ángeles con él,
entonces se sentará en su trono de
gloria, y serán reunidas delante de él
todas las naciones; y apartará los
unos de los otros, como aparta el
pastor las ovejas de los cabritos. Y
pondrá las ovejas a su derecha, y los
cabritos a su izquierda. Entonces el
Rey dirá a los de su derecha: Venid,
benditos de mi Padre, heredad el
reino preparado para vosotros desde
la fundación del mundo. Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve
desnudo, y me cubristeis; enfermo, y
me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis
a mí. Entonces los justos le
responderán diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te
sustentamos, o sediento, y te dimos
de beber? ¿Y cuándo te vimos
forastero, y te recogimos, o desnudo,
y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos
enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De
cierto os digo que en cuanto lo
hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis. Entonces dirá también a los
de la izquierda: Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles...
Entonces les responderá diciendo:
De cierto os digo que en cuanto no lo
hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
E irán éstos al castigo eterno, y los
justos a la vida eterna." (Mateo 24:14-
45). ANA RUIZ

"Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
Al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” (Mateo 25:19,29)

¡Siervo malo y negligente! ¡Buen siervo y fiel!

ANA RUIZ

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Es igual de importante el perdonar
como ser perdonado, no hay paz
completa sin que ocurran ambas
cosas. El Señor Jesucristo comparó
el perdón con la cancelación de una
deuda (Lucas 7:36-50). Cuando
perdonamos a alguien, ya no nos
debe nada, su cuenta queda pagada
y cancelada. Si no somos capaces de
perdonar, no recibiremos perdón
(Mateo 6:12; 18:35). Además
tenemos la capacidad de perdonar
porque hemos sido perdonados por
Cristo (Efesios 4:32)
“Leonardo da Vinci fue un ingenioso
inventor, un notable ingeniero y un
diestro pintor. Justo antes de iniciar
su renombrada obra de arte “La
última cena” tuvo una violenta
discusión con uno de sus colegas
pintores. Da Vinci estaba tan furioso y
enojado que quiso vengarse de su
adversario por medio de retratar a
Judas Iscariote con el rostro de ese
pintor. De esa manera, pensaba Da
Vinci, su enemigo sería despreciado
por generación y generación. Dicho y
hecho, tomó los pinceles y lo primero
que hizo fue pintar la cara de Judas
Iscariote. Para todos era obvio que el
Judas Iscariote pintado por Da Vinci
era idéntico al pintor con quien tuvo la
pelea. Mientras meditaba en lo que
podría estar pasando, llegó a la
conclusión. La razón para no poder
pintar el rostro de Cristo era porque
había pintado el rostro de su colega
pintor en la figura de Judas Iscariote.
Arrepentido por lo que había hecho,
borró el rostro de Judas Iscariote, y
comenzó a pintar una vez más el
rostro de Cristo. Esta vez logró lo que
quería. Había quedado plasmado
para la posteridad esa formidable
obra de arte.”
En el caso de Da Vinci, el abrigar
rencor contra su colega que le había
causado daño, le llevó a no tener la
capacidad de poder dibujar lo que él
pensaba. Así que el mejor y único
remedio para el rencor que sentía era
el perdón, y esto es justamente una
característica de la vida en Cristo.
Qué difícil es perdonar cuando nos
han hecho daño ¿verdad?, pero si
somos verdaderos hijos de Dios
estamos plenamente capacitados
para hacerlo.
La Biblia utiliza varias palabras para
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PERDÓN
el perdón. En el Antiguo Testamento
aparece como “Salah”: “Y dijo: Si
ahora, Señor, he hallado gracia en
tus ojos, vaya ahora el Señor en
medio de nosotros; porque es un
pueblo de dura cerviz; y perdona
nuestra iniquidad y nuestro pecado,
y tómanos por tu heredad.” (Éxodo
34:9).
La palabra Hebrea “Salah” significa
rociar o verter. Tiene que ver con la
ceremonia que realizaba el sumo
sacerdote en el día de expiación,
cuando entraba al lugar santísimo
llevando la sangre y la rociaba sobre
el propiciatorio. Esto significaba que
la sangre de la víctima inocente que
fue sacrificada cubre temporalmente
el pecado, de manera que la
persona podía tener comunión con
Dios. El pecado estorba la comunión
con Dios, por eso el perdón quita el
obstáculo, para que vuelva a existir
ese vínculo.
En el NT aparecen tres palabras que
se traducen como perdón: “Afiemi”,
es la traducción de un verbo griego
que significa: Enviar lejos, despedir,
liberar. Esta palabra aparece en
Mateo 6:12: “Y perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores.”
Lo que está diciendo es: Envía lejos
mi pecado. No te acuerdes más de
él. Que mi pecado no estorbe mi
comunión contigo.
Otra palabra para perdón en el NT es
“Xarizomai,” que tiene que ver con
otorgar un favor en forma
incondicional, “Antes sed benignos
unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros
en Cristo.” (Efesios 4:32). Y quiere
decir: Háganse un favor
incondicional entre vosotros,
perdonándoos vuestras ofensas.
Y por último “Apolúo”, verbo que
significa desatar, dejar en libertad,
“No juzguéis, y no seréis juzgados;
no condenéis, y no seréis
condenados; perdonad, y seréis
perdonados.” (Lucas 6:37). La falta
de perdón es como una prisión que
atrapa a sus víctimas.
Consideremos algunos puntos en
cuanto al perdón:
El perdón es obligatorio. Marcos
11:25 dice: “Y cuando estéis orando,
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perdonad, si tenéis algo contra
alguno, para que también vuestro
Padre que está en los cielos os
perdone a vosotros vuestras ofensas.”
Significa que perdonar es una orden
válida en todo instante. No es cuestión
de perdonar si quiero o si no quiero. El
perdón es una obligación. Es una
orden. Si no estamos perdonando
estamos en pecado.
El perdón es incondicional.
Colosenses 2:13 dice: “Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la
incircunsición de vuestra carne, os dio
vida juntamente con él, perdonándoos
todos los pecados.” Nuestra
condición, sin duda alguna, es la
mejor cuando somos alcanzados por
el perdón de Dios. Muertos en delitos y
pecados, es decir, en una condición
miserable; sin embargo, Dios quiso
perdonarnos, y no puso condiciones
para otorgarnos ese perdón,
solamente lo hizo.
El perdón es completo. Jeremías
33:8 dice: “Y los limpiaré de toda su
maldad con que pecaron contra mí; y
perdonaré todos sus pecados que
contra mí pecaron, y que contra mí se
rebelaron.” Nuestro Dios no hace las
cosas incompletas, su perdón es
absoluto. Así debemos ser para con
los demás.
El perdón es persistente. Mateo
18:21-22 dice: “Entonces se le acercó
Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peque
contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo:
No te digo hasta siete, sino aun hasta
setenta veces siete.” Lo que está
diciendo Jesús es que debemos
perdonar siempre que nos ofendan. El
perdón no tiene fecha de caducidad.
El perdón es permanente. Salmo
103:12 dice: “Cuánto está lejos el
oriente del occidente, hizo alejar de
nosotros nuestras rebeliones.” Dios
olvida las ofensas que ha perdonado.
Nosotros no siempre estamos
dispuestos a olvidar las ofensas que
recibimos, pero sí podemos
comprometernos delante de Dios,
para no recordar una ofensa
perdonada, con el fin de reclamar.
Esto no sería perdonar.
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones
por amor de mí mismo, y no me
acordaré de tus pecados.” (Isaías
43:25) JOAB CERVINI
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HABITAR LOS HERMANOS JUNTOS EN ARMONÍA
Considerando el salmo 133, cuyo
autor es David, inspirado por el
Espíritu Santo. Es una experiencia
hermosa, experiencia que sólo
podemos disfrutar los que hemos
puesto nuestra confianza en el Señor
Jesucristo, puesto que él es la causa,
motivo y razón de ella.
No sabemos en qué momento de su
vida escribió David este cántico. Mas
nos invita a contemplar la importancia
y la bienaventuranza de la unidad. Me
lleva a recordar aquel momento
cuando David reúne a todo Israel
para traer el arca de Dios a Jerusalén
habiéndola establecido como capital
del reino. Antes que David fuese
reconocido por todo Israel como rey,
el pueblo estaba dividido, estaban
los que seguían a Saúl y los que
seguían a David y “Hubo larga guerra
entre la casa de Saúl y la casa de
David; pero David se iba
fortaleciendo, y la casa de Saúl se iba
debilitando” (2Samuel 2:1-32, 3:1).
Saúl ya había muerto. Durante el
periodo de su gobierno no obedeció
el mandato de Dios y fue desechado,
por ello su descendencia no continuó
en el trono, pues en su lugar fue
escogido David. Pero la casa de Saúl
no le quiso reconocer como tal, por lo
cual hubo lucha entre hermanos.
Probablemente esta guerra duró más
o menos siete años y medio, tiempo
que David gobernó sobre la tribu de
Judá. Finalmente, tras varios
acontecimientos, se llega a un
acuerdo y David es reconocido por
todo Israel como rey. Entonces sube
a Jerusalén para tomarla y
establecerla como centro de
gobierno. Momento oportuno para
traer el arca del pacto que estaba en
Quiriat-Jerim, situada a 19 Km al
oeste de Jerusalén. En el libro de 1
Crónicas capítulos 15 y 16 podemos
apreciar con detalle ese segundo
intento del traslado del arca, esta vez
de la forma estipulada por Dios.
La forma de proceder fue ordenada
(v.13-15), el ambiente era de alegría
(v.25), cada uno servía conforme a su
labor (v.16:1-2). Hubo provisión “Y
repartió a toso Israel, así a hombres
como a mujeres, a cada uno una torta
de pan, una pieza de carne, y una
torta de pasas (16:3). Desde el
versículo 7 al 36 del capítulo 16,
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David inspirado por el Espíritu Santo,
proclama un cántico de alabanza, de
gratitud y reconocimiento del poder
de Dios, exhortando al pueblo a
permanecer en Jehová, “Alabad a
Jehová, invocad su nombre, dad a
conocer en los pueblos sus obras.
Cantad a él, cantadle salmos; hablad
de todas sus maravillas. Gloriaos en
su santo nombre; Alégrese el corazón
de los que buscad a Jehová. Buscad
a Jehová y su poder; buscad su rostro
continuamente. Haced memoria de
las maravillas que ha hecho…
Alabanza y magnificencia delante de
él; poder y alegría en su morada.
Tributad a Jehová, oh familias de los
pueblos, dad a Jehová gloria y poder.
Dad a Jehová la honra debida a su
nombre; traed ofrenda, venid delante
de él; postraos delante de Jehová en
la hermosura de la santidad...
Aclamad a Jehová, porque él es
bueno; porque su misericordia es
eterna... Bendito sea Jehová Dios de
Israel, de eternidad a eternidad. Y dijo
todo el pueblo, Amén, y alabo a
Jehová.” ¡Armonía!
“¡Mirad cuan bueno y cuán delicioso
es habitar los hermanos juntos en
armonía¡… Porque allí envía Jehová
bendición y vida eterna”. Esta
hermosa unidad, es comparable al
buen óleo, una exquisita fragancia
perfumada que era exclusivamente
para el servicio en el tabernáculo, con
ella eran ungidos los muebles y
también Aarón, y sus hijos
consagrándolos para el sacerdocio
(Ex.30:22-30). Y refrescante como el
rocío de la mañana, “haced memoria
de las maravillas de Dios”
Fue también la experiencia de la
iglesia primitiva, “Todos los que
habían creído estaban juntos y tenían
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en común todas las cosas;…”
(Hechos 2:44). Unidad que ha sido
posible por la obra de Cristo en la
cruz, “Habiendo purificado vuestras
almas por la obediencia a la verdad
mediante el Espíritu para el amor
fraternal no fingido, amaos unos a
otros entrañablemente, de corazón
puro; siendo renacidos no de
simiente corruptible sino de
incorruptible, por la palabra de Dios
que vive y permanece para siempre.”
(1Pedro 1:22-23). Cristo, como un
cordero sin mancha y sin
contaminación, dio su vida en rescate
por nosotros, para ser uno con Dios y
uno con los creyentes. Para el mundo
esto es imposible ya que no tienen a
Dios, el único que puede transformar
los corazones. Lo vemos en la misma
familia, en los centros de trabajo, en
los institutos. La evidencia del
pecado que divide y destruye las
relaciones. Fue lo que sucedió en el
Edén: Adán y Eva pecaron, el
resultado fue separación, la
comunión que tenían con Dios se
rompió.
Por ello podemos entender al
salmista cuando dice que es una
delicia el ver a los hermanos convivir
juntos en armonía. Personas con
distintas personalidades, de
naciones diferentes, culturas
variadas, con nuestras debilidades y
flaquezas, podemos juntarnos para
adorar, alabar y ofrecer nuestra
gratitud a Cristo nuestro Redentor,
puesto que compartimos una misma
fe, una misma esperanza y un mismo
amor; regalos que Dios, en su infinita
misericordia nos ha concedido por los
méritos de nuestro Señor Jesucristo.
Unidad que disfrutaremos en su
máxima expresión cuando estemos
en gloria con nuestro Salvador.
Gracias a Dios por este privilegio que
tenemos los salvados y que
tristemente muchas veces no
valoramos. Por ser una gran
bendición, somos exhortados una y
otra vez a permanecer en el amor
fraternal y a ser de un mismo sentir,
“Completad mi gozo, sintiendo lo
mismo, teniendo el mismo amor,
unánimes, sintiendo una misma
cosa.”(Filipenses 2:1-2, 1Corintios
1:10, 2Corintios 13:11, 1Pedro 3:8,
Colosenses 3:14). DIANA ZAMBRANO