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Economia de fichas

a técnica recibe el nombre de economía de fichas. Consiste en darle puntos cada


vez que realice adecuadamente la conducta que deseas que haga. Con esos puntos
podrá comprar premios después. El objetivo es motivar al niño/a para que realice
esa conducta y desee repetirla con frecuencia.

Esta repetición hará que pase a formar parte de su repertorio de conducta. Es decir,
se habituará a hacerlo así y ya no serán necesarios los premios.

Definir la conducta

El primer paso consiste en definir la conducta que queremos que el niño haga. No la
definas en función de lo no quieres que haga (como "quiero que deje de tener
berrinches a la hora de irse a dormir") sino según lo que sí quieres que haga (como
"quiero que cuando le pida que se vaya a dormir, se dirija a su habitación sin
protestar, se ponga el pijama, se meta en la cama y se duerma"). De este modo
tendrás claro lo que deseas conseguir, y tu hijo/a sabrá lo que esperas de él o ella.

ar una tabla de puntos

Crea una tabla similar a esta (puedes dibujarla en una cartulina o comprar alguna
que vendan hecha):

En ella escribes la conducta o conductas que deseas que el niño/a realice (en la
imagen aparecen escritas en tarjetas, que describen conductas como "recoger mis
juguetes", "comer las verduras" "irme a dormir a mi hora", etc.)
plicar el programa al niño/a

En un momento en que tu hijo/a esté tranquilo explícale que existe un modo de


conseguir premios. Le enseñas la tabla que has dibujado y le dices que cada vez
que se vaya a la cama cuando se lo digas y sin armar un berrinche, puede ganar
dos puntos. Luego podrá utilizar esos puntos para "comprar" el premio que desee
(de una serie de premios que has comprado previamente).

Has de explicarle bien lo que esperas que hagas. Por ejemplo: "cuando yo te diga
que tienes que irte a dormir, te vas a tu habitación, te pones el pijama, te metes en
la cama y te duermes. Si haces eso, ganarás dos puntos. Esos dos puntos los
pondré en esta tabla y cuando mañana por la mañana te levantes, podrás ver que
están ahí y podrás comprar un premio que valga dos puntos".

Para poner los puntos, utiliza algo que puedas pegar y quitar con facilidad y con
una forma que al niño le guste. Puedes poner la tabla en la nevera y utilizar como
puntos imanes con formas de animales, de estrella, etc.
eleccionar los premios

Para seleccionar los premios que puede ganar, ten en cuenta lo siguiente:

 No le quites juguetes o privilegios que ya tenía. Los premios han de ser algo
nuevo.
 No utilices la comida (caramelos, dulces, etc.) como premios, pues puede surgir
un problema si pide su premio poco antes de cenar.
 Los premios pueden ser juguetes, pero también privilegios, como elegir lo que
quiere para cenar, ir a algún lugar especial, ir al cine, jugar a un juego especial
con su padre o madre, etc. Es preferible que no gastes mucho dinero en
premios.
 Pon los puntos en la tabla en cuanto los gane. El espacio de tiempo entre la
conducta (irse a dormir) y la consecuencia (ganar los puntos) debe ser lo mas
corta posible. De lo contrario, el programa puede fracasar.
 Dale también los premios en cuando el niño/a diga que quiere comprarlos con
sus puntos.

Tras comprar los premios ponle un precio a cada uno. Procura que haya premios de
diversos precios. Por ejemplo, dos que valgan dos puntos (de manera que los
pueda conseguir con facilidad y así ver recompensado su buen comportamiento con
rapidez); dos que valgan 4 y dos que valgan 6 puntos.

También puedes incluir premios más valiosos, que valgan más puntos. Por ejemplo,
ir al cine puede valer 10 puntos; ir a patinar sobre hielo puede valer 12 puntos, etc.
No obstante, al principio del programa, el énfasis debe estar en premios pequeños,
que pueda ganar con facilidad, de manera que se dé cuenta de la conexión que
existe entre su comportamiento y la posibilidad de ganar premios.
Después puedes explicarle que tiene la opción de guardar sus puntos para tener
más y poder comprar algo más caro.
áctica

Además de ganar puntos por irse a dormir por las noches, también puede ganar
puntos por practicar, es decir, cuando tú se lo pides, se va a su habitación, se pone
el pijama, y se mete en la cama durante un instante. Por hacer esto puede ganar
otros dos puntos, de modo que a lo largo del día puede ganar hasta 4 puntos (por
la práctica y por irse a dormir por la noche sin protestar).

Cuando le expliques el programa puedes hacer una práctica para que lo comprenda
correctamente y pueda ganar sus dos primeros puntos. Recuérdale que solo estáis
fingiendo y que no se va a dormir de verdad. Cuando se meta en la cama dile que
volverás en un minuto y que si todavía está en la cama cuando vuelvas habrá
ganado dos puntos. Entonces poned juntos en la tabla los dos puntos que ha
ganado. Luego dale el premio que decida comprar con esos dos puntos.

Para hacer la práctica busca un momento en el que el niño no esté irritable. La


práctica no ha de verse como una obligación, sino que ha de ser algo agradable
para el niño/a.

Elogia su comportamiento

Por ejemplo, cuando le pidas que se vaya a la cama, elogia su conducta varias
veces. Al ponerse en camino a su habitación puedes decirle: "muy bien, te estás
yendo a tu habitación como un niño/a grande". Igualmente, elogia su conducta al
ponerse el pijama, al meterse en la cama, al ganar su premio, etc. También puedes
utilizar los abrazos, caricias, etc.

Cómo pedir las cosas a tu hijo/a

Ten cuidado con el tono de voz que utilizas para pedirle que se vaya a la cama (o
que haga cualquier otra cosa). Procura usar un tono amable y tranquilo y di "por
favor". Dile exactamente lo que quieres que haga; por ejemplo, en vez de decirle:
"es hora de irte a dormir", dile: "Laura, ya es la hora, por favor, vete a dormir
ahora". No utilices una pregunta para dar una instrucción. No le digas: "¿no
deberías estar ya en la cama"?, pues si dices eso, un niño pequeño entenderás que
le estás preguntando y no que le estás pidiendo que se vaya a la cama.
i se niega a obedecer
Si tu hijo/a se niega a hacer lo que le has pedido, dile: "Carlos, puedes ganar dos
puntos si lo haces".

Si se sigue negando, repite por segunda y última vez: "Por favor, vete a la cama
ahora". Di esto con voz tranquila.

Si sigue sin obedecer, dile: "bueno, tal vez mañana puedas ganar puntos" y sal de
la habitación. Luego trata de eliminar toda estimulación posible (como apagar el
televisor) y llévalo a la cama, aunque ya sin posibilidad de ganar puntos. Esto es
importante: una vez que ha perdido la oportunidad, ya no puede ganar puntos esa
noche, por mucho que insista; tan solo dile, sin sarcasmo y en un tono normal y
amable: "mañana podrás ganar puntos si te vas a la cama cuando te lo diga".

Si se va a la cama correctamente, pero luego se levanta y vuelve, dile que vuelva a


la cama y que si se levanta de nuevo perderá un punto. Si sucede quítale un punto.
No discutas, ni amenaces ni des explicaciones. Si vuelve a levantarse, quítale el
otro punto.

Cosas que pueden ayudar para que tu hijo/a se vaya a la cama

Procura elegir una hora que no sea especialmente conflictiva. Por ejemplo, si tratas
de hacer que se vaya a dormir 15 minutos antes de que acabe su programa favorito
en la tele, lo tendrás bastante difícil.

Crea una rutina antes de irse a dormir. Por ejemplo, un baño, luego una media
hora de alguna actividad relajada, como leer algún cuento, y luego irse a dormir.

Antes de irse a dormir evita que realice actividades que impliquen mucha actividad
o lo mantengan en un gran estado de alerta, como los videojuegos, programas de
acción en la tele, etc.

http://www2.gobiernodecanarias.org/educacion/17/WebC/lujose/modificacion_de_conducta.htm

LAS REGLAS DE CLASE

El programa que se presenta a continuación constituye


una conjunción armonizada de técnicas de refuerzo y
de extinción (técnicas de modificación de conducta) y está formado
por las siguientes fases:

A) INSTRUCCIONES

B) MOMENTOS ÓPTIMOS DE REPASO

C) TÉCNICAS: IGNORAR Y ALABAR.

D) TIPOS DE CONDUCTAS INADECUADAS E INCOMPATIBLES

E) COMENTARIOS REFORZANTES

La aplicación de este programa ha de tener un carácter de


sistematicidad dotándolo de la entidad curricular que las condiciones
contextuales posibiliten. Se podría decir que a mayor tratamiento
normalizado mayor es el rendimiento obtenido y en nuestro caso el
rendimiento sería la obtención de eficacia conductual. El tratamiento
normalizado consistiría en programar, organizar, evaluar, etc.

A) INSTRUCCIONES

Colocar en un lugar bien visible de la clase las NORMAS DE


CONDUCTA que se deben observar en el aula. Deben tener las
siguientes características:

1. Reglas cortas y concretas.

2. Cinco o seis reglas es lo adecuado.

3. Construir las reglas de manera positiva, a


ser posible no utilizar el "NO".

4. Leer colectivamente (profesor y alumnos)


las reglas unas 4-6 veces al día.

5. Recuerde las reglas a los alumnos en otros


momentos que sean, a ser posible, cuando se
porten bien. No recordarlas cuando alguien se
comporte inadecuadamente.

NORMAS DE CONDUCTA DE LA CLASE


1. PERMANECER SENTADOS MIENTRAS
SE TRABAJA.

2. LEVANTO LA MANO PARA PEDIR ALGO


AL PROFESOR.

3. CUANDO EL PROFESOR NO ESTÁ,


GUARDO SILENCIO.

4. REALIZO LA TAREA SIN MOLESTAR AL


COMPAÑERO.

5. SI NECESITO HABLAR LO HAGO EN VOZ


BAJA.

B) MOMENTOS ÓPTIMOS PARA REPASAR LAS NORMAS DE


CONDUCTA

Estos momentos pueden ser:

- A la entrada, por la mañana.

- A media mañana

- En parte del horario de una materia concreta, turnándose el


profesorado para que todos se involucren en la tarea común.

- En la hora de Tutoría.

C) TÉCNICAS

IGNORAR LA CONDUCTA INADECUADA

No se le debe prestar atención a las conductas inadecuadas que


interfieren con el aprendizaje o la enseñanza, a menos que, por
supuesto, un niño lastime a otro, en cuyo caso hay que usar un
castigo que parezca adecuado a la acción; es preferible la retirada de
algo que sea reforzante para él.

El aprender a ignorar es bastante difícil. La mayor parte de nosotros


presta atención a las transgresiones; por ejemplo, muchas veces en
vez de ignorar decimos cosas como las siguientes: "María, estate
quieta", "José, ya está bien de molestar", "Vicente, deja de andar y
trabaja".
Las conductas que se deben ignorar comprenden conductas motoras
tales como: dejar su asiento, correr, andar, mover sillas, etc. También
debe ignorarse cualquier comentario verbal que no esté relacionado
con la tarea como conversar con otros niños cuando no está permitido,
decir el nombre del maestro para llamar la atención, ruidos extraños,
reir, etc.

Debe ignorarse cualquier ruido que haga con los lápices, objetos, así
como molestar a otro compañero.

ALABAR LA CONDUCTA ADECUADA

Se suele tener tendencia a dar por supuesta la conducta adecuada y a


prestar atención solamente cuando un niño actúa o se porta mal. La
aplicación de esta técnica supone lo contrario, es decir: sorprender al
niño cuando se porta bien, y hacer un comentario adecuado para
recompensarlo por su buena conducta aunque sólo sea un ligero inicio
de esa buena conducta deseada.

1. ALABE, PRESTE ATENCIÓN O SONRÍA


CUANDO EL NIÑO ESTÉ HACIENDO LO
QUE SE ESPERA QUE HAGA.

2. MOLDEE LA CONDUCTA DESEADA


MEDIANTE EL REFUERZO DE PEQUEÑOS
PASOS CONSEGUIDOS (prestando atención
a los pequeños avances de la conducta que
se desea).

3. ALABE LAS CONDUCTAS POR SEGUIR


LAS REGLAS DE LA CLASE, LAS
CONDUCTAS PROSOCIALES Y TODAS
AQUELLAS CONDUCTAS QUE SE
PROPONGA ESTABLECER EN EL AULA.

Ejemplo: "alabar por":

- Centrarse en el trabajo individual

- Levantar la mano

- Estar en silencio

- Prestar atención y seguir las instrucciones.

- Estar tranquilo y callado.


Trate de que sus comentarios reforzantes sean lo más variados
posibles. Al principio probablemente tenga la sensación de que alaba
demasiado y de que eso suena un poco falso para Vd.. Esta es una
reacción típica y se vuelve natural con el paso del tiempo.

Si los comentarios interfieren la tarea de clase, entonces utilice gestos,


sonrisas, es decir, atención facial para alabar la conducta adecuada.

Camine por la clase y sorprenda a los alumnos que cumplen las


conductas adecuadas, póngales la mano en la espalda y refuércelos.
Se ha comprobado que la alabanza que se dice a un niño con
tranquilidad es eficaz si se combina con algún signo físico de
aprobación.

REGLA GENERAL:

ALABE Y PRESTE ATENCIÓN A LAS CONDUCTAS QUE


FACILITEN EL APRENDIZAJE. DIGA AL NIÑO POR QUÉ
SE LE ALABA. TRATE DE REFORZAR CONDUCTAS
INCOMPATIBLES CON LAS QUE DESEA HACER
DISMINUIR.

D) TIPOS DE CONDUCTAS EN LA CLASE

CONDUCTAS INCOMPATIBLES:

CONDUCTAS INADECUADAS: REFORZAR

IGNORAR

1. Correr Estar sentado

2. Hablar Estar callado

3. Agresividad Conductas colaboracionistas (ayudas,


trabajos conjuntos, diálogo, etc.)

4. Hiperactividad Permanecer tranquilo realizando la tarea.

5. Timidez Cualquier inicio de expresión de sus


sentimientos, diálogo, interacción, reunión,
etc.

6. Inatención Trabajos minuciosos, detallistas del gusto del


alumno, trabajos manuales, juegos.
7. Otras Analizarlas y encontrar las conductas que
imposibiliten au realización para reforzarlas.

E) EJEMPLOS DE COMENTARIOS REFORZANTES

- Me gusta que trabajes tan tranquilamente.

- Lo haces muy bien.

- Eso sí que es un buen trabajo.

- Te has ganado...

- Me gusta verte trabajar de este modo.

- Tu trabajo es cada vez más limpio.

- Estás aprendiendo bien.

- Has mejorado mucho.

- Tu conducta es la adecuada.

- Conoces bien las reglas.

- Lo has conseguido.

- Has aumentado tu rendimiento.


TÉCNICAS PARA LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA

Refuerzo positivo.

Consiste en reforzar al alumno siempre que responda con arreglo a la conducta


esperada o deseada. Se pueden emplear varias modalidades: de razón fija, razón
variable, intervalo fijo e intervalo variable.

En la razón fija, cada determinado número de veces que el alumno lleva a cabo
la conducta objetivo, es reforzado con un premio o estímulo.

En la razón variable se modifica la frecuencia de los premios, de manera que el


alumno no sepa cuándo va a obtenerlo.

En el intervalo fijo el alumno es reforzado siempre que actúe bien durante un


espacio de tiempo previa mente establecido.

En el intervalo variable, el alumno es reforzado siempre que realice la conducta


deseada a espacios de tiempo diferentes y previamente establecidos, de modo que no
sabe cuándo se producirá el refuerzo.

Refuerzo negativo.

Mediante esta técnica, siempre que el alumno responda con la conducta


deseada, se le refuerza negativamente, suprimiéndole algo que tenía y que para él era
desagradable. Se consigue una mayor eficacia del refuerzo negativo aplicándolo de
manera continua y permanente.

Castigo.

Cuando el alumno lleva a cabo una conducta inadecuada se le proporciona un


castigo o algo que para él es molesto, como eliminar algo grato o
proporcionarle algo desagradable. La eficacia del castigo es mayor cuando se
aplica de modo intermitente. Es una técnica poco recomendada por los efectos
emocionales que puede producir.

Autocontrol.

Técnica en la que el propio alumno se marca objetivos en relación con su


conducta y lleva a efecto la observación de la misma, pudiendo
proporcionarse refuerzo a sí mismo en caso positivo o auto castigarse en el
supuesto contrario. Esta técnica puede considerar la posibilidad de que el
propio alumno autorregule su tratamiento o invente las técnicas a aplicarse a sí
mismo.

Extinción.

Una conducta que es ignorada siempre que se produce, llega a extinguirse


paulatinamente. Esto acontece como consecuencia de no recibir refuerzo y
perder fuerza al no presentar interés para el alumno. En ambientes educativos
y familiares es una técnica muy apropiada y eficaz, aunque no es tan rápida
como el castigo o el refuerzo positivo para provocar el cambio.

Asociación de estímulos.

Esta técnica, mediante la asociación de dos estímulos, crea una conducta refleja.
Al provocarse uno de los estímulos apareados se produce de forma automática el otro.
Es una técnica muy apta para ser empleada en ambientes educativos.

Imaginación emotiva.

Consiste en hacer que el alumno imagine una situación o conducta que le


provoque ansiedad, asociándola con un estímulo agradable e incompatible con
aquélla, logrando que paulatinamente desaparezca la ansiedad. Es una técnica
muy útil en el campo escolar .

Relajación.

Con la relajación, muscular y psíquica, se logra una distensión y tranquilización


del alumno en las situaciones de tensión o excitación.

Autosugestión.

Con esta técnica, el alumno se propone o intenta convencerse de la posibilidad


de alcanzar ciertos logros. Esta sugestión le proporciona seguridad y confianza,
facilitando la consecución de sus objetivos.

Racionalización.

Consiste en hacer razonar al alumno sobre la situación ala que se encuentra


abocado si persiste en su conducta. Se le hacen ver las posibles consecuencias y
perjuicios, tratando de que esta reflexión le provoque el deseo de cambio.

Desensibilización sistemática.

Es una técnica específica que, mediante la asociación de estímulos, lleva a


cabo la disminución de un temor o angustia valiéndose de su apareamiento
con la relajación. Constituye una técnica muy apropiada para el tratamiento de
problemas en centros educativos.
http://www2.gobiernodecanarias.org/educacion/17/WebC/lujose/tecnicas_modificacion.

htm

MÉTODOS CENTRADOS
EN LA CONDUCTA
POSITIVA
Fomentar una conducta es reforzarla, tanto si esa conducta consiste
en deletrear correctamente unas palabras como en lanzar una pelota.
Ten en cuenta este principio: "las acciones seguidas por un
refuerzo serán probablemente repetidas en situaciones futuras
similares".

En el aula el profesor puede hacer un gran uso de este principio,


reforzando simplemente las conductas positivas. Aunque ésto es de
fácil aplicación, en realidad supone un considerable esfuerzo, porque
los casos de mala conducta son advertidos con mayor facilidad,
mientras que la conducta positiva frecuentemente pasa desapercibida.
Todos tendemos a ser buenos críticos, más capaces de señalar lo que
va mal en un alumno que de advertir lo que va bien. El elogio parece
menos natural que la crítica.

EFECTOS DE LA ATENCIÓN DEL PROFESOR

Para muchos alumnos resulta reforzante cualquier atención del


profesor, incluso la que reviste un aspecto crítico. Advirtiendo
constantemente a los alumnos que tomen asiento, el profesor está
reforzando en realidad la misma mala conducta con la que quiere
acabar. El problema se alivia sólo cuando comienza a ignorar a los
alumnos que se hallan fuera de su sitio y dedica su atención a los que
trabajan en sus puestos.

Los profesores pueden fomentar muchas conductas, tanto positivas


como negativas, simplemente prestando atención a éstas.

EMPLEO DE LA ATENCIÓN DEL PROFESOR PARA


CAMBIAR LA CONDUCTA.
Puede ser que tengas en clase tres o cuatro alumnos difíciles. Si
deseas cambiar su conducta intenta experimentar los siguientes
pasos:

En una primera fase anota cuidadosamente las conductas


perturbadoras de tus alumnos (levantarse sin permiso, pegar a otros
chicos, no hacer las tareas...).

En la segunda fase, debate y acuerda con tus alumnos las reglas que
es preciso observar en clase, explicitando claramente lo que se debe y
no se debe hacer. Siempre que sea necesario recuerda estas normas
a los chicos difíciles. Sin embargo, podrás observar que a pesar de la
enseñanza de las normas, es probable que la mala conducta persista.

En una tercera fase, recuerda periódicamente las reglas a los


alumnos e ignora sistemáticamente las conductas inapropiadas. Con
esta última medida se elimina la atención del profesor como fuente de
refuerzo de las conductas. Este procedimiento es posible que también
tenga escaso efecto.

En la cuarta fase se introduce un factor decisivo. Comienza a


dispensar elogios y atención a tus alumnos cuando trabajen o jueguen
constructivamente. Dí cosas como: "me gusta la forma en que
trabajas, tan tranquilamente". Continúa formulando las reglas e
ignorando las infracciones de éstas. La combinación de normas,
pasando por alto la conducta difícil y elogiando la conducta positiva
disminuirá significativamente la conducta perturbadora.

Si quieres comprobar la efectividad de este procedimiento, interrumpe


esta fase y vuelve a la primera. En pocos días observarás que las
conductas inadecuadas reaparecen. Vuelve de nuevo a la cuarta fase
y observa los cambios.

En resumen, el establecimiento de unas reglas claras, sólo o en


combinación con la ignorancia de acciones inapropiadas, no
interrumpe las carreras, los golpes u otras conductas perturbadoras en
clase. Sin embargo, cuando el profesor da muestras de advertir las
conductas positivas de los alumnos mientras ignora simultáneamente
las negativas, el nivel de estas últimas disminuye espectacularmente.
Parece así que la alabanza de las conductas apropiadas constituye la
clave de la mejora. En otras palabras, el elogio actúa en la mayor
parte de los alumnos como un reforzador. El elogio puede ser
combinado con la ignorancia de las conductas inapropiadas o con
reprimendas individuales según sea la estrategia que resulte más
eficaz con cada alumno específico de la clase.
Las declaraciones negativas por sí solas, sin elogio para la conducta
positiva, se han revelado como totalmente ineficaces a la hora de
cambiar las actuaciones de los alumnos. A un profesor con una clase
de 20 a 30 alumnos probablemente le resultará difícil aprender a
elogiar frecuentemente, pero si tenemos en cuenta el efecto de sus
elogios, puede muy bien valer la pena el esfuerzo necesario para
realizarlo.

La atención y el elogio del profesor siempre resultan accesibles.


Cuestan poco y son inagotables, son los reforzadores ideales. El
aprender a concentrarse en lo positivo constituye una destreza muy
importante en la enseñanza.

EMPLEO DEL REFUERZO VICARIO (MODELACIÓN)

El condicionamiento vicario es una forma de aprendizaje que tiene


lugar mediante la observación de una persona que realiza una
conducta y experimenta sus consecuencias. A este proceso se le
denomina también modelación.

La observación de una persona que está siendo reforzada por realizar


una cierta conducta puede incrementar esa conducta en el
observador.

El principio del refuerzo vicario puede ser empleado en el aula para


reforzar las conductas positivas de los alumnos que están situados
cerca de los más difíciles. Tan pronto como los alumnos difíciles
comiencen a manifestar la misma conducta deben ser gratificados por
ello. Por razones obvias el refuerzo vicario se desperdicia si se ignora
que el observador realiza esa misma conducta. El profesor deberá
tener cuidado en el empleo del elogio. Los estudiantes se quejan
frecuentemente de que lo que hacen es menos elogiado que lo que
hacen los "mimados del profesor". Así, al tiempo que emplea el
refuerzo vicario, es conveniente realizar un esfuerzo adicional para
advertir las conductas positivas de aquellos alumnos que se revelan
difíciles.

En su empleo real en el aula, el principio del refuerzo vicario posee


importantes implicaciones en lo que se refiere a la disposición de los
asientos. Si los alumnos difíciles se hallan colocados cerca de los que
son a menudo reforzados por unas conductas positivas, resultará más
probable que los perturbadores adviertan el refuerzo y por eso se
beneficien del refuerzo vicario.

Indicios para el refuerzo vicario:


Un profesor debe emplear la mala conducta de un alumno como
indicio personal para hallar a alguien a quien elogiar en el aula,
preferiblemente un alumno que esté próximo al perturbador. En otras
palabras, cada vez que un alumno transgreda una norma, en vez de
criticar al transgresor, el profesor recordará o tomará esa transgresión
como indicio de que debe hallar a alguien que cumpla la norma y
elogiarle por ello.

RESUMEN

CONCENTRACIÓN EN LA CONDUCTA POSITIVA

1. Siempre que sea posible, concentrar la atención en


los alumnos que están obedeciendo las reglas e
ignorar a los que se comportan inadecuadamente.
Ejemplos:

. Comenzar la explicación aunque unos


cuantos alumnos aún no presten atención.

. Utilizar la mala conducta como un indicio


personal para hallar alguna conducta positiva
que reforzar.

2. Asegurarse de que todos los alumnos, incluso los


problemáticos, reciben algún elogio, ciertos
privilegios, cuando hacen algo bien:

. Examinar la lista de clase para asegurarse


de que todos los alumnos están siendo
reforzados.

. Permanecer alerta a las posibilidades de


elogiar a los alumnos que tiendan a crear
problemas.

TÉCNICA DEL
AISLAMIENTO
(TIME-OUT)

El aislamiento, como modelo especial de castigo, es una técnica muy


utilizada para eliminar una conducta problemática y consiste en
separar al niño del contexto en el que está ocurriendo la conducta
anómala. Dicha separación o aislamiento debe conllevar una privación
social. Por ejemplo: separar a un alumno del resto de compañeros de
la clase cuando su comportamiento sea inaceptable y no se pueda
ignorar por la gravedad del mismo.

El aislamiento recibe también el nombre de tiempo-fuera (time-out) o


receso de refuerzo y uno de los principales problemas que plantea es
el de la elección del lugar de aislamiento social (pasillo, patio...). El
nuevo contexto en donde se retire al alumno durante un tiempo
aproximado de 5 minutos o hasta que cese la conducta anómala, debe
ser un lugar en el que no pueda obtener ninguna gratificación o
refuerzo porque, de lo contrario, el lugar de aislamiento sería
una consecuencia agradable de molestar en clase con lo que se
estaría reforzando a esta última.

No sería efectivo la aplicación del tiempo-fuera en un alumno al que se


le aisla en el patio y allí tiene la oportunidad de practicar su deporte
favorito durante el periodo de tiempo que dura su separación del resto
de la clase. Es muy conveniente conseguir la colaboración de otros
profesores del Equipo Docente que en esos momentos no den clase o
que realicen alguna tarea que pueda ser compatible con la "custodia"
del alumno perturbador.

Algunos niños manifiestan comportamientos inadecuados en la clase,


especialmente los agresivos. La mayoría de las veces estas conductas
alborotadoras son de muy difícil control y resulta poco menos que
imposible que el profesor las pueda ignorar produciendo a la vez
respuestas emocionales tanto en el propio profesor como en los
alumnos. En este caso, el aislamiento consistiría en separar al alumno
del resto de compañeros de su clase hasta que cesase en su alboroto
para, posteriormente, volverlo a incorporar a la clase.

Pero podría darse el caso de que la "salida" o aislamiento funcionara


como reforzador de su conducta alborotadora porque al niño en
cuestión no le gusta estar en la clase realizando la tarea escolar. En
estos casos habría que determinar cuáles son las actividades
reforzantes o situaciones gratificantes para el alumno a efectos de
poderlas utilizar contingentemente al aplicar el tiempo-fuera, en el
sentido de privación o separación del contexto reforzante.

Para que el aislamiento sea efectivo el alumno ha de experimentar


verdadero aburrimiento de modo tal que prefiera estar en la clase a
estar aislado, de lo contrario se le estaría reforzando. Si el niño es
aislado en el pasillo, encontrar a otros compañeros para contarles su
"aventura" resultará reforzante para él. Generalmente los pasillos son
desaconsejables porque existen multitud de elementos distractores
que no benefician en absoluto la eficacia de la técnica aplicada por lo
que sería recomendable el aislamiento en un lugar apartado de la
clase o en alguna dependencia donde pueda estar sometido a control,
sin peligros y no poder obtener refuerzo alguno ni por parte de sus
compañeros ni por la existencia de estímulos gratificantes en el lugar
del aislamiento.

Algunas veces suele ocurrir que el alumno entabla un enfrentamiento


verbal con el profesor, discusión que debería ser evitada a toda costa
y no debería producir alteración emocional en el docente. El alumno
ha de conocer previamente cuál va a ser la consecuencia de su
conducta sin la necesidad de tener que producirse discusiones acerca
del porqué del tiempo-fuera. El tiempo-fuera debe complementarse
con otras técnicas de refuerzo para aumentar las conductas contrarias
a las que se pretende eliminar.

CONCLUSIONES DE LA EFICACIA DE LA TÉCNICA DEL


AISLAMIENTO:

- La técnica del time-out suele ser más eficaz


que la ignorancia pasiva de la conducta-
problema.

- No es aconsejable un periodo de tiempo-


fuera de más de 20 minutos. Los periodos de
tiempo más cortos están más indicados.

- Debe asegurarse la correcta dinámica entre


salir de clase, permanecer en el lugar de
aislamiento y volver a entrar a la clase de tal
modo que el funcionamiento no quede a la
improvisación y al descontrol de los estímulos
que pudieran entorpecer el correcto
aislamiento temporal del alumno.
- Si la conducta-problema aumenta al
indicársele al alumno que debe permanecer
cinco minutos fuera de clase, debe aplicársele
un castigo moderado de uno o dos minutos en
función de la persistencia del problema. Por
ejemplo: si al darle instrucciones al alumno de
que se retire porque está dando gritos que
perturban el orden de la clase continúa en sus
gritos, deberá decírsele que se aumentan en
unos minutos más su tiempo de aislamiento
por el hecho de persistir en su conducta
perturbadora.

- Esta técnica ofrece mayor ventaja que el


castigo puesto que no se le ofrece al alumno
un modelo negativo de agresión para que
pueda constituir una fuente de imitación tal y
como suele ocurrir en la aplicación del castigo.

- Si se pone en práctica la técnica del tiempo-


fuera o aislamiento para la modificación de
conductas altamente disruptivas resulta
necesario involucrar a los padres para que
sigan las mismas pautas en el contexto
familiar.
TÉCNICAS PARA EL CONTROL DE CONDUCTAS INADAPTADAS

Los padres piensan que la disciplina equivale al castigo. Disciplina significa


realmente formar o enseñar, y combina técnicas positivas y negativas.
Decimos que disciplinamos a los niños cuando les enseñamos a comportarse.
Para que pongan algo en práctica debemos previamente darles instrucciones. Nos
convertimos en modelo de comportamiento para ellos. Les señalamos aquello que
están haciendo correctamente. Les indicamos lo que hacen bien y lo que no hacen
bien. Disciplina es ignorar cuando un niño intenta interrumpir una conversación y
también prestarle atención después de que haya esperado su turno con paciencia.
Los «síes» son muchas veces más importantes que los «noes» porque con el sí el
niño sabrá cuándo se está comportando tal como los padres desean.
Tenemos mucho que enseñar a un niño, como valores, creencias y conductas
y esto lleva tiempo. Además, el niño no estará siempre dispuesto a aprender la
lección. Los padres deben aprender a relajarse para afrontar los hechos con más
calma y eficacia. Debemos examinar metas y necesidades del niño para saber lo que
se puede esperar. Se debe hacer lo posible por ser constante y consecuente,
diciendo lo que se piensa y pensando lo que se dice, y mantenerse firme en ello.
Las técnicas básicas para educar se deben comprender a fondo antes de
empezar a aplicarlas para llegar a ser padres seguros y eficaces, para que el niño
tenga la buena conducta que el padre desea.

EL ELOGIO

Airim y Eneryth están jugando tranquilamente en su cuarto y nadie les dice lo


bien que están compartiendo los juguetes. Pero poco después, cuando están
riendo, mamá les grita en seguida. Casi siempre los padres centran su atención en
lo que los niños hacen mal y no se fijan en lo que hacen bien.
Los padres se afanan en educar y cuidar de sus hijos que es probable
que piensen que la buena conducta está garantizada. Cuando todo va mal es fácil
sacar a relucir otras malas conductas. Les criticamos y acabamos sintiéndonos
mal. La crítica constante combinada con pocos elogios da otros resultados. El niño
requiere la atención del padre y la conseguirá como sea. Si el modo de enfocarlo es
negativo, entonces el niño usará medios negativos para llegar a sus padres. Si éstos
se concentran en los hechos positivos. se conseguirá una mejor conducta como
respuesta porque de este modo el niño obtendrá más atención. Si no se está
acostumbrado a elogiar al niño, puede resultar difícil al principio. Pero cuanto más se
aplique más natural y fácil será. En seguida se comprobará que los elogios son una
influencia tan poderosa que sólo con unos pocos se puede lograr una nueva
conducta y con un poco menos se mantendrá el cambio.
A veces los padres temen que los niños se acostumbren a depender de los
elogios. Es posible que los elogios indiscriminados provoquen problemas con un niño
inseguro o que siempre haya sido el centro de atención. Pero se sabe por
experiencia que son más los niños que no reciben bastantes elogios que los que
reciben demasiados, y se sabe que los elogios pueden hacer milagros. Si se usan
estas directrices al aplicarlos, se comprobará muy pronto que el elogio es una técnica
de disciplina netamente eficaz.

Elogiar el comportamiento y no la personalidad

Cuando los padres nos consultan porque están teniendo problemas en la


relación con su hijo muchas veces están tan exasperados que no tienen nada positivo
que decir del niño. Describen su personalidad con términos tales como rebelde, vago y
egoísta.
Este es un círculo vicioso que no conduce a ningún sitio. Puede cambiarse su
conducta y ahí debe estar el objetivo. La personalidad es más resistente a los
cambios. Si se centran los esfuerzos en la conducta, es mucho más probable que se
pueda llegar a la meta propuesta. No se debe decir, «Eres una niña buena!» que
conlleva el mensaje de que el objetivo es ser bueno siempre, lo cual es una
expectativa imposible de cumplir. En lugar de esto se debe decir <<Me gusta cómo
has hablado a la abuela>>. Por muchas veces que se diga «niño bueno» o «niña
buena» el niño no se formará un concepto positivo de sí mismo, a no ser que tenga
respuestas específicas a las propias conductas correctas, ya que la imagen de sí
mismo está hecha de sus logros.
El modo más eficaz de formar una buena conducta es moldearla con elogios.
Moldear con elogios es una herramienta educativa que debe usarse repetidamente
para mostrar la aprobación de los comportamientos nuevamente establecidos del niño.
Usar elogios concretos

El propósito de elogiar es aumentar conductas deseables, de modo que es


necesario hacer hincapié en qué conducta concreta se persigue. Cuanto más
concreto sea el elogio, mejor comprenderá el niño qué es lo que hace bien y será
más probable que lo repita. Una mañana, por ejemplo, uno se da cuenta de que la
niña se ha hecho la cama. En ese momento se está peinando. Si sólo se le dice,
«Queda muy bien», no sabrá si los padres se refieren a la cama o a su pelo. Es
mejor decir: «Me gusta mucho cómo has hecho la cama esta mañana. Gracias».
Cuando los padres tienen dificultades para manifestar algo positivo de su hijo,
se les pide que mantengan un registro de buenas conductas, donde apuntarán
todo lo que el niño hace correctamente. Algunos padres exclaman: «Las páginas
estarán en blanco!», pero, normalmente, se asombran de ver cuántas conductas
positivas pueden anotar y cuánto les ayuda para aprender a elogiar al niño. Al utilizar
esta técnica, se deben compartir las notas con el niño al final del día. Es una buena
manera de hablar de los acontecimientos del día y hará bien tanto a los padres como
al niño.

Elogiar los adelantos

Se debe empezar a elogiar cada pequeño paso dado hacia la conducta


deseada, procurando atrapar al niño en un buen comportamiento. Supongamos que le
ha dicho al niño que tiene que recoger sus juguetes cuando haya terminado de jugar
con ellos, aunque nunca lo haya hecho antes. Elogie cada progreso, por pequeño que
sea. Al principio se le elogiará por recoger un juguete aunque los demás sigan en el
suelo. Se podría decir: «Está muy bien que recojas tu camión y lo pongas en la caja de
juguetes. Te voy a ayudar a que recojas los demás». La próxima vez, se le puede
elogiar por recoger dos juguetes, etc.
O supongamos que el niño está acostumbrado a que se le atienda enseguida y
no deja terminar una conversación telefónica sin interrumpir. La primera vez que
espere treinta segundos, es bueno hacer una pausa en la conversación y darle las
gracias por no interrumpir. Hay que responder al niño antes de seguir hablando. A la
siguiente oportunidad, se debería esperar un poco más antes de hacer la pausa para
darle las gracias a fin de que su espera sea «moldeada». Es mejor empezar con
objetivos modestos a fin de alcanzar la meta propuesta.
Cuando el nuevo comportamiento esté bien establecido, se necesitarán menos
elogios para mantenerlo. No es necesario continuar elogiando al niño constantemente.
Es mejor elogiarle de vez en cuando, quizás cada quinta o décima vez que actúe
apropiadamente. Esto será suficiente para ir reforzando la nueva conducta y pronto se
hará natural para ambos. No obstante, no suprima nunca los elogios de forma radical.

Elogiar adecuadamente

Para suscitar la respuesta requerida, el elogio debe ser adecuado. Abrazos,


besos y otras señales físicas de afecto junto con las palabras correspondientes son
muy eficaces. Sin embargo, a algunos niños un poco más mayores les gusta ser
elogiados discretamente y en ese caso es mejor mantener una cuenta silenciosa o
usar signos secretos especiales. Un guiño o levantar el pulgar le indicará, sin llamar
la atención excesivamente, que se ha notado su comportamiento. Más tarde, hay que
manifestarle lo bien que lo ha hecho.
Muchos niños mayores aceptan comentarios simpáticos, más que elogios
directos. Decir. «Me pregunto qué brigada de limpieza ha pasado por aquí» puede
ser mejor acogido por un preadolescente que decir: «Has hecho la cama realmente
bien v has limpiado maravillosamente». ..
Deben ustedes juzgar las reacciones de su propio hijo a los elogios para ver si
están actuando de la mejor manera posible con él. Si el niño parece no dar
importancia a los comentarios paternos pero más adelante repite el buen
comportamiento, está usted comprobando que esta forma de elogiar es eficaz.
Hay que recordar que todo el mundo se cansa de las cosas buenas si se tienen
demasiadas. Las mismas frases utilizadas una y otra vez perderán su efecto. Hay
que ser creativo. Pequeñas notas dejadas debajo de una almohada o en una cartera
pueden ser más especiales. También puede serlo que el niño oiga que usted le
elogia delante de un amigo. Para realzarlo más, se pueden acompañar los elogios de
un premio.
Dígale a su hijo qué es lo que le ha gustado y prémielo con un pequeño regalo,
pero reserve las sorpresas para ocasiones especiales para que no se acostumbre.

Elogiar inmediatamente
Los elogios son más eficaces, especialmente en niños muy pequeños cuando
se producen pronto. No debe pasar demasiado tiempo entre el comportamiento
positivo del niño y la respuesta paterna, aunque los niños más mayores pueden
apreciar el reconocimiento posterior. El espacio entre la acción de un niño y la
respuesta del padre se puede llenar con un gesto si es necesario, y si se escribe en el
diario de la buena conducta se puede convertir en una señal privada entre ambos.
Al anotar lo que el niño está haciendo correctamente y enseñarle el diario, es
conveniente decirle algo, como por ejemplo, «Me alegro de ver que estás
compartiendo el papel con tu hermana». Más adelante, se puede hacer la cuenta sin
largos comentarios escritos, y a la larga la cuenta se puede convertir en una señal de
elogio silencioso en el aire, lo que le dará un sentido personal.

Combinar elogios con amor incondicional

Los niños se vuelven locos por conseguir elogios de sus padres cuando esos
son los únicos momentos en los que consiguen que se les preste atención.
Algunos padres se preocupan pensando que sus hijos se comportarán bien
sólo si reciben el reconocimiento.
Cuando se trabaja para establecer un nuevo comportamiento, es necesario
elogiar constantemente al principio, y luego reducir los elogios gradualmente.
Cuando el niño lo ha aprendido, se debe elogiar sólo de vez en cuando. De
todos modos no es posible estar presente cada vez que el niño hace algo
correctamente. Cada vez que se hagan comentarios concretos y positivos sobre su
conducta, el niño tendrá una visión positiva de sí mismo, y estará así más seguro de si
mismo.
Al mismo tiempo el niño debe saber que se le valora y se le quiere
incondicionalmente. aun cuando no se esté trabajando para mejorar su conducta.
Abrácele, préstele atención, escúchele, apréciele. Esto garantiza al niño que no
necesita «ganarse» su amor porque ya lo tiene.
IGNORAR DETERMINADOS COMPORTAMIENTOS

Un modo eficaz de eliminar comportamientos específicos que irritan es


simplemente ignorarlos.
Puede que al aplicar esta técnica le parezca que no está haciendo nada en
absoluto para cambiar las cosas, pero comprobará cómo al ignorar sistemáticamente
ciertos comportamientos, y actuando como si no existieran, se consiguen resultados
asombrosos. Cuando quieren, los niños hacen cualquier cosa para conseguir la
atención total e inmediata de sus padres. Saben exactamente lo que más les puede
alterar o irritar especialmente en los momentos más delicados, en el recibidor de la
casa justamente cuando llegan los invitados, por ejemplo, o cuando se está hablando
por teléfono o en la caja del supermercado. Si se puede ignorar el comportamiento
irritante cada vez que se produzca, el niño dejará de actuar de ese modo, pues no
obtiene los resultados que busca.
La ignorancia sistemática es el arte de ignorar los comportamientos que
desagradan y prestar atención positiva a los que agradan. Nunca se debe hacer una
cosa sin la otra. Sin embargo, antes de intentar esta estrategia, valore usted el
comportamiento y decida si se puede ignorar sin problemas.
Es evidente que no se pueden ignorar conductas peligrosas como correr por la
calzada o subirse al frigorífico y tampoco se pueden ignorar acciones intolerables
como pegar y morder.
La ignorancia sistemática es una técnica que utilizan sólo algunos padres
eficazmente. En otros, sólo se consigue aumentar la tensión porque su capacidad
para ignorar es demasiado baja. Si éste es su caso, puede intentar alguna otra de las
soluciones que se ofrecen para tratar el problema.

Decidir lo que se puede y lo que no se puede ignorar

Si Airim arroja objetos pesados o juega con enchufes, no se puede ignorar este
modo de actuar.
Los padres no deben empezar con algo que no van a ser capaces de ignorar
durante mucho rato; es preferible no empezar. La mayoría de los comportamientos
empeoran antes que mejorar. Hay que preguntarse:«¿Qué es lo peor que puede
ocurrir?» «¿Podré soportarlo?» ¿Podrá la madre aguantar los gritos de su hijo en el
supermercado pidiendo donuts mientras cl público se vuelve a mirarla con muestras
de indignación ante su dureza? Si el niño dice palabrotas delante de la abuela, ¿será
capaz el padre de hacerse el sordo? Si no, es mejor elegir otra opción para hacer
frente a este comportamiento.
La ignorancia es particularmente eficaz en conductas que han sido
previamente alimentadas por la atención del padre y no funcionará bien con aquellas
conductas que sean normales a ciertas edades o en etapas de desarrollo. La
mayoría de los niños de dos o tres años hacen rabietas, y por mucho que se ignoren,
es poco realista esperar que desaparezcan. No obstante. la ignorancia sistemática
de las primeras rabietas reducirá su persistencia más tarde.
La ignorancia funciona bien normalmente para detener un comportamiento que
siempre ha provocado la atención y ha permitido al niño salirse con la suya con
anterioridad. Las rabietas son un buen ejemplo. El quiere un caramelo v usted le dice,
«No. ahora no». Llora, se cae al suelo, patalea y grita. Usted intenta resistir, pero al
final no lo soporta más y se rinde. Le da el caramelo para detener la rabieta. Las
lágrimas se secan, su táctica ha funcionado. Ha reforzado usted la dependencia del
niño en las rabietas para el futuro. La próxima vez, en lugar de esto intente salir de la
habitación. Puede resultar sorprendente lo rápidamente que el niño deja de llorar.

No prestar atención al comportamiento indeseado

No se debe reaccionar al comportamiento indeseado de ninguna manera,


verbal o no verbal. No hay que decir nada al respecto. No se debe mirar al niño
cuando esté actuando. No hay que mostrar ninguna expresión facial o hacer gestos
como reacción a ello. Se debe mirar a otro sitio, hacer como si se estuviera ocupado
en otra cosa, salir de la habitación. Si no se puede salir, hay que apartarse
disimuladamente todo lo posible. Se debe continuar tanto tiempo como el niño
prolongue su comportamiento. Esto no significa tratarlo fríamente, ya que esa es otra
forma de atención. Tampoco hay que reírse como si tuviera gracia porque la actitud
protectora le hará más desafiante. Simplemente se debe simular que se está tan
concentrado en lo que se está haciendo que uno no se da cuenta de nada. Un niño
solía meter la cabeza en el plato y llorar cuando no se le servía más de algo que le
gustaba. Sus padres aprendieron a hablar entre ellos de lo sucio que estaba el
candelabro o de sus planes para la cena, ignorando sus lloriqueos. Con el tiempo,
cuando aprendió que no era probable que le dieran más comida en ese momento, el
niño cogía su cuchara para comer otra cosa que hubiera en el plato. Actualmente, el
hábito ha desaparecido. Considere que cualquier intento del niño para captar su
atención es un signo de progreso y redoble los esfuerzos por parecer indiferente. No
responder, tararear, subir el volumen de la radio, mirar al techo, hablar con uno mismo
de sus cosas, todos son medios eficaces de no prestar atención.

Esperar que los comportamientos empeoren antes de mejorar

Cuando se empieza ignorando una mala conducta, el niño hará todo lo que
pueda para atraer una atención a la que está acostumbrado. Incrementará la
intensidad, volumen y frecuencia de sus actos hasta saber que obtendrá respuesta.
Pero no hay que abandonar. No le deje dar por sentado que sus travesuras van a
llamar la atención como lo habían hecho antes, intente llevar un registro del tiempo
que duran, o cuente las ocasiones en que se producen estas conductas para poder
superarlas: ello será indicativo de los progresos que se hacen.
Aunque las pataletas y las quejas parecen durar una eternidad, se pueden
medir en segundos e incluso minutos. En el espacio de pocos días, se podrá
comprobar cuándo la conducta se intensifica y cuándo va disminuyendo.
Cuando compruebe que los quejidos duran diez minutos el día que no se da al
niño una galleta y sólo ocho minutos al día siguiente, se animará a seguir con la
táctica. Después de poco tiempo, el patalear porque no ha conseguido una galleta
será sólo un recuerdo. Téngase presente que cuanto más firme se haya sido y menos
atención se haya prestado a la conducta, menor será su duración.

Reforzar las conductas deseables


Se puede activar la extinción de las conductas indeseables reforzando las
buenas conductas con elogios y recompensas. Si se está intentando terminar con los
lloriqueos, elogie al niño inmediatamente si se pone a jugar con tranquilidad después
de haber dejado de lloriquear. Acérquese a él y demuestre interés en lo que hace. Si
el lloriqueo comienza otra vez, ignórelo hasta que pare. Si el niño está jugando con la
comida y se ignora lo que está haciendo, préstele atención cuando coja el tenedor.
Dígale lo mucho que se aprecia la forma en que está comiendo los guisantes.
En ocasiones, se pueden potenciar las conductas positivas dirigiendo la
atención hacia el niño que se está portando bien, para que el que se está portando
mal quiera imitarle. Por ejemplo, en un hogar en el que un niño se levanta
continuamente de la mesa mientras los otros están sentados comiendo
correctamente. Lo más apropiado es elogiar la conducta de los niños que están
sentados correctamente v hacer caso omiso del ir de aquí para allá del otro. Pero
cuidado!. si la táctica anima al que se porta mal, no se debe proseguir. Reserve esta
táctica en su archivo de todas formas. En otra ocasión funcionará.

USO DE LA TÉCNICA DEL DISCO RAYADO

No intente razonar con un niño que rechaza el «no» como respuesta. Este niño
ha aprendido que su perseverancia da resultados y que si él persiste los demás
ceden al final. El repetir varias veces «Pero. ¿por qué no puedo?» puede convertirse
en algo muy molesto, especialmente si ya se le ha contestado varias veces. No hay
que enfadarse: esto conduce la mayoría de las veces a un sentimiento de culpa en
lugar de al éxito. Tampoco hay que ceder. Si el ignorar no encaja con el carácter de
algunos padres o si no es factible en ciertos momentos, hay que intentar la técnica
del disco rayado. Esto significa que hay que responder con una versión adulta de la
misma conducta. Es el caso de Brian, que está dando la lata porque quiere picar algo
antes de la cena. En primer lugar no puede estar demasiado hambriento, y tampoco
se le quiere dar nada para no estropear su apetito para la cena. Se le explica la
decisión que se ha tomado de forma razonable una vez. Después, como respuesta a
sus súplicas adicionales, se le repite lo mismo, de forma corta como, por ejemplo,
«No comerás nada antes de la cena». No importa lo creativos que se vuelvan los
argumentos de Brian, repita sólo «No comerás nada antes de la cena». Esta técnica
es más efectiva cuando se simula prestar poca atención a las quejas. Los padres
deben continuar lo que estaban haciendo, cantando la respuesta cada vez que el
niño ruegue de nuevo. Se obtienen resultados interesantes. El niño puede reaccionar
primero enfadándose. Puede hacer una rabieta, gritar o quejarse. Pero sus
peticiones irán disminuyendo porque se cansará de pedir y obtener siempre la misma
respuesta.
DAR RECOMPENSAS

Las recompensas de conductas deseables actúan como refuerzos que hacen


que el niño se sienta bien por lo que ha hecho y quiera hacer lo mismo más a menudo.
Proporcionan motivación.
La primera vez que el niño dijo papá o mamá, usted reforzó la conducta con
sonrisas y caricias. El niño comprobó lo agradable que esto era. La primera vez que se
encaramó a la mesa de la cocina y alcanzó la caja de galletas, su recompensa fueron
las galletas. En ambos casos, su conducta inicial fue recompensada por los
resultados.
No siempre es fácil la elección de una recompensa apropiada para las
conductas correctas del niño. Es un tema de una labor detectivesca, sentido común y
un poco de imaginación para detectar qué le puede gustar al niño. Se sugiere
preguntar a los niños más mayores qué les gusta para así tener la información
necesaria, y también para poder seguir manteniendo el control de la selección.

Hacer un cuestionario

Para ayudarle a lograrlo sugerimos que se haga un cuestionario de las


preferencias del niño como el que se muestra a continuación. Dado que las
preferencias del niño cambian con frecuencia, repita el proceso de vez en cuando.

CUESTIONARIO DE REFUERZOS

1. Dime tres cosas que desearías.


1.
2.
3.

2. Si tuvieras este dinero, ¿ cómo lo gastarías?


Euros. 0.05
0.1O
0.25
0.50
0.60
3
más

3. Si pudieras hacer algo con papá, ¿qué harías?


4. Si pudieras hacer algo especial con mamá ¿qué harías?

5. ¿Qué privilegios especiales te gustaría tener? (ver más televisión, irte más tarde a
la cama, etc.).

6. ¿Qué te gustaría hacer con un amigo? (ir al cine, jugar a mini-golf, comer un helado,
etc.).

El cuestionario le dará una lista de recompensas posibles. Divídalas en listas


de pequeñas recompensas que se pueden usar a diario y en recompensas mayores
que serán apropiadas para los progresos semanales o mensuales. Por ejemplo:

Recompensas diarias
Pegatinas
Postre

Recompensas semanales
Libro
Película

Recompensas mensuales
Muñeco
Juego

Variar las recompensas

Hay algunas estrategias para que la selección de recompensas sea más eficaz.
Una de ellas es variar las recompensas para que no pierdan su atractivo.
Pepín estaba muy contento de conseguir un animalito de plástico cada vez que
utilizaba el orinal en lugar de mojar sus pantalones. Ganó muchos. Pero después de
un par de semanas perdió interés en los animalitos de plástico. Seleccione varios tipos
diferentes de recompensas del repertorio que se ha extraído de los cuestionarios.
Posteriormente, alterne las recompensas materiales con actividades y privilegios
especiales. Cuando sea posible, ofrezca recompensas apropiadas a la conducta que
se está reforzando. El acostarse media hora más tarde puede ser una recompensa
lógica por haber estado listo para ir a la escuela a tiempo y de buen humor.

Cumplir siempre

Se deben entregar siempre las recompensas inmediatamente. Para el niño, el


incumplimiento o el retraso al entregar una recompensa prometida, suponen una
traición. No se deben hacer promesas que no se pueden cumplir y tampoco haga
cambios. Cuando el niño se gana una recompensa, los padres deben entregársela. El
niño debe saber que se cumplirán las promesas.

Recuerde: se necesita tiempo

El modificar la conducta de un niño requiere tiempo y también la motivación


adecuada. Al principio, hay que recompensar cualquier progreso. usando la
recompensa para dar forma a la nueva conducta. Posteriormente. se requerirán menos
esfuerzos para mantenerla. Se puede comentar el caso de Airim, una pequeña que
quería hacerlo todo sin ayuda siempre y que no quería admitir que a veces la
necesitaba. A pesar de la seguridad que le daban sus padres y los maestros, las
lágrimas eran la respuesta a sus frustraciones en la escuela. Se estableció un sistema
para ayudar a la niña a pedir ayuda o a proseguir con sus tareas sin llorar. Se le dijo a
Airim que ganaría un punto cada vez que pidiera ayuda o persistiera en una tarea sin
llorar. Sus maestros la ayudaron a llevar la cuenta. Cada tarde, ganaba una
recompensa de su lista (lazos, pasadores. baratijas de plástico, la ocasión de ir en bici
con papá después de la cena, o más tiempo para leer antes de ir a dormir). Sus puntos
también podían ser utilizados para que ganara el color adecuado en la parte de un
gráfico para una recompensa más importante. Primero se recompensaron los ojos
llorosos, pero no los sollozos, luego la ausencia total de lágrimas. Lentamente, los
puntos necesarios para la recompensa se fueron incrementando para que pudiera
ganar una recompensa en días alternos, después, una vez por semana.

Los cambios en la conducta de Airim fueron notables. Lloraba menos,


perseveraba más en sus tareas, pedía ayuda cuando la necesitaba y sonreía más a
menudo. A medida que su tolerancia a la frustración se iba incrementando y su nueva
conducta, más madura, se iba estabilizando, la frecuencia de las recompensas se hizo
menos progresivamente y el maestro enviaba notas semanales, en lugar de notas
diarias. Los rostros sonrientes de la familia reemplazaron al gráfico y finalmente,
incluso las notas semanales se hicieron discontinuas ante la insistencia de Airim. En la
actualidad, sus padres siguen sorprendiéndola con recompensas de vez en cuando,
para que sepa que aprecian su conducta. El progreso de esta niña demuestra que
unas reglas básicas ayudan al uso eficaz de las recompensas.

Los padres han de definir con exactitud lo que quieren que el niño haga más a

menudo. Con la máxima precisión que sea posible, se debe definir qué debe hacer

para obtener la recompensa. No hay que decir <<Debes ser más responsable>> sino:

«Por favor, hazte bien la cama por las mañanas».

Recompense los progresos iniciales con recompensas inmediatas o diarias. La


capacidad del niño de adquirir premios debe ser el doble al inicio del plan. La primera
vez que guarde correctamente sus juguetes, puede ser recompensado con una
pegatina, además de un punto de una recompensa que vale cinco puntos. Utilice
marcas o estrellas en un gráfico para anotar los puntos, o deje que el niño coloree una
parte del cohete (ver Fig. 1). Las medidas visuales son más importantes cuanto más
pequeño es el niño.

Incremente gradualmente los requisitos, a medida que el niño haga progresos.


Por ejemplo, si la meta es que el niño ordene los juguetes en su sitio cuando haya
terminado de jugar, al principio hay que darle una recompensa inmediata cuando
ordene un juguete. Cuando ya haya obtenido varias recompensas, habrá que
cambiar el criterio, para que tenga que ordenar dos o tres juguetes para obtener la
recompensa. Con el tiempo, hay que ir incrementando lo que se espera del niño
todavía más para dar forma a la conducta ,pero no hay que hacer cambios
demasiado rápidos. No hay que aceptar un comportamiento mediocre una vez que
padres y niño han aceptado la apuesta.
Figura 1 Gráfico del cohete de _________

Colorear una parte cada vez que se cepille los dientes.

Una vez incrementados los requisitos, si el niño no obtiene una recompensa


cada día, los padres deben decirle lo mucho que lo sienten y advertirle que al día
siguiente tendrá otra oportunidad. Y deben decirle además que ordene los juguetes
que ha olvidado.

Hay que ir eliminando gradualmente las recompensas diarias. Cuando se haya


llegado a la conclusión que la nueva conducta ha quedado bien establecida, se han
de disminuir lentamente las recompensas diarias, explicándolo en términos positivos.
«Lo estás haciendo tan bien que no creo que necesites una sorpresa cada día. Ahora
puedes ganar una sorpresa mayor al final de la semana». Entregue las recompensas
diarias en día alternos, y después del tercer día, hasta llegar a recompensar sólo
excepcionalmente.

Alargue gradualmente el tiempo necesario para obtener una gran recompensa.


Las conductas establecidas requieren menos refuerzos para mantenerse, así que
hay que empezar a poner el listón de requisitos más alto para las grandes
recompensas. Elegir un elemento o actividad que requiera varias semanas. El uso de
uno de los gráficos para visualizar el progreso del niño hacia los objetivos define
claramente cuántos puntos debe ganar para recibir la recompensa. Con cada
recompensa, incremente el «precio», para que la próxima vez se tarde más tiempo
en conseguirla. Mientras tanto se debe elogiar y dar ocasionalmente pequeñas
recompensas para reforzar la nueva conducta.

Comience a dejar la fase de las recompensas para sustituirla por las


consecuencias naturales y el reconocimiento. Cuando los padres están seguros de
que la nueva conducta se ha convertido en un hábito positivo, deben sustituir las
recompensas por consecuencias naturales positivas y mantenerlas con su
reconocimiento. Una consecuencia natural de haber aprendido a comportarse en la
mesa sería la de dejar que el niño elija su restaurante favorito para acudir un día ya
que tiene tan buenos modales en la mesa. Coméntele lo bien que se está
comportando y anime a los demás a que hagan lo mismo.

EL USO DE LOS GRÁFICOS

Amelia muestra con orgullo sus gráficos a todas las visitas. Está lleno de
estrellas que ha ganado por cepillarse los dientes después de cada comida, sin que
sus padres tengan que recordárselo.

Juan se lleva al colegio una tarjeta-índice dividida en columnas diarias. Su


maestro hace una marca en la tarjeta cada vez que el niño termina a tiempo una tarea.
Corre hacia su casa después de la escuela y transfiere las marcas al gráfico que tiene
colgado en el frigorífico, ya que está acumulando puntos para ganar un video-juego.
Muchos profesionales utilizan gráficos para anotar sus beneficios, hallazgos de
investigación y resultados de pruebas. Los gráficos suponen una forma excelente de
poner de manifiesto las nuevas conductas del niño de manera clara y simple. Para que
sea eficaz un gráfico debe ser simple y de fácil lectura. Algunos padres nos han
enseñado gráficos con los que habían tenido poco éxito y era bastante evidente el
motivo de su fracaso. Eran complicados, con múltiples conductas que sólo un
ingeniero hubiera podido seguir. Los gráficos no están pensados para complicar la
vida a los padres y a los niños. Su objetivo es proporcionar un medio visual para trazar
la conducta del niño.
Algunas sugerencias. Dejar que el niño decore su propio gráfico con dibujos,
pegatinas, o recortes. El gráfico puede tener una forma de lago que sea del agrado del
niño, de la conducta que se está aprendiendo o bien de la recompensa para las que se
está trabajando. Puede colocarse donde el niño quiera: en la cocina, en el espejo del
dormitorio o escondido en un cajón. Cada gráfico debe ser parte de un sistema de
obtención de recompensas a corto o a largo plazo.

Los gráficos deben seguir las siguientes líneas básicas:

Centrarse en una sola conducta (o conductas asociadas) cada vez

Es imposible cambiarlo todo de golpe y el intentarlo agobiaría a todos los


implicados. Tomar un problema cada vez, e ir añadiendo los otros de forma
apropiada. Jaime tenia problemas matutinos. Se levantaba tarde, no quería hacerse
la cama y no le quedaba tiempo para desayunar. Primero se atajó el problema de
levantarse tarde. Cuando empezó a levantarse regularmente, con el despertador, se
añadió al gráfico el hacer la cama y el criterio para ganar un punto incluyó, a partir de
entonces, ambas conductas. Cuando dichas conductas fueron modificadas, se
añadió el desayuno a la lista. Las tres conductas se agruparon en un gráfico como «
Responsabilidades matutinas».
Hacer gráficos fáciles de usar, leer y mantener

Cuando se está tratando una conducta diaria, hay que utilizar un gráfico
inspirado en el calendario, como el de la figura 2.
Cuando la conducta a tratar es de las que tienen lugar varias veces al día
entonces va mejor un gráfico dividido en intervalos de tiempo apropiados (Fig. 3). El
gráfico de la Fig. 3 se utilizó para enseñar a Airim a no quejarse. Dado que las quejas
no ocurren en horarios fijos, el gráfico le permitía ganar estrellas cada hora que
pasaba sin quejarse.

Figura 2. Gráfico matutino de_________

Semana Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Total Puntos


1
2
3
4

________gana un punto si se levanta a las 7:00 sin que tengan que recordárselo.

Figura 3. Gráfico de _________

☺  
Hora Lunes Miércoles Viernes Sábado
Martes Jueves
8:00
9:00
10:00
11:00
12:00
13:00
14:00
15:00
16:00
17:00
18:00
Total

________gana un punto por cada hora en que no se queja.


La madre de Airim hizo el gráfico con un papel de color vivo, con pegatinas y
dibujos para hacerlo más atractivo. En ocasiones, especialmente con los niños
mayores, los periodos problemáticos se sitúan por la mañana temprano, al final de la
tarde y por la noche. El gráfico se diseñó para animar a Tim a seguir mejor las
instrucciones. Como trabajaba para conseguir un juego de construcción de un avión,
diseñó el gráfico en forma de avión (Fig. 4).

Ser muy firme hasta que la conducta haya quedado establecida

Hay que tener fe en el gráfico, no hay que olvidarlo ningún día, hav que
reforzar la nueva conducta con muchos elogios v consecuencias naturales. Cuando el
nuevo hábito haya quedado establecido, ir retirando las recompensas.

Para resumir la técnica de utilizar gráficos de forma eficaz, tomemos a Jaime


como ejemplo. Originalmente ganó una pequeña recompensa por cada punto ganado
diariamente, con un punto por cada buena conducta. Más tarde, cuando él consiguió
cumplir las tres conductas (levantarse temprano, hacer la cama y tomarse el
desayuno) ganó un punto. Además de las recompensas diarias, cada uno de estos
puntos le permite al niño ganar una parte de una recompensa más importante (un
balón) mediante la acumulación de puntos hasta llegar a seis. Con un poco de
perseverancia ganó todos sus puntos y obtuvo su balón. La siguiente recompensa
costaba siete anotaciones y la siguiente, ocho. De esta forma, las recompensas se
hicieron menos frecuentes, hasta su total extinción, aunque sus padres le sorprendían
ocasionalmente con una pequeña sorpresa por portarse bien.

Figura 4. Gráfico de__________

_______gana puntos por seguir instrucciones

TÉCNICAS COGNITIVAS PARA LA MODIFICACIÓN DE CONDUCTA

El refuerzo positivo encubierto


Si se induce a un sujeto a imaginar una conducta y ésta se asocia a estímulos
agradables o desagradables, también imaginativos, dicha conducta se incrementará o
disminuirá, respectivamente, en la realidad.

En el caso del refuerzo positivo encubierto se hace imaginar al alumno una


escena en la que se produzca la respuesta a sensibilizar, e inmediatamente se asocia
a otra escena imaginaria gratificante para él.

Esta ejercitación se repite varias veces al día hasta que el sujeto va


adquiriendo en su vida normal la respuesta adecuada.

Un problema de falta de interés hacia el estudio, por falta de sensibilización,


puede ser tratado haciendo imaginar al alumno que a su llegada a casa, y tras
merendar, se pone inmediatamente a estudiar con verdadero interés y se asocia
inmediatamente con el pensamiento de que sus padres le hacen el regalo que desea
por sus buenas notas. Si en este caso la falta de interés hacia el estudio era como
consecuencia de un exceso de atracción hacia la televisión, previamente habría que
desensibilizar este hábito inadecuado.

El refuerzo negativo encubierto

En el caso del refuerzo negativo encubierto, la respuesta que se pretende incrementar


se asocia con el cese de un estímulo imaginario desagradable o aversivo para el
alumno. En vez de proporcionar algo agradable, como ocurre en el caso del refuerzo
positivo encubierto, lo que se hace es eliminar imaginariamente algo que era
desagradable para el sujeto.

De esta manera el paciente experimenta un alivio o, lo que es lo mismo, siente una


sensación agradable.

La técnica consiste en imaginar inicialmente la situación o escena que es


desagradable al sujeto; después el alumno vive en su imaginación la realización de la
conducta deseada, e inmediatamente siente imaginariamente que cesa el estímulo
desagradable inicial.

Dicha asociación debe reiterarse varias veces (entre 10/12 veces) durante varios días,
hasta que se modifique la conducta real.

El refuerzo negativo encubierto está indicado cuando no es posible proporcionar el


refuerzo positivo encubierto y, especialmente, en casos de conducta desadaptada y
temores.

Supongamos una conducta de falta de atención en clase. Puede iniciarse la


imaginación del estímulo aversivo que en este caso consistirá en la escena del
profesor leyendo en alto en clase los nombres de los alumnos que menos interés han
demostrado durante la 1ª evaluación, entre los cuales figura el interesado. Se continúa
imaginando lo que el alumno debe realizar y cómo debe estar durante la clase. Se
termina imaginando la escena inicial en la que el profesor cita los nombres de los
peores alumnos, pero sin incluir al suyo.

El autocontrol
En esta técnica el alumno se propone determinados objetivos en su conducta,
los cuales debe realizar periódicamente, llevando a cabo su seguimiento, evaluación y
reforzamiento.

Puede ser empleada como elemento de terapia por sí misma o bien como
medio de apoyo a otras técnicas. Constituye una técnica base imprescindible para
lograr resultados eficaces, ya que mediante ella el sujeto se acostumbra a observarse,
lo que hace con arreglo a unas pautas que previamente se ha propuesto, reforzándose
su nivel de aspiración cada vez que las ejecuta correctamente. Constituye un refuerzo
constante de su fuerza de voluntad, junto al seguimiento de su actitud a lo largo de un
proceso.

Es utilizada a veces como medio para conocer la línea base en relación con un
problema, es decir, la frecuencia o incidencia del mismo durante un período de tiempo.
Otras veces constituye el punto de partida o de apoyo a otras terapias.

En la práctica consiste en que el alumno se propone pequeños objetivos en


relación con su trabajo o su forma de actuar en determinadas circunstancias,
permaneciendo atento a su conducta para poder evaluarla al final de cada día y
estableciendo expectativas para el siguiente. Todo ello hace que poco a poco vaya
siendo más consciente y responsable de sus actos, ilusionándose por sus progresos y
modificando su actitud.

La autosugestión

Es una técnica apropiada para alumnos inestables, impresionables, con bajo


control emocional o faltos de fuerza de voluntad.

El sujeto repite varias veces al día frases que le proporcionan confianza y


seguridad en orden a su actuación deseada. Esta reiteración llega a sugestionarle,
llevándole al convencimiento de que es capaz de lograr lo que se propone realizar, y
además lo hará bien.

Terapia asertiva

Algunos sujetos presentan dificultad por manifestar sus sentimientos, bien por
timidez, prevención o complejo de inferioridad. Ello puede constituir en determinados
casos, un grave perjuicio para su vida de relación social y el desarrollo evolutivo de su
personalidad. A fin de modificar su actitud de forma adecuada se utiliza la terapia
asertiva, que consiste en estimular al sujeto a que manifieste verbalmente sus
emociones y sentimientos con toda libertad.

La modalidad más frecuentemente empleada es la del ensayo de conducta o


psicodrama, en la que el sujeto practica la actuación a desarrollar en diversas
circunstancias. Posteriormente se fija determinados objetivos asertivos, vigilando su
actuación diaria y evaluándola. Sus pequeños triunfos constituyen refuerzos que van
consolidando poco a poco su actitud.

Terapia cognitiva
El sujeto verbaliza la conducta que desea realizar, posteriormente la verbaliza
al tiempo que la ejecuta. Cuando este último proceso lo realiza correctamente recibe la
aprobación del terapeuta a modo de refuerzo.

Otra forma de actuar en los procesos cognitivos consiste en la solución de


problemas, técnica mediante la cual se hace que el sujeto piense y exprese en voz alta
cómo debe conducirse ante una situación determinada, así como las consecuencias
beneficiosas que se derivarán de ello.

La terapia cognitiva ofrece buenas posibilidades en el campo educativo,


especialmente en niveles iniciales y medios, ya que constituye un medio para
sistematizar los procesos de actuación de la persona.

Modelado encubierto

En esta técnica se hace imaginar al sujeto la conducta deseable, así como las
consecuencias favorables que provoca en los demás. Se reitera dos o tres veces al
día hasta que el sujeto se siente capaz de ponerla en práctica en su vida normal.

Puede combinarse con aserción, imaginando la reacción de los demás ante


una adecuada actuación del sujeto.

La relajación

Mediante esta técnica se actúa sobre los diversos músculos del cuerpo para
lograr su total distensión.

La tensión muscular y la tensión psíquica guardan cierta relación, de tal forma


que una excesiva tensión muscular en determinadas zonas corporales puede provocar
también tensión psíquica o incluso dolor. De la misma manera, la distensión muscular
favorece la distensión psíquica, creando una situación placentera y reconfortante.

Para lograr la relajación muscular completa se parte de la posición de sentado


en un sillón; la cabeza recostada en el respaldo; los brazos apoyados de forma que la
palma de la mano quede hacia abajo descansando sobre las piernas; las rodillas
flexionadas y la planta de los pies en contacto con el suelo.

Desde esta posición inicial puede procederse así:

Con los ojos entornados, se cierra el puño derecho con fuerza, notan do la tensión en
el brazo; se permanece unos segundos haciendo tensión; se abre la mano
distendiéndola totalmente, experimentando uru sensación de alivio y relajación. Se
hace lo mismo con el puño izquierdo.

Se flexiona por el codo uno de los brazos; notar la tensión en el bíceps; se


mantiene la posición unos segundos; distender a continuación el brazo hasta que la
palma de la mano descanse sobre el mismo hacia arriba; notar la distensión, al tiempo
que se piensa lo agradablemente distendido que se siente. Hacer lo mismo con el otro
brazo.
Después hacer lo mismo con cada una de las piernas: se eleva y dobla por la rodilla
mientras se actúa con tensión en sus músculos durante unos segundos. A
continuación retornar a la posición inicial, apreciando la distensión y descansando
plácidamente al tiempo que se piensa en lo relajado que se está.

Cuando se ha logrado la relajación de brazos y piernas correctamente se pasa a la


cabeza; se tensa y distiende sucesivamente la frente, las cejas, los ojos, la boca y las
mandíbulas. Tras la distensión descansa brevemente notando el alivio.

Se pasa al cuello, tensando los músculos y distensándolos los hombros; la espalda.


En cada uno se hace lo mismo, descansando tras la distensión.

Después se pasa a inspirar profundamente aire en los pulmones, manteniéndolo unos


segundos y expulsándolo después suave y profundamente, al tiempo que se descansa
plácidamente.

Se descansa unos segundos totalmente relajado, sintiendo la propia respiración.

Se termina cada sesión flexionando el brazo varias veces con energía al tiempo que
se respira profundamente dos o tres veces. Se abren los ojos y se habla.

Desensibilización sistemática

Si logramos que una respuesta antagónica a la de angustia se produzca junto a


estímulos que provocan ansiedad, disminuirá la relación entre estos estímulos y su
reacción de angustia. La intensidad de la respuesta de angustia a dicho estímulo va
haciéndose cada vez menor, hasta llegar a desaparecer por completo.

El proceso de la desensibilización sistemática tiene los siguientes pasos:

.Detección de la clase de temor o angustia, e intensidad que provoca.


.Categorías a desensibilizar y su jerarquización.
.Determinación del plan de tratamiento a seguir.
.Entrenamiento en la relajación profunda.
.Sesiones de tratamiento.
En ambientes escolares la detección de los temores o grado de angustia se

puede realizar bien por medio de una entrevista con la familia y el alumno, por la

aplicación de cuestionarios apropiados o por un sistema mixto.

Las jerarquías a desensibilizar se eligen en orden inverso al grado de angustia


o temor que producen, de tal forma que empezaremos por aquella que menos
ansiedad suscite; después pasaremos la siguiente, y por último llegaremos a la que
más ansiedad provoque. La determinación de este orden dentro de las jerarquías
constituye un aspecto importante y decisivo. Una vez elaborado el orden de actuación
de las diferentes jerarquías se determinará el plan de actuación, que incluye:
.Iniciación en la relajación muscular profunda.

.Desarrollo de la primera sesión.

.Sesiones sucesivas de tratamiento.

En la primera sesión se procederá así:

-Se inicia con la práctica de la relajación muscular profunda.

-Se le hace imaginar la categoría inferior a desensibilizar, de manera que no llegue a


producir inquietud o angustia.

-Cuando se llega al momento de mayor ansiedad de la categoría se le pide que se


relaje completamente, al igual que se hizo al comienzo de la sesión.

-Se vuelve a pensar o imaginar en la jerarquía de ansiedad y al llegar el momento de


mayor intensidad se le pide que se relaje completamente.

-Una vez relajado, y tras haber imaginado el pensamiento último sin llegar a sentir
ansiedad, se le cita para la próxima sesión.

La sesión siguiente se inicia con el pensamiento o imaginación de la jerarquía de


ansiedad sucesiva, o que produce inmediatamente más ansiedad, procediéndose a
relajarle en el momento de mayor intensidad. Volviéndose a repetir y, si hay tiempo
para ello, se pasa a la siguiente jerarquía o se le cita para la nueva sesión.

La desensibilización sistemática está aconsejada para el tratamiento en los siguientes


casos:

.Fobias y temores escolares

.Náuseas y mareos
.Incomunicación familiar
.Relaciones interpersonales
.Ansiedad en general

El castigo encubierto

Si imaginamos la conducta que se pretende eliminar, asociándola inmediatamente con


la imaginación de una situación aversiva o desagradable, dicha conducta se irá
reduciendo en la realidad.

En la práctica se hace que el sujeto imagine la conducta desadaptativa y a


continuación haga lo mismo con una situación que para él resulte molesta o
desagradable. Esta asociación se repite varias veces al día, pudiendo variarse la
escena o situación desagradable a fin de evitar monotonía.
Esta técnica es muy útil cuando la conducta a desensibilizar está muy
arraigada y requiere actuaciones contundentes.

Casos como robos, mentiras, violencia y en general conductas recias al cambio


pueden requerir esta técnica.

El autocastigo

Consiste en que el sujeto preste atención a su conducta y siempre que


aprecie que se ha producido la conducta desadaptativa, o que se quiere
modificar, se aplique algo molesto o desagradable para él, previamente
estipulado.

Un control adecuado y diario de las veces que se produce el acto a modificar y


aquéllas en las que el sujeto se ha aplicado el autocastigo, contribuye a disminuir su
repetición, hasta su total desaparición.

Es una técnica aplicable en aquellos casos en los que el alumno no sea capaz
de imaginar el castigo encubierto.

La inundación emocional

Denominada también terapia implosivo-expresiva, se basa esta técnica en la


respuesta emotiva que el organismo puede dar aun estímulo neutro cuando se asocia
a este último un estímulo aversivo, En ella se expone al alumno a estímulos que le
provocan un elevado grado de angustia. Ante esta emoción, el alumno expresa
verbalmente el sentimiento angustioso que le produce, de lo cual se sigue una
disminución de la intensidad del mismo.

Se sigue este proceso:

.Se enseña al alumno a suspirar rítmicamente, permaneciendo unos minutos


realizando dicho ejercicio.

.Se le instiga a que verbalice la emoción o el temor que le preocupa, poniendo de


manifiesto los motivos de su angustia.

.En otra sesión el psicólogo le presenta una escena global con sus preocupaciones,
que le provoque un intenso grado de angustia, haciendo que se produzca una
explosión verbal de sus sentimientos.

.Se repite la escena hasta que el alumno acepte sin temor, incluso con sensación de
bienestar, la emoción. De esta manera se irá extinguiendo su temor al dominar la
situación emotiva de forma apropiada.

Con la terapia implosivo-expresiva o de inundación emocional pueden tratarse, entre


otros, los siguientes problemas:

.Temores.
.Obsesiones.

.Negación al alimento.

.Intentos de fuga y ausencias del domicilio.

Terapia racional emotiva

.Se hace que el alumno analice la situación que le preocupa o perturba, expresándose
verbalmente ante el psicólogo

.El psicólogo le conduce con arreglo a su circunstancia particular hacia una


situación que le provoque angustia.

.Esta percepción le conduce a sentir su actuación errónea o, al menos,


irresponsable, contribuyendo a que su conducta se debilite al comprobar lo
perturbadora que puede ser para él, caso de continuar así.

La terapia racional emotiva está indicada en los siguientes casos:

.Negación al estudio o trabajo escolar

.Exceso de intervencionismo en clase.

.Pereza mental.
.Mínimo aceptable.
.Falta de interés por el trabajo
.Perturbación en clase.
.Agotamiento por exceso de actividades o estudio.
TÉCNICAS CONDUCTISTAS UTILIZADAS EN EL TRATAMIENTO
PSICOPEDAGÓGICO

La terapia conductual intenta modificar los patrones de conducta desadaptados mediante

la aplicación de los principios del aprendizaje, al manipular las recompensas y castigos

ambientales. Las principales características de la terapia conductual son:

. centrarse en la conducta observable.

. La cuidadosa evaluación de la conducta a modificar.

. El control y evaluación de los efectos del programa en la alteración de la conducta.

. El interés por los cambios conductuales socialmente significativos.

La modificación de la conducta se lleva a cabo mediante :


- Técnicas derivadas del condicionamiento clásico.

- Técnicas del condicionamiento operante.

En el condicionamiento clásico los estímulos provocan respuestas automáticas, mientras


que en el condicionamiento operante las conductas se controlan mediante la alteración de
las consecuencias que les siguen.

- a) Las técnicas del condicionamiento clásico son:

La asociación de estímulos y la conducta refleja.

La desensibilización sistemática.

La imaginación emotiva.

La asociación de estímulos y la conducta refleja.

Es la técnica básica del condicionamiento clásico, a partir de la cual se han elaborado las
restantes. Si un estímulo que provoca una conducta, lo asociamos con otro estímulo cualquiera,
cuando se produzca éste, también se seguirá aquella conducta o una muy parecida. Si un
estímulo provoca alegría, y le asociamos con un segundo estímulo, como puede ser el sonido de
un timbre, cuando éste suene, aun sin haberse producido el primer estímulo, se responderá con
alegría. Para que se produzca la asociación de los estímulos debe practicarse el aprendizaje
durante cierto espacio de tiempo. La conducta aprendida de forma refleja puede extinguirse si
no se aplica el estímulo inicial junto al nuevo, renovando así el condicionamiento.

La desensibilización sistemática.

Si un estímulo que provoca ansiedad lo apareamos con una conducta que sea incompatible
con la ansiedad, ésta disminuirá hasta llegar a desaparecer cuando aparezca aquél. Esta
técnica, en la que se aplican los principios del condicionamiento clásico, se usa en la mayor
parte de los casos en que se aprecia temor, ansiedad o preocupación ante algo. Generalmente,
la conducta incompatible con la ansiedad, y que se utiliza con mayor frecuencia. es la
relajación muscular, pero puede ser empleada también la relajación mental o cognoscitiva. El
proceso de la desensibilización sistemática implica :

. Detección de la clase de temor o angustia, e intensidad que provoca.

. Jerarquización de las categorías de temor.

. Entrenamiento en la relajación profunda.

. Asociación sucesiva de las diferentes categorías de temor con la relajación, hasta que deje de
provocar angustia o ansiedad.

La imaginación emotiva.

Es una modalidad de la desensibilización sistemática en la que se sustituye el estímulo


incompatible con la ansiedad, por otro agradable.

Consiste en asociar a un estímulo que provoca ansiedad, otro estímulo de naturaleza


agradable e imaginado por el alumno, el cual es incompatible con la ansiedad. Al asociar ambos
estímulos, cuando aparece el que produce ansiedad, automáticamente se presenta el imaginario
agradable, reduciéndose la ansiedad hasta desaparecer. Si un alumno tiene temor de acudir a la
escuela y le resulta agradable un determinado personaje, podemos asociar la imaginación de este
personaje con el pensamiento de ir a la escuela hasta que desaparezca el temor. La imaginación
emotiva es una técnica muy apropiada en ambientes escolares por su gran sencillez. Para su
aplicación deberá seguirse la siguiente secuencia :

. Determinar los estímulos que producen temor o ansiedad.

. Conocer el personaje más admirado y agradable al alumno.

. Hacer que el alumno imagine, con los ojos cerrados, a dicho personaje y establezca
una relación con él.

. Introducir paulatina y sucesivamente los estímulos que provocan temor o ansiedad,


asociándolos con dicho personaje, de forma que no se produzca ansiedad.

Conforme vaya tolerando esta asociación, se va avanzando en la presentación de los


estímulos hasta llegar al que le produce mayor temor o ansiedad, y lograr que ésta desaparezca.

- b) Las técnicas del condicionamiento operante son:

El refuerzo positivo.
El refuerzo negativo.
El castigo.
La extinción.
El autocontrol.
La retroalimentación.

El refuerzo positivo.

Se emplea para incrementar 1a frecuencia de una respuesta mediante un refuerzo consistente


en proporcionar un estímulo grato al alumno. Cuando el alumno realiza la acción deseada se le
refuerza con alguno de estos medios, según lo que a él más le agrade :

. Elogiar su conducta, mediante expresiones como «muy bien», «estupendo», y otras parecidas
que demuestren aprobación de la misma.

. Dulces, caramelos o alimentos preferidos.

. Gestos de aprobación de sus actos, como sonrisas, asentimiento de cabeza, demostración de


alegría o satisfacción por su acción.

. Premios diversos, como objetos, regalos, fichas (canjeables después por otros objetos).

. Cosas agradables, como oír música, ver un programa de televisión, asistir a una reunión, etc.
. Reconocimiento de su acción por otras personas.

El refuerzo de la conducta debe proporcionarse lo más inmediatamente posible, al menos al


principio del tratamiento. La entrega del reforzador puede aplicarse todas las veces que el
alumno obre correctamente (refuerzo continuo) o solamente algunas (refuerzo intermitente). Las
distintas modalidades que presenta el refuerzo positivo son:

. Programa de razón fija.

. Programa de razón variable.

. Programa de intervalo fijo.

. Programa de intervalo variable.

. Programa de razón fija. Cada cierto número de veces que el alumno realice la respuesta
deseada se le concede un refuerzo. Al comienzo de un programa se le deberá reforzar todas las
veces que la conducta se produzca. Conforme se avanza en el programa, podrá ir
aumentándose de forma paulatina dicha razón fija. Es una modalidad eficaz, por la que se
suelen comenzar la mayor parte de los programas, aunque después se cambie de modalidad. El
alumno se habitúa a la proporción establecida, siendo sus realizaciones intermedias (en el
supuesto de razones fijas amplias) más imperfectas, y mejores las finales del ciclo. Cuando se
suprime el refuerzo, suele extinguirse la conducta con más facilidad que con las otras
modalidades.

. Programa de razón variable. En este caso se varía la proporción de respuestas correctas por
cada refuerzo, de manera que el alumno no sepa cuándo va a recibirlo. Al principio la oscilación
de la razón debe ser pequeña y aumentarse poco a poco. Es un procedimiento muy eficaz para
lograr la modificación de la conducta, ya que todas las respuestas del alumno se realizan con la
expectativa del posible premio, al desconocer el momento en que se producirá. Incluso cuando
se suprime el refuerzo, resulta difícil la extinción de la respuesta.

. Programa de intervalo fijo. Siempre que el alumno obre correctamente, es decir, realice la
conducta deseada durante un espacio de tiempo fijo, se le proporciona el refuerzo. Esta
circunstancia es independiente del número de veces que lo haga. Su eficacia es discreta, ya que
puede habituarse, con una sola acción, a esperar el refuerzo en el tiempo que, por repetición,
llega a conocer. Al suprimir el refuerzo se produce la extinción con rapidez.

. Programa de intervalo variable. En esta modalidad se aplica el refuerzo al alumno en


intervalos de tiempo variables siempre que, durante los mismos, responda con la conducta
deseada. Es un procedimiento más eficaz que el anterior para la modificación de la conducta, ya
que el alumno desconoce cuándo se va a producir el refuerzo, y ello le obliga a obrar
correctamente de modo permanente. Cuando se suprime el refuerzo, la extinción se produce con
lentitud.

El refuerzo negativo

Esta técnica consiste en incrementar la frecuencia de una acción deseable eliminando algo que
resulta molesto al alumno, siempre que obre correctamente. Como medios para llevar a cabo el
refuerzo negativo se encuentran, entre otros, quitar o suprimir al alumno :

. Objetos o cosas que le resulten desagradables, como figuras, animales, ambiente, etc.

. Ruidos molestos, como timbrazos, pitidos, etc.

. Olores desagradables.

. Dolores físicos o circunstancias molestas, que imposibilitan su libertad, como aquellas


que le obligan a permanecer en determinada postura o lugar.

El refuerzo negativo debe ser también lo más inmediato posible a la conducta deseada. Su
aplicación puede ser de manera continua o intermitente. La primera es más eficaz que esta
última, pues al suprimir el refuerzo, se suele producir la extinción con más rapidez.

El castigo.

Esta técnica consiste en eliminar algo grato, o bien en proporcionar algo que resulte
molesto al alumno, siempre que responda con una conducta distinta a la deseable, facilitando así
la extinción de la misma.

El castigo aplicado de forma intermitente es menos eficaz que cuando se hace de forma
continua, es decir, siempre que se produzca la respuesta inadecuada.

Los castigos deben aplicarse lo más inmediatamente posible tras la acción incorrecta.

Entre los castigos que más corrientemente pueden aplicarse, tanto en ambientes
escolares como en los familiares, se encuentran los siguientes :

. Suprimir o privar al alumno de:


 Palabras cariñosas, elogios, dirigirle la palabra.

 Comidas o platos que le agradan.

 Sonrisas y gestos de aprobación.

 Fichas o dinero, restando o deduciéndolo a lo ganado.

 Cosas gratas, como algunos objetos, ver la televisión, etc.

 Ambiente o personas gratas para él.

. Aplicar o proporcionar al alumno:

 Ruidos molestos, como pitidos o música estridente.

 Molestias físicas, como posturas incómodas, inmovilidad, etc.

 Olores desagradables.

 Trabajos molestos, monótonos.

 Desaprobación de sus acciones con palabras duras.

Los castigos pueden aplicarse en muchas ocasiones, siendo necesario que el alumno lleve el
autocontrol de su conducta y se halle comprometido en un contrato serio y responsable.

La extinción.

Otra manera de reducir la frecuencia de una conducta no deseable es ignorarla cuando se


produce. De esta manera, llega a producirse la extinción de la misma al no recibir ningún
refuerzo que la mantenga.

La extinción debe ser aplicada siempre que se produzca la conducta, no siendo


susceptible de hacerlo de manera intermitente, ya que, en este caso, se reforzaría la conducta y
sería contraproducente para el tratamiento.

Ignorar la conducta es una técnica muy fácil y de gran eficacia. En muchas ocasiones la
familia, al aplicar un castigo por una conducta indeseable, lo que hace es, a veces, reforzarla;
mientras que si la hubiera pasado por alto sin prestarle atención, el niño, al ver que no se le hace
caso y que aquella conducta no es útil para él, dejaría de realizarla, con lo que desaparecería por
extinción.
El autocontrol

Consiste en la aplicación de los medios terapéuticos por el propio alumno, de acuerdo con las
prescripciones convenidas con el profesor, llevando asimismo el control de sus resultados.

El autocontrol se ha demostrado en experiencias recientes como un medio sumamente


eficaz para la modificación de la conducta, presentando las siguientes ventajas :

- Proporciona confianza y responsabilidad al alumno, haciendo que se interese


profundamente por su tratamiento y resultados.

- Permite la observación de aspectos y facetas ocultos a la observación externa y, aunque


puede perder objetividad en la evaluación de los resultados, sus posibilidades son
ilimitadas en cuanto a la amplitud del campo de aplicación.

- La misma subjetividad del autocontrol hace que, en la mayor parte de los casos, el
alumno sea, incluso, más exigente en la evaluación de su tratamiento.

- El alumno actúa de terapeuta sobre su problema, regulando en muchas ocasiones el


tratamiento y aplicándose los refuerzos o castigos que ha establecido previamente.

- La observación de su conducta puede llevarla a cabo de forma permanente, por lo que


sus resultados son más estables y duraderos al crear hábitos que se prolongan tras el
tratamiento.

El autocontrol presenta una serie de modalidades que, en determinadas circunstancias, llegan a


constituir técnicas por sí mismas:

. La autoobservación.

. El autorref'uerzo y el autocastigo.

. La autorregulación.

. El autocontrol de estímulos.

. La autoinhibición recíproca.

. El autotratamiento.

. La autoobservación.
Consiste en la observación de la conducta por el mismo alumno, el cual recibe los
criterios a los que debe ceñirse en todo momento para realizarla. Estos criterios deben ser muy
concretos y muy objetivos.

En esta modalidad el profesor concreta el plan de tratamiento, las técnicas a emplear y


los criterios para evaluar la observación de su tratamiento. El alumno, normalmente, será
quien se aplique el tratamiento, realice su propia observación y evalúe los resultados. En
determinados casos, la aplicación del tratamiento puede ser realizada por algún miembro de su
familia u otra persona, pero la observación y evaluación son obra exclusiva del propio alumno.

Es una modalidad idónea para ser empleada en medios escolares, ya que, en muchas
ocasiones, los problemas se presentan en momentos en los que el observador externo no está
junto al alumno y, en cambio, el propio alumno, al ser siempre el protagonista, puede observar
perfectamente su conducta.

. Autorrefuerzo.

Constituye una modalidad del autocontrol en la cual el alumno, además de cumplir el


plan de tratamiento fijado por el profesor y de observar su propia ejecución, se aplica los
refuerzos y castigos que le hayan prescrito previamente. Es un medio terapéutico mucho más
eficiente que el anterior, ya que el alumno actúa con un mayor protagonismo.

. Autorregulación.

Permite al alumno fijar determinados aspectos de su tratamiento, como, por ejemplo, la


razón de los refuerzos o castigos. Puede aumentar o disminuir las tasas de los mismos
o, incrementar el número de sesiones de ejercicios terapéuticos. Esta modalidad puede ser
muy útil en los casos de nerviosismo, irritabilidad, ansiedad, etc., en los que puede requerirse
dicho incremento de sesiones en determinados momentos, de acuerdo con el estado
emocional del alumno.

. Autocontrol de estímulos.

Es una modalidad en la que el alumno determina los estímulos que pueden servirle para
modificar su conducta, y con arreglo a los mismos, se los aplica, observa y evalúa.
. Autoinhibición recíproca.

El alumno elige el medio más adecuado para contrarrestar la acción que quiere inhibir y
luego lo aplica cuando es previsible que se den las circunstancias que desea modificar. Esta
modalidad de autocontrol se utiliza en ciertos casos de ansiedad, dificultades en la relación
social, nerviosismo y, en general, cuando se presentan problemas de comportamiento que
puedan contrarrestarse mediante conductas que sean incompatibles. Se comentan y concretan
con el alumno aquellos aspectos que él considera que pueden aplicarse con más eficacia en
previsión de la conducta a inhibir. Cuando se presenta una circunstancia así, pone en práctica
la conducta incompatible, con lo que evita la otra conducta. Anota sus resultados y,
posteriormente, contabiliza sus éxitos y fracasos.

. Autotratamiento.

Es un paso más en la técnica del autocontrol. En ambientes escolares, esta modalidad


puede constituir sólo la parte final del tratamiento, o bien aplicarse desde el primer momento.
En ambos casos se pide al alumno que dé cuenta de sus decisiones, las cuales, en gran parte,
serán fruto de la evolución de sus resultados. El autotratamiento convendrá aplicarlo a alumnos
con buen autodominio, con buena capacidad de reflexión y que sean suficientemente objetivos,
ya que, en otro caso, nos expondremos a que no se lleve el proceso con la debida exigencia.

La retroalimentación.

Mediante esta técnica el alumno va conociendo los resultados que obtiene, los cuales
pueden influir en su futura actuación. El conocimiento de su propia evolución provoca en él la
autoestimulación y el deseo de corregir aquellos aspectos que puedan mejorarla. La
retroalimentación puede ser:

. Interna o autorretroalimentación.

. Externa.

En la retroalimentación interna el alumno se observa, y conoce la evolución de sus


resultados por sí mismo.

En la retroalimentación externa el alumno recibe una información ajena sobre sus


resultados. Esta modalidad puede ser:
. Biorretroalimentación.

. Sociorretroalimentación.

La primera consiste en el conocimiento objetivo de los resultados de su terapia por


medio de procedimientos físicos, químicos o eléctricos; de tal manera que dicha información
pueda influir en sus decisiones.

La sociorretroalimentación es una submodalidad en la que el alumno percibe los


resultados de su tratamiento a través del criterio y la actuación de las personas que se
encuentran a su alrededor. Además de percibir personalmente esos resultados, recibe una
información complementaria y objetiva que refuerza su actuación o, en caso necesario, influye
para modificarla.

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