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La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que
convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que
enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen. Se inició
con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el
golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien, después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón
Bonaparte, la organización política de Francia durante el siglo XIX osciló entre república, imperio y
monarquía constitucional, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del feudalismo y
del absolutismo en ese país,1 y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, apoyada en
ocasiones por las masas populares, se convirtió en la fuerza política dominante en el país. La
revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la
medida en que lo derrocó con un discurso e iniciativas capaces de volverlo ilegítimo.
A partir de este momento se inició una transición que acabaría con siglos de una mano de obra
basada en el trabajo manual y el uso de la tracción animal, siendo estos sustituidos por maquinaria
para la fabricación industrial y para el transporte de mercancías y pasajeros. Esta transición se
inició hacia finales del siglo XVIII en la industria textil, así como en lo relacionado con la extracción
y utilización de carbón. La expansión del comercio fue posible gracias al desarrollo de las
comunicaciones, con la construcción de vías férreas, canales, y carreteras. El paso de una
economía fundamentalmente agrícola a una economía industrial influyó sobremanera en la
población, que experimentó un rápido crecimiento sobre todo en el ámbito urbano. La
introducción de la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769) en las distintas
industrias, fue el paso definitivo en el éxito de esta revolución, pues su uso significó un aumento
espectacular de la capacidad de producción. Más tarde, el desarrollo de los barcos y de los
ferrocarriles a vapor, así como el desarrollo en la segunda mitad del XIX del motor de combustión
interna y la energía eléctrica, supusieron un progreso tecnológico sin precedentes.67
Como consecuencia del desarrollo industrial nacieron nuevos grupos o clases sociales encabezadas
por el proletariado —los trabajadores industriales y campesinos pobres— y la burguesía, dueña de
los medios de producción y poseedora de la mayor parte de la renta y el capital. Esta nueva
división social dio pie al desarrollo de problemas sociales y laborales, protestas populares y nuevas
ideologías que propugnaban y demandaban una mejora de las condiciones de vida de las clases
más desfavorecidas, por la vía del sindicalismo, el socialismo, el anarquismo, o el comunismo.
REVOLUCIÓN AGRARIA
Mucho antes de que el ruido de la máquinas estremeciera la tranquila vida de los europeos, en los
campos de Inglaterra, y más tarde en los de Francia, se desarrollaba un importante proceso
agrario. Los predios comenzaron a cercarse, se vieron las ventajas de la rotación de la tierra, se
mejoraron las empastadas y la crianza del ganado se perfeccionó.
En los años iniciales del siglo XVII se inició el empleo de nuevos métodos y técnicas que
permitieron intensificar el cultivo y aumentar la productividad. A la vez, el transporte adquirió
mayor importancia y las comunicaciones abrieron otros mercados a los productos agrícolas.
Algunos inventos
Hasta avanzada la Edad Media, el arado era lo más sobresaliente que se había inventado para
trabajar la tierra. A comienzos de 1700, el agricultor inglés Jetro Tull creó una máquina
sembradora que distribuía la semilla en forma regular por hileras y luego la cubría de tierra,
sistema que permitió apurar las siembras y reducir la cantidad de granos que había que sembrar.
Pero las mejoras técnicas no fueron tan espectaculares. La agricultura ofrecía poca oportunidad
para la especialización, y el empleo intensivo de la maquinaria en el campo llegó tan sólo en el
siglo XX. Alrededor del 1780, nuevos tipos de arados se introdujeron al mercado, y un constructor
de molinos de Escocia inventó una trilladora más eficiente. El aumento de la producción de hierro
ayudó a sustituir la madera por el metal en la confección del arado y, en 1803, un arado de acero
se puso a la venta en el mercado inglés.
A fines de 1770, un ganadero inglés logró producir ganado vacuno que daba mayor cantidad de
carne, caballar con más fuerza y lanar de mayor tamaño y peso. Se introdujeron nuevas variedades
de pastos y abonos. El inglés Charles Townshend descubrió que había ciertas plantas, como el
trébol y los nabos, que enriquecían el suelo y evitaban que éste perdiera fertilidad. Haciendo una
rotación adecuada de los cultivos, se podía aprovechar la tierra todos los años, sin tener que dejar
buena parte en barbecho o descansando(en la imagen, la evolución del arado).
Gracias a esta revolución agraria se pudo alimentar a una masa humana cada vez más creciente,
que empezó a concentrarse en los centros urbanos, industriales y mineros.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La Primera Guerra Mundial también conocida como Gran Guerra,b fue una confrontación bélica,
ocurrida principalmente en Europa, que empezó el 28 de julio de 1914 y finalizó el 11 de
noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones del armisticio. Tras seis meses de
negociaciones en la Conferencia de Paz de París, el 28 de junio de 1919 los países aliados firmaron
el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a lo largo del siguiente año con cada una de las
potencias derrotadas. Más de nueve millones de combatientes y siete millones de civiles
perdieron la vida (1% de la población mundial)67, una cifra extraordinariamente elevada, dada la
sofisticación tecnológica e industrial de los beligerantes. Está considerado el quinto conflicto más
mortífero de la historia de la Humanidad.c Tal fue la convulsión que provocó la guerra, que allanó
el camino a grandes cambios políticos, incluyendo numerosas revoluciones con un carácter nunca
antes visto en varias de las naciones involucradas.8
Recibió el calificativo de mundial porque en ella se vieron involucradas todas las grandes potencias
industriales y militares de la época, divididas en dos alianzas opuestas9. Por un lado se encontraba
la Triple Alianza, formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría. Italia,
que había sido miembro de la Triple Alianza junto a Alemania y Austria-Hungría, no se unió a las
Potencias Centrales, pues Austria, en contra de los términos pactados, fue la nación agresora que
desencadenó el conflicto.10Por otro lado se encontraba la Triple Entente, formada por el Reino
Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y fueron varias las naciones
que acabarían ingresando en las filas de uno u otro bando según avanzaba la guerra: Italia, el
Imperio del Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente, mientras el Imperio otomano y
el Reino de Bulgaria se unieron a las Potencias Centrales. En total, más de 70 millones de militares,
de los cuales 60 millones eran europeos, se movilizaron y combatieron en la entonces guerra más
grande de la historia.1112
Hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada Gran Guerra, o
simplemente Guerra Mundial,131415 expresión esta última que en Alemania comenzó a utilizarse
desde su comienzo (Weltkrieg), aunque solo se generalizó en Francia (Guerre Mondiale) y en el
Reino Unido (World War) en la década de 1930, mientras que en Estados Unidos la denominación
se impuso a partir del momento de su intervención en 1917,16 ya que allí originalmente se la
conocía como Guerra Europea.17