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¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?

Génesis 4.9

Cuidar unos de otros es un valor cristiano fundamental. Debemos "llevar unos las cargas de los otros,
de esta manera cumplimos la ley de Cristo" (Gálatas 6:2).

Band of brothers es una serie de Steven Spielberg y Tom Hanks, ambientada en la Segunda Guerra
Mundial en la cual se presenta un grupo de jóvenes soldados que se unen de tal manera para atravesar,
juntos, tremenda situación; y efectivamente logran una lealtad increíble unos a otros, que termina no
sólo salvándole la vida a la mayoría, sino que encuentran verdaderos hermanos...

Es más fácil decirlo que hacerlo. En el mundo totalmente egoísta de hoy, parece que nos
preocupamos más por lo que otros pueden hacer por nosotros, que por lo que nosotros podemos hacer
por los demás. La idea de sacrificar nuestro tiempo o esfuerzo por alguien más parece terriblemente
anticuada, pero Cristo nos enseña que debemos servir a los demás como Él nos sirve a nosotros. El
Señor les dijo a sus discípulos un nuevo mandamiento (y a nosotros por extensión), luego reflejado por
los apóstoles en sus enseñanzas: "Queridos amigos, puesto que Dios nos amó tanto, nosotros
debemos también amarnos unos a otros" (1 Juan 4:11; 5.20-21).

Caín estaba en un serio problema. No asimiló jamás el valor y la responsabilidad de ser hermano de
Abel. Él quiso justificarse ante Dios, interponiendo su tesis: “yo no soy responsable por él; ¿porque
me preguntas por mi hermano…?” La realidad es que no hay manera de separarnos del hermano en
Cristo, así como no podemos hacerlo de los hermanos de carne. Hubo un sonado caso hace un tiempo
de dos siamesas iraníes pegadas por la cabeza… Ellas eran abogadas, pero querían separarse, para
ello recurrieron a una cirugía que no les daba muchas expectativas… Murieron en el intento de
separarse… No nos podemos separar del hermano, solo rompiéndonos...

Ahora, esto no debe terminar solo en un concepto de bondad uno hacia el otro. Como cristianos
bíblicos que somos, el asunto de la unidad va mucho más allá de la simple asistencia mutua. Dios nos
pide más que eso. Muchas religiones y filosofías nos hablan de la bondad y nos impulsan hacia la
armonía humana... Pero esta "unidad" que nos enseña la Palabra es otra cosa, es una realidad más
profunda.

La Biblia no habla simplemente de “unidad” como un producto de la buena voluntad humana. El


tipo de unidad de la que enseña la Biblia es más bien un estado de unidad, es decir, más que un
esfuerzo humano es más bien un resultado que deviene del hecho de que la iglesia, nosotros los
hijos de Dios, somos uno en Cristo. Es decir, participamos de la naturaleza divina (2 Pedro 1.4),
miembros de su cuerpo (en palabras de San Pablo: “…porque somos miembros de su cuerpo, de su
carne y de sus huesos. Efesios 5.30).

Entonces, y esto muy importante asimilarlo, no somos un grupo de gente voluntariosa que se
esfuerzan por ser amables unos con los otros; no somos un club social unidos por algún propósito
común; tampoco estamos “obligados” por algún contrato o compromiso legal; no somos un equipo
deportivo que “juega junto”; señores… somos la iglesia de Jesucristo, somos su cuerpo...

Dios sigue preguntándonos: “¿Y dónde está tu hermano…?” Cargándonos con la responsabilidad. Es
ineludible. Antes le había preguntado a Adán: “¿Dónde estás tú?” (Génesis 3.9), insinuando la
responsabilidad personal, pero ahora interroga al hombre por su hermano... Dios no solo nos carga con
la obligación de consagrarnos en santidad a Él, ¡sino también con la responsabilidad por el prójimo…!
El problema de Caín no fue que Dios desechó su ofrenda y aceptó la de Abel; su problema era más
profundo. Como no había precedente de relación de “hermanos”, Caín no supo asimilar su
responsabilidad de hermano. Y eso mismo sucede muchas veces entre nosotros, los hermanos en
Cristo. Tenemos ciertas confusiones con respecto a nuestra relación, y por esa causa viene todo tipo de
desavenencias y divisiones entre nosotros. Pero si nos damos cuenta de la indisolubilidad de nuestra
relación, entonces nos ajustaríamos a ese estatus de unidad y armonía (por fuerza).

Algunas consideraciones sueltas para ustedes sobre la responsabilidad de hermanos en Cristo:

Aversión, es una “mala palabra” en la conducta del cristiano. Muchos creyentes llegan a darle lugar
al diablo (literalmente) y desarrollan cierta aversión a algunos hermanitos en Cristo, y se permiten
todo tipo de conductas y opiniones sobre tal persona, aludiendo con sus chanzas al mismo Cristo.
Cuidado. 1 Juan 3.10-12

Compañerismo. Es una relación que consiste en “caminar juntos”. Vivir la vida a la par,
considerándonos iguales, y en el mismo sentido, compartiendo literalmente el mismo vehículo hacia
una misma meta...

¿Amistad…? no necesariamente. Podemos ser “amigos” si tenemos cosas en común, como la edad,
gustos, objetivos, etc. Pero no necesitamos “ser amigos” para ser hermanos.

Somos hermanos, los hermanos no se eligen, los amigos si. Así como no nos podemos separar de los
hermanos en la carne, es con los hermanos en Cristo, y aún más. Somos miembros del mismo cuerpo

Miremos en la Biblia con atención: Efesios 4.1-6; Filipenses 2.1-4 y Colosenses 3.12-15

Tenga en cuenta que como humanos que somos, nos fallaremos muchas veces.

Debemos tener presente la necesidad de perdonarnos unos a otros cuando nos ofendemos de alguna
manera.

Hay que buscar en el Señor hacernos de un espíritu perdonador, y corregir nuestra excesiva
susceptibilidad. La susceptibilidad tiene su raíz en el egocentrismo y la complicación interior. "Que
si no me tratan como merezco..., que si ése qué se ha creído..., que no me tienen consideración...,
que no se preocupan de mí..., que no se dan cuenta...", y así ahogan la confianza y hacen realmente
difícil la convivencia con ellos

Conclusión:

Somos el cuerpo de Cristo, y somos familia, pues todos los que hemos recibido a Cristo como Salvador
nos hemos convertido en hijos de Dios, y por ende en hermanos de todo creyente en Cristo.
¡Aceptémonos como tales…!

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