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Este escrito es parte de una compilación del curso de Biblia y Misión que como estudiante
de maestría he recibido y luego profesor de teología me ha tocado impartir en diferentes
seminarios e institutos bíblicos. En este trabajo se puede observar claramente que está
hecho desde la perspectiva bíblica, ya que tratamos el tema de las misiones a la luz de la
palabra de Dios como por ejemplo el paradigma misionero en el antiguo testamento
difiere del modelo del nuevo testamento en que Dios pide al pueblo de Israel ser un
ejemplo de vida “Que su luz brille” para que otros pueblos vean su relación con el creador
e imiten su ejemplo. En el Nuevo Testamento es diferente, ahora el creyente (La iglesia)
tiene que ir al encuentro del pecador y testificarle del amor de Dios.
Se dice frecuentemente que "misión" significa llevar las buenas nuevas a otras culturas
y naciones, en contraste con "la evangelización" entre quienes son de nuestra propia
cultura y nación.
La única "misión" en toda la Biblia es la de Saúl, que consistía en matar a todos los
amalecitas (1 Sam 15.18,20).
Aparte de ese pasaje, ni "misión" ni "misionero" aparece en todas las Escrituras.
El lenguaje bíblico para nuestro tema parte más bien del verbo "enviar"
Hebr. Shalach;
Gr. apostéllein, pémpein
…y se utiliza para toda clase de tarea a la que Dios envía a sus siervos y siervas
Con eso comenzaríamos a comprender que "la misión" es integral y mucho más amplia
que aquello que hemos entendido como "misiones foráneas" o transculturales.
Como señala, David Bosch, "No hay, en el AT, ninguna evidencia de que los creyentes
del antiguo pacto fuesen enviados por Dios a cruzar fronteras geográficas, religiosas o
sociales con el fin de ganar a otros para la fe de Yahvéh" (Bosch 1991: 17).
El término MISIÓN en el sentido moderno tiene su origen más bien con los jesuitas del
siglo XVI
Así los orígenes del término "misión" estaban íntimamente vinculados con la
expansión colonial del Occidente. Como la misma colonización, implicaba viajar a
países distantes para "subyugar" a paganos a la única religión verdadera.
Bosch de ninguna manera pretende negar que Cristo es el único Salvador del mundo,
ni tampoco negar que la iglesia del Señor vive bajo una comisión divina para llevar las
buenas nuevas a toda nación y pueblo pero su argumento demuestra que el concepto
"misión" no se define por su naturaleza transcultural ni mucho menos se limita a la
labor "foránea".
El uso del verbo "enviar", con Dios como sujeto, es amplísimo en el AT.
Dios envía su Palabra (Isa 55.11; Sal 107.20; 147.15; Dan 10.11).
Dios envía su Espíritu (Sal 104.30, Ezq 37.9s)
1. Dios envía al asirio Senaquerib "contra una nación pérfida, el pueblo de mi ira“
Israel! Isaías 10.6
2. Al babilonio Nabucodonosor (Jer 25.9; 27.6; 43.10; "mi siervo")
3. A Ciro el rey persa (Is 43.14; 48.14s: llamó "mi pastor" 44.28; "su ungido"
45.1).
Estos también son "enviados de Dios", una especie de "misioneros al revés" desde las
naciones paganas hacia Israel para su castigo o su liberación.
Hacia finales del AT, Dios revela que enviará a su "misionero por excelencia", el Siervo
Sufriente (Isa 42.6; 49.5). Según una gran proclama misionera que Jesús recogerá
después para el "discurso inaugural" de su ministerio:
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a
predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios
en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
(Isa 61.1-3).
¡Qué cuadro más perfecto de un verdadero misionero, que de hecho no es otra cosa
que un retrato del Mesías, nuestro Señor Jesucristo!
Pero debemos notar que, explícitamente, no tiene nada de "transcultural"; se trata
más bien de un ministerio a "los afligidos de Sión" (Isaías 61.3).
El bello lenguaje del pasaje nos dibuja el perfil amplísimo de una verdadera misión
bíblicamente integral.
De hecho, con esta promesa mesiánica Dios comienza a revelar también que su Ungido
será el Salvador para todas las naciones:
Te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los
ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran
en tinieblas (Isa. 42.7; cf 49.6s; 51.4; 60.3)
La creación es el punto de partida más importante para esta visión de misión integral.
El teólogo evangélico Bernard Ramm ha expresado con gran claridad este nexo vital
entre creación y misión:
1. Es en la teología de la creación donde encontramos la raíz definitiva de una
teología de la evangelización...
2. Podemos evangelizar con integridad moral sólo en la medida en que tengamos
una profunda teología de la evangelización, y esa teología de la evangelización
comienza con una teología de la creación
Ramm pregunta, ¿qué derecho tiene el evangelizador para presentarse ante el otro
con un mensaje divino y único? ¿Cómo podemos, con integridad, atrevernos a hacer
tal cosa? Ramm señala que los profetas, precisamente cuando el prestigio nacional de
Israel era nulo, fundamentaban su autoridad para profetizar sobre cualquier nación del
mundo en el hecho de que Yahvé es el Creador de toda la tierra y de todos los pueblos.
Los profetas afirmaron que Dios, por ser Creador y Juez de todas las naciones, había
enviado a Asiria y a Babilonia para castigar a Israel por sus pecados. Al comprender
que Yahvé es Dios de justicia sobre todas las naciones, su poder se llega a entender
como universal y se "cosmifica" más que nunca antes. Dios envía sus mensajeros a
toda la creación, no porque su pueblo tuviera cualidades superiores a los demás
pueblos, sino porque todo el universo es de Dios por derecho de creación y redención.
Esa infinita compasión divina se manifiesta en la elección, por gracia, del mismo Israel
(Dt 7.6-8; Ezq 16.4-7) y en su voluntad benéfica hacia todas las naciones (Gn 12.3).
El libro de Jonás termina con una declaración lindísima de ese amor compasivo del
Dios misionero:
Este es un tema recurrente en los Salmos (22.27; 67.2-4; 96.1-9; 117) y llega a su
máxima expresión en las visiones de Isaías 40-66. Yahvéh traerá justicia a las naciones
(42.1-6; 51.4; cf 60.3) y salvación a todos los términos de la tierra (45.21s; 49.6) Sin
embargo, lo que no aparece en el AT, ni aun a finales, es una comisión al pueblo de
Israel para ir a las naciones y convertirlas.
Hay un mensaje de misión integral, pero no hay en el AT un llamado a Israel para la
evangelización transcultural. Johannes Blauw y otros han señalado que la visión
misionera del AT no es centrífuga (enviar a Israel a ir a las naciones) sino centrípeta
(esperar que las naciones vengan a Jerusalén).
Tampoco es el esfuerzo de Israel que traerá a las naciones a Jerusalén, sino la acción
exclusiva de Dios al fin de los tiempos. David Bosch destaca este aspecto muy
enfáticamente:
Israel, sin embargo, no saldría a las naciones. Tampoco llamaría expresamente a las
naciones a creer en Yahvéh. Si vendrán, será porque Dios las traerá. Si hay un
"misionero" en el AT, es Dios mismo quien, con su acción escatológica por excelencia,
traerá las naciones a Jerusalén para adorarle ahí junto con el pueblo de su pacto.
MISION EN EL NUEVO TESTAMENTO
MISIÓN EN EL N.T.
Jesús inaugura el reino
El envío de Jesús al mundo estuvo en consonancia con el patrón de la misión de Dios
de enviar, tal como aparece en el Antiguo Testamento.
No podemos olvidarnos de que Jeremías dijo: “Desde el día en que sus antepasados
salieron de Egipto hasta ahora, no he dejado de enviarles, día tras día, a mis servidores
los profetas” (7:25). Y aun así este “envío” de Jesús fue único.
LAS GENEALOGÍAS
Al comenzar la historia de Jesús de esta manera, Mateo establece una continuidad con
todo lo ocurrido antes. Jesús es “hijo de David, hijo de Abraham” (Mat. 1:1).
Viene como “el Cristo de Dios, el Mesías anunciado y esperado, el verdadero heredero
del trono de David y el heredero de todas las promesas que le fueron hechas a
Abraham”.
Como Emanuel, “Dios con nosotros” (Mat. 1:23), él vino para liberar a su pueblo y para
establecer un reino eterno que cumpliría la esperanza mesiánica de Israel (Luc. 1:32-
33, 51-55, 68-79; 2:29-32).
Al mismo tiempo, su vida y su ministerio terrenal serían desafiados por seres humanos
caídos, por líderes religiosos y políticos, y particular mente por los poderes
demoníacos.
Él denunció a los líderes religiosos como víboras y de manera puntual afirmó que
confiarse en descender físicamente de Abraham no tenía ningún valor (Mat. 3:7-9).
Aquí había uno que no tenía pecados para confesar (Mateo 3:13-15). Pero Jesús
insistió, y Lucas afirma que “mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó
sobre él en forma de paloma” (3:21-22a).
Dios respondió a la oración de Jesús con aprobación y con la unción del Espíritu Santo.
A partir de ese momento, Jesús representó plenamente todo lo que Isaías había
anticipado como características del Mesías: el Siervo Sufriente del Señor, recto y
ungido por el Espíritu.
Es significativo que fue sólo cuando el Padre habló y el Espíritu descendió, que Juan se
dio cuenta de quién era realmente Jesús (Juan 1:31-36).
La oposición a Jesús fue inmediata (Luc. 4:24-29). Sus palabras ofendían a la gran
mayoría de las personas, particularmente cuando enfatizaba las dimensiones
espirituales y éticas, enfocándose en la actividad salvífica de Dios, más que en el
derrocamiento de Roma.
La convocatoria
El reino de Dios entró en la escena humana de manera sin precedentes y
completamente nuevas.
En su predicación y en su enseñanza, Jesús procuró despertar el interés en sus
características dominantes, haciendo la clase de declaraciones aforísticas que
provocaban y obtenían una respuesta.
Él esperaba de manera plena que sus oidores más tarde formularan, a partir de su
enseñanza, un cuerpo de verdad que anunciaría claramente quién era él y para qué lo
había enviado su Padre al mundo.
Los que oían las buenas nuevas del reino y se preocuparan por recibir el perdón que
Dios ofrecía a sus hijos e hijas, tenían la obligación de tomar una decisión inmediata de
arrepentimiento y de fe.
“Si alguno quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y
sígame” (Luc. 9:23).
Esto implicaba el renunciamiento a toda otra lealtad, la aceptación incondicional de la
voluntad de Dios (Mat. 16:24-26) y la participación activa en la tarea de reclutar a otros
(Mat. 4:19).
Características del ministerio del reino de Jesús
La era mesiánica tiene una distinción sorprendente. Ya el pueblo de Dios no tiene que
ser una comunidad encapsulada que adora en medio de las naciones.
Debe enfrentarse a las naciones, proclamar la presencia del reino en palabra y en
hechos, y hacer un llamado a la conversión.
Antes de la cruz, debían concentrarse en la casa de Israel (Mat. 10:5-16; 15:24). Incluso
entonces había sugerencias de que la compasión y la gracia electiva de Dios iría más
allá del mundo judío, para alcanzar al gentil (Mat. 8:5-13; Mar. 7:24-30; etc.).
Sus citas de Isaías 35 y 61 mostraron que estas eran las señales mesiánicas que, según
Isaías había anticipado, precederían al acto decisivo de Dios de redimir a su pueblo.
Roles de Jesús
El ministerio de Jesús siguió los roles bien definidos en el Antiguo Testamento de los
que han sido llamados y enviados por Dios para el ministerio dentro del pueblo de
Dios.
Además del ministerio de tres facetas de Cristo, derivado del Antiguo Testamento
(munus triplex de Cristo: profeta, sacerdote y rey), agregaremos un cuarto, el de siervo.
Profeta
La voz profética había sido silenciada en Israel por muchos años, desde el tiempo de
Malaquías (c. 450 a.C.). Como resultado, la gente en los días de Jesús casi se había
olvidado de esos individualistas no convencionales que habían procurado una y otra
vez en el pasado ejercer un ministerio correctivo en Israel.
Debido a la ausencia de ellos, las personas estaban “agobiadas y desamparadas, como
ovejas sin pastor” (Mat. 9:36). No sabían cómo aplicar la verdad de Dios a ellas mismas
y a las situaciones en las cuales se encontraban.
Pero cuando Jesús asumió el rol profético en medio de ellos, todo cambió. Él proclamó
fielmente la Palabra de Dios, de manera muy personal. Les habló a los corazones de las
personas y a su condición.
Hizo que los que lo oían tomaran consciencia de lo que ellos verdaderamente eran
delante de Dios.
Aunque era un profeta, Jesús no estuvo interesado en visitar cortes reales para dar
consejos o advertencias a reyes o a príncipes, tal como lo habían hecho los profetas del
Antiguo Testamento como Elías, Eliseo, Isaías o Jeremías.
A diferencia de ellos, Jesús dijo poco acerca de problemas nacionales apremiantes y no
tuvo ninguna palabra de advertencia para las naciones gentiles.
Se negó a protestar en contra del craso materialismo y de la corrupción ampliamente
difundida de Roma.
En cambio, llamó al pueblo profesante de Dios a practicar la bondad y la hermandad.
No dijo nada acerca de la esclavitud y no denunció públicamente el dinero mal habido
de los publicanos. Mientras que abogaba por compartir con los pobres, no condenó el
sistema económico que ayudaba a que algunos se hicieran ricos. Aunque expuso los
peligros de las riquezas, advirtió particularmente en contra de la codicia.
Se mezcló con gente común, interpretándoles la voluntad de Dios para ellos,
enfatizando valores personales tales como el amor, la sinceridad, la veracidad, el
servicio humilde y la prudencia.
Más aún, despertó incentivos para hacer la voluntad de Dios. Fue un profeta cuya
preocupación principal fue tratar con hombres y mujeres como personas delante de
Dios.
Los cuatro Evangelios hablan de Jesús como de un profeta.
Ciertamente, sus discípulos también lo consideraban así (Luc. 24:19), y este fue el
juicio de las multitudes: “Ha surgido entre nosotros un gran profeta” (7:16, 39).
Esto se deriva de la propia identificación personal de Jesús: “no puede ser que muera
un profeta fuera de Jerusalén” (13:33). Después de Pentecostés, tanto Pedro como
Esteban identificaron a Jesús como el cumplimiento de la predicción de Moisés, de que
Dios levantaría un profeta para Israel de entre su propio pueblo, así como Moisés había
sido levantado (Deut. 18:15-16; Hech. 3:18-23; 7:37).
Más aún, ellos enfatizaron la advertencia de Moisés de que los que no lo escucharan
serían destruidos por la gente (Hech. 3:23).
Sacerdote
Es bastante extraño que la descripción de la venida del Mesías del Antiguo Testamento
no contenga la rúbrica sacerdotal. El Mesías no está representado como el que entra
en la presencia de Dios en nombre del pueblo, proveyéndoles acceso a Dios y
aceptación de parte de Dios. Aun así, la carta a los Hebreos está dedicada mayormente
a mostrar que sólo Jesús pudo calificar como el puente prefecto entre la humanidad y
Dios.
Jesucristo fue completamente divino y completamente humano. Más todavía, Hebreos
también muestra que Jesús, siendo sin pecado, pudo ofrecerse a sí mismo y en efecto
se ofreció como una ofrenda por el pecado aceptable a Dios (9:11-14).
Y además, incluso ahora él continúa ejerciendo una función sacerdotal a favor de su
pueblo: “Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se
acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos” (7:25). De manera
continua, él se presenta en la presencia de Dios a favor de ellos (9:24).
En el ejemplo de Jesús, la función sacerdotal fue motivada por las personas y centrada
en ellas”.
Y, en su oración de sumo sacerdote en la víspera de su pasión y muerte, Jesús oró por
sus discípulos y por todos los que en siglos venideros llegarían a ser sus discípulos
(Juan 17).
Rey
Fue inevitable que Jesús, en los Evangelios, fuera presentado como el Rey.
Los detalles de su nacimiento están repletos de una implicación regia (Mat. 2:2; Luc.
1:32-33).
Algunas de sus parábolas tenían que ver con la relación entre un rey y sus ciudadanos:
El siervo que no perdonó (Mat. 18:23-35),
La fiesta de bodas (22:2-14)
Y el gran juicio (25:31-46).
La última vez que él entró en Jerusalén lo hizo cabalgando como un rey (cf. Zac. 9:9 con
Mat. 21:5). Las multitudes lo saludaron como a tal (Luc. 19:38), y los judíos usaron su
pretensión de ser rey para traerlo delante de Pilato (23:1-2).
Es significativo que la primera pregunta de Pilato a Jesús fue: “¿Eres tú el rey de los
judíos?” y Jesús replicó “Tú lo dices” (Mat. 27:11).
Los soldados romanos que abusaron de él, lo coronaron para mofarse y se burlaron de
él como “rey de los judíos.” La inscripción que Pilato hizo poner sobre la cruz subrayó
esta hostilidad (Juan 19:19-22). Y aun así, Jesús era
verdaderamente el Rey de Israel.
Natanael lo confesó como tal (Juan 1:49).
Santiago y Juan estaban tan convencidos de esto, que fueron tras su promesa de
lugares de privilegio en el reino que viene (Mat. 20:21).
Y en el día final, Jesús será reconocido universalmente como Rey de reyes y Señor de
señores (Apoc. 19:16).
Siervo
Justo antes de que Jesús les diera a sus discípulos sus instrucciones finales en el
aposento alto, e instituyera la Santa Cena, lavó los pies a sus discípulos (Juan 13:1-11).
Por medio de este acto de carácter servil, él dramatizó su rol como único Siervo de
Dios y llamó a sus discípulos a poner el servicio en el corazón de su comprensión del
ministerio (Juan 13:12-17).
Al hacerlo, subrayó el rol del siervo como preeminente en el reino de Dios.
Dado que lo esencial de todo servicio es la obediencia, no es sorprendente que con
frecuencia encontremos a Jesús diciendo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que
me envió” (Juan 4:34); “Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la
del que me envió” (Juan 6:38).
Por medio de su conducta, él ejemplificó todo lo que Israel debiera haber hacho bajo el
antiguo pacto y demostró todo lo que la iglesia debe hacer bajo la rúbrica del reino de
Dios.
Más aún, él encarnó en su vida y en su ministerio, todo lo que Isaías había profetizado
sobre la venida del Mesías (52:13--53:12). Esto significa que él no sólo sirvió a las
personas con alegría, sino que abrazó y llevó a cabo la imponente tarea de
reconciliarlas con Dios, a través de su vida de obediencia y de su sumisión a la muerte.
Por esto él fue vindicado por Dios al ser levantado de los muertos (Rom. 4:25).
Evangelista
La evangelización es generalmente definida como todo lo que implica llevar a hombres
y a mujeres a un encuentro personal con Dios, a través de la fe en Jesucristo, de modo
que éste sea recibido como Señor y Salvador.
Esta conversión integral debería conducir a un movimiento, de parte de los nuevos
cristianos, hacia la vida y la adoración de la congregación local, a través de la confesión
de la fe en Cristo y por la sumisión al bautismo.
Debido a que estamos preocupados por mantener claramente a la vista la dimensión
del reino, vamos a subrayar el significado de la transferencia de autoridad implicada en
recibir a Jesucristo (Juan
1:12-13; 20:31), porque esto estaba en el corazón del evangelio que Jesús predicó.
Apóstol
El motivo fundamental del misionero en el Antiguo y Nuevo Testamento es el de la
compasión de Dios. Dios rechaza pasar por alto la humanidad: el envía profetas,
mensajeros, aún a Su Hijo, al mundo. Esta divina compasión se manifiesta ya en la
elección de Israel. Israel no había demandado la atención de Dios, pero Dios tuvo
compasión de Israel. En ninguna parte está esto más ilustrado dramáticamente que en
Ezequiel 16:4-7a:
¡Jonás es el único misionero que conozco, quien esperaba fervientemente que sus
oyentes no prestaran atención a su mensaje! Pero, Dios no permite que su compasión
sea trastocada. Así que la historia de Israel, es un llamado a Israel para que sea
compasivo tal como lo es Jehová.
Es, sin embargo, en la persona y ministerio de Jesús de Nazaret que las dimensiones de
la misión de la compasión ilimitada de Dios se expresa de una manera sin igual. Por
ejemplo, es llamativo observar la manera en la cual representan a la gente de la cual
Jesús tiene compasión; ellos son llamados los pobres, los ciegos, los paralíticos, los
leprosos, los hambrientos, aquellos que lloran, los enfermos, los niños, las viudas , los
cautivos, aquellos que están cansados y que llevan cargas pesadas, y otros similares.
(cf. Nolan 1976:21).
Como Dios tiene compasión de Israel y los demás, y como Jesús derribo los códigos de
la sociedad en la compasión ilimitada hacia los marginados, así también nosotros
somos llamados a demostrar compasión. Este es un empuje fundamental del cuadro
bíblico de la misión.
Cuando Jesús mira a la muchedumbre, “desamparada y dispersa, como ovejas que no
tienen pastor” (Mt 9:36), es movido a compasión.
Martyria
De la compasión fluye la pasión — en el sentido original de la palabra, que significa
sufrimiento y martirio. La misión no es una empresa triunfalista. Es por definición
hecha en la debilidad.
Lo que es verdad de la misión del Maestro, es verdad para sus discípulos también.
Después de la conversión de Pablo, el Señor resucitado dice a Ananías: “Yo le mostraré
cuanto le es necesario padecer por mi nombre” (Hch 9:16).
La proclamación de Pedro cuando “con los once, se puso de pie” (Hech. 2:14) fue la
primera expresión de la obediencia cristiana a la tarea de la misión.
Al identificar las señales pentecostales como estableciendo el escenario para el día del
Señor profetizado por Joel (2:28- 32), Pedro usó las llaves del reino para inaugurar el
comienzo de un nuevo día de salvación.
Hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ahora podían llegar a ser nuevas criaturas en
Cristo (Jer. 31:33; Ezeq. 36:27; 2 Cor. 5:17) y podían participar en la misión mundial de
la iglesia.
En respuesta, muchos judíos y más tarde una variedad de pueblos gentiles comenzaron
a volverse a Dios en arrepentimiento y en fe.
Un nuevo Israel estaba siendo formado, que consistía en judíos mesiánicos y en “todos
los extranjeros ... todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar” (Hech.
2:39).
La característica fundamental de esta nueva comunidad que confesaba a Cristo era que
todos sus miembros recibieron el don del Espíritu. Hechos 2:17-18 habla de que fue
derramado sobre todos, varones y mujeres, jóvenes y ancianos, esclavos y libres.
El carácter inclusivo mismo de este bautismo constituyó la democratización de la
consciencia profética.
Todos recibieron poder para dar testimonio de la resurrección (2:32).
Su nueva experiencia del Espíritu Santo era algo que ellos tenían en común, más que
algo que guardaban de manera privada, porque trascendía las diferencias de sexo, de
edad y de casta. Como resultado, emergió un nuevo sentido corporativo.
La evangelización creativa
Veamos algunos casos en el libro de los Hechos, los cuales subrayan las maneras
creativas en las cuales “mediante la clara exposición de la verdad,” los apóstoles
procuraron recomendarse “a toda consciencia humana en la presencia de Dios” (2Cor.
4:2).
Samuel Escobar
… San Pablo es el único de los escritores del Nuevo Testamento que ofrece una visión
muy profunda y sistemática del cristianismo universal.
Su biografía
Filipenses 3:4–16, nos permite penetrar en el centro del impulso que movía su corazón
misionero.
En medio de una polémica con misioneros judaizantes, Pablo afirma que si de lo que se
trata es de hazañas y marcas de prestigio desde el punto de vista puramente humano,
él puede presentar un curriculum vitae impresionante.
Ofrece una lista de sus títulos dentro del judaísmo, impecables desde el punto de vista
nacionalista: «del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos».
Desde los días de Guillermo Carey, hace dos siglos, los defensores protestantes del
misionero han argumentado que estaban defendiendo y propagando una empresa que
tenía sus raíces en la Escritura. Y de hecho, hubo mucho problema para encontrar la
autorización bíblica para la empresa misionera. Desafortunadamente, esto fue hecho
con frecuencia, al investigar en los “supuestos versículos misioneros” de la Biblia para
apuntalar la empresa misionera contemporánea.
El Nuevo Testamento, por supuesto, rindió su oro a lo lejos, más rápidamente. Pero los
defensores de la misión tendieron incluso a acercarse al Nuevo Testamento como mina
de la cual se pueden extraer versículos aislados sobre el misionero. Esto es, por
ejemplo, lo que Carey hizo al respecto de la llamada Gran Comisión al final del
evangelio de Mateo (28:18-20). El, aisló estos versículos del resto del Evangelio,
viéndolos como un mandato al pie de la letra del Señor Resucitado, y construyó su caso
sobre una misión mundial en sus propios días, sobre el argumento de que, si la
promesa de la presencia de Jesús (Mt. 28:20) seguía siendo válida, su comisión (28:19)
también tenía validez.
Detrás de todo este acercamiento yace la asunción de que uno ya sabía lo que era la
“misión” y que ahora solo tenía que probar que era un mandato dado por la Escritura.
Y, por supuesto, en la era moderna significa (y por un largo tiempo más) el movimiento
geográfico de una localidad cristiana a una pagana con el propósito de ganar
convertidos y plantar iglesias en esa área. Observe por favor, que por lo menos — en
esta etapa — no estoy diciendo que la misión no significa esto. Lo que digo es que, en
la búsqueda de un fundamento bíblico para la misión, el misionario lo defiende como
un asunto ordinario dando por hecho que fue la empresa que ellos conocían y con la
cual estaban comprometidos, la que tenía que ser justificada bíblicamente.
Puede, a este respecto, ser saludable recordarse que el término “misión” utilizado en
el sentido apenas perfilado, es de origen reciente; fue introducido por los jesuitas en el
siglo dieciséis para presentar el ministerio de esos miembros de la sociedad, enviados
a los lugares distantes para reconvertir a los protestantes o convertir a los paganos —
el último particularmente en esos territorios recientemente colonizados por las
naciones de la Europa “cristiana”. Los orígenes del término “misión” fueron así
íntimamente ligados con la expansión colonial del Oeste. Como la colonización que
implicó viajar a los países distantes y “subyugar” a los paganos a la única y verdadera
religión.
No llamo la atención a estos orígenes del concepto misión” fuera del deseo de
participar en la misión- y el intento misionero, un pasatiempo muy popular en algunos
círculos hoy. De hecho, me convencen de que los misioneros eran, generalmente una
casta fundamentalmente diferente de sus compatriotas colonizadores. Sin embargo, el
contexto socio-histórico en el cual se encontraron no podría sino influenciar su
teología, el trabajo de la misión, y la conducta cotidiana. Llevaron el olor de la empresa
colonial con ellos — como el humo del cigarrillo que se impregna a la ropa de un no
fumador que sale de una habitación llena de fumadores.
Contra este trasfondo general podemos ahora proceder a delinear los contornos de
una “teología bíblica de la misión”. Tal proyecto busca las respuestas (cuyas
necesidades tendrán que ser preliminares y relacionadas a los contextos específicos) a
tres preguntas básicas (cf. Spindler 1988:139-40):
1. ¿Por qué misión?
Aquí procuramos reflexionar, desde la perspectiva de los testigos de las escrituras
judeo-cristianas, sobre el esquema fundamental de la misión. Robert Schreiter (1982)
se refiere a esta reflexión en “the Bible for mission”. Estamos explorando la convicción
de que la iglesia es enviada porque Jesús fue enviado, en términos de las palabras del
Jesús de Johannine: “Como el Padre me ha enviado, yo los envió” (Juan 20:21).
2. Misión, ¿cómo?
Aquí examinamos la convicción de que la iglesia fue enviada, como Jesús lo fue. Me
refiero una vez mas a Juan 20:21: “Como el Padre me ha enviado, así yo os envió.” Hay
una relación íntima entre el envió de Jesús y el envió de la iglesia. Volveré a este tema
más detalladamente.
3. ¿Qué es misión?
Aquí exploramos lo que Schreiter (1982) se refirió como “the Bible in mission”. ¿Cuál es
el contenido de nuestro involucramiento misionero en el mundo? Al reflexionar en esto,
es importante darse cuenta que el ser fiel a los modelos bíblicos de la misión no
significa copiarlos minuciosamente. Tampoco lo hicieron los discípulos de Jesús, y la
primera iglesia simplemente imitó a Jesús. Mejor dicho, como Stanton lo pone, “las
primeras comunidades cristianas practicaron algo de las tradiciones sobre la vida y la
enseñanza de Jesús. . . con una libertad creativa pero responsable. Las tradiciones
fueron conservadas cuidadosamente, pero también fueron modificadas para resolver
nuevas circunstancias” (1985:72). Hugo Echegaray hace un señalamiento similar: Jesús
no nos ha dejado un modelo rígido de acción; antes bien, el “inspiró a sus discípulos a
prolongar la lógica de sus propias acciones en una forma creativa en medio de las
nuevas y diversas circunstancias históricas en las cuales la comunidad tendría que
proclamar el evangelio. . ” (1984: xv-xvi). En nuestro involucramiento misionero actual
debemos hacer lo mismo.
A la luz de nuestra exposición anterior debe quedar claro que no se debería construir
una teología bíblica de la misión sobre los versículos-prueba aislados. Esto no es
sugerir que lo que hemos referido como versículos clásicos misioneros no tienen
ningún valor para nuestra búsqueda. Significa, sin embargo, que debemos verlos
dentro de sus contextos y procurar extrapolar nuestra teología de la misión de allí. Por
lo tanto en este capítulo identificaré cuatro motivos cardinales misioneros en la
Escritura y discutiré algunos de los versículos clásicos misioneros en el marco de estos.
MISION EN EL APOCALIPSIS
Es común decir que la Biblia es un libro misionero, la revelación de un Dios misionero.
Por eso esperaríamos muy especialmente que el último libro del canon sea también un
libro misionero.
Pero la lectura cuidadosa del Apocalipsis bajo una lupa misionera nos desconcierta
mucho. ¿Dónde están la Gran Comisión y la tarea evangelizadora aquí? ¿Se puede
realmente encontrar un enfoque misionero en este libro?
A primera vista resulta difícil decir que sí. Entonces, ¿tendríamos que decir que la
Biblia termina con un libro que no es misionero? ¿O tendríamos que enfocar de otra
manera lo que entendemos por «misionero»?
Intentaremos analizar este tema por medio de un estudio de los términos propios del
lenguaje misionero y por medio de los principales temas del Apocalipsis que parecen
constituir su visión de la misión.
El Apocalipsis nunca usa la palabra «envío» para referirse a la misión de los cristianos.
En tres pasajes alude a Jesús, quien envía a su ángel para dar la revelación a los fieles
(1:1 y 22:6 con apostéllo; 22:16 con pémpo).
Según 5:6 (con apostéllo) y 11:10 (con pémpo), Dios envía al espíritu de vida por toda
la tierra.
En 1:11 se le manda a Juan enviar (pémpson) su libro a las siete iglesias.
Y, en 14:15, 18, se les manda a los ángeles meter (pémpson) su hoz para la cosecha.
LA MISION DE LA IGLESIA EN EL
APOCALIPSIS
Juan Stam
¿Se puede realmente encontrar un enfoque misionero en este libro?
Tanto en 10.7 como en 14.6 se trata de un mensaje de juicio, ambas veces a partir de
la creación, más que de "buena nueva" de salvación a partir de la muerte de Cristo.
De forma parecida:
El verbo kerússo (proclamar) aparece una sola vez (5.2), también de un ángel, cuya
pregunta retórica no tiene que ver con la proclamación del evangelio.
Aunque el verbo sózo (salvar) y el sustantivo sóter (salvador) no aparecen en el
libro.
El sustantivo sotería (la salvación)aparece tres veces en himnos de alabanza por la
redención
7.10 por los mártires;
12.10 y 19.1, por "una gran voz del cielo"
Ningún verbo para "creer" (pisteúo, peítho, etc) aparece tampoco en todo el libro.
Las cuatro veces que ocurre pístis (2.13,19; 13.10; 14.12), el énfasis cae en la fidelidad,
no en el acto de fe.
El perdón de los pecados y la justificación por la fe no parecen ser tan centrales
aquí como en Pablo.
Aquí tampoco, nada apunta específicamente a una tarea evangelizadora de la
iglesia.
(1) Hay tres pasajes que podrían relacionarse con la proclamación del evangelio
por la iglesia.
interpretación
“Puerta abierta" como oportunidad evangelística.
“Conversión" de los judíos como fruto de dichos esfuerzos evangelizadores.
“Puerta abierta" como la del reino escatológico.
Hay mucha ambigüedad hermenéutica del pasaje para que no podamos sacar
conclusiones en cuanto a la misión de la iglesia.
Caballo blanco
Serios exégetas han visto en este simbolismo todo desde Cristo hasta el Anticristo.
La verdad es que los datos del texto no dan base exegética para ninguna conclusión
firme, como para poder sacar inferencias en cuanto a la misionología del libro.
El triunfo del reino es la buena nueva que proclama el último libro del Nuevo
Testamento.
Para Juan de Patmos, ser cristiano significa participar en el reinado de Cristo (1.9),
porque la obra salvífica del Cordero nos ha hecho reyes y sacerdotes (1.6; 5.10).
El primer ciclo de cartas (cap.2) termina prometiendo al vencedor "autoridad
(exousía) sobre las naciones"
El segundo ciclo termina con el mismo tema: en una figura algo curiosa, los
vencedores subirán al mismo trono de Cristo, como él ha subido al trono de su
Padre (3.21).
Según 20.4-6 los fieles:
“Reinarán con Cristo mil años“
En la nueva creación, "reinarán por los siglos de los siglos”
Todo este lenguaje típicamente político señala lo realista y concreto del "evangelio
del reino" según Juan
El interés del profeta de Patmos por las naciones y las etnias (éthne, phulé) es en
realidad impresionante; eso en sí es una dimensión misionera del libro, como
teología del reinado universal de Cristo.
El Cordero ha redimido con su sangre a personas "de todo linaje y lengua y pueblo
y nación“.
En la reafirmación de la vocación profética de Juan, el ángel le comisiona a
"profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes" (10.18).
En forma parecida, el ángel de 14.6 proclama su "evangelio eterno" a "los
moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo".
La buena nueva es el anuncio del triunfo del Cordero sobre todos sus enemigos y
todas las fuerzas malignas.
No cabe duda de que este aspecto, junto con la buena nueva del reino y de la
victoria y del juicio justiciero, es más definitivo para la soteriología del Apocalipsis
que el perdón de los pecados o la justificación por la fe.
Conclusión
De todos los libros del Nuevo Testamento, el Apocalipsis es quizá el que
comprende las buenas nuevas más concreta, histórica e integralmente
Los 144,000 que están con el Cordero sobre el Monte Sión, redimidos como
primicias de toda la tierra (14.3s).
Cinco características:
En resumen:
En el Apocalipsis el discipulado pertenece a la esencia de la misión del pueblo de
Dios, y se entiende como seguir al Cordero hasta las últimas consecuencias.
Los términos:
"testigo" (mártus),
"testimonio" (marturía)
y "testificar" (marturéo) son de los más típicos del libro del Apocalipsis.
Nos toca ahora averiguar qué concepto de misión se trasluce en el uso de estas
palabras, tan propias del léxico de la evangelización y la misión, en el pensamiento
específico del Apocalipsis.
Por eso, entre sus presentes tribulaciones y la presente y futura realidad del reino,
él y ellos se mantienen firmes en la fuerza tenaz que nace de la solidaridad del
mismo Jesús (en Iesoû).
Lo más importante que Juan les podría decir de sí mismo no tenía que ver con su
rango, ni aun de sus credenciales proféticos, sino de su incondicional
participación con ellos en las luchas y presiones (bajo la bota del imperio), en la
inextinguible esperanza que nace del reino, y mientras tanto en la terca
perseverancia de una fe que jamás se doblega.
Es también "Salid de ella [de Babilonia, del "sistema" que para ellos era el Imperio
Romano], para no ser copartícipes de sus pecados".
El verbo "salir" aquí no parece referirse a alguna especie de exilio físico, ni
tampoco de una "fuga social“, sino una molestosa presencia y tenaz perseverancia
como contracultura.
Conclusión
¿Está presente la gran comisión en el Apocalipsis?
¡Claro que sí!
Analicemos los elementos de Mateo 28.18-20 para ver su presencia en este libro:
1. La Universalidad de Dios
2. La Revelación de Dios
3. Nuestra Participación en el Plan de Dios
Entra el pecado
Génesis 6: 5 - 8
LA GRAN COMISION
MATEO 28:19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones...
MARCOS 16:15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura...
LUCAS 24:47
Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de
pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén...
JUAN 20:21
Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el
Padre, así también yo os envío.
Somos llamados a ejercer nuestro papel de reconciliadores y sacerdotes.
“Mas vosotros sois
linaje escogido, real
sacerdocio, nación
santa, pueblo adquirido
por Dios, para que
anunciéis las virtudes
de aquel que os llamó
de las tinieblas a su luz
admirable”. 1Pedro 2: 9
Revelando su carácter
Ofreciendo su perdón
“El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz
del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.
2PEDRO 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos procedan al arrepentimiento.
Mateo 9:37 y 38
“Entonces dijo a sus
discípulos: a la verdad
la mies es mucha, mas
los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor
de la mies, que envíe
Obreros a su mies”.
CONCLUSION
Dios es el Señor del Universo.
Le conocemos porque El se reveló a nosotros y se da a conocer a través de su
Palabra.
El nos hace partícipes de su Plan Redentor.
¿Por qué tenemos que convencer a los creyentes y líderes de hoy de trabajar en
MISIONES; o sea, aquello para lo cual existimos como IGLESIA?
10 versículos claves en cuanto a las
misiones mundiales
1Génesis 12:2-3
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás
bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra.
2Isaias 49:6b
También te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación
hasta lo postrero de la tierra.
3Mateo 24:14
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones; y entonces vendrá el fin.
4Mateo 25:35-36
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero,
y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a mí.
5Mateo 28:18-20
Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
6Lucas 4:18
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los
cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos.
7Juan 3:16-17
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
8Hechos 1:8
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
9Romanos 10:14-15
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no
fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la
paz, de los que anuncian buenas nuevas!
10Apocalipsis 7:9-10
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas
naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al
Cordero.
Bibliografia
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2. David Bosch Mision en Transformacion , Libros desafío 2005
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Padilla 1998, Pág. 249-272.
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http://www.juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/BlogID/7/Default.aspx
8. Jonatan P. Lewis, Las Bases Biblicas e Históricas, Editorial UNILIT
9. Padilla, C. René. 1984. Hacia una hermenéutica contextual. Encuentro y Diálogo 1.
10. Padilla, C. René. Bases Biblicas de la Mision. PERSPECTIVAS LATINOAMERICANAS
11. Van Engen, Charles. 1996. “La relación de la Biblia con la teología de la misión”.
Traducido por Apolonia López Aguilar de un capítulo en Mission on the Way (Grand
Rapids, MI: Baker Books).
12. http://www.capacitacionmisionera.org/10-versiculos-claves-en-cuanto-a-las-
misiones-mundiales/