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La relatividad de la realidad basada en una verdad subjetiva

“El conocimiento empieza con la destrucción de las ilusiones, con la desilusión.


Conocer significa penetrar a través de la superficie, llegar a las raíces y, por
consiguiente, a las causas. Conocer significa ver la realidad desnuda. No significa
poseer la verdad, sino penetrar bajo la superficie y esforzarse crítica y activamente
por acercarse más a la verdad” (Erich Fromm).

Qué ciertas y desgarradoras las palabras de Erich Fromm. Entender que el conocimiento
significa perder la ilusión, de alguna manera significa dejar de creer en lo que ya crees y
que te genera esperanzas sobre esas mismas convicciones. Significa desilusionarse para
desprenderse de las propias ideas y pensamientos y abrir las puertas a lo que realmente algo
puede ser aunque aquello implique echar por tierra todo lo que hasta hoy tenía sentido en la
propia vida.

Cuanta generosidad implica entonces abrirse al conocimiento para dejar todo de lado y, de
alguna manera, comenzar todo de nuevo. Con certeza esta actitud generosa y crítica fue lo
que debe haberle abierto las puertas al mundo científico para explorar nuevos territorios,
abrirse a nuevas hipótesis respecto a todo en búsqueda de la tan ansiada verdad, aquella
que les pudiera permitir entender con más certezas los fenómenos visibles e invisibles, más
allá de sus propios juicios y prejucios, sus ilusiones en palabras del autor del fragmento.

Creo profundamente que esa búsqueda de las raíces, de las causas de las cosas y de todo lo
que implica el conocimiento que menciona Fromm, es lo que movilizó y sigue movilizando
a miles de hombres alrededor del planeta y por generaciones para poder entender más la
vida y todo lo que la contiene y rodea. La síntesis del conocimiento científico es lo que
cimienta la necesidad de desagregar el conocimiento para llegar efectivamente al origen y
causa de las cosas. De hecho, esa fue, sin lugar a dudas, la manera de lograr que el hombre
avanzara a través del tiempo y pudiera ir generando aportes sustantivos al desarrollo de la
humanidad.
Las “búsqueda de la verdad” llaman muchos a la razón de ser de sus vidas, cimentando a
través de esta búsqueda la necesidad de profundizar más y más en el conocimiento de las
cosas, desnudando la realidad en la amplitud máxima de sus posibilidades para acercarse a
esa verdad soñada que nos permitirá seguir avanzando y desarrollándonos, haciendo de este
mundo un lugar mejor.

No obstante todo lo anteriormente dicho y lo fácil que resulta adscribir a lo que Erich
Fromm, hay otros puntos de vista que pueden aportar a la construcción de una posición
diferente a lo descrito por Fromm. O al menos integrar nueva miradas no mencionadas en
un fragmento tan breve de un texto de Erich Fromm.

Son tantas las dimensiones que se abren al conocimiento que resulta muy difícil determinar
hacia dónde se quieren orientar los esfuerzos. Visto desde una mirada positiva, la búsqueda
del conocimiento se transforma en una tarea infinita y trascendente a través de los siglos.
Sin embargo, se hace a la vez inabarcable, no pudiendo entonces pensar que lo aquilatado a
través de los años sea suficiente y, por lo tanto, corra el riesgo permanente de caer en el
olvido y consigo la relevancia que haya podido contener en un momento dado. Como
consecuencia de aquello, es lícito preguntarnos, entonces ¿para qué seguir buscándolo si
jamás seremos capaces de abarcarlo en toda su extensión? Y si así fuera, ¿cuánto tiempo
está destinado a vivir o, mejor dicho, con qué prontitud debemos esperar su muerte?

Desde otra perspectiva, la pérdida de ilusión, como la base de la apertura al conocimiento,


puede representar a unos pero claramente ser la certeza de otros. De esta manera, la
búsqueda del conocimiento, como una construcción de la búsqueda de la verdad establece
una mirada teóricamente posible pero poco practicable al momento de encontrarnos con
ilusiones y desilusiones contrapuestas en el mundo dependiendo de quién sea el que
enuncie la base de dicho nuevo conocimiento. Si bien es posible entender que en un punto
final el conocimiento es uno más allá de toda posición, no es menos cierto que el alcanzar
dicho conocimiento implica que como tal sea posible fundamentarlo en el contexto y
realidad de quien lo promueve y, por lo tanto, no es posible o se hace muy poco probable
que se pueda independizar del contexto en el cual se genera.
La verdad no puede ser ajena al contexto en que se genera la búsqueda de ella porque,
necesariamente, impacta en la relevancia que dicho conocimiento tiene en época y espacio.
La sola intención de alcanzar el conocimiento implica una desagregación de la información,
del aislamiento del fenómeno para poder focalizar el alcance del conocimiento deseado
que, necesariamente, implica la omisión o, al menos, la sumisión de la realidad en múltiples
dimensiones tal como si esas dimensiones pudieran no impactar en el conocimiento
específico h pudiera tener sentido de manera aislada, independiente al contexto en el cual se
genera.

Tal planteamiento me resulta hoy poco razonable. Se entiende que al momento de promover
el conocimiento desde sus bases tiene sentido para que, de una manera acotada en cuanto a
su alcance y participación de algunos hombres, pueda ir generando un aporte al desarrollo
de la humanidad. Sin embargo, esto implica pensar en el conocimiento como una unidad –
por tratar de expresarlo como una dimensión base – que se genera y proyecta como una
verdad totalmente independiente y disociada de todos los otros factores que le aportan o le
restan en su representación según la época en que se genera y a quienes sirve. Ver el
conocimiento y entenderlo hasta las causas, buscando “ver la realidad desnuda” como dice
Fromm, significa justamente no querer ver la realidad. Según la Real Academia Española
de la Lengua, la palabra “realidad” tiene tres definiciones asociadas y bastante relacionadas
entre si:
1. f. Existencia real y efectiva de algo.
2. f. Verdad, lo que ocurre verdaderamente.
3. f. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.

Entonces, ¿cómo es posible pensar en el conocimiento como algo que se arraiga en la


verdad si la realidad que la fundamenta es tan diversa y contrapuesta en tantos ámbitos de
la vida del ser humano? Lo que tiene valor para una persona o en algún lugar del mundo es
opuesto al valor que dicha situación, hecho o cosa significa para otra, incluso siendo
idénticas en su conformación, si el individuo pertenece a otro lugar o vive otra situación.
Desnudar la realidad es un hecho contrapuesto, contradictorio y puramente teórico al
comparar la mutliplicidad de realidades que existen hoy – y desde siempre – en el mundo.
De hecho, es esta creencia que indica que mi realidad es “real y efectiva” es probablemente
la que genera la polarización de las posiciones entre diferentes grupos provocando la
generación de conflictos, tensiones y, sin lugar a dudas, guerras, justamente en pos de la
defensa de mi realidad, de mi verdad, de aquello que “ocurre verdaderamente” para mi pero
quizás de manera tan distinta para otros.

Una siguiente idea respecto a la búsqueda del conocimiento y que, con toda seguridad, dio
paso a grandes descubrimientos de la humanidad desde la búsqueda continua y celosa del
conocimiento científico, es que dicha búsqueda requiere desagregar, segmentar los
fenómenos y sus componentes a una dimensión tal que le permita avanzar en el
conocimiento concreto de las variables para poder controlarlas y, así, acceder al
conocimiento concreto sobre el cual se espera volver a operar y generar, con toda
probabilidad, a una secuencia continua que alimente nuevas dimensiones y nuevos
conocimientos. Sin embargo, dicha desagregación implica que la vida se puede desagregar
y esto no es posible. La vida se debe entender como un todo porque son múltiples los
factores que operan simultáneamente sobre una realidad, sobre la “verdad”. No es posible
aislar de tal manera la materia de estudio que llegue a controlar todas las variables que se
quiere controlar para alcanzar lo deseado. La ubicación geográfica entrega antecedentes
reales y concretos diversos en distintos puntos del mundo; la geografía con su mares y
montañas, sus lagos, volcanes y desiertos; el mucho o poco cuidado del medio ambiente; la
calidad de vida de los seres humanos, su acceso a alimentación de calidad, educación,
salud, vivienda; el momento de la historia en que se genera la realidad materia de estudio
en búsqueda de la verdad. En fin, cada aspecto de la realidad entrega antecedentes pero,
además, genera una interacción de unos con otros que hace que se cree una realidad única e
indivisible, en la que todos los factores impactan y conviven en dependencia unos con
otros. La realidad del individuo en un momento dado no sólo está impactada por su edad,
género o nivel socio-económico sino que su estado de ánimo, su salud, su carácter, el
entorno más amable o agresivo en el que creció, su historia, en fin, todo genera un sistema
propio y particular a su realidad.
En conclusión, bajo la mirada de este ensayista, el conocimiento como tal, puro y concreto
se hace complejo y poco real. Por un lado, la búsqueda de la Verdad a través de la realidad
difiere necesariamente entre un espacio y otro. La existencia de múltiples realidades hacen
que la pérdida de ilusión de unos sea justamente el fortalecimiento de la ilusión de otros. Y
de esta manera se entiende poco probable que el conocimiento bajo el entendimiento
amplio de este – y no sólo lo referido al conocimiento científico – pueda hacer referencia a
a una verdad única y absoluta, lo que hace que todo se transforme en algo relativo y poco
objetivo.
Y adicional a lo anterior, la interdependencia de múltiples variables de una realidad y en
combinatorias diversas y cambiantes hace que el conocimiento en estado puro no exista.
Será necesario reconocer la interdependencia de variables y aceptar que no son divisibles
sino parte de una unidad única sobre las cuáles centrar nuestro interés.

Es así como la invitación se abre para entender el conocimiento y la búsqueda de la verdad


no cómo una propuesta aislada sino integrada, desde una nueva definición y entendimiento
del mundo.

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