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Producción y Consumo

Lógica del Sentido

p. 36: (En la cuarta serie, de las dualidades, Deleuze señala que) la primera gran dualidad era la de
las causas y de los efectos, de las cosas corporales y de los acontecimientos incorporales. Pero
mientras que los acontecimientos-efectos no existen fuera de las proposiciones que los expresan,
esa dualidad se prolonga en la de las cosas y las proposiciones, de los cuerpos y el lenguaje. De ahí
la alternativa que (según Deleuze) atraviesa toda la obra de Lewis Carroll: comer o hablar. En Silvia
y Bruno, la alternativa es: «bits of things» o «bits of Shakespeare». (Así) en la cena de ceremonia
de Alicia, comer lo que se le presenta o ser presentado a lo que se come. Comer, ser comido, es el
modelo de la operación de los cuerpos, el tipo de sus mezclas en profundidad, su acción y pasión,
su modo de coexistencia el uno en el otro. Hablar de comida o comerse las palabras. En sus
“obsesiones alimentarias”, Alicia es atravesada por pesadillas que conciernen el absorber, ser
absorbido. Constata que los poemas que escucha remiten a peces comestibles. Y (la pregunta que
se levanta para Deleuze a propósito de esto es que) si se habla de comida, cómo evitar hablar de
ello delante de quien debe servir de alimento. ¿Cómo evitar comer el pudding al que uno ha sido
presentado? Además, las palabras de recitación llegan de través, como atraídas por la profundidad
de los cuerpos, con alucinaciones verbales, como se ve en aquellas enfermedades en que los
problemas de lenguaje se acompañan de comportamientos orales desencadenados (llevarse todo
a la boca, comer cualquier cosa, rechinar los dientes). «Estoy segura de que no son las verdaderas
palabras [o letra, paroles]», dice Alicia resumiendo el destino de aquel que habla de comida. Pero
comerse las palabras, es justamente lo contrario: se eleva la operación de los cuerpos a la
superficie del lenguaje, se hace subir los cuerpos destituyéndolos (p. 37) de su antigua
profundidad, aun a riesgo de perder todo el lenguaje en ese desafío. El tartamudeo ha sustituido a
la pifia, los fantasmas de la superficie han sustituido a la alucinación de las profundidades, los
sueños de deslizamiento acelerado sustituyen las pesadillas de hundimiento y de absorción difícil.
Así la pequeña niña ideal, incorporal y anoréxica, el pequeño niño ideal, tartamudo y zurdo, deben
desprenderse de sus imágenes reales, voraces, glotonas y torpes.
Pero esta segunda dualidad, cuerpos-lenguaje, comer-hablar, no es suficiente. (Ya se había visto)
que, si el sentido no existía fuera de la proposición que lo expresa, era no obstante el atributo de
los estados de cosas y no de la proposición. El acontecimiento subsiste en el lenguaje, pero
sobreviene a las cosas. Las cosas y las proposiciones están menos en una dualidad radical que de
un lado y otro de una frontera representada por el sentido. Esta frontera no los mezcla ni los
reúne (no hay más monismo que dualismo), es más bien como la articulación de su diferencia:
cuerpos/lenguaje. Siguiendo la comparación del acontecimiento con un vapor en la pradera, este
vapor se eleva precisamente en la frontera, en la bisagra de las cosas y las proposiciones. Si bien la
dualidad se refleja de los dos lados. Del lado de la cosa, hay por una parte cualidades físicas y
relaciones reales, constitutivas del estado de cosas; por otra parte los atributos lógicos ideales que
marcan los acontecimientos incorporales. Y, del lado de la proposición, hay por una parte los
sustantivos y adjetivos que designan los estados de cosas; por otra parte los verbos que expresan
los acontecimientos o atributos lógicos. (¿Las dualidades se distribuyen de un lado y otro de la
frontera?)
p. 38: Humpty Dumpty opone la impasibilidad de los acontecimientos a las acciones y pasiones de
los cuerpos, la inconsumibilidad del sentido a la comestibilidad de las cosas, la impenetrabilidad de
los incorporales sin espesor a las mezclas y penetraciones recíprocas de las substancias, la
resistencia de la superficie a la molicie de las profundidades, en una palabra, el «orgullo» de los
verbos a las complacencias de los substantivos y adjetivos.

Anti-Edipo

p. 9: Es probable que, en un cierto nivel, la naturaleza se distinga de la industria: por un lado la


industria se opone a la naturaleza, por otro lado extrae materiales de ella, por otra parte le
restituye sus desechos, etc. Esta relación distintiva hombre-naturaleza, industria-naturaleza,
sociedad-naturaleza, condiciona incluso en la sociedad la distinción de esferas relativamente
autónomas que (los autores llaman) «producción», «distribución», «consumo». Pero ese nivel de
distinciones en general, considerado en su estructura formal desarrollada, presupone (como lo
mostró Marx) no solamente el capital y la división del trabajo, sino que la falsa conciencia que el
ser capitalista tiene necesariamente de sí y de los elementos fijos de un proceso de conjunto.

(Pregunta 1: ¿Cómo puede entenderse a partir de aquí que el sentido [en LS] sea producido pero
que no se dé en una esfera de consumo?
Pregunta 2: ¿Puede estar operando aquí lo que se establece en LS, vale decir, que haya dualidad
pero no dualismo, dualismo monista o, en una palabra, relación diferencial: el sentido como
frontera, articulando una diferencia? ¿Permite esto dar respuesta a la Pregunta 1?

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