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Instituto Humanista Transpersonal

Psi. Analítica Junguiana

Profesor Camilo Barrionuevo

Primavera, Verano, Otoño, Invierno… y


Primavera otra vez

Análisis Juguiano

Rodrigo Salas Cuevas

Julio 2018
Primavera Verano Otoño Invierno y otra vez Primavera…

Reseña

Lejos de la ruidosa ciudad y en medio de un lago se desarrolla esta historia; un pequeño niño y su
maestro que juntos viven en una ermita o monasterio flotante retirados de la vida común,volcados
al retiro y desarrollo de una práctica espiritual que mediante las enseñanzas de Buda llevan una
vida austera y contemplativa con la finalidad de alcanzar la iluminación. La película relata cómo
un pequeño monje que con el pasar de los años experimenta y sufre las diversas etapas y
adversidades de la vida. Mediante las enseñanzas de su maestro, este pequeño discípulo
comprenderá que todos los seres sintientes se encuentran sujetos a las causas y efectos de la vida.

Para la filosofía Budista, las cuatro estaciones del año simbolizan el ciclo de la vida, la naturaleza
posee su propio ciclo de vida: primavera, verano, otoño e invierno. En el ser humano simboliza
el ciclo de la vida y muerte; nacimiento, desarrollo, enfermedad y defunción. Nos habla de la
impermanencia de la vida y principalmente como la existencia está inevitablemente sometida al
ciclo de sufrimiento, en este caso también las estaciones van marcando los cambios en las etapas
del discípulo: niñez, adolescencia, adultez y envejecimiento.

Esta historia nos llama a reflexionar sobre la impermanencia de las cosas; todo está en constante
cambio, nada es estático, todo es propenso a fluctuar, el ciclo de la vida.
Sobre el uso simbólico de las puertas

En varias de las escenas están presentes las puertas, éstas marcan el inicio de cada época
estacional y junto con ello cada nueva etapa que el discípulo experimenta.

Algo que a primera vista no tiene mayor sentido; el ingresar o salir a través de una puerta sin que
exista una habitación concreta o muro que defina los límites de un espacio determinado.

Mediante una observación fenomenológica intentaré dilucidar la profundidad de esté recurso


simbólico presente en la película.

Una puerta básicamente simboliza un umbral, algo transitorio, mediante este objeto podemos
transitar desde un lugar, dimensión, espacio, etc. hacia otro lugar. Lo contrario a una puerta sería
un muro; este muro lo asocio con “un algo” que me obstaculiza avanzar, entrar, transitar, etc. El
muro es algo limitante, algo que restringe, limita hasta dónde puedo llegar, limita un espacio,
limita dimensiones, etc. En tanto que dentro del contexto de la película no hay muros que
delimiten los espacios pero si hay puertas. La entrada al lago es a través de las puertas y lo que
rodea el lago simbolizaría un “muro intangible” pero la verdadera práctica espiritual la comunión
con Dios no implica algo limitante, restrictivo, un maestro que misericordiosamente y sabiamente
enseña no impone, no enjuicia, permite al discípulo ser-experimentar, sólo observa sus procesos,
facilita; análogamente es como la moneda china; redonda y flexible por fuera cuadrada y
disciplinado por dentro.

Dentro de la ermita está también la puerta que permite transitar entre la habitación y el altar de
Buda, básicamente esto sería para entrenar la voluntad y fortalecer el espíritu de respeto y
consideración por las dimensiones invisibles o campos más sutiles.

Para entrar a una casa es a través de una puerta, estar dentro de la casa es estar contenido por sus
muros… es estar “dentro de un algo” por tanto en la película existen estos “muros” que de forma
muy sutil se atisba la existencia de una dimensión invisible-espiritual que manifiesta la naturaleza
de Dios padre. Entonces el entorno la totalidad de este lugar maravilloso rodeado de árboles,
agua, viento, energía, vida le otorga un sentido sacro. Al cruzar por las puertas ya te encuentras
en la dimensión de Dios, ya te encuentras “contenido” y tienes oportunidad para establecer tu eje
Yo-Self.
Sobre el lado oscuro del discípulo

El joven discípulo, siendo niño, se acerca al estanque y encuentra un pequeño pececillo, amarra a
su cuerpo un hilo con una piedra para que éste no pueda nadar libremente, lo mismo hace con una
rana y finalmente con una serpiente; para el niño, esta acción es un goce y al mismo tiempo
motivo de una risa cómplice, complicidad con su lado sombrío. Su maestro lo vigila y observa
sigilosamente estas travesuras que el niño hace a los animales; observa y con cierta pasividad en
su rostro vuelve a esconderse. Por lo tanto el maestro le devuelve la experiencia al niño para que
comprenda el sufrimiento amarrando a su espalda una pesada piedra.

El siguiente dialogo sostenido entre maestro y discípulo:

Maestro: “ve al río y libera al pez, a la rana y la serpiente, si alguna de


ellas se encuentra muerta cargarás con esa piedra en tu corazón el resto
de tu vida”.

Niño: “maestro con la piedra en la espalda no me puedo mover, él le


explica que igual sentimiento tuvieron los animales”.

Aquí se observa el nacimiento de un complejo: de esto puedo inferir que la experiencia


traumática temprana en el niño se desarrolló al saber del daño y sufrimiento causados ante las
advertencias de su maestro, deberá cargar con aquella “piedra” o culpa el resto de su vida, el niño
llora sintiendo una terrible pena, su maestro no lo regula no lo contiene… él solo observa,
simplemente lo deja experimentar esa triste emoción, el niño no puede procesar un afecto tan
intenso, en tanto que esta experiencia vincular con su maestro le resulta traumática y su psique
queda escindida.

El concepto de Libido en el discípulo.

En culturas espirituales Budistas es sabido que el contacto corporal de tipo erótico- sexual está
limitado únicamente a la procreación y que además sólo es un acto propio de un hombre
“común”, en cambio el monje que aspira a alcanzar la iluminación debiese evitar a todo coste
exponerse a instancias y/o “tentaciones” sexuales. Para los antiguos sabios la pérdida de fluido
corporal (el acto de eyacular) simboliza un acto de “impureza”, pues, según el Budismo el
hombre que derrama sus fluidos vitales desprecia su propia vida y acelera su proceso de muerte.

Cuando el discípulo conoce por vez primera a la joven enferma, él siente una gran atracción, pero
también reprime este deseo. En tanto el discípulo reprime este deseo se produce una tensión
psicológica del eje Yo-Self. Todo este proceso comienza a conflictuar al discípulo y a medida
que más acercamientos tienen con la joven más pulsante es la energía de la lívido proyectada
hacia ella como objeto erótico - sexual.

Para Jung, la libido erótico sexual simboliza un síntoma: un conflicto interno de otra índole. En
este proceso está presente la Dualidad – inmanente, comienza a darse esta relación polar
psíquica, este proceso de regulación psíquica que implica una tensión de los opuestos: por un
parte el discípulo su imagen de monje, el celibato, su aspiración a alcanzar la iluminación y por
otra dejar que aflore su lado más instintivo, algo muy propio de la naturaleza humana.

La manifestación sintomática

Un análisis fenomenológico me lleva a cuestionar lo siguiente: la madre acompaña a la muchacha


a la ermita para que el maestro espiritual pueda sanarla de esta “enfermedad”. Ahora bien esta
presencia femenina marca la llegada de algo que viene a remecer completamente la atención,
armonía y proceso de individuación del discípulo por tanto ¿Hay algo más allá de la atracción
sexual que evoca esta joven que sufre a causa de una ruptura amorosa? El joven discípulo no
conocía el contacto con una “dimensión” femenina, el desborde emocional, el romance, el
enamoramiento, las pasiones, esta sensibilidad a los opuestos amor – odio que la relación entre
una pareja de enamorados puede llegar a experimentar.

Para Jung desear el acto sexual (en imágenes oníricas) podría también ser una metáfora, una
analogía o simbolizar un proceso psíquico que implica un encuentro íntimo con un aspecto de la
psique que refleja la persona observada o el acto en particular.

Aquí yace latente la posibilidad de que él desea experimentar el aspecto más sufrido y sombrío
de la vida, después de todo creció bajo las sabias advertencias y enseñanzas de su maestro con el
fin de evitar el sufrimiento humano, por tanto ese mundo sombrío le es conocido sólo mediante
relatos y enseñanzas. Contactar con su Ánima es la finalidad. La joven con su alma herida
manifiesta dolor y sufrimiento A niveles inconscientes esto despierta curiosidad en el discípulo,
curiosidad de entender experimentar el dolor y todos los riesgos e implicancias de conocer el
amor El discípulo busca relacionarse con el aspecto oscuro de su psique algo que nunca se ha
permitido contactar, su lado sombrío no integrado. La libido emerge de la polaridad entre los
instintos y el espíritu. Por esta razón él decide abandonar el monasterio e irse junto a la joven.

El complejo.

El discípulo regresa a la ermita. Sus rasgos muestran ira, odio, ahora es un sujeto totalmente
diferente, lleno de desesperanza, rabia y agresividad. Viene escapando de la justicia por haber
cometido el asesinato de la chica. Aquí se observa que está totalmente poseído por el complejo,
esta constelado y una personificación del asesino incomprendido.

La chica le fue infiel, ante esta no-comprensión de la experiencia amorosa el complejo emergió
como mecanismo de defensa del Yo, su mecanismo de escisión intenta protegerlo de la desilusión
y el dolor.

A pesar de la experiencia dolorosa pienso que la joven le ayudó a superarse a sí mismo. Cuando
él regresa escapando de la justicia por haber cometido el asesinato su psique escindida se
encuentra en un periodo de total enfermedad, aquí emerge una forma de compensación
psicológica y lo llamado fenómeno regresivo: la libido (como energía psíquica) hace una
regresión esto abre la posibilidad de contactar con lo auténtico para comenzar su proceso de
transformación, precisamente él acepta su error y permite ser arrestado.

Uno elemento muy importante es el Sutra prajnaparamita que el maestro le da como tarea tallar
en la madera del piso, una forma de reflexionar para calma el corazón y aclara la mente, pudo
incluso hasta meditar sobre la razón que tuvo esta “enfermedad” hacía dónde apunta y qué
sentido tuvo.
Proceso de individuación en el discípulo.

El discípulo retorna a la ermita como un hombre, según el ciclo vital de Jung situado en la
transición a la segunda mitad de la vida y debido a su pasado tormentoso toda la desesperanza
experimentada digamos que su proceso de individuación ha sido natural, tras la tormenta y el
darse cuenta cómo perdió esa conexión con su Dios interior él vuelve para reformarse y
establecer la unión con su Yo y Dios, algo que es mucho más grande que él.

Puesto que el desarrollo psíquico no puede llevarse a cabo por un esfuerzo consciente de fuerza
de voluntad si no que se produce involuntariamente y en forma natural, en la etapa de juventud
del discípulo su maestro hizo todo lo posible para guiarlo y educarlo de acuerdo a las enseñanzas
de Buda, de acuerdo a los lineamientos y enseñanzas que él recibió podríamos decir que el
discípulo se encontraba con un self bastante desarrollado y un “átomo nuclear”, pero que debía
experimentar por sí mismo para conocer y decidir qué tipo de vida escoger. En este caso su
proceso de individuación es inducido por la circunstancias de la vida sufrida que lo llevan a
finalmente establecerse en el orden y hacerse un hombre de bien.

El maestro también podría simbolizar el “Si-mismo” pues está presente en toda la vida del
discípulo como un “guía interior” y “centro regulador que proporciona una extensión y
maduración constante de la personalidad”

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