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de Salem: el
capitalismo y el
patriarcado condenan
a las mujeres
El 1 de marzo de 1692 se iniciaron los trágicos juicios a
las mujeres acusadas de brujería en un poblado de Nueva
Inglaterra. Sin ninguna prueba, con testimonios
arrancados bajo tortura, fueron condenadas cerca de 200
personas y 20 murieron ahorcadas.
¿Cuáles eran los motivos por los que se acusaba de brujería a las
mujeres de esa época histórica? En esto, tantos las naciones
católicas que ejercieron una gran influencia en toda la Edad Media,
como las protestantes (que empiezan a adquirir influencia a
mediados del siglo XVI), enfrentadas por intereses económicos y
políticos, se unieron para perseguir a las mujeres consideradas
brujas. A pesar de que no se cuentan con los testimonios de las
víctimas de la época, porque los juicios casi nunca eran
registrados, se sabe que las acusadas eran mujeres rebeldes que
cuestionaban las costumbres de la época, discutían y vivían
libremente su sexualidad, fuera de los vínculos del matrimonio y
su reproducción. Como señala Federici, “la caza de brujas fue, por
lo tanto, una guerra contra las mujeres; fue intento coordinado de
degradarlas, demonizarlas y destruir su poder social. Al mismo
tiempo, fue precisamente en las cámaras de tortura y en las
hogueras en las que murieron las brujas donde se forjaron los
ideales burgueses de feminidad y domesticidad”.
Si Federico Engels señaló que la composición de la familiar nuclear
en las sociedades donde hicieron su aparición el Estado y la
propiedad privada, fue la “derrota histórica del sexo femenino a
nivel mundial”, se podría decir que la caza y quema de brujas fue
otra gran derrota para las mujeres, que se potenció hasta niveles
insoportables en el capitalismo.