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Los consumidores tienen derecho a consumir alimentos inocuos. Los proveedores son
responsables de la inocuidad de los alimentos que ofrecen en el mercado, de conformidad con
la legislación sanitaria.
Los proveedores que alegan algún aspecto de calidad de sus productos, sea mediante el uso de
frases, expresiones o imágenes, deben estar en condiciones de probarlo, de conformidad con lo
dispuesto en el presente Código y la normativa vigente. Para los efectos de aplicación del
presente artículo, se entiende por calidad al conjunto de características de un producto que le
confiere la aptitud para satisfacerlas necesidades establecidas y las implícitas.
Los alimentos deben llevar en su etiquetado de manera destacada la denominación que refleje
su verdadera naturaleza, sin generar confusión ni engaño al consumidor.
Las alegaciones saludables deben sustentarse de acuerdo con la legislación sobre la materia o
en su defecto a lo establecido en el Codex Alimentarius.
Los alimentos modificados por sustracción, sustitución o adición de ingredientes solo pueden
utilizar la denominación de los productos originales cuando lo permita la legislación sobre la
materia o en su defecto el Codex Alimentarius.
En todos los casos en que el proveedor brinde información complementaria mediante sitios en
internet u otras formas de difusión, la misma debe ser clara, comprensible, veraz y fácilmente
accesible, observando lo dispuesto en el presente Código y en la legislación de la materia. La
remisión a esta fuente de información distinta debe ser clara y expresa.
Los proveedores que ofrezcan alimentos orgánicos deben ser debidamente certificados y deben
identificarlos claramente en las etiquetas, envases y los medios de información directos o
indirectos.
Cuando un alimento contenga un tipo de grasa considerada trans debe advertirlo en su etiqueta,
así como su porcentaje.
Los alimentos que incorporen componentes genéticamente modificados deben indicarlo en sus
etiquetas
Derecho a la información: etiquetado de los alimentos transgénicos
Como hemos visto en artículos anteriores, algunos aspectos de los OMG entran en conflicto con
el derecho a una alimentación apropiada, que deriva de la Declaración Universal de Derechos
Humanos. Pero también hay otros principios importantes que están relacionados con los
derechos humanos y que la situación actual de los alimentos transgénicos está violando, aunque
no aparecen en la Declaración Universal De Derechos Humanos, son los derechos a una elección
fundamentada y a una participación democrática.
Sólo de esta manera respetaría el derecho de los vegetarianos a no consumir vegetales que
lleven incorporados genes animales o el derecho de los musulmanes a no consumir productos
que lleven incorporados genes provenientes del cerdo; y sobre todo por razones de salud, como
es el caso de las alergias. Pero existen cuestiones que hacen difícil un etiquetado adecuado,
como la dificultad para saber si un producto contiene OMG debido polinización de cultivos
transgénicos próximos, ya que no hay ningún tipo de legislación respecto a medidas de
aislamiento. Ocurre lo mismo en los casos en que se dan piensos con ingredientes transgénicos
a ganado destinado para el consumo humano. También sería difícil el etiquetado de alimentos
procesados que contiene ingredientes de muchas fuentes diferentes.
Por otro lado, la industria alimentaria se opone totalmente al etiquetado de dichos alimentos,
ya que creen que va a resultar perjudicial para su negocio. Por ello, se refugian detrás del
principio de equivalencia sustancial que, como ya hemos visto en artículos anteriores en este
mismo blog, es un gran engaño del lobby biotecnológico. Pero aunque se pudiera demostrar
científicamente que los alimentos elaborados con cultivos modificados genéticamente son
idénticos a los obtenidos de cultivos no modificados, puede ser que los consumidores deseen
evitar esos productos simplemente por su método de producción.
Como hemos visto en otros articulos, los alimentos transgénicos pueden contener genes
resistentes a los antibióticos, empleados como genes marcadores, que si bien no afectan a la
composición nutricional de los alimentos, pueden suscitar preocupación. Sólo la presencia de
estos y otro tipo de genes marcadores justifican el etiquetado obligatorio de los productos
alimentarios.
En Europa, el primer reglamento comunitario que aborda el tema del etiquetado de los
alimentos transgénico es el Reglamento 258/97, sobre nuevos alimentos y nuevos ingredientes
alimentarios, que es de aplicación directa a todos los países de la UE. Conforme al Art. 1.2 del
propio reglamento, este se aplicará, entre otros, a:
a) Alimentos e ingredientes alimentarios que contengan organismos modificados
genéticamente con arreglo a la Directiva 90/220/CEE, o que consistan en dichos organismos.
Más adelante, en el Art. 8.1, se indican los requisitos específicos suplementarios en materia de
etiquetado para informar al consumidor final de:
Sin embargo, conforme al reglamento 1139/98, para que sea obligatorio el etiquetado, se ha de
comprobar, al final del proceso de fabricación del alimento, si se detecta la presencia de un
mínimo de ADN o de proteína modificada en el conjunto. El umbral es del 0,9%, a partir de este,
es obligatorio hacer mención en la etiqueta de que estamos ante un OMG. Por otro lado, habrá
excepciones por estar debajo de este umbral, que no estarán sujetos a requisitos de etiquetado,
según se dispone en el Art. 2.2 de la Reglamentación. Además, el Art. 1.2 señala que el este
reglamento no se aplicará a los aditivos alimentarios, aromas para productos alimentarios, ni los
disolventes de extracción utilizados en la fabricación de productos alimenticios, por lo que no
están obligados a ser etiquetados.
Esta compleja normativa que sin lugar a dudas constituye un autentico galimatías, en situación
real de mercado se simplifica prácticamente a tres posibilidades:
Que la etiqueta califique al alimento como ecológico o biológico, única etiqueta que garantiza
con total seguridad la ausencia de manipulación genética. etiqueta-agricultura-ecologica
En cambio, la situación de España es distinta a la del resto de Europa, ya que desde hace más de
diez años el gobierno español ha defendido en la Unión Europea, prácticamente en solitario, el
uso de alimentos transgénicos y es el único país que permite el cultivo de los mismos a gran
escala. En países como Francia o Alemania el cultivo a gran escala está prohibido, entre otras
cuestiones por la presión pública debido a las evidencias científicas sobre sus impactos en el
medio ambiente, la imposibilidad de convivencia de la agricultura transgénica con la
convencional y los efectos a largo plazo sobre la salud humana.
http://www.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/transgenicos/Textos-listado-
5edicion.pdf (5ª edición, actualizada el 8 de marzo del 2012)guía roja y verde- geenpace
[2] Pedauyé, Julio; Ferrero, Antonio; Pedauyé, Virginia. Alimentos transgénicos: la nueva
revolución verde, Madrid, Mc Graw Hill, 2000. (p 82-87).
Alimentos
¿Por qué es importante que sea cuidadoso al comprar alimentos?
Al adquirir cualquier producto o servicio busque siempre
la triple B: bueno, bonito y barato. Sin embargo, al
comprar alimentos y bebidas debe ser muy cuidadoso
pues, si realiza una mala compra, podría poner en peligro
su salud y la de su familia.
Asegúrese que los productos sean frescos y originales. Si tiene alguna duda, pregunte al
vendedor. En última instancia, él será el responsable de la venta de un artículo en mal
estado.
Por otra parte, los mayores retrocesos legales han ocurrido en los años 2008–2009, con la
eliminación de la posibilidad de sancionar a las empresas que abusan de su posición de dominio
por prácticas explotativas contra los consumidores, y la extensión de los derechos de los
tenedores de propiedad intelectual en detrimento de los consumidores. Asimismo, se ha
eliminado el precedente de observancia obligatoria del Tribunal del Indecopi de 2004 que
ampliaba el concepto de consumidor final a las pequeñas y microempresas.67
En Perú la protección de los derechos de los consumidores se ejerce bajo un esquema de justicia
(árbitros) altamente centralizado, lo que por un lado complica la gestión y, por otro, deja una
gran parte de la población en las diversas provincias y regiones del país sin protección. Si bien
existen en la ley algunos criterios para descentralizar, no se evidencia una política institucional
en el Indecopi que promueva su aplicación. Esto está agotando las capacidades de resolución de
los conflictos en las instancias centralizadas, lo que origina un embalse creciente de denuncias,
con el consiguiente retraso en su admisión a trámite y la pérdida de credibilidad y confianza en
el sistema.
En Perú, además del Indecopi y de los Tribunales de los Organismos Reguladores (Osiptel,
Osinerg, Ositran y Sunass) son los ministerios de Transporte, Salud, Educación, etc., los que
establecen reglas y normas sectoriales que requieren a las empresas acerca de la seguridad y
eficacia de los productos y servicios en cada sector. Sin embargo, la actuación de estos
organismos es muy débil y limitada. Además, no existe ninguna institución rectora que se
encargue de planificar, elaborar y coordinar una política nacional de protección al consumidor
en la que participen las principales instituciones estatales (a nivel central, regional y local), así
como las asociaciones de consumidores, el sector privado, el mundo académico y la sociedad
civil. Se necesita un sistema nacional de protección al consumidor con objetivos estratégicos
claros que formen una visión de conjunto capaz de promover una cultura de consumo
responsable tanto de los consumidores como de los proveedores y que pueda hacer un trabajo
coherente y consistente con todos los actores e instituciones en pro de la defensa de los
consumidores, el mercado y la inversión.
En relación con las políticas de prevención y de promoción se ha avanzado muy poco. Una
política de prevención implica contar con laboratorios suficientes y a disposición de las
entidades encargadas de fiscalizar y monitorear el mercado, así como un sistema de acreditación
que permita distinguir a aquellos proveedores que adoptan estándares y normas técnicas de
carácter voluntario y los reglamentos técnicos obligatorios que garantizan la seguridad y
confiabilidad en los productos y servicios que se ofrecen en el mercado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Los derechos del consumidor en seguridad alimentaria
Los alimentos, los productos alimentarios y todos aquellos productos, materias y utensilios que
entran en contacto con los alimentos han de reunir unas condiciones mínimas de seguridad que
los hagan aptos para el consumo humano. En este sentido, existe una relación directa entre
alimentación y el aspecto más fundamental de la seguridad del consumidor: su salud. Pero
¿cómo se protege la salud de los consumidores?
Las normas relativas a los diferentes productos alimenticios y alimentarios, así como las que
afectan a los diferentes procesos productivos, distribución, manipulación, transporte y
comercialización, deben tener como objetivo prioritario la protección de la salud de los
consumidores.
Los alimentos son considerados por la comunidad científica como productos complejos, dado
que en ellos concurren circunstancias múltiples y diversas que deben tenerse en cuenta, tanto
desde el punto de vista de la nutrición humana como desde la preservación de la salud de los
consumidores. Este hecho precisa de un enfoque amplio y multidisciplinar; como el científico-
técnico (a fin de suministrar parámetros y datos objetivos de seguridad del producto) y el
jurídico (a fin de dotar al consumidor de mecanismos preventivos del riesgo y de reparación de
los daños).
En algunas ocasiones, y dado el estado actual de los conocimientos, esta tarea resulta difícil o
imposible de cumplimentar; pero no por ello debemos olvidarnos de preservar la seguridad
alimentaria y la salud del consumidor. Por ello, el ámbito jurídico ha tenido que idear "fórmulas",
tanto de acción preventiva como de acción reparadora, en aquellos supuestos donde la ciencia
no puede llegar o no puede pronunciarse.
Por estos motivos, se ha introducido en nuestro ordenamiento legal el principio de precaución,
que permite, en ciertos casos, la adopción de medidas preventivas para incrementar la
seguridad del consumidor de productos ante la falta de certeza o de información científica; y el
principio de responsabilidad, que nace como una necesidad de protección de los derechos del
consumidor, tanto como función reparadora de los daños y perjuicios causados, como de
función persuasiva para evitar, mediante la amenaza de una sanción o perjuicio patrimonial, las
conductas ilícitas o irresponsables.
Los elementos que debemos tener en consideración para determinar si un producto alimenticio
es seguro no son exclusivamente los que determinan su inocuidad higiénico-sanitaria, es decir,
la ausencia de patógenos o contaminantes. Un alimento inocuo desde el punto de vista científico
puede ser inseguro desde la perspectiva jurídica o de la responsabilidad. Aunque, hasta no hace
muchos años, la seguridad de un producto dependía sólo de las citadas características.
Pero la situación ha cambiado, y la seguridad de los productos ha sido definida legalmente por
la normativa con la finalidad de dar mayor protección a los derechos fundamentales de los
consumidores. Así, se deben tener en cuenta otros aspectos del producto, como son las
características propias de éste, la presentación, la adecuación de su envase o embalaje, el
etiquetado, la información adicional del producto, el idioma empleado o los consumidores
destinatarios del producto (alérgicos, niños, lactantes o ancianos), entre otros elementos.
Así, por ejemplo, un producto higiénicamente correcto e inocuo será considerado inseguro si la
información que figura en el etiquetado del producto o en el punto de venta no es la adecuada
desde el punto de vista de las expectativas del consumidor, que no acepta riesgo o peligro
alguno por el consumo de alimentos.
El consumidor puede exigir del productor, distribuidor y comerciante toda una serie de
obligaciones que inciden de manera directa sobre la seguridad del producto y el derecho a la
salud. Entre ellas, que únicamente pongan a disposición del consumidor productos seguros,
informar de los riesgos derivados, adoptar medidas en caso de riesgos para el consumo,
establecer instrucciones, advertencias e indicaciones sobre los riesgos previsibles (por ejemplo,
en aquellos casos que determinados alimentos presenten algún tipo de alergia, contraindicación
o problemática para sectores específicos de consumidores); identificar los productos o los lotes
de productos; realizar pruebas de muestreo entre los productos comercializados; vigilar y
controlar la seguridad de los productos comercializados o adoptar las medidas adecuadas para
evitar riesgos derivados de sus productos.
La protección del consumidor está garantizada no sólo por la Constitución sino también por los
Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas, por las Leyes básicas de consumo y
especialmente tutelada en el marco de la Unión Europea. Los derechos fundamentales del
consumidor, contenidos en las citadas normas y aplicables a los productos de consumo son:
Derecho a la información
Derecho a la educación
Derecho de audiencia
Los derechos de los consumidores y usuarios, respecto alimentos, deben ser objeto de
protección prioritaria por su consideración legal de productos de uso o consumo común,
ordinario y generalizado. Los derechos a la protección de la salud, la seguridad y los legítimos
intereses económicos de los consumidores deben ser garantizados por los poderes públicos
mediante procedimientos eficaces.
Los diferentes Reglamentos pueden determinar como "tolerables" determinados riesgos que se
deriven de su consumo, siempre que se realice en condiciones normales y que sean previsibles,
dadas las características del producto, y los hábitos y perfiles de sus destinatarios. Como
contrapartida a la admisibilidad de determinados tipos de riesgo se impone el deber de
información al consumidor. Estos riesgos se han de poner en conocimiento previo de los
consumidores por medios apropiados, teniendo en cuenta la naturaleza de los productos y de
los destinatarios.
Se deben facilitar, por tanto, las instrucciones e indicaciones necesarias para un correcto
consumo o manipulación de los alimentos, con inclusión de las advertencias y riesgos que sean
previsibles. La finalidad es ofrecer al consumidor todos los datos necesarios para la elección libre
y con pleno conocimiento del producto.
http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/normativa-
legal/2002/01/14/621.php?page=5
Cincuenta y tres por ciento de los consumidores frecuentemente se preguntan si los alimentos
que compran son seguros, según una investigación realizada por la Alianza de Agricultores y
Granjeros de los Estados Unidos (USFRA por sus siglas en inglés).
La inocuidad de los alimentos se ha convertido en una prioridad absoluta entre los productores
avícolas de hoy debido a su efecto directo y significativo sobre la reputación de la marca. Los
efectos de un retiro de alimentos son siempre costosos y pueden dañar gravemente la
reputación de una marca si los consumidores pierden la confianza.
Durante más de dos décadas, las industrias cárnica y avícola han estado siguiendo las directrices
del Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por sus siglas en inglés), un sistema
de gestión para la inocuidad de los alimentos puesto en marcha para tratar posibles
contaminaciones biológicas, químicas y físicas. Esto permite a los productores identificar
posibles peligros para tomar las acciones necesarias y reducir o eliminar el riesgo.
No existe una estrategia milagrosa que tenga la capacidad de abordar todas las amenazas
potenciales a través de la cadena de producción, por lo que los productores y las plantas de
producción usan una variedad de estrategias en sus puntos críticos de control.
Como se indica en la página web del Consejo Nacional del Pollo (National Chicken Council),
algunas maneras en que los productores pueden mejorar su seguridad alimentaria son:
West Liberty Foods, un proveedor de carnes líder en los Estados Unidos, entiende que los
conceptos de seguridad alimentaria y la confianza del consumidor son cruciales para el éxito. El
presidente de la compañía, Paul Hill, explicó su estrategia en una reciente reseña de Alltech.
Obtenga más información sobre cómo una marca como West Liberty Foods aplica la seguridad
alimentaria haciendo clic en el siguiente enlace.