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Sor Juana Inés de la Cruz

Es innegable que, dentro de los autores de la etapa de la Colonia en la Nueva España,


destaca la figura de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana tanto por su capacidad
intelectual como por sus motivaciones y diversidad dentro de su obra. Estos son unos de
los tantos motivos por los cuales es menester hacer la relectura de sus textos y
reinterpretarlos en el Siglo XXI.

En primera instancia, se puede mencionar un género del cual muy poco se conoce
por parte de la autora (esto por la difusión). Este género es el teatro. Una obra con bastante
calidad literaria y adscrita al barroco es Los empeños de una casa. En esta obra de teatro,
los asuntos giran en torno a la consolidación de dos parejas. Esta obra tiene tintes
picarescos y resulta risible la manera que tiene de desarrollar los problemas de los
personajes que, aunque parezca poco creíble, resulta verosímil dentro del relato.

En los empeños de una casa se presenta a una pareja de hermanos que deben
mudarse por cuestiones personales; luego, por enredos, la hermana piensa que el nombre
del hombre que le atrae es uno que no es y a partir de este enredo se generan los diversos
problemas y peleas dentro de la obra. Algo que destaca es la participación activa de las
voces femeninas y esta noción de búsqueda por su parte, característica no tan exploradas
previo a la autora.

Otra característica notable de la obra teatral es la presencia de la figura de Doña


Leonor debido al supuesto gran parecido entre su carácter y el de la propia autora. Eso se
puede percibir, por ejemplo, en el pasaje: “Porque si me lo preguntas / es fuerza que yo
responda / que la pasé bien o mal, / y en cualquiera de estas cosas / encuentro un
inconveniente”. (De la Cruz, 2004). Fragmento en que da pie a algo cercano a este gusto
de la autora por argumentar y debatir sobre los temas que la implican.

Siguiendo este hilo conductor de creaciones no tan citadas de la autora y, antes de


llegar a lo que fue el género en el que se suele adscribir más comúnmente, se llega a la
notable carta atenagórica y la respuesta que hace a otros asuntos de la misma. Obras que
puede definirse como proto-ensayos y que denotan una gran capacidad argumentativa por
parte de la escritora (hecho mencionado previamente).

En la primera carta se dedica a debatir y refutar algunas ideas relacionadas con la


teología y lo hace con una argumentación bastan estricta y bien fundamentada. Esto debió
haber sido un gran tema en su época pues la complejidad que suponen tanto las ideas
refutadas como las de la propia Sor Juana eran tópicos aparentemente relevantes para los
contemporáneos.

Para dar un ejemplo de la argumentación de Sor Juana, se tomarán distintos


fragmentos pues, de lo contrario, sería una transcripción muy larga. Entonces, para dar la
frase final de su argumento, De la Cruz dice “Luego quiere el amor para sí y la utilidad
para los hombres”, esto como premisa. Posteriormente se adelanta a conjeturar una
respuesta posible a lo que ella afirma y contrasta “¿para qué solicita el amor del hombre,
pues sin que el hombre lo ame, puede Cristo hacerle bien?” y termina, después de una
gran dubitación del tema “Para esto quiere Dios nuestro amor: para nuestro bien, no para
el suyo”. (2004).

Sin embargo, la capacidad argumentativa de Sor Juana no se queda en esta


magnánima forma de argumentar de manera lógica sus premisas; también hace uso sutil
de la retórica para “atacar” de manera elegante a los que la descalifican y estas acciones
no llegan a manchar su lógica, son aledañas al discurso en sí. Para ejemplificar esto, se
puede tomar el fragmento de la carta en que Sor Juana dice, al final de la respuesta, “Si
el estilo, venerable Señora mía, de esta carta, no hubiese sido como a vos es debido, os
pido perdón de la casera familiaridad o menos autoridad que de tratándoos como a una
religiosa de velo, hermana mía”. (2004). En este pasaje, la autora resalta de manera
evidentemente irónica a la supuesta figura a la que se está dirigiendo después de haber
concluido todo lo que tuvo que decir a su persona.

Si bien es cierto que ambos textos previos trataron temas muy distintos, queda
muy en claro la intención de la autora por destacar elementos dentro de las obras. Como
se dijo previamente, la visión objetiva y la recopilación del conocimiento debería ser la
resolución concreta a los acontecimientos de la primera obra (y es parte del discurso de
fondo) y, por otro lado, en el segundo texto se denota el carácter argumentativo y objetivo
que la autora pretende tener en lo que dice y piensa (aunado, de nuevo, a la ironía el lado
risible).

Ahora bien, es obligatorio hablar del género con el que es mayormente conocida
la autora: la poesía. Para hablar de este tópico se tienen dos textos. El primero, una
recopilación de textos de distinta índole pero con la misma voz poética y; el segundo, una
de las obras más complejas citadas por los autores.
El primer texto, la Lírica Personal no sólo retoma el carácter argumentativo
previamente mencionado en su poema 3, sobre los celos en el que dice, por ejemplo “Son
crédito y prueba suya; / pues sólo pueden dar ellos / auténticos testimonios / de que es
amor verdadero”. (De la Cruz, 2009). Que si bien es una relación lírica al tema en
cuestión, se plantea tener una estructura “lógica” definida. A esto se suma la capacidad
de versificación tan compleja y musical propia del barroco, por ejemplo en el cuarteto del
texto 149, “Si los riesgos del mar considerara / ninguno se embarcara; si antes viera / bien
su peligro, nadie se atreviera / ni al bravo toro osado provocara”. (De la Cruz, 2009).
Estrofa en que la aliteración es evidente y la cadencia de los versos es propia de los
endecasílabos perfectos.

El dominio de la musicalidad, la oralidad y el ritmo es evidente. La complejidad


de los textos reunidos en Lírica Personal no es tanta, pero esto último cambia cuando en
lo referente a Primero Sueño. El contraste es muy alto, si bien los poemas del primer texto
son de tintes barrocos y suelen utilizar hipérbatos sencillos e imágenes muy bien definidas
y concretas, en Primero Sueño la autora lleva esta habilidad a otro límite.

La complejidad de las imágenes llega a un nivel tal en puntos en que la voz poética
hace construcciones que fácilmente pierden el referente y las transcripciones en este punto
serían muy extensas. A esto se puede añadir una vaga interpretación de los versos.
Claramente se delimitan tres momentos clave dentro de la obra: el primero, el atardecer
y llegada de la noche, desde el comienzo con “Piramidal, funesta, de la tierra / nacida
sombra, al Cielo encaminaba / de vanos obeliscos punta altiva / escalar pretendiendo las
estrellas”; el segundo, cuando se comienza el sueño (en que se deja claro que el sueño es
una metáfora de la muerte) “(como, en efecto, imagen poderosa / de la muerte) Morfeo”
y, finalmente, en que el sol vuelve a salir, antes de que la voz poética se despierte “Pero
apenas la bella precursora / signífera del sol, el luminoso / en el oriente trémolo
estandarte” (De la Cruz, 2006).

Entonces, se puede concluir con que la autora es un gran referente de la literatura


barroca, del pensamiento objetivo y gran partícipe de los estudios y lo relacionado al
conocimiento. Esto lo quiso plasmar y difundir a través de su obra y dejó un gran legado
que sigue repercutiendo hasta los tiempos actuales.

Bibliografía
De la Cruz, J. I. (2004). Carta atenagórica, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. Obras
completas. Porrúa: México.

De la Cruz, J. I. (2004). Los empeños de una casa. Obras completas. Porrúa: México.

De la Cruz, J. I. (2009). Obras completas, I, lírica personal. Fondo de Cultura Económica:


México.

De la Cruz, J. I. (2006). Primero sueño y otros escritos. Fondo de Cultura Económica:


México.

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