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Entrevista a Romeo Gómez López sobre ufología y Justin Bieber:

Quiero creer que a Justin Bieber lo peinan… de los pelos del culo pa’ dentro cuando se lo
cogen Selena Gómez y su pastor-mejor-amigo.[…] Quiero creer que cuando estrelló su
mercedes en Sunset Boulevard la estaba pasando cabrón […] que la campaña de ropa
interior de Justin para Calvin Klein es evidencia de sus buenos genes y no un
photoshopazo. Quisiera creer que sus leaked nudies fueron infraganti y no una estrategia
de marketing.

(Fragmento de I WANT TO BELIEBE “Sobre ufología y Justin Bieber”, de Romeo Gómez


López)

Todo amante de la prensa sensacionalista entiende el punto en que un


avistamiento OVNI se toca con el flash de un paparazzi encuadrando los genitales
de Justin Bieber: entre Chapoy, Maussan y gringadas con doblaje se cocinó el
“Primer Impacto” de las sensibilidades mediáticas de millones de infantes
mejicanos post muro de Berlín. Hay de creyentes a creyentes. En el capítulo piloto
de los “Expedientes Secretos Equis”, cuando Dana Scully va por primera ocasión a
la oficina de Fox Mulder, aparece el famoso póster de un avistamiento OVNI con
la frase “I want to believe”, ícono del concepto “UFO believer” (creyente en la vida
extraterrestre) en la cultura pop, por otro lado –hablando del star system– un
“belieber” es un groupie de Justin Bieber. Romeo Gómez López se confiesa como
ambos tipos de creyente en “I Want to beliebe”, proyecto expuesto en Salón
Silicón el pasado octubre que explora la alienación causada por la tecnología, la
cultura de medios de comunicación y el consumismo masivo, mediante los cuales
los Estados capitalistas consiguen esclavizar a la sociedad.

“En “I want to beliebe”, López Gómez se revuelca en citas y cruces de referencias


a la cultura pop contenidos en el baño de Salón Silicón: desde imágenes
comparativas entre el Lamborghini de Justin Bieber estrellado y fotografías de
accidentes de OVNIs que recuerdan a la serie “Desastres” de Warhol, hasta vellos
públicos de Justin Bieber comprados en ebay y reproducciones en tamaño natural
del miembro viril del cantante canadiense. Desde citas directas a la estética del
expediente en las pinturas de Peter Haley, pasando por glosas a los “Expedientes
Secretos Equis”, la utilización del formato de oficina en la bitácora del proyecto que
contiene el texto de sala, genera un expediente público sobre el consumo de
masas en la sociedad de la información desde la perspectiva de un entendedor
mejicano del pop. Aquí la entrevista a Romeo Góez López sobre “I want to
beliebe”:
1.-De Maussan a les beliebers se tiende un umbral de “cultura de letrina” que,
enmarcado por los X files, expira un hedor a la década de los noventas ¿Cómo
empezó tu fijación por lo Pop? ¿Qué te interesa de la cultura de masas?

Supongo que empezó por mis padres… Yo soy un godínez pura sangre, mis papás
tenían un trabajo de oficina, éramos una familia de clase media normal. No crecí en
entre intelectuales o miembros de la clase creativa. Como pasatiempo, nos llevaban a
mi hermano y a mí a centros comerciales y al cine. Las películas gringas en los
noventas fueron mis mayores estímulos para dibujar y modelar en plastilina, fue el
lenguaje que aprendí, el del espectáculo. Luego entré a La Esmeralda, ahí aprendí
cosas muy bonitas como que los blancos son malos, los gringos idiotas y las clases
medias: obedientes. Al principio fue muy conflictivo para mí, pero luego me di cuenta
que el intentar hacer convivir esos dos mundos era un mejor reflejo de la sociedad
contemporánea, que sólo escoger un bando. Me gusta Justin Bieber porque cuando lo
veo desnudo me prende… pero cuando veo las ideas que promueve, los coches que
maneja, su estilo de vida en general, me doy cuenta de lo mal repartida que está
nuestra atención. Me gusta explorar ese conflicto.


2.- ¿Cómo fue el proceso de producción en “I want to beliebe”?

Comenzó con imágenes de internet. Había demasiadas similitudes entre los resultados
de Google cuando pones: “OVNI avistamiento” y cuando pones: “Justin Bieber nude”.
Muchas imágenes intervenidas, photoshopeadas, naves estrelladas, lamborghinis
estrellados, acercamientos a objetos fálicos, etc. El fetichismo está siempre presente,
entonces comencé a traer estas imágenes a la tercera dimensión para llenar el baño
con “tótems” de imágenes alteradas. Al final de cuentas con los smart phones, el lugar
por excelencia para consumir cultura popular es el baño.

3.- ¿Cómo nutren la prensa sensacionalista y los bajos instintos de las grandes
audiencias a este proyecto?

La prensa tiene una gran capacidad para diseccionar los fenómenos pop, como Justin
Bieber, y alimentar a su público. Se inundan las redes sociales de fotos de temas
específicos: su nuevo tatuaje, su nuevo corte de pelo, su coche último modelo, bueno,
hasta que si traía muy bajo el traje de baño y se le asomaban los pelos púbicos.
Antes de que salieran las “nudies” de Justin Bieber, había muchas fotos de su paquete,
acercamientos, “photoshopazos”, gifs, memes, en fin… había tanto material que su
pene se convirtió en un personaje aparte de él, las fans lo nombraron Jerry. Ahora
todos conocemos a Jerry… En esta exposición diseccioné de manera formal a Justin
Bieber, para darle a Jerry el papel protagónico, aumentándolo a escala 1:1 y dejándolo
a la altura de la cara de quien tome asiento en el escusado, como si fuera un “glory
hole”.

4.-Tienes un “vello púbico de Justin Bieber”, a partir del cual hiciste la pieza “Pelo
Cuántico” ¿Cuál fue la operación ahí y qué papel juega “la sociedad de la información”
en ella? Quiero decir, de “La teoría de las dos rendijas” hasta Ebay ¿En qué sentido la
manipulación de información en las actividades económicas y culturales que facilitan
las tecnologías actuales fueron relevantes para esta obra?

Tengo un vello púbico de Justin Bieber o no, el pelo venía con un certificado de
autenticidad, la chica que me lo vendió en ebay afirmó que lo guardó después de haber
chupado a “Jerry”, emitió un certificado de autenticidad con una prueba de ADN que
bien podría ser falsa. Por eso al lado puse otro pelo púbico que un amigo me donó,
tenemos la certeza de que el segundo pelo púbico es falso, es una réplica. Por un lado
tienes el misterio; y por otro lado la certeza de que estás viendo una mentira, y tener
la certeza nos puede dar tranquilidad.

En el libro de Philip K. Dick “The Man In The High Castle”, que ocurre en un mundo
paralelo donde los Aliados perdieron la Segunda Guerra Mundial, la costa oeste de
Estados Unidos está invadida por Japón. Las familias japonesas más poderosas
coleccionan compulsivamente armas y pedazos de la historia de Estados Unidos. Se
convierte en un negocio tan poderoso que empiezan a aparecer réplicas. Una vez más,
los certificados de autenticidad vienen a salvar este mercado, sólo las piezas
certificadas tienen historicidad, por ejemplo mencionan en la novela la pistola de John
Schrank, existen dos pistolas idénticas, sin embargo la original tiene un peso físico que
se puede sentir, porque sabes que es el arma con la que le disparó a Roosevelt. Pasa lo
mismo con el arte contemporáneo, el certificado de autenticidad de la obra le da valor
en el mercado, y por ende es coleccionable.

5.-¿Cómo influye el acceso a Internet en tu práctica artística ?

La mayoría de lo que hago son esculturas realistas por así decirlo, de celebridades o
personajes de películas, así como de partes del cuerpo. Yo de anatomía sé lo más
básico, lo que aprendí en mi libro de la SEP. Estudié en la Esmeralda, que tiene un
perfil mucho menos académico que la FAD por ejemplo, entonces mis mayores
referentes o mi escuela para estas piezas, son la pornografía y las figuras de acción
que pido por Amazon o Ebay.

6.-Antes de entrar al baño –dónde se encuentra la mayor parte de la obra–
recibe al espectador un folder con estética de “Expedientes Secretos Equis”, que
contiene una suerte de burocratización de las referencias que utilizas en la
exposición: diagramas de física cuántica, comparativas del ovni estrellado del
caso Roswell con el lamborgini estrellado de Justin Bieber etc. ¿Qué intención
hay en este “expendiente secreto” de la cultura espectacular?

El expediente comenzó como un archivo de similitudes entre fotos de ovnis y fotos de
paparazzi. Tiene como función conectar el mundo de la ufología con el mundo de los
“pop stars” como Justin Bieber, con el lenguaje de pinturas de Peter Haley.
Los ovnis se convierten en acercamientos de la rayita de Justin, las pinturas de Haley
son Post-Its que dejó algún burócrata, como circuitos dentro de las hojas. Se pudieron
integrar suficientemente bien de manera formal que se nota cierta narrativa, como un
cómic.

7.-¿Cuál fue tu formación en el arte? ¿Qué sucedió y qué métodos te llevaron a
estar teorizando hoy sobre “penitos flasheando paparazzis y avistamientos
ovnis”?

Bueno como mencioné antes, estudié en La Esmeralda, ahí estuve un poco retraído.
Fue hasta que salí de la escuela que me involucré en el arte. Paso mucho tiempo
leyendo teorías de física cuántica, pero aún más tiempo viendo pornografía o famosos
desnudos, me parecería falso ignorar mi ocio y mis guilty pleasures para producir
piezas. Trato de encontrar las conexiones entre cultura de masas y cultura “culta” y
cuando las encuentro sale una buena pieza.

8.- En tu opinión ¿Cual es la condición política del fetichismo belie/ber/ver?

Que no podemos detener la entropía en un universo que la flecha del tiempo apunta al
desorden. La decadencia es inevitable, no intentemos detenerla, pero darle la vuelta.
Cuando tiras un espejo se rompe muy fácil, pero pegarlo implica mucho trabajo y
jamás queda igual. Quizá debemos encontrar otra cosa que hacer con los pedazos
rotos. Nuestra tendencia al caos nos lleva a idolatrar falsas soluciones que dan sentido
al desorden como Justin Bieber por ejemplo, entonces Bieber viene siendo como un
mecías contemporáneo el mártir de los medios y con millones de followers en redes.



I WANT TO BELIEBE”, de Romeo Gómez López, estuvo expuesta en Salón Silicón del
27 de Octubre al 17 deNoviembre

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