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RECENSIÓN DEL LIBRO “A JESÚS EL CRISTO POR LOS

EVANGELIOS”

“El problema de la credibilidad atañe a la grandeza del cristianismo, así como a la radicalidad
de sus exigencias”, estas son las palabras con que René Latourelle inicia la introducción de una de
sus obras, cuyo título se presenta en la portada del presente trabajo y que expresa el punto central
que desarrollará dicha obra: la credibilidad de cristianismo en base, en este caso, a la demostración
del acceso al Jesus histórico a través de los evangelios canónicos
Para lograr la empresa mencionada Latourelle divide su trabajo en tres bloques, una
introducción y una conclusión. En el primero desarrolla la historia de la investigación que en torno
al tema señalado se viene haciendo de manera crítica desde el s. XVIII hasta nuestros días,
analizando los resultados substanciales a los que han llegado los intelectuales más relevantes de
esta investigación, para hacer luego una valoración; en el segundo bloque desarrolla lo que se
conoce entorno al peculiar género literario evangelio y desarrolla la reflexión a que se ha llegado
respecto de lo qué es la historia y cuál es el papel del historiador al investigarla; en el tercer bloque
titulado Bosquejo de una demostración desarrolla la aportación de la crítica externa e interna en
torno a la historicidad de los evangelios, datos históricos acera de ellos y así mismo, los datos
históricos que de ellos se pueden entresacar para ir acercándose a la persona histórica de Jesús en
su vida terrena, su forma de actuar, de pensar, el mensaje de su predicación, etc.; en la conclusión
Latourelle presenta una síntesis bien estructurada de lo que fue su exposición y desarrolla una
convergencia de aproximaciones y argumentos para mostrarnos el camino recorrido en torno al
acceso a Jesús por los evangelios y la relación que tienen los resultados de historia con la fe en
Jesucristo, el Hijo de Dios, plenitud de la Revelación.
A continuación, presentaremos una breve recensión a cerca de esta demostración del acceso
al Jesús histórico a través de los evangelios que René Latourelle expone.

INTRODUCCIÓN

El cristianismo ofrece a la humanidad entera, la salvación por la pasión muerte y


resurrección de Cristo y a cambio, no podría menos que exigir una conversión, una orientación
diferente de nuestro ser, un compromiso con Dios por la eternidad, para lo cual a la vez se hace
necesaria la fe en Cristo, pero dicha fe para acceder a un compromiso tan radical debe estar bien
cimentada y al respecto dice Latourelle: para creer hay que saber, pues quien se compromete con
Cristo, debe tener razones para hacerlo y aunque el conocimiento no da la fe, la hace posible al
presentarla como razonable. Para realizar esta empresa de presentar al cristianismo como digno de
fe se deben abarcar tres momentos: uno histórico-hermenéutico, uno filosófico y uno teológico, el
primero se debe a que la fe cristiana tiene que ver esencialmente con hechos históricos, pues se
presenta como la intervención de Dios en la historia y que culmina en Cristo, el segundo se debe a
que no basta demostrar el acceso a Jesús por los evangelios, se tiene que demostrar que Cristo
responde al problema capital de la existencia humana, y el tercer momento se debe a que nunca se
podrá deducir a Cristo como resultado de investigaciones históricas o filosóficas, tenemos que
acceder a él por medio de unos signos producto de la Revelación. Así, Latourelle se dedicará al
primer momento de la empresa mencionada, al momento histórico.
Latourelle dice que la aproximación histórica a Jesús por medio de los evangelios, va
acompañada de un problema hermenéutico ya que no se le conoce más que por medio de ellos, que
son escritos originados en el movimiento suscitado en el s. I cuyos autores son creyentes, los cuales
escriben con una finalidad religiosa y por tanto, el resultado son unos documentos de fe que dan la
impresión de hieratizar al Jesús terreno, además, son fruto de una constante actualización y
reinterpretación constantes de la primitiva Iglesia, sin embargo, si en los evangelios se confiesa a
Jesús como el Cristo y Señor, se debió mostrar en ellos signos claros que respalden esa confesión.
Las respuestas al problema anterior han sido diversas: hasta el s. XVIII la autenticidad histórica de
los evangelios no fue problema, se declaró por algunos teólogos una ruptura esencial entre Jesús
de Nazaret y los evangelios, por los cuales no se puede saber nada del primero, algunos otros han
buscado una respuesta más moderada tratando de encontrar continuidad entre ambos, la exégesis
católica ha dicho que el Cristo pascual del kerigma de los evangelios, es el mismo personaje que
Jesús de Nazaret, pues la resurrección, después de la cual se escribieron los evangelios, es el
elemento clave para identificar plenamente al Jesús de Nazaret y hablar sólo del Jesús histórico
sería renunciar a comprenderlo.
Hay pues entre Jesús y el texto de los evangelios una serie de capas y mediaciones que
esclarecen sin duda a Jesús, pero que al mismo tiempo aumentan la distancia hermenéutica que nos
separa de él. La hermenéutica cristiana es tan antigua como el cristianismo y puede dividirse en
tres etapas, en la primera podemos distinguir como método la lectura del Antiguo Testamento a la
luz de Cristo, donde él era la clave de exégesis y el exegeta, en la segunda etapa la Escritura se
considera como clave de interpretación de la vida y del obrar del hombre y viceversa, y en la tercera
etapa la hermenéutica tiene como objeto al texto mismo del Nuevo Testamento y la relación que
guarda con el acontecimiento mismo.
Está en juego la existencia misma del cristianismo, pues la historicidad es rasgo de
originalidad y especificidad suya, en efecto, el cristianismo proviene de la manifestación de Dios
en la Historia y tiene su punto culmen en Jesucristo, es por ello que la historia forma parte de su
credibilidad y si no hay otro acceso histórico a Jesús más que los evangelios, debe buscarse la
manera de mostrar la mesianidad de Jesús, pues de lo contrario la fe corre el peligro de ser pura
ilusión. En dicha exégesis debe tenerse cuidado de no separar acontecimiento y el sentido que éste
tiene, pues quedaría incompleta ya que, en los evangelios, el sentido se atestigua en el
acontecimiento: ¿Qué aconteció? Y ¿Qué sentido tiene lo acontecido para nosotros?

LA EVOLUCIÓN DE LA CRÍTICA

Contrario a lo que la crítica prebultmaniana, de Bultmann y de algunos de los discípulos de


este opinaban sobre el acceso al Jesús histórico por los evangelios, empresa que consideraron
perdida, pues veían un abismo infranqueable entre el Jesús histórico y los evangelios, surgió un
movimiento de reacción con sujetos como Joachim Jeremías, Ernst Kasemann y Gunter
Bornkamm, que declararon posible y necesaria dicha empresa, pues Jesús es el origen del
cristianismo y sin él no puede haber ni siquiera el kerigma, además la continuidad entre el Jesús
histórico y el Cristo del kerigma no se encuentra rota en los evangelios; el acontecimiento de la
pascua, en el que los primeros veían una ruptura entre Jesús y Cristo, es para estos un punto que
aporta luz sobre la identidad de Jesús, pues en efecto fue y es verdadero Dios y hombre. Los
evangelios lejos de ser mitologización son salvaguarda del Jesús terreno que impide al cristianismo
convertirse en mera gnosis y es que, aunque no son documentos históricos, ciertamente se fundan
en hechos que sí lo son.
Gracias investigaciones como las de Heidegger y Dilthey es posible emprender una nueva
investigación sobre Jesús, pues el primero ha descubierto una nueva concepción de la historia y de
la existencia humana: ve a la historia no como un conjunto de datos cuasi matemáticos y
biográficos, sino como la comprensión que el yo tiene de si existencia tal como se revela en su
comportamiento, es decir, lo que interesa a la historia es la forma en que los hombres de otros
tiempos comprendieron su existencia desde sus decisiones, y los evangelios conservan
precisamente esto en los logia de Jesús, la tarea ahora es ver si el sentido de la existencia del
kerigma corresponde con el sentido que se descubre en Jesús por la historiografía y ver el sentido
que da ello en la actualidad, pero para ello se hace necesaria la nueva hermenéutica que, para el
segundo personaje al que nos hemos referido, consiste en descubrir por afinidad del lector con el
autor la vida profunda del hombre como experiencia vivida. Todo esto corresponde con la doctrina
de la Iglesia, para la cual el evangelio solo puede ser estudiado e interpretado en vista de la opción
existencial decisiva que propone, pero, además, debe ser actualizado a las categorías actuales, de
manera que interpele al hombre de hoy. Se debe interpretar el Evangelio desde un punto de vista
existencial buscando su primera intención: conducir a la fe que no es conocimiento de datos, sino
luz que ilumina la existencia humana.
En esta evolución de la crítica, dice Latourelle, poco a poco se va aclarando que la
investigación histórica no lleva a la fe, sino a su fundamentación en el verdadero Evangelio, que a
este respecto la teología fundamental y la cristología tienen una doble tarea: mostrar la historicidad
de Jesús y el sentido que tiene su vida, obras y palabras para las personas de hoy. Poco a poco se
fue haciendo mayor conciencia sobre las posibilidades y dificultades de acceder al Jesus histórico
por los evangelios en base a los descubrimientos acerca del contenido, formación e interpretación
de los evangelios: fueron objeto de una formación larga y compleja, no es posible escribir una
biografía completa de Jesús, los evangelios buscan demostrar que Jesús es el Mesías, historia
kerigmatizada, interpretada y actualizada, contienen diversas formas y géneros literarios, sin
embargo, siempre hubo intención de fidelidad a Jesús y se puede alcanzar su mensaje auténtico.

INDICACIONES METODOLÓGICAS

En este segundo bloque de su libro Latourelle explica que el género literario evangelio es
único en su tipo y es una creación del cristianismo y aunque fue usada ya en el AT por el segundo
Isaías es Jesús quien le da sentido pleno con el anuncio de la Buena Nueva, del advenimiento del
Reino de Dios. San Pablo y los cuatro evangelistas utilizan esta palabra o derivados de ella,
refiriéndose a la pasión, muerte y resurrección de Jesús; no fue sino hasta el S. II, después de
muchos años de transmisión oral, que la palabra evangelio designó a los escritos canónicos
actuales.
Estos textos, que en realidad son cuatro formas del único Evangelio, tienen la peculiaridad
de interesarse por la vida terrena de Jesús enfatizando su pasión, muerte y resurrección; son fruto
de una recopilación de la tradición oral y una relectura actualizante acorde a las circunstancias de
las comunidades primitivas y sin embargo, como ya se dijo antes, conservan elementos capaces de
verificabilidad hermenéutica e histórica. Es pues posible emprender una investigación histórica,
pero, dice Latourelle, sin pretender una objetividad positivista, pues la objetividad en la historia
sólo se da con la aportación de la persona que dio vida al hecho y la del historiador que recupera
el hecho e intenta reinterpretarlo. Respecto de los evangelios, el historiador debe adoptar una
postura creyente para poder seguir el camino por el que se escribieron, debe aceptarlos tal como se
escribieron, incluso las interpretaciones que se hicieron de Jesús en ellos, pueden ser medios de
acceso y es por ello que debe dar, en un primer momento, prioridad a la crítica literaria sobre la
histórica. Cada etapa de la tradición ilumina sucesivamente la anterior y si el historiador es paciente
y sigue el difícil camino superando los obstáculos, podrá llegar al hecho de Jesús mismo

BOSQUEJO DE UNA DEMOSTRACIÓN

En el tercer y último bloque, Latourelle va enumerando uno tras otro los argumentos de la
demostración. En el presente caso expone dos tipos de demostración que son complementarias: la
crítica externa también llamada escuela de las formas o formgeschichte y la crítica interna o
redactionsgeschichte, la primera considera el texto de los evangelios desde fuera, arroja datos como
la fecha de composición de los evangelios, la autenticidad o no de los evangelistas, los ambientes
en que fueron compuestos, los relatos extraevangélicos, los testimonios de la Iglesia apostólica a
cerca de los evangelios, etc., esta demostración estuvo en boga durante mucho tiempo, pero en la
actualidad en buena parte, ha sido desplazada por la crítica interna, que ve el verdadero problema
en las mediaciones que nos separan de Jesús y de la fidelidad o no que cada una de esas mediaciones
guarda a Jesús, es decir, en qué medida la doble mediación de la comunidad cristiana primitiva y
de los evangelistas mantiene o rompe la continuidad que va de Jesús hasta nosotros.
Dice Latourelle que la crítica interna no puede prescindir de los datos que arroja la externa
pues ayuda a formarnos una idea de la identidad de los evangelista; esta escuela tiene como mérito:
el haber proporcionado un método riguroso para el análisis literario de los textos como medio para
para llegar a conocer a los ambientes de vida que vieron nacer los evangelios, así como las primeras
interpretaciones y actualizaciones respecto del dato primitivo, dio a conocer el lenguaje y actitudes
de la Iglesia primitiva, sus actitudes instintivas, reflejos y reacciones respecto a Jesús, aunque hay
que decir, que a pesar de todos estos rasgos positivos, esta escuela ha caído en radicalismos tales
como el haber exagerado la ruptura entre el Cristo del kerigma y el Jesús de Nazaret, así mismo
exageró la influencia, que cuasi deriva en invención, de la comunidad primitiva respecto del dato
revelado, lo cual condujo a muchos de sus seguidores a concluir que era imposible conocer al Jesús
histórico, sin embargo, gracias a los estudios de la segunda escuela, que surge precisamente como
una reacción ante los excesos de la primera, se comprueba mediante un estudio semántico de las
palabras de los escritos del NT, que la Iglesia primitiva evolucionó bajo el signo de fidelidad a
Jesús, que no existe la ruptura entre Jesús y Cristo que aseguraba la primera escuela de las formas
y por tanto concluye que es posible verdaderamente, por medio de los evangelios, llegar a Jesús, si
bien no a una biografía completa y detallada sí a la forma en que comprendió el sentido de su
existencia y ello cumple sin duda con esa nueva concepción de la historia a la que nos hemos
referido y que a su vez cumple con la finalidad del evangelio: mover a la fe e interpelar
existencialmente a las personas de hoy, las cuales, dice Latourelle, deben preguntarse ¿qué sentido
tiene la vida de Jesús en sus obras y palaras para mí?

CONCLUSIÓN

Finalmente, Latourelle concluye su con una síntesis de los temas expuestos, mostrando los puntos
de convergencia que desembocan en un itinerario, un proceso a seguir para ir de los evangelios
actuales a Jesús, dice que para llegar a Jesús se debe seguir un proceso regresivo y
complementariamente uno progresivo, pues los evangelios contienen varias capas de mediaciones
que nos alejan de Jesús, las cuales tenemos que ir filtrando.
El primer paso a dar es partir del texto actual tal como se presenta, pero de manera regresiva,
discerniendo los elementos que de los evangelios se pueden atribuir a la comunidad cristiana
ubicada antes de la redacción de los evangelios, las aportaciones e incluso las ideas que contrastan
con la visión teológica de los evangelistas, pero que por ser de tal importancia y por la fidelidad a
Jesús incluidas en la redacción de los textos, hasta encontrar la forma más pura de los mismos,
hasta encontrar lo que pertenece en realidad a Jesús. En segundo lugar se hace necesario un proceso
progresivo que se busca observar la forma en el que el Jesús histórico se convierte en el Cristo, en
señor, sin dejar de ser Jesús y las incidencias que esto tuvo en los apóstoles y la Iglesia primitiva,
así como en los evangelistas a partir del conocimiento histórico que ya se tine sobre la Palestina de
aquél entonces.
Los procesos que acabamos de mencionar, deben recurrir a la crítica histórica aplicando los
ciertos criterios que establece y que utilizados complementariamente llevan a conocer la verdad:
testimonio múltiple (se puede considerar válido un dato atestiguado por varias fuentes
independientes entre sí), discontinuidad (se considera auténtico un dato evangélico si no se puede
deducir de las cosmovisiones judías o de la Iglesia primitiva), conformidad (se puede considerar
auténtico un dato evangélico, si muestra continuidad con el contexto en el que se supone que se
desarrolló, con la cultura y con la misma enseñanza central de Jesús), explicación necesaria (se
puede considerar como verdadero un dato que consista en una explicación satisfactoria de un
conjunto considerable de hechos que exijan una explicación coherente y suficiente), así como
algunos criterios derivados de estos.
Cabe decir al final de este trabajo y como el mismo Latourelle afirma, que no se debe
cometer el error de basar la fe en el resultado de una investigación histórica, pues la fe no es una
capacidad natural que el ser humano desarrolle por medio de la adquisición de conocimientos, sino
un don sobrenatural que se acrecienta no con datos sino por medio de la gracia de Dios y del
encuentro con una Persona. La investigación histórica no determina a la fe, solamente le ayuda a
solidificarse sobre un conocimiento del Jesús auténtico y de su mensaje, a mostrar que la
interpretación que la Iglesia hace de la vida de Jesús y su mensaje es coherente con Jesús mismo,
y es que la fe se refiere a Jesús tal como fue. La investigación histórica no impone la fe sólo la hace
posible.
Es sin duda este tema del acceso al Jesús histórico a través de los evangelios bastante
interesante y que invita a la reflexión; el conocer el desarrollo de la historia de los esfuerzos que se
han hecho para llegar a conocer a Jesús de Nazaret ayuda a comprender la gran importancia que la
humanidad le concede. Resulta iluminador conocer las diferentes formas y procesos que se pueden
seguir al momento de realizar un proceso de crítica e investigación de los evangelios, textos que al
parecer tienen gran simplicidad para quienes están acostumbrados a su manejo y uso, pero que
encierran una realidad de gran riqueza y complejidad.

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