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FACULTAD DE I NG ENI ERI A

CAT EDRA DE PRO YECTO S HI DRAUL I CO S

Clase Teórica
OBRAS PARA CONTROL
DE INUNDACIONES

Archivo: Clase de Inundaciones ABR09.doc


Versión: 2
Fecha: Abril de 2009
Clase Teórica Facultad de Ingeniería – UNLP
Área Obras Hidráulicas
CONTROL DE INUNDACIONES
Cátedra de Proyectos Hidráulicos

OBRAS DE CONTROL DE INUNDACIONES

1.- CRECIDAS E INUNDACIONES.

El hombre, a lo largo de su historia, se ha establecido en aquellos lugares que le han


garantizado el suministro de agua, lo cual ocurre con ventaja en las orillas de los ríos y
lagos. Las primeras grandes civilizaciones se desarrollaron en aquellas regiones en
que, además del agua, se contó con planicies que pudieran ser regadas y permitieran
el desarrollo intensivo de la agricultura, por ejemplo, a lo largo de ríos como el Tigris,
Eufrates o Nilo.

Todos los cursos de agua presentan periódicamente estados de aguas altas y bajas.
Los estados de aguas altas se presentan regularmente a lo largo del tiempo, pero no
siempre constituyen una situación problemática. Estos procesos naturales son los
responsables de la formación de las llanuras en los valles de los ríos, espacios vitales
para el desarrollo de la civilización.

Una inundación es la ocupación por parte del agua de zonas que habitualmente están
libres de su presencia, ya sea por desborde de bajos, lagunas, ríos o arroyos o por
elevación de las mareas por encima del nivel habitual (marea eólica o meteorológica).

Los asentamientos humanos cercanos a los ríos cuentan con el beneficio del agua
necesaria para su subsistencia, pero corren el riesgo de sufrir inundaciones con los
daños que ellas ocasionan, por lo que en este sentido puede reconocerse como
inundaciones a aquellos estados en los cuales el nivel de las aguas entra en conflicto
con los intereses de la sociedad o de las personas afectando bienes y/o vidas
humanas, produciendo afectaciones económicas, sociales y ambientales.

Existen tres elementos que determinan una situación de inundación: el origen o fuente
de las aguas, las características naturales del medio físico (complejo relieve-suelo-
vegetación) y el tipo de uso y ocupación de los espacios.

En la naturaleza, el ciclo hidrológico de las aguas incluye procesos de precipitación


(lluvia, nieve) sobre los terrenos, de la cual una parte se infiltra y otra se acumula y
escurre sobre la superficie hasta conformar cauces de agua que conducen los
excedentes hacia los receptores finales.

El régimen pluviométrico característico de cada región habitualmente presenta valores


normales, que producen fenómenos naturales de crecidas y estiajes de los cursos de
agua. Con menor frecuencia se presentan valores extremos (exceso o déficit) que
pueden dar lugar a situaciones de inundaciones o sequías.

Es así que tanto la crecida de un río, o una tormenta severa, son fenómenos naturales
que forman parte de los procesos hidrológicos propios de las características
meteorológicas y fisiográficas de cada región, mientras que la inundación es un
concepto de afectación del medio natural y construido, producto de la ocupación o
utilización del medio.

Los problemas generados por las inundaciones están directamente vinculados con el
grado de afectación de los intereses particulares y, por lo tanto, con la magnitud propia
de la manifestación hidrológica. Suelen aparecer cuando se ocupan sectores que
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pertenecen a la planicie de inundación del río, e incluso hasta su propio cauce. Por esta
razón es necesario determinar cuales son los sectores que pertenecen al río y la
frecuencia con que se afectan esas franjas, y reglamentar el uso del suelo en forma
acorde al riesgo de inundación.

Las referencias históricas y los acontecimientos más recientes nos demuestran que las
inundaciones constituyen un grave problema económico y social y representan el
riesgo natural más importante, produciendo cuantiosos daños materiales. A pesar de
las numerosas actuaciones que se realizan para hacer frente a las crecidas, la cuantía
de los daños aumenta, debido fundamentalmente a la importante y progresiva
ocupación de las planicies de inundación.

En épocas o períodos de caudales altos se ven afectadas algunas zonas en las cuales
se ha modificado el uso natural del suelo. Los efectos que puedan producir estas
modificaciones en el corto y el largo plazo deben ser evaluados a través de estudios
técnicos, económicos y ambientales. No se incluyen aquellos casos en los cuales están
en riesgo vidas humanas, que no admiten una toma de decisión basada en la
evaluación económica de las distintas alternativas que puedan plantearse.

Si se contara con adecuados criterios de planeamiento, la necesidad de intervenir para


corregir las expansiones de los cursos de agua se podría reducir a un mínimo. El hecho
concreto es que el planeamiento ha surgido ante la evidencia de que correr detrás de
los desastres resulta excesivamente oneroso, y aun así es habitual encontrar que los
planes preparados a tal fin tienden a relegarse frente a las necesidades políticas, cuyas
demandas se ubican de cara a horizontes temporales bastantes más próximos que las
necesidades planteadas por los planes inteligentemente desarrollados.

2.- CARACTERÍSTICAS DE LAS INUNDACIONES.

En forma genérica las inundaciones pueden agruparse para su estudio según distintos
atributos, tales como su origen, magnitud (niveles de inundación y persistencia en el
tiempo) o impactos que producen. En la naturaleza las inundaciones se presentan con
distintas combinaciones de estos atributos.

Desde el punto de vista del origen de las inundaciones y del tipo de medidas de
protección y control que se pueden plantear resulta de utilidad diferenciar las
siguientes:

 Inundación por desborde de cursos de agua: zonas ribereñas que son cubiertas
por las aguas cuando durante las crecidas importantes se desborda el cauce
principal.

 inundación por anegamiento debido a lluvias locales: terrenos que son


temporalmente cubiertos por las aguas en oportunidad de lluvias importantes y/o
intensas, debido a una baja capacidad de infiltración, a la presencia de zonas
deprimidas o a falta de capacidad de la red de desagüe.

 Inundación por anegamiento debido al afloramiento de agua subterránea:


terrenos que son anegados debido al ascenso de la napa freática con motivo de
lluvias prolongadas y tratarse de zonas topográficamente bajas.

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En cualquiera de los casos identificados la magnitud e importancia de la inundación


debe determinarse teniendo en cuenta la extensión areal (superficie ocupada por las
aguas), la profundidad media de las aguas y el tiempo de permanencia.

Desde el punto de vista de la previsibilidad se pueden considerar dos grandes tipos:

 Inundación por crecidas repentinas: son las provocadas por lluvias intensas en
cuencas locales con tiempos de respuesta muy cortos, generalmente en áreas
de relieve movido, de tipo aluvional y cursos torrentosos. El tiempo de
prevención se mide en horas o en minutos.

 Inundación por crecidas lentas: son las provocadas por aporte de cursos de
agua lejos del lugar de impacto o por acumulación progresiva de lluvias en
zonas de llanura. El tiempo de previsión se mide en días.

Este último aspecto está ligado estrechamente al régimen hidrológico del curso. En los
ríos de régimen nival, su condición de estacional hace posible realizar un pronóstico
sobre el fin de la temporada invernal y a partir de él tomar, en caso de ser necesarias,
medidas destinas a paliar los daños. En los casos de regímenes glaciales, más allá de
que en nuestro país los ríos de estas características no afectan zonas muy valorizadas,
los desvíos sobre los valores medios son comparativamente pequeños.

En el país los ríos nivales pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellos que
atraviesan viejas regiones glaciares con una red importante de lagos naturales que
contribuyen fuertemente a su autorregulación y los que descienden sin estos elementos
amortiguadores y generan fuertes daños sobre áreas de alta explotación agrícola.

Los cursos de origen pluvial son los que presentan mayores problemas, dado que a la
fuerte variabilidad de sus caudales se le agrega la dificultad o imposibilidad de emitir
pronósticos que cubran más allá del corto plazo.

En lo que hace a los aspectos morfológicos, a lo largo de un río se pueden distinguir


tres zonas: de montaña, intermedia y de llanura. Esta clasificación, incompleta como
todas, permite señalar algunas características relacionadas con las inundaciones y así
acotar las regiones donde suele ocurrir algún problema en particular.

 Zona de montaña. Esta zona se caracteriza por las fuertes pendientes que
tienen los cauces, el gran tamaño de partículas de los sedimentos del fondo, la
carencia de zonas apropiadas para la agricultura. Puesto que los cauces se
forman entre montañas, al presentarse una crecida los niveles del agua suben
sin que haya desbordes. En esta zona las márgenes son rocosas y por tanto,
casi no hay desplazamientos laterales de ellas, aunque sí pueden ocurrir
grandes deslizamientos de tierra que llegan a obstruir los cauces.

 Zona intermedia. En esta zona disminuyen tanto la pendiente de los cauces


como el tamaño de partículas de los sedimentos. Estos últimos están cons-
tituidos principalmente por arena y grava. La disminución de la pendiente reduce
la capacidad del flujo para transportar sedimentos, por lo que éstos se depositan
y el nivel medio del fondo de los ríos se modifica año a año. Dependiendo de los
volúmenes de sedimentos depositados anualmente, de sus propiedades físicas
y de los gastos líquidos escurridos, los ríos podrán ser trenzados o tener
numerosas islas. Los cauces pueden formarse entre cerros, aunque existan
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áreas disponibles para la agricultura. Las áreas bajas que se forman debido a
procesos de sedimentación quedan sujetas a inundaciones cada vez que es
sobrepasada la capacidad hidráulica del cauce. La frecuencia con que ocurren
las inundaciones dependerá de muchos factores, entre los que se puede señalar
el clima en la cuenca y las características físicas y cobertura vegetal de la
misma.

 Llanura. Esta zona se caracteriza por tener las pendientes más reducidas y por
estar constituida por los sedimentos finos que el río ha arrastrado y depositado
en otras épocas. Son zonas más o menos planas, de gran extensión y
generalmente propicias para la agricultura. Igualmente sufren inundaciones,
aunque éstas pueden durar más tiempo que las que ocurren en la zona
intermedia, ya que los gastos son mayores y hay menor capacidad de desagüe.

Los habitantes de las zonas de montaña prácticamente no sufren inundaciones ya que


sus poblados y cosas pueden fácilmente ser construidos en partes altas; lo mismo
puede ocurrir en las zonas intermedias. En estas últimas, sin embargo, las áreas
agrícolas sí se inundan y lo mismo ocurrirá con cualquier asentamiento humano que se
ubique en dichas áreas.

En cambio, casi toda la zona de llanura está sujeta a ser inundada. Estas zonas
poseen un mayor potencial de desarrollo, y por tanto, son las que requerirán de la
construcción de mayor número de obras de protección contra inundaciones, a medida
que dicho desarrollo las justifique.

Numerosas ciudades del mundo han nacido a la vera de los ríos más importantes, y a
través de la historia se ha ido produciendo una progresiva ocupación de las llanuras de
inundación fluviales, debida fundamentalmente a los siguientes factores:

 Las llanuras de inundación son zonas importantes de desarrollo económico.


 En ellas se asientan y entrelazan grandes núcleos de comunicaciones.
 El costo de los terrenos suele ser menor.
 Existe un desconocimiento general del riesgo de inundaciones.
 Las crecidas se presentan de manera ocasional, y más aún las extremas, que
son las que producen mayores afectaciones, pero que suelen perderse en la
memoria histórica de los habitantes de la zona.
 Existen obras de protección frente a las crecidas, que pueden inducir a suponer
que han desaparecido los riesgos de inundaciones.
 Disponibilidad de mayores recursos de agua.

Estos hechos han dado lugar a que se contemple a las llanuras de inundación como un
recurso importante del suelo, olvidando que es una zona de peligro de inundaciones. El
riesgo existe, es real, y de ahí que las crecidas sigan produciendo de manera
progresiva daños importantes a personas y bienes. Por otro lado, estas enseñanzas
históricas no han producido cambios esenciales en las actuaciones en las zonas
inundables, y se continúan realizando intrusiones con nuevas construcciones,
equipamientos y vías de comunicación, agravando la ya importante problemática de las
inundaciones en numerosos países. A esto se suma el hecho de que en muchas
ocasiones la Planificación Urbanística se elabora en discordancia con las necesidades
de desagüe, por lo que es necesario el que se implanten restricciones efectivas en las
planicies de inundación.

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Desde el punto de vista del medio en el que impactan, del tipo de ocupación del
espacio, de la densidad de población afectada, del tipo de solución que se adopta y del
nivel de riesgo que se asume para las medidas de protección, se pueden considerar
dos grandes tipos de inundaciones:

 Inundaciones Urbanas: impactan fundamentalmente sobre la población, sus


viviendas y toda la infraestructura de servicios disponibles (energía,
comunicaciones, transporte, etc.). Las medidas de protección y control deben
tener en cuenta la trama urbana y muchas de las obras de conducción que se
utilizan deben ser subterráneas.

 Inundaciones Rurales: impactan fundamentalmente sobre la producción


agropecuaria y los medios de producción. No existen grandes restricciones para
la ubicación de medidas de control y protección. En estos casos, es habitual que
las vidas humanas no corran un peligro real, por lo que el costo de las obras a
construir deberá estar fuertemente relacionado con el valor de las pérdidas
provocadas por los estados de aguas altas.

Resta un tercer grupo que abarca las áreas urbanas lindantes con un curso cuyas
aguas tienen como fuente predominante aportes de una cuenca rural pero cuyos
niveles condicionan las descargas de los excedentes urbanos, situación que se
presenta en gran parte de las ciudades desarrolladas a orillas de un curso de agua.

3.- ASPECTOS A CONSIDERAR EN EL DISEÑO DE LAS OBRAS DE CONTROL.

La calidad de los estudios, análisis, diagnóstico, planteo de soluciones y finalmente las


obras que se propongan, están directamente vinculados a la bondad y consistencia de
los conocimientos hidrológicos de la cuenca de que se pueda disponer.

Los estudios hidrológicos son necesarios para poder encarar cualquier tipo de análisis,
empezando por recopilar los antecedentes de inundaciones en la región y así poder
evaluar la secuencia de inundaciones que se han producido.

Es importante determinar si estos fenómenos han sido muy frecuentes o no, y para ello
es necesario tomar periodos suficientemente largos y analizar la cantidad en que estos
eventos se produjeron y en cuáles fueron superados. Para evaluarlo, es necesario
conseguir varias decenas de años de registro confiable.

Se debe tener presente que con el paso del tiempo se pueden haber producido
cambios sustanciales en el manejo de la cuenca, de forma tal que los ríos fueron
modificando su régimen natural, y por ende su curva frecuencia – caudal. Un ejemplo
claro lo constituye la interposición de una presa en un curso de agua, generando un
embalse destinado al uso consuntivo del agua.

4.- EVALUACIÓN DE LOS DAÑOS OCASIONADOS POR LAS INUNDACIONES.

El cálculo de los daños y de los efectos económicos y sociales es de fundamental


importancia. Estimando como daños no sólo los que se producen en forma directa, sino
sus repercusiones sistémicas en toda la economía y la sociedad, podemos estimar la
real repercusión de las inundaciones y considerar los beneficios de evitarlas. Los

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cálculos necesarios deben complementarse con una visión integral, donde lo


económico interactúe con lo ambiental y lo social para conformar un modelo de
interacciones que posibilite una intervención. El análisis de los daños asociados a la
ocurrencia de los eventos perjudiciales es vital, ya que la reducción o eliminación de
esos daños constituye el beneficio del Proyecto.

A continuación se presenta una descripción de daños posibles de ocurrir durante una


inundación. Una de las primeras tareas a realizar consiste en identificar cuáles de ellos
se presenta en cada caso particular, con una calificación preliminar de su magnitud
relativa (alto, medio y bajo nivel de afectación, por ejemplo), según el impacto previsible
a nivel de la zona analizada.

La posibilidad de cuantificar los daños en forma objetiva determina la tangibilidad del


daño. Entre los daños tangibles se distinguen los directos y los indirectos. Esta
cuantificación está vinculada a un definido ámbito espacial y de tiempo.

Para un evento dado, los estudios hidrológicos e hidráulicos permiten asignarle una
recurrencia y efectuar una evaluación de las afectaciones, con lo que se puede vincular
la magnitud de los daños a una frecuencia determinada de que ocurra. La zona
analizada es subdividida en unidades homogéneas, a efectos de facilitar la evaluación.
El análisis debe considerar la información histórica, los reconocimientos de campo,
información productiva, presencia de obras de infraestructura, viviendas, servicios, etc.

a) Daños directos

Para el análisis de estos conceptos, es importante contar con la información histórica


relacionada con eventos a los que pueda ser asignada un recurrencia. Se debe apelar
a distintas fuentes, en particular, la información provista por reparticiones nacionales,
provinciales, municipales, Defensa Civil, complementándola con información
periodística. Los daños directos pueden caracterizarse de la siguiente forma:

 Por evacuaciones, atención de la emergencia y actividad económica


 Evacuación de personas. Sobre la base de las fuentes de información
referidas y las inferencias que de allí deriven, se cuantifica la evacuación de
personas producidas en áreas inundables o bajo riesgo, considerando a los
evacuados y a los autoevacuados.
 Atención de la emergencia. Se recoge información y se realizan inferencias
sobre alojamiento de personas en refugios temporarios, y la cantidad de días
de residencia.
 Construcción y reparaciones durante la emergencia. Se evalúan los trabajos
ejecutados precariamente durante el período de emergencia o de
restablecimiento de condiciones mínimas, como ser construcción y
adecuación de defensas, reparaciones de pavimentos y rutas para mantener
su transitabilidad, ensanche de alcantarillas y roturas de emergencia para
facilitar escurrimientos, corte y traslado de árboles dañados, limpieza de
malezas, mejoramiento del desagüe en puntos críticos, instalaciones de
bombeo, etc.
 Actividades productivas. Resulta sumamente complejo cuantificar los daños
sin recurrir a una meticulosa encuesta, donde se pongan de manifiesto las
pérdidas por incumplimiento de pautas de producción a causa de ausencia

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de recursos humanos, interrupción del abastecimiento de insumos, cortes en


las cadenas de financiamiento y de pagos, pérdida de jornadas de trabajo,
etc.

 Daños a la infraestructura urbana y pertenencias públicas y privadas


 Inmuebles. La magnitud de los daños a las viviendas particulares se evalúa
en función de las alturas máximas y promedio de anegamiento,
permanencia, características constructivas de los inmuebles, valor, estado
de conservación, etc., y la topografía del área, estableciéndose un
porcentaje de afectación en forma global y definiendo distintas categorías.
De igual forma se procede con los edificios públicos (escuelas, hospitales,
etc.).
 Infraestructura urbana. En este rubro se engloba a obras tales como
pavimentos urbanos e instalaciones accesorias, vehículos de transporte
público y privados, particulares y de carga, instalaciones de provisión de
agua potable, desagües cloacales, desagües pluviales, red vial y ferroviaria,
obras e instalaciones costeras y portuarias, instalaciones y redes de
servicios eléctricos, gas y comunicaciones, terraplenes de defensa y
estaciones de bombeo. En caso de destrucción total se deben evaluar los
costos de reposición a partir de precios unitarios normales de mercado o
bien de evaluaciones globales provenientes de presupuestos elaborados por
dependencias oficiales. En caso de daños parciales se deben desagregar
los valores anteriores a efectos de considerar los rubros de ejecución
requerida para restablecer el estado precedente.

b) Daños indirectos

Los daños indirectos representan los efectos negativos de segundo orden que resultan
en el sistema económico y social como producto de los excesos y acumulaciones de
agua. En general tienen una magnitud inferior a la de los que se considera como daños
directos.

Para la determinación de los daños indirectos se deben estimar las pérdidas


económicas causadas por la interrupción de la actividad económica y social como
consecuencia de las pérdidas directas. Además, las inundaciones provocan una
disminución de ingresos en los sectores productivos, comercial y de servicios motivada
por los perjuicios a la población en sus viviendas y la repercusión en sus actividades
laborales, escolares, etc. Las interrupciones de tránsito en áreas conflictivas, las
demoras en el tránsito y la imposibilidad de acceso a actividades programadas (vuelos
aéreos, por ejemplo).

Para el sector productivo se consideran los daños a equipos, infraestructura, y


salarios caídos de producción, seguros, indemnizaciones. En forma similar, en el sector
comercial, se consideran las pérdidas por caídas de ventas transitorias, los mayores
costos de transporte, etc.

Atento a las dificultades que se presentan para la obtención de información suficiente


para estimar estos daños, en muchos casos suele asumirse que la magnitud de los
daños indirectos constituye una fracción de los daños directos (del orden del 20%).

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c) Daños intangibles

Son daños difíciles de determinar. Se los asocia a las pérdidas económicas motivadas
por la pérdida de vidas y los daños a la salud de la población, las secuelas del estrés y
la preocupación permanente de los sectores de la población frecuentemente afectados
por las inundaciones en sus viviendas.

d) Daño Medio Anual y Daño Medio Anual Evitado

A partir de los criterios mencionados antes, el análisis particular de cada sector


permitirá determinar un valor de los daños totales para cada evento que se considere.
En general, se evalúan las situaciones correspondientes al grado de protección
deseado, equivalente a recurrencias comprendidas entre los 2 y los 100 años.
Asimismo, se evalúan eventos extremos, vinculados con las condiciones de seguridad
de las obras componentes del sistema de protección contra inundaciones.

De esta forma, se elaboran funciones de probabilidad - daño, a partir de las cuales


puede calcularse el “DMA”, el daño medio anual que se produciría en ausencia de las
obras de defensa. Estadísticamente, el “DMA” representa el daño que podría esperarse
que ocurra anualmente y que, a los efectos de la evaluación, correspondería a una
serie uniforme de pérdidas anuales que se producirán anualmente durante el período
de análisis.

La integración de la curva de Probabilidad - Daño se realiza en forma discreta, a partir


de los eventos analizados, es decir, la suma de los promedios de daños
correspondientes a cada intervalo, multiplicado por la diferencia de probabilidades de
que el valor sea superado:
n
(Di  Di1 )
DMA   (Pi  Pi1 )
i 2
donde:
 i = es el evento considerado
 Pi = 1/ Ti = Probabilidad de que sea superado un evento que tiene una
recurrencia Ti
 Di = Monto de los daños del evento “i”

De la misma manera, el conjunto


de medidas estructurales (obras) y
no estructurales (acciones de tipo
reglamentario) son diseñadas para
brindar una adecuada protección
frente a eventos de una
determinada recurrencia, y puede
determinarse su costo para
elaborar una curva costo de obras
– probabilidad.

El área bajo cada una de las


curvas representa el Daño Medio
Anual esperable para esa
alternativa (estado natural o con
obras de protección).
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El área encerrada entre ambas curvas representa el Daño Medio Anual Evitado, es
decir, aquella fracción del daño anual esperable que ha sido cubierta por los sistemas
de defensa ejecutados. En síntesis, los beneficios atribuibles a cada conjunto de
medidas equivalen al daño medio anual evitado.

e) Efectos de las inundaciones en áreas rurales

Los daños ocasionados por una inundación involucran diferentes aspectos, debiéndose
distinguir los casos correspondientes a los sectores urbanos de los sectores rurales de
una cuenca.

Para el caso de las zonas rurales, los estados de inundación pueden producir varios
tipos de problema. Si las aguas permanecen bastante tiempo se verán afectados los
cultivos, pudiendo llegar incluso a la pérdida total de la cosecha, constituyendo un claro
ejemplo de daños directos. Si se ven afectadas las vías de comunicación, las
maquinarias no se movilizan, entonces por más que los cultivos no se hayan visto
perjudicados, la cosecha no se puede levantar, y es un ejemplo de daños indirectos.
Algo similar sucede con el ganado, el cual debe ser movilizado y alimentado.

Al respecto, debe tenerse presente que buena parte de la red vial primaria y secundaria
de la Provincia de Buenos Aires (hoy bajo jurisdicción de los municipios) está destinada
al transporte de productos agropecuarios. Estas redes son las que más sufren frente a
eventos de inundación, que provocan la intransitabilidad de algunos tramos, cortes de
puentes, etc., con el consiguiente perjuicio sobre las actividades agropecuarias.

Las afectaciones por inundaciones deben contemplar no solamente las superficies


cubiertas por las aguas sino, además, el tiempo de permanencia de ellas sobre los
terrenos y la afectación a su calidad, que a futuro puede transformarse en una
reducción en los rendimientos posteriores.

El problema está muchas veces ligado a las dimensiones de las unidades de


explotación agrícola. Grandes superficies reducen el problema, en tanto que unidades
de explotación pequeñas los agravan dado que impiden una posible distribución del
daño.

El tamaño de las unidades de explotación ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Hoy
resulta rentable el uso intensivo en menores superficies. Esto ha hecho que campos
que tenían superficies del orden de las 10.000 Ha, de las que sólo se inundaban 300 ó
500 Ha, no sufrieran efectos de importancia frente a eventos de baja probabilidad de
ocurrencia. Cuando la unidad económica de explotación pasa a tener menores
dimensiones, lo que antes constituía un 3 a 5 % de superficie total afectada, hoy puede
pasar a ser la totalidad de la propiedad.

En relación al tipo de explotación, son altamente sensibles aquellas que requieren de


inversiones importantes como son muchos de los emprendimientos agrícolas frente a
los ganaderos. Las explotaciones agrícolas se caracterizan por una gran rigidez de
respuesta ante las inundaciones en comparación a las ganaderas, que admiten adoptar
acciones que operan como paliativos ante los daños: retiro de los animales a zonas
más altas o venta anticipada de animales. Las inundaciones también ocasionan efectos
perjudiciales sobre los suelos, a causa de la velocidad de traslado del agua. Al suceder
esto se van “lavando” los suelos, rompiéndose la estructura del suelo especialmente en

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la capa que se araba, y como consecuencia, el transporte de ese suelo hacia otros
lugares.

Asimismo, influyen sobre las características y estabilidad de los cursos de agua.


Cuando los meandros de un río empiezan a moverse generan distintos tipos de
problemas, fundamentalmente sobre las propiedades adyacentes a los cursos, así
como erosiones en puntos singulares cuando no se le permite el libre movimiento
(como son los cruces con caminos), lo cual origina que el río vaya cambiando de
fisonomía. Con bajas pendientes, el suelo transportado durante la crecida va
sedimentando, generando un sinnúmero de alteraciones aguas abajo.

Las características de las afectaciones superficiales generadas en un proceso de


aguas altas se pueden traducir no solo en daños transitorios mientras se mantenga
este proceso sino en daños estructurales permanentes cuando se trata de ríos
caracterizados por su inestabilidad posicional o daños en las características edáficas
(erosión superficial con pérdidas de suelo vegetal, deposición de suelos con reducidos
contenidos orgánicos, etc.).

5.- PLANTEO DE ACCIONES DESTINADAS AL CONTROL DE INUNDACIONES.

El comienzo de todo análisis de posibles obras debe partir de una adecuada


caracterización de las formas de afectación debidas a las crecidas.

Las obras a disponer deben guardar una adecuada relación con los daños que se
pretenden evitar, tomando como premisa fundamental que toda inversión que se realice
debe ser menor que los daños que se evitan, para que la inversión tenga sentido
económico.

El análisis exige considerar situaciones económicas coyunturales tales como las que
vivimos en la actualidad. Durante el período 2002-2010, el auge de la agricultura como
producto de los altos precios internacionales de los granos hizo que los campos
destinados a ganadería fueran los de peor calidad agropecuaria, por lo que no se
realizaron inversiones en ellos al no resultar económicamente factible. Esta situación
podría revertirse en un futuro inmediato como consecuencia de las políticas internas y
de los problemas económicos a nivel mundial, alterando todas las pautas de evaluación
que pudieran considerarse al momento de planificar las obras.

La necesidad de plantear obras destinadas a lograr un resguardo adecuado ante


determinados estados hidrológicos surge cuando los niveles de los daños parecen
impedir una explotación económica de las superficies afectadas. Esto se traduce en
pérdidas directas o, al menos, en una reducción de los beneficios económicos.

Los pasos a seguir consistirán en el planteo de diferentes esquemas de obra y evaluar


los efectos que se producen con las obras planteadas. Se analizan las zonas antes
afectadas, evaluando los daños que se producían, se analiza el comportamiento con la
obra propuesta, determinando los costos y los beneficios que se obtendrían por la
presencia de esas obras (los daños evitados) y se analiza la factibilidad técnica,
económica y ambiental de distintas alternativas.

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Se debe analizar simultáneamente que las obras propuestas no generen afectaciones


en zonas donde antes no se producían y de ocurrir esto se debe analizar si la solución
planteada se traduce en una mejora para toda la zona.

Por otra parte, cada conjunto de obras que se plantee tendrá un caudal de diseño
asociado. Si bien para caudales inferiores al de diseño las obras se comportarán
satisfactoriamente, es necesario verificar el funcionamiento para caudales superiores,
evaluando situaciones que podrían resultar en daños mayores a los que se producirían
sin la presencia de las obras.

Para mitigar las inundaciones o cuidar las zonas de aguas altas, se debe primero de
todo analizar si estamos en zonas urbanas ya que la afectación de las personas físicas
y sus viviendas merece ser tratada de otra forma.

Los problemas hidrológicos se ven modificados por los distintos usos del suelo, donde
a su vez se van modificando con el tiempo las características de las cuencas. Por cierto
que en la provincia de Buenos Aires, la cuenca ya ha sido modificada desde hace ya
muchos años. Así es que uno no reconoce cambios en la vegetación autóctona, pero
esos cambios sí existieron. Las condiciones anteriores al Hombre, son hoy imposibles
de determinar; hoy por hoy sólo en zonas poco explotadas, en los límites de la
provincia, se pueden encontrar ejemplares de la flora autóctona.

Las actuaciones para prevenir y reducir en la medida de lo posible los daños que
producen las inundaciones pueden clasificarse de la siguiente forma:

a) Actuaciones Estructurales. Actuaciones para interferir en los fenómenos de


formación y propagación de las crecidas:
 Conservación de suelos y corrección de cuencas
 Embalses de laminación y regulación
 Obras en los cauces (protecciones, canalizaciones, cortas, etc.)

b) Actuaciones No-Estructurales. Actuaciones para impedir o reducir los daños


producidos por las inundaciones:
 Elaboración de mapas de riesgo
 Zonifícación de las áreas de inundación
 Sistema de seguros
 Regulación legal general
 Sistemas de alarma y previsión de avenidas
 Planes de Protección Civil

Tradicionalmente las actuaciones frente a las inundaciones se han venido


desarrollando mediante obras de infraestructura hidráulica, es decir realizando
actuaciones estructurales.

Sin embargo la experiencia muestra que los daños producidos por las inundaciones
continúan aumentando, y ello es debido a que la aplicación exclusiva de actuaciones
estructurales no es suficiente para disminuir los riesgos. Es necesario implantar
soluciones de tipo no-estructural para disminuir la presión y la ocupación de las zonas
inundables.

La base técnica de este tipo de soluciones es la elaboración de mapas de riesgo, en los


que se delimita el alcance de las aguas para crecidas de distinta magnitud y se
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estudian las condiciones y características hidráulicas del flujo. Esto da origen al


concepto de zonificación, que consiste en regular la ocupación de las márgenes de los
ríos estableciendo diversas zonas en las que se prohíbe o restringe los usos del suelo
para actividades urbanas, industriales, agrícolas, y para el trazado de las vías de
comunicación. En la práctica, la implantación de zonificaciones en las márgenes de los
ríos presenta dificultades importantes, debido a las características de las crecidas
(eventualidad, incertidumbres, etc.), a la incompatibilidad con el desarrollo urbano e
industrial en zonas con grandes presiones de demanda y a la necesidad de elaborar
una formulación integral, con una importante coordinación entre diversos organismos
de las administraciones públicas.

Los componentes clásicos en obras destinadas al el control de los desbordes se


pueden sintetizar en los siguientes grupos.

Embalses reguladores: de ser posibles constituyen la solución ideal. En general no


generan impactos negativos salvo los referidos a la superficie propia. Debe analizarse,
desde el punto de vista ambiental, que función cumplían las crecidas. Muchas veces los
estados de aguas altas tienen una gran importancia en la determinación, limpieza y
recuperación de la capacidad de conducción del cauce.

Canalizaciones: Permiten aumentar la capacidad de conducción del cauce evitando los


desbordes. Esta corrección implica un aumento de los caudales por impedimento de la
regulación natural proporcionada por el cauce desbordado. Si el aumento de la
capacidad se logra por una mayor profundidad se deben analizar con más detalle los
estados de aguas bajas.

Endicamientos longitudinales: Permiten mantener el curso en su condición natural o


con modificaciones menores disminuyendo en gran parte efectos no deseados. Se debe
prestar atención a los ingresos laterales impedidos. Este tipo de obra en general
requiere de canalizaciones colectoras internas y sistemas de compuertas de retención y
eventualmente estaciones de bombeo para alguna cuenca lateral impedida.

Áreas de inundación programadas: En casos en los que no se dispone de la


posibilidad de materializar embalses reguladores se puede estudiar la posibilidad de
disponer de una superficie de volumen adecuado para derivar parcialmente una
crecida. Estas soluciones presentan muchas veces la dificultad de recuperar
rápidamente el volumen utilizado. Es por ello necesario calcular adecuadamente la
frecuencia de uso y su forma de recuperación: infiltración, evaporación, etc.

Combinaciones: Las soluciones más adecuadas surgen en general de una


combinación de las obras mencionadas.

Elementos hidromecánicos: Es habitual disponer de sistemas de compuertas u otros


elementos destinados a lograr una mayor eficiencia de las obras proyectadas sobre todo
en aquellos casos en que las obras abarcan propósitos múltiples. En cualquier caso que
se trate es fundamental disponer de consignas de operación claras de forma tal que las
ideas del equipo de proyecto queden cabalmente plasmadas durante la operación de las
obras. Es recomendable, de ser posible, evitar el uso de elementos que requieran de
una toma de decisiones en aquellos casos en que los criterios puedan no ser
suficientemente claros.

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6.- GRADOS DE PROTECCIÓN

El grado de protección requerido para las acciones que se planteen está relacionado al
nivel de riesgo aceptado para la ocurrencia de daños y/o de molestias generadas a la
población por causa de las inundaciones. Este grado de protección está unívocamente
vinculado con la probabilidad de que un evento hidrometeorológico de cierta magnitud,
(tormenta, marea o las inundaciones provocadas por estos fenómenos), sea igualado o
superado en un año cualquiera. En consecuencia, el riesgo debe entenderse entonces
como una probabilidad de excedencia anual por sobre un umbral de tolerabilidad
definido política y/o socialmente.

Cuando no se dispone de series de caudales observados, con suficiente calidad y


cantidad de datos, es común que la probabilidad de excedencia y el riesgo se estimen
a partir de los registros pluviométricos, asignando al evento la recurrencia
correspondiente a la precipitación considerada. En base a estos registros se determina
la tormenta de diseño (intensidad, duración, distribución temporal y espacial), que es el
evento crítico que producirá las solicitaciones hidráulicas para las que se dimensionará
el conjunto de acciones.

Debe tenerse presente que la probabilidad de ocurrencia de un evento pluviométrico no


será necesariamente igual a la probabilidad del caudal de pico generado por el mismo.

El grado de protección adoptado resultará de un adecuado compromiso entre riesgo y


vulnerabilidad, entendiendo bajo tales conceptos lo siguiente:

 Riesgo: probabilidad de que el sistema se vea superado en su capacidad


 Vulnerabilidad: es el valor esperado de las pérdidas asociadas a una falla
Es importante tomar conciencia que, a medida que el grado de protección aumenta, la
obra necesaria requerirá una mayor inversión. De todos modos, no resulta viable
diseñar un conjunto de acciones con riesgo nulo, ya que desde el punto de vista
económico resulta inviable. El evento de diseño deberá responder a un adecuado
balance entre el costo de las acciones y la seguridad que brindará.

Para definir la tormenta de diseño, es de uso corriente en los proyectos de ingeniería


hablar de “período de retorno” o “intervalo de recurrencia” más que de probabilidad de
excedencia. El período de retorno se calcula como la inversa de la probabilidad de
excedencia anual y representa el número de años (en promedio) en que un
determinado evento es igualado o superado. La probabilidad de que en un año
cualquiera el evento de período de retorno Tr sea superado será:

1
p
Tr

Por lo tanto, lo que realmente le interesa es estimar el riesgo de que el evento de


período de retorno Tr sea superado por lo menos una vez en N años, donde N suele
ser la vida útil o económica del proyecto. Este riesgo puede calcularse utilizando la
siguiente ecuación:
1 N
R  1  (1  p) N  1  (1  )
Tr

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Haciendo abstracción de los daños provocados a personas, el método más apropiado


desde el punto de vista conceptual, para seleccionar el período de retorno para la
elaboración de un proyecto de drenaje urbano, sería evaluar el beneficio – costo para
diferentes grados de protección.

Es importante destacar que, éste método, estrictamente económico, deja de lado


consideraciones de tipo estratégico y presenta algunos inconvenientes de aplicación
cuando es dificultosa la estimación de los beneficios, en particular cuando éstos deben
proyectarse a futuro. Los beneficios son el valor de los daños evitados mediante las
acciones que se tomen en cada alternativa.

En el caso de las afectaciones sobre zonas urbanas, otra consideración a tener en


cuenta para definir la recurrencia de diseño, es el nivel de tolerabilidad a los problemas
originados por las inundaciones, que en muchos casos es una decisión de política
pública.

Por ejemplo, si se quieren evitar daños a las propiedades inmuebles, no deberá


permitirse que las aguas escurran sobre las veredas, lo cual limitaría el tirante máximo
en calles y avenidas a 15 o 20 cm. En áreas verdes o destinadas a usos recreativos,
como por ejemplo plaza y parques, podrán admitirse tirantes superiores a 20 cm sin
que ello cause problemas significativos a las actividades más importantes de la ciudad.
En estacionamientos se podrán admitir hasta niveles de agua del orden de 10 cm,
siempre y cuando existan caminos sobreelevados de acceso para los automóviles y
5cm cuando no los haya. En los jardines de edificaciones y viviendas, un tirante de
hasta 10 cm no provocará graves trastornos, siempre y cuando la elevación de la parte
construida y habitada del lote lo permita.

En calles de mucha pendiente, el parámetro limitante para establecer el grado de


tolerabilidad es la velocidad de las aguas para no poner en peligro la integridad física
de las personas ni el tránsito de vehículos.

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En conclusión, la selección del período de retorno establece el grado de protección, la


dimensión de las estructuras de control y de drenaje y naturalmente el monto de
inversión. Vale decir que el valor que en definitiva se adopte como período de retorno
depende de la capacidad de inversión de la Sociedad, de su aversión al riesgo, de la
morfología local y de la características pluviográficas locales.

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