Sie sind auf Seite 1von 4

UNIVERSIDAD MAYOR

MG. EN PSICOTERAPIA FAMILIAR


DE PAREJA E INDIVIDUAL,
ENFOQUE CONSTRUCTIVISTA INTERACCIONAL.

ACTIVIDAD EVALUATIVA N° 1 BASES EPISTEMOLOGICAS DEL POSTMODERNISMO II


SEMESTRE 2017.

INTEGRANTES: CARLOS CANCINO.


CLAUDIA MONTENEGRO.

ENTREGA: LUNES 6 DE NOVIEMBRE 2017.


Psicoterapia.

A la luz del Construccionismo tenemos la tarea de replantearnos constantemente que


observamos al momento de hacer terapia. Ya no podemos quedarnos solamente con la figura de
un terapeuta experto, que es capaz de describir de forma objetiva un problema y además brindarle
una explicación “exacta” a aquello que ocurre. Como indica Jutoran (1994) a diferencia de la
epistemología tradicional cuyo objetivo es ¿qué es lo que conocemos?, el constructivismo se basa
en una epistemología del observador, planteándose ¿cómo es que conocemos?, Frente a lo
anterior nos damos cuenta que existen distintas maneras de conocer y todas igualmente válidas.

En el análisis, la perspectiva constructivista, nos brinda la posibilidad de construir con otro.


Nos da la emergencia de atrevernos a montar una explicación alternativa con el paciente de aquello
que le es doloroso, y no desde un único camino. White (1990) señala que, en el acto de conocer,
el observador participa activamente, es una creación conjunta que se realiza en el acto de conocer.
La idea clásica que él terapeuta se puede separar de aquello que observa, aquí no es válida, pues
nos encontramos con un observador que participa activamente y no puede separarse de aquello
que observa, no ocurriendo nada con total independencia del observador. Con esto no podríamos
hablar de una única verdad o describirlo como único camino, sino que nos damos cuenta que
existen múltiples caminos, y no admitimos una verdad absoluta. Para esta mirada la
responsabilidad no está en explicar al otro que es lo que paso que lo tiene así, como una instancia
causa-efecto, sino en ser responsable de que es lo que estoy observando.

Esta perspectiva cambia radicalmente la manera de observar el quehacer en psicoterapia,


puesto que la escuela clásica del psicoanalis y del conductismo nos enseña cómo tratar problemas
independientes al observador, tangibles y existentes en el sujeto. Ahora con el construccionismo
no nos preocupamos que criterios utilizaremos para poder evaluar que le ocurre al paciente en
términos diagnósticos, más bien nos centraríamos en porque estoy observando de ese modo al
paciente, que me ocurre a mí con este paciente y porque creo tal cosa sobre este paciente.
Entendiendo además que un diagnostico no se asemejaría a la realidad propia que tiene ese sujeto,
más bien seria mi realidad que antepongo a los ojos del otro, perdiendo la posibilidad de ver a la
persona.

Creemos que al ser conscientes de que estamos observando y porque, nos brinda la
posibilidad de no atraparnos en el juicio del debería ser, no nos posicionamos así en un problema
real y nos invita a preguntarnos porque vemos lo que vemos, más si es real o no.

Diagnostico.

En la visión construccionista tenemos que tener en cuenta la responsabilidad que existe al


observar, partimos desde la noción de que la realidad se construye en base a las experiencias que
cada uno de nosotros se da sobre aquel relato que se cuenta así mismo. Frente a esto nuestro
deber es poder centrarnos en la persona, entendiendo que es única y que debe ser tratada como
tal.
Independiente a lo anterior, en el mercado existen libros que se encargan de clasificar y
ordenar la información relacionada con síntomas patológicos asociados con la psicología humana,
estos buscan fragmentar a la persona y llevarla a una categoría diagnostica.

Cabe recordar nuestro aprendizaje clásico, de como vemos los problemas en psicología,
nos enseñan que frente a enfermedades mentales tenemos que actuar con cierta técnica, en ciertas
sesiones y con cierta duración de tiempo. Olvidándonos así de la persona y solo centrarnos en el
diagnóstico. De esta forma obtenemos seguridad y control frente al síntoma para sí capacitar al
paciente en cómo manejar dicha dolencia. Es así como solemos catalogar al otro como ansioso,
depresivo, bi-polar, etc… usando una etiqueta que cubre al paciente y solo brinda la oportunidad
de que el paciente se relacione con los demás de esa manera y no de otra. En cambio, si tomamos
el análisis del síntoma en un contexto de interacciones podemos mostrar al paciente que lo que
ocurre no es por su ansiedad, sino más bien tiene que ver con su interdependencia e
internacionalidad con su contexto relacional. Zlachevsky (s/f) señala que la terapia construccionista
social desplaza la visión centrada en el problema hacia una construcción lingüística, se refiere en
este caso a la forma como los sujetos protagonistas de una historia, en un contexto determinado ,
significan lo que les pasa y le otorgan sentido a ello, abocándose el terapeuta a la descripción de
las redes de significados compartidos por los individuos que son protagonistas de la situación
catalogada como problema, entendiendo lo humano y lo psicológico en el espacio de relaciones ,
poniendo acento en lo contextual. Según lo anterior, solo así y desde un análisis relacional
podemos dar cuenta que el síntoma solo nos brinda información que es “algo” está ocurriendo
dentro de ese sistema de relaciones, y percatamos así que no podemos estudiar el síntoma de
manera aislada, sino que interaccional y contextual. Es así como desde un análisis sistémico e
internacional, el diagnostico deja de tener relevancia puesto que el síntoma es una señal que
aparece para equilibrar o desequilibrar este sistema y debe ser entendido en su contexto no así de
manera independiente o aislada.

La persona del terapeuta

La ética de la observación es protagónica y se transforma en una base esencial de todo


quehacer constructivista. Como terapeuta nuestra labor es mediar con quejas y dolencias que traen
a sesión los pacientes con diversos significados. Es habitual encontrarse con sensaciones,
emociones o explicaciones que aparecen de manera inesperada y que influencian la manera de
comunicarse con el otro. En este enfoque se reconoce el nexo entre observador y observado, ello
conduce a examinar como participa el observador en la observación, asumiendo que cualquier
descripción habla más del observador que de lo observado (Keeney, 1994). Jutoran (1994)
menciona que para Maturana creamos el mundo en el lenguajear. Es en nuestras con-versaciones
- entrelazamiento del emocionar y el lenguajear - que somos humanos. Al analizar lo anterior,
tenemos que ser conscientes de que creamos cuando estamos realizamos una sesión, nuestro
planteamiento señala que será “ético” auto consultarse de forma continua que de él otro es lo que
a mí me toca, porque aquello me produce esto, que parte de mi aparece en ese relato, puesto
como terapeuta tenemos también nuestros propios prejuicios y la responsabilidad será percatarse
de ellos. Como señala Echeverría (2007) sostenemos que, hagamos lo que hagamos, digamos lo
que digamos, siempre se revela en ello una cierta comprensión de lo que es posible para los seres
humanos y, por lo tanto, una ontología subyacente. Mientras que Zlachevsky (1998) indica que
desde la visión constructivista es fundamental que el terapeuta recuerde que no aporta solo sus
conocimientos a dicho encuentro, sino que también la trama de creencias acerca de la realidad,
partiendo del cuento que se cuenta de sí mismo, o de quien está siendo en su dominio como
terapeuta, el que está siendo constantemente construido en el proceso de vivir, y que es tan real
como el mejor cuento de Borges.

Como bien dice Maturana “Cuando se coloca la objetividad entre paréntesis, todas las
posiciones, todos los versos en el multi-verso, son igualmente válidos. Al comprender esto, se
pierde la pasión por cambiar al otro” (Maturana, 1992). La noción de que el otro asista para que
cambie, en este enfoque no sería pertinente puesto que obligaríamos a que el otro haga lo que yo
espero, según lo que yo conozco, en cambio si yo utilizo esta realidad que me señala el paciente
y la coloco entre paréntesis, es igualmente valida, posicionándonos en la misma base , la cual es
se torna simétrica, para que de esa senda se comience a co-construir una realidad alternativa que
desate la prisión de explicaciones que tiene al paciente en aquel relato doloroso.

Por lo tanto, el terapeuta deberá ser reflexivo que como no existe una realidad
independiente del observador, sino que la realidad se crea en el lenguajear, será necesario hacerse
responsable de las observaciones que realiza y conocer que es lo que trae de la mano a sesión y
porque está actuando de esa manera en ella, logrando reconocer constantemente que aspectos
debe recocer de sí mismo para hacerse cargo.

Bibliografía:

Echeverría, R. (2007). Ontología del Lenguaje. Buenos Aires: Granica: Juan Carlos Saez Editor.

Jutoran, S. B. (1994). El proceso de las ideas sistémico cibernéticas, (25), 9–27.

Keeney, B. (1994). Estética del cambio.

Maturana, H. 8 (1992) El sentido de lo Humano. Ed. Hachette, Santiago de Chile.

White, M. y. (1993). Medios narrativos para fines terapeuticos. Barcelona, España: Paidós.

Zlachevsk A. M (s/f). Capítulo I El paso de la mente desde el interior de la persona hacia el discurso
que ocurre entre las personas.

Zlachevsky, A. M. (1998). ¿Es posible ser coherente? Terapia Psicológica, 29, 17-23.

Das könnte Ihnen auch gefallen