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LA CIENCIA CRÍTICA

La ciencia crítica de la educación implica un nuevo contexto de aprendizaje en


los estudiantes, quienes necesitan más habilidades y conocimientos para poder
desempeñarse en su vida cotidiana. Este nuevo contexto para el aprendizaje
conlleva a que los docentes desempeñen un rol diferente. Los maestros
necesitan aprender nuevas habilidades y convertirse ellos mismos en aprendices
para toda la vida, para poder mantenerse actualizados con el conocimiento
nuevo, las ideas pedagógicas y la tecnología.

Por consiguiente a medida que el conocimiento se vuelve más colaborativo,


también hacia esa misma práctica debe tender el desarrollo profesional de los
docentes, que necesita la promoción de redes profesionales y de organizaciones
de aprendizaje, como las comunidades de IBERCIENCIA de la OEI, entre
escuelas e instituciones.

Ahora bien, para esto el docente debe desarrollar una Pedagogía Crítica, por
cuanto obedece a una amplia gama de enfoques teóricos sobre los procesos
sociales, culturales, políticos, educativos, de la escuela, el hombre y la sociedad,
originados en la teoría crítica, lidederadas por Habermas y por la "Escuela de el
escenario de las actitudes y Francfort". La Pedagogía Crítica se centra en cuatro
grandes temas, a saber:

Educación – Escuela - Sociedad.


Conocimiento – Poder - Subjetivación.
Institucionalización - Hegemonía.
Vínculos entre teóricos y prácticos.

Entre sus grandes aportes, se destaca la visión del profesor como líder de un
movimiento crítico en sus prácticas que establece un diálogo con los estudiantes
y con el mundo, atendiendo a las preocupaciones sociales, culturales y
fundamentalmente políticas de la comunidad para con la escuela. El alumno es
partícipe de su formación cultural y social, producto de la dialéctica del proceso
formativo en el cual se ve envuelto, donde se compromete al igual que el maestro
en la lectura del mundo y de la palabra, procurando su transformación y
desarrollo intelectual.

Según algunos autores, en este marco, sobre la base de una concepción del
aprendizaje que concede máxima importancia a la actividad del alumno, hay que
subrayar que la influencia educativa que ejerce el profesor como mediador entre
la actividad constructiva del alumno y los significados que vehiculan los
contenidos escolares es fundamental.

Hoy, más que nunca, la acción docente constituye un proceso decisivo de ayuda,
capaz de adaptarse a la actividad que necesariamente tiene que protagonizar el
alumno. Desde este punto de vista, se pone de manifiesto el interés de
acercarnos a la configuración de la acción docente en este proceso, poniendo
atención a algunos de los rasgos distintivos como es la relevancia: la posición
del profesor en el proceso de enseñanza y aprendizaje y la que, en
consecuencia, toma al alumno; la capacidad docente de personalización y de
adaptación a la diversidad en este proceso; el papel que se otorga a las
posibilidades de colaboración con otras personas y, singularmente, con los
compañeros; el uso que se hace del material didáctico; y, en último término, la
naturaleza atribuida a los procesos de evaluación.

En el escenario de la ciencia crítica de la educación la deconstrucción y


reconstrucción del conocimiento por parte del estudiante ponen de manifiesto
más que nunca, una docencia más entrada en la guía del aprendizaje que en la
transmisión de conocimientos, la importancia de un alto grado de compromiso
personal en el proceso de formación y la necesidad de potenciar actitudes y
destrezas que permitan al estudiante ser reflexivo, crítico, responsable, que
elabore conocimiento y, en último, la aplicación de ese conocimiento.

En este sentido, poniendo énfasis en el papel que toma el profesorado en este


escenario, en la relación con el contenido y como guía de la actividad que tiene
que desarrollar el alumno, es especialmente relevante el valor que se concede a
la autonomía del estudiante y las posibilidades que se le ofrecen de intervenir y
regular su proceso de aprendizaje.

Esta pedagogía está fundamentada en el aumento de la capacidad de las


personas, donde este potencial es flexible y accesible desde contextos diversos,
las posibilidades de participación y la capacidad de implicación del alumnado en
estos procesos de acceso y generación de conocimiento constituye un objetivo
pedagógico de primer orden, que se tiene que traducir en la versatilidad del
estudiante en su proceso de aprendizaje y en el desarrollo de habilidades que
permitan tomar decisiones para adaptar de manera contingente el propio
proceso de formación.

El papel central que debe tener el estudiante en una concepción de la práctica


pedagógica capaz de responder a los retos que plantea a la sociedad actual,
pone de manifiesto que la calidad de esta práctica tenga que vincularse a la
capacidad docente de ajustarse a la singularidad del proceso de aprendizaje que
sigue a cada alumno.

La mejora indudable que ha supuesto para nuestra sociedad la ampliación de la


escolaridad obligatoria sobre la base del principio de comprensibilidad ha puesto
sobre la mesa el reto de la atención a la diversidad. Para responder a este reto,
ante la necesidad de promover el desarrollo de competencias y actitudes
necesarias en el marco de autorresponsabilidad a que se refiere, la eficacia del
proceso de enseñanza y aprendizaje continúa dependiendo, en gran medida, del
despliegue, en la docencia, de formas flexibles de organización de la actividad
del aula y, en último término, de estrategias personalizadas de apoyo y guía.

En este sentido se tiene la necesidad de completar la formación de los docentes


con un mejor conocimiento de las razones que fundamentan el proceder
científico, esto es con un mejor conocimiento de la epistemología.
Ahora bien, la razón de esta necesidad, no se encuentra solamente en lo
expuesto hasta ese momento, sino en las acertadas palabras de algunos autores
que mencionan que en la práctica es habitual especificar los planteamientos
metodológicos con que se aborda la evaluación de un programa, pero rara vez
se hace mención alguna a las concepciones sobre la naturaleza de la realidad
que es objeto de análisis (bases ontológicas) o sobre los fundamentos para la
construcción del conocimiento científico (bases epistemológicas).

En la pedagogía crítica el docente no se ocupa únicamente de transformar su


propia situación, ya que se ve asimismo forzada a enfrentarse con las
limitaciones no educacionales (factores externos a la escuela) impuestas a la
educación. Esta dialéctica entre lo educacional y lo no educacional fija la
atención en la educación entendida en su totalidad y en sus relaciones con
aquella parte de la estructura social que está más allá de la educación.

Así, el docente considera, no sólo el dominio de su propia acción, sino también


el de la acción educativa como parte de un dominio social más amplio. Considera
la educación en su totalidad, de donde aprehende de ello la necesidad general
de la reforma educativa en la sociedad. No es únicamente un proceso que refleje
la historia o reacciones ante ella, sino que postula una profesión formada en la
investigación educativa activo que se contemplan a sí mismos como agente de
la historia y que tienen el deber de expresar mediante su propia acción
considerando sus juicios prácticos acerca de los cambios necesarios en
educación: es decir, mediante su praxis.

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