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HABILIDADES PARA LA VIDA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1999 define las habilidades para la vida o
competencias psicosociales como “la habilidad de una persona para enfrentarse exitosamente a
las exigencias y desafíos de la vida diaria”.

Categorías

Las habilidades para la vida propuestas por la Organización Mundial de la Salud en 1993, son las
siguientes:

1. Autoconocimiento: reconocimiento de nuestra personalidad, características, idiosincrasia,


fortalezas, debilidades, aspiraciones, expectativas, etc.

2. Empatía: capacidad para ponerse en el lugar de otra persona y desde esa posición captar
sus sentimientos.

3. Comunicación efectiva o asertiva: habilidad para expresarse de manera apropiada al


contexto relacional y social en el que se vive.

4. Relaciones interpersonales: competencia para interactuar positivamente con las demás


personas.

5. Toma de decisiones: capacidad para construir racionalmente las decisiones cotidianas de


nuestra vida.

6. Solución de problemas y conflictos: destreza para afrontar constructivamente las


exigencias de la vida cotidiana.

7. Pensamiento creativo: utilización de los procesos de pensamiento para buscar respuestas


innovadoras a los diversos desafíos vitales.

8. Pensamiento crítico: capacidad para analizar con objetividad experiencias e información,


sin asumir pasivamente criterios ajenos.

9. Manejo de emociones y sentimientos: reconocimiento y gestión positiva de nuestro


mundo emocional.

10. Manejo de la tensión y el estrés: capacidad para reconocer nuestras fuentes de tensión y
actuar positivamente para su control.

Iniciativa internacional

La iniciativa original de la Organización Mundial de la Salud de impulsar la educación en


Habilidades para la Vida en escuelas y colegios, surgió del reconocimiento de que, debido a los
cambios culturales y en los estilos de vida, con frecuencia las niñas, niños y jóvenes de hoy no
están suficientemente equipados con las destrezas necesarias para enfrentar los enormes desafíos
y presiones del mundo contemporáneo.
Hacia principios de la década de los noventa, la División de Salud Mental de la Organización
Mundial de la Salud comenzó a difundir los materiales informativos y educativos diseñados para
apoyar y promover internacionalmente la educación en Habilidades para la Vida en las escuelas y
colegios. La propuesta inicial de la OMS consistió en el grupo de las diez habilidades mencionadas
anteriormente.

Este grupo de diez Habilidades para la Vida, son fundamentalmente destrezas que le sirven a las
personas para relacionarse mejor consigo mismas, con las demás personas y con el entorno, por lo
que puede decirse que la educación en Habilidades para la vida es un estilo de educación que se
centra en los aspectos más personales, humanos y subjetivos del individuo, sin descuidar el papel
de la interacción colectiva que contribuye a configurar su desempeño personal y social.

Aplicación en las instituciones educativas

El enfoque en la educación en Habilidades para la vida en los colegios, consiste en el diseño de


currículos integrales en los que la enseñanza de estas habilidades haga parte de los programas
escolares de educación para una vida saludable, en combinación con otras intervenciones y
medidas, orientadas al mejoramiento de las condiciones de salud y bienestar y las oportunidades
para el aprendizaje y el desarrollo humano de estudiantes y demás miembros de las comunidades
educativas, que contribuyan a la promoción del desarrollo personal y social, la protección de los
derechos humanos y la prevención de problemas sociales y de salud.

La educación en Habilidades para la vida sigue siendo un campo muy activo de la práctica y la
investigación educativas en distintas regiones del mundo. En el contexto más cercano de los países
de América Latina y el Caribe, por ejemplo, en Barbados, Chile, Colombia y Costa Rica desde hace
varios años se viene trabajando en la educación en Habilidades para la vida como un componente
importante de los programas de salud escolar y las actividades de educación para la salud de las
Escuelas Promotoras de la Salud.

El enfoque de educación en habilidades para la vida ha mostrado su eficacia en el abordaje


educativo de contenidos que, sin ánimo de exhaustividad, podemos cifrar en los siguientes:

 Desarrollo de la autonomía personal y la inclusión social


 Promoción de comportamientos prosociales
 Fomento de la igualdad entre hombres y mujeres
 Educación afectivo-sexual
 Solución negociada de conflictos de convivencia
 Abuso de drogas
 Afrontamiento de situaciones de violencia
¿Qué son las habilidades para la vida?
Definiciones que ilustren el significado de habilidades hay muchas. Algunos autores se refieren a
ellas como las destrezas para conducirse por la vida de manera hábil y competente, dentro de las
posibilidades sociales y culturales de cada uno: actúan como enlace entre los factores que motivan
el conocimiento, las actitudes y los valores; promueven que se generen factores de protección
frente a problemas psicosociales derivados del entorno; y ayudan a saber cómo enfrentarse a las
exigencias y desafíos que la vida pone delante.

En general, se identifican tres clases de habilidades: las sociales o interpersonales (como la


comunicación asertiva o la empatía), las cognitivas (como la toma de decisiones o el pensamiento
crítico) y las habilidades para el manejo de las emociones (como el estrés).

Habilidades para la promoción de la salud

Las habilidades han sido adoptadas como estrategia de promoción de la salud, sobre todo en
países de América Latina y Caribe, como línea de trabajo de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que en la década de los años 90 -y
solo centrado en destrezas psicosociales- comenzó a difundir materiales pedagógicos diseñados en
promover estas habilidades en los centros educativos.

A partir de entonces, la evidencia científica ha ido señalando que la enseñanza y el aprendizaje de


estas habilidades son herramientas más eficaces para prevenir comportamientos dañinos, que las
intervenciones aisladas dirigidas a problemas específicos. De hecho, la OMS reporta que los
programas diseñados con el objetivo de que los adolescentes adquieran habilidades para una vida
saludable, además de evitar el tabaquismo, mejoran las relaciones con los profesores y el
rendimiento académico y disminuyen las faltas de asistencia al centro educativo. Incluso, han
demostrado ser mediadoras en las conductas problemáticas.

Así, dentro del enfoque de promoción de salud, las habilidades para la vida inciden en los
determinantes de salud -circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y
envejecen, incluido el sistema de salud, las políticas, la repartición del poder y los recursos- y
favorecen que las personas sean capaces de elegir modos de vida saludables y un óptimo
bienestar físico, social y psicológico. Por ejemplo, contribuyen a mejorar el entorno, a interactuar
con los semejantes y a adquirir buenas prácticas de alimentación y actividad física, entre otras.

Las 10 habilidades, una a una

Según la OMS, las habilidades para la vida diaria son las siguientes:
1. Autoconocimiento. Capacidad de conocerse, de saber las propias fortalezas, debilidades,
actitudes, valores y recursos personales y sociales con que uno cuenta para la vida y para
enfrentarse a la adversidad. Es descubrir aquello que se quiere y aquello que no.

2. Manejo de emociones y sentimientos. La habilidad para explorar las propias emociones y saber
cómo gestionarlas influye en el comportamiento de las personas. Las de más difícil manejo, como
la ira y la violencia, pueden tener resultados nocivos para la salud, sobre todo, en los más jóvenes.

3. Manejo de la tensión y el estrés. Es la habilidad de reconocer las circunstancias de la vida que


causan estrés para afrontarlas de manera constructiva y eliminarlas o reducirlas de forma
saludable.

4. Comunicación asertiva. Capacidad de expresar con claridad lo que se piensa, siente o necesita,
autoafirmando los propios derechos, sin dejarse manipular ni manipular a los demás. Es la forma
de comunicación más eficiente.

5. Empatía. La habilidad para imaginar cómo es la vida de otra persona y qué siente y ponerse en
su lugar para comprender mejor sus reacciones, emociones y opiniones. Tener empatía ayuda a
aceptar la diversidad y mejora las relaciones interpersonales. Ser empático también involucra las
emociones propias: si se siente lo que sienten los demás es porque se comparten sentimientos.

6. Relaciones interpersonales. Capacidad de establecer y mantener relaciones interpersonales


para interactuar de modo positivo con las personas de su entorno, sobre todo familiar, y, a la vez,
terminar con las relaciones que sean tóxicas, esto es, que bloqueen el propio crecimiento
personal.

7. Manejo de conflictos. Aceptando que el conflicto es parte de la condición humana, el reto está
en desarrollar estrategias constructivas, es decir, que ayuden a manejarlos de manera que sean un
estímulo para el desarrollo y favorezca el cambio y el crecimiento personal. Esta habilidad, en los
jóvenes, ayuda a reducir la ansiedad.

8. Toma de decisiones. La habilidad de escoger ayuda a evaluar las posibilidades y a tener en


cuenta las consecuencias asociadas a elecciones, tanto sobre uno mismo como en las personas del
entorno.
9. Pensamiento creativo. Para tomar decisiones y solucionar conflictos es necesario explorar todas
las alternativas y consecuencias, más allá de la propia experiencia personal.

10. Pensamiento crítico. Es la habilidad que permite analizar de manera objetiva la información
disponible junto con la experiencia para llegar a conclusiones propias. Esto ayuda a los más
jóvenes a reconocer qué factores influyen en su comportamiento, como los medios de
comunicación o su grupo de iguales.

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