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de Romano Guardini1
The genesis of relational thinking of Romano Guardini
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ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS
Recibido: 01/12/2015
Aceptado: 05/02/2016
1
Este trabajo es la exposición ampliada de la ponencia ofrecida por el autor en el Con-
venio Internacional sobre “Romano Guardini y el pensamiento existencial”, organizado por
el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma en los días 4 y 5 de noviembre de 2015.
2
Las frases sueltas que aparecen entre comillas son del mismo Guardini.
3
Tal energía resalta de modo especial en la obra Vom Sinn der Kirche, M. Grünewald,
Maguncia 1922, 1955, (4ª ed.) p. 43. Versión española: Sentido de la Iglesia, Dinor, San Se-
bastián 1958. El interés de Guardini por superar las paradojas y antinomias y sacar partido
de la energía que en ellas late resalta en la obra de juventud El contraste. Ensayo de una
filosofía de lo viviente-concreto, BAC, Madrid 1996. Versión original: Der Gegensatz. Versuch
einer Philosophie des Lebendig Konkreten, M. Grünewald, Maguncia 1925, 1985 (3ª ed.).
4
Cf. Apuntes para una autobiografía, Encuentro, Madrid 1992, p. 99. Ver: Berichte über
mein Leben, Patmos, Düsseldorf 1985.
5
Una amplia exposición de los niveles de realidad y de conducta así como sus modos
de lógica puede verse en mis obras Descubrir la grandeza de la vida, Desclée de Brouwer,
Bilbao 2010, (2ª ed.), y La ética o es transfiguración o no es nada, BAC, Madrid 2014. En
sus numerosos análisis queda patente cómo la capacidad creativa –creciente a medida que
subimos de nivel– nos permite superar multitud de aparentes paradojas y oposiciones.
6
Cfr. cit. p. 107.
7
Cfr. Vom Sinn der Schwermut, Grünewald, Maguncia 1996 (6ª ed.), pp. 41-42. Tra-
ducción española de Miguel Ángel Nesprías: Sobre el sentido de la melancolía, en “Revista
Argentina de clínica neuropsiquiátrica”, año XII, vol. 10, nº 3, dic. 2001. Véase, asimismo,
“Humanitas” nº 51 (2008), pp. 558-578.
8
Cfr. cit., pp. 49-50.
9
Ibíd., p. 41.
10
Ibíd., p. 48.
11
Ibíd., p. 44.
12
Ibíd., p. 46.
13
Ibíd., p. 47.
14
Cfr. cit., 4ª edición en M. Grünewald, Maguncia, sin fecha.
Este texto se halla en una carta de Guardini a Richard Knies del 29 de abril de 1919.
16
Él como a un tú. Esa relación yo-tú constituye el ser profundo del hom-
bre y es el origen de su condición locuente18.
En la línea del Pensamiento dialógico (Ferdinand Ebner y Martin Bu-
ber, sobre todo), Guardini estimaba que el hombre adquiere conciencia de
su yo al ser apelado por un tú, sobre todo y primariamente por el Tú divino.
El ser humano se le presentaba, al modo de Sören Kierkegaard, como “una
relación que se relaciona consigo misma y con el poder que la sostiene”19.
Esta forma de ver al hombre desde Dios, tan afín a la de los escritores
místicos, llena de tensión la obra toda de Guardini, que sintió siempre un
profundo asombro ante el hecho de que el Dios infinito se haya dignado
crear al hombre y se haya, incluso, anonadado para salvarle.
A la vuelta de tantos reduccionismos que intentaron depreciar la fi-
gura del ser humano –por la nostalgia que desde 1918 sienten no pocos
pensadores hacia el mundo infrapersonal, infracreador, infrarresponsa-
ble–, el pensamiento de Guardini sigue mostrándonos con nitidez que
su verdad más profunda la consigue el hombre por vía de elevación, no
de descenso. Sus lecciones inéditas de antropología –Der Mensch– están
presididas por un lema tomado de Pascal: “L’homme dépasse infiniment
l’homme”, el hombre supera infinitamente al hombre. Idea afín a la de un
espíritu congenial, Gabriel Marcel: “Lo más profundo que hay en mí no
procede de mí”.
18
Cfr. Mundo y persona, Encuentro, Madrid 2000, pp. 123-124. Versión original: Welt
und Person, Werkbund, Würzburg 1954, pp. 110-113. La existencia del cristiano, BAC, Ma-
drid 1997, p. 179. Versión original: Die Existenz des Christen, Schöning, Paderborn 1977,
(2ª ed.) p. 180.
19
Cfr. La enfermedad mortal o De la desesperación y el pecado, Guadarrama, Madrid
1969, pp. 47-49.
Cfr. La aceptación de sí mismo, Cristiandad, Madrid 1983, 6ª ed. Versión original: Die
21
de las distintas plegarias, no han podido surgir sino a la luz de una expe-
riencia intensa de meditación24. A su entender, el rezo del rosario debe su
alta calidad a su espíritu contemplativo.
El rezo del rosario se diferencia de la oración litúrgica, sobre todo,
por su voluntad de permanencia en una actitud contemplativa. La acción
litúrgica es progrediente, no vuelve nunca sobre sus pasos. El rosario es
una forma de oración que repite insistentemente diversas oraciones con
voluntad de crear un clima de contemplación en torno a los misterios de
la vida de Jesús y de María. Lo que se intenta, ante todo, en ese rezo es
estar con el Señor en compañía de María, a semejanza de los apóstoles;
alabarle y suplicarle una y otra vez, y crear así un espacio de oración. “El
rosario tiene un carácter de permanencia. En él se siente el amparo de
un mundo sereno y santo, que acoge en sí al que ora. Esto queda espe-
cialmente de manifiesto cuando lo comparamos, por ejemplo, con el vía
crucis. Este tiene la forma de un camino. El orante sigue los pasos del
Señor, de una a otra ‘estación’, y tiene al final el sentimiento de haber
llegado a la meta. El rosario no es un camino, sino un espacio, y no tiene
meta, sino hondura. Permanecer en él hace bien”25.
Lo que llena de sentido el rezo del rosario es un proceso incesante de
simpatía filial hacia María, y, a través de ella, hacia su hijo Jesús. Perma-
necer en este ámbito de adhesión espiritual íntima nos produce un senti-
miento de plenitud gozosa, pues los seres humanos necesitamos vernos
acogidos en ámbitos de vida lograda. Sobre todo cuando nos sentimos
desvalidos, faltos de hogar espiritual y descentrados como personas, nos
conforta sobremanera entrar en un reino donde impera el amor incondi-
cional y la entrega. El rosario nos ofrece este espacio de reposo y acogi-
miento. Ello explica que, un día, el joven Guardini, tras el rezo del rosa-
rio, haya pasado de un estado de zozobra espiritual a la serena decisión
de consagrarse al Señor en la vida sacerdotal.
Para rezar debidamente el rosario y darle todo su valor, hemos de
reposar el ánimo y ajustarlo al ritmo de una repetición creativa, bien se-
guros de que no nos limitamos a decir lo mismo una y otra vez, sino que
creamos un ámbito de súplica, de contemplación, de instalación oblativa
de nuestro ser en el campo de la vida divina. Las palabras, al ser repeti-
das con este afán creativo, se convierten en vehículos de algo nuevo que
las sobrevuela: el espacio de meditación, súplica y veneración que se fun-
da a su través. Rezar de este modo requiere una paciencia amorosa, como
24
Cfr. El rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008. Versión original:
Der Rosenkranz unserer lieben Frau, cit., Werkbund, Würzburg 1964, (7ª ed.).
25
Cfr. El rosario, cit., p. 73.
26
Cfr. El rosario, cit., p. 89.
27
Ibíd., pp. 57-59.
28
Ibíd., pp. 47-48.
29
Cfr. cit., Cristiandad, Madrid 2002. Versión original: Der Herr. Betrachtungen über die
Person und das Leben Jesu Christi, Werkbund, Würzburg 1937, 1964, (13ª ed.).
30
Cfr. cit., Hegner, Leipzig 1955, (2ª ed.).
31
Cfr. Mundo y persona, Encuentro, Madrid 2000, pp. 106-108. Edición original ale-
mana: Welt und Person, Werkbund, Würzburg 1950, pp. 96-98. La traducción de los textos
transcritos es mía. Sobre los grandes valores se encuentran precisiones de gran hondura en
las siguientes obras de Guardini: El poder, Cristiandad, Madrid 1981; versión original: Die
Macht, M. Grünewald, Maguncia 1989, (8ª ed.); Ética, BAC, Madrid 1999; versión original:
Ethik, 2 vols., Grünewald, Maguncia 1993.
32
Cfr. Mundo y persona, cit., pp. 107-108; Welt und Person, cit., 97-98. La traducción de
los textos transcritos es mía.
33
Cfr. R. Guardini, Una ética para nuestro tiempo, Cristiandad, Madrid 1974, (2ª ed.)
pp. 55, 177-191. Versión original: Tugenden. Meditationen über Gestalten sittlichen Lebens,
Werkbund, Würzburg 1963.
34
Ibíd.
35
Cfr. B. Forte, La porta della belleza, Morcelliana, 2000, (3ª ed.) pp. 61, 121. Puede ver-
se, asimismo, mi obra La experiencia estética y su poder formativo, Universidad de Deusto,
Bilbao, pp. 98-99.
36
Cfr. La ética o es transfiguración o no es nada, cit., pp. 23, 27, 45, 52.
37
Cfr. Una ética para nuestro tiempo, cit., p. 11. Versión original: Tugenden. Meditationen
über Gestalten sittlichen Lebens, cit., 9. Véase, asimismo, Der Tod des Sokrates. Eine Inter-
pretation der platonischen Schriften Euthyfron, Apologie, Kriton und Phaidon, 1943, 1987,
M. Grünewald, Maguncia. Versión española: La muerte de Sócrates, Palabra, Madrid 2016.
38
Cfr. Las etapas de la vida, Palabra, Madrid 1997, pp. 131-132. Versión original: Die
Lebensalter. Ihre ethische und pädagogische Bedeutung, Werkbund, Würzburg 1957, (4ª ed.)
p. 59.
39
Nos impresiona una y otra vez observar hasta qué punto llega la admiración de Guar-
dini por el poder de la verdad. En un pasaje de su autobiografía, recuerda las memora-
bles conferencias que dio en la cripta de la iglesia berlinesa de San Pedro Canisio, bajo el
terror de los bombardeos, e indica que en esas tardes se creó un ambiente espiritual tan
elevado que la verdad parecía hacerse presente ante el auditorio “como un ser concreto”.
Seguidamente, confiesa que pocas veces sintió con tanta energía “la fuerza de la verdad,
la grandeza, originalidad y vitalidad del mensaje cristiano-católico”. Cfr. Apuntes para una
autobiografía, Encuentro, Madrid 1992, p. 169.
40
Cf. Anfang. Eine Auslegung der ersten fünf Kapitel von Augustins Bekentnissen, Kösel,
Múnich 1953, (3ª ed.) pp. 22-28. “Para que el oyente le preste atención (a la predicación)
y distinga las palabras de la Revelación de las de la vida cotidiana tiene que estar abierto;
más, tiene que buscar. Este buscar procede del ansia del corazón humana de conseguir la
meta para la que fue creado. Más todavía; en el ‘Misterio de Jesús’ de Pascal, el Señor dice
al que medita: ‘Consuélate, tú no me buscarías si no me hubieras encontrado’ (Pensées, nº
553, ed. Garnier, Paris 1955, p. 212). Para buscar al Dios vivo necesita el hombre haber sido
tocado por su gracia; de este modo, el buscar y el llamar es ya un conocer y reconocer, aun-
que esto no se exprese todavía en palabras. ¿No vuelve así la sucesión de ideas a su punto de
partida? ¿No se convierte la cadena en un círculo? Esto es lo que ha sucedido: Ha surgido
el círculo de la existencia, en el cual un elemento lleva consigo a otro. Es ley general que un
pensamiento no puede presuponer aquello que se deriva de él; siempre es el pensamiento
circular un signo de error, excepto en un caso: allí donde comienza algo vivo, la existencia
abre los ojos y se acepta a sí misma. Por primera vez sucede esto en el nacimiento; luego,
siempre que una nueva fase de la vida brota de una anterior, o se inicia una obra; cada ma-
ñana cuando alguien despierta del sueño. Si no se observan estos acontecimientos desde
fuera, en plan objetivista, sino desde dentro, en plan existencial, esto solo puede darse en
forma de un círculo. (…) Sabemos que, en nuestra existencia terrena, lo nuevo espiritual es
suscitado por Dios; se trata de un auténtico comienzo, no deducible de algo anterior, sola-
mente pensable de esta forma: el que ha nacido a una vida nueva abre los ojos, se acepta a
sí mismo y se echa a andar. Nos encontramos también aquí con un círculo. También aquí
un acto lleva en sí a otro, y todos los actos se entreveran, porque se trata de un todo” (Cfr.
Anfang, cit., p. 27).
41
Cfr. Confesiones I, 1.
Conclusión
Es sabido que, al ascender a los niveles más altos de realidad, se nos
agudiza la mente. El amor de Guardini a la experiencia mística lo llevó a
cultivar ejemplarmente los valores estéticos, éticos y religiosos. Nada iló-
gico que sus obras estén inspiradas por una brillante mirada profunda46.
42
Cfr. El Señor, cit., p. 122. Versión original: Der Herr, cit., pp. 92-93.
43
Cfr. El Señor, cit., p. 122. Der Herr, cit., p. 92.
44
Cfr. Una ética para nuestro tiempo, cit., p. 11. Tugenden. Meditationen über Gestalten
sittlichen Lebens, cit., 1992, 4ª ed.
45
Cfr. Cartas sobre la formación de sí mismo, cit., pp. 11-18.
46
Una amplia descripción de este tipo de mirada puede verse en mi obra El arte de leer
creativamente, Stella Maris, Barcelona 2014, pp. 41-77.