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Los que siguen la espiritualidad druídica, es evidente que gustan de leer o escuchar, y a
través de ello aprender, aquellas leyendas de antaño consideradas celtas paganas, que
componen lo que se definiría de una forma subjetiva y global como El Mito Celta.
El mito celta pre-cristiano, engloba tanto leyendas y cuentos, como símbolos recreados
con diversas imágenes. Entre estas imágenes podríamos destacar la Espiral, el Caldero,
el Círculo, el Trísquel y la Cruz Druídica.
Se adquieren así, una síntesis armoniosa de elementos que abarcan motivos tan diversos
como los que van desde la filosofía a la espiritualidad, de la historia al mito, de la prosa
a la poesía, de la ciencia al arte etc.
Todos lo mitos, obviamente, creados o forjados por la cultura que sea, encierran
diversas enseñanzas y facilitan rastros que de seguirlos, analizarlos y entenderlos, nos
llevan al descubrimiento de la espiritualidad de aquellas civilizaciones, culturas o
filosofías, de las que dichas leyendas y cuentos manan.
Los mitos céltico-druídicos en general, se diferencian de otros mitos y aportan a la
cultura integral del planeta y de la humanidad una riqueza sustancial con su singular y
concreto matiz, que en algunos casos corren paralelos a otros mitos de otras culturas,
aunque de otros, se distancian notablemente.
Los incansables aprendices y a la vez seguidores druídicos, a través del mito obtienen
un buen número de enseñanzas al oírlas, leerlas, recitarlas en voz alta o recreando sus
símbolos de alguna manera tangible.
Todo ello pertenece a una cultura que se expresó a través de unas gentes, que fueron
denominadas con el amplio calificativo de celtas, las cuales recorrieron tierras diversas,
a veces conquistándolas, otras veces, absorbiéndolas, y otras, sumergiéndose y
enraizando en ellas y empapándose e impregnándose, sin duda, de elementos aborígenes
que hicieron propios.
Irremisiblemente la época en la que les tocó vivir o mejor dicho sobrevivir, desapareció
con ellos y otras leyendas, historias, religiones y filosofías se entronizaron en aquellos
lugares por donde destacaron, sustituyendo e incluso plagiando algunas de sus
peculiaridades.
Los seguidores druídicos, deben conocer, entender y aprender de toda la historia celta,
de las esencias, simbologías, mitos y herencias. Deben aprender a interpretar la extensa
mitología y entresacar lo fundamental, así como obtener un aprendizaje creciente, y todo
ello para después proyectarlo en el fluir, en el devenir íntimo y personal, hacia el futuro,
con las evoluciones propias que sean consecuentes.
Hoy en día observamos como se comprende mejor la historia y creencias del pueblo
israelita, del imperio USA, de Roma, de los griegos y etc., pero se ignora y rechaza
aquella que nos es propia como descendientes espirituales o genéticos de los celtas e
incluso de aquellas otras, que pudieran correr por senderos parecidos.
Sin duda que hacerse tales preguntas, es más humano y atávico de los que muchos
piensan, pues igual que ellos, otros personajes, ilustres pensadores, filósofos,
historiadores e investigadores de todas las épocas ya se preguntaron lo mismo.
En la historia de los mitos y dioses celtas, cabe preguntarse hasta que punto todos esos
relatos no constituyeron en algún momento una historia real, alejada notoriamente de la
simple anécdota o leyenda simbólica y aleccionadora.
Es plausible, que en algún momento de la historia que la memoria tribal ya no puede
recordar, todas las narraciones que conocemos, de gestas heroicas, de aventuras más o
menos amorosas o eróticas, de héroes o semi-héroes con sus acciones y reacciones, de
las singularidades de los dioses o de las diosas, todo ellas, fueran ni más ni menos que
hechos históricos importantes.
Hechos, eventos y sucesos de personajes reales transformados por efecto del tiempo y
por efecto de la tradición oral, que especialmente los druidas practicaban. Incluso para ir
más lejos no es descabellado pensar, que todos los mitos hayan sido deformaciones por
efecto del tiempo de hechos muy reales de épocas remotas.
La sociedad tribal celta, con sus druidas, la cual no poseía una tradición escrita, pudo
haber transmutado a sus héroes reales de tiempos arcaicos, en personajes semi-divinos o
totalmente divinos, de la misma manera que hechos sociales, bélicos, o históricos
primordiales en las sociedades de estas características como la celta, pudieron devenir
en sagas o leyendas épicas a través de los siglos. Baste recordar la leyenda del Rey
Arturo del siglo XII de la EC., que se remonta a un rey o caudillo celta romanizado y
cristianizado, que luchó contra las invasiones sajonas por el siglo VI de la E.C.
Estas leyendas y personajes que hoy la sociedad bien pensante podría calificar como
fantásticos, fabulosos o de ciencia-ficción, sirven también como conceptos arquetípicos
y modelos para los comportamientos humanos tanto si se trata de individuos separados
como si se tratan dentro de una colectividad.
Son ejemplos de actitudes, comportamientos, pautas, hazañas y pasiones, principios
éticos y espiritualismo. Los mitos celtas actúan como legitimadores de los orígenes de
la cosmología druídica.
La ética, los valores, las costumbres y ritos, todos ellos, son modelos primordiales
existentes que nos llegan validados hasta nosotros, por aquellos que en su día pudieron
experimentarlos y transmitir de alguna manera, sus simbolismos y significados.
Bien está aceptar el folclore propio de cada tierra y por supuesto el de las Tierras Celtas,
pero a menudo también los mitos y los ritos se convierten en meras manifestaciones
costumbristas que van degenerando progresivamente al estar alejados de las fuentes
primigenias.
Observamos que la transformación de algunos hábitos, por las influencias de ciertos
medios de comunicación e incluso por las acciones de asociaciones o grupos de quizá,
buenas intenciones, tienden a convertir a nuestros mitos en algo superficial, de moda,
sin más valor que el puramente estético o el del exotismo de su parafernalia.
Sirva como anécdota y ejemplo la conocida fiesta de Halloween, una fiesta que ha
quedado ya como un festival para impresionar a los chiquillos y de paso sacar algunas
monedas.
Ya ha perdido todos los componentes mágicos y místicos que poseía la fiesta druídica
de Samhain, de la cual Halloween es una burda reproducción distorsionada. Aunque
infortunadamente, no es la única.
En los medios de comunicación ocurre simplemente peor. En las cadenas televisivas se
ofrecen en ocasiones, reportajes, concursos, entrevistas o pésimas series de películas
que tienen cierto éxito entre un tipo de público televidente.
Tal es el caso de las series televisivas “Made in USA”, emitidas por varias televisiones
del mundo, como la famosa “Charmed”. (Que me disculpen los seguidores Wiccas a los
que les guste, pero creo que este tipo de series televisivas o películas, poca utilidad
tienen en favor de la seriedad de esta corriente pagana).
Dicha serie, no refleja en absoluto, la más mínima esencia del paganismo denominado
Wicca, ni siquiera su forma de pensar, actuar o hacer.
Quizá, se podría conceder que dicha serie, películas o eventos varios, pueden resultar
entretenidas, pero entretenimiento nos lo puede aportar un sinfín de aficiones, que no
tienden a una deformación e incluso desprestigio de una forma de entender la vida, y
más aún cuando esta variante pagana, u otras, son desconocidas para una buena cantidad
de personas.
El enfoque que en algunos reportajes o en algunas películas se ofrece del paganismo en
general o de alguna variante de éste en particular, seguramente y a priori, deformará su
comprensión, formando en las mentes de muchos televidentes, una idea errónea.