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Introducción
Los elementos químicos que componen nuestro planeta están distribuidos de una forma
que a grandes rasgos es muy regular, ya que depende de dos grandes factores:
De esta manera, podemos entender a la corteza como aquel segmento de nuestro planeta en
el que se rompe la homogeneidad de la distribución de los elementos que encontramos en
capas más profundas. Por ejemplo, a pesar de que existan algunas variaciones
composicionales en el manto, éstas son insignificantes con respecto a la altísima
variabilidad que observamos en la corteza. Así, en ésta podemos observar rocas ígneas que
independientemente de su lugar de origen (manto astenosférico, manto litosférico, corteza)
van desde composiciones peridotíticas hasta las graníticas. Es en la corteza donde, además,
encontraremos las rocas sedimentarias y metamórficas.
Conceptos básicos
Cuando hablamos de Yacimientos Minerales, hay una serie de conceptos que tienen una
gran importancia, ya sea en los aspectos geológicos-geoquímicos, o en los económicos. Los
más importantes son los siguientes:
Ganga: Comprende a los minerales que acompañan a la mena, pero que no presentan
interés minero en el momento de la explotación. Ejemplos frecuentes en minería metálica
son el cuarzo y la calcita. Conviene resaltar que minerales considerados como ganga en
determinados momentos se han transformado en menas al conocerse alguna aplicación
nueva para los mismos.
Ley de corte
Fc = --------------------
Clark
Así, por ejemplo, el oro se encuentra en las rocas de la corteza en una proporción media o
clark de 0.004 ppm, mientras que en los yacimientos de la cuenca de Witwatersrand (RSA)
su ley de corte es de 7 g/t (1.750 veces mayor). La figura muestra los factores de
concentración de una serie de elementos, y se aprecia como para elementos escasos este
valor es mucho más alto que para los elementos más comunes, más abundantes en el
conjunto de la corteza.
Todo uno: Mezcla de ganga y mena que extrae de la mina o cantera, con un contenido o ley
determinado, que hay que saber previamente (investigación de pre-explotación) y confirmar
tras la explotación.
Todo uno marginal: Aquel producto de la explotación que tiene contenidos ligeramente
por debajo de la ley de corte, y que no se suele acumular conjuntamente con el estéril, o
bien para procesar mediante tratamientos de bajo coste, o en previsión de que los precios
del producto suban y puedan aprovecharse como reservas.
Estéril: Corresponde a las rocas que no contienen mineral o lo contienen en cantidades muy
por debajo de la ley de corte. No suele corresponder con la ganga, que como se indica
antes, son los minerales acompañantes de la mena.
Subproductos (o by-products): Suelen ser minerales de interés económico, pero que no son
el objeto principal de la explotación, si bien aumentan el valor económico de la producción:
por ejemplo, el Cd o el Hg contenido en yacimientos de sulfuros con altos contenidos en
esfalerita, o el manganeso contenido en los pórfidos cupríferos.
El origen de los yacimientos minerales puede ser tan variado como lo son los procesos
geológicos, y prácticamente cualquier proceso geológico puede dar origen a yacimientos
minerales.
En un estudio más restrictivo, hay que considerar dos grandes grupos de yacimientos:
A grandes rasgos, los procesos geológicos que dan origen a yacimientos minerales serían
los siguientes:
Procesos ígneos:
El transporte de los clastos por las aguas y el viento, y de las sales por el agua,
modifica la composición química tanto del área que sufre la erosión como del área a
la que van a parar estos productos. Además, durante el propio transporte se
producen procesos de cambio físicos y químicos, nuevas erosiones, depósito de
parte de la carga transportada, etc.
Procesos metamórficos:
Así pues, y a modo de conclusión, en cada caso han de darse unas determinadas
condiciones que permitan que se origine el yacimiento, como algo diferenciado del
conjunto rocoso, en el que uno o varios procesos geológicos han actuado de forma
diferencial con respecto al resto del área, lo que ha permitido que se produzcan esas
condiciones especiales que suponen la génesis del yacimiento.
Lecturas recomendadas
Carr, D.D.; Herz, N. (1989). Concise encyclopedia of mineal resources. Pergamon Press.
426 pg.
Evans, A.M. (1993). Ore geology and industrial minerals: An introduction. Blackwell
Science, 389 pg.
Guilbert, J.M.; Park, Ch.F. (1986). The geology of ore deposits. Freeman. 985 pg.
Kesler, S.E. (1994). Mineral resources, economics and the environment. Maxwell
Macmillan International. 391 pg.
Lunar, R.; Oyarzun, R. (Eds.) (1991). Yacimientos minerales: técnicas de estudio, tipos,
evolución metalogénica, exploración. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces. 938 pg.
Sawkins, F.J. (1984). Metal deposits in relation to plate tectonics. Springer-Verlag. 325 pg.
Shakelton, W.G. (1986). Economic and applied geology. Croom Helm. 227 pg.
1. composición química
2. color
3. similitudes
4. formas o hábitos
5. brillo
6. propiedades
De un total de 15.000 nombres que se han venido utilizando, tan sólo se consideran válidos
para designar especies diferentes unos 2300. El organismo que vela por la pureza en la
asignación y clasificación es la Comisión de Nuevos Minerales y Nombres de Minerales,
creada en el seno de la I.M.A. en 1959.
1. Coleccionistas:
1. Heulandita: John Henry Heuland (1778-1856), coleccionista inglés que
publicó el contenido de su colección en tres tomos.
2. Morganita: John Pierpont Morgan (1837-1913), banquero y filántropo
americano que coleccionaba gemas.
2. Personajes mitológicos
1. Aegririna: Aegir, dios escandinavo del mar.
2. Mercurio: dios romano, hijo de Júpiter y Maia.
3. Tautalia: Tautalus, rey de la mitología griega.
1. Otros personajes famosos:
1. Livingstonita: David Livingstone, explorador escocés de siglo XIX que
recorrió África.
2. Goethita: Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), poeta, escritor y
filósofo alemán.
3. Rooseveltita: Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica.
4. Alejandrita: Alejandro II (1818-18819, zar de Rusia.
5. Eveita: Eva, personaje bíblico.
NOMBRES IMPERSONALES:
1. Formas fisiográficas:
1. Andesita: Andes, cadena montañosa sudemericana
2. Kaolinita: Kauling, montaña china
3. Fayalita: Isla Fayal, en el archipiélago de las Azores
4. Ilmenita: Montañas Ilmen, en Rusia.
5. Jarosita: Barranco Jaroso, en Sierra Almagrera (España)
6. Vesubiana: Vesubio, volcán de Italia.
2. Divisiones político-administrativas:
1. Columbita: Columbita, antiguo nombre de EE.UU.
2. Aragonito: Molina de Aragón, Guadalajara (España).
3. Villlamaninita: Villamanín, León (España).
4. Illita, Illinois, estado de EE.UU.
5. Moscovita: Moscovia, región de Rusia.
1. Prefijos químicos: arseno-, chalco-, ferri-, urano-, calcio-, cupro-, mangano-, sidero-
,...
2. Comportamiento químico:
1. Anhidrita: sin agua.
2. Piroslusita: fuego para lavar, al usarse en vidrios incoloros.
Cristalográficas:
1. Tetraedrita
2. Octaedrita
3. Axinita (eje)
4. Sanidina: del griego tableta, por su hábito
5. Epidota: por el aumento del tamaño de las caras.
6. Diópsido: por poder tener el prima orientado de dos formas.
7. Tridimita: macla de tres pliegues.
8. Estaurolita: macla en forma de cruz.
Fractura y exfoliación:
Color:
1. Clorita, verde.
2. Melanita, negra.
3. Celestina, azul.
4. Cianita, azul.
5. Albita, blanca.
6. Aguamarina.
7. Psilomelana: “humo negro”, por su color.
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Todos nos hemos preguntado alguna vez por qué los elementos tienen los nombres que
tienen. Sobre todo en nuestros inicios en el apasionante mundo de la química, que es
cuando nuestra curiosidad está en su punto álgido y todavía no hemos empezado a creer y
memorizar sin cuestionar, múltiples principios y leyes fundamentales.
A medida que avanzamos en la tabla periódica pasamos de nombres muy conocidos y que
no llegamos a cuestionarnos porque digamos que son así porque así han sido siempre
(hidrógeno, carbono, oxígeno, plata, oro, etc.) hasta otros que indudablemente nos resultan
familiares, por referirse a países o personalidades históricas relacionadas con la química, u
otros en los que una simple lectura nos hace sacar una sonrisa por su inusual sonoridad,
véase por ejemplo el que pone fin al séptimo período, el “ununoctio” (aunque una segunda
lectura más seria nos puede hacer ver que parece tener una cierta relación con el número
118).
Pero independientemente de si nos son más o menos conocidos, los nombres de estos
elementos tienen un origen, y conocerlo puede hacer que la ardua tarea de memorizarlos
pase a ser un ejercicio de historia, mitología, geografía, comprensión de sus propiedades,
etc.
Espero que con estas líneas la primera labor de un futuro químico, aprender la tabla
periódica, requiera un menor esfuerzo, o que al menos, sea más gratificante.
Nombres prequímicos
En esta descripción de algunos de los distintos nombres de los elementos del sistema
periódico vamos a comenzar con los prequímicos. Estos son aquellos propios de elementos
conocidos desde la antigüedad. Muchos de ellos podrían caer dentro de ese grupo que antes
denominábamos como el de los elementos que se llaman así “porque sí”, porque así han
sido siempre. Y es que entre ellos tenemos a los 7 metales clásicos: el oro y la plata
(conocidos desde hace más de 6.000 años), el cobre, el hierro, el plomo, el estaño y el
mercurio (que ya hace más de 3.000 años era usado por alquimistas indios en la
preparación de elixires que se creaban buscando alcanzar el secreto de la inmortalidad).
Como es evidente en este último caso, las clasificaciones que serán usadas en este artículo
se entremezclan, pues aunque el mercurio forme parte de estos 7 metales clásicos también
sabemos que su nombre deriva de la mitología, en particular del dios romano Mercurio, que
será una de los grupos de nombres que se presentarán a continuación. Por otro lado, este
elemento también comparte nombre con el primero de los planetas de nuestro sistema solar,
por lo que también podrá ser incluido dentro de otra categoría relacionada con los cuerpos
celestes.
Es importante tener esto en cuenta, pues hay casos en que no está completamente claro el
origen del término que nombra al elemento ni su clasificación dentro de los distintos
grupos, y existen discrepancias al respecto. En este texto, se tratará de incluir el nombre del
elemento en todas las posibles clasificaciones que sean oportunas en cada caso.
Esta categoría, que aparentemente podría parecer una de las más conocidas por todos y que
necesita poca explicación, tiene sorprendentes componentes, pues no sólo la forman los
clásicos elementos con nombre de planeta sino que también se derivan nombres de
asteroides, del sol o de la luna.
Comenzando con los planetas, todos podemos reconocer con facilidad la referencia al
descubrimiento de Urano en el elemento uranio (que fue descubierto sólo 8 años después
de que lo fuese el planeta) o la correlación de los dos elementos siguientes denominados
neptunio y plutonio, en referencia a la sucesión de, en su momento, los tres últimos
planetas en el sistema solar (actualmente Plutón no es considerado planeta sino planeta
enano desde 2006 según la Unión Astronómica Internacional). Pero ya no es tan evidente la
relación del telurio con el nombre de la Tierra en latín o del fósforo con el apelativo de
Venus también en latín.
Derivado de la luna está el selenio, mientras que del sol el helio, ambos nombres
procedentes del nombre de estos astros en griego.
Pero lo más desconocido seguramente sea el nombre de dos elementos derivados de los dos
primeros asteroides descubiertos: Ceres y Palas. Estos dan lugar al cerio y al paladio,
hallados respectivamente sólo dos y un año después de que lo fuesen sus correspondientes
asteroides.
En este grupo es evidente que también van a poder ser encuadrados muchos del anterior,
pues también existe una gran relación entre el mundo de la mitología y la nomenclatura de
los cuerpos celestes, tanto de planetas como también de asteroides, como los presentados
anteriormente Ceres y Palas (que proceden de las diosas Ceres y Palas Atenea, de la
agricultura en la mitología romana y de la sabiduría en la mitología griega
respectivamente).
Castigo de
Tántalo
Además también tenemos en esta categoría elementos como el tántalo [procede de Tántalo,
hijo de Zeus; se explica el nombre dado al elemento porque en la mitología este personaje
sufre un castigo mítico por entregarle la bebida de los dioses a los humanos, siendo
condenado con el hambre y la sed eternas, lo que se relaciona con la capacidad de este
metal de no ser atacado por los ácidos], el niobio [Níobe, hija de Tántalo; el niobio fue
descubierto en el mineral tantalita, que contenía tantalio, por lo que se le puso el nombre de
la hija del personaje que daba nombre al elemento ya conocido], el prometio [en honor a
Prometeo, el personaje mitológico que robó el fuego a los dioses para la humanidad], el
titanio [procedente de los Titanes, hijos de Urano], el iridio [diosa griega Iris], el torio [en
referencia a Thor, dios de la guerra nórdico] o el vanadio [deriva de la diosa de la belleza
en la mitología nórdica].
Otros muchos elementos como por ejemplo el aluminio, el bario, el samario, el silicio o el
gadolinio toman su nombre de los minerales o compuestos de los que forman parte, en este
caso del alumbre, la baritina, la samarskita, el sílex y la gadolinita respectivamente.
En esta categoría, junto con la que se presentará a continuación, se sitúan los elementos
cuyas propiedades son las que han generado su nomenclatura. Se les ha bautizado a partir
de las palabras en diferentes idiomas (aunque predominantemente en griego o latín)
referidas a sus propiedades más importantes.
En este primer caso la propiedad a destacar es el color, bien sea del elemento propiamente o
de alguno de sus compuestos más importantes.
Separándolos por los idiomas de los que proceden los términos tenemos los siguientes
elementos dentro de este grupo:
Del griego proceden los nombres del cloro [khloros: amarillo verdoso], el cromo [khroma:
color; debido a los distintos colores que presentan sus compuestos], el yodo [ioeides:
violeta], el praseodimio [prasios: verde y didymos: gemelo], el rodio [rhodom: rosado] y el
talio [thallos: retoño verde o rama, por el brillo de color verde en las líneas de su espectro
de emisión, como podemos ver en la imagen de la derecha].
Del latín tenemos el cesio [caesius: azul celeste], el indio [indium: índigo, añil] y el rubidio
[rubidius: rojo muy intenso, por las dos rayas rojas características de su espectro de
emisión].
Del alemán deriva el nombre del bismuto [weiße Masse: masa blanca].
Dentro de las otras propiedades que caracterizan la nomenclatura de parte de los elementos
de la tabla periódica, destaca la de formador de un cierto tipo de compuestos.
De ahí parten los nombres de muchos de esos elementos que nos suenan también muy
familiares, pero que de esta forma podremos conocer un poco mejor. Hidrógeno deriva de
los términos griegos hydro y gen: generador de agua, oxígeno por su parte significa
generador de ácidos, mientras que nitrógeno, generador de nitratos.
Otras propiedades cuya importancia ha hecho que pasen a la historia dando nombre a los
elementos que las poseen son por ejemplo el olor, en el osmio [del griego osme: olor,
debido al fuerte olor del OsO4] y en el bromo [del griego bromos: hedor, peste], la
“portación de luz” en el fósforo [del griego phos: luz y phero: portador], la baja calidad
respecto a la plata (según opinión de sus descubridores claro) en el platino [que procede de
la palabra castellana platina], la dificultad de su obtención en el disprosio [del griego
dysprositos: difícil de obtener], la inestabilidad, debido a la propensión a la desintegración
radiactiva, en el ástato [del griego A-statos: inestable] o el hecho de ser producido de forma
artificial en el tecnecio [del griego technetos: artificial], entre muchas otras.
Según los países, ciudades, lugares, etc. a los que hacen referencia se presentan en la
siguiente lista:
América: americio
Alemania: germanio y hassio (derivado de Hassias, nombre latino para Alemania)
Berkeley (California, EEUU),: berkelio
California (EEUU): californio
Copenhague: hafnio (nombre latino de la ciudad, Haffnia)
Darmstadt (Alemania): darmstadtio
Dubná (Rusia): dubnio
Escandinavia: escandio y tulio (derivado de Thule, nombre latino para Escandinavia)
Estocolmo: holmio (nombre latino de la ciudad Holmia)
Europa: europio
Francia: francio, galio
Isla de Chipre: cobre
Kadmeia (Grecia): cadmio
Magnesia (Thessaly, Grecia): magnesio y manganeso
París: lutecio (derivado del nombre de la ciudad en latín Lutecia)
Polonia: polonio (por el país de nacimiento de su codescubridora Marie Curie)
Rhin: renio (derivado de su forma en latín Rhenus)
Rusia: rutenio (derivado de su forma en latín Rutenia)
Strontian (Escocia, RU): estroncio
Ytterby (Suecia): erbio, iterbio, itrio y terbio (en la mina de este pueblo se descubrieron
una gran cantidad de elementos, entre los que se encuentran estos cuatro que tomaron su
nombre para la posteridad de diferentes formas)
Nombres en honor a grandes personajes de la ciencia química
En los últimos años ha habido una gran sucesión de descubrimientos de nuevos elementos
químicos que, como ya se ha comentado, han sido bautizados en ocasiones con nombres
relacionados con los países o lugares donde se ha producido su síntesis.
Sin embargo esto sólo ha ocurrido en unos pocos casos. En la mayoría, el término por el
que estos elementos pasarán a la historia está directamente relacionado con algo muy
diferente. Su nombre se ha puesto en honor a grandes personajes de la historia de la
química. Hombres y mujeres que han dedicado su vida al mundo de las ciencias químicas y
que con su trabajo y esfuerzo han contribuido en gran medida, por ejemplo, a completar la
tabla periódica hasta el punto en que la conocemos y estudiamos hoy en día.
También tenemos el caso particular del galio, que antes comentábamos que venía derivado
de Francia, por su nombre en latín. Pero también aparece dentro de esta clasificación, pues
su nombre responde a uno de esos juegos de palabras de los que tanto gustaban los
científicos de finales del siglo XIX ya que la palabra latina gallus significa gallo, o lo que
viene a ser lo mismo coq en francés, es decir, el nombre de su descubridor exceptuando el
artículo previo: Lecoq. De esta forma tan ocurrente, el nombre del elemento hace honor
tanto al país de origen como al nombre de su descubridor.
Según el personaje histórico al que hace honor el
nombre, se presentan los restantes elementos
clasificados dentro de este grupo ordenados por
número atómico creciente:
Por último vamos a descubrir por fin el sentido de esas palabras raras que empiezan por u y
que tantas sonrisas han sacado a los más jóvenes estudiantes de química mientras los más
importantes científicos las veían como salvación, al menos temporal, a sus fuertes disputas.
Este nombre sistemático se crearía a partir del número atómico de cada nuevo elemento,
refiriéndose a los tres números de este con una serie de raíces, mezcla de griegas y latinas,
para evitar ambigüedades. Mientras, el símbolo del elemento tendría también 3 letras para
diferenciarlo completamente de cualquier elemento anterior existente en la tabla periódica.
De ahí salieron nuestros queridos elementos que comienzan en u (lógico, pues todos los
números atómicos mayores a 103 comienzan con un 1 al que hay que poner nombre), como
por ejemplo el anteriormente conocido como unununio (número atómico 111, actualmente
roentgenio) o el ununoctio (número atómico 118), que se indicaba al comienzo de este
texto.
Todo esto facilitaba la vida a los científicos y evitaba múltiples disputas, generadas en su
mayor parte, porque el criterio habitual de la IUPAC consistía en que el descubridor podía
elegir el nombre del elemento. Esto no tendría mayor problema si no fuese porque en los
últimos años, tanto rusos como americanos, además de franceses y alemanes, declaraban
haber sido los descubridores de los mismos elementos en muchas ocasiones. Por supuesto,
el personaje o lugar al que querían dejar para la posteridad, rara vez coincidía entre los
distintos equipos de científicos.
Sin embargo, más tarde en 1995 la IUPAC volvía a cambiar de criterio, seguramente por
presiones políticas ante la menor trascendencia de Rusia en el contexto internacional, y se
volvía a aceptar la nomenclatura de los elementos a partir de personalidades históricas. La
controversia volvía y de hecho continúa hasta nuestros días. Elementos como el meitnerio,
el roentgenio, el livermorio o el todavía no oficial flerovio han sido objeto de nuevas
polémicas que seguro se seguirán repitiendo en un futuro.
¡Con lo fácil y divertida que era la nomenclatura sistemática! Qué ganas de complicarse la
vida y buscar enfrentamientos.
Para finalizar, cabe destacar que todavía se mantiene la nomenclatura sistemática para los
nuevos elementos descubiertos temporalmente, hasta que le sea asignado un nombre
definitivo por la IUPAC. El origen de estos últimos seguramente podremos en un futuro
encuadrarlo en las categorías que han sido explicadas con anterioridad aunque, como ya
sabemos, el descubridor decide.
Bibliografía
Trabajos de clase