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INTRODUCCIÓN
Markus y Wurf (1987) definen la autoestima como los juicios sobre la propia
valía, que se puede verse afectada por los rasgos de valores culturales
(Servicialidad, honestidad, etc), y por otros que se transmiten como valiosos y
seviciales en los demás. Además indican que ésta se desarrolla cuando el niño es
capaz de percibirse a sí mismo como competente, ya que esta percepción refleja
las creencias referentes a las proezas para logra el éxito en su vida.
Asimismo, Rosenberg (1965, citado por Burns, 1990) precisa que la autoestima
en términos similares a Coopersmith, es decir, como una actitud positiva o
negativa hacia un objeto en particular, en concreto: el yo.
Mientras tanto Gil (1998) menciona que la Autoestima se manifiesta como uno
de los bienes básicos que una persona necesita para ser feliz. La Autoestima con
gran eficacia tiene las siguientes características: aprecio, aceptación, atención,
autoconciencia, apertura y bienestar.
En efecto Wells (1976) define a la autoestima basándose en términos de
reflexividad, diciendo que es un proceso en el cual la persona percibe
características de sí misma y al vez reacciona hacía éstas emocional o
conductualmente.
Una Vez que hemos definido Autoestima, continuamos con Personalidad y por
motivos afines citamos a Sigmund Freud (1895 a 1900) quién menciona que la
personalidad es el patrón de pensamientos, sentimientos y conducta que presenta
una persona y que persiste a lo largo de toda su vida, en diferentes situaciones.
Vamos a guiarnos y somos manipulados por necesidades primitivas y por traumas
del pasado, los cuales residen en el inconsciente.
2.2.1 AUTOESTIMA
2.2.1.1 Definición
Afecto, actitud positiva hacia sí mismo, de tal modo que se halla bien consigo
mismo frente a los demás, dentro de su piel y en todo lo que es como ser.
William James (1904), señalaba que solemos valorarnos a nosotros mismo, señaló
tres componentes de nuestra identidad:
“El primero: Nuestro estilo de pensar sentir y actuar, los rasgos de nuestra
personalidad
El autor que también concreta, dice que la autoestima se evoca cada una de las
experiencias subjetivas que el individuo evoca a otros por medio de reportes
verbales y también otras conductas en modo obvio que traslucen la demarcación en
la cual el individuo se siente valeroso, significativo, exitoso y valiente, por lo cual
ejerce un juicio personal de lo valioso que es dentro de su vida.
McKay y Fanning (1999), comparten que la autoestima se vincula estrechamente
en relación con la aceptación incondicional de cada persona y con el ejercicio de
sus habilidades, ya que ambas son bases de impulso. Es importante reafirmar que,
la disciplina severa, las críticas negativas y las expectativas irreales de los adultos,
son muy nocivas.
Barroso (2000), analiza que la autoestima es un aura que existe en todo ser vivo,
con diferente cualidades que organiza, compenetra, atregua, unifica y dirige a
todo el sistema de contactos que llegan a hacerse en el sí mismo del individuo.
Este autor ha delimitado el concepto de autoestima considerando su propia
realidad y vivencias, lo que le permite hacerse responsable de si mismo y de sus
actos.
Según J. Gill, nos refiere que la persona con su Autoestima muy baja presenta
síntomas que lo distinguen de forma particular con el resto de personas.
Entre las características que encontramos esta la crítica hacia lo que realiza, crítica
constante hacia el esfuerzo propio, ser muy sensible a la crítica o llamado de
atención de otra persona. También no abarca de forma concisa sus ideales u
objetivos sintiéndose torpe e incluso aceptando todo lo que le piden por miedo a
desagrado o defraudo del resto.
2.2.1.3 Formación de la autoestima
Durante este período, las experiencias provistas por los padres y la forma de
ejercer su autoridad, así como la manera como establecen las relaciones de
independencia son importantes para que el individuo adquiera las capacidades de
interrelacionarse aportando en la formación de su autoestima, por lo cual, los
familiares deberán ofrecer al sujeto experiencias gratificantes que aporten a su
vez con su ajuste personal y social para lograr bienes a nivel de la autoestima.
McKay y Fanning (1999), señalan que el punto clave para que un individuo
disfrute de la vida, inicie y mantenga relaciones positivas con los demás, sea
original y capaz de aprender, se encuentra en la validez personal de sí mismo o
autoestima. La comprensión que el individuo logra de sí mismo –por ejemplo, de
que es sociable, eficiente y flexible, está en asociación con una o más emociones
respecto de tales atributos.
A partir de una determinada edad (3 a 5 años), el niño recibe opiniones, juicios y,
por qué no decirlo, críticas, a veces destructivas o sin fundamento, acerca de su
persona o de sus actividades. Su primera estirpe de quién es él proviene, entonces,
desde afuera, de la realidad intersubjetiva. No obstante, el periodo de la infancia,
los niños no pueden hacer la diiferencia de objetividad y subjetividad. Todo lo
que oyen acerca de sí mismos y del mundo va a constituir una realidad única. El
juicio “este chico siempre ha sido enfermizo y torpe”, llega en forma definitiva,
como una verdad fuerte, precisa e irrefutable, más que como una apreciación
rebatible.
Los mismos autores revelan que en forma muy rudimentaria, el niño está
consciente de tener, lo quiera o no, un carácter o personalidad establecida, y eso
no pasa desapercibido, le provoca una sensación de mayor o menor disconfort.
Incluso, es más factible que él reconozca con claridad el sinsabor que le concierne
el saberse “tímido”, sin tener ideas precisas de qué significa exactamente eso.
Sólo sabe que no le gusta o que es malo.
McKay y Fanning (1999), detallan que siendo la identidad un tema central de esta
etapa, el adolescente experimenta quién es y querrá responderse en forma
consciente a preguntas sobre su futuro y su estancia en el mundo. La crisis
emergente tendrá un efecto dañino si el joven ha llegado hasta aquí con una muy
carente o baja valoración personal. El reconocimiento de una valoración positiva
de sí mismo, que opera de modo automático e inconsciente, permite en el niño un
desempeño psicológico sano, en armonía con su alrededor y, en especial, en su
relación con los demás. En la situación contraria, el adolescente no encontrará un
terreno favorable (el concerniente a su afectividad) para aprender, explotar sus
relaciones y tener el control de mayores responsabilidades.
Por tanto, las personas más cerca al individuo de modo afectivo (padres,
familiares, profesores o amigos), son las que más influencia tiene y potencian o
dificultan su autoestima. Dependerá de los sentimientos y expectativas de la
persona a la que se siente unido afectivamente el individuo. Si los sentimientos
son positivos, el niño recibirá un mensaje que le agradará, se sentirá bien, y como
consecuencia, le ayudará a tener mejor autoestima. Si los sentimientos son
negativos, la sensación que el individuo percibe le aporpinará dolor, y en
definitiva, provocará rechazo a su propia persona y, por tanto, la decadencia de
su autoestima.
Del mismo modo, explica el autor que la autoestima puede variar de acuerdo al
sexo, la edad y otros requisitos que definen el rol sexual. De esta manera, un
individuo puede manifestar una autoestima relacionada con sus factores
específicos.
De lo anteriormente mencionado se descuelga la segunda característica de la
autoestima propuesta por Coopersmith (1996), que es su individualidad. Dado que
la autoestima está relacionada a factores subjetivos, ésta es la resultante de las
experiencias individuales de todo individuo, el cual es diferente a otros en total
magnitud y expresión. La autoevaluación implícada en el reporte de la autoestima
exige que el sujeto examine su rendimiento, sus capacidades y atribuciones acorde
con estándares y valores personales, llegando a la decisión de su propia valía.
Los tipos son modelos ideales que reúnen caracteres esenciales. En el caso de la
autoestima se divide en varios tipos, entre los cuales encontramos los siguientes:
Rosenberg Steem (1965), plantea que la autoestima es esencial para el ser humano
porque:
Confianza: Las personas con una elevada autoestima no tienen temor al hablar o
dirigirse hacia otras personas. Expresan sus sentimientos y pensamientos con
libertad. En el caso de las personas con una autoestima debilitada o baja, ellas
suelen tener un sentimiento de miedo constante. No confían en sí mismas ni en
sus propias capacidades.
Como se llega a observar, los autores coinciden en sus planteamientos, lo que hace
posible indagar la importancia de correlacionar los elementos propuestos, dado que
sus fundamentos teóricos importantes guardan similitud y pueden aportar a ampliar
las posibilidades de instrumentos diagnósticos de la autoestima.
Explica el autor que estos niveles se distinguen entre sí dado que caracterizan la
conducta de los individuos, por ello, las personas con una autoestima alta son
activas, expresivas, con metas sociales y académicos, son drigentes, no rehúyen a
las disyuntivas y se interesan por asuntos públicos.
Agrega que estos individuos se juzgan como débiles para vencer sus limitaciones,
permanecen muy lejos ante un grupo social determinado, son vulnerables a la
crítica, se preocupan mucho por problemas internos, presentan mucha dificultad
para establecer relaciones amistosas, no tienen seguridad sobre sus ideas, dudan
de sus habilidades y estiman que los trabajos e ideas de los demás son mucho
mejor que las suyas.
Para concluir, es importante indicar que el autor afirma que estos niveles de
autoestima pueden ser susceptibles de variación, si se abordan los rasgos
afectivos, las conductas anticipatorias y las características motivaciones de los
individuos. Craighead, McHeal y Pope (2001), por su parte, coinciden con lo
anteriormente señalado, afirmando que los individuos con alta autoestima,
reflejan un autoconcepto positivo sobre su imagen corporal, así como en relación
a sus habilidades académicas, familiares y sociales. Ello implica que los
individuos con alta autoestima se muestren seguros, acertados, eficientes,
capaces, dignos y demuestren estar en disposición para lograr las metas,
resolviendo problemas y demostrando habilidades de comunicación.
Por tanto, un individuo que posee una autoestima alta o positiva se evalúa a sí
mismo de forma positiva y se siente muy bien en relación de sus puntos fuertes,
demuestra autoconfianza y trabaja sobre sus áreas débiles para mejorarlas y es
capaz de instruirse a sí mismo cuando falla en algo.
Aunque Craighead, McHeal y Pope (2001), nos hacen mención a tres niveles de
autoestima, es importante indicar que la herramienta que propone Pope (1988),
evalúa la misma en tres grados, lo cual propone deducir que a nivel metodológico,
la medición de una variable es concebida en términos parecidos a los propuestos
por Coopersmith (1996).
Luego de haber descrito los resultados obtenidos se llevará a cabo el análisis de los
mismos.
Los resultados que se encontraron en esta investigación coinciden con los resultados
obtenidos de Estrada S.(2017) en su investigación titulada “Autoestima en los estudiantes
de secundaria del centro de educación básica alternativa (CEBA) “Ciro Alegria”-
Tumbes, 2017, manifiesta que el 66% de los estudiantes evaluados se encuentran dentro
de un nivel PROMEDIO.
En la SUB ESCALA SOCIAL se obtuvo como resultado que el 58.8% de los alumnos de
la I.E “MARANATHA” Paita 2018 se ubica dentro de un nivel PROMEDIO. El
porcentaje que arroja tiene cierta similitud con García V. (2017) quien en su investigación
titulada “Nivel de Autoestima en los estudiantes del tercer grado de Secundaria de la
Institución Educativa N° 058 Sifredo Zuñiga Quintos del distrito de Zorritos – Tumbes,
2017” determinó que el 68% de los estudiantes que fueron evaluados presentan un nivel
Promedio en la Sub Escala Social.
En la SUB ESCALA HOGAR, se obtuvo como resultado que el 88.24% de los estudiantes
de la I.E. “MARANATHA” Paita 2018, se encuentran en un nivel PROMEDIO.
Asimismo dicho porcentaje tiene cierta similitud con la investigación realizada por
Ramos V, (2017) titulada “Nivel de Autoestima de los Estudiantes del Primero al quinto
grado de Educación Secundaria de la I.E. Mixta Leonor Cerna de Valdiviezo Del Distrito
26 de Octubre – Piura 2015” el cual refiere que el 74.17% de los evaluados presenta un
NIVEL PROMEDIO.
Por otro lado a los resultados del sí mismo, nos ayuda a programar sesiones en
tutoría para reforzar sus capacidades y por ende hacer un efecto multiplicador en
ellos, y así también se demuestre en casa.
En el hogar siendo este, uno de los primeros pilares donde nos realizamos, debemos
trabajar escuelas de padres enfocadas en la mejora de la estima personal de sus hijos,
con el fin de crear adolescente con buena salud mental y emocional.