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Identificar las características de los comportamientos desafiantes de los bebés y los niños
pequeños.
Describir los malos comportamientos y las conductas de exclusión social de los bebés y
los niños pequeños.
Identificar los pasos para trabajar con los padres y abordar las inquietudes relacionadas
con el comportamiento de los bebés y los niños pequeños.
Analizar el efecto que tiene el comportamiento de los bebés y los niños pequeños en el
proveedor de cuidado, y determinar las formas en las que éste puede reflexionar para
comprender y satisfacer eficazmente las necesidades del niño.
Los bebés y los niños pequeños en quienes nos concentramos son aquéllos que manifiestan un
comportamiento que no mejora con el tiempo, por sus propios medios o con el nivel habitual de
cuidado brindado. Algunos bebés y niños pequeños llegan a nosotros con estos comportamientos,
mientras que otros comienzan a manifestarlas durante el período de cuidado. Nuestro objetivo es
tratar la angustia de estos niños de corta edad e intervenir antes de que el comportamiento se
arraigue y afecte seriamente a la familia, el entorno de atención y las relaciones del niño. Una
razón importante para responder efectivamente a este grupo de niños es que sabemos que
muchos de ellos son vulnerables y corren el riesgo de ser expulsados de los establecimientos de
cuidado infantil. Éstos son, a menudo, los niños y las familias que más podrían beneficiarse del
apoyo de una atención de calidad y un programa educativo. Por lo general, los comportamientos
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desafiantes persistentes —no aquéllos que son comunes y que frecuentemente están
relacionados con el desarrollo normal— no desaparecen por sí solos, sino que más bien
continúan con el tiempo y crean más problemas para el niño en sus relaciones y su desarrollo. La
investigación muestra que los problemas de conducta en los niños mayores se identifican
habitualmente en los años previos.
Para que los bebés y los niños pequeños afronten adecuadamente la angustia, deben tener la
capacidad de:
Una de las consecuencias principales en los bebés y los niños pequeños es que los
comportamientos desafiantes pueden interferir en las relaciones íntimas positivas, que son muy
importantes para el desarrollo del sentido de identidad en un niño muy pequeño. Un ejemplo
podría ser un bebé que se altera con mucha facilidad y recibe menos atención y trato positivo por
parte de los adultos y, por lo tanto, tiene un retraso en su desarrollo social. Esto se evidencia a
través de una escasa capacidad de respuesta en la forma de sonrisas y movimientos de manos, así
como en la falta de respuesta a su nombre. Otro ejemplo es un niño pequeño que muerde con
frecuencia a sus compañeros cuando está estresado y, debido a que los otros niños lo evitan, no
tiene tantas oportunidades para aprender a jugar de forma cooperativa o para desarrollar las
competencias lingüísticas que son adecuadas para su edad. Un tercer ejemplo es un bebé callado
y con problemas de socialización al que los proveedores de cuidado dejan solo por mucho
tiempo, ya que no se sienten conectados con él.
La definición de “comportamiento desafiante” en niños de hasta cinco años de edad que propone
el Centro sobre los Fundamentos Sociales y Emocionales para el Aprendizaje Temprano es:
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todo comportamiento que no responde al uso de procedimientos orientativos apropiados
para el desarrollo.
Esta definición de comportamiento desafiante se aplica tanto a bebés y niños pequeños como a
niños en edad preescolar. Lo desafiante de un comportamiento depende del proveedor de
cuidado; es decir, lo que es desafiante para un proveedor puede no serlo para otro. Más adelante
en el módulo discutiremos los tipos específicos de comportamiento desafiante.
afectar la calidad del cuidado que brinda el proveedor. Por ejemplo, un niño con una
comportamiento desafiante puede recibir menos interacciones positivas de sus padres; y
afectar las relaciones con los compañeros —como cuando evitan jugar con un niño que
tiene un comportamiento desafiante— y otras áreas de desarrollo.
Debido a que intervenir posteriormente en la vida de un niño es más costoso, más invasivo y
menos eficaz, para resolver los problemas hacemos hincapié en el alivio de la angustia que el
niño puede estar sufriendo cuando es muy pequeño. Además, vemos los comportamientos
extremos en bebés y niños pequeños como un indicio de que la angustia puede tener un impacto
negativo en las relaciones íntimas de su vida. Por eso es importante que nuestra resolución de
problemas se dirija siempre al bebé y al niño pequeño, y a sus relaciones primarias.
Un modo de formular nuestro pensamiento sobre el comportamiento de los bebés y los niños
pequeños es pensar en él como una forma de comunicación que siempre tiene un significado.
Cuando pensamos en el comportamiento de los bebés y los niños pequeños, muchos de los
comportamientos considerados desafiantes son comportamientos que expresan una emoción muy
fuerte o una muy débil. El comportamiento del que estamos hablando puede ser típico de la etapa
de desarrollo de un niño, como los berrinches; pero es la intensidad, la frecuencia o la duración
del comportamiento lo que hace que sea desafiante para los proveedores de cuidado y lo
distingue del comportamiento normal.
Ahora, imagine un iceberg y concéntrese sobre todo en la "punta del iceberg", la parte que está
sobre el agua. Haga un dibujo de un gran iceberg (o una forma de triángulo) con una pequeña
parte de él (la punta) por encima del agua y la mayor parte bajo el agua.
El comportamiento desafiante es lo que se ve por encima del agua, la punta. La punta muestra los
comportamientos que los bebés y los niños pequeños manifiestan cuando no son capaces de:
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Explorar el entorno y aprender.
El resto del iceberg, que está oculto bajo la superficie, representa las necesidades potenciales no
satisfechas, es decir, lo que hace que se origine dicho comportamiento. Al igual que la mayor
parte del iceberg que está bajo la superficie, el significado del comportamiento extremo es, a
menudo, difícil de ver y comprender. Los bebés y los niños pequeños tienen muchas necesidades
innatas, tales como:
Sensación de seguridad.
Estructura y coherencia.
Buena alimentación.
Buena salud.
Descanso suficiente.
Citemos un ejemplo concreto. Piense en un niño de 6 meses que llora por mucho tiempo a menos
que el proveedor de cuidado lo sostenga en sus brazos. Pregúntese lo siguiente:
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Si estaba pensando que el niño puede tener miedo cuando está solo, o que el entorno de
cuidado infantil es ruidoso y aterrador para él, o que el niño se siente inseguro, ¡usted
acertó!
Algunos fenómenos que pueden estar ocurriendo en el niño “bajo de la superficie del iceberg”
incluyen la posibilidad de:
Que pueda sentirse solo. Quizás lo sostienen mucho tiempo en el hogar porque su familia
considera que lo deben hacer, o quizás vive en una familia numerosa donde siempre hay
un par de brazos para sostenerlo, y el suelo no es un lugar seguro para el bebé.
Que pueda ser sensible al ruido de la sala y a los otros niños, y estar inquieto por ello.
Tener presente el concepto del iceberg puede resultar útil cuando se piensa en el comportamiento
humano. Nuestros esfuerzos por entender el significado del comportamiento son los primeros
pasos para encontrar una respuesta adecuada para la situación del niño. Además, nuestra
comprensión del significado del comportamiento es esencial para desarrollar una estrategia para
abordar la situación que genera el comportamiento desafiante. Todo comportamiento tiene un
propósito. Para los bebés, los niños pequeños y los niños de corta edad, el comportamiento
desafiante no es una manipulación. En otras palabras, un niño de corta edad no se comporta de
esa manera con la intención de causar algún tipo de dificultad. Se necesita tiempo y esfuerzo
para entender la intención comunicativa de un niño y luego encontrar nuevas maneras de
satisfacer la necesidad, o de enseñar al niño otras maneras de comunicar sus necesidades.
Los bebés y los niños pequeños tienen dos estilos principales de comportamiento que indican
angustia. En un continuo, estos comportamientos se ubican en dos extremos.
Ahora discutamos las conductas de exclusión. A estas conductas también se las conoce como
“conductas de internalización”. Estas conductas parecen intensas porque el niño las usa frecuente
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o constantemente. Un niño que presenta este tipo de conductas puede parecer que ha renunciado
a tratar de satisfacer sus necesidades y se ha alejado de la interacción con los demás; sin
embargo, el bebé o niño pequeño está expresando su experiencia, lo que puede parecer una
preferencia. A menudo, este tipo de comportamiento desafiante se pasa por alto en el ajetreado
de un centro de cuidado infantil. Algunos ejemplos de conductas de exclusión incluyen:
Apartarse cuando se los carga
Gorjeo poco frecuente
Habla o balbuceo poco frecuente
Apariencia triste
No mostrar preferencia por un proveedor de cuidado
No hacer contacto visual
Lloriquear
Obediencia o rechazo excesivos al proveedor de cuidado
Disminución de los esfuerzos para utilizarlas habilidades de comunicación que se han
empleado previamente
Cuando un bebé o niño pequeño está siempre estresado en su entorno de cuidado, utiliza una
enorme cantidad de energía emocional para protegerse de lo que podría venir a continuación,
como alguna actividad o circunstancia que le produzca confusión, miedo o, de algún modo,
agobio. En realidad, la energía emocional se debe emplear en el crecimiento y desarrollo.
Nuestro trabajo como proveedores de cuidado es ver que eso suceda.
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Cuando usted ve a un niño angustiado, ¿qué hace? Hablemos de los medios adecuados para
responder a la angustia. Cuando vea a un niño molesto y que comienza a manifestar un
comportamiento desafiante, responda de la siguiente manera:
Reconozca la angustia y describa los sentimientos. “Te ves muy triste” o “Te ves muy
molesto”.
Ofrezca consuelo. Por ejemplo, cambie la forma de sostener al bebé y diga: “Todo va a
estar bien; te ayudaremos a sentirte mejor”.
Use palabras como: “Te ves tan frustrado en este momento”. “¿De veras quieres ese
juguete?”.
Estar en sintonía con las necesidades individuales del niño. “Estar en sintonía” es la
capacidad de comprender la experiencia única del niño. Estar en sintonía con un niño
implica estar “en harmonía” o en sincronía con él. Por ejemplo, digamos que una maestra
sabe que Elijah es particularmente sensible al llanto de otros niños. Antes de que Elijah
comience a reaccionar ante el llanto de otro niño, la maestra se acerca a él adrede para
ofrecerle su presencia física y consuelo.
Veamos algunos videoclips basados en la vida real tanto de malos comportamientos como de
conductas de exclusión. Consulte el material llamado “Malos comportamientos y conductas de
exclusión”. Después de cada videoclip, conteste las preguntas en el material.
De acuerdo. ¿Qué observó? ¿Advirtió algún tipo de mal comportamiento? Una respuesta
adecuada para este niño sería identificar su sentimiento, tratar de encontrar la razón de la
emoción y pedir al niño que utilice palabras en lugar de acciones para manifestar la emoción.
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¿Observó la conducta de exclusión? Utilice su mejor respuesta acerca de por qué el niño se
puede estar excluyendo. Algunas respuestas correctas incluyen: “el niño está enojado”, “el niño
tiene miedo”, “el niño es nuevo en el programa y es tímido”, entre otras. Una respuesta adecuada
para este niño puede implicar pedirle que responda “sí” o “no” a preguntas sencillas, involucrarlo
en una actividad de grupo, etc.
Nuestra creatividad entra en juego cuando se formula una hipótesis (o mejor conjetura) sobre el
significado del comportamiento para el niño. No siempre tenemos acceso a la información sobre
lo que está ocurriendo en un hogar; sin embargo, cuando se plantea la hipótesis de por qué un
niño está actuando de la manera en que lo hace, estamos usando lo que sabemos acerca de ese
niño para hacer una conjetura de por qué el niño responde o se comporta así. Como proveedores
de cuidado, nuestro trabajo es observar detenidamente y reunir información sobre el niño y su
situación familiar a fin de generar una hipótesis, probarla, y usar lo que aprendemos para
comprender el significado del comportamiento en cuestión. Este proceso lleva tiempo y
reflexión.
Hay numerosas razones por las cuales los niños adoptan un comportamiento desafiante. Algunas
de ellas incluyen un problema de salud no diagnosticado, como el de un niño que no oye bien
debido a repetidas infecciones del oído; un avance en el desarrollo, como un bebé que está
empezando a caminar; o un problema de desarrollo, como un bebé que tiene dificultades y se
siente agobiado debido a una gran cantidad de información sensorial.
Ahora, sin embargo, nos centraremos en las circunstancias familiares, incluida la depresión
materna, que puede tener un impacto negativo en los niños más pequeños. Como hemos visto,
una gran influencia para el niño es el entorno social y emocional en el que vive, y la calidad y
receptividad de las relaciones importantes. Esto incluye tanto experiencias actuales como
pasadas. Por más corta que haya sido la vida del bebé, puede suceder que una experiencia
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reciente, como separarlo de sus padres o un ambiente impredecible, afecte su comportamiento
actual.
Esperamos que las familias nos ayuden a entender estas experiencias ya que, como todos
sabemos, las circunstancias familiares son muy variadas. Sin duda sabemos que ciertas
experiencias, como el divorcio o la violencia familiar, afectan negativamente a los bebés, pero
incluso los cambios positivos, tales como la mudanza a una mejor casa o la visita prolongada de
una abuela muy querida, pueden resultar problemáticos para un bebé o niño pequeño. Demasiado
entusiasmo o demasiados cambios durante un período de tiempo pueden hacer que un niño muy
pequeño tenga dificultades para mantener un sentido de equilibrio o estabilidad. Esto puede
resultar en un comportamiento que no suele ser característica de ese niño, o en la regresión a un
comportamiento de desarrollo temprano. Por ejemplo, esto podría significar que el bebé se
despierte por la noche, cuando suele dormir ininterrumpidamente, o que un niño no pueda
controlar la necesidad de ir al baño, luego de haber aprendido a usar el baño cuando lo necesita.
Cuando hablamos de comportamientos desafiantes en los niños de corta edad, siempre debemos
pensar en la capacidad de los padres o de otros familiares. Uno de los principales problemas de
salud pública, conocido por perturbar el desarrollo emocional y social, es la prevalencia de la
depresión materna. El proyecto de investigación y evaluación de Early Head Start del año 2002
demostró que el 48% de las madres dijeron manifestar síntomas depresivos, lo cual indica que
estaban deprimidas al momento de su participación en el proyecto. Algunos síntomas de la
depresión materna son:
Decaimiento o inquietud
De acuerdo con las investigaciones, las madres deprimidas experimentan una importante
dificultad a la hora de brindar la atención emocional, la protección y el estímulo que necesitan
los bebés. Además, se ha demostrado que una madre deprimida puede brindar el cuidado básico,
como alimento y cobijo, pero que su indisponibilidad emocional la limita, a menudo, a
interactuar sólo de forma negativa con el niño. Por ejemplo, una madre que padece depresión
puede reaccionar exclusivamente al llanto y alteraciones del niño, pero puede desatender
aquellas interacciones positivas, tales como las sonrisas o gorjeos.
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Existen casos de bebés de tan sólo cuatro meses de edad con síntomas de depresión. En general,
los bebés de madres deprimidas suelen estar más irritables, ser menos activos y menos
receptivos, y tener un desarrollo físico menor que los bebés de madres no deprimidas. Los niños
de corta edad de madres deprimidas generalmente muestran un escaso autocontrol, agresión,
malas relaciones con los compañeros y dificultades en la escuela, lo que aumenta la probabilidad
de tareas de educación especial, repetición de grados y deserción escolar.
La depresión materna es común, principalmente entre las familias de bajo nivel socioeconómico
y que sufren preocupaciones financieras. Muchas madres que padecen depresión también sufren
problemas concurrentes, como violencia doméstica y adicciones. Según informes, estas familias
con riesgos múltiples son las más aisladas socialmente y de difícil acceso.
Otra situación importante que puede afectar el comportamiento de un niño se produce cuando las
experiencias que tiene en el hogar y en el centro de cuidado infantil son sustancialmente
diferentes o incoherentes. Un niño muy pequeño puede llegar a confundirse cuando las
expectativas son diferentes en el hogar y en el grupo de cuidado, ya sea en Early Head Start, un
centro de cuidado infantil o un hogar de cuidado infantil familiar. Si una niña de 4 meses de edad
pasa la mayor parte de su tiempo en un porta-bebé sobre el pecho de su madre y, por otro lado,
en el programa de cuidado infantil se la coloca generalmente sobre una manta en el suelo, esta
diferencia de rutina puede causarle angustia.
Las diferencias en las expectativas y experiencias pueden provocar que el niño se altere, lo que
puede desencadenar un comportamiento desafiante desde el punto de vista del proveedor de
cuidado o de los padres. El niño puede manifestar un comportamiento de alteración o
incapacidad para dormir sólo en el entorno de cuidado infantil, sólo en el hogar, o en ambos
lugares. Sin embargo, es importante recordar que es propio de los niños de corta edad
comportarse de forma diferente en el hogar y en el centro. Por ejemplo, muchos niños,
especialmente los bebés y los niños pequeños, “se portan bien” todo el día en el entorno de
cuidado infantil, y luego “pierden el control” cuando están con sus padres u otros seres queridos.
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aspecto que sea específico del niño. Las causas de estrés particulares, ya sea en el hogar o en un
centro, deben ser comunicadas en forma verbal o por medio de una nota escrita, a fin de que los
familiares y el personal puedan brindar al niño una asistencia óptima. Cuando los proveedores de
cuidado infantil y los padres trabajan juntos para fomentar el desarrollo saludable del niño, éste
puede alcanzar su máximo potencial en todas las áreas de su desarrollo.
Recuerde que además de cada uno de los factores que hemos analizado, también existe la
posibilidad de una combinación de más de un factor de riesgo que contribuye a los
comportamientos desafiantes exhibidos. Un problema familiar puede combinarse con un
problema de temperamento. Por ejemplo, una niña pequeña cuya lengua materna es el español y
que, además, no socializa fácilmente o es tímida, puede tener dificultades especiales para
adaptarse a un entorno de cuidado infantil en el que el idioma principal es el inglés. Su dificultad
para adaptarse a las nuevas situaciones hace que el trato con proveedores de cuidado extraños y
otra lengua sean más estresantes de lo que podrían ser para un niño con un temperamento
apacible y flexible. Esta niña podría tener más dificultades para responder a los intentos de
comunicación del proveedor y se le podría hacer más difícil interactuar con otros niños que no
comparten su lengua.
Un problema familiar puede combinarse con un problema de salud. Por ejemplo, un niño que
está experimentando múltiples infecciones en el oído puede tener mayores dificultades en una
familia en la cual su madre tiene que despertarlo a las 5:00 de la mañana para vestirlo, darle de
comer y tomar el autobús hasta la guardería a las 6:30. Sus patrones de sueño mal regulados y la
irritabilidad general del niño crean dificultades a su joven madre que ya está estresada, cuenta
con un apoyo familiar limitado y, a su vez, está luchando por ser estudiante y madre primeriza.
De esta forma, la madre puede llegar a volverse irritable e impaciente, o a estar deprimida e
insensible, y, como consecuencia, esta circunstancia puede afectar sustancialmente la capacidad
del niño para enfrentar situaciones en el centro de cuidado infantil.
Nos hemos concentrado en las estrategias para brindar respuesta a los problemas familiares y
comunitarios que pueden tener un impacto negativo en el desarrollo temprano del niño. Ahora
veamos una lista de los problemas que pueden generar una desviación en el desarrollo:
Falta de habilidades para comunicarse e interactuar con los demás: un niño que no es
capaz de compartir efectivamente lo que siente puede manifestar sentimientos de
frustración e ira.
Avance en el desarrollo: alcanzar nuevos logros y aprender nuevas habilidades puede ser
atemorizante para los niños de corta edad.
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Temperamento: una reacción natural de un niño a la angustia puede ser más profunda que
la de otros compañeros.
Hasta ahora, hemos analizado el comportamiento desafiante y sus efectos en los niños de corta
edad y sus familias. Ahora hablaremos sobre los efectos en usted, el proveedor de cuidado. Es
importante que los proveedores estén en sintonía y presten atención a cómo se sienten cuando un
niño exhibe un comportamiento que les resulta desafiante. Recuerde que un comportamiento que
resulta desafiante para un proveedor puede no serlo para otro. Por ejemplo, un niño pequeño muy
enérgico y con una voz fuerte puede ser un caso difícil para un proveedor que tiene que
compartir mucho tiempo con él, pero quizás no lo sea para otro. No nos referimos a eso. Más
bien, nos focalizamos en un comportamiento que parece tener un impacto negativo en el
desarrollo del niño y sobre la cual todos los proveedores acuerdan que debe ser tratada.
Vale la pena tener en cuenta que una pista importante para descifrar lo que el niño está
experimentando es nuestra propia reacción emocional a su comportamiento. Por ejemplo, si nos
sentimos frustrados, es muy probable que el niño también se sienta frustrado. Muchas veces
nuestras emociones nos pueden ayudar a sintonizarnos y a sentirnos identificados con la
experiencia del niño. Esto puede resultar difícil; sin embargo, es importante ponernos en el lugar
del niño y entender su perspectiva. Compartir estas experiencias con un bebé o niño pequeño
también puede evocar sentimientos comprensivos de frustración, tristeza, impotencia o rabia en
el proveedor. A veces, escuchar nuestras reacciones es una buena manera de recolectar
información.
Si bien hemos hablado anteriormente acerca de los sentimientos de los proveedores, en realidad
no hemos destacado la necesidad de alcanzar un nivel de conciencia, como una intervención en sí
misma. Ser consciente de uno mismo significa preguntarnos:
¿Qué me provoca a mí, como proveedor, el comportamiento del niño? ¿Qué podrían
decirme estos sentimientos sobre lo que este niño siente?
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¿Me siento de esta manera debido a mis propios problemas?
¿Hay algo acerca de mi cultura o en mi entorno familiar que me haga más o menos
tolerante a ciertos tipos de comportamientos?
Tómese un minuto o dos y escriba sobre algunos comportamientos que manifiestan los niños y
que le hayan despertado sentimientos de enojo o frustración. Trate de recordar episodios
específicos; por ejemplo, cuando un niño le tira el pelo, ¿le molesta demasiado? O, tal vez,
cuando tira los juguetes, usted se enoja. Después de terminar la lista, guárdela para consultas
futuras. Ser conscientes de nuestras propias reacciones o experiencias pasadas puede ayudarnos a
comprender mejor el comportamiento del niño y a disminuir nuestras reacciones negativas.
Hablemos ahora de buscar la ayuda de los padres y las familias cuando el comportamiento del
niño se torna una preocupación. Los padres juegan un papel fundamental en el proceso de
comprensión de la experiencia de un niño y en el análisis de la reacción a un comportamiento
que está ocasionando problemas en el entorno de cuidado infantil. Debido a eso, es muy
importante nutrir la relación con los padres desde los primeros días en que el niño ingresa al
centro. Con el tiempo, una serie de interacciones de confianza y respeto permitirán al proveedor
de cuidado infantil plantear las preocupaciones que tiene sobre un niño y lograr la participación
plena de los padres en la respuesta a las dificultades que el niño está padeciendo. Si la relación
entre los padres y el proveedor no constituye un aspecto importante del cuidado, y los padres
participan activamente sólo cuando hay un problema, no habrá una buena base que sirva como
punto de partida para ayudar al niño.
Cuando un niño manifiesta un comportamiento desafiante en un entorno grupal, los padres deben
introducirse en el proceso lo más rápido posible. Los proveedores pueden solicitar a los padres
que observen el comportamiento junto con un miembro del personal en un video o a través de
una ventana de observación, o invitarlos a que compartan sus opiniones en una entrevista. Los
padres pueden ser muy sensibles al enterarse de que el comportamiento de sus hijos se considera
desafiante para el personal. Por otra parte, los padres pueden ser los primeros en identificar un
patrón de comportamiento que es desafiante, al menos para ellos, y buscar la ayuda del personal.
Esto indica, probablemente, la existencia de una relación de confianza entre las dos partes.
Veamos el material denominado “Cómo hablar con las familias acerca de los problemas de
conducta: Recomendaciones y prácticas desaconsejadas”. Le pedimos que se tome unos minutos
para revisar la lista y marcar los elementos que le parezcan especialmente útiles. Recuerde
revisar esta lista antes de hablar con los padres acerca del comportamiento desafiante de su hijo.
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[Cómo implementar un proceso de programa para responder a comportamientos complicados
o desafiantes]
Los programas de educación y cuidado temprano, dentro de los que se incluye a los basados en el
hogar, deben tener algún tipo de proceso para recopilar la observación y documentación del
proceso para cada niño de forma regular durante el cuidado. Éstos pueden consistir en breves
notas anecdóticas, resultados de diagnósticos, información provista por los padres, videos del
niño con adultos y compañeros en diferentes momentos del día, entre otros. El personal y el
supervisor deben utilizar regularmente estas observaciones como parte de su desarrollo
profesional y supervisión continuos. En el caso de un niño con un comportamiento desafiante, las
observaciones se deben iniciar rápidamente para que el niño no tenga que esperar para obtener
ayuda. Además, las observaciones deben:
Ser realizadas por más de una persona, y poder incluir a cualquier persona que interactúa
con el niño.
Ser registradas de manera similar para que la información de diferentes fuentes se pueda
comparar y analizar fácilmente.
Ahora hablemos de otro paso muy importante en el proceso: la formación de un equipo. Formar
un equipo con el personal de cuidado infantil y la familia es fundamental para abordar el
comportamiento desafiante. El personal a incluir dentro del equipo debe ser el que tenga una
relación más cercana y de confianza con la familia. El personal debe reunirse con la familia, en
el centro o en el hogar, para compartir inquietudes y aprender de lo que los familiares pueden
contribuir para comprender el comportamiento. Se debe invitar a uno o más miembros de la
familia a participar activamente en el equipo para abordar el tema del comportamiento. Se tendrá
que deliberar acerca de qué miembro del personal tiene una relación más cercana con la familia,
a fin de decidir quién debe hablar con ellos. El personal debe ser receptivo y respetuoso de las
cuestiones culturales y el impacto de la cultura en el comportamiento de los padres y las
percepciones acerca de los problemas de conducta y acerca de las profesiones dedicadas al
servicio de los demás.
A continuación encontrará algunas preguntas útiles que se pueden incluir en la entrevista a los
padres:
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¿Cuándo y dónde ocurre el comportamiento desafiante de su hijo, y qué sucede
generalmente antes y después?
¿Hubo algún cambio en el hogar que pueda ayudarnos a comprender cómo se siente el
bebé o niño pequeño?
Para un programa de cuidado en un centro, el equipo debe incluir como mínimo a los
proveedores de cuidado del niño y el director, quien está en condiciones de aprobar el tiempo y
los recursos adicionales que utiliza el personal. Si un programa tiene un consultor de salud
mental, debe asistir también. Un proveedor de cuidado infantil puede solicitar el apoyo del centro
local de recursos y referencia o de un especialista en bebés y niños pequeños para reunirse con la
familia. Un programa en el hogar debe incluir al visitador, un supervisor y la familia como
equipo principal. En algunos programas se incluirá a un consultor de salud mental para que
forme parte del equipo desde el principio. En otros, se lo puede incluir sólo si no se producen
mejoras oportunas en el comportamiento del niño, o si es evidente que la familia necesita un
enfoque más intenso que el que proporciona el programa. Las clínicas públicas de salud mental y
las agencias de recursos y referencia pueden brindar ese apoyo a los proveedores de cuidado en
el hogar. Los proveedores de salud mental brindan un tercer punto de vista y tienen, como
objetivo principal, entender la perspectiva del niño.
Una vez que se realiza una reunión y se discute acerca del comportamiento desafiante del niño,
se debe diseñar un plan de apoyo para el comportamiento. Este plan describe la forma en que se
implementará la intervención o el apoyo para el niño. Es muy importante determinar un horario
conveniente para que todas las partes se reúnan, revisen la información recolectada y elaboren un
plan en el que todos los participantes estén de acuerdo.
En primer lugar, todo plan de apoyo parte de una hipótesis sobre el comportamiento y su
significado para el niño. El equipo puede decidir, durante la primera reunión, que hay algunos
cambios específicos que les gustaría o no hacer en el entorno, como la creación de un espacio
tranquilo en el rincón de lectura especialmente para ese niño. O pueden decidir hacer cambios en
la forma en que los proveedores se relacionan con el niño, quizás mediante la reprogramación de
horarios de un miembro específico del personal a fin de que esté allí para saludar al niño todas
las mañanas.
Luego, el equipo puede solicitar a los padres que lleven al niño al médico para descartar
problemas físicos o de salud que puedan influir en su comportamiento, por ejemplo, un constante
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dolor de oído. El equipo podrá solicitar una evaluación del desarrollo y comportamiento si los
intentos iniciales para asistir al niño no son efectivos o si el comportamiento del niño es
demasiado complicado para el equipo como para siquiera planificar una intervención.
Por último, el equipo tendrá que decidir quién, qué, cuándo, dónde y cómo se implementará el
plan de apoyo, de manera que las estrategias y respuestas para el niño sean coherentes. Por
ejemplo, una niña de dos años muerde a otros niños en el grupo y a sus hermanos en casa. El
equipo cree que una de las causas de los mordiscos es su frustración por tener que compartir sus
juguetes y espacio con otros niños todo el tiempo. La familia y el personal del programa están de
acuerdo con que:
Tratarán de brindar a su hija un espacio protegido y juguetes para que los use por ciertos
períodos de tiempo.
Utilizarán palabras como: “No muerdas. Sé que quieres jugar con este juguete. Te
ayudaré a conservar tu juguete, pero si no muerdes. Eso lastima a tu amigo”.
El equipo tendrá que ponerse de acuerdo sobre la manea en que cada persona que interactúa con
el niño responderá al comportamiento una vez que se haya implementado el plan de apoyo.
La sección de respuestas de un plan de apoyo debe contener respuestas específicas e
identificadas para que todos puedan consultarlas. Por ejemplo, si Damon comienza a gritar
cuando su madre se va, Judy lo sostendrá y luego intentará atraer su atención con alguna
actividad. Sara se encargará de las necesidades de los demás niños y permitirá a Judy asistir a
Damon hasta que éste comience a jugar. Cuando llore de nuevo, Judy responderá de inmediato y
Sara tomará la iniciativa con los demás niños.
El equipo tendrá que establecer un calendario y un proceso definidos para revisar la manera en
que el plan de apoyo ha influido en el comportamiento desafiante del niño. Además, el equipo
tendrá que determinar si se necesitan más referencias comunitarias para solucionar el
comportamiento.
[Conclusión]
Con esto concluye este módulo de capacitación. Esperamos que haya adquirido el conocimiento
necesario acerca de los motivos por los cuales los niños muy pequeños presentan
comportamientos desafiantes, de qué manera las familias se ven afectadas por este
comportamiento, de qué manera puede ayudar a satisfacer mejor las necesidades del niño al
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darse cuenta de sus reacciones como proveedor de cuidado ante los comportamientos
desafiantes, y cómo trabajar con las familias para desarrollar planes de apoyo.
Éstos son algunos mensajes importantes que nos gustaría que recuerde:
Gracias por su atención y dedicación al cuidado de nuestros niños más pequeños y vulnerables.
* Los contenidos que se utilizan en este curso se obtuvieron, con autorización del Centro de
Fundamentos Sociales y Emocionales para el Aprendizaje Temprano de la Universidad
Vanderbilt. Este curso fue convertido a formato en línea por el Servicio AgriLife Extension
de Texas del Sistema Universitario A&M de Texas en colaboración con la División de
Certificación de Cuidado Infantil del Departamento de Servicios para la Familia y de
Protección de Texas, con fondos proporcionados de acuerdo con la Ley de Recuperación y
Reinversión Estadounidense de 2009.
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