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Nombre: Pérez Aguilar José Yair.

Materia: Teoría General del Proceso.

Ronald Dworkin: la función del juez.

La importancia de los jueces se ve por la forma en la que el derecho es igual de


importante: sus decisiones en los casos. El juez, al momento de hacer una
decisión en un juicio, tiene un enorme peso en las cuestiones morales y en la
dignidad —o ruina— de las personas en el juicio. Puede haber ocasiones en las
que los argumentos presentados ante él valgan más, o menos, depende de su
pensamiento de un día a otro.

La dimensión moral de las decisiones de los jueces implica ideas de justicia que
no siempre, a la vista de las demás personas, serán las correctas. El juez —dice
Dworkin— no debe solo decidir quién recibirá qué, sino observar quién se ha
comportado bien, quién ha cumplido con sus responsabilidades de ciudadano y
quién, de forma intencional o por codicia o insensibilidad, ha ignorado sus propias
responsabilidades con respecto a los demás, o exagerado la de los demás con
respecto a sí mismo. Entonces, si el juicio al que se someten las partes no es
justo, la comunidad inflige un daño moral a uno de sus miembros de la
colectividad, ya que quien fuera declarado inocente, ahora ya sufre de las
consecuencias de ser señalado como culpable, a pesar de no serlo; tiene un
estigma que no merece.

En Estados Unidos e Inglaterra muchas de las decisiones que toma la Corte


Suprema tienen una importancia de nivel histórico, por ejemplo, la decisión de
prohibir la segregación en Estados Unidos, tuvo como consecuencia una
revolución nacional con ideas que se fueron expandiendo hacia otros lugares.

En los juicios normalmente se plantean tres tipos de cuestiones: de hecho, sobre


lo que sucedió en la realidad; de derecho, las leyes pertinentes sobre ese tema; y,
aquellas relacionadas con la moralidad y fidelidad políticas, lo que es considerado
como justo y lo que no. Aquí entran los desacuerdos que pueden tener los jueces
y los abogados, en especial en la segunda cuestión relacionada en conocer del
derecho que gobernará un caso. Así, las figuras como las “propuestas de ley”
entran en el juego; éstas propuestas son las distintas declaraciones que hace la
gente sobre lo que la ley les permite, prohíbe o autoriza tener. Las “propuestas de
ley” pueden ser muy generales o muy concretas, dependiendo el caso.

Los desacuerdos que hay entre estas “propuestas de ley”, se distinguen en dos
tipos. Pueden estar de acuerdo sobre el fundamento del derecho, pero no sobre el
hecho de si estos fundamentos se ven satisfechos en algún caso en particular. O
bien, pueden disentir sobre el fundamento del derecho, sobre que otros tipos de
propuestas, cuando son verdaderas, hacen que una propuesta particular sea
verdadera; pueden estar de acuerdo sobre lo que el código, leyes y decisiones
judiciales del pasado tienen que decir sobre una propuesta, pero discrepan sobre
si los códigos, leyes y las decisiones judiciales agotan los campos de esa
propuesta.

El público en general no se da cuenta del problema del desacuerdo teórico sobre


el derecho, en vez de eso, se ocupa de las cuestiones de la fidelidad; se requiere
de la discusión pública y la atención de los ciudadanos interesados. Así, cualquier
decisión que tomen los jueces, deben estar apoyados por la gente, no importando
que la decisión que hayan tomado fuera “creada” o “inventada”.

Los jueces —en sentido trivial— “crean una nueva ley” cada vez que deciden un
caso importante. Los jueces anuncian una disposición, principio, calificación o
elaboración que nunca había sido declarada antes como “oficial”. Esta nueva
declaración, sostienen, es requerida para una correcta percepción de los
verdaderos fundamentos del derecho a pesar de que no haya sido reconocido
antes o incluso haya sido negado. Esto, bajo la restricción en la que ningún tipo de
decisión puede actuar con tal imposición en lugar de cambiar la ley. Luego,
entonces, al juez no tiene otra opción más que ejercitar la discreción de hacer una
nueva ley llenando los vacíos y haciéndola más precisa.
Los jueces, cuando estudian un caso, o un asunto, en lugar de buscar cómo
encajaría en algún tipo normativo abstracto, intentan comprender las
peculiaridades del caso y los conflictos de intereses individuales y colectivos que
lo han provocado y las intenciones de quienes hicieron las leyes, así como las
consecuencias de su eventual resolución: ponderan la igualdad o desigualdad de
las partes y los motivos de sus conductas.

Recordando que la ley es una condición necesaria pero no suficiente para la


justicia; sin el juez no puede haber derecho justo, pero su presencia —al mismo
tiempo— no garantiza la justicia de ese derecho.

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