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DOSSIER

FELIPE IV
El Imperio acosado
Retrato alegórico de
42. El integrista frívolo Felipe IV, hacia
1645, Velázquez y
Ricardo García Cárcel taller, Florencia,
Galería de los Uffici.

44. Época de reformas


Doris Moreno Martínez

50. Olivares, el sueño


centralista
Ricardo García Cárcel

52. 1640, el año fatídico


Manuel Peña Díaz

58. El final,
el Rey al remo
Xavier Gil Pujol

64. El Atlas del


marqués de Heliche
Rocío Sánchez Rubio,
Isabel Testón Núñez y
Carlos M. Sánchez Rubio

Hace cuatrocientos años nacía en Valladolid Felipe IV, el penúltimo


monarca de la Casa de Austria, cuyo reinado está asociado a la fuerte
personalidad de su valido, el conde-duque de Olivares. Perezoso y
frívolo, Felipe IV vivió la decadencia española: separación de
Portugal, revuelta de Cataluña, guerras con Francia y pérdidas de
numerosas posesiones. Su último revés fue un heredero incapaz
41
El integrista
FRÍVOLO
El legado del reinado de Felipe IV fue una cura de humildad para un
Imperio que, en pocos años, pasó de la cumbre a la derrota en los campos de
batalla, la fractura interna y la crisis económica. Ricardo García Cárcel
traza el perfil humano de un monarca que no estuvo a la altura de sus retos

F
elipe IV ha sido un rey mal co- ca de Felipe II y el relativismo moral de cinco años más tarde, con Mariana de
nocido. Han merecido biogra- Felipe III, entre el estamentalismo y la Austria.
fías múltiples los Austrias ma- cultura del parvenu, entre la legitimidad A lo largo de los veinticuatro años de
yores, pero los menores han si- del poder y de la opinión pública, entre matrimonio con Isabel y paralelamente a
do generalmente marginados en el mag- la guerra ofensiva y la paz defensiva... la producción de una numerosa prole de
ma de la decadencia y la crisis del si- Los arbitristas desde finales del XVI se hijos legítimos (seis hijas y un hijo, Bal-
glo XVII. De ellos, sólo Carlos II ha si- habían dedicado a sugerir soluciones teó- tasar Carlos que no llegó a reinar porque
do en los últimos años rescatado del si- ricas a la crisis. Había llegado la hora de murió en 1646, a los 17 años), tuvo nu-
lencio, pero ni Felipe III ni Felipe IV han la praxis concreta para salir del túnel. La merosas amantes –la más famosa, la co-
generado biografías específicas. Por otra hora del reformismo. La hora de hom- medianta María Calderón, La Calderona–
parte, en el caso de Felipe IV, su figura bres como Olivares. Esta generación de y no pocos hijos bastardos (los más fa-
ha quedado asfixiada por la de Olivares, reformistas tuvo como rey a Felipe IV. mosos Don Juan José de Austria y el do-
personaje polémico y pluridimensional minico Alfonso de Santo Tomás, que se-
–de Marañón a Elliott–, bajo cuya som- Sin los complejos del padre ría obispo de Málaga). Con Mariana tuvo
bra protectora Felipe IV ha eludido los Felipe IV tenía de entrada una ventaja. cinco hijos (tres varones y dos hembras),
juicios de los historiadores. Nunca sufrió la sombra del padre que entre ellos, el futuro Carlos II.
En su tiempo, sobre todo en la prime- había marcado a Felipe III. Éste había si- Si no generó ansiedades como las que
ra parte de su reinado, gozó de una ex- do el rey estigmatizado por la ansiedad su padre había generado en una Corte
celente imagen. Cuando llegó al trono en insatisfecha del padre Felipe II respecto necesitada de heredero, él sí que las tu-
1621, a los 16 años, la sociedad españo- a sus hijos varones. Le pasó con don vo y de dos órdenes. En primer lugar, le
la depositó su confianza en él, harta de Carlos con resultados trágicos y le pa- tocó asumir al hermano brillante que ha
la mediocridad y apatía de su padre y só con Felipe. Felipe IV no había tenido atormentado a más de un rey en nues-
de la sensación de parálisis política en ese problema. Nació el 8 de abril de tro país. Le pasó a Felipe II con Juan
que se encontraba el país. Se había pa- 1605, hijo de Felipe III y la archiduque- de Austria. Le pasaría a su hijo Carlos II
sado de los delirios políticos tremendis- sa Margarita de Austria. Su madre ha- con el hermanastro Juan José de Austria.
tas, los sobreexcesos carismáticos y el bía tenido ocho hijos, cuatro varones y Y le pasó a Felipe IV con su hermano
mesianismo del reinado de Felipe II, a la cuatro hembras. Él fue el tercero, en or- Fernando, cuatro años menor que él y
banalidad, ramplonería y ausencia de den de nacimiento, seis años después de excelente político y soldado, el Carde-
proyectos del reinado de Felipe III. De la boda de sus padres. Sin el síndrome nal-Infante –Paulo V le nombró cardenal
los sueños imposibles a la mediocridad de ansiedad que había, en cambio, ge- el mismo año que nació– murió en 1641,
posibilista. Hacía falta una alternativa en- nerado la llegada al mundo de su padre. tras victorias militares tan sonadas como
tre Don Quijote y Sancho, una tercera vía No tuvo Felipe IV las limitaciones in- la de Nordlingen (1634). Y, en segun-
entre los héroes integristas y los pícaros telectuales de éste ni, desde luego, sus do lugar, debió esperar mucho para con-
corruptos, entre el puritanismo de la épo- restricciones morales. Indolente como seguir un heredero que sustituyera al fa-
él, fue mucho más frívolo y su vida llecido Baltasar Carlos. El futuro Carlos
RICARDO GARCÍA CÁRCEL es catedrático amorosa fue un volcán. Se casó con Isa- II no nació hasta 1661, cuatro años an-
de Historia Moderna en la UAB. bel de Borbón, que murió en 1644 y, tes de que muriera Felipe IV. Aparte de

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FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

Felipe IV en Fraga, por diza del personaje que parece haber dor-
Velázquez, en 1644, mido poco, el rostro abotargado del noc-
Nueva York, Frick támbulo, el rictus irónico del que es per-
Collection.
fectamente consciente del inmenso des-
fase entre sus capacidades y la publici-
dad oficial. Nunca estuvo Felipe IV a la
altura de lo que de él se necesitaba.

Fracaso absoluto
Olivares fue su gran baza política, su va-
lido y máximo hombre de confianza y el
hombre más poderoso de España hasta
su rápida cremación política, de 1640 a
1643. Felipe IV todavía gobierna otros
dieciocho años, hasta 1665. Su reinado
duró cuarenta y cuatro años, más que el
de Felipe II. Un reinado que empezó con
la generación de reformistas de Olivares
y acabó colgado de los consejos de una
monja y de un nuevo valido, Luis de Ha-
ro, sobrino de Olivares, un discreto pa-
ra tiempos oscuros. En medio, una de las
experiencias más amargas de la historia
de España: la secesión de Portugal y Ca-
taluña. El problema de España, en su do-
ble vertiente, interior –la gobernabilidad
eficaz de una “monarquía compuesta”–
y la exterior –la reivindicación del pres-
tigio internacional– fue abordado por
Olivares con la crudeza que le caracte-
rizaba. El fracaso fue absoluto. Un fra-
caso que constituye el triste reflejo de los
riesgos de la cirugía aplicada con tos-
quedad al delicado y complejo proble-
ma de España, error repetido demasia-
das veces a lo largo de nuestra historia,
la evidencia de que las buenas intencio-
nes no bastan en política, la constatación
de la escasa distancia de la cumbre del
triunfo (Nordlingen, 1634) al hundi-
la huella imborrable de aquel Baltasar las estancias de la Casa de Campo, El miento (Rocroi, 1643).
Carlos, dos niños más, hijos de Mariana Pardo, La Zarzuela o El Escorial– su flu- El legado del reinado es la licuación
murieron antes que Carlos. jo literario y artístico –tenía pasión por el del viejo Imperio en Westfalia, la rup-
Demasiada penitencia para un peca- teatro– y sobre todo su estela festiva. La tura del escenario iberista y la sima de
dor como Felipe IV. No es raro que des- caza y los toros fueron sus mejores afi- la decadencia económica. Una cura
de su pasmosa frivolidad fuera evolu- ciones. Hasta su primera mujer, Isabel, de humildad salvaje tras el entierro de
cionando hacia un catolicismo integrista se contagió de aquel mundo tan disipa- los grandes principios olivaristas del uni-
y mórbido, del que fueron buen testi- do y corrupto, y pasto del chismoso Ma- formismo y el reputacionismo. Sólo
monio sus singulares relaciones episto- drid de la época fue el supuesto roman- quedó un tesoro: la formidable cultura
lares con la monja Sor María de Ágre- ce de la reina con el bisexual Juan de del Siglo de Oro, que fascinó a toda Eu-
da. Felipe IV fue un notable holgazán, Tassis, conde de Villamediana, que aca- ropa. Mientras España se hundía en el
escasamente viajero, al que España le era bó asesinado en 1622, en una reedición fango de la crisis total, Luis XIV soña-
casi completamente desconocida –sólo con variantes, de lo que había pasado ba con un imperio a la española, con el
fue a Barcelona y Valencia dos veces, tres con Escobedo, medio siglo antes. viejo modelo de Felipe II por bandera.
a Zaragoza y una vez a la frontera con Si, como defiende Pedro González Para los españoles, en cambio, había
Francia, siempre en visitas cortas–. Vivió Trevijano, los retratos definen bien “la pasado el tiempo de la nostalgia y se
intensamente los placeres de la Corte –en mirada del poder” de los retratados, la de había consumido el espacio de los sue-
sus palacios del Alcázar y del Buen Re- Felipe IV dice mucho del personaje. Ve- ños. Era el tiempo de la penitencia, de
tiro, que empezó a construir en 1630, y lázquez reflejó como nadie la mirada hui- la expiación. ■

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La recuperación de
Bahía de Brasil, por
Juan Bautista
Maíno, 1635,
Época de
celebra una victoria
española sobre los
holandeses en
1625, Madrid,
Museo del Prado. REFORMAS
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

La primera parte del reinado de Felipe IV está marcada por su valido, el


conde-duque de Olivares, cuyo programa de gobierno proponía simplificar
la legislación y centralizar la administración. Los sucesivos desastres a que se
enfrentó la Monarquía acabaron con su caída, explica Doris Moreno

L
a muerte de Felipe III, en ma- “revolución de linajes” liderada por el
yo de 1621, no sólo supuso un tándem Zúñiga-Olivares tenía como ob-
cambio de Rey, sino también jetivo programático “resucitar la monar-
de equipo de gobierno. Cam- quía” y restaurar su reputación, retornar
bio ampliamente deseado. La concien- a los principios y prácticas de los go-
cia cada vez mayor del declive en la biernos del prudente y católico Felipe II.
Castilla de Felipe III había dado lugar
a un movimiento cada vez más exten- Olivares, al frente
dido a favor de la reforma. Arbitristas, La muerte de Zúñiga, en octubre de
mercaderes, patricios urbanos, Cortes 1622, puso fin a un breve período de go-
de Castilla… todos clamaban por una bierno compartido entre tío y sobrino. A
reforma de la moral, las costumbres, la partir de este momento, Olivares tomó
administración, la hacienda… en suma, las riendas del poder y aceleró el pro-
de la monarquía en general. Estas vo- ceso de nombramientos de sus criaturas
ces se sumaron a las que en política ex- para los principales puestos (presiden-
terior reclamaban la renovación del po- tes y secretarios) en el sistema polisi-
der militar y naval, en un esfuerzo por nodial de la monarquía. A finales de la
restaurar la reputación de España en el década de 1620, las hechuras de Oliva-
mundo. res tenían en sus manos los cargos y las
Reforma y reputación. He aquí los dos competencias más importantes: Medi-
ejes que guiaron la política de aquel na de las Torres estaba en los Consejos
nuevo equipo de gobierno, nombrado de Estado, de Indias y de Aragón; Cas-
por el novel Felipe IV al mes de asu- trillo en la Cámara de Castilla y en los
mir el cetro: Baltasar de Zúñiga, ayo de Consejos de Estado e Indias; Monterrey
Felipe III, recibió las llaves y los pape- era consejero de Estado y presidente del
les de Estado; su sobrino, don Gaspar de Italia; Leganés en los Consejos de Es-
de Guzmán, conde de Olivares y duque tado y de Flandes. Junto a este grupo de
de Sanlúcar la Mayor desde 1625, fue nobles olivaristas, completaban la “fac-
nombrado sumiller de corps en 1621 y, ción valida» un selecto grupo de cola-
un año más tarde, caballerizo mayor, boradores entre los que se hallaban An-
puestos que le aseguraron el acceso tonio Hurtado de Mendoza, Jerónimo de
franco y continuo a la persona del Rey. Villanueva y José González, entre otros.
Olivares, nacido en Roma en 1587, per- Estos nombramientos no eran la simple
tenecía al linaje de los Guzmanes, del sustitución de un grupo de familias por
árbol familiar de los Medina Sidonia. Su otro. Había detrás una voluntad políti-
padre, don Enrique de Guzmán había ca que buscaba un nuevo equilibrio del
sido brillante diplomático al servicio de poder. Olivares rechazó ser cabeza de
Felipe II en Roma (1582-91) y después facciones nobiliarias y optó por formar
virrey de Sicilia y Nápoles. “un partido del rey”.
Durante los primeros meses del No era suficiente con situar a algunos
reinado, Zúñiga y Olivares desalojaron deudos en lugares estratégicos. Era, ade-
a la clientela Sandoval de la proximidad más, imprescindible controlar los re-
real, colocando a sus deudos, pertene- sortes del poder, las discusiones y las
cientes a las tres familias interrelaciona- propuestas, el funcionamiento de las ins-
das: Zúñiga, Haro y Guzmán. Aquella tancias conciliares, cosa nada fácil en
el sistema polisinodial de la monarquía,
DORIS MORENO MARTÍNEZ es profesora en el que la inercia del funcionamien-
de Historia Moderna en la UAB. to no respondía –creía Olivares– a las

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Dos soldados alistados en 1641 en la aportación de las haciendas del clero pa-
Compañía de Santa Eulalia de Barcelona, en ra la defensa de la fe, la promoción de
una ilustración de los Llibres de Passanties. los medianos, no sólo de los servido-
res de la monarquía (los letrados), tam-
Las propuestas eran múltiples –reduc- bién de los hidalgos, con el objeto de
ción del número de oficios en la Corte; recabar hombres y recursos económicos
el traslado de la nobleza cortesana a sus ante las acuciantes y extendidas guerras,
señoríos y estados; edictos contra el lu- y desarrollar eficazmente su política in-
jo y gastos suntuarios y prohibición de terior, cuyos principales objetivos eran
entrada de un buen número de pro- la prosperidad económica y la unión de
ductos extranjeros–, pero las más im- cada una de las partes de la monarquía.
portantes fueron la creación de erarios Fundamento básico en su gobierno de-
y montes de piedad y la abolición del bía ser la reforma de la política fiscal,
servicio de millones. La finalidad de una que permitiese reducir los excesivos pri-
banca pública (erarios y montes de pie- vilegios de los reinos no castellanos que
dad) era múltiple: recaudar los tributos limitaban la capacidad recaudatoria de
y auxiliar a las necesidades financieras la Corona. Se trataba, en definitiva,
de la Corona y activar con créditos de de construir una nueva monarquía que
bajo interés (7 por 100) la agricultura, el no se redujese a la unión dinástica, sino
comercio y la industria, “porque en fal- que fuese una unificación orgánica.
tando el dinero falta el crédito, que es El mismo objetivo presidía un segun-
lo principal que puede tener una repú- do documento, la Unión de Armas, que
blica para tiempo de paz y guerra”, se- proponía la constitución de ejércitos en
gún Jerónimo de Ceballos. cada uno de los reinos, compuestos,
La propuesta de abolir los millones lle- mandados y financiados por naturales
vaba consigo la recomendación de sus- de esos territorios. Como contrapresta-
tituirlos por un reparto de su rédito en- ción al aumento contributivo se abría
tre todos los núcleos de población. Se la puerta a la proporcional participación
calculaba que, con las correcciones ne- de las elites periféricas en los órganos
cesarias, se podía mantener una fuerza de gobierno de la monarquía. En defi-
activa de 30.000 soldados de infantería. nitiva, el objetivo último no era sino au-
Sin embargo, el rechazo de las ciudades mentar, movilizar y dirigir los limitados
llevó al fracaso el proyecto. El 30 de recursos de la monarquía para la guerra.

En su INSTRUCCIÓN SECRETA a Felipe IV,


Olivares defendía una monarquía que no
se redujese a la mera unión dinástica
necesidades de aquellos tiempos. Des- junio de 1625, las ciudades aceptaron un Presentado al Consejo de Estado en no-
de los inicios de su régimen y hasta su nuevo servicio de doce millones a cam- viembre de 1625, el proyecto estaba ba-
caída, Olivares se quejó constantemen- bio de retirar el decreto de reforma mu- sado en un sistema de cuota mediante
te del permanente obstruccionismo de nicipal de 1623 y que la hacienda se hi- el cual todos los integrantes de la mo-
los Consejos y de sus ancianos conse- ciese cargo de los erarios o, lo que es lo narquía, desde Flandes a Perú, contri-
jeros. Don Gaspar buscó una fórmula es- mismo, abandonarlos. buirían con un número fijo de hombres
tratégica y pragmática, la convocatoria pagados, dentro de un total de 140.000,
de juntas extraordinarias que, formadas La Instrucción Secreta en el caso de que alguno de ellos fue-
por sus partidarios, permitían respues- A pesar de estos fracasos iniciales, el se atacado. Este programa sólo tuvo éxi-
tas rápidas y flexibles a situaciones ex- conde-duque insistió en la necesidad de tos significativos en Nápoles y Sicilia; en
traordinarias –Junta de la Posada, la Sal, impulsar una política reformista. A fina- las demás provincias suscitó recelos y
las Coronelías, Comercio, Almirantazgo, les de 1624, Olivares presentó al Rey un oposición: las Indias, Flandes; en la Co-
Población, Minas, etcétera. documento en el que se condensaban rona de Aragón, se vio como una ame-
Finalmente, los vientos de reforma se las principales ideas de su pensamien- naza a sus fueros y constituciones; en
concretaron en 1622, con la creación de to reformista: el Gran Memorial. Se Cataluña las tensiones de las Cortes de
una Junta Grande de Reformación para trataba de una Instrucción Secreta que 1626 y 1632, convocadas para obtener
“lo tocante al remedio de la monarquía”, contenía un auténtico programa de go- la cooperación catalana, prepararon el
que un año más tarde daba a luz los bierno. Las propuestas de Olivares se camino de la revuelta de 1640.
famosos Artículos de Reformación. encaminaban a conseguir: una mayor El limitado éxito de la Unión de Armas

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ÉPOCA DE REFORMAS
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

La rendición de Breda, por Velázquez (Madrid, M. del Prado). Los intentos de Olivares por reformar el sistema de cuotas para el ejército fracasaron.

ponía al descubierto el múltiple fracaso servicios de millones. A partir de enton- to de la sal, que sólo pudo ser sofocada
de la política olivarista. Sus soluciones ces, Olivares encontró cada vez más di- en 1634, tras la ejecución de seis cabe-
políticas fueron inoperantes ante el fra- ficultades para conseguir nuevos présta- cillas y el perdón general. Aunque tam-
caso financiero de las reformas de 1622- mos que desde 1628 llegaron gracias a poco hay que olvidar que la presión real
25, los decrecientes ingresos de las In- los asentistas portugueses judeoconver- sobre las Cortes castellanas en febrero de
dias y las estructurales dificultades eco- sos. La situación se agravó hasta límites 1632 llevó a un consenso inmediato, que
nómicas de la Corona. Entre 1621 y 1626, difícilmente sostenibles tras la interven- significó el pago de un peaje político de
la situación de la Hacienda se agravó, hi- ción española en la cuestión de la suce- indudable valor: la capacidad de decisión
potecada como estaba por los juros y los sión en Mantua, en 1628. Esta guerra, de in situ de los procuradores, sin necesi-
cuantiosos préstamos de asentistas ge- 1628-31, se convirtió en un agujero ne- dad de ratificación por parte de las ciu-
noveses; la acuñación de numerario sig- gro que absorbió los recursos de España. dades las hizo aún más vulnerables a la
nificó una inflación del 13 por 100 y una En 1631 la Corona abolió unilateral- influencia de la Corona.
desvalorización de la moneda de cobre mente el servicio de millones, impuso un A pesar de todo, los esfuerzos refor-
respecto a la de plata (34 por 100). La sa- desmesurado aumento del impuesto so- mistas no cesaron para conseguir los
lida fue una suspensión en enero de bre la sal y estableció unas cuotas obli- cuatro elementos clave: gente, dinero,
1627 que fue acompañada unos meses gatorias región por región; las protestas orden y obediencia. Proyectos que en
más tarde por el Medio General, la can- no se hicieron esperar. La más impor- otro orden incluían la creación de co-
celación de los créditos de los asentistas tante quizá fue la que se produjo en Gui- lonias de extranjeros para fomentar
genoveses por juros aplicados a los púzcoa por la introducción del impues- la población, realización de obras de

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España fue la excepción. Si en 1580 la ins-
Un cardenal muy guerrero titución militar estaba en manos de la Co-
rona, cinco décadas más tarde, como con-

T ercer hijo de Felipe III y Margari-


ta de Austria, Fernando de Austria
(1609-1641) fue nombrado carde-
nal al nacer. Siempre se destacó por su opo-
sición a la política de Olivares.
Países Bajos en 1634. Su mayor hazaña pa-
ra la Corona española fue la victoria de
Nordlingen, en septiembre de 1634, en la
que al frente de los tercios españoles de-
rrotó a los suecos. Éstos bloqueaban el ac-
secuencia de las dificultades económicas
en las que se movía la Hacienda real, la
monarquía se vio obligada a depender de
las ciudades y, sobre todo, de particula-
res, tanto para el avituallamiento y el re-
Fue uno de los puntales en el gobierno ceso a los Países Bajos por el llamado Ca- clutamiento como para la construcción de
de Felipe IV: virrey de Cataluña en 1632, mino español y al derrotarlos inesperada- navíos, armas o fortificaciones. Unas in-
gobernador de Milán en 1633 y de los mente, reabrió el corredor para llegar a versiones insuficientes para mantener una
Flandes, aunque brevemente. calidad competitiva en productos como
Los Austrias recobraron gracias a esta ini- las armas de fuego que, muy pronto, fue-
ciativa todo lo que habían perdido en la ron superadas por la mejor y más ligera
guerra en la Renania y en el Sur de Ale- artillería francesa; la Batalla de Rocroi, en
mania. El cardenal logró llegar sano y sal- 1643, lo puso de manifiesto.
vo a Bruselas y Olivares, a pesar de la cri-
sis económica en Castilla, aumentó la do- Guerra de asedios
tación del ejército de Flandes. Por un mo- La idea más extendida entre los estrate-
mento, parecía que la ofensiva final espa- gas militares de la época era que la gue-
ñola contra los rebeldes estaba a punto de rra debía ser una cuestión de asedios. Es-
llevarse a cabo con éxito. ta evolución de las tácticas trajo consi-
Sin embargo, la entrada de Francia en go la fortificación masiva de las ciudades
la guerra en 1635 interrumpió de nuevo de los Países Bajos, cada vez más inex-
las comunicaciones entre Italia y Flandes. pugnables. Los asedios eran costosos a
Las provisiones para la campaña de Flan- todos los efectos, con un desgaste lar-
des hubieron de ser desviadas a la organi- go y constante de recursos militares y hu-
zada contra Francia y las expectativas manos. El sitio de Breda por las tropas
El cardenal-infante Fernando de Austria, h. abiertas en Nordlingen se eclipsaron de- españolas de 1624-25 se alargó durante
1634, por Van Dyck, Madrid, M. del Prado. finitivamente. nueve meses, hasta la extenuación de los
sitiados y de los sitiadores.
Asedios, batallas y tantas otras refrie-
canalización para hacer los principales existía entre lo que aportaban unos rei- gas en tierra eran insuficientes si no se
ríos navegables o la supresión de las nos frente a otros. El desequilibrio se cu- disponía de una fuerza naval. La gue-
aduanas y puertos secos para facilitar el bría mediante préstamos; una depen- rra con Holanda, entre 1621 y 1648, fue
comercio. El programa, no obstante, ado- dencia desmesurada de los banqueros la mejor demostración de ello. Al fina-
lecía de una contradicción profunda: no que hizo de la monarquía hispánica un lizar la tregua con los holandeses, Zú-
se podía llevar a la práctica mientras se gigante político con pies de barro. Cuan- ñiga diseñó la estrategia en el previsible
sometía al país a la inmensa sangría de do se reanudó la guerra con los holan- conflicto que se avecinaba. Se trataba no
hombres y recursos materiales que con- deses, Hacienda comunicó al Rey que no tanto de recuperar el territorio perdido
llevaban luchas en tantos frentes. tenía fondos. El frente italiano de 1628, como de alcanzar una paz más venta-
abierto por la lucha en la sucesión de josa. Se pensó en una guerra en el mar,
Cuatro frentes Mantua, absorbió todos los ingresos y que permitiese destruir las flotas de los
El programa militar de Gaspar de Guz- préstamos de la Corona de ese año y de holandeses o al menos hiciese imposi-
mán intentó cubrir cuatro necesidades los siguientes, viniesen de Indias o de par- ble la navegación y aniquilase su co-
fundamentales: contar con la participa- ticulares. Nada ni nadie pudo tapar el in- mercio. Finalizada la tregua, comenzó la
ción de una élite dirigente, garantizar un menso agujero que abrieron las agota- guerra económica y los enfrentamientos
contingente fijo de soldados, tener unas doras guerras entre 1621 y 1659. en el mar, al cerrar todos los puertos pe-
fuerzas navales poderosas y poder abas- En cuanto a la recluta de tropas, en ninsulares a los barcos holandeses, inu-
tecer estos ejércitos y armadas con re- 1625 Felipe IV alegaba mantener entre tilizar sus flotas de arenque y atacar a los
cursos permanentes, aportados propor- unos 300.00 y 500.000 soldados regula- mercaderes. La primera victoria de otras
cionalmente por todos los reinos. Había res, unas cifras extraordinarias; aunque, muchas fue alcanzada por la flota es-
que remilitarizar España, pero con una muy posiblemente, nunca se superaron pañola del Atlántico, en agosto de 1621
mayor profesionalidad de los soldados. los 150.000 soldados, repartidos en un en el estrecho de Gibraltar, frente a una
El proyecto y la concreción bélica su- mismo momento en las distintas pose- flota holandesa más numerosa. Estos
peraron ampliamente los recursos dis- siones y frentes europeos. En contraste triunfos propiciaron que Olivares deci-
ponibles por la pésima gestión y la co- con la evolución de los Estados europe- diese impulsar aún más la política de re-
rrupción de las autoridades y sobre to- os de la época, que progresivamente fue- construcción naval, mediante la creación
do por la enorme desproporción que ron monopolizando el poder militar, de una Junta de Armadas en 1622.

48
ÉPOCA DE REFORMAS
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

la crisis por la sucesión de Mantua. Lo


que en principio tenía que ser una bre-
ve y exitosa lucha sobre la sucesión en
este ducado, en defensa de la de la po-
sición española en el Norte de Italia, se
convirtió en una serie de operaciones
militares, largas y caras.

El corredor español, desmantelado


A la ocupación francesa de Saboya
(1630-31), le siguió la de Lorena (1632-
33), la de Alsacia (1638) y la de Brisach
(1639) por Bernardo de Sajonia. El co-
rredor militar español quedaba desman-
telado. Para el transporte de tropas y di-
nero con destino a Flandes sólo queda-
ba un camino: la vía marítima a través
del canal de La Mancha. Como conse-
cuencia de la Guerra de Mantua y, prin-
cipalmente, por la irrupción en 1630 del
ejército sueco en el Norte de Alemania,
la situación había cambiado radicalmen-
te. En los dos años siguientes, Gustavo
Adolfo, el rey sueco, logró sendas victo-
rias sobre los ejércitos imperiales, que le
permitieron ocupar Renania, Franconia,
Suabia y Baviera; Bohemia fue invadi-
da y los Países Bajos españoles fueron
cercados por suecos y holandeses. En
Soldados franceses en un tapiz de Jean-Baptiste Martin, del siglo XVII. La declaración de guerra de 1632, el ejército holandés capturaba las
Francia a España supuso el momento más difícil del reinado de Felipe IV (París, M. de Versalles). fortalezas de Venlo, Maastricht y Rhein-
berg, en el río Mosa. Ante estos ataques
La creación de la Compañía Holan- Pero los vientos favorables duraron los Habsburgo renovaron su colabora-
desa de las Indias Occidentales, en 1621, poco. En 1628, la flota de galeones car- ción, y en 1634 el cardenal-infante Fer-
con potestad para mantener fuerzas na- gada de plata cayó en manos del ho- nando fue enviado a los Países Bajos con
vales en el Atlántico vino a complicar la landés Heyn, y se sucedieron otros epi- un ejército de 15.000 hombres, atrave-
situación española, ya que se ponía en sodios desastrosos. Los holandeses vol- só los Alpes y se reunió con tropas im-
marcha una Compañía dedicada a la co- vieron a Brasil en 1630 y conquistaron periales del general Gallas, el resultado
lonización y al pillaje en América. El pri- Pernambuco y Olinda. Los ingleses por fue la derrota de las fuerzas suecas en
mer gran ataque llegó en mayo de 1624 las mismas fechas ya habían ocupado Nordlingen, en septiembre de 1634.
en Bahía, en el Brasil portugués. La res- Barbados, Bermudas, St. Kitt’s y Nevis. En 1635 el cardenal-infante invadía el
puesta de las autoridades españolas fue La propuesta española que tomó cuer- territorio ocupado por Holanda y toma-
rápida y eficiente. Una armada de cin- po fue la de crear una flota en el Cari- ba varias fortalezas en el Rhin y en el Mo-
cuenta y seis barcos navegó a Brasil y be, la Armada de Barlovento; sin em- sa. Pero tan fulgurantes éxitos fueron rá-
asestó una dura derrota a la flota y a la bargo, ante los riesgos que podían de- pidamente eclipsados por la declaración
guarnición holandesas. En ese año de rivarse de un estacionamiento perma- de guerra de Francia a España. Se abría
1625, los vientos eran favorables para el nente en aquellas aguas, se optó porque así el momento más difícil del reinado y
poder militar y la reputación española, acompañara a la Flota de Indias. Cuan- de la monarquía: a la guerra con Fran-
una operación combinada de galeras e do en 1667 se decidió que permanecie- cia se añadieron la rebelión catalana, la
infantería socorría a Génova y rechazaba se en Indias, el Caribe ya estaba a mer- revuelta con Portugal, las conspiraciones
el ataque de Saboya. En junio, en Flan- ced de los envites de los enemigos eu- aristocráticas, las revueltas populares…
des las tropas de Spínola tomaban Bre- ropeos. Los años treinta consolidarían el “Todos se quejan, chicos y grandes, y na-
da, sede de la casa de Orange; y en no- desmoronamiento de la supremacía na- die sabe de dónde ha de venir el reme-
viembre se rechazaba el ataque anglo-ho- val española, tras la estrepitosa derrota dio”, decía un jesuita en 1641. Lo que pa-
landés a Cádiz y la Carrera de Indias. en Las Dunas. recía estar claro a esas alturas es que el
La amenaza mayor para los holande- En 1628, los recursos que debían ha- remedio ya no vendría de las manos del
ses fue el fortalecimiento de la Armada ber sido destinados a continuar la gue- conde-duque de Olivares. Por lo menos,
de Flandes, que en 1625 ya tenía doce rra marítima contra los holandeses tu- así lo creyó Felipe IV que destituyó a su
barcos reales y varios barcos piratas. vieron que ser desviados para solventar ministro en enero de 1643. ■

49
Olivares, el sueño
CENTRALISTA
Quiso el poder para cambiar España y trató sinceramente de acabar con la
“sequedad de los corazones” entre los distintos reinos. Su fracaso ha tenido
varias interpretaciones distintas, pero su personalidad ha sido reconocida
por todos. Ricardo García Cárcel presenta al valido de Felipe IV

D
on Gaspar de Guzmán y Pi- de Guzmán, marqués de Mairena. Su vo- aunque se tratara de un personaje tan
mentel, Ribera y Velasco y cación política fue definida expresiva- retorcido como Quevedo, debió de ser
de Tovar, conde de Olivares mente por Marañón como “la pasión de representativa del proceso de muchos
por herencia y duque de mandar”. intelectuales de la época. Sólo Francis-
Sanlúcar la Mayor por gracia del Rey, es co de Rioja se le mantuvo fiel. Posible-
el personaje emblemático del reinado de Un perfil con muchas aristas mente fue el autor de El Nicandro, el úl-
Felipe IV. Nació en 1585, en Roma, don- Nadie mejor lo ha biografiado que John timo defensor de su gestión política, que
de su padre, segundo conde de Olivares Elliott, que matiza las muchas aristas de transcurre desde el famoso “ahora to-
residió diez años (1582-91), como em- un perfil político y personal ciertamen- do es mío” de Olivares, de 1621, al no
bajador de Felipe II cerca de la Santa Se- te apasionante, por sus muchas contra- menos famoso “yo tomo el remo” del
de. La familia paterna –los Guzmanes– dicciones. Noble, cargado de hacienda Rey, en 1643.
era sevillana; la familia materna –los Pi- y de títulos, participó, al menos desde Olivares se sentía cómodo en el sis-
mentel– era castellana. Don Gaspar fue que tuvo poder, del modelo de vida de tema legal castellano, mientras que el ré-
el tercero de los hijos del matrimonio de las grandes familias aristocráticas de su gimen constitucional de los otros terri-
Enrique de Guzmán con doña María de época, y desde luego, fue odiado por torios que formaban parte de la “mo-
Pimentel. Criado en tierras italianas, es- los suyos; culto como pocos –su biblio- narquía compuesta” nunca lo acabó de
tudió en la Universidad de Salamanca –de teca en 1620 tenía 2.700 libros impresos asumir. Soñó con una monarquía cen-
donde sería rector–, consiguiendo una y 1.400 manuscritos–, inquieto e hipe- tralista, que erradicara “esta sequedad y
buena formación. La muerte de sus dos ractivo como nadie, robusto y achapa- separación de corazones que hasta aho-
hermanos mayores le encaminó hacia la rrado, suplió su espalda cargada con ra ha habido” en los diversos territorios
carrera político-administrativa, siguiendo hombros exagerados, con una mirada de la Corona y que había llamado la
la ruta paterna. Se casó a los 20 años con profunda que atenazaba a cualquiera, atención de los viajeros italianos y los
doña Inés de Zúñiga. El matrimonio de cazador apasionado como Felipe IV, pa- franceses, como Joly. En 1625, en mo-
conveniencia a lo largo del tiempo se so- pelero como Felipe II, vitalista y al mis- mentos de plena euforia sentenciaba:
lidificaría en una relación estrecha, en mo tiempo de pésima salud, ciclotímico “Dios es español y está de parte de la
la que doña Inés fue colaboradora y con- con momentos de euforia y con mo- nación estos días”. En el Gran Memorial
fidente de su marido. Tuvieron tres hijos, mentos de depresión, se dejó literal- encarecía a Felipe IV “hacerse rey de Es-
que murieron pronto. Le afectó mucho la mente la piel en el servicio a la monar- paña, quiero decir señor, que no se con-
muerte de su hija María, en 1626. Oliva- quía, que identificó con su propio ego tente V.m. con ser rey de Portugal, de
res, al menos, tuvo un hijo bastardo, Ju- narcisista. Nunca fue popular ni en su Aragón, de Valencia, conde de Barce-
lián de Guzmán, también llamado Julia- período de máximo poder y desde lue- lona, sino que trabaje y piense con con-
nillo Valcárcel, reconocido con mucho re- go sufrió, como los políticos que llegan sejo moderno y secreto por reducir es-
traso con el nombre de Enrique Felipez a acumular mucho poder, la terrible pen- tos reinos de que se compone España al
diente del fracaso, que en su caso fue estilo y leyes de Castilla... y poder in-
RICARDO GARCÍA CÁRCEL es catedrático de deslizamiento muy rápido (1640-43). troducir V.m. acá y allá ministros de las
de Historia Moderna en la UAB. La evolución desde el amor al odio, naciones promiscuamente”.

50
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

Este proyecto de uniformización de la sería el reverso de 1640. Otros, por el la diferencia, sólo puede ser derrotada
monarquía según el modelo castellano contrario, consideran que Felipe V es la por la España vertical mediante la razón
fracasó estrepitosamente y la secesión de demostración más palpable de que el de la fuerza. Unos creen que el tiempo
1640 fue su primera derivación. “Maldi- fracaso de Olivares no fue coyuntural, le ha dado la razón a Olivares; otros, lo
tas sean las naciones y malditos sean los sino la evidencia de que la realidad plu- contrario. ¿Nostalgia de Olivares o es-
hombres nacionales”, acabó diciendo ral de la España horizontal, la España de tigmatización? La historia sigue. ■
amargamente. El principio olivarista del
Multa regna sed una lex resultó asfixia-
do en la realidad plural. Las diferencias,
las exigencias de los derechos de los na-
turales de cada reino se impusieron so-
bre la homogeneidad de la fidelidad al
Rey y el sueño del prestigio internacio-
nal. La naturaleza le ganó la batalla a la
política. En 1640 no sólo hubo la con-
frontación entre la monarquía de Feli- Retrato ecuestre del
conde-duque de
pe IV y los revolucionarios catalanes y
Olivares, en 1635, por
portugueses. Había una España alterna- Velázquez, Madrid,
tiva que nunca creyó en la revolu- Museo del Prado.
ción, pero tampoco compartió
el proyecto olivarista: Palafox y
Mendoza, Baltasar Gracián, So-
lórzano Pereira... Una tercera Espa-
ña que nunca ha podido consolidar-
se en medio de la polarización de
las dos míticas Españas. Olivares
murió en 1645, en Toro, dos años
tan sólo después de su cese.

Ansiedad de poder
La vida de Olivares constituye una lec-
ción antropológica muy útil, por lo que
supone de constatación de lo que es
la ansiedad de poder como vía de sa-
tisfacción de vacíos afecti-
vos personales y la ser-
vidumbre de la opi-
nión pública res-
pecto a la re-
presentación
del poder. A es-
cala política es-
pañola, su fra-
caso suscita mu-
chas posibles re-
flexiones: la inutilidad
del reformismo político mientras se
mantienen problemas estructurales eco-
nómicos, los riesgos de los sueños qui-
jotistas de prestigio y reputación, la tras-
cendencia del tacticismo en política, la
dificultad en la solución del problema
de la invertebración hispánica... La som-
bra de Olivares sigue presente en la Es-
paña de hoy. Para unos, Felipe V su-
puso el triunfo póstumo del modelo de
Olivares. La Nueva Planta sería la cul-
minación de lo que quiso hacer Oliva-
res y no pudo o no le dejaron. 1716

51
1640, el año La Batalla de Montjuïc, de 1641.
Las rebeliones catalana y

FATÍDICO
portuguesa marcaron los años
finales del reinado de Felipe IV.
Óleo de Pandolfo Reschi,
Florencia, Galería Corsini.

Las rebeliones de Cataluña y Portugal han sido


manipuladas para hacer de ellas precursoras
ideológicas de los nacionalismos contemporáneos,
sostiene Manuel Peña, que propone otros
factores históricos que explican el desastre que
sobrevino a mediados del reinado de Felipe IV

E
l 19 de mayo de 1635, Francia prisión y liberaban a los consejeros y a
declaró la guerra a España y un diputado, arrestados por orden del vi-
abrió un frente que supuso tras- rrey, además de numerosos detenidos por
ladar el gran conflicto europeo delitos comunes. Esta incipiente revuel-
(Guerra de los Treinta Años) a la perife- ta campesina alcanzó su máxima expre-
ria peninsular de la monarquía española. sión el 7 de junio de 1640, con el motín
La ocupación francesa, en junio de 1639, conocido como el Corpus de Sangre que
de los castillos de Salses y Opol fue uti- culminó con el asesinato del virrey. Cua-
lizada por Olivares para arrastrar, con una tro días más tarde, las autoridades de la
política agresiva, a las instituciones ca- ciudad consiguieron sacar a los segado-
talanas en la carrera militar y en la de- res con la excusa de que Gerona nece-
fensa de la monarquía. Su postura la ex- sitaba ayuda ante el ataque de los tercios.
presó en una carta dirigida al virrey, el 29 El asesinato del virrey marcó definiti-
de febrero de 1640: “Ningún rey en el vamente las relaciones entre las autori-
mundo tiene una provincia como Cata- dades centrales y las catalanas. Unas y
luña. Ésta posee un rey y un señor, pe- otras trazaron caminos distintos que las
ro no le rinde servicios, incluso cuando condenaron al enfrentamiento. Ante el
su propia seguridad está en juego... Siem- anuncio de Olivares de enviar un ejérci-
pre tenemos que estar mirando si una to de 40.000 soldados, la Generalidad op-
constitución dice esto o aquello... De 36 tó por la ruptura constitucional, al con-
ministros que han visto los informes es- vocar de manera ilegal una Junta Gene-
ta mañana, no hay ni uno que no esté ral de Brazos, además de crear una se- otros acuerdos– con el envío de ayuda
clamando, clamando contra Cataluña”. rie de Juntas (Guerra, Hacienda, Justicia), militar para frenar la anunciada llegada
La resistencia rural a los alojamientos y un Tribunal Supremo y un cuerpo de se- de las tropas de Felipe IV. Mientras se
a los más que excesos de los soldados guridad. Asimismo, se intentó involucrar realizaban estas negociaciones, el em-
provocó una serie de gravísimos conflic- a Valencia, Aragón y Mallorca, que no bajador de la Generalidad en la Corte se-
tos, que se extendieron durante el mes respondieron a las peticiones catalanas. guía manifestando la lealtad catalana a
de mayo por las comarcas catalanas, has- la Corona, y los miembros de la Junta
ta las puertas de Barcelona. El 22 de ma- La mano de Francia General de Brazos se preguntaban có-
yo, unos 200 campesinos entraban en Previos al Corpus y a esa ruptura insti- mo podían frenar el avance de las tro-
la capital, derribaban las puertas de la tucional, el presidente de la Generalidad pas del rey español. Claris y su círculo
(Pau Claris) y su parentela tuvieron una llevaron las negociaciones a espaldas de
MANUEL PEÑA DÍAZ es profesor titular serie de contactos con Francia, que cul- Madrid y de Barcelona.
de Historia Moderna, Univ. de Córdoba. minaron el 24 de septiembre –entre Durante el otoño de 1640, los catala-

52
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

nes sufrieron dos invasiones de su te- motín, en el que fueron asesinados tres Ante la permitida ocupación francesa se
rritorio. Por el sur, entraba el nuevo vi- miembros de la Audiencia junto con oponían cada vez más voces privilegia-
rrey, el marqués de Los Vélez, que ju- otros nobles y las puertas de las prisio- das (obispos, canónigos, nobles), que
raba su cargo en la fiel Tortosa y avan- nes fueron nuevamente abiertas. Entre se negaban a jurar fidelidad al rey de
zaba sin apenas resistencia hasta las cer- Francia y España anduvieron las autori- Francia, a los que se sumaban motines
canías de Barcelona, con la excepción dades catalanes entre el 16 y el 23 de e incipientes revueltas contra esa vin-
de Cambrils que fue duramente castiga- enero de 1641, para optar definitiva- culación. El número de exiliados feli-
do (600 degollados). Por el norte, las tro- mente por Luis XIII como nuevo conde pistas catalanes aumentaba día a día,
pas francesas llegaban hasta Barcelona, de Barcelona. Tres días más tarde el ejér- hasta alcanzar una dimensión cualitati-
y más tarde a Tarragona, que abando- cito de Felipe IV (30.000 soldados) fue va y cuantitativa muy importante. La re-
naron ante la presión española. Una re- derrotado por las tropas franco-catalanas presión de estos felipistas fue especial-
tirada que fue duramente contestada el (8.000) en la batalla de Montjuïc. mente dura, aunque muy pronto serían
24 de diciembre en la capital con otro La segunda fase comenzó en 1644. recompensados por la Corona españo-

53
la con nuevos cargos, títulos y propio al régimen institucional
pagos en metálico. catalán, ha glosado las oligár-
En el plano internacional, y quicas instituciones del Antiguo
en concreto en las negociacio- Régimen minimizando su esca-
nes de Munster, los franceses sa representatividad y sus es-
propusieron cambiar Cataluña candalosas corruptelas, ha ha-
por Flandes. Mientras, en el te- llado indemostrables vínculos
rreno específico de la guerra, entre la revuelta rural y la ins-
las tropas de Felipe IV inicia- titucional, ha inscrito el conflic-
ron en 1644 una intensa ofen- to en la dialéctica normalidad
siva que culminó el 7 de agos- constitucional-anormalidad de
to, con la entrada del Rey en la política de la monarquía y ha
Lérida. La ofensiva militar fili- encontrado las raíces del nacio-
pista se hizo imparable. El Tra- nalismo catalán en los orígenes
tado de Westfalia de 1648 ha- ideológicos de la rebelión.
bía liberado a la monarquía Sus esfuerzos más intensos
hispánica de la pesadilla ho- se han centrado en demostrar
landesa; recuperar Cataluña era que la rebelión catalana no fue
el principal objetivo, y para la respuesta de un régimen
ello se recurrió a fines de 1650 político arcaico y medieval an-
a Juan José de Austria, por en- te una estructura estatal que
tonces virrey de Sicilia. caminaba hacia la moderni-
Después de una exitosa ofen- dad. Es inadmisible cualquier
siva y tras unas breves nego- planteamiento que pretenda
ciaciones, Barcelona se rindió interpretar la rebelión catalana
el 11 de octubre de 1652 cuan- como la respuesta de una na-
do el conseller en cap, Rafael ción explotada y violada por
Casamitjana, se humilló a los un Estado español uniformi-
pies de Juan José y pidió “per- zador, centralista y castellani-
dó general de tots les errors co- Tortosa no se sumó a la rebelión contra el Rey, por lo que Felipe IV zador. No olvidemos que, al
mesos desde el any de 1640”. le concedió los títulos de ejemplar y fidelísima, Madrid, B. Nacional. iniciarse la revuelta, Olivares
El 3 de enero de 1653 Felipe IV manifestó su respeto a las
anunció el recorte de parte de la auto- aportaciones de Vilar, Elliott y García Cár- constituciones, y que éstas fueron muy
nomía política del Principado, y decidió cel, desde los años ochenta la mayoría de pronto violadas por Francia.
que “todo lo que mira a su defensa y se- los estudios se ha deslizado por las pe- La ruptura fue el resultado de la ma-
guridad [de Barcelona] lo reservo ahora, ligrosas aguas de la manipulación de la nipulación del grave malestar colectivo
y mientras no mande otra cosa, a mi vo- Historia, en beneficio y al servicio de una –economía de guerra, crisis económi-
luntad y orden”. política cultural de sesgo reaccionario e ca, aumento de la carga fiscal, tenden-
La polémica ha acompañado a buena identitario. Con la inspiración “científica” cia del poder central a superar los obs-
parte de la historiografía sobre la rebe- del sueño soberanista la historiografía táculos a este incremento...– por una pe-
lión catalana. A pesar de las decisivas nacional-catalana ha dotado de Estado queña fracción de la clase dirigente que

CRONOLOGÍA
1605. Nace Felipe IV. 1619. Las Cortes de Por- Breda. Fundación del Co- Cortes de Valencia y Ca- 1637. Disturbios en Évo-
1612. Acuerdo matrimo- tugal juran al primogéni- legio Imperial de Madrid, taluña, recalcitrantes a ra. Los holandeses recu-
nial entre Luis XIII de to de Felipe III. para hijos de aristócratas, la Unión de Armas. peran Breda.
Francia y la infanta Ana 1621. El 31 de marzo regido por jesuitas. 1627. Suspensión de pa- 1638. Los franceses ase-
de Austria. muere Felipe III. Expira 1626. Reunión de las gos a los banqueros. dian Fuenterrabía.
la tregua con los Países 1628. Devaluación del 1639. El ejército francés
Bajos. vellón en un 50 por penetra en Cataluña.
1622. Muere Baltasar de 100. Comienza una gue- 1640. 22 de mayo,
Zúñiga, oficialmente pri- rra con los franceses en
mer ministro de Feli- Italia hasta 1631.
pe IV, al que sucede el 1631. El impuesto de la
conde-duque de Olivares. media anata provoca un
1624. Memorial de Oliva- levantamiento en Vizcaya.
res a Felipe IV, pidiendo 1634. Margarita de Sa-
que las leyes de los rei- boya, gobernadora de
nos se adapten a las de Portugal.
Felipe III, por Pantoja de Castilla. El conde-duque de 1635. Comienzo de la Felipe IV e Isabel de
la Cruz. 1625. Rendición de Olivares. guerra con Francia. Borbón.

54
1640, EL AÑO FATÍDICO
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

optó por el giro separatista, ante la periferia en términos de dominan-


evidencia de una extrema debilidad te-dominado. La búsqueda de con-
de los vínculos políticos entre la senso y de acuerdos con las élites
clase dirigente castellana y la no- de la periferia, que caracterizó la
bleza catalana, y ante la escasa ca- primera parte del valimiento de Oli-
pacidad de influencia de los gran- vares, también se intentó aplicar en
des sobre la pequeña y mediana el reino de Portugal. Los enlaces
nobleza local. Como han demos- entre las autoridades centrales y
trado Thompson y Benigno, la lu- las periféricas se canalizaron me-
cha política había dejado al descu- diante la integración de nobles y le-
bierto la incapacidad de la facción trados portugueses en la adminis-
olivarista para mantener el consen- tración y en cargos de notable
so entre los grupos dirigentes, y pa- responsabilidad política y militar.
ra garantizar los intereses y aspira- La tendencia cambió en la dé-
ciones de las élites provinciales. cada de 1630. Durante esos años
La rebelión no fue un conflicto se diluyeron los lazos que unían
entre Cataluña y España, entre otras estrechamente a la aristocracia y
razones porque no existió la uni- al clero portugués con el gobier-
dad catalana ni geográfica ni so- no central, como consecuencia de
cialmente, ni toda Cataluña estuvo las medidas fiscales y jurídicas que
vinculada a Francia entre 1640 y sobre estas élites se intentaron
1652, ni todos los catalanes fueron aplicar en beneficio de la econo-
profranceses, o, si se quiere, “na- mía de guerra. Aunque, como ha
cionalistas”. El patriotismo –como destacado Hespanha, no se pro-
sentimiento de pertenencia y de- dujo tanto un crecimiento extra-
fensa de Cataluña– de los campe- ordinario de la presión fiscal cuan-
sinos no era el mismo, por ejemplo, to un perjuicio notable para las
que el de los juristas. Además de los clases exentas. Esta incipiente
componentes insurreccional y se- oposición se puso en evidencia en
paratista, la rebelión tuvo una ver- Alegoría de la rebelión de Portugal, en la portada de una el levantamiento antifiscal de Évo-
tiente de intensa guerra civil entre obra de Antonio de Sousa, de 1645, Madrid, B. Nacional. ra, que se extendió rápidamente
catalanes adheridos a uno u otro entre 1637 y 1638 por el Algarbe
bando –como consecuencia de las cita- internacional entre las monarquías es- y el Alentejo, durante el cual el clero y
das fracturas en las relaciones y en los pañolas y francesa en su lucha por la he- la nobleza portuguesa adoptaron una
vínculos entre las clases dirigentes–, y gemonía en Europa, con sus consi- actitud escurridiza ante cualquier to-
entre catalanes de grupos sociales so- guientes derivaciones fiscales y militares. ma de posicionamiento.
metidos a la presión fiscal, frente a las El fracaso de la política de Olivares se
élites políticas y sociales –también ca- El golpe en Portugal hizo más claro con esta revuelta, pero
talanas– que gestionaban dichas con- Como en el caso catalán, para entender a su vez lo sucedido en el Alentejo
tribuciones. Sin olvidar que la rebe- el conflicto portugués tampoco resulta justificaba la adopción de nuevas y du-
lión fue un espacio clave en la guerra operativo aplicar la dialéctica centro- ras medidas. La más conflictiva fue la

liberación de Tamarit por des portugueses procla- 1644. Muere Isabel de 1646. Muere el príncipe Le sucede Carlos II.
los rebeldes catalanes. 1 man Rey al duque de Borbón. Baltasar Carlos. 1668. El 13 de febrero,
de diciembre, los rebel- Braganza, con el nombre 1645. Mayo: muerte de 1647. Sicilia y Nápoles España reconoce la inde-
de Juan IV. Richelieu. Julio, Olivares se sublevan contra los pendencia de Portugal.
1641. Claris anuncia que muere en Toro. gobernadores españoles.
Cataluña se ha converti- 1648. Tratado de Müns-
do en una república in- ter: España reconocía la
dependiente bajo la pro- independencia de las
tección de Francia. Provincias Unidas.
1643. El Rey da licencia 1652. El 13 de octubre,
a Olivares para retirarse a Barcelona se rinde.
sus propiedades. Muere 1654. Brasil vuelve a ser
Luis XIII. 19 de mayo, la posesión portuguesa.
infantería española es 1657. La captura de la
derrotada en Rocroi. Ha- Flota del Tesoro deja a
ro, sobrino de Olivares, España sin plata.
Detención y muerte de un se va haciendo progresi- El príncipe Baltasar Carlos 1659. Paz con Francia. Carlos II, en un grabado de
bandolero catalán en 1631. vamente con el poder. y un enano. 1665. Muere Felipe IV. la Calcografía Nacional.

55
la dinámica comercial se estaba trasla-
dando del Índico al Atlántico, con la
paulatina sustitución del tráfico de es-
pecias por el beneficioso comercio de
productos americanos –sobre todo, ca-
ña de azúcar–, y con el crecimiento de
la población brasileña, del número
de ingenios y de mano de obra escla-
va, todo ello inserto en el rentable trá-
fico triangular. Ahora el problema no era
la falta de plata ni la presencia del tur-
co, sino la ofensiva de holandeses y
franceses en aguas atlánticas. El desas-
tre naval del almirante Oquendo en Las
Dunas, en octubre de 1639, hizo ver a
los mercaderes portugueses que los glo-
riosos tiempos de la Armada española
recuperando Bahía estaban muy lejos,
la guerra de Recife con los holandeses
por el control del azúcar y los ingenios
brasileños pasaba a ser una prioridad
portuguesa, la Unión de Coronas no era
rentable; en ese sentido la Restauración
fue “un regalo del Atlántico”.

El primer acto en Lisboa


La referida derrota naval española y la re-
belión catalana de junio de 1640 asegu-
raron a los conspiradores lusos que Fe-
lipe IV ni disponía de Armada para blo-
quear marítimamente ni tropas para in-
vadir Portugal. El primer acto del golpe
sucedió la mañana del 1 de diciembre de
Don Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, fue una figura decisiva en los reinados de 1640, cuando un grupo encabezado por
su padre y de Carlos II, como don Juan de Austria, bastardo de Carlos V, lo fue en el de Felipe II. un pequeño contingente de fidalgos asal-
tó, en nombre del duque de Braganza, el
anunciada el 14 de junio de 1639, que reivindicación nacional estuvo práctica- palacio de la Ribeira de Lisboa, residen-
suponía la supresión del Consejo de Por- mente ausente. cia de la virreina, la duquesa de Mantua.
tugal y el establecimiento de dos juntas Aunque la cuestión nacional no fue Aunque no fue unánimemente apoyado,
–una en Lisboa y otra en Madrid– para determinante en el conflicto portugués, la publicística portuguesa presentó el gol-
tratar los asuntos portugueses. Para los sí facilitó la convergencia de actitudes pe como una Restauración de Portugal
fidalgos la supresión del Consejo era una favorables al golpe. La desaparición del a la condición completa de reino.
pérdida importante, porque permitía que rey Sebastián en la batalla de Alcazar- De hecho, y aunque se produjo un
entrasen castellanos en el organismo que quivir, en 1578, había despertado una cambio dinástico, no se alteraron ni el
tramitaba la concesión de mercedes y se corriente mesiánica en la que desem- derecho ni las estructuras sociales. Des-
ponía en peligro el estatus preeminen- bocaron aspiraciones y legitimaciones de este punto de vista, no hubo nada de
te de Portugal dentro de la monarquía dinásticas. La resistencia antiolivarista se revolucionario en 1640. Pero poco se
hispánica como reino por sí mismo. Des- aglutinó, como movimiento dinástico, en hubiera conseguido si no se hubiese te-
de este punto de vista, el golpe de Es- torno a los desatendidos derechos su- nido el apoyo internacional de la alian-
tado fue un movimiento constitucional. cesorios de los duques de Braganza, ca- za antihabsburgo del último período de
sa que estaba emparentada con la ex- la Guerra de los Treinta Años, y si no se
Nacionalismo ausente tinguida línea de los Avís, pero que en hubiera desplegado una prolífica publi-
Sin embargo, el efecto negativo de estas 1580 no obtuvo el favor ni siquiera de cística al servicio de la nueva dinastía.
medidas (fiscales e institucionales) no se la fidalguía. Las dificultades por las que atravesa-
iba a apreciar tanto en la autonomía de Además de las causas fiscales y de la ba la monarquía hispánica con los fren-
Portugal, como en los particulares inte- cobertura dinástica y mesiánica a esas re- tes abiertos en Cataluña y las Provincias
reses de diferentes grupos (juristas, ecle- sistencias, el golpe de Estado fue también Unidas, le llevó a retrasar la invasión de
siásticos, letrados, nobles); es por esta consecuencia de otros factores socio-eco- Portugal hasta casi 1660. Durantes esos
razón que, como ha advertido Bouza, la nómicos. Desde finales del siglo XVI, años, Portugal se preparó diplomática

56
1640, EL AÑO FATÍDICO
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

–pactos de 1654 y 1661 con Inglaterra– mayor intensidad, a raíz de los motines exigencia de levas militares para desac-
y militarmente. La incapacidad para pre- de la sal de 1631-1634 en Vizcaya y de tivar el golpe portugués, sus conse-
parar una invasión con algunas garan- las protestas del clero sevillano, de las cuencias fueron inmediatas –despobla-
tías de triunfo fue constante. Al final, la conflictivas recaudaciones de millones, ción de los estados señoriales, subida en
guerra se resolvió, tras la desastrosa de la contestada imposición del papel los costes de la mano de obra– y se su-
campaña de 1665, con la firma del tra- sellado, de las rechazadas ventas de bal- maron a la progresiva caída que estaban
tado de Lisboa el 13 de febrero de 1668, díos, o del criticado envío de ejecutores experimentado las rentas aristocráticas.
en el que se reconocía la independen- judiciales para el cobro de alcabalas y “Todos se quejan, chicos y grandes, y
cia de Portugal y se le devolvía todos sus otros impuestos. nadie sabe de dónde ha de venir el re-
territorios, a excepción de Ceuta. La rebelión catalana y el golpe de Es- medio”, escribía un jesuita en 1641. La
La crisis de 1640 tuvo también su re- tado portugués tuvieron, además, un im- fallida conspiración del duque de Me-
flejo en tierras castellanas, donde se su- pacto inmediato en la esquilmada Cas- dina-Sidonia y el marqués de Ayamonte
en tierras andaluzas puso de manifies-
to el profundo descontento aristocrático
La rebelión catalana y el golpe portugués con la gestión del conde-duque. Su ca-
afectaron a la esquilmada Castilla, donde ída en 1643 no fue obstáculo para que
el duque, que había sido encarcelado en
hubo alteraciones entre 1631 y 1652 1642, muriese en prisión en 1664, y que
el marqués fuese ejecutado en 1648.
frieron alteraciones graves en múltiples tilla. A partir de 1640, se incrementó la
ciudades entre 1631 y 1652. El estudio presión fiscal y la exigencia de nuevas La sátira como arma
de estos motines o alteraciones han per- y numerosas levas. La demanda de un Antes de esta conspiración, Olivares no
mitido demostrar, en palabras de Gela- servicio militar personal (o provisión de había podido evitar una progresiva de-
bert, que la imagen de una Castilla dó- sustituto) alcanzó a todos los hidalgos, serción en su facción que debilitó aún
cil y sumisa ante las exigencias de Oli- caballeros de las órdenes militares o fa- más sus apoyos entre la aristocracia. En
vares y sus herederos es totalmente fal- miliares de la Inquisición; se reabrieron este contexto, la sátira política fue un ar-
sa. Aunque en Castilla no se alcanzó la expedientes en torno a los derechos so- ma muy útil para sus opositores, que in-
violencia de los conflictos en las pro- bre la tierra y a las alcabalas enajenadas, cidían en la evidencia de una “España
vincias periféricas, sí existió un profun- se comenzaron a retener los abonos por moribunda” metida en guerras, con tan-
do descontento. El período entre 1631 y juros, etc. El pulso con la nobleza se tas rebeliones y con una enorme presión
1642 ha sido considerado como el de extendió a los grandes señores con la fiscal y constantes alteraciones de la mo-
neda, que recordaban el costosísimo y
megalómano Buen Retiro, los supuestos
pactos de Olivares con el diablo, el po-
lémico reconocimiento de su hijo bastar-
do, sus despreciables hechuras y, por su-
puesto, la nefasta herencia tras su caída:

El Conde-Duque ha hecho lo que otro


hombre no ha hecho
de un rey de España ha hecho un
grande de Castilla
que es don Philipe el Grande
De un grande de España ha hecho
un rey
que es el Duque de Bragança, Rey de
Portugal.
De un Rey ha hecho un Conde
que es el Rey de Francia, conde de
Barcelona.
De un duque soberano ha hecho un
vasallo
que es el duque de Lorena.
De un príncipe cardenal ha hecho un
caballero andante
que es el Cardenal Infante
De una monarquía ha hecho una
San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres, óleo de Bartolomé Murillo de 1646, pocos provincia
años antes del motín del hambre en Córdoba, Madrid, Academia de San Fernando. que es Castilla. ■

57
El último retrato de
Felipe IV por Velázquez,
hacia 1652-1655,
Madrid, Museo del
Prado.

58
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

El final
EL REY, AL REMO
Tras la caída de Olivares, el monarca se puso al frente de los asuntos de
Estado. Xavier Gil Pujol dibuja el panorama político y los desafíos
de la monarquía hispánica en la segunda mitad del reinado de Felipe IV

T
ras no poca zozobra personal, acabaron por desacreditar no sólo al repartir las tareas del gobierno entre el
Felipe IV resolvió finalmente hombre, sino también a la forma del va- séquito real y el entorno de la reina, que
el 17 de enero de 1643 pres- limiento. Por ello, Felipe IV se encar- permaneció en Madrid. A lo largo de los
cindir de los servicios del gó de manifestar su voluntad de encar- meses siguientes, tres o cuatro nombres
conde-duque de Olivares. Según las pa- garse personalmente de la dirección del acabaron individualizándose de entre la
labras usadas a tal efecto, le autorizó a gobierno: “Yo tomo el remo”, declaró, pequeña constelación de ministros y
retirarse a sus estados. Hacía veintidós en frase famosa. Y aclaró que el desti- cortesanos que pugnaban por sobresa-
años que el valido estaba junto al rey, tuido valido no iba a ser reemplazado lir: el conde de Castrillo, que procedía
volcado en la conducción del gobierno “por nadie que no sea yo mismo”. de las filas olivaristas; don Luis de Ha-
de su vasta monarquía, la cual se en- ro, sobrino del mismo don Gaspar; el
contraba en guerra de forma ininte- Desterrado a Toro duque de Medina de las Torres, regre-
rrumpida desde antes de que don Gas- Olivares abandonó la Corte para insta- sado de un exitoso virreinato en Nápo-
par ganara la confianza real. Tanto en larse en Loeches, pequeña localidad cer- les, y don Juan José de Austria, hijo bas-
España como en otros países, la figura cana a Alcalá de Henares. El amplio y tardo y reconocido de Felipe IV, que de
del valido revestía unas características heterogéneo coro de sus críticos no que- momento iba a seguir la carrera militar.
especiales, que la diferenciaban de la dó satisfecho con un alejamiento que les A ellos se añadió un personaje singular:
de un alto ministro, pues en ella la con- parecía demasiado corto. En tanto que la monja sor María de Ágreda, superio-
fianza política se entremezclaba con una una cierta paralización de la maquinaria ra del convento carmelita de esa locali-
suerte de dependencia psicológica re- del gobierno daba pábulo a preocu- dad castellana, famosa por su intensa es-
cíproca, que resultaba difícil de vencer. pantes rumores acerca de su regreso, un piritualidad, con la que el rey trabó amis-
También Luis XIII de Francia venía dán- escrito anónimo que circuló por enton- tad y con la que iba a mantener una co-
dole vueltas a la destitución de su gran ces, el Nicandro, encendida defensa del rrespondencia regular hasta la muerte
colaborador, el cardenal Richelieu, ar- régimen de Olivares, levantó una reac- de ambos en 1665.
chirrival de Olivares, y en este sentido ción muy hostil, de modo que el conde- Si éstos eran los nombres más visibles
podría decirse que el cardenal rindió su duque fue finalmente desterrado a To- en la cima, en lo que respecta al se-
último servicio a su rey, muriendo (di- ro, donde moriría en 1645. gundo escalón del gobierno no hubo
ciembre de 1642) y ahorrándole, así, el La anunciada voluntad de Felipe IV de una renovación masiva de personal ni
trance de apartarle de su lado. gobernar por sí mismo parecía cumplir- una purga política, más allá de la caí-
Inicialmente, la caída en desgracia del se, pues, pese a las muchas especula- da de un puñado de nombres, entre los
conde-duque iba a comportar, asimis- ciones desatadas acerca de los movi- que el más destacado fue el famoso pro-
mo, la desaparición de la figura del va- mientos en torno a él, ningún ministro tonotario del Consejo de Aragón, Jeró-
lido. Las crecientes críticas de que ve- ni cortesano podía estar seguro de con- nimo de Villanueva, uno de las hechu-
nía siendo objeto Olivares (proceden- tar con la confianza real en exclusiva. A ras más significadas de Olivares. En
tes de la alta nobleza, de los poderosos ello también ayudaron las especiales cir- cuanto a la orientación política, hubo
ministros de los Consejos Supremos, de cunstancias del momento. Como ya hi- algunas señales de cambio. Por un la-
los sublevados en Cataluña y Portugal) ciera el año anterior, Felipe IV se tras- do, las Juntas, esos comités de ministros
ladó en la primavera de 1643 a Zarago- muy especializados mediante los que
XAVIER GIL PUJOL es profesor titular za para dirigir la campaña militar contra Olivares había intentado imprimir una
de Historia Moderna, Univ. de Barcelona. el levantamiento catalán y ello le hizo mayor resolución ejecutiva al gobierno

59
BIOGRAFÍAS y que, en buena parte, simbolizaron a eclesiástico y presidente de la Genera-
su régimen, fueron suprimidas, aunque lidad.
Cardenal Richelieu, 1585-1642
no en su totalidad. También en 1646 se celebraron Cortes
Miembro del Consejo Real, intervino en la
reconciliación entre María de Médicis y Luis de Castilla. En ellas se intentó de nue-
XIII y en recompensa se convirtió en presi- La guerra, siempre la guerra vo corregir el desequilibrio que fatídi-
dente de ese organismo en 1624. Auténtico En su lugar, los Consejos Supremos re- camente asfixiaba al sistema impositivo:
artífice de la política francesa, fortaleció la cuperaron su peso tradicional. Por otra como en tantos otros países, el peche-
autoridad real y no dudó en apoyarse en los parte, la política hacendística quiso ser ro castellano estaba sometido a una he-
protestantes para buscar refuerzos en políti- menos onerosa sobre los castigados terogénea variedad de figuras impositi-
ca internacional frente a
hombros de los contribuyentes. Pero la vas, cada una de ellas a cargo de agen-
los Austrias españoles.
Participó en la Guerra de guerra, siempre la guerra, una guerra tes recaudadores distintos, de tal modo
los Treinta Años (1635) que ni parecía tener fin ni parecía po- que se producía una gran diferencia en-
en alianza con Holanda, derse ganar, no dejaba muchas opcio- tre las cantidades tributadas y las que fi-
Suecia, Saboya y los pro- nes. En la maraña de la Guerra de los nalmente llegaban a las arcas reales.
testantes alemanes. Creó Treinta Años, los principales objetivos Por ello se volvieron a estudiar ciertos
las bases de la centrali- españoles seguían siendo el conflicto proyectos de contribución única, como el
zación política y admi-
nistrativa de Francia.
con las Provincias Unidas, acerca de las llamado medio de la harina. Pero si este
cuales se habían iniciado unas negocia- desequilibrio financiero era un rasgo co-
Luis XIII, 1601-1643 ciones muy trabajosas; el titánico en- mún en la Europa del momento, la si-
Fue rey de Francia entre 1610 y 1643, tras frentamiento con Francia, la otra gran tuación de los sectores productivos es-
la muerte de Enrique IV. Vivió inicialmente potencia católica, que ahora se diluci- pañoles presentaba rasgos negativos pro-
bajo la regencia de su madre María de Mé- daba también sobre suelo catalán; la re- pios. Según ha sintetizado Carmen Sanz
dicis. Posteriormente, encargó su gobierno
a Concini hasta que entró en escena Riche-
lieu, que se convertiría en su hombre fuerte
y al que apoyó frente a
En la Guerra de los Treinta Años, las
las conspiraciones de la
aristocracia. A pesar de
metas españolas eran los Países Bajos, el
su política exterior hostil pulso con Francia y recuperar Portugal
a los Austrias españoles,
estaba casado con Ana
de Austria, hija de Feli-
cuperación de Portugal, que no pudo ser Ayán, en conjunto no puede hablarse de
pe III y hermana de su objetivo prioritario a causa de la multi- decadencia económica sin más. Si bien
rival, Felipe IV. tud de frentes abiertos y de la dificul- desde inicios de siglo XVII, las significa-
tad de atender a todos por igual, y la de- das voces de los arbitristas venían aler-
Oliver Cromwell, 1599-1658 fensa del legitimismo de los Austria en tando de dificultades en distintas activi-
Diputado del Parlamento de Carlos I, se dis- los conflictos del interior del Imperio. dades, y si bien la coyuntura general eu-
tinguió por su defensa del puritanismo. Po-
Las Cortes de Valencia de 1645 y las ropea era de recesión, la realidad esta-
co a poco fue logrando celebridad por sus
ataques a la monarquía. de Aragón de 1646 supusieron un apo- dística ahora conocida obliga a modificar,
Cuando estalló la guerra yo político y financiero capital de am- por lo menos en parte, tan sombrío pa-
entre el rey y el Parla- bos reinos a la política de Felipe IV de norama. No se trataba de decadencia eco-
mento, venció en varias recuperar Cataluña. Tras haberse pues- nómica española general, sino más bien
batallas, condenó a to bajo soberanía borbónica francesa a de transformaciones y ajustes, e incluso
muerte a Carlos I y pro- inicios de 1641, el Principado se en- de especialización en diversos sectores.
clamó la república o
contraba ahora en una situación de De todos modos, algunos signos eran
Commonwealth en 1649.
Su gobierno derivó hacia práctica ocupación militar francesa, di- inequívocos: mientras el comercio in-
una dictadura militar. rigida por unos virreyes nombrados terior sufría una desintegración de de-
desde París, que contaban con un apa- terminados circuitos, la industria navie-
Jacobo I, 1566-1625 rato militar del que nunca dispusieron, ra dependía de la importación de pro-
Hijo de María Estuardo, sucedió a Isabel I ni con mucho, los virreyes españoles. ductos básicos (brea y mástiles) desde
en el trono, en 1603. Gobernó por medio de
En 1644 las armas de Felipe IV habían el Báltico. Era significativo que España
favoritos y dirigió una impopular política ex-
terior de acercamiento a España, hasta el tomado Lérida, ciudad en la que entró debiera importar productos de hierro
punto de que se barajó la posibilidad de un el rey en persona para renovar allí el ju- procedentes de Suecia, gran potencia lu-
enlace del príncipe de ramento de las leyes y constituciones terana que se había involucrado a fon-
Gales con una princesa catalanas que hiciera al inicio de su rei- do en la Guerra de los Treinta Años y
de la Casa de Austria. nado. Este hecho tuvo una enorme car- que era, por tanto, enemiga.
Debido a ello, se ganó la ga simbólica, máxime cuando los mo- Además, en 1647 llegaron los estragos
hostilidad del Parlamen-
to. Aunque se mantuvo
vimientos de resistencia catalana al do- de la peste, que se prolongarían hasta
fiel al anglicanismo de minio francés se iban haciendo más fre- 1652, afectando gravemente el Levante
sus predecesores, no per- cuentes, hasta llegar al encarcelamien- peninsular y Andalucía. Los responsa-
siguió a los católicos. to en 1646 de Gispert d’Amat, diputado bles de Hacienda no pudieron evitar

60
EL FINAL. EL REY, AL REMO
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

Encuentro de Felipe IV y Luis XIV en la isla de los Faisanes, según un tapiz de Charles Lebrun, Madrid, Embajada de Francia.

aplicar nuevas emisiones de vellón y Juan Palafox y Mendoza concitó la ene- contaba con fama de hombre bueno en-
otras manipulaciones monetarias ni tam- mistad de las fuerzas vivas locales, tan- tre los sectores populares, intervención
poco caer en nuevas suspensiones de to eclesiásticas como laicas, que final- pacificadora del clero, represión mode-
pagos en 1647 y 1652, que se sumaban mente lograron su destitución. La rebe- rada sobre los cabecillas y amplio per-
a la de 1627. El cúmulo de tales adver- lión de Nápoles fue la que revistió mayor dón real final.
sidades fue lo que don Antonio Do- gravedad. Iniciada en la plaza del Mer- A los movimientos citados hay que su-
mínguez Ortiz llamó, en un famoso ar- cado de la ciudad, bajo el liderazgo efí- mar dos episodios más, claramente in-
tículo, “la ruina de la aldea castellana”. mero del pescadero Masaniello, que se dividualizados, sucedidos asimismo en
Con semejante trasfondo, los años 1647 convertiría en una de las figuras popu- 1648. El duque de Híjar, noble de origen
y 1648 fueron testigos de un reguero de lares más conocidas en Europa, derivó en cántabro, que tomó el título de su espo-
sublevaciones y levantamientos popula- un ensayo de gobierno municipal inde- sa aragonesa, fue detenido junto a otros
res que no parecía detenerse. Valencia pendiente durante el invierno de 1647 a tres caballeros, acusados de oscuras cons-
ciudad, Palermo, Nápoles, Granada, Cór- 1648, el cual, pese al decisivo apoyo fran- piraciones secesionistas con apoyo fran-
doba, Sevilla y otras poblaciones anda- cés, acabó ante la doble acción militar y cés que, en cualquier caso, no contaron
luzas y México conocieron agitaciones di- diplomática de don Juan José de Austria, con el menor apoyo en Aragón. Pareci-
versas. La mayoría de ellas respondía al quien obtuvo la vuelta negociada de la damente, el capitán navarro Miguel de
tipo de motines de subsistencias provo- ciudad a obediencia de Felipe IV. Itúrbide fue asimismo encarcelado por
cados por la escasez y carestía del pan, En cuanto a las alteraciones andalu- sospechas del mismo tipo, que no se lle-
pero su eventual derivación hacia con- zas, que, con algunos lapsos, se pro- garon a concretar, pese a lo que murió
flictos políticos de mayores trascenden- longarían hasta 1652, sus protagonistas en prisión. Además, el marqués de Aya-
cias no dejó de estar siempre presente. fueron sobre todo los sectores menes- monte, que estaba preso desde su con-
trales de las tres capitales. Con grados jura andaluza de 1641, fue ejecutado.
Pesadilla en Valencia y Nápoles variables de violencia callejera, durante Junto a las movimientos de separación
Éstos fueron sobre todo los casos de Va- la que el grito más coreado fue el tra- de Cataluña y Portugal, iniciados en 1640
lencia, donde las protestas se refirieron dicional de “¡Viva el rey y muera el mal y que proseguían su curso respectivo, es-
también a la supresión por el virrey del gobierno!”, en las tres se repitió el mis- te conjunto de levantamientos y agita-
régimen municipal insaculatorio de la ca- mo esquema: destitución popular del ciones constituyen la manifestación es-
pital, que sería restituido a los pocos me- corregidor, nombramiento en su lugar pañola de un fenómeno europeo coetá-
ses; y de México, donde el implacable de una persona perteneciente a las fa- neo de mayor alcance: la sorprendente
celo reformador del obispo y visitador milias acomodadas de la ciudad que simultaneidad de episodios revoluciona-

61
corporaciones castellanas para negociar,
sortear o demorar las exigencias de la
Corona en la recluta y leva de soldados.
En el mismo sentido, y en relación a
los conflictos producidos en los años
1646-1648, antes referidos, es significa-
tivo que el régimen insaculatorio fuera
restituido en Valencia, Palafox y Men-
doza fuera apartado de sus cargos en
Nueva España y los nuevos corregido-
res aupados por la multitud fueran acep-
tados en las tres capitales andaluzas. Por
otra parte, la nobleza como grupo –y a
diferencia de lo sucedido en Francia– no
llegó a sentirse lo suficiente a disgusto
con aquel estado de cosas, como para
arriesgarse en aventuras sediciosas de
futuro incierto.
Sea como fuere, la capacidad del go-
bierno de Felipe IV de evitar males ma-
yores en una larga serie de conflictos in-
ternos obliga a cuestionar los tópicos so-
bre la decadencia, todavía tan asentados
en la visión habitual sobre la España del
siglo XVII. También la escena interna-
cional ofrece elementos para una tarea
parecida. Mediante la paz con las Pro-
vincias Unidas firmada en Münster, en
el marco de las Paces de Westfalia de
1648, la monarquía española reconoció
finalmente su independencia. Westfalia
marca un hito en la historia de las rela-
ciones internacionales y en la consoli-
dación del sistema europeo de estados.
Con todo, no puso fin al conflicto fran-
El príncipe Baltasar Carlos a caballo, bajo la mirada de sus padres (en el balcón) y en presencia co-español, que, iniciado en 1635, iba a
del conde-duque de Olivares, en las dependencias del Palacio del Buen Retiro (por Velázquez). perdurar todavía hasta 1659.

rios de mayor o menor envergadura su- importancia de esa otra cara de la mo- Luis de Haro, nuevo valido
cedida durante la década de 1640. La Re- neda, la “no rebelión” viene atrayendo Esta etapa contempló la consolidación
volución y Guerra Civil Inglesa, que in- la atención de los historiadores. Sucede, de don Luis de Haro como el nuevo va-
volucró asimismo a Escocia e Irlanda sin embargo, que no es nada fácil esta- lido de Felipe IV, confirmándose así lo
(1642-1649), y la Fronda francesa (1648- blecer las causas por las cuales un fe- que diversos indicios anteriores hacían
1652) son los otros grandes sucesos de nómeno histórico dado no sucedió, por pensar. Con todo, es de señalar que tan-
un vasto panorama que la historiografía mucho que, a tenor de las circunstancias to por la conocida voluntad del rey de
entronizó hace ya algunas décadas con del momento, parezca presumible que no delegar sus obligaciones como por
la expresión “crisis central del siglo XVII”. fuera a suceder. Uno de los motivos que el carácter del propio Haro, tan distin-
Sin embargo, en España no es menos ayudan a explicar la no rebelión en Cas- to de los impetuosos modos de su tío,
llamativa la simultánea ausencia de le- tilla, señalado por Elliott, fue la destitu- la forma de ejercer el valimiento ofreció
vantamientos en otras partes, pese a que ción de Olivares, pues desactivó de gol- visibles diferencias respecto a las de Oli-
las circunstancias parecían tan propicias pe la oleada creciente de descontento vares. Además, el duque de Medina de
para ellos. Ni el reino de Aragón ni el de que se estaba levantando en diversos las Torres conservó un cierto relieve en
Valencia se sublevaron, mientras que sectores políticos y sociales. los asuntos de gobierno. La guerra con
Castilla, cuyas agitaciones han permiti- Otro motivo, señalado por Gelabert, Francia y, en particular, la recuperación
do a Juan Gelabert calificarla adecuada- es que la Corona retiró aquellos pro- de Cataluña, siguieron siendo uno de los
mente de “convulsa”, no conoció una yectos que más oposición levantaron, objetivos principales del gobierno, que
sublevación de mayor profundidad ni empezando por el impuesto sobre la sal, ahora debía perseguirse en un marco de
consecuencias. en 1632. Y Ruth McKay ha subrayado la relaciones internacionales distinto. Tras
Desde que J.H. Elliott subrayara la inusitada capacidad de las localidades y la decapitación de Carlos I Estuardo en

62
EL FINAL. EL REY, AL REMO
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

1649, la irrupción en el tablero interna- La extenuante guerra con Francia lle-


cional del Protectorado británico de gó a su final en 1659, con la Paz de los
Cromwell, con su agresivo expansionis- Pirineos. Firmada por don Luis de Ha-
mo colonial, fue un factor a añadir a los ro y el cardenal Mazarino en unos pa-
cambios establecidos por Westfalia. Las bellones reales levantados en la isla de
Provincias Unidas, enzarzadas en el que los Faisanes, en el cauce del Bidasoa,
sería largo choque colonial con el Pro- cerca ya de su desembocadura, sancio-
tectorado, se convirtieron ahora en alia- nó el ascenso de la Francia de Luis XIV
das de España, la cual, por su parte, per- a la hegemonía política y militar en el
dió Jamaica a manos inglesas. Mientras continente. Pero en el aspecto territorial
tanto, Francia intentó jugar la baza del no resultó demasiado gravosa para la
Protectorado a su favor. monarquía española, pues ésta cedió tan
sólo el Artois, el Rosellón y parte de la
Tres éxitos Cerdaña. En el aspecto económico, en
En este nuevo tablero internacional, en cambio, claramente más lesivos resul-
el año 1652 las armas de Felipe IV lo- taron los artículos que concedían a Fran-
graron la recuperación de tres plazas de cia amplias ventajas, que abrieron los
primera importancia: Dunkerke, Casale mercados españoles a los productos ma-
y Barcelona. Estos tres resonantes éxi- nufacturados franceses.
tos constituyen un recordatorio de que Concluida la paz con Francia, Felipe IV
tampoco en este aspecto deben exage- pudo por fin dirigir sus menguados re-
rarse los signos de decadencia, los cua- cursos a la recuperación de Portugal. A
les, en cualquier caso, no dejaban de ser lo largo de los años anteriores las hosti-
visibles, como habían puesto de mani- lidades entre España y el Portugal bra-
fiesto las severas derrotas padecidas en gancista se habían reducido a una gue-
Rocroi (1643) y Lens (1648), considera- rra de baja intensidad, cuando no a me-
das habitualmente como señal del fin de ros saqueos. No habían faltado tampoco
la que había sido duradera hegemo- operaciones de mayor enjundia, con re-
nía de los tercios españoles en los cam- sultados alternos: toma de Olivenza por
pos de batalla centroeuropeos. los españoles y victoria portuguesa en
El héroe de la recuperación de Bar- Elvas. Pero ahora, y pese al fallecimien-

Durante los 44 años de reinado de Felipe IV,


uno de los más largos de la historia de Mariana de Austria actuó como regente
durante la minoría de edad de Carlos II, por
España, no hubo ni uno sólo sin guerra Velázquez, Madrid, Museo del Prado.

celona fue don Juan José de Austria. Tras to de Haro en 1661 y a la postura de Me- tre de Montes Claros. Su reinado de cua-
negociar con las autoridades municipa- dina de las Torres, partidario de la ne- renta y cuatro años, uno de los más lar-
les las condiciones de su capitulación, gociación, la monarquía de Felipe se gos de la historia de España, no cono-
concedió un perdón general en nombre aprestó a un esfuerzo bélico extremo. Pa- ció ni un sólo año sin guerra abierta en
de su padre, el Rey, y el día 13 de oc- ra acometer la que había de ser ofensi- un frente por lo menos. Durante su se-
tubre realizó su entrada en la ciudad. La va final, se procedió a nuevas operacio- gunda mitad se agudizaron los desarre-
parte de Cataluña que permanecía aún nes monetarias y a otra suspensión de glos financieros, se extendieron los le-
bajo soberanía borbónica siguió mayo- pagos en 1663, la cuarta del reinado. Pe- vantamientos sociales y se perdió ine-
ritariamente la opción de la capital. El ro las severas derrotas españolas en Es- quívocamente la hegemonía internacio-
regreso de ciudad y Principado a la obe- tremoz (1663) y en Montes Claros (1665) nal largamente ostentada. Pero la segun-
diencia de Felipe IV se realizó median- zanjaron la cuestión en favor de Portu- da mitad también presenta activos no me-
te el mantenimiento de sus privilegios y gal, que, gracias también al apoyo directo nores: la capacidad de contención de
leyes, excepto que la Corona se reservó militar y diplomático de Francia y de In- gran parte de esos mismos levantamien-
la capacidad de supervisión de las in- glaterra, vio finalmente reconocida su in- tos y el logro en no salir tan malparado
saculaciones del Consell de Cent barce- dependencia en 1668, junto a su vasto en pérdidas territoriales como pudo lle-
lonés y de la Diputación General. Si és- imperio ultramarino. Ceuta, plaza portu- garse a temer. Gran parte de la sociedad
te era un cambio importante, no menos guesa que en 1640 no había secundado española quedó postrada, sin duda. Pe-
cierto es que Felipe IV desestimó un el levantamiento de Juan IV, permaneció ro esta otra cara de la moneda no debe
programa de represión claramente más bajo soberanía española. ser subestimada, sino que obliga a re-
severo que le fue presentado por el Con- Profundamente decepcionado, Feli- considerar la intensidad, manifestaciones
sejo de Aragón. pe IV falleció poco después del desas- y ritmos de la decadencia. ■

63
El Atlas del marqués de Heliche

UN INMENSO
Un equipo de historiadores españoles ha descubierto un excepcional
documento cartográfico sobre las plazas fuertes del Imperio español en
1655. Los tres investigadores explican el origen y las peripecias del
hermoso libro, cuya recuperación sucede en poco tiempo a la del Atlas
de España encargado por Felipe IV a Pedro Texeira

A
finales de 1689, la ciudad de Europa occidental el pasado godo de la
Madrid fue testigo excepcio- nación sueca. Por tanto, la misión diplo-
nal del comienzo de una gran mática que trajo a Sparwenfeld a Espa-
almoneda pública protagoni- ña es bien conocida, al igual que el pa-
zada por las herederas de don Gaspar de radero del material que fue adquirido en
Haro y Guzmán, marqués de Heliche y Madrid, buena parte del cual hoy se con-
VII marqués del Carpio tras la muerte de serva en la Biblioteca Real de Estocol-
su padre. En ella se liquidaba buena par- mo y en la Biblioteca de la Universidad
te del fabuloso patrimonio que había lo- de Uppsala.
grado acumular a lo largo de su vida el Sin embargo, nada se sabía de un pre-
que fuera hijo primogénito del último va- cioso Atlas que fue también adquirido
lido de Felipe IV. Las transacciones tu- por Sparwenfeld en la almoneda del Jar-
vieron lugar en la casa familiar del Jardín dín de San Joaquín. Esta obra cartográ-
de San Joaquín y a ellas acudieron no só- fica, que perteneció al marqués de He-
lo los numerosos acreedores del mar- liche, ha permanecido en Suecia desde
qués, sino también compradores de di- hace más de tres siglos, custodiada pri-
versos rincones de Europa. Entre ellos se mero en la Biblioteca Real y, más tarde,
encontraba el diplomático sueco Johan en el Archivo Militar de la ciudad de Es-
Gabriel Sparwenfeld quien, durante los tocolmo, el Krigsarkivet, a donde se tras-
primeros meses de 1690, consiguió ha- ladó en 1880 por decisión real, y don-
cerse con algunas de las más valiosas jo- de se conserva en la actualidad en la sec-
yas librarias y manuscritas de la impo- ción Handritade Kartverk, volumen 25.
nente biblioteca del marqués del Carpio, El azar y una buena dosis de intuición
para trasladarlas a Suecia. Sparwenfeld han hecho posible que tan importante
satisfacía así los deseos de su rey, Car- legado fuera localizado hace tres años
los XI, quien un año atrás le había en- por Carlos Sánchez Rubio, quien por en-
comendado la rocambolesca misión tonces se encontraba trabajando en la
de rastrear documentalmente por toda creación del Museo Luis de Morales de
la ciudad de Badajoz. Las pesquisas pa-
ra localizar un plano de esta ciudad ex-
ISABEL TESTÓN NÚÑEZ es profesora titular de tremeña le llevaron a contactar con el Ar-
Historia Moderna, Univ. de Extremadura.
chivo Militar de Estocolmo. Inmediata-
ROCÍO SÁNCHEZ RUBIO es profesora titular de
Historia Moderna, Univ. de Extremadura. mente se organizó un viaje a la ciudad Felpe IV en 1632, por Velázquez. La
CARLOS SÁNCHEZ RUBIO es gerente de la em- nórdica para contemplar y analizar in si- cartografía fue muy importante en la Corte
presa 4 Gatos Badajoz, S.L. tu el hallazgo. Un viaje que siempre del Rey Planeta, Londres, Galería Nacional.

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FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

TERRITORIO
recordaremos con mucha emoción por
el éxito de nuestra empresa y por la ex-
quisita atención del personal del Archi-
vo, a quienes conseguimos contagiar
nuestro entusiasmo. Nos encontrábamos
ante una obra inédita y desconocida pa-
ra la historiografía modernista, realizada
a principios de la década de 1650 por
un pintor italiano, a quien se la encargó
uno de los mayores coleccionistas de ar-
te de la historia y un personaje de gran
influencia en la Corte española de la
época: don Gaspar de Haro y Guzmán.
El Atlas se encuadernó en Madrid en
1655, con el título de Plantas de dife-
rentes Plazas de España, Italia, Flandes
y las Indias. Incluía 133 imágenes de pla-
nos, vistas y descripciones de asedios y
batallas del Imperio de Felipe IV, pre-
tendiendo mostrar el espejismo de una
monarquía todavía imbatible en Europa.
El Atlas de Heliche no fue realizado pa-
ra ser divulgado o mostrado a personas
ajenas al entorno de donde surgió, sino
para ser un tesoro de alto interés políti-
co y militar que su dueño guardó celo-
samente durante muchos años. Un te-
soro que formaba parte de su impresio-
nante biblioteca, que fue la admiración
de todo Madrid, donde se custodiaba
junto a otros muchos volúmenes de car-
tografía, a la que Heliche fue tan aficio-
nado. Con ese mismo título aparece el
Atlas consignado en el inventario de la
biblioteca que se realizó tras la muerte
de su propietario y que conocemos gra-
cias a la generosidad del profesor Fer-
nando Bouza.
Estamos ante un nuevo hallazgo car-
tográfico que sitúa una vez más en el
punto de mira de la investigación his-
tórica a la cultura cartográfica de la Cor-
te del Rey Planeta. En fechas recientes
Fernando Marías y Felipe Pereda des-
cubrían la magnífica obra que el cartó-
grafo portugués Pedro Texeira hiciera Planta del Golfo de Mallorca, una de las pocas láminas verticales del Atlas del marqués de
por encargo de Felipe IV. Dos obras tan Heliche, confeccionado por el pintor italiano Leonardo de Ferrari.

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diferentes en cuanto a contenidos y ob- fortalezas que defendían el Milanesado,
jetivos, pero muy próximas en hermo- el corazón del Imperio en Italia; sin ol-
sura. Es posible que Heliche, como en vidar las fronteras marítimas en el área
otras tantas parcelas de su vida, tratara mediterránea, donde Sicilia adquiere una
de emular y de paso agradar a su mo- importancia relevante.
narca con esta obra digna de reyes. Queda claro que cuando se materiali-
El Atlas fue dibujado entre 1650 y 1655 zó el proyecto cartográfico de Heliche
por Leonardo de Ferrari, pintor italiano los frentes militares que hemos referi-
con escasa huella documental en Espa- do no eran los únicos que tenía abiertos
ña, pero con prestigio. La obra recrea con la monarquía hispánica, pero sí es ver-
bellas imágenes un espacio nada idílico, dad que eran los más acuciantes en la
pues lo que en él se plasma es un reco- política de supervivencia, ya por enton-
rrido por las “llaves del Imperio”, plazas ces predominante en esta Monarquía.
fuertes y lugares estratégicos que confi- Por ello Flandes y el Imperio colonial,
guraban las fronteras tensionadas del en- aunque visibles en el Atlas –con 4 y 13
tonces Imperio hispánico. Contiene 133 imágenes, respectivamente– delatan un
imágenes de plazas fuertes, vistas de en- nivel menor de interés, bien porque los
claves y descripciones de asedios y ba- conflictos abiertos en esos espacios es-
tallas localizadas todas en las fronteras taban en vías de solventarse, o porque
terrioriales y marítimas, en las “zonas ca- otros mayores minimizaban la proble-
lientes” del Imperio de Felipe IV. Éstas mática presente en estos territorios.
por aquellos años se concentraban, so- Tanto la traza de los dibujos, como la
bre todo, en las penínsulas Ibérica e Itá- Johan Gabriel Sparwenfeld adquirió para
firma que sistemáticamente Ferrari es-
lica, pues en una y otra se encontraban Suecia el Atlas del marqués de Heliche, tampó en ellos, testimonian que toda la
los más importantes frentes bélicos que Universidad de Uppsala. obra fue realizada por su mano. Un pin-
tenía abiertos la monarquía en el mo- tor y no un cartógrafo o ingeniero mili-
mento de la ejecución del Atlas. En el cuya atención volvía a un primer plano tar, al que don Gaspar proporcionó in-
caso de la Península Ibérica –con 58 pla- tras el estallido en 1635 de la guerra his- formación secreta procedente del pala-
nos– todos los ejemplos que copió Fe- pano-francesa, y los frentes bélicos que cio familiar de Madrid, donde se custo-
rrari pueden ubicarse, sin excepción, en originaron las insurrecciones de Catalu- diaban no sólo los documentos milita-
torno a las fronteras terrestres y maríti- ña y Portugal desde 1640. Por su parte, res producidos durante el valimiento de
mas surgidas a raíz de los conflictos que el frente italiano –con 55 imágenes– se su padre, sino también aquellos origi-
a mediados de siglo llegaron a poner en subraya con los planos de los presidios nados en la privanza de su tío abuelo,
peligro la supervivencia misma de la mo- de la Toscana, las plazas fuertes que ja- el conde-duque de Olivares.
narquía hispánica. La frontera pirenaica, lonaban el célebre Camino Español y las El pintor dispuso de iniciativa a nivel

Don Gaspar de Haro y Guzmán


D on Gaspar de Haro y Guzmán –mar-
qués de Heliche, VII marqués del Car-
pio, II duque de Montoro y III conde de Mo-
en algunos episodios de la Guerra de Por-
tugal. En 1668 fue nombrado plenipoten-
ciario español en la firma de la paz con la
rente–, fue un personaje de gran relevancia que se puso fin a la guerra de Restauración
en la Corte española del siglo XVII. Nació portuguesa, y años más tarde fue designado
en Madrid en 1621 y fue el primogénito de sucesivamente embajador en Roma y virrey
don Luis Méndez de Haro, valido de Feli- de Nápoles. Fue sobre todo en Italia, du-
pe IV, y de doña Catalina Fernández de Cór- rante los años que permaneció como repre-
doba, hermana del conde-duque de Oliva- sentante de la Corona española, donde de-
res. Su amistad con el malogrado príncipe sarrolló hasta límites inimaginables sus ac-
Baltasar Carlos y su condición de hijo del va- tividades de coleccionista, cuando la avidez
lido presiden la primera etapa de su vida, en por las obras de arte, especialmente las pin-
la que títulos, cargos y prerrogativas le per- turas, había presidido gran parte de su exis-
miten alcanzar la cima de su posición social tencia. Su afán coleccionista consumió su in-
y política. Fue en este contexto cuando man- mensa fortuna. Cuando la muerte le sor-
dó ejecutar el Atlas a Leonardo de Ferrari. prendió en Nápoles, en 1687, sus herederas
La muerte de su progenitor precipita su optaron por subastar en Madrid buena par-
descrédito en la Corte y su descenso políti- Don Gaspar de Haro y Guzmán, anónimo a te de sus colecciones de libros, obras de ar-
co, que en parte consigue frenar participando lápiz, Madrid, Biblioteca Nacional. te y documentos.

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EL ATLAS DEL MARQUÉS DE HELICHE
FELIPE IV, EL IMPERIO ACOSADO

estético, pero el contenido de la obra fue ble merced a una cuidada selección de
dirigido por el marqués de Heliche, se- gestas victoriosas. En ésta, como en tan-
leccionando el material que debía re- tas otras facetas de su vida, Gaspar de Ha-
presentarse en ella. Interesa resaltar el ro dio muestras de seguir los pasos de su
origen y las características de ese ma- rey como el más fiel de sus cortesanos.
terial, ya que se trataba de una docu-
mentación excepcional, de uso restrin- Un secreto compartido
gido por razones de seguridad. Un ma- El Atlas localizado en Estocolmo ha si-
terial cartográfico de autoría, escalas y do publicado por la Presidencia de la Jun-
procedencia muy diversas que el pin- ta de Extremadura, con el título Imáge-
tor uniformó y embelleció para dar a la nes de un Imperio perdido. El Atlas del
obra el aspecto homogéneo y estético Marqués de Heliche, Badajoz, 2004. La
con el que finalmente se encuadernó. obra está destinada no sólo a difundir las
Algunos de los planos que sirvieron de imágenes que en tiempos sirvieran para
modelo al pintor viajaron también a Sue- satisfacer la autocomplacencia del mar-
cia junto con el Atlas y se encuentran qués de Heliche, sino también a dar a co-
depositados en el mismo archivo. nocer el contexto histórico, político y car-
tográfico en el que se gestó el proyecto.
Propaganda y poder En esta labor han colaborado reconoci-
Aun teniendo presente la excepcional dos especialistas como Antonio Domín-
personalidad del marqués de Heliche y guez Ortiz, a quien de manera póstuma
su obsesión por el coleccionismo, cues- se le dedica la obra, John H. Elliott (Uni-
ta aceptar que el Atlas fuera concebido Perspectiva del Castillo de Sciacca, una
versidad de Oxford), Richad Kagan (Uni-
exclusivamente para la autocomplacen- fortaleza en la isla de Sicilia, que era decisiva versidad Johns Hopkins de Baltimore),
cia. Es sabido que el marqués de Heli- para el control del Mediterráneo. Magnus Mörner (Universidad de Gotem-
che y otros aristócratas de la Corte ma- burgo) y Ulf Södeberg y Björn Gävfert
drileña coleccionaban pinturas, porque Apenas unos instantes de gloria, en los (director y jefe de la Cartoteca del Archi-
esa práctica se había convertido en un que algo tenía que ver el hombre que vo Militar de Estocolmo). Los responsa-
medio casi imprescindible para mante- manejaba el timón de la monarquía al bles de la edición de la obra y autores de
nerse cerca del monarca, para afianzar- lado del rey: Luis Méndez de Haro. Por este artículo incorporan un amplio estu-
se en el poder y para poner de mani- eso una persona tan cercana a él, co- dio sobre el contexto histórico en el que
fiesto su posición privilegiada. mo era su primogénito no dudó en apro- se enmarcan las imágenes del Atlas.
Creemos que los dibujos del Atlas es- vechar esa sensación de triunfo para en- Las bellas figuras que dibujó el pintor
condían fines que trascendían el puro in- salzar ante el rey y la Corte a don Luis, boloñés para deleitar a un “mecenas va-
terés estético. La obra se encuadernó y de paso a los suyos, en aras de su ex- nidoso” nunca salieron del ámbito de lo
apresuradamente en 1655 y hay muchos clusiva promoción personal, coinci- privado, como la política de sigilo de la
indicios que apuntan a que está incon- diendo con unos años en los que don monarquía católica exigía. Luego, el ol-
clusa. Puede ser que se finalizara con pre- Gaspar acariciaba la idea de suceder al- vido y la distancia contribuyeron a ha-
mura, porque su promotor lo estimó gún día a su padre en el valimiento. cerlas inaccesibles. Hoy, gracias a su edi-
oportuno, o porque el pintor no pudo El marqués de Heliche no ignoraba las ción, el Atlas del marqués de Heliche se
proseguirla, pero no podemos obviar las modernas formas de propaganda del po- pone al alcance de los españoles en ge-
negociaciones de paz entre Francia y Es- der, entre las cuales la representación vi- neral y de los investigadores en particu-
paña, en el verano de 1656, en las que ac- sual se había revelado de las más efica- lar, adquiriendo así un papel social para
tuaba como plenipotenciario de la dele- ces. Por ello, concibió que uno de los me- el que nunca fue concebido. ■
gación española Luis Méndez de Haro. Es jores medios para ensalzar la política de
posible que su hijo quisiera obsequiarle su padre ante los ojos del monarca era
con esta exquisita obra para que la utili- dejarla plasmada en imágenes que rela- PARA SABER MÁS
zara como material de trabajo en las ne- taran los triunfos alcanzados por las tro- ARANDA, F. J. (dir.), La declinación de la Mo-
gociaciones. Pero de lo que no cabe la pas del rey de España durante la privan- narquía Hispánica en el siglo XVII, Universi-
dad de Castilla-La Mancha, Cuenca, 2004.
menor duda es de que el Atlas se conci- za de don Luis Méndez de Haro. Sólo ELLIOTT, J. H., El conde-duque de Olivares. El polí-
bió también con fines propagandísticos, victorias y plazas conquistadas, nunca tico en una época de decadencia, Barcelona, Críti-
al servicio de la familia de Haro, como derrotas y enclaves perdidos; ese fue el ca, 1990.
confirma el contenido de las imágenes. lema en la representación. El marqués de ELLIOTT, J. H., y otros, 1640. La Monarquía Hispá-
nica en crisis, Barcelona, Crítica, 1992.
A comienzos de la década de 1650, la Heliche no inventaba nada nuevo. ¿Aca- GARCÍA CÁRCEL, R., Historia de Cataluña. Siglos
monarquía hispánica vivía momentos de so las pinturas que decoraban el Salón de XVI-XVII, Barcelona, 1985, 2 vols.
“gloria”, en los que su poderío militar Reinos del Buen Retiro no cumplían una GELABERT, J. E., Castilla convulsa (1631-1652),
Madrid, 2001.
parecía resurgir, superando los grandes función similar? Unas pinturas donde la
VALLADARES, R., La rebelión de Portugal (1640-
reveses de años precedentes. Tal sensa- grandeza militar de Felipe IV y el pode- 1680). Guerra, conflicto y poderes en la Monar-
ción era un espejismo que duró poco. río de España recibieron expresión visi- quía Hispánica, Valladolid, 1998.

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