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DOSSIER

El efecto
MOZART
Wolfgang Amadeus Mozart
nació hace doscientos
cincuenta años en Salzburgo,
una efeméride que el mundo
celebra con pompa y mucha
música. La vida del genio,
que viajó por las principales
Cortes europeas, fue
valorada desigualmente por
sus contemporáneos, pero el
gran músico del Siglo de las
Luces logró trascender a su
época y pasar a la Historia
como el mayor creador
musical de todos los tiempos

42. Música para el Despotismo Ilustrado


Carlos Martínez Shaw

48. Las tribulaciones de un niño prodigio


Marina Alfonso Mola

53. Una revolución musical


José Luis Comellas

Mozart tocando el
58. Padre de la ópera moderna piano, a los nueve años,
Andrés Moreno Mengíbar por Duplessis, 1765.

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Música para el
DESPOTISMO
ILUSTRADO

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EL EFECTO MOZART

El principado eclesiástico de Salzbur-


La Viena que escatimó reconocimiento a Mozart go era, pues, un país independiente que,
naturalmente, se veía afectado por los
era la indiscutible capital musical de su tiempo sucesos del Imperio, aunque no pare-
y una vibrante ciudad, donde el despotismo ce que su sosegada vida se viese alte-
rada por grandes conmociones bélicas
ilustrado de la familia imperial austríaca o políticas. Insertos en el sur católico,
sus gobernantes experimentaron la in-
imponía decididas reformas. CARLOS fluencia de sus dos vecinos más pode-
rosos: el archiducado de Austria, feudo
MARTÍNEZ SHAW recrea los perfiles del mundo de la poderosa familia de los Habsbur-
gos, que ostentaba la dignidad imperial
centroeuropeo en que vivió y trabajó el desde finales del siglo XV, desde tiem-
pos de Maximiliano I, el abuelo de Car-
compositor de Salzburgo los V, y el ducado de Baviera, feudo de
otra importante dinastía, la de los Wit-
telsbach, que se había fortalecido en la
segunda mitad del siglo XVII, tras la gue-

M
ozart, como casi todos los rra de los Treinta Años, acrecentando su
Mozart componiendo; la vida del músico grandes compositores aus- territorio con el Alto Palatinado y ga-
se desarrolló entre Austria, Bohemia y tríacos, no era austríaco. nando en significación política con la
Baviera (por J. Bueche, 1880, Berlín). Había nacido en Salzburgo, obtención de la dignidad electoral. Es-
una ciudad cuyo nombre provenía de la ta doble presión se hizo a veces tan evi-
proximidad de unas salinas y cuyos orí- dente que, en 1606, el príncipe arzobis-
genes se remontaban a un monasterio po Wolf Dietrich von Raitenau llegó a
fundado en el Mönschberg por Ruper- imponer al cabildo catedralicio la deci-
to, obispo de Worms, que posteriormente sión de no aceptar nunca ni a un Habs-
sería promovido a cabeza de un obispa- burgo ni a un Wittelsbach para la sede
do (739) y de un arzobispado (798) an- archiepiscopal, lo que motivó seis años
tes de ser elevado, en el siglo XIII (1278), más tarde la invasión de Salzburgo por
a la categoría de principado eclesiástico un ejército de Baviera y el arresto y de-
del Sacro Imperio Romano Germánico, posición del atrevido prelado.
es decir, un Estado soberano de jerarquía
inmediatamente por debajo de los siete Principado eclesiástico
electorados, tres de ellos también ecle- Salzburgo sería, pues, un principado
siásticos y también archiepiscopales, los eclesiástico y alemán a lo largo de to-
de Colonia, Tréveris y Maguncia. Desde da la vida de Mozart. Tan sólo las pro-
entonces, los príncipes arzobispos ha- fundas alteraciones políticas y las am-
bían gobernado sin mayores sobresal- plias transferencias territoriales que fue-
tos ese Estado de dimensiones medias, ron consecuencia de la Revolución Fran-
uno de los más de trescientos con que cesa y la expansión napoleónica trans-
llegó a contar el conglomerado imperial. formaron esta situación. En 1802, Salz-
Antes del nacimiento del músico, pue- burgo fue secularizado, antes de ser en-
den consignarse como acontecimientos tregado al año siguiente al archiduque
más importantes la expulsión de los ju- Fernando de Toscana y de pasar en 1805
díos –en 1498, seis años después de que a integrarse –por el Tratado de Presbur-
lo hicieran Isabel y Fernando en Espa- go– en los dominios de Austria, de don-
ña–, el mantenimiento de la religión ca- de sería segregado e incluido en Bavie-
tólica frente al avance de la Reforma en ra por el Tratado de Schönbrunn de
Alemania en la primera mitad del si- 1809. La remodelación acometida por el
glo XVI y la expulsión de los protestan- Congreso de Viena significaría su defi-
tes –en 1731, menos de medio siglo des- nitiva incorporación a Austria en 1815 y
pués de la revocación por Luis XIV de el restablecimiento del arzobispado al
Francia del Edicto de Nantes, que había año siguiente, antes de pasar a conver-
establecido la tolerancia para con los hu- tirse en 1849 en lo que hoy sigue sien-
gonotes en 1598. do, una provincia autónoma de Austria.
De este modo, Mozart resulta ser súb-
CARLOS MARTÍNEZ SHAW es catedrático de dito de un soberano de segunda catego-
Historia Moderna, UNED. ría, pero al mismo tiempo es vecino de

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dos Cortes mucho más prominentes y bri- como las dos óperas patrocinadas por el
llantes, como eran las de Viena –y po- consistorio de Milán, Mitridate, rei del
tencialmente Praga, al ser los Habsburgos Ponto y Lucio Silla. Durante los años si-
reyes de Bohemia– y Munich –y poten- guientes –la década de los setenta– se
cialmente Mannheim, incluso antes de orienta de nuevo hacia Alemania, visi-
convertirse el elector palatino Carlos Teo- tando con gran aprovechamiento per-
doro de Salzbach en duque de Baviera en sonal y profesional Munich, Augsburgo
1777–. Entre estos Estados se desarrolla- y, sobre todo, Mannheim, donde que-
ría buena parte de su vida, como de- da impresionado ante su espléndido am-
muestra el hecho de que sus primeras sa- biente musical, ante aquella celebrada
lidas fuesen precisamente a Munich, Linz orquesta que había formado la familia
(capital de la Alta Austria), Presburgo o Stamitz y que ahora estaba bajo la di-
Bratislava (capital de la Hungría Real) y rección de Christian Cannabich. Y de
Viena, aunque sus aptitudes musicales le allí, otra vez a París, la brillante capital
condujeran más tarde a otros países, co- de los ilustrados y los enciclopedistas.
mo Francia –principalmente, París–, In- A su regreso a tierras de Alemania,
glaterra –principalmente, Londres, donde aún recibe Mozart una última satisfac-
establecería contacto con Johann Chris- ción. Carlos Teodoro de Salzbach, que
tiann Bach–, los Países Bajos, Suiza, di- después de heredar el ducado de Ba-
versos Estados y ciudades de Italia y otros viera se había trasladado a Munich, con-
El emperador José II compartió el poder con
Estados y ciudades libres de Alemania. su madre María Teresa y gobernó después en trata al músico para que componga una
solitario, de 1780 a 1790. nueva ópera, Idomeneo, re di Creta, que
La Guerra de los Siete Años se estrena en la capital bávara en 1781.
En 1756, el año del nacimiento de Wolf- nientes a causa del conflicto, aunque Fue una victoria personal, pero pírrica,
gang Amadeus Mozart, Austria, donde bien es cierto que su primer periplo de ya que los avances que Mozart había ve-
reinaba la emperatriz María Teresa larga duración no se iniciaría sino des- nido haciendo desde 1777 ante el elec-
(1740-1780), entró en la guerra que se- pués de la firma de la Paz de París, en tor para ser contratado en la nueva Cor-
ría llamada de los Siete Años, al lado de 1763. Del mismo modo, la paz es apro- te habían caído en saco roto, así como
Francia y de Rusia y frente a Prusia e In- vechada para visitar las Italias, donde co- también otras insinuaciones similares he-
glaterra. Ahora bien, no parece que Mo- secha grandes éxitos e incluso consigue chas en Italia y ante la Corte de Viena.
zart experimentase grandes inconve- algunos encargos de consideración, En cualquier caso, las experiencias

Salieri venció a Mozart en Hollywood


U na risita irritante y bobalicona corretea
por Viena en 1781. Bucea bajo las fal-
das de una damisela y desquicia con insolen-
signifique su triunfo. El de Salzburgo perece
entre deudas, prisas, alcohol y estajanovismo
al alba. Este relato, sacado del “libreto” de
Peter Shaffer, sirvió al director checo Milos
Forman para componer la película Amadeus
(1984), un biopic grandilocuente como Don
cia a chambelanes y cortesanos. Wolfgang Giovanni y sublime como Las bodas de Figa-
Amadeus Mozart, Wolfie, como le apoda in- ro. Salieri paladeó su triunfo doscientos años
fantilmente su amada Constanza, es un me- después resucitado en los rasgos de F. Murray
quetrefe con talento, un mono de feria elegi- Abraham. El actor de Pennislvania se llevó el
do por Dios para que, bajo sus pelucas de mil Oscar al condensar el drama, la admiración y
colores, alumbre la música más sublime ja- la tragedia del compositor italiano, al tiem-
más creada. Precoz, prodigioso, excesivo, ma- po que Tom Hulce, encargado de enfundar-
nirroto y borrachín, ha sido llamado a la Cor- se la peluca de Mozart, se quedó con la miel
te para deleitar al emperador Jose II y, de pa- de la nominación. La película, desenvuelta en
so, humillar la mediocridad de Antonio Sa- clave de flashback, echó a la saca otras siete es-
lieri, su músico de cámara. La ponzoña y los tatuillas, entre ellas mejor película, decora-
celos del músico italiano hacia su colega de do, dirección, maquillaje, sonido, vestuario
Salzburgo van in crescendo al reconocer el vir- y adaptación. Salieri, al fin, entró en el Olim-
tuosismo de su rival y su tirón entre el vul- po de la inmortalidad. En la secuencia final,
go. Envidia su maestría, desea su natural por- el decrépito compositor italiano recorre el sa-
tento. Defenestrado por el destino y abando- natorio donde está recluido. Postrado en una
nado por el Altísimo, el santurrón Salieri ur- silla de ruedas, como un papa extasiado de
de un plan para acabar con Mozart. Matará Cartel de la película Amadeus, de Milos
compasión, reparte piedad a locos y tarados;
al genio ahogándole con un encargo urgen- Forman, que se estrenó en 1984 y por la “¡Yo os absuelvo, mediocres del mundo!”.
te: un requiem póstumo que a la postre que ganó un Oscar F. Murray Abraham JAVIER CABALLERO

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MÚSICA PARA EL DESPOTISMO ILUSTRADO
EL EFECTO MOZART

Durante el reinado de la
emperatriz María Teresa, Austria
entró en la Guerra de los Siete
Años, junto a Francia y Rusia,
frente a Prusia e Inglaterra.

europeas no pudieron sino tener un efec- chase, en 1781, la ocasión de una visita Cracovia), a raíz del llamado primer re-
to devastador en Mozart, que conside- a Viena a requerimiento de su patrón, pa- parto de Polonia (1772) y de la Buko-
raba a su ciudad natal poco más que co- ra radicarse en la capital austríaca y no vina, tras el tratado de Kutchuk-Kainardji
mo un villorrio –pese a sus 17.000 habi- regresar nunca más a Salzburgo. (1774). El gobierno de este conglome-
tantes y sus bellezas objetivas– y, musi- A la llegada de Mozart, Viena era la rado estatal –de más de veinte millones
calmente hablando, un lugar incapaz de cabeza de una extensa monarquía com- de habitantes– recaía en el emperador
dar cauce a su talento. En 1771 había puesta de diversos Estados, entre los que José II, quien había compartido el po-
ocupado la sede, tras una reñida elección destacaba la propia Austria –un archi- der con su madre, María Teresa, desde
(cuarenta y nueve votaciones), Hyero- ducado que se había convertido en se- 1765, y lo ejerció en solitario desde 1780
nimus, conde de Colloredo, un perfecto de de un imperio–, el reino de Bohemia, y hasta su muerte en 1790, momento en
déspota ilustrado, inserto, por un lado, con su capital en Praga, y el reino de que le sucedió Leopoldo II, que, aban-
dentro de la corriente reformista del mo- Hungría, con su capital en Buda, ade- donando el Gran Ducado de Toscana
mento, que se afanó en promover la agri- más de otras regiones vecinas como la –del que había sido soberano–, continuó
cultura –drenando los pantanos–, reor- antigua Hungría Real, con capitalidad en su línea dentro del reformismo ilustrado
ganizar la hacienda pública, suavizar el Presburgo o Bratislava, Transilvania y durante su breve reinado (1790-1792).
sistema penal, simplificar el culto y dar Croacia, más otros territorios más aleja-
nuevo lustre a la universidad mediante la dos, como Lombardía y los antiguos Un mundo en cambio
contratación de profesores de prestigio, Países Bajos españoles. La pérdida de Mozart vivió, por tanto, en Austria los
pero imbuido, por otro lado, de un rígi- Nápoles y Sicilia por los preliminares diez últimos años de su vida bajo la égi-
do concepto de la autoridad y de la es- de la paz de Viena –1735, ratificados por da de dos típicos representantes del des-
tratificación social y dotado de un carác- el Tratado de Viena en 1738–, de Silesia potismo ilustrado, por más que muchas
ter destemplado, que le impidió aceptar por la Paz de Breslau –1741, ratificada de las medidas reformistas hubieran sido
el espíritu independiente y comprender el por el Tratado de Hubertsburg en 1763– implantadas ya durante el reinado de Ma-
genio musical de Mozart, que nunca pa- y de Parma por el Tratado de Aquisgrán ría Teresa por el primer ministro que sir-
só de ser primer violín suplente, con (1748), se había visto compensada en vió a ambos soberanos, el canciller Wen-
una remuneración acorde a tan discretas parte por la incorporación de la Galitzia zel Anton, conde, y luego príncipe, de
funciones. De ahí que el músico aprove- oriental y de la Pequeña Polonia (hasta Kaunitz-Rietberg.

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En primer lugar, la centralización po- forzó por lograr un control riguroso de
lítica y administrativa avanzó a partir de la Iglesia Católica, exigiendo el jura-
1761-1762, con la creación de una Can- mento a los obispos, reordenando las
cillería de Estado que fusionaba las de circunscripciones de parroquias y dió-
Austria y Bohemia y de un Consejo de cesis, fundando seminarios para la ins-
Estado que coordinaba los seis departa- trucción del clero, prohibiendo las prác-
mentos ministeriales especializados en las ticas consideradas supersticiosas y
distintas ramas de la administración, lo suprimiendo los monasterios que no es-
que se sumaba a otras instituciones fun- tuviesen consagrados a la enseñanza, la
dadas anteriormente en torno a 1749: el erudición o las obras asistenciales. De
Tribunal Supremo como corte de apela- ahí que, a partir de una frase de Fede-
ción en última instancia, la Academia Mi- rico de Prusia, se le llegara a conocer co-
litar de Wiener-Neustadt para la prepa- mo el “rey sacristán”.
ración de oficiales siguiendo el modelo
prusiano y el Theresianum para la for- La competencia de Berlín
mación de funcionarios, organismo este La vida cultural de este imperio ilustra-
último que, tras su reforma de 1774, es- do no se ciñó a la capital, pero alcan-
tuvo bajo la influencia del prestigioso ju- zó en ella su máxima expresión, hasta
rista Josef von Sonnenfels, que dio un ex- el punto de que empezó a pensarse que
traordinario impulso a los estudios jurí- podría arrebatar a Berlín el cetro de las
dicos y que tuvo un decisivo papel en Luces en el ámbito germánico. La Viena
la abolición de la tortura judicial, decre- de Mozart era una gran ciudad con más
tada en 1776. de doscientos mil habitantes –más de
diez veces los de Salzburgo en ese mo-
Ciencia e instrucción mento–, agrupados sobre todo en el in-
Otro dominio donde se dejó sentir la obra terior del viejo recinto fortificado, defi-
reformista fue el de la instrucción públi- nido por el ámbito cortesano de la Hof-
ca. Aquí, la figura más eminente fue la Catalina II de Rusia empujo a José II a una
burg y el ámbito patricio de la Herren-
del médico de la emperatriz, el flamenco guerra contra la Turquía otomana (anónimo, gasse, mientras surgían nuevos barrios
Gerard van Swieten, que reorganizó la San Petersburgo, Museo del Hermitage). periféricos, tanto para albergar las casas
enseñanza primaria, impuso el control es- de recreo de la nobleza y la burguesía
tatal sobre las universidades, renovó la ginando a las viejas autoridades locales, como para hacer frente a una creciente
Facultad de Medicina e impulsó el desa- y acentuó la unificación judicial, además población de desheredados, entre ellos
rrollo científico, promoviendo a las más de permitir el matrimonio civil y el di- varios miles de pobres para los que se
altas funciones a reconocidos sabios, co- vorcio. En materia económica fue un construyen hospicios y orfelinatos, más
mo el mineralogista Ignaz von Born o el convencido fisiócrata, que ordenó el le- un hospital general en 1784.
naturalista Nikolaus Josef Jacquin, que a vantamiento de un catastro, decretó la Del mismo modo, la ciudad vio mul-
través del Jardín Botánico instalado en el libertad del comercio de granos, supri- tiplicarse tanto las iglesias y las escuelas
palacio de Schönbrunn fomentó los es- mió las corporaciones, potenció los como los teatros y los paseos, que se
tudios de farmacia y botánica, apoyando puertos de Fiume y Trieste y, sobre to- abren al público, como ocurre con el Pra-
a otros naturalistas más jóvenes, como el do, decretó la abolición de la servi- ter –una reserva de caza de los archidu-
bohemio Thadeus Haenke, a quien re- dumbre personal, una medida que mu- ques–, con el Augarten o jardín de la Fa-
vorita –sede de la manufactura de por-
Jose II favoreció la carrera de Mozart en celana creada por Francisco I– o con
la nueva casa de fieras del palacio
Viena e incluso le encargó su primera de Schönbrunn. Mientras el Burgthea-
ópera en alemán, que se estrenó en 1782 ter de María Teresa es transformado por
José II en teatro nacional alemán en 1776,
comendó para integrarse, en 1789, en la chos de sus contemporáneos conside- proliferan los teatros populares, como el
expedición de Alejandro Malaspina, pa- raron como revolucionaria. famoso de Emmanuel Schikaneder en el
trocinada por la monarquía española. Sin embargo, su espíritu ilustrado y, arrabal de Wieden, y también los esce-
Esta obra fue seguida, con mayor ace- también, su tendencia intervencionista narios de marionetas, muy frecuentados
leración, por José II durante su gobier- se hicieron sentir especialmente en su por las clases populares, aunque menos
no personal (1780-1790). En el terreno política religiosa. En este terreno, im- apreciados por las autoridades ilustradas.
de la centralización, el nuevo soberano plantó la libertad de conciencia y una En este marco, la música alcanzó un
hizo del alemán la lengua administrati- restringida libertad de culto, reconoció excepcional desarrollo. Primero de la
va de un imperio donde coexistían nu- oficialmente a la masonería –a la vez que mano de Christoph Willibald Gluck, que,
merosos espacios idiomáticos, dividió el le imponía estrictas normas para evitar protegido por la emperatriz María
territorio en gobiernos provinciales, mar- una excesiva independencia– y se es- Teresa, pudo representar su ópera Orfeo

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MÚSICA PARA EL DESPOTISMO ILUSTRADO
EL EFECTO MOZART

La familia Mozart. Wolfgang y su hermana, al piano; el padre sostiene el violín; la madre preside (por Della Croce, Salzburgo, Casa de Mozart).

et Euridice en el Burgtheater en 1762, an- mán (Die Entführung aus dem Serail), re- atro de las corporaciones de la ciudad,
tes de ser nombrado compositor oficial presentada en el Burgtheater en 1782. su Don Giovanni en 1787. Y aquí, tras su
de la Corte. Más tarde, Viena acoge la Después seguirían, en el mismo escena- muerte, la orquesta del Teatro Nacional
música de Leopold Kozeluch, de Karl Dit- rio, primero Le Nozze di Figaro (1786) y programó una misa solemne “en señal de
ters von Dittersdorf, de Antonio Salieri, después Così fan tutte (1790), un diverti- su ilimitada veneración y estima” por el
de Franz Josef Haydn –bien que este úl- mento con el que el emperador quería compositor. En ese sentido, Praga, una
timo, afincado en los Estados húngaros posiblemente olvidarse por un momen- ciudad que también estaba conociendo
de los Esterházy, hiciera sólo breves apa- to de los sinsabores de la desdichada un auténtico renacimiento cultural a fi-
riciones por la capital imperial– y de guerra contra la Turquía otomana, a la nales del siglo XVIII, forma parte indu-
Wolfgang Amadeus Mozart, que, sin em- que se había visto empujado por Catali- dable del paisaje espiritual de Mozart.
bargo, no consiguió abrirse camino del na II de Rusia. Y, finalmente, Mozart aún Mozart fue un hombre de su tiempo,
todo ni en la estimación de la Corte –que recibiría un último encargo imperial, el un ilustrado que se sintió cómodo en el
no le nombró más que músico de cáma- de La clemenza di Tito, estrenada en Pra- clima del absolutismo reformista, aunque
ra con poco trabajo y escasa remunera- ga en agosto de 1791 para conmemorar no tanto con sus representantes políticos,
ción– ni en el corazón de los vieneses, la coronación del nuevo soberano, Leo- incapaces de reconocer la magnitud de
que acogieron con tibieza muchas de sus poldo II, como rey de Bohemia. su talento. Su mundo fue el del final del
obras maestras, le dejaron morir si no en Antiguo Régimen, al que apenas si lle-
la pobreza sí asediado por las estreche- “Mis praguenses” garon muy amortiguados los ecos de la
ces económicas y no le acompañaron en No era la primera ópera de Mozart re- Revolución Francesa, cuyos primeros epi-
su entierro. En cualquier caso, Viena era presentada en Praga, una de las ciuda- sodios ya estaban conmoviendo los ci-
la indudable capital musical del momen- des más queridas del compositor, quien mientos de Europa. Su horizonte espiri-
to y este hecho justificaba sobradamente encontró en ella a sus seguidores más fie- tual se encuentra en el espíritu igualita-
la elección del artista salzburgués. les, a los que llamaba cariñosamente “mis rio de Le Nozze di Figaro y en el anhelo
Porque hay que decir que, no obstan- praguenses” (meine Prager). Aquí com- de una felicidad terrena basada en la ra-
te esta cicatería básica, el emperador Jo- puso su famosa sinfonía nº 38, K 504 (lla- zón y la tolerancia que aparece en Die
sé II favoreció en otro sentido la carrera mada precisamente Praga), aquí obtuvo Zauberflöte. Su música es la expresión de
de Mozart en Viena. Fue el soberano un éxito espectacular con Le Nozze di esta vida mejor que el Siglo de las Luces
quien le encargó su primera ópera en ale- Figaro, aquí estrenó, por encargo del te- creía posible alcanzar en este mundo. ■

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NIÑO
Las tribulaciones de un

PRODIGIO
Convertido hábilmente por su padre en un fenómeno desde la infancia,
Mozart tuvo una vida breve pero fascinante, aunque las deudas y las
depresiones le persiguieron hasta su muerte. Marina Alfonso Mola
refuta tópicos y presenta los rasgos esenciales de su biografía

P
ese a su breve existencia, trein- niños comenzó pronto. Cuando Nannerl
ta y cinco años, no es fácil re- tenía siete años, se inició en los secre-
sumir las andanzas de una de tos del clavicémbalo, demostrando un
las mayores celebridades del talento sobresaliente. Pero lo más sor-
Setecientos, cuyos ecos de admiración prendente fue que su hermano, de tres,
aún resuenan. Anna Maria Mozart dio se sintió motivado para imitarla en el te-
a luz el 27 de enero de 1791 a su sép- clado y lo hizo muy bien. Su padre, de
timo y último hijo, al que se le impu- talento práctico y de formación adecua-
sieron los nombres de Joannes Chrisos- da para potenciar y pulir la facultades
tomos Wolfgang Gottlieb –por lo que era de sus hijos, recopiló un Notenbuch o
lógico que los diminutivos de Wolfgan- manual de prácticas con melodías or-
gerl, Wolferl y Wolfg se impusiesen en denadas de menor a mayor dificultad,
el ámbito familiar–. El padre, Leopold pasando Wolfg a incluir la música en-
Mozart, era un músico profesional (Ka- tre sus juegos infantiles. Y entre juegos,
pellmeister) al servicio del príncipe- a los cinco años compuso dos piezas
arzobispo de Salzburgo. cortas para clave y, a los siete, aprendió
Cuando se visita la casa natal de Mo- solo a tocar el violín. Nannerl y Wolferl
zart, se percibe la existencia de una fa- fueron los alumnos predilectos de su pa-
milia acomodada y es que, si bien los dre, lo cual no fue óbice para que fue-
Mozart no estaban integrados en el es- se un preceptor severo y exigente, que
tamento de los bürger, sí tenían acceso Mozart niño, al piano, acompañado por su sometía a los pequeños a interminables
padre Leopoldo y por su hermana (por
a alternar en sociedad con la próspera horas de ensayos.
Carmonelle, Chantilly, Museo Condè).
burguesía mercantil salzburguesa y, de
hecho, algunos amigos paternos perte- fueran muy estrechas–, y que la figura Un dúo de talentos prematuros
necían a la clase media más notable. del padre está omnipresente en la vida Con ese tesoro en casa, Leopold Mozart
También se nota que las actuaciones de de Wolfgangerl. Pese a su autoritarismo no dudó en solicitar permiso del prínci-
los primeros años están indisolublemente –por otra parte, habitual en la época– y pe-arzobispo para presentar en sociedad
unidas a las de su única hermana viva su afán de rentabilizar los dones que les al dúo de niños prodigio en Munich y
–Maria Anna Walburga Ignatia (Nannerl había otorgado la naturaleza a sus hijos, Viena (1762). El éxito cosechado no hi-
para la familia), de ahí que sus relaciones el padre fue positivo para la formación zo más que confirmar las expectativas
artística de Wolfgang. paternas de que sus hijos podían ser el
MARINA ALFONSO MOLA es profesora de Como era habitual en las familias de- sustento de su vejez y, con seis años, co-
Historia Moderna, UNED. dicadas a la música, la formación de los menzó para Mozart una ajetreada vida

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EL EFECTO MOZART

El éxito inicial confirmó las expectativas paternas de que sus hijos serían el sustento de su vejez. Arriba, Mozart, con 14 años, por Cignaroli, 1770.

viajera para mostrar su virtuosismo. Tan eran garantía de nuevas ofertas de ve- boga y comenzaba a abrirse paso hacia
prometedores inicios fueron el germen ladas musicales. Los emolumentos, en la originalidad a partir de la imitación de
de una ambiciosa gira por los grandes metálico o en objetos de valor, les per- los que le habían precedido.
enclaves musicales de Europa occiden- mitían vestir a la moda y la familia acos- Su apariencia física es fácil de plasmar
tal, que se extendió de 1763 a 1766. Las tumbraba a invertir parte de las ganan- –baja estatura, rostro vulgar con nariz
invitaciones para actuar en las Cortes cias en presentarse exquisitamente. Al prominente y ojos grandes, atractivos e
francesa e inglesa, así como en las man- finalizar la gira, Mozart ya tenía diez inteligentes–, así como su forma de ser
siones de los aristócratas y ricos patri- años, muchas vivencias y un bagaje mu- –abierto, mimoso, desinhibido, obstina-
cios o en las de los gobernantes loca- sical importante, pues había tenido ac- do, irónico, aficionado a juegos y chan-
les de las prósperas ciudades mercantiles, ceso a las obras de los compositores en zas, bromista proclive al humor grueso

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y escatológico, dado a inventar palabras y problemas de autoestima y autoafirma- cosechado en Praga. Tal vez, esta apa-
a emplear simultáneamente en la misma ción, sus vías de escape a través del lu- tía del público fuera la causante de que
frase varios idiomas, memoria prodigio- jo y un largo etcétera, constituyen ma- su tránsito a la adolescencia se hiciera
sa para retener partituras, destreza al te- teria para varios ensayos y sería difícil entre giras de conciertos.
clado y don innato tanto para aprender matizar cualquier hipótesis o valoración
a tocar nuevos instrumentos como para de comportamiento. Problemática adolescencia
improvisar variaciones sobre un mismo Desde la infancia, fue consciente de Si, para cualquiera, el paso a la adoles-
tema–. Más difícil es desentrañar su per- su valía y de la admiración que provo- cencia es crítico, aún más lo es para un
fil interior. No se puede hacer un análi- caba y, por tanto, se sentía acreedor de Wunderkinder, un niño prodigio. Lo que
sis sucinto de la personalidad de Mozart atenciones y elogios. No obstante, tu- parece un maravilloso fenómeno de la
sin caer en los estereotipos, dado que su vo que sufrir las reticencias de algunos naturaleza en un niño se convierte en
nada común don de la naturaleza, su in- a admitir que su genialidad y su pro- simple talento y es natural en un joven,
teligencia, su educación en los valores ducción musical no fuesen un fraude or- por lo que la infancia singular se eclipsa
burgueses y en los preceptos católicos, questado por su padre. Por envidia o in- en una adolescencia anodina y desubi-
su vida itinerante en busca del aplauso, comprensión, Mozart no fue suficiente- cada. No obstante, el predecible destino
la relación de amor-odio con su padre, mente valorado en su tiempo, y la in- de Wolfgang se remontó gracias a la
su lucha interior por lograr su indepen- diferencia hacia su talento, mostrada tan- creatividad del compositor, mostrando
dencia (filial/profesional), su ansiedad to en Salzburgo como en Viena, fue una de forma fehaciente que era mucho
por obtener el reconocimiento, su de- espina que llevó siempre clavada y que más que un aventajado ejecutor de pie-
pendencia de las muestras de afecto, sus sólo pudo mitigar con el reconocimiento zas complicadas y que no necesitaba

La masonería y La flauta mágica


L a masonería arraigó profundamente en
la ciudad de Viena –en sus distintas ver-
tientes de Hermanos de San Juan, Filiación
reformismo político y a la tolerancia reli-
giosa. Su condición de francmasón le per-
mitió estrechar lazos con algunos de los más
Concordia, que contaba en los años ochen-
ta con unos doscientos afiliados, en el lí-
mite del número permitido por el empera-
de los Altos Grados, Rosacruces, Hermanos prominentes miembros de la intelectuali- dor José II en su famoso decreto regulador
Asiáticos, Iluminados, etcétera–, conocien- dad y la vida política vienesa, como el con- de la masonería de 1785, inspirado justa-
do su época de mayor esplendor a finales del de Esterhazy y el conde Thun –sus protec- mente por el propio Ignaz von Born y por
siglo XVIII, precisamente en tiempos de tores entre la nobleza–, el jurista Sonnen- el príncipe Dietrichstein.
Mozart. El músico se afilió a mediados de fels, el tenor Adamberger, los editores mu- Mozart fue un adepto convencido de los
1784 a la logia Beneficencia, una de las ocho sicales Artaria y Torricella, el impresor Tratt- principios masónicos que colaboró de diver-
que en aquel momento existían en la ciu- ner, el compositor Haydn, el director de tea- sas formas en la vida comunitaria. Así, entre
dad, recibiendo los sucesivos grados de tro Schikaneder o el mineralogista Ignaz von sus contribuciones musicales, baste mencio-
aprendiz, oficial y maestro y manteniéndo- Born, el principal animador de la más co- nar las diversas obras que compuso para las
se siempre fiel a su ideología favorable al nocida de las logias vienesas, La Verdadera distintas celebraciones, la cantata La alegría
de los masones en honor de Ignaz von Born o
la Música para un funeral masónico en memo-
Reunión de la logia ria de dos correligionarios, el príncipe
masónica de Viena, Esterhazy y el duque de Mecklemburg-
en 1790, en la que
Schwerin. Pero qué duda cabe de que su ma-
se encuentra
presente Mozart yor aportación en este campo es el singspiel
(anónimo, Viena, Die Zauberflöte, es decir, la ópera La flauta
Museo de la Ciudad). mágica, cuyo libreto, escrito por Emmanuel
Schikaneder, director de un teatro popular
en el arrabal de Wieden, expresa los ideales
masónicos que unían a autor y compositor
–deísmo, fraternidad y felicidad universal
gracias a una vida de acuerdo con la natu-
raleza, la razón y la prudencia–, a través de
las aventuras del príncipe Tamino, que sale
airoso de las pruebas iniciáticas a que es so-
metido por Sarastro, mentor de una fratría
imaginada en el antiguo Egipto, un perso-
naje que posiblemente se inspira en la figu-
ra del propio Ignaz von Born.
Marina Alfonso Mola

50
LAS TRIBULACIONES DE UN NIÑO PRODIGIO
EL EFECTO MOZART

exhibirse como un pequeño mago, ya de inmediato rumbo a París para contri-


que había madurado en la sonata y en la buir al bienestar de sus padres. Los seis
sinfonía, la ópera, el oratorio y los pri- meses de estancia parisina (1778) fueron
meros conciertos para piano. casi de pesadilla. Los anfitriones eran más
Por otra parte, el espíritu empresarial pródigos en halagos que en luises y la
de Leopold se plasmó en constantes gi- enfermedad que su madre venía arras-
ras para rentabilizar al “prodigio de la na- trando la llevó a la muerte. En el cami-
turaleza”, como calificaba a su hijo en las no de vuelta, Amadé, como gustaba lla-
sucesivas campañas de promoción. Así marse, fue desdeñado por Aloysia y se
la mayoría de las obras compuestas en consoló concertando una cita con Bäsle
la década 1760-1770 fue escrita mientras en Munich. Ambos se dirigieron a Salz-
viajaba. Y es que, según los cálculos burgo, pero Leopold saboteó la relación
efectuados por sus biógrafos, pasó 3.720 y la chica abandonó la ciudad.
días de viaje en su traslado a las 200 ciu-
dades donde vivió o actuó, en sus giras Crisis de identidad
por Austria, Alemania, Francia, Gran Bre- Nada más llegar, le fue concedido el
taña, Países Bajos austríacos, Holanda, puesto de organista de la Corte, un em-
Italia, Suiza, Hungría Real y Bohemia. pleo mediocre, de exiguas ganancias,
Entre 1770 y 1773 realizó tres viajes que desempeñó durante dos años. Des-
a Italia, que aprovechó para ampliar sus pués de haber vivido en el gran mundo,
conocimientos musicales al tiempo que de relacionarse con nobles, ricos y po-
obtenía honores por partida doble –con- derosos, se sentía preso en provincias co-
decorado con la Orden de la Espuela de mo subalterno de la Corte arzobispal
Oro por el papa Clemente XIV y elegi- (“¡Salzburgo no es lugar para mi talen-
do miembro de la Academia Filarmóni- to!”) y se dolía de la pérdida de su pro-
ca de Bolonia–. Finalizada esta estancia, pia identidad (“En Salzburgo no sé quién
estuvo cinco años radicado en Salzbur- soy; lo soy todo y a veces nada...”). Só-
go, abriendo una etapa que preocupó a lo faltaba la gota que colmara el vaso.
su padre, pues además de cambiar los Colloredo requirió su presencia en Vie-
juegos infantiles por las partidas de car- na, donde se encontraba en visita oficial,
tas y de billar –aunque confesara que para poder hacer ostentación de la va-
El príncipe Nicolaus Esterhazy fue uno de los
“componer es mi única alegría y mi úni- mayores protectores de Mozart (anónimo, lía de su “sirviente”, y su ego volvió a re-
ca pasión”–, comenzó a experimentar las Eisenstadt, Museo Haydn). sentirse hasta el punto de dimitir de su
necesidades de afectos emocionales y empleo. Según una de las más divulga-
carnales propias de la edad. provincianas –se postuló, sin éxito, pa- das leyendas mozartianas, en junio de
Además, su relación con sus mecenas, ra ocupar un puesto permanente en la 1781 el conde Karl Felix Arco, chambe-
los príncipes-arzobispos de Salzburgo, Corte de Munich y también movió los lán del príncipe-arzobispo, despidió a
también se tambaleó. Si bien el meló- hilos en Viena y en Italia– llegaron a oí- Mozart con un puntapié en el trasero.
mano conde Schrattenbach se sentía or- dos de Colloredo. De ahí que surjan di- Viena y las dudosas bondades de la in-
gulloso de contar entre sus súbditos a ficultades con las licencias para viajar y dependencia le abrían las puertas. Con
un músico de su talla y autorizaba las se agudicen las tensiones, aunque final- veinticinco años, inició la aventura de ga-
prolongadas ausencias de la familia, a mente puede emprender viaje a París narse el sustento como compositor e in-
su muerte (1771), le sucedió el conde de con su madre, en octubre de 1777. térprete autónomo en uno de los gran-
des focos musicales de la época.
En la Corte de Salzburgo, Mozart era Por casualidades del destino, al poco
de su estancia vienesa se reencontró con
primer violín suplente, empleo mal la madre (ya viuda) y las hermanas de
remunerado, por debajo de su talento Aloysia (ya casada), que subsistían real-
quilando habitaciones de su casa. Se mu-
Colloredo y las cosas ya no fueron tan Fue un camino iniciático. Durante un dó a su pensión y empezó a interesar-
fáciles para los Mozart. El cargo oficial alto en Augsburgo se estrenó, a los vein- se por una de las chicas, Constanze We-
de Wolfgang en la Corte salzburguesa tiún años, en los placeres sexuales con ber –diecinueve años, bastante frívola y
fue el de primer violín suplente, empleo su prima Maria Anna Thekla Mozart (Bäs- desinhibida–. Se casaron en agosto de
mal remunerado, muy por debajo de sus le, primita). Durante otra parada, en 1782 sin la aprobación paterna. El ma-
facultades y que incomodaba a los Mo- Mannheim, se quedó prendado tanto de trimonio se caracterizó por el apoyo mu-
zart. Los crecientes pretextos para pro- la orquesta mantenida por el elector del tuo y la satisfacción erótica, aunque hu-
longar sus ausencias y los esfuerzos pa- Palatinado como de la belleza de Aloysia bo también tensiones. El trabajador pro-
ra conseguir una estabilidad laboral con Weber. Leopold se opuso a ambas rela- digioso de fulgurante inspiración se vio
un buen sueldo en otras ciudades menos ciones y conminó a su hijo a que partiera inmerso en una frenética búsqueda de

51
dirigiendo conciertos. La segunda, el
misterio del encargo del Réquiem y
el simbolismo de una misa de difuntos
compuesta por un moribundo.
El hecho se reveló poco sobrenatural.
El benefactor anónimo era el conde Wal-
segg, aficionado a contratar en secreto
composiciones a diversos músicos, que
hacía pasar por propias en sus concier-
tos privados. Con motivo de la muerte
de su esposa, el siniestro personaje pen-
só en sorprender al mundo con una mi-
sa en su memoria; de ahí el discreto
encargo al más dotado de los composi-
tores del entorno, el cual trabajó afano-
samente en la obra durante los cuatro
últimos meses de su vida, aunque la de-
jó inacabada. La tercera, la malévola in-
vención de que había sido envenenado
por Antonio Salieri, celoso de su maes-
tría. Rumor recogido por Alexander
Mozart componiendo la Misa de Réquiem, en los últimos meses de su vida, acompañado de su Pushkin en un opúsculo en verso y que
mujer, en una visión romántica de 1854 (por J. Grant, Salzburgo, Museo Carolino Augusteo). sirvió de inspiración a la ópera de Ni-
colai Rimsky-Korsakov (Mozart y Salie-
dinero para mantener un hogar que se caprichos y se vestía y calzaba a la mo- ri, estrenada en 1898). Nada más lejos
iba poblando de niños, seis, aunque só- da en los más selectos artesanos. Culti- de la realidad.
lo sobrevivieron dos, y a una esposa vó la apariencia refinada de un alto es- A mediados de octubre se recrudecie-
proclive a los balnearios de moda, es- tatus social como carta de presentación ron sus tendencias obsesivas, agravadas
pecialmente Baden. Su abanico de clien- entre la nobleza que frecuentaba, mien- con la enfermedad que le llevó a la tum-
tes era amplio: la Corte, aristócratas y tras su vanidad sufría los embates de las ba: un episodio de fiebres reumatoides.
burgueses acomodados, así como afi- facturas que se acumulaban pese a su ex- El proceso fue rápido: quince días, en
cionados a la música de cámara. Com- traordinaria capacidad de trabajo, a la que se debilitó rápidamente a causa de
pletaba sus ingresos con una actividad buena acogida de su obra, sobre todo en los vómitos y las sangrías. El 5 de di-
poco gratificante para él: clases particu- Praga, y a haber logrado introducirse en ciembre de 1791 se extinguió. Se ha es-
lares a alumnos pudientes. el ámbito de la Corte imperial de José II peculado con el mito del romántico en-
Se ha tratado de ensombrecer su in- con un empleo fijo (Kammermusicus). tierro en una noche de tormenta, del fé-
greso en la francmasonería (1784), al atri- retro acompañado por cuatro personas
buirlo a un plan para solventar sus apu- Depresiones recurrentes y depositado en una fosa común. Cier-
ros económicos, dada la generosidad y Estos últimos años de su existencia es- tamente sus honras fúnebres fueron aus-
riqueza de sus miembros. Es cierto que tuvieron ensombrecidos también por las teras, pero ajustadas a la normativa y las
solicitó préstamos desesperados a algu- recurrentes depresiones, por el distan- pautas ilustradas, tendentes a la erradi-
nos miembros de la hermandad –Franz ciamiento de su hermana y por el senti- cación de las prácticas ostentosas en tor-
Anton Hoffmeister y, sobre todo, Michael miento de culpa por no haberse recon- no a los ritos mortuorios.
Puchberg–, bajo la excusa de que la es- ciliado con su padre antes de morir Su muerte fue recibida entre sus con-
tabilidad financiera le proporcionaría el (1787). No obstante, en medio de estas temporáneos como una sensible pérdi-
sosiego de ánimo para componer y la tribulaciones compuso una obra maestra da para el ámbito musical: los periódi-
promesa de saldar su débito en cuanto tras otra, pues utilizaba la composición cos se hicieron eco del óbito, dedicán-
cobrase las comisiones que le adeuda- como terapia a su melancolía. dole encomiables adjetivos, los editores
ban. Viena era una ciudad cara, pero Mo- Mientras se encontraba en Praga para se apresuraron a dar a la imprenta su
zart era un manirroto, un consumista la ceremonia de la coronación de Leo- opera omnia, se le dijo una misa so-
compulsivo y que en este sentido no ha- poldo II como rey de Bohemia y al es- lemne en Praga y se publicó toda clase
bía madurado. Según el estudio realiza- treno de la ópera compuesta para la oca- de literatura laudatoria, hechos que hu-
do por Maynard Solomon, sus ingresos sión (agosto 1791), se sintió indispues- bieran hecho las delicias de su maltre-
en la etapa vienesa fueron suficientes pa- to, acumulándose en este tramo final las cho ego, desorientado por la falta de re-
ra vivir holgadamente, pero se alojaba en leyendas que circulan en torno a él. conocimiento, si se hubieran producido
una casa de alquiler elevado, lujosamen- La primera, que su último año transcu- en vida. Su viuda, Constanze, sacó un
te amueblada y decorada, tenía criados, rrió lánguidamente hasta el desenlace productivo provecho del legado mozar-
carruaje y caballo propios. Jugaba a las final, cuando realmente fue uno de los tiano y contribuyó a estimular los mi-
cartas y al billar, se daba todos los más prolíficos y viajó frecuentemente tos en torno a su amado Gottlieb. ■

52
EL EFECTO MOZART

Una revolución
MUSICAL
Sólo cuatro personas asistieron al sepelio de Mozart, que para muchos de
sus contemporáneos era desconocido o poco apreciado. JOSÉ LUIS COMELLAS
se aproxima a su obra para comprender las paradojas que encierra y descifrar
las claves de lo que hoy conocemos como “la revolución Mozart”

U
no de los grandes misterios
de la historia de la música es
la poca estima que sus con-
temporáneos hicieron de la
obra de Mozart. En 1790, un musicólo-
go, Kratzenberg, escribía: “Leopold Ko-
zeluch es el más popular y acreditado de
todos los compositores que viven hoy
mismo”. Era el año de La Flauta mági-
ca. Mozart acaba de componer sus tres
últimas sinfonías, “el canto del cisne” se-
gún el poema de Apel, pero Kratzenberg
hasta parece desconocer el hecho.
En 1790, el músico más acreditado, en
Viena y gran parte de Europa, no era Ko-
zeluch, sino Karl Ditters von Dittersdorf,
cuyas obras eran recibidas con más
aplausos que las de Haydn, y gozaban de
la máxima estima oficial. Muy pocos años
antes, el propio Dittersdorf había escri-
to una curiosa sinfonía titulada “el delirio
de los compositores o sea el gusto de
nuestros días”. Si la escuchamos, adqui-
rimos la ligera sospecha de que se trata
de una burla de la música de Mozart.
Aunque lo cierto es que Ditterdorf goza
de muy poco predicamento en “nuestros
días” y suele pasar como el paradigma de
lo mediocre. Era correctísimo y no mal
instrumentador, pero era un neoclásico
perdido y muchas de sus sinfonías están
basadas en Las Metamorfosis de Ovidio.
La música, como las otras artes, parecía
Mozart en Salzburgo.
Algunos compositores ir por ahí. Si tenemos en cuenta este he-
considerados hoy cho, ¿podríamos comenzar a comprender
mediocres se burlaron de un poco el misterio?
él en su momento En 1781, Mozart, despedido por el
(grabado coloreado
de P. Barfus).
JOSÉ LUIS COMELLAS es catedrático emérito
de la Universidad de Sevilla.

53
1991, y ahora de su nuevo sesquicen-
tenario, en 2006. El mundo aprovecha-
rá todas las ocasiones posibles para vol-
ver a Mozart.
¿Qué es lo que nos cautiva de él? De
su música se ha dicho que es agrada-
ble al oído, jugosa, ingeniosa, jugueto-
na. Y todo eso es verdad, pero no toda
la verdad. Nada más peligroso que re-
crearse en la infantilidad de Amadeus.
Se ha dicho –y no del todo sin razón,
pero habría que matizar el sentido de es-
tas palabras– que Mozart fue un niño
prodigio que nunca dejó de ser prodi-
gio porque no dejó de ser niño. Una pe-
lícula que gozó del favor del público lo
presenta como un ser aniñado de reac-
ciones infantilmente caprichosas, y na-
da más lejos de la verdad. Mozart hace
una música deliciosa, que es también
una música seria, profunda y llena de un
contenido insondable. Para él, compo-
ner representaba un goce especialísimo,
pero sería radicalmente equivocado con-
vertir este goce en un simple jugueteo.
Mozart aprende solo a tocar en el clave de su padre. A los cuatro años podía leer música de
corrido y, antes de los cinco, escribió su primer minueto en sol (grabado coloreado del s. XIX).
Maravillosa inspiración
príncipe-arzobispo de Salzburgo, fue a vi- Mozart, aunque casi tan encantador en Lo que podemos encontrar en Mozart
vir a Viena y consiguió un triunfo incre- el trato como en su música, tenía en oca- sin lugar a equivocarnos es una mara-
íble: recibió del Emperador el encargo de siones un carácter burlón que pudo es- villosa inspiración. Su capacidad para
componer una ópera. Fue El rapto del Se- cocer a muchos espíritus susceptibles. producir música de alta calidad está
rrallo. El estreno presenció la división de Lo único cierto es que Haydn, edu- siempre a punto. Cuando Turner co-
los gustos. Hubo aplausos y silbidos. La cado, amable, humilde, respetuoso siem- menta que “es imposible encontrar en
obra agradó al canciller Kaunitz, no tan- pre, se fue de este mundo con la sim- Mozart un error”, se refiere menos a los
to a José II, que endosó al compositor patía de cuantos le llamaban “papá”, que aspectos técnicos de la armonía o de la
el célebre comentario: “Demasiadas no- eran mayoría, y que al entierro de Beet- construcción de las formas, que al man-
tas, mi querido Mozart”. El propio músi- hoven acudieron 30.000 personas, más tenimiento indefinido de la excelencia
co escribió entonces a su padre: “La gen- que al de muchos emperadores. Mozart musical. En este aspecto, es un “com-
te del pueblo llano, en cambio, está en- contó con cuatro asistentes a su sepelio. positor garantizado” como quizá no pue-
tusiasmada con esta ópera”. ¿Sería de- Los cuatro abandonaron el cortejo antes da haber otro. Y junto con la inspiración,
masiado aventurado sugerir una suerte de llegar al Cementerio de San Marcos, se ha destacado también en la música
de divergencia social? Pensemos que porque estaba lloviendo. mozartiana algo relacionado con la in-
quienes se entusiasmaron con Don Gio- Hoy se considera a Mozart como uno gravidez, con la levedad de algo que se
vanni en Praga eran “las gentes de los ca- de los más excelsos creadores que nos respira como el aire.
fés y de la calle”, no la aristocracia. ha legado el arte de la música. Beetho- La música de Mozart no pesa, y quizá
Pero nunca lo sabremos del todo. ven le admiró –más que a su maestro por esa misma razón no cansa. Suena co-
Existen otras causas posibles del fraca- Haydn– y Mendelssohn le revalorizó en mo algo etéreo, transparente y luminoso,
so de Mozart. Por ejemplo, que muchas pleno Romanticismo. Pero fue, sin du- dos palabras que repite con insistencia
de sus obras sinfónicas o de cámara no da, en los tiempos posrománticos cuan- E. M. Cioran en un célebre comentario
pudieron ser estrenadas a tiempo. Que do la figura del compositor del Salzbur- sobre esa música. Junto con todo ello, ca-
tuvo envidiosos o enemigos está bien go alcanzó su máxima estimación, que be destacar en Mozart la naturalidad ab-
claro, y no sólo Antonio Salieri, otro se mantiene inalterable desde hace más soluta, la impresión que nos produce de
compositor neoclásico, quizá no tan re- de un siglo. En las épocas de crisis, así que está creando sin el menor esfuerzo.
sentido ni tan malvado como aparece en en las dos posguerras mundiales, se oye Quizá la observación más acertada sea la
la ópera de Rymski o en una conocida el zurück zum Mozart, volvamos a Mo- de Rachel Devin: “Este hombre hace mú-
película, pero que, como maestro de ca- zart, como una consigna reconstituyen- sica sin querer”.
pilla de Corte, pudo haber colocado te. Lo mismo ha ocurrido, potenciado, Uno de sus grandes secretos es, qué
unas cuantas chinas en el camino del con motivo del segundo centenario de su duda cabe, la conjugación de una es-
compositor de Salzburgo. Añadamos que nacimiento, en 1956, de su muerte, en pontaneidad absoluta con su ajuste a las

54
UNA REVOLUCIÓN MUSICAL
EL EFECTO MOZART

recordar que la conversación de Mozart,


por amena y cautivadora, no cansa nun-
ca, y al final, cuando la delicia se acaba,
hasta puede sabernos a poco.
Sibelius, que durante su residencia en
Estados Unidos ejerció de comentarista
musical, observó una vez que “Mozart
es el instrumentador más oportuno de
la Historia”. Tuvo una facilidad pasmo-
sa para hacer sonar a cada instrumento
en el momento preciso, justo cuando el
oyente está deseando inconscientemen-
te que se deje oír, y esta oportunidad
produce un especial efecto gratifican-
te. Conocía como nadie en su tiempo el
timbre de las distintas voces de la or-
questa, y el empaste que de cada una de
sus combinaciones podía obtenerse.
Nadie como él había manejado antes
el “alboroto” en su más alta tesitura de
los violines, cuando actúan más de am-
bientadores que de cantores; o el des-
doblamiento de primeros y segundos
violines, que, después de unas frases
uniti, pasan a doblarse a la octava, con
Una pequeña orquesta del siglo XVIII, según una acuarela de Carmontelle. En la Viena del
un efecto de brillantez especial, en que
siglo XVIII había gran número de formaciones de cámara.
sus voces cobran una nueva dimensión.
complicadas reglas de la preceptiva mu- como nadie sus frases cuadrimembres; El instrumento de cuerda preferido de
sical. Otros tuvieron que esforzarse por también, cuando hace falta, se extiende Mozart era la viola, que era el elegido
conservar las formas o que decidirse por en largos soliloquios en “prosa”, con una por el músico cuando tenía que tocar en
transgredir. Mozart sabe ajustarse a las re- coherencia impecable. En este punto es un cuarteto. Y es que el timbre humilde
glas del juego entonces vigentes, sin sa- muy difícil acusarle de una defectuosa y acariciador de la viola posee una ama-
crificar un ápice su espontaneidad o su construcción. Y cuando se le ocurren bilidad muy mozartiana. Qué genial es
fantasía. Por supuesto, contaba entonces motivos tras motivos –por ejemplo en el el papel de las violas en el conocidísi-
el buen gusto, no cabía extralimitarse. Co- inagotable rondó del Concierto para pia- mo inicio de la Sinfonía 40. Comienzan
mo escribió en una ocasión, “la música, no y orquesta KV 488–, los endosa con a sonar antes que los violines, pero ape-
incluso en las ocasiones más terribles, una sorprendente facilidad, sin necesi- nas se advierte su presencia hasta el
nunca ha de ofender el oído, sino cauti- dad de hacer un “punto y aparte”. arranque del tema principal, en que los
varlo, y seguir siendo siempre música”. En este sentido es uno de los más ex- violines resultan increíblemente arropa-
Música era para él el arte de cautivar traordinarios conversadores musicales dos por el segundo brazo de las cuer-
el oído. A partir de Beethoven, sería lí-
cito ofender el oído de vez en cuando, Mozart supo ajustarse a las reglas de la
y el margen de esta licitud seguiría cre-
ciendo con el paso del tiempo hasta preceptiva musical de su tiempo sin
ahora mismo. Pero Mozart era un clási-
co entre los clásicos, y deleitar el oído
sacrificar un ápice de su espontaneidad
era para él algo parecido a una gozosa de todos los tiempos. A este respecto, das: el efecto es fantástico, aunque mu-
obligación. Tan gozosa, que nunca le quizá resulte conveniente recordar un chos oyentes no reparen en su por qué.
costó el menor esfuerzo seguirla. Pro- comentario, seguramente no mal inten- Mozart maneja con maestría las ma-
duce la impresión de que ni siquiera se cionado, de un compositor del siglo XX, deras y combina de la forma más con-
daba cuenta de que la estaba siguiendo. Aaron Copland, que le califica de “char- veniente flautas y oboes, fagotes y trom-
Dentro de otro orden de cosas, siem- latán”. Sencillamente porque se le ocu- pas; la labor de apoyo de las trompas es
pre se ha destacado su facilidad para el rren muchas cosas, porque las tiene uno de sus aciertos supremos. En los
fraseo. La combinación de motivos en siempre a mano y no quiere dejar de sa- cuatro conciertos para trompa –escú-
sus composiciones –no digamos ya en su carlas de su inacabable zurrón. chese especialmente el tercero, KV 417–
ópera, que sabe reflejar maravillosamente Quién sabe si fue esta fluidez expre- sabe obtener los colores más brillantes
hasta la tartamudez– recuerda mucho siva lo que molestó a algunos neoclási- y al mismo tiempo más nobles.
una conversación, siquiera sea, admitá- cos, o lo que movió a José II a hablar de Con todo, su instrumento preferido, en
moslo, una conversación musical. Rima “demasiadas notas”. Pero conviene la familia de los vientos, era el clarinete:

55
Genios sin escuela

S e dice que Berlioz nunca llegó a domi-


nar la armonía ni el desarrollo de la for-
ma porque fue un mal alumno del Conser-
sus padres desistieron de enviarle a la Uni-
versidad, y, ricos como eran, le “compraron”
una orquesta a su disposición para que prac-
vatorio. Puede ser, pero también es cierto ticara. Qué maravilloso privilegio.
que Bach, Haendel, Haydn, Mozart, Beet- En definitiva, quien desea seguir la “ca-
hoven, no estudiaron en ningún conserva- rrera” de músico, puede, si reúne las con-
torio, porque en su tiempo no existían. diciones necesarias, serlo sin necesidad es-
Que en el Antiguo Régimen, un hombre tudiar una carrera, que durante siglos no
inclinado al arte de la música podía conver- existió como tal. Es asombroso comprobar
tirse en un gran compositor no deja de ser ad- cómo puede transmitirse la técnica, el do-
mirable. En unos casos, los músicos son hi- minio de las formas, la complejidad com-
jos de músicos: así Bach, Vivaldi, Mozart, binativa de voces en las composiciones
Beethoven, Chopin –hijo de una pianista–. corales o el dominio de las grandes masas
Particularmente, los Bach fueron una dinas- instrumentales, simplemente, por contacto.
tía de cinco generaciones y sesenta nombres. Haydn, una vez hubo cambiado su voz, se
Aprendieron en casa y sus padres los pusie- vio en la calle y se unió a las bandas musi-
Johann Christian Bach influyó mucho en
ron en contacto con otros músicos. En otros cales callejeras, entonces muy abundantes Mozart cuando éste tenía ocho años.
casos, hijos de modestas familias pero con en Viena. Tocó el violín, la viola, la flauta,
condiciones para la música, comienzan ga- el oboe, el bajón o fagot, según lo que le de- alguno. Quizá el autor que más influyó en él
nando concursos de niños cantores. En la fa- jaban, y gracias a sus improvisados compa- fue Johann Christian Bach, que le conoció
mosa escuela de niños cantores de san Este- ñeros llegó a conocer el timbre y el empas- en Londres cuando el niño prodigio, con ocho
ban de Viena aprendieron Haydn o Schubert. te de los distintos instrumentos, hasta con- años, acudió a la capital británica para lu-
Hay padres que se empeñan en que sus hi- vertirse en “el padre de la sinfonía”. cir sus habilidades –su padre supo explo-
jos sean músicos: el caso de Weber, al que no Había “maestros” que enseñaban contra- tarle, sin abusar, pero a conciencia.
encantaba el arte –pero su padre, sobrino de punto y armonía, por lo general con un mé- Bach cobró pronto afecto al pequeño dis-
la mujer de Mozart, se empeñó en que fue- todo muy escolástico. Uno de los más re- cípulo y le enseñó muchas cosas, entre ellas
ra niño prodigio... y no llegó a serlo, pues no queridos fue Antonio Salieri, muy poco ami- le hizo ver cómo podía componerse una sin-
fue un buen compositor hasta su madurez–. go de Mozart: llegó a enseñar hasta a Beet- fonía. Comoquiera que la música de Johann
Lo normal es lo contrario: el niño, contra la hoven, que sólo aprendió de él el italiano. Christian era alegre y juguetona, existen mo-
voluntad de sus padres, se empeña en ser mú- Por lo general, los grandes músicos no tivos para imaginar que su influencia pu-
sico: Telemann, Gluck, Haydn, Schumann, aprendieron gran cosa de los “maestros”, si- do ser grande. También parece haber apren-
el mismo Wagner. Y con tenacidad y talen- no de su experiencia –Haydn dice que pro- dido mucho de la escuela de Mannheim, ciu-
to, consiguieron su objetivo. Solo Mendels- gresó gracias a los “experimentos” que pu- dad en la que permaneció por espacio de
sohn contó con la total aquiescencia paterna: do hacer con la orquesta del príncipe Ester- unas semanas. En Mannheim, los Stamitz
hazy–; también aprendieron de la audición y, habían inventado los espectaculares recur-
sobre todo, la lectura y estudio de las parti- sos del crescendo y el diminuendo, hasta el pun-
turas de los más afamados compositores. La to de que el inglés Burney viajó de Londres
música es contagiosa y un buen creador apren- a aquella ciudad alemana sólo para conocer
de muy bien de sus mejores compañeros. los efectos novísimos de aquella orquesta.
¿Y Mozart? Diríase que aprendió solo. El Mozart tomó también elementos de Wa-
hecho no es rigurosamente cierto, pues su genseil, Bock, Benda, por supuesto Haydn
padre, Leopoldo, era violín en la orquesta del –ambos se estimaron muchísimo recíproca-
príncipe-arzobispo de Salzburgo y composi- mente– y cualquier músico con que se to-
tor de obras agradables, no particularmen- pó. Si es cierto que “llevaba la música den-
te geniales. Pero Wolfgang era especialísi- tro”, no fue menos cierto, como advierte
mo, como demuestra el que a los tres años W. K. Turner, que poseía una fabulosa y ca-
hiciera sus primeros ensayos con el clave –se- si instantánea capacidad de asimilación: “To-
gún Leopoldo lo hacía “con inmenso gozo”–, do lo que oía, sabía hacerlo suyo”. Y lo ha-
a los cuatro podía leer música de corrido –aún cía suyo, entendámoslo, con absoluta pro-
no sabía leer alemán–, y manejar con soltu- piedad, es decir, con absoluta originalidad.
ra el teclado; y entre los cuatro y los cinco es- Así adquirió una enorme riqueza de recur-
cribió su primer minueto, en sol, encantador sos –que inventiva nunca le faltó– capaz de
Haydn tocó varios instrumentos antes de y muy correcto. Le enseñaron, pero no pa- convertirle en un músico universal, porta-
convertirse en el “padre de la sinfonía”. rece que su aprendizaje exigiera esfuerzo voz como nadie del arte de su tiempo. J.L.C.

56
UNA REVOLUCIÓN MUSICAL
EL EFECTO MOZART

“!Ah, si tuviéramos clarinetes!”, escribía


en Salzburgo, cuya orquesta era bastan-
te limitada. Sus sinfonías con clarinete
son, sin duda, las más sabrosas y más lle-
nas, y el Concierto para clarinete y or-
questa K 633 consigue un efecto de me-
tamorfosis, en que parece que actúan dos
instrumentos distintos, en verdad sor-
prendente. Pocas veces se habrán con-
seguido, si los ha conseguido alguien, se-
mejantes resultados. De todo ello deriva
la amable brillantez de la orquesta de Mo-
zart, que nunca se desgañita, pero nun-
ca decae en lo accesorio.

Terapia musical
En 1993, la psicóloga Frances Rauscher y
el neurobiólogo Gordon Shaw publica-
ron en la prestigiosa revista Nature un es-
tudio sobre los efectos que, en el orga-
Beethoven, en 1814. A pesar de su mal Gluck se empeñó en ser músico contra la
nismo y especialmente en el sistema ner-
genio, a su entierro fueron 30.000 personas. voluntad de sus padres (por J. B. Greuze).
vioso central, produce la música de Mo-
zart. Experimentos con los más diversos los tres años, según su padre, tocaba ter- nas, música para voces y coros, cantatas,
sujetos perceptores obtuvieron muy si- ceras en el clave –la primera forma de oratorios, misas, conciertos para los más
milares resultados: mejora del equilibrio armonía que concebimos–, y parece que diversos instrumentos, sinfonías, óperas.
interior, mayor capacidad de asimilación, fue a los cuatro o entre los cuatro y los Parece, sin embargo, que cabe pen-
más aguda captación de la realidad, ha- cinco (invierno 1760-61) cuando, tum- sar en una etapa netamente infantil, en-
bilidad para la abstracción y el cálculo. bado en el suelo, escribió completo su tre los cinco y los trece años. Se ve en-
El pedagogo Gordon Campbell obtu- precioso Minueto en Sol. tonces –y se oye– un Mozart seriecito,
vo resultados notables en el progreso es- Llevaba la música dentro. Sin contami- correctísimo, en que la sencillez no ocul-
colar de sus alumnos, y reconocidos psi- nar por condicionamientos externos ta el encanto del niño prodigio. La ado-
quiatras observaron las cualidades de la –componía rodeado del ruido y los jue- lescencia y primera juventud esconde un
música mozartiana en la musicoterapia. gos de sus hijos, o la obertura del Figa- pequeño problema. Mozart se sabe pro-
A todo ello se le dio el nombre de “efec- ro en una pensión de Praga durante una digio, pero no sabe si puede serlo sin ser
to Mozart”, un efecto que puede experi- complicada noche, la víspera del estre- niño. Se adivina en algunas composi-
mentarse también con otros composito- no–, ni internos: el optimismo desbor- ciones, tal los divertimentos, una espe-
res, pero que en el caso del salzburgués dante de la sinfonía Júpiter coincide con cie de infantilidad buscada que le resta
alcanza una resonancia excepcional. El la orden de desahucio que le obligaba naturalidad. A veces pretende dar la no-
“efecto Mozart” se ha discutido hasta la a abandonar su casa precipitadamente. ta innecesariamente, con un sentido del
saciedad en los últimos años, y ni que Mozart llevaba la música dentro y no ne- humor algo forzado. En un tercer mo-
decir tiene que sobre un extremo tan no- cesitaba esfuerzo alguno para verterla so- mento, Mozart madura, acepta su propia
vedoso no se ha alcanzado unanimidad, bre el papel. Todos los autores han es- personalidad, no pierde su encanto aun-
o bien cabe pensar que en algunos ca- tudiado sus obras y han roto muchas ho- que se sienta un adulto, y concibe esas
sos se han exagerado las consecuencias. jas de papel pautado para buscar una ver- obras deliciosas y sólidas a un tiempo,
El doctor Alfred Tomatis, descubridor sión mejor. Mozart no necesitaba más que que tenemos siempre por “mozartianas”.
de un método ya muy conocido de me- sacar a la luz su propia música. Es entre 1782-86 –entre los 26 y 30 años–
jora de la capacidad sensorial, de la ap- cuando llega la que Lyndon Larouche lla-
titud para la intelección de idiomas, y ¿Etapas? ma “la revolución de Mozart”: su músi-
para la más adecuada respuesta ante los No es seguro que quepa dividir en pe- ca, sin perder un ápice de su encanto, se
estímulos exteriores, obtenida a través ríodos la producción de Mozart. Desde hace incomparablemente más profunda,
de sonidos directamente comunicados los primeros minuetos infantiles hasta las llena de un contenido fascinante, que
al oído interno, se ha sumado con en- últimas sinfonías o conciertos –la excep- aún no hemos terminado de descifrar. Es
tusiasmo a la teoría del “efecto Mozart”. ción podría ser el Requiem– esa música el de Don Giovanni, La Flauta Mágica,
Para él, el secreto de su música radica nos suena a ”mozartiana”. Y es mozar- el Concierto para piano en do menor, el
en que “no está contaminada”. Es “mú- tiana tanto en obras mayores como me- Concierto para clarinete, las últimas cin-
sica en estado puro”. nores. Mozart fue tal vez el músico que co sinfonías, el Requiem. La pregunta del
Quizá este hecho, si es real, se rela- tentó todos los géneros posibles; piezas siglo –del siglo XVIII– es a dónde hu-
cione con la condición de niño prodi- para clave, para piano, tríos, cuartetos, biera llegado Mozart si no hubiera muer-
gio, que Mozart mostró como nadie. A divertimentos, serenatas, danzas alema- to a los treinta y cinco años. ■

57
ÓPERA
Padre de la

MODERNA
En el desarrollo de la ópera hubo un antes y un después de Mozart, hasta el
punto de que ANDRÉS MORENO MENGÍBAR asevera que se puede considerar
al compositor salzburgués como el padre de la ópera moderna, por los
cambios que introdujo en las dimensiones teatral y musical del género

E
s curioso, pero aún per- es degustado sólo por un selecto
siste entre muchos aficio- grupo de seguidores entendidos y
nados y entre algún que cultivados. Mozart como músico de
otro crítico musical un culto. Así, cuando Edward J. Dent
concepto asaz restrictivo, según el publicó, en 1913, su ya clásico es-
cual la verdadera ópera es la de la tudio sobre las óperas de Mozart, se
exhibición de voces sin mayores exi- dirigía a un público que apenas si
gencias textuales o teatrales. Es de- conocía nada de la producción es-
cir, la ópera italiana que va de Ros- cénica del salzburgués. Salvo algún
sini a Puccini y poco más. Muchas esporádico Don Giovanni, adopta-
personas van todavía a los teatros lí- do por la estética romántica de su
ricos a deleitarse con gorgoritos, personaje rebelde y volcánico, nin-
dos de pecho y demás alardes en guna de las demás producciones se
los sobreagudos sin preocuparse representaba con asiduidad en los
Cosí fan tute, una ópera escrita en
de otros aspectos. Éste es el resultado teatros británicos, franceses, italianos o
colaboración con Lorenzo da Ponte, es una
de más de un siglo de anquilosamien- obra maestra de dramaturgia musical. españoles. Hoy, las cosas ya van siendo
to del repertorio y de la plasmación de diferentes, aunque todavía se detecta la
un canon operístico de estrechos már- inmensa variedad de estilos y formas pervivencia del prejuicio y del concep-
genes. En buena medida, dicho canon que hay en la ópera, si bien todavía exis- to restrictivo del repertorio porque,
sigue hoy día vigente, pues, si anali- te cierta prevención hacia repertorios co- mientras que no parece haber proble-
zamos las programaciones de los prin- mo el Barroco o el del siglo XX o ha- mas en volver a exhumar creaciones ju-
cipales teatros mundiales, veremos que cia autores que, como Mozart, ofrecen veniles u olvidadas de compositores co-
una abrumadora mayoría de los títulos mucho más que simples cascadas de tri- mo Donizetti o Rossini, no ocurre lo mis-
se corresponden con ese corpus tradi- nos y otros alardes vocales. Es extraño, mo con las óperas de Mozart más allá de
cional: Rossini, Bellini, Donizetti, Ver- porque mientras que esta prevención ha- la Trilogía Da Ponte, La flauta mágica
di, Puccini. cia Mozart sigue subsistiendo en algu- o El rapto en el serrallo, sin que al final
Afortunadamente, las cosas empeza- nos teatros –porque hacer una ópera de la mayoría de los aficionados pueda dis-
ron a cambiar hace algún tiempo y Mozart es más complejo y caro que mu- frutar en directo de maravillas como La
el público ha empezado a degustar la chas otras– y en parte de los aficiona- clemenza di Tito, Idomeneo, Lucio Silla
dos, por otra se ha creado histórica- o La finta giardiniera.
ANDRÉS MORENO MENGÍBAR es historiador mente, como compensación, la imagen Se puede decir, sin temor a exagerar
y crítico musical. de un músico exquisito y refinado que en lo más mínimo, que Mozart es el

58
EL EFECTO MOZART

Papageno, un personaje de La flauta mágica,


ópera ambientada en el misterioso Egipto
antiguo, en un grabado del siglo XVIII
(Viena, Museo de la Ciudad).

padre de la ópera moderna. Por tal tér-


mino, entendemos aquel espectáculo en
el que música y texto van de la mano
para crear un verdadero teatro musical.
Ésta es la verdadera esencia de la ópe-
ra, la conjunción de la dimensión teatral,
escénica y dinámica, con la musical en
su doble faceta, la orquestal y la vocal.
En este sentido, el primer creador de
una dramaturgia esencialmente musical
o de una música esencialmente teatral
fue, sin lugar a dudas, Mozart.

Debate desde el siglo XVI


Desde los propios orígenes del género,
en la Academia del Conde di Bardi, en la
Florencia de fines del siglo XVI, se sus-
citó el debate sobre qué debía ser más
importante en la ópera: el texto o la mú-
sica. En las primeras creaciones de Peri
o Caccini, se observa un claro predomi-
nio de la palabra sobre el discurso so-
noro; éste quedaba reducido a un reci-
tado fluido y melódico –recitar cantan-
do– que debía en todo momento ple-
garse al texto y hacerlo comprensible, sin
que la voz apenas pudiese despegar más
allá de ciertos melismas o breves figura-
ciones al final de cada frase. Con un pe-
queño conjunto instrumental en función
de bajo acompañante, que en ningún
momento cubría a los cantantes, aquellas
primeras óperas presentaban un perfil
claramente volcado hacia lo textual.
Ya a finales del siglo XVII y durante
toda la mitad del siglo XVIII, la ópera
parece haber basculado hacia el lado
contrario. La predilección del público
por las exhibiciones vocales –sobre to-
do, las de los famosos castrati– indujo
a la creación de un tipo de ópera pen-
sada exclusivamente desde el punto de
vista sonoro y no desde el textual. La
reforma de los libretos impulsada por la
Academia de la Arcadia y representa-
da por los exitosos textos de Metastasio
(el libretista por excelencia del siglo
XVIII) acabó fijando un tipo de libreto
estándar de escasa teatralidad. Una li-
gera trama argumental basada casi siem-
pre en un mismo tipo de situaciones
–conspiraciones, engaños amorosos, ti-
ranos, equívocos– servía para disponer

59
respeto a los convencionalismos del
momento y desde la atención a las exi-
gencias (y caprichos) de los cantantes,
que pedían arias a la medida de sus ca-
pacidades canoras.

Óperas bufas
A pesar de que nunca renegó de la ópe-
ra seria tradicional –hasta el punto de
aceptar, al final de su vida, componer La
clemenza di Tito, una ópera sobre un vie-
jo texto de Metastasio–, Mozart siempre
mostró una clara preferencia por la ópe-
ra bufa por motivos que tienen que ver
con el innato sentido teatral del genio
mozartiano. La ópera bufa había surgido,
en principio, en forma de breves inter-
medios cómicos que se interpretaban en
los entreactos de óperas serias. El más fa-
moso de estos intermedios, La serva pa-
drona, de Pergolesi, nació para ocupar
uno de los entreactos de la ópera Il prig-
gionero superbo del propio Pergolesi.
Frente a los grandes personajes de la An-
tigüedad (César, Alejandro) o ante los dio-
ses que protagonizaban las óperas serias,
las óperas bufas, que van poco a poco
independizándose y alcanzando mayores
Figurines para Don Giovanni, ópera en dos actos que se basa en el mito de Don Juan, y que se
estrenó en el Teatro Nacional de Praga, el 29 de octubre de 1787. dimensiones, presentaban sobre las ta-
blas a personajes reales y de carne y hue-
una serie de arias o momentos de luci- de diciembre de 1770, fue su primer so. No emperadores ni héroes, sino hu-
miento para los cantantes. Es lo que se acercamiento a la gran ópera del mo- mildes artesanos, criados embrolladores
llama una ópera de arias: apenas hay mento –aunque ya hubiese compues- y jovencitas burguesas, personajes todos
números de conjunto ni situaciones de to para entonces obras como Apollo et movidos por las humildes pasiones de
tensión teatral, sino la sucesión de per- Hyacinthus, La finta semplice y Bastien los humanos –el amor y el dinero– y que
sonajes que salen a escena, cantan su und Bastienne– y alcanzó un impor- se engolfan en mil y un enredos hasta al-
aria y salen por el foro para dar paso tante éxito que le valió nuevos encar- canzar un final feliz.
a otro personaje, otra aria y así sucesi- gos. De tales encargos nacerían nuevas No es de extrañar que, a partir de
vamente, hasta el número final de con- óperas serias como Ascanio in Alba 1760 aproximadamente, el público eu-
junto, en que todo se resuelve. La falta (Milán, 17 de octubre de 1771) y Lu- ropeo se decantase claramente por es-
de preocupación por la trama argu- cio Silla (Milán, 26 de diciembre de te nuevo género. Cansado de los repe-
mental y por la lógica teatral se evi-
dencia en el hecho de que las arias es- A los quince años, Mozart era maestro
taban catalogadas por tipo de situacio-
nes: de furia, de celos, de imprecación en crear un tejido orquestal para la
a los elementos, de sueño, de desespe-
ración, de tempestad, de comparación,
ópera, que dialogaba con las voces
etcétera. Sus textos eran un conjunto de 1772). Todas siguen el modelo metas- titivos argumentos de la ópera seria, de
tópicos poéticos que servían para cual- tasiano de alternancia de personajes y las consabidas situaciones y del mismo
quier argumento y de hecho era prác- de arias, pero la música de Mozart las tipo de arias, vio en la ópera bufa un
tica habitual intercambiar las arias de dota de una personalidad propia, me- reflejo de una realidad con la que po-
una ópera por las de otra sin que el de- diante una importante carga psicológi- día identificarse. El aficionado que pa-
sarrollo argumental se resintiese. ca de las melodías y mediante un teji- gaba su entrada para ver una ópera no
Éste era el modelo de ópera –ópera do orquestal que deja de ser acompa- se veía reflejado en los personajes grie-
seria– que Mozart conoció en su infan- ñante para convertirse en un persona- gos o romanos de siempre, sino en el
cia, sobre todo en sus viajes a Inglate- je más que dialoga con las voces. Lo posadero, en el criado, en el notario o
rra y a Italia. Y no sólo la conoció, si- que hace de aquel joven de 15 años un en la doncella de los textos de Goldo-
no que la practicó con éxito. Mitrida- verdadero maestro es que todas estas ni o de Gozzi, los nuevos astros de los
te, rè di Ponto, estrenada en Milán el 26 novedades se realizaron desde el libretos bufos.

60
PADRE DE LA ÓPERA MODERNA
EL EFECTO MOZART

Lo que debió atraer, además, a Mo-


zart hacia este género fue, indudable-
mente, su mayor teatralidad. La ópera
seria encorsetaba de tal forma la acción
teatral que era muy difícil dotar de en-
tidad dramática a la música. Por el con-
trario, la ópera bufa era auténtico tea-
tro, con personajes creíbles y situacio-
nes fluidas en las que el diálogo y la ac-
ción sustituían a los monólogos y al es-
tatismo de la ópera seria. Aquí sí podía
encontrar Mozart campo abierto para
sus deseos de construir una música
esencialmente teatral.
Una primera aproximación al género
fue la temprana ópera La finta semplice,
estrenada el 1 de mayo de 1769 en el Pa-
lacio Arzobispal de Salzburgo. Deseo-
so de dar a conocer a su hijo en Viena,
Leopold Mozart llevó a Wolfgang a esa
ciudad en 1768 y concertó con el em-
presario teatral Giuseppe Aflissio la com-
posición de una ópera bufa sobre un
texto del famoso Goldoni. El proyecto
de representación en Viena no siguió
adelante, por lo que se optó por hacer-
lo en Salzburgo. Se trata, en realidad, de
una primera aproximación al género có-
llustración para Las bodas de Fígaro, por S. J. Sudeikin, en 1915. La jardinera fingida había
mico por parte de un niño de doce años, sido el claro precedente de esta ópera.
lo que se aprecia en la falta de habilidad
para resolver las situaciones dramáticas otro, Mozart realiza un salto de gigante –con una estructura A-B-A–, Gluck, a par-
clave, mediante un fluido musical. en la resolución musical de las escenas tir de Orfeo ed Euridice (1762) y, sobre
fundamentales, aquéllas en las que van todo, de Alcestes (1767), había desarro-
Las primeras obras maestras apareciendo todos los personajes, la si- llado un tipo de tejido musical continuo,
La maduración de la teatralidad de la mú- tuación se va enredando para al final re- en el que un declamado melódico de-
sica comienza a detectarse en la creación solverse en un final feliz. Frente a la prác- sembocaba en expansiones tipo aria, pe-
mozartiana siete años más tarde. Duran- tica habitual en compositores contem- ro sin las repeticiones ni las concesio-
te un viaje a Munich, en 1774, Wolfgang poráneos, que recurrían a breves frag- nes al exhibicionismo vocal de la ópera
y su padre contactaron con el superin- mentos, Mozart compone un final del tradicional. Todo ello, junto a una or-
tendente de los Teatros de la Corte, primer acto totalmente novedoso, un questación más densa y una participación
quien le hizo el encargo de una ópera cuarto de hora de música continua, flui- más activa del coro y los abundantes nú-
bufa. Le ofreció un texto de Giuseppe da y variada, que se va adaptando a la meros de conjunto, diseñaba una ópera
Petrosellini (el autor del famoso libreto situación dramática y que va constru- mucho más teatral y dinámica. En Ido-
de Il barbiere di Siviglia, de Paisiello) yendo por acumulación un clímax mu- meneo, Mozart demuestra haber asimi-
titulado La finta giardiniera (La jardi- sical y teatral que sólo será superado por lado y perfeccionado las lecciones del
nera fingida) y que presentaba un ar- el mágico final del segundo acto de Le maestro. Por fortuna, es la ópera de la
gumento de enredo con tres parejas de nozze di Figaro, ópera de la que La fin- que mayor documentación nos ha llega-
amantes confundidas y amplias situa- ta giardiniera es un claro precedente. do, merced a la nutrida correspondencia
ciones equívocas. En este caso, un Mo- En el terreno de la ópera seria, Mozart mantenida por Wolfgang con su padre,
zart ya maduro como compositor –a pe- dejó su inconfundible impronta con la de manera que podemos seguir casi día
sar de sus dieciocho años– supo ver las composición de Idomeneo, rè di Creta. a día el proceso de creación. A través de
posibilidades del texto. El amplio mues- Compuesta por encargo de la Corte mu- estas cartas, se manifiesta la obsesión mo-
trario de personajes –nueve, entre seño- niquesa y estrenada allí el 29 de enero de zartiana –hasta el punto de elaborar has-
res y sirvientes–, con personalidades va- 1781, supone un claro intento por parte ta tres soluciones musicales diversas pa-
riadas, ofrecía la posibilidad de dotar a de Mozart por seguir la senda de la re- ra algunos pasajes– por encontrar un len-
cada uno de ellos de un perfil musical forma de la ópera seria emprendida por guaje musical netamente teatral, ágil y sin
diferente: tiernos, ridículos, airados, en Gluck dos décadas atrás. Intentando rom- interrupciones. Las sugerencias al li-
una paleta expresiva inusitada hasta el per la estricta separación entre recitati- bretista salzburgués, el abate Varesco,
momento en las óperas mozartianas. Por vo y aria y el estatismo del aria da capo muy atado aún al modelo metastasiano,

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construidos y eficaces, especialmente en
el terreno de la ópera cómica. Según se
desprende de sus Memorias, su sinto-
nía con Mozart fue total e inmediata, re-
conociendo que fue el salzburgués quien
le sugirió escribir los libretos de Le noz-
ze di Figaro (1786) y de Don Giovanni
(1787). Junto a la tercera colaboración
–Così fan tutte, bastante más original que
las anteriores–, se trata de las verdaderas
obras maestras de la dramaturgia musi-
cal desde los tiempos de Monteverdi y
hasta las últimas óperas de Verdi.

Sin rival hasta Wagner


Ni es éste el lugar ni quien escribe el in-
dicado para analizar estas tres óperas, pe-
ro sí quisiera aquí señalar simplemente
algunas cuestiones fundamentales. En
primer lugar, el refinamiento creciente
de la escritura orquestal, cada vez más
autónoma y sutil, con perfiles netamen-
te sinfónicos –especialmente en Don
Giovanni– no alcanzados, cuanto me-
nos, hasta las óperas wagnerianas. En se-
gundo lugar, la individualización psico-
Litografía de Marc Chagall para La Flauta Mágica, una de las mejores óperas de Mozart, que
lógica de cada personaje a través de su
contiene alusiones a la masonería y al poder mágico de la música.
música, haciendo que Susanna, Fígaro,
perseguían romper el estatismo de la ópe- suponía la alternancia recitativo-aria, pa- Leporello o Donna Anna queden fijados
ra tradicional, de manera que se puede ra ir más allá, hacia un auténtico teatro en nuestra memoria a través de sus me-
atribuir a Mozart la teatralidad de escenas musical donde, guardando siempre el lodías. Y en tercer lugar, la perfecta con-
como la primera, con la transición entre predominio de la música –“En la ópera, junción texto-música y la construcción
la obertura y el coro inicial y de éste al la poesía debe ser siempre la criada su- de un lenguaje dramático-musical sin pa-
primer encuentro entre Idomeneo e Ida- misa de la música”, dijo en una carta a rangón. Escuchen, vean y lean, el final
mante, o la resolución final con el orácu- Stephanie, libretista de El rapto–, ésta se del segundo acto y el del último de Le
lo de Neptuno tras los gritos desespera- convierta en el motor del espectáculo, nozze, con esa maravillosa intensifica-
dos de la plebe ante el ataque del mons- en la energía que hace avanzar la acción. ción secuencial y esa asombrosa casca-
truo marino. En definitiva, una recons- Sólo necesitaba un libretista que com- da de ideas musicales; o la penúltima es-
trucción de la vieja ópera seria que, hoy partiese su visión de la ópera para poder cena de Don Giovanni, realmente im-
día, resulta aún válida y que comienza desarrollar todo su genio escénico. Y en- pactante; o, en un tono más ligero, pero
a ser justamente apreciada por los teatros tonces llegó el encuentro crucial en Vie- de una sutilidad sin límites, los abun-
–la actual temporada de la Scala de Milán na con Lorenzo da Ponte. Típico perso- dantes ensembles de Cosí fan tutte, au-
téntica quintaesencia de la sabiduría mu-
“En la ópera, la poesía debe ser siempre la sical de Mozart.
Queda, me dirán, La flauta mágica:
criada sumisa de la música”, escribió poco se puede decir de una música que
Mozart a Stephanie, libretista de EL RAPTO no es de este mundo. ■

se abrió el 7 de diciembre precisamente naje dieciochesco, judío convertido al PARA SABER MÁS
con esta ópera. cristianismo más por conveniencia que
EINSTEIN, A., Mozart, Barcelona, 1995
Las discusiones con Varesco respecto por creencia, antiguo abate secularizado (ed. original, 1945).
al texto de Idomeneo, así como la acti- y volcado sobre las tareas más munda- ELIAS, N., Mozart. Sociología de un genio,
va participación de Mozart en el libreto nas, seductor impenitente y dueño de Barcelona, 1991.
GAY, P., Mozart, Barcelona, Mondadori, 2001.
de El rapto en el serrallo (Viena, 1782), una amplia cultura literaria, había enga- HILDESHEIMER, W., Mozart, Barcelona, Salvat,
muestran a las claras que el compositor tusado a la Corte vienesa para que lo 1985.
estaba ya en aquellos años pensando en nombrase poeta oficial. Los composito- JACKSON, G., Mozart. Biografía de uno de los
un tipo de soporte literario que rompie- res más afamados hacían cola para con- grandes artistas de la Humanidad, Barcelona,
Península, 2006.
se con las ataduras tradicionales, con los seguir uno de sus libretos, no siempre KUNZE S., Las óperas de Mozart, Madrid,
avances y retrocesos dramáticos que demasiado originales, pero sí bien Alianza, 1990.

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