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Academia Peruana de la Lengua

La Academia Peruana de la Lengua (APL) es una institución cultural que agrupa a


literatos, escritores, poetas, lingüistas y científicos,2 expertos en el uso del idioma
español en el Perú. Es miembro colectivo de la Asociación de Academias de la Lengua
Española.

Establecimiento
Fue establecida en Lima el 5 de mayo de 1887 por Ricardo Palma, aún el 30 de
agosto realizó su primera función pública en el salón de actos de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, cuando se eligió como primer presidente a Francisco García
Calderón, expresidente del Perú. Si bien es cierto que se inauguró en 1887, su inicio fue
pospuesto a causa de la Guerra del Pacífico, ya que durante la ocupación chilena de
Lima gran parte de los libros de la Biblioteca Nacional fueron sustraídos3 y llevados a Chile
como botín de guerra; este suceso forzó que Ricardo Palma priorice la reconstrucción de
la Biblioteca dejando de lado la idea de inaugurar años antes la APL.
A García Calderón le sucede Ricardo Palma, primero como presidente y luego como
director. Palma fue un valiente defensor de los peruanismos, que expuso en sus
libros Papeletas lexicográficas y Neologismos y americanismos, además de luchar contra
la Real Academia Española para que los acepte.
Entre sus miembros se encuentra Mario Vargas Llosa, galardonado con el Premio
Cervantes (1994) y con el Premio Nobel de Literatura(2010), quien además tiene un sillón
en la Real Academia Española. Pero junto a este insigne nombre de la literatura
hispnoamericana, también fueron miembros de renombre: Víctor Andrés
Belaúnde, Guillermo Hoyos Osores, Augusto Tamayo Vargas, Luis Jaime Cisneros,
además Aurelio y Francisco Miró Quesada. En el terreno de la
lingüística quechua relacionada al castellano del Perú, participa Rodolfo Cerrón Palomino,
y en peruanismos- sobre todo limeñismos y arcaismos4- , Martha Hildebrandt.1
El poeta y traductor Ricardo Silva-Santisteban (Lima, 1941) fue el presidente de la
institución desde el 2014 hasta el 2017.
La Academia- con sede en Lima- organizó el VIII Congreso Internacional de la Asociación
de Academias (1980).

Notas sobre algunos ‘limeñismos’

Emblemática caricatura del presidente Castilla inaugurando el alumbrado a gas en Lima

Muchos visitantes que llegan a Lima se sorprenden con nuestro vocabulario cotidiano. Aquí
algunos ejemplos:

a. Guachimán, huachimán o wachimán.- Apelativo generalizado para referirnos a los vigilantes


particulares que inundan Lima y otras ciudades del interior. Todos sabemos que el origen de
este limeñismo, que data de la década de 1970, proviene del término norteamericano watch-
man, que significa vigilante. En Lima fue usado por primera vez en las propiedades de la
desaparecida Cerro de Pasco Corporation y aplicada a los vigilantes que cuidaban o
controlaban el acceso a sus locales.

b. Waipe.- Cuando Henry Meiggs construyó los ferrocarriles en el siglo XIX, trajo un grupo de
ingenieros ingleses, quienes observaron que los operarios peruanos eran un tanto descuidados
porque dejaban, con frecuencia, manchas de aceite sobre el piso. Al no manejar bien el
castellano, estos ingenieros ordenaban en inglés Wipe it off; es decir, que limpien las manchas
utilizando los hilos que usaban los obreros. De allí se generalizó el nombre “waipe”.
c. Sarita.- Este popular sombrero de paja, usado hasta los años 30 del siglo XX, tomó su
nombre de la diva francesa Sara Bernardt, quien llegó a Lima a inicios del 900 llena con este
tipo de sombreros. De este modo, los limeños empezaron a decirle al sombrero de paja “sara”,
que luego derivó en su diminutivo “sarita”.

d. Shower.- Esta palabra proviene del inglés y significa, como sabemos, “lluvia”. De allí se
aplica a la “lluvia de regalos” que espera recibir la agasajada cuando se casa o espera su bebé.

e. Gasfitero.- Todos sabemos que cuando no había alumbrado eléctrico en Lima, se usaba el
gas como combustible, que era suministrado por cañerías de plomo a lo largo de toda la
ciudad; unos medidores se instalaban en la casa de los usuarios para controlar el consumo.
Como a veces había problemas con el suministro, en los países donde había mucha influencia
de los ingleses, se llamaba al técnico, llamado gass-fitter. Esa palabra se castellanizó y se
convirtió en “gasfitero” y ha subsistido hasta hoy, a pesar de la desaparición del gas de
alumbrado. Es más, se ha hecho extensivo para referirnos al “plomero”, el que arregla las
cañerías del suministro de agua en las casas.

–Podría comentarnos su teoría sobre el buen y el mal criollo.


–Lo que pasa es que hay un criollo popular y otro aristocrático. El primero estaría representado
por Mariano Melgar, un tipo que pudiéndose aliar con los españoles defendió la patria porque
sentía un cariño especial por ésta. En cambio otros como Pardo y Aliaga eran monárquicos y
odiaban la república. Por eso criollo en su mejor sentido es el que ama su mestizaje. No es el
pendejo que tiene varias mujeres, ni el proxeneta, ni el vividor que no trabaja. En realidad el
criollismo tiene su origen en el limeñismo, que es la identidad buscada y formada por aquellos
hijos de españoles que derrotaron a sus padres para liberar a este país. Ellos no podían
adoptar la cultura de sus vencidos, ni la de los negros porque eran esclavos, ni la de los
serranos porque eran apestados. Entonces adoptan la francesa y la inglesa. Y en ese proceso
nace una identidad que la obra de Ricardo Palma y Manuel A. Segura recoge y difunde.

Los refranes son instrumentos populares, pero son también expresión de la idiosincrasia de
cada pueblo. Los limeños creamos algunos proverbios como analogías para comparar las
circunstancias a una referencia material. Por ejemplo, la antigua expresión “candelita de
muladar” describe cómo, bajo la aparente calma de una acumulación de basura, frecuente en
la Lima colonial y republicana, brilla largo tiempo una llamita que de súbito origina un
incendio.

De modo que, ante un basurero, tenemos que esperar la resurgencia del fuego que se creyó
apagado. Por analogía, en cada momento de calma social, un viejo conflicto, personaje o
fantasma que se creyó superado puede resurgir. De igual manera, los viejos rencores, desde el
callejón popular al Club Nacional, surgen de pronto en cualquier discusión como la candelita
escondida.

Y aquella persona o entidad que atraviesa una circunstancia de pobreza quedará “como limón
de emolientero”. Así, la bebida limeña de boldo, cebada o anís que se ofrecía en la colonia a
los limeños de toda condición y que fue reduciendo su clientela a los sectores más humildes,
proporciona un ejemplo en la vigorosa acción del carretillero que debe exprimir el limón hasta
que los últimos emolientes tomen el sabor amargo de su cáscara.
“Fuma como chino en quiebra”, evadiendo su ansiedad en las volutas del cigarrillo, quien está
a la espera de una noticia: tal vez el candidato que aguarda los resultados, el gobernante que
ve naufragar su régimen, o el aspirante a las páginas sociales que “Come gallinazo y eructa
pavo”. La frase viene desde comienzos del siglo XX, cuando la inmigración china antes
empleada en el guano y las haciendas costeras se especializó en el comercio y, con esos
recursos pudo iniciar aventuras financieras o también perderlos en el juego.

Más gráfico es el dicho para el que, tras perder crédito, prestigio o riqueza, se ve sometido a la
condena pública. Se le denosta, los amigos se alejan y el personaje queda como un “Palo de
gallinero”, sepultado bajo los excrementos de la opinión pública. Entonces, cae en la
depresión o “va camino al pepinal de Ansieta” nombre del viejo granjero en cuyas tierras se
sitúa el cementerio Presbítero Maestro. Pero también puede evadirse en sus “sueños de opio”
o, con más astucia, adoptar un low profile, nuevo y anglicista nombre que la modernidad ha
puesto a la “candelita del muladar”.

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