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1- La situación
Voy a sostener en este desarrollo la siguiente tesis: en nuestras escuelas parece
preponderar un funcionamiento de alto nivel de tensión y dificultad provocado por un
conjunto de condiciones.
Algunas de ellas estructurales: la existencia histórica de sistemas de organización que
no favorecen la constitución y el trabajo de los colectivos institucionales en la
planificación y evaluación del funcionamiento y la producción institucional; planes de
formación docente que no contemplan en forma seria y en la profundidad necesaria el
desarrollo para el trabajo psicosocial e institucional que requiere el rol; la
preponderancia de representaciones culturales que muestran la escuela como un espacio
libre de conflictos y refuerzan la tendencia a manejar las dificultades a través de la
negación o el ocultamiento.
Otras coyunturales o por lo menos, con un mayor grado de componentes que parecen
estructurarse como reacción a situaciones contextuales: la disminución brusca de
recursos, el empobrecimiento agudo de la población y el grave deterioro social del
docente; el bajo grado de circulación de información científica; la seria dificultad para
mantener espacios y tiempos de estudio, investigación y producción científica y
didáctica como parte central en el trabajo institucional y personal.
Cuando a este nivel de tensión y dificultad se le agrega desde las unidades centrales la
presión de programas de transformación tendientes a obtener el mejoramiento de la
calidad educativa sin un cambio sustantivo de – por lo menos – las condiciones que
derivan de la situación salarial, y recursos, se producen en los ámbitos institucionales
una intensificación de los componentes paradojales de la situación institucional de base;
aumentan en los desempeños las ansiedades vinculadas a los conflictos en potencia –
impotencia frente al logro, se agudiza el sufrimiento institucional y aumentan sus
síntomas: la enfermedad, el ausentismo, el rechazo por la tarea, el deterioro de la
calidad de vida institucional y todos los que anuncié al introducir el problema.
En definitiva, el aumento del interés y expectativa social sobre el cambio en los niveles
de logro institucional funciona como un analizador de las condiciones provocadoras de
sufrimiento.
Quedan al desnudo las profundas contradicciones de un sistema social que propone y
exige altos niveles de rendimiento institucional y personal al mismo tiempo que hace
una quita progresiva y sostenida de recursos. También quedan descarnadas las
contradicciones de los sujetos entre la necesidad y el reclamo de un aumento de
compromiso – en tiempo, en esfuerzo, en inversión emocional e intelectual – y el deseo
de abandono o el de expresar la disconformidad a través de formas regresivas de
respuesta: la queja, el saboteo de las tareas, la prescindencia autoimpuesta, el “castigo”
a la autoridad a través de la renuncia a la acción por condiciones de dignidad y
gratificación en el trabajo.
2- Dinámicas institucionales
Frente a la situación caracterizada, las dinámicas institucionales son múltiples. Hemos
encontrado recurrencia en algunas que parecen resultar de especial interés para nuestro
propósito.
Trataré de presentarlas describiendo la nota principal, con que, en cada una de ellas se
estructura el espacio institucional de las interacciones.
El espacio estallado
El espacio sitiado
Esta dinámica ha sido caracterizada por Fernando Ulloa (1989) dando cuenta del
funcionamiento de unidades hospitalarias que sufren carencia grave de recursos para
prestar asistencia. Es de interés incluirla porque vale para los funcionamientos
escolares.
Es rasgo central del funcionamiento aquí es, a mi juicio, la hostilización de los
intercambios. Sometidos a tener que cumplir una tarea sin los recursos suficientes, el
personal de la escuela se comporta de modo de un grupo sitiado por la amenaza de una
población hostil: “esta escuela está rodeada de villas…”, “lo peor son los monoblocs
que rodean la escuela… de todos lados nos miran y controlan qué hacemos…”,
“mantenemos todo cerrado, hay mucho peligro afuera”.
Esta percepción exacerbada da la sensación de no dar respuesta a reclamos a los que se
debería satisfacer, agudiza la vivencia de peligrosidad y desencadena el trato hostil y
rechazante. Aumentan así las situaciones que pueden provocar las acciones agresivas
temidas.
El espacio desvastado
3. Alternativas
En la mayoría de los casos de los que tenemos noticia alguno de los puntos enunciados
se convirtieron en prerrequisito. Serían los que debieran garantizarse para iniciar el
intento que nos ocupa.
Generar espacios y medios para el encuentro de las personas, todas, de la escuela
en reuniones amplias del colectivo general y en reuniones restringidas (por rol,
por área de trabajo, etc.)
Promover en esos espacios la instalación de condiciones de seguridad grupal y
personal bajo un nivel de amenaza social dada por la suspensión explicita de la
crítica y la instalación de una “escucha” experimental y disponibilidad para dar,
recibir y buscar afuera las ayudas técnicas necesarias.
Instalar vías de acceso a la información científica.