El ambiente físico del hombre interior, y la posibilidad de
3 estáconstituido por:
La adaptación de la forma
arquitectónica al clima
El hombre y su ambiente físico
inmediato
El principio Helios
“El estudio de los factores climáticos se
nos presenta como una parte esencial de
la ciencia del hombre. Y del desarrollo de
esta ciencia depende el porvenir de la
civilización”
Alexis Carrel
“…si bien el clima no es más importante
que otros factores en la fijación del grado
relativo del progreso en distintas partes
del mundo, es más fundamental en el
sentido de que es causa más bien que
resultado de los otros factores”
E. Huntington,
Civilización y clima
!
habitabilidad de estos espacios,
comunicación visual con el paisaje.
vivienda + naturaleza, o sea
vivienda + (paisaje + clima)
Se conocen muchas definiciones del
término vivienda. Pocas, sin
embargo, determinan con tanta
precisión el sentido higiénico y
biológico de la vivienda como la que
formuló, a fines del siglo pasado, el
higienista francés Jules Arnould: “La
vivienda es la protección contra las
influencia nocivas del mundo
exterior. No es solamente un simple
abrigo contra los factores
meteorológicos, sino la creación de
un nuevo medio ambiente, que debe
conservar todas las propiedades
químicas y biológicas benéficas de la
atmosfera –aire puro, sol-
imprescindibles para la salud”
Es decir que la vivienda no debe ser
tan solo una mera protección contra
el calor, la intemperie, el frio y el
viento, sino que ha de representar un
instrumento perfeccionable, cuya
función consiste en posibilitar una
buena adaptacióna su ambiente
físico: el paisaje y el clima.
La finalidad de la vivienda es, en
este sentido, proporcionar al hombre
un “clima privado”. Pero si, para ello,
la vivienda interpone entre el hombre
y el mundo exterior una combinación
de superficies termo-aislantes e
impermeables –techo, paredes, piso-
, no debe constituir un medio
cerrado, aislado de la naturaleza.
Debe permitir el asoleamiento, la
iluminación y la aireación de su
desde los que concurren
Cuanto más contrarresta a los
agentes perjudiciales de la
naturaleza circundante, y al mismo
tiempo, cuanto más provecho saca
de sus agentes favorables, tanto
mayor grado de habitabilidad y
confort ofrece la vivienda. Pero el
mundo exterior es contante solo
dentro de ciertos límites: el calor
sucede al frío; el buen tiempo a la
lluvia. Para sacar beneficio de todos
estos cambios, en sus posibilidades
de uso la vivienda debe poseer cierto
grado de flexibilidad.
Para ello, aménde ser construida con
materiales adecuados a este fin –
aspecto muy importante, pero que no
acabe dentro de nuestro tema- la
vivienda debe tener:
a) una determinada orientación;
b) una determinada conformación
arquitectónica, tamaño, forma y
modo de funcionamiento de sus
aberturas, etc
c) en algunos casos, estar dotada de
medios especiales para el “control” y
“corrección climática” de sus
ambientes.
Como dije antes, soy solamente un
arquitecto. No soy climatólogo, ni
investigador de laboratorio, ni
geógrafo.
El trabajo del arquitecto debe
concentrarse en la creación de
espacios altamente habitables. Pero
existen distintos grados de
armónicamente a su confort hasta
los que son un verdadero obstáculo
para la existencia humana.
Estoy muy convencido, desde hace
muchos años, prácticamente desde
el comienzo de mi labor profesional,
de que el arquitecto lleva sobre si
una enorme responsabilidad, como
“hacedor” de este grado de
habitabilidad. Pienso que debe tener,
por ello, un conocimiento mínimo de
física elemental y de fisiología, en lo
que respecta a las condiciones que
determinan la sensación de confort,
e información correlativa adecuada
sobre el medio climático en que le
toca actuar.
No significa eso que el trabajo de los
arquitectosestá sujeto a una
precisión de laboratorio, No se mide
por minutos y segundos, y menos
1
por micrones , pero si por grados
enteros, y sobre todo, requiere un
justo y correcto concepto del orden
de importancia de aquellos
elementos. Por eso tiene lugar en
estas páginas una síntesis de los
conocimientos sobre regulación y
bienestar térmico, con los que debe
operar. Es necesario conocer, en
primer término, algunos aspectos del
organismo humano, relacionado con
la sensación de frío o calor, y los
1
*Recuerdo, a título anecdótico, a dos “hombres de
ciencia de una gran universidad norteamericana que
se especializaban en el cálculo en minutos y
segundos, con precisión digna de mejor empleo, de
“brise soleil”, recurso en si burdo y deformante del
edificio. Y esto, en un país donde el uso y abuso del
aire acondicionado reemplaza a toda consideración y
cálculo de orientación…
 1.
La arquitectura moderna abre la vivienda
del hombre y lo pone en comunicación y
continuidad con la naturaleza.
2.
La casa cerrada, sin comunicación con el
paisaje, es regla de la época anterior al
advenimiento de la arquitectura moderna
!"
procesos físicos y fisiológicos que
determinan esas sensaciones.
El calor del organismo humano
procede fundamentalmente de los
procesos metabólicos y el trabajo
muscular. En medio de un ambiente
cuyas condiciones físicas –calor, frio,
humedad, viento- son variables, el
organismo humano, mantiene
constante su temperatura. Ello
ocurre como consecuencia del juego
equilibrado de los mecanismos
fisiológicos que regulan la
producción y la perdida de calor.
Para conservar su equilibrio térmico,
el hombre debe ceder al medio
circundante gran parte –alrededor
del 80%- del calor que produce. La
dispersión de calor puede ser muy
variada (por ejemplo, un hombre
durmiendo emite solo 60
kilocalorías/hora, mientras el mismo
sujeto, cuando realiza un gran
esfuerzo físico puede perder hasta
650 kilocalorías/hora). Como
promedio, en diversos estados de
reposo y actividad, se suele aceptar
112,5 kilocalorías/hora como medida
de perdida.
Si las condiciones del ambiente son
tales que aceleran esta perdida, o
sea que el organismo elimina más de
112,5 kilocalorías/hora sobreviene la
sensación de frío. Si, en cambio, la
dispersión es retardada, o sea que
no llega a emitir esta cantidad por
hora, el individuo experimenta calor.
La dispersión de calor del organismo
se efectúa, fundamentalmente por la
superficie cutánea, mediante cuatro
procesos físicos: radiación,
conducción, convexión y
evaporación, y en muy pequeña
proporción, a través de los pulmones
en la función respiratoria.
Estos procesos de eliminación
térmica obedecen a leyes físicas y
fisiológicas diversas. Su correlación
y la proporción en que contribuyen a
la regulación térmica son calculados
por Rübner en la forma siguiente*:
por radiación 44%
porconvexion 31%
por evaporación 20%
por otras causas 5%
Sin embargo, esta correlación no es
absolutamente fija y constante, y la
proporción en que intervienen estos
cuatro procesos en la dispersión del
calor varía, por una parte, de
acuerdo a los cambios de las
condiciones físicas del medio, y, por
otras parte, según el estado en que
se encuentra el sujeto – trabajo,
fatiga, reposo, vestimenta_ y sus
caracteres fisiológicos –sexo, edad,
estado de salud, etc- La sensación
 de bienestar o malestar del hombre
está en relación, no con la
composición química del aire, como
se pensó en un tiempo, sino con las
propiedades físicas del ambiente,
que influyen sobre el mantenimiento
de su equilibrio calórico. Son estas
las llamadas “propiedades bio-
termicas” o “poder refrigerante” del
ambiente.
Mas la sensación de bienestar no
parece ser solo función de la
cantidad total de calor emitida, sino
asimismo de la proporción relativa en
que intervienen en la regulación los
diversos mecanismos fisiológicos. A
cada combinación de factores
ambientales –temperatura del aire,
paredes y objetos circundantes;
humedad; movimiento del aire-
parece corresponder una proporción
relativa diferente en la intervención
de estos mecanismos. La sensación
de bienestar es posible solamente
cuando la alteración de la proporción
en que intervienen los procesos de
emisión de calor no sobrepasa
ciertos límites.
La eliminación del calor por radiación
depende de la diferencia de
temperatura del cuerpo humano y la
!#
temperatura de las superficies
solidas circundantes –paredes, piso,
cielorraso, muebles y objetos,
tratándose de un local cerrado; sol,
edificios, pavimento o tierra, arboles,
etc. cuando el sujeto esta al aire
libre- Entiéndase que el organismo
humano tanto puede perder como
recibir calor por radiación. (Como
ejemplos opuestos se puede citar
dos casos: uno, en que el hombre,
hallándose en un ambiente de
paredes a 10°C experimenta frio,
aunque la temperatura del aire llegue
a 30°C; otro, en que estando
desnudo al sol, en las montañas, en
un día claro, sin viento, siente calor
aunque la temperatura del aire este
bajo cero. En el primer caso citado,
la disminución de la perdida de calor
por convexion y conducción no llega
a compensar la pérdida acrecentada
por radicación; en el segundo,
aunque la perdida por conducción en
la atmosfera helada es grande, la
radiación solar es tan intensa que
pude compensarla con creces).
La diferencia entre la temperatura
del cuerpo humano y la del aire y la
velocidad de este son los factores
que conjuntamente regulan la
dispersión del calor por convexion.
La pérdida de calor por conducción
se efectúa, principalmente por el
contacto con otros cuerpos –ropa,
calzado, y a través de estos con el
piso, las paredes, muebles-, y
depende de las respectivas
temperaturas y de la conductibilidad
y capacidad térmica de estos
cuerpos. El aire en estado de pureza
prácticamente no es conductor. Pero
puede serlo cuando existen en el en
suspensión partículas –liquidad,
solidad, gaseosas- que en si son
conductoras. La conductibilidad del
aire aumenta marcadamente con el
aumento de la humedad. La
humedad atmosférica aumenta la
conductibilidad de la ropa.
La eliminación del calor animal por
evaporación ocurre cuando la
secreción sudoral insume de la
superficie cutánea las calorías
necesarias para vaporarse. Es la
respiración cutánea casi
imperceptible la que desempeña,
fundamentalmente, esta función. El
sudor abundante, con gotas y piel
húmeda visible es, por lo contrario,
testimonio de la imposibilidad de que
se efectúe la evaporación, por
exceso de humedad en la atmosfera.
Por lo tanto, esta forma de
regulación térmica depende de las
condiciones higrotérmicas del aire
(temperatura y humedad), así como
de la velocidad del movimiento de
aquel. Es obvio que corresponde
sobre todo a los climas cálidos y
secos. Cuando el sujeto se
encuentra en una atmosfera más
caliente que su propio organismo
(ejemplo, Brasil), la dispersión del
calor no puede realizarse
normalmente por vía de radiación y
conexión. En estas condiciones, la
evaporación pasa a primer término.
Entre las innumerables
combinaciones que pueden resultar
de las variaciones en los factores
ambientales, existen algunos dentro
de las cuales los procesos
fisiológicos termo-regulares se
realizan en condiciones óptimas, con
mínimo expendio de energía, y la
dispersión de “calor animal” por
unidad de tiempo es
aproximadamente igual al exceso de
su producción. Se experimenta
entonces la sensación de bienestar.
Dentro de los valoreslímites de estas
combinaciones se constituye la así
2
llamada “zona de confort” térmico .
La búsqueda de una conformación
arquitectónica que, por si misma,
provea de modo optimo los
elementos de regulación de la
temperatura interior y, por lo tanto,
de confort térmico, ha sido móvil que
ha llevado al autor a la creación de la
forma y el uso de recursos
constructivos que, en razón de su
finalidad fundamental, de permitir el
aprovechamiento del sol, y a la vez,
evitar el calorexcesivo, reglando su
entrada y la exposición del edificio al
sol, ha designado Arquitectura
Helios.
2
La sensación de bienestar o “confort térmico” es
perceptible pero difícilmente medible. Desde hace mas de
un siglo diversoso investigadores –Heberding,
Pettenkofer, Flügge, Hill, Missenard! han procurado
encontrar un método para medir esta sensación,
habiendo llegado hasta ahora solo a aproximaciones.
 El sol es la fuente primaria y principal
4 de calor. Sus rayos se convierten en
calor sensible al contacto con los
La arquitectura Helios cuerpos sólidos, que lo absorben y
acumulan.
I Durante el verano, ambos –
Fundamentos El aire es diatérmano, es decir no
aumenta su temperatura al paso de
los rayos calóricos a través de él. Se
calienta al contacto con cuerpos
solidos –tierra, pavimento, edificios-
y calentados.
Los edificios tienen una relación
térmica: sus aberturas abren paso a
los rayos solares hacia el interior.
Sus cuerpos se calientan, por el sol,
acumulan el calor y lo transmiten
hacia adentro. Las personas que se
hayan en su interior, además de
!$
recibir el asoleamiento directopor las
aberturas, perciben este calor
emitido por radiación de las
superficies –paredes, pisos,
cielorraso- o transportado por el aire.
asoleamiento directo por las
aberturas y calor transmitido-
representan factores perjudiciales,
en nuestras condiciones, porque
suman su efecto al de la atmosfera,
ya de por si calurosa. En invierno, en
cambio, son benéficos porque
compensan el frío del ambiente
exterior.
El problema no consiste, pues, en la
eliminación completa de los efectos
del asoleamiento, sino en su
regulación de acuerdo a la época del
año, es decir, en la protección contra
el calor solar durante el verano, y en
su conservación máxima durante el
invierno.
Llegar a un conocimiento cabal de la
marcha del sol –altura y azimut- para
toda hora del día y época del año,
viene a ser así un primer y decisivo
requisito para proponer la orientación
de un edificio, ya que el calor solar
es el factor primordial determinante
del grado de bienestar climático del
habitante.
Una vez adquirido el conocimiento
del fenómeno y también el modo
más eficaz y fácil de calcularlo a
base de una simple formula
aritmética, o determinándolo
gráficamente, no es difícil llegar a
precisar el modo optimo de orientar
las aberturas de los edificios para
esta zona geográfica. El análisis
somero de la marcha y la entrada del
sol en los edificios en las diversas
épocas del año señala rápidamente
a la orientación al Norte, o al Noreste
como la orientación optima buscada.
La orientación Oeste y la Sur son
desventajosas y deben evitarse para
los ambientes vitales. Un caso
especial corresponde considerar: las
habitaciones donde se realiza trabajo
visual. Este necesita, para cumplirse
en condiciones satisfactorias, luz
difusa, uniforme. En Buenos Aires,
como en todo el hemisferio
meridional, este tipo de iluminación
es dado por la semiboveda celeste
sur. Debe preferirse, pues, la
iluminación por ventanas al sur para
los escritorios, oficinas, atelier,
etcétera.
 La orientación Norte, dentro del
cuadrante Ne, y la ventilación
transversal N-S, proporcionan
asoleamiento escaso y movimiento
de aire máximo durante el verano, y
durante el invierno aseguran la
mayor penetración de los rayos
solares, a lo largo de todo el día.

Sin embargo, si bien la orientación al

N o NE es condición optima de
asoleamiento, las aberturas de las
construcción común no bastan, por si
solas, para regular la entrada del sol
en todo momento del día y época del
año, de acuerdo con las
necesidades higiénicas y de confort
térmico.

Losas verticales y losas horizontales

se han usado como recursos para la
protección del sol. Su efecto es muy
diferente.

Se puede regular el asoleamiento de

los interiores colocando cornisas
encima de las aberturas. Pero existe
una incompatibilidad entre una
protección suficiente en el verano, y
un buen asoleamiento en el invierno,
porque si la cornisa no pasa de las
dimensiones comunes, no ofrece la
protección deseada en el verano, y si
se hace muy saliente, es decir si se
convierte en un alero, obstaculiza
demasiado la entrada de rayos
solares a la habitación en el invierno.

Después de ensayar
sistemáticamente con gran número
de cornisas y aleros, de distinta
altura, pudimos establecer que,
cuando los rayos solares son casi
verticales, el efecto protector es
tanto mayorcuantomayor es la

!%
 saliente y que, cuando los rayos son
inclinados, es tanto menos
obstaculizado el asoleamiento
cuando mayor es la elevación de la
losa protectora sobre la abertura.
Hemos encontradofinalmente que la
solución que concilia ambas
exigencias es la de dar a la losa una
saliente considerable (2 metros o
más) y elevarla a una altura de doble
del piso (4,5-6 metros). Se ha
llegado así a la “losa-visera” –
elemento esencial del sistema
Helios-
Habría que experimentar con aleros
horizontales cuyo borde exterior no
sea paralelo a la fachada, sino que
se ensanche hacia el Oeste. Si el
frente se dirige al Norte, el plano
vertical que une un punto cualquiera
“a” del frente u el sol en sus
respectivas posiciones b, c, d, e,
cortará el plano horizontal del alero
por ba, ca, da y ea, respectivamente,
y la sombra proyectada dependerá
del largo de estos segmentos, ba,
ca, da, ea. De manera que, a medida
que la hora se acerca al máximo de
calor (atraso térmico diario), el efecto
protector de la losa-visera se
acentúa.
En verano, la “losa-visera”
proporciona, alrededor del mediodía,
cuando el sol pasa por el meridiano,
la protección que busca. Por la
mañana y por la tarde, cuando el sol
está bajo, el efecto de la losa-visera
es menor y puede, a ciertas horas,
resultar insuficiente. Pero el sistema
Helios aprovecha las variaciones
estacionales no solo del ángulo de
incidencia solar, sino también del
azimut. Un plano vertical –un
!&
parantede mampostería dirigido de
Norte a Sur- proyecta una sombra
que llega a un mínimo cuando el sol
esta al Norte y a su máximo cuando
el sol se halla al Este u oeste.(La
altura estacional del sol afecta, en
este caso, el largo de la sombra,
pero no su ancho) El recorrido del
sol en verano es considerablemente
mayor que en invierno. Conociendo
con
exactitud la variación que sufre el
recorrido en distintas épocas del
año, es posible encontrar las
correspondientes dimensiones y
ubicación del parante para que
proyecte sombra en el verano, y no
afecte el asoleamiento en inverno.
La función de tal parante es de
especial importancia cuando está
destinado a interceptar el sol estival
del Oeste a las horas de la tarde,
puesto que la temperatura del
ambiente llega a su punto máximo,
no a mediodía, sino alrededor de las
14. El conjunto de losa-visera y
parantes, que forma un marco
protector, similar al “parasol
fotográfico delante de un edificio,
cuyas grandes aberturas –casi
paredes de vidrio- están orientadas
al Norte o dentro del cuadrante
Nortoeste, constituye el sistema
Helios.
Una objeción a la orientación
uniforme al N. para esta parte del
continente fue formulada por el Dr.
Brazol, estudioso climatólogo de la
DirecciónNacional de Meteorología.
Según su opinión, tal orientación no
siempre es buena porqueBuenos
Aires esta esporádicamente y
alternativamente invadida por masas
de aire frio y caliente. Brazol
compara la situación de Buenos
Aires con la de un puerto ubicado
entre dos grandes ventiladores que,
por turno, producen poderosas
corrientes: uno, el del Norte, de aire
caliente, otro, el del Sur, de aire frío.
De ser esto exacto, la aislación de la
vivienda con aberturas al Norte
expone los interiores a la invasión de
aire tropical en los días de mayor
calor. En los días de “entalpia baja”,
que llega del Sur, la orientación N,
por lo contrario es buena.
Sin embargo, pese a esta crítica,
considero que, en virtud del
asoleamiento, la orientación Norte
es, sin duda alguna, optima. El
sistema Helios elimina toda la
radiación solar en época de calor,
aprovechándola al máximo en
invierno. El problema seria resuelto
dotando a los edificios de doble
ventilación: al N y al S, utilizándose
siempre la del lado opuesto a aquel
de donde sopla el viento. El cierre de
las aberturas orientadas al N en
verano impediría la invasión del aire
caliente, mientras la abertura al S
aseguraría la ventilación. Lo
contrario ocurriría en invierno. Es
menester, pues, encontrar un perfil
de edificio –un corte transversal de N
a S- que sintetice estas dos
condiciones: aireación y
asoleamiento.
El conjunto de losa-visera y parantes
cumple, además de la función de
refugiar la entrada de los rayos
solares a los interiores, la de formar
un recinto protector de sombra
delante del edificio, en la época y las
horas de los grandes calores.
Es posible considerar, en efecto, que
la masa de aire inmediata y en
contacto con el edificio forma, ante
él, una especie de “aura térmica”.
 El aire, transparente para el calor de
los rayos solares, se calienta por
contacto con los cuerpos solidos
(superficie de la tierra, pavimento,
edificios), que lo absorben y
acumulan. La masa del edificio y la
parte del suelo próxima a él,
asoleados durante todo el día,
irradian el calor que reciben, y son
causa de calentamiento de la capa
de aire inmediata a ellos. De este
modo, delante de las habitaciones
con paredes asoleadas existe
siempre una masa de aire caldeado.
El espesor suficiente de las paredes
o el uso de materiales aislantes
pueden evitar la transmisión directa
del calor hacia el interior de las
habitaciones por conducción. Pero el
movimiento del aire –convexion-
hace entrar en la vivienda, ante todo
esta capa inmediata de aire caliente.
Se hace necesario, en
consecuencia, idear recursos
arquitectónicos tales que,
conservando las ventajas de la
orientación N- o actuando como
paliativos de malas orientaciones: O,
NO, etc- obvien o atenúen este
inconveniente. De nuevo la solución
del problema está en la creación de
una forma arquitectónica que permita
regular el asoleamiento de las
aberturas y de las paredes. Si se
considera el caso de los edificios
altos, es fácil de advertir que
experimentan en sus frentes
expuestos al sol un recalentamiento
que, a su turno, provoca una
continua corriente ascendente de
aire caliente –y por lo tanto más
liviano- que se eleva por su frente,
formando una capa cuyo espesor
oscila entre 50cm y 1m, según el
grado de ventosidad y los caracteres
!'
de la superficie ornamentación de la
fachada. Si alguien mira desde la
ventana hacia abajo ve una especie
de temblor del aire. Esta es,
precisamente, la capa de aire
caliente que asciende. Si se mide la
temperatura del aire, a uno metros
de la fachada (T), y en su inmediata
vecindad (T) puede resultar que la
diferencia T-T, sea de varios grados.
Cuando se abren las ventanas, el
aire que entra al interior no es el aire
exterior “natural” –a unos metros de
la fachada-, sino el del “aura
térmica”- o sea más caliente. (En el
caso de aberturas provistas de
cortinas de enrollar, cuando estas
son proyectadas hacia afuera la
corriente del aire se embolsa y se
encauza hacia el interior de los
ambientes). Cuando el frente está
formado por terrazas y balcones la
situación cambia. El aura térmica no
puede formarse porque no hay
ninguna superficie vertical
ininterrumpida.
El sistema Helios sirve, pues, de
modo completo, para el control solar.
Los primeros ensayos del tipo Helios
datan de 1932. Desde entonces
hemos realizado varios proyectos y
construcciones con esta forma
arquitectónica en distintas zonas y
latitudes, adaptándola a
construcciones proyectadas con
diverso fin: casas individuales, casas
colectivas, instituciones.
El sistema Helios no es un
aditamento auxiliar pegado al
edificio, sino constituye una parte
orgánica de su arquitectura. Si es
verdad que imprime a la fisonomía
 de la obra cierta expresión
arquitectónica definida –grata a la
sensibilidad del autor, sea dicho de
paso-es perfectamente flexible y se
adapta a las condiciones del terreno,
el paisaje, la latitud y la altitud, y
varía de acuerdo al tema, a la
magnitud del edificio, al material
empleado.

!(
)!
 1.
Un recurso arquitectónico para los casos
cuando la orientación al Oeste es
inevitable, podrían ser las losas
inclinadas bajo 45° (o sea similar, a
calcular en cada caso) que proyectan
sombras sobre la abertura, sin obturar la
vista, sin formar rejas delante de ellas.
Pueden ser losas fijas y sólidas, pero
también pueden ser móviles y
articuladas.

2.
Efecto de mamparas verticales móviles
sujetas a una estructura externa. Quizás
sería más sencillo aplicarlas
directamente sobre la estructura del
edificio y proveerlas de dispositivo de
acción simultánea. También podrían
aprovecharse para el cierre y defensa de
las aberturas.

))
 3.
El alero de un techo de tejas, paja o
cualquier otro material puede
desempeñar el papel de “losa-visera”, a
condición de su saliente y la altura de la
parte baja de su viga sean calculadas de
igual manera que los de la “losa-visera”.
En rigor, en este caso, la función de
control Helios no depende del material,
del “estilo” del edificio, sino del
cumplimiento de ciertos requisitos
puramente geométricos.

4.
Un recurso para las aberturas dirigidas al
oeste.
Para proteger las aberturas contra los
rayos solares de la tarde, intensos o casi
horizontales, las proporciones del
cielorraso del alero podrían girar hasta
colgar verticalmente, formando una
cortina protectora. (Pero siempre debe
haber una distancia de un par de metros
entre la cortina y la pared defendida)