Sie sind auf Seite 1von 84

J. B.

HARLEY

LA NUEVA NATURALEZA
DE LOS MAPAS
Ensayos sobre la historia de la cartografía

Compilación
Pa u l L a x t o n

Introducción
J. H. A ndrew s

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


Primera edición, 2005

Harlev, J. B.
La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la
historia de la cartografía / J. B. Harlev; cornp. de Paul Lax-
ton; introd. de J. H. Andrews; trad. de Leticia García Cor­
tés, Juan Carlos Rodríguez.— México: fce, 2005
398 pp.: ilus.; 23 x 17 cm — (Colee. Tezontle)
Título original The New Nature of Maps. Essays in the
History of Cartographv
ISBN 968-16-7531-2

1. Cartografía — Historia 2. Mapas I. Laxton, Paul,


comp. II. Andrews, J. H., introd. III. García Cortés, Leticia,
tr. IV. Rodríguez. Juan Carlos, tr. Y. Ser VI. t

LC GA201.H37 Dewey 526 H734n

Título original:
The Netz Nature ofM aps. Essays in the History o f Cartographv
D. R. O 2001, The Johns Hopkins University Press
2715 North Charles Street
Baltimore, Marvland 21218-4363
www.press.jhu.edu

Comentarios y sugerencias: editor@fce.com.mx


www.fondodeculturaeconomica.com
Tel. (55) 5227-4672 Fax (55) 5227-4694

D. R. © 2005, Fondo de C ultura E conómica


Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra


— incluido el diseño tipográfico y de portada— ,
sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico,
sin el consentimiento por escrito del editor.

ISBN 968-16-7531-2

Impreso en México • Printed in M éxico


I

Textos y contextos
en la interpretación
de los primeros mapas*
Los mapas antiguos son testigos escurridizos. Sin em­
bargo, ¿dónde estarían los historiadores sin ellos?
J. H. Pa r r y, 1976

H/ntre los numerosos tipos de documentos que por lo general utilizan los
historiadores, los mapas son muy conocidos; sin embargo, no son tan bien
comprendidos. Podríamos hacer una antología de afirmaciones que clasifi­
can a los mapas no sólo como “ escurridizos” (adjetivo empleado por el dis­
tinguido historiador J. H. Parry), sino también com o “ peligrosos” o “ no
confiables” .uLos historiadores tienden a relegar los mapas, junto con cua­
dros, fotografías y otras fuentes no verbales, a un tipo de evidencia de
menor categoría que la palabra escritaJ Gran parte de la investigación y
de los textos históricos se realiza sin recurrir sistemáticamente a los ma­
pas contemporáneos. Aún más, incluso cuando se admite que los mapas
son documentos, se les considera útiles principalmente en pocas cuestio­
nes históricas determinadas. Por ejemplo, se reconoce ampliamente que
los mapas son valiosos para estudiar algunos temas dentro de la historia
de los Estados Unidos, com o los descubrimientos, las exploraciones, la

* Este capítulo apareció originalmente como “ Introducción: textos y contextos en la interpre­


tación de los primeros mapas", en David Buisseret (ed.), From Sea Charts to Satellite Images:
Interpreting Korth A m erican Hiscory through Maps (Chicago, Universitv of Chicago Press), 1990,
pp. 3-15. Presenta un grupo de 12 ensayos sobre tipos específicos de mapas norteamericanos.

59
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

expansión territorial y la planeación de ciudades. Con mucha menor fre­


cuencia se considera que ofrezcan conocimiento crucial para el proceso de
la historia social. Cuando un historiador toma un mapa, por lo general lo
hace para responder a alguna pregunta relativamente limitada acerca de
la ubicación o la topografía y, con menor frecuencia, para aclarar la historia
cultural o los valores sociales de algún periodo o lugar especial. ¿Por qué
han recibido este desprecio los mapas?
Parte de la respuesta, com o ya se dijo, radica en las actitudes de los
historiadores. Escribir acerca de la historia de los mapas per se ha sido, en
el mejor de los casos, un interés marginal de los principales historiadores;
podemos preguntar: ¿cuándo fue la última vez que The American Histori-
cal Review publicó un artículo sobre cartografía? No obstante, parte del
problema también radica en quienes se hacen llamar historiadores de la
cartografía. Al describir la complejidad bibliográfica y técnica de los ma­
pas, no han logrado comunicar el conocim iento de su naturaleza social.
A la luz de estas tendencias, la respuesta a la pregunta ¿qué es un mapa?
es el antecedente del cuestionam iento fundamental de los mapas com o
documentos históricos.

¿Imagen o texto?

La percepción común de la naturaleza de los mapas es que son una ima­


gen, una representación gráfica de algún aspecto del mundo real. Las defi­
niciones que se pueden encontrar en diccionarios y glosarios de cartogra­
fía lo confirm an.2 El papel del mapa es presentar una manifestación
concreta de una realidad geográfica dentro de los límites de las técnicas de
la topografía, de la habilidad del cartógrafo y del código de signos conven­
cionales. Aunque los cartógrafos escriben acerca del arte lo mismo que de
la ciencia del trazado de mapas, la ciencia ha ganado la competencia entre
estas dos opciones) El resultado es que cuando los historiadores hacen una
valoración de los mapas, sus estrategias interpretativas son determinadas
por esta idea de lo que se dice que son los mapas. En nuestra cultura occi­
dental, por lo menos desde la Ilustración, se ha definido a la cartografía

60
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

como una ciencia concreta. La premisa es que un mapa debe ofrecer una
ventana transparente al mundo. Un buen mapa debe ser preciso. Cuando
un mapa no representa la realidad de una manera adecuada sobre una
escala concreta, se hace acreedor a una calificación negativa. Los mapas se
clasifican según su correspondencia con la verdad topográfica. Se nos ha
dicho que la imprecisión es un delito cartográfico.
Este juicio de valor a menudo se traslada a la manera en que leemos
los mapas antiguos. Promueve un tipo de interpretación en la que se sub­
rayan las manifestaciones de hechos o literales que hacen los mapas acer­
ca de una realidad empírica. Ya sea que se describa la ruta costera caribe­
ña de un navegador del siglo xix o los vestigios de alguna ciudad fantasma
después de la explotación de una mina en el siglo xix, se juzga al mapa en
términos de la ubicación de sus coordenadas, la forma de sus líneas o la
confiabilidad de los accidentes del terreno medidos. Se usa única y exclu­
sivamente como un conjunto de hechos en la reconstrucción del pasado.
De ninguna manera estoy degradando la aplicación histórica de los mapas.
Gomo un índice de la ubicación de cosas, procesos y hechos del pasado,
los mapas son la única forma de documentación.-JJbicar acciones humanas
en el espacio sigue siendo el mayor logro intelectual de los mapas como
formas de conocimiento^
Sin embargo, hay una respuesta alternativa a la pregunta de qué es un
mapa. Para los historiadores, una definición igualmente adecuada de
un mapa es: “ Una construcción social del mundo expresada a través del
medio de la cartografía” . Lejos de fungir com o una simple imagen de la
naturaleza que puede ser verdadera o falsa, los mapas redescriben el mun­
do, al igual que cualquier otro documento, en términos de relaciones y
prácticas de poder, preferencias y prioridades culturales. Lo que leemos en
un mapa está tan relacionado con un mundo social invisible y con la ideo­
logía com o con los fenómenos vistos y medidos en el paisaje. Los mapas
siempre muestran más que la suma inalterada de un conjunto de técnicas.
La aparente multiplicidad de los mapas, su cualidad de ser “ escurridizos” ,
no es una desviación idiosincrásica de un perfecto mapa ilusorio. Más bien
yace en el corazón de las representaciones cartográficas. Aquí se encuen­
tra una oportunidad histórica. La fascinación que ejercen los mapas como
documentos creados por el ser humano radica no únicamente en la medi­

► 61
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

da en que son objetivos o exactos, sino también en su ambivalencia inhe­


rente y en nuestra habilidad para encontrar nuevos significados, agendas
ocultas y visiones del mundo opuestas de entre las líneas de la imagen.
Al introducir las formas de interpretación de los mapas de Norteaméri­
ca, propongo una metáfora interpretativa distinta. Serán discutidas como un
texto más que como una imagen de la naturaleza. Los mapas son textos en
el mismo sentido en que lo son otros sistemas de signos no verbales co­
mo los cuadros, las impresiones, el teatro, el cine, la televisión y la música.
Los mapas también comparten muchos intereses comunes con el estudio
del libro al exhibir su función textual en el mundo y ser “ sujetos de control
bibliográfico, interpretación y análisis histórico” .3 Los mapas son un len­
guaje gráfico que se debe decodificar. Son una construcción de la realidad,
imágenes cargadas de intenciones y consecuencias que se pueden estudiar
en las sociedades de su tiempo^ Al igual que los libros, son también pro­
ducto tanto de las mentes individuales como de los valores culturales más
amplios en sociedades específicas.

Signos, símbolos y retórica

A l igual que otros textos, los mapas usan signos para representar al mun­
do. Guando éstos son fijos en un género de mapas, los definimos como sig­
nos convencionales. ^Los mapas no tienen una gramática como el lenguaje
escrito, pero igualmente son textos diseñados de manera deliberada y crea­
dos bajo la aplicación de principios y técnicas, y desarrollados como siste­
mas formales de comunicación. En la cartografía moderna se ha trabajado
arduamente para estandarizar estas reglas de composición de los mapas.
Los libros de texto y los modelos nos dicen cuál es la “ m ejor” manera de
representar gráficamente al mundo en términos de líneas, colores, símbo­
los y topografía.4 En cuanto a algunos de los mapas más antiguos, que se
describen más adelante, también existían libros de normas para su cons­
trucción y diseño, así como vocabularios o signos diferentes. Tales obras
pueden fungir como una gramática o un diccionario para aprender a leer o
a traducir el texto del mapa.

62
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

La dimensión simbólica de los mapas también los relaciona con otros


textos. Los cartógrafos modernos por lo general consideran que sus mapas
son manifestaciones escritas concretas en el lenguaje de las matemáticas;
no obstante, siempre son metáforas o símbolos del mundo. Más adelante
se discutirá una forma de interpretar estas capas simbólicas de significado
mediante el empleo de principios iconográficos.
Los mapas también son imágenes inherentem ente retóricas. Es un
lugar común decir que la cartografía es un arte de persuasión. Lo que va
contra el conocimiento moderno es sugerir que todos los mapas son retó­
ricos. Los cartógrafos actuales distinguen entre los mapas imparciales
u objetivos y otros mapas usados con fines propagandísticos o publicitarios
que se vuelven “ retóricos” en sentido peyorativo. Los cartógrafos también
aceptan que emplean recursos retóricos como una forma de embellecer o
adornar; sin embargo, sostienen que debajo de esta apariencia cosmética
siempre está la base rígida de una ciencia verdadera. Lo que sugiero es que
la retórica cubre todas las capas del mapa. Gomo imágenes del mundo, los
mapas nunca son neutrales o sin valor, ni siquiera completamente científi­
cos. Cada mapa es un caso distinto. Los mapas temáticos discutidos por
Karrow y Grim ,5 por ejemplo, son especialmente retóricos. Son parte de
un discurso persuasivo y pretenden convencer. La suya no es una realidad
inocente dictada por la verdad intrínseca de los datos; están penetrando al
antiguo arte de la retórica. En su mayoría, los mapas hablan ante un públi­
co específico y emplean invocaciones de autoridad, especialmente los pro­
ducidos por el gobierno, y apelan a los lectores de diferentes maneras.
El estudio de la historia de la representación cartográfica, cuando se usa
como apoyo para la interpretación de los mapas como documentos históri­
cos, también es una historia del uso de los distintos códigos retóricos
empleados por quienes los trazan.6

El contexto del cartógrafo

La regla básica del método histórico es que sólo se pueden interpretar los
documentos en su contexto. Esta norma se aplica igualmente a los mapas,

63
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

que deben llevarse de regreso al pasado y situarse estrictamente en su pro­


pio periodo y lugar. Los lectores de este libro pueden terminar decepciona­
dos al enterarse de la escasez de contextualizaciones de mapas en la histo­
riografía de la cartografía. Los libros de expertos sobre mapas, por ejemplo,
pasan por alto la realidad social que se encuentra detrás de la decorativa
etiqueta de precio. Los especialistas técnicos en historia de los mapas, los
preparados com o cartógrafos, casi nunca van más allá de la puerta del
taller para conocer el mundo exterior. El contexto se describe de una
manera simplista como “ antecedentes históricos generales” . Es necesario
entender que el contexto es un conjunto complejo de fuerzas interactivas,
un diálogo con el texto, dentro del cual resulta fundamental para la estra­
tegia interpretativa. Tendemos a relegar al contexto como “ allá afuera” y a
los mapas que estudiamos como “ adentro” . No es sino hasta que logremos
derribar esta barrera, esta falsa dicotomía entre un enfoque exteriorista y
uno interiorista de la interpretación histórica, que se podrá estudiar el
mapa y el contexto en el mismo terreno. Para lograrlo, es necesario dife­
renciar tres aspectos del contexto que influyen en la lectura de los mapas
como textos.7 Estos aspectos del contexto en mi argumentación son: 1) el
contexto del cartógrafo, 2) los contextos de otros mapas, y 3) el contexto
de la sociedad.
El contexto del cartógrafo está representado en las primeras interpre­
taciones de los mapas. Ya hace varios años el historiador J. A. Williamson
escribió: “ Es imposible ser dogmático en cuanto a la evidencia de los
mapas, a menos que sepamos más de lo que por lo general sabemos acerca
de la intención y de las circunstancias de quienes los trazaron” .8 Esta sim­
ple afirmación, que da un lugar primordial al por qué, al quién y al cómo de
los mapas, es un buen punto de partida. No obstante, la relación entre el
cartógrafo y el mapa está lejos de ser directa. No es una simple cuestión de
establecer una autoría, como con los libros y los documentos, ni de deter­
minar la intención del cartógrafo.
Respecto de la autoría, si excluimos los mapas manuscritos que son
identificados sin ambigüedad y tienen una procedencia conocida, el histo­
riador con frecuencia se ve ante una intrincada autoría múltiple. En su ma­
yoría, los mapas son producto de una división de labores. Cuando entra­
mos en la larga transición de la era del manuscrito a la de la impresión, la

64
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

división del trabajo cartográfico se acentúa, el autor se convierte en una


figura sombría y la traducción de la realidad que se registra en el mapa es
más compleja. Entonces surgen las preguntas: ¿hasta dónde un mapa par­
ticular fue obra de un topógrafo, un editor, un dibujante o un grabador?,
¿quién determinó su forma y contenido? Guando nos acercamos a distin­
tos artesanos, la pregunta de Williamson sobre las circunstancias se hace
más difícil. La relación entre los hechos de la vida de los cartógrafos y lo
que aparece en el mapa es igualmente fragmentaria. Dentro del marco de
un mapa puede haber varios textos — una intertextualidad:— que tienen
que ser descubiertos en el proceso interpretativo.
Más que muchos otros textos, los mapas se ven afectados por una serie
de actividades técnicas, cada una realizada por un autor diferente. R. A.
Skelton escribió alguna vez: “ El análisis técnico de los primeros mapas es
al estudio de los mapas lo que la bibliografía a la crítica literaria o la diplo­
macia a la interpretación de los documentos medievales” .9 Este requisito,
la reconstrucción de los contextos técnicos del trazado de los mapas,
implica una enorme exigencia de habilidades auxiliares del historiador. El
estudiante de los primeros mapas quizá tenga que volverse experto en las
historias de distintos tipos de mapas,10 saber acerca de las técnicas de
navegación y topografía,11 estar familiarizado con los procesos mediante
los cuales se compilaban, dibujaban, grababan, imprimían o coloreaban los
mapas, y saber algo acerca de las prácticas com erciales de los libros y
los mapas. Cada mapa es producto de varios procesos que involucran a
diferentes individuos, técnicas e instrumentos.12 Para entenderlos, necesi­
tamos desplegar un conocim iento especializado de temas tan diversos
como la bibliografía, la paleografía, la historia de la geometría y las declina­
ciones magnéticas, el desarrollo de las convenciones artísticas, emblemas
y heráldica, así como las propiedades físicas del papel y los sellos de agua.
La literatura correspondiente está igualmente dispersa en un gran número
de disciplinas y lenguas modernas13 que forman parte de la historia de la
ciencia, de la tecnología, las humanidades y las ciencias sociales. Sin
embargo, el primer paso en la interpretación es la manera en que el o los
autores de un mapa lograron hacerlo desde un punto de vista técnico.
Establecer la intención del cartógrafo es igualmente menos directo de
lo que parece a primera vista. Cada mapa codifica más de una perspectiva

65
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

del mundo. Gomo expresión de una intención, la función sigue siendo la


clave para leer mapas históricos; sin embargo, tales propósitos a menudo
estaban definidos de una manera muy general o el mapa iba dirigido a más
de un tipo de usuario. Mientras podemos aceptar, por ejemplo, que los ma­
pas de los seguros contra incendios tienen un solo uso, muchos otros
grupos de mapas estaban diseñados con múltiples fines. Estos diversos
objetivos complican la evaluación de los mapas como documentos históri­
cos. Los mapas topográficos o de ciudad y los planos se hicieron para satis­
facer varias necesidades al mismo tiempo. Se diseñaron com o registros
administrativos o jurisdiccionales; para defensa, desarrollo económ ico o,
quizá, como obras generales de referencia topográfica. La simple relación
entre función y contenido se viene abajo. No es adecuado, por ejemplo,
pensar que la finalidad de un levantamiento topográfico sea sólo producir
“ un mapa que muestra aspectos detallados del paisaje” . Las series de
mapas topográficos con frecuencia tenían un origen militar y subrayaban
características de importancia estratégica. En los Estados Unidos, incluso
después de que el Geological Survey tomó el control de las actividades
topográficas nacionales en 1879, aún se esperaba que los mapas cumplie­
ran funciones militares logísticas, así com o otras geológicas y guberna­
mentales. Incluso en la actualidad podemos detectar rasgos de la mentali­
dad militar en las categorías de densidad de los bosques de los mapas de
los uses (United States Geological Survey [Estudios Geológicos de los Es­
tados Unidos]) que todavía están clasificados en relación con la facilidad
con que la infantería se mueve en el campo.14 En muchos mapas topográ­
ficos del siglo xix, con las necesidades militares en mente, también se enfa­
tizaba la facilidad gracias a detalles culturales.
Por lo tanto, la intención no se puede reconstruir totalmente a través
de las acciones de cartógrafos individuales. Todavía es posible encontrar
una intención simple en mapas manuscritos individuales; además, tam­
bién hay aspectos más amplios de actividad humana que dificultan la in­
terpretación. La intención cartográfica casi nunca fue cuestión de capaci­
tación, habilidad o disponibilidad de instrumentos de un individuo, o del
momento y el dinero necesario para completar un trabajo adecuadamente.
Los cartógrafos casi nunca podían tomar decisiones de manera indepen­
diente, ni estaban libres de limitaciones financieras, militares o políticas.

66
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

Por encima del taller siempre hay una persona que encarga el mapa y, como
consecuencia, el mapa está imbuido en dimensiones sociales además de
técnicas. Podemos adaptar a la cartografía las palabras de Michael Baxan-
dall sobre la pintura italiana del siglo xv. Ese arte siempre era

depósito de una relación social. Por un lado estaba el pintor que pintaba el
cuadro o, por lo menos, lo supervisaba. Por otro lado estaba alguien que le
pedía que lo hiciera, proporcionaba los fondos necesarios y, una vez termi­
nado, decidía usarlo de una u otra manera. Ambas partes trabajaban den­
tro de instituciones y convenciones (comerciales, religiosas, preceptúales,
en el sentido social más amplio) diferentes a las nuestras, e influían sobre
la formas de lo que habían hecho juntos.15

A lo largo de una gran parte de la historia, el cartógrafo fue un títere ves­


tido con un lenguaje técnico, cuyos hilos eran manejados por otras personas.
El papel de la acción de mandar hacer mapas varía considerablemente
en los mapas de Norteamérica. Con los primeros mapas manuscritos, co­
mo los de la época de las exploraciones europeas, los mapas eran solicita­
dos por individuos poderosos, reyes o reinas, príncipes o papas. Sin em ­
bargo, para el siglo xix los cartógrafos norteamericanos estaban cada vez
más sometidos a las órdenes de instituciones más grandes como la General
Land O ffice y los uses. Las habilidades personales del trazado de mapas
estaban subordinadas no sólo a conjuntos de instrucciones diseñadas para
uniformar clases enteras de mapas, sino también a políticas estatales y
federales. Sin perder de vista la influencia política, debemos tener mucho
cuidado de no interpretar los levantamientos topográficos oficiales de los
Estados Unidos com o documentos históricos comunes. Se ha dicho que
"los levantamientos geodésicos y topográficos realizados por el gobierno
federal durante el siglo xix se convirtieron en subproductos ad hoc de la
legislación del Congreso y la intervención personal de funcionarios públi­
cos, y no en el resultado de una política nacional de cartografía” .16 Tanto
el orden geográfico en que se realizaron los levantamientos como el conte­
nido de los mapas estuvieron influidos por la necesidad de registrar primero
áreas con depósitos minerales valiosos. Los intereses de la política, así
como las habilidades de topógrafos individuales, dieron lugar a diversas

67
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

imágenes del paisaje norteamericano preservadas en la serie nacional de


mapas topográficos.
Al calificar los límites de la influencia de un cartógrafo individual, no
niego que los “ cartógrafos son seres humanos” .17 Aún aparece alguna habi­
lidad personal poco común, así como la idiosincrasia, en los intersticios de la
práctica institucional. En los mapas de las ciudades y las sierras “ abundaban
las posibilidades de error, omisiones, tendencias personales e incluso repre­
sentaciones erróneas” .18 Incluso en los mapas producidos por máquinas de
la actualidad, y en las imágenes aéreas, los historiadores deben estar alerta en
cuanto a las formas equivocadas en que los técnicos pueden haber inscrito
sus tareas de rutina. Esto puede ser todavía más difícil de detectar detrás
de la retórica directa de la tecnología de las computadoras; sin embargo, de
nuevo nos encontramos frente a la ausencia de un registro histórico común.
Se pueden hacer observaciones similares acerca de los mapas com er­
ciales. Esto es una parte importante del registro cartográfico histórico de
los Estados Unidos;19 no obstante, también se perciben conflictos de inte­
reses. El mercado por lo general limita la libertad de los parámetros carto­
gráficos. Un texto que siempre leemos en estos mapas es la hoja de balance
financiero. “ Donde el detective busca huellas digitales — se ha señalado—
debemos buscar algún beneficio si deseamos entender el mecanismo bási­
co de la publicación de los primeros mapas [... ] Ningún vendedor nos dice
toda la verdad y sólo un historiador incauto tomaría los mapas que están a
la venta como un registro cartográfico verdadero” .20 Más aún, en la medida
en que aumenta el tamaño de los negocios de mapas y crecen las im ­
prentas la cartografía adquiere una imagen corporativa. Ahora quien soli­
cita los mapas es un público más grande o, quizá, un grupo de interés espe­
cial, com o los consumidores de mapas de carreteras, que vigilan al
cartógrafo para influir sobre lo que se está registrando en el mapa.

El contexto de otros mapas

Una pregunta interpretativa fundamental acerca de cualquier mapa se re­


fiere a su relación con otros mapas. Este cuestionamiento tiene que enío-

68
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

carse de distintas .maneras. Por ejemplo, podríamos preguntar: 1) ¿cuál es


la relación del contenido de un mapa en particular (o alguna caracterís­
tica dentro de é l) con otros mapas contemporáneos de la misma zona?;
2) ¿cuál es la relación de ese mapa con otros del mismo cartógrafo o de la
misma compañía productora?; 3) ¿cuál es la relación con otros mapas
del mismo género (de una visión aérea, por ejemplo, con otras visiones aé­
reas de Norteam érica)?, y 4) ¿cuál es la relación de un mapa con la pro­
ducción cartográfica general de un periodo? Las preguntas varían pero su
importancia es universal. Ningún mapa está herméticamente cerrado en sí
mismo, ni puede responder a todas las preguntas que despierta. Tarde o
temprano la interpretación de los mapas anteriores se convierte en un
ejercicio de cartografía comparativa.21 Las características cartográficas de
toda la familia pueden perm itir que se identifiquen mapas anónimos, se
interpreten signos o convenciones poco comunes, o se hagan deducciones
acerca de parámetros de precisión. Nuestra confianza en un mapa como
documento puede aumentar (o disminuir) cuando muestra las característi­
cas conocidas de un grupo más grande.
Esta parte del estudio contextual de un corpus de mapas relacionados
entre sí se construye en torno a uno solo. Así como en el análisis de textos
literarios tiene que construirse la unidad o identidad de un corpus de tex­
tos,22 en la interpretación de los primeros mapas podemos seguir procedi­
mientos definidos. Éstos pueden aplicarse a un grupo de mapas del mismo
periodo; sin embargo, de la misma manera, la descripción de una zona o
de una característica se puede rastrear en una serie de mapas a través del
tiempo. A continuación se mencionarán tres métodos que pueden usarse
por separado o combinados para evaluar un solo mapa dentro de un grupo.
El estudio comparativo de características topográficas lineales en los
mapas (com o costas, redes de ríos o un sistema de caminos o carreteras)
es una técnica bastante probada. Los contornos se reducen a una escala
común y se comparan visualmente. En los estudios clásicos del siglo xix de
los primeros mapas aparecen ejemplos;23 el método puede también adap­
tarse al análisis digital de características lineales por computadora.24 Una
reciente aplicación del método antiguo es la realizada con los mapas espa­
ñoles y franceses del Golfo de México de los siglos xvi y xvii.25 Después de
“fotocopiar, ensamblar y examinar una gran cantidad de mapas” fue posi­

69
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

ble,26 con base en las principales características de las líneas costeras,


identificar cinco etapas principales del trazado de mapas. A través del uso
de esta clasificación comparativa, los mapas individuales fueron entonces
asignados a diferentes etapas de desarrollo y se estudió su origen, sus fuen­
tes y su confiabilidad topográfica a partir de las características de todo el
conjunto.
Sin embargo, si bien cada uno tiene una huella genética que el método
ayuda a identificar, también se debe ser muy cauteloso. El estudio de los
contornos puede quedarse corto al ofrecer evidencias conclusivas de pro­
cedencia. Hay muchas carencias. R. A. Skelton escribió que “ las impresio­
nes visuales que sugieren afinidad o desarrollo del contorno en dos mapas
pueden ocasionar una confusión si no tomamos en cuenta las licencias de
dibujo o de interpretación que pudiera haberse dado el cartógrafo” .27 Por
otra parte, también puede haber variaciones técnicas que influyen sobre la
forma de los contornos de los mapas o sus gradaciones de latitud o longi­
tud. Los mapas son fácilm ente corruptibles en el proceso de copiado, o
pueden surgir de técnicas de levantam iento o de navegación que quizá
hayan sido afectadas en el proceso de compilación. Antes del siglo xix, a
menudo los mapas se alineaban según el norte magnético y no hacia el
norte real. La declinación magnética variaba localmente y cambiaba con
el paso del tiempo, de manera que sin una observación sistemática los car­
tógrafos no podían corregir este factor. Sigue siendo una fuente importante
de error en la comparación de contornos.28
Un segundo aspecto del análisis com parativo de los primeros mapas
implica el estudio de los nombres de lugares o toponimia. Al igual que los
contornos, los nombres de lugares ofrecen una forma de construir genealo­
gías y perfiles de origen para mapas que antes se encontraban dispersos.
De hecho, los dos métodos a menudo se usan en conjunto, com o en los
estudios clásicos de los principios de la cartografía de la costa atlántica de
Canadá.29 Aun así, la tabulación cruzada de los nombres de una serie
de mapas com o medio de clasificación o establecimiento de interrelacio­
nes del grupo también debe usarse con precaución.30 En los periodos ini­
ciales de la exploración, los europeos de distintas nacionalidades segura­
mente escuchaban nombres de boca de hablantes nativos norteamericanos
de una variedad de lenguas y, también deben de haber tratado de registrar­

70
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

los de acuerdo con su propio sistema de sonidos, además de una ortografía


estandarizada. Incluso en los casos en que se aplicaron nombres europeos
a la geografía norteamericana el proceso de traducirlos y editarlos estuvo
viciado; resulta entonces que los nombres son producto del descuido, de
una mala lectura o de un mal entendim iento de generaciones sucesivas
de cartógrafos que no tenían conocimiento de primera mano de los lugares
o las lenguas en cuestión. Acerca de los nombres en los mapas de la escue­
la Dieppe de cartógrafos del siglo xvi,31 por ejemplo, se dice que “ no hay
dos cartógrafos en Dieppe que coincidan completamente en el número de
nombres que registran, mientras que la ortografía varía notablemente e in­
cluso la colocación de los nombres no siempre es consistente” .32 No es una
sorpresa que los nombres de los lugares en ocasiones hayan sido usados
incorrectam ente con fines de comparar mapas.33 La práctica de sonido
tiene com o objeto limitar el análisis sólo a aquellos nombres inconfundi­
blemente comunes a una cantidad considerable de mapas.
El tercer método de cartografía comparativa, la cartobibliografía, tiene
la mayor cantidad de publicaciones. No sólo se han discutido ampliamen­
te la definición y los detalles del método,34 sino que su práctica también se
encuentra totalmente representada en una serie de obras fundamentales
que tratan sobre los inicios de la cartografía norteamericana.35 El objetivo
de la cartobibliografía es reunir una serie de mapas impresos sobre la mis­
ma superficie. Se aplica igualmente a la corteza de árbol, las placas de
cobre, la litografía y otros procesos de impresión de mapas.36 Mediante
este método se puede reconstruir una secuencia de cambios geográficos y
de otros tipos en mapas relacionados entre sí. Esto a su vez permite seguir
la historia de la publicación de mapas de un área específica. Por otra parte,
también permite la ubicación cronológica de un mapa y su inserción en la
secuencia correspondiente, así com o la detección del alcance de una re­
visión geográfica entre estados o ediciones de mapas. A menudo los mapas
son representaciones tanto de tiempo como de espacio. Gomo dice Skelton,
descubrimos cóm o “ material de distintos horizontes temporales o descu­
brimientos intelectuales” se incorpora a sus imágenes. Y aprendemos que
“la búsqueda de la fuente principal puede llevamos de regreso a través de
muchas etapas de revisión o adaptación, derivación o transcripción, com ­
pilación” .37 La cartobibliografía, por lo tanto, es una herramienta funda­

71
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

mental para el historiador de mapas. Ya sea como una técnica o como un


medio para m edir los canales y el índice de difusión o de conocim iento
geográfico (por lo tanto, la vinculación de los mapas al contexto de la
sociedad), su conocimiento es indispensable.

El contexto de la sociedad

El tercer contexto de la cartografía es el de la sociedad. Si el cartógrafo es


un agente individual, entonces la sociedad es la estructura más amplia. La
interpretación, la lectura del texto cartográfico, implica un diálogo entre
estos dos contextos. El marco de las circunstancias y las condiciones his­
tóricas definidas produce un mapa que es, indiscutiblemente, un docu­
mento social y cultural. Todos los mapas están relacionados con el orden
social de un periodo y un lugar específicos. Todos los mapas son culturales
porque manifiestan procesos intelectuales definidos como artísticos o cien­
tíficos en la medida en que trabajan para producir un tipo característico de
conocimiento. No existe una flecha causal clara que vaya de la sociedad al
mapa, sino flechas causales que viajan en ambas direcciones. Los mapas no
son la sociedad exterior, son parte de ella, son elementos constitutivos den­
tro del mundo en general. El historiador pretende leer toda esa red de inte­
rrelaciones que van hacia adentro y hacia afuera del documento del mapa.
Al explorar este fenómeno de reflexión pueden emplearse dos estrategias
para reconocer el contexto de la sociedad en los mapas de América.

Las reglas de la cartografía

La primera estrategia es tratar de identificar “ las reglas del orden social”


dentro del mapa.38 Cada mapa manifiesta dos conjuntos de reglas. En pri­
mer término se encuentran las reglas del cartógrafo, y hemos visto cómo
operan en las prácticas técnicas del trazado de mapas.\E1 segundo grupo de
reglas se puede encontrar en la sociedad inmersa en el mapa, donde influ­

72
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

yen sobre las categorías de conocimiento. El mapa se convierte entonces


en un sistema de significados a través del cual “ se comunica, reproduce, ex­
perimenta y explora un orden social” .39,Los mapas no sólo reproducen una
realidad topográfica, sino que también la interpretan.!
Las reglas del orden social en algunas ocasiones son visibles, e incluso
evidentes, dentro de un grupo de mapas. En otras, se encuentran escondi­
das dentro del modo de representación. Entre la categoría de sociedad visi­
ble podemos ubicar las visiones aéreas norteamericanas de ciudades, los
mapas y los planos de ciudades y los mapas de condado y atlas. Todos son
textos culturales que toman posesión de la tierra.40 Todos proclaman un
evangelio social y sirven para reforzarlo. Las visiones aéreas de ciudades,
por ejemplo, “ cantan el himno nacional de la paz y la prosperidad, del mo­
vimiento y la apertura, de la calma y el orden, de los destinos que se van a
alcanzar” .41 El mapa tiene guardado el corazón para el momento en que lo
necesite y éste cobra vida en el contexto de la ética de la frontera y el
patriotismo cuando se decodifica la topografía a partir de un estilo empáti­
camente retórico de la imagen.
Guando las reglas sociales de la cartografía no están a la vista se tiene
que probar una agenda oculta entre las líneas del mapa. Este mapa es en­
gañoso y se necesita una estrategia distinta. En lugar de recoger los mensa­
jes sociales que enfatiza el mapa, debemos buscar a qué le quita énfasis; no
tanto lo que muestra el mapa, com o lo que omite. La interpretación se
convierte en una búsqueda de silencios,42 o quizá resulte de utilidad
“deconstruir” el mapa para revelar cóm o el orden social crea conflictos
dentro de su propio contenido.43 Entre los mapas que podrían entenderse
mejor de esta manera se encuentran algunos del siglo XVIII de gran escala,
los levantamientos topográficos de los Estados Unidos y las imágenes aéreas.
Aquí la tecnología ha suprimido las relaciones sociales. Como parecen ser
precisos y objetivos, estos mapas a menudo se ven como documentos que
no presentan problemas. Una imagen satelital o un mapa topográfico he­
cho mediante algún método “ científico” — por lo menos eso se piensa— es
neutral moral y éticamente. Es un documento concreto y directo. En la
medida en que reconocemos las limitaciones técnicas, el camino de la in­
terpretación se vuelve más seguro.
Estas suposiciones son falsas. La representación nunca es neutral y la

73
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

ciencia sigue siendo una realidad construida por el ser humano. Los mapas
de gran escala de la parte este de Norteamérica de mediados del siglo xvm
son un ejemplo de esta limitación. A primera vista cumplen los objetivos
de la cartografía de la Ilustración. Están construidos sobre medidas geodé­
sicas; empiezan a mostrar cierto dominio cartográfico sobre los paisajes de
esta zona y omiten algunos de los elementos más abiertamente imaginati­
vos, míticos y pictóricos de los mapas anteriores. Sin embargo, si los
vemos más de cerca, nos damos cuenta de que también señalan los im ­
perativos territoriales de una agresiva expansión inglesa en este conti­
nente.44 El colonialismo se señala en los mapas desde los márgenes. Con
frecuencia los títulos hacen referencia al imperio y a la posesión y delimi­
tación de territorio; las dedicatorias definen el rango social de los gober­
nantes coloniales; y las tarjetas, con todo un desfile de banderas naciona­
les, escudos de armas o coronas dispuestas por encima de los indios
sirvientes, definen las relaciones de poder en la vida colonial.45 Sin embar­
go, los contornos de la sociedad colonial también pueden ser leídos entre
las líneas de los mapas. La cartografía se ha convertido principalmente en
un registro de los intereses coloniales. Es un retrato inconsciente de qué
tan exitosamente se había reproducido una sociedad colonial europea en
el Nuevo Mundo y los mapas otorgan seguridad a los conquistadores al repro­
ducir la autoridad y los nombres de los lugares simbólicos del Viejo Mundo.
Aún más, en la medida en que la frontera se movió hacia el occidente, los
vestigios del pasado indio fueron eliminados de la imagen. Muchos cartó­
grafos del siglo xvm prefirieron los espacios vacíos al registro de la geogra­
fía india.46 No estoy diciendo que las omisiones, las “ reglas de ausencia” ,
fueran deliberadamente reforzadas a manera de especificaciones técnicas.
Sin embargo, incluso cuando eran dadas por un hecho, o aplicadas incons­
cientemente, percibirlas nos ayuda a cuestionar los mapas antiguos.

E l significado de los mapas

Otra estrategia interpretativa aplica los métodos iconográficos de la histo­


ria del arte a los mapas. Se define a la iconografía com o “ esa rama de la

74
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

cuadro i.l. Paralelismos iconográficos en el arte y la cartografía

Arte Cartografía
(Se usan los términos de Panofskv) (Paralelismo cartográfico sugerido)

1. Tema primario o natural: motivos 1. Signos convencionales indiv iduales


artísticos 2. Identidad topográfica en los mapas:
2. Tema secundario o convencional el lugar específico
3. Significado o contenido intrínseco 3. Significado simbólico en los mapas:
ideologías de espacio

historia del arte que se interesa en el tema o el significado de las obras de


arte” .47 La pregunta: ¿qué significaba el mapa para la sociedad que lo hizo
y lo usó por primera vez? es de una importancia interpretativa crucial. Los
mapas se han vuelto una fuente para revelar las características filosóficas,
políticas y religiosas de un periodo, o lo que en ocasiones se conoce como
el espíritu de la época. Puede usarse una interpretación iconográfica para
complementar el método de las reglas de la sociedad. Mientras que este
último revela las tendencias del conocim iento en los mapas, sus jera r­
quías, inclusiones y exclusiones, el primero examina de qué forma se tra­
dujeron las reglas sociales al idioma cartográfico en términos de signos,
estilos y vocabularios expresivos de la cartografía.
La esencia del análisis iconográfico es que pretende descubrir los dife­
rentes significados de una imagen. Panofskv sugiere que en un cuadro encon­
tramos: 1) un tema primario o natural, que consiste en motivos artísticos
individuales; 2) un tema secundario o convencional, definido en términos
de la identidad de todo el cuadro como representación de una alegoría o
un acontecimiento específico (da el ejemplo de La última cena), y 3) un
estrato simbólico de significado que a menudo tiene connotaciones ideoló­
gicas. Esto no ofrece una fórmula clara para la interpretación de los prime­
ros mapas; sin embargo, se puede decir que los niveles de significado de un
mapa son similares a los de un cuadro.48 Estos niveles paralelos de las dos
formas de representación se resumen en el cuadro i.l.
En prim er lugar, en el prim er nivel los signos, símbolos o emblemas
decorativos individuales de un mapa se equiparan con los motivos artísti-

75
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

eos individuales. Mientras que el significado completo de cualquier signo


particular puede volverse aparente sólo cuando se le ve en el mosaico de
otros signos en el mapa completo, para algunos fines interpretativos puede
resultar necesario evaluar el contenido y el significado de los signos indivi­
duales (por ejemplo, al mismo tiempo que establecen su significado cultu­
ral, podemos necesitar saber qué tan confiable es el signo usado para des­
cribir una iglesia o una casa en un mapa antiguo, desde un punto de vista
arquitectónico).
En segundo lugar, la identidad del lugar real representado en un mapa
se supone que sea equivalente al segundo nivel de Panofsky o a un segundo
nivel de interpretación. Su percepción implica el reconocim iento de que
un mapa particular es el de una plantación en Carolina del Sur, de Boston
o California. Éste es el nivel, el del lugar real, en que los historiadores han
usado más los mapas. Es más, para evaluar los lugares reales de los mapas
se ha desarrollado la mayoría de las técnicas interpretativas, enfocadas ya
sea a la precisión planimétrica, o bien al contenido. Existen numerosos
ejemplares de este tipo de estudios topográficos.49
El tercer nivel interpretativo de un mapa es el estrato simbólico. Hasta
hace pocos años, además de la aportación de unos cuantos historiadores
del arte,50 se había dado muy poca importancia a esta dimensión herme­
néutica de los principios de la cartografía. Recientemente, la interpreta­
ción ha cambiado y ha comenzado a abarcar la lectura simbólica e ideoló­
gica de los primeros mapas. Aquí aceptamos que los mapas actúan como
una metáfora visual de los valores más importantes de los lugares que
representan. Los mapas de Norteamérica siempre están cargados de esos
valores culturales e importancia y representan una topología social con un
dominio propio culturalmente reafirmado. Los mapas siempre representan
más que una imagen física de un lugar. El plano de una ciudad o una visión
aérea es un emblema o un icono legible de la comunidad. Inscribe valores
en un espacio cívico y subraya los sitios de creencias religiosas, cerem o­
nias, rituales y autoridad. En los mapas de los atlas históricos y de conda­
do del siglo xix hay mucho más que un registro inerte de una topografía
extinta. Lo que leemos es un discurso m etafórico, tan grueso com o un
libro, acerca del orgullo rural inmigrante, de las utopías que se vislumbran,
del orden y la prosperidad del paisaje. Estos mapas elogian la posesión de

76
TEXTOS Y CONTEXTOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

la tierra, privilegian las demarcaciones de las propiedades y hacen memo­


rables las haciendas y los nombres de dueños de propiedades. Por medio
de la palabra y de la imagen recurren a la industria y al patriotismo de los
nuevos norteamericanos. Y mientras más lejos vemos, la cartografía se
vuelve más simbólica. Luego entonces, un mapa de carreteras de Rand
McNally hace del enamoramiento estadunidense del automóvil un objeto
de adoración, e incluso los mapas aparentemente terrenales de los uses
son una confirmación simbólica de las percepciones y las prioridades cam­
biantes de la sociedad, más que sólo mapas de objetos del paisaje. Así es
como “ los mapas hablan, aunque suavemente, de sutiles juicios de va­
lor” .51 Para leer un mapa de manera adecuada, el historiador siempre debe
excavar debajo de su geografía superficial.

Conclusión

Al aceptar que los mapas son documentos fundamentales para el estudio


del pasado norteamericano, comenzamos a apreciar con qué frecuencia
los mapas atraviesan los principales procesos históricos. Desde los tratados
territoriales hasta los planos de las ciudades, desde las vías de los trenes
hasta las coordenadas rectangulares, subyacen en la construcción de los
Estados Unidos m odernos.52 Sin embargo, si bien ésta es una inmensa
aportación práctica, no debemos ignorar la influencia histórica de los ma­
pas reales sobre los más elusivos mapas cognitivos de generaciones de
estadunidenses desde el siglo xvi. Además de considerar al mapa como una
fuente topográfica, nos estamos dando cuenta del poder cartográfico inser­
to en este discurso.53 El poder del mapa, un acto de control de la imagen
del mundo, es como el de la imprenta en general.54 Desde la época de Co­
lón, los mapas han contribuido a crear algunos de los estereotipos más
dominantes de nuestro mundo.
El uso que los historiadores dan a un mapa depende también del con­
texto del investigador en cuestión. Las reflexiones que se hagan están deter­
minadas no sólo por las cualidades intrínsecas de un mapa particular, sino
también por la investigación histórica de la que se trate, por sus objetivos,

77
TEXTOS Y CONTEXTOS EX LA INTERPRETACIÓN DE LOS PRIMEROS MAPAS

sus métodos de investigación y por todas las pruebas que pueda aportar. Al
igual que existen innumerables mapas de Norteamérica que el historiador
puede consultar, hay infinidad de temas de investigación para los cuales
los mapas pueden ser adecuados. No ha sido mi intención minimizar los
aspectos técnicos de la interpretación de los primeros mapas; sin embargo,
ante el hecho de que ya disponen de bastante literatura, me pareció im ­
portante tomar esta oportunidad para trabajar en un marco más amplio
dentro del cual pueden mostrarse. Los tres contextos de la cartografía que
se han señalado nunca son mutuamente exclusivos, sino que se encuen­
tran entretejidos de manera sutil y con frecuencia inseparable. Una vez
que aprendemos a leer mapas, pueden convertirse en textos de una utili­
dad indispensable para el historiador.

78
II

Mapas, conocimiento y poder*1

Dadme un mapa; entonces permítaseme ver qué tanto


se me ha dejado para conquistar todo el mundo... Aquí
comencé a marchar hacia Persia, pasé por Armenia y
por el Mar Caspio; después hacia Bitinia, donde tomé
prisioneros a los turcos y a sus grandes empresas.
Después marché hacia Egipto y Arabia, y aquí, no muy
lejos de Alejandría, donde se juntan el Mar Tirreno y el
Mar Muerto, con menos de cien leguas de distancia en­
tre ellos, pretendo cortar un canal para que los hom­
bres puedan llegar rápidamente a la India. De allí a
Nubia, cerca del lago Borno, y entonces por el Mar de
Etiopía, cortando la línea del Trópico de Capricornio,
lo conquisté todo llegando hasta Zanzíbar.
C h r is t o p h e r M a r l o w e ,

Tamburlaine, segunda parte (V. m, pp. 123-139)

U n libro acerca de las imágenes geográficas que no aborde el mapa sería


como Hamlet sin el príncipe.2 No obstante, aunque durante mucho tiempo
los mapas han sido fundamentales en el discurso de la geografía, casi nunca
se leen como “ ladrillos” de texto o como una forma de conocimiento cons­
truida socialmente. “ La interpretación de los mapas” por lo general implica
buscar “ accidentes geográficos” sin expresar de qué manera, como forma
manipulada de conocimiento, han ayudado a conformar esos accidentes.3
Es cierto que en la geografía política y en la historia del pensamiento geo­
gráfico los mapas se relacionan cada vez más con el poder (especialmente

’ Este capítulo apareció originalmente en Denis Cosgrove y Stephen Daniels (eds.), The Icono-
graphy o f Landscape: Essays on the Symbolic Representación, Design and Use ofp a s t E nviron-
ment, Cambridge Studies in Ilistorical Geography, 9 (Cambridge, Cambridge University Press,
198S), pp. 277-312.

79
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

en los periodos de historia colonial).4 Sin embargo, el papel específico de


los mapas, com o imágenes con códigos históricamente específicos, sigue
siendo identificado con todo el discurso geográfico del que con frecuencia
se encuentran imbuidos. Lo que falta es un sentido de lo que Cari Sauer
entendía como la elocuencia de los mapas.5 De esta suerte, ¿cómo pode­
mos hacer “ hablar” a los mapas acerca de los mundos sociales del pasado?

Perspectivas teóricas

Aquí pretendo explorar el discurso de los mapas en el contexto del poder


político y mi enfoque es ampliamente iconográfico. Considero que los ma­
pas son una parte de la familia más amplia de imágenes cargadas de valor.6
De este modo, he renunciado a entender los mapas como registros inertes de
paisajes morfológicos o como reflexiones pasivas del mundo de los objetos;
más bien los considero imágenes reflejadas que contribuyen a un diálogo en
un mundo construido socialmente Por lo tanto, alejo la lectura de los mapas
de los cánones de la crítica cartográfica tradicional con su lista de oposiciones
binarias entre los mapas “ciertos y los falsos” , “precisos e imprecisos” , “obje­
tivos y subjetivos” , “literales y simbólicos” , o los basados en una “ integridad
científica” opuesta a la “ distorsión ideológica” . Los mapas nunca son imá­
genes carentes de valor; excepto en el sentido euclidiano más estricto, por
sí mismos no son ciertos o falsos. Tanto en la selectividad de su contenido
como en sus signos y estilos de representación, los mapas son una manera
de concebir, articular y estructurar el mundo humano que se inclina hacia,
es promovido por y ejerce una influencia sobre grupos particulares de rela­
ciones sociales.7 Al aceptar tales premisas se puede ver mejor lo suscepti­
bles que son de manipulación por parte de los poderosos de la sociedad.
En este amplio paisaje conceptual debo destacar tres puntos funda­
mentales a partir de los cuales se pueden trazar algunos de los contornos
ideológicos más específicos de los mapas. En el primero, los mapas son un
tipo de lenguaje8 (si esto se toma de manera literal o metafórica no es vital
para la argumentación).9 La idea de un lenguaje cartográfico es también
conveniente para un acercamiento derivado directamente de la semiótica

80
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

que, mientras ha resultado atractivo para algunos cartógrafos,10 es una herra­


mienta demasiado pesada para una investigación histórica específica. La idea
de lenguaje se traduce más fácilmente a la práctica histórica. No sólo nos
ayuda a ver los mapas como imágenes recíprocas usadas como mediadoras
de diferentes visiones del mundo, sino que también estimula la búsqueda de
evidencias de aspectos como los códigos y el contexto de la cartografía, así
como su contenido en un sentido tradicional. Un lenguaje — quizá sería más
adecuado hablar de una “literatura” de mapas— también nos anima a buscar
cuestiones como el cambio de lectores de los mapas, los niveles de carto-
alfabetismo, las condiciones de autoría, aspectos como secretos y censura y
también la naturaleza de las manifestaciones políticas hechas por los mapas.
Además, la crítica literaria puede ayudarnos a identificar la forma par­
ticular del “ discurso” cartográfico que yace en el corazón de este ensayo. El
discurso ha sido definido como lo relacionado con “ aquellos aspectos retó­
ricos que evalúan, miden o convencen de un texto, en contraposición con
los que simplemente nombran, ubican y cuentan” .11 El “simple” hecho de
nombrar o ubicar un accidente en un mapa a menudo tiene un significado
político; no obstante, se acepta que existenma división similar en los mapas.
Son un tipo de imágenes retóricas y están determinados por reglas que
gobiernan sus códigos y modos de producción, intercambio y uso social, al
igual que cualquier otra forma discursiva. Esto, a su vez, puede llevarnos a
una m ejor apreciación de los mecanismos mediante los cuales los mapas,
como los libros, se convirtieron en una fuerza política en la sociedad.12
Un segundo punto de vista teórico se deriva de la formulación de la
iconografía de Panofsky.13 Se ha tratado de equiparar los niveles de inter­
pretación de la pintura de Panofsky con niveles similares que se pueden
distinguir en los mapas.14 La iconografía puede usarse para identificar no
sólo un nivel literal o “ superficial” de significado, sino también uno “ más
profundo” , por lo general asociado con la dimensión simbólica del acto de
enviar o recibir un mensaje^Ün mapa puede llevar en su imagen un simbo-*
lismo asociado con el área, el aspecto geográfico, la ciudad o el lugar espe- *
cífico que representa.15¡A menudo en este nivel simbólico el poder político •
se reproduce, comunica y experimenta mejor a través de los mapas. _ 4
La tercera perspectiva se obtiene de la sociología del conocimiento^
Ya se ha planteado la propuesta de que el conocimiento de los mapas es un

81
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

producto social16, y para hacerla más clara se han dispuesto dos grupos de
ideas relacionadas con los ejemplos empíricos de este ensayo. El primer
grupo se deriva de Michel Foucault, quien, a pesar de que sus observacio­
nes en el campo de la geografía y los mapas fueron superficiales,17 ofrece
un modelo útil para la historia del conocimiento de los mapas en su crítica
de la historiografía:

La búsqueda de la verdad no era una actividad objetiva y neutral, sino que


estaba relacionada íntimamente con el “anhelo de poder” de quien buscaba
la verdad. Por lo tanto, el conocimiento era una forma de poder, una forma
de presentar los valores propios disfrazados de un desinterés científico.16

Asimismo, la cartografía puede ser “ una forma de conocim iento y de


poder” . Así como “ el historiador pinta el paisaje del pasado con los colores
del presente” ,19 el topógrafo, de manera consciente o no, duplica no sólo el
“ ambiente” en un sentido abstracto, sino también los imperativos territo­
riales de un sistema político particular. Si se produce un mapa bajo la eti­
queta de la ciencia cartográfica (éTcaso de la mayoría de los mapas oficia­
les) o si se trata de un ejercicio propagandístico abierto, no puede dejar de
involucrarse en el proceso mediante el cual se ostenta el poder. Algunas
de las im plicaciones prácticas de los mapas pueden caer también en la
categoría de lo que Foucault ha definido com o actos de “ vigilancia” ,20
especialm ente los relacionados con la guerra, la propaganda política, la
definición de las fronteras o la preservación de la ley y el orden.
—* Foucault no es el único que estudia la relación entre poder y conoci­
miento. También Anthony Giddens, al teorizar acerca de cóm o los sis­
temas sociales han estado “insertos” en el tiempo y el espacio (aunque no
menciona específicamente los mapas), hace referencia a “ recursos de au­
toridad” (los diferencia de los recursos materiales) controlados por el Esta­
do: “ La acumulación de recursos de autoridad implica sobre todo la reten­
ción y el control de inform ación o conocimiento. No cabe duda de que
aquí el desarrollo decisivo es la invención de la escritura y la anotación” .21
iLos mapas fueron un invento similar para el control del espacio y facilita­
ron la expansión geográfica de los sistemas sociales, “una forma de apunta­
lar empleada por el poder del Estado”; Gomo medio de vigilancia, implican

82
MAPAS. CONOCIMIENTO Y PODER

tanto “ el cotejo de información relevante para el control estatal de la con­


ducta de la población sometida” , como la “ supervisión directa de esa con­
ducta” .22 En los tiempos modernos, mientras m ayor es la com plejidad
administrativa del Estado, y más penetrantes sus ambiciones territoriales
y sociales, también es mayor su apetito de mapas.
Lo útil de estas ideas es que nos ayudan a prever imágenes cartográfi­
cas en términos de su influencia política en la sociedad. El simple hecho
de que durante siglos se ha visto a los mapas como imágenes “ científicas” ,
y siguen siendo consideradas así por filósofos y semióticos,23 dificulta esta
tarea. Las relaciones dialécticas entre imagen y poder no pueden ser
encontradas con los procedimientos empleados para recuperar el conoci­
miento topográfico concreto de los mapas y no existe una prueba química
para evaluar sus tendencias ideológicas.24 Los mapas com o forma de
“ conocim iento que implica poder” son explorados en este capítulo bajo
tres rubros: la universalidad de los contextos políticos en la historia de los
mapas, cómo el ejercicio del poder estructura el contenido de los mapas, y
cómo la comunicación cartográfica, en un nivel simbólico, puede reforzar
ese ejercicio a través del conocimiento de los mapas.

Contexto político de los mapas

T sar: Hijo mío, ¿qué escribes?, ¿qué es esto?


Fyodor: Un mapa de Moscovia; nuestro reino real de
principio a fin. Vea, padre, aquí está Moscú. Aquí
Novgorod, allá Astrakán. Allá se encuentra el mar,
aquí está el bosque virgen de Perm, y más allá Si-
beria.
T sar: ¿Y qué puede ser esto? ¿Estos trazos serpentinos?
Fyodor : Es el Volga.
T sar: ¡Espléndido! ¡El delicioso fruto del aprendizaje!
En una sola imagen, como visto desde una nube todo
nuestro dominio: sus fronteras, ciudades y ríos.
A lexander Pushkin, Boris Godunov

83
MAPAS, CONOCIMIENTO Y POD1

En cualquier estudio iconográfico, sólo a través del contexto se puede de


cubrir adecuadamente el significado y la importancia del objeto de anal
•sis. Tales contextos pueden ser definidos como las circunstancias en qu
se hicieron y usaron los mapas. Son análogos a la situación del discurso e
los estudios lingüísticos25 e implican la reconstrucción de los ambiente
físico y social de la producción y el consumo de los mapas, los hechos qu
condujeron a su trazado, la identidad de los cartógrafos y los usuarios di
los mapas y sus percepciones del acto de trazar y usar un mapa en ui
mundo construido socialmente. Estos detalles hablan no sólo de los moti
vos que hubo detrás de los acontecimientos cartográficos, sino también di
los efectos que los mapas pudieron haber tenido y de la importancia de k
información que comunican en términos humanos.
Incluso una inspección superficial de la historia cartográfica revela en
qué medida el poder político, religioso o social produce el contexto de la car­
tografía. Lo anterior ha quedado claro, por ejemplo, en un estudio detallado
de la cartografía en la Europa mediterránea prehistórica, antigua y medieval.
A lo largo de este periodo, “ el trazado de los mapas fue una de las armas in­
telectuales especializadas mediante la cual se podía obtener, administrar,
legitimar y codificar el poder” .26 Más aún, este conocimiento se concentraba
en relativamente pocas manos y “ se asociaba a los mapas con la élite re­
ligiosa del Egipto dinástico y de la Europa cristiana medieval; con la élite
intelectual de Grecia y Roma y con la élite mercantil de las ciudades-Esta-
do del mundo mediterráneo durante la etapa final de la Edad Media” .27
El mundo de la Europa antigua y medieval tampoco fue la excepción a
este respecto. La cartografía, con cualquier otra importancia cultural que
se le pueda atribuir, fue siempre una “ ciencia de príncipes” . Se sabe que
en el mundo islámico los califas del periodo clásico de la geografía árabe,
los sultanes del imperio otomano y los emperadores mongoles de la India
encargaban el trazado de los mapas y los usaron con fines militares, políti­
cos, religiosos y propagandísticos.28 En la antigua China, los mapas terres­
tres detallados también se hacían expresamente de acuerdo con las herra­
mientas militares y los emblemas espaciales del destino imperial.29 En los
inicios de la Europa moderna, desde Italia hasta los Países Bajos, desde
Escandinavia hasta Portugal, en todos lados los monarcas absolutos y
los hombres de Estado conocían el valor de los mapas para la defensa y la

84
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

guerra, para la administración interna relacionada con el crecimiento del


gobierno centralizado y como propaganda territorial en la legitimación de
las identidades nacionales. Escritores como Castiglione, Elyot y Maquiavelo # ^
apoyaron el uso de mapas por parte de generales y hombres de Estado.30
Con los deslindes topográficos nacionales en Europa a partir del siglo xvm,
el papel de la cartografía en las transacciones de las relaciones de poder, j-
por lo general favoreció a las élites sociales.
Las funciones específicas de los mapas en el ejercicio del poder confir­
man también la ubicuidad de estos contextos políticos en un rango con­
tinuo de escalas geográficas^ Éstas van de la estructura del imperio global,
y la conservación del Estado-nación, a la confirm ación local de los de­
rechos individuales de propiedad. En cada uno de estos contextos, las
dimensiones de la política y el territorio se fundieron en imágenes que, al
igual que los títulos de propiedad, fueron parte del aparato intelectual del
poder.

Los mapas y el imperio

Al igual que las armas de fuego y los barcos de guerra, los mapas han sido
armas del imperialismo. En la medida en que los mapas se usaron en la
promoción colonial y se adueñaron de las tierras en papel, antes de ocu­
parlas efectivamente, los mapas anticiparon el imperio. Al principio, los
topógrafos marchaban al lado de los soldados para trazar mapas con fines
de reconocim iento, después como información general y, con el paso del A,
tiempo, como una herramienta de pacificación, civilización y explotación
en las colonias ya definidas. Sin embargo, hay algo más allá deí trazado de
fronteras para la contención práctica política y militar de las poblaciones
sometidas. Los mapas se usaron para legitimar la realidad de la conquista y /
el im perio. Contribuyeron a la creación de mitos que ayudarían a conser­
var el statu quo militar. Como comunicadores de un mensaje imperial, se
han usado com o com plem ento agresivo de la retórica de los discursos,
periódicos y textos escritos, o de las historias y canciones populares que
elogian las virtudes del imperio •31 á?

85 I
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Figura ii .I. Federación imperial. Mapamundi que muestra la extensión del Imperio
británico en 1886fu e publicado por primera vez como un suplemento del perió­
dico Graphic, el 24 de ju lio de 1886. Se usaron la proyección de Mercator, tinta
rosa para el territorio del im perio y emblemas decorativos que muestran a Bri-
tania sentada en el mundo para articular el mensaje del “Nuevo im perialism o”.
Con permiso de la British Library.

En estos contextos imperiales, los mapas por lo general apoyaban el


ejercicio directo del poder territorial. Las cuadrículas dispuestas por los
agrimensores romanos, puestas en funcionam iento en la centuriación,
eran una expresión de poder “ extendido descuidadamente en todas direc­
ciones [...] homogeneizando todo en su camino” ,32 al igual que el deslinde
de tierra rectangular de los Estados Unidos creó “ orden sobre la tierra” en
más sentidos que sólo el de repetir un diseño clásico.33 El redescubrimien­
to del sistema tolom eico de jáeometría de coordenadas en el siglo xv fue
un hecho cartográfico importante que favorecía una “ sintaxis euclidiana”
que estructuró el control territorial europeo.34 De hecho, la naturaleza

86
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

gráfica del mapa dio a sus usuarios imperiales un poder arbitrario que era
fácilmente separable de las responsabilidades sociales y consecuencias de
su ejercicio. El mundo podía ser grabado sobre papel. El papa Alejandro VI
demarcó las posesiones españolas y portuguesas en el Nuevo Mundo.35
En la división de Norteamérica, ella misma “ parte de un vasto proceso y
experimento europeo, un desarrollo actual del im perialism o interna­
cional” , las “ propias líneas del mapa exhibían este poder y proceso impe­
rial porque habían sido impuestos sobre el continente con poca referencia
a los pueblos indígenas y en muchos lugares con poca referencia a la pro­
pia tierra. Los invasores se repartieron el continente entre ellos con dise­
ños que reflejaban sus complejas rivalidades y su poder relativo” .36 En el
siglo xix, cuando los mapas se institucionalizaron más y se vincularon al
crecim iento de la geografía com o disciplina, los efectos de su poder se
manifestaron nuevamente en la ola continua de imperialismo europeo. La
lucha por Africa, en que los poderes europeos fragmentaron la identidad
de la organización territorial indígena, se ha vuelto casi un texto ejem ­
plar de estos efectos.37 En nuestro propio siglo, en la división británica de
la India en 1947, vemos cómo el trazo de una pluma a través de un mapa
podía determinar las vidas y las muertes de millones de personas.38 Hay
innumerables contextos en los que los mapas se convirtieron en la moneda
de “ tratos” políticos, contratos, subdivisiones, ventas y tratados realizados
con m otivo del territorio colonial y, una vez vueltos permanentes en la
imagen, estos mapas con mucha frecuencia adquirieron fuerza de ley en^
el paisaje.

Los mapas y el Estado-nación

I La historia de los mapas se encuentra inextricablemente vinculada al sur­


gimiento del Estado-nación en el mundo moderno^ Muchos de los mapas
impresos de Europa subrayaban los estados, las corrientes de agua y las fron­
teras políticas que constituían las dimensiones político-económicas de la
geografía europea.39 Los primeros teóricos políticos encargaban mapas a
los hombres de Estado, quienes, a su vez, estaban entre los primeros colee-
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

cionistas sistemáticos.40 En muchos países, la actividad cartográfica esta­


ba en gran medida bajo el mando del Estado.41
No obstante, mientras el Estado estaba preparado para financiar esta
actividad, de manera directa a través del erario público, o indirecta gracias
a prerrogativas com erciales, a menudo se insiste en que se trataba de
conocim ientos que gozaban de privilegios gubernamentales. En Europa
occidental, la historia de los secretos cartográficos, aunque a menudo no
surtían efecto, se puede rastrear hasta el siglo xvi con la política de siglio
española y portuguesa.42 Era una práctica para m onopolizar el con oci­
miento, para “ usar documentos geográficos como un recurso económico,
de la misma manera que se guardaban en secreto y se utilizaban los miste­
rios de oficio” .43
Un ejemplo importante de la interacción entre los mapas y la política de
Estado se encuentra en la historia de la tecnología militar. Ante la mirada
de los militares, los mapas siempre han sido considerados un tipo delicado de
conocimiento y las políticas de secreto y censura abundan tanto en la ac­
tualidad, en las especificaciones “ escondidas” de defensa y de las agencias
cartográficas, como en los cuarteles de campaña del pasado.44 En un nivel
práctico, los mapas militares son elementos pequeños pero fundamentales
de la infraestructura técnica del ejército en el campo de batalla. Así como
se transformaron las técnicas de guerra que pasaron de ser tácticas de sitio
a estrategias de mayor movimiento, especialmente a partir del siglo xvm,
también los mapas que se utilizaron para la guerra fueron transformados.45
Sin embargo, incluso en estos contextos activos se dieron procesos históri­
cos más sutiles. El conocimiento de los mapas fomenta la conducta bélica
f~ mediante un control remoto, de manera que, consideramos, el acto de ase­
sinar se contempla con mayor facilidad.46 Los mapas militares no sólo faci-
p litan la conducta técnica de la guerra, sino que también aminoran eTsen-
tido de culpa que surgea partir de esta conducta. Las líneas silenciosas del
¡ paisaje de papel fomentan la idea de un espacio socialmente vacío.
No todos los mapas militares son silenciosos; muchos de ellos procla­
man a gritos la victoria militar. De la misma forma que existen desfiles,
canciones y poemas militares, también, por lo menos a partir del siglo xv
en Europa, ha habido planes de batalla diseñados para conm em orar los
lugares sagrados de gloria nacional.47

88
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Los mapas y los derechos de propiedad

Los mapas catastrales o estatales que muestran los derechos de propiedad


revelan el papel de los mapas en la historia de las relaciones de clase agra­
rias. Aquí los mapas pueden ser considerados un medio a través del cual
los señores estatales o individuales podían controlar de manera más efec­
tiva una población campesina que ocupaba la tierra.48 En la sociedad
romana, las prácticas codificadas de los agrimensores pueden interpre-

Figura ii .2. Los mapas estatales de gran escala y los catastros que los acompa­
ñan se convirtieron en una herramienta en el surgimiento del capitalismo agrario
en Inglaterra a partir del siglo xvi. En este fragmento del mapa de Samuel Walker
del estado de Gametts, Essex (1622), los detalles de propiedad ( dn = tierras de
Edward Naylor, dl = tierras de Richard Lavender), la delincación precisa y las me­
didas correctas (en acres, roods o perches) traducen los derechos de propiedad a
una imagen tangible y de compromiso legal. El original está en una escala de 50 cm
por 1 609 m. Esta reproducción mide aproximadamente 1.6 x 1.1 m. Con permiso
de la British Library (Manuscritos Adicionales 41848).

89
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

tarse no sólo como manuales técnicos de división en un sentido teórico,


sino también como una estructura social para regular legalmente las tie­
rras expropiadas y para calcular los gravámenes.49 Los mismos mapas for­
jados en bronce o tallados en piedra estaban diseñados para hacer más
permanente un orden social en el que había hombres libres y esclavos, y
para el cual la división térritorial era la base del estatus.50 También en los
inicios de la Europa moderna estaban en funcionamiento algunas de estas
fuerzas, a pesar de que el contexto sociológico de los mapas era distinto. El
grado hasta el cual el mapeo de las zonas rurales locales estaba encerrado
en un proceso de litigio no nos deja duda en cuanto a su contexto sociole-
gal y a su efectividad como medio para resolver conflictos entre señores y
campesinos por derechos de propiedad de la tierra.51 Los mapas cabían
tan bien en la cultura de la sociedad de las tierras como lo habían hecho
en las diplomacias de la corte y en las maniobras militares de los Estados-
nación del Renacimiento en Europa.
En términos similares, los mapas se pueden ver insertos en algunos de
I los cambios estructurales a largo plazo en la transición del feudalismo al
V capitalismo. La economía del mundo y su nueva división geográfjcadel tra-
bajo se producía con la ayuda de documentos geográficos, entre ellos los
mapas.52 Los planos precisos y de gran escala eran un medio para explotar
más eficientem ente la tierra, para aumentar los costos de renta y para
reforzar las obligaciones legales o modificar los documentos de tenencia de
la tierra. Al sustituir topografías escritas más antiguas, los mapas sirvieron,
f a manera de inventario gráfico, com o una codificación de inform ación
-^acerca de la propiedad, la tenencia, los valores rentables, las prácticas de
cosecha y el potencial agricultor que permitía a los dueños capitalistas de la
tierra contemplar sus bienes com o un todo y tener un m ejor control de
'¿ellos.53 Ver era creer en relación con las jerarquías territoriales expresadas
en los mapas. Ya sea en la historia general del desarrollo de la agricultura,
de la demarcación, del secado o de la construcción de diques en pantanos
y ciénegas, o en la reclamación de colinas y páramos, eliojtógrafo cada vez
con mayor frecuencia cantina al lado del señor para difundir formas capi­
talistas de agricultura.54
Los mapas dificultaron de manera invisible la vida cotidiana de la gente
común. Así como un reloj, com o símbolo gráfico de la autoridad política

90
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

centralizada, trajo consigo la “ disciplina del tiempo” al ritmo de los trabad,


¡adores industriales,55 las líneas de los mapas, dictadoras de una nueva
topografía agraria, introdujeron una dimensión de “disciplina del espacio” . j
En las sociedades campesinas europeas, las antiguas tierras comunes eran
subdivididas y asignadas con ayuda de los mapas, y en la “ selva” de las an­
tiguas tierras indias de Norteamérica las líneas fronterizas del mapa fueron
un medio de apropiación que, quienes desconocían los métodos topográfi­
cos geométricos, no lograron nunca cuestionar. Los mapas ingresaron en el
sistema legal, se colocaron en la artillería militar, adquirieron una aureola
de ciencia y contribuyeron a la creación de una ética y una virtud de defi­
nición cada vez más precisa. El trazado de mapas excluía tanto como^"
incluía. Fijaban la relatividad territorial de acuerdo con los días de naci­
miento, accidentes de descubrimiento o, con mayor frecuencia, el meca­
nismo del mercado mundial.

Contenido de los mapas en las negociaciones de poder

“ ¿Ése es el mismo mapa?” , preguntó Jincey. Ella seña­


ló el gran mapamundi que colgaba, enrollado durante
el verano, por encima del pizarrón que estaba detrás
de la señorita Dove. “ ¿China todavía es anaranjada?”
“ Es un mapa nuevo — dijo la señorita Dove— . China
ahora es morada.” “Prefiero el mapa viejo — dijo Jin­
cey— . Me gusta el viejo mundo.” “La cartografía es un
arte en movimiento” , dijo la señorita Dove.
F rancés G ran Patton , Goocl Morning, Miss Dove

Durante mucho tiempo los cartógrafos y los historiadores cartográficos


han estado conscientes de las tendencias del contenido de sus mapas y se
refieren a ellas com o “inclinación” , “ desviación” , “ distorsión” o “ abuso” vj
de los sólidos principios cartográficos. Sin embargo, se ha dedicado muy
poco espacio en la literatura cartográfica a las implicaciones políticas de
estos términos y a lo que ellos representan y, todavía menos, a sus conse-

91
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

cuencias sociales. Tal “ inclinación” o “ distorsión” por lo general se mide


con una regla de “ objetividad” que se deriva, a su vez, de un procedimien­
to cartográfico. Sólo en los mapas que se distorsionan de manera deli­
berada con fines, por ejemplo, propagandísticos o publicitarios, se discu­
ten las consecuencias.56 La cartografía “profesional” del Servicio Estatal de
Cartografía del usos, Bartholomew o Rand McNally o sus antecesores serían
© considerados absolutamente libres de estas imágenes políticamente conta­
C~.rV
'C 'V
minadas. Que los mapas pueden producir una imagen verdaderamente cien­
tífica del mundo, en la que la información concreta se representa de manera
objetiva, es una idea muy arraigada en nuestra cultura mítica. Reconocer
que toda la cartografía es una “ ficción intrincada y controlad^”57 no nos im­
pide conservar una diferencia entre las presentaciones del contenido del
mapa deliberadamente inducidas por el artificio cartográfico y aquéllas en
las que no se examina el contenido estructural de la imagen.

Distorsiones deliberadas del contenido del mapa

En toda la historia de los mapas se pueden encontrar distorsiones delibera­


das del contenido de un mapa con fines políticos y el cartógrafo nunca ha
sido un artista, dibujante o técnico independiente. Detrás del cartógrafo
está un conjunto de relaciones de poder que crean sus propias especifica­
ciones. Ya sea impuestas por una persona individual, por la burocracia del
Estado o por el mercado, estas normas pueden ser reconstruidas tanto a
partir del contenido de los mapas como del modo de representación carto­
gráfica. Mediante la adaptación de proyecciones individuales, la manipula­
ción de la escala, la magnificación o el cambio de signos o.de tipografía, o el
uso de colores emotivos, quienes trazan los mapas de propaganda por lo ge­
neral han apoyado la visión unilateral de las relaciones geopolíticas. Estos
mapas han formado parte de la vigencia de las estrategias internacionales
psicológicas de guerra mucho antes de ser usadas por los geopolíticos
nazis. Las guerras religiosas de la Europa del siglo xvn y la Guerra Fría del
siglo xx expresaron sus batallas en los contenidos de los mapas propagan­
dísticos tanto como a través de otros medios.58

92
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Mapas aparentemente objetivos también se caracterizan por la mani­


pulación constante de su contenido. La “ censura cartográfica” implica la
representación incorrecta y deliberada, diseñada para confundir a los
usuarios potenciales del mapa, quienes, por lo general, eran opositores del
<tatu quo territorial. No debemos confundir lo anterior con las supresiones
o las adiciones producto de errores técnicos, de incompetencia o forzados
por la escala o la función. La censura cartográfica quita de los mapas
aspectos que, com o otras cosas que permanecen iguales, esperaríamos
encontrar. Naturalmente, esto es menos notorio que una distorsión evi­
dente. Se justifica en terrenos de “ seguridad nacional” , “ eficiencia políti­
ca” o “ necesidad com ercial” , y su práctica aún está considerablem ente
difundida. La imagen censurada marca los límites del discurso permisible
y las omisiones deliberadas desalientan la “ aclaración de alternativas so­
ciales [...] dificultando que el desposeído ubique la fuente de su inconfor­
midad, ya no se diga la remedie” .59
La justificación más común de la censura cartográfica quizá siempre
haya sido militar. En su forma más generalizada ha implicado la prohibi­
ción de la publicación de deslindes.60 Por otro lado, los detalles de las con­
quistas en los mapas del siglo xvm no fueron corregidos por Federico el
Grande para engañar al enemigo potencial, de la misma manera que se ha
deducido que las ciudades de algunos mapas rusos fueron reubicadas deli­
beradamente en posiciones incorrectas en la década de los sesenta para
evitar que las fuerzas enemigas tomaran medidas estratégicas.61 Asimis­
mo, desde el siglo XIX ha sido una práctica casi universal “limpiar” sistemá­
ticamente evidencias de instalaciones militares clave de las series oficiales
de mapas topográficos.62 Ahora la práctica se extiende a otras característi­
cas cuando su inclusión es potencialmente vergonzosa para el gobierno en
cuestión; por ejemplo, los tiraderos de desperdicios nucleares se omiten
en los mapas topográficos oficiales de los uses A
La falsificación deliberada del contenido de los mapas se ha relaciona- ¡
do con consideraciones políticas ajenas a las exclusivamente militares. Se ¡
han tergiversado las fronteras dedos mapas, por una parte, para ju stificar^
reclamos históricos de territorio nacional,63 y por otra, como producto del
arte de la predicción, que consiste en usar los mapas para proyectar y le­
gitimar ambiciones territoriales futuras.64 Por ejem plo, las fronteras en

93
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

disputa, mostradas en los mapas y atlas oficiales, o en imágenes más efí­


meras com o estampillas postales, han sido incluidas o suprimidas de
acuerdo con la preferencia política del momento.63 Estas prácticas tampo­
co se aplican únicamente a las fronteras políticas de los mapas. Está sufi­
cientemente documentado el hecho de que las geografías de lengua, “ raza”
y religión han sido reflejadas de acuerdo con las creencias dominantes.66

Figura ii .J. Incluso los simples mapas temáticos pueden transm itir sutiles men­
sajes propagandísticos. Este mapa de atlas escolar, del Geschichtsatlas für die
deutsch Jungen (Julius Belz, 3a cd., 1935), representa los elementos germánicos
en Europa y (en un mapa inserto) del otro lado del océano; sin embargo, no ofre­
ce una leyenda para los valores de los tres tamaños de símbolos. Mientras que la
pauta de distribución es realista, las minorías germanas en los países europeos
por lo general eran mucho más pequeñas (menos de 4% de la población total) de
lo que el símbolo sugiere. Con permiso de la British Library (Mapas 30.b.25).

94
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Hay numerosos casos en que los nombres indígenas de lugares de los gru­
pos minoritarios se suprimen en los mapas topográficos en favor de una
toponimia estándar del grupo que tiene el control.67 *—

Distorsiones “inconscientes” del contenido de los mapas

Para el estudiante de la iconografía cartográfica debe resultar interesante


también el sutil proceso mediante el cual el contenido de los mapas recibe
la influencia de los valores de la sociedad que produce el mapa. Cualquier
historia social de los mapas debe ocuparse de estas reglas ocultas de las
imágenes cartográficas y de sus consecuencias accidentales.68 Se aborda­
rán tres aspectos de estas estructuras ocultas: el relacionado con la geome­
tría de los mapas, con los “ silencios” en el contenido y con las tendencias
jerárquicas en la representación cartográfica!

Geometría subliminal

La estructura geométrica de los mapas, su diseño gráfico en relación con la


ubicación en la que se centran o con la proyección que determina su rela­
ción de transformación respecto de la tierra69 es un elemento que puede
magnificar el impacto político de una imagen incluso cuando no se preten­
da distorsionarla conscientemente. Un aspecto universal de los primeros
mapamundis, por ejemplo, es cómo han estado constantemente centrados
en “ el ombligo del mundo” , según ha sido percibido por distintas socie­
dades. Este “ síndrome del ombligo” ,70 en el que un pueblo piensa que ha
sido designado por la divinidad para ser el centro del universo, puede
encontrarse en mapas muy lejanos en tiempo y en espacio, como los de la
antigua Mesopotamia, con Babilonia en el centro; los mapas del universo
chino con China en el centro; los griegos centrados en Delfos; los islámicos
centrados en la Meca y los mapamundis cristianos que ubican a Jerusalén
como el “ verdadero” centro del mundo.71 El efecto de esta geometría de

95
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

“perfeccionamiento de posición” 72 sobre la conciencia social del espacio


es muy difícil de valorar y sería incorrecto sugerir que algunas característi­
cas de diseño usuales contribuyeron necesariamente a visiones idénticas
del mundo. Sin embargo, por último, estos mapas tienden a enfocar la
atención del que los observa en el centro; por lo tanto, promueven el des­
arrollo de “visiones del mundo dirigidas hacia el interior, cada una de ellas
con un centro de culto separado, aseguradas dentro de territorios poblados
sólo por verdaderos creyentes” .73
Otra visión también etnocéntrica puede haber sido ocasionada por
algunas de las proyecciones formales de mapas del Renacimiento europeo.
También en ese caso, un mapa “ estructura la geografía que describe de
acuerdo con una serie de creencias en cuanto a cómo debería ser el mun­
do y presenta esta construcción como verdadera” .74 En el conocido ejem­
plo de la proyección de Mercator no se sabe si él mismo, quien diseñó el
mapa pensando en los navegadores para mostrar instrucciones reales de
brújula, era consciente del grado hasta el cual su mapa llegaría a proyectar
una imagen que reforzara con tanta fuerza la visión europea de su propia
hegemonía del mundo. Aún así, el simple hecho de que en su proyección
Europa quede en el centro del mundo, y de que el área de las masas de tie­
rra está tan distorsionada que dos terceras partes de la superficie de la tierra
parecen estar en una latitud alta, debe de haber contribuido notablemente
al sentido europeo de superioridad. De hecho, en la medida en que los “ es­
tados colonialistas blancos” aparecen en el mapa relativamente más gran­
des de lo que son, mientras que “ las colonias” habitadas por pueblos de
color se muestran “ demasiado pequeñas” , sugiere cóm o se puede leer y
entender como una profecía geopolítica.75

El silencio en los mapas

El concepto de “ silencios” en los mapas es fundamental para cualquier


argumentación en torno a la influencia de sus mensajes políticos ocultos.
Aquí se afirma que los mapas, al igual que los ejemplos del campo de la
literatura o del mundo hablado, ejercen una influencia social tanto a tra­

96
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

vés de sus omisiones como por medio de las características que describen
y enfatizan.
Las corrientes políticas escondidas bajo estos silencios son tan podero­
sas que en ocasiones resulta difícil explicarlas únicamente recurriendo a
otros factores históricos o técnicos. En la Irlanda del siglo xvn, por ejem ­
plo, el hecho de que los topógrafos que trabajaban para los propietarios
ingleses a veces excluyeran las viviendas de los irlandeses nativos de sus
mapas que, por demás, eran “ precisos” , no es sólo cuestión de escala y
Je prominencia topográfica de las casas, sino de los conflictos religiosos
y de las relaciones de clase del campo irlandés.76 Se puede decir lo mismo de
las omisiones de los levantamientos de condado impresos de la Inglaterra
Jel siglo X V III; la exclusión de las pequeñas viviendas rurales puede res­
ponder tanto al mundo ideal de los clientes dueños de tierras que encarga­
ban los mapas como a los dictados de la escala cartográfica.77 En muchos
Je los primeros mapas de ciudades, el cartógrafo puede haber ignorado
inconscientemente las calles y los jardines de los pobres para preferir los
caminos principales, los edificios públicos y las residencias de la clase
comercial a manera de promoción consciente de orgullo cívico o con el fin
Je jactarse de algún éxito comercial.7/ Este filtro ideológico es un proceso
universal. En el trazado colonial de los mapas, al igual que en Norteaméri- 4-
ca en el siglo xvm, los silencios también se consideran una manifestación
de discriminación contra los pueblos nativos/Un mapa com o el de Virgi­
nia de Frv y Jefferson (1751) sugiere que los europeos habían vivido ahí
desde siempre; la parte en la que se representan las “ naciones indias” se
dibuja como señal de la futura expansión colonial y no como un reconoci­
miento de su integridad étnica. 7/T)e esta manera, durante el largo periodo
de las exploraciones, los mapas europeos dieron una visión parcial de los
encuentros étnicos y apoyaron el derecho divino de apropiación territorial
de los europeos. También los atlas europeos, mientras codificaron un ran­
go mucho m ayor de conocim iento geográfico, prom ovieron una visión
eurocéntrica imperialista que efectivam ente reflejaba una inclinación al
espacio doméstico que reforzaba la percepción europea de la superioridad
cultural en el sistema del m u n d o . L o s silencios de los mapas, a menudo
parte de estereotipos culturales más amplios, llegaron, por lo tanto, a
poner en alto las profecías cumplidas acerca de la geografía del poder.

97
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Jerarquías de representación
----- — ...

El papel del mapa como forma de proclamación social es aún más reforza­
do por los sistemas de clasificación y por las formas de representación (los
signos supuestamente convencionales o cartográficos)81 que han sido
adoptados para las características del paisaje. Durante mucho tiempo, una
de las reglas de los cartógrafos ha sido que los signos para las ciudades y
los poblados, descritos ya sea mediante iconos u otros recursos abstractos,
se muestran de manera proporcional al rango de los lugares en cuestión.
No obstante, la jerarquía visual de los signos resultante en los primeros
mapas modernos a menudo es una Réplica de los estratos legales^Juudales
y eclesiásticos. De hecho, los cartógrafos contemporáneos no han perdido
el concepto de una sociedad territorial dispuesta en hileras. Mercator, por
ejemplo, esperaba en su atlas de 1595 mostrar “ una enumeración y asigna­
ción exacta de las sedes de príncipes y nobles” .82 Al igual que otros cartó­
grafos anteriores, diseñó un conjunto de signos de la colonización que, con
la misma fidelidad que las cuadrículas ya mencionadas, conforman un
ordenamiento del espacio representado en el mapa con el solo hecho de
hacerlo visible. En otros mapas las ciudades ocupan espacios, incluso
cumpliendo con las convenciones cartográficas, excesivamente alejados de
su tamaño real.83 También los signos de los castillos, ya que implican un
rango feudal y militar, en ocasiones son más grandes que los correspon­
dientes a los poblados, a pesar de que ocupan en la tierra un tamaño
menor^Los escudos de armas, símbolo dejposesiómlerxitorial, se emplea­
ban para localizar la cabeza de un señorío, mientras que a los asentamien­
tos cuya tenencia dependía del orden feudal se les asignaban signos infe­
riores sin importar su población o el tamaño del área que ocupaban. Esto
fue particularmente común en los mapas del territorio germano que ante­
riormente se encontraban dentro del Sacro Imperio Romano. Estos mapas
prestan una atención considerable a la geografía del poder de la Iglesia. Con
frecuencia el principal mensaje era el de la ubicuidad de la Iglesia. Se tra­
tara de territorio “ impío” en manos de los turcos, de tierras bajo el gobier­
no del papado, de áreas dominadas por protestantes en general o por sec­
tas específicas como los husitas, los mapas comunicaban la extensión del
estado temporal dentro del paisaje espiritual. Como mensaje secundario,

98
Figura ii .4. Los silencios en los mapas. Detalle de A Plan of the Gities of London
and Westminster (1775) que muestra el área occidental construida de la ciudad
de Londres y los prestigiosos nuevos desarrollos de los campos verdes de
Bloomsbury. Mientras que los distritos del norte de Covent Carden y alrededor
deBroad Street y St. Giles rápidamente se convertían en barrios pobres, el cartó­
grafo produjo una visión idealizada de la ciudad que subraya la graciosa rustici­
dad de las principales manzanas, pero no enseña la pobreza urbana. Con permiso
de la British Library (Colección Cruce, port. 3:107).

99
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

estos mapas no sólo resaltan la percepción del poder de la Iglesia como


una institución dentro de la sociedad, sino que también registran las jerar­
quías espaciales y las denominaciones en conflicto dentro de la Iglesia. En
el punto anterior notamos que en el mapa de Irlanda (1599) de Boazio se
coloca un signo pictórico exagerado para la “ ciudad del obispo” en la parte
superior de la leyenda,84 de la misma manera que en los mapas regionales
de Inglaterra en la Reforma los signos de las torres y de los capiteles de las
iglesias a menudo estaban muy por encima de los requerimientos de una
escala vertical conceptual. Respecto de las jerarquías, los signos individua­
les de obispados y arzobispados, en filas de cruces dobles o sencillas, bácu­
los, mitras y variaciones de tocados eclesiásticos, son prueba de la organi­
zación social de la religión.85 De nuevo las magnificaciones selectivas de
los signos cartográficos estaban estrechamente vinculadas a las alianzas
cambiantes de creencias contrarias. Sobreviven com o expresiones de las
batallas religiosas de los principios de la Europa moderna.
Sin embargo, si bien los mapas en ocasiones reaccionaban a circuns­
tancias religiosas cambiantes, también tendían a favorecer el statu quo

J \/t X £ FOrtl/teef'cuu-Áicar _Poinü /muir p sur t Comead Sanirru í/1.


Ti R epuklifae
, teportuu/iere dure IftO I ’l.VCF m anjtterLtseparaett IjtjJ
F Vdlejñaueíie. "p A mirante .
deaPlvitnees.
__Pointr uau/ayau r í I lile.1nscath/ue ■ir Po/dement.
n u irfu r l.ijefa n iíi r Chuteóte -
1 TLC F. ForU/iee pcnulej Car £ V llle ¡ju t depure a ro: Pa rts
res Jes R O IA LM E S en deaRirfjm netvu desR t"
F douverneur de P itee
aut/vsPalie dependí .y'íj Fiéis de l'fiy/tse
Residenee du Frutee
i 'a fílale de Li Provótexpeoa-Lí etaulreajenu teles l A r,h ,ie a i'le 1 Barón ota ossiste o.
■'p'd ane P T etf'lo CJes R T *' Generallie.
f.
t Eivschc \ ****“_
Unircrsite

X V jllc \PsurIes CarteeJej r.-tu /.t


—ep1-—- Ya- f Anclunech
T
Grenter a sel.
i B ullía os. ?
B n u r j \jA-m m eejades t Fi-eeA- V Burean Jes Finan eos
j R croan:u \ Kleetum
t Ville ju ló n beUm jneye.
Hm u o u f '¿ a Corte poraeit L K ieehe s í ruernahe]rt, ^ Frenarte
díate Pm utce Sepultare desR ote.
y
Chateautrrtfu £ rp rtd e.V er- -
t7i.iff.iMM I Peur/o car K.údie de Sise mftermea P P/aeuri’ 5» ! Supe Royo!
llenes p ía -la COrte Clum tf JsBut.ulle
d i¡re Preciase "f" C'c’in enqruierte. ^ Eau.x et Foresta
y Patulle juanee
T IP Duche Fot VLnuru ifu B o lita je
.J*am£s remds pouru*a/-yrtei Pa tu lle perdue
P . Pruu-ipout.
¿Xjep.iraüen dea Flatum .
f) Duche
f e w lesForte.'desPrprmess A K H A11ora Parida
At M arejuvat- ^ Presidid
d Mononas
--- Pcntti leñ o.'peor m onfuer i Rehalle de (rente tnerperutes C Cítente.
tatúes .le P rim eep ru r lo r_ tsar- .leeAldea.
terseyorotum dea Prjvsnees A A F Ahhare Royale
Corte Jes Rtiyiurmes . | Cftamlrx dea Coinfles
f surles Cortea des Prenenees j B Báñamele de Pilles.

Figura ii .5. Jerarquías sociales confirmadas en signos cartográficos: Placa 14 de


M. Buchote, Les Regles du Dessein et du Lavis (1721). Con permiso de la British
Library (Libros Impresos, 57. c. 21).

100
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

legitimando las jerarquías establecidas por mapas previos. Constituían un


vocabulario socialmente conservador. En Francia, por ejemplo, los cartógra­
fos, como senadores de la Corona, inscribían imágenes a manera de propa­
ganda estatal, acentuando los mecanismos administrativos de su burocracia
centralizada y describiendo aspectos del código legal del anden régime.86
En 1721, cuando Bouchotte codifica los signos que usaría en los mapas regio­
nales (canes paniculiéres) de los territorios que daban título a sus due­
ños, se mencionan por lo menos siete (Duché Pairie, Principauté, Duché,
Marquisat, Comté, Vicomté, Baronnie), así como cinco rangos eclesiásticos
¡arzobispado, obispado, abadía, priorato y commanderie) 87

El simbolismo cartográfico del poder

La tierra es un lugar donde se encuentra Inglaterra, se


encuentra al girar el globo terráqueo en cualquier
dirección; las manchas son todas rojas y el resto es
gris, ése es el significado del Día del Imperio.
G. I\. C h e s t e r t o n , “ Canciones de la educación: n

Geografía” , Poemas reunidos de G. K. Chesterton

En la articulación del poder, el nivel simbólico con frecuencia es el más


importante en la comunicación cartográfica y es así como los mapas resul­
tan más retóricos y convincentes. Tomentos, por ejemplo, la importancia
simbólica del grupo de mapas que se encuentra dentro de los cuadros,
donde están insertos en el discurso de la pintura. De manera alternativa
podemos evaluar cóm o los emblemas artísticos — que quizá no sean de
carácter cartográfico, pero cuyo significado puede ser iconográficamente
identificado en un repertorio más amplio de imágenes dentro de una cultu­
ra— funcionan com o signos en los mapas decorativos en que aparecen
insertos en el discurso del propio mapa. Una vez relacionado el significa­
do de emblemas específicos con el territorio representado en el mapa, pode­
mos preguntarnos por qué los mapas no decorativos pueden igualmente
simbolizar valores culturales y políticos.

101
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Los mapas en la pintura

■pl uso que hacen los artistas de globos y mapas como emblemas con un sim­
bolismo específico se puede encontrar desde el mundo clásico. Como signo
con carga política, el globo u orbe con frecuencia ha simbolizado la sobera-
nía sobre el mundqj*8 A partir de los tiempos romanos (en monedas y
manuscritos) un globo u orbe era sostenido por las manos del rey o empe­
rador. En la era cristiana, ahora con una cruz encima, el orbe se convirtió
en insignia de los sagrados emperadores romanos, y en la pintura religiosa
a menudo se mostraba sostenido por Cristo como Salvator Mundi o por el
Padre Dios como Creator Mundi.89 Estos significados fueron trasladados a
las artes del Renacimiento. Para el siglo xvi, los globos que, al igual que los
mapas, se habían vuelto un lugar común en la cultura impresa,90 ahora se
mostraban como una parte de las insignias reales de autoridad en los retra­
tos de reyes, embajadores, hombres de Estado y nobles. Sin embargo, ahora
su principal intención era transmitir la magnitud del poder, la ambición y
las empresas territoriales de quienes los llevaban. Estos cuadros proclama­
ban el derecho divino al control político; fel_emblema del globo indicaba la
escala mundial en que se podía ejercer y para la que se deseaba/
Los mapas en la pintura han funcionado como símbolos territoriales.
Los ciclos murales del mapa del Renacim iento italiano, por ejem plo, se
pueden interpretar com o la suma visual del conocim iento, el poder y el
prestigio contemporáneos, parte de ellos religiosos, pero sobre todo segla­
res.92 En los retratos de emperadores, monarcas, hombres de Estado,
generales y papas, los mapas también aparecen como un resumen gráfico
del poder social y territorial que se esperaba que ejercieran. Es correcto
que Isabel I esté de pie en un mapa de la Inglaterra del siglo xvi; que Cassi-
ni pinte a Luis X IV con un mapa de su reino;93 que el papa Pío IV supervi­
se el levantamiento y el secado de las ciénagas pónticas,94 y que frecuente­
mente se represente a Napoleón con mapas, ya sea a caballo, cuando está
acampando, o sentado, discutiendo conquistas propuestas o logradas.95
Incluso cuando el medio cambia de la pintura a la fotografía o al cine se
conserva el potente simbolismo de los mapas, como lo percibieron los ci­
neastas de Napoleón o de Hitler.96 En los periódicos o en las pantallas de
televisión, así como en numerosas caricaturas políticas, frecuentemente se

102
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Figura ii .6. El mapa com o símbolo territorial. En esta pintura de Thomas, deci­
mocuarto conde de Arundel, y su esposa Aletea ( hecho p or o después de Van
Dyck, ca. 1635). el conde señala un viaje coloidal a la isla de Madagascar que él
estaba promoviendo. Reproducido gracias a la gentil autorización de Su Alteza
el Duque de Norfolk (Fotografía del Courtauld Institute of'Art).

muestra a los líderes militares con un mapa enfrente para confirmar o ase­
gurar a quienes los ven la obra del poder sobre el territorio del mapa. Los
mapas como motivo siguen siendo aceptados como signos geopolíticos en
la sociedad contemporánea.

La ideología de la decoración cartográfica

Desde el Renacimiento, las imágenes de los mapas rara vez se encuentran


solas como discretas manifestaciones geográficas; más bien están acompa­
ñadas por una amplia gama de emblemas decorativos.97 A partir de Jona-
than Swift, estos elementos se han ido descartando por incidentales para
los fines de la comunicación cartográfica.98 Las portadas decorativas, las

103
MAPAS, CONOCIMIENTO V PODER

letras, las tarjetas, las viñetas, las dedicatorias, las rosas de los vientos y los
márgenes que pueden incorporar motivos del vocabulario de la expresión
artística contribuyeron a reforzar los significados políticos y a enfocarse en
ellos. Visto de esta manera, el concepto de la decoración cartográfica como
un ejercicio estético marginal resulta anticuado.
Este papel simbólico de la decoración se puede encontrar en gran parte
de la historia de la cartografía europea. Los frontispicios y las portadas de
muchos atlas, por ejemplo, definen explícitam ente, mediante emblemas
generalmente claros, tanto la importancia ideológica como el alcance prác­
tico de los mapas que con tien en ." Los arcos monumentales son expresión
de poder; el globo y la esfera armilar se asocian con dedicatorias reales; los
retratos de reyes y reinas, así com o las imágenes de escudos reales de
armas se incorporan al diseño; otros emblemas reales como la flor de lis o
el águila imperial también tienen una carga política, así como ideas geográ­
ficas más mundanas acerca del espacio que se registra en el mapa. Las
figuras personificadas con mayor frecuencia son las de nobles, obispos,
comerciantes acaudalados y aristócratas. En los mapas estatales ingleses
se incluyen símbolos microcósmicos de la riqueza de tierras: escudos de
armas, casas de campo y la actividad de cacería de los dueños que se re­
presentan.100 Ser dueño del mapa era ser dueño de la tierra.^
En los atlas y mapas de pared, la decoración sirve para simbolizar la
adquisición de territorios de ultramar. Los navegadores europeos, repre­
sentados con el símbolo cartográfico de su oficio: brújulas o compases de
puntas,101 reflexionaban seriamente sobre las terrcie incognitae com o si
tomaran posesión de ellas antes de haber comenzado sus actos de “ descu­
brimiento” , conquista, exploración y explotación. De hecho, en los mapas
de estos imperios de ultramar encontramos algunos de los ejemplos más
impresionantes de reforzam iento ideológico a través de la decoración.
Si vemos los mapas de Sudamérica de los exploradores franceses del si­
glo xvi,102 o los mapas británicos de territorios africanos del siglo xix, en
todos ellos la decoración desempeña un papel importante pues incluyen
una serie de estereotipos y prejuicios raciales en las áreas representadas.
Esto es evidente también en Africa. La decoración de los mapas produ­
cidos en Europa difundió la imagen del Continente Negro. Algunos de los
m otivos empleados sugieren la idea de que fue difícil para los europeos

104
Figura ii .7. La portada del atlas corno una afirmación geográfica. En la edición
de 1573 del Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius, Europa es personi­
ficada com o gobernadora del mundo v está sentada en un trono por encima de
los otros tres continentes. De la Colección de la Sociedad Geográfica Americana.
Biblioteca de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee.

105

i
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Figura ii .S. Las religiones y el conflicto territorial se muestran en la tarjeta del


mapa del Danubio en Mayor o Geographia Blaviana, tomo 3, Alemania (Amster-
dam, 1662). Aquí, el santo emperador rom ano (izquierda ), investido con los
emblemas del poder y de la fe cristiana, confronta al infiel sultán, enemigo de la
cristiandad y destructor de la cruz. De la Colección de la Sociedad Geográfica
Americana. Biblioteca de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee.

aceptar que la humanidad africana era diferente. Luego entonces, en los már­
genes de muchos mapas africanos aparecen caras con rasgos europeos. A los
hombres africanos se les daban apariencias físicas “ideales” y poses propias
de la iconografía de la Grecia y la Roma clásicas; los gobernantes africanos,
obedeciendo a la suposición de que los sistemas políticos europeos eran
universales, por lo general eran representados en los mapas com o reyes.
En otros casos, los símbolos de otredad asumían la forma de un racis­
mo bizarro. Se muestra a los nativos sobre un avestruz o un cocodrilo rea­
lizando prácticas caníbales; se les agrupa y se les pone el título de “ hom­
bres salvajes” , o, como en un mapa francés del siglo xvill, se incluye “ una
raza de hombres y mujeres con cola” . En las representaciones de las muje­
res africanas, la sexualidad femenina y las alegorías de América y los otros

106
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

continentes con frecuencia son bastante explícitas respecto de las socie­


dades europeas dominadas por los hom bres.103 Los símbolos del poder
europeo no se alejan del espacio africano. Los barcos, los castillos, los fuer­
tes europeos y las figuras de soldados con uniformes europeos se desplie­
gan en los mapas de las regiones costeras; los “ reyes” africanos se mues­
tran sometidos a la autoridad europea; y los ángeles alegóricos, la Biblia o
la cruz otorgan a los africanos “ bárbaros” los beneficios de la cristiandad
como parte del paquete colonial de la Ilustración. En ocasiones también
las tarjetas y las viñetas simbolizan la autoridad colonial de las naciones
individuales; por ejemplo, en un mapa francés de 1708 se muestra a los
africanos negros con un león debajo de las armas de Francia.104

El “hecho” cartográfico como símbolo

Retrocedamos un poco respecto de estos ejemplos de expresión artística


para observar otro aspecto de los mapas “ reales” . Después de ver mapas
representados en contextos metafóricos resulta más fácil darse cuenta de
que un mapa que carece de decoración o de títulos y explicaciones puede,
no obstante, seguir siendo un símbob^-á^gutoridad política. Tales mapas
se caracterizan por un ‘4reahsmo-sünbiÁlico”J de manera que lo que a pri­
mera vista parece ser un “ hecho” cartográfico puede ser también un sím­
bolo cartográfico. Esta dualidad del mapa abarca gran parte del discurso
cartográfico y es una de las principaTes"razones por las que con tanta fre­
cuencia los mapas constituyen un acto o una manifestación políticos.
Una vez que se reconoce la ubicuidad del simbolismo y que los histo­
riadores cartográficos aceptan la tradicional discontinuidad entre la fase
"decorativa” y la “ científica” de la actividad cartográfica, este simbolismo
puede ser reconocido como un mito.105 Lejos de ser incompatibles con el
poder simbólico, las mediciones más exactas lo refuerzan. La precisión se
convirtió en el nuevo talismán de la autoridad. Por ejemplo, un mapa que
muestra el contorno preciso de una nación, como el que Cassini propor­
cionó a Luis XIV, era una alegoría patriótica y al mismo tiempo un mapa
impreciso, mientras que los “ sobrios” de la Tierra Santa incluidos en las
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Biblias protestantes del siglo xvi, en parte para validar la verdad literal del
texto, eran tanto un ensayo sobre simbolismo sagrado com o representa­
ciones más pictóricas de la región.106
Éstos no son ejemplos excepcionales del papel histórico de los mapas
con medidas en la conformación del mito y la tradición.107 Los mapas de
Estado, aunque derivados de un levantamiento instrumental, simbolizaban
una estructura social basada en la propiedad de la tierra; los mapas de con­
dado y regionales, aunque fundamentados en la triangulación, articulaban
los valores y los derechos locales; los mapas de los Estados-nación, aunque
construidos sobre la base de los meridianos, eran una síntesis simbólica de
un com plejo de ideas nacionalistas; los mapamundis, aunque con mayor
frecuencia trazados sobre proyecciones matemáticamente definidas, die­
ron un giro total al destino manifiesto de la conquista y la colonización
europeas en el Nuevo Mundo. Incluso los mapas celestiales, aunque obser­
vados con telescopios cada vez más poderosos, contenían imágenes de las
constelaciones que percibían las guerras religiosas y las dinastías políticas
del mundo territorial.108 Sería prematuro decir que dentro de casi todos
los mapas hay un símbolo político; sin embargo, por lo menos parece
haber un primer fundamento para esta generalización.

Conclusión: el discurso cartográfico y la ideología

He pretendido demostrar de qué forma una historia de los mapas, junto


con la de otros símbolos culturales, puede ser interpretada como una for­
ma de discurso. Mientras que se pueden derivar algunas reflexiones teóri­
cas, aún tenemos que luchar cuerpo a cuerpo con los mapas com o siste­
mas únicos de signos cuyos códigos pueden ser al mismo tiempo icónicos,
lingüísticos, numéricos y temporales, y una forma espacial de conocimien­
to. Se ha visto que no es difícil generalizar el papel mediador de los mapas
en el pensamiento y en la acción políticos ni vislumbrar los efectos de su
poder. Tanto a través de su contenido como de sus formas de representa­
ción, el trazado y el uso de los mapas han sido influidos por la ideología.
No obstante, estos mecanismos sólo pueden comprenderse en situaciones

108
Figura ii .9. Los mapas llegaron a servir como imágenes representativas del pro­
pio Estado-nación. En este grabado de The Polish Campaign (tom o 1, Londres,
1863), la división de Polonia en 1772 se representa rompiendo el mapa. Quienes
se encuentran ahí presencian el acto con preocupación (de izquierda a derecha:
Catalina la Grande, la emperatriz M aría Teresa, José I I de Austria y Federico I I
de Prusia), mientras que un ángel que representa a la Iglesia católica se voltea ho­
rrorizado y toca una trompeta en señal de alarma. De la Colección de la Sociedad
Geográfica Americana. Biblioteca de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee.

109
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

históricas específicas. Las conclusiones deben igualmente leerse como


ideas preliminares para una investigación más profunda.
) La forma en que los mapas se han vuelto parte de un sistema más am­
plio de signos políticos ha sido en gran medida determinada por sus asocia­
ciones con grupos e individuos de élite o poderosos, y esto ha promovido
un diálogo desigual a través de los mapas. Las flechas ideológicas han ten­
dido a viajar definitivamente hacia una misma dirección: del poderoso al
más débil en la sociedad. A diferencia de la literatura, el arte o la música,
la historia social de los mapas parece haber tenido pocas formas genuinas
de expresión popular, alternativa o subversiva. Los mapas son, principal­
mente, un lenguaje de poder, no de protesta. Aunque hemos ingresado en
la era de la comunicación masiva a través de los mapas, los medios de pro­
ducción cartográfica, ya sea comercial u oficial, aún están controlados en
gran medida por grupos dominantes. De hecho, la tecnología de la compu­
tación ha aumentado esta concentración del poder de los medios. La car­
tografía sigue siendo un discurso teleológico que personifica al poder,
refuerza el statu quo y congela la interacción social dentro de las líneas de
las cartas.109J '
Los procesos cartográficos mediante los cuales se refuerza, reproduce,
motiva y estereotipa el poder consisten tanto en actos deliberados como
“ prácticos” de deslinde y de ajustes cognitivos menos conscientes de los
cartógrafos y de los usuarios de los mapas; las guerras, el trazado de fron­
teras, la propaganda o la preservación de la ley y el orden se encuentran
documentados a través de la historia de los mapas. Por otro lado, los pro­
cesos no declarados de dominación a través de los mapas son más sutiles y
elusivos. Estos proporcionan las “ reglas ocultas” del discurso cartográfico,
cuyos contornos pueden trazarse mediante las geometrías subliminales,
los silencios y las jerarquías de representación. La influencia del mapa se
canaliza por medio de su fuerza de representación y de sus representacio­
nes explícitas. La iconografía del mapa en el tratamiento sim bólico del
poder es un aspecto poco atendido en la historia cartográfica. Al compren­
der su importancia nos alejamos de una historia cartográfica concebida
como un registro de las intenciones del cartógrafo y de las acciones técni­
cas para dirigirnos a una que ubique a la imagen cartográfica com o un
mundo social.

110
' ' *1 ; . tSaJw&f Jtufraífu». i
í^ .J V ^ V - >/$OQK FROM CAPE TOWM XO CAIRO VIA VICTORIA FALLSL-'*' —
,, -A ' , ' ,V; - ' 1 .
___ _ ___
* 5 .>.'
. ' •■ j-■ -• .—
. ----•
- *? i v
. - jd H B *&?»

I ijairrsrü uso .■ and

' -;- / .-;' -V- ' THE US3.CÍ 0PHIR


;•.'>■ ' ; A. , 3 “-
*- •«OltO’W
ÉMM WPS;
I ~~ ' . ;^ V T' :~M ,/a
j
.", -3
fL •
j
* í , . ,t -Slt*-* ’ » < . -
1 ¿ ? ?® •í ' H; V .® AíiAíf0 WATO
f? ‘
f1fg
ív3
a«:
AMBESI^A « B E
>-■ ' V M ' ffEU: ENGLAND’S E L DORADO
S-4g i * v IN AFRICA, ‘‘ ' -® '’*
Being a descripción o f Matabeleland and Mashonaland, and
che less-known Adjacent Territórles, and an Account o f ^ *w rsra S jsa
the GOLD FIELOS o f BRITISH SOUTH AFRICA,
EY
E. P. MATHERS, F.G.S., F.R.G.S.,
'otís? Editor ° f “ South Africa,” and Author o f “ Golden South
Africa,” “ A Glimpse o f the Gold Fíelds,” “ South Africa
!i /•<•••'%X©- ?>./<
]M04?Í í ) '
m & ts í

Figura ii .IO. Portada de Zambesia, England’s El Dorado in Africa (Londres, 1891).


La escena se establece en un mapa del contorno de Africa. Britania, mostrando
un mapa de Zambesia, trata de convencer a los colonizadores blancos de apro­
vechar la riqueza económ ica del país mientras que se excluye a la población
indígena africana de la escena. De la Colección de la Sociedad Geográfica Ame­
ricana. Biblioteca de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee.

111
MAPAS, CONOCIMIENTO Y PODER

Los mapas como tipo impersonal de conocimiento tienden a “ desocia­


lizar” el territorio que representan. Fomentan el concepto de un espacio
socialmente vacío. La cualidad abstracta del mapa, representada tanto en
las líneas de una proyección tolomeica del siglo xv como en las imágenes
contemporáneas de la cartografía por computadora, aligera el cargo de
conciencia respecto de la gente del paisaje. Las decisiones tomadas en el
ejercicio del poder se retiran del terreno de los contactos inmediatos fren­
te a frente.
Estas ideas aún tienen que ser exploradas en contextos históricos
específicos. Al igual que el historiador, el cartógrafo siempre ha desempe­
ñado un papel retórico en la definición de las configuraciones de poder en
la sociedad, así como en el registro de sus manifestaciones en un paisaje
visible. Cualquier historia cartográfica que ignore la importancia política
de la representación se relega a una historia “ ahistórica” .

112
III

Silencios y secretos *
LA AGENDA OCULTA DE LA CARTOGRAFÍA
EX LOS ALBORES DE LA EUROPA MODERNA1

Hace algunos años, en una visita a Leningrado consulté


un mapa para saber dónde me encontraba, pero no lo
logré. Desde donde estaba se veían iglesias enormes que
no estaban señaladas en mi mapa. Cuando finalmente
se me acercó un intérprete para ayudarme, me dijo: “No
incluimos las iglesias en nuestros mapas”. Lo contradije
señalando una que estaba claramente marcada. “Es un
museo —me dijo- •, no es lo que llamamos una ‘iglesia
viva’. Las ‘iglesias vivas’ son las que no incluimos.”
Entonces me di cuenta de que no era la primera vez
que estaba frente a un mapa que no mostraba muchas
cosas que tenía frente a mí. Todo el tiempo que pasé en
la escuela y en la universidad había consultado mapas
de la vida y el conocim iento en los que casi no había
señales de muchas de las cosas que más me preocupa­
ban y que me parecía que tenían la mayor importancia
posible para conducir mi vida. Recordé que durante
muchos años mi perplejidad había sido total; ningún in­
térprete se había acercado a mí para ayudarme. Esto
siguió así hasta que dejé de sospechar de la cordura de
mis percepciones y comencé a sospechar de la credibi­
lidad de los mapas. „ „ „
' E . F. SCHUMACHER,
“Sobre los mapas filosóficos”,
Una guía para los perplejos

~ E ste cap ítu lo a p are ció o rig in a lm e n te e n Im a g o M u n d i. The In te r n a tio n a l J o u r n a l f o r the


History q f C artography 40 (1988), pp. 57-76.

113
SILENCIOS Y SECRETOS

Üiste ensayo recoge un tem a explorado con m ayor profundidad en el con­


texto de las dim ensiones ideológicas de la cartografía.2 Su interés principal
es el diálogo que surge de la supresión, intencional o no, de inform ación en
los m apas. Se basa en u n a teoría del silencio cartográfico. Mi lectu ra del
m apa no es técnica (ésta cuenta ya con bastante literatura), sino política.
El objetivo de este ensayo es m ostrar esos silencios que surgen de las polí­
ticas deliberadas de secreto y censura, y exam inar, al m ism o tiem po, los si­
lencios m ás in d ire cto s arraigados en pro ced im ien to s y reglas a m enudo
ocultos. Se puede decir que estas reglas son una especie de m en ta lité sub­
consciente que m edia el conocim iento contenido en los m apas con el fin
de s u ste n ta r el sta tu quo y el poder del Estado. A unque gran p a rte de lo
dicho en este ensayo se aplica a todos los periodos, incluso el p rese n te,2
éste se enfoca principalm ente en los albores de la Europa m oderna. A par­
tir del siglo xvi los m apas ofrecen o p o rtu n id ad es p a rtic u la rm e n te claras
para explorar una nueva perspectiva en las relaciones cam biantes y recí­
procas e n tre el surgim iento del E stado-nación y la expansión de la carto­
grafía.4 El origen de este ensayo se e n c u en tra en el establecim iento de la
estabilidad y la durabilidad, tareas principales de todos y cada uno de los Es­
tados-nación5 en los albores de la Europa m oderna, así com o en otras épo­
cas. Al establecer el m arco teórico, se discutirá que la cartografía fue, prin­
cipalm ente, una form a de discurso político6 relacionada con la adquisición
y la conservación del poder. Por lo tan to , para apoyar este argum ento se
utilizarán ejem plos tom ados de los mapas.

Teorías acerca de los silencios de los mapas

El trazo de m apas de los E stados-nación de los p rin cip io s de la Europa


m oderna ofrece ejem plos de diversos tipos de silencio cartográfico. Al igual
que en la h istoria de la cartografía en general, se podría c o n stru ir u n a ti­
pología m ás am plia de los silencios. Existen varios agentes que co n trib u ­
yen a los silencios en el proceso de realización de un m apa d u ra n te sus
diferentes etapas, desde la recolección de datos hasta su com pilación, edi­
ción, dibujo, im presión y pu b licació n .7 Al evaluar los silencios debem os

114
SILENCIOS Y SECRETOS

estar conscientes no sólo de los lím ites geográficos del conocim iento, sino
tam bién de las lim itaciones tecnológicas de la representación, así como de
los silencios en el registro de la historia debidos a la destrucción de p ru e ­
bas. Sin em bargo, en este ensayo no m e in teresan esos silencios surgidos
de ignorancia geográfica, c a re n c ia de datos, e rro res, lim itaciones de las
mediciones, diseño deliberado ni otros aspectos de las carencias de especi­
ficación y té c n ic a s.8 Aquí abordo los silencios políticos. De m odo que
resulta fu n d am en tal p la n te a r u n a teo ría adecuada resp e c to de los silen ­
cios políticos en los m apas, tan to p ara mi interp retació n de la naturaleza
de la cartografía del Estado com o para las diversas m aneras en que los m a­
pas se utilizaron p ara conservar y legitim ar el poder del Estado. Mi posi­
ción teórica se deriva de dos vertientes. La p rim era está relacionada con
una percepción filosófica y, m ás específicam ente, fenom enológica de los
silencios.9 La segunda, con la sociología del poder y la idea de que el cono­
cim iento es poder.
Sabemos por los filósofos que el silencio es un fenóm eno “encontrado
en todos y cada uno de los segm entos de la experiencia hum ana en los que
se da alguna ex presión”.10 Conocem os tam bién la definición de la ex p re­
sión: “cu a lq u ier a c tu a c ió n que em plea signos, sonidos, gestos o m arcas
relacionados sistem áticam ente y que tienen significados reconocibles para
m anifestar pensam ientos, sentim ientos y estados de cosas” y que el “des­
pliegue de cualquier tipo de lenguaje se considera [...] una expresión”.11
Esto significa que, aunque los silencios m ás obvios son los que ocurren en
el discurso y en la m úsica, tam bién se dan en las artes que no se actúan,
como la p intura y la escu ltu ra.12 De esta m anera, el concepto de silencios
se aplica tam bién a los m apas. Ignorar o desacreditar estos silencios, como
lo h an h ech o la cartografía y la h isto ria de la cartografía, es c e rra r un
camino im portante de la exploración histórica, cam ino en el que se puede
observar que los m apas co m p ren d en ta n to la im aginación com o las p re ­
concepciones sociales de sus lectores.13
De tal suerte, sabem os que aquello que no está presente en los m apas
es tanto un cam po de investigación com o lo que sí está. Una segunda refle­
xión derivada de la v e rtie n te filosófica es que se puede c o n sid e rar a los
silencios com o declaraciones positivas y no sólo brechas en el flujo del len­
guaje. Por lo ta n to , to m an d o en c u e n ta estos hu eco s en los m apas que

115
SILENCIOS Y SECRETOS

h acen de la pauta de líneas y puntos una im agen com prensible, debem os


estar preparados para considerar a los silencios com o algo más que la mera
ausencia de otra cosa. Insisto deliberadam ente en el uso del térm ino silen­
cios en el contexto de los m apas, m ás que en la expresión un tanto negati­
va de e sp a cio s en blanco utilizad a en la antigua lite ra tu ra ,14 porque se
puede ver el silencio com o u n a “a c tu a c ió n h u m an a a c tiv a ” .15 El silen ­
cio puede revelar tan to com o lo que oculta y, de a c tu a r com o p ro n u n cia­
m ientos independientes e intencionales, los silencios en ocasiones pueden
volverse u n a p a rte d e te rm in a n te del m ensaje cartográfico. E n to n ces, al
igual que en la com unicación verbal, el silencio es m ás que la contraparte
de lo que suena; en el caso de un m apa, el silencio no es sólo lo opuesto de
lo que se describe. Los espacios en blanco que abundan en los m apas de la
Europa m oderna, por ejem plo, no se pueden explicar sim plem ente con el
planteam iento del “hech o ” contra el “no h e c h o ”. El silencio y la expresión
no son p a rte s a lte rn a tiv a s sino co n stitu tiv a s del lenguaje de los m apas;
cada una es necesaria para e n te n d e r la otra. Una in terp retació n cartográ­
fica de los silencios en un m apa p arte, entonces, de la prem isa de que el
silencio aclarp y tiende a ser tan culturalm ente específico com o cualquier
otro aspecto del lenguaje cartográfico.16
Mi segunda reflexión viene de la sociología. Esto nos ayuda a obtener
una com prensión histórica del ¡silencio cartográfico..Im plica ver a la carto­
grafía com o una form a de conocim iento, y a ese conocim iento com o dis­
curso. Bajo esta luz, los m apas se in terp retan com o perspectivas construi­
das socialm ente en el m undo m ás que com o representaciones “neu trales”
o “im parciales” que, insisten algunos historiadores, definen el surgim iento
de la carto g rafía del E stado en los albores de la E uropa m o d ern a. Este
m ito de la “objetividad” basada en las m edidas de los m apas todavía se tie­
ne que analizar; la aplicación del concepto sociológico de “poder-conoci­
m iento” en la historia de la cartografía es otro paso de ese proceso.17
En este ensayo he partido de la literatura sociológica sobre la naturale­
za del conocim iento a las ideas de Michel F oucault18 para in te rp re ta r las
categorías del silencio cartográfico, intencional. y no in te n c io nal./ id en ti­
ficadas m as ad elan te. E sp ecialm en te dos grupos de ideas p are c e n te n e r
u n a im portancia directa: la idea de poder-conocim iento (p o u vo ir savoir)
y el concepto de epistem e.

116
SILENCIOS Y SECRETOS

1. F oucault a c e n tú a c o n s ta n te m e n te la relació n e n tre el p o d e r y el


conocim iento. Según él, esta relación sirve para en m arcar los ejem plos de
secreto deliberado y censura. Y escribe que:

Debemos adm itir [...] que el poder produce conocimiento (y no solamente


al motivarlo porque sirve al poder o al aplicarlo porque es útil); que el po­
der y el conocim iento se involucran directam ente uno con otro; que no
hay una relación de poder sin la constitución correspondiente de un cam ­
po de conocim iento, y tam poco hay conocim iento que no presuponga y
constituya al mismo tiempo relaciones de poder.19

M ientras se puede re c h a z a r la un iv ersalid ad de estas afirm aciones


resulta m ás fácil aceptar la im plicación de que el m apa era un instrum ento
de poder y que gran p a rte de la in stru m e n ta lid a d de los m apas a p rin c i­
pios de la E uropa m o d ern a estab a relacio n ad a de alguna m an e ra con el
poder. Foucault parece haber aceptado que el m apa es una h erram ien ta de
m edición, investigación, exam en y coerción del E stado.20 Desde su punto
de vista, los cartógrafos ofrecían al Estado una m asa de inform ación que
éste, desde su posición estratégica, podía explotar. Más aún, con frecuencia
el Estado tam bién podía im poner sus propias reglas sobre el conocim iento
cartográfico, dando lugar así a los silencios inducidos por esas ocasiones
de secreto deliberado y censura tan recu rren tes en la historia del registro
en m apas de los E stados europeos. En otros p u n to s, F oucault c o n tin ú a
señalando que la p ro d u cció n del discurso en todas las sociedades “es al
mismo tiem po controlado, seleccionado, organizado y redistribuido según
cierto n ú m ero de p ro c e d im ie n to s”.21 En el caso de la cartografía, estos
procedim ientos incluyen controles externos, reglas internas y la reglam en­
tación del acceso al conocim iento. Por lo tanto, tan Estado obtiene poder a
i-—
través del conocim iento, j
2. El segundo grupcTde ideas de F oucault, la e p iste m e , nos ayuda a
interrogar los silencios no in te n c io n a les de los m apas (los “espacios en
blanco” residuales de la antigua litera tu ra cartográfica). Gomo ya se dijo,
estos silencios son “actuaciones activas” en térm inos de su im pacto social
y político y de sus efectos sobre la conciencia. Más aún, son un aspecto de
todo el discurso,22 parte de los códigos culturales que subvacen a todas las

117
SILENCIOS Y SECRETOS

form as de conocim iento y que estru ctu ran “su lenguaje, sus esquem as, sus
técnicas, sus valores, la jerarq u ía de sus p rác tic a s”.23 Desde los prim eros
m apas europeos encontram os que estos silencios se com prenden m ejor en
térm inos “a priori históricos” que “en un periodo determ inado delim itan
[...] la totalidad de la experiencia de un cam po del conocim iento”.24 Estos
“a priori h istó ric o s” form an lo que alguna vez Foucault llam ó u n a epis-
tem e;25 al igual que el resto del conocim iento, el conocim iento cartográ­
fico está delim itado de tal m an era que m ien tras en los m apas se incluye
cierta inform ación, otros aspectos de la vida y del paisaje son excluidos de
acuerdo con la epistem e.
Equipados con estas reflexiones filosóficas y sociológicas de los signifi­
cados com unicados por los “espacios en blanco” de los m apas, me parece
que estam os en una m ejor posición para tra ta r de descubrir la historia de
esos significados. Q uizá tam b ién estem o s m ejor equipados p ara d esci­
frar esos sistem as del conocim iento “no form al” que abundaba en la prác­
tica cartográfica cotidiana de los principios de la Europa m oderna, y que lo
sigue haciendo.

El secreto y la censura:
los silencios intencionales de los mapas

En el siglo xvi, la censura literaria de diversos tipos era un aspecto com ún en


la cultura europea, cuando las naciones que em pezaban a surgir luchaban
tan to por su definición com o por un territo rio físico.26 Aquí se m ostrará
cóm o la producción del conocim iento cartográfico estaba igualm ente con­
trolada, seleccionada, organizada y redistribuida de acuerdo con procedi­
m ientos definidos. Incluso en m uchas sociedades antiguas y tradicionales,
a m enudo se consideraba a los m apas com o un conocim iento privilegiado
al que sólo tenían acceso quienes estaban autorizados por el Estado o por
su gobernante.27 A principios del periodo m oderno, el secreto cartográfico
(conservado por lo que se puede definir com o reglas de exclusión y prohi­
bición) estaba claram en te difundido y la cartografía “oficial” de este p e ­
riodo ofrece un caso clásico de relació n “p o d er-co n o cim ien to ”.28 En el

118
MLENCIOS V SECRETOS

mismo m o m en to en que los m apas e ra n tran sfo rm ad o s p o r las téc n ica s


m atem áticas, tam bién estaban siendo apropiados com o u n a arm a intelec­
tual del sistem a del E stado. Si bien p a ra el siglo XVI su estu d io se hab ía
convertido en la “ciencia de los p rín cip es”, era porque para en to n ces los
mapas se reconocían com o u n lenguaje visual que com unicaba derechos
territoriales o de propiedad en un sentido práctico así com o sim bólico.29
Sin em bargo, en térm in o s cartográficos, el ejercicio de ese poder podría
resultar negativo y restrictivo. La propia im agen del m apa se estaba vol­
viendo sujeto de ocultam iento, censura, en ocasiones de abstracción o fal­
sificación. Son estas m anipulaciones deliberadas, producto de la voluntad
de individuos, grupos o instituciones,30 las que dan origen a n u estra ca te ­
goría de silencios intencionales.
Por supuesto que tenem os que reconciliar, m apa por m apa, el estudio
Je estos silencios cartográficos intencionales con la com plejidad de distin­
tos aco ntecim ientos históricos. Las circu n stan cias inm ediatas que lleva­
ron a los príncipes, tanto seglares como eclesiásticos, y a sus consejeros, a
controlar la cartografía m ed ian te la c e n su ra y el secreto , ab a rc a b an un
amplio rango de sus intereses fundam entales. Podían ser m ilitares, com er­
ciales o religiosas. Por ejem plo, en el m apa del m undo del jesu íta M atteo
Ricci, publicado en Pekín en 1602, los lugares sagrados de la cristian d ad
están c o rre c ta m e n te an o tados, m ie n tra s que los del Islam a p a re c en sin
ningún co m en tario y la razón del silencio de Ricci es que sabía que “los
chinos no se acerc arían a la religión que él predicaba al saber que había
enorm es grietas de la c reen cia en el m undo occid en tal del que provenía
esa religión”.31 Tam bién variaba la m an e ra en que se ejercía el co n tro l
sobre los m apas y su co n ten id o , reflejando siem p re diversas form as de
com partir el poder dentro de los Estados-nación de los siglos xvi y xvn. En
algunos Estados, el control se centraba en la Corona y en un grupo de con­
sejeros cercanos. En otros, se delegaba a una in stitución b u rocrática. En
cualquier caso, los efectos eran com plejos, incluso paradójicos, m ientras
que en otros lados las políticas de secreto se aplicaban de m anera inconsis­
tente. En los m apas de E uropa de los siglos xvi y xvn, estos asp ecto s de
secreto nacional se m anifiestan de diversas form as. Aquí tom arem os sólo
Jos: en p rim e r térm in o , ejem plos de se cre to estratég ico y, en segundo,
casos de secreto com ercial.

119
SILENCIOS Y SECRETOS

Secreto estratégico

Algunos de los casos en que de m anera m ás evidente se m anifestaba el cre­


ciente in terés del Estado por el control y la restricción del conocim iento
de los m apas se relacionan con aspectos m ilitares o estratégicos. En Euro­
pa, durante los siglos xvi y XVII, casi no pasaba un año sin que hubiera una
guerra. Los m apas eran objeto de inteligencia m ilitar; los hom bres de Esta­
do y los príncipes reunían m apas para planear y, después, para conm em o­
ra r batallas; los libros de texto m ilitares prom ovían el uso de los mapas.
Las razones estratég icas para c o n serv ar la inform ación de los m apas en
se cre to in clu ían la necesid ad de co n fidencialidad sobre las operaciones
ofensivas y defensivas de los ejércitos del Estado, el deseo de disfrazar los
ataques de colonización e x te rn a y la necesid ad de acallar a la oposición
dentro de las poblaciones dom ésticas desarrollando sistem as adm inistrati­
vos y judiciales, así com o la necesidad m ás obvia de ocultar la información
detallada acerca de las fortificaciones.32
Sin em bargo, adem ás de estas bases com prensibles y prácticas de los
secretos m ilitares, un creciente núm ero de Estados adoptó una actitud de
m ayor custodia hacia los m apas de sus ciudades y territorios, por lo general
independiente de tales consideraciones estratégicas. Por ejemplo, al com er­
ciante alem án Isaac Massa, quien vivía en Moscovia a finales del siglo xvi,
le fue difícil obtener m apas de Moscú y de Siberia sólo porque habría sido
un delito grave p ro p o rc io n árse lo s.33 Ese m ism o siglo, el m apa B o l’s hoy
Chertyozh (que m uestra el Estado m oscovita com pleto) parece hab er sido
dibujado en una sola copia y haber sido totalm ente desconocido para los di­
b ujantes de m apas de E uropa o ccid en tal.34 O tras políticas sim ilares han
sido com unes en Europa y se pueden encontrar, por ejem plo, en los siglos
xvi y xvn en Prusia;35 a finales del siglo xvi en Italia (el m apa del reino de
Nápoles36); en el siglo xvi en España (el “atlas escorial”37), y en el siglo xvn
en Suiza (el m apa de H ans G onrad Gvger del c a n tó n de Z u rich 38). Aquí
yace u n a de las p arad o jas de la h isto ria de los m apas. Ju sto c u an d o la
im prenta facilitaba la m ayor difusión de datos obtenidos de las investiga­
ciones, y cuando por prim era vez se'hacían m apas regionales topográficos,
algunos Estados y sus príncipes guardaban definitivam ente sus m apas en
secreto prohibiendo su publicación.

120
SILENCIOS Y SECRETOS

¿Por qué algunos Estados insistían en el secreto cartográfico m ientras


que otros perm itían la publicación de sus prim eras investigaciones nacio­
nales? Una razón puede h ab er sido que las m onarquías fuertes percibían
una m enor necesidad de secretos que las débiles y am enazadas. Es cierto
que en la Inglaterra isabelina fuertem ente centralizada los docum entos que
han sobrevivido dejan ver pocas dudas acerca de la pertinencia de publicar
la investigación de Saxton.39 A p a rtir de la década de 1570, los m apas de
Saxton eran vistos, por hom bres de Estado com o Burghley, com o un apoyo
para la a d m in istra c ió n y la defensa nacio n ales, a u n q u e algunos pueden
haber opinado diferente.40 Tam bién en la Francia del siglo xvn se ha obser­
vado cóm o “los m apas parecen haber funcionado com o un apoyo incondi­
cional de un régim en m onárquico fuertem ente centralizado”.41 Sin em bar­
go, tal arg u m en to no lo explica todo. Por el c o n tra rio , algunos de estos
mapas se convirtieron en un arm a de doble filo. Una vez que estuvieron al
alcance de toda la gente se usaron para apoyar otros ám bitos de las luchas
políticas de poder. En Inglaterra, por ejem plo, los m apas de Saxton no sir­
vieron ú n icam en te para reforzar el poder de la m onarquía (com o se p re ­
tendía). Una vez que se p u b licaro n y saliero n a la circu lació n , sin duda
con trib u y ero n tam b ién al cre c im ien to del fuerte sen tid o de id en tid a d e
independencia provinciales tan ex ito sam en te articu lad o en c o n tra de la
Corona en la G uerra Civil.42 De m an era sim ilar, se ha subrayado que en
los Países Bajos el uso difundido de los m apas iba de la m ano del naciente
republicanism o burgués del siglo xvii .43 Teniendo en m ente aspectos tan
complejos y contradictorios, quizá podam os vislum brar cómo, para la cau­
telosa m o narquía decidida a conservar su poder, el secreto de los m apas
llegó a ser considerado una política prudente para un buen gobierno.

Secreto comercial

El au m ento de los secreto s en los m apas en los inicios de la E uropa m o­


derna tam bién se asociaba con un segundo escenario de actividad geográ­
fica (el del com ercio, y el crecim iento del capitalism o de m onopolio). En
un periodo en que se estaban estableciendo los fundam entos de la econo­

121
SILENCIOS Y SECRETOS

m ía m undial eu ro p ea y sus im perios del otro lado del o c é an o ,44 los m o­


n a rc a s absolutos con frecu en cia e ra n tam b ién “reyes m e rc a n tile s” que
perseguían objetivos económ icos a través del com ercio que los monopolios
ab ría n con sus n av egaciones.45 Com o en el caso del E stado-nación, la
esencia del im perio es el control. Para que sobrevivieran estos monopolios
com erciales y se pusieran en m archa las políticas de m are clciusum tenía
que haber un m onopolio del conocim iento que perm itiera que las nuevas
tierras y sus rutas de llegada y partida se plasm aran en los m apas. Quizá el
proceso de m onopolización del co n o cim ien to de los m apas fue paralelo
al secreto y al uso de los m isterios del oficio en el control de los grem ios
m edievales.46
El m ecanism o por m edio del cual la inform ación cartográfica funda­
m ental acerca de los im perios nacientes de u ltram ar se censuraba, regula­
ba y m an ten ía en secreto variaba co n sid erab lem en te. En algunos países
era un proceso correspondiente a los viajes individuales. Este parece haber
sido el caso de Inglaterra, donde los escritores contem poráneos a las nave­
gaciones estaban conscientes de la práctica de la censura47 y sabían que el
co nocim iento nuevo era controlado por unas cu an tas m anos poderosas:
las de la so b eran ía, un círculo in te rn o de m in istro s, o los principales
com erciantes y navegantes im plicados en un viaje. Por ejem plo, los mapas
trazados y los dibujos traídos por el viaje de D rake alrededor del m undo
(1577-1580) se convirtieron en docum entos secretos. Drake había dado ór­
denes expresas: “Nadie h a rá u n a c a rta de navegación o d escrip ció n de
dicho viaje”; esta prohibición de publicación seguiría en vigor hasta 1588
(véase figura iii.I).48
Aún m ás elaborados eran los sistem as b u ro crático s establecidos por
las coronas de Portugal y España para reglam entar el com ercio de ultram ar
y el conocim iento del que éste dependía. Los m apas pronto se convirtieron
en docum entos claves para el lanzam iento de los im perios lusohispánicos.
M ientras que se ha debatido m uy acaloradam ente hasta qué punto existió
realm ente una política de secreto portuguesa y cuál fue su efectividad,49
las pruebas sugieren el alcance que una m onarquía poderosa e interesada
en sí m ism a puede llegar a e jercer en el control y la supresión de m apas
sensibles. Se sabe, por ejem plo, que el castigo para los pilotos que dieran o
vendieran cartas de navegación a los extranjeros era la m u erte.50 A finales

122
'ILENCIOS Y SECRETOS

leí siglo xv, Juan II de Portugal (1481-1495) tom ó m edidas para desterrar
a los extranjeros, especialm ente a genoveses y florentinos, de todo el te rri­
torio portugués, m ientras que, se dice, las cortes de 1481, en cuanto a la na­
vegación hacia Africa occidental, “exigieron medidas estrictas para conservar
el secreto de las tierras descubiertas. Los docum entos fueron confiscados;
estaba prohibido registrar nuevas tierras en los m apas; las obras náuticas
se convirtieron en libros secretos; se difundieron cuentos de prohibición;
y se obligó a los navegantes a m an ten er un voto de silencio”.51

LA HEJRDTKE E N T E R P R 1N S E F A IC T P A R L E S 1 G K E V R D K A LCK
La -cuiji ¿(fcripiton Ju xroiaoe Ju s fran/c
Cheuaíier LtfgueL frtam a<onrtj¿iynf d f ttruj T £ R RA AR_r Vo
dffjÜtL i i truía dulírt* f t n rftoiana „ CROEN L AN,
fu tí peris xL p a in f J d n g ' Le m dr/nnlrrt jrrexmnttxrtt aejet)uutrtpar Le fiejm itdratk
ciiltrt ei fit Le firpud dt La Urrt ti retour fdulcí tu Lian ir r? j u t ¿e f g to u r o n e voy
J rofatje le z 6 ' ítpiem bre / f i e p a r Lej h ubi tu n e duibit pai¡s chux d úaftp^ G E U T O < ^ f.;
' ....... —............... .... - Leis.
arcvLi
ALBIO
it'íA

;ot/a Gi'ma

PEERAG-NAHTINi

raujipa Cari e <\/me€ zt cor

Figura iii .I. Parte del mapamundi de Nicola van Sype que muestra la circunna­
vegación de Drake, grabado y publicado en Amberes, ca. 1583. Quizá sea una
copia no autorizada hecha a partir de un original inglés secreto y sacada de con­
trabando del país. Con permiso de la British Library (Mapas C2. a. 7).

123
SILENCIOS v secreto:

A principios del siglo xvi, los co ntroles portugueses sobre el conoci­


m iento cartográfico se habían reforzado con el establecim iento de un “re­
positorio hidrográfico” dentro del “Almacén de Guinea y las Indias” (Arma-
z e m da G uiñe e In d ia s ).52 Éste ejerció claram ente funciones de censura.
Un decreto real del 13 de noviem bre de 1504 prohibió que se hicieran glo­
bos terráqueos y tam bién que las cartas de navegación describieran la cos­
ta de África occidental m ás allá del río Congo. Las cartas que no cum plie­
ran con e sta disposición deb ían llevarse con un oficial del repositorio
hidrográfico para que se om itieran esos detalles. Más aún, esta organiza­
ción hizo posible la insistencia de que las cartas de navegación realizadas
antes de un viaje se devolvieran al com pletarlo, m ientras que el deber de
otro oficial era o c u lta r los rec ip ie n tes p ara que no h u b iera objeciones
de su m anejo de los docum entos.53 Los contem poráneos alegaron la deli­
berada falsificación de las cartas; es fácil im aginarse cóm o sucedió tanto
en Portugal com o en E spaña.54
Los objetivos del Estado en cuanto al control del conocim iento carto­
gráfico de u ltra m a r y los m ecanism os reguladores en E spaña e ra n muy
parecidos a los de Portugal. La corte de Castilla había dispuesto una insti­
tución especial d u ra n te la p rim era década del siglo xvi llam ada C asa de
C o n tra ta c ió n (oficina colonial que co n tro lab a las e m b arcacio n es, el
com ercio y las finanzas, quizá basada en el m odelo portugués), para hacer
un seguim iento de las exploraciones y albergar, en secreto, los docum entos
del descubrim iento.55 En 1508 se había creado un departam ento geográfi­
co y cosm ográfico especial d en tro de la Casa. Fue aquí donde dibujantes
de cartas de navegación especializados llevaban al día el m apa m aestro del
m undo, el Padrón Real 56 Las m uchas disposiciones de la C asa incluían
las siguientes instrucciones:

A los pilotos no se les permitía usar ningún otro mapa más que éste, y te­
nían instrucciones de que, al encontrar nuevas islas o tierras, puertos o
bahías, o cualquier otra cosa (corriente o arroyo, cabo o m ontaña) que
pudiera servir para la subsiguiente identificación de las localidades, las
ingresaran en la copia del Padrón Real que llevaban y tenían que reportar­
lo; sin embargo, no podían insertar nada de lo que no se hubiera dado fe
bajo juram ento.57

124
SILENCIOS Y SECRETOS

La situación en Portugal y España a principios del siglo xvi sugiere que


los gobernantes de los Estados-nación europeos, ju n to con sus crecientes
clases com erciantes burguesas, descubrieron rápidam ente el valor del con­
trol centralizado al tra tar de asegurar la confidencialidad del conocim iento
geográfico acerca del Nuevo Mundo. Los rivales de Portugal y E spaña co­
piaron sus instituciones de navegación. La oficina hidrográfica establecida
en A m sterdam , después de la organización de las com pañías m erc an te s
ilem anas en la Com pañía Unida de India O riental en 1602, fue el equiva­
lente de la Casa cía C ontratación de diversas m aneras, incluida la institu-
cionalización de una cartografía se cre ta .58 Cada dibujante de cartas de la
Compañía Unida de India O riental

estaba [... ] obligado a asegurar que las bitácoras de las naves que llegaran
se entregaran en orden y no cayeran en manos equivocadas. Debía guar­
darlas en un cuarto especial en la Casa de India Oriental y tam bién tenía
que llevar el registro adecuado. Cada seis meses tenía que dar cuenta de
las mejoras que había hecho en las cartas y en las rutas. El dibujante ju ra­
ba no revelar ninguna información acerca de sus actividades a personas
que no fueran empleadas de la compañía. No tenía permiso para publicar,
de m anera directa o indirecta, parte alguna del m aterial sin el conoci­
m iento ni com entario de la compañía, y todo nuevo dibujante que fuera
nom brado tenía que ju ra r ante el m ayor de Am sterdam que obedecería
estas instrucciones.59

En la realidad, la Com pañía de Alem ania O riental se había convertido


=n un órgano al servicio del Estado que actuaba com o m inisterio, y su res­
ponsabilidad específica eran las colonias orientales. Su política de m apas era
especialmente cautelosa cuando se trataba de m anejar las cartas de regiones
recientem ente exploradas. Su práctica consistía en ofrecer a los pilotos las
cartas en m anuscrito en la m edida en que las req u irie ra n y verificar que
éstas fueran devueltas al finalizar el viaje. Se supone que oficiales de la
compañía, como Plancius y, m ás adelante, Blaeu, ejercieron tan fuerte con­
trol que incluso llegaron a censurar los m apas que serían publicados. Gomo
consecuencia, los m apas relacionados con viajes im portantes, com o los de
Tasman a Australia, efectivam ente se m antenían en secreto (figura m.2).60

125
SILENCIOS Y SECRETOS

F igura hi.2. Tierra del Fuego en dos estados del Nova Orbis Terra de Willem Jan-
zoon Blaeu (izquierda, 1606-1617; derecha, después de 1618). El conocimiento
con que se contaba en 1617 sobre el Estrecho de Magallanes a partir del viaje de
Le Maire estuvo censurado por razones comerciales hasta después de 1618 (véa­
se Tony Campbell en la nota 59). Permiso de British Library (Mapas 920 [262] y
Mapas 18S.j. l[i]).

Las com pañías del m onopolio alem án no estaban solas en cu an to a la


adopción de tales prácticas restrictivas cartográficas. En la Inglaterra del si­
glo XVII, después de la Restauración, cuando la estru ctu ra de las com pañías
com erciales se m onopolizaba, éstas tendían tam bién a actu ar com o freno
para la publicación de m apas, cuando no para la propia realización de los
m ism os.61 Una vez que la C om pañía de la Bahía de H udson (fundada en
1670) adquirió su m onopolio territorial, su sustancioso archivo, incluidos
todos los m apas, perm aneció cerrado hasta finales del siglo xvm debido a
las políticas restrictivas de la C om pañía.62 Estas políticas preten d ían que
en la práctica la com pañía “no diera detalles de los m odelos geográficos del
cauce de los ríos, lagos y el terreno que se conociera”, por la sencilla razón
de que “tales datos geográficos se consideraban cruciales para la form ula­
ción y operación de sus políticas com erciales, por lo cual se consideraban

126
SILENCIOS Y SECRETOS

secretos c o m e rcia le s”.63 R esulta esp ecialm en te in te re s a n te la form a en


que el P arlam en to inglés reaccio n ó al e n fre n ta r estas políticas. Incluso
cuando se presentaron oportunidades de legislar contra estas prácticas, no
pudo im ponerse com o el dueño desinteresado de un conocim iento “cientí­
fico” expresado a través de m apas geográficos.64
Por lo tan to , las fuerzas que tuvieron im pacto sobre la cartografía de
los inicios de la Europa m oderna eran m ucho m ás com plejas de lo que en
un principio im plica el concepto poder-conocim iento. Se observan diver­
sas c a ra c te rístic a s. Por ejem plo, m ie n tra s que se puede d e c ir que el se-

p j e autiioas D c m c v r a t e a a;

Figura iii.3. Brasil en la Carta de Camino, 1502. La ansiedad por el comercio ita­
liano de especias llevó al duque de Ferrara a obtener, por medio de un soborno,
este mapa de las “islas recién descubiertas en las [...] Indias”de un original por­
tugués en Lisboa, del facsímil de Harrisse en Recueil de voyages et de documents
pour servir á L'Histoire de la Géographie No. 3 Les Corte-Real et leurs voyages au
Nouveau-Monde (París, 1883). Permiso de la British Library (Mapas 7. e. 8).

127
SILENCIOS Y SECRETOS

creto ha sido endém ico en la historia de los m apas y su realización, así co­
m o en las actividades del capitalism o m onopolizador, no ha habido nada
claro o predecible en los tiem pos o en los m odelos geográficos de su im po­
sición. Vemos que algunos periodos se caracterizan por la “alta seguridad”,
m ientras que en otros se han perm itido ciertos errores. Cuando los límites
m undiales de los im perios español y portugués se estaban constituyendo,
aproxim adam ente e n tre 1515 y 1529, se reforzaba rigurosam ente el con­
trol sobre los secretos; sin embargo, m ás adelante, durante el m ism o siglo,
em pezó a haber cierta laxitud (figura m.3). O tro punto es la inconsistencia
de las políticas de Estado. A p esar de la com ún p reocupación de España
por los secretos y el control, la cautela cartográfica fue echada por la borda
cu ando C arlos V de E spaña quiso im p re sio n a r a las co ronas ex tran jeras
con m apas propagandísticos que m ostraban la extensión territo rial dé la
influencia española.65 La m anipulación de un Estado no siem pre fue acep­
tada hum ildem ente por sus rivales. Ellos deseaban obtener m apas por m e­
dio del e sp io n a je,66 el robo y la p ira te ría , y tam b ién po r la observación
d irecta y su propia investigación. Por lo tan to , la colección de m apas del
Nuevo Mundo de Raleigh, que provenía principalm ente de fuentes españo­
las, in clu ía “un m apa secreto de aquellos rum bos hech o en M éxico [...]
para el rey de E sp añ a”.67 Más aún, las políticas m ás e stric tas de secreto
cartográfico podían verse afectadas por la facilidad con que cosmógrafos y
pilotos, ju n to con su conocim iento cartográfico especializado, se ponían al
servicio de co ronas rivales. Éstos son casos conocidos de pilotos p o rtu ­
gueses a quienes atrajo el servicio m ejor rem unerado de España, Francia
o Inglaterra, m ien tras que de cartógrafos com o C abot, R ibeiro y Rotz se
sabe que fueron los agentes a través de los cuales se dio m ayor difusión a
m apas que una vez fueron confidenciales. Incluso el Padrón de navegación
española no perm aneció en secreto para siem pre y su contenido fue publi­
cado con el paso del tiem po. Finalm ente, y todavía m ás notable quizá, fue­
ron las ocasiones en que los conflictos ideológicos en torno a los secretos
aparecieron en las propias instituciones que habían sido establecidas para
conservarlos. Por ejem plo, se ha dem ostrado que hubo un prolongado de­
bate, incluso un litigio, dentro de la Casa da C ontratación por el papel del
patriotism o en los argum entos científicos y el del secreto en el crecim iento
del conocim iento.68 A la luz de todo esto, hem os concluido que el acceso

128
SILENCIOS Y SECRETOS

al co n o cim ien to debe c o n sid erarse u n a de las d im ensiones sociolegales


más com plejas que estru ctu raro n el desarrollo de la cartografía en los p rin ­
cipios de la Europa m oderna.

Los silencios epistemológicos o no intencionales


de los mapas

l'na segunda categoría de silencio en los m apas es el no intencional. Es un


silencio que no parece hab er sido “explícitam ente ordenado” por los diri­
gentes cartográficos del p rin cip io de la E uropa m oderna; no o b stan te,
resultó fundam ental para la difusión del poder del Estado.69 Lo que indica­
ba el silencio no in te n c io n a l era “el papel de las reglas que d e te rm in a n ,
dentro de u n a cu ltura, la aparición o desaparición de afirm aciones”70 en
los m apas. Aquí lo que nos interesa es la ausencia o la presencia de c a te ­
gorías de detalles cartográficos que no se pueden explicar m ediante refe­
rencias a su calidad de secreto o a factores técnicos, sino m ediante “reglas
históricas” que no son m eram ente teóricas, sino observables de diferentes
m aneras que variaban de acuerdo con la “zona social, económ ica, geográ­
fica o lin g ü ística” d e n tro de la cual se originó un m ap a .71 E stas “reglas”
ayudan a d ise ñ a r dos c o n ju n to s de discu rso , el científico y el político-
social, cuya función es e s tru c tu ra r el m arco d e n tro del cual se c re a el
conocim iento cartográfico.

El discurso científico de los mapas

Va en el R enacim iento había dos características “científicas” im portantes


para co m p ren d er el contenido de un m apa, a saber: la “ciencia universal
Je la m edida y el o rd en ” y el principio de clasificación o tabulación orde­
nada.72 Desde entonces, in stru m en to s de investigación y técnicas de ma-
peo cada vez m ás precisos co n trib u y ero n a la “c ie n c ia de la m ed ic ió n ”,
m ientras que la m an era en que los signos cartográficos eran clasificados

129
SILENCIOS Y SECRETOS

y ordenados (es decir, dispuestos en hojas tabuladas especiales)73 ap u n ta a


la adopción del principio de clasificación. En la m edida en que avanzaba el
progreso científico y la precisión técnica, se expresaron pocas dudas. Por
lo tanto, la cartografía de los Estados, en el siglo xvi, estaba en cam ino de
convertirse en un discurso científico y tecnológico. C ontenía la suposición
no escrita de un m undo objetivo en el que las nuevas técnicas, repetibles y
transm isibles, siem pre podían lograr una m edición y u n a descripción pre­
cisas.74 En la actualidad, m uchos historiadores todavía aceptan este m ode­
lo de progreso científico com o una interpretación estándar del surgim iento
de la cartografía del E stado.75 De un interés sem ejante son los silencios de
los productos supuestam ente “objetivos” del m apeo del Estado. Yo sosten­
go que, m ientras la m edición y la clasificación pueden h ab er fom entado la
objetividad dentro de los térm inos de referencia de la epistem e cultural, en
otros aspectos los m apas siguen siendo una perspectiva subjetiva del m un­
do de esa cultura. La estandarización, con énfasis euclidiano en el espacio
com o algo uniform e y c o n tin u o , g en era silencios de uniform idad. Por
ejemplo, en m uchos atlas topográficos de principios de la Europa m oderna,
especialm ente los del siglo xvn, pero incluso en los de M ercator y en los de
Saxton, está ausente gran p arte del c a rá c te r y de la individualidad de los
lugares concretos. D etrás de la apariencia de unos cuantos signos estánda­
res de estos atlas, la descripción general de una ciudad se parece m ucho a
la de la siguiente; los poblados son casi id énticos y están dispuestos con
u n a clara je ra rq u ía tax o n ó m ica;76 se agregan bosques en unos cuantos;
incluso los ríos y las corrientes de agua se reducen a una simple m uestra de
realidad; se excluye todo objeto fuera de la clasificación de la “realidad”
del topógrafo. Más aún, la fuerza epistemológica de los procedim ientos cien­
tíficos se intensificó por su m ayor estandarización en el proceso de im pre­
sión del m apa, in n ovación que vio el inicio de la “tecnologización del
m ap a ”, de m an era que las im ágenes adquirieron una claridad y u n a con­
tundencia que no tenían en la etapa de los m anuscritos.77 El resultado fue
que los paisajes cartográficos de E uropa se volvieron m ás generalizados,
m ás ab stracto s y m enos diferenciados en el m odo de su rep resen tació n .
Sus silencios son los propios de lo único.
Es bien sabido que el m apeo es una actividad diseñada para prom over
la eficiencia del Estado y que, con buenos m apas, la voz del poder centrali­

130
SILENCIOS V SECRETOS

zado puede difundirse m ás uniform em ente por todo un país. Sin embargo,
es necesario plantearse la pregunta: ¿por qué tenía el m apeo científico que
facilitar esta tarea? Si hacem os a u n lado todos los argum entos logísticos
que se h an presentado en favor de los m apas (y es evidente que lograron
una inversión considerable de los gobernantes de la Europa m oderna) que­
da en to n ces otro aspecto de e sta explicación: los silencios de los m apas
legitiman y n eu tralizan las acciones arb itrarias en la conciencia de quie­
nes las originaron. En otras palabras, la falta de diferenciaciones cu alita­
tivas en los m apas estructurados por la epistem e científica sirve para des­
hum anizar el paisaje. Estos m apas tra n s m ite n u n co n o cim ien to que
m antiene al su jeto al m arg en .78 El espacio ad q u iere u n a im p o rta n c ia
mayor que la del lugar: si los lugares se ven parecidos, se les puede tra ta r
de m anera parecida. Por lo tanto, con el progreso del m apeo científico el
espacio se volvió m uy fácilm ente un producto socialm ente vacío, un p ai­
saje geom étrico de hechos fríos, no hum anos.

Los discursos político y socicd de los mapas

Sin em bargo, no todo se explica a sí.79 La p arad o ja es que los espacios


socialmente vacíos del m apa no carecían de consecuencias sociales. Había
otros hilos tejidos en las im ágenes de los m apas. En especial los de la con­
ciencia política m ediada por el m ecenazgo,80 así como los de los valores re­
ligiosos o las actitudes sociales o étnicas. Con la ayuda de este conocim ien­
to epistemológico podem os escuchar otros silencios de nuestros m apas.
El discurso político se basa en la suposición de legitim idad de un sta tu
quo político y sus valores correspondientes. Sus declaraciones a través de
los m apas, así com o po r otros m edios, tie n e n la in te n c ió n , co n scien te o
inconsciente, de prolongar, p re se rv a r y d e sarro llar las “v e rd a d e s” y los
logros iniciados por los fundadores de ese sistem a político o m odificados
por sus sucesores. Sin embargo, se puede argum entar que esta infraestruc­
tura d eterm in a la n a tu ra le z a de la especificación técn ica de los m apas y
ofrece las reglas de lo que se incluye y de lo que excluye. También se puede
decir que el discurso político es responsable de los énfasis diferenciales, a

131
SILENCIOS Y SECRETOS

través de la selección y la generalización, que privilegian algunos aspectos


de la “realidad” m ientras que acallan otros. Los cartógrafos individuales no
h a b ría n estado en posición de c o n tro la r o e q u ilib ra r estos m atices, aun
cuando hubieran sido conscientes de ellos.
Desde los m apas del prim er periodo m oderno se en cu en tran ejemplos
de diversas clases de silencios políticos y sociales. Una categoría es el
silencio toponím ico. Los Estados conquistadores im ponen un silencio a la
población m inoritaria o som etida a través de la m anipulación de su toponi­
m ia. Todo el e stra to de iden tid ad étn ica es suprim ido del m apa en actos
que equivalen a un genocidio cultural. M ientras que estas m anipulaciones,
en cierto nivel, son resultado de censura deliberada o de políticas de acul-
tu ració n ,81 en otro nivel, el epistem ológico, tam bién se pueden ver como
representantes del rechazo inconsciente de este “otro ”82 pueblo por parte
de los que p ertenecen a los grupos políticam ente m ás poderosos.
Se puede h acer una lectura sim ilar de los silencios encontrados en las
leyendas de los signos cartográficos incluidos en algunos m apas de princi­
pios de la Europa m oderna. En el m apa de M ercator de Europa, con fecha
de 1554, por ejem plo, el dibujante decidió identificar cu atro rangos ecle­
siásticos: el Vaticano (Pontifex R om anus), las sedes patriarcales (patriar-
chales), las sedes arquiepiscopales (archiepiscopales) y los episcopados
(episcopales), m ientras que perm aneció en silencio acerca de los cuatro o
cinco rangos del sta tu quo seglar tam bién diferenciados y m ostrados en los
m apas.83 Q ueda claro que aquí el poder político que se reconoce es el ecle­
siástico; los asentam ientos pequeños (poblados) de la parte interior de la
je ra rq u ía eclesiástica carecen de im portancia. Por lo tan to , el silencio se
convierte en u n “co m p o rtam ien to activo” que apoya afirm ativam ente al
sta tu quo político.
En otro grupo de ejem plos podem os d etectar que los m apas estaban in­
volucrados en un discurso de p ro m esas (sus silencios se co rresp o n d ían
con dim ensiones escatológicas de los libros sagrados de sectas o religiones
específicas). Por lo tan to , al describir la Tierra Sagrada inspirada por Lu-
tero y Galvino, donde se com binaba una geografía sa cra con un realismo
geográfico (este últim o reflejaba el d iscurso científico de los m apas), se
subrayan hech o s del A ntiguo T estam ento y el m ensaje p ro te sta n te de la
“historia de la salvación”, condensados en la ru ta del Éxodo.84 En silencio

132
'ILENCIOS Y SECRETOS

quedan la historia y los sitios del Nuevo Testam ento, m ientras que esta tra ­
dición a p arece de m an e ra m uy p ro m in e n te en los m a p p a e m u n d i de la
Edad Media católica.85
El contenido y la publicación de m apas pueden entonces estructurarse
con base en los cism as religiosos y las batallas ideológicas de los principios
Je la Europa m oderna. La publicación de libros de planos de la ciudad de
Italia, po r ejem plo, puede h a b e r estado inhibida en algunas zonas po r la
aversión de los calvinistas a la re p re se n ta c ió n de la Rom a católica. De
manera similar, puede resultar significativo que el rango, eclesiástico de los
asentam ientos hum anos se indica con m ayor frecuencia en m apas de las
regiones del sur de los Alpes (o en los m apas de cartógrafos de algunos paí­
ses en los que la Iglesia rom ana católica conservaba el poder, com o Italia,
España y Francia) que en las regiones p ro te sta n tes del norte. Por el c o n ­
trario, los m apas que co n tienen inform ación acerca de las diferentes sec­
tas y las adh esio n es de los c ristia n o s europeos e ra n de la p a rte m ás c o ­
mún del n o rte de los Alpes, donde se reflejaba la agitación religiosa de la
Reforma, ac erc a de la cual los m apas de los c e n tro s católicos de Italia,
Francia y E spaña p erm an ecían en silencio.86 Las divisiones sectarias en
ocasiones son discernibles en m apas cuyos autores eran ardientes partida­
rios de u n a do ctrin a, por ejem plo a través del silencio en los m apas con
respecto a iglesias o asentam ientos de o tra87 (figura m.4). En otros m apas
más, incluidas las cartas portulanas, se m ostraban las tierras que los oto­
m anos h ab ían co n q u istad o com o si c o n tin u a ra n en m anos c ristia n as,
m ientras que Jerusalén a m enudo se m ostraba com o cristiana en algunos
mapas de la Edad M edia, incluso m ucho después de h a b e r pasado a m a­
nos del Islam .88
El prim er problem a que se en cuentra al tra ta r de integrar los silencios
de los m apas que pueden h ab er surgido de las percepciones co n tem porá­
neas de clase o raza, es la te n d e n c ia a su p o n e r que estas p e rcep cio n es
habrían sido id én tic a s e n tre todos los europeos d u ra n te los siglos xvi o
xvii. Incluso en to n ces p arece razonable sugerir que había u n a base c o n ­
ceptual com ún a toda la sociedad europea de la época. Por ejemplo, el esta­
tus social y la naturaleza de la ocupación de los hom bres eran asuntos de
gran interés tanto en la Europa feudal central com o entre la naciente clase
media o la grande bourgeoisie de otros Estados que habrían ejercido cierta

133
n r n
i i .........i. .i

<Vrr-._f.-xl. ^ 1 HWÍ^V-A^ -
3 ^-.
. ‘"'' 7 X C ^ W '
Plfkí¡*7^n«KTÍ %tokt»tU ,nw!»*'!í^ ~
}( , r Km¿hUshul
( V ..
i) 4 * k . S tretia n
f ' 4 _ ^
„SyTcrxrtvwo¿rtt^
.-•¿
" ~ V■ fk \ 3L
ñ?
^ ''i fm á r é iü ' ‘ .
*■ 91- /

o ... ' 4 \ «■* • \ '


CrovA>n jMJitmh
<» ^ , ^ v *• o*°
6r«¡cm ' ’ «Uy M * ^ X
sJ« , QHÍ7/.7mrton.
í *■* J C arO tálton -
'« c v - , ^
i ■ •••3 ^V . * .» - .•• Cbelfoam
\.,S .<-& VI <i^ 3 to '/" ' ^
y^ ~wárimfním,.
\ .; 'Woommtui-ng jj <•*»>'__ tfismw/iuttt. "’-. -£ 2V J- '
Hadled Jftfarden Ó Ik ^ S b .
’fyüfiey ¿5*.,
'~Weffemhm

F igura hi.4. Parte de S urrey de John Norden, 1594. Se ha dicho que Norden, por
ser anticatólico, omitió las vistas de los arzobispados de su mapa. El íntico
mapa de éstos que los muestra, Middlesex, 1593, los señala con una estrella y no
con una cruz papal. Aparecen las “capillas” (capillas subordinadas) reflejando
la atención que Norden prestaba a los detalles eclesiásticos. Con permiso de la
British Library (Mapas C2cc7).

134
SILENCIOS Y SECRETOS

influencia sobre el conocim iento de los m apas. Es im portante observar la


cuidadosa categorización de los trajes de los personajes que con frecuen­
cia com ponen la decoración de los m apas de finales de los siglos xvi y xvn,
por ejem plo los de Speed y B laeu.89 M ientras que tales d istin cio n e s so­
ciales son fácilm ente identificadas, o tras resu ltan m ás sublim inales. Sin
embargo, la m ism a suerte de taxonom ía social parece haber estado p resen­
te en los silencios de la cartografía europea en cuanto a la clase social de la
mayoría. Para los dibujantes de m apas, sus m ecenas y sus lectores, la clase
baja no existía ni tenía geografía, m ucho m enos estaba com puesta de indi­
viduos. En su lugar, lo que se destaca en estos m apas es la gente privile­
giada por su derecho a llevar una corona o una m itra, o a o sten tar un escu­
do de arm as o un báculo. Ni los cam pesinos, ni los trabajadores del campo,
ni los pobres urbanos tienen un lugar en la jerarq u ía social y, com o grupo
privado de sus d erech o s cartográficos, no e sta b a n re p re se n ta d o s en los
mapas. La identificación del e sta tu s social, que otorgaba al individuo el
derecho a ten e r u n a tierra, tam bién le daba el de apropiarse de los signos
más prom inentes del repertorio del dibujante del m apa. Los signos pictóri­
cos m ás grandes en los m apas (y los que llam aban m ás la atención) resul­
tan ser los que se asocian con el estatus feudal, m ilitar, legal o eclesiástico.
Un poblado de cam pesinos, sin un jefe suprem o absoluto o un patronazgo
eclesiástico, quedaba en un estado m uy cercano al silencio, es decir, en un
punto o en un signo abstracto. Más aún, estos conceptos europeos de esta­
tus fueron llevados al Nuevo Mundo. Son discernibles, en particular, en los
mapas de regiones en que la c u ltu ra eu ro p ea se e n c o n tró con la c u ltu ra
india; por ejem plo, en los m apas que m uestran el prim er asentam iento in ­
glés en Virginia. Aquí la diferencia en tre los indios de un “m ejor tipo” y la
gente india com ún, h e c h a con frecuencia por los escritores co n tem p o rá­
neos,90 e ra tra n sm itid a (com o en los m apas europeos) p o r re p re s e n ta ­
ciones de individuos de la clase alta privilegiada de la sociedad india (un
jefe pow hata, p o c a h o n ta o su sq u eh a n n a , por ejem plo) m ie n tra s que los
hom bres y las m ujeres ordinarios se m uestran reunidos en una m asa anó­
nima a sus pies y — queda implícito— a sus órdenes. De m anera sim ilar se
encuentran las jerarq u ías europeas en los signos de asentam ientos de los
mapas del Nuevo M undo. Para los apro x im ad am en te 200 a sen ta m ie n to s
indios que se describen en el m apa de Virginia de Jo h n Sm ith (1612), se

135
SILENCIOS Y SECRETOS

hace u n a diferenciación cuidadosa e n tre las “casas de rey es” (dibujadas


con un signo de im portancia visual), las “casas co m u n es” (m arcadas con
un signo relativam ente insignificante) y los asentam ientos del jefe powhata
(con el signo m ás grande de todos).91
O tro tipo de silencio encontrado en los m apas del Nuevo Mundo surge )
de la tendencia a desaparecer la diversidad del paisaje am ericano en favor de
u n este reo tip o , lo que re su lta m ás difícil de explicar. Por su p u esto que
podría deberse sólo a la falta de inform ación. Al enfrentarse con espacios
vacíos en los bosquejos y dibujos que se les daba com o m odelos, los graba­
dores europeos los habrían llenado con las únicas convenciones paisajísti­
cas que les eran familiares. De m anera alternativa, el estereotipo del paisaje
am ericano se puede ver com o un acto deliberado de prom oción colonial,
diseñado para h acer las nuevas tierras m ás atractivas para los colonizado­
res o para a tra e r a potenciales propietarios e inversionistas.92 Sin em bar­
go, tam bién podem os buscar explicaciones de estos silencios en otra direc­
ción, en el nivel estru ctu ral de las epistem es de Foucault. E ntonces sería
otro tipo de m anifestaciones en las que se reflejaban los valores científicos
europeos en la cartografía re n a c e n tis ta , e sp ec ialm en te a través de las
m edidas y la clasificación sim ple del paisaje. Por lo tan to , estaríam os de
nuevo an te la transposición in co n scien te a la geografía am erican a de los
valores y las p refe re n c ia s europeos, e sta vez en relación con el paisaje.
M apas com o los de Jo h n S m ith (M apa de L o rd B a ltim o re, 1635) o de
William Wood (The S outh P art o fN e w E ngland, 1634)93 parecen m ostrar­
nos un salvajism o ya dom esticado que se ha considerado m ás aceptable a
los ojos ingleses (figura III.5 ). Puede haber aquí un paralelism o con la for­
m a en que Theodore de Bry y sus ayudantes transform aron los dibujos de
los indios de John W hite en la colonia Roanoke. Se nos ha dicho cóm o Bry
“conservó la aten ció n m eticulosa de W hite respecto de los detalles en el
vestido, peinado y decoración del cuerpo; sin em bargo, cam bió las caras,
las posturas y los cuerpos de los indios de m anera dram ática” y cóm o sus
“caras se dulcificaron, suavizaron y europeizaron” de tal m anera que con
sus “nuevas frentes altas, bocas fruncidas y cabello ensortijado se asem e­
ja n a las figuras clásicas de la trad ició n germ ana del grab ad o ”.94 Parece
hab er sucedido lo m ism o con el paisaje en algunos de los prim eros y más
im p o rta n te s m apas im presos de las regiones de A m érica del N orte. En

136
SILENCIOS Y SECRETOS

esencia, estos m apas d escrib en un paisaje europeo al estilo del grabado


europeo, pero quedan lejos de ser descripciones reales de América; en rea­
lidad m uestran los paisajes que Europa anhelaba y se quedan callados acer­
ca de la verdadera América. Este tipo de silencio cartográfico se convierte
en un acto ideológico afirmativo. Sirve para preparar el cam ino de las colo­
nizaciones europeas. Los colonizadores potenciales ven en el m apa pocos

Figura iu.5. Mapa de Virginia del capitán John Smith. El grabado de William Hale
construye un paisaje con montes, ríos, bosques y asentamientos reconocibles
para la mirada de quienes están familiarizados con los mapas ingleses de con­
dado del periodo. En el escudo de armas real inserto como emblema de posesión
colonial debajo del pergamino del título vemos el inicio de un discurso cartográ­
fico que termina con el silencio de los mapas acerca de los derechos de los indios
a su territorio. Se muestra la edición de 1625. Con permiso de la British Library
(Mapas 75005 [9]).

137
SILENCIOS Y SECRETOS

obstáculos insuperables. Lo que m enos hace el m apa es reflejar la presen­


cia de pueblos indígenas y su huella sobre la tierra: “Es com o si América
fuera una escenografía fija y el telón se levantara con la llegada de los euro­
peos y ahí com enzara la acción”.95 En resum en, estos m apas son imágenes
e tn o c é n tric a s y p a rte n de la e s tru c tu ra del colonialism o cu ltu ral. No es
sólo que ofrezcan la prom esa de una tierra libre y a p aren tem en te virgen,
un espacio vacío para que los europeos lo dividan y llenen; se ofrece más
bien la im agen de un paisaje en que los indios están callados96 o son rele­
gados, a través de la decoración de los m árgenes del m apa, al nivel de un
caníbal desnudo.97 M ediante estos silencios, el m apa se vuelve un perm iso
para apropiarse del territorio descrito. Es otro m edio m ás por el cual insis­
tir sobre la in h e re n te su p erio rid ad de las tecnologías y form as de vida
europeas.

Conclusiones
Este ensayo fue diseñado para ilustrar la posibilidad de una historia carto­
gráfica surgida a p a rtir de ideas concebidas por otras disciplinas. Ha sido
p rin c ip alm e n te u n a exploración teórica. No o b sta n te , debo a c la ra r que
ningún concepto, com o el de poder-conocim iento, o el de epistem e, ofrece
generalizaciones “com probables” que puedan relacionarse absolutam ente
con los “h e c h o s” de esta u otra cu ltu ra cartográfica. Mi argum ento surge
de un p u n to de vista hu m an ístico : el del papel que desem p eñ a la teoría
para revelar la com plejidad del m undo, m ás que para reducirla a los m ode­
los más sim ples del científico social. Por lo tanto, nuestra prim era conclu­
sión es que m ientras inicialm ente los conceptos de poder-conocim iento y
de cartografía resultan simples y fam iliares com o un discurso de poder con
efectos sociales, u n a vez que em pezam os a relacio n arlo s con contextos
h istó rico s específicos a d q u ie ren u n a eno rm e com plejidad. F re n te a un
m apa en particular, a m enudo es difícil decir, a p artir del contexto históri­
co, si sus silencios se deben a actos deliberados de censura, a un silencio
epistem ológico no intencional, a una m ezcla de am bos, o quizá se trate de
una simple manifestación de la lentitud con que los cartógrafos revisaban sus

138
r

SILENCIOS Y SECRETOS

mapas de acuerdo con las realidades del m undo. Las relaciones entre los m a­
pas y el poder, y en tre los m apas y otras formas de conocim iento, cam bia­
ban co n stan tem en te. La aportación de la cartografía a la conservación de
la autoridad durante los siglos XVI y xvii nunca fue un factor constante. Las
com plejidades fueron reco n o cid as po r H elgerson, quien señaló que los
mapas nunca podían ser ideológicam ente neutrales, cualquiera que fuera
el uso o las consecuencias de su uso, y que nunca serían “sim ples h e rra ­
m ientas”, ya fuera del centralism o m onárquico o de alguna otra organiza­
ción de poder. Según él, inevitablem ente entraban “en sistem as de relacio­
nes con o tra s p rác tic a s de re p re se n ta c ió n y, al h acerlo, a lte ra b a n el
significado y la au to rid ad de todas las d em ás”.98 Este terren o c o n sta n te ­
m ente cam biante e n tre los m apas y otras form as de poder-conocim iento
aún tiene que ser registrado dentro de la historia de la cartografía.
Una segunda conclusión es que nos encontram os en un terreno m ucho
más seguro cuando se trata de la im portancia de los silencios. Suponiendo
que el m undo sea un lugar donde se ejerce la elección hum ana, la ausencia
de algo debe verse tan digna de investigación h istó ric a com o su p re se n ­
cia. Así sucede con la cartografía. Hace poco se sugirió que “el m apa que
no se hace [...] m erece ta n ta aten ció n com o el que se h a c e ”.99 Este afo­
rismo se puede extender tanto a la historia de la producción de los m apas
como a la de los silencios en la representación. Hemos podido m ostrar, en
mapas específicos, que actos deliberados de censura y secretos en el pasa­
do h an tenido con secu en cias cartográficas e h istóricas. Sin em bargo, se
puede decir lo m ism o acerca de los silencios epistem ológicos, elem entos
“no p en sad o s” del d isc u rso .100 Son tam b ién declaraciones afirm ativas y
tienen consecuencias ideológicas en las sociedades en cuestión. Estos si­
lencios tam bién contribuyen a la reproducción, el reforzam iento y la legi­
timación de valores culturales y políticos. E ncontrarlos expresados geográ­
ficamente en los m apas refleja su universalidad. No existe un espacio vacío
como tal en un m apa. Revelada por un estudio cuidadoso del inconsciente
cartográfico y sus bases sociales, esta agenda oculta tiene m ucho que ofre­
cer a los historiadores de la cartografía para llegar a e n te n d e r de qué m a­
nera, a través de la historia, los m apas han sido —y siguen siendo— una
fuerza de la sociedad.
La tercera y últim a conclusión está relacionada con la naturaleza de la

139
SILENCIOS Y SECRETOS

propia cartografía com o form a de conocim iento. Los cartógrafos pueden


seguir disfrazando sus productos en térm in o s de la aplicación de ciertas
especificaciones técnicas (instrum entos topográficos, m edidas, generaliza­
ciones, diseño, im presión, etc.); sin em bargo, tam b ién se debe exigir un
lugar integral en la in terp retació n histórica de los m apas para las decisio­
nes cu ltu rales que se dieron po r sen tad as en sociedades específicas. De
hecho, u n c re c ie n te n úm ero de estudiosos lee los m apas com o tex to s li­
te ra rio s101 m ás que com o una réplica m ecánica de procesos técnicos. Es
u n a práctica aconsejable, m ucho m ás respecto de los m apas de principios
de la era m oderna.102 Es m ejor ver los m apas, según la adecuada frase de
un cartógrafo, com o “una ficción co n trolada”.103 Este punto de vista tex­
tual, leer un m apa com o retó ric a , tien e im plicaciones im p o rta n tes para
sugerir form as alternativas en el uso de los m apas con el objeto de en te n ­
d e r m ejor el pasado. M ientras m ás p ensem os en la un iv ersalid ad de los
secretos, la censura y el silencio en los m apas, y m ientras sigamos reflexio­
nando sobre los códigos epistem ológicos del conocim iento de los m apas,
m enos estarem o s convencidos de que el co n o cim ien to de los m apas se
puede co n sid erar “objetivo” o “im p arcial”. Los m apas se volvieron parte
de un “c re c ie n te re p e rto rio de téc n ica s de p o d e r”104 y es un gran error
fusionar la historia de los m apas con la histo ria de las m ediciones. Se ha
perdido la paradoja esencial. En la m edida en que la cartografía se volvió
m ás “objetiva” con el apoyo financiero del Estado, se vio presa de una sub­
jetividad diferente: la in h eren te a su representación de la ideología dom i­
n an te del Estado. La antigua pregunta de si un m apa en particular es cier­
to o falso no ha sido el centro de interés de este capítulo. Por el contrario,
se debe q u ita r im portancia a esta pregunta si se acepta, com o he tratado
de fundam entar, que los m apas son perspectivas del m undo en el m om en­
to en que fueron hechos. Mi objetivo ha sido em p ezar a in te rro g a r a los
m apas com o acciones más" que com o descripciones impasibles~y~coffyen-
cer a los historiadores cartográficos de que se planteen esta pregunta fun­
dam ental: ¿cuáles son los “efectos reales” del conocim iento que portan los
m apas,105 tanto de sus pronunciam ientos m ás enfáticos com o de sus igual­
m ente enfáticos silencios?

140

Das könnte Ihnen auch gefallen