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Las 7 claves
de la Dieta BARF
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Aunque las teorías de cómo llegó el perro a formar parte de la vida diaria del
hombre son varias, no cabe duda de que descendió del lobo hace unos 15000
años.
Aunque parezca mucho tiempo, desde el punto de vista genético es un
suspiro, lo que significa que la anatomía de nuestros perros es casi idéntica
(99,8%) a la del lobo, es decir, optimizada para cazar y comer carne.
En el caso del gato es todavía más claro, ya que sus descendientes salvajes
provienen del desierto, por lo que la humedad que necesitaban la tomaban a
través de sus presas, rara vez bebiendo directamente.
Así pues, no es verdad que nuestros perros y gatos sean omnívoros, sino que
son eminentemente carnívoros y necesitan que su dieta esté compuesta
principalmente por carne fresca y no cereales, componente primario de los
piensos comerciales.
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Parece que los piensos han estado siempre entre nosotros, pero nos
sorprenderá saber que tienen menos de 100 años. Tras muchos años de
innovación y con pocas excepciones, su proceso de creación sigue siendo
cuestionable, se mezclan grandes cantidades de cereales, se le añaden carnes
de distintos tipos, en general, de dudosa calidad, y se calienta la mezcla a más
de 140º, se rocía con aditivos y grasas (los perros no se lo comerían si no) y se
crean las famosas croquetas o bolitas.
Existen multitud de estudios que apuntan a la deformación y destrucción de
vitaminas, minerales y proteínas durante este proceso. Además, la ausencia
del agua es fundamental, los organismos de nuestros perros y gatos no están
preparados para digerir pienso seco.
Esto no ocurre con la comida cruda. Tiene un 70% de humedad, mantiene los
todos sus nutrientes y tanto perros como gatos tienen sistemas digestivos que
los aceptan a la perfección, incluso toleran muchas de las bacterias que a
nosotros nos harían ir al baño durante una semana.
No es extraño que perros que cambian a crudo defequen menos cantidad y
más sólido, reducan sus reacciones alérgicas, luzcan mejor pelo, eliminen su
aliento y olor corporal y hasta estén más vitales y llenos de energía.
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Es uno de los temas más polémicos de las dietas BARF que, en especial, pone
los pelos de punta a los veterinarios, sin embargo, ¿sabías que los lobos se
comen toda la carcasa de sus presas?, y cuando decimos todo queremos decir
TODO.
Llamamos huesos carnosos normalmente a aquellos que tienen una
proporción de 50% de carne y un 50% de hueso. La razón principal por la que
son buenos es por su ideal relación calcio fósforo y la gran calidad nutricional
de la médula. Los huesos carnosos deberían ser máximo entre un 20% y un
30% de la dieta.
Siempre es necesario introducir poco a poco a perros y gatos a los huesos, al
principio con huesos pequeños y dándoselos nosotros con la mano.
Posteriormente, a medida que aprenden a masticar antes de tragar, podremos
incluso meterlos dentro del bol con el resto de su comida y ellos elegirán cómo
comerlos.
El hueso tiene que ser acorde al tamaño del perro. Para empezar, alitas,
carcasas de pollo y cuellos de pollo o pavo suelen ser lo mejor.
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Una de las preocupaciones más frecuentes cuando nos planteamos dar dieta
cruda a nuestro perro o gato es cuándo empezar.
Los jóvenes: En la naturaleza, las lobas regurgitan lo que han comido para sus
cachorros cuando se acerca el tiempo del destete, unas 5 semanas, así, estos
empiezan a probar y a aceptar el alimento desde el comienzo. Con la dieta
BARF es igual, desde las 5 semanas podemos dar carnes muy digeribles como
el pollo y proseguir a partir de ahí con carnes más duras y huesos carnosos a
los pocos meses.
En el caso de los gatos, cuantos más sabores pruebe de pequeños mejor,
porque evitaremos que se estanquen en un sabor y no quieran nada más.
Los mayores: Cualquier perro mayor aceptará la comida cruda casi de
inmediato, eso sí, será necesario preparar una transición para que su
estómago se “desacostumbre” del pienso y no le provoquemos molestias
innecesarias.
En el caso de los gatos, que son especialmente tiquismiquis, el proceso puede
llevar semanas e incluso meses, pero con paciencia y algunos trucos, se
consigue, y los beneficios son para toda la vida.
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Ahora que ya tienes los principios, sólo hay que empezar ¿no?
¡Claro!, simplemente recuerda, aunque hay muchas maneras y teorías acerca
del crudo, todas coinciden en una cosa, la variedad es importantísima y
también la calidad.
Variedad
Una de las grandes mentiras que nos han contado toda la vida es que a nuestro
perro o gato es mejor darle el mismo pienso toda la vida, que mejor no darle
nada de nuestra comida y que a ellos realmente les da igual.
Nada más lejos de la realidad. Si pensamos en un perro salvaje, es fácil pensar
que en primavera come conejo, pero puede que en verano coma corzo y en
septiembre coma algunas bayas, como corresponde al ciclo natural de la vida
y probablemente por esto es posible que no falte ningún tipo de nutriente.
Para emular este comportamiento sano, será necesario que busquemos
diferentes fuentes de carnes y verduras: tú no te aburrirás y a ellos les volverá
locos!
Calidad
Como no todos los piensos son iguales, las carnes tampoco. Por eso es
importante seleccionar proveedores de confianza que nos aseguren que las
carnes provienen de fuentes dignas y que el proceso de congelado y entrega
es impecable.
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