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*Hosanna (heb., hosa’-na’; gr., hosanna, salva ahora): (Sal 118,25) La expresión significa “Salva, te
rogamos”, “salva ahora” o “ayuda te pedimos”. La multitud en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
gritaba “Hosanna”, probablemente como una oración para que la salvación viniera a Israel mediante
el Mesías (Mt 21, 9, 15; Mc 11, 9, 10; Juan 12, 13)
Fuentes empleadas para este concepto:
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
*Amén: sus significados pueden verse en pasajes como Dt 7,9 “Dios es fiel amén”; Is 49, 7 “porque
fiel es el Santo de Israel”; 65, 16: “el Dios de verdad”. Y si Dios es fiel, sus preceptos y testimonios
son “fieles amén” (Sal 19, 7; 11,7), como también son sus advertencias (Os 5,9) y sus promesas (Is
33,16).
Hay casos en los que el pueblo utilizaba esta palabra para expresar sus sentimientos con respecto a
una ley y la buena disposición a someterse a la pena que conllevaba su incumplimiento (Dt 27,15;
Neh 5,13). Se utiliza también para expresar la esencia de la oración de otro (1 R 1,36), donde se define
como “Diga Dios también esto; o en la acción de gracias por parte de otro (1 Cor 16,36), tanto por
parte del individuo (Jer 15,1), como por parte de la congregación (Sal 106, 48).
Así, “amén”, cuando es pronunciado por Dios, equivale a así es, así será, y cuando es dicho por
hombres, “así sea”
Una vez en el Nuevo Testamento, “Amén” es el título de Cristo (Ap 3,14), debido que es a través de
Él que se establecen los propósitos de Dios (2 Col 1,20).
Las Iglesias primitivas cristianas siguieron el ejemplo de Israel asociándose de manera audible con
las oraciones y acciones de gracias ofrecidas en nombre de ellos (1 Cor 14, 16), donde el artículo “el”
señala una práctica común. Además, esta costumbre compone la pauta para las cosas en los cielos
(Ap 5, 14).
Los individuos decían también “amén” para expresar su “así sea” en respuesta al divino “así será”
(Ap 22, 20). Con frecuencia el que habla añade “amén” a sus propias oraciones y doxologías, como
sucede en Ef 3,21, por ejemplo.
El Señor Jesús usaba a menudo “amén”, traducido de cierto para introducir nuevas revelaciones de la
mente de Dios. En el evangelio de Juan siempre se repite “amén, amén”, pero en ningún otro lugar.
Amén (heb. ‘âmên, “ciertamente [realmente]”, “así sea” [del verbo ‘âman, “ser fiel”, “estar
firmemente establecido”]; gr. amen; nái, “sí”, “ciertamente”). En el AT ‘âmên es tanto un
asentimiento ante una proclama (Deu 27:14-26) como una respuesta, tal vez por una audiencia, a
salmos cantados en el culto del templo (Psa 41:13). También es la respuesta ante cualquier promesa,
maldición, juramento y orden. En Isa 65:16 se traduce como “verdad” (“Dios de verdad”;
literalmente, “Dios de amén”), destacando la fidelidad y confiabilidad de Dios (cf Rev 3:14, donde
Cristo es “el Amén, el testigo fiel y verdadero”). Tanto en el AT como en el NT el término se duplica
para darle énfasis (heb. ‘âmên we-‘âmên; gr. amen amen; LXX guénoito guénoito). En el NT, amen
comúnmente sigue a una doxología o atribución de alabanza a Dios, ya sea larga (1 Tit 1:17) o corta
(Rom 11:36). Se usa también como palabra final de la mayoría de las epístolas (Jud_25), aunque en
algunos casos la evidencia de los manuscritos está dividida acerca de si la palabra aparecía en los
autógrafos originales (véase Phi 4:23, RVR, DHH y BJ). En algunos casos, el gr. amen se traduce por
“ciertamente”, en lugar de ser transliterado. Este es el caso cuando antecede las afirmaciones más
solemnes de nuestro Señor (Mat 5:18). En el Evangelio de Juan (1:51; etc.) el término se duplica. Nái
(Mat 5:37; Phi 4:3, “asimismo”; Rev 22:20; etc.).45
Fuentes utilizadas para este concepto:
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento, Merril F. Unger, William White, eds.
Archivo PDF de internet: https://archive.org/details/DiccionarioBiblicoVine rescatado el 5 de
noviembre de 2018.
Diccionario Manual Teológico, Justo M. González, ed., Barcelona: Editorial Clíe, 2010
*Aleluya: significa “alabar a Yahvé”, aparece como doxología corta en los Salmos, generalmente al
principio, por ejemplo, en los 111 y 112, al final en los 114 y 115, o en ambos lugares, como en 106
y 135. En el Nuevo Testamento aparece en Ap, como canto de la multitud en el cielo en 19,1, 3,4,6.
Aleluya (heb. halelûyâh, “alabad a Jah [Yahweh]”; gr. hall’louïá). Interjección piadosa que significa
“alabad a Yahweh [al Señor]” (Psa 106:1; 111, título; Rev 19:1, 3, 4, 6). La palabra se encuentra
muchas veces en el AT, principalmente en los salmos “hallel”, es decir, salmos de alabanza, pero a
menudo se traduce por “Alabad a Jehová [Jah]” o “Aleluya”. El término hebreo es la transliteración
de una forma imperativa del verbo heb. hâlal, “alabar”, a la que se añadió una forma abreviada del
heb. Yahweh, el nombre personal de Dios. Como la interjección contiene una referencia a Dios, su
uso irreverente o profano estaría prohibido por el 3er mandamiento.
Interjección piadosa que significa “Alabar a Yahvé” (Sal 106, 1; 111, título Ap 19, 1, 3, 4, 6). La
palabra se encuentra muchas veces en el Antiguo Testamento, principalmente en los salmos “hallel”,
es decir, salmos de alabanza, pero a menudo se traduce por “alabad a Yahvé” o “aleluya”. El término
hebreo es la transliteración de la forma imperativa “halal”, que es, alabar. Como se usa para alabar a
Dios, su uso irreverente rompe con el tercer mandamiento.
Fuentes utilizadas para este concepto:
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento, Merril F. Unger, William White, eds.
Archivo PDF de internet: https://archive.org/details/DiccionarioBiblicoVine rescatado el 5 de
noviembre de 2018.
Diccionario Manual Teológico, Justo M. González, ed., Barcelona: Editorial Clíe, 2010
*Yahvé: Yahvé es el nombre propio de Dios revelado por él mismo a Moisés (Ex 3,13-15). Se suele
transcribir de diversos modos; corresponde al tetragrama hebreo YHWH. Su etimología es discutida;
en el pasaje del Exodo se interpreta con la significación de “el que es”, el trascendente, el que no
puede ser definido, el ser absoluto y eficaz, el único que es y el único que actúa, el inmutable, siempre
fiel. A Dios se le designa también con otros nombres: El, nombre genérico de “la divinidad”, que
sirve para formar otros nombres propios (Gabriel, Ezequiel, Ismael, etc.); puede ir solo o acompañado
de otros apelativos: El Sadday, de significado incierto, tal vez “Dios-montaña”, es decir, refugio y
apoyo seguro, que se suele traducir por “el Omnipotente”; El-Elion, “Dios Altísimo”, que indica la
trascendencia de Dios. El más usado es el de Elohim, también de significado incierto, y en plural de
majestad e intensidad, es decir, el único Dios que agota todos los caracteres de la Divinidad; es
frecuente el apelativo Sebaot, añadido a Yahvé, que significa “Yahvé de los ejércitos”, lo que hace
referencia a las batallas gloriosas de Israel, a los astros, a los poderes celestes, a todas las fuerzas
cósmicas que están sujetas a Yahvé.
Las interpretaciones religiosas de esta palabra originaria (Yahvé: Yo-Sov, Estoy Presente, Soy el
que Soy) siguen definiendo de algún modo las más hondas visiones de Dios en Occidente.
Recordaremos las más importantes, para fijarnos al final en la cristiana, (a) Los judíos han destacado
el valor de este Nombre, condensando en él su experiencia de misterio. Por un lado, han seguido
vinculándolo al pueblo, como dice el shemá (Escucha, Israel, Yahvé, tu Dios es un Dios único…: Dt
6,4-9). Por otro, lo han sacralizado, de tal forma que procuran no escribirlo ya ni pronunciarlo, en
signo de respeto religioso. Yahvé (D**s, YHWH) es Dios en sí, en su absoluta plenitud y lejanía. De
esa manera, al separar ese Nombre y dejarlo fuera de la circulación social y religiosa, los judíos
posteriores han tenido que buscarle sustitutos. Por eso han dicho y siguen diciendo en su lugar
palabras más o menos equivalentes (pero nunca iguales) como Adonai, Kyrios, Dominus o Señor (the
Lord), que quieren expresar de algún modo la grandeza de Dios, pero sin lograrlo. Estas palabras ya
no actúan como nombres (no le llaman, ni le hacen presente), sino como adjetivos que evocan de
algún modo su grandeza, (b) Las traducciones cristianas de la Biblia han seguido la costumbre judía
poniendo “Señor” o su equivalente allí donde la Biblia hebrea dice Yahvé. Es buena esta reserva, si
ayuda a descubrir y explicitar mejor el contenido misterioso del Dios personal de la historia israelita,
pero quizá nos impide recordar que Yahvé es ante todo un Nombre propio de redención, signo de la
presencia liberadora de Dios entre los humanos, como ha vuelto a descubrirlo el Evangelio, al
identificar en el fondo a Yahvé con Jesucristo y al presentar al Dios en sí como Padre de ese Señor*
Jesucristo. Para la gran tradición cristiana, el Yahvé o Dios presente del Antiguo Testamento se
identifica con Jesús de Nazaret. (c) Los gnósticos (quizá de origen judío y cristiano) de los siglos II
y III d.C. han invertido esa visión del judaismo, interpretando el nombre de Yahvé no como señal del
más alto misterio, sino como expresión de un dios opresor, que mantiene a los hombres sometidos.
Así tienden a identificar este Nombre con el principio divino del error y el egoísmo, es decir, con un
Dios falso: Yahvé, Dios del Antiguo Testamento, sería en el fondo un demonio (= Satanás); sólo el
Padre de Jesús o un Dios puramente espiritual sería para ellos el Dios verdadero. Por eso, allí donde
en la Escritura israelita (Ex 3,14) Yahvé dice que es Dios (Yo soy), algunos textos gnósticos hacen
que se escu che la voz del Verdadero Dios (superior y contrario al Dios israelita) que le responde:
¡Te equivocas, Samael, Dios ciego, tú no eres! Algunos grupos gnósticos atribuyen a Yahvé unos
nombres despectivos, como Dios de vergüenza (Samael), Dios ciego de lucha y egoísmo (Yavaot,
Yaldabaot) o Principio material que sólo se ocupa de las cosas externas, incapaz de iluminar a los
hombres, ofreciéndoles una experiencia espiritual de superación del mundo. Ciertamente, el Dios
israelita tiene rasgos parciales, como Dios de un grupo separado de los otros (como ha destacado el
mismo cristianismo), pero en su raíz ha sido y sigue siendo un Dios de libertad, que se vincula de
forma salvadora a la historia de este mundo. Conforme a la visión gnóstica, carece de sentido la
encamación cristiana: Dios no podría introducirse de verdad en este mundo. Pues bien, en contra de
eso, para defender la encamación han aceptado los cristianos el Antiguo Testamento, entendiendo el
¡Yo soy! de Dios no de forma egoísta, sino liberadora, (d) Los musulmanes han evitado en general
la hondura del Yo soy, afirmando que Dios se ha expresado para siempre por Mahoma, de manera
sencilla y segura, para todos los hombres, sin distinción de razas o culturas. Ellos piensan que el
mensaje teológico ha sido siempre el mismo, desde Moisés hasta Jesús, pero los receptores no han
sabido conservarlo limpio, lo han mezclado con palabras que no vienen de Dios, lo han adulterado.
Por eso ha sido necesaria la profecía de Mahoma: “La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro
hacia el Oriente o hacia el Occidente (= rezar mirando a Jerusalén o La Meca), sino en creer en Dios
y en el último día, en los ángeles, en la Escritura y en los profetas, en dar de la hacienda, por mucho
amor que se le tenga, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos, en hacer
la azalá [oración] y el azaque [= la limosna]…” (Corán 2,177). Estos son los pilares de la fe
musulmana. En ella quedan incluidas las Escrituras (contenidas en el único Corán) y los profetas
(enviados de Dios, que culminan en Mahoma), con los ángeles que son signo del misterio. Los
musulmanes unlversalizan y simplifican así la experiencia de Dios, de tal forma que no necesitan
hablar de Yahvé; les basta con Elohim, el Dios universal, que ellos pronuncian en árabe Allah. De
esa forma rechazan la historia que va del Yahvé del Sinaí a su encarnación cristiana en Jesús de
Nazaret; son un judaismo unlversalizado, pero sin el misterio de Yahvé.
Las interpretaciones filosóficas: Filosofía occidental. Se funda en la experiencia griega del Ser
(vinculando así helenismo y judaismo) e interpreta el ¡Yo soy! (Soy el que Soy) israelita en
perspectiva de trascendencia (Dios separado) y plenitud ontológica (lo divino como absoluto). De esa
forma, el Nombre de Dios pierde su referencia salvadora (su raíz israelita, su vinculación a Moisés)
y viene a convertirse en expresión de la Realidad en sí, de eso que pudiéramos llamar la identidad
ontológica. Lógicamente, Yahvé deja de ser el Nombre propio de aquel con quien debemos dialogar
de un modo personal, presencia liberadora, y viene a interpretarse como Ser en sí ( = Aseidad
ontológica). Al presentarse en clave filosófica como “Soy el que soy”, Dios se vuelve Ser Supremo,
Esencia pura y plena, el primero y más alto de todos los Conceptos. Decir Yahvé es decir Divinidad.
La filosofía moderna ha rechazado al Yahvé personal porque ha querido vincular a Dios con el Ser
de su pensamiento y de sus obras (con el Todo del Mundo) o con el propio pensamiento, olvidando
también el sufrimiento de los pobres. Pues bien, en contra de eso, después de treinta siglos de dolor
y esperanza, judíos y cristianos (unidos en esto y separados de los musulmanes) seguimos vinculados
a la experiencia israelita de Yahvé, a quien vemos como Dios liberador.
Fuentes empleadas para este concepto:
R. DE VAUX, Historia antigua de Israel I, Cristiandad, Madrid 1974, 315-348;
G. DEL OLMO, La vocación de líder en el Antiguo Testamento, Universidad Pontificia, Salamanca
1973, 65-100;
W. EICHRODT, Teología del Antiguo Testamento I, Cristiandad, Madrid 1975, 163-208
T. N. D. METTINGER, Buscando a Dios. Significado y mensaje de los nombres divinos en la Biblia,
El Almendro, Córdoba 1994, 31-64
P. VANIMSCHOOT, Teología del Antiguo Testamento, Fax, Madrid 1969, 36-60.
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento, Merril F. Unger, William White, eds.
Archivo PDF de internet: https://archive.org/details/DiccionarioBiblicoVine rescatado el 5 de
noviembre de 2018.
Diccionario Manual Teológico, Justo M. González, ed., Barcelona: Editorial Clíe, 2010
Diccionario de Jesús de Nazaret, Felipe Fernández Ramos, ed. Editorial Monte Carmelo, Burbos,
2001
*Midrás: vet, (heb. “investigación”, cfr. 2 Cr. 13: 22, donde este término se traduce “historia”; pl.:
“midrashim”). Recibe este nombre una serie de historias, sermones y comentarios, los más antiguos
de los cuales pertenecen al siglo II d.C., y los más tardíos al siglo VI. Hay una compilación de
midrashim procedente del siglo XI, o, según otra autoridad, del XIII, que cubre todo el AT. Su título
es Yalkut Shim’õnî. Hay varias otras colecciones de diversos de estos complementarios rabínicos. En
ellos se sigue un cuádruple sistema de interpretación: (a) el literal, (b) la explicación alegórica, (c) el
comentario homilético, (d) la enseñanza esotérica. Así, a partir del sentido llano del texto, se
consiguen aplicaciones de todo tipo, que van desde concepciones sobrias hasta las sumamente
especulativas y carentes de una sólida base.
En el hebreo significa “explicación” y es el modo piadoso y ascético de explicar la Escritura Sagrada
que tuvieron los rabinos después de la destrucción de Jerusalén. Las sinagogas de la Diáspora
multiplicaban por medio de sus doctores en la Ley o sus rabinos los comentarios, las explicaciones,
las homilías, que fueron quedando por escrito y fueron constituyendo un cuerpo de doctrina
tradicional y cada vez más divulgada.
Los midras (en plural “midrasim”) fueron un soporte del espíritu y de las tradiciones judaicas a través
de los siglos y de los diversos lugares del Mediterráneo y del Oriente. Se desarrolló sobre todo desde
el siglo II al VI. La primera recopilación “autorizada” fue del siglo XI. Gozan de cierta autoridad en
el judaísmo ortodoxo.
Fuentes utilizadas en este concepto:
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento, Merril F. Unger, William White, eds.
Archivo PDF de internet: https://archive.org/details/DiccionarioBiblicoVine rescatado el 5 de
noviembre de 2018.
Diccionario Manual Teológico, Justo M. González, ed., Barcelona: Editorial Clíe, 2010
Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Pedro Chico González Editorial Bruño, Lima, Perú
2006
*Halaká: sust. f. 1. Reglamentación religiosa, jurídica y moral para la buena observancia del
judaísmo. Término hebreo con el que se conoce el conjunto de materiales legales por los que se rige
la vida religiosa judía. Procede del arameo halakah ley', relacionado con un impuesto especial que se
pagaba sobre las tierras, aunque hay quien lo relaciona con una raíz hebrea que puede significar
'camino, norma de vida o de conducta'.
*Haggadá: (heb. “dicho”, “exposición”, del verbo “contar”, “anunciar” hagad). Colección de textos
literarios rabínicos que cubren diversos géneros literarios: relato, leyenda, parábola, fábula, etc.,
utilizados para ilustrar los principios éticos y religiosos de la Torá compilados en el Talmud y el
Midrás durante los primeros de la era cristiana. La Haggadá es un complemento de la Halaká,
compuesta de textos legales de la literatura rabínica, aunque ambas se compilaron al mismo tiempo y
constituyen la Torá oral. La Haggadá interpreta narrando y actualizando los eventos salvíficos que se
cuentan en el Antiguo Testamento, sacando de ellos enseñanzas espirituales y éticas.
Fuentes para los dos últimos conceptos:
Manual Diccionario Bíblico, Alfonso Ropero, ed. Barcelona: Editorial Clíe, 2010
*Shauvot: La festividad de Shavuot, que se celebra en estos días, se conoce con varios nombres:
La fiesta de las primicias en la cual se ofrecen los primeros frutos sobre los cuales fue alabada la
Tierra de Israel (trigo, cebada, uva, higo, granada, aceituna y dátil).
La fiesta de la cosecha en época de la cosecha del trigo. En Shavuot se hacía una ofrenda especial en
la época del Templo: “los dos panes” (Sheté Haléjem) hechos de harina que estaba molida del trigo
nuevo.
El pluralismo simbolizado en esta festividad adquiere un interesante enfoque en el siguiente
artículo: Shavuot, la festividad del pluralismo-judío
*Sukkot: Lugar, cerca de Jacob, donde Jacob acampó por algún tiempo cuando regresó de Padam-
aram a Canaán. Recibió este nombre por las cabañas que levantó el patriarca para guardar su ganado
(Gn 37, 17). Cuando los israelitas invadieron Canaán, Sucot había crecido y había llegado a ser una
ciudad que pertenecía al territorio de Sihón, rey de Hesbón. Después de la conquista se le asignó a la
tribu de Gad (Jos 13,27). La ciudad fue severamente castigada por Gadeón por no prestarle su ayuda
contra los madianitas (Jue 8, 5-16). Estaba cerca de Saretán, en el valle del Jordán, en cuyos
alrededores se encontraban los hornos de fundición donde Salomón hizo fabricar diversos
implementos para su uso en el templo (1 R 7,45; 46, 2; Cr 4, 16-17)
Diccionario Bíblico Adventista del Séptimo día, Asociación Casa Editora Suramericana, Buenos
Aires, 2003
*Talmud: hebreo, enseñanza. Obra de la literatura rabínica sobre la tradición y sus comentarios,
escrita entre los siglos I y V.
Es el cuerpo de la ley civil y religiosa del judaísmo. Incluye comentarios sobre la Torá o Pentateuco.
El T. consta de un código de leyes, denominado Misnah, y de un comentario sobre éste, llamado
Guemará.
No sigue un orden sistemático está presentado en forma de discusiones con consideraciones
confortantes, parábolas, leyendas, tratados históricos y médicos, entre otros.
Esta colección de leyes y costumbres transmitidas por la tradición oral fue la base de los debates
eruditos de las academias de Palestina y Babilonia, ya que en ella no sólo se hablaba de la ley, el
derecho, el culto, la moral, la administración, sino de casi la totalidad de los campos científicos de la
época, como la medicina, la astronomía, la filosofía, las ciencias naturales, la geografía, la historia,
la arqueología, la numismática, el arte, el comercio, etc.
Fuentes empleadas para este concepto:
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
*Targum: Traducciones y comentarios arameos del A. T. Como en los comienzos del segundo Estado,
hacia el 140 a. C., el hebreo ya no era comprendido por todos los judíos, porque la lengua coloquial
era el arameo; las lecturas de la Biblia fueron traducidas al arameo para los asistentes a la sinagoga y
provistas de explicaciones y comentarios para que todo el mundo las entendiese. Estas traducciones
fueron realizadas por intérpretes, methurgemanin, designados. Las targuminin resultantes, las más
antiguas, fueron descubiertas en Qumrán y reflejan las interpretaciones religiosas de la época.
Fuentes empleadas para este concepto:
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003