Sie sind auf Seite 1von 6

Poder Judicial

Poder Judicial de la Nación


de la Nación

Expediente nº 638/2002 - “Guevara Lynch Matías Roque s/ quiebra”.


Juzgado n° 15 - Secretaría n° 30

Buenos Aires, de abril de 2005.

Y VISTOS:
1. Apelaron los adquirentes de cierto inmueble a fs. 486 lo
resuelto a fs. 457-460. Su memoria de fs. 503-507 recibió respuesta de la
sindicatura a fs. 530-531.
2. (a) El decisorio recurrido declaró ineficaz e inoponible a la
quiebra la venta del 50% del inmueble de titularidad del fallido sito en Peña
2065, piso 1º, Ciudad de Buenos Aires.
(b) Critican los recurrentes: (i) que no se haya merituado que la
compra se efectuó con anterioridad a la apertura del concurso preventivo; por
tanto no conocían la situación del hoy fallido; (ii) reprochan el cómputo del
tiempo del período de sospecha, señalando que debieron aplicarse los arts. 118
y 119 L.C.
3. Como es sabido, el período de sospecha es el lapso existente
entre el estado de cesación de pagos y la fecha de declaración de quiebra (art.
116 L.C.) y los actos realizados por el deudor en tal tiempo son susceptibles
de ser declarados ineficaces (arts. 118 y 119 L.C.).
De su lado, el sistema de inoponibilidad concursal opera
mediante la retroacción de los efectos de la quiebra alcanzando actos
realizados por el deudor en un período anterior a la declaración; privándolos
de efectos con relación a los acreedores, en la medida en que les hayan
causado perjuicio. Tal inoponibilidad tiene fundamento en la protección que el
legislador brinda a los acreedores, que son terceros interesados, en tanto
puedan resultar perjudicados por la eventual eficacia del acto.
El sub judice es un caso de quiebra indirecta en donde el período
a que venimos refiriendo no puede retrotraerse mas de dos años contados
desde la presentación en concurso preventivo (cfr. Roullión Adolfo, “Régimen
de Concursos y quiebras”, Astrea, Buenos Aires, 2003, pág. 201).
Poder Judicial de la Nación

s cierto que si la solicitud de formación del concurso preventivo


2, la resolución de apertura el 14-8-2002, el decreto de quiebra
2-2004 y la venta del inmueble del deudor el 14-6-2002, el acto
uera del período de sospecha y le es inaplicable el art. 119 L.C.
Se coincide con la a-quo en que debe acudirse a las
de la L.C. en los términos del art. 16, 5º párrafo, pues el hoy
necesaria e inexorablemente- requerir autorización para enajenar
e marras antes de ejecutar el acto (cfr. Zavala Rodríguez, C.,
omercio y leyes complementarias, Depalma, Buenos Aires, t.
nº238). Es bien sabido que desde la presentación en concurso
eudor no puede cambiar la situación de aquellos acreedores de
nterior a la misma.
n autos se omitió el pedido de autorización legalmente ordenado
mente, se declaró la ineficacia de pleno derecho respecto de los
os términos del art. 17 L.C.
n este campo conceptual se recuerda que la ley concursal alude
como sinónimo de inoponibilidad, es decir, el acto es válido
s, pero relativamente a los acreedores (terceros interesados) no
un cuando el cocontratante sea de buena fe y a título oneroso
, “Derecho Concursal”, Depalma, Buenos Aires, 1993, t. I, pág.
, citados por Heredia Pablo D., “Tratado Exegético de Derecho
. Abaco, Buenos Aires, 2000, T. 1, pág. 460; entre otros).
Mas el casus dista de ser tan lineal.
Nos encontramos frente a un especial supuesto en el que la venta
del inmueble del concursado se efectuó entre la presentación de la solicitud de
concurso y el decreto de apertura del mismo; y si bien es clara la letra del art.
17 L.C. en cuanto a los efectos que produce el incumplimiento de lo prescripto
por el art. 16 L.C., su irrestricto apego sin atender al resto de las especiales
aristas conducirían a un resultado inicuo.
No desconoce este Tribunal la abundante jurisprudencia que en
cuanto a principios generales resulta contraria, ni lo controvertido de la
solución que se propiciará, mas teniendo en cuenta las particulares
Poder Judicial
Poder Judicial de la Nación
de la Nación

circunstancias del presente, se propondrá la revocación de la decisión


recurrida.
Nótese que en la especie, desde la presentación hasta la apertura
transcurrieron más de 6 meses y que en ese período fue que el hoy fallido
vendió el inmueble, debiendo ponerse de resalto que al momento de la
enajenación el adquirente (sin perjuicio de que nadie está obligado a hacer lo
que la ley no manda, y salvo un pedido de informes al Registro de Juicios
Universales de esta jurisdicción) no contó con medio legal y normal alguno
que le posibilitara tomar conocimiento del estado de su cocontratante.
En peor posición se colocaría al tercero adquirente si es que el
vendedor hubiera estado fallido en otra jurisdicción, ya que una solución
contraria a la que se pretende, lo obligaría a peregrinar por todas las
jurisdicciones existentes y, ad impossibilia nemo tenetur, ya que tampoco
puede cargarse a los eventuales terceros adquirentes y a la seguridad que
necesita el sistema, con la falta de cumplimiento de las obligaciones por parte
del Estado quien pese a lo prescripto por los arts. 295 y 296 L.C. tiene como
asignatura pendiente desde 1983 la creación del Registro Nacional de
Concursos y Quiebras.
Así, corresponde partir del supuesto de que todo acto jurídico se
presume que ha sido hecho de buena fe, y quien afirme lo contrario debe
probarlo, así como debe probarse la mala fe.
No se trata de dar prevalencia al interés de un tercero -el
comprador del bien- por sobre los intereses de todos los acreedores que
concurren al juicio universal, sino encontrar una solución investida del valor
justicia y de dar seguridad jurídica a la transacción realizada entre la
presentación en concurso preventivo y la apertura del mismo, período durante
el cual el tercero no estaba en condiciones de conocer la situación concursal.
Es que más allá de la reprochable actitud del hoy fallido, quien
actuó a sabiendas de su estado de cesación de pagos -exteriorizado mediante
su pedido de apertura del proceso universal-, no puede imputarse dicha falta al
tercero adquirente de presumible buena fe que antes de la resolución de
apertura carece de medios técnicos, publicísticos y registrales normales que le
Poder Judicial de la Nación

ar conocimiento del estado concursal de su cocontratante.


aria importaría obligar a cada adquirente de un bien, a que
s que no están a su alcance.
estácase que tampoco se está adelantando opinión sobre la
definitiva tenga la acción que deberá iniciar la masa a efectos de
ien para beneficio del patrimonio concursal, donde sin duda
ez que la mala fe no se presume sino cuando la ley lo autoriza-
arse que el comprador no es un tercero adquirente de buena fe a
es decir, que conocía la insolvencia.
Con el alcance expuesto, estímase el recurso de fs. 486 y en
revócase lo decidido a fs. 457-460. Costas por su orden (art. 68
C.) en tanto las particularidades del caso pudieron dar lugar a
etación. Devuélvase, encomendándose al Sr. magistrado de
cia las correspondientes notificaciones.

En disidencia
Disidencia de la Sra. Juez Dra. Ana Piaggi:
1. Como enseña Provinciali, el efecto de las limitaciones de la
capacidad negocial y procesal del empresario transcurre desde la fecha de la
resolución de admisión, aun cuando parezca de difícil comprensión que aquél
que solicita el convenio, pueda medio tempore entre la demanda y la apertura
del concurso, alterar la situación patrimonial, mediante actos de disposición.
Es este un defecto de redacción de la ley vigente, que deberá reparar el Juez
caso por caso (cfr. Heredia Pablo D., ob. cit., pág. 423).
Asimismo, la doctrina jurisprudencial morigeró tal problema,
asignando a la sentencia de apertura efectos retroactivos a la fecha de
presentación en concurso (cfr. CNCom., Sala E, 3-2-1988, in re: “Kestner
S.A.”, ED 129-442; idem, Sala E, 15-12-1986, in re: “Lahusen y Cía. S.A.”,
LL 1987-B-522; entre otros).
La afirmación del recurrente respecto a que los efectos del art. 16
L.C. se aplican desde la sentencia del auto de apertura y, en autos se
objetivaron con posterioridad al pedido de concurso preventivo pero antes de
la declaración de apertura resulta inaudible. En otros términos, procede desde
la presentación en concurso aplicar los arts. 16 y 17 L.C. (Cfr. CNCom., Sala
A, 24-2-1977, in re: “Cabbabie Hnos. S.A. s/ concurso”; idem, Sala C, 15-8-
1991, in re: “Hipermédica S.A. s /concurso c/ Banco Argenfe s/ inc. de
ineficacia de acto”; entre otros).
En la causa el deudor vendió un bien registrable luego de su
presentación en concurso preventivo, alterando la situación de los acreedores
por causa o título anterior a la presentación. Carecía de legitimación para
efectuar un acto legalmente prohibido; y carece de relevancia la eventual
buena fe del contratante in bonis (cfr. CNCom., Sala D, 31-7-1987, in re:
“Manuel Rodríguez e hijos S.A. s /quiebra s/ incidente de informes”; idem,
Sala E, 19-12-1989, in re: “Maprico S.A.I.C. s/ quiebra”; idem, Sala D, 10-
11-1992, in re : “T.E.N. S.A. s/ quiebra”; entre otros).
2. La prohibición del art. 17 L.C. entra a regir desde la
presentación en concurso si bien -como es sabido- la concursada no se
encuentra en tal momento desapoderada de su patrimonio. Lo anterior porque
io creditorium sería violada impunemente si se perjudicara
nte total o parcialmente a alguno de los acreedores; porque el
ción de pagos ya fue reconocido por el deudor con su pedido de
entivo.
n otros términos, es absolutamente incontrovertible que el
estado de impotencia patrimonial se configuró en el
momento en que el deudor efectuó su petición de
concurso preventivo. Por ello, los actos celebrados
entre su presentación y la sentencia de apertura
fueron realizados durante el estado de cesación de
pagos y resultan absolutamente ineficaces (cfr.
CNCom., Sala E, 3-2-1988, in re: “Ingeniería Tauro
S.A.I.C.I.F. s/ concurso s/ actuaciones sobre
restitución”).
e debe confirmar la resolución de la anterior instancia, pues una
ta estaría mermando el patrimonio concursal despojándolo del
egraba y debe permanecer en la masa (cfr. CNCom., esta Sala,
re: “Manuel Iñiguez S.A.C.I.A. s/ quiebra”).

Das könnte Ihnen auch gefallen