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Universidad De Las Fuerzas Armadas

Departamento De Ciencias De La Vida Y La Agricultura

Carrera De Ingeniería Agropecuaria – Iasa I

Nombre: Nicolas Castro

Curso: Quinto B

Una perspectiva antropológica sobre cambio cultural y desarrollo: el caso del cuy en la sierra
ecuatoriana.

El hombre por apropiación social ha establecido a lo largo del tiempo diferencias entre animales,
peces y aves que se puede comer y los que no, la condición en los humanos a partir de rasgos
negativos que se atribuye de la parte animal como: satisfacción incontrolada y carácter asocial.

Por lo general pensamos la condición humana a partir de ciertos rasgos negativos que
atribuimos a los animales: satisfacción incontrolada de sus instintos y apetitos, fecundidad
incontrolada y carácter básicamente asocial. Sin embargo, el contacto entre seres humanos y
animales está regulado por un conjunto de reglas que sancionan si un animal se come o no, si
se puede domesticar o no, y restricciones de tipo ritual.

El modo como se clasifica para los animales y se los transforma en comida o no, es un tema
central en toda investigación antropológica sobre los tabúes. Algunos animales viven en la
abundancia y la lujuria, son miembros privilegiados del mundo doméstico. En el mundo de las
clases medias el perro y el gato son los animales “humanizados” por excelencia. Otros animales,
sin embargo, tienen una vida menos placentera, no reciben nombres y se crían con el objeto
central de convertirse en comida. Otros animales que son cazados sin conmiseración reciben un
tratamiento especial cuando pasan a vivir en los zoológicos o en los circos.

El cuy no escapa a esa doble condición a la que aludimos. En Europa y en Estados Unidos es un
animal doméstico por excelencia, una de las mascotas de los niños y por lo tanto un tabú
alimenticio. En el Ecuador y en el mundo andino en general es comida: los cuyes se crían para
ser sacrificados. Sin embargo, el cuy en el mundo campesino ecuatoriano vive dentro de las
casas conviviendo en el mismo espacio doméstico de las familias que los crían. Esa coexistencia,
ese grado de “intimidad”, no les impide convertirse en víctimas.

. Sin embargo, en el mundo campesino se lo sigue criando dentro de las casas en en mismo lugar
donde viven las familias, un grado de intimidad no les impide en convertirse. El cuy comparte el
mismo hábitat, pero no recibe un nombre, conserva cierta anonimidad que permite que el cuy
sea sacrificado y conserve su condición animal “puro”. Los cuyes no se cuentan, no son población
que tiene que crecer o disminuir bajo criterios económicos y comerciales. Su muerte no es
símbolo de tragedia y de dolor como en los animales domésticos, al contrario, es instrumento
de celebración y un ritual.

Claramente el cuy pertenece a la casa y por tanto no comestible según clasificaciones ideológicas
y en este caso esa regla no es cumplida. Convertido en comida tras una sacralización y se lo usa
en rituales o complejo mundo de ceremonias. Se lo come castrado practica que no se la realiza
con animales de caza que se comen sin castrar, esta clasificación de los animales en distintas
clases y categorías no es propiedad de los campesinos. Según criterio de un técnico el cuy
pertenece a la chacra y es un animal comestible como la vaca, cerdo u ovejas. Para un campesino
el hecho de que el cuy conviva con él en termino de practica y crianza simboliza su utilización
como comida y como instrumento ceremonial.

El ministerio de agricultura en el Ecuador en 1980 realizo un proyecto de modernización de cría


y producción del cuy. Los ecuatorianos en especial la mujer campesina ha criado cuyes mucho
antes de la conquista, basándose de este vasto conocimiento popular en el campo de producción
de cuyes surgió la idea, el cuy es plato consumido por los habitantes y por lo tanto existe un
mercado de compra y venta de estos animales. Otra consideración tiene que ver con la
alimentación asi como el control de enfermedades incrementando mortalidad y reducción de
fertilidad. Por lo cual la crianza tradicional de los cuyes fue conceptuada como irracional. En las
soluciones pensadas estuvieron varias ideas como construir infraestructura para la crianza de
cuyes logrando asi separación de sexos y edades dentro de la explotación, para la reproducción
un proceso de selección de machos y hembras con lo cual nace la proposición de introducir
variedad peruana de cuyes, alimentación proporcionada en base a análisis de necesidades y
nutrimentos brindados por parte de forraje según edad y sexo, control de enfermedades
realizando un folleto para control de enfermedades.

Además del paquete tecnológico incluía apoyo económico gratuito que se utilizaría para
construcciones y para compra de reproductores mejorados asi como incentivo moral que
consistía en trabajo intensivo con productoras que apoyen la iniciativa.

El proyecto no funciono con velocidad esperada y no tuvo acojida por parte de productoras en
3 años desde su inicio. En base a esto se decidio hacer un análisis cultural, dentro de las
inquietudes estaban porque las campesinas ecuatorianas prefieren continuar con el manejo
tradicional rechazando la propuesta tecnológica.

El cuy tiene una especial importancia social y simbólica en la Sierra ecuatoriana. Sin lugar a dudas
la crianza del cuy es una tradición ancestral y existe en el Ecuador un vasto conocimiento
“popular” en este campo. Este conocimiento es imposible resumir y presentar en este artículo.
Aquí solo me limitaré a presentar algunos aspectos de este conocimiento y cómo se puede
dilucidar algunas de las divergencias con la “realidad científica” que los expertos representan.
Yo quisiera enfatizar que, contra la creencia de muchos expertos, la mujer campesina
ecuatoriana tiene un conocimiento complejo que cubre casi todas las variables que entran en el
proceso productivo. Además, es un conocimiento que está enraizado en prácticas antiguas que
en muchos casos han permanecido intactas a lo largo de muchas generaciones.

Otra área importante del conocimiento es la identificación y tratamiento de las enfermedades.


En contra de la creencia de los veterinarios, la mujer campesina tiene amplio conocimiento de
las enfermedades que afectan a sus animales. Ellas son capaces de identificar el ataque de pulgas
u otros insectos. Las pulgas, usualmente, se combaten con insecticidas, normalmente del tipo
usado para combatir las moscas. Asimismo, cuando las pulgas son detectadas se limpia la cocina
con hojas de eucalipto y el piso se riega con agua. La creencia generalizada es que las pulgas son
transmitidas por perros, gatos y ratas y, por ello, hay casi una obsesión maníaca para impedir su
presencia en las cocinas.

Bibliografía

Archetti, E. (s.f.). Una perspectiva antropológica sobre cambio cultural y desarrollo: el caso del
cuy en la sierra ecuatoriana. Capítulo 5. Antropología del consumo.

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