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El aprendizaje autorregulado tiene mucho que ver con la forma en la que las personas
regulamos nuestras emociones, cogniciones, comportamientos y aspectos del contexto
durante una experiencia de aprendizaje. Además, sabemos que, sobre todo a nivel escolar,
cuanto antes se desarrollen las habilidades para el autocontrol de los procesos de
aprendizaje, más exitosa y gratificante será la experiencia educativa.
Las habilidades de autorregulación incluyen una buena gestión del tiempo, la capacidad de
seleccionar rápidamente las estrategias de resolución de problemas más eficientes y la
capacidad de controlar activamente los estados emocionales, como la frustración.
Por otra parte, la autorregulación no es un rasgo que algunos estudiantes tengan y otros no.
Más bien, según Zimmerman, la autorregulación implica el uso selectivo de procesos
específicos que deben adaptarse personalmente a cada tarea de aprendizaje. Así, lo mejor es
hablar de autoregulación frente a un aprendizaje o a un tipo determinado de aprendizajes.
Los estudiantes pasan por tres fases principales cuando regulan su propio aprendizaje:
planificación, desempeño y reflexión. Estas fases no son necesariamente sucesivas y
ordenadas. Los estudiantes pueden pasar por muchos ciclos a través de una tarea de
aprendizaje.
Durante la planificación los estudiantes establecen sus metas y estándares, los cuales deben
alcanzados en una determinada tarea, sesión o curso. Esta fase involucra la percepción de
los estudiantes sobre el ambiente de aprendizaje.
Dada la importancia del aprendizaje autorregulado, es vital que los profesores enseñen
explícitamente estas habilidades y brinden estrategias para que los estudiantes las apliquen
cuando aprenden. Parte de este proceso de enseñanza debe incluir: