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Ácidos grasos cadena larga DHA Y ARA y su efecto de desarrollo cognitivo

La leche materna presenta en su composición lípidos indispensables, como los ácidos


grasos saturados (AGS), ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) de cadena larga omega-3
y omega-6, colesterol y lípidos complejos.

La composición lipídica de la leche materna depende de la ingesta y del estado nutricional


materno. Por lo tanto, desde el momento de la concepción, el estado nutricional materno
es un determinante importante en el crecimiento y el desarrollo del feto. Los ácidos grasos
son las estructuras con mayor relevancia dentro de los lípidos; forman parte de los
fosfolípidos y glucolípidos, moléculas que constituyen la bicapa lipídica de todas las
membranas celulares

DHA y su efecto en el desarrollo cognitivo

El ácido docosahexaenoico (DHA) es un ácido graso poliinsaturado de la serie n-3, al que


se atribuyen múltiples funciones que están todavía en estudio. En prematuros y neonatos
se ha puesto de manifiesto su influencia sobre el desarrollo visual y neurológico. Se
obtiene de fuentes exógenas como aceites de pescado quienes lo procesan del consumo
de algas, mientras que la fuente interna es por procesos de transformación a partir de otros
ácidos grasos. Los órganos con mayor concentración son el cerebro y la retina y sus
principales son como componente de membrana y sustrato de energía.

El DHA es el sustrato más importante para la función cognitiva. Predomina en las áreas
cerebrales asociadas con el aprendizaje y la memoria; se incorpora a los
glicerofosfolípidos de la membrana neuronal y participa en la regulación de la
neurogénesis, la neuroplasticidad, el crecimiento neurítico, la sinaptogénesis y la fluidez
de membrana, con participación indirecta en la transducción de señales y la
neurotransmisión.

También mejora el tono vascular, incrementa el flujo cerebral en el curso de las tareas
cognitivas y regula el transporte y consumo de glucosa por la barrera hematoencefálica.
Su forma no esterificada es el ligando natural de diversos receptores nucleares que regulan
la expresión génica y son precursores de resolvinas y neuroprotectinas que contrarrestan
la inflamación y el estrés oxidativo y aumentan la supervivencia neuronal.

El EPA y el ácido alfa-amino linoleico (ALA) tienen un papel secundario, porque si bien
atraviesan la barrera hematoencefálica, el 99% sufre oxidación; ambos aportan
combustible al cerebro por medio de la citogénesis y participan en la síntesis de
eicosanoides, que disminuyen la inflamación y mejoran el flujo cerebral por su acción
antitrombótica y vasodilatadora.

El DHA se acumula en el cerebro y tiene una vida media muy larga, de alrededor de 2.5
años; estudios en animales demostraron que la deficiencia de DHA a largo plazo se asocia
con pérdidas significativas en la función cerebral en relación con el aprendizaje, la
memoria y las respuestas olfativa y auditiva, por lo que su restitución permitiría la
recuperación de estas funciones. Por este motivo se estima que la deficiencia dietaria
crónica de DHA en los seres humanos puede alterar la función cognitiva

Un ensayo demostró que el DHA aumenta significativamente los valores de


oxihemoglobina y la hemoglobina total en el curso de diferentes tareas cognitivas, lo que
refleja un aumento del flujo cerebral

ARA y su efecto cognitivo

El ácido araquidónico (ARA) es un ácido graso poliinsaturado de la serie omega-6,


formado por una cadena de 20 carbonos con cuatro dobles enlaces.

En el aspecto cognitivo, numerosos estudios han demostrado un mayor desarrollo mental


con la suplementación con DHA. En un estudio suplementando niños con DHA durante
12 meses, a los 18 meses de edad los niños suplementados mostraron índices de desarrollo
mental y habilidades de lenguaje mayores que las de los niños no suplementados.

La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) recomienda niveles de


ingesta de DHA durante la pre-concepción, el embarazo y la lactancia de 250 mg, ≥300
mg y ≥200 mg respectivamente. Consecuentemente, las fórmulas infantiles debieran
reflejar obligatoriamente niveles suficientes de DHA, similares a los que se encuentran
en la leche materna.

En el aspecto cognitivo, se ha demostrado que niños suplementados con fórmulas con


DHA+ARA (DHA 0.21% + ARA 0.35% x 4 meses) muestran mejores habilidades
cognitivas a la edad de 6 años. 3 Este estudio y varios otros nos muestran que los efectos
de una adecuada nutrición en DHA y ARA tendrá también beneficios a muy largo plazo
en la vida del niño y del adulto

Esto es también importante en términos de cuándo esperar resultados de una adecuada


nutrición en lípidos esenciales. Niños suplementados con DHA y ARA durante los
primeros 12 meses de vida no muestran diferencias con el grupo control a los 18 meses,
sin embargo a los 3-5 años hay efectos positivos en el aprendizaje de reglas y disciplina,
a los 5 años tienen mejor habilidad verbal, y a los 6 años muestran mejores puntajes de
inteligencia

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