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Una investigación llevada a cabo hace 10 años desde Mujerygobierno tuvo el objetivo de recabar los datos de
las mujeres a cargo de ejecutivos locales - espacio al que se accede por elección y no por la aplicación de la
Ley de Cupo- como manera de graficar la representación política de la mujer en el ámbito municipal. Los
resultados de la pesquisa resultaron impactantes, solo el 9,25% de los municipios contaban con una mujer
como intendenta (205 municipios, de 2217).
Para 2017, el universo de análisis cambió, aumentando el número de municipios; sin embargo, la presencia
de mujeres a cargo de las intendencias no ha respondido en la misma medida.
El presente trabajo compara los datos obtenidos en esa oportunidad con los recabados en el año 2017 y
plantea: ¿En qué medida las estructuras de los gobiernos locales resultan inclusivas para las mujeres? Es
cierto el discurso habitual que presupone que los ámbitos de gobiernos locales, por su menor escala,
representan un espacio ideal de igualdad de oportunidades políticas para los grupos sociales. ¿ podemos
hablar de mecanismos de discriminación difusa?
Presentación
Los datos cuentan que las intendentas existen, están ausentes y representan una enorme brecha de
género en la participación política de las mujeres argentinas. La información sobre las mujeres
que ejercen cargos electivos municipales no había tenido mayor prioridad y relevancia, en la
agenda política de los movimientos feministas y la agenda legislativa de la igualdad de género de
los países latinoamericanos. Los tiempos han cambiado y la importancia de visibilizar, registrar,
analizar y difundir los datos de las alcaldesas (intendentas en Argentina), vicealcaldesas en los
países que contemplan tal cargo, regidoras o concejalas, síndicas en los países que tiene ese cargo
dentro de los concejos o cabildos municipales, requiere de contar con fuentes de información
confiables, permanentes y actualizadas.
Argentina es un país federal y es el tercero con más cantidad de municipios de los países
latinoamericanos: 2.231, después de Brasil: 5.564 municipios y México: 2.462 municipios, ambos
países también federales. De los resultados de la investigación que se presenta, en 2017 las
intendentas sumaban 240 alcanzando el 10,7% del total, dato que lamentablemente no sorprende
considerando que el promedio de alcaldesas de América Latina y el Caribe es de 13,4% de acuerdo
al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL. Argentina se
encuentra por debajo del promedio pero no tal lejos, los países que más cuentan con alcaldesas son:
Nicaragua 40,1% y Uruguay 21.4%; los que menos Perú 2,9% y Guatemala 3,0%, datos del mismo
Observatorio.
Sabemos que dos factores no han facilitado ni impulsado el mayor acceso de las mujeres al cargo
ejecutivo local: 1. el proceso de urbanización de los territorios donde incluso demográficamente hay
más mujeres que hombres en algunas ciudades; 2. la proximidad del gobierno local supuestamente
más accesible a la participación política de las mujeres. Este trabajo de investigación lo comprueba
con datos, cuadros y mapeos, contribuyendo al conocimiento, análisis, difusión y discusión de las
presencias, ausencias y desigualdades de género que caracterizan y afectan la democracia local y la
igualdad de oportunidades de ejercer el gobierno de los municipios en Argentina.
Alejandra Massolo2
Reconocido el derecho al voto recién a mediados del siglo pasado, la participación de las
mujeres en la arena política ha ido adquiriendo poco a poco mayor visibilidad hasta el punto que, en
la última década, fue electa la primera presidenta mujer3 en la República Argentina.
3Cristina Fernández se convirtió en 2007 en la primera mujer electa presidente del país por el
período 2007/2011. En 2011 fue reelecta por un nuevo período que concluyó en diciembre de 2015.
5Campari Susana, Mondino Silvana, Otero Eduardo, Papalía Nicolás y Arnaudo Natalia (2017) “La
discriminación difusa. Análisis de la representación política de la mujer en los países del Mercosur
y asociados” en “Estado Abierto. Revista sobre Estado, la administración y las políticas públicas”.
Volumen 1, número 3. Abril Julio 2017, Escuela de Alta Dirección Pública, Instituto Nacional de
Administración Pública. Ministerio de Modernización, Presidencia de la Nación. Disponible en
https://www.argentina.gob.ar/noticias/estado-abierto-vol-1-nro-3-ya-esta-disponible
De dicha circunstancia también han dado cuenta un importante número de instrumentos
internacionales de Derechos Humanos, que tienen por objetivo promover la participación de las
mujeres en el ámbito político y profesional. En esta línea se inscriben, principalmente, la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW,
tal sus siglas en inglés)6creada en 1979, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing celebrada
en 1995 y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la
Mujer, más conocida como “Convención de Belém do Pará”, sancionada en 1996 (Otero Torres, op.
cit.).
Sin embargo, la disposición de estas garantías legales tanto a nivel interno como
internacional, si bien son importantes, no resuelven muchos de los obstáculos que las mujeres
encuentran para el ejercicio pleno de funciones y responsabilidades en la esfera pública, dificultades
que en este trabajo serán tema de nuestra indagación. En ese mismo sentido se expresa Manuel Cruz
cuando se interroga sobre el contenido que encierra la mención a políticas de igualdad (que
inclusive en España han dado lugar a la reciente creación de un Ministerio de Igualdad), para quien
frecuentemente parecieran agotar la ambición igualitaria en el plano declarativo. “Y no deja de ser
una dolorosa paradoja que nunca antes, en el pasado, se hubiera hablado tanto de igualdad y nunca
hayan sido mayores las desigualdades como en el momento actual” 7
En esta línea, hace diez años, a través de un trabajo presentado ante la Diputación de
Barcelona (Battista, Campari, Mondino, 2007), nos preguntamos, entre otras cuestiones, en qué
medida las estructuras de los gobiernos locales resultan inclusivas para las mujeres, partiendo
quizás, de una idea general de que los ámbitos de gobiernos locales, por su menor escala,
representan un espacio ideal de oportunidades políticas para la totalidad de los grupos sociales y, en
particular, para las mujeres rurales, dentro de la caracterización de municipios chicos de acuerdo a
lo explicado en más adelante en este trabajo en relación a su cantidad de habitantes.
El análisis realizado sobre los datos obtenidos en dicho estudio, permitió inferir que en la
6Convención aprobada por las Naciones Unidas en 1979 y ratificada por 189 países. La República
Argentina efectúa su ratificación el 15 de julio de 1985, dotándolo de jerarquía constitucional con la
reforma a la Carta Magna en 1994.
7Cruz, Manuel “No sólo de derechos viven el hombre y la mujer”. Diario Clarín. Buenos Aires,
28-10-08
República Argentina la representación de la mujer en los ejecutivos de los gobiernos locales era
reducida, en términos de cantidad de municipios y de población involucrada (el total de municipios
a cargo de mujeres representaba un total de 1.531.178 personas, es decir, un 4,5% del total de la
población del país). De esta manera, se concluyó que el impacto de las medidas de acción
afirmativas, como la ley de cupo femenino no era significativo en las estructuras de los niveles más
descentralizados del Estado (Battista, Campari, Mondino, 2007).
Desde la fecha de aquella publicación, diversos temas vinculados con las mujeres y
cuestiones de género han ocupado un mayor espacio en la agenda pública en nuestro país. En tal
sentido, se ha intensificado la lucha contra la violencia de género, sancionándose diversos
instrumentos legales al respecto. También, se han organizado espacios de mujeres en diferentes
ámbitos de la vida social, como organizaciones de la sociedad civil (ONGs), movimiento de
mujeres, ámbitos universitarios y empresariales. Incluso, se propugna la profundización de
herramientas como la paridad para lograr la equidad en la conformación de los espacios políticos
para el acceso a cargos públicos y electivos.
Pese a que los espacios de gobiernos locales no poseen reglamentaciones que garanticen un
porcentaje siquiera mínimo de mujeres en cargos de representación política, el interrogante de la
investigación es si el desarrollo y promoción de un discurso público de reconocimiento y a favor de
una mayor participación de la mujer ha logrado hacer mella en los espacios políticos locales.
La Constitución Argentina de 1994 impone un estado federal con cuatro niveles de gobierno,
la nación, las provincias, los municipios y la Ciudad autónoma de Buenos Aires. La existencia de la
jurisdicción municipal se encuentra establecida en el artículo 5 del texto constitucional, que
establece que: “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo
republicano […] que asegure su administración de justicia, su régimen municipal, y la educación
primaria. Bajo estas condiciones, el Gobierno federal garantiza a cada provincia el goce y ejercicio
de sus instituciones”. Por su parte, el artículo 123consagra explícitamente la autonomía municipal
cuando establece: “Cada provincia dicta su propia Constitución, conforme a lo dispuesto en el
artículo 5° asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden
institucional, político, administrativo, económico y financiero". De esta forma, cada provincia, al
gozar de autonomía, dispone su propio sistema de división territorial así como la forma jurídica,
legal y política de sus gobiernos locales. Un caso especial, que queda fuera de este análisis es la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tiene status de ciudad autónoma y su propia constitución
sancionada en el año 1996.
Massolo (2007) señala que la institución formal de gobierno local en América Latina es la
municipalidad. Adopta diferentes nombres: “Intendencia en Argentina, Uruguay y Paraguay;
Prefeitura, en Brasil; Alcaldía en Colombia y El Salvador; Corporación en Guatemala,
Ayuntamiento en México; Cantón, en Ecuador; Comuna en Chile”……“La relación entre las
mujeres y los gobiernos locales latinoamericanos nos enseña la paradoja de que no por cercano es
más accesible, es decir: “siendo la instancia de representación política y de gobierno más próxima y
tangible a la ciudadanía, vinculada a asuntos de la vida cotidiana, no ha facilitado el mayor acceso
de las mujeres a los cargos electivos, ni son más sensibles a la equidad de género (excepto unos
pocos). Las municipalidades siguen marcadas por la falta de pluralidad de género que empobrece la
democracia local”.
El concepto de municipio es un concepto jurídico que depende de la ley, de allí que las
categorías de los municipios se establecen –como se dijo– según lo disponen las constituciones
provinciales o leyes orgánicas municipales promulgadas por las autoridades provinciales, que
definen los regímenes municipales y sus niveles de autonomía. Esta institución estatal es
considerada indispensable en la formación del Estado.
Los gobiernos locales de menor escala (3a y 4a categoría) se organizan con un único
cuerpo ejecutivo y deliberativo que nombra de entre sus miembros a un presidente comunal que
ejerce funciones ejecutivas como responsable ante el cuerpo colegiado. En pequeñas comunidades
también existen regímenes provinciales con gobiernos locales unipersonales designados por el
ejecutivo provincial.
8http://www.sgp.gov.ar/contenidos/inap/publicaciones/docs/otros/municipios.pdf .
Municipios Medianos, con población entre 10.000 y 100.000 habitantes,
Municipios Grandes, con población entre 100.000 y 250.000 habitantes y
Áreas o Municipios Metropolitanos que son los que cuentan con más de 250.000
habitantes.
Esta clasificación es tomada en este trabajo para analizar los datos de intendentas a cargo
relacionando municipio y población.
Metodología
El estudio realizado es de tipo sincrónico y fue llevado a cabo durante el año 2017. A partir
de la definición del problema objeto de la investigación, se optó por una estrategia de investigación
cuantitativa, donde lo que se buscó fue comparar los datos obtenidos en el trabajo efectuado en
2007 y la información arrojada del relevamiento llevado a cabo en 2017. Asimismo, este trabajo
como el anterior, fue complementado con fuentes primarias.
Para la construcción de la presente investigación se han utilizado los datos arrojados por el
censo nacional efectuado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC)del año 2010,
en especial, para el análisis y caracterización de la variable poblacional que permite caracterizar a
los municipios.
Por otra parte, los datos sobre población, género y autoridades de los gobiernos locales han
sido extraídos de fuentes secundarias de información, como lo son las páginas oficiales de
organismos públicos nacionales, de los gobiernos provinciales y de los propios municipios.
En esta línea, resulta oportuno advertir y remarcar que a la fecha de la realización de este
trabajo no se cuenta, a nivel nacional, con un acervo exclusivo de datos actualizados sobre los
gobiernos locales.
En primer término, con respecto al universo en análisis, corresponde señalar que, desde el
anterior relevamiento llevado a cabo en el año 2007, se ha registrado un aumento en el número total
de municipios, ascendiendo de 2217 a 2231.
Los resultados obtenidos durante este trabajo de investigación siguen sin ser para nada
alentadores en relación con la participación de las mujeres en los cargos de conducción de los
gobiernos locales. En efecto, después de diez años, el porcentaje de mujeres a cargo de los
ejecutivos locales se mantuvo casi sin variaciones.
Principales hallazgos
Por su parte, en algunas provincias, incluso, no hay presencia de mujeres a cargo de los
ejecutivos locales; tal el caso de las provincias de San Juan y Tierra del Fuego. Tampoco se
encuentran mujeres a cargo de ejecutivos locales en lo que se ha categorizado como “municipios
9Incluido en ese concepto municipios grandes, medianos y chicos y comunas rurales y o juntas de
gobierno, en los términos expuestos precedentemente.
grandes”, es decir, aquellos con una población entre 100.000 y 250.000 habitantes.
En los municipios “medianos”, 34 mujeres están a cargo de sus ejecutivos. Para el caso de
los municipios “chicos”, 64 mujeres han accedido a dicho espacio. Mientras que se hace muchos
más significativa la representación en las “comunas rurales”, en donde 142 mujeres ocupan el cargo
de mayor jerarquía dentro de la organización local.
Tomando en consideración la población, cabe destacar que Buenos Aires, la provincia con
mayor concentración de habitantes, detenta uno de los porcentajes más bajos de representación
femenina. En los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires sólo cuatro mujeres están a cargo
del ejecutivo local. Es decir, la representación femenina apenas alcanza a un 2,96% del total. La
particularidad de esta provincia es que allí se encuentra el municipio con mayor cantidad de
habitantes de la República Argentina, el municipio de La Matanza (1.775.816 habitantes) que, como
se señaló, se encuentra bajo la conducción política de una mujer.
Por otro lado, en la provincia de Mendoza por primera vez en su historia, una mujer detenta
el poder en un gobierno local. Dicho municipio es el de Santa Rosa, municipio mediano entre los 18
municipios emplazados en la provincia, alcanzando una representación femenina del 5%.
En la provincia de Santiago del Estero, la representación de las mujeres es del 2,59%. Sobre
un universo total de 116 municipios, solo 2 municipios “chicos” y 1 municipio “rural” cuentan con
una mujer como intendenta. En el caso de la provincia de Catamarca, solo una mujer ocupa el
cargo de intendenta en un municipio (de características chico), por tanto, la representación femenina
es del 2,78%.
Tabla 1.
Cámara de Diputados
39%
61%
Mujeres Varones
Object 6
24,59
Varones
Mujeres
75,4
Efectuando un análisis discriminado por provincias, se puede observar que las provincias en
donde aumentó la representación de las mujeres fueron Chubut, Corrientes, Entre Ríos, La Rioja,
Mendoza, Misiones, Neuquén, Rio Negro, San Luis y Tucumán. Mientras que, en las provincias de
Formosa, Jujuy, La Pampa y Santiago del Estero, se vio disminuida la presencia de mujeres
comparando año 2007 vs 2017, situación que luego se compensó, a la hora de observar los
resultados generales.
Cuadro 1. Análisis comparativo
Observación: la información obtenida es al mes de julio de 2017, se pueden haber presentado cambios con las elecciones del mes de octubre, como por Ej. En la provincia
de Salta donde una mujer accedió a la intendencia de Coronel Moldes, que no está contemplada en este trabajo.
Otra diferencia importante, es que en el estudio anterior (periodo 2007), una mujer
ocupaba el cargo en una ciudad capital de provincia, (Reconquista) situación que no se ha
observado en el presente trabajo.
De los datos analizados se puede constatar que, 77 (3,6%) mujeres han sido reelegidas, más
de un mandato. Como particularidad, en la provincia de Santa Fe todas las intendentas electas al
10Para dicho análisis no se han tomado en cuenta las juntas de gobierno de la provincia de Entre
Ríos, dada la imposibilidad de acceder a datos completos de esa provincia.
momento del análisis, lo hacen por primera vez.
Tabla 4. Mandato
Object 12
Tabla 5. Distribución de las Intendentas a cargo de acuerdo al tamaño del gobierno local
Cámaras de Senadores (provincias bicamerales)
24,59
Varones
Mujeres
75,4
11
Fuente: elaboración propia .
Como se observa en el cuadro anterior, el mayor porcentaje de mujeres se da en las comunas rurales
y/ o juntas de gobierno disminuyendo en una escala descendiente para llegar a solo dos municipios
de los denominados grandes o áreas metropolitanas (La Matanza y Rosario).
Conclusiones
11
colectivo de mujeres no parece haber impactado directamente en la participación de las mujeres en
estos cargos.
En ese sentido coincidimos con Peña Molina (2017) 12 “La experiencia ha demostrado que el
trato igual en el que se sustenta la igualdad de jure entre mujeres y hombres resultó ser omiso y
ciego ante las desigualdades de género, alno reconocer las múltiples dimensiones de desventajas,
subordinación y discriminación sistemáticas y estructurales hacia las mujeres que impiden su
participación equilibrada con los hombres en el ámbito de la política”.
Las cuotas y la paridad, para ser efectivas y permitir pasar de la vigencia de la equidad a la
de la igualdad, “deben abordar dos problemas a los que la paridad responde claramente mejor y en
forma menos engorrosa” (Garretón, 2007). “Uno de los problemas surge a partir de que es
insuficiente asegurar la cuota o la paridad en las candidaturas, lo más relevante es asegurar la
paridad de resultados (que haya paridad en la distribución de los cupos). El otro problema se plantea
al aplicar el principio de paridad para los cargos unipersonales de elección: presidente/a,
gobernador/a; alcalde o intendente (alcaldesa/ intendenta)”.
Coincidiendo con Flavia Tello Sánchez (2017), “la persistencia de modelos patriarcales de
liderazgo en la arena política, especialmente en el espacio local, retrotrae la vocación política de
muchas mujeres, al tiempo que la segmentación y discriminación en espacios de poder y toma de
decisión, medios de comunicación, lenguaje y relaciones de poder, suponen barreras que desalientan
su acceso. Muchas mujeres son relegadas a cargos inferiores y/o sesgados o, simplemente, a la
militancia de base en los partidos políticos. Asimismo, las leyes de cuotas, especialmente en el
ámbito local, son utilizadas como techo máximo y no como un piso o cuota mínima de participación
femenina, convirtiéndose así en un significativo obstáculo, relevantemente simbólico desde un
análisis de poder, donde los cupos en muchas ocasiones son literalmente “cedidos” por los hombres
para cumplir con la cuota establecida, en mengua de las capacidades de las mujeres que aspiran a un
escaño. Por otro lado, las cuotas o legislación paritaria no suele aplicar a las candidaturas
uninominales, lo que limita el encabezamiento de listas por mujeres, restringiendo sus posibilidades
como Alcaldesas” (Tello Sánchez, 2017)
Para superar la objeción de que en estos casos no corresponde la aplicación de este principio,
Garretón propone una forma de aplicación que permita el acceso alternado de un representante de
12Peña Molina Blanca Olivia, “Mujeres y Poder Político, hacia una democracia paritaria “. Revista
Folios
un género y luego del otro. Si bien estas disposiciones entrañan algún nivel de dificultad, el
esfuerzo se justificaría por la importancia que tienen las elecciones unipersonales para la formación
de liderazgos y por la importancia que adquieren frente a la opinión pública y en la determinación
de las políticas públicas aquéllos/as que desempeñan funciones ejecutivas. (Garretón, 2007).
En los municipios el escenario para la mujer parece ser bastante oscuro aún. Como vimos,
en la provincia de Buenos Aires, es ínfimo el porcentaje de dirigentes femeninas en cargos de
intendencia: apenas 2,9% en la provincia más grande y poblada del país.
A 10 años del primer análisis realizado por este equipo de investigación, y a 30 años de la
sanción de la ley de cupo femenino en la República Argentina, no se observa un aumento de las
mujeres a cargo de los ejecutivos locales. Justamente, dada la característica de la elección, es decir,
mediante el voto directo de los ciudadanos pareciera indicar que los vecinos de las ciudades se
inclinan por elegir a un político varón para la gestión del gobierno local. Y, por otro lado, al tratarse
de candidaturas unipersonales, dentro de las estructuras de los partidos políticos, se privilegiaría al
candidato varón antes que la candidata mujer. Situación que nos dispara los siguientes interrogantes:
Es evidente que la democracia de este siglo presenta desafíos cada vez más difíciles: superar
la desigualdad social y la discriminación, incorporar el pluralismo y la justicia distributiva para
llegar a una igualdad sustantiva. Estos objetivos no podrán ser alcanzados sin impulsar acciones
directas que, entre otros temas, contemplen promover la representación femenina revirtiendo la
asimetría que aún persiste en la política formal en especial, como se ha descripto en este trabajo, en
el ámbito de la gestión local.
A modo de cierre, Tello Sánchez (2009) expone que “en este sentido, la gobernabilidad
democrática constituye en sí misma la meta de inclusión y equidad, en donde mujeres y hombres
puedan ser partícipes de la construcción de ciudades pensadas desde la perspectiva de género. Ya
no se concibe la gobernabilidad democrática entendida desde el pasamiento androcentrista. Tal vez,
el perfeccionamiento de la gobernabilidad democrática tenga que ser refundado desde los espacios
locales, ya que es allí donde las relaciones familia – sociedad – gobierno pueden ser más estrechas,
por lo que, en función de ello, son mayores las posibilidades de provocar una mayor participación y
conectividad ere los diversos actores buscando, en cualquier caso, el bienestar de las personas y el
desarrollo de las ciudades”.
Referencias bibliográficas:
Campari Susana, Mondino Silvana, Otero Eduardo, Papalía Nicolás y Arnaudo Natalia (2017)
“La discriminación difusa. Análisis de la representación política de la mujer en los países del
Mercosur y asociados” en “Estado Abierto. Revista sobre Estado, la administración y las
políticas públicas”. Volumen 1, número 3. Abril Julio 2017, Escuela de Alta Dirección Pública,
Instituto Nacional de Administración Pública. Ministerio de Modernización, Presidencia de la
Nación
disponiblehttps://www.argentina.gob.ar/noticias/estado-abierto-vol-1-nro-3-ya-esta-disponible.
Cruz, Manuel (2008) “No sólo de derechos viven el hombre y la mujer”. Diario Clarín. Buenos
Aires, 28-10-08.
Flavia Tello Sánchez (2009) “La participación política de las mujeres en los gobiernos locales
latinoamericanos: barreras y desafíos para una efectiva democracia de género” Tesis de maestría
disponible en http://tesis.flacso.org/sites/default/files/tesis/TESIS_Tello_Sanchez.pdf
Flavia Tello Sánchez (2017) “Guía para poderes públicos y tomadores de decisión en América
Latina y el Caribe” Colección de documentos, N1/2017. Disponible en
https://observatoriomujerespuebla.org.mx/wp_content/uploads/2017/06/ONU_Municipios.pdf
Garretón, Manuel Antonio: (2007) “Paridad de género, base para una política mejor”. Diario
Clarín. Buenos Aires, 26/08/2007
Massolo, Alejandra: (2007) “Participación política de las mujeres en el ámbito local en América
Latina”. Preparado para el UN-INSTRAW. República Dominicana.
Otero, Eduardo, Campari, Susana y otros. (2013) “Presencia de la mujer en ejecutivos y
legislativos de los países miembros y asociados del Mercosur”. Documentos de Investigación
Universidad. Uniciencia de la Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo. Bucaramanga,
Colombia.
Peña Molina Blanca Olivia, (2017) “Mujeres y Poder Político, hacia una democracia paritaria“.
Se puede consultar en
http://www.revistafolios.mx/dossier/mujeres-y-poder-politico-hacia-una-democracia-paritaria
http://www.gobiernolocal.gob.ar/?q=atlas
http://www.dices.net/america/argentina/provincia.php
http://www.sgp.gov.ar/contenidos/inap/publicaciones/docs/otros/municipios.pdf.
http://www.gobiernoslocales.com.ar/federacin-argentina-de-municipios_s-16.htm
http://www.famargentina.org.ar/
https://nuestras-ciudades.blogspot.com.ar/2017/04/revista-municipios-de-argentina.html
http://trevi.com.ar/revista_municipios_argentinos.pdf
http://www.municipiosdeargentina.com/https:/oig.org www.citymayor.com
Páginas de provincias y municipios argentinos
Constituciones provinciales
Índice de Tablas:
Tabla
1 Mujeres a cargo de ejecutivos locales 9
Tabla 1
4 Mandato 2
Tabla 1
5 De acuerdo al tamaño del gobierno local 2
Índice de Cuadros:
Cuad 1
ro 1 Detalle de Intendentas, consolidado por provincias y comparativo 2007/2017 1
“Trabajo preparado para el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre
Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”
Resulta difícil tratar de referir con propiedad cuáles son en rigor los antecedentes que dan
cuenta del largo camino de lucha de la cuestión de la mujer con respecto a la igualdad y paridad, y
en concreto a lo que analizamos en este trabajo, a la ampliación de los derechos de participación
política de las mujeres a través de la reformulación del reparto de poder entre varones y mujeres.
Como bien expresa Rosa Cobo, desde sus inicios, el feminismo ha interpelado moralmente al
patriarcado y ha desarrollado acciones políticas diversas con el objetivo de desactivar este sólido
sistema de dominación. De esto modo, desde el siglo XX se ha presenciado uno de los mayores
movimientos de masas de la historia, el movimiento sufragista. (Cobo, 2000: 86).
En principio y ciñéndonos a los hechos sociales ocurridos en el Siglo XX, y en especial, los que
se profundizaron con el reconocimiento y acceso al sufragio, se impone señalar que la cuestión de la
mujer y sus derechos responde a un proceso de lucha- polémico y dinámico, no exento de
contradicciones y aún abierto al debate en cuanto a sus reivindicaciones. De alguna manera, en este
espacio de lucha de poder, el siglo XXI seguramente será escenario de una decisiva transformación
de carácter político.
De este modo, el presente análisis de la Ley Nacional de Paridad, no puede escindirse del marco
histórico mundial en el que tema de la mujer fue cobrando importancia hasta alcanzar su estado
actual. En este sentido, se vuelve imperativo considerar como fue abordada la cuestión de la mujer
en el marco de la mayor organización internacional, organismo que aparece con la finalización de la
II Guerra Mundial (1945); que es la Organización de las Naciones Unidas, para luego analizar el
capítulo nacional.
Al momento de la creación de la ONU, se observa que de los cincuenta Estados Parte que la
integraron inicialmente, sólo en treinta de ellos las mujeres tenían el derecho al voto y, en menor
medida, la posibilidad de acceder a cargos públicos de decisión política.
Si bien sin demasiados avances concretos en principio, la visión de esta iniciativa era ir más allá
del reconocimiento de los derechos políticos, a partir de la convicción de “que el reconocimiento
del derecho de las mujeres al voto o la promulgación de leyes no bastaban por sí mismas, para
garantizar el pleno disfrute de los derechos políticos de las mujeres, [y] para promover
cambios significativos en otros ámbitos de la vida pública y privada” (Ídem anterior).
Ahora bien, tuvieron que pasar casi tres décadas de esta iniciativa para que en el marco de la
ONU se realizara la Primera Conferencia Internacional sobre la Mujer en el escenario de una
agenda internacional de creciente politización en el marco de la “segunda ola del feminismo”,
caracterizada por la lucha y reivindicación –a nivel global- de cuestiones que profundizaban y
trascendían los derechos políticos y la igualdad formal de las mujeres con respecto a los varones.
Probablemente, la participación e institucionalización de los movimientos feministas en el mundo y
su presión a nivel global contribuyeron a poner la problemática de la mujer en la agenda pública
internacional en esa década.
Vale advertir, que las conferencias sobre la mujer iniciadas en la década del 70’ y los debates,
reivindicaciones logradas a partir de dichos encuentros no fueron lineales, y sólo finalizando el
siglo, es que recién logra tratarse en este ámbito la “cuestión de la mujer” desde una perspectiva de
género en la mentada Conferencia de Beijing que esbozaremos más adelante. Justamente, y para
anticiparnos al tema que nos convoca, entre las doce esferas de especial preocupación que se
identificaron aparecen la atención sobre la desigualdad en el ejercicio del poder y la toma de
decisiones.
Igualmente “con objeto de permitir a las mujeres una participación igualitaria se consideró
necesaria la creación de un mecanismo dentro del gobierno en cada país, encargado de velar por el
logro de la igualdad de oportunidades para las mujeres y su plena integración en la vida y el
desarrollo nacional” (UNIFEM, 2005: 11). Es de destacar que si bien la creación de Oficinas,
Secretarias o Misterios de la Mujer fue producto de esas recomendaciones, su implementación en
los países de América del Sur acompañó el proceso de democratización después de la caída de los
regímenes dictatoriales.
A partir de este acuerdo la discriminación contra la mujer denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base
de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las
esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. Los Estados Partes
condenaron la discriminación contra la mujer en todas sus formas, y se comprometieron a consagrar
en sus legislaciones el principio de la igualdad del varón y de la mujer y asegurar la realización
práctica de ese principio en todos los ámbitos sociales y políticos.
La CEDAW constituye uno de los instrumentos jurídicos de mayor relevancia sobre los
derechos humanos de las mujeres, “tanto por el abanico de derechos que reconoce (civiles,
políticos, sociales y culturales), como por su carácter vinculante (los estados que la ratifican se
obligan a cumplirla)” (López, 2005: 7).
Segunda Conferencia Mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer:
Igualdad, Desarrollo y Paz. Copenhague, 1980
El propósito principal de esta conferencia era examinar, evaluar los logros, obstáculos
encontrados y reflexionar sobre los avances y grados de cumplimiento de las directrices del Plan
de Acción Mundial de 1975.
Si bien existía la percepción común de los gobiernos sobre que se había avanzado, en menor
o en mayor medida, en el logro de algunos de objetivos acordados en 1975, sobre todo “en lo
relativo a la modificación de leyes y la creación de políticas orientadas al desarrollo económico y
social de las mujeres”(UNIFEM, 2005: 13); comenzó a aparecer en los debates, preocupación
por la permanencia de una disparidad existente entre los derechos formalmente reconocidos y el
ejercicio efectivo de los mismos. Es decir, en muchos países se había logrado la igualdad
jurídica, pero no la igualdad real de oportunidades.
Se enfatizó en la igualdad no sólo desde el punto de vista jurídico-formal, sino también
desde el punto de vista del ejercicio de los derechos, responsabilidades y de las oportunidades
reales para las mujeres. Considerando, que “el logro de la igualdad presupone la igualdad de
acceso a los recursos y la posibilidad de participar igual y efectivamente en su distribución y en
la adopción de decisiones a diversos niveles” (UNIFEM 2005: 100).
En lo que hace al propósito de este documento, un aspecto valioso que se desprende de esta
conferencia reside en una de las recomendaciones que surgió de la misma; que proponía el
compromiso a los estados partes para establecer “metas porcentuales” (cuotas) de representación
política, lo que se convierte en una relevante herramienta para acercarse a la paridad, esto es, a
mayores niveles de equidad entre varones y mujeres con respecto a las posiciones de poder en el
espacio público.
Tercera Conferencia Mundial para el examen y evaluación de los logros del decenio de
las Naciones Unidas para la mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. Nairobi, 1985
En esta reunión, se coincidió en que los avances en cuanto a la situación de la mujer habían sido
exiguos, y que para que extender los beneficios logrados por una minoría de ellas hacia el resto de
las mujeres, los Estados debían diseñar nuevas formas y campos de acción que aseguren la plena
igualdad entre los sexos. Con tal fin, se diagramaron tres esferas que incluían la igualdad en la
participación social, en la participación política y en la toma de decisiones. De este modo, se
consideró que para alcanzar la igualdad de las mujeres con respecto a los hombres, estas debían
participar de modo creciente en los espacios de decisión.
En esta conferencia se denunció que aún “seguían vigentes en muchos países disposiciones
discriminatorias en la esfera política, económica y social, especialmente en los códigos civil, penal,
de comercio y en algunos reglamentos y normas administrativas. Esta falta de una revisión de las
leyes, se decía, “representa un serio obstáculo para que las mujeres cuenten con una capacidad
jurídica idéntica que los hombres” (UNIFEM, 2005: 14).
Por otra parte, se consideró que para el logro de la igualdad de oportunidades se debía adoptar
un nuevo enfoque, que teniendo en cuenta la importancia de que los derechos sean reconocidos por
la ley; vayan más allá de este objetivo, y logren la garantía de acceso real y de realización de los
mismos. De esta forma, se puso de manifiesto que “si bien se ha progresado mucho en beneficio de
la legislación, se requieren medidas para aplicar y hacer eficaz esa legislación. La promulgación de
leyes es sólo un elemento de lucha por la igualdad, pero es un elemento indispensable, ya que
legitima esa lucha y sirve de agente catalizador del cambio social” (UNIFEM, 2005: 180).
Por su parte, otro ejemplo es la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979) -antes mencionada-, establece que “la
discriminación contra la mujer viola los principios de la igualdad de Derechos y del respeto a la
dignidad humano, que dificulta la participación de la mujer, en las mismas condiciones que el
hombre, en la vida política, social, económica y cultural de su país, que constituye un obstáculo
para el aumento del bienestar de la sociedad y de la familia y que entorpece el pleno desarrollo de
las posibilidades de la mujer para prestar servicios a su país a la humanidad”…”que la máxima
participación de la mujer en todas las esferas, en igualdad de condiciones con el hombre, es
indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país, el bienestar del mundo y al causa de la
paz”.
La Sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, estableció el voto secreto, universal y obligatorio
para la elección de representantes del pueblo. Pero la característica de “universalidad” excluía,
paradójicamente, a la mitad de los/las habitantes de la república: las mujeres.
En 1926 se sanciona la Ley 11.357, sobre los derechos civiles de la mujer. Con ella las mujeres
dejan de ser tratadas como incapaces y como menores.
La distribución desigual fundada en el género y el sexo no fue naturalizada ni asumida como
una categoría de pensamiento, en oposición, fue un motor de disputa por el poder y sirvió para
quebrantar los dispositivos instaurados que tenían al hombre como único protagonista de la vida
pública y política.
Lograr la igualdad, no resultó fácil, debieron pasar años de lucha de no pocas mujeres
argentinas. Eva Perón, al referir a las mujeres en la vida política señalaba en uno de sus discursos…
“la mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella….superado el período
de las tutorías civiles….la mujer debe afirmar su acción. El Voto Femenino será la primera
apelación”. En septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13.010 de derechos políticos que otorgó el
voto femenino, con un enorme impulso de Eva Duarte de Perón.
Sin embargo, la participación en las elecciones no facilitó el acceso a cargos de representación,
en tanto su incorporación a instituciones políticas fue escasa hasta finales de siglo. Es a partir de los
procesos de redemocratización y, sobre todo en los años noventa, con la promoción de la
implementación de cuotas por sexo en las listas electorales, que comienza a asegurarse el acceso de
las mujeres a cargos electivos.
Argentina fue el primer país del mundo en incorporar el sistema de cuotas mediante la sanción
de la Ley 24.012 en 1991, que estableció un piso mínimo de 30% de candidatas mujeres en las
listas de partidos políticos para cargos electivos nacionales y estableció que no podrá ser
oficializada ninguna lista si esos cargos no están cubiertos de tal forma. En este contexto, las
instituciones políticas comenzaron a avanzar en la incorporación de mujeres.
El informe de nuestro país, correspondiente al período noviembre 1991 y, su actualización,
agosto de 1993, presentado en Naciones Unidas ante el Comité de seguimiento de la Convención
para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), señalaba
dentro de los avances la sanción de la ley de cupo femenino N° 24.012. En el mismo sentido se
realizaron infinidad de campañas desde el Estado Nacional, los Estados Provinciales y las
organizaciones de mujeres, para que las provincias adhieran o cuenten con dicha ley de carácter
inclusivo, participativo y que perseguía la igualdad y la no discriminación de las mujeres en el
ámbito político y público.
No obstante la existencia de la normativa las mujeres no figuraban en los cargos con
posibilidades reales para acceder a un cargo electivo.
En 1994 la militante radical Teresa Merciadri de Morini luego de varias presentaciones en
tribunales nacionales donde sus demandas fueron rechazadas, recurrió a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA, demandando al Estado Argentino por menoscabos de los tratados y
convenciones, tendientes a salvaguardar la igualdad entre hombres y mujeres.
La presentación llevó su tiempo, pero en 1999 ganó y el Gobierno de De la Rúa se vio obligado
a dictar el decreto reglamentario 1246/2000 y el compromiso del Estado de modificar la legislación
de modo de garantizar la igualdad en el acceso a cargos electivos. Finalmente, la ley de cupo fue
modificada para garantizar a las mujeres ocupar lugares que les posibiliten efectivamente llegar a
una banca.
Los instrumentos jurídicos que permiten elegir, ser elegido/a y representar la voluntad popular,
reconocen una activa participación de las mujeres en el ámbito público y político, desde la “acción”,
y la necesidad de escuchar la voz y el voto de las mujeres en estos ámbitos, hasta llegar hoy, a
reconocer dicha representación parlamentaria fundada en los derechos humanos fundamentales.
Las acciones que pretenden desconocer dicha representatividad, encubre una de las formas de
violencia de género, porque se sostienen en argumentos discriminatorios. El no reconocer a la ley
de cupo femenino como una forma de incorporar en la política pública la perspectiva de género,
transforma ese tipo de pronunciamientos en expresiones de discriminación y violencia que afecta
los Derechos Humanos.
Se observa que el cupo, fue tomado como techo y no como piso de garantía de la participación
de las mujeres. Frente a estos resultados las mujeres de la política y de organizaciones de la
sociedad no partidistas, iniciaron nuevas luchas. Entre ellas, la búsqueda de PARIDAD.
Previo a la Ley Nacional de Paridad, “entre 2000 y 2002 las provincias de Santiago del Estero
(Ley 6.509), Córdoba (Ley 8.901) y Río Negro (Ley 3.717) adoptaron leyes de paridad de género
para la nominación de candidatos a sus respectivas legislaturas provinciales. Así, incluso antes de
que los países de la región sancionaran las primeras leyes paritarias nacionales, la Argentina ya
había conocido leyes de paridad en el orden sub-nacional. A estas provincias pioneras se le
sumarían Buenos Aires (Ley 14.848), Salta (Ley 7.955), Chubut (Ley XII N° 12) y Neuquén (Ley
3.053) en el año 2016. Así, la sanción de la ley de paridad nacional fue precedida por normas
similares en siete provincias. Y Catamarca sancionó su respectiva ley en 2018. Mientras Buenos
Aires y Salta ya han implementado la paridad en 2017, el resto lo hará por primera vez en 2019, en
consonancia con el debut de la ley nacional” (Del Cogliano y Degiustti, 2018: 7). Estos avances en
las provincias fueron dando lugar al tan anhelado y necesario paso del cupo a la paridad.
Paridad en los Partidos Políticos (Art. 6); otro avance sustantivo de la Ley, puesto que los
partidos son instituciones fundamentales de la democracia argentina, tal como se define en la
Constitución Nacional, es que obligatoriamente los Consejos de los partidos deberán cumplir con el
50-50 de varones y mujeres en su conformación. En este caso no se utiliza el criterio de intercalar
varón – mujer ó mujer – varón. El planteo en el Senado fue propuesto por el senador Urtubey
quien sostuvo que: “Me parece que acá la paridad de género como intercalación no debería
proceder en los consejos de partidos; sí la paridad de género en la cantidad de consejeros. ¿Por
qué? Porque no son cargos de igual naturaleza. Yo tengo diez cargos de diputados: uno, uno y uno
son todos diputados. Ahora, si yo estoy en un consejo partidario donde tengo, por ejemplo,
secretario de organización, secretario de acción política, etcétera, yo no puedo decir que se
intercale. Sí puedo decir que tiene que haber la misma cantidad de secretarías a favor de una
mujer o de un hombre, pero no puedo decir intercalar (Urtubey, 2016. Pág. 6).
Adecuación de Cartas Orgánicas Partidarias (Art.7): las cartas orgánicas son las leyes
fundamentales de cada partido, por lo que la Ley de paridad exige su modificación a fin de
garantizar el acceso paritario de mujeres y varones en las estructuras partidarias.
Caducidad de la personalidad política de los partidos por incumplimiento de la Paridad
(Art. 8): la violación de la paridad de género en las elecciones de autoridades y de los organismos
partidarios, se incorpora como causa de caducidad y extinción, previa intimación a las autoridades
partidarias a ajustarse a dicho principio. Un debate que se dio en torno a este artículo fue cuál era el
momento a considerar que los partidos no cumplían con la paridad en sus órganos, lo que se
resolvió a partir de cumplir o incumplir la intimación.
En la 6ª Sesión Ordinaria del 19 de octubre de 2016 se trató la Orden del Día 0728/2016
15Los Diputados y Diputadas autores de proyectos de paridad con estado parlamentario a 2017 son: Riccardo (UCR),
Barletta (UCR), Mendoza M.S (FPV-PJ), Álvarez Rodríguez (FPV-PJ), Stolbizer (GEN), Estévez (FPV-PJ), Petri
(UCR), Binner (PS), Olmedo (Salta Somos Todos), Bregman (PTS), Lospennato (Pro), Donda (Libres del Sur).
16Los Senadores y Senadoras autores de proyectos de paridad con estado parlamentario a 2017 son: Fellner (FPV-PJ),
Riofrío (FPV-PJ), Rozas (UCR), Blas (FPV-PJ), Durango (FPV.PJ), Odarda (Coalición Cívica), Giménez (FPV),
González N (PJ).
Paridad de género en el ámbito de la representación política, la votación fue afirmativa: 57
votos afirmativos y 2 votos negativos, es decir hubo alto nivel de consenso para la sanción de la
equidad en la representación política.
A su vez, la Cámara de Diputados se anticipó a esa iniciativa, puesto que había proyectos de
diputados -tal como se explicó precedentemente- y aprobó la paridad con 214 votos positivos, 3
negativos y 4 abstenciones, en el marco del proyecto de reforma política17.
A posteriori, la media sanción de paridad del Senado, Orden del Día 1621/2017, fue tratada en
Diputados durante la 14ª Sesión Especial en la madrugada del 23 de noviembre de 2017, cuando las
legisladoras de todos los bloque políticos, excepto la izquierda, solicitaron el apartamiento de
reglamento para tratar el tema. El apartamiento fue aceptado y lograron la sanción definitiva de la
Ley de Paridad con 169 votos a favor.
Votaciones y Justificaciones.
Votación Paridad
Presentes 59
Afirmativos 57
Negativos 2
Abstenciones 0
Ausentes 13
Cuadro Nº 2. Votación de Apartamiento de Reglamento para tratar media sanción sobre Paridad
en Cámara de Diputados de la Nación Argentina. 201718.
Apartamiento de
Reglamento Paridad
Presentes 184
Votación
Paridad
Presentes 175
Afirmativos 169
Negativos 5
Abstenciones 0
Ausentes 82
Inequidad. No a la Paridad
Escasos fueron los votos en contra de la paridad, incluso de algunos legisladores no se conocen
expresiones en los debates sobre su votación y tampoco se ha podido registrar explicaciones ante la
prensa.
En el Senado
Los dos votos negativos en el Senado fueron de los legisladores Ernesto Martínez (UCR
-Córdoba) y Federico Pinedo (PRO- CABA) de Cambiemos.
Los fundamentos de Martínez20 radican en su consideración de que no hay discriminación para
la mujer en cuanto a su participación política, así lo expresó en el debate en recinto:
“Quiero explicar que estas discriminaciones llamadas positivas –que así fueron utilizadas
como argumento para la reforma de 1991 que introdujo el tercio, y luego en adelante– cuando
desaparecen, porque las circunstancias de la realidad demuestran que esa discriminación ya no es
tal, no pueden tenerse en cuenta para avanzar en igual sentido. Si la segregación ya no existe, se
violenta la igualdad ante la ley y el principio constitucional del acceso a los cargos públicos sin
20El senador Martínez había hecho reparos a la incorporación del cupo femenino en la Convención Constituyente de la
ciudad de Córdoba en 1995.
otra condición que la idoneidad…Una presidenta de la República por ocho años, una actual
vicepresidenta de la Nación, cinco gobernadoras en este momento, 36 % de diputadas y 44 % de
senadoras, según marcaba el senador Naidenoff… ¿Alguien me puede explicar dónde está,
entonces, limitado el acceso de la mujer, por lo menos al Congreso de la Nación?”
A la vez consideró un acto de demagogia el pedido de sanción de la Ley y planteó un tema
recurrente en las discusiones sobre cupo y paridad; el mérito. Además de considerar que la ley no
resolvería las problemáticas de las mujeres en la Argentina: (…) “nadie quiere escuchar acá que
alguna mujer haya ingresado por el cupo, porque no es cierto. ¡Jamás! Es una ofensa para
cualquier mujer valiosa o calificada. No les hace falta a ninguna de todas ustedes el cupo. Sin
embargo, se agita esta bandera transversal en una forma que yo, respetuosamente, considero
demagógica pues no resuelve ningún problema concreto de la mujer argentina”.
Por último el Senador calificó la Ley como propia de una corporación: “no me acerco –y en
esto sí creo fervientemente– a cualquier cosa que implante cuotas electivas por el motivo que
fuera en la política, que es la búsqueda del ejercicio del poder. Los cupos se reconocen en las
organizaciones políticas corporativas donde se separan hombres y mujeres, se da en los fascios de
Mussolini, en las secciones alemanas del Partido Nacional Socialista, en la Falange Española. Yo
no provengo de una militancia advenediza o que hubiera pensado alguna vez en los cupos y no
voto nada que tenga olor a actitudes o conductas corporativas”.
Por su parte el Senador Pinedo, de quien no hay registro de la fundamentación de su voto
debido a que, durante el debate en el Senado, estuvo en ejercicio de la Presidencia, encontramos
sus argumentos en fuentes periodísticas: "Hay que dejar un margen, aunque sea muy chico, para
las condiciones personales de las personas independientemente de su sexo. La paridad de sexo es
una conquista importante, pero no quiere decir que sea el único tema de la vida humana. Hay
otras condiciones, como la bondad, que también puede ser evaluada", explicó Pinedo en diálogo
con radio Vorterix. "Me hubiera encantado un sistema de 60-40 de cualquier sexo porque permite
el margen optar por una persona que tiene mejores condiciones personales que otra,
independiente del sexo"21 También aquí – como en el caso anterior – se visualiza una concepción
meritocrática22. y que desconoce la distribución asimétrica del poder y sus condicionantes
histórico, político, económico y social. De esta manera, esta postura asumiría lo que Pautassi
(2013) denomina “neutralidad en términos de género” y que se define como una decisión racional
de “invisibilizar” a las mujeres y los impactos diferenciales que la política tiene para uno u otro
sexo.
Respecto del diputado Giordano se encuentran fundamentos, expresados en la reunión de
Comisión donde se dictaminó aceptando la media sanción de la Ley de Paridad que había
aprobado el Senado. Sostuvo que el fin del tratamiento y sanción de la Ley estaba ligado al
clima electoral del momento; “Sabemos que la ley de paridad de género motiva simpatías y cae
bien… se hace un uso electoral de esta ley, ya que se aplicará recién en las elecciones de 2019.
Pero se considera en medio de la campaña para hacer un uso electoral”.
A su vez consideró que no soluciona problemas graves de las mujeres, por lo que pidió
por el tratamiento del aborto seguro, legal y gratuito; “podríamos estar todos felices de verdad
si se estuviera tratando una ley que empezara a solucionar los graves problemas que tienen los
millones de mujeres en nuestro país. No es el caso”.
21http://www.ambito.com/859509-pinedo-explico-su-rechazo-al-50-50-la-paridad-de-sexo-no-es-el-unico-tema-de-la-v
ida
22Como en el caso de la discusión parlamentaria sobre paridad, en los debates de la ley de cupo de los años ´90, el
argumento de “que lleguen por capacidad y no por cupo” ha estado fuertemente presente.
Finalmente el Diputado hizo serios reparos a artículos del Código Electoral, por
considerar que va en detrimento de las fuerzas políticas con menores grados de
representación; “desde el Frente de Izquierda, estamos en contra de las PASO, estamos por
la nulidad de las PASO. Las PASO son un mecanismo -una ley- proscriptiva para la
izquierda y otros partidos que no son tradicionales; sin embargo, fue votado por el gobierno
anterior con el apoyo de Cambiemos…Estamos en contra del histórico artículo 50 del
Código, de lo que se dice acá de las causales, como estamos en contra de un montón de cosas
a las cuales se refiere este proyecto de ley respecto del Código Nacional Electoral, que van en
contra de la izquierda”.
De López encontramos declaraciones en la prensa donde sostiene que “han querido
colocar como eje el problema de la paridad para distraer de cuestiones de un Gobierno Nacional
que le quita presupuesto a los problemas serios que sufre la mujer, sobre todo en materia de
violencia de género”. “La reivindicación de la mujer no se resuelve en las listas; pasa por otro
lado y no podíamos acompañar un mecanismo electoral de ese tipo”23.
Desde la política
En lo que refiere a las estructuras orgánicas de los partidos de talla nacional, pondremos el
acento solamente en tres por su peso representativo en el Congreso Nacional: Partido Justicialista
23http://www.elacopleinformativo.com.ar/salta/13006-pablo-lopez-la-ley-de-paridad-es-falsa-y-una-maniobra-politica.
html
(PJ), Unión Cívica Radical (UCR) y Propuesta Republicana (PRO), los dos últimos conforman en la
actualidad la Alianza Cambiemos.
Desde el PJ24, su presidente, José Luis Gioja apoyó la iniciativa y la campaña Una y Uno, a la
vez, los sectores femeninos del partido organizaron espacios para debatir y militar acerca del tema 25.
La diputada nacional del FpV-PJ Cristina Álvarez Rodríguez impulsó la campaña Una y Uno
-Representación equilibrada de mujeres y varones para cargos electivos y partidarios-
La UCR se pronunció a favor de la paridad de género y su Comité Nacional decidió impulsarla.
En palabras del Presidente de la UCR, José Corral: “a esta altura del siglo XXI tiene que haber
igualdad garantizada y efectiva de género26”, sostuvo ante la mesa de conducción de su partido.
De las autoridades partidarias del Pro no se han obtenido registros, ni declaraciones acerca de la
postura del partido sobre la Paridad. En términos legislativo la diputada Lospennato, Secretaria
Parlamentaria del interbloque, pero no autoridad partidaria, impulsó desde su banca la Ley y asumió
el compromiso ante sus pares legisladoras de otros bloques el debate interno y la búsqueda de
consensos para la aprobación de la ley en el seno de cambiemos. Por su parte el Jefe de Bloque de
Cambiemos, si bien no hizo declaraciones públicas, se lo vio molesto en los debates y finalmente
votó negativamente.
Reflexiones Finales
Como expresamos inicialmente, la presente propuesta busca conocer y comprender la
experiencia de la lucha por la paridad al respecto de la sanción de su ley; en el marco, y como
corolario, de un movimiento histórico de lucha de derechos políticos que comenzó con el
movimiento sufragista.
En este sentido, y compartiendo la opinión de Cobo (2002) entendemos a la paridad como el
establecimiento de la auténtica –aunque no definitiva– universalidad hurtada por el patriarcado. De
esta forma, se convierte en una estrategia que busca reestablecer la igualdad y libertad prometida
por la democracia moderna.
La participación igualitaria en el reparto del poder en la toma de decisiones entre varones y
mujeres, es decir la paridad, se entiende en el marco de una perspectiva de género, que entiende que
la igualdad es el resultado de la articulación entre esta paridad reclamada, la independencia
económica, la garantía de la vigencia real de los derechos sexuales y reproductivos; y del cambio de
cultura y de patrones de relacionamiento tanto en los ámbitos públicos como privados.
En suma, y para el caso de la ley argentina, no obstante la dificultad de su vigencia real, la
sanción de la ley, es un paso importante hacia la paridad. En este sentido, afirmamos que las
políticas electorales impactan decisivamente en la situación de las mujeres, en la medida que el
acceso de estas a espacios de decisión incorpore mecanismos igualadores de género en las políticas
estatales y el sistema jurídico. Sabemos, y advertimos, que mayor cantidad de mujeres no es
equivalente a políticas equitativas de género, pero estamos convencidas que sin nosotras ellas no
serán posibles. La experiencia histórica da cuenta que el feminismo es polémico porque subvierte
en sentido y la forma en la que se ha organizado hasta el momento la sociedad, tanto material como
simbólicamente.
24En el llamado a Congreso de PJ del 8 de Junio de 2018 se aprobó por unanimidad la adaptación de la Carta Orgánica
a la Ley de Paridad.
25https://infocielo.com/nota/72392/mujeres_del_pj_reclaman_la_paridad_de_genero_en_las_listas_dentro_de_la_refor
ma_politica/
26http://www.parlamentario.com/noticia-94117.html
Referencias bibliográficas y documentales
Bibliográficas:
Normativas:
Notas periodísticas:
http://www.politicargentina.com/notas/201703/20071-campana-para-pedir-la-aprobacion-de-la-pari
dad-de-genero-en-el-congreso.html
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-307795-2016-08-26.html
https://amnistia.org.ar/campana-por-la-paridad-de-genero-en-el-congreso
https://www.infobae.com/politica/2017/11/23/rebelion-feminista-en-cambiemos/
2
“Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso
Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de
2018.”
Si bien las reformas políticas que incorporan las cuotas legales de género para aumentar el número
de legisladoras en los congresos ya lleva una práctica de más de 25 años en Argentina, cada
incorporación suscita interrogantes sobre la efectividad del acceso a los cargos por parte de las
mujeres en política. Un ejemplo de ello se dio en las elecciones intermedias de 2017 en la Provincia
de Buenos Aires con la decisión de la suspensión por parte de la justicia electoral de la cláusula de
la paridad para las elecciones generales. Actualmente Buenos Aires, Salta, Chubut y Neuquén,
Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca y Río Negro, además del nivel nacional, tienen leyes de
paridad. ¿Cuáles son los obstáculos de las leyes y qué interacciones tienen con los entornos
institucionales (justicia electoral y juntas electorales partidarias) para ser más efectivas?
La pregunta de cómo hacer efectiva la igualdad entre varones y mujeres se fue respondiendo con
normativas y diversos tratados y pactos internacionales28 que colaboraron iniciando los lineamientos
para que los distintos diseños normativos incorporaran la igualdad de oportunidades y generaran así
un terreno propicio para dar legitimidad a la extensión de acciones afirmativas en el ámbito político.
Así el establecimiento de las “cuotas” o “cupos” de mujeres son consideradas acciones afirmativas
usadas en el ámbito político que tienen como objeto traspasar los obstáculos que les imposibilitan
ingresar del mismo modo que sus pares masculinos.
Las mismas se consideran medidas compensatorias y redistributivas que posibilitan una gradual
inclusión de grupos históricamente marginados en las diferentes instituciones representativas y/o
lugares estratégicos de toma de decisión. Como sostiene Archenti (2002) se sustentan en el hecho de
que las mujeres ven obstaculizado el ejercicio de su derecho a ser representantes en condiciones
equivalentes de competitividad, como consecuencia de una histórica discriminación y
subordinación sociocultural.
Este objetivo se ha visto llevado a cabo de acuerdo a tres modalidades que se han ido propagando
principlamente en los órganos de representación de carácter colegiado:
a) las cuotas legales: se basan en un dispositivo de normas jurídicas tales como constituciones
nacionales y/o leyes que disponen de manera oficial cómo debe aplicarse esta exigencia en un
proceso electoral. Este ha sido el camino principal en América Latina.
b) las cuotas partidarias: han sido incorporadas en los estatutos internos de los partidos políticos con
el objeto de afianzar espacios de interacción entre géneros .
c) los escaños reservados que presentan un porcentaje o número fijo de bancas parlamentarias para
ser ocupadas por mujeres.
La ley 24.012 promulgada en Argentina en 1991 fue la primera cuota legal en el mundo a favor de
las mujeres establecida para aumentar la representación de las mujeres en el ámbito parlamentario
nacional. Luego se extendió a otros países latinoamericanos como México (1996), Paraguay (1996),
Bolivia (1997), Brasil (1997), Costa Rica (1997), Ecuador (1997), Panamá (1997), Perú (1997),
República Dominicana (1997), Venezuela (1997), Colombia (2000), Honduras (2000), Uruguay
(2009), Haití (2011/2012) y El Salvador (2013). Llevarlas a la práctica no fue fácil. En Colombia,
por ejemplo, se declaró inconstitucional hasta 2011. En Venezuela, la Ley Orgánica del Sufragio y
Participación Política de 1997 (LOSPP) sólo se aplicó una vez en 1998 y, dos años después, el
Consejo Nacional Electoral (CNE) de la República Bolivariana de Venezuela la consideró violatoria
del artículo 21 de la Constitución de 1999.
Algunos países en América Latina tomaron las enseñanzas y los acuerdos realizados y avanzaron
hacia la paridad. Esto sucedió en Bolivia, Ecuador, México, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y
En Argentina, el movimiento hacia la paridad comenzó en las provincias. Santiago del Estero
aprobó la primera ley de paridad del país en el 2000 (Ley 6.509), seguida por Córdoba ese mismo
año (Ley 8.901) y por Río Negro en 2002 (Ley 3.717). Una década y media más tarde se sumaron
Buenos Aires (Ley 14.848/2016), Chubut (Ley XII Nº 12/2016), Salta (Ley 7.955/2016) y Neuquén
(Ley 3.053/2016) y recientemente se aprobó en Catamarca (Ley 5539).
Dando un paso decisivo desde la ley de cuotas, en Argentina para cargos nacionales, el Congreso de
la Nación, la ley de paridad se aprobó a fines de 2017 (Ley 27.412).
La experiencia y una amplia bibliografía muestran que la efectividad de las reglas de paridad puede
variar de acuerdo con el diseño de la norma, el sistema electoral y las características de la
competencia política.
Una ley de paridad es vigorosa cuando exige intercalar a mujeres y varones en forma alternada y
secuencial por binomios (hombre-mujer o mujer-hombre) (Archenti y Tula, 2014), generando una
lista del tipo “cremallera”. Además debe incorporar reglas que sancionen el incumplimiento y no
permitan ninguna clase de excepciones o alteraciones en su aplicación (Caminotti y Freidenberg,
2016).
Asimismo debe tenerse en cuenta que no sólo en los cargos de distritos multinominales se ha
pensado la paridad. Un diseño normativo fuerte debería combinar requisitos de “paridad vertical” y
“paridad horizontal”. La paridad vertical prevé que se intercalen mujeres y varones en las listas (o
que se incorporen suplentes del sexo opuesto al titular en distritos uninominales), la paridad
horizontal implica una participación equivalente de ambos géneros en los encabezamientos de las
listas o en la titularidad de las candidaturas uninominales cuando una agrupación compite en varios
distritos simultáneamente (ONU Mujeres y PARLATINO, 2015).
Si bien las reformas políticas que incorporan las cuotas legales de género para aumentar el número
de legisladoras en los congresos ya lleva una práctica de más de 25 años en Argentina, la regla de la
paridad suscita interrogantes sobre la efectividad del acceso a los cargos por parte de las mujeres en
política. Un ejemplo de ello se dio en las elecciones intermedias de 2017 en la Provincia de Buenos
Aires que si bien se cumplió en las listas para las primarias, la Junta Electoral de la Provincia tomó
la decisión de suspender su exigencia en la integración de las listas resultantes para las elecciones
generales. Actualmente Buenos Aires, Salta, Chubut y Neuquén, Córdoba, Santiago del Estero y Río
Negro, además del nivel nacional, tienen leyes de paridad. ¿Cuáles son los obstáculos de las leyes y
qué interacciones tienen con los entornos institucionales (justicia electoral y juntas electorales
partidarias) para ser más efectivas?
Efectividad:
Finalmente, la efectividad de la paridad puede verse afectada si la legislación deja vacíos o si los
órganos de aplicación (jurisdiccionales y/o administrativos) dan margen de maniobra a los partidos.
Dado que nuestro sistema de control de constitucionalidad y de legalidad en materia electoral se
centra en el autointerés de los actores, la efectividad depende en buena medida del grado de
judicialización –impugnación- de las listas en cada contienda.
La ley 24.012 estipulaba que “Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del
30 % de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas.
No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos”.
Este único párrafo, sin embargo, debió terminar delinéandose a través de los fallos de la Cámara
Nacional Electoral. El modelo de efectividad fue el siguiente:
Fallos
Este esquema de interacción también lo podemos aplicar a la implementación futura de la nueva ley
de paridad.
El presente trabajo indaga sobre los vacíos normativos que moldean la discrecionalidad
reglamentaria entendida como la brecha de cuestiones a resolver por actores extra legislativos:
Poder Ejecutivo y Poder Judicial. Cuando las leyes definen todas las dimensiones del tema sobre el
que legislan de manera detallada, se supone que la discrecionalidad reglamentaria es baja. Cuando
las leyes dejan áreas sin resolver, la discrecionalidad es alta.
En el presente trabajo no indagamos sobre el proceso político/legislativo 29 que llevó a la ley vigente
en casa caso, sino que comparamos las legislaciones subnacionales y nacional sobre paridad de
género teniendo en cuenta los aprendizajes normativos que recorrió la ley de cupo de 1991 y las
dimensiones deseables para evitar judicialización, omisiones y en definitiva potenciar la efectividad
de las normas.
Los antecedentes a las leyes de paridad que deben ser insumos para redacciones
29Partimos del supuesto que la ley sancionada es la ley que pudo realizarse.
rigurosas.
Hablar de cupos y de paridad en el acceso a los cargos y, en especial, a los cargos públicos electivos
es hablar de igualdad.
Los clásicos la han ubicado y justificado en hechos que le son comunes: todos los hombres son
iguales porque todos mueren (Hobbes,1999) o porque todos pueden hacer daño a otros
(Hobbes,1979) o porque todas las criaturas son de la misma especie o tienen las mismas facultades
(Locke, 1991) o todas se procuran la subsistencia mediante el trabajo (Quesnay,1991). En otras
palabras, la igualdad –como igualdad natural- es una tesis descriptiva.
Para poder sostener el argumento, se ignoran las diferencias: ni se las valoriza ni se las
desvalorizan, ni se reprimen ni se violan. Al no considerarlas, quedan en manos de las relaciones de
fuerza.
Van a ser las declaraciones de derechos y de independencia de las revoluciones liberales la que
establecerán a la igualdad como un principio normativo. Este salto no es siempre bien valorado.
Así, la Declaración de Derechos de Virginia de 1776, considerará la igualdad natural como fuente
de derechos: “… todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen
ciertos derechos innatos”. Mientras el “son” es descriptivo, a ese ser se le imputan “derechos”.
Pero será la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1989 la que
definitivamente configura la igualdad como norma prescriptiva:
“…considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las
únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos, han decidido exponer, en
una declaración solemne, los derechos naturales ,inalienables y sagrados del hombre, con el fin de
que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, le
recuerde permanentemente sus derechos y sus deberes; con el fin de que los actos del Poder
Legislativo y los del Poder Ejecutivo, al poder ser comparados a cada instante con la meta de toda
institución política, sean más respetados; … la Asamblea Nacional, reconoce y declara … los
siguientes derechos del hombre y del ciudadano: … Los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Desde entonces, la igualdad no es un hecho sino un deber jurídico (Girotti) y significó también
dejar a las diferencias naturales y, luego, sociales o culturales en el plano de los hechos. Esto que
hasta parece simplemente lógico no fue tan claro en la práctica y en la teoría.
Ubicar la igualdad en el plano de lo jurídico, del deber ser, rescata las diferencias, colocándola en el
plano de lo empírico; ya que no las necesita para justificarse. Ahora la justificación está en los
valores y, en especial, en la idea de justicia. De esta forma, igualdad y diferencia son conceptos que
se manejan en planos distintos que se complementan y redefinen entre sí.
No es éste el lugar para profundizar acerca de ellas. Básicamente, estos estándares establecen que
ciertas clases o categorías creadas a partir de la edad, el sexo, raza o color, la condición social, el
idioma, la religión, la pertenencia política por las normas jurídicas o ciertas conductas fundadas en
esas clases son sospechosas de encubrir un trato injusto, discriminador y deben ser evaluadas con
detenimiento a fin de esclarecer si se basan en motivos razonables o esconden un trato desigual e
injusto. Y que evaluación del nivel de eficacia del “derecho a la igualdad” debe hacerse sobre datos
reales, empíricos, y no sobre la vigencia formal de las normas.
Este conjunto de nuevos conceptos desemboca en las llamadas “acciones positivas” como medidas
legales especiales –desigualdad jurídica- para un determinado grupo desfavorecido con la finalidad
de acelerar la eliminación de los factores que obstruyen su equiparación social, económica o
cultural. Desde su origen han sido y continúan siendo una de las soluciones jurídicas más
polémicas: se positiviza la desigualdad a fin de provocar cambios valiosos en la realidad. Entre
ellas, el cupo o cuota para accesos a cargos públicos (mujer), al trabajo (discapacidad), a la
educación (condición social), etc., y la paridad para el acceso a los cargos electivos y partidarios por
razones de género.
Así el derecho no solo “reconoce” la igualdad sino que es herramienta activa de su promoción real.
Una breve línea de tiempo –luego de aquellos hitos fundantes dela Declaración Universal y
Americana de Derechos Humanos- nos da idea de la evolución temporal del concepto de igualdad,
de igualdad de género y paralelamente su internalización en el derecho local mediante el trípode
eficacia: ley, fallos, reglamentación.
· serán elegibles para todos los organismos públicos electivos establecidos por la legislación
nacional en condiciones de igualdad, sin discriminación alguna; (art.2)
· tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas
establecidas por la legislación nacional en igualdad de condiciones que los hombres, sin
discriminación” (art.3)
1979.- ONU.- Convención sobre eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW, por sus siglas en inglés):
· Destaca que leyes que declaran formalmente la igualdad pueden producir mayor
desigualdad;
· Obliga a los estados parte a adoptar medidas afirmativas (acciones positivas) de carácter
temporal a fin de promover el adelanto de las mujeres y la igualdad de género. (Igualdad sustantiva
enfocada en los resultados)
b)Adoptar todas las medidas que corresponda para eliminar los prejuicios basados en la idea
de la inferioridad o la superioridad de uno de los sexos o en la atribución de papeles
estereotipados al hombre y a la mujer, que obstaculizan el acceso de la mujer a la esfera
política y su participación en ella, y adoptar enfoques inclusivos respecto de su participación
política;
c) Alentar encarecidamente a los partidos políticos a que supriman todos los obstáculos que
discriminen, directa o indirectamente, contra la participación de la mujer, a que desarrollen
su capacidad para analizar las cuestiones desde una perspectiva de género y a que adopten las
políticas necesarias a fin de promover la capacidad de la mujer para participar plenamente en todos
los niveles de la adopción de decisiones dentro de los propios partidos; insta a los Estados a que
adopten diferentes medidas de alcance integral para asegurar esa participación igualitaria.
En la República Argentina:
1921-1930. Algunas constituciones provinciales le otorgan el derecho a votar a las mujeres (Santa
Fé, San Juan)
1929. Fallo CSJN 154:283- Causa Julieta Lanteri de Renshaw: la Corte Suprema de la Nación le
niega el derecho a inscribirse en el padrón electoral nacional, considerando razonable que se le
exima del deber de votar.
1947. Ley nº 13.010 reconoce a las mujeres el ejercicio de sus derechos políticos, con padrón y
mesas electorales diferenciadas de las masculinas.
· se autoriza a los partidos políticos (integrados solo por hombres) a la inclusión de mujeres
en sus listas de candidatos siempre que integraran una de las asociaciones femeninas que actuaran
bajo el amparo de su personería política.
1991- Ley 24.012 de cupo por género (30 %) en las listas de candidatos públicos electivos (se
entiende diputados de la Nación).
· el 30% es el mínimo.
· se establece una tabla que el porcentaje de mujeres a ser incluidas cuando el 30%
determinare fracciones menores a la unidad.
1993- Fallo CNE: “Silvestri, José Luís S/Acción de amparo (Unión Cívica Radical)” del distrito de
Mendoza” la Cámara Nacional Electoral no reconoce el derecho a impugnar una lista por
incumplimiento del cupo, antes de que esta se oficialice ante las autoridades electorales.
1993- Fallo electoral de 1ªInstancia de Capital Federal: causa “Bousquet, Jorge L.s/ planteo de
inconstitucionalidad ley 24.012”. Declara constitucionalidad de la ley y la ubica entre las “docentes
y educadoras.. que tienden a acelerar los hechos sociales, a modificar la cultura de los pueblos”.
(Exp. 404.135)
1993- Fallo CNE: “Partido Justicialista s/ presenta lista de candidatos a diputados nacionales”
decide que la ley 24.012 es de orden público ya que está interesada la organización institucional de
la Nación. (fallo 1567/93)
1993-2000- algunos los jueces electorales de primera instancia sostuvieron que la expresión
“probabilidad de ser electas” no significaba “posibilidad de serlo”, por lo que se ajustaba a la ley la
ubicación de una mujer cada dos hombres, aunque las posibilidades reales del partido se limitaran a
obtener una o dos bancas.
1994 en adelante: se dictan leyes electorales provinciales que adoptan el sistema de cuotas para las
listas a cargos electivos.
1993 -1995- Fallos: La jurisprudencia interpretaba que el cupo se contaba desde el segundo lugar;
siendo indiferente el sexo del primer candidato.
· art 37 que establece la igualdad real de oportunidades entre mujeres y habilita las “acciones
positivas”;
· cláusula transitoria segunda ordena que las medidas de acción positiva que se dictasen en el
futuro no podrán ser inferiores a las existentes al tiempo de sancionarse la Constitución, es decir, no
podían ser inferiores al treinta por ciento.
1995- Fallo CNE causa “Consejo Nacional de la Mujer s/ impugna listas” se decide que no cumplir
con el cupo en las listas es restringir y vulnerar el derecho del sufragante.
1995 –Fallo CNE 2020/95: La Cámara Nacional Electoral resuelve que no se aplica la ley 24.012 de
cupo para la elección de los tres Senadores introducida por la reforma constitucional de 1994, ya
que “no hay lista”.
· es producto del Acuerdo de Solución Amistosa del Estado Argentino ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, para solucionar la causa María Teresa Merciadri de Morini,
donde ella reclama por no respetarse el cupo legal en lista de 1993 (estaba ubicada cuarta en la lista
de diputados de la Nación).
· incluye la lista de senadores dentro de la ley, disponiendo que debe alternarse un hombre y
una mujer titulares y suplentes.
· incluye a las listas de convencionales constituyentes (igual que diputados).
· dispone que nunca puede ubicarse tres personas seguidas del mismo sexo.
· resuelve que en caso de vacancia antes de la elección, debe reemplazarse su lugar en la lista
por otra mujer.
. amplia la posibilidad de impugnar listas (legitimación activa) que incumplan con el cupo a
todos los inscritos en el padrón electoral.
2001: Fallo CNE. nº 2931/01 Se rechaza una lista integrada solamente por mujeres, entendiendo
que el cupo es a favor de ambos sexos. La disidencia va sostener que el cupo “establece un trato
preferente a favor de uno de los géneros”.
· elimina la prohibición expresa de tres personas seguidas del mismo sexo; pero, de su texto,
la aplicación de la cláusula transitoria décima de la Constitución Nacional y la progresividad de los
derechos humanos se interpreta que se mantiene su imposibilidad.
· la ley 26.191 deroga la ley 25.611 y sus decretos reglamentarios por lo que hay dudas
acerca de la vigencia de esta modificación al dec.1246/00.
2017- fallo CNE- “Villar, Daniel Osvaldo c/Unión Popular O.N. s/formula petición”, la Cámara
decide la caducidad del partido político por no cumplir con el cupo en los cargos internos.
2017- Fallo CNE - Causa: Incidente de Ciudad Futura nº 202-Distrito Santa Fé-s/elecciones
primarias-elecciones 2017” (Expte. Nº CNE 5385/2017/1/CA1). La Cámara ordena de oficio – sin
pedido de parte- la invalidez de una lista integrada solamente por mujeres y ordena a presentar una
nueva compuesta también por varones.
Como ya lo dijimos anteriormente, las listas paritarias fueron innovación provincial. En el año
2000, Santiago del Estero aprobó la primera ley de paridad del país (Ley 6.509), y a continuación
Córdoba ese mismo año (Ley 8.901) estableció el uno y una para las listas de representación. Estos
dos casos deben considerarse como los casos pioneros. Unos años después, en 2002, Río Negro
(Ley 3.717) hace realidad esta ley. Pero debieron pasar más de 15 años para la segunda ola de
legislación a favor de la paridad. Así en 2016, Buenos Aires (Ley 14.848), Chubut (Ley XII Nº 12),
Salta (Ley 7.955) y Neuquén (Ley 3.053) convirtieron en ley la paridad. Recientemente, 2018, se
aprobó en Catamarca (Ley 5539). Y para cargos nacionales, el Congreso de la Nación, la ley de
paridad se aprobó a fines de 2017 (Ley 27.412). Estas dos últimas experiencias, deberán ponerse a
prueba en las elecciones legislativas d e2019.
De acuerdo a las leyes de paridad vigentes en el orden subnacional y nacional encontramos una
tendencia general a la debilidad normativa, dando espacio a la discrecionalidad reglamentaria y al
proceso judicial. Al igual que la ley nacional de cupo de 1991.
30Primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Aclaración: Los casos de Santiago del Estero,
Córdoba y Río Negro no tienen PASO.
A cada una de estas dimensiones les otorgamos valores (ver Anexo 1) y a partir de ello pudimos
obtener un mapa de la discrecionalidad reglamentaria de las leyes vigentes en el orden
subnacional y nacional. Ubicamos los casos teniendo en cuenta las dos dimensiones: efectividad en
las listas (alta y baja) y en efectividad en los partidos (alta y baja).
Los casos donde la discrecionalidad reglamentaria se ve más limitada son Chubut y el orden
nacional, puesto que las áreas difusas son menos. En el otro extremo se encuentran Santiago del
Estero, Salta y Neuquén donde se debería avanzar en precisiones normativas en las dos dimensiones
estudiadas.
Los desafíos actuales en relación a una composición paritaria de listas no es materia excluyente de
las provincias que no tienen ley de paridad. Como vimos en el apartado anterior la discrecionalidad
reglamentaria conspira contra la efectividad en el armado de las listas aún en los casos donde hay
ley.
Debe recordarse que en el orden nacional, cada juez electoral, en el marco de su competencia,
puede y debe ordenar la adecuación de las listas para garantizar la participación de las mujeres. Sin
embargo, no siempre los veinticuatro jueces electorales federales aplican iguales criterios o no
ejercen el control con la misma intensidad con respecto a las distintas listas de su jurisdicción.
Prueba de ello es el caso de la elección a diputados de la Nación año 2015. El Frente de Izquierda
-FIT, que no renovaba bancas, tenía que presentar una lista cuyo segundo lugar debía estar ocupado
por una mujer (art. 4 del Decreto 1246/2000.), pero presentó una lista resultante de las PASO que
incumplía con este requisito, y el Juzgado ordenó de oficio su adecuación. El Frente apeló la
sentencia y el caso pasó a la Cámara Nacional Electoral, quien resolvió mediante un fallo del 24 de
septiembre de 2015 que “Tribunal asume el rol de garante del cumplimiento de las medidas que
procuran la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos
electivos y partidarios”. Pero, por otro, el mismo Juzgado no ejerció el debido control con la lista
de UNA, que oficializó su lista con tres varones consecutivos en los lugares 18, 19 y 20. A pesar de
la reiteración de este principio en la jurisprudencia de la Cámara Electoral, un estudio de ELA
(2015) mostró que se seguían registrando incumplimientos en 4 provincias: Misiones (3 de 6 listas
incumplen), provincia de Buenos Aires (1 de 5), Salta (1 lista de 4) y Santa Fe (1 de 6).
Los motivos del incumplimiento continúan siendo los mismos que se registraron en las PASO: las
listas no cumplen con el porcentaje mínimo de mujeres establecido en la legislación; no se cumple
con la alternancia por sexo (hay más de dos varones seguidos en las listas); y en ocasiones no se
incluyen mujeres en las listas de suplentes. El caso más preocupante continúa siendo el de
Misiones, en el que sucesivamente la mitad de las listas presentadas – y oficializadas por la Justicia
Electoral- para competir en las elecciones incumplen con la normativa sobre cupo femenino.
Un motivo relevante es que por deficiencias en la redacción de la ley 26.571 de PASO, que habla de
oficialización por parte de las Juntas Electorales Partidarias (artículos 27, 29, 30) los jueces
electorales tienden a interpretar que la normativa que regula las primarias no los obliga a actuar de
oficio.
¿Cómo aprovechar esta experiencia en la reglamentación de la paridad?
las listas: transición entre PASO y generales, no incluye el distrito regional para
parlamentarios del Mercosur, no incluye prueba de género
En partidos: es precisa, aunque débil puesto que sólo estipula el 50% de presencia de
mujeres, sin especificar cargos de decisión o autoridad de relevancia.
Creemos que hay algunos ejes para una reglamentación de la ley nacional 27.412 de paridad de
género en los ámbitos políticos que deben ser tenidos en cuenta:
El orden nacional combina PASO con generales: la actuación de oficio por parte de la
justicia electoral debe precisarse de modo que la conformación de listas para las elecciones
generales logren una combinación eficiente entre proporcionalidad de votos y género del
partido. No debe quedar al azar qué partido aporta el lugar por género.
La reglamentación debe incluir la prueba de género con Documento Nacional de Identidad.
A su vez, la reglamentación debe incluir registración on line y automatizada de las listas de
precandidatos y candidatos a fin de un efectivo y rápido control del cumplimiento.
El distrito regional de los Parlamentarios del Mercosur no se encuentra legislado. Debe
incorporar la sucesión vertical (suplente de distinto género) u horizontal (próxima elección
lista encabezada por (pre)candidato/a de otro género.
Bibliografía:
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Piscopo, Jennifer. States as Gender Equality Activists: The Evolution of Quota Laws in Latin
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Anexo 1
En LISTAS Total
PASO No debe Incluye: 1 Omisión: 0 1
cumplir : 1
GENERALES Alternacia 50% sin Distrito Distrito 2/1
y alternanci único con único se
secuenciali a ni secuenciali omite: 0
dad: 1 secuenciali dad: 1
dad: 0.5
OFICIALIZA Paso a General: 1 Sin 2
CIÓN general: 2 actuación
de oficio: 0
VACANCIAS Sí: 1 No: 0 1
Total 6/5
*Valor máximo hasta 6 cuando el sistema electoral combina distritos de
magnitud múltiple con distritos de magnitud 1 /distrito único
Introdução
O Conselho Municipal dos Direitos da Mulher (CMDM) em Pelotas/RS foi criado pela Lei
Municipal nº 3.552/92 e reestruturado através da Lei Municipal n.º 6.078/14. Esta o descreve como
um órgão público de natureza permanente, com composição colegiada e com caráter deliberativo,
consultivo, propositivo e fiscalizador em âmbito municipal, sendo vinculado à Secretaria que
responda pelos Direitos Humanos no âmbito da Prefeitura.
Porém, nem todas as áreas de ação pública estatal possuem conselhos obrigatórios. Os
conselhos de direitos da mulher são de iniciativa e organização da sociedade local de cada
município ou estado e vinculam-se ao Conselho Nacional de Direitos da Mulher (CNDM), criado
em 29 de agosto de 1985 pela Lei n.º 7.353. São instituições recentes que dependem do grau de
organização da sociedade civil para existir e funcionar. Dessa forma, surge o interesse em pesquisar
a atuação do Conselho Municipal dos Direitos da Mulher no município de Pelotas. A atuação deste
se faz em uma cidade que é a quarta mais populosa do estado, que fica na região sul do país, com
cerca de 350 mil habitantes. A investigação realizada baseou-se em um estudo empírico, que
utilizou a metodologia qualitativa através de observação participante no período de dois anos
(2016-2017), e entrevistas semiestruturadas com conselheiras de Direitos da Mulher de
Pelotas/RS/Br.
O CMDM de Pelotas, o qual foi criado no ano de 1992, previa a presença de quinze
conselheiras, sendo nove representantes da comunidade, seis mulheres representativas de
instituições públicas. Atualmente, sob o regimento da Lei Municipal nº 6.078/14, o Conselho
Municipal da Mulher é composto por vinte e uma conselheiras e suas respectivas suplentes, sendo
sete representantes da sociedade civil, sete do Poder Público Municipal e sete de instituições
públicas e particulares. Há previsão, ainda, de que o CMDM deverá conter uma Coordenação
Executiva, composta por uma coordenadora, uma vice-coordenadora, uma secretária-geral e uma
secretária-adjunta. Assim como o Colegiado, tal Coordenação deverá ser eleita, sempre no mês de
abril de cada ano ímpar, para um mandato de dois anos, permitida uma única recondução. As
reuniões se darão de forma ordinária mensalmente e, extraordinária, sempre que se fizer necessário.
Assim, apesar das críticas correntes sobre a atuação de Conselhos de políticas públicas no Brasil, o
Conselho Municipal de Direitos da Mulher, em Pelotas, tem demonstrado persistência e ampliação
da participação social em sua composição, o que justifica um olhar mais analítico para compreender
de que foram de dá a representação e participação das mulheres nesse espaço.
Apesar das conquistas indubitáveis nas últimas décadas em termos de direitos das minorias
políticas, existem áreas político-sociais pouco permeáveis às mudanças. A ausência feminina nos
espaços legislativos brasileiros é uma delas. A política partidária e profissional tem se mostrado
resistente à representação das mulheres (FERREIRA, 2004; BRASIL, 2014; REZENDE, 2017).
Entretanto, mesmo com dificuldades a luta feminista tem conseguido estabelecer sua agenda junto
ao Estado e realizado conquistas importantes tanto para si, como para o conjunto da sociedade
brasileira.
Essas instituições têm permitido que a pauta das mulheres e seus direitos sejam uma
constante no cotidiano das cidades fazendo com que grupos de mulheres se reúnam para estabelecer
pautas de ação e promovam articulações políticas em diversos níveis da federação brasileira para
obter respostas públicas no atendimento de suas demandas. Dessa forma, as estruturas de poder tem
sido desacomodadas, tanto o Executivo como o Legislativo, ao serem pressionados a responder as
demandas femininas como será visto na próxima sessão sobre o Conselho da Mulher em Pelotas-
/RS.
A criação do Conselho Municipal dos Direitos da Mulher de Pelotas foi fruto de uma
mobilização de mulheres organizadas na cidade, em especial do Movimento Contra a Violência à
Mulher – integrado por representantes femininas da Igreja Católica, do Partido dos Trabalhadores,
de sindicatos de professores e de mulheres autônomas. O estopim para a significativa mobilização
de mulheres, segundo Santos (2007, apud SCHULZ; RODRIGUES; MENDES, 2013), teria sido a
ocorrência de três assassinatos de mulheres, entre maio de 1989 e abril de 1990.
Já sob a vigência da lei que o reestruturou, na gestão 2015/2017, através da Portaria nº 002,
de 12 de janeiro de 2015, o então Prefeito de Pelotas, Eduardo Leite, nomeou as conselheiras que
passaram a integrar o CMDM. Nesse período, não obstante a previsão legal de que o Conselho
deveria ser composto por 21 conselheiras, sendo sete representantes de cada seguimento, o
Conselho restou composto por oito representantes de instituições públicas e privadas, oito
representantes da sociedade civil e apenas cinco representantes do Poder Público Municipal.
Diante do exposto, percebe-se que a sociedade civil, nas duas gestões, encontrou-se
representada em número superior, em comparação ao Poder Público. Não obstante a previsão legal
de que a todos os seguimentos estariam reservados assentos em número igualitário, na gestão de
2015/2017, o Poder Público foi representado por cinco conselheiras, enquanto que a sociedade civil
e as Instituições públicas e privadas restaram com oito representações cada. Ademais, no tocante à
eleição da gestão 2017/2019, além das vinte e uma entidades eleitas, nove foram nomeadas como
suplentes, sendo duas de instituições públicas e privadas e sete da sociedade civil.
Tal composição vai de encontro à realidade encontrada por Abers & Keck (2008) para a
maioria dos conselhos, que tem em metade de seus membros a figuras de representantes do
Executivo. Essa conformação especifica do CMDM de Pelotas diminui o controle do Estado sobre
a sua atuação. Tal fato pode ter contribuído para que, na gestão de 2015/2017, o Poder Público
deixasse de indicar representantes em número suficiente para ocupação de todas as cadeiras no
Conselho. Uma explicação possível para tais dados se encontra na percepção, destas pesquisadoras,
de que existe uma preocupação no interior do Conselho da Mulher, expressa pelas conselheiras, de
que haja uma concentração maior de poder nas mãos da sociedade civil.
Essa preocupação restou confirmada mediante a fala da conselheira Neusa Couto Ledesma,
que havia sido indicada como Presidente da Comissão Eleitoral, em assembleia realizada no dia 05
de março de 2017, e que assim respostou consignada em Ata:
Foi pontuado que, ainda que não esteja regimentado, sugere-se por entender cuidados com
a pluralidade que este espaço deve manter, que os Partidos Políticos e os órgãos gestores
não ocupassem a presidência em razão de ser um fator de estranhamento e dificuldades na
condução dos trabalhos e objetivos do conselho que é o de promover os direitos das
mulheres. Considerando o grave momento político-econômico em que vivemos, mais do
que nunca se faz necessário que o Conselho cumpra a sua função primordial que é realizar
proposições e a fiscalização das Políticas Públicas para as mulheres, atuações direcionadas
e que não representem a pluralidade das mulheres não somarão aos desafios colocados
(CMDM. ATA N.º 05/2017).
Nesse sentido, vale apontar que um dos fatores que concede legitimidade à representação
existente no CMDM de Pelotas reside precisamente nesse desequilíbrio na distribuição do poder em
seu interior, uma vez que este se encontra concentrado em maior grau nas mãos daqueles que serão
mais afetados pelas decisões políticas tomadas em sua área de atuação, ou seja, a sociedade civil.
Por outro lado, necessário se faz evidenciar que essa variedade e multiplicidade de setores
representados é o que fortalece a atuação do Conselho em epígrafe, uma vez que nesta se reflete.
Nesse sentido, o grande aumento no número de Conselheiras na gestão 2017/2019 retrata, não
apenas uma expansão do interesse das entidades em serem representadas nesta área em que o
CMDM atua, mas também a ocorrência de uma sensibilização tanto do Estado quanto da sociedade
civil, o que culmina em uma maior visibilidade para a questão. A divulgação e sensibilização
citadas levam ao questionamento sobre em que medida tal espaço não vem contribuindo para
construção do que Giddens (1996) chamou de democracia dialógica.
Nesse sentido, vale destacar a fala da então Coordenadora, Diná Lessa Bandeira, que atribui
ao número de instituições que se somaram ao Conselho o seu fortalecimento e credibilidade:
[...]
Eu acho que o número de instituições que vêm se somando ao longo deste período nos
fortalece. Eu acho que isso a gente conseguiu fazer. Acho que é legal. O número de
instituições que estão lá, os conselheiros...Foi, era, quando a gente assumiu, era a nossa
meta, né?! Fortalecer institucionalmente o conselho (Informação verbal 33).
[...] Daí apresentamos um esboço, de que era o Plano Nacional e de que seria o Plano
Municipal. Na ocasião, convidei alguns professores, professora Patrícia que é da
Consciência Política da Federal, para falar das estratégias do Plano, e a partir dali
começamos a nos reunir quinzenalmente com os órgãos envolvidos na política das
mulheres, quais sejam: o Gamp, o Centro de Referência para as Mulheres Vítimas de
Violência, o próprio Conselho da Mulher, a OAB participou de algumas reuniões, a UFPel
e a UCPel, através do Observatório, e fizemos algumas reuniões, convidamos também...A
nossa maior dificuldade...nós convidávamos, porque os gestores têm que participar, isso aí
foi uma dificuldade muito grande que eu encontrei, porque nem todas as Secretarias tinham
um entendimento claro da importância do Plano. Então, nós nos reuníamos quinzenalmente
pra tentar fazer isso.
33Fala da conselheira do CMDM Diná Lessa Bandeira em entrevista concedida a esta
pesquisadora, no dia 10 de setembro de 2017, em sua residência.
Ao longo de seus vinte e cinco anos de existência, o CMDM de Pelotas vem dando voz a
mulheres semianalfabetas, vítima de violência doméstica, homossexuais, dentre outras. Valendo
referir, ainda, que nesse período houve um número significativo de mulheres negras ocupando o
cargo de coordenação, como no caso de Diná Lessa Bandeira, que esteve à frente do CMDM
durante as gestões de 2013/2015 e 2015/2017, e Luciana Custódio, eleita no último processo
eleitoral para estar à frente da gestão até o ano de 2019.
Tal fato não corresponde a uma característica da cidade de Pelotas e nem mesmo do país,
porque, historicamente, cargos de direção não são destinados às pessoas negras, muito menos a
mulheres negras. Os índices e a forma como o poder se estrutura no Brasil demonstram a exclusão
desta, que é a população mais pobre, mais discriminada e mais aleijada dos espaços de poder. Como
destaca estudo da SEPPIR intitulado “A participação das mulheres negras nos espaços de poder”
(201335):
E, nesse sentido, é importante ressaltar que o Conselho está se mostrando como um espaço
importante de acesso a essa população. Dessa forma, a simples ocupação desse espaço por esses
sujeitos sociais já representa um avanço simbólico e efetivo na construção democrática brasileira.
Essa questão se reflete e tem impacto, pois quando pensamos na questão das cotas de
participação de mulheres em Partidos Políticos, por exemplo, sua criação se justifica exatamente em
virtude da dificuldade que esse público tem de acessar esses espaços de poder. Ademais, dentro de
uma estrutura de Partidos Políticos e em uma sociedade capitalista, como a nossa, a possibilidade
que possui essa mulher negra de ser indicada como candidata a um cargo político, é irrisória.
[...] dentro do nosso partido tá bem difícil pra trabalhar a questão das mulheres fazerem
parte do Executivo. Nós temos um Estatuto que prevê 30% dos cargos, dentro do partido,
de mulheres. Tu sabe que os homens...é bem difícil tu conseguir entrar as mulheres num
espaço masculino, que sempre foi deles. Então um pouco dessa resistência de nós mulheres
conseguir o nosso espaço. Mas a gente lá não desistiu e não vai desistir. Tanto que a gente
pediu a impugnação da nova eleição por ter uma mulher apenas no Executivo. Eu acho que
a gente tem que cumprir as cotas, da dentro do estatuto? Então vamos cumprir. A gente tem
que batalhar por direitos iguais. Eu acho que é bem por aí. Isso me motiva bastante, de não
desistir. Um dia a gente vai ter os direitos iguais. [...] Eu acho um avanço bem importante
de o núcleo das mulheres participar do Conselho. Já foi um ganho bem grande pra nós
mulheres, dentro do nosso núcleo de mulheres, dentro do Conselho, Eu acho que os
partidos políticos tem que para um pouco com essa política suja e viver um pouco do
social, né? E a gente tá batalhando um pouco pra ter esse espaço.
Dito isso, a conquista desse espaço de poder junto ao CMDM representa um marco, pois
significa a essas mulheres o efetivo exercício de alguma influência, ou seja, o exercício de poder,
que antes não existia. Trata-se de uma representação que não se dá no âmbito eleitoral, mas que é
tão legítima quanto e que só pode ser concebida em uma sociedade democrática, quando pensada
em sua forma plural.
Neste caso, portanto, fazendo uma análise a partir das duas formas de introdução dos atores
sociais no processo de decisão, preconizada por Souza (2004), cabe apontar que no âmbito do
CMDM, este não se limita apenas a concessão de voz, mas, sim, à possibilidade de empoderamento
e de consequente mudança na assimetria do poder entre os atores sociais locais. Por outro lado, a
composição do Conselho traz ao debate representante de setores de excluídos, bem como os
próprios excluídos (LÜCHMANN, 2007). E, nesse sentido, o fato de que essas representantes
correspondem à essência e ao foco das questões ali tratadas também contribui com a sua
legitimidade.
Conclusão
Mas de que forma a experiência do CMDM de Pelotas/RS tem contribuído com a construção
democrática? As mulheres têm construído um espaço de vivência politica que se aproxima da
construção do que Giddens (1996) chamou de democracia dialógica. Os dados observados nesse
sentido são a sensibilização da sociedade civil pelotense e do Estado, da legitimidade da
representação no CMDM em virtude da variedade e multiplicidade de sujeitas e setores sociais de
mulheres, a participação políticas das mulheres, a busca constante da construção de um espaço de
inclusão que permita a existência e valorização das diferenças, a promoção do acesso a populações
tradicionalmente excluídas da vida política e dos espaços de poder, como as mulheres negras, e a
construção simbólica do exercício do poder.
Referências
BRASIL. Mulheres na Política. Pesquisa realizada pelo DataSenado. 2014. Disponível em:
https://www12.senado.leg.br/institucional/procuradoria/proc-publicacoes/cartilha-mulheres-na-polit
ica
CUNNINGHAM, Frank. Teorias da democracia: uma introdução crítica. Tradução de Delmar José
Volpato Dutra. Porto Alegre: Artmed, 2009.
FERREIRA, Mary. Representação Feminina e a Construção da Democracia no Brasil. VIII
Congresso Luso-Afrobrasileiro de Ciências Sociais. Coimbra. 2004. Disponível em:
https://www.ces.uc.pt/lab2004/inscricao/pdfs/painel29/MAryFerreira.pdf
Acesso em 30 de junho. 2018.
GIDDENS, A. Para além da Esquerda e da Direita. O futuro da política radical. Tradução: Álvaro
Hattnher. São Paulo: Ed. da UNESP, 1996.
PATEMAN, C. Participação e teoria democrática. Tradução de Luiz Paulo Rouanet. Rio de Janeiro:
Paz e Terra, 1992.
SOUZA, C. Governos Locais e a gestão de políticas sociais universais. São Paulo em Perspectiva,
n. 18, v. 2, p. 27-41, 2004. Disponível em: <http://www.scielo.br/pdf/spp/v18n2/a04v18n2.pdf>
Acesso em 21 de abril de 2016.
SCHULZ, R.; RODRIGUES, D.; MENDES, A. A atuação feminina nos Conselhos da Mulher: um
estudos dos Conselhos de Pelotas e de Santa Cruz do Sul/RS. REVISTA DEBATES, Porto Alegre,
v. 7, n. 3, p. 149-168, set.-dez. 2013.
Rocío Minino.
rociosolmininno@gmail.com/ UNR
Marco Gaiero
gaiero47@gmail.com/ UNR
Área temática
Género y Democracia
Resumen
Mediante este escrito nos proponemos analizar los discursos hegemónicos elaborados en torno al
cuerpo de las mujeres que tiñeron el período 1874 -1945, buscando intervenir en la constitución de
la institucionalidad del incipiente “Estado Argentino”. El objetivo principal es realizar un análisis
crítico sobre los diferentes marcos legales y prácticas políticas pensadas desde el heterosexismo y
la doctrina de la doble moral.
Los cuerpos en estado de sitio son sometidos, obligados, reglamentados, inspeccionados, en esta
línea se inscribe nuestro análisis sobre la prostitución en la ciudad de Rosario. Asimismo
buscaremos reflexionar sobre las vivencias de aquellas mujeres que deseaban a otras mujeres en
plena construcción del binomio mujer-madre. En este sentido, analizaremos la forma en que se
construyen las políticas y las prácticas públicas a partir de la compleja relación entre la política, las
creencias, el género y los saberes sanitario-hegemónicos. En síntesis, partiremos de concebir el
binomio mujer-madre como una construcción social que atravesada por las creencias, impidió el
pleno goce de los derechos civiles, sociales y políticos.
Introducción
En nuestro recorrido histórico nos proponemos como objetivo general repensar algunas
experiencias vinculadas con las sexualidades y el lugar que ocupaba la reproducción para las
argentinas en las primeras décadas del siglo XX. Partimos del supuesto que tanto la represión sexual
como la obligatoriedad de parir la “raza” fueron elementos fundacionales en la construcción de la
subjetividad femenina.
En consecuencia, en la primera parte de este escrito, buscaremos describir las formas que asume la
ausencia de libertades sexuales y reproductivas para las mujeres, particularizando en las
trabajadoras en la primera mitad del siglo pasado, en un momento histórico en que la situación
social empeoraba.
En segundo lugar señalaremos como se configuraron las diversas subjetivadas que iban en contra
del modelo heterosexual que ejercía una presión tenaz tanto sobre varones y mujeres, estableciendo
una pauta de conducta y comportamientos basados en formar hombres, que sean el sostén del hogar
y mujeres que estén al cuidado del mismo.
Así, se intentara señalar, en base a una revisión bibliográfica como la homosexualidad era ejercida
en nuestra sociedad durante gran parte del siglo pasado centrándonos en el papel de aquellas
mujeres que hasta cierto punto, a pesar de no ser un tema de debate durante dicha época, combatían
la heteronomía y daban lugar a reconstruir cierta idea de compromiso que dicho sistema asimilaba
para ese entonces. Aquí partimos de suponer que a comienzos del siglo XX la homosexualidad
estaba condicionada por un contexto de fuerte represión ejercida desde el Estado y los sectores
eclesiásticos y se caracterizó particularmente por su silencio y su clandestinidad.
En el tercer apartado nos interesa recuperar el rumbo que las diferentes ordenanzas municipales le
dieron a la prostitución en la Ciudad de Rosario en el marco de su reglamentación durante las
primeras décadas del siglo XX.Es así como “se impuso entre 1874 y 1932 un sistema conocido
como prostitución reglamentada que combinaba aspectos sanitarios, políticos-administrativos y
policiales validos tanto para prostitutas como para casas de tolerancia” (Múgica, 1999, p.1).
En suma, este artículo busca hacer foco en: establecer el vínculo entre la marcación estricta de
“cierto comportamiento femenino” en la primera mitad del siglo XX y la construcción de una
institucionalidad estatal fuertemente ligada a la Iglesia que permeaba la lógica societal.
Como señala Dora Barranco (2014) el patriarcado gozaba de sólida salud a partir de su nuevo
empinamiento en el siglo XIX, así era moralmente inaceptable que las mujeres se desempeñaran en
la vida pública, pues el fundamento de esta creencia aludía a la “norma natural” que mandaba
ocuparse de la lumbre hogareña, reproducir y asistir a los suyos. (Barranco, 2014: 17)
Contraer matrimonio y tener hijos era visto como un mandato imperativo que de acuerdo al
imaginario de la época dignificaba el “ser mujer”, en este sentido la virginidad actuaba como un
elemento que incluía “a las buenas” y excluía a las “malas mujeres” de las posibilidades de lograr
un buen matrimonio.
De esta manera, los hoy denominados derechos sexuales y reproductivos en las primeras décadas
del siglo XX representaban luchas, expresión de deseos, y las voces del Movimiento Feminista que
recorría las calles y las plazas de los principales centros urbanos del país.
El feminismo, por esos años, sintetizaba la obligatoriedad de la maternidad con sus consecuentes
derechos, partiendo del supuesto origen común de la opresión femenina, sosteniendo fervientemente
que el mundo no se dividía en ricos y pobres, sino en hombres y mujeres. Así la maternidad como
hecho y proceso biológico-cultural, relata Marcela Nari, era una diferencia que homogenizaba a las
mujeres y reclamaba igualdad en relación a los varones, intentando reformular la maternidad
tradicional dentro de la ideología de la complementariedad y la equivalencia. (Nari, 2004)
Los hoy denominados derechos sexuales y reproductivos en las primeras décadas del siglo XX
representaban luchas, expresión de deseos, y las voces del Movimiento Feminista que recorría las
calles y las plazas de los principales centros urbanos del país.
El feminismo, por esos años, sintetizaba la obligatoriedad de la maternidad con sus consecuentes
derechos, partiendo del supuesto origen común de la opresión femenina, sosteniendo fervientemente
que el mundo no se dividía en ricos y pobres, sino en hombres y mujeres. Así la maternidad como
hecho y proceso biológico-cultural, relata Marcela Nari, era una diferencia que homogenizaba a las
mujeres y reclamaba igualdad en relación a los varones, intentando reformular la maternidad
tradicional dentro de la ideología de la complementariedad y la equivalencia. (Nari, 2004)
En este contexto, como ya señalamos, imperaba la idea de doble moral sexual, noción
suficientemente trabajada por Verónica Giordano. (Giordano, 2014). Consecuentemente las mujeres
vivían una sexualidad controlada, la soltería femenina se toleraba mal, y era “sospechada”, y ser
madres solas implicaba un estigma, así llegar virgen al matrimonio fue un precepto defendido en el
inculcamiento del deber ser femenino. En el mismo sentido las fuentes revelan que hasta mediados
del siglo XX existío la certeza de que la mujer se debía a quien había elegido.
Es interesante la manera que describe Figari el lugar de las mujeres en la primera mitad del siglo
XX, señalando que estas podían asumir dos roles como madres o prostitutas, ambas respondían a la
dualización y a la particular posición de la mujer, fuera como defensora del orden republicano o
instigadora del caos. (Figari, 2009)
Las reglas generales del período indicaban que las mujeres debían ser acompañadas por miembros
de las familias por fuera de sus casas, y no podían estar sin compañía adecuada en lugares como
confiterías, o similares. La hotelería recién en los años 30 levantó las restricciones para hospedar a
mujeres solas, todo se regulaba en función de impedir el goce femenino.
En este sentido las preocupaciones por resguardar la función maternal, conforme al orden “natural”
y “moral” que debía defenderse, perseguían como objetivo prioritario preservar sobre todo a la
futura descendencia; cuestión que estaba por encima de las clases sociales (Nari 2004) .
De esta manera, una buena mujer debía ser angelical, asexuada, responsable no solo de la nueva
generación sino también de la virtud de los hombres y el buen funcionamiento de la sociedad. Ellas
en tanto madres se incluían en otro esquema moral, reducido a lo doméstico y el papel de
reproductora de los discursos y prácticas de la policía medica.
Así, en la década de 1930 se consolidó la eugenesia positiva, que tenía por objetivo afianzar la
reproducción de los considerados superiores, como señalaba Marcela Nari, y en algunos círculos se
defendió la eugenesia negativa que tenía por objeto impedir la reproducción de los considerados
inferiores.(Nari, 2004: 19). Fue la confianza de transformar a los individuos y a la raza a partir de la
adquisición de caracteres del medio y luego su trasmisión por la herencia que posibilitó la eugenesia
negativa, justificada en teorías genéticas que tenían como propuesta limitar la reproducción de
algunos seres humanos. La eugenesia que surge como una ciencia práctica y trae como propuesta la
transformación de la población y en cierta forma la eliminación de los considerados inferiores. Así
desde su llegada al continente americano desde Inglaterra a inicios del siglo XX, fue generando una
relación entre raza y nación, donde la primera se constituyó como un cristal desde donde observar
los distintos sectores sociales y las problemáticas societales en la Argentina en construcción.
Un año importante para comprender el lugar que ocupaban las mujeres en las primeras décadas del
siglo XX, es 1926, cuando se lleva a cabo la reforma de la ley 11.357 sobre los derechos civiles,
cuando se disponen libertades para que las mujeres puedan hacer uso de sus bienes, la norma
ampliatoria habla de équidad civil para varones y mujeres, dejando a las casadas con ciertas
limitaciones. Como señalan Giordano y Valobra (2015), la patria potestad les correspondía a los
varones, tampoco podían renunciar a herencias, donar bienes, y seguían siendo menores de edad
bajo la potestad del marido. (Giordano y Valobra 2015: 58)
En este marco, instituciones como el divorcio vincular, tratado en la cámara de diputados en el año
1932, eran pensadas como flagelos sumamente nocivos, siendo equivalente, como señala Barranco,
a facultar a las mujeres a ser sujetas activas de la volatilidad sexual. (Barranco, 2015: 47)
En este sentido el debate sobre el divorcio que llega a su fin en el extremadamente conservador
senado de la Nación, era pensado como un elemento normalizador del amor y los intercambios
sexuales, particularmente en el caso de las mujeres. Así el divorcio se proponía como un elemento
que vendría a moralizar la sexualidad de aquellos que se encontraban presos de un matrimonio que
en los hechos había finalizado. En algunos casos también se agregó la posibilidad de continuar con
la vida reproductora de aquellas mujeres, que en el marco de una unión fácticamente terminada
difícilmente se daría, sin embargo los anti-divorcio triunfaron.
Sintetizando, hasta aquí observamos que las desigualdades sufridas por las mujeres con respecto a
los varones y la consecuente discriminación legislativa habilitaba una forma de pensar las primeras
políticas públicas, que fueron estructuradas para aquellas en tanto madres y no ciudadanas. En este
sentido, esto permitió que estos años se caracterizaran como momentos de opresión femenina,
imperando los miedos, los silencios y la explotación.
Siguiendo a Maricel Bertolo, el investigar sobre estas cuestiones, se corresponde con la idea de
recuperar las primeras manifestaciones de un orden cultural que asignaba un rol central al papel
reproductivo de las mujeres y prácticamente las excluía del escenario laboral de principios del siglo
XX. Esta realidad se vio reflejada en los primeros proyectos legislativos vinculados con el trabajo
femenino, pero también, en algunos tramos del discurso y de la práctica desarrollada por destacados
referentes del movimiento obrero, tanto varones como mujeres, que sostuvieran posturas
contestatarias de la cultura e ideología dominantes. (Bertolo, 2011)
Aunque la situación de las mujeres que se desempeñaba en la esfera extra doméstica era percibida
en condiciones de inferioridad respecto de los varones trabajadores, requiriendo ineludiblemente la
“orientación” masculina en la defensa de sus derechos de explotada por el sistema capitalista. Desde
los sectores más progresistas se reivindicaba el trabajo remunerado femenino como una alternativa
indispensable para alcanzar su emancipación integral, en la esfera social, política y económica
( Nari 2004).
En contraposición al posicionamiento de las mujeres en el mundo del trabajo, los varones tenían el
rol del vigor y la libertad, su fuerza era el sostén central de los hogares, mientras las tareas de las
mujeres fuera de la casa eran vistas como complementarias, así la figura del obrero, del trabajador
industrial, del resto de las profesiones era predominantemente masculina, invisibilizando a las
mujeres del mundo laboral y por ende de la esfera pública.
Como señala Mirta Lobato (2007), la situación de inequidad de las trabajadoras respecto de sus
pares varones, fue una constante en la primera mitad del siglo XX, y la relación trabajo-maternidad
no se modificó prácticamente a lo largo de las primeras décadas del siglo pasado y se afianzó con la
legislación, ejemplo de esto es la ley 11.317 del año 1924 que estableció la prohibición del trabajo
femenino hasta seis semanas después de haberse producido el parto, un permiso de 15 minutos cada
tres horas para amamantar al bebé, salas cunas para los menores de dos años en los establecimientos
de más de 50 obreras y la prohibición de despido por embarazo. (Lobato, 2007: 261)
En este sentido nace la ley 11.932 sancionada en 1934, que creó la caja de maternidad, en esta
debían afiliarse todas las trabajadoras entre 15 y 45 años de edad, ellas realizaban una contribución,
que sería destinada al salario por maternidad que recibirían durante su licencia maternal y durante el
tiempo que la ley lo estipulase. En ella también realizaban un aporte los empleadores, a posteriori se
exceptuará a las mujeres con salarios muy bajos. En paralelo a la normatividad delineada por los
mandatos sociales, el Estado fue generando información respecto a la relación mercado de
trabajo-mujeres, y en función de esta continuó legislando, en este sentido, entre los informes
realizados el más difundido fue el elaborado por el médico Juan Bialet Massé en la primera década
del siglo XX.
Como indica Lobato (2007), el trabajo de Bialet Massé fue un exhaustivo informe que relató las
condiciones de trabajo de las mujeres en la zona central-norte del país, y agrega que aquel le otorga
sumo valor a la política como instrumento necesario, así entendía que las precarias condiciones del
trabajo femenino podrían deteriorar su salud y en consecuencia sus condiciones para la
reproducción. Durante su relevamiento el médico español destacó las características de las mujeres
criollas, como soberanas del hogar y con gran facultad de adaptación, como señala Lobato (2007),
la investigación contribuía a la teoría epocal que buscaba instalar la ligazón entre hogar-naturaleza
femenina. Sin embargo Bialet Massé destacaba claramente que cuando no había opciones y las
mujeres debían enfrentarse al trabajo fuera de sus ámbitos familiares, era necesario que las
remuneraciones se basaran en una valoración de las actividades. (Lobato, 2007: 225)
El control sobre los cuerpos: la educación física y el papel del discurso medico
hegemónico.
Como se mencionó anteriormente, el papel del médico como portavoz oficial del Estado poseía
una gran estima al interior de la sociedad civil de principios del siglo XX. Durante esta época,
diversos médicos ocuparon cargos importantes a nivel político y su voz representaba junto a la
Iglesia y los miembros de la oligarquía Argentina un instrumento sumamente eficaz que
preponderaba una determinada concepción considerada como “universal e invariable” sobre los
roles de los varones y las mujeres.
Este control sobre los cuerpos se llevó a cabo desde muy temprana edad y las instituciones
educativas de la sociedad argentina jugaron un papel fundamental en la enseñanza de la “cultura
física” de los estudiantes para lo cual los docentes fueron formados en base a un conocimiento
consistente sobre la estructura del cuerpo humano y su anatomía estudiando la forma, la ubicación,
la disposición y los órganos corporales, dotando a los cuerpos de ciertos sentidos y significados
dependiendo del sexo de los mismos (Scharagrodsky ,2016).
En el caso de las mujeres, la descripción de su anatomía se llevó a cabo señalando sus fortalezas y
debilidades tomando como criterio de clasificación al varón , por ende se las describa como más
dóciles, más débiles, de menor altura e inferiores . Por esta misma razón, se buscaba cuidar a las
mujeres, prohibiéndoles el uso excesivo de la fuerza física con el objeto de preservar todas aquellas
cualidades que se consideraban como “naturales” por el hecho de ser niñas: la belleza, el encanto, la
sensibilidad, etc. y su actividad debía ser ejercida de forma suave y delicada (Scharagrodsky, 2016).
A momento de referirnos al control sobre los cuerpos, debemos resaltar que durante la primera
mitad del siglo XX la relación entre los varones y las mujeres era de carácter binario, sexualizada y
jerarquizada. Ciertas características psicológicas se correspondían con la anatomía del cuerpo
femenino y otras con el masculino.
Como se señaló en párrafos anteriores, al interior de este orden, el cual caracterizamos como
jerárquico y sexualizado, las mujeres solo podían cumplir dos tipos de roles: ser madres o
prostitutas, podían ser las encargadas de mantener la especie y enlazar los ideales de la república o
por el contrario ser las hostigadoras del mismo. A su vez, en su posición de debilidad frente a los
hombres, se les atribuía ciertas “enfermedades” naturales como la histeria o la neurosis. (Frigari y
Gemetro, 2009)
Este discurso medico hegemónico, no solo se encargaba de condenar las conductas sexuales de los
varones o mujeres de mitad del siglo XX, sino que criminalizaba a aquellas mujeres que salían a
ocupar el espacio público y se condenaba toda aquella practica que atentara contra un modelo
erótico afectivo basado en la heterosexualidad y en garantizar el desarrollo o mantenimiento de la
familia nuclear o patriarcal afirmando que estas conductas “desviadas” podían ser revertidas,
sanadas, reprimidas o curadas.
Frente a esto, las mujeres que sentían un apego tanto físico como sentimental entre ellas mismas
eran estigmatizadas en base al uso categorizaciones como “tribadismo”, “safismo”,
“homosexualidad femenina”
Estas mujeres, se agrupaban en tres categorías: la de reconocerse como “enfermas “al poseer los
“síntomas” que condenaban el discurso médico y optaban por querer “corregir “ estas actitudes
inclusive llegando al suicidio ; la de reconocerse en este discurso hegemónico y evitaban este “mal
deseo” estableciendo vínculos heterosexuales , contrayendo matrimonio o formando una familia ;
y por último, se encontraban aquellas mujeres que decidían continuar con su deseo en la
clandestinidad desarrollando espacios de experiencias colectivas contra hegemónicas con sujetas
que se encontraban en una situación similar y compartían entre ellas mismas vivencias similares.
(Frigari y Gemetro ; 2009)
Al interior de este último grupo, podemos señalar las experiencias de las mujeres de las altas clase
porteña que se autodenominaban entre ellas mismas bajo el nombre de “Better”, una denominación
utilizada entre mujeres durante la década de 1920 y 1930 como un medio que marcaba una
superioridad frente a aquellas otras mujeres que “no son” o “no entienden” (Frigari y Gemetro;
2009.)
Es importante señalar, que para esta época, existían varias denominaciones para referirse a las
mujeres que establecían un vínculo sentimental entre ellas mismas pero, sin embargo, durante
dicho periodo histórico temporal no se utilizaba la palabra “lesbiana” como expresión de dicha
subjetividad, inclusive, una de las principales experiencias en común de estas mujeres era la
sensación de “extrañeza “frente algo que no tenía lugar, que su desarrollo se daba de manera oculta
o clandestina y que por ende , no era posible de exteriorizar
Las mujeres que formaban parte de este círculo se concebían en pocas ocasiones como
homosexuales sino más bien, como “gente del ambiente” o que “entendían”. Lo que da origen a
dicho ambiente era la coincidencia de experiencias similares que convivían en un mismo círculo
social configurado por un cierto conocimiento en relación a su identidad y al mismo tiempo
limitado y cerrado por condiciones socioeconómicas, contactos y redes de amistad. (Frigari Y
Gemetro, 2009)
Para concluir con este apartado, hay que considerar que en estos ámbitos de socialización podemos
notar una reconfiguración del concepto de compromiso basada en una nueva concepción del amor al
cual se lo denomina como “libre”, y que a diferencia de lo que ocurría en las relaciones
heterosexuales de la época la fidelidad jugaba un papel secundario y relegado en donde inclusive
era común que las mujeres tengan múltiples vínculos entre ellas mismas.
Al mismo tiempo, la amistad entre mujeres que compartían la misma experiencia era sumamente
valorada por el hecho de sentir tranquilidad de poder desarrollar sus deseos sin ser castigadas
,criminalizadas o estigmatizadas por ser portadoras de una supuesta “enfermedad” que atentaba
contra el orden hetero patriarcal de mediados del siglo XX.
Guy (1991) afirma: “Entre 1874 y 1932 varios participantes se sumaron al debate local y dieron a
conocer sus opiniones. Cada uno tenía un criterio diferente y proponía distintas soluciones, la
mayoría de las cuales rara vez cuestionaban el orden económico y patriarcal. Juntos dieron lugar a
uno de los debates más vivos sobre la autoridad política, el género y las relaciones de clase en la
historia argentina” (Guy, 1991: 96-97).
La historia de la prostitución legalizada ha efectuado todos los temas políticos argentinos
posteriores relacionados con el trabajo de las mujeres, la reforma de la familia y el derecho de las
mujeres.El ejercicio de la prostitución fue pensado de diferentes maneras de acuerdo a las pujas de
poder u acuerdos políticos de diferentes actores, las que se cristalizaron en las distintas Ordenanzas
Municipales, las cuales podemos agrupar en tres grandes etapas.
En primer lugar, las reglamentaciones que rigieron entre 1874 y 1990, el 14 de abril de 1874, las
autoridades municipales instituyeron un sistema de burdeles autorizados a partir de la ordenanza N°
32, la cual reglamentaba por primera vez las casas de tolerancia. Para las cuales establecía un límite
geográfico para su instalación, se prohibía la admisión de menos de edad, y se exigía a los dueños
de los prostíbulos una nómina de las personas que vivían allí y de las mujeres que iban ingresando.
Al mismo tiempo se establecía un examen médico cada ocho días a cargo de un médico municipal
quien determinaba el buen o mal estado de salud de las mujeres, los costos de dichos controles
estaban a cargo del propietario.
En mayo de 1888 se nombran nuevos médicos municipales para que atiendan cuestiones de salud de
las mujeres prostitutas al mismo tiempo que acababa de nacer el Sifilicomio y el Dispensario de
Salud, como los órganos vitales para la higiene de las mujeres afectadas por enfermedades venéreas.
Tampoco pueden las mujeres abandonar el prostíbulo sin pasar por la Asistencia Pública a informar
sobre su nuevo domicilio, si no lo hacen también serán consideradas como clandestinas. Se dispone
que las casas públicas deban ser regenteadas únicamente por mujeres, prohibiendo instalarse a
menos de dos cuadras unas de las otras, y de los templos, casas de educación, teatros, mercados y
plazas y en determinadas calles principales de la Ciudad. Además, las casas de tolerancia no podrán
tener signos visibles interiores ni exteriores que las distingan de las demás.
Se dispone al mismo tiempo determinadas obligaciones para las gerentes, como no admitir a
ninguna mujer que no esté inscripta en el Asistencia, no ausentarse de la casa por más de 24 horas,
acompañar a las mujeres en su visita sanitaria.
A parir de la ordenanza mencionada (1900) se abre camino a una nueva seguidilla de ordenanzas
que pondrán el eje en cuestiones como los límites geográficos autorizados y cuestiones
administrativas., lo que denominamos como segundo momento.
En 1903 se autoriza una nueva ordenanza la cual extiende el número a 10 de las mujeres permitidas
en las casas de tolerancias, al mismo tiempo se plantean nuevos límites geográficos de los burdeles
autorizados y se prohíbe el ejercicio de la prostitución en cafés.
Son una seguidilla de intentos por ocultar el auge que está alcanzando la prostitución en los
primeros años del siglo, aunque sean medidas tan incapaces de cumplir sus propios objetivos.
En los años 1915 se fija un nuevo decreto determinando límites en los horarios de apertura y cierre
de los burdeles, y en 1917 el intente dicta una resolución disponiendo que ninguna mujer que no
tenga documento podría inscribirse en las casas de tolerancia.
Finalmente, en 1921 se sanciona el Código Penal, quien refiere al castigo de la prostitución y aspiró
a grandes penas para los rufianes y tratantes.
A partir de 1919 comienzan a tomar auge las medidas socialistas, que abogaban por principios
prohibicionistas acerca del ejercicio de la prostitución. El Partido Socialista abordaba el problema
de la prostitución escuchando los argumentos presentados por sus colegas médicos higienistas. Las
actividades del partido iban en correspondencia con los esfuerzos higienistas. Es así como en 1921
la Liga Argentina de Profilaxis Social emprendió una campaña por la educación sexual y
tratamiento de las enfermedades venéreas.
Es interesante destacar como gran parte del debate sobre el futuro de la prostitución, fue llevada a
cabo por reformistas masculinos. Como afirma Guy (1992) “a diferencia de países europeos o
norteamericanos, en Argentina las feministas entraron en un debate sobre la prostitución, las
enfermedades venéreas y la moral familiar mucho tiempo después que los políticos. Además, las
feministas no estaban unidad en sus análisis ni en sus posiciones teóricas. Esta fragmentación
contribuía a disipar su impacto, pero ellas seguían sosteniendo la campaña general por la abolición
de la prostitución legalizada” ( Guy: 1992, 122)
Desde muchos rincones se gestaba la caída del imperio prostibulario. El 30 de abril de 1932 se
habla ya, de un proyecto que prepara el Departamento Ejecutivo de la Intendencia Municipal por el
que se crea una “casa de regeneración de la mujer” que tiende a la rehabilitación de las mismas a
través de la capacitación en un oficio “útil”.
El artículo 2° de la Ordenanza número 7 determina que se procederá a la clausura de todas las cosas
de tolerancia existentes en la ciudad de Rosario. El 1° de mayo, dicha ordenanza toma estado
público y hasta se dan a conocer los pormenores del debate.
Finalmente, el 30 de diciembre de 1.935 se sanciona la ley 12.331 cuyo artículo 15 ordena el cierre
definitivo de las casas de tolerancia en todo el territorio de la Nación prohibiéndose bajo pena de
prisión.
Según Ielpi y Zinni (1974) Pichincha no volvió a reabrirse jamás. Su esplendor quedó detenido en
la memoria de quienes conocieron los años del apogeo prostibulario rosarino, y en los recuerdos de
quienes la recorrieron “de oído”, como algo para aborrecer o añorar con igual apasionamiento. Fue,
en realidad, un imperio de la prostitución en la Argentina, cuyos 20 años de entronización
contribuyeron a difundir la otra cara del primer puerto exportador, el otro rostro de la ciudad en
avance, el reverso de una incipiente y frustrada grandeza. Un imperio sórdido, cuyos máximos
exponentes estuvieron casi siempre en el anonimato, envueltos en lo sombra y a la sombra de leyes
reglamentaria. (Ielpi y Zinni, 1974: 292-293)
Es así como la historia de la prostitución legalizada en Argentina revela complejas relaciones entre
la política, la cultura, el género y la medicina. Muestra que hay tendencias dentro de las tradiciones
democráticas argentinas que justifican la restricción sistemática de los derechos civiles sobre la base
de género, la clase y la salud. (Guy, 1991: 246)
Las prostitutas quedaban por fuera de las estructuras familiares tradicionales; el papel social y
económico de las mujeres era el nexo entre la familia y nación y las prostitutas estaban muy lejos de
serlo. Es así como “las primeras disposiciones destinadas a controlar la prostitución precedieron a la
formación de una fuerte clase media con valores burguesas. La aplicación de criterios morales y
médicos, impregnados de definiciones de género, facilitó la tarea de definir al marginal, y las
prostitutas fueron uno de los primeros grupos examinados” (Guy, 1991: 14)
Conclusiones (provisorias)
En este artículo partimos de concebir el binomio mujer-madre como una construcción social que
atravesada por las creencias, impidió el pleno goce de los derechos civiles, sociales y políticos de
ellas. En este sentido entendemos logramos establecer que las mujeres en las primeras décadas del
siglo XX no eran ciudadanas ni formales, ni de hecho.
Así pusimos luz a gran parte del siglo XX, cuando el control sobre los cuerpos de las mujeres
significo una tarea de gran importancia para los formadores de opinión de la época que englobaba
tanto a lo físico como a lo psíquico desde muy temprana edad limitando sus compartimentos
“histéricos” o “enfermos” que no correspondían a la hegemonía científica y religiosa de esos años.
Sin embargo, muchas mujeres llevaron a cabo prácticas contra hegemónicas con el deseo de
poder liberarse de esta presión impuesta desde arriba construyendo espacios clandestinos de
expresión donde los prejuicios de la sociedad civil argentina no eran tenidos en cuenta
estableciendo lazos de amistad y compañerismo entre las mismas dando forma a nuevas ideas de
compromiso basadas en el “amor libre” como opción al modelo hegemónico preponderante de la
época.
En este sentido, esto permitió que hasta la mitad del siglo pasado, las mujeres vivieran en la
opresión, sumergidas a una situación de injusticia cultural y económica, dominadas por los miedos,
los silencios y la explotación. Sólo existía una tibia resistencia a un orden social que crecía con el
humo de las chimeneas, y no reconocía a las mujeres como sujetos de derechos.
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Aborto Seguro, Legal y Gratuito- El movimiento de mujeres y la
configuración de un contexto de posibilidad en la agenda pública37
Resumen:
El propósito de este trabajo es analizar el contexto de posibilidad que atraviesa la discusión y el
tratamiento legislativo de los proyectos de Ley sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)
en Argentina. Nos interesa explorar qué condiciones favorecen que un problema de salud pública
como el aborto, y la discusión sobre la soberanía de las mujeres sobre su cuerpo, se tornen
protagonistas de la agenda pública nacional.
Teniendo en cuenta al movimiento de mujeres como actor principal, nos preguntaremos: ¿por qué
los proyectos de IVE logran ingresar en la agenda pública y legislativa y cuál es la correlación de
fuerzas en juego para su tratamiento y eventual aprobación? ¿Existe una reconfiguración en el
accionar de los actores que impulsan la despenalización y legislación del aborto a partir del cambio
de Gobierno en 2015? Finalmente, ¿en qué medida (y cómo) el movimiento en torno a la consigna
“Ni una Menos” y el Paro Internacional de Mujeres han significado un punto de inflexión en esta
discusión? Para ello, haremos un recorrido histórico sobre los proyectos presentados y las formas
organizacionales que lo han impulsado, enfocándonos en la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto Seguro, Legal y Gratuito.
Introducción
38En el presente trabajo se utilizará lenguaje inclusivo, con el fin de que los universales sean efectivamente
abarcadores de todas las identidades que pretenden representar.
democracia no es plena. En este sentido, la negación a las mujeres y personas gestantes a la plena
autonomía sobre su propio cuerpo constituye una deuda que pone en tela de juicio su concreción
efectiva.
El objetivo de este trabajo es aportar a la comprensión sobre la forma en que un derecho adeudado
por el Estado argentino, logra imponerse dentro de la agenda pública y cuál es el aporte de cada
sector interesado; entendemos al movimiento feminista masificado como el principal articulador del
contexto de posibilidad actual: su relevancia como grupo de presión para instalar no solo la cuestión
del aborto legal en la agenda pública, sino toda una línea programática: las reivindicaciones
feministas sobre el sistema de organización social según identidades de géneros.
En Argentina, según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación 39 del año 2016, de un total
de 245 personas gestantes que murieron, el 17,6% fueron muertes por “embarazo terminado en
aborto”. A su vez, un informe de Amnistía Internacional40 indica que aproximadamente 450.000
personas abortan al año y que 49.000 casos de esas intervenciones terminan con internaciones en
hospitales públicos. Sin embargo, estos datos no logran registrar con exactitud la cantidad de
defunciones por aborto, puesto que, al tratarse de una práctica restringida a determinadas causales,
hay muertes que son tipificadas de modo erróneo y no es posible contabilizarlas. Estas cifras dejan
en claro que el aborto se practica pese a su ilegalidad y que esto no resulta un impedimento
sustancial en la toma de decisión, pero sí complejiza las condiciones en que es realizado (Petracci et
al 2012, 166).
Cuando hablamos de aborto, existen dos puntos ineludibles que hacen que ésta práctica amerite ser
legalizada: por un lado, la interrupción voluntaria del embarazo considerada como una política de
salud pública que obliga al Estado a cumplir su deber de velar por el bienestar de sus ciudadanes.
Considerando que el aborto es una decisión que se toma aun siendo punible en la mayoría de los
39 http://www.deis.msal.gov.ar/wp-content/ uploads/2016/09/2016-Tabla40.html
40https://amnistia.org.ar/wp-content/uploads/delightful-downloads/2018/05/Aportes-de-Amnist
%C3%ADa-Internacional-al-debate-sobre-la-despenalizaci%C3%B3n-del-aborto-ONLINE.pdf
casos, el Estado tiene el deber de legislar y ofrecer la viabilidad de su realización en el servicio
público de salud.
Susana Rostagnol (2016) señala que “El aborto condensa relaciones de poder que corresponden a la
dominación masculina, actúan a través del control del cuerpo generizadamente sexuado y forman
parte del habitus.” Tamayo (2001) por su parte, sostiene en una de sus obras que existe un “control
patrimonial” sobre los cuerpos, que opera en el derecho a decidir autónomamente sobre el propio
cuerpo por la intromisión del sistema patriarcal: el cuerpo de la mujer posee valor en sí mismo
porque actúa como garante de la reproducción. Bajo estos supuestos, el derecho a decidir sobre el
propio cuerpo no se establece como un factor de decisión individual, como es concebido por el
individualismo liberal (Daich y Tarducci, 2012), sino que es comprendido como un derecho
colectivo, pues irrumpe con lo socialmente establecido (la mujer como experiencia reproductiva,
quien goza de concebir y cuyo deseo máximo es ser madre y perpetuar la estructura familiar-social).
La sexualidad y la reproducción transforman a las personas gestantes en objetos de "la opresión
estructural y sistemática”, obligando “a la heterosexualidad [...] devenida en maternidad
compulsiva" (Daich y Tarducci, 2012); sobre estas imposiciones es donde se asienta la dominación
masculina.
La irrupción del aborto en la agenda pública no puede entenderse únicamente por la configuración
de factores actuales, o de correlaciones de fuerza simplemente coyunturales. El aborto legal, seguro
y gratuito, como reivindicación política y como derecho forma parte de la identidad y programa
histórico-político del movimiento feminista argentino. En esta sección realizaremos un breve
Precedida por una Primera Ola ubicada entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX,
que se caracterizó por sus conquistas relacionadas a los derechos civiles, como el sufragio, la
Segunda Ola se condensó en la consigna “lo personal en político”. La politización de la vida
cotidiana, que denunció las relaciones de poder intrafamiliares, en las relaciones sociales y
sobretodo en la sexualidad, fue el rasgo distintivo de esta Ola (Daich y Tarducci, 2012). Si bien esta
segunda ola argentina se vio influenciada por el contexto internacional, específicamente de la
agitación política-social y cultural de países como Estados Unidos y Francia, también lo fue por el
momento histórico nacional (Daich y Tarducci, 2012). El contexto de los años setenta presenta una
condensación política de organizaciones que llevan adelante luchas emancipatorias, propias de su
desarrollo histórico en una Argentina de inestabilidad democrática y gobiernos militares. Las
distintas intermitencias represivas significaban tanto retrocesos en derechos laborales, de libertades
civiles y de desarrollo económico, como también en materia de avances en derechos sexuales y de
géneros: la construcción moral de la idea de familia, de la imágen de la mujer, de la maternidad, la
responsabilidad doméstica, su anulación de intervención sobre lo público son algunos elementos de
la avanzada conservadora sobre las relaciones sociales. Resulta importante resaltar la estrecha
relación de la Iglesia Católica con estos gobiernos, y su importancia política en Argentina: como
actor político, como religión oficial del Estado y como proveedora de una moral hegemónica y
patriarcal.
El golpe cívico-militar de 1976 profundizará la persecución y represión sobre los derechos sexuales,
como así de todos los derechos en general en la perpetración del genocidio, destruyendo todo tipo
de organización.
Es en 1994 que el aborto se traslada de la agenda política del feminismo hacia la agenda pública
nacional. Con la Reforma Constitucional, el presidente Carlos Menem propone la inclusión de un
artículo, con gran influencia de la iglesia Católica, que determina “el derecho a la vida desde la
concepción”, defendiendo la penalización del aborto y volviéndolo inconstitucional. El movimiento
feminista se organiza a partir de actividades, movilizaciones y tareas políticas sobre la comisión
constituyente, las figuras legislativas y la opinión pública. Finalmente ese artículo no pudo incluirse
como el presidente deseaba, y tuvo que modificarse: "Toda persona tiene derecho a que se respete
su vida. Este derecho está protegido por ley y, en general, a partir del momento de la concepción.
Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente". La eficacia en la respuesta del movimiento se
basa en su propio desarrollo organizativo en encuentros y redes que se convierten en una
“coordinación de acciones y acumulación de fuerzas materiales simbólicas” (Pecheny, 2001 en
Daich y Tarducci, 2012).
A partir de los 2000, como desarrollan Daich y Tarducci, la organización del movimiento feminista
siguió creciendo logrando mayores niveles de institucionalización: se conforma la Coordinadora por
el Derecho al Aborto. En 2001 la lucha por el aborto se encuentra con la experiencia de asambleas
43https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-145801-2010-05-17.html
populares del momento en medio de la crisis económica social y forma parte de la agenda de
discusión de varias de las asambleas. Esto sienta las bases para la conformación de la Asamblea por
el Derecho al Aborto en el Encuentro Nacional de Mujeres que se realiza en Rosario ese mismo año.
Ya en el 2004 se realiza el Primer Encuentro Nacional por el Derecho al Aborto Legal, y finalmente
el 28 de mayo de 2005, Día de Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, se crea la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, principalmente impulsado
por el grupo Católicas por el Derecho a Decidir junto a otras organizaciones feministas (Daich y
Tarducci, 2012).
Con más de 300 organizaciones políticas, movimientos sociales, organismos de derechos humanos,
redes culturales, organizaciones estudiantiles, la Campaña presentó desde el 2006 al 2018 7
proyectos de ley de IVE en el Congreso. El inicio de la cuarta oleada tiene al aborto como principal
eje articulador de todos los sectores que la componen y a su vez contiene históricos reclamos y
luchas feministas en torno a la emancipación sexual, de géneros, social, económica y política.
La expansión del feminismo y de la lucha por el derecho al aborto es la expresión de una historia
larga, dinámica y diversa del movimiento feminista argentino. El 2018 se convierte en un año
distintivo para la Cuarta Ola Feminista, que logra imponer al aborto como tema con un lugar
protagónico de la agenda pública nacional.
En esta sección haremos una caracterización de les principales actores y actoras polítiques que
participan del proceso de discusión sobre IVE. Para ello, partiremos de la categorización que hace
Kingdon de les actores y actoras como “participantes visibles”, es decir, aquelles que “reciben
presión y atención pública” (Kingdon, 1984). El objetivo de la sección consiste en mejorar la
comprensión del proceso global sobre la discusión de aborto. Para ello, resulta indispensable la
clarificación de todes les actores y actoras que “juegan”: es decir, para poder comprender el
entramado multidimensional de la discusión, resulta ineludible una revisión de cuáles son sus
protagonistas, qué intereses tienen, cuáles son sus prácticas y cuáles sus márgenes de acción. Les
actores y actoras a analizar en los próximos apartados son: el movimiento feminista (que es a su vez
multidimensional), el Poder Ejecutivo Nacional, el Poder Legislativo y la Iglesia Católica.
1- Movimiento feminista
Decimos que el término “movimiento feminista” es multidimensional porque no reúne sujetes del
mismo tipo. Dentro de la categoría “movimiento feminista” encontramos sujetes de tipo colectivo,
individual, con diverso grado de institucionalidad, intereses y recursos. Para poder hacer una
exposición con pretensiones de sistematicidad, podemos hacer la siguiente división: organizaciones
institucionalizadas, movimiento feminista “autoconvocado”, organizaciones feministas partidarias y
activistas independientes con injerencia pública relevante. Sin embargo, es importante aclarar que
esta división es meramente analítica: la realidad evidencia un entramado de articulaciones de les
actores y actoras que no se corresponde con la división de un análisis teórico. Por cuestiones de
extensión y también por considerarles les más relevantes en este proceso, analizaremos únicamente
a las organizaciones institucionalizadas, tomando el caso de la Campaña Nacional por el Derecho
al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; y al movimiento feminista “autoconvocado”.
I. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito
Fuente: plataforma digital TN - Vigilia durante la votación del proyecto de ley de IVE en la Cámara de Diputados - 14
de junio de 2018
La primera movilización del Ni Una Menos, ocurrida el 3 de junio de 2015 representó un punto de
inflexión para el feminismo en Argentina. Con el disparador de la violencia machista en su faceta
más despiadada, los femicidios, distintas agrupaciones y mujeres independientes organizaron la
primera marcha masiva en la Ciudad de Buenos Aires con una consigna clara: el reclamo urgente al
Estado para que implemente medidas concretas para combatir la violencia de géneros. Este evento
iniciático, replicado en varias ciudades del país, y que se ha repetido desde entonces cada año,
marca la masificación de los reclamos feministas y su entrada de lleno en la agenda pública. Indica
también el nacimiento de una actora social cuyo ascenso ha sido de gran relevancia en términos de
las discusiones que ha abierto.
Con los femicidios como reivindicación iniciadora, el feminismo ha expandido la discusión,
abordando las múltiples formas de violencia y opresión a las que las mujeres son sometidas. Sin
dejar de reclamar por los femicidios, el feminismo ha logrado politizar la vida cotidiana,
proveyendo marcos de interpretación que permiten poner en cuestión situaciones de violencia
naturalizadas, y por lo tanto no pasibles de ser identificadas. Al generarse una conciencia sobre la
multiplicidad de violencias que ejerce el sistema patriarcal, se crea una identificación entre las
sujetas oprimidas: el reconocer la vulneración de las otras en mi propia vulneración permite forjar
vínculos de sororidad, creando un nuevo pacto que transforme las relaciones sociales de
dominación.
Para caracterizar este feminismo masificado en términos organizativos, podemos tomar el trabajo de
Rocío Annunziata (2018) en relación a una nueva forma de activación de la ciudadanía, a la que
denomina “auto-representación ciudadana”. Para esta autora, “han proliferado durante los últimos
años las movilizaciones ciudadanas surgidas “desde abajo”, no organizadas por actores tradicionales
y no institucionalizadas” (Annunziata 2018, 43). Las movilizaciones del Ni Una Menos, a las que se
sumaron luego los Paros de Mujeres, han servido como iniciadores de un movimiento no dirigido ni
capitalizado por ningún sector u organización, sino articulado por redes de organizaciones y
mujeres independientes que acuerdan en agendas comunes y en líneas de acción, pero que no
reproduce las tradicionales formas políticas verticalistas. En ese sentido, el movimiento se articula
de modos asamblearios, y nuclea sujetas heterogéneas en sus trayectorias e intereses, pero
mancomunadas en torno de luchar contra la violencia patriarcal. Es decir, poner en cuestión las
formas de organización e interpretación social que tienen como trasfondo la desigualdad entre
varones y mujeres.
Las organizaciones que componen el movimiento feminista sostienen estas reivindicaciones a través
de un repertorio de acciones que desarrollan de manera sostenida en el tiempo intervinientes en el
espacio público, y que van desde lo territorial, judicial, legislativo, comunicacional, entre otras.
El Poder Ejecutivo Nacional está dirigido en la actualidad por el Gobierno de Mauricio Macri y la
alianza Cambiemos. Tras ganar las elecciones presidenciales en 2015, la orientación política del
país viró hacia la aplicación de un programa neoliberal en lo económico y conservador en lo social
y político. Desde el comienzo de la administración macrista, se han producido severos recortes en
todos los sectores del Estado, desfinanciando programas y políticas que estaban destinadas a
proteger derechos de las mujeres, en un marco de ajuste fiscal generalizado.
En el terreno legislativo, el PRO, partido político del Presidente y fuerza dominante dentro de la
alianza gobernante, ha tenido un comportamiento ambivalente en términos de ampliación de
derechos para las mujeres y las personas LGBTIQ+. En ocasión de las leyes de matrimonio
igualitario e identidad de género, el PRO votó dividido: no ha aplicado disciplina partidaria sobre
derechos de géneros y diversidad sexual, al igual que los demás partidos políticos principales. Sin
embargo, los principales referentes partidarios se ubicaron en contra de estas iniciativas. El
acompañamiento que estas leyes han recibido por parte del PRO es el tradicional de la concepción
liberal, según la cual los derechos individuales no deben sufrir injerencia por parte del Estado, el
cual no tiene la facultad para intervenir sobre aspectos de la vida privada de les ciudadanes.
El Poder Legislativo Nacional, es, junto a las movilizaciones callejeras y el debate social, el
principal escenario de la discusión por el derecho al aborto. La alianza gobernante no cuenta con
mayoría propia en ninguna de las dos cámaras, aunque sí cuenta con la bancada más grande tanto en
Diputados como en Senadores. Esta situación implica que todas las iniciativas legislativas de
Cambiemos deban ser previamente negociadas con los sectores del peronismo más “dialoguistas”.
El surgimiento del grupo de las sororas, como alianza política interpartidaria articulada en torno de
la promoción del derecho al aborto, puede actuar como experiencia con factibilidad de ser replicada
para el establecimiento y activismo de una agenda de derechos de las mujeres más general. Esto es
así aun cuando parte de les legisladores de este grupo no se autoidentifican feministas, sino
promotores de la libertad individual e igualdad entre géneros. Si bien este tipo de alianzas cuenta
con experiencias previas, como las discusiones en torno a las leyes de cuotas y de paridad, la
conformación de un espacio interpartidario permanente para el impulso de la agenda de género es
una tarea aún pendiente de ser cristalizada y operativizada.
La Iglesia Católica representa el principal grupo de presión en contra de la ley de IVE. Opuesta
históricamente a todas las iniciativas de promoción de derechos de las mujeres y personas
LGBTIQ+, la Iglesia ha tomado una activa acción de combatir la ley en el Congreso Nacional, a
través del lobby, y en la opinión pública, con declaraciones altisonantes de sus jerarcas y la
organización de actividades en todo el país. El argumento principal es que legalizar el aborto
implica la autorización estatal a asesinar seres humanos “por nacer”. La fundamentación de esta
postura descansa en la interpretación hegemónica del dogma católico. Cabe destacar el rasgo de
interpretación hegemónica, dado que la oposición al derecho al aborto no es total dentro de las
organizaciones católicas. De hecho, una de las principales organizaciones de La Campaña, las
“Católicas por el Derecho a Decidir”, han sido clave en la lucha feminista por la conquista de la
soberanía de las mujeres sobre su propio cuerpo.
En términos de recursos, la Iglesia Católica tiene una poderosa influencia sobre les decisores
polítiques. La presión ejercida sobre les diputades, y en particular les senadores, es transversal a
casi todo el arco político, con la excepción de los partidos de izquierda. Los principales partidos
políticos argentinos, el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el PRO y Unidad Ciudadana
tienen fuertes vínculos con referentes religiosos. A su vez, sectores de la sociedad civil asociados a
la Iglesia Católica se han organizado como oposición al derecho al aborto en torno de la consigna
“Salvemos las dos vidas”, apelando a argumentos religiosos y morales. Para estos grupos, la
creencia de que la vida humana comienza en el momento de la concepción justifica la penalización
de la práctica del aborto. Estas expresiones sociales de oposición se han organizado de manera
similar en ocasión del fallo de la Corte Suprema de 2012, conocido como fallo F.A.L, en el que se
clarificaron los casos en los que el aborto no es punible. El mismo fenómeno se observa para el caso
del matrimonio igualitario.
La moral católica y su influencia, que ha servido históricamente como proveedora de una matriz
ideológica para el patriarcado, hoy se encuentra no obstante en cuestión. La aprobación de las leyes
de matrimonio igualitario e identidad de género, y el avance del movimiento feminista que ha
empujado el proyecto de IVE a contar hoy con media sanción en la Cámara de Diputados, sirve
como evidencia de que el ascendente del catolicismo resulta sin dudas condicionante, pero no
determinante.
Fuente: Diario digital Los Andes - Movilización en Mendoza de Salvemos las dos vida - 10 de Junio de 2018
Agenda
En esta sección analizaremos cómo se conformó el contexto de posibilidad para que el aborto como,
traducido en el proyecto de ley IVE llegue a la agenda pública. Para ello utilizaremos como marco
teórico aportes sobre establecimiento de agenda, fundamentalmente sirviéndonos del trabajo de
John Kingdon.
Para Kingdon, existen tres corrientes que determinan la aparición de una ventana de oportunidad
para una política pública: la corriente de problemas, la corriente de políticas y la corriente política.
En la primera corriente, una situación se convierte en problema cuando exista la creencia de que es
necesario modificarla, dándole así mayor oportunidad de imponerse en la agenda. Según Htun, la
manera en que una demanda es presentada es determinante de los caminos que seguirá para generar
cambios en las políticas públicas. El problema puede ser construido como una cuestión técnica, en
cuyo caso su resolución quedaría circunscripta a un grupo de especialistas y técnicos. Por otro lado,
el mismo problema puede interpretarse como una cuestión que interpele al sistema moral
hegemónico: en este caso, el proceso deberá atravesar un debate social y parlamentario amplio. En
resumen, el marco interpretativo con el que se construya el problema será determinante para la
resolución o no resolución del mismo (Htun en Tabbush et al. 2003, 38).
En el caso del aborto, si bien la medida impulsada apunta a legislar sobre la prevención de abortos
clandestinos y las complicaciones que estos aparejan, la discusión ha terminado por poner en
cuestión cosmovisiones del sistema de valores imperante (Htun en Tabbush et al. 2003, 38). Como
desarrollan Tabbush et al, al igual que en el caso del matrimonio igualitario, les actores y actoras
principales son militantes, la discusión afecta a la cúpula eclesiástica y obliga a todo el arco político
a sentar posición (Carbonelli en Tabbush et al, 2016, 38).
Con el inicio del año legislativo en 2018, el oficialismo habilitó la discusión del aborto dentro de su
partido sin determinar disciplina partidaria, lo que permitió mayor viabilidad de la discusión debido
a su mayoría parlamentaria en el Congreso Nacional. En el caso de la oposición, y particularmente
en el peronismo, que años antes no había asumido la discusión, también se da un claro
posicionamiento de les legisladores sin disciplina partidaria, con numerosos sectores a favor de la
ley.
Al contexto institucional favorable, se suma el auge del fenómeno que ya hemos caracterizado en la
sección de actores y actoras polítiques: el movimiento feminista masificado. El feminismo,
habiendo logrado instalar sus demandas en la agenda mediática y social, se encontraba listo para
empujarlas también dentro de la agenda de decisión política. El derecho al aborto, enarbolado como
una de las reivindicaciones más urgentes de la agenda de derechos de las mujeres y personas
gestantes, se encontraba posicionado ya como un problema marcadamente ineludible. El apoyo
transversal que la discusión de la IVE había cosechado entre les legisladores, sólo precisaba el
momento oportuno para irrumpir en la agenda legislativa.
Dentro de la conformación del momento propicio para el éxito de una política pública, es necesario
reparar no solamente en lo que ocurre al interior de la corriente política, sino también en cómo
impacta la discusión a nivel social. Como hemos visto, el proyecto de IVE tiene como marco
interpretativo el de una medida que conmueve el sistema de valores hegemónico, con lo cual
necesariamente devino en un debate social amplio e intenso. La sociedad en su conjunto, los medios
de comunicación, instituciones académicas y educativas sentaron posición y participaron
activamente de las discusiones. La discusión excedió ampliamente al palacio legislativo: a los más
de 700 expositores, se sumaron espacios de discusión en casi todos los ámbitos de la vida social
argentina. Incluso personas de a pie, no interesadas a priori en “la política”, se involucraron,
manifestando su posición a favor y en contra, en las calles y en las redes sociales. El interés
demostrado por la sociedad aportó fuertemente al sostenimiento e inviabilidad de eludir del debate
del proyecto de ley.
La última corriente que para Kingdon debe alinearse para conformar la ventana de oportunidad, es
la de las políticas públicas. Según el autor, para que se complete el círculo virtuoso que posibilita la
concreción de una medida, debe existir, al momento en que las corrientes de problemas y política
estén alineadas, disponibilidad de alternativas de política pública que encajen con el problema a
resolver y con el momento político que transcurre. Según él, estas alternativas deben cumplir los
criterios de “viabilidad técnica, congruencia con valores de la comunidad, anticipación de futuras
restricciones, aceptabilidad pública y receptividad de los políticos” (Kingdon 1984).
Para el proyecto de IVE, veremos que esta condición también se encontraba satisfecha por su
condición de reivindicación histórica. La existencia de reiteradas presentaciones anteriores en el
Congreso Nacional y de una red numerosa de abogadas, médicas, economistas, funcionarias,
investigadoras y referentas políticas trabajando en el tema durante años, permitió tener listos
borradores de proyectos de ley actualizados, diseñados por y para sus beneficiarias con solidez de
fondo y de forma. Años de trabajo y militancia activa cristalizaron en una política pública de IVE
compatible con el corpus existente de políticas sobre derechos sexuales y reproductivos y costo
efectiva en términos de recursos del estado: la evidencia científica demuestra sobradamente que la
implementación efectiva de la IVE reduce no sólo la mortalidad derivada de complicaciones por
abortos, sino que también los cotos para la salud pública. Un aborto realizado en condiciones de
salubridad y seguridad conlleva menos costos para el Estado que los devengados por tratar
complicaciones post intervención. Adicionalmente, las experiencias exitosas en otros países también
apuntalan desde el punto de vista técnico al proyecto en discusión. La política comparada evidencia
que en la mayoría de los países donde el aborto es legal, esta situación disminuyó no sólo la
mortalidad de las mujeres y las personas gestantes, sino también la incidencia misma de la práctica
del aborto. En el cuadro I se observa el status legal de la IVE en el mundo.
Mapa I. Fuente: Centre for the Reproductive Rights - The World's Abortion Laws 2017
Para Kingdon, la ventana política se da cuando ocurre un “eslabonamiento completo combina las 3
corrientes”, es decir, la de problemas, la de política y la de políticas. La presencia de una o dos de
las corrientes no alcanza para empujar exitosamente a un política pública: si existe una problema y
también una solución (política pública), pero no un momento político propicio, las posibilidades de
éxito son nulas o muy escasas. El mismo caso se da si se presenta cualquier otra combinación de
uno o dos “eslabones”, pero sin el tercero que pueda cerrar el círculo. Para el autor, además, “las
ventanas son abiertas por eventos que ocurren en la corriente de problemas o en la corriente
política” (Kingdon 1984), y agrega que resultan siempre pequeñas y escasas. Este constructo
teórico, aplicado a la IVE, se corresponde con la presencia de un eslabonamiento entre la corriente
de políticas, que como hemos visto, cuenta con diseño de política apropiado y disponible, con una
construcción paulatina pero sostenida del aborto ilegal como problema social y la llegada del
momento auspicioso en la corriente política con los cambios institucionales y la coyuntura argentina
actual.
La militancia del movimiento de mujeres, que trabaja hace años promoviendo el aborto legal,
seguro y gratuito encontró en la masificación que ya hemos descrito cuando hablamos de los
sucesos del Ni Una Menos y los Paros Internacionales de Mujeres, la conquista de instalar la
ilegalidad y marginalidad del aborto como un serio problema de salud pública y de discriminación
hacia las mujeres. A la conciencia del grave problema social que representa que la mitad de la
sociedad no tenga potestad sobre su propio cuerpo, se sumó la victoria adicional pero más relevante
que significa el replanteo por parte de cientos de miles de personas del sistema político, social y
cultural que naturaliza la desigualdad entre mujeres y varones. Las reivindicaciones del feminismo
han interpelado a nuevas generaciones de mujeres, quienes se incorporaron a nuevas formas de
militancia, revitalizando el movimiento. Puede afirmarse que constituir al aborto como un problema
social empuja al reconocimiento de un problema estructural y macropolítico, el sistema patriarcal
que perpetúa la supremacía de los varones cis y heterosexuales por sobre las mujeres y todas las
identidades sexogenéricamente diversas.
En el terreno de la corriente política, los cambios en la administración política del país, con la
llegada del gobierno de Mauricio Macri a la Casa Rosada, el paso del peronismo a su nuevo rol de
oposición, la consecuente nueva composición del Congreso luego de las elecciones de 2015 y 2017
y la importancia que adquirió el Movimiento Feminista, cambian los alineamientos políticos que
bloqueaban el tratamiento de la IVE desde el plano institucional y partidario.
Con el eslabonamiento completo de las corrientes concretado, la ley de IVE alcanzó la media
sanción en la Cámara de Diputados y se apresta, al cierre de este artículo, a su tratamiento en el
Senado de la Nación. Con final aún abierto, y una aparente mayoría de Senadores por el rechazo de
la iniciativa. Resta analizar si una eventual derrota en la Cámara alta puede considerarse una derrota
completa. En un contexto donde el movimiento feminista ha logrado instalar el cuestionamiento al
sistema patriarcal en la agenda pública de la Argentina, análisis posteriores podrán develar si un
rechazo a la IVE en el Congreso constituye una muestra de que la cosmovisión machista aún es
hegemónica en nuestra sociedad, o si acaso quienes encarnan el sistema patriarcal están conscientes
del fuerte cuestionamiento que sufre, y concentran sus esfuerzos en evitar su reemplazo, por otro,
más vivible e igualitario.
Conclusión
A modo de conclusión, creemos necesario hacer foco sobre el Movimiento Feminista ya que
demuestra ser protagonista de este proceso. Descripto el ingreso del Aborto en la agenda pública,
comprender al Feminismo y las amplias implicancias de esta discusión que supera la iniciativa de la
política pública para profundizarla y convertirla en punto de partida.
El movimiento feminista ha logrado en estos últimos años un rol articulador entre diversos sectores
políticos, incluso imponiendo en sus programas las reivindicaciones feministas. Además, el
movimiento ha logrado altos niveles de unidad en sus acciones como también en su agenda interna.
Principalmente fue su capacidad de ampliación lo que le permitió ser representativo de gran
cantidad de mujeres, de la comunidad LGBTIQ+ y también de varones cis interpelados por la
necesidad de la pérdida de sus privilegios. Estas características permiten entender al feminismo
como un espacio y una experiencia que transgrede los límites de estructuras políticas más
tradicionales. Los altos niveles de movilización social logrados confirman la efectividad de su
repertorio de acciones creativas como grupo de presión pero también de identificación y
pertenencia.
Foto: Prensa Obrera - Vigilia durante la votación del proyecto de ley IVE en la Cámara de diputados - 14 de junio de 2018
La discusión por el aborto significó un avance profundo en la visibilización del entramado de poder
que atraviesa las relaciones sociales y la desigualdad de oportunidades que impone el sistema
patriarcal. Esto indica que, si bien es absolutamente fundamental que el Senado sea representativo y
actúe con coherencia en función de la realidad de todas las mujeres y personas gestantes votando a
favor del proyecto de ley de IVE, el crecimiento y la profundización del feminismo no depende del
resultado. Sino que esta experiencia de empoderamiento y avance en la lucha por la emancipación
reafirma la urgencia en la transformación de las relaciones de dominación.
El feminismo como nueva forma política trasciende las estructuras partidarias y de movimientos
sociales tradicionales conteniendo la multiplicidad y diversidad de aquelles a quienes interpela - con
presencia de referencias públicas relevantes pero sosteniendo la representatividad en lo colectivo y
no en las individualidades.
Como estudiantes de Ciencia Política, este caso nos indica la necesidad de aportar a nuestro campo
nuevas miradas de interés donde el objeto de estudio sea este tipo de movimientos sociales como el
feminismo. En donde las nuevas formas de participación social y política se consideren
fundamentales para entender las variaciones y las pujas del campo político.
Bibliografía
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sobre aborto?. VI Jornadas de Debate Interdisciplinario en Salud y Población, Buenos Aires, 2005,
vol. 25, p. 26.
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TAMAYO, Giulia. Bajo la Piel: Derechos Sexuales, Derechos Reproductivos. Lima: Centro de la
Mujer Peruana. 2001.
”La moralidad aporética y el aborto como un fenómeno de
ética posmoderna”
Bárbara D. Buena
barbara.buena@gmail.com
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco
El aborto es un problema aporético, por lo cual las posturas sobre el tema parecen
irreconciliables. Esta dicotomía muestra “al otro” como un actor antagónico con el cual es
imposible el consenso y por eso su análisis representa un gran desafío para la Ética. El objetivo de
este trabajo es aportar conceptos de la Ética para mejorar la profundidad y calidad del debate en
torno al aborto. Se introduce el fenómeno del aborto desde el punto de vista biológico, médico,
social y legal, haciendo una pequeña reseña histórica a nivel mundial y específicamente en
Argentina.
Posteriormente, se detallan las dos posturas antagónicas en el ámbito nacional, distinguidas en el
trabajo como Pro-aborto y Pro-vida. Ambas posturas son interpeladas a través de las teorías y
posturas de reconocidos cientistas sociales y filósofos, vinculando la realidad con la teoría, el
ethos con la Ética. El trabajo permite transparentar y profundizar la discusión en torno al aborto
desde diferentes teorías éticas, facilitando que la fundamentación de las posiciones aparentemente
antagónicas se realice con respeto por la diversidad y en la búsqueda del bien común. No se
pretende “resolver” el debate, sino profundizar en el mismo y explicitar las contradicciones.
La aporética en la moralidad
La aporética propia de la moralidad en las sociedades posmodernas puede ser vista desde la
dicotomía axiológica, porque se separan en dos posturas que verán “al otro” como un actor
antagónico con el cual es imposible una conciliación. Así, existen en las posturas pro-aborto y
pro-vida términos de mejor o peor. Si tomamos en cuenta la rama de la ética descriptiva, donde se
analiza la facticidad45, es decir, el fenómeno moral desde una posición apartada que permita explicar
su desarrollo; lo que importa es definir cómo se comporta uno y otro grupo con respecto al aborto, y
no lograr determinar si existe una postura correcta y otra incorrecta. ¿A qué se debe esto? A que la
ética nunca podrá ser normativa por completo, sólo la moral lo es. El método empleado en esta
44Hace referencia a un tipo de razonamiento que analiza o en el cual surgen contradicciones y paradojas. Es una
definición para la dificultad lógica que presenta un conflicto de tipo moral, utilizado por Zygmunt Bauman. VÉASE en
Ética posmoderna, pp. 18.
48De acuerdo a la ética de la responsabilidad. Puede comprobarse la correcta moralidad de una norma mediante un
debate llevado a cabo por el sujeto, en el cual tendrá la posibilidad de dialogar cuanto le plazca pero, al final, siempre
deberá atenerse al acuerdo existente en su comunidad sobre qué sea lo bueno. El sujeto puede llegar a esta misma
conclusión por su propia cuenta, suponiendo de manera hipotética qué puede pensar de forma unánime una comunidad
de seres racionales en K. APEL “Teoría de la verdad y Ética del discurso”
52NOTA DE LA AUTORA: La descripción a continuación de ambas posturas sobre el aborto en Argentina fue
redactada por la autora de acuerdo a la investigación que se realizó para el desarrollo de la monografía. No existe una
fuente única. Además, resulta necesario aclarar que la investigación se realizó en dos contextos distintos. El primero,
durante el comienzo del año 2017, y el segundo, en el vigente 2018 donde las posturas se encontraban en pleno debate
por la despenalización del aborto.
Conclusión
Debate 2018 en el Congreso: Proyecto de Ley Interrupción voluntaria del embarazo.
El contexto actual en Argentina sobre el fenómeno del aborto permite hacer una revisión
actualizada de las dos posturas beligerantes. La postura que en su momento habíamos llamado
Pro-vida se nos presenta bajo el enunciado “Salvemos las dos vidas”. También el movimiento
Pro-aborto sufrió sus respectivas transformaciones: su campaña hace hincapié en la educación para
decidir y el aborto como una instancia última y extrema. Uno de los ejes fundamentales en torno al
cual gira el conflicto, es en cuanto a la legalidad y la clandestinidad del fenómeno.
A continuación, una síntesis del debate que tuvo lugar en el Congreso con los argumentos
principales de ambas posturas, según la autora.
Postura Pro-vida o “Salvemos las dos vidas”:
La problemática planteada por el Proyecto no se centra en las mujeres pobres, en las mujeres
violentadas o bajo situaciones traumáticas, sino en mujeres que “deciden abortar”.
El aborto puede ser una herramienta de los abusadores para mantener escondido el delito y
la corrupción de menores o mujeres, sin su consentimiento.
La Constitución Argentina defiende el derecho a la vida desde la concepción, por lo tanto la
aprobación del Proyecto de Ley sería inconstitucional.
La concepción axiológica de algunos pensamientos o posturas religiosas no invalida el
debate, sino que lo enriquece. Además, está contemplado en la Constitución y el Tratado
Interamericano de Derechos, la libertad de pensamiento.
Somos uno de los países más despoblados de América Latina, con una tasa de natalidad
claramente decreciente. Legalizar el crimen del aborto empeoraría esa situación.
Mueren diez veces más mujeres por HIV que por aborto. No puede considerarse una de las
principales causas de muerte de la población femenina argentina.
La legalización del aborto genera las condiciones legales para el aborto de personas con
discapacidad y otras facultades mentales.
Para la ciencia la vida comienza en el momento de la concepción. La información genética
del cigoto es distinta a la de la madre, por eso son considerados individuos distintos.
La legalización del aborto en los países desarrollados está basado en la supremacía de un
derecho individualista: No contemplamos las responsabilidades de nuestras acciones.
Si una vida puede ser determinada por una ley, todo queda sometido a necesidades
circunstanciales, a las conveniencias de los que tengan más poder o a las modas culturales
del momento.
Postura Pro-aborto o “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal
para no morir”
Argentina penaliza el aborto, pero establece condiciones en las cuales sería viable: Cuando
corre riesgo la vida de la mujer, cuando se trata de una persona que no ejerce en plenitud sus
facultades y en casos de violación. La Corte Suprema, luego del fallo FAL, estableció que
un aborto bajo esas tres causales es constitucional.
Los conocimientos actuales en biología molecular genética confirman que un embrión no es
lo mismo que un ser humano.Un embrión fuera del útero, de la placenta, no es un ser
independiente, sino que incluso funciona como un órgano de la madre.
Es un problema de salud pública, no de religión y más allá de nuestras opiniones.
2 de cada 10 mujeres fallecidas durante la gestación es la proporción en Argentina por
aborto en 2016.
Según la OMS, cuando la ley es restrictiva, las tasas de mortalidad materna son más altas.
Los países con marcos normativos más permisivos, tienen tasas de mortalidad más bajas.
Si el aborto fuese un homicidio, ninguna mujer podría abortar, aún incluso si hubiera sido
violada o si su salud corriera riesgo.
La legalización del aborto sigue un proceso de secularizacion de la legislación argentina,
dejando el papel del Estado fuera de cualquier tipo de tutelaje religioso.
La penalización del aborto viola sistemáticamente el derecho de la mujer a la vida, a la
salud, a la integridad física, psíquica y moral, a la autonomía, a la intimidad, a la dignidad y
a la igualdad, de también niñas y personas con capacidades gestantes.
La penalización del aborto no disuade a las mujeres de practicarse abortos, solo hace que
sean clandestinos y se practiquen de forma insegura.
El proyecto de ley no solo propone la legalización del aborto, sino también el acceso a la
educación sexual, porque es el principal caballo de batalla contra embarazos no deseados.
El aborto desde la Ética aplicada a dos perspectivas.
¿Por qué “La moralidad aporética y el aborto como un fenómeno de ética posmoderna”?
Porque en las sociedades posmodernas la moralidad no puede percibirse sin distinguir su carácter
ambivalente.
Es cada individuo, dentro de su más amplia esfera de libertad, quien determina su propia moralidad,
siendo soberano de sus acciones de un modo responsable. De esta manera en el ámbito moral se
unen la irracionalidad y la autonomía. Sí, pero ¿qué es lo que entra en conflicto en el debate del
aborto? ¿El rol que se le ha impuesto desde la sociedad, como se proclama desde una postura pro
aborto? ¿La defensa de un ser que tiene todo por vivir, nacer y su chance de experimentar el mundo,
según la visión pro-vida? En realidad, la lucha que se da entre estos dos gigantes de la
posmodernidad viene encaminada por ambas preguntas, pero para definirlo podemos decir que son
los derechos55 de ambos sujetos los que se enfrentan: El de la mujer como madre, por un lado, y el
del embrión como hijo, por otro. Y en ambos casos, el de dos personas con derechos. Demostrar
esto es fundamental, puesto que en la teoría vista, el derecho dentro de la ética tiene un papel
indivisible.
Lo vimos en Apel al comienzo: Existe un logro que debe celebrarse y es que el Estado de derecho
consiguió una ética de la responsabilidad, responsabilidad en el sentido de solidaridad comunitaria.
Desde el punto de vista de Apel, el problema del aborto es una circunstancia de “hacerse cargo” o
no de nuestra forma de actuar, de nuestra decisión. Para Apel un diálogo entre ambas posturas es
posible y debe serlo. Pero ello no implica que pueda llegarse a un acuerdo claro.
En Taylor la esfera normativa de los derechos en juego también es apreciable. La sociedad
democrática, la forma en la cual se lucha por la igualdad de todos los ciudadanos (igualdad que,
resta decir, se consigue por medio del ejercicio y respeto de los derechos propios y ajenos),
promueve la dignidad humana. En cuanto se considera la cuestión en los términos de derecho tanto
de la madre como del bebé, arguye que queda poco espacio en el cual situarse. Lo que sí puede
analizarse es que, desde su concepto de autenticidad, ambas posturas no son libertades
autodeterminadas sino más bien negativas. Establezcamos una diferencia: Ni el grupo pro-aborto ni
el grupo anti-aborto deciden en cuanto a libertad autodeterminada, porque las dos posturas se
configuran en cuanto a influencias externas. En un caso puede ser el movimiento feminista, en el
otro la religión. Quien sí tendría una libertad propia, autodeterminada, sería aquella mujer que
decide, fuera de toda preconcepción, abortar o proseguir con el embarazo.
Scavino es otro de los que menciona la problemática del aborto como un ejemplo concreto. Según
él, el típico pensamiento mítico propio de las religiones suele recurrir a una difusa situación
precultural para “naturalizar las consecuencias sociales y naturales” 56. Si lo que se cuestiona es la
obligación que contrae la mujer de tener que dar a luz al quedar embarazada, lo que se está
cuestionando es la no identificación de la mujer como sujeto de una sociedad en la cual se le ha
impuesto un papel. El Estado la ve como una transgresora a la cual es preciso encarrilar, la bioética
la ve como un paciente que debe ser tratado, sustituyendo la norma fundamental (permanecer vivo)
por una normalidad más bien médica. Desde una perspectiva conservadora, el feminismo es visto
como una de las peores corrupciones del orden natural, porque gracias al movimiento la palabra
“mujer” se convirtió en el nombre de una resistencia, que busca no solo reivindicar los derechos de
las femeninas para sí, si no también cuestionar y librar al hombre de sus cadenas.
Hasta este momento la discusión parece centrarse desde la ética de la responsabilidad, una ética que
reflexiona sobre las consecuencias de la acción, que se muestra flexible porque opera en el mundo
humano, en la sociedad, donde no existen blancos y negros. ¿Qué sucede cuando nos paramos desde
una ética de la convicción? Kant y Aristóteles se embarcan en una búsqueda distinta que puede
tener relación.
La ética de la convicción, según Weber, sugiere que cuando las consecuencias de nuestras acciones
son malas, el que la va a ejecutar no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al
mundo, a la estupidez de los hombres, o a la voluntad de Dios que los hizo así. Quien opera
conforme a la ética de la convicción no soporta la irracionalidad ética del mundo. Es, según sus
palabras, un racionalista cósmico-ético.
55“El humanismo moderno adoptó la postura de los derechos” Son inalienables del hombre, en A. HELLER “Políticas
de la post modernidad”.
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XII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre Democracia.
Los escenarios democráticos del siglo XXI.
Disrupción, fragmentación, nacionalismo, populismo y nuevos actores globales
Resumen
En Argentina se aprobó en el año 2017 la ley de paridad de género, el trabajo analiza esta conquista
como un instrumento que permitirá que las mujeres puedan gozar plenamente del derecho político a
elegir y ser elegidas. Desde un enfoque histórico que retoma las diferentes formas de exclusión del
ejercicio pleno de la ciudadanía política de las mujeres, el trabajo analiza el reclamo por la igualdad
proponiendo un enfoque que contempla también la inclusión de las diferencias de género para
pensar la representación y las ciudadanías en el siglo XXI.
Palabras claves: mujeres, igualdad, diferencia, ciudadanía.
57Existe una amplia bibliografía ampliatoria sobre la problemática abordada en este trabajo: para la relación entre
política y ciudadanía de las mujeres en nuestro país recomendamos - entre otros- los trabajos de: Barrancos, Dora
(2008; 2011); en relación al impacto de las leyes de paridad en América Latina: Archenti, Nélida y Tula, María Inés
(2008; 2013) y Caminotti Mariana (2010; 2013, 2018).
La historiografía ha demostrado que luego de la revolución de mayo, se inició un proceso de
maternalización de la mujer (Valobra, 2010). Resuelto el problema de la conformación de la unidad
estatal soberana, el proceso de consolidación del Estado asignó a la mujer el rol de madre –
educadora. Su participación en el ámbito público se produce así a través de su rol docente, el rol
civilizador y culturalmente homogeneizante de la escuela pública encontró en las maestras una
figura fundamental para llevar adelante la tarea de educar a los futuros ciudadanos de la república.
La “mujer-madre” fue sin embargo excluida del ejercicio de los derechos civiles de acuerdo a una
legislación que la consideró bajo la tutela del hombre - padre primero y, del hombre – esposo,
después. El Código Civil de Dalmacio Vélez Sarfield fue el instrumento jurídico que reguló
formalmente esa minoría de edad en que se encontró la mujer argentina hasta el año 1926.
Esta situación, fue denunciada tempranamente tanto por hombres como por mujeres que se
opusieron a que las mismas no pudieran gozar de los mismos derechos civiles que el varón. En
nuestro país el movimiento feminista empieza a manifestarse muy tempranamente pero además,
desde los mismos sectores liberales se esbozaron fuertes críticas que proponían la ampliación de los
derechos de primera generación. Dentro de las corrientes socialistas, se escucharon también las
primeras voces a favor de la igualación de los sexos no sólo en lo que refería a los derechos civiles
sino también a los políticos. El nombre de Alicia Moreau, quien desarrolló parte importante de su
tarea política a favor del voto femenino a través de la prensa y diferentes publicaciones, es sin duda
uno de los más reconocidos, pero en ese largo proceso la acompañaron muchas otras voces.
En relación a esta cuestión, cabe destacar la primera propuesta a favor del voto femenino en 1919
que fue debatida a nivel nacional de la mano de un proyecto presentado por el radical Rogelio
Araya y que se habría inspirado en los reclamos sostenidos por las mujeres sufragistas que, desde
principios del Siglo XX venían exigiendo este derecho. Sin embargo, recién en 1947 y, luego de un
largo camino recorrido por mujeres y hombres de diferentes extracciones políticas e ideológicas, el
sufragio en nuestro país se convertirá en verdaderamente universal con la aprobación de la ley
13.010 bajo el gobierno de Juan D. Perón. La mujer quedaba de este modo, plenamente incluida en
los derechos políticos, al menos, formalmente, pero veamos a continuación si efectivamente, el
derecho a elegir y ser elegidas fue garantizado en nuestro país a partir de entonces, en tanto, el
reconocimiento formal de un derecho no supone su práctica.
Ciudadanías inconclusas
A lo largo de la historia, desde el mundo antiguo hasta el presente, las definiciones sobre quienes quedan
incluidos(as) dentro del ejercicio de la ciudadanía han ido variando hasta reconocer como ciudadanos(as) a
sectores cada vez más amplios de la población. Aun así, persisten en el presente exclusiones sobre individuos
que por diferentes motivos no entran dentro del campo formal de la ciudadanía política: las personas
menores de edad, los(las) dementes, los(las) extranjeros no nacionalizados, dependiendo esta
exclusión/inclusión de la legislación particular de cada estado.
El sufragio universal fue resultado de un largo proceso que implicó el abandono progresivo de los criterios
de exclusión basados en el género, la propiedad, la nacionalidad o la educación, entre otros. Ese proceso no
fue lineal ni homogéneo como bien lo demuestran diferentes investigaciones tanto para el caso argentino
como para otras realidades nacionales (Andrenacci, 1997) (Rosanvallon, 1999).
Las mujeres, que a lo largo del siglo XX fueron ampliando su derecho a la ciudadanía política prácticamente
en todo el mundo occidental fueron sin embargo excluidas durante siglos del derecho al sufragio,
configurándose el género femenino en una de las principales figuras de la dependencia política. En tanto no
sujeto o, en tanto sujeto incompleto, los procesos de expansión de los derechos civiles y políticos que fueron
de la mano de los diferentes movimientos revolucionarios no incluyeron, en principio, a las mujeres como
portadoras de estos58. Efectivamente, si el nuevo orden político que emergerá luego de la revolución francesa
58Como se ha venido sosteniendo, la exclusión legal de las mujeres de los derechos y, en particular, de los derechos
reconoció a los varones sus derechos políticos, derribándose asimismo todo el andamiaje social, económico y
administrativo del Antiguo Régimen (Tarazona Acevedo: 2015) quedaron intactos los prejuicios culturales
que ubicaban a la mujer como ser apolítico circunscripto al ámbito de lo doméstico. Como señala Brown:
“La restricción a la idea de aplicación universal del marco legal normativo y del supuesto de igualdad y
libertad entonces proclamado, es sabida. Aquella igualdad pretendidamente universal se acotó en función de,
por lo menos, el sexo, la propiedad y la educación. Los iguales y con derecho a contratar en el momento
fundacional fueron varones, blancos, burgueses e ilustrados”. (2004:113). Asimismo, señala acertadamente
De Privitellio que la universalidad, en este caso del sufragio, debe ser analizada como históricamente
determinada ya que no en todo momento y no siempre significa lo mismo.
“…no sólo no disponían de derechos electorales sino que además eran consideradas civilmente en
una especia de minoridad eterna…El carácter universal del voto supone siempre alguna exclusión
que es considerada natural y no política y que, por esa misma razón, no atenta contra la definición de
universal de cada época” (De Privitellio ,2011: 161).
Para el caso nacional, la ruptura del orden colonial y, posteriormente, la conformación de un nuevo orden
estatal soberano excluyeron al género femenino de la ciudadanía. Avanzado el siglo XX y, aprobada la ley
Sáenz Peña que estableció el voto secreto y obligatorio para los varones en 1912, las mujeres continuaron
reservadas al ámbito de lo doméstico, aunque no, sin resistencias.
En este sentido, la inclusión de las mujeres como ciudadanas políticas con derecho a elegir y ser elegidas fue
resultado de un proceso particular que presenta su propia historia en cada país.
Si en el presente caben pocas dudas sobre la amplia participación de las mujeres en los procesos electorales
en tanto ciudadanas con derecho a elegir, más difícil parece ser llevar esta afirmación al terreno de la
participación de las mujeres como candidatas y funcionarias. Recordemos que los derechos políticos
incluyen la participación en elecciones como electores (as) y candidatos (as), la participación en la gestión de
los asuntos públicos y el acceso a las funciones públicas 59.
políticos no imposibilitó que muchas de ellas se expresaran a favor de estos, aunque la opinión contraria haya sido
finalmente la predominante argumentándose su incapacidad para la “cosa púbica”. Estas manifestaciones a favor de la
igualación de los sexos encontraron en la feminista Olimpia de Gouges su más clara expresión cuando publicó en 1791
su “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana”, parafraseando el documento donde se reconocían los
derechos del ciudadano. El trabajo de Pierre Rosanvallon es ilustrativo para analizar los principales argumentos que
sostuvieron los revolucionarios franceses para no incluir a las mujeres como ciudadanas. Sin embargo en los debates del
período se escucharon también voces contra la naturalización de la inferioridad femenina en intelectuales y
comprometidos políticos revolucionarios como Sieyés y Condorcet. (Rosanvallon, 1999:125).
59El marco jurídico de los derechos políticos está determinado por la Constitución Nacional y diversos tratados
internacionales que contemplan estos derechos para varones y mujeres. El artículo 37 de la CN reconoce el derecho al
sufragio y establece que “la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y
partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.” El
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo tercero establece que: “Los Estados Parte en el
presente Pacto se comprometen a garantizar a hombres y mujeres la igualdad en el goce de todos los derechos civiles y
políticos enunciados en el presente…”. Por su parte, la Convención sobre los derechos políticos de la Mujer establece
en sus artículos 1, 2 y 3, respectivamente que: Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad
de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna…serán elegibles para todos los organismos públicos
electivos establecidos por la legislación nacional, en condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación
Reconociendo el hecho de que siempre es posible establecer algunas excepciones, en general es posible
sostener que la aprobación de la ley de sufragio femenino en 1947 no garantizó sino mínimamente el lugar
de las mujeres como candidatas 60 y, menos aún, como funcionarias de gobierno. De cualquier manera, es
necesario tener en cuenta el impacto que - en términos cuantitativos- tuvo la aprobación de la ley de sufragio
femenino cuando en las elecciones legislativas realizadas a partir de la ley 13010, las mujeres accedieron
por primera vez a la cámara de diputados y senadores de la nación 61.
Teniendo en cuenta entonces los importantes avances que en materia electoral hubo en nuestro país a partir
de 1947, también es posible afirmar la persistencia de un estatus incompleto de ciudadanía política
persistente aun en el presente en tanto, las posibilidades efectivas de las mujeres para ser candidatas y/o
funcionarias de gobierno siguen siendo restringidas en comparación a los varones 62. Sostenemos por lo tanto
que persisten un conjunto de barreras no sólo legales sino también culturales para que las mujeres tengamos
iguales posibilidades de ejercer plenamente nuestros derechos y, en particular, los derechos políticos.
Esta exclusión es analizada asimismo en el contexto de un siglo XX caracterizado por la fragilidad de las
instituciones políticas democráticas en nuestro país.
Hacemos referencia a que los derechos políticos fueron puestos en entredicho en el marco de los golpes
cívico- militares acontecidos a partir de 1930 y que de manera sucesiva interrumpieron el orden
constitucional. En nuestro país, el análisis de la exclusión de los derechos políticos de las mujeres durante el
siglo XX no puede dejar de contemplar la tendencia a la restricción de los derechos políticos en general,
como una predisposición que marcó la realidad política local y que tendió a considerar peligrosa la
participación libre de los ciudadanos y ciudadanas a la hora de elegir a sus representantes.
En un sentido puede afirmarse entonces que fue este contexto de democratización el que favoreció poner en
la agenda gubernamental la cuestión de la (des)igualdad de las mujeres en relación al derecho a elegir y ser
elegidas. La denuncia de ese rol secundario de las mujeres en las listas en el contexto democrático fue uno
alguna (…) tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la
legislación nacional, en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.
60En el año 1934 en San Juan fue Ema Acosta la primera candidata a diputada provincial por el Partido Demócrata
Nacional, de cualquier manera, la candidatura temprana de mujeres en la política local constituyó una excepción
(Valobra, 2010: p. 98)
6123 mujeres fueron elegidas como diputadas nacionales en las elecciones legislativas de 1951 en nuestro país, entre
ellas se encontraba Delia Parodi, reconocida militante de la rama femenina del partido peronista y estrecha colaboradora
de Eva Perón. Tres mujeres ingresaron como delegadas de los por entonces denominados Territorios Nacionales, que
fueron provincializados unos años después también bajo el gobierno de Juan D. Perón. De acuerdo a los datos relevados
por Sonia Catela, fueron elegidas en aquellas elecciones un total de seis senadoras. Consultar: Catela, Sonia en Diario
Rosario 12. Recuperado en: https://www.pagina12.com.ar/100301-primeras-diputadas . Asimismo, por primera vez iba
a ser candidata a un cargo ejecutivo una mujer: Alcira de la Peña, quien acompañaba la fórmula presidencial liderada
por Rodolfo Ghioldi.
62En el presente, si bien la brecha entre varones y mujeres se ha achicado con respecto a períodos anteriores de nuestra
historia, persiste una clara desigualdad tanto para acceder a cargos legislativos como a cargos ejecutivos. (Se puede
consultar anexo)
de los hechos que favoreció la aprobación de la conocida ley de cupo femenino, sancionada en nuestro país
luego de una larga lucha que unificó a mujeres de diferentes extracciones político-partidarias.
Desde este enfoque, el contexto de democratización iniciado a partir de 1983 posibilitó que se ampliara la
discusión de los derechos en general y de los políticos en particular y su respeto, no circunscripto al derecho
a elegir sino ampliándolo a la participación de las mujeres como candidatas, tratando de este modo de
derribar algunas de las barreras que hacían difícil o casi imposible esa participación.
En este sentido fue que en el contexto de “la primavera alfonsinista” las mujeres pusieron una vez más en
discusión la patria potestad compartida, derecho que había sido abolido por los regímenes políticos
dictatoriales. Dicha ley, junto a la de divorcio vincular, marcó un progreso significativo; entre muchas otras
demandas formaron parte de la agenda de los encuentros de mujeres que se realizaron en nuestro país desde
el año 1986 hasta el presente.
En 1991 la ley de cupo femenino obligó a los partidos o frentes electorales a presentar en sus listas de
candidatos un 30 % de mujeres, la misma debe ser por lo tanto analizada en ese escenario de
democratización post-dictatorial que se inició en el país a partir de 1983.
En relación al impacto que tuvo su aprobación, investigaciones precedentes coinciden en señalar que fue
desigual en la región. De todos modos, desde una perspectiva comparada el avance es notable en América
Latina en tanto presenta el mayor porcentaje de mujeres en asambleas legislativas con la excepción de los
países nórdicos. En relación a nuestro país, es posible sostener que:
En un sentido similar la CIDH observa que los avances de los liderazgos de las mujeres en los congresos son
dispares, de este modo, mientras en algunos países como la Argentina, Ecuador o Cuba, las mujeres ocupan
un 30% o un 40%, en otras realidades nacionales el porcentaje no supera el 10 y 12% (CIDH, 2011:21).
En nuestra provincia, una ex diputada nacional señalaba en una entrevista en relación a la importancia de la
ley de cupo para garantizar la representación de las mujeres que ésta fue fundamental, en tanto, entre 1983 y
1991 sólo dos mujeres habían llegado a la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe 63. Como puede
advertirse, no sólo en la provincia de referencia sino también a nivel nacional, el cupo fue el instrumento
legal que posibilitó una notable ampliación del número de mujeres ocupando espacios de representación
política.
En la ciudad de Rosario, los datos son relevantes en tanto el Concejo Municipal estaba compuesto sólo por
tres mujeres que representaban un 7.9% del total en 1983. Aunque nunca se llegó a alcanzar una igualdad
representativa del 50%, una vez aprobada la ley de cupo la brecha entre varones y mujeres se fue achicando
hasta llegar en las elecciones de 2015 al 42% de mujeres (12 en total) 64.
Cabe resaltar que en Santa Fe se aprobó la ley de cupo femenino con una modificación en relación al texto
sancionado a nivel nacional. El dos de junio de 1992 la ley 10.802 aprobó el cupo y estableció que el 33 %
63Balza, N. (19 de Septiembre de 2016). A 25 años del cupo femenino el debate es por la paridad. El litoral .
Recuperado de: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2016/09/19/politica/POLI-01.html
64Makaroff, H. (05/06 2017) El camino de las mujeres en el concejo: del 8 al 42 %. Rosario Plus. Recuperado en:
http://www.rosarioplus.com/ensacoycorbata/El-camino-de-las-mujeres-en-el-Concejo-del-8-al-42--20170601-0026.html
de las listas de candidatos debían estar integradas por mujeres de forma intercalada y sucesiva 65.
¿Cabe entonces alguna duda a esta altura de los acontecimientos sobre el hecho de que
efectivamente la ley de cupo hizo posible una mayor representación de las mujeres? Los estudios
cuanti – cualitativos sobre la cuestión así lo demuestran:
En tres décadas de democracia, el Congreso argentino pasó de ser una institución
caracterizada por una clara subrepresentación de las mujeres a ser una de las legislaturas con
mayor presencia de mujeres del mundo. Al observar el número de diputadas y de senadoras
nacionales (37 y 39 por ciento en 2013), Argentina se ubica por delante de la mayoría de los
países latinoamericanos y aventaja a Estados Unidos (18 por ciento), el Reino Unido (22,5
por ciento) y Brasil (9 por ciento), por citar sólo algunos ejemplos (Caminotti, 2013:329).
Esta mayor participación de las mujeres colaboró asimismo en la consolidación de una agenda de
género, esto significa que en los países donde mujeres ocupan espacios de representación, las
problemáticas vinculadas a ellas se han incorporado a las agendas de gobierno. En relación al tema,
otros trabajos ya se ha encargado de establecer la relación entre la mayor participación de las
mujeres en política y la “... aprobación de normas que amplían la autonomía femenina y sus
derechos en distintos campos de la vida social” (Caminotti y Gusta, 2010).
Para el análisis del caso argentino no debería dejar de tenerse en cuenta la profusión de una amplia
red tanto gubernamental como no gubernamental que se preocupó por incluir estas problemáticas en
las agendas de gobierno. Desde esta perspectiva, otras realidades nacionales se presentan
completamente diferentes en tanto la ley de cupo no habría garantizado “el salto de la
representación descriptiva a la sustantiva”. (Martínez y Garrido, 2013).
Aun cuando cada caso nacional presenta sus particularidades, es posible sostener que en lo que
refiere a la representación de las mujeres en nuestro país, ésta ha aumentado notablemente
constituyendo además un factor que favoreció la introducción de leyes en pos de la igualdad de las
mujeres. Todos estos elementos han conducido a que en los últimos años nuevas propuestas
refuercen la idea de lograr una mayor representación de las mujeres a través de la paridad política.
Como hemos desarrollado hasta aquí, la ciudadanía formal – legal de las mujeres ha sido restringida
o limitada a lo largo de nuestra historia a través de diferentes normas y conductas que consolidaron
la exclusión de las mujeres del goce y ejercicio de sus derechos políticos de manera plena y
autónoma, en este sentido, es posible afirmar la existencia de una ciudadanía inconclusa e
inacabada.
Sin embargo, también es posible sostener que fue esta misma situación de persistente exclusión la
que habilitó la participación ciudadana de las mujeres en el camino que llevó a la conquista
paulatina de sus derechos. La historia de la ciudadanía de las mujeres en nuestro país deberá
inscribirse entonces en una perspectiva teórica que analice la ciudadanía en estas dos dimensiones:
la formal – legal y la participativa. Al mismo tiempo, las experiencias de luchas, avances y
retroceso en relación a los derechos de las mujeres viene a fortalecer aquellas perspectivas que
analizan la ciudadanía como campo de disputas y tensiones que nunca dejará de estar abierto a la
emergencia de nuevas y viejas demandas. En ese ámbito de tensiones se inscriben los debates
contemporáneos sobre el derecho de las mujeres a decir la política en igualdad de condiciones que
los varones, a participar de las instituciones de representación política de manera paritaria y a
65A pesar de los importantes avances que se produjeron y de que la ley es clara al respecto, existe un número
significativo de listas que fueron oficializadas sin cumplir con lo que la ley de Cupo establece en las diferentes
provincias argentinas en las elecciones de 2015 En Misiones, representan el 54% del total, en Provincia de Buenos
Aires el 23%, en Salta el 46%, en Santa Fe el 21 y en Tucumán el 37, 5%, sólo para señalar algunos de los casos. De
Acuerdo al Equipo Latinoamericano de Justicia y Género: Recuperado en: http://www.ela.org.ar/a2/index.cfm?
fuseaction=MUESTRA&codcontenido=2215&plcontampl=38&aplicacion=app187&cnl=4&opc=50
ocupar espacios de toma de decisiones tanto en el ámbito público como en el privado, descartando
las discriminaciones basadas en el género.
En este sentido retomamos las palabras de Velasco, para quien:
“la historia jurídico-política de la humanidad es, en gran medida, la historia de la lucha por la
ciudadanía, de su reconocimiento y extensión a todos los seres humanos. En esta línea se han dado
pasos importantes en los últimos siglos (…) pero la universalización de la condición de ciudadanos –
y con ella de la condición del derecho a tener derechos – aún dista mucho de ser completa y esta
carencia origina no pocas veces situaciones de injusticia (…) La historia de la ciudadanía se revela
entonces también como la historia de la dialéctica de la inclusión y la exclusión, por medio de la cual
se va delimitando el demos constitutivo de una determinada comunidad política (2005: 195)”.
Sólo para tomar un ejemplo, de acuerdo a uno de los proyectos ingresados en la legislatura en la
provincia de Santa Fe, todavía en el año 2016 el gabinete nacional tenía una representación de sólo
el 11% de mujeres. De un total de 20 ministerios y siete secretarías, sólo 3 estarían siendo ocupadas
por mujeres. Asimismo, a nivel provincial se repite esta diferencia en tanto de catorce ministerios y
66El concepto de paridad nace oficialmente como resultado de la I Cumbre Europea “Mujeres en el poder”, celebrada
en Atenas en 1992. Allí se señalaba que la igualdad formal entre hombres y mujeres constituía un derecho fundamental
del ser humano, reivindicándose asimismo la igualdad de participación entre hombres y mujeres en la toma de
decisiones públicas y políticas.
67A diferencia de la ley de Cupo femenino, la ley de paridad fue aprobada luego que diferentes provincias argentinas
tomaran la iniciativa. El 23 de noviembre de año 2017 la ley fue sancionada en la Cámara de Diputados de la Nación
con un total de 168 votos afirmativos.
68Esto contrasta con lo que sucede a nivel continental, donde muchos países ya avanzaron en este sentido: Venezuela
en 2005, Ecuador en 2008, Bolivia y Costa Rica en 2009, Honduras en 2009, entre otros.
dos secretarías de estado sólo hay 3 mujeres, lo cual está representado un 18 % del género
femenino69.
En el año 2018 estas cifras no son muy diferentes, de un total de 19 ministerios, sólo dos mujeres
son ministras a nivel nacional, nos referimos a los ministerios de desarrollo social y seguridad. En
las provincias, por su parte, la escasa cantidad de mujeres en cargos electivos ejecutivos es ínfima,
de un total de 23 gobernaciones, sólo cuatro son ocupados por mujeres y sólo hay una vice
gobernadora. En los ministerios la participación de mujeres también es baja, existiendo provincias
donde el número de mujeres es de cero o una70.
Como se ha señalado hasta aquí, quienes apoyan las leyes de participación igualitaria lo hacen
desde una perspectiva que pone el foco en las desigualdades persistentes entre varones y mujeres en
el ámbito de los poderes del Estado y en todo organismo de toma de decisiones públicas y /o
políticas. Sobresale el discurso de la búsqueda por la igualdad política ante la ley en tanto la mujer
no la tendría garantizada al persistir diferentes elementos que atentan contra ella. En este sentido,
desde determinadas miradas se tiende un puente entre la persistencia de la discriminación política
contra la mujer y las diferentes formas de violencia vigentes en la actualidad71.
La exclusión de las mujeres del espacio de la política es desde esta perspectiva analizada como una
forma de violencia contra las mujeres. Siguiendo este análisis, en el debate parlamentario producido
en el Senado de la Nación en ocasión de la discusión sobre la ley nacional se señalaba:
Le estamos pidiendo a la sociedad, fundamentalmente a la sociedad masculina, que entienda
y que reflexione sobre este problema… ¿Cómo contribuye a que después ese ser patológico
mate?...En cierta forma le estamos dando un respaldo a ese señor porque, cuando mira
algún cuerpo colegiado, sólo ve hombres. Y cuando mira el directorio de una empresa
importante ve mayoritariamente hombres ¿Qué le estamos diciendo como sociedad? Que el
poder lo ejercen los hombres, que las cosas importantes están en manos de los hombres….lo
importante es que logremos que la sociedad enlace los temas y que una, como una red, todas
las cuestiones que desembocan en la muerte y en la tragedia. Ese es el mensaje…. (Senado
de la Nación, 19/10/2016, p. 47).
Otro aspecto relevante en relación con las posiciones a favor de los proyectos paritarios se refiere a
la necesidad de superar el “techo de cristal”. En este sentido la ley de cupo, que fue pensada
originariamente como un piso para la participación política de las mujeres en las listas de
candidatos/as, terminó por ser una norma que cumplir, produciéndose que sean excepcionales los
casos de partidos o frentes electorales que superan ese 30 o 33%, dependiendo de la legislación.
Por otro lado, se vertieron opiniones que han puesto en entredicho o, directamente, se han opuesto
a este tipo de leyes. En ese sentido, en el debate del senado nacional se expresó que debido a la alta
participación actual de las mujeres en política y en los espacios de toma de decisiones este tipo de
leyes ya no tendrían sentido en la Argentina:
La discriminación a mi modo de ver, desapareció y su consagración nuevamente con
cincuenta y cincuenta, pasa a ser negativa e incluso, se puede transformar en un búmeran…
En 1995 también anticipé que esto podía dar pie a al reclamo de otros cupos: de minorías
sexuales, de pueblos originarios, de la juventud, de la ancianidad…los cupos de reconocen
en las organizaciones políticas corporativas, donde se separan hombres y mujeres…Yo no
provengo de una militancia advenediza o que hubiera pensando alguna vez en los cupos y no
69Datos extraídos del expediente N° 30774 presentado en la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, año
2016.
71Nos referimos especialmente al hecho del aumento de los casos de femicidios y /o intentos de femicidios que han
acontecido en la Argentina en el transcurso de los últimos años. En este sentido, cabe recordar que la discusión en el
senado de la Nación se produjo en el marco de la demanda de una ley de emergencia en violencia de género.
voto nada que tenga olor a actitudes o conductas corporativas (Diario de Sesiones del
Senado de la Nación: 19/10/2016, p. 65).
Este tipo de argumentos señalan que las leyes de cuotas y, en particular, la paridad alienta un tipo
de representación corporativa que atenta contra los principios de la democracia liberal. Por el
contrario, desde otro punto de vista, puede esgrimirse que la representación paritaria persigue
generar a través de la ley que la participación de las mujeres sea efectivamente igualitaria en tanto
de otro modo seguirían produciéndose las causas que llevan a una escasa representación de las
mismas. De este modo, la ley de paridad buscará la representación de las mujeres en tanto grupo,
no con el objetivo de caer en nuevos esencialismos sino en tanto el ser mujer ha constituido a lo
largo de nuestra historia una condición para la exclusión del pleno ejercicio de la ciudadanía. Desde
esta perspectiva, si las mujeres constituyen la mitad de la población de la humanidad, deberían
ocupar en esa proporción espacios de representación política y en general, de toma de decisiones.
Por una política de la igualdad y la diferencia
Si no caben dudas sobre el hecho de que las leyes de cupo y paridad hicieron posible una mayor
representación de las mujeres en el campo de la política y que esta mayor representación ha
impactado en la configuración de una agenda de género 72, fortaleciendo la representación sustancial
de las mujeres; en el plano de lo teórico es posible también percibir un cambio significativo a partir
de los aportes que realizan a la teoría política liberal tradicional las propuestas paritarias.
En este sentido, es posible sostener que plantean un giro respecto a la idea tradicional de igualdad
con la que se asocia el devenir histórico de las democracias occidentales. Nuestro punto de vista
sostiene que las leyes de cupo y de paridad pusieron el acento tanto en la igualdad (como objetivo
a cumplir, en este caso, referido a la representación igualitaria de las mujeres) pero asimismo en la
diferencia en tanto hecho relevante de las democracias contemporáneas. De este modo, la igualdad
en relación a la posibilidad para ejercer plenamente el derecho político a la representación política
constituye un objetivo legitimo que se inscribe en la diferencia (varón / mujer) sobre la que se ha
consolidado la exclusión de un grupo social sobre el otro.
En la medida que desaparece la convicción sobre un concepto universal de la ciudadanía, la
igualdad política exige el reconocimiento de esa diferencia que parece ser “inerradicable” en la
medida que las sociedades continúen organizadas en torno a la diferencia varón/mujer. Para lograr
una política de la igualdad de oportunidades que incluya la posibilidad de presentarse como
candidatas a ese 50% de la población constituido por las mujeres 73 parece entonces indispensable
representar esa diferencia.
En un libro clásico sobre la cuestión, Amelia Valcárcel (1997) señaló el rol fundamental que la
igualdad ha tenido en el discurso feminista tradicional, en ese sentido, hay una clara filiación liberal
72Sexo, género y mujer constituyen conceptos que deben ser diferenciados. De acuerdo con Facio (2005) “Debemos
tener claro que el sexo es lo que entendemos como más o menos determinado biológicamente mientras que el género es
construido social, cultural e históricamente”. Al mismo tiempo la autora señala que mujer y género tendieron a utilizarse
como sinónimos debido a que fueron las mujeres las primeras en empezar a utilizar esta expresión para referirse a las
situaciones de discriminación y subordinación que las mismas experimentaron. En este sentido sostiene que “En el
ámbito de las políticas públicas hay una tendencia creciente a crear políticas de género cuando en la práctica se trata de
políticas dirigidas a mujeres que dejan intactas las estructuras y relaciones entre los géneros. Una política de género
necesariamente tiene que tener como finalidad la superación de la desigual valoración y el desigual poder entre los
géneros. De esta manera las políticas públicas de género no necesariamente deberían referirse exclusivamente a las
mujeres, en tanto el sistema de género es un sistema relacional que involucra a los varones .” En: Academia: revista
sobre enseñanza del derecho de Buenos Aires, ISSN 1667-4154, Año 3, Número 6, 2005, págs. 259-294.
73Utilizamos el plural mujeres retomando los aportes de De Barbieri (1992) en tanto la autora explica que esta
distinción entre el plural y el singular no constituye un dato menor sino una postura teórica y metodológica relevante en
la medida que hablar de mujer corresponde a un enfoque esencialista, ahistórico y biológico que oculta la diversidad e
historicidad de situaciones en que se encuentran las mujeres. De Barbieri, Teresita. «Sobre la categoría género. Una
introducción teórico-metodológica», REVISTA INTERAMER1CANA DE SOCIOLOGÍA, Núm.. 2, mayo-agosto,
1992.
– ilustrada entre las primeras sufragistas cuando reclamaban por el igual derecho al voto.
Reconociendo este aspecto, creemos que esta identificación del feminismo con el concepto
igualitarista de tradición ilustrada no excluye asimismo el reconocimiento de la diferencia como
constitutivo del reclamo por la igualdad.
En este sentido afirmamos que:
La paridad constituye en efecto una interpretación política de la diferencia entre los sexos:
aquella deja de ser el pretexto de una segregación para convertirse en la legitimación de un
reparto. La paridad plantea que el interés por la cosa pública y las responsabilidades que se
derivan recaen igualmente sobre los hombres y las mujeres. Este reparto constituye la toma
en consideración de la diferencia entre los sexos sin una jerarquización, según los esquemas
tradicionales, ni tampoco una neutralización, según el concepto universal (Agacinsky,
1998:158).
La incorporación de la paridad en las legislaciones nacionales y provinciales lleva indudablemente a
poner en cuestión las formas tradicionales de la representación política tal como la hemos conocido
hasta el presente en el marco de los regímenes políticos democráticos. Bajo la propuesta de no caer
en nuevas formas de esencialismo, el plural mujeres admite la inclusión de otras posibles
identidades que incluyen al género y, al mismo tiempo, lo atraviesan. En este sentido, la etnia, la
clase y la religión constituyen un conjunto de identidades a tener en cuenta a la hora de pensar las
propuestas de representación paritaria y la ciudadanía de las mujeres, en general (Jelin, 1997).
Desde esta perspectiva, sostenemos que la política democrática debería ser también una política de
las diferencias. La incorporación de la perspectiva de género permite poner en cuestión una
concepción de la ciudadanía universalista que históricamente anuló la diferencia como
característica fundamental del demos democrático. Este proceso fue particularmente exitoso en la
Argentina, país en el cual el proceso de consolidación del Estado llevó a la conformación de una
nación homogénea que excluyó toda referencia a la diversidad étnica – cultural, ya sea en relación a
las comunidades inmigratorias o en relación a los pueblos originarios. En relación al tema que nos
convoca, la cuestión no deja de ser relevante para imaginar otras formas de pensar la civitas de cara
al siglo XXI en relación a las ciudadanías de las mujeres.
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litoral . Recuperado de:
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2016/09/19/politica/POLI-01.html
Ministerios por provincias, mujeres ministras y cargos ejecutivos electivos de representación política.
74Los cuadros y gráficos del anexo son de elaboración propia y fueron realizados consultando
las páginas de los organismos correspondientes, al mes de julio de 2018.
Provincias Ministerios Mujeres Ministras Gobernadoras Vice-
Gobernadoras
(de un total de 23
provincias) (de un total de 23
provincias)
Buenos Aires 13 0 *
Catamarca 8 0 *
Chaco 11 1
Chubut 11 2
Córdoba 12 0
Corrientes 13 2
Entre Ríos 6 3
Formosa 10 1
Jujuy 11 3
La Pampa 9 2
La Rioja 8 2
Mendoza 5 1 *
Misiones 14 2
Neuquén 9 2
Río Negro 9 2
Salta 10 3
San Juan 9 2
San Luis 10 4
Santa Cruz 7 3 *
Santa Fe 14 5
Santiago del 9 2
Estero
Tierra del Fuego 11 1 *
Tucumán 8 1
Totales
4 1
Totales 237 47
24,59
Varones
Mujeres
75,4
Legisladores y Legisladoras en provincias unicamerales
34,19
Mujeres
Varones
65,8
Mujeres y Varones Representantes en Cámara de Senadores y Cámara
de Diputados (Nación. Año 2018)
Cámara de Diputados
39%
61%
Mujeres Varones
42%
Mujeres
Varones
58%
Cámara de Senadores
Cuotas de Género: diseño institucional al servicio de la representación
política
Resumen
La teorización sobre la representación política se ha centrado en tres preguntas: qué es la
representación, cómo y cuándo se produce la representación y quiénes son los representantes. Sin
embargo, existe una cuarta pregunta central ¿qué determina el acceso al cargo político? En la
actualidad existen pocas barreras legales en las democracias representativas que impidan a los
ciudadanos presentarse como candidatos, por lo que la cuestión de quién es (y quien no es)
seleccionado como tal tiene implicancias cruciales en el modelo de representación. En este sentido,
las mujeres ofrecen uno de los mejores ejemplos: aunque constituyen la mitad de la población, sólo
ocupan una minoría de las bancas de todas las cámaras legislativas del mundo. El presente trabajo
intenta abordar las diversas justificaciones para la implementación de las cuotas de género,
entendidas éstas como un mecanismo institucional fundamental para alcanzar la representación
efectiva; así como también analizar si los efectos producidos por este tipo de herramienta de diseño
institucional ayudan a este grupo a sortear las barreras culturales, históricas y sociales para ejercer
la representación política.
En definitiva, las cuotas de género para la conformación de los cuerpos legislativos son
herramientas institucionales que buscan garantizar la representatividad de las mujeres en tales
cuerpos y, eventualmente, consolidar la idea de que las mujeres están capacitadas para formar parte
activa de la arena política. El histórico límite impuesto a las mujeres para la participación política
(tanto como representadas como representantes) ha generado altas disparidades de género al interior
de las legislaturas, ocupando en promedio el 23.5% 76 de las bancas parlamentarias, pudiendo en
algunos casos llegar a situaciones de paridad y, en otros, carecer de representatividad alguna. Esta
herramienta institucional para acelerar el proceso de incorporación de la mujer a la actividad
política ha sido ampliamente debatido, respecto de si corresponde o no que estos grupos
minoritarios (o que son tratados como minoritarios aunque numéricamente no lo sean, como es el
caso de las mujeres) cuenten con asistencia institucional para garantizar su acceso a la arena
Para comprender la utilidad de las cuotas de género en el diseño de las listas partidarias, en
primer lugar, es preciso comprender de qué manera las particularidades de la legislación que
estipula las cuotas impactan en la representación. La investigación de Schwindt-Bayer (2009)
analiza de qué manera el diseño legislativo de las cuotas facilita (o perjudica) el objetivo de
incrementar la representación de las mujeres. Si bien el objetivo principal de las cuotas de género es
aumentar el número de mujeres elegidas para ocupar bancas en las legislaturas, como se mencionó
anteriormente el porcentaje de la legislatura femenina en países con cuotas varía ampliamente. Esta
variación se explica a través de tres dimensiones (Schwindt-Bayer, 2009): (a) el tamaño de la cuota,
es decir, el porcentaje mínimo de candidatos de un partidos político que requiere ser mujer; (b) el
mandato de ubicación que estipula en qué orden se confecciona la lista electoral, es decir, garantizar
que las candidatas femeninas se encuentren en puestos ganables77; y (c) la fuerza de los mecanismos
77Los mandatos de ubicación están limitados a sistemas electorales donde los partidos presentan
boletas con candidatos previamente ordenados (listas cerradas); los sistemas de representación
proporcional de lista abierta no pueden tener mandatos de ubicación, porque los partidos no
de control de aplicación de la ley de cuotas de género, es decir, la prescripción de consecuencias
para los partidos políticos que no cumplen con la cuota. Es importante destacar que el tamaño de la
cuota no tendrá efectos positivos en mejorar la representación de las mujeres en la legislatura si no
se implementan claramente condiciones de ubicación y mecanismos de control; asimismo, el
porcentaje de escaños que ganan las mujeres dependerá de la combinación con otros factores, como
la proporcionalidad de las reglas electorales, la fórmula electoral empleada, el tamaño del distrito
electoral y las preferencias de los votantes (Schwindt-Bayer, 2009).
El estudio de Schwindt-Bayer (2009) concluye que la clave para aumentar sustancialmente
la representación efectiva de las mujeres es la combinación de mandatos de ubicación, mecanismos
de control y mayor presencia de candidatas en la boleta electoral. Su trabajo también revela que
algunos partidos cumplen con las leyes de cuotas incluso sin mandatos de colocación y sanciones
explícitas por incumplimiento; esto puede ser el resultado de la adopción voluntaria de cuotas más
estrictas que las que la ley nacional establece (Meier, 2004), una amplia presión de los grupos de
mujeres en el país (Jones, 1996) y/o un deseo de aumentar la legitimidad política. Este estudio
refuerza la premisa de que el diseño institucional es importante: si bien las cuotas de género son un
mecanismo fundamental para aumentar la representación de las mujeres (y mejorar la
representatividad democrática) no se trata simplemente de tener una cuota, sino de cómo se diseña
la institución que aumenta la representación de las mujeres.
Otro trabajo que analiza la utilidad de las cuotas de género es el de Schwindt-Bayer, Malecki
y Crisp (2010) en donde reconocen que, si bien la incorporación de cuotas de género es un
fenómeno de gran alcance, se preguntan si una vez que una candidata ingresa en la carrera electoral,
su género sistemáticamente trabaja en contra (o a favor) ella. Los autores parten de la premisa de
que la escasez de mujeres en la política se debe a la histórica discriminación que éstas han sufrido
respecto de su posibilidad de participar en la arena pública; tal discriminación es producto de la
visión tradicional de que la arena política es de dominio masculino, por lo que los votantes
discriminarán contra las mujeres que se mueven fuera de la esfera privada. Sin embargo, existen
investigaciones que brindan un apoyo empírico mixto para esta premisa: si bien algunos estudios
encuentran que los votantes discriminan sistemáticamente a las mujeres candidatas por su género,
otros consideran que es igualmente probable que ganen cargos políticos, especialmente cuando se
tienen en cuenta la afiliación partidaria, la existencia de incumbency, etc.; incluso, existen
investigaciones que han encontrado que las mujeres candidatas ayudan a ganar elecciones antes que
perjudicar esas chances (Schwindt-Bayer et. al. 2010). Este trabajo permite concluir que la
diversidad de hallazgos sobre el impacto del género en la obtención de cargos se debe a las
diferencias en los entornos culturales, económicos e institucionales de los entornos políticos, lo que
hace imposible una generalización.
Por su parte, existen investigaciones como la de Krook (2010) que busca explicar la
sub-representación de las mujeres en los legislativos nacionales, más allá de la incorporación de las
cuotas de género. La autora realiza una crítica al modelo de oferta y demanda en el proceso de
selección de candidatos al considerarlo insuficiente para explicar la sub-representación de las
mujeres. Según este enfoque, el número de mujeres que resultan electas para cargos legislativos es
producto de la combinación de (a) las calificaciones de las mujeres como grupo para postularse a
cargos públicos y (b) la voluntad de las élites de seleccionar aspirantes a cargos legislativos que
sean mujeres; sin embargo, la principal dificultad de este modelo es que no puede explicar por qué
determinan las clasificaciones y los candidatos son elegidos por completo de acuerdo con las
preferencias de los votantes (Schwindt-Bayer, 2009)
las mujeres están sub-representadas numéricamente en todos los países sin una teoría del género que
explique la omnipresencia de este patrón, si el acceso de las mujeres fuese simplemente una
cuestión de oferta y demanda. Krook (2010) presenta entonces dos marcos de explicaciones. En
primer lugar, desde el lado de la oferta en donde se analizan los cálculos estratégicos de los posibles
candidatos para definir si se encuentran equipados para postularse; dos son los factores que
determinan la oferta de aspirantes: los recursos (tiempo, dinero y experiencia) y la motivación
(ambición e interés por la política). En este aspecto, la brecha de género se manifiesta como
sub-representación legislativa al activarse patrones tradicionales de socialización que asocian a los
hombres con el ámbito público y a las mujeres con el ámbito privado; esta división por género se
manifiesta de tres maneras, sostiene Krook (2010): a través de (a) roles y expectativas familiares
específicos de género, asociando a la mujer con las tareas domésticas y de cuidado, las (b) ideas de
masculinidad que dan forma a las instituciones políticas existentes y (c) lo que la autora denomina
“psique de género” que suele llevar a los hombres a la política y relegar a las mujeres a la periferia
de la vida pública. En segundo lugar, existen explicaciones desde el lado de la demanda: cuando los
solicitantes se nominan, su selección depende de las evaluaciones de sus habilidades, calificaciones
y experiencia; sin embargo, estas evaluaciones están fuertemente determinadas por las preferencias
y opiniones de las elites políticas. La dificultad se presenta en tanto es prácticamente imposible para
los selectores conocer a todos los aspirantes a nivel personal, por lo que la cláusula del “mérito”
queda reducida a lo que Krook (2010) denomina accesos directos a la información: los aspirantes
son juzgados positiva o negativamente sobre la base de características asociadas con su grupo. En
este sentido, la tardía incorporación de las mujeres a la arena política hace que los selectorados
estén predominantemente (por no decir, casi exclusivamente) compuestos por hombres, dificultando
la selección de candidatas mujeres al activarse los patrones tradicionales de socialización
anteriormente mencionados. Este trabajo presenta entonces la posibilidad de reformar la selección
de candidatos, al reenfocar el enfoque de la oferta y la demanda de una manera más consistente con
los hallazgos reales de las mujeres en la investigación política (Krook, 2010). En consecuencia, el
número de mujeres elegidas depende no tanto del diseño de las cuotas de género sino de cómo las
instituciones sistémicas, prácticas y normativas se combinan de manera que facilitan u obstaculizan
la selección de candidatas mujeres.
La utilidad de las cuotas de género en la confección de las listas partidarias puede analizarse
también a partir de entenderlas como una estrategia para limitar (y eventualmente, eliminar) la
marginación de las mujeres en el diseño de la agenda política. En este sentido, Kerevel y Atkeson
(2013) explican que, aunque investigaciones previas sostienen que las cuotas de género aumentan la
presencia de mujeres en las legislaturas, las mujeres permanecen marginadas en el espacio público
de forma indirecta: manteniéndolas fuera de puestos de liderazgo importantes, evitando que se
aprueben sus proyectos de ley o restringiendo su actividad a “problemas de género” a expensas de
su participación en otros tipos de áreas políticas. Como resultado, los beneficios de las cuotas de
género para resolver el problema de la sub-representación de las mujeres puede resultar insuficiente
para en la agenda política y promover sus propios proyectos de ley. Es importante destacar de este
trabajo la distinción que realizan los investigadores entre marginación y representación de las
mujeres. Según Kerevel y Atkeson (2013) la evidencia de marginación no implica necesariamente
una falta de representación sustantiva de las mujeres: las normas de poder dentro de las
instituciones legislativas suelen estar marcadas por el género, por lo que los comités menos
prestigiosos suelen tratar asuntos de particular relevancia para las mujeres, mientras que al mismo
tiempo mujeres que se especializan en tales temáticas pueden ser ignoradas en favor de hombres
para roles de liderazgo de gran alcance. Entonces, las legisladoras todavía pueden representar
sustantivamente los intereses de las mujeres, mientras que al mismo tiempo pueden ser marginadas
por otros miembros de la legislatura o la propia dinámica institucional del cuerpo legislativo.
Otra razón para la marginación puede explicarse en las lógicas institucionales: las
instituciones legislativas suelen favorecer a los titulares (incumbents) antes que a los recién electos
sobre la base de un sistema de antigüedad que determina influencias (Kerevel y Atkeson, 2013). En
tanto el ingreso de las mujeres en las legislaturas es producto de la aplicación de cuotas de género,
la mayoría de las legisladoras ingresan en simultáneo como “recién llegadas”; este ingreso amenaza
el statu quo en la distribución de poder y recursos políticos, llevando a la marginación de los
miembros más nuevos por parte de los más antiguos en pos de conservar su influencia. Desde esta
óptica, la marginación femenina tiene que ver más con su condición de “recién llegadas” antes que
con su condición de mujeres – aunque podría contra argumentarse que su entrada tardía al ámbito
político es, efectivamente, por su condición femenina -.
Existen trabajos críticos sobre la utilidad de las cuotas de género en el diseño de listas
partidarias. Es el caso del trabajo de Hughes (2011), que desde óptica liberal entiende que abordar
sólo una dimensión de la desigualdad (en este caso, la sub-representación legislativa por género) las
cuotas pueden reforzar las desigualdades intra-grupales. A su vez, debido a que las mujeres y las
minorías están significativamente sub-representadas en política, cualquier política que aumente su
presencia puede aumentar las posibilidades de que se elija un grupo más heterogéneo de mujeres.
Siguiendo esta línea crítica, el trabajo de Murray (2014) presenta una manera innovadora de
analizar y entender la importancia de las cuotas. Parte de la idea mencionada al comienzo de este
trabajo de que, para asegurar el óptimo funcionamiento de la democracia, la representación debería
ser de la más alta calidad posible, lo que supone elegir a los mejores políticos posibles a través de
un proceso de escrutinio preciso. En la actualidad, sin embargo, la composición de la mayoría de las
legislaturas está dominada por hombres con gran poder adquisitivo, étnicamente iguales, lo que
limita la habilidad de tales legislaturas de representar la diversidad que encontramos en las
sociedades modernas (Murray, 2014). En este contexto, las cuotas de género desde que fueron
introducidas a los sistemas electorales, han sido percibidas como una forma de corregir la
desigualdad en la representación; específicamente, suele atender al problema de la
sub-representación de las mujeres y al hacerlo, han generado un amplio espectro de críticas respecto
al impacto que las cuotas tienen en la calidad de la representación, al sostenerse que éstas priorizan
la representación del colectivo social antes que la meritocracia. Sin embargo, plantea Murray no es
la sub-representación de las mujeres lo que socava la meritocracia sino que es la
sobre-representación masculina el verdadero problema. Estudiar las cuotas de representación
únicamente como una cuestión relativa a la sub-representación femenina trae como consecuencia la
normalización de la idea de que los hombres son la norma en política y las mujeres la “otredad”; en
este sentido, al aceptarse a los hombres como el statu quo en la representación política, la carga de
justificar la presencia en los cuerpos legislativos recae en quienes desean ingresar a la política (las
mujeres) en lugar de los que ya están presentes en cantidades excesivas (hombres).
Para resolver este problema es necesario replantear la forma de estudiar y entender las
cuotas de género, dejando de lado la idea implícita de que son para las mujeres y volverlas
explícitamente para la selección de hombres. Esto supone un cambio de eje: del problema de la
sub-representación femenina a la sobre-representación masculina (Murray, 2014), teniendo entonces
los hombres que demostrar sus habilidades y cualificaciones para la representación política,
justificando su (histórico) lugar en la arena política. Esta innovadora forma de pensar en las cuotas
trae consecuencias positivas: al cambiarse de mujeres a hombres la tarea de demostrar sus
cualidades para la representación, se (a) elimina el mito de la meritocracia que ha permitido a los
hombres beneficiarse históricamente de la “presunción de competencia” y evitar así el escrutinio
político; asimismo, se (b) mejora la calidad de representación para todos los representados, más allá
del género, ya que al abrirse el reclutamiento político a un proceso profundamente competitivo
promovería una verdadera meritocracia y una mejor democracia representativa; y finalmente, un
paso fundamental para eliminar los rastros del patriarcado en los sistemas electorales y la
democracia representativa es reconocer que éste trae perjuicios tanto para mujeres como hombres, y
que las cuotas de género enfocadas en los hombres (c) ofrecen un avance real en pos de una
sociedad verdaderamente meritocracia y equitativa (Murray, 2014).
En la actualidad, más de 100 países han incorporado cuotas electorales en sus sistemas de
selección de representantes legislativos, siendo su objetivo aumentar (de manera acelerada) la
representación de los grupos destinatarios de tales cuotas. Uno de los grupos pioneros en recibir
cuotas fueron las mujeres, históricamente relegadas de la arena pública, su progresiva incorporación
a lo largo del siglo XX se ha mostrado por demás lenta siendo las cuotas la herramienta más
adecuada para acelerar (y garantizar) su representación en los cuerpos legislativos. Más allá de los
debates acerca de la utilidad de las cuotas de género y las críticas que tales legislaciones han
recibido respecto de que las mismas socavan la meritocracia en el proceso de selección de
candidatos, una pregunta fundamental para la Ciencia Política es si efectivamente los beneficios que
las cuotas establecen para los grupos destinatarios se sostienen en el tiempo, una vez retiradas las
mismas. Esta pregunta es importante en tanto las cuotas son herramientas electorales temporales,
pensadas para mejorar las posibilidades de ciertos grupos de ingresar y competir en la arena
electoral y en el proceso de representación, hasta que se eliminen las causas que han limitado
históricamente tal participación plena. Dado que las cuotas de género restringen temporalmente las
oportunidades disponibles para los grupos no destinatarios, es fundamental conocer el alcance de las
mismas en el comportamiento electoral.
El trabajo de Bhavnani (2009) intenta responder esta pregunta analizando el caso de las
cuotas de género en la India: la legislación india reserva de manera aleatoria bancas en las
legislaturas locales para que sean ocupadas exclusivamente por mujeres (que son elegidas
democráticamente) en cada elección; lo que observa el investigador es que, una vez retirada la cuota
de género temporal y aleatoria, la probabilidad de que un candidato mujer obtenga nuevamente esa
banca es 5 veces mayor a los casos de las bancas que no fueron afectadas por dicha cuota de
género aleatoria y temporal. La conclusión de la investigación es que las cuotas de género
efectivamente mejoran las posibilidades de que éstas ganen elecciones, incluso después de que se
retiran estas herramientas institucionales que les facilitaron el acceso al cargo. Esta conclusión,
sostiene Bhavnani (2009) trae importantes consecuencias para los estudiosos de la democracia
contemporánea: si bien las cuotas pueden ser criticadas por favorecer la fragmentación de la
política, éstas son herramientas que (a) aseguran una representación más justa de los miembros de
una sociedad, incluso luego de ser eliminadas; y a su vez, si bien las cuotas aceleran un proceso que
para muchos estudiosos debería ser producto de la (lenta) evolución social y cultural, bien
formuladas, (b) son políticas que permiten lograr una representación más justa más rápidamente,
fundamental objetivo de la ciencia política.
Otra forma de acercarnos al tema del impacto de las cuotas de género en el comportamiento
electoral es la investigación de Rosen (2011) en donde analiza los efectos de las instituciones
políticas en la representación legislativa de las mujeres a través de un trabajo comparativo en 168
países. En primer lugar, Rosen planeta la importancia del sistema electoral para garantizar la
utilidad de las cuotas de género: es el sistema de representación proporcional el modelo que permite
identificar variaciones en la representación parlamentaria de las mujeres; en contraste con los
sistemas mayoritarios donde los partidos políticos colocan un solo candidato y el incentivo consiste
sólo en apelar al denominador común básico de acuerdo a las preferencias del votante, en los
sistemas de representación proporcional los partidos pueden seleccionar múltiples candidatos
beneficiándose de apelar a una masa de votantes amplia y, así diversificar el comportamiento
electoral. Como ya se ha mencionado, las cuotas de género funcionan como políticas de acción
afirmativa que buscan ayudar a las mujeres a sobreponerse a los obstáculos a su elección (menos
experiencia política dada su tardía incorporación a la arena pública, estereotipos culturales y/o
incumbency). Sin embargo, la legislación sobre cuotas de género suele tener débiles mecanismos de
control y aparecen recurrentes problemas de cumplimiento en la confección de las listas partidarias;
la pregunta entonces es si es beneficioso destinar tiempo y recursos al diseño de legislación de
cuotas de género si el comportamiento electoral es débilmente impactado. La respuesta, para Rosen
(2011), es que independientemente de los problemas de cumplimiento, las cuotas de género son
especialmente importantes en las democracias emergentes (de transición) y/o en sociedades
post-conflicto en tanto las cuotas (a) confieren legitimidad internacional, (b) facilitan los procesos
de pacificación interna al ser herramientas institucionales altamente valoradas y (c) proveen una
oportunidad para los movimiento de mujeres de involucrarse en política nacional y traer a la agenda
legislativa temáticas que suelen ser relegadas por los legisladores masculinos.
Por su parte, el trabajo de Shair-Rosenfield e Hinojosa (2014) explora también los alcances
de la cuota de género en el comportamiento electoral, partiendo de la premisa de que el mayor
problema al que se enfrentan las mujeres que ingresan en la competencia electoral es el prejuicio
acerca de su capacidad para la política y su potencial de elegibilidad, entonces, habiéndose
implementado algún tipo la cuota de género, ¿el sesgo sexista desaparece una vez demostrada su
capacidad política en las próximas elecciones? Si los prejuicios contra las mujeres se deben
realmente a las creencias sobre su "inelegibilidad", las disparidades entre mujeres y hombres
deberían disminuir una vez que logran bancas legislativas. Lo primero que debe observarse es el
proceso de selección de candidatos que realizan los partidos políticos que está, indefectiblemente,
cargado de sesgos; especialmente, el sesgo sexista que juega en contra de las mujeres y que se
justifica en diversas razones: (a) normas tradicionales que ubican a la mujer en el espacio de lo
doméstico exclusivamente, estando entonces menos capacidad para la política; o (b) cuestiones
estratégicas por las que las élites pueden decidir o nominar mujeres candidatas porque perciben que
hacerlo acarrea un costo electoral, esto basado en el prejuicio de que los votantes no prefieren
mujeres (Shair-Rosenfield e Hinojosa, 2014). Esto hace que las mujeres que se nominan, lo hagan
en distritos políticamente débiles o irrelevantes, o sean colocadas en un mandato de ubicación que
difícilmente se materializa en bancas, lo que desanima la participación política de las mujeres y
fortalece la creencia de que no están capacitadas para la arena electoral (moldeando así un
comportamiento electoral sesgado). Ahora bien, si las cuotas de género ayudan a superar estos
prejuicios y limitar este sesgo sexista, ¿qué pasa cuando las mujeres han probado su elegibilidad al
postularse (y ganar) elecciones? Se plantea en este trabajo que la incumbency tiene las mismas
ventajas para los hombres que para las mujeres (incremento del acceso a los medios, red más amplia
de apoyo político, influencia en las nominaciones, oportunidad de repartir bienes y servicios, acceso
a recursos). Sin embargo, lo que identifican Shair-Rosenfield e Hinojosa (2014) en es un doble
efecto para las mujeres: por un lado, la incumbency puede funcionar como una barrera para la
representación femenina ya que como los que poseen cargos suelen ganar las elecciones (en su
mayoría, hombres) se reduce la cantidad de bancas disponibles para los representantes recién
llegados (en su mayoría, mujeres). Por otro lado, las ventajas de la incumbency puede contrarrestar
el sesgo de género en la etapa de nominación en tanto una vez que las mujeres prueban su
elegibilidad al partido político (gracias a las cuotas de género), la decisión estratégica de éste es
sencilla: re-nominar candidatos que (esté demostrado) puedan ganar elecciones,
independientemente del género; asimismo, los electores eligen nuevamente a candidatos que ya se
hayan desempeñado en el cargo, comportamiento no sesgado por el género del nominado.
Por su parte, Gilardi (2015) analiza las cuotas de género como la herramienta que permite la
incorporación de mujeres a la arena política, condición fundamental para reducir la brecha de
representación legislativa entre hombres y mujeres. Gilardi parte de la idea de que una de las
principales razones por las que la brecha de género en la representación política persiste es que las
mujeres presentan menos probabilidades de presentarse a elecciones que los hombres; esta
tendencia es para el autor consecuencia de la falta de modelos a seguir (“role models”) que
funcionen como estímulo para que las mujeres se postulen en elecciones. La idea detrás de la
propuesta de Gilardi es que el fenómeno de la representación es una suerte de círculo virtuoso:
cuantas más mujeres sean electas para cargos públicos, su rol político se vuelve más aceptado y
funcionarán como un estímulo para la ambición política femenina. En este sentido, las cuotas de
género al ser herramientas temporales aceleran el proceso de incorporación de las mujeres a la arena
política y potencian el efecto derrame la representación política femenina (Gilardi, 2015).
Conclusión
Las cuotas de género no son sólo una herramienta para facilitarnos a las mujeres el ingreso a
la arena política de la representación, sino que constituyen una estrategia para corregir una histórica
desestimación de las mujeres como sujetos de representación. Si bien en el último siglo hemos
tenido una progresiva participación en la política, la misma ha revestido de carácter excepcional, a
diferencia de los hombres cuya participación es considerada la normalidad.
Como se ha visto, existen diversas ópticas desde donde analizar la utilidad de las cuotas de
género. Por un lado, desde la importancia en la confección de las listas partidarias, lo que genera
tanto voces a favor como en contra. Las cuotas de género constituyen una estrategia institucional
que busca resolver el problema de la sub-representación de las mujeres en los cuerpos legislativos
de forma artificial, acelerando el proceso de integración de la mujer a la arena política. Sin
embargo, las estrategias políticas para lograr su implementación y las características de su
aplicación varían ampliamente entre los distintos Estados. Esto permite realizar trabajos
comparativos, para poder identificar los mejores modelos de cuotas de género y evaluar si las
mismas están alcanzando su objetivo: garantizar la calidad de la representación en las democracias
contemporáneas. Asimismo, las cuotas de género tienen efectos reales en el comportamiento
electoral. Estas herramientas institucionales que implementadas para acelerar el proceso de
inserción de las mujeres a la arena política permiten influenciar y modificar el comportamiento
electoral, de manera progresiva, pero efectivamente con consecuencias permanentes.
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