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“Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional

sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la


Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”

“Representación política de mujeres en intendencias de la Argentina”

Campari, Susana, susanacampari@gmail.com; asociación civil MujeryGobierno 1

Mondino, Silvana silvana.mondino@gmail.com; asociación civil MujeryGobierno

Area temática: Género y Democracia

Una investigación llevada a cabo hace 10 años desde Mujerygobierno tuvo el objetivo de recabar los datos de
las mujeres a cargo de ejecutivos locales - espacio al que se accede por elección y no por la aplicación de la
Ley de Cupo- como manera de graficar la representación política de la mujer en el ámbito municipal. Los
resultados de la pesquisa resultaron impactantes, solo el 9,25% de los municipios contaban con una mujer
como intendenta (205 municipios, de 2217).

Para 2017, el universo de análisis cambió, aumentando el número de municipios; sin embargo, la presencia
de mujeres a cargo de las intendencias no ha respondido en la misma medida.

El presente trabajo compara los datos obtenidos en esa oportunidad con los recabados en el año 2017 y
plantea: ¿En qué medida las estructuras de los gobiernos locales resultan inclusivas para las mujeres? Es
cierto el discurso habitual que presupone que los ámbitos de gobiernos locales, por su menor escala,
representan un espacio ideal de igualdad de oportunidades políticas para los grupos sociales. ¿ podemos
hablar de mecanismos de discriminación difusa?

Presentación

Los datos cuentan que las intendentas existen, están ausentes y representan una enorme brecha de
género en la participación política de las mujeres argentinas. La información sobre las mujeres
que ejercen cargos electivos municipales no había tenido mayor prioridad y relevancia, en la
agenda política de los movimientos feministas y la agenda legislativa de la igualdad de género de
los países latinoamericanos. Los tiempos han cambiado y la importancia de visibilizar, registrar,
analizar y difundir los datos de las alcaldesas (intendentas en Argentina), vicealcaldesas en los
países que contemplan tal cargo, regidoras o concejalas, síndicas en los países que tiene ese cargo
dentro de los concejos o cabildos municipales, requiere de contar con fuentes de información
confiables, permanentes y actualizadas.

Este artículo es producto de un meritorio esfuerzo colectivo de investigación cuantitativa de las


intendentas comparando los datos de 2007 y 2017, buscando la información como para armar un
rompecabezas debido a la falta de una fuente unificada, confiable, permanente y actualizada de

1Este trabajo de investigación fue realizado por el grupo de investigación MujeryGobierno


conformado además de las ponentes por ARNAUDO, Natalia, PAPALíA, Nicolás y OTERO,
Eduardo.
datos, como también falta en otros países. El universo municipal es por su propia naturaleza
territorial, demográfica, política, social y cultural, heterogénea, compleja, cambiante e
impredecible; la información en consecuencia, es difícil de obtener y mantener actualizada. Por lo
tanto, es de fundamental importancia crear, alimentar, actualizar y apoyar una fuente de información
específica de la participación y representación política de las mujeres en los gobiernos locales de
cada país.

Argentina es un país federal y es el tercero con más cantidad de municipios de los países
latinoamericanos: 2.231, después de Brasil: 5.564 municipios y México: 2.462 municipios, ambos
países también federales. De los resultados de la investigación que se presenta, en 2017 las
intendentas sumaban 240 alcanzando el 10,7% del total, dato que lamentablemente no sorprende
considerando que el promedio de alcaldesas de América Latina y el Caribe es de 13,4% de acuerdo
al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL. Argentina se
encuentra por debajo del promedio pero no tal lejos, los países que más cuentan con alcaldesas son:
Nicaragua 40,1% y Uruguay 21.4%; los que menos Perú 2,9% y Guatemala 3,0%, datos del mismo
Observatorio.

Otro resultado de la investigación particularmente negativo es que siendo Argentina un país


extendidamente urbanizado, el 59,1% de las intendentas han sido electas en comunas rurales, este
ha sido el patrón territorial clásico de las alcaldesas latinoamericanas, la mayoría en municipios
rurales y pequeñas ciudades, ciertos cambios se observan de mayor presencia de alcaldesas en
ciudades intermedias, sin embargo solamente dos gobiernan ciudades capitales del país: Managua,
Nicaragua; La Havana, Cuba. En Argentina solamente dos en grandes ciudades: Rosario, provincia
de Santa Fe; La Matanza, provincia de Buenos Aires.

Sabemos que dos factores no han facilitado ni impulsado el mayor acceso de las mujeres al cargo
ejecutivo local: 1. el proceso de urbanización de los territorios donde incluso demográficamente hay
más mujeres que hombres en algunas ciudades; 2. la proximidad del gobierno local supuestamente
más accesible a la participación política de las mujeres. Este trabajo de investigación lo comprueba
con datos, cuadros y mapeos, contribuyendo al conocimiento, análisis, difusión y discusión de las
presencias, ausencias y desigualdades de género que caracterizan y afectan la democracia local y la
igualdad de oportunidades de ejercer el gobierno de los municipios en Argentina.

Alejandra Massolo2

2Massolo, Alejandra, consultora en equidad de género y gobiernos locales. Maestría en


Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). Especialista en estudios urbanos, municipales y de
Introducción
La participación política de la mujer constituye, desde hace varias décadas, un tema de
agenda en la República Argentina y en el mundo.

Reconocido el derecho al voto recién a mediados del siglo pasado, la participación de las
mujeres en la arena política ha ido adquiriendo poco a poco mayor visibilidad hasta el punto que, en
la última década, fue electa la primera presidenta mujer3 en la República Argentina.

Cabe recordar que, en 1991, la República Argentina se convirtió en el primer país en el


mundo en incorporar el sistema de cuotas mediante la sanción de la ley Nº 24.012 4, que establece un
piso mínimo de 30% de candidatas mujeres en las listas de partidos políticos para cargos electivos
nacionales (Otero Torres et.al., 2013). Ese fue, sin dudas, un instrumento que desde el punto de
vista simbólico y práctico, contribuyó a incrementar la participación de las mujeres en los espacios
políticos. Incorporando a partir de allí, esta temática en la agenda pública.

Dicha medida de acción positiva, generada a partir del reconocimiento de la situación de


desigualdad entre los géneros, coadyuvó a dilucidar que esas diferencias tienen un carácter
estructural. Tanto en el campo de la participación política, como en el laboral o el doméstico, las
mujeres deben afrontar una serie de barreras (generalmente invisibles) que las colocan en un plano
de desigualdad respecto de los varones. Estos mecanismos subyacentes conforman lo que hemos
dado por llamar en anteriores trabajos5como discriminación difusa (Campariet. al, 2017).

género. Integrante de la Red Mujer y Hábitat de América Latina

3Cristina Fernández se convirtió en 2007 en la primera mujer electa presidente del país por el
período 2007/2011. En 2011 fue reelecta por un nuevo período que concluyó en diciembre de 2015.

4Publicado en el Boletín Oficial No. 27276 del 3 de diciembre de 1991.

5Campari Susana, Mondino Silvana, Otero Eduardo, Papalía Nicolás y Arnaudo Natalia (2017) “La
discriminación difusa. Análisis de la representación política de la mujer en los países del Mercosur
y asociados” en “Estado Abierto. Revista sobre Estado, la administración y las políticas públicas”.
Volumen 1, número 3. Abril Julio 2017, Escuela de Alta Dirección Pública, Instituto Nacional de
Administración Pública. Ministerio de Modernización, Presidencia de la Nación. Disponible en
https://www.argentina.gob.ar/noticias/estado-abierto-vol-1-nro-3-ya-esta-disponible
De dicha circunstancia también han dado cuenta un importante número de instrumentos
internacionales de Derechos Humanos, que tienen por objetivo promover la participación de las
mujeres en el ámbito político y profesional. En esta línea se inscriben, principalmente, la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW,
tal sus siglas en inglés)6creada en 1979, la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing celebrada
en 1995 y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la
Mujer, más conocida como “Convención de Belém do Pará”, sancionada en 1996 (Otero Torres, op.
cit.).

Sin embargo, la disposición de estas garantías legales tanto a nivel interno como
internacional, si bien son importantes, no resuelven muchos de los obstáculos que las mujeres
encuentran para el ejercicio pleno de funciones y responsabilidades en la esfera pública, dificultades
que en este trabajo serán tema de nuestra indagación. En ese mismo sentido se expresa Manuel Cruz
cuando se interroga sobre el contenido que encierra la mención a políticas de igualdad (que
inclusive en España han dado lugar a la reciente creación de un Ministerio de Igualdad), para quien
frecuentemente parecieran agotar la ambición igualitaria en el plano declarativo. “Y no deja de ser
una dolorosa paradoja que nunca antes, en el pasado, se hubiera hablado tanto de igualdad y nunca
hayan sido mayores las desigualdades como en el momento actual” 7

Tal lo expresado anteriormente, en las últimas décadas, la participación de la mujer en la


esfera política fue cobrando relevancia tanto en el orden nacional como en los ámbitos locales.

En esta línea, hace diez años, a través de un trabajo presentado ante la Diputación de
Barcelona (Battista, Campari, Mondino, 2007), nos preguntamos, entre otras cuestiones, en qué
medida las estructuras de los gobiernos locales resultan inclusivas para las mujeres, partiendo
quizás, de una idea general de que los ámbitos de gobiernos locales, por su menor escala,
representan un espacio ideal de oportunidades políticas para la totalidad de los grupos sociales y, en
particular, para las mujeres rurales, dentro de la caracterización de municipios chicos de acuerdo a
lo explicado en más adelante en este trabajo en relación a su cantidad de habitantes.

El análisis realizado sobre los datos obtenidos en dicho estudio, permitió inferir que en la

6Convención aprobada por las Naciones Unidas en 1979 y ratificada por 189 países. La República
Argentina efectúa su ratificación el 15 de julio de 1985, dotándolo de jerarquía constitucional con la
reforma a la Carta Magna en 1994.

7Cruz, Manuel “No sólo de derechos viven el hombre y la mujer”. Diario Clarín. Buenos Aires,
28-10-08
República Argentina la representación de la mujer en los ejecutivos de los gobiernos locales era
reducida, en términos de cantidad de municipios y de población involucrada (el total de municipios
a cargo de mujeres representaba un total de 1.531.178 personas, es decir, un 4,5% del total de la
población del país). De esta manera, se concluyó que el impacto de las medidas de acción
afirmativas, como la ley de cupo femenino no era significativo en las estructuras de los niveles más
descentralizados del Estado (Battista, Campari, Mondino, 2007).

Desde la fecha de aquella publicación, diversos temas vinculados con las mujeres y
cuestiones de género han ocupado un mayor espacio en la agenda pública en nuestro país. En tal
sentido, se ha intensificado la lucha contra la violencia de género, sancionándose diversos
instrumentos legales al respecto. También, se han organizado espacios de mujeres en diferentes
ámbitos de la vida social, como organizaciones de la sociedad civil (ONGs), movimiento de
mujeres, ámbitos universitarios y empresariales. Incluso, se propugna la profundización de
herramientas como la paridad para lograr la equidad en la conformación de los espacios políticos
para el acceso a cargos públicos y electivos.

En este contexto, a diez años de aquella investigación consideramos oportuno reflexionar


sobre si se han producido modificaciones en relación a la presencia de mujeres en la política local.
De allí, que surjan los siguientes interrogantes: ¿Se ha avanzado? ¿Han podido llegar más mujeres
a los ejecutivos locales? ¿Han accedido a los ejecutivos de ciudades capitales? ¿En qué provincias
se registra un porcentaje más alto de intendentas? Dichos interrogantes, han motivado una nueva
pesquisa sobre el tema, incluyendo un relevamiento sobre el mismo universo, totalidad de gobiernos
locales de la República Argentina; realizando posteriormente un análisis comparativo de los
resultados obtenidos a 10 años de nuestra primera investigación.

Pese a que los espacios de gobiernos locales no poseen reglamentaciones que garanticen un
porcentaje siquiera mínimo de mujeres en cargos de representación política, el interrogante de la
investigación es si el desarrollo y promoción de un discurso público de reconocimiento y a favor de
una mayor participación de la mujer ha logrado hacer mella en los espacios políticos locales.

Cabe destacar que, durante el tránsito de esta investigación se aprobó en la provincia de


Buenos Aires la Ley Nº 14.848 que tiene por objeto la participación política equitativa entre géneros
para todos los cargos políticos electivos que puede colaborar a aumentar la participación aunque no
tiene en principio un efecto directo en una elección uninominal que es el tema que nos ocupa.
Aclaraciones previas
En la República Argentina el territorio nacional se distribuye en 23 provincias y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.

La Constitución Argentina de 1994 impone un estado federal con cuatro niveles de gobierno,
la nación, las provincias, los municipios y la Ciudad autónoma de Buenos Aires. La existencia de la
jurisdicción municipal se encuentra establecida en el artículo 5 del texto constitucional, que
establece que: “Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo
republicano […] que asegure su administración de justicia, su régimen municipal, y la educación
primaria. Bajo estas condiciones, el Gobierno federal garantiza a cada provincia el goce y ejercicio
de sus instituciones”. Por su parte, el artículo 123consagra explícitamente la autonomía municipal
cuando establece: “Cada provincia dicta su propia Constitución, conforme a lo dispuesto en el
artículo 5° asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden
institucional, político, administrativo, económico y financiero". De esta forma, cada provincia, al
gozar de autonomía, dispone su propio sistema de división territorial así como la forma jurídica,
legal y política de sus gobiernos locales. Un caso especial, que queda fuera de este análisis es la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tiene status de ciudad autónoma y su propia constitución
sancionada en el año 1996.

Massolo (2007) señala que la institución formal de gobierno local en América Latina es la
municipalidad. Adopta diferentes nombres: “Intendencia en Argentina, Uruguay y Paraguay;
Prefeitura, en Brasil; Alcaldía en Colombia y El Salvador; Corporación en Guatemala,
Ayuntamiento en México; Cantón, en Ecuador; Comuna en Chile”……“La relación entre las
mujeres y los gobiernos locales latinoamericanos nos enseña la paradoja de que no por cercano es
más accesible, es decir: “siendo la instancia de representación política y de gobierno más próxima y
tangible a la ciudadanía, vinculada a asuntos de la vida cotidiana, no ha facilitado el mayor acceso
de las mujeres a los cargos electivos, ni son más sensibles a la equidad de género (excepto unos
pocos). Las municipalidades siguen marcadas por la falta de pluralidad de género que empobrece la
democracia local”.

El concepto de municipio es un concepto jurídico que depende de la ley, de allí que las
categorías de los municipios se establecen –como se dijo– según lo disponen las constituciones
provinciales o leyes orgánicas municipales promulgadas por las autoridades provinciales, que
definen los regímenes municipales y sus niveles de autonomía. Esta institución estatal es
considerada indispensable en la formación del Estado.

Los niveles de gobierno en el país se organizan en respuesta a las necesidades que


tienen los habitantes y sus estructuras varían según la importancia de las cuestiones que deban
resolver. Los municipios de mayor jerarquía o categoría institucional organizan su gobierno con dos
poderes, el ejecutivo a cargo de un/a Intendente/a que tiene funciones ejecutivas y otro de
composición colegiada a cargo de las funciones legislativas.

Los gobiernos locales de menor escala (3a y 4a categoría) se organizan con un único
cuerpo ejecutivo y deliberativo que nombra de entre sus miembros a un presidente comunal que
ejerce funciones ejecutivas como responsable ante el cuerpo colegiado. En pequeñas comunidades
también existen regímenes provinciales con gobiernos locales unipersonales designados por el
ejecutivo provincial.

Durante este trabajo, nos referiremos al término municipio en su concepción jurídica,


haciendo referencia a una instancia o tipo de gobierno local comprendido dentro del espacio
provincial. Entonces, cuando nos referimos a "municipios” hablamos de una persona de derecho
público, constituida por una comunidad de vecinos organizada y asentados en un territorio que
administra sus propios intereses y depende, en mayor o menor medida del Estado provincial.
Involucrando, así, este concepto cuatro elementos esenciales: población, territorio, gobierno y orden
jurídico.

La estructura organizacional del mismo deviene de un/a Intendente/a a cargo del


Poder Ejecutivo y un Concejo Deliberante, como Poder Legislativo. Dado que, en el estado
argentino, las provincias detentan el poder constituyente, cada gobierno provincial define las
características, competencias, funciones y responsabilidades de los gobiernos locales otorgándoles
mayor o menor nivel de autonomía.

De acuerdo con el estudio realizado por el Instituto Nacional de Administración Pública


(INAP),8 el parámetro más utilizado –aunque no es el único– para constituir un municipio es la
población. Según esta variable se suele clasificar a los municipios como:

 Municipios Rurales o Juntas, con población de hasta 2.000 habitantes,


 Municipios Chicos, con población entre 2.000 y 10.000 habitantes,

8http://www.sgp.gov.ar/contenidos/inap/publicaciones/docs/otros/municipios.pdf .
 Municipios Medianos, con población entre 10.000 y 100.000 habitantes,
 Municipios Grandes, con población entre 100.000 y 250.000 habitantes y
 Áreas o Municipios Metropolitanos que son los que cuentan con más de 250.000
habitantes.

Esta clasificación es tomada en este trabajo para analizar los datos de intendentas a cargo
relacionando municipio y población.

Metodología
El estudio realizado es de tipo sincrónico y fue llevado a cabo durante el año 2017. A partir
de la definición del problema objeto de la investigación, se optó por una estrategia de investigación
cuantitativa, donde lo que se buscó fue comparar los datos obtenidos en el trabajo efectuado en
2007 y la información arrojada del relevamiento llevado a cabo en 2017. Asimismo, este trabajo
como el anterior, fue complementado con fuentes primarias.

Para la construcción de la presente investigación se han utilizado los datos arrojados por el
censo nacional efectuado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC)del año 2010,
en especial, para el análisis y caracterización de la variable poblacional que permite caracterizar a
los municipios.

Por otra parte, los datos sobre población, género y autoridades de los gobiernos locales han
sido extraídos de fuentes secundarias de información, como lo son las páginas oficiales de
organismos públicos nacionales, de los gobiernos provinciales y de los propios municipios.

En esta línea, resulta oportuno advertir y remarcar que a la fecha de la realización de este
trabajo no se cuenta, a nivel nacional, con un acervo exclusivo de datos actualizados sobre los
gobiernos locales.

Además de esta multiplicidad de fuentes, se observó cierta dificultad a la hora de comprobar


la actualidad de la información consultada, debido a la falta de actualización de los sitios Web, y
también por las dificultades de acceso o la carencia de sitios web de los gobiernos locales, en
especial, de las comunas rurales o municipios chicos; resultando ser una limitante a prima facie. No
obstante, a fin de garantizar la presentación de la información y dotar de robustez a la base de datos,
se han realizado constataciones de la información a través de otras vías, como por ejemplo,
llamadas telefónicas, utilización de correos electrónicos con actores relevantes para la investigación
(funcionarios y funcionarias municipales).
Hallazgo y análisis de los datos.

En primer término, con respecto al universo en análisis, corresponde señalar que, desde el
anterior relevamiento llevado a cabo en el año 2007, se ha registrado un aumento en el número total
de municipios, ascendiendo de 2217 a 2231.

Los resultados obtenidos durante este trabajo de investigación siguen sin ser para nada
alentadores en relación con la participación de las mujeres en los cargos de conducción de los
gobiernos locales. En efecto, después de diez años, el porcentaje de mujeres a cargo de los
ejecutivos locales se mantuvo casi sin variaciones.

Asimismo, tampoco se ha modificado la configuración de los municipios cuyos liderazgos


son ejercidos por intendentas ya que, en su mayoría, se trata de municipios chicos (2,5%) y
comunas rurales (6%).

A continuación, se presentan los datos obtenidos, realizando una tarea comparativa


con el documento presentado en la Diputación de Barcelona en el año 2007 considerando la
composición demográfica de los municipios diferenciada por género, ubicación geográfica, tipo de
municipio (de acuerdo con la caracterización citada anteriormente) y si la persona a cargo renovó o
no su mandato.

Principales hallazgos

De acuerdo a los datos capturados a partir de fuentes secundarias y oficiales de información,


en la República Argentina, al año 2017, se identificaron 2231 intendencias 9. De esos municipios,
solo 240 de sus ejecutivos están ocupados por mujeres, representando el 10,76% del universo en
análisis. Esto implica que se registró, en términos porcentuales, un incremento del 1,51% (205 a
240 municipios conducidos por mujeres). Sin embargo, este incremento es también relativo, puesto
que como se señaló precedentemente, en el período analizado se comprueba un aumento
proporcional de la cantidad de municipios que equivale al 0,63 % (2217 a 2231 municipios).

Por su parte, en algunas provincias, incluso, no hay presencia de mujeres a cargo de los
ejecutivos locales; tal el caso de las provincias de San Juan y Tierra del Fuego. Tampoco se
encuentran mujeres a cargo de ejecutivos locales en lo que se ha categorizado como “municipios

9Incluido en ese concepto municipios grandes, medianos y chicos y comunas rurales y o juntas de
gobierno, en los términos expuestos precedentemente.
grandes”, es decir, aquellos con una población entre 100.000 y 250.000 habitantes.

En los municipios “medianos”, 34 mujeres están a cargo de sus ejecutivos. Para el caso de
los municipios “chicos”, 64 mujeres han accedido a dicho espacio. Mientras que se hace muchos
más significativa la representación en las “comunas rurales”, en donde 142 mujeres ocupan el cargo
de mayor jerarquía dentro de la organización local.

Dos mujeres ocupan los ejecutivos de municipios en “áreas metropolitanas” dentro de la


clasificación presentada: es el caso de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires y Rosario, en la
provincia de Santa Fe.

En cuanto al análisis por provincia, la provincia de La Rioja ocupa el primer lugar de


representación femenina con un 27,78% de mujeres ocupando ejecutivos locales, seguida por la
provincia de Neuquén y Chubut.

Tomando en consideración la población, cabe destacar que Buenos Aires, la provincia con
mayor concentración de habitantes, detenta uno de los porcentajes más bajos de representación
femenina. En los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires sólo cuatro mujeres están a cargo
del ejecutivo local. Es decir, la representación femenina apenas alcanza a un 2,96% del total. La
particularidad de esta provincia es que allí se encuentra el municipio con mayor cantidad de
habitantes de la República Argentina, el municipio de La Matanza (1.775.816 habitantes) que, como
se señaló, se encuentra bajo la conducción política de una mujer.

En otras provincias, de menor población, se presentan porcentajes más significativos que la


media nacional, tal es el caso de la provincia de San Luis o La Rioja.

Por otro lado, en la provincia de Mendoza por primera vez en su historia, una mujer detenta
el poder en un gobierno local. Dicho municipio es el de Santa Rosa, municipio mediano entre los 18
municipios emplazados en la provincia, alcanzando una representación femenina del 5%.

En la provincia de Santiago del Estero, la representación de las mujeres es del 2,59%. Sobre
un universo total de 116 municipios, solo 2 municipios “chicos” y 1 municipio “rural” cuentan con
una mujer como intendenta. En el caso de la provincia de Catamarca, solo una mujer ocupa el
cargo de intendenta en un municipio (de características chico), por tanto, la representación femenina
es del 2,78%.
Tabla 1.

Cámara de Diputados

39%

61%

Mujeres Varones

Fuente: elaboración propia


Tabla 2. Mayor porcentaje de mujeres a cargo de ejecutivos locales (en relación a la cantidad
de municipios emplazados en la provincia)

Provincias de Chubut, Corrientes, La Rioja, San Luis y Tucumán.

Object 6

Fuente: elaboración propia

Tabla 3. Menor porcentaje de mujeres a cargo de ejecutivos locales en relación a la cantidad


de municipios emplazados en la provincia)

Provincias de Santiago del Estero, Buenos Aires, Formosa y Catamarca


Cámaras de Senadores (provincias bicamerales)

24,59

Varones
Mujeres

75,4

Fuente: elaboración propia

Efectuando un análisis discriminado por provincias, se puede observar que las provincias en
donde aumentó la representación de las mujeres fueron Chubut, Corrientes, Entre Ríos, La Rioja,
Mendoza, Misiones, Neuquén, Rio Negro, San Luis y Tucumán. Mientras que, en las provincias de
Formosa, Jujuy, La Pampa y Santiago del Estero, se vio disminuida la presencia de mujeres
comparando año 2007 vs 2017, situación que luego se compensó, a la hora de observar los
resultados generales.
Cuadro 1. Análisis comparativo

AÑO 2007 AÑO 2017


Provincia Cantidad de Cantidad de Cantidad de Cantidad de
% %
Municipios Intendentas Municipios Intendentas
1 Buenos Aires 134 6 4,48% 135 4 2,96%
2 Catamarca 36 4 11,11% 36 1 2,78%
3 Chaco 68 8 11,76% 69 10 14,49%
4 Chubut 46 4 8,70% 46 8 17,39%
5 Córdoba 428 62 14,49% 428 60 14,02%
6 Corrientes 66 5 7,58% 72 12 16,67%
7 Entre Ríos 263 28 10,65% 268 38 14,18%
8 Formosa 37 3 8,11% 37 1 2,70%
9 Jujuy 60 6 10,00% 60 5 8,33%
10 La Pampa 79 9 11,39% 79 7 8,86%
11 La Rioja 18 2 11,11% 18 5 27,78%
12 Mendoza 18 0 0,00% 18 1 5,56%
13 Misiones 75 5 6,67% 75 6 8,00%
14 Neuquén 57 2 3,51% 57 10 17,54%
15 Río Negro 75 5 6,67% 75 9 12,00%
16 Salta 59 3 5,08% 58 3 5,17%
17 San Juan 19 1 5,26% 19 0 0,00%
18 San Luis 65 7 10,77% 67 11 16,42%
19 Santa Cruz 20 0 0,00% 20 0 0,00%
20 Santa Fe 363 25 6,89% 363 28 7,71%

21 Santiago del Estero 116 6 5,17% 2,59%


116 3
22 Tierra del Fuego 3 0 0,00% 3 0 0,00%
23 Tucumán 112 14 12,50% 112 18 16,07%

Totales 2217 205 9,25% 2231 240 10,76%

Fuente: elaboración propia

Observación: la información obtenida es al mes de julio de 2017, se pueden haber presentado cambios con las elecciones del mes de octubre, como por Ej. En la provincia

de Salta donde una mujer accedió a la intendencia de Coronel Moldes, que no está contemplada en este trabajo.

Otra diferencia importante, es que en el estudio anterior (periodo 2007), una mujer
ocupaba el cargo en una ciudad capital de provincia, (Reconquista) situación que no se ha
observado en el presente trabajo.

Mandato: primer mandato o reelección en el cargo10

De los datos analizados se puede constatar que, 77 (3,6%) mujeres han sido reelegidas, más
de un mandato. Como particularidad, en la provincia de Santa Fe todas las intendentas electas al

10Para dicho análisis no se han tomado en cuenta las juntas de gobierno de la provincia de Entre
Ríos, dada la imposibilidad de acceder a datos completos de esa provincia.
momento del análisis, lo hacen por primera vez.

Tabla 4. Mandato

Object 12

Fuente: elaboración propia

Tabla 5. Distribución de las Intendentas a cargo de acuerdo al tamaño del gobierno local
Cámaras de Senadores (provincias bicamerales)

24,59

Varones
Mujeres

75,4

11
Fuente: elaboración propia .

Como se observa en el cuadro anterior, el mayor porcentaje de mujeres se da en las comunas rurales
y/ o juntas de gobierno disminuyendo en una escala descendiente para llegar a solo dos municipios
de los denominados grandes o áreas metropolitanas (La Matanza y Rosario).

Composición demográfica de los municipios.

No se observarían diferencias significativas de género, binomio mujer-varón, en la


población que ocupa los municipios bajo análisis. Si bien según los datos del INDEC Censo 2010
sólo las provincias de Entre Ríos y Tierra del Fuego cuentan con mayoría de población masculina,
no aparece reflejado en los datos que en el resto de las provincias y municipios, esa mayoría de
mujeres electoras influya a la hora de la elección de sus representantes. En esta línea, los resultados
de la investigación arrojaron que de las 240 intendentas en funciones, sólo 81 (33%) responden a
municipios con mayor población femenina lo que refuerza esta reflexión.

Conclusiones

El presente trabajo investigativo nos ha permitido arribar a la conclusión de que la


promoción de diversas iniciativas a nivel nacional para procurar una mayor presencia de las mujeres
en los espacios de representación política no ha tenido una incidencia directa en los gobiernos
locales. Acuerdos y tratados internacionales, acciones positivas, programas de capacitación y
sensibilización, iniciativas públicas y/o privadas, de organizaciones no gubernamentales y del

11
colectivo de mujeres no parece haber impactado directamente en la participación de las mujeres en
estos cargos.

En ese sentido coincidimos con Peña Molina (2017) 12 “La experiencia ha demostrado que el
trato igual en el que se sustenta la igualdad de jure entre mujeres y hombres resultó ser omiso y
ciego ante las desigualdades de género, alno reconocer las múltiples dimensiones de desventajas,
subordinación y discriminación sistemáticas y estructurales hacia las mujeres que impiden su
participación equilibrada con los hombres en el ámbito de la política”.

Las cuotas y la paridad, para ser efectivas y permitir pasar de la vigencia de la equidad a la
de la igualdad, “deben abordar dos problemas a los que la paridad responde claramente mejor y en
forma menos engorrosa” (Garretón, 2007). “Uno de los problemas surge a partir de que es
insuficiente asegurar la cuota o la paridad en las candidaturas, lo más relevante es asegurar la
paridad de resultados (que haya paridad en la distribución de los cupos). El otro problema se plantea
al aplicar el principio de paridad para los cargos unipersonales de elección: presidente/a,
gobernador/a; alcalde o intendente (alcaldesa/ intendenta)”.

Coincidiendo con Flavia Tello Sánchez (2017), “la persistencia de modelos patriarcales de
liderazgo en la arena política, especialmente en el espacio local, retrotrae la vocación política de
muchas mujeres, al tiempo que la segmentación y discriminación en espacios de poder y toma de
decisión, medios de comunicación, lenguaje y relaciones de poder, suponen barreras que desalientan
su acceso. Muchas mujeres son relegadas a cargos inferiores y/o sesgados o, simplemente, a la
militancia de base en los partidos políticos. Asimismo, las leyes de cuotas, especialmente en el
ámbito local, son utilizadas como techo máximo y no como un piso o cuota mínima de participación
femenina, convirtiéndose así en un significativo obstáculo, relevantemente simbólico desde un
análisis de poder, donde los cupos en muchas ocasiones son literalmente “cedidos” por los hombres
para cumplir con la cuota establecida, en mengua de las capacidades de las mujeres que aspiran a un
escaño. Por otro lado, las cuotas o legislación paritaria no suele aplicar a las candidaturas
uninominales, lo que limita el encabezamiento de listas por mujeres, restringiendo sus posibilidades
como Alcaldesas” (Tello Sánchez, 2017)

Para superar la objeción de que en estos casos no corresponde la aplicación de este principio,
Garretón propone una forma de aplicación que permita el acceso alternado de un representante de
12Peña Molina Blanca Olivia, “Mujeres y Poder Político, hacia una democracia paritaria “. Revista
Folios
un género y luego del otro. Si bien estas disposiciones entrañan algún nivel de dificultad, el
esfuerzo se justificaría por la importancia que tienen las elecciones unipersonales para la formación
de liderazgos y por la importancia que adquieren frente a la opinión pública y en la determinación
de las políticas públicas aquéllos/as que desempeñan funciones ejecutivas. (Garretón, 2007).

En los municipios el escenario para la mujer parece ser bastante oscuro aún. Como vimos,
en la provincia de Buenos Aires, es ínfimo el porcentaje de dirigentes femeninas en cargos de
intendencia: apenas 2,9% en la provincia más grande y poblada del país.

A 10 años del primer análisis realizado por este equipo de investigación, y a 30 años de la
sanción de la ley de cupo femenino en la República Argentina, no se observa un aumento de las
mujeres a cargo de los ejecutivos locales. Justamente, dada la característica de la elección, es decir,
mediante el voto directo de los ciudadanos pareciera indicar que los vecinos de las ciudades se
inclinan por elegir a un político varón para la gestión del gobierno local. Y, por otro lado, al tratarse
de candidaturas unipersonales, dentro de las estructuras de los partidos políticos, se privilegiaría al
candidato varón antes que la candidata mujer. Situación que nos dispara los siguientes interrogantes:

 ¿Existe baja democratización al interior de los partidos políticos?


 ¿Llegan las mujeres a ser propuestas como candidatas?
 Los ciudadanos: ¿se sienten mejor representados por un varón en los cargos de
gestión local?
 ¿Porque hay provincias en donde aún no han llegado las mujeres a esos cargos?

Es evidente que la democracia de este siglo presenta desafíos cada vez más difíciles: superar
la desigualdad social y la discriminación, incorporar el pluralismo y la justicia distributiva para
llegar a una igualdad sustantiva. Estos objetivos no podrán ser alcanzados sin impulsar acciones
directas que, entre otros temas, contemplen promover la representación femenina revirtiendo la
asimetría que aún persiste en la política formal en especial, como se ha descripto en este trabajo, en
el ámbito de la gestión local.

A modo de cierre, Tello Sánchez (2009) expone que “en este sentido, la gobernabilidad
democrática constituye en sí misma la meta de inclusión y equidad, en donde mujeres y hombres
puedan ser partícipes de la construcción de ciudades pensadas desde la perspectiva de género. Ya
no se concibe la gobernabilidad democrática entendida desde el pasamiento androcentrista. Tal vez,
el perfeccionamiento de la gobernabilidad democrática tenga que ser refundado desde los espacios
locales, ya que es allí donde las relaciones familia – sociedad – gobierno pueden ser más estrechas,
por lo que, en función de ello, son mayores las posibilidades de provocar una mayor participación y
conectividad ere los diversos actores buscando, en cualquier caso, el bienestar de las personas y el
desarrollo de las ciudades”.

Referencias bibliográficas:

 Battista S. Campari S. Mondino S. (2007) “Liderazgos Políticos y Estilos de Gestión de


Mujeres en Ejecutivos Municipales. Centro Eurolatinoamericano de formación política y
ciudad. (mimeo).

 Campari Susana, Mondino Silvana, Otero Eduardo, Papalía Nicolás y Arnaudo Natalia (2017)
“La discriminación difusa. Análisis de la representación política de la mujer en los países del
Mercosur y asociados” en “Estado Abierto. Revista sobre Estado, la administración y las
políticas públicas”. Volumen 1, número 3. Abril Julio 2017, Escuela de Alta Dirección Pública,
Instituto Nacional de Administración Pública. Ministerio de Modernización, Presidencia de la
Nación
disponiblehttps://www.argentina.gob.ar/noticias/estado-abierto-vol-1-nro-3-ya-esta-disponible.

 Cruz, Manuel (2008) “No sólo de derechos viven el hombre y la mujer”. Diario Clarín. Buenos
Aires, 28-10-08.

 Flavia Tello Sánchez (2009) “La participación política de las mujeres en los gobiernos locales
latinoamericanos: barreras y desafíos para una efectiva democracia de género” Tesis de maestría
disponible en http://tesis.flacso.org/sites/default/files/tesis/TESIS_Tello_Sanchez.pdf

 Flavia Tello Sánchez (2017) “Guía para poderes públicos y tomadores de decisión en América
Latina y el Caribe” Colección de documentos, N1/2017. Disponible en
https://observatoriomujerespuebla.org.mx/wp_content/uploads/2017/06/ONU_Municipios.pdf

 Garretón, Manuel Antonio: (2007) “Paridad de género, base para una política mejor”. Diario
Clarín. Buenos Aires, 26/08/2007
 Massolo, Alejandra: (2007) “Participación política de las mujeres en el ámbito local en América
Latina”. Preparado para el UN-INSTRAW. República Dominicana.
 Otero, Eduardo, Campari, Susana y otros. (2013) “Presencia de la mujer en ejecutivos y
legislativos de los países miembros y asociados del Mercosur”. Documentos de Investigación
Universidad. Uniciencia de la Corporación Universitaria de Ciencia y Desarrollo. Bucaramanga,
Colombia.

 Peña Molina Blanca Olivia, (2017) “Mujeres y Poder Político, hacia una democracia paritaria“.
Se puede consultar en
http://www.revistafolios.mx/dossier/mujeres-y-poder-politico-hacia-una-democracia-paritaria

Fuentes de Información consultadas:

 http://www.gobiernolocal.gob.ar/?q=atlas
 http://www.dices.net/america/argentina/provincia.php
 http://www.sgp.gov.ar/contenidos/inap/publicaciones/docs/otros/municipios.pdf.

 http://www.gobiernoslocales.com.ar/federacin-argentina-de-municipios_s-16.htm
 http://www.famargentina.org.ar/
 https://nuestras-ciudades.blogspot.com.ar/2017/04/revista-municipios-de-argentina.html
 http://trevi.com.ar/revista_municipios_argentinos.pdf
 http://www.municipiosdeargentina.com/https:/oig.org www.citymayor.com
 Páginas de provincias y municipios argentinos
 Constituciones provinciales

Índice de Tablas:

Tabla
1 Mujeres a cargo de ejecutivos locales 9

Tabla Mayor porcentaje de mujeres a cargo de ejecutivos locales (en relación a la 1


2 cantidad de municipios emplazados en la provincia) 0

Tabla Menor porcentaje de mujeres a cargo de ejecutivos locales en relación a la 1


3 cantidad de municipios emplazados en la provincia) 0

Tabla 1
4 Mandato 2

Tabla 1
5 De acuerdo al tamaño del gobierno local 2

Índice de Cuadros:

Cuad 1
ro 1 Detalle de Intendentas, consolidado por provincias y comparativo 2007/2017 1
“Trabajo preparado para el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre
Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”

Título de la Ponencia: “Una y Uno. La sanción de la Ley de Paridad”.

Autoras: Lic. Sandra Daniela CASTRO, danielacastro@sanjuan.gov.ar (UNSJ/Honorable


Congreso de la Nación Argentina); Mag. Lic. Yanina Inés JOTAYAN, yaninajotayan@gmail.com
(UNSJ/CONICET).

Área temática: Género y Democracia.


Resumen:
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas contemplan como 5º
propósito “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. Para el
logro de esta meta, se reconoce la importancia de la participación plena de las mujeres en la toma de
decisiones colectivas, no sólo como un derecho legítimo, sino como una necesidad para el avance
en el reconocimiento de nuestros derechos civiles, laborales y políticos.
En nuestro país, y como producto de una larga lucha, en noviembre de 2017, se sancionó la
Ley de Paridad de géneros en ámbitos de representación política, Ley 27.412, lo que implica que
para los cargos electivos nacionales deberá cumplirse con la paridad, es decir 50% de mujeres y
50% de varones. De esta manera, si una lista es encabezada por un varón, el siguiente escalón
deberá ser integrado por una mujer y viceversa, tanto para el caso de titulares como de suplentes. La
ley, a la vez, incorpora la paridad en los partidos políticos.
En este marco, la presente propuesta busca conocer y comprender la experiencia de la lucha por
la paridad, su concientización, la búsqueda de adhesiones y apoyos y, en especial, las acciones
desde la militancia política enmarcadas en la campaña “Una y Uno”.
Paridad desde la perspectiva de género, algunas referencias conceptuales.
Como se verá más adelante, la perspectiva de género fue institucionalizada e incorporada a la
agenda internacional a partir de la conferencia de Beijing (1995), siendo uno de los logros más
importantes de ese encuentro. Vale señalar que esa categoría comienza a abrirse espacio de la mano
de las luchas del movimiento feminista iniciada en los 70’. De esta forma, el enfoque de género
surge como nueva interpretación de la realidad “de las mujeres”, que, pone en tensión las
diferencias entre éstas y los varones consideradas naturales, inmutables, y por ende, justificativas de
discriminaciones e inequidades históricas de dominación y subordinación sufridas por las mismas.
A la vez, contrapone, a esa inmutabilidad y naturalidad, la dimensión histórica, política y cultural.
Este nuevo enfoque, comporta un sentido ético y político: el derecho a cambiar, el derecho a
revertir las desigualdades, el derecho a promover un desarrollo humano equitativo también en
términos de género. Ello implica el cuestionamiento de relaciones sociales e instituciones
establecidas y arraigadas históricamente, implica cuestionar tradiciones y sentimientos identitarios
y, sobre todo, implica una nueva comprensión del poder, menos en términos de dominio y
opresión y más en términos de empoderamiento (López, 2005).
De ahí, que uno de los ejes fundamentales del análisis de género es precisamente mirar los
espacios públicos y privados como productores de relaciones de poder y de estructuras de género
inequitativas. En ese sentido, la construcción de una ciudadanía y una cultura más democrática pasa
por la transformación tanto de lo privado como de lo público. Siendo fundamental para ello, el
reparto equitativo del poder en la toma de decisiones colectivas.
En este sentido, la paridad aparece como herramienta que propende a la igualdad de género y
por tanto, la institucionalización de mecanismos paritarios es decisiva y significativa. Justamente,
desde este enfoque aparece el gender mainstreaming como una estrategia que involucra a todos los
actores sociales en la búsqueda de la igualdad de género. En este sentido se trata de un enfoque
transformador, dotado de un cuerpo teórico propio, que apunta a analizar los impactos diferenciados
del sistema de género en varones y mujeres, que permite tener en cuenta las especificidades de las
personas como seres integrales y que, al mismo tiempo, ayuda a implementar medidas para corregir
las desigualdades” (Rigat-Pflaum, 2008: 41).
Por otra, parte, reconociendo la complejidad de la incorporación de la perspectiva de género en
las políticas concretas, debe señalarse que la misma no debe entenderse como “una sumatoria de
estrategias y estructuras preexistentes, sino que se requiere cambios fundamentales en la política,
la cultura, las estrategias y las prácticas organizacionales, al tiempo que dichos cambios deben ser
coordinados. La idea central es la presencia de estructuras de poder asimétricas que se reflejan de
diferentes maneras y en un conjunto de intereses y relaciones de poder. Precisamente la
institucionalización [de mecanismo paritarios] punta a la resolución de dichos conflictos y al
desarrollo de la cooperación y negociación como mecanismos operativos entre los actores
relevantes” (Rico apud Pautassi, 2011: 4).
Por otro lado, con el objetivo de institucionalizar un sistema de diseño de políticas
paritarias, es preciso reconocer que más allá de los discursos y acciones político-jurídicas, dicho
propósito es de difícil concreción, aunque no por ello su cumplimiento sea justo y necesario en
sociedades democráticas. Como expresa elocuentemente Laura Pautassi, “la inclusión del enfoque
de género significa formular políticas con equidad social. De este modo, advierte que no se debe
considerar a las mujeres como un grupo vulnerable y mucho menos pensar que porque se incorpore
un componente mujer en las políticas se ha considerado la perspectiva de género. Precisamente esta
implica considerar la distribución asimétrica del poder a nivel micro y a nivel macro político,
económico, social y cultural” (Pautassi, 2013: 4).
De tal modo, la cuestión de la paridad sigue residiendo en los orígenes de la subordinación de
la mujer y del dominio del varón en la esfera política de la vida social. De este modo, como bien
expresaba Moore (2009) una de las características más sobresalientes de la posición de la mujer en
la sociedad es que disfrutan a menudo de poder político, pero con frecuencia carecen de fuerza,
legitimidad y autoridad. En muchos sistemas políticos contemporáneos, las mujeres poseen poder
político, tienen derecho al voto y acceso a cargos de autoridad, pero no están provistas de la
autoridad real necesaria para ejercer ese poder.
Así lo cultural aparece como un aspecto también a considerar dado que “la fuerza de los
estereotipos sobre el género no es sencillamente psicológica, sino que están dotados de una
realidad material perfecta, que contribuye a consolidar las condiciones sociales y económicas dentro
de las cuales se generan” (Moore, 2009: 53).
En suma, y volviendo a la idea de institucionalización jurídico-política antes mencionada, la
paridad como un componente de ella, se vuelve relevante por diversos motivos: en primer lugar el
sistema jurídico, así como todo el sistema de políticas estatales, influye en la posición social de la
mujer, no sólo de manera práctica en la medida que se accede a espacios de decisión política, sino
que también son estratégicas porque se orientan a transformar la subordinación de género. Sin
duda, para que un problema público se transforme en objeto de acción política es fundamental que
los intereses y las necesidades de los ciudadanos se expresen como un problema de carácter
político. Para ello es necesario que haya voces de mujeres liderando esos cambios, ya que aun
reconociendo que los objetivos de paridad no se logran con el método de añadir mujeres y batir la
mezcla, sin la presencia de las mujeres no se logrará una verdadera política de transversalidad
paritaria, ya que entraría en su propia contradicción.
En segundo lugar, las políticas paritarias reconocen el hecho de que “las instituciones contienen
concepciones explícitas o implícitas sobre el valor, las necesidades, los intereses y la posición social
de los hombres y las mujeres, las cuales impregnan su estructura y funcionamiento. En ese sentido
se dice que el orden institucional está “generizado”. Esto es consecuencia de lo que la institución es
en sí misma y de lo que representa socialmente. En toda institución se generan patrones normativos,
políticos y de interacción (Garcia Prince, 2010)
En tercer lugar, hay una razón política de la necesidad de institucionalizar políticas electorales
paritarias y es el principio esencial de la democracia como sistema igualitario e universal. En tal
sentido existe una deuda histórica con las mujeres. “Uno de los argumentos más sólidos que se ha
sostenido en las últimas dos décadas para justificar la demanda integral de igualdad de derechos,
tiene que ver con el hecho de que siendo las mujeres la mitad de la población, la exclusión de sus
intereses y necesidades, debilita y es peligrosa para la legitimidad de la democracia y genera
distancias de diverso tipo entre la población femenina y quienes toman las decisiones que afectan
sus vidas; y esto es lo que ha venido ocurriendo con las reformas del Estado” (Ídem anterior).
A propósito de este último punto, como bien expresa Cobo la democracia paritaria reconoce el
carácter patriarcal de la democracia, afirma: “frente a la crisis de la política y la democracia
representativa actual, pensar la relación entre sexo y poder, entre género y poder, implica una
profunda reformulación de la democracia al reconocer que esta no será legitima en la medida que
excluya a la mitad de la población. En este marco, aparece la paridad como un proceso estratégico
de lucha contra el monopolio de poder masculino” (Cobo: 2002; 30).
La recepción de la cuestión de la mujer y la paridad en el escenario internacional.

Resulta difícil tratar de referir con propiedad cuáles son en rigor los antecedentes que dan
cuenta del largo camino de lucha de la cuestión de la mujer con respecto a la igualdad y paridad, y
en concreto a lo que analizamos en este trabajo, a la ampliación de los derechos de participación
política de las mujeres a través de la reformulación del reparto de poder entre varones y mujeres.

Como bien expresa Rosa Cobo, desde sus inicios, el feminismo ha interpelado moralmente al
patriarcado y ha desarrollado acciones políticas diversas con el objetivo de desactivar este sólido
sistema de dominación. De esto modo, desde el siglo XX se ha presenciado uno de los mayores
movimientos de masas de la historia, el movimiento sufragista. (Cobo, 2000: 86).

Ahora bien, inicialmente se vuelve imperativo referir a algunos antecedentes en la arena


internacional, que en las últimas décadas dieron cuenta de los avances más relevantes, tanto por su
significancia, como por la influencia de los mismos en los sistemas políticos y jurídicos nacionales.

En principio y ciñéndonos a los hechos sociales ocurridos en el Siglo XX, y en especial, los que
se profundizaron con el reconocimiento y acceso al sufragio, se impone señalar que la cuestión de la
mujer y sus derechos responde a un proceso de lucha- polémico y dinámico, no exento de
contradicciones y aún abierto al debate en cuanto a sus reivindicaciones. De alguna manera, en este
espacio de lucha de poder, el siglo XXI seguramente será escenario de una decisiva transformación
de carácter político.

De este modo, el presente análisis de la Ley Nacional de Paridad, no puede escindirse del marco
histórico mundial en el que tema de la mujer fue cobrando importancia hasta alcanzar su estado
actual. En este sentido, se vuelve imperativo considerar como fue abordada la cuestión de la mujer
en el marco de la mayor organización internacional, organismo que aparece con la finalización de la
II Guerra Mundial (1945); que es la Organización de las Naciones Unidas, para luego analizar el
capítulo nacional.

Al momento de la creación de la ONU, se observa que de los cincuenta Estados Parte que la
integraron inicialmente, sólo en treinta de ellos las mujeres tenían el derecho al voto y, en menor
medida, la posibilidad de acceder a cargos públicos de decisión política.

En este marco, el accionar de la organización internacional giró en torno al reconocimiento y


defensa de los derechos políticos y civiles de las mujeres y a la recopilación y sistematización de
datos sobre su condición jurídica y social en el mundo. A tal fin, se creó en 1946 la Comisión de la
Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), que tenía por objeto “impulsar el avance de las
mujeres en el mundo y asegurar que, en igualdad de condiciones, participen y se beneficien del
desarrollo sustentable, la paz, la seguridad, la gobernabilidad y los derechos humanos
(UNIFEM, 2005: 7)”.

Si bien sin demasiados avances concretos en principio, la visión de esta iniciativa era ir más allá
del reconocimiento de los derechos políticos, a partir de la convicción de “que el reconocimiento
del derecho de las mujeres al voto o la promulgación de leyes no bastaban por sí mismas, para
garantizar el pleno disfrute de los derechos políticos de las mujeres, [y] para promover
cambios significativos en otros ámbitos de la vida pública y privada” (Ídem anterior).
Ahora bien, tuvieron que pasar casi tres décadas de esta iniciativa para que en el marco de la
ONU se realizara la Primera Conferencia Internacional sobre la Mujer en el escenario de una
agenda internacional de creciente politización en el marco de la “segunda ola del feminismo”,
caracterizada por la lucha y reivindicación –a nivel global- de cuestiones que profundizaban y
trascendían los derechos políticos y la igualdad formal de las mujeres con respecto a los varones.
Probablemente, la participación e institucionalización de los movimientos feministas en el mundo y
su presión a nivel global contribuyeron a poner la problemática de la mujer en la agenda pública
internacional en esa década.

Vale advertir, que las conferencias sobre la mujer iniciadas en la década del 70’ y los debates,
reivindicaciones logradas a partir de dichos encuentros no fueron lineales, y sólo finalizando el
siglo, es que recién logra tratarse en este ámbito la “cuestión de la mujer” desde una perspectiva de
género en la mentada Conferencia de Beijing que esbozaremos más adelante. Justamente, y para
anticiparnos al tema que nos convoca, entre las doce esferas de especial preocupación que se
identificaron aparecen la atención sobre la desigualdad en el ejercicio del poder y la toma de
decisiones.

En cuanto a las conferencias en concreto, a continuación se sintetizan las primeras precursoras


para llegar a Beijing donde se institucionaliza la perspectiva de género, enfoque central y
estratégico para entender el porqué de la paridad no sólo como una “vindicación” fundamental, sino
como una estrategia política central en pos del logro de la igualdad de género.

Primera Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México, 1975


La Conferencia de México, celebrada entre el 19 de junio y 2 de julio, fue convocada por la
Asamblea General de la ONU, y tuvo como objetivo comprometer “a los Estados a adoptar
estrategias y planes de acción para transformar la condición social de las mujeres
considerándolas no como meras receptoras de apoyo, sino como participantes activas en este
proceso” (UNIFEM, 2005: 11).
Del mismo modo, en el texto de la conferencia quedan plasmados treinta principios, entre los
que se reconoce la igualdad entre mujeres y hombres como seres humanos, así como igualdad de
derechos, oportunidades y responsabilidades; y el deber de los Estados de eliminar todos los
obstáculos que se oponen al goce por las mujeres de igual condición que los hombres a fin de
lograr la plena integración de las mujeres en el desarrollo nacional y su participación en la tarea
de asegurar y mantener la paz internacional.
En cuanto al Plan de Acción Mundial sobre la Mujer, plataforma que debía ser concretada
entre los años 1975 y 1980, se objetivaron en los siguientes ejes: la igualdad entre hombres y
mujeres; la eliminación de toda discriminación de índole sexual, y la incorporación e inclusión
plena de las mujeres al desarrollo y la paz.
Para lograr esos objetivos, “el Plan de Acción incluyó metas que se centraban en garantizar el
acceso equitativo de las mujeres a recursos como la educación, las oportunidades de empleo y la
participación política entre otros.

Igualmente “con objeto de permitir a las mujeres una participación igualitaria se consideró
necesaria la creación de un mecanismo dentro del gobierno en cada país, encargado de velar por el
logro de la igualdad de oportunidades para las mujeres y su plena integración en la vida y el
desarrollo nacional” (UNIFEM, 2005: 11). Es de destacar que si bien la creación de Oficinas,
Secretarias o Misterios de la Mujer fue producto de esas recomendaciones, su implementación en
los países de América del Sur acompañó el proceso de democratización después de la caída de los
regímenes dictatoriales.

Convención contra todas las formas de discriminación contra la mujer, (CEDAW,


1979)
De la conferencia 1975 surge el compromiso a partir del cual se crea “Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres” (1979). La CEDAW, según
sus siglas en inglés, es destacada, junto a la Conferencia de Beijing, como los encuentros desde
donde surgen las más significativas herramientas e instrumentos para el avance de la igualdad de
género en el derecho y la política internacional.

A partir de este acuerdo la discriminación contra la mujer denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base
de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las
esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera. Los Estados Partes
condenaron la discriminación contra la mujer en todas sus formas, y se comprometieron a consagrar
en sus legislaciones el principio de la igualdad del varón y de la mujer y asegurar la realización
práctica de ese principio en todos los ámbitos sociales y políticos.

La CEDAW constituye uno de los instrumentos jurídicos de mayor relevancia sobre los
derechos humanos de las mujeres, “tanto por el abanico de derechos que reconoce (civiles,
políticos, sociales y culturales), como por su carácter vinculante (los estados que la ratifican se
obligan a cumplirla)” (López, 2005: 7).

Segunda Conferencia Mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer:
Igualdad, Desarrollo y Paz. Copenhague, 1980
El propósito principal de esta conferencia era examinar, evaluar los logros, obstáculos
encontrados y reflexionar sobre los avances y grados de cumplimiento de las directrices del Plan
de Acción Mundial de 1975.
Si bien existía la percepción común de los gobiernos sobre que se había avanzado, en menor
o en mayor medida, en el logro de algunos de objetivos acordados en 1975, sobre todo “en lo
relativo a la modificación de leyes y la creación de políticas orientadas al desarrollo económico y
social de las mujeres”(UNIFEM, 2005: 13); comenzó a aparecer en los debates, preocupación
por la permanencia de una disparidad existente entre los derechos formalmente reconocidos y el
ejercicio efectivo de los mismos. Es decir, en muchos países se había logrado la igualdad
jurídica, pero no la igualdad real de oportunidades.
Se enfatizó en la igualdad no sólo desde el punto de vista jurídico-formal, sino también
desde el punto de vista del ejercicio de los derechos, responsabilidades y de las oportunidades
reales para las mujeres. Considerando, que “el logro de la igualdad presupone la igualdad de
acceso a los recursos y la posibilidad de participar igual y efectivamente en su distribución y en
la adopción de decisiones a diversos niveles” (UNIFEM 2005: 100).
En lo que hace al propósito de este documento, un aspecto valioso que se desprende de esta
conferencia reside en una de las recomendaciones que surgió de la misma; que proponía el
compromiso a los estados partes para establecer “metas porcentuales” (cuotas) de representación
política, lo que se convierte en una relevante herramienta para acercarse a la paridad, esto es, a
mayores niveles de equidad entre varones y mujeres con respecto a las posiciones de poder en el
espacio público.

Tercera Conferencia Mundial para el examen y evaluación de los logros del decenio de
las Naciones Unidas para la mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz. Nairobi, 1985
En esta reunión, se coincidió en que los avances en cuanto a la situación de la mujer habían sido
exiguos, y que para que extender los beneficios logrados por una minoría de ellas hacia el resto de
las mujeres, los Estados debían diseñar nuevas formas y campos de acción que aseguren la plena
igualdad entre los sexos. Con tal fin, se diagramaron tres esferas que incluían la igualdad en la
participación social, en la participación política y en la toma de decisiones. De este modo, se
consideró que para alcanzar la igualdad de las mujeres con respecto a los hombres, estas debían
participar de modo creciente en los espacios de decisión.

En esta conferencia se denunció que aún “seguían vigentes en muchos países disposiciones
discriminatorias en la esfera política, económica y social, especialmente en los códigos civil, penal,
de comercio y en algunos reglamentos y normas administrativas. Esta falta de una revisión de las
leyes, se decía, “representa un serio obstáculo para que las mujeres cuenten con una capacidad
jurídica idéntica que los hombres” (UNIFEM, 2005: 14).

Por otra parte, se consideró que para el logro de la igualdad de oportunidades se debía adoptar
un nuevo enfoque, que teniendo en cuenta la importancia de que los derechos sean reconocidos por
la ley; vayan más allá de este objetivo, y logren la garantía de acceso real y de realización de los
mismos. De esta forma, se puso de manifiesto que “si bien se ha progresado mucho en beneficio de
la legislación, se requieren medidas para aplicar y hacer eficaz esa legislación. La promulgación de
leyes es sólo un elemento de lucha por la igualdad, pero es un elemento indispensable, ya que
legitima esa lucha y sirve de agente catalizador del cambio social” (UNIFEM, 2005: 180).

Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer. Beijing, 1995


No podría entenderse la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing sino como
una continuidad de las experiencias anteriores; que con sus avances y retrocesos marcaron la
impronta de los debates que se inauguraron a partir de Beijing; reunión que reviste gran
significancia. La relevancia política Beijing es que inauguró un proceso político que dio lugar
conceptos, objetivos y estrategias que se consideran el logro más importante hasta la actualidad
del movimiento de mujeres en la cooperación internacional desde sus orígenes.
Beijing intentó superar el carácter declarativo de los compromisos asumidos en las
conferencias anteriores y lograr un programa que fuera más operativo, traduciendo lo propositivo
en acciones concretas.
Este evento movilizó una amplia participación de las mujeres que produjo una importante
movilización de mujeres de los distintos continentes. Así, se realizaron plataformas regionales
preparatorias en América Latina, Asia y África, así como otros países occidentales.
Este encuentro, representa un punto de inflexión en la construcción del discurso acerca de
las relaciones de género; dado que esta Cuarta Conferencia Internacional sobre la Mujer, o podría
mencionarse con más propiedad, la “Primer Conferencia Internacional sobre Género”, constituye
un giro trascendental, ya que en ella; no sólo se producen los documentos internacionales más
acabados en relación a los derechos de las mujeres; si no que también se manifiesta por primera
vez que la problemática de la desigualdad jurídica, material y simbólica de las mujeres sólo
puede entenderse de forma relacional con respecto a los hombres, esto es, desde una perspectiva
de género.
Así, “la transformación fundamental que se produjo en Beijing fue reconocer la necesidad de
trasladar el centro de la atención de las mujeres al concepto de género. Toda la estructura de la
sociedad y todas las relaciones entre los hombres y las mujeres en el interior de esa estructura,
tenían que ser reevaluadas. Únicamente mediante esa reestructuración fundamental de la
sociedad y sus instituciones, sería posible transformar plenamente el papel de las mujeres para
ocupar el lugar que les corresponde como participantes en pie de igualdad con los hombres, en
todos los aspectos de la vida” (UNIFEM, 2005: 22.
Ahora bien, en cuanto a las particularidades de la Declaración y la Plataforma de Acción de
la Conferencia de Beijing, se destacan algunos elementos significativos: en lo que hacía al rol y
responsabilidad del Estado, la Plataforma de Acción expresaba que el mismo debía: a) coordinar
programas que tiendan a contrarrestar los mecanismos que generan desigualdad en sus distintos
ámbitos de intervención; b) implementar políticas de carácter integral que atiendan a la
multicausalidad de la desigualdad de género, c) y reconocer y favorecer la participación de las
mujeres como interlocutoras en distintos espacios públicos e institucionales.
En especial, en lo que hace al último punto y vinculado a la cuestión de paridad que aquí
analizamos; de las doce esferas de especial preocupación plasmadas en la Plataforma de Acción,
resaltamos especialmente las vinculadas a paridad. Estos son ejes vinculados a la preocupación
por la desigualdad en el ejercicio de poder y la toma de decisiones y la debilidad y
marginalización de las instituciones para la promoción de la igualdad entre los géneros13.
13Las 12 esferas de especial preocupación que se identificaron en el documento, consideradas representativas de los
principales obstáculos para el adelanto de la mujer fueron:
la mujer y la pobreza;
la educación y la capacitación de la mujer;
la mujer y la salud;
la violencia contra la mujer;
la mujer y los conflictos armados;
la mujer y la economía;
la participación de la mujer en el poder y la adopción de decisiones;
los mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer;
los derechos humanos de la mujer;
la mujer y los medios de comunicación;
En cuanto a la desigualdad en el ejercicio del poder y la toma de decisiones se propuso adoptar
medidas especiales para garantizar la igualdad de acceso y la plena participación de las mujeres en
las estructuras de poder y en la toma de decisiones; y aumentar las posibilidades de participación de
las mujeres en la toma de decisiones y en los distintos niveles directivos. Del mismo modo, en
cuanto al otro punto, se propuso crear mecanismos y órganos gubernamentales e integrar la
perspectiva de género en las legislaciones y políticas. Sin duda, para este último propósito se
vuelve fundamental el acceso paritario a espacios de decisión política en todo el sistema estatal.

Luego de Beijing, los objetivos del Milenio y el capítulo Regional.


En junio del 2000, al cumplirse los cinco años de la Cuarta Conferencia Mundial, la ONU
realizó una Sesión Extraordinaria -en el marco de la conmemoración del Milenio-, para evaluar
el progreso de la Plataforma de Acción de Beijing; proceso que fue conocido como Beijing + 5.
En esta celebración se aprobaron objetivos y acciones adicionales a la conferencia anterior.
Asimismo, de esta convocatoria surgen los ocho objetivos del Milenio, siendo el tercero el
referido a la mujer. Este objetivo incorporaba la cuestión de género a través de la búsqueda de la
igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer.
Posteriormente, en marzo del 2005, diez años después de la aprobación del Plan de Acción
Mundial de Beijing, en el marco del 49º Período de sesiones de la Comisión de la Condición
Jurídica y Social de la Mujer de la ONU (CSW) se revisaron y evaluaron los progresos
alcanzados; proceso conocido como Beijing+10-, donde se firmó una Resolución que reafirma la
voluntad de los países de continuar realizando esfuerzos para su cumplimiento.
Como consecuencia de estas iniciativas de Naciones Unidas, los movimientos feministas se
han orientado, a nivel mundial, regional y nacional a lograr la implementación de los objetivos
plasmados en las diversas conferencias y en sus respectivas plataformas de acción.
En este sentido, en lo que hace a la dinámica regional, vale mencionar como un hito al
Consenso de Quito, acordado en el marco de la X Conferencia Regional sobre la Mujer de
América Latina y el Caribe (CEPAL) en Agosto de 2007.
Este acuerdo regional incorpora una serie de acuerdos fundamentales en cuanto a la
participación política y paridad de género en los procesos de adopción de decisiones a todos los
niveles14.

Derecho Internacional y su inclusión en el derecho positivo argentino.


Los DDHH de carácter internacional están incorporados a nuestra Carta Magna, desde
la reforma de 1994 y constituyen, junto con el bloque de constitucionalidad (Art. 75 inc 22)
los principios y normas rectoras de nuestro Estado.

la mujer y el medio ambiente;


la niña.
14El otro gran tema del acuerdo fue en relación con el trabajo no remunerado y la participación de las mujeres en la
economía.
Vale aclarar que los derechos humanos -con jerarquía constitucional desde la reforma
mencionada-, son: innatos e inherentes a todos los varones y mujeres; universales, porque se aplican
a todos sin importar edad, género, raza y religión, nacionalidad, por lo cual nadie puede ser excluido
ni discriminado. Son indivisibles, por cuanto todos deben ser respetados y garantizados; no
negociables, inviolables y obligatorios. Indivisibles, interdependientes, complementarios y no
jerarquizables; y quizás, lo más importante en el caso que nos compete es su carácter irreversibles y
progresivos por cuanto la consagración de nuevos derechos no excluye ni desestima la vigencia de
otros derechos antes consagrados.

Sentado esto, y por la imposibilidad de desarrollar exhaustivamente la vasta normativa


internacional incorporada al derecho positivo argentino, referiremos brevemente sólo algunos
puntos vinculados a la temática analizada.

Verbigracia, la Convención Americana de Derechos Humanos es su Artículo 23 sobre Derechos


Políticos establece todos los ciudadanos deben gozar de los derechos a participar en la dirección de
los asuntos públicos; de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas; y de tener acceso,
en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su país.

Por su parte, otro ejemplo es la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979) -antes mencionada-, establece que “la
discriminación contra la mujer viola los principios de la igualdad de Derechos y del respeto a la
dignidad humano, que dificulta la participación de la mujer, en las mismas condiciones que el
hombre, en la vida política, social, económica y cultural de su país, que constituye un obstáculo
para el aumento del bienestar de la sociedad y de la familia y que entorpece el pleno desarrollo de
las posibilidades de la mujer para prestar servicios a su país a la humanidad”…”que la máxima
participación de la mujer en todas las esferas, en igualdad de condiciones con el hombre, es
indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país, el bienestar del mundo y al causa de la
paz”.

A la vez, la Reforma Constitucional de ´94 estableció en el artículo 37 que: “Esta


Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la
soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual,
secreto y obligatorio.
La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y
partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el
régimen electoral”.

La participación política de las mujeres en Argentina. Antecedentes y Marco


Jurídico. Breve Reseña.
La lucha de las mujeres Argentinas en la primer parte del siglo XX fue por la igualdad.
Conquistar la equidad en el pleno reconocimiento de los derechos políticos y civiles y el ejercicio
efectivo de los mismos significó transitar un camino sinuoso, trazado por estereotipos y conceptos
culturales opresivos del género femenino.

La Sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912, estableció el voto secreto, universal y obligatorio
para la elección de representantes del pueblo. Pero la característica de “universalidad” excluía,
paradójicamente, a la mitad de los/las habitantes de la república: las mujeres.
En 1926 se sanciona la Ley 11.357, sobre los derechos civiles de la mujer. Con ella las mujeres
dejan de ser tratadas como incapaces y como menores.
La distribución desigual fundada en el género y el sexo no fue naturalizada ni asumida como
una categoría de pensamiento, en oposición, fue un motor de disputa por el poder y sirvió para
quebrantar los dispositivos instaurados que tenían al hombre como único protagonista de la vida
pública y política.

Lograr la igualdad, no resultó fácil, debieron pasar años de lucha de no pocas mujeres
argentinas. Eva Perón, al referir a las mujeres en la vida política señalaba en uno de sus discursos…
“la mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella….superado el período
de las tutorías civiles….la mujer debe afirmar su acción. El Voto Femenino será la primera
apelación”. En septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13.010 de derechos políticos que otorgó el
voto femenino, con un enorme impulso de Eva Duarte de Perón.
Sin embargo, la participación en las elecciones no facilitó el acceso a cargos de representación,
en tanto su incorporación a instituciones políticas fue escasa hasta finales de siglo. Es a partir de los
procesos de redemocratización y, sobre todo en los años noventa, con la promoción de la
implementación de cuotas por sexo en las listas electorales, que comienza a asegurarse el acceso de
las mujeres a cargos electivos.
Argentina fue el primer país del mundo en incorporar el sistema de cuotas mediante la sanción
de la Ley 24.012 en 1991, que estableció un piso mínimo de 30% de candidatas mujeres en las
listas de partidos políticos para cargos electivos nacionales y estableció que no podrá ser
oficializada ninguna lista si esos cargos no están cubiertos de tal forma. En este contexto, las
instituciones políticas comenzaron a avanzar en la incorporación de mujeres.
El informe de nuestro país, correspondiente al período noviembre 1991 y, su actualización,
agosto de 1993, presentado en Naciones Unidas ante el Comité de seguimiento de la Convención
para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), señalaba
dentro de los avances la sanción de la ley de cupo femenino N° 24.012. En el mismo sentido se
realizaron infinidad de campañas desde el Estado Nacional, los Estados Provinciales y las
organizaciones de mujeres, para que las provincias adhieran o cuenten con dicha ley de carácter
inclusivo, participativo y que perseguía la igualdad y la no discriminación de las mujeres en el
ámbito político y público.
No obstante la existencia de la normativa las mujeres no figuraban en los cargos con
posibilidades reales para acceder a un cargo electivo.
En 1994 la militante radical Teresa Merciadri de Morini luego de varias presentaciones en
tribunales nacionales donde sus demandas fueron rechazadas, recurrió a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos de la OEA, demandando al Estado Argentino por menoscabos de los tratados y
convenciones, tendientes a salvaguardar la igualdad entre hombres y mujeres.
La presentación llevó su tiempo, pero en 1999 ganó y el Gobierno de De la Rúa se vio obligado
a dictar el decreto reglamentario 1246/2000 y el compromiso del Estado de modificar la legislación
de modo de garantizar la igualdad en el acceso a cargos electivos. Finalmente, la ley de cupo fue
modificada para garantizar a las mujeres ocupar lugares que les posibiliten efectivamente llegar a
una banca.
Los instrumentos jurídicos que permiten elegir, ser elegido/a y representar la voluntad popular,
reconocen una activa participación de las mujeres en el ámbito público y político, desde la “acción”,
y la necesidad de escuchar la voz y el voto de las mujeres en estos ámbitos, hasta llegar hoy, a
reconocer dicha representación parlamentaria fundada en los derechos humanos fundamentales.

Las leyes que incorporan expresamente la perspectiva de género en las políticas


gubernamentales, deben ser respetadas, asumidas, y aplicadas ya que esa categoría de análisis de
las relaciones humanas, permiten no solo centrar la atención en las relaciones desiguales entre los
géneros, sino también trabajar sobre estructuras productoras de esa desigualdad.

A más de 20 años de la (CEDAW), su actual rango constitucional en nuestro país junto a la


Convención contra todas las formas de Violencia hacia las Mujeres (BELEM DO PARA) y la ley Nº
26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y radicar la violencia contra las mujeres en
los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales, resultan de suma importancia cuando
se pretende cuestionar que una mujer ocupe la banca en un órgano parlamentario, solo por su
situación de mujer.

Las acciones que pretenden desconocer dicha representatividad, encubre una de las formas de
violencia de género, porque se sostienen en argumentos discriminatorios. El no reconocer a la ley
de cupo femenino como una forma de incorporar en la política pública la perspectiva de género,
transforma ese tipo de pronunciamientos en expresiones de discriminación y violencia que afecta
los Derechos Humanos.

La persistencia de prácticas discriminatorias como la señalada, colocan al total del género


femenino en una situación de inferioridad en el goce de los derechos, y libertades esenciales.

Algunos resultados logrados


Si se toman en consideración datos de 2010 de los tres poderes a nivel nacional, se verá que el
Poder Legislativo es el ámbito con mayor participación de mujeres (38%), superando ampliamente
al Ejecutivo (21,1%) y al Judicial (15%). Esto ubica a la Argentina entre los países con las tasas más
altas de representación parlamentaria femenina en el mundo, muy por encima del promedio mundial
(19.0%) y regional (22%). Sin embargo ¿Son las leyes de cuotas por sí solas garantía de la igualdad
entre varones y mujeres en el ámbito legislativo? ¿Qué hay detrás del número? La implementación
de la Ley de Cupo en Argentina, ¿ha logrado saldar la deuda que la democracia tiene con las
mujeres en materia de participación política? La respuesta a estas preguntas es NO, y ha instado a
las mujeres a continuar su lucha.

Se observa que el cupo, fue tomado como techo y no como piso de garantía de la participación
de las mujeres. Frente a estos resultados las mujeres de la política y de organizaciones de la
sociedad no partidistas, iniciaron nuevas luchas. Entre ellas, la búsqueda de PARIDAD.

Del Cupo a la Paridad en Argentina.


Si bien Argentina fue el primer país del mundo en sancionar la Ley de cupo, en materia de
paridad, otros países la han implementado con anterioridad. Para el caso de América Latina:
Ecuador (2009), Costa Rica (2009), Bolivia (2010), Nicaragua (2012), Honduras (2012), Panamá
(2012), México (2014).

Previo a la Ley Nacional de Paridad, “entre 2000 y 2002 las provincias de Santiago del Estero
(Ley 6.509), Córdoba (Ley 8.901) y Río Negro (Ley 3.717) adoptaron leyes de paridad de género
para la nominación de candidatos a sus respectivas legislaturas provinciales. Así, incluso antes de
que los países de la región sancionaran las primeras leyes paritarias nacionales, la Argentina ya
había conocido leyes de paridad en el orden sub-nacional. A estas provincias pioneras se le
sumarían Buenos Aires (Ley 14.848), Salta (Ley 7.955), Chubut (Ley XII N° 12) y Neuquén (Ley
3.053) en el año 2016. Así, la sanción de la ley de paridad nacional fue precedida por normas
similares en siete provincias. Y Catamarca sancionó su respectiva ley en 2018. Mientras Buenos
Aires y Salta ya han implementado la paridad en 2017, el resto lo hará por primera vez en 2019, en
consonancia con el debut de la ley nacional” (Del Cogliano y Degiustti, 2018: 7). Estos avances en
las provincias fueron dando lugar al tan anhelado y necesario paso del cupo a la paridad.

¿Qué establece la Ley de Paridad?


La ley 27.412 de Paridad de género en ámbitos de representación política, sancionada el 22 de
noviembre de 2017 y promulgada el 14 de diciembre de 2017 bajo el decreto 1035/2017, promueve
la paridad modificando el Código Electoral y la Ley Orgánica de Partidos Políticos y establece:

Integración paritaria intercalada en listas de: Diputados/as, Senadores/as,


Parlamentarios/as del Mercosur (Art.1); esto significa que cada candidato/a será sucedido/a en el
siguiente escaño por una persona de sexo diferente. Ese orden se respetará en el listado de
suplentes.
Reemplazo por suplente del mismo sexo, salvo en el caso de Senadores por la minoría (Art.
2 y 3); en el Poder Legislativo Nacional, con frecuencia, se producen vacancias que dan lugar al
reemplazo. Cuando así ocurre, asume el siguiente integrante de la lista. Una discusión superadora
de la Ley de Paridad, fue la obligación de que los reemplazos sean por personas del mismo sexo.
Sin embargo, la ley planteó un tratamiento diferente para el caso de los cargos de senadores por la
minoría. En ese caso, la vacancia será cubierta por el siguiente de la lista. En el debate en el Senado
de las Comisiones de Asuntos Constitucionales y Banca de la Mujer, la senadora Riofrío (FPV-PJ),
fundamentó la adopción de este criterio: “en la lista de mayoría, en los casos de reemplazo por las
causales que todos conocemos, estamos determinando que sea el reemplazo del mismo sexo, por
supuesto, la lista de suplentes. Y en el caso de la lista de minoría, es decir, cuando hubiera un
senador o senadora en ejercicio que debiera renunciar, o por muerte, o por todas las causales que
conocemos, su banca sería ocupada por el segundo de la lista titular. Creemos, como todos
sabemos, porque es un hecho de la realidad, que el 90 por ciento de las cabezas de listas son
varones. Entonces, la probabilidad de que, por alguna causal, ese único senador que había entrado
por la minoría renunciara o tuviera que dejar su banca, en el 80 por ciento de los casos
seguramente será una mujer” (Riofrío, 2016. Pág. 3).
En el caso de Diputados, la vacancia se cubre con la persona titular del mismo sexo que
continúe en la lista, agotado ello se continua con el criterio dentro de los suplentes. Para el caso
del/la Parlamentario/a del Mercosur, se toma también el criterio de que asuma la persona del mismo
sexo en caso de vacancia.

Paridad en los Partidos Políticos (Art. 6); otro avance sustantivo de la Ley, puesto que los
partidos son instituciones fundamentales de la democracia argentina, tal como se define en la
Constitución Nacional, es que obligatoriamente los Consejos de los partidos deberán cumplir con el
50-50 de varones y mujeres en su conformación. En este caso no se utiliza el criterio de intercalar
varón – mujer ó mujer – varón. El planteo en el Senado fue propuesto por el senador Urtubey
quien sostuvo que: “Me parece que acá la paridad de género como intercalación no debería
proceder en los consejos de partidos; sí la paridad de género en la cantidad de consejeros. ¿Por
qué? Porque no son cargos de igual naturaleza. Yo tengo diez cargos de diputados: uno, uno y uno
son todos diputados. Ahora, si yo estoy en un consejo partidario donde tengo, por ejemplo,
secretario de organización, secretario de acción política, etcétera, yo no puedo decir que se
intercale. Sí puedo decir que tiene que haber la misma cantidad de secretarías a favor de una
mujer o de un hombre, pero no puedo decir intercalar (Urtubey, 2016. Pág. 6).
Adecuación de Cartas Orgánicas Partidarias (Art.7): las cartas orgánicas son las leyes
fundamentales de cada partido, por lo que la Ley de paridad exige su modificación a fin de
garantizar el acceso paritario de mujeres y varones en las estructuras partidarias.
Caducidad de la personalidad política de los partidos por incumplimiento de la Paridad
(Art. 8): la violación de la paridad de género en las elecciones de autoridades y de los organismos
partidarios, se incorpora como causa de caducidad y extinción, previa intimación a las autoridades
partidarias a ajustarse a dicho principio. Un debate que se dio en torno a este artículo fue cuál era el
momento a considerar que los partidos no cumplían con la paridad en sus órganos, lo que se
resolvió a partir de cumplir o incumplir la intimación.

De los hechos al derecho: el camino de la paridad.


Antecedentes legislativos de Paridad
Numerosos proyectos se presentaron tanto en la Cámara de Diputados y en el Senado argentino
para lograr la paridad. A la fecha de la sanción definitiva en la Cámara Baja había quince (15)
proyectos con estado parlamentario, presentados por diputadas y diputados 15 de diversos bloques
políticos y en el Senado; ocho (8)16, también de diferentes bloques políticos. Esto da cuenta de que
la paridad es un tema transversal y que excede a las ideologías políticas de cada partido.

Una nota importante es que varios proyectos de paridad no se agotaban en la representación


legislativa sino que avanzaban sobre el Poder Ejecutivo y el Judicial, e incluso en la representación
sindical.

En la 6ª Sesión Ordinaria del 19 de octubre de 2016 se trató la Orden del Día 0728/2016
15Los Diputados y Diputadas autores de proyectos de paridad con estado parlamentario a 2017 son: Riccardo (UCR),
Barletta (UCR), Mendoza M.S (FPV-PJ), Álvarez Rodríguez (FPV-PJ), Stolbizer (GEN), Estévez (FPV-PJ), Petri
(UCR), Binner (PS), Olmedo (Salta Somos Todos), Bregman (PTS), Lospennato (Pro), Donda (Libres del Sur).
16Los Senadores y Senadoras autores de proyectos de paridad con estado parlamentario a 2017 son: Fellner (FPV-PJ),
Riofrío (FPV-PJ), Rozas (UCR), Blas (FPV-PJ), Durango (FPV.PJ), Odarda (Coalición Cívica), Giménez (FPV),
González N (PJ).
Paridad de género en el ámbito de la representación política, la votación fue afirmativa: 57
votos afirmativos y 2 votos negativos, es decir hubo alto nivel de consenso para la sanción de la
equidad en la representación política.
A su vez, la Cámara de Diputados se anticipó a esa iniciativa, puesto que había proyectos de
diputados -tal como se explicó precedentemente- y aprobó la paridad con 214 votos positivos, 3
negativos y 4 abstenciones, en el marco del proyecto de reforma política17.
A posteriori, la media sanción de paridad del Senado, Orden del Día 1621/2017, fue tratada en
Diputados durante la 14ª Sesión Especial en la madrugada del 23 de noviembre de 2017, cuando las
legisladoras de todos los bloque políticos, excepto la izquierda, solicitaron el apartamiento de
reglamento para tratar el tema. El apartamiento fue aceptado y lograron la sanción definitiva de la
Ley de Paridad con 169 votos a favor.

Votaciones y Justificaciones.

Cuadro Nº1. Votación Ley de Paridad en el Senado de la Nación Argentina. 2017.

Votación Paridad
Presentes 59
Afirmativos 57
Negativos 2
Abstenciones 0
Ausentes 13

Cuadro Nº 2. Votación de Apartamiento de Reglamento para tratar media sanción sobre Paridad
en Cámara de Diputados de la Nación Argentina. 201718.

Apartamiento de
Reglamento Paridad

Presentes 184

17El Poder Ejecutivo Nacional envió a la Cámara de Diputados el denominado proyecto de


Reforma Política, que implicaba el uso del voto electrónico. Aún diputados que se opusieron al
proyecto, votaron a favor los artículos vinculados a paridad. Esta media sanción fue bloqueada
en el Senado, a la fecha sin tratamiento. Hubo diputados que votaron en contra de paridad:
Guillermo Snopek (BJ) -quien no explicó el sentido de su voto- Bregman (PTS) y Alcira
Argumedo (Proyecto Sur). Respecto de estas dos diputadas el fundamento radicó en que
paridad se hallaba atada a un artículo sobre el piso del 1,5% a superar por los partidos en
las PASO para acceder a las elecciones generales. Se abstuvieron: Néstor Pitrola (PO), Pablo
López y Soledad Sosa (FIT) y Héctor Tentor (BJ).
18Apartamiento de Reglamento Paridad: hubo 26 votos negativos que en relación a la votación final es mucho, ello
radica en que diputados y diputadas defendieron el orden del día establecido, algunos desconociendo que se trataba del
proyecto de paridad y otros esperando el acuerdo final de Casa Rosada.
Afirmativos 153
Negativos 26
Abstenciones 0
Ausentes 73

Cuadro Nº 3. Votación de media sanción sobre Paridad en Cámara de Diputados de la Nación


Argentina. 2017.

Votación
Paridad
Presentes 175
Afirmativos 169
Negativos 5
Abstenciones 0
Ausentes 82

Acerca de los debates


La sanción de la Ley de Paridad se debatió en la Cámara de Senadores en el marco de las
Comisiones de Asuntos Constitucionales y Banca de la Mujer. También en la sesión donde se trató,
es decir, en el debate hubo oradores y fundamentos de los votos. La sesión estuvo marcada, y se
realizaba en paralelo, al día de una de las multitudinarias marchas Ni Una Menos, donde las mujeres
de Argentina dijeron, una vez más, basta de femicidios19.
En el caso del debate en Diputados, las comisiones que dieron tratamiento de la media sanción
del Senado fueron: Asuntos Constitucionales, Justicia y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia. Allí
se hicieron presentes, Diputadas de mandato cumplido, impulsoras de la Ley de Cupo y hasta Luiza
Carvalho, Directora Regional para las Américas y el Caribe, de ONU Mujeres, junto a otras
referentes.
En el recinto, dada la estrategia de las diputadas impulsoras del proyecto, que priorizaron el
tratamiento para que se convirtiera en Ley, sólo hubo votación para apartarse del reglamento y
sumar el tema a la sesión especial y luego fue tratado sin debate.

Una y Uno. Sí a la Paridad


Resulta de importancia considerar para este trabajo, los fundamentos de la autora del proyecto
que sirvieron de base para la Ley de Paridad, la Senadora por San Juan Marina Riofrío. De la
versión taquigráfica del día de la sesión se desprenden las siguientes líneas argumentales; “Cuando
hablamos de la muerte y de la tragedia, encontramos una adhesión y un repudio del ciento por
19https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-312229-2016-10-20.html
ciento de la ciudadanía. Ahora bien, no todos entienden que, para que esto no pase, las cosas
tienen que cambiar”... “El planteo que venimos a hacer aquí es, justamente, decir que no es
inocuo que estén o no las mujeres en los lugares de poder y de decisión. A 69 años de la sanción
del voto femenino y 25 años de la ley de cupo, hoy venimos a tratar el tema de la paridad. Este es
un avance en el sentido de que el cupo fue entendido, militado y plasmado en la ley como una
medida de acción positiva y como una manda constitucional que estableció la reforma de ´94”…
“Dejamos de lado ya la transitoriedad de la medida, para una cuestión permanente que establezca
para siempre la equidad, poniendo a la cuestión demográfica también como una cuestión
importante. En la Argentina hay más mujeres que hombres”. De estos primeros argumentos se
deprende el contexto que marca el debate, donde las mujeres del país salieron a reclamar en contra
de los aberrantes femicidios.
También refiere a los conceptos y valores vertidos en las diversas convenciones y en la misma
Constitución Nacional, que procuran posibilidad real para las mujeres de participar en espacios de
decisión política. Asimismo marca un criterio poblacional ligado a que la mayor cantidad de
habitantes de la Argentina son mujeres según los datos del último Censo Nacional 2010.
“Muchos hombres –a los cuales respeto– no alcanzan a comprender la necesidad de estas
medidas. Incluso, llegan a decir que son ofensivas para nosotras, porque ponen a la mujer en la
situación de buscar el paternalismo o la protección, tanto masculina como legislativa”. El
fundamento de estas expresiones se encuentra en hacer frente a posturas que sostuvieron que “la
mujer debe llegar por capacidad y no por cuota”.
También refiere a patrones culturales al sostener que:“¿Por qué antes de la ley de cupo las
mujeres no estaban en este cuerpo? ¿Sería que no había talento? ¿Sería que las mujeres no tenían
ganas de juntarse en estas bancas? ¿O sería, simplemente, que nadie se había animado a romper
la pauta cultural de que estas bancas debían ser ocupadas solo por hombres? …Asimismo marca
fundamentos conservadores vertidos en los debates de la Ley de Cupo, “hubo quienes sostenían
que no garantizábamos calidad porque entrábamos por el cupo. Y ahora, cuando uno llega al
punto de debatir la paridad, realmente esperaba encontrar un menor nivel de prejuicio, sin
embargo volvimos a encontrarlo. Volvimos a encontrarlo cuando se votó en la provincia de Buenos
Aires: hubo quien dijo que era inconstitucional, que era absolutamente denigratorio para ambos
sexos”.
Como ya se explicó, Sesión de Diputados no tuvo debate, es decir, no hubo oradores, por ello se
tomarán para el análisis las expresiones vertidas en el plenario de Comisiones. Es de aclarar, que
sólo se tomarán las argumentaciones de tres Diputadas que pertenecen a las tres fuerzas políticas de
mayor representación en esa Cámara.
Álvarez Rodríguez (FPV-PJ): “Hemos tratado de desatar y deshacer cada uno de los
prejuicios, de los mitos que se han vertido en medios públicos. La verdad es que creo que lo hemos
logrado. Sobre todo, el concepto de que empoderar a las mujeres no implica el debilitamiento de
los varones. Me parece que esto es central”. También aquí la Diputada refiere a factores culturales
ligados a la dominación de los varones y a las acciones en búsqueda de lograr empoderamiento para
las mujeres desde una mirada de equidad que no significa ir en detrimento de los varones.
A la vez sostiene que “es muy importante que en estas instituciones podamos ser ejemplares en
la distribución - en la justicia distributiva, equitativa- , porque las mujeres argentinas somos el 51
por ciento de la población y merecemos justicia en la representación”. Finalmente pone el acento
en el cumplimiento del artículo 37 de la Constitución Nacional. Concluye desde un mensaje que
insta a continuar en el camino de la equidad entre mujeres y varones “la real igualdad de varones y
mujeres en el acceso a los cargos ejecutivos y partidarios está más cerca”.
Martínez S.A (UCR): quien preside la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia hizo
referencia a una serie de mitos acerca de las mujeres en política. Una vez más el debate de las
impulsoras de la Ley hace frente a claros conceptos y cuestiones culturales: “Quiero mencionar
algunos mitos que suelen aparecer cuando se habla de este tema. Se habla de meritocracia, por
ejemplo. Quiero comentar que en este caso las mujeres con títulos superiores dentro del Senado de
la Nación alcanzan el 90 %, mientras que los varones, el 69 %. En el caso de la Cámara de
Diputados, 76 % mujeres y 72 % varones. Pero hay otro mito. Se habla de que la participación de
las mujeres cuando tienen un rol asignado a las tareas de cuidado –que es un tema que estamos
dispuestas a abordar y que tiene que ver con la democratización de las áreas de cuidado- , estamos
siempre dispuestas a esforzarnos doblemente. Esto se nota en dos temas. Uno de ellos es el
presentismo - o hablemos del ausentismo. El ausentismo de los varones en las sesiones - según un
estudio realizado por Andy Tow entre 2001 y 2016- fue de un 30%, mientras que el de las mujeres
fue de solo un 24%...Hay otra cuestión también que tiene que ver con la presentación de proyectos
en la Cámara. En el año 2013 la presentación de proyectos alcanzó un número muy significativo:
el 63 % de los presentados fueron por mujeres y en el año 2014, el 52 %.
La diputada Lospennato (PRO), hizo especial referencia en la metodología de trabajo y en el
esfuerzo hacia el interior de las mujeres de cada Bloque Político para lograr el consenso suficiente
en búsqueda de la aprobación de la Ley de Paridad: “quiero resaltar que este proyecto de ley es el
trabajo de una multipartidaria en la que hemos participado todo el resto de los bloques; con
muchas compañeras con las que en casi en el resto de los temas no estamos de acuerdo, pero que
en este tema hemos trabajado durante meses hacia el interior de nuestros bloques para convencer
a sus integrantes. Entre los distintos bloques hemos hecho un trabajo militante, conjunto,
acompañándonos unas a otras”.

Inequidad. No a la Paridad
Escasos fueron los votos en contra de la paridad, incluso de algunos legisladores no se conocen
expresiones en los debates sobre su votación y tampoco se ha podido registrar explicaciones ante la
prensa.

En el Senado
Los dos votos negativos en el Senado fueron de los legisladores Ernesto Martínez (UCR
-Córdoba) y Federico Pinedo (PRO- CABA) de Cambiemos.
Los fundamentos de Martínez20 radican en su consideración de que no hay discriminación para
la mujer en cuanto a su participación política, así lo expresó en el debate en recinto:
“Quiero explicar que estas discriminaciones llamadas positivas –que así fueron utilizadas
como argumento para la reforma de 1991 que introdujo el tercio, y luego en adelante– cuando
desaparecen, porque las circunstancias de la realidad demuestran que esa discriminación ya no es
tal, no pueden tenerse en cuenta para avanzar en igual sentido. Si la segregación ya no existe, se
violenta la igualdad ante la ley y el principio constitucional del acceso a los cargos públicos sin

20El senador Martínez había hecho reparos a la incorporación del cupo femenino en la Convención Constituyente de la
ciudad de Córdoba en 1995.
otra condición que la idoneidad…Una presidenta de la República por ocho años, una actual
vicepresidenta de la Nación, cinco gobernadoras en este momento, 36 % de diputadas y 44 % de
senadoras, según marcaba el senador Naidenoff… ¿Alguien me puede explicar dónde está,
entonces, limitado el acceso de la mujer, por lo menos al Congreso de la Nación?”
A la vez consideró un acto de demagogia el pedido de sanción de la Ley y planteó un tema
recurrente en las discusiones sobre cupo y paridad; el mérito. Además de considerar que la ley no
resolvería las problemáticas de las mujeres en la Argentina: (…) “nadie quiere escuchar acá que
alguna mujer haya ingresado por el cupo, porque no es cierto. ¡Jamás! Es una ofensa para
cualquier mujer valiosa o calificada. No les hace falta a ninguna de todas ustedes el cupo. Sin
embargo, se agita esta bandera transversal en una forma que yo, respetuosamente, considero
demagógica pues no resuelve ningún problema concreto de la mujer argentina”.
Por último el Senador calificó la Ley como propia de una corporación: “no me acerco –y en
esto sí creo fervientemente– a cualquier cosa que implante cuotas electivas por el motivo que
fuera en la política, que es la búsqueda del ejercicio del poder. Los cupos se reconocen en las
organizaciones políticas corporativas donde se separan hombres y mujeres, se da en los fascios de
Mussolini, en las secciones alemanas del Partido Nacional Socialista, en la Falange Española. Yo
no provengo de una militancia advenediza o que hubiera pensado alguna vez en los cupos y no
voto nada que tenga olor a actitudes o conductas corporativas”.
Por su parte el Senador Pinedo, de quien no hay registro de la fundamentación de su voto
debido a que, durante el debate en el Senado, estuvo en ejercicio de la Presidencia, encontramos
sus argumentos en fuentes periodísticas: "Hay que dejar un margen, aunque sea muy chico, para
las condiciones personales de las personas independientemente de su sexo. La paridad de sexo es
una conquista importante, pero no quiere decir que sea el único tema de la vida humana. Hay
otras condiciones, como la bondad, que también puede ser evaluada", explicó Pinedo en diálogo
con radio Vorterix. "Me hubiera encantado un sistema de 60-40 de cualquier sexo porque permite
el margen optar por una persona que tiene mejores condiciones personales que otra,
independiente del sexo"21 También aquí – como en el caso anterior – se visualiza una concepción
meritocrática22. y que desconoce la distribución asimétrica del poder y sus condicionantes
histórico, político, económico y social. De esta manera, esta postura asumiría lo que Pautassi
(2013) denomina “neutralidad en términos de género” y que se define como una decisión racional
de “invisibilizar” a las mujeres y los impactos diferenciales que la política tiene para uno u otro
sexo.
Respecto del diputado Giordano se encuentran fundamentos, expresados en la reunión de
Comisión donde se dictaminó aceptando la media sanción de la Ley de Paridad que había
aprobado el Senado. Sostuvo que el fin del tratamiento y sanción de la Ley estaba ligado al
clima electoral del momento; “Sabemos que la ley de paridad de género motiva simpatías y cae
bien… se hace un uso electoral de esta ley, ya que se aplicará recién en las elecciones de 2019.
Pero se considera en medio de la campaña para hacer un uso electoral”.
A su vez consideró que no soluciona problemas graves de las mujeres, por lo que pidió
por el tratamiento del aborto seguro, legal y gratuito; “podríamos estar todos felices de verdad
si se estuviera tratando una ley que empezara a solucionar los graves problemas que tienen los
millones de mujeres en nuestro país. No es el caso”.

21http://www.ambito.com/859509-pinedo-explico-su-rechazo-al-50-50-la-paridad-de-sexo-no-es-el-unico-tema-de-la-v
ida
22Como en el caso de la discusión parlamentaria sobre paridad, en los debates de la ley de cupo de los años ´90, el
argumento de “que lleguen por capacidad y no por cupo” ha estado fuertemente presente.
Finalmente el Diputado hizo serios reparos a artículos del Código Electoral, por
considerar que va en detrimento de las fuerzas políticas con menores grados de
representación; “desde el Frente de Izquierda, estamos en contra de las PASO, estamos por
la nulidad de las PASO. Las PASO son un mecanismo -una ley- proscriptiva para la
izquierda y otros partidos que no son tradicionales; sin embargo, fue votado por el gobierno
anterior con el apoyo de Cambiemos…Estamos en contra del histórico artículo 50 del
Código, de lo que se dice acá de las causales, como estamos en contra de un montón de cosas
a las cuales se refiere este proyecto de ley respecto del Código Nacional Electoral, que van en
contra de la izquierda”.
De López encontramos declaraciones en la prensa donde sostiene que “han querido
colocar como eje el problema de la paridad para distraer de cuestiones de un Gobierno Nacional
que le quita presupuesto a los problemas serios que sufre la mujer, sobre todo en materia de
violencia de género”. “La reivindicación de la mujer no se resuelve en las listas; pasa por otro
lado y no podíamos acompañar un mecanismo electoral de ese tipo”23.

Organizaciones y respaldos a la Ley de Paridad.


En este trabajo nos propusimos, aunque brevemente, hacer una referencia a la tarea de
concientización y búsqueda de apoyos desde organizaciones y desde la militancia política partidaria
a la Ley de Paridad.
En lo concerniente a las organizaciones de la sociedad civil, las mismas lanzaron campañas para
visibilizar la temática y agilizar el trámite legislativo de la Ley de Paridad. Entre ellas Amnistía
Internacional Argentina con “el objetivo de la campaña es desnaturalizar la idea de que los
varones están mejor calificados que las mujeres para ocupar cargos legislativos”. La campaña
#MujeresALaPolitica de Amnistía fue acompañada por el Equipo Latinoamericano de Género y
Justicia, Mujeres en Igualdad, Centro de Estudios de Estado y Sociedad, Comisión Argentina para
Refugiados y Migrantes y la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en Argentina,
entre otras organizaciones.
Amnistía, apelando a instrumentos gráficos y material audiovisual lanzó: “La voz de una mujer
tiene el mismo valor que la de un hombre”, se lee en una serie de carteles en las cercanías del
Congreso Nacional. La frase acompaña fotos de los legisladores de diferentes fuerzas, tales como
Ricardo Alfonsín (UCR), Axel Kicillof (FPV), Felipe Solá (Frente Renovador), Federico Pinedo
(PRO) y Néstor Pitrola (Partido Obrero) hablando en el recinto. Algo parece fuera de lugar: sus
bocas están intervenidas con una calcomanía que transforma sus labios en los de una mujer con
labial rojo. La campaña busca ilustrar en la imagen de estos referentes la relevancia de sumar y
diversificar apoyos. Se trata de impulsar un debate en el que el tema de la paridad deje de ser visto
como una preocupación exclusiva de las mujeres y que sea una demanda del conjunto de la
sociedad” (https://amnistia.org.ar/campana-por-la-paridad-de-genero-en-el-congreso/).

Desde la política
En lo que refiere a las estructuras orgánicas de los partidos de talla nacional, pondremos el
acento solamente en tres por su peso representativo en el Congreso Nacional: Partido Justicialista

23http://www.elacopleinformativo.com.ar/salta/13006-pablo-lopez-la-ley-de-paridad-es-falsa-y-una-maniobra-politica.
html
(PJ), Unión Cívica Radical (UCR) y Propuesta Republicana (PRO), los dos últimos conforman en la
actualidad la Alianza Cambiemos.
Desde el PJ24, su presidente, José Luis Gioja apoyó la iniciativa y la campaña Una y Uno, a la
vez, los sectores femeninos del partido organizaron espacios para debatir y militar acerca del tema 25.
La diputada nacional del FpV-PJ Cristina Álvarez Rodríguez impulsó la campaña Una y Uno
-Representación equilibrada de mujeres y varones para cargos electivos y partidarios-
La UCR se pronunció a favor de la paridad de género y su Comité Nacional decidió impulsarla.
En palabras del Presidente de la UCR, José Corral: “a esta altura del siglo XXI tiene que haber
igualdad garantizada y efectiva de género26”, sostuvo ante la mesa de conducción de su partido.
De las autoridades partidarias del Pro no se han obtenido registros, ni declaraciones acerca de la
postura del partido sobre la Paridad. En términos legislativo la diputada Lospennato, Secretaria
Parlamentaria del interbloque, pero no autoridad partidaria, impulsó desde su banca la Ley y asumió
el compromiso ante sus pares legisladoras de otros bloques el debate interno y la búsqueda de
consensos para la aprobación de la ley en el seno de cambiemos. Por su parte el Jefe de Bloque de
Cambiemos, si bien no hizo declaraciones públicas, se lo vio molesto en los debates y finalmente
votó negativamente.
Reflexiones Finales
Como expresamos inicialmente, la presente propuesta busca conocer y comprender la
experiencia de la lucha por la paridad al respecto de la sanción de su ley; en el marco, y como
corolario, de un movimiento histórico de lucha de derechos políticos que comenzó con el
movimiento sufragista.
En este sentido, y compartiendo la opinión de Cobo (2002) entendemos a la paridad como el
establecimiento de la auténtica –aunque no definitiva– universalidad hurtada por el patriarcado. De
esta forma, se convierte en una estrategia que busca reestablecer la igualdad y libertad prometida
por la democracia moderna.
La participación igualitaria en el reparto del poder en la toma de decisiones entre varones y
mujeres, es decir la paridad, se entiende en el marco de una perspectiva de género, que entiende que
la igualdad es el resultado de la articulación entre esta paridad reclamada, la independencia
económica, la garantía de la vigencia real de los derechos sexuales y reproductivos; y del cambio de
cultura y de patrones de relacionamiento tanto en los ámbitos públicos como privados.
En suma, y para el caso de la ley argentina, no obstante la dificultad de su vigencia real, la
sanción de la ley, es un paso importante hacia la paridad. En este sentido, afirmamos que las
políticas electorales impactan decisivamente en la situación de las mujeres, en la medida que el
acceso de estas a espacios de decisión incorpore mecanismos igualadores de género en las políticas
estatales y el sistema jurídico. Sabemos, y advertimos, que mayor cantidad de mujeres no es
equivalente a políticas equitativas de género, pero estamos convencidas que sin nosotras ellas no
serán posibles. La experiencia histórica da cuenta que el feminismo es polémico porque subvierte
en sentido y la forma en la que se ha organizado hasta el momento la sociedad, tanto material como
simbólicamente.

24En el llamado a Congreso de PJ del 8 de Junio de 2018 se aprobó por unanimidad la adaptación de la Carta Orgánica
a la Ley de Paridad.
25https://infocielo.com/nota/72392/mujeres_del_pj_reclaman_la_paridad_de_genero_en_las_listas_dentro_de_la_refor
ma_politica/
26http://www.parlamentario.com/noticia-94117.html
Referencias bibliográficas y documentales

Bibliográficas:

Del Cogliano y Degiustti (2018):


Cobo, R. (2000): “Política feminista y democracia paritaria”. En Leviatán: Revista de hechos e
ideas, Nº 80, págs. 85-99
Cobo, R. (2002): “Democracia paritaria y sujeto político”. En Anales de la Cátedra Francisco
Suarez, N° 36. Pág. 29-44.
Garcia Prince, E. (2010): “Mainstreaming de Género, reforma del Estado e Institucionalización.
Notas para el Debate 2”. Documento realizado en el marco del proyecto: “Superando obstáculos
para la transversalidad de Género en América Latina y el Caribe”. RSCLAC-PNUD para América
Latina y El Caribe con apoyo de la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament.
López, I., (2005): “Género en la agenda internacional del desarrollo. Un enfoque de derechos
humanos”. Revista Académica de RRII, Núm. 2 Junio - 2005, UAM-AEDRI.
Moore, H. (2009): Antropología y Feminismo. Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia,
Instituto de la Mujer, Quinta Edición.
Pautassi, L. (2011): “Tiempos en espera. La transversalidad en el olvido”. Ponencia presentada en
el Seminario Internacional Políticas de tiempo, tiempo de las Políticas. 46a Reunión de la Mesa
Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, Santiago de
Chile, noviembre de 2011.
Pautassi, L. (2013): Lectura Dirigida. Documento de cátedra en el marco de la Asignatura
Derechos Sociales y Políticas Sociales. Maestría en Políticas Sociales –Facso- UNSJ
Rigat-Pflaum, M. (2008): “Gender mainstreaming: un enfoque para la igualdad de género”.
Revista Nueva Sociedad Nº 218, noviembre-diciembre.

Normativas:

Constitución de la Nación Argentina (1994) en


http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm
Del Cogliano Natalia y Degiustti Danilo (2018): La nueva Ley de Paridad de Género en
Argentina: Antecedentes y Desafíos OBSERVATORIO POLÍTICO ELECTORAL –
DOCUMENTO DE TRABAJO N° 1. Asuntos Políticos e Institucionales. Ministerio del Interior,
Obras Públicas y Vivienda de la Nación.
Honorable Cámara de Diputados (2017): Intervención de los diputados XXX, en el Debate de las
Comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia, versión
taquigráfica del 12/09/2017, en https://www.hcdn.gob.ar/
Senado de la Nación (2016): Intervención de los senadores Marina Riofrío y Ernesto Martínez en
el Debate Parlamentario, versión taquigráfica del 19/10/2016, en http://www.senado.gov.ar/.
______________ (2016): Intervención de los senadores XXXXXXXX en el Debate en las
Comisiones de Asuntos Constitucionales, versión taquigráfica del 27/09/2016, en
http://www.senado.gov.ar/.
UNIFEM (2005): La mujer y el derecho internacional. Compilación de conferencias
internacionales. OIT-UNIFEM-PNUD-Secretaría de Relaciones Exteriores, México.

Notas periodísticas:

http://www.politicargentina.com/notas/201703/20071-campana-para-pedir-la-aprobacion-de-la-pari
dad-de-genero-en-el-congreso.html
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-307795-2016-08-26.html
https://amnistia.org.ar/campana-por-la-paridad-de-genero-en-el-congreso
https://www.infobae.com/politica/2017/11/23/rebelion-feminista-en-cambiemos/

2
“Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso
Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de
2018.”

De las cuotas a la paridad. Discrecionalidad reglamentaria, judicialización y efectividad


normativa en Argentina a nivel nacional y subnacional.

Autores: Cecilia Galván (UBA) y María Cristina Girotti (UBA)

Si bien las reformas políticas que incorporan las cuotas legales de género para aumentar el número
de legisladoras en los congresos ya lleva una práctica de más de 25 años en Argentina, cada
incorporación suscita interrogantes sobre la efectividad del acceso a los cargos por parte de las
mujeres en política. Un ejemplo de ello se dio en las elecciones intermedias de 2017 en la Provincia
de Buenos Aires con la decisión de la suspensión por parte de la justicia electoral de la cláusula de
la paridad para las elecciones generales. Actualmente Buenos Aires, Salta, Chubut y Neuquén,
Córdoba, Santiago del Estero, Catamarca y Río Negro, además del nivel nacional, tienen leyes de
paridad. ¿Cuáles son los obstáculos de las leyes y qué interacciones tienen con los entornos
institucionales (justicia electoral y juntas electorales partidarias) para ser más efectivas?

En esta investigación comparamos el margen de discrecionalidad operativa que aplica luego de la


sanción de la ley de cuotas y de paridad y explicamos los problemas que surgen de la misma.

Paridad en el sistema electoral: ¿Por qué paridad?

Primero estuvieron las cuotas luego la paridad. Aunque contraintuitivo de la distribución


demográfica de la población en relación al sexo, la política y los ámbitos políticos de representación
fueron cautelosos o más bien conservadores en relación a los espacios que fue ocupando la mujer.
Es por ello que el acceso de las mujeres a la política es una lucha por el acceso a los cargos
públicos. La innovación de una incorporación de un principio de paridad en la legislación electoral
que compite con el principio democrático de representación por partidos políticos, forma parte de
un cambio conceptual. Lo novedoso es que la lógica de mayorías y minorías, con este principio
debe interactuar con el equilibrio de género, abandonando la idea de cuota o porcentaje mínimo de
mujeres en las candidaturas a los cargos políticos (Piscopo, 2016; ONU Mujeres e IDEA
Internacional, 2016).
En 1998 Mala Htun27 sostuvo que hacia mediados de los ‘70 las mujeres ocupaban nada más que el
4% de bancas del continente americano. En América Latina entre 1991 y 2015 se dieron reformas
políticas que incluyeron las cuotas o porcentajes mínimos para aumentar el número de legisladoras
en los congresos. Así dieciséis países latinoamericanos las incorporaron. Faltaban mujeres en la
política y se intentó transformar esta desigual realidad.

La pregunta de cómo hacer efectiva la igualdad entre varones y mujeres se fue respondiendo con
normativas y diversos tratados y pactos internacionales28 que colaboraron iniciando los lineamientos
para que los distintos diseños normativos incorporaran la igualdad de oportunidades y generaran así
un terreno propicio para dar legitimidad a la extensión de acciones afirmativas en el ámbito político.
Así el establecimiento de las “cuotas” o “cupos” de mujeres son consideradas acciones afirmativas
usadas en el ámbito político que tienen como objeto traspasar los obstáculos que les imposibilitan
ingresar del mismo modo que sus pares masculinos.

Las mismas se consideran medidas compensatorias y redistributivas que posibilitan una gradual
inclusión de grupos históricamente marginados en las diferentes instituciones representativas y/o
lugares estratégicos de toma de decisión. Como sostiene Archenti (2002) se sustentan en el hecho de
que las mujeres ven obstaculizado el ejercicio de su derecho a ser representantes en condiciones
equivalentes de competitividad, como consecuencia de una histórica discriminación y
subordinación sociocultural.

Este objetivo se ha visto llevado a cabo de acuerdo a tres modalidades que se han ido propagando
principlamente en los órganos de representación de carácter colegiado:

a) las cuotas legales: se basan en un dispositivo de normas jurídicas tales como constituciones
nacionales y/o leyes que disponen de manera oficial cómo debe aplicarse esta exigencia en un
proceso electoral. Este ha sido el camino principal en América Latina.

b) las cuotas partidarias: han sido incorporadas en los estatutos internos de los partidos políticos con
el objeto de afianzar espacios de interacción entre géneros .

c) los escaños reservados que presentan un porcentaje o número fijo de bancas parlamentarias para
ser ocupadas por mujeres.

La ley 24.012 promulgada en Argentina en 1991 fue la primera cuota legal en el mundo a favor de
las mujeres establecida para aumentar la representación de las mujeres en el ámbito parlamentario
nacional. Luego se extendió a otros países latinoamericanos como México (1996), Paraguay (1996),
Bolivia (1997), Brasil (1997), Costa Rica (1997), Ecuador (1997), Panamá (1997), Perú (1997),
República Dominicana (1997), Venezuela (1997), Colombia (2000), Honduras (2000), Uruguay
(2009), Haití (2011/2012) y El Salvador (2013). Llevarlas a la práctica no fue fácil. En Colombia,
por ejemplo, se declaró inconstitucional hasta 2011. En Venezuela, la Ley Orgánica del Sufragio y
Participación Política de 1997 (LOSPP) sólo se aplicó una vez en 1998 y, dos años después, el
Consejo Nacional Electoral (CNE) de la República Bolivariana de Venezuela la consideró violatoria
del artículo 21 de la Constitución de 1999.

Algunos países en América Latina tomaron las enseñanzas y los acuerdos realizados y avanzaron
hacia la paridad. Esto sucedió en Bolivia, Ecuador, México, Costa Rica, Nicaragua, Panamá y

27Htun, M. Participación, Representación y Liderazgo Político de la Mujer en América Latina.


Harvard University. Weatherhead Center of Internacional Affairs, 1998.

28Ver punto 3 del presente trabajo.


Honduras y Argentina. En los tres primeros, la paridad tiene rango constitucional. En Panamá, la
paridad sólo rige para elecciones primarias y, en Honduras, para los partidos que no seleccionan sus
candidaturas a través de primarias. Fuera de América Latina, los pioneros han sido Francia (1999) y
Bélgica (2002).

En Argentina, el movimiento hacia la paridad comenzó en las provincias. Santiago del Estero
aprobó la primera ley de paridad del país en el 2000 (Ley 6.509), seguida por Córdoba ese mismo
año (Ley 8.901) y por Río Negro en 2002 (Ley 3.717). Una década y media más tarde se sumaron
Buenos Aires (Ley 14.848/2016), Chubut (Ley XII Nº 12/2016), Salta (Ley 7.955/2016) y Neuquén
(Ley 3.053/2016) y recientemente se aprobó en Catamarca (Ley 5539).

Dando un paso decisivo desde la ley de cuotas, en Argentina para cargos nacionales, el Congreso de
la Nación, la ley de paridad se aprobó a fines de 2017 (Ley 27.412).

La experiencia y una amplia bibliografía muestran que la efectividad de las reglas de paridad puede
variar de acuerdo con el diseño de la norma, el sistema electoral y las características de la
competencia política.

Una ley de paridad es vigorosa cuando exige intercalar a mujeres y varones en forma alternada y
secuencial por binomios (hombre-mujer o mujer-hombre) (Archenti y Tula, 2014), generando una
lista del tipo “cremallera”. Además debe incorporar reglas que sancionen el incumplimiento y no
permitan ninguna clase de excepciones o alteraciones en su aplicación (Caminotti y Freidenberg,
2016).

Asimismo debe tenerse en cuenta que no sólo en los cargos de distritos multinominales se ha
pensado la paridad. Un diseño normativo fuerte debería combinar requisitos de “paridad vertical” y
“paridad horizontal”. La paridad vertical prevé que se intercalen mujeres y varones en las listas (o
que se incorporen suplentes del sexo opuesto al titular en distritos uninominales), la paridad
horizontal implica una participación equivalente de ambos géneros en los encabezamientos de las
listas o en la titularidad de las candidaturas uninominales cuando una agrupación compite en varios
distritos simultáneamente (ONU Mujeres y PARLATINO, 2015).

Si bien las reformas políticas que incorporan las cuotas legales de género para aumentar el número
de legisladoras en los congresos ya lleva una práctica de más de 25 años en Argentina, la regla de la
paridad suscita interrogantes sobre la efectividad del acceso a los cargos por parte de las mujeres en
política. Un ejemplo de ello se dio en las elecciones intermedias de 2017 en la Provincia de Buenos
Aires que si bien se cumplió en las listas para las primarias, la Junta Electoral de la Provincia tomó
la decisión de suspender su exigencia en la integración de las listas resultantes para las elecciones
generales. Actualmente Buenos Aires, Salta, Chubut y Neuquén, Córdoba, Santiago del Estero y Río
Negro, además del nivel nacional, tienen leyes de paridad. ¿Cuáles son los obstáculos de las leyes y
qué interacciones tienen con los entornos institucionales (justicia electoral y juntas electorales
partidarias) para ser más efectivas?

En esta investigación comparamos el margen de discrecionalidad operativa que aplica luego de la


sanción de la ley de cuotas y de paridad y explicamos los problemas que surgen de la misma.

Efectividad:

Extensa bibliografía ha demostrado cómo el sistema electoral y la dinámica de la competencia


política condicionan la efectividad de las normas de discriminación positiva hacia las mujeres. Por
ejemplo, las posibilidades de las mujeres se reducen de acuerdo a la magnitud de los distritos:
cuando la cantidad de cargos a cubrir es pequeña, ya que por lo general no ocupan las posiciones de
encabezamiento en las listas. De acuerdo a Archenti y Tula (2014) el mismo efecto se da cuando la
fragmentación es alta si las bancas se reparten entre muchos partidos y cada uno elige pocos cargos,
afectando de manera negativa la probabilidad de acceso a las mujeres. Asimismo estos estudios
indican que dentro de los partidos políticos, en condiciones de competencia interna alta, la
incorporación de mujeres aparece como una amenaza a los varones con capital político, llevando a
evitar o flexibilizar las reglas de paridad.

Finalmente, la efectividad de la paridad puede verse afectada si la legislación deja vacíos o si los
órganos de aplicación (jurisdiccionales y/o administrativos) dan margen de maniobra a los partidos.
Dado que nuestro sistema de control de constitucionalidad y de legalidad en materia electoral se
centra en el autointerés de los actores, la efectividad depende en buena medida del grado de
judicialización –impugnación- de las listas en cada contienda.

En Argentina, en la primera década de implementación de la ley nacional de cupo femenino se


multiplicaron los conflictos partidarios y la presentación de causas judiciales (Lázzaro, 2008). De
acuerdo a la propuesta aquí presentada, fue justamente una ley fundacional y relevante pero
escasamente operativa la que dio origen a un camino largo de judicialización y reglamentación.

La ley 24.012 estipulaba que “Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del
30 % de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas.
No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos”.

Este único párrafo, sin embargo, debió terminar delinéandose a través de los fallos de la Cámara
Nacional Electoral. El modelo de efectividad fue el siguiente:

Fallos

Ley Reglamentación Efectividad

Este esquema de interacción también lo podemos aplicar a la implementación futura de la nueva ley
de paridad.

El presente trabajo indaga sobre los vacíos normativos que moldean la discrecionalidad
reglamentaria entendida como la brecha de cuestiones a resolver por actores extra legislativos:
Poder Ejecutivo y Poder Judicial. Cuando las leyes definen todas las dimensiones del tema sobre el
que legislan de manera detallada, se supone que la discrecionalidad reglamentaria es baja. Cuando
las leyes dejan áreas sin resolver, la discrecionalidad es alta.

En el presente trabajo no indagamos sobre el proceso político/legislativo 29 que llevó a la ley vigente
en casa caso, sino que comparamos las legislaciones subnacionales y nacional sobre paridad de
género teniendo en cuenta los aprendizajes normativos que recorrió la ley de cupo de 1991 y las
dimensiones deseables para evitar judicialización, omisiones y en definitiva potenciar la efectividad
de las normas.

Los antecedentes a las leyes de paridad que deben ser insumos para redacciones
29Partimos del supuesto que la ley sancionada es la ley que pudo realizarse.
rigurosas.

Hablar de cupos y de paridad en el acceso a los cargos y, en especial, a los cargos públicos electivos
es hablar de igualdad.

La idea igualdad nace como “hecho” para avanzar en el liberalismo a un “derecho”.

Los clásicos la han ubicado y justificado en hechos que le son comunes: todos los hombres son
iguales porque todos mueren (Hobbes,1999) o porque todos pueden hacer daño a otros
(Hobbes,1979) o porque todas las criaturas son de la misma especie o tienen las mismas facultades
(Locke, 1991) o todas se procuran la subsistencia mediante el trabajo (Quesnay,1991). En otras
palabras, la igualdad –como igualdad natural- es una tesis descriptiva.

Para poder sostener el argumento, se ignoran las diferencias: ni se las valoriza ni se las
desvalorizan, ni se reprimen ni se violan. Al no considerarlas, quedan en manos de las relaciones de
fuerza.

Van a ser las declaraciones de derechos y de independencia de las revoluciones liberales la que
establecerán a la igualdad como un principio normativo. Este salto no es siempre bien valorado.

Así, la Declaración de Derechos de Virginia de 1776, considerará la igualdad natural como fuente
de derechos: “… todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen
ciertos derechos innatos”. Mientras el “son” es descriptivo, a ese ser se le imputan “derechos”.

Pero será la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1989 la que
definitivamente configura la igualdad como norma prescriptiva:

“…considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las
únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos, han decidido exponer, en
una declaración solemne, los derechos naturales ,inalienables y sagrados del hombre, con el fin de
que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, le
recuerde permanentemente sus derechos y sus deberes; con el fin de que los actos del Poder
Legislativo y los del Poder Ejecutivo, al poder ser comparados a cada instante con la meta de toda
institución política, sean más respetados; … la Asamblea Nacional, reconoce y declara … los
siguientes derechos del hombre y del ciudadano: … Los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.

Desde entonces, la igualdad no es un hecho sino un deber jurídico (Girotti) y significó también
dejar a las diferencias naturales y, luego, sociales o culturales en el plano de los hechos. Esto que
hasta parece simplemente lógico no fue tan claro en la práctica y en la teoría.

Ubicar la igualdad en el plano de lo jurídico, del deber ser, rescata las diferencias, colocándola en el
plano de lo empírico; ya que no las necesita para justificarse. Ahora la justificación está en los
valores y, en especial, en la idea de justicia. De esta forma, igualdad y diferencia son conceptos que
se manejan en planos distintos que se complementan y redefinen entre sí.

Igualdad es un concepto jurídico; la diferencia, empírico. La igualdad es un mandato imperativo


basado en un valor, un ideal o una meta; las diferencias son realidades naturales, observables en los
seres humanos. E implica el paso de una sociedad pensada como homogénea a una sociedad
reconocida como plural.
Otro paso significativo es la aparición del “derecho a la igualdad” como “derecho humano a la
igualdad.”

Mientras el derecho a la igualdad es un valor exigible a terceros y al Estado, la igualdad como


derecho humano es un valor defendido y exigido por toda la comunidad internacional
institucionalizada.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Declaración Americana de Derechos


Humanos (1948) son hitos fundantes de todo un complejo de normativa internacional protectora de
los derechos y, en especial, del derecho a la igualdad. Con varias consecuencias a nivel estadual.
Primero, la responsabilidad internacional del Estado frente a sus pares organizados
internacionalmente ante el incumplimiento doméstico. Segundo, la aparición de nociones novedosas
como la de “no discriminación” y “categorías sospechosas”, “igualdad real de oportunidades” y
“acciones positivas”.

No es éste el lugar para profundizar acerca de ellas. Básicamente, estos estándares establecen que
ciertas clases o categorías creadas a partir de la edad, el sexo, raza o color, la condición social, el
idioma, la religión, la pertenencia política por las normas jurídicas o ciertas conductas fundadas en
esas clases son sospechosas de encubrir un trato injusto, discriminador y deben ser evaluadas con
detenimiento a fin de esclarecer si se basan en motivos razonables o esconden un trato desigual e
injusto. Y que evaluación del nivel de eficacia del “derecho a la igualdad” debe hacerse sobre datos
reales, empíricos, y no sobre la vigencia formal de las normas.

Este conjunto de nuevos conceptos desemboca en las llamadas “acciones positivas” como medidas
legales especiales –desigualdad jurídica- para un determinado grupo desfavorecido con la finalidad
de acelerar la eliminación de los factores que obstruyen su equiparación social, económica o
cultural. Desde su origen han sido y continúan siendo una de las soluciones jurídicas más
polémicas: se positiviza la desigualdad a fin de provocar cambios valiosos en la realidad. Entre
ellas, el cupo o cuota para accesos a cargos públicos (mujer), al trabajo (discapacidad), a la
educación (condición social), etc., y la paridad para el acceso a los cargos electivos y partidarios por
razones de género.

Así el derecho no solo “reconoce” la igualdad sino que es herramienta activa de su promoción real.

Una breve línea de tiempo –luego de aquellos hitos fundantes dela Declaración Universal y
Americana de Derechos Humanos- nos da idea de la evolución temporal del concepto de igualdad,
de igualdad de género y paralelamente su internalización en el derecho local mediante el trípode
eficacia: ley, fallos, reglamentación.

1952.- ONU.- La Convención sobre los derechos políticos de las mujeres:

· tendrán derecho a votar en todas las elecciones; (art.1)

· serán elegibles para todos los organismos públicos electivos establecidos por la legislación
nacional en condiciones de igualdad, sin discriminación alguna; (art.2)

· tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas
establecidas por la legislación nacional en igualdad de condiciones que los hombres, sin
discriminación” (art.3)
1979.- ONU.- Convención sobre eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW, por sus siglas en inglés):

· Reconoce la discriminación histórica de las mujeres;

· Destaca que leyes que declaran formalmente la igualdad pueden producir mayor
desigualdad;

· Obliga a los estados parte a adoptar medidas afirmativas (acciones positivas) de carácter
temporal a fin de promover el adelanto de las mujeres y la igualdad de género. (Igualdad sustantiva
enfocada en los resultados)

1995- ONU- Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 4 a 15 de septiembre de


1995Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing.

2003 –ONU - resolución 58/142, de 22 de diciembre de 2003, sobre la participación de la mujer en


la política

Resolución (A-Res./66/130) de la Asamblea General de Naciones Unidas “La participación de la


mujer en la política.”, punto 6 insta a:

a) Examinar los diferentes efectos de sus sistemas electorales en la participación


política de la mujer y su representación en los órganos electivos y ajustar y reformar esos
sistemas, según proceda;

b)Adoptar todas las medidas que corresponda para eliminar los prejuicios basados en la idea
de la inferioridad o la superioridad de uno de los sexos o en la atribución de papeles
estereotipados al hombre y a la mujer, que obstaculizan el acceso de la mujer a la esfera
política y su participación en ella, y adoptar enfoques inclusivos respecto de su participación
política;

c) Alentar encarecidamente a los partidos políticos a que supriman todos los obstáculos que
discriminen, directa o indirectamente, contra la participación de la mujer, a que desarrollen
su capacidad para analizar las cuestiones desde una perspectiva de género y a que adopten las
políticas necesarias a fin de promover la capacidad de la mujer para participar plenamente en todos
los niveles de la adopción de decisiones dentro de los propios partidos; insta a los Estados a que
adopten diferentes medidas de alcance integral para asegurar esa participación igualitaria.

En la República Argentina:

1921-1930. Algunas constituciones provinciales le otorgan el derecho a votar a las mujeres (Santa
Fé, San Juan)

1929. Fallo CSJN 154:283- Causa Julieta Lanteri de Renshaw: la Corte Suprema de la Nación le
niega el derecho a inscribirse en el padrón electoral nacional, considerando razonable que se le
exima del deber de votar.

1947. Ley nº 13.010 reconoce a las mujeres el ejercicio de sus derechos políticos, con padrón y
mesas electorales diferenciadas de las masculinas.

1949. Ley de partidos políticos nº 13.645:

· reconoce a las asociaciones femeninas de naturaleza política a actuar al amparo de la


personería política de partidos reconocidos (integrados solo por hombres), sin incorporarse a los
mismos.

· se autoriza a los partidos políticos (integrados solo por hombres) a la inclusión de mujeres
en sus listas de candidatos siempre que integraran una de las asociaciones femeninas que actuaran
bajo el amparo de su personería política.

1951.- primera elección general con electoras mujeres.

1952- primeras mujeres en listas de candidatos a cargos públicos electivos.

1983-1989- Las mujeres alcanzan un 6% (aprox.) de las bancas en el Congreso.

1991- Ley 24.012 de cupo por género (30 %) en las listas de candidatos públicos electivos (se
entiende diputados de la Nación).

Primera medida de acción positiva.

1993- decreto nº 379 reglamentario de la Ley 24.012.

· el 30% es el mínimo.

· se establece una tabla que el porcentaje de mujeres a ser incluidas cuando el 30%
determinare fracciones menores a la unidad.

1993- Fallo CNE: “Silvestri, José Luís S/Acción de amparo (Unión Cívica Radical)” del distrito de
Mendoza” la Cámara Nacional Electoral no reconoce el derecho a impugnar una lista por
incumplimiento del cupo, antes de que esta se oficialice ante las autoridades electorales.

1993- Fallo electoral de 1ªInstancia de Capital Federal: causa “Bousquet, Jorge L.s/ planteo de
inconstitucionalidad ley 24.012”. Declara constitucionalidad de la ley y la ubica entre las “docentes
y educadoras.. que tienden a acelerar los hechos sociales, a modificar la cultura de los pueblos”.
(Exp. 404.135)

1993- Fallo CNE: “Partido Justicialista s/ presenta lista de candidatos a diputados nacionales”
decide que la ley 24.012 es de orden público ya que está interesada la organización institucional de
la Nación. (fallo 1567/93)

1993-2000- algunos los jueces electorales de primera instancia sostuvieron que la expresión
“probabilidad de ser electas” no significaba “posibilidad de serlo”, por lo que se ajustaba a la ley la
ubicación de una mujer cada dos hombres, aunque las posibilidades reales del partido se limitaran a
obtener una o dos bancas.

1994 en adelante: se dictan leyes electorales provinciales que adoptan el sistema de cuotas para las
listas a cargos electivos.
1993 -1995- Fallos: La jurisprudencia interpretaba que el cupo se contaba desde el segundo lugar;
siendo indiferente el sexo del primer candidato.

El artículo 4° del decreto nº 379/93 establecía: “Cuando… renovara un candidato o no


renovara candidatos se tomará en cuenta…, que la cantidad de cargos es igual a uno. En este caso
será indiferente colocar en el primer lugar puesto a mujer o varón, pero en los siguientes lugares de
la lista se incluirán regularmente una (1) mujer por cada dos (2) varones hasta que se cubra el
porcentaje mínimo que exige la ley 24.012 dentro del número total de cargos”. Los jueces
interpretaban que la expresión “en los siguientes lugares” excluía del cómputo al primero, por lo
que la regla de una mujer cada dos varones comenzaba a partir del segundo puesto.

1994- Reforma de la Constitución Nacional. Se incorporan:

· art 37 que establece la igualdad real de oportunidades entre mujeres y habilita las “acciones
positivas”;

· art.75 inc. 22 le da jerarquía constitucional a la Convención sobre eliminación de toda


forma de discriminación de la mujer (CEDAW); que también prevé las “acciones afirmativas o
positivas”.

· art.75 inc. 23 le da competencia al Congreso de la Nación para “legislar y promover


medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos… en particular respecto de… las mujeres”

· cláusula transitoria segunda ordena que las medidas de acción positiva que se dictasen en el
futuro no podrán ser inferiores a las existentes al tiempo de sancionarse la Constitución, es decir, no
podían ser inferiores al treinta por ciento.

1995- Fallos CNE: cambia la jurisprudencia y se admite la posibilidad de accionar de parte de


quienes no eran candidatas o precandidatas, aplicando el criterio comprensivo del ciudadano elector.

1995- Fallo CNE causa “Consejo Nacional de la Mujer s/ impugna listas” se decide que no cumplir
con el cupo en las listas es restringir y vulnerar el derecho del sufragante.

1995 –Fallo CNE 2020/95: La Cámara Nacional Electoral resuelve que no se aplica la ley 24.012 de
cupo para la elección de los tres Senadores introducida por la reforma constitucional de 1994, ya
que “no hay lista”.

2000- Decreto reglamentario de la Ley 24.012 Nro.1246/00

· deroga el anterior de 1993.

· es producto del Acuerdo de Solución Amistosa del Estado Argentino ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, para solucionar la causa María Teresa Merciadri de Morini,
donde ella reclama por no respetarse el cupo legal en lista de 1993 (estaba ubicada cuarta en la lista
de diputados de la Nación).

· incluye la lista de senadores dentro de la ley, disponiendo que debe alternarse un hombre y
una mujer titulares y suplentes.
· incluye a las listas de convencionales constituyentes (igual que diputados).

· aclara que los porcentajes siempre se cuentan desde el primer lugar.

· dispone que nunca puede ubicarse tres personas seguidas del mismo sexo.

· resuelve que en caso de vacancia antes de la elección, debe reemplazarse su lugar en la lista
por otra mujer.

. amplia la posibilidad de impugnar listas (legitimación activa) que incumplan con el cupo a
todos los inscritos en el padrón electoral.

2000-2017: leyes provinciales de paridad en las listas electorales.

2001: Fallo CNE. nº 2931/01 Se rechaza una lista integrada solamente por mujeres, entendiendo
que el cupo es a favor de ambos sexos. La disidencia va sostener que el cupo “establece un trato
preferente a favor de uno de los géneros”.

2005- Decreto reglamentario de internas abiertas y simultáneas (ley 26.511) Nro.451/05

· modifica art.4 y 6 del Dec.1246/00.

· elimina la prohibición expresa de tres personas seguidas del mismo sexo; pero, de su texto,
la aplicación de la cláusula transitoria décima de la Constitución Nacional y la progresividad de los
derechos humanos se interpreta que se mantiene su imposibilidad.

· la ley 26.191 deroga la ley 25.611 y sus decretos reglamentarios por lo que hay dudas
acerca de la vigencia de esta modificación al dec.1246/00.

2009- Ley 26.571 (PASO):

. exige el cumplimiento del cupo al interior de los partidos políticos.

· elimina los padrones diferenciados por sexo.

· elimina las mesas electorales diferenciales para hombres y mujeres

2017- fallo CNE- “Villar, Daniel Osvaldo c/Unión Popular O.N. s/formula petición”, la Cámara
decide la caducidad del partido político por no cumplir con el cupo en los cargos internos.

2017- Fallo CNE - Causa: Incidente de Ciudad Futura nº 202-Distrito Santa Fé-s/elecciones
primarias-elecciones 2017” (Expte. Nº CNE 5385/2017/1/CA1). La Cámara ordena de oficio – sin
pedido de parte- la invalidez de una lista integrada solamente por mujeres y ordena a presentar una
nueva compuesta también por varones.

2017- 23 de noviembre, ley 27.412 de paridad de género en ámbitos de representación política.

Listas electorales con mujeres y hombres intercalados una y uno (alternancia).

50% de representación por género en los cargos partidarios, aunque no necesariamente


alternancia.

Cobertura de vacancias por persona del mismo sexo.

La paridad en nivel sub nacional y nacional.

Como ya lo dijimos anteriormente, las listas paritarias fueron innovación provincial. En el año
2000, Santiago del Estero aprobó la primera ley de paridad del país (Ley 6.509), y a continuación
Córdoba ese mismo año (Ley 8.901) estableció el uno y una para las listas de representación. Estos
dos casos deben considerarse como los casos pioneros. Unos años después, en 2002, Río Negro
(Ley 3.717) hace realidad esta ley. Pero debieron pasar más de 15 años para la segunda ola de
legislación a favor de la paridad. Así en 2016, Buenos Aires (Ley 14.848), Chubut (Ley XII Nº 12),
Salta (Ley 7.955) y Neuquén (Ley 3.053) convirtieron en ley la paridad. Recientemente, 2018, se
aprobó en Catamarca (Ley 5539). Y para cargos nacionales, el Congreso de la Nación, la ley de
paridad se aprobó a fines de 2017 (Ley 27.412). Estas dos últimas experiencias, deberán ponerse a
prueba en las elecciones legislativas d e2019.

Como nuestro objetivo es evaluar la discrecionalidad reglamentaria de estas normas, entendimos


que las dimensiones de la paridad, teniendo en cuenta los antecedentes reglamentarios y judiciales
enumerados en el punto 3 del presente trabajo, deben al menos ser dos: efectividad en listas y
efectividad en partidos. Si bien la experiencia empírica y una vasta bibliografía muestran que la
efectividad de las reglas de paridad puede variar de acuerdo con el diseño de la norma, el sistema
electoral (tipo de fórmula y magnitud del distrito) y las características de la competencia política
(grado de fragmentación del voto), las dimensiones hasta donde se extiende la paridad nos señala
los desafíos pendientes.

De acuerdo a las leyes de paridad vigentes en el orden subnacional y nacional encontramos una
tendencia general a la debilidad normativa, dando espacio a la discrecionalidad reglamentaria y al
proceso judicial. Al igual que la ley nacional de cupo de 1991.

En primer lugar diferenciamos cuatro componentes de la paridad en las listas:

Tipo de Paridad en listas PASO30

Tipo de Paridad en listas generales

Tipo de Especificación de la actuación de oficio del Tribunal Electoral competente

Tipo de suplencia en caso de vacancia

A su vez para la paridad en los partidos, diferenciamos en dos dimensiones:

Tipo de paridad en cargos

Tipo de sanción por incumplimiento

30Primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Aclaración: Los casos de Santiago del Estero,
Córdoba y Río Negro no tienen PASO.
A cada una de estas dimensiones les otorgamos valores (ver Anexo 1) y a partir de ello pudimos
obtener un mapa de la discrecionalidad reglamentaria de las leyes vigentes en el orden
subnacional y nacional. Ubicamos los casos teniendo en cuenta las dos dimensiones: efectividad en
las listas (alta y baja) y en efectividad en los partidos (alta y baja).

EFECTVIDAD DE LAS LISTAS


ALTA BAJA
Chubut
EFECTIVIDAD ALTA Nación
DE
LOS PARTIDOS Córdoba Santiago del Estero
BAJA Río Negro Salta
Buenos Aires Neuquén
Catamarca

Los casos donde la discrecionalidad reglamentaria se ve más limitada son Chubut y el orden
nacional, puesto que las áreas difusas son menos. En el otro extremo se encuentran Santiago del
Estero, Salta y Neuquén donde se debería avanzar en precisiones normativas en las dos dimensiones
estudiadas.

IV.- Propuesta de Reglamentación.

Nuestro objetivo fue observar de qué manera el desafío de la representación


igualitaria entre mujeres y varones en la política, recogió o no el camino recorrido por
la ley de cupo desde 1991.

Los desafíos actuales en relación a una composición paritaria de listas no es materia excluyente de
las provincias que no tienen ley de paridad. Como vimos en el apartado anterior la discrecionalidad
reglamentaria conspira contra la efectividad en el armado de las listas aún en los casos donde hay
ley.

Debe recordarse que en el orden nacional, cada juez electoral, en el marco de su competencia,
puede y debe ordenar la adecuación de las listas para garantizar la participación de las mujeres. Sin
embargo, no siempre los veinticuatro jueces electorales federales aplican iguales criterios o no
ejercen el control con la misma intensidad con respecto a las distintas listas de su jurisdicción.
Prueba de ello es el caso de la elección a diputados de la Nación año 2015. El Frente de Izquierda
-FIT, que no renovaba bancas, tenía que presentar una lista cuyo segundo lugar debía estar ocupado
por una mujer (art. 4 del Decreto 1246/2000.), pero presentó una lista resultante de las PASO que
incumplía con este requisito, y el Juzgado ordenó de oficio su adecuación. El Frente apeló la
sentencia y el caso pasó a la Cámara Nacional Electoral, quien resolvió mediante un fallo del 24 de
septiembre de 2015 que “Tribunal asume el rol de garante del cumplimiento de las medidas que
procuran la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos
electivos y partidarios”. Pero, por otro, el mismo Juzgado no ejerció el debido control con la lista
de UNA, que oficializó su lista con tres varones consecutivos en los lugares 18, 19 y 20. A pesar de
la reiteración de este principio en la jurisprudencia de la Cámara Electoral, un estudio de ELA
(2015) mostró que se seguían registrando incumplimientos en 4 provincias: Misiones (3 de 6 listas
incumplen), provincia de Buenos Aires (1 de 5), Salta (1 lista de 4) y Santa Fe (1 de 6).
Los motivos del incumplimiento continúan siendo los mismos que se registraron en las PASO: las
listas no cumplen con el porcentaje mínimo de mujeres establecido en la legislación; no se cumple
con la alternancia por sexo (hay más de dos varones seguidos en las listas); y en ocasiones no se
incluyen mujeres en las listas de suplentes. El caso más preocupante continúa siendo el de
Misiones, en el que sucesivamente la mitad de las listas presentadas – y oficializadas por la Justicia
Electoral- para competir en las elecciones incumplen con la normativa sobre cupo femenino.
Un motivo relevante es que por deficiencias en la redacción de la ley 26.571 de PASO, que habla de
oficialización por parte de las Juntas Electorales Partidarias (artículos 27, 29, 30) los jueces
electorales tienden a interpretar que la normativa que regula las primarias no los obliga a actuar de
oficio.
¿Cómo aprovechar esta experiencia en la reglamentación de la paridad?

Volviendo al punto 3, la ley nacional posee alta discrecionalidad reglamentaria en:

las listas: transición entre PASO y generales, no incluye el distrito regional para
parlamentarios del Mercosur, no incluye prueba de género
En partidos: es precisa, aunque débil puesto que sólo estipula el 50% de presencia de
mujeres, sin especificar cargos de decisión o autoridad de relevancia.

Creemos que hay algunos ejes para una reglamentación de la ley nacional 27.412 de paridad de
género en los ámbitos políticos que deben ser tenidos en cuenta:

El orden nacional combina PASO con generales: la actuación de oficio por parte de la
justicia electoral debe precisarse de modo que la conformación de listas para las elecciones
generales logren una combinación eficiente entre proporcionalidad de votos y género del
partido. No debe quedar al azar qué partido aporta el lugar por género.
La reglamentación debe incluir la prueba de género con Documento Nacional de Identidad.
A su vez, la reglamentación debe incluir registración on line y automatizada de las listas de
precandidatos y candidatos a fin de un efectivo y rápido control del cumplimiento.
El distrito regional de los Parlamentarios del Mercosur no se encuentra legislado. Debe
incorporar la sucesión vertical (suplente de distinto género) u horizontal (próxima elección
lista encabezada por (pre)candidato/a de otro género.

La efectividad y su consecuente cumplimiento de las normas paritarias aún comienza a ponerse


a prueba. Consideramos que el recorrido realizado aquí permitirá profundizar en las
modificaciones necesarias en vista a una mejor efectividad normativa.

Bibliografía:

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Vazquez (comp.) Hombres públicos, Mujeres Públicas, 2002. Fundación Friedricht Ebert/
Fundación Karakachoff. Buenos Aires. (www.fes.org.ar).

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Electorales y Cuotas de Género. Buenos Aires: Heliasta, 2008.

Archenti, Nélida y Tula, María Inés. Ciudadanía y representación. A 20 años de la Ley de Cuotas de
Género. Revista Sociedad, 2011, 29/30: 15-30
Archenti, Nélida y Tula, María Inés. Cambios normativos y equidad de género. De las cuotas a la
paridad en América Latina, los casos de Bolivia y Ecuador, en Revista América Latina Hoy, 66,
2014, pp. 47-68.

Caminotti, Mariana. En el nombre de la democracia. La invención del cupo femenino y la difusión


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Caminotti, Mariana y Freidenberg, Flavia. Federalismo electoral, fortaleza de las cuotas de género y
representación política de las mujeres en Argentina y México, en Revista Mexicana de Ciencias
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Htun, M. Participación, Representación y Liderazgo Político de la Mujer En América Latina.


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Argentinean Provinces, Comparative Political Studies. 1998, Vol. 31 (1): 3-21.

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Latin American Vanguard, Comparative Political Studies, 2009, Vol. 42 (1): 56-81.

Lázzaro, Alejandra. El papel de la justicia en la resolución de conflictos de género. El caso de la


Argentina”, en Nélida Archenti y María Inés Tula (eds.) Mujeres y política en América Latina.
Sistemas electorales y cuotas de género. 2008. Buenos Aires: Heliasta.

ONU Mujeres y PARLATINO/Parlamento Latinoamericano y Caribeño (2015) Norma Marco para


consolidar la Democracia Paritaria.

Piscopo, Jennifer. Gender Balance as Democracy: The Shif from Quotas to Parity in Latin
America”, 2016, Politics, Groups, and Identities Vol. 4 (2): 214-230.

Piscopo, Jennifer. States as Gender Equality Activists: The Evolution of Quota Laws in Latin
America”, 2015, Latin American Politics and Society, Vol. 57 (3): 27–49.

Anexo 1

LAS DIMENSIONES DE LA PARIDAD

En LISTAS Total
PASO No debe Incluye: 1 Omisión: 0 1
cumplir : 1
GENERALES Alternacia 50% sin Distrito Distrito 2/1
y alternanci único con único se
secuenciali a ni secuenciali omite: 0
dad: 1 secuenciali dad: 1
dad: 0.5
OFICIALIZA Paso a General: 1 Sin 2
CIÓN general: 2 actuación
de oficio: 0
VACANCIAS Sí: 1 No: 0 1
Total 6/5
*Valor máximo hasta 6 cuando el sistema electoral combina distritos de
magnitud múltiple con distritos de magnitud 1 /distrito único

PARTIDOS TOTAL MÁXIMO


ORGANIZAC No: 0 50%: 1 Alternacia 2
IÓN y
secuenciali
dad: 2
SANCIONES No: 0 Caducida 1
d: 1
TOTAL 3

Paridad para cargos representativos según casos en estudio

DISTRITO PASO LISTA OFICIALIZA VACANCI TOTAL


CIÓN AS
Santiago 1 0.5 0 0 1.5/5
del Estero
Córdoba 1 1 1 1 4/6
Rio Negro 1 2 1 1 5/6
Buenos 1 1 0 1 3/5
Aires
Chubut 1 1 0 1 3/5
Salta 1 1 0 0 2/5
Neuquén 0 1 0 0 1/5
Nación 1 1 1 1 4/6
Catamarca 0 2 0 1 3/6

Paridad en partidos políticos según casos en estudio

DISTRITO Paridad Sanción Total


Santiago 0 0 0
del Estero
Córdoba 0 0 0
Rio Negro 0 0 0
Buenos 1 0 0
Aires
Chubut 2 0 2
Salta 0 0 0
Neuquén 0.5 0 0.5
Nación 1 1 2
Catamarca 0 0 0
Legitimidade e Representação da Mulher no controle social de políticas públicas: a atuação do
Conselho Municipal dos Direitos da Mulher (CMDM), de Pelotas/RS, no Brasil no período
2016-2017.

Dra. Patrícia Rodrigues Chaves Da Cunha – DPOP/UFPel31


Ms. Mariana Schardosim Tavares- PPGCPol/UFPel32

Área Temática: Gênero y Democracia

O trabalho busca fazer uma análise da dinâmica de funcionamento do Conselho Municipal


dos Direitos da Mulher (CMDM), de Pelotas/RS, no Brasil. As ações desse Conselho vêm se
diferenciando da apatia, coabitação e burocratização atribuída pela literatura especializada brasileira
a grande parte dessas experiências de democracia direta dentro do Estado representativo. Um
resgate teórico sobre a representação de Conselhos na gestão de políticas públicas locais no Brasil é

31Profa. Coordenadora do Núcleo de Pesquisa, Ensino e Extensão Democracia e Políticas


Públicas (DPOP) da Universidade Federal de Pelotas, e o membro do Núcleo de Pesquisa da
América Latina (NUPESAL-UFRGS). Emai: pattyycunha@yahoo.com.br

32Doutoranda do Programa de Pós-Graduação em Ciência Política da Universidade Federal de


Pelotas e membro do Núcleo de Pesquisa, Ensino e Extensão Democracia e Políticas Públicas
(DPOP). Email: mariana_schardosa@hotmail.com
o ponto de partida para examinar a relação sociedade civil-Estado na produção de legitimidade,
participação e representação política, sob a ótica da democracia participativa. Baseia-se em um
estudo empírico, que utilizou a metodologia qualitativa através de observação participante no
período de dois anos (2016-2017), e entrevistas semiestruturadas com conselheiras de Direitos da
Mulher de Pelotas/RS/BR. Os resultados encontrados apontam para produção da legitimidade da
representação no CMDM em virtude da variedade e multiplicidade de sujeitas e setores sociais de
mulheres que ali se encontram. Destaca-se como fator que vem contribuindo para o exercício do
controle social de políticas públicas pelas mulheres a forma como o poder está distribuído no
interior do Conselho se concentrando em maior grau nas mãos da sociedade civil.

Legitimidade e Representação da Mulher no controle social de políticas públicas: a atuação do


Conselho Municipal dos Direitos da Mulher (CMDM), de Pelotas/RS, no Brasil no período
2016-2017.

Dra. Patrícia Rodrigues Chaves Da Cunha – DPOP/UFPel

Ms. Mariana Schardosim Tavares- PPGCPol/UFPel

Introdução

O Conselho Municipal dos Direitos da Mulher (CMDM) em Pelotas/RS foi criado pela Lei
Municipal nº 3.552/92 e reestruturado através da Lei Municipal n.º 6.078/14. Esta o descreve como
um órgão público de natureza permanente, com composição colegiada e com caráter deliberativo,
consultivo, propositivo e fiscalizador em âmbito municipal, sendo vinculado à Secretaria que
responda pelos Direitos Humanos no âmbito da Prefeitura.

Dentre as competências atribuídas pela Lei Municipal nº 3.552/92 ao CMDM, estava a de


coordenação dos centros de acolhida para mulheres vítimas de violência, a de criação de
instrumentos concretos que assegurassem a participação feminina em todos os níveis e setores de
atividades no Município, bem como a ampliação das alternativas de emprego para as mulheres.
Com a reformulação promovida pela Lei Municipal nº 6.078/14, contudo, aquelas deixaram de ser
previstas expressamente como competências do Conselho Municipal dos Direitos da Mulher. Mas, a
partir da edição da Lei nº 3.552/92, as competências do Conselho sofreram uma visível ampliação,
já que passou a prever, dentre estas, a de elaboração do regimento interno, formulação de diretrizes
e promoção de políticas destinadas à efetivação e garantia dos direitos da mulher; estimular, apoiar,
desenvolver estudos, campanhas e debates relativos à condição da mulher, bem como propor
medidas ao governo; colaborar e orientar os demais órgãos e entidades da administração pública
municipal no tocante ao planejamento de ações para mulheres, incorporação das preocupações e
sugestões manifestas pela sociedade, e encaminhamento aos órgãos competentes se necessário;
promoção de intercâmbios entre instituições e organismos municipais, estaduais, nacionais e
estrangeiros, de interesses público ou privado, com a finalidade de implementar e garantir o acesso
das mulheres às políticas públicas; realizar campanhas educativas de conscientização sobre os
direitos das mulher; acompanhar e fiscalizar o cumprimento da legislação e convenções que
assegurem e protejam os direitos da mulher, além de acompanhar, fiscalizar e garantir o
desenvolvimento de programas dirigidos às mulheres, especialmente nas áreas de atenção integral à
saúde da mulher; segurança; educação; cultura e lazer; habitação, planejamento urbano e rural;
trabalho e renda; meio ambiente.

Para além das competências especificas, os conselhos municipais são considerados


mecanismos institucionais de participação direta na gestão pública. Portanto, foram concebidos
como instrumentos de aperfeiçoamento da democracia representativa. Isso porque incorporam
representantes da sociedade civil em um espaço institucional para fiscalização, consulta ou
deliberação em torno da ação do Estado. No Brasil são mecanismos previstos constitucionalmente e
passaram a compor os diversos níveis de governo.

Porém, nem todas as áreas de ação pública estatal possuem conselhos obrigatórios. Os
conselhos de direitos da mulher são de iniciativa e organização da sociedade local de cada
município ou estado e vinculam-se ao Conselho Nacional de Direitos da Mulher (CNDM), criado
em 29 de agosto de 1985 pela Lei n.º 7.353. São instituições recentes que dependem do grau de
organização da sociedade civil para existir e funcionar. Dessa forma, surge o interesse em pesquisar
a atuação do Conselho Municipal dos Direitos da Mulher no município de Pelotas. A atuação deste
se faz em uma cidade que é a quarta mais populosa do estado, que fica na região sul do país, com
cerca de 350 mil habitantes. A investigação realizada baseou-se em um estudo empírico, que
utilizou a metodologia qualitativa através de observação participante no período de dois anos
(2016-2017), e entrevistas semiestruturadas com conselheiras de Direitos da Mulher de
Pelotas/RS/Br.

O CMDM de Pelotas, o qual foi criado no ano de 1992, previa a presença de quinze
conselheiras, sendo nove representantes da comunidade, seis mulheres representativas de
instituições públicas. Atualmente, sob o regimento da Lei Municipal nº 6.078/14, o Conselho
Municipal da Mulher é composto por vinte e uma conselheiras e suas respectivas suplentes, sendo
sete representantes da sociedade civil, sete do Poder Público Municipal e sete de instituições
públicas e particulares. Há previsão, ainda, de que o CMDM deverá conter uma Coordenação
Executiva, composta por uma coordenadora, uma vice-coordenadora, uma secretária-geral e uma
secretária-adjunta. Assim como o Colegiado, tal Coordenação deverá ser eleita, sempre no mês de
abril de cada ano ímpar, para um mandato de dois anos, permitida uma única recondução. As
reuniões se darão de forma ordinária mensalmente e, extraordinária, sempre que se fizer necessário.
Assim, apesar das críticas correntes sobre a atuação de Conselhos de políticas públicas no Brasil, o
Conselho Municipal de Direitos da Mulher, em Pelotas, tem demonstrado persistência e ampliação
da participação social em sua composição, o que justifica um olhar mais analítico para compreender
de que foram de dá a representação e participação das mulheres nesse espaço.

Além dessa introdução, o trabalho discute brevemente a literatura sobre a participação e


representação política das mulheres, para em seguida trazer os dados encontrados no CMDM de
Pelotas/RS e sua análise. Se encaminhando para as conclusões.

Representação e Participação Política das Mulheres

A redemocratização brasileira vivenciou a valorização de diversas formas de participação


política da sociedade civil permitindo que atores sociais até então silenciados e sub-representados,
como mulheres, negros/as e jovens, emergissem. As experiências participativas concatenavam com
formas de participação democrática apregoada pela literatura (PATEMAN, 1992; COHEN, 1997;
CUNNINGHAM, 2009 ), e por isso valorizavam instrumentos e espaços de democracia direta,
como plebiscitos, referendos, Orçamento Participativo e etc. Ganharam espaço, também,
experiências, como os conselhos gestores, que aliadas a uma lógica de descentralização de políticas
públicas, passaram a se multiplicar no território nacional.

Apesar das conquistas indubitáveis nas últimas décadas em termos de direitos das minorias
políticas, existem áreas político-sociais pouco permeáveis às mudanças. A ausência feminina nos
espaços legislativos brasileiros é uma delas. A política partidária e profissional tem se mostrado
resistente à representação das mulheres (FERREIRA, 2004; BRASIL, 2014; REZENDE, 2017).
Entretanto, mesmo com dificuldades a luta feminista tem conseguido estabelecer sua agenda junto
ao Estado e realizado conquistas importantes tanto para si, como para o conjunto da sociedade
brasileira.

Os Conselhos Gestores enquanto locus de participação e representação política se


constituem em experiência democrática singular. A incorporação de cidadãos/ãs sem mandato
parlamentar no processo decisório de políticas públicas implica em mais do que incentivo a uma
cultura de accountability. Ela pressiona as formas de representação tradicional ao permitir uma
interlocução entre o Estado e a sociedade através das associações e dos movimentos sociais. O
contato direto da sociedade com o Poder Executivo tem resultado na influencia da agenda de
políticas públicas por populações tradicionalmente sub-representadas na política e da inclusão de
suas demandas.

Reforçando o cenário descrito, o debate feminista em torno da participação política das


mulheres tem constatado a construção de caminhos alternativos de representação e participação para
driblar a dominação tradicional do ambiente político. Nesse sentido, Avelar (2014) chama atenção
para estratégia de participação política adotada pelas mulheres brasileiras de ocupar lugares junto ao
executivo na promoção de ações públicas que privilegiaram espaços além do parlamentar. Tal
escolha estaria aliada ao conceito de feminismo de Estado compreendido como “as atividades de
feministas e femocratas nos governos e administrações”, enquanto “Femocratas são feministas que
trabalham na burocracia do Estado, influenciando o processo politico na formação da agenda
pública”. (AVELAR, 2014, p. 38).
Os trabalhos científicos que tem se dedicado a pesquisar a composição, o funcionamento e a
dinâmica dos Conselhos no Brasil apontam para forte presença feminina nessas instituições
(LÜCHMANN E ALMEIDA, 2010; RIBEIRO, 2011). Lüchamann e Almeida (2010), em seu
estudo empírico em Santa Catarina demonstram que a presença feminina nos Conselhos aponta para
uma identificação de determinadas políticas públicas, como educação, saúde e assistência social,
com a questão de gênero e nesse caso as mulheres tem tomado os locais de decisão, enquanto em
outros tipos de políticas públicas a predominância e o poder de decisão tem sido de homens. Avelar
(2014) se soma a essa proposição de que os Conselhos tem se constituído em um importante espaço
de atuação das mulheres quando conclui que as feministas “projetaram no feminismo de Estado a
possibilidade real de definição e implementação de políticas voltadas às mulheres”. (Idem, p. 46)

Apesar de haver questionamentos em torno da estratégia feminina de penetrar no Estado e da


possibilidade de cooptação por parte deste (PITANGUY, 2003), a participação das mulheres em
concelhos gestores tem permitido a multiplicação dessas instituições no território nacional. Chama
atenção o fato dos Conselhos da Mulher, ao contrário de outros existentes como de educação e
saúde, não se caracterizarem como obrigatórios, não possuírem orçamento próprio, previsão de
estrutura física ou pró-labore para as representantes que compõe o organismo. As práticas efetivas
de interlocução entre Estado e Conselhos tem incentivado o grande esforço para mobilização e
organização das mulheres em ocupar e multiplicar esses espaços de representação e participação.
Além, da produção de legitimação dessa representação uma vez que não há uma ampla votação
como em cargos parlamentares. Uma vez que, a articulação necessária para penetrar nos espaços de
poder, conquistar direitos, e promover mudanças em sociedades de valores patriarcais tão
enraizadas como a brasileira é uma tarefa que demanda grande mobilização coletiva e custo social.

Essas instituições têm permitido que a pauta das mulheres e seus direitos sejam uma
constante no cotidiano das cidades fazendo com que grupos de mulheres se reúnam para estabelecer
pautas de ação e promovam articulações políticas em diversos níveis da federação brasileira para
obter respostas públicas no atendimento de suas demandas. Dessa forma, as estruturas de poder tem
sido desacomodadas, tanto o Executivo como o Legislativo, ao serem pressionados a responder as
demandas femininas como será visto na próxima sessão sobre o Conselho da Mulher em Pelotas-
/RS.

Um estudo de caso: a representação no âmbito do CMDM de Pelotas/RS/BR

A criação do Conselho Municipal dos Direitos da Mulher de Pelotas foi fruto de uma
mobilização de mulheres organizadas na cidade, em especial do Movimento Contra a Violência à
Mulher – integrado por representantes femininas da Igreja Católica, do Partido dos Trabalhadores,
de sindicatos de professores e de mulheres autônomas. O estopim para a significativa mobilização
de mulheres, segundo Santos (2007, apud SCHULZ; RODRIGUES; MENDES, 2013), teria sido a
ocorrência de três assassinatos de mulheres, entre maio de 1989 e abril de 1990.

O CMDM de Pelotas, após sofrer um período de esvaziamento, recompôs-se, o que


culminou na sua ativação e impactou na atuação da gestão de 2015/2017. O reflexo disso pode ser
percebido, dentre outras coisas, na edição da Lei Municipal nº 6.078, no ano de 2014, que
promoveu a sua reestruturação e, posteriormente, na aprovação de seu Regimento Interno, que tem
como principal objetivo a definição do funcionamento e o direcionamento das ações do Conselho. É
justamente sobre a gestão 2015/2017 que promoveremos uma análise mais profunda neste estudo.

A priori, necessário se faz tecer comentários acerca do processo de escolha de das


representantes no âmbito do CMDM, o qual encontra previsão nas leis de sua criação e de
reestruturação, bem como em seu Estatuto. Em todos os meses de abril de cada ano impar, o
Conselho constitui uma Comissão Eleitoral, que é responsável pela condução do processo de
eleição de sua Coordenação Executiva. Nesta ocasião, a referida Comissão oportuniza as
instituições ali representadas, mediante o envio de correspondência oficial (Ofício Circular), que
atualizem os nomes de suas conselheiras titulares e suplentes, bem como às demais instituições, que
possuam trabalho dirigido às mulheres e que sejam inscritas no Cadastro Nacional de Pessoas
Jurídicas e no Ministério da Fazenda, para que promovam sua inscrição no Conselho. Tal ação
constitui requisito para que as representantes possam votar e serem votadas. Ademais, procede-se à
publicação do extrato do edital de convocação para a eleição em jornal de grande circulação, de
maneira que resta atendido o princípio da publicidade de seus atos.

Já sob a vigência da lei que o reestruturou, na gestão 2015/2017, através da Portaria nº 002,
de 12 de janeiro de 2015, o então Prefeito de Pelotas, Eduardo Leite, nomeou as conselheiras que
passaram a integrar o CMDM. Nesse período, não obstante a previsão legal de que o Conselho
deveria ser composto por 21 conselheiras, sendo sete representantes de cada seguimento, o
Conselho restou composto por oito representantes de instituições públicas e privadas, oito
representantes da sociedade civil e apenas cinco representantes do Poder Público Municipal.

No tocante à gestão 2017/2019, imprescindível ressaltar a ocorrência de uma eleição histórica no


âmbito do CMDM. Além do grande número de instituições inscritas no processo eleitoral, o que fez
com que todas as instituições representantes da sociedade civil restassem com suplentes, por
exemplo, houve uma disputa acirrada no que tange ao posto da Coordenação do Conselho,
resultando na prorrogação do processo, que se estendeu por duas reuniões. Na ocasião, foram eleitas
vinte e uma representantes, sendo sete Instituições públicas e privadas, sete representantes do Poder
Público Municipal e sete provenientes da sociedade civil.

Diante do exposto, percebe-se que a sociedade civil, nas duas gestões, encontrou-se
representada em número superior, em comparação ao Poder Público. Não obstante a previsão legal
de que a todos os seguimentos estariam reservados assentos em número igualitário, na gestão de
2015/2017, o Poder Público foi representado por cinco conselheiras, enquanto que a sociedade civil
e as Instituições públicas e privadas restaram com oito representações cada. Ademais, no tocante à
eleição da gestão 2017/2019, além das vinte e uma entidades eleitas, nove foram nomeadas como
suplentes, sendo duas de instituições públicas e privadas e sete da sociedade civil.

Tal composição vai de encontro à realidade encontrada por Abers & Keck (2008) para a
maioria dos conselhos, que tem em metade de seus membros a figuras de representantes do
Executivo. Essa conformação especifica do CMDM de Pelotas diminui o controle do Estado sobre
a sua atuação. Tal fato pode ter contribuído para que, na gestão de 2015/2017, o Poder Público
deixasse de indicar representantes em número suficiente para ocupação de todas as cadeiras no
Conselho. Uma explicação possível para tais dados se encontra na percepção, destas pesquisadoras,
de que existe uma preocupação no interior do Conselho da Mulher, expressa pelas conselheiras, de
que haja uma concentração maior de poder nas mãos da sociedade civil.

Essa preocupação restou confirmada mediante a fala da conselheira Neusa Couto Ledesma,
que havia sido indicada como Presidente da Comissão Eleitoral, em assembleia realizada no dia 05
de março de 2017, e que assim respostou consignada em Ata:

Foi pontuado que, ainda que não esteja regimentado, sugere-se por entender cuidados com
a pluralidade que este espaço deve manter, que os Partidos Políticos e os órgãos gestores
não ocupassem a presidência em razão de ser um fator de estranhamento e dificuldades na
condução dos trabalhos e objetivos do conselho que é o de promover os direitos das
mulheres. Considerando o grave momento político-econômico em que vivemos, mais do
que nunca se faz necessário que o Conselho cumpra a sua função primordial que é realizar
proposições e a fiscalização das Políticas Públicas para as mulheres, atuações direcionadas
e que não representem a pluralidade das mulheres não somarão aos desafios colocados
(CMDM. ATA N.º 05/2017).

A literatura especializada (LÜCHMANN; ALMEIDA, 2010) vem debatendo acerca da


legitimidade da representação dentro dos conselhos, em especial porque, divergindo do processo
eleitoral, a eleição de suas representantes não resulta de uma autorização advinda de um público
maior, o qual seria usuário da política pública. Todavia, a legitimidade da representação nesses
modelos participativos, de uma maneira geral, estaria atrelada à ideia de que as decisões políticas
deveriam ser tomadas por aqueles indivíduos diretamente afetados por elas em meio a um debate
público (LÜCHMANN, 2007).

Nesse sentido, vale apontar que um dos fatores que concede legitimidade à representação
existente no CMDM de Pelotas reside precisamente nesse desequilíbrio na distribuição do poder em
seu interior, uma vez que este se encontra concentrado em maior grau nas mãos daqueles que serão
mais afetados pelas decisões políticas tomadas em sua área de atuação, ou seja, a sociedade civil.

Por outro lado, necessário se faz evidenciar que essa variedade e multiplicidade de setores
representados é o que fortalece a atuação do Conselho em epígrafe, uma vez que nesta se reflete.
Nesse sentido, o grande aumento no número de Conselheiras na gestão 2017/2019 retrata, não
apenas uma expansão do interesse das entidades em serem representadas nesta área em que o
CMDM atua, mas também a ocorrência de uma sensibilização tanto do Estado quanto da sociedade
civil, o que culmina em uma maior visibilidade para a questão. A divulgação e sensibilização
citadas levam ao questionamento sobre em que medida tal espaço não vem contribuindo para
construção do que Giddens (1996) chamou de democracia dialógica.

A expansão e diversificação da composição do CMDM confere a este maior legitimidade


enquanto instituição representativa, ao ser reconhecido por movimentos e organizações atuantes na
defesa de direitos das mulheres na sociedade local. Representa, ainda, uma contribuição
democrática e um retorno positivo do trabalho desenvolvido pelo Conselho, que amplia o leque de
interlocutores e interação entre sociedade e Estado ao propiciar um espaço político a ser ocupado de
forma legítima por cidadãs organizadas.

Nesse sentido, vale destacar a fala da então Coordenadora, Diná Lessa Bandeira, que atribui
ao número de instituições que se somaram ao Conselho o seu fortalecimento e credibilidade:

A força hoje do Conselho da Mulher é o número. É a quantidade de instituições que estão


ali participando. Das instituições e das pessoas. Não é tanto uma força intelectual, nem uma
força de interesse partidário ou coisa assim...A força, hoje, é realmente aquele número,
aquele grupo de pessoas que estão ali e que a gente acaba...não vou dizer conduzindo, mas
a gente acaba fazendo com que elas...convencendo, pode se dizer...para que elas abracem as
nossas causas, né?! Então, isso é que dá força para o Conselho. É aquele número de pessoas
que, de uma certa forma, tem uma credibilidade, né?! No nosso papel, no que a gente já fez,
né?! Então, isso te dá uma credibilidade.

[...]

Eu acho que o número de instituições que vêm se somando ao longo deste período nos
fortalece. Eu acho que isso a gente conseguiu fazer. Acho que é legal. O número de
instituições que estão lá, os conselheiros...Foi, era, quando a gente assumiu, era a nossa
meta, né?! Fortalecer institucionalmente o conselho (Informação verbal 33).

O Conselho da Mulher não é de criação obrigatória, como o Conselho da Saúde, por


exemplo, e as mulheres que ali estão atuando como conselheiras não são remuneradas por sua
participação. Ademais, a população ali representada não é dominante no meio político e tampouco
dentro das estruturas estatais, não dispõe de formas organizativas fortes e tradicionais dentro da
sociedade e conquistou o direito ao voto há menos de um século apenas. Por outro lado, o Poder
Público não demonstra ser essa questão uma de suas prioridades, tendo em vista, por exemplo, que,
apesar de seus vinte e cinco anos de criação, o CMDM até hoje não possui uma sala própria, bem
como o fato de que, não obstante dispor legalmente de sete assentos no Conselho, o Poder
Executivo preencheu apenas cinco por falta de indicação suficiente. Essa questão da desvalorização
por parte do Executivo restou evidenciada na fala da então Coordenadora do CMDM, Diná Lessa
Bandeira, que assim asseverou (informação verbal34):

[...] Daí apresentamos um esboço, de que era o Plano Nacional e de que seria o Plano
Municipal. Na ocasião, convidei alguns professores, professora Patrícia que é da
Consciência Política da Federal, para falar das estratégias do Plano, e a partir dali
começamos a nos reunir quinzenalmente com os órgãos envolvidos na política das
mulheres, quais sejam: o Gamp, o Centro de Referência para as Mulheres Vítimas de
Violência, o próprio Conselho da Mulher, a OAB participou de algumas reuniões, a UFPel
e a UCPel, através do Observatório, e fizemos algumas reuniões, convidamos também...A
nossa maior dificuldade...nós convidávamos, porque os gestores têm que participar, isso aí
foi uma dificuldade muito grande que eu encontrei, porque nem todas as Secretarias tinham
um entendimento claro da importância do Plano. Então, nós nos reuníamos quinzenalmente
pra tentar fazer isso.
33Fala da conselheira do CMDM Diná Lessa Bandeira em entrevista concedida a esta
pesquisadora, no dia 10 de setembro de 2017, em sua residência.

34Fala da conselheira do CMDM Diná Lessa Bandeira em entrevista concedida a esta


pesquisadora, no dia 10 de setembro de 2017, em sua residência.
Não obstante todos os obstáculos enfrentados, essas conselheiras têm logrado êxito em
conquistar esse espaço de poder, que é o Conselho da Mulher, e o tem valorizado, já que este vem
se revigorando e se fortalecendo com o decorrer do tempo, passando a ser visto como referência no
Estado. Isso ocorre justamente porque o CMDM é um espaço ocupado por pessoas que
historicamente têm sido invisíveis no âmbito político e social.

Ao longo de seus vinte e cinco anos de existência, o CMDM de Pelotas vem dando voz a
mulheres semianalfabetas, vítima de violência doméstica, homossexuais, dentre outras. Valendo
referir, ainda, que nesse período houve um número significativo de mulheres negras ocupando o
cargo de coordenação, como no caso de Diná Lessa Bandeira, que esteve à frente do CMDM
durante as gestões de 2013/2015 e 2015/2017, e Luciana Custódio, eleita no último processo
eleitoral para estar à frente da gestão até o ano de 2019.

Tal fato não corresponde a uma característica da cidade de Pelotas e nem mesmo do país,
porque, historicamente, cargos de direção não são destinados às pessoas negras, muito menos a
mulheres negras. Os índices e a forma como o poder se estrutura no Brasil demonstram a exclusão
desta, que é a população mais pobre, mais discriminada e mais aleijada dos espaços de poder. Como
destaca estudo da SEPPIR intitulado “A participação das mulheres negras nos espaços de poder”
(201335):

As particularidades da discriminação das mulheres negras têm conseqüências concretas em


sua participação política. Definindo poder político como a capacidade de tomar decisões e
fazer valer escolhas no mundo público, é notório que as mulheres, em especial as negras,
ainda não alcançaram, enquanto sujeito político coletivo, uma posição de poder na
sociedade. Este fenômeno tem natureza estrutural, derivada, entre outros fatores, da lógica
de marginaliza- ção social, o que revela que as dificuldades encontradas pelas mulheres não
são decorrentes de sua situação individual, nem de deficiências particulares (AVELAR,
2001). (SEPPIR, 2013; p.11).

E, nesse sentido, é importante ressaltar que o Conselho está se mostrando como um espaço
importante de acesso a essa população. Dessa forma, a simples ocupação desse espaço por esses
sujeitos sociais já representa um avanço simbólico e efetivo na construção democrática brasileira.

Essa questão se reflete e tem impacto, pois quando pensamos na questão das cotas de
participação de mulheres em Partidos Políticos, por exemplo, sua criação se justifica exatamente em
virtude da dificuldade que esse público tem de acessar esses espaços de poder. Ademais, dentro de
uma estrutura de Partidos Políticos e em uma sociedade capitalista, como a nossa, a possibilidade
que possui essa mulher negra de ser indicada como candidata a um cargo político, é irrisória.

De acordo com o Relatório Anual das Desigualdades Raciais 2007-2008 (PAIXÃO e


CARVANO, 2008), pelo critério da heteroclassificação, 87% de deputadas e deputados
federais eleitos em 2006 foram identificados como brancos(as) e apenas 9% como
negros(as). Entre 513 membros da Câmara, havia somente uma mulher preta e duas pardas,
correspondendo a 0,6% do total das pessoas eleitas, um número muito distante da
35Disponível em http://www.seppir.gov.br/portal-antigo/arquivos/pdti-seppir-2013-2015/view.
Acesso em 1º/10/17.
proporção das mulheres negras na população brasileira naquele ano - 24,8%. No Senado
Federal, tais desigualdades eram mais acentuadas: 93,85% foram classificados como
brancos(as). Entre as dez senadoras eleitas em 2006, que perfaziam 12,3% de
representantes da Casa, nenhuma era negra. (SEPPIR, 2013; p. 13)

Contudo, isso tem culminado em uma tentativa de institucionalizar formas de participação


política das mulheres, que não têm sido muito frutíferas. Exemplificando a questão, podemos citar a
fala da conselheira representante do PPS no CMDM, Adriana Varela (Informação verbal36):

[...] dentro do nosso partido tá bem difícil pra trabalhar a questão das mulheres fazerem
parte do Executivo. Nós temos um Estatuto que prevê 30% dos cargos, dentro do partido,
de mulheres. Tu sabe que os homens...é bem difícil tu conseguir entrar as mulheres num
espaço masculino, que sempre foi deles. Então um pouco dessa resistência de nós mulheres
conseguir o nosso espaço. Mas a gente lá não desistiu e não vai desistir. Tanto que a gente
pediu a impugnação da nova eleição por ter uma mulher apenas no Executivo. Eu acho que
a gente tem que cumprir as cotas, da dentro do estatuto? Então vamos cumprir. A gente tem
que batalhar por direitos iguais. Eu acho que é bem por aí. Isso me motiva bastante, de não
desistir. Um dia a gente vai ter os direitos iguais. [...] Eu acho um avanço bem importante
de o núcleo das mulheres participar do Conselho. Já foi um ganho bem grande pra nós
mulheres, dentro do nosso núcleo de mulheres, dentro do Conselho, Eu acho que os
partidos políticos tem que para um pouco com essa política suja e viver um pouco do
social, né? E a gente tá batalhando um pouco pra ter esse espaço.

Dito isso, a conquista desse espaço de poder junto ao CMDM representa um marco, pois
significa a essas mulheres o efetivo exercício de alguma influência, ou seja, o exercício de poder,
que antes não existia. Trata-se de uma representação que não se dá no âmbito eleitoral, mas que é
tão legítima quanto e que só pode ser concebida em uma sociedade democrática, quando pensada
em sua forma plural.

Neste caso, portanto, fazendo uma análise a partir das duas formas de introdução dos atores
sociais no processo de decisão, preconizada por Souza (2004), cabe apontar que no âmbito do
CMDM, este não se limita apenas a concessão de voz, mas, sim, à possibilidade de empoderamento
e de consequente mudança na assimetria do poder entre os atores sociais locais. Por outro lado, a
composição do Conselho traz ao debate representante de setores de excluídos, bem como os
próprios excluídos (LÜCHMANN, 2007). E, nesse sentido, o fato de que essas representantes
correspondem à essência e ao foco das questões ali tratadas também contribui com a sua
legitimidade.

Conclusão

Os Conselhos Gestores de políticas públicas são locus de participação e representação


política previstos na Constituição Federal do Brasil (1988). Criados após a redemocratização tem ao
longo das últimas décadas se multiplicado e espalhado por todo o território nacional nos diversos
níveis da federação. São compostos basicamente por Poder Público e sociedade civil em diversas
combinações junto ao Poder Executivo. Sua implantação pode ser vista como uma estratégia do

36Fala da conselheira do CMDM Adriana Varela em entrevista concedida a esta pesquisadora,


no dia 14 de setembro.
movimento feminista de adentar ao Estado conhecida como feminismo de Estado (AVELAR, 2014)
buscando formas de representação e participação das minorias políticas.

A intermediação entre sociedade e Estado tem promovido experiências democráticas


cotidianas nas cidades brasileiras. O Conselho Municipal de Direitos da Mulher de Pelotas/RS é
uma instituição que veio possibilitar essa vivência. Sua criação exigiu do movimento de mulheres
de Pelotas a mobilização e articulação política em torno do tema de combate a violência. Sua
manutenção enfrentou as dificuldades típicas de uma instituição pouco valorizada pela política
tradicional, a falta de estrutura, de local de reuniões, de orçamento e de reconhecimento. Porém,
enquanto estratégia de ação se renovou e fortaleceu ampliando seu reconhecimento social e atraindo
mulheres de diversos matizes sociais, econômicos e políticos. Sua ampliação, mais que duplicando
o número de instituições da sociedade civil que indicam representantes, demonstra como posto na
fala da Coordenadora, Diná Lessa Bandeira, o seu fortalecimento e credibilidade. Sua composição
confirma o Conselho como um espaço de acesso das minorias políticas ao preservar na composição
diferenças educacionais, de formação, raça, idade e status sociais.

Mas de que forma a experiência do CMDM de Pelotas/RS tem contribuído com a construção
democrática? As mulheres têm construído um espaço de vivência politica que se aproxima da
construção do que Giddens (1996) chamou de democracia dialógica. Os dados observados nesse
sentido são a sensibilização da sociedade civil pelotense e do Estado, da legitimidade da
representação no CMDM em virtude da variedade e multiplicidade de sujeitas e setores sociais de
mulheres, a participação políticas das mulheres, a busca constante da construção de um espaço de
inclusão que permita a existência e valorização das diferenças, a promoção do acesso a populações
tradicionalmente excluídas da vida política e dos espaços de poder, como as mulheres negras, e a
construção simbólica do exercício do poder.

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XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre Democracia

Organizacion: Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la


Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.
“Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional
sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”

Título de la ponencia: Cuerpos sitiados, acontecimientos, reglamentarismos y silencios.


Argentina en las primeras tres décadas del siglo XX.

Valeria Venticinque .valeriaventicinque@yahoo.com.ar/UNL-UNR-UTN

Rocío Minino.

rociosolmininno@gmail.com/ UNR

Marco Gaiero

gaiero47@gmail.com/ UNR

Área temática

Género y Democracia

Resumen

Mediante este escrito nos proponemos analizar los discursos hegemónicos elaborados en torno al
cuerpo de las mujeres que tiñeron el período 1874 -1945, buscando intervenir en la constitución de
la institucionalidad del incipiente “Estado Argentino”. El objetivo principal es realizar un análisis
crítico sobre los diferentes marcos legales y prácticas políticas pensadas desde el heterosexismo y
la doctrina de la doble moral.

Los cuerpos en estado de sitio son sometidos, obligados, reglamentados, inspeccionados, en esta
línea se inscribe nuestro análisis sobre la prostitución en la ciudad de Rosario. Asimismo
buscaremos reflexionar sobre las vivencias de aquellas mujeres que deseaban a otras mujeres en
plena construcción del binomio mujer-madre. En este sentido, analizaremos la forma en que se
construyen las políticas y las prácticas públicas a partir de la compleja relación entre la política, las
creencias, el género y los saberes sanitario-hegemónicos. En síntesis, partiremos de concebir el
binomio mujer-madre como una construcción social que atravesada por las creencias, impidió el
pleno goce de los derechos civiles, sociales y políticos.

Introducción

En nuestro recorrido histórico nos proponemos como objetivo general repensar algunas
experiencias vinculadas con las sexualidades y el lugar que ocupaba la reproducción para las
argentinas en las primeras décadas del siglo XX. Partimos del supuesto que tanto la represión sexual
como la obligatoriedad de parir la “raza” fueron elementos fundacionales en la construcción de la
subjetividad femenina.

En consecuencia, en la primera parte de este escrito, buscaremos describir las formas que asume la
ausencia de libertades sexuales y reproductivas para las mujeres, particularizando en las
trabajadoras en la primera mitad del siglo pasado, en un momento histórico en que la situación
social empeoraba.

En segundo lugar señalaremos como se configuraron las diversas subjetivadas que iban en contra
del modelo heterosexual que ejercía una presión tenaz tanto sobre varones y mujeres, estableciendo
una pauta de conducta y comportamientos basados en formar hombres, que sean el sostén del hogar
y mujeres que estén al cuidado del mismo.

Así, se intentara señalar, en base a una revisión bibliográfica como la homosexualidad era ejercida
en nuestra sociedad durante gran parte del siglo pasado centrándonos en el papel de aquellas
mujeres que hasta cierto punto, a pesar de no ser un tema de debate durante dicha época, combatían
la heteronomía y daban lugar a reconstruir cierta idea de compromiso que dicho sistema asimilaba
para ese entonces. Aquí partimos de suponer que a comienzos del siglo XX la homosexualidad
estaba condicionada por un contexto de fuerte represión ejercida desde el Estado y los sectores
eclesiásticos y se caracterizó particularmente por su silencio y su clandestinidad.

En el tercer apartado nos interesa recuperar el rumbo que las diferentes ordenanzas municipales le
dieron a la prostitución en la Ciudad de Rosario en el marco de su reglamentación durante las
primeras décadas del siglo XX.Es así como “se impuso entre 1874 y 1932 un sistema conocido
como prostitución reglamentada que combinaba aspectos sanitarios, políticos-administrativos y
policiales validos tanto para prostitutas como para casas de tolerancia” (Múgica, 1999, p.1).

En suma, este artículo busca hacer foco en: establecer el vínculo entre la marcación estricta de
“cierto comportamiento femenino” en la primera mitad del siglo XX y la construcción de una
institucionalidad estatal fuertemente ligada a la Iglesia que permeaba la lógica societal.

La maternidad como destino único

Como señala Dora Barranco (2014) el patriarcado gozaba de sólida salud a partir de su nuevo
empinamiento en el siglo XIX, así era moralmente inaceptable que las mujeres se desempeñaran en
la vida pública, pues el fundamento de esta creencia aludía a la “norma natural” que mandaba
ocuparse de la lumbre hogareña, reproducir y asistir a los suyos. (Barranco, 2014: 17)

Contraer matrimonio y tener hijos era visto como un mandato imperativo que de acuerdo al
imaginario de la época dignificaba el “ser mujer”, en este sentido la virginidad actuaba como un
elemento que incluía “a las buenas” y excluía a las “malas mujeres” de las posibilidades de lograr
un buen matrimonio.

De esta manera, los hoy denominados derechos sexuales y reproductivos en las primeras décadas
del siglo XX representaban luchas, expresión de deseos, y las voces del Movimiento Feminista que
recorría las calles y las plazas de los principales centros urbanos del país.

El feminismo, por esos años, sintetizaba la obligatoriedad de la maternidad con sus consecuentes
derechos, partiendo del supuesto origen común de la opresión femenina, sosteniendo fervientemente
que el mundo no se dividía en ricos y pobres, sino en hombres y mujeres. Así la maternidad como
hecho y proceso biológico-cultural, relata Marcela Nari, era una diferencia que homogenizaba a las
mujeres y reclamaba igualdad en relación a los varones, intentando reformular la maternidad
tradicional dentro de la ideología de la complementariedad y la equivalencia. (Nari, 2004)

Los hoy denominados derechos sexuales y reproductivos en las primeras décadas del siglo XX
representaban luchas, expresión de deseos, y las voces del Movimiento Feminista que recorría las
calles y las plazas de los principales centros urbanos del país.

El feminismo, por esos años, sintetizaba la obligatoriedad de la maternidad con sus consecuentes
derechos, partiendo del supuesto origen común de la opresión femenina, sosteniendo fervientemente
que el mundo no se dividía en ricos y pobres, sino en hombres y mujeres. Así la maternidad como
hecho y proceso biológico-cultural, relata Marcela Nari, era una diferencia que homogenizaba a las
mujeres y reclamaba igualdad en relación a los varones, intentando reformular la maternidad
tradicional dentro de la ideología de la complementariedad y la equivalencia. (Nari, 2004)
En este contexto, como ya señalamos, imperaba la idea de doble moral sexual, noción
suficientemente trabajada por Verónica Giordano. (Giordano, 2014). Consecuentemente las mujeres
vivían una sexualidad controlada, la soltería femenina se toleraba mal, y era “sospechada”, y ser
madres solas implicaba un estigma, así llegar virgen al matrimonio fue un precepto defendido en el
inculcamiento del deber ser femenino. En el mismo sentido las fuentes revelan que hasta mediados
del siglo XX existío la certeza de que la mujer se debía a quien había elegido.

Es interesante la manera que describe Figari el lugar de las mujeres en la primera mitad del siglo
XX, señalando que estas podían asumir dos roles como madres o prostitutas, ambas respondían a la
dualización y a la particular posición de la mujer, fuera como defensora del orden republicano o
instigadora del caos. (Figari, 2009)

Las reglas generales del período indicaban que las mujeres debían ser acompañadas por miembros
de las familias por fuera de sus casas, y no podían estar sin compañía adecuada en lugares como
confiterías, o similares. La hotelería recién en los años 30 levantó las restricciones para hospedar a
mujeres solas, todo se regulaba en función de impedir el goce femenino.

En este sentido las preocupaciones por resguardar la función maternal, conforme al orden “natural”
y “moral” que debía defenderse, perseguían como objetivo prioritario preservar sobre todo a la
futura descendencia; cuestión que estaba por encima de las clases sociales (Nari 2004) .

De esta manera, una buena mujer debía ser angelical, asexuada, responsable no solo de la nueva
generación sino también de la virtud de los hombres y el buen funcionamiento de la sociedad. Ellas
en tanto madres se incluían en otro esquema moral, reducido a lo doméstico y el papel de
reproductora de los discursos y prácticas de la policía medica.

Así, en la década de 1930 se consolidó la eugenesia positiva, que tenía por objetivo afianzar la
reproducción de los considerados superiores, como señalaba Marcela Nari, y en algunos círculos se
defendió la eugenesia negativa que tenía por objeto impedir la reproducción de los considerados
inferiores.(Nari, 2004: 19). Fue la confianza de transformar a los individuos y a la raza a partir de la
adquisición de caracteres del medio y luego su trasmisión por la herencia que posibilitó la eugenesia
negativa, justificada en teorías genéticas que tenían como propuesta limitar la reproducción de
algunos seres humanos. La eugenesia que surge como una ciencia práctica y trae como propuesta la
transformación de la población y en cierta forma la eliminación de los considerados inferiores. Así
desde su llegada al continente americano desde Inglaterra a inicios del siglo XX, fue generando una
relación entre raza y nación, donde la primera se constituyó como un cristal desde donde observar
los distintos sectores sociales y las problemáticas societales en la Argentina en construcción.

Consecuentemente el clima de época construía el siguiente escenario: la heteronormatividad era un


hecho indiscutible, en paralelo esa idea de moral sexual explicaba la exclusión de las mujeres de los
derechos políticos y del mundo del trabajo. Debemos entender que la moralidad también implicaba
excluir a las mujeres de la vida pública, que no era de su interés y que la dispersaba para poder
cumplir debidamente con sus principales funciones, procrear hijos y cuidar de ellos. Una de las
primeras luchas que constituye a los movimientos de mujeres y feministas a nivel mundial tiene que
ver con la búsqueda de los derechos políticos de las mujeres, así el sufragio femenino representaba
la gran deuda de la “Democracia Moderna”, las mujeres, que en teoría eran también “ciudadanas”,
se veían privadas de ejercer el derecho a votar siendo además, por consiguiente, equiparadas en
cuanto a este, a niños, esclavos y extranjeros. Las argentinas obtuvieron recién la ciudadanía
política entrados los años ’40, gracias a un conjunto de oportunidades políticas favorables, y a la
participación de un sector de la sociedad política y la sociedad civil que luchó por la inclusión de
las mujeres en las urnas.

Un año importante para comprender el lugar que ocupaban las mujeres en las primeras décadas del
siglo XX, es 1926, cuando se lleva a cabo la reforma de la ley 11.357 sobre los derechos civiles,
cuando se disponen libertades para que las mujeres puedan hacer uso de sus bienes, la norma
ampliatoria habla de équidad civil para varones y mujeres, dejando a las casadas con ciertas
limitaciones. Como señalan Giordano y Valobra (2015), la patria potestad les correspondía a los
varones, tampoco podían renunciar a herencias, donar bienes, y seguían siendo menores de edad
bajo la potestad del marido. (Giordano y Valobra 2015: 58)

En este marco, instituciones como el divorcio vincular, tratado en la cámara de diputados en el año
1932, eran pensadas como flagelos sumamente nocivos, siendo equivalente, como señala Barranco,
a facultar a las mujeres a ser sujetas activas de la volatilidad sexual. (Barranco, 2015: 47)

En este sentido el debate sobre el divorcio que llega a su fin en el extremadamente conservador
senado de la Nación, era pensado como un elemento normalizador del amor y los intercambios
sexuales, particularmente en el caso de las mujeres. Así el divorcio se proponía como un elemento
que vendría a moralizar la sexualidad de aquellos que se encontraban presos de un matrimonio que
en los hechos había finalizado. En algunos casos también se agregó la posibilidad de continuar con
la vida reproductora de aquellas mujeres, que en el marco de una unión fácticamente terminada
difícilmente se daría, sin embargo los anti-divorcio triunfaron.
Sintetizando, hasta aquí observamos que las desigualdades sufridas por las mujeres con respecto a
los varones y la consecuente discriminación legislativa habilitaba una forma de pensar las primeras
políticas públicas, que fueron estructuradas para aquellas en tanto madres y no ciudadanas. En este
sentido, esto permitió que estos años se caracterizaran como momentos de opresión femenina,
imperando los miedos, los silencios y la explotación.

1.1 Las trabajadoras, una situación problemática.

Siguiendo a Maricel Bertolo, el investigar sobre estas cuestiones, se corresponde con la idea de
recuperar las primeras manifestaciones de un orden cultural que asignaba un rol central al papel
reproductivo de las mujeres y prácticamente las excluía del escenario laboral de principios del siglo
XX. Esta realidad se vio reflejada en los primeros proyectos legislativos vinculados con el trabajo
femenino, pero también, en algunos tramos del discurso y de la práctica desarrollada por destacados
referentes del movimiento obrero, tanto varones como mujeres, que sostuvieran posturas
contestatarias de la cultura e ideología dominantes. (Bertolo, 2011)

Aunque la situación de las mujeres que se desempeñaba en la esfera extra doméstica era percibida
en condiciones de inferioridad respecto de los varones trabajadores, requiriendo ineludiblemente la
“orientación” masculina en la defensa de sus derechos de explotada por el sistema capitalista. Desde
los sectores más progresistas se reivindicaba el trabajo remunerado femenino como una alternativa
indispensable para alcanzar su emancipación integral, en la esfera social, política y económica
( Nari 2004).

En contraposición al posicionamiento de las mujeres en el mundo del trabajo, los varones tenían el
rol del vigor y la libertad, su fuerza era el sostén central de los hogares, mientras las tareas de las
mujeres fuera de la casa eran vistas como complementarias, así la figura del obrero, del trabajador
industrial, del resto de las profesiones era predominantemente masculina, invisibilizando a las
mujeres del mundo laboral y por ende de la esfera pública.

Como señala Mirta Lobato (2007), la situación de inequidad de las trabajadoras respecto de sus
pares varones, fue una constante en la primera mitad del siglo XX, y la relación trabajo-maternidad
no se modificó prácticamente a lo largo de las primeras décadas del siglo pasado y se afianzó con la
legislación, ejemplo de esto es la ley 11.317 del año 1924 que estableció la prohibición del trabajo
femenino hasta seis semanas después de haberse producido el parto, un permiso de 15 minutos cada
tres horas para amamantar al bebé, salas cunas para los menores de dos años en los establecimientos
de más de 50 obreras y la prohibición de despido por embarazo. (Lobato, 2007: 261)
En este sentido nace la ley 11.932 sancionada en 1934, que creó la caja de maternidad, en esta
debían afiliarse todas las trabajadoras entre 15 y 45 años de edad, ellas realizaban una contribución,
que sería destinada al salario por maternidad que recibirían durante su licencia maternal y durante el
tiempo que la ley lo estipulase. En ella también realizaban un aporte los empleadores, a posteriori se
exceptuará a las mujeres con salarios muy bajos. En paralelo a la normatividad delineada por los
mandatos sociales, el Estado fue generando información respecto a la relación mercado de
trabajo-mujeres, y en función de esta continuó legislando, en este sentido, entre los informes
realizados el más difundido fue el elaborado por el médico Juan Bialet Massé en la primera década
del siglo XX.

Como indica Lobato (2007), el trabajo de Bialet Massé fue un exhaustivo informe que relató las
condiciones de trabajo de las mujeres en la zona central-norte del país, y agrega que aquel le otorga
sumo valor a la política como instrumento necesario, así entendía que las precarias condiciones del
trabajo femenino podrían deteriorar su salud y en consecuencia sus condiciones para la
reproducción. Durante su relevamiento el médico español destacó las características de las mujeres
criollas, como soberanas del hogar y con gran facultad de adaptación, como señala Lobato (2007),
la investigación contribuía a la teoría epocal que buscaba instalar la ligazón entre hogar-naturaleza
femenina. Sin embargo Bialet Massé destacaba claramente que cuando no había opciones y las
mujeres debían enfrentarse al trabajo fuera de sus ámbitos familiares, era necesario que las
remuneraciones se basaran en una valoración de las actividades. (Lobato, 2007: 225)

En síntesis, nuevamente retomando a Maricel Bertolo, la consecución del objetivo de preservar la


“salud física y moral” de las mujeres, cuya función esencial debía relacionarse con las tareas de
procreación y reproducción de la futura fuerza de trabajo aparecía como una competencia
irrenunciable del Estado, quien regularía las condiciones de empleo femenino, más alla de las
posturas contestarías desde el socialismo y el anarquismo, el clima de época marcaba firmes
directrices para las mujeres trabajadoras.

El control sobre los cuerpos: la educación física y el papel del discurso medico
hegemónico.

A la hora de analizar la cuestión homosexual a principios del siglo XX en argentina, no se puede


desconocer la existencia de valores y creencias respaldadas por las principales instituciones civiles
y su defensa en manos de los médicos argentinos de dicho periodo que a su vez eran reconocidos
políticos, pedagogos y criminólogos y que desde su impronta basada en el positivismo afirmaban
mediante los conceptos propios de su disciplina en qué medida las relaciones sexuales o eróticas
debían llevarse a cabo condenando todo tipo de disidencia al orden heterosexual.

Como se mencionó anteriormente, el papel del médico como portavoz oficial del Estado poseía
una gran estima al interior de la sociedad civil de principios del siglo XX. Durante esta época,
diversos médicos ocuparon cargos importantes a nivel político y su voz representaba junto a la
Iglesia y los miembros de la oligarquía Argentina un instrumento sumamente eficaz que
preponderaba una determinada concepción considerada como “universal e invariable” sobre los
roles de los varones y las mujeres.

Este control sobre los cuerpos se llevó a cabo desde muy temprana edad y las instituciones
educativas de la sociedad argentina jugaron un papel fundamental en la enseñanza de la “cultura
física” de los estudiantes para lo cual los docentes fueron formados en base a un conocimiento
consistente sobre la estructura del cuerpo humano y su anatomía estudiando la forma, la ubicación,
la disposición y los órganos corporales, dotando a los cuerpos de ciertos sentidos y significados
dependiendo del sexo de los mismos (Scharagrodsky ,2016).

En el caso de las mujeres, la descripción de su anatomía se llevó a cabo señalando sus fortalezas y
debilidades tomando como criterio de clasificación al varón , por ende se las describa como más
dóciles, más débiles, de menor altura e inferiores . Por esta misma razón, se buscaba cuidar a las
mujeres, prohibiéndoles el uso excesivo de la fuerza física con el objeto de preservar todas aquellas
cualidades que se consideraban como “naturales” por el hecho de ser niñas: la belleza, el encanto, la
sensibilidad, etc. y su actividad debía ser ejercida de forma suave y delicada (Scharagrodsky, 2016).

A momento de referirnos al control sobre los cuerpos, debemos resaltar que durante la primera
mitad del siglo XX la relación entre los varones y las mujeres era de carácter binario, sexualizada y
jerarquizada. Ciertas características psicológicas se correspondían con la anatomía del cuerpo
femenino y otras con el masculino.

Cualquier disidencia a este patrón de comportamiento era considerado anormal tanto la


homosexualidad como así también la práctica de la prostitución, las relaciones sexuales por fuera
del marco del casamiento, el adulterio practicado principalmente por mujeres y al mismo tiempo
existía una gran presión social sobre aquellos varones que no podían o no deseaban ser los jefes de
hogar y eran considerados por gran parte de la sociedad y los voceros del Estado como poco
“masculinos”
Así, la familia patriarcal, era el único modelo familiar posible de imaginar para la época y por ello
mismo frente a cualquier disidencia se actuaba de manera represiva ya sea deteniendo a los/las
homosexuales como así también obligándolos a practicar dolorosos tratamientos psiquiátricos que
tenían como consecuencia la perdida de fertilidad o el suicidio.

2.1 La práctica de la homosexualidad: Primeras experiencias lésbicas y la construcción de


nuevas identidades colectivas

La práctica de la homosexualidad en el arco temporal analizado, se desarrollaba de manera


clandestina frente a un Estado y Sociedad que respondía frente a estas nuevas concepciones del
amor de una manera represiva. Tanto el adulterio, como el libertinaje, el onanismo, la sodomía o la
pederastia atentaban contra este orden preponderado por el discurso medico hegemónico cuyo
objetivo era el de controlar el cuerpo del trabajador como consecuencia del desarrollo industrial y el
proceso de urbanización de principios del siglo XX. (Frigari y Gemetro, 2009; Meccia ,2006)

Como se señaló en párrafos anteriores, al interior de este orden, el cual caracterizamos como
jerárquico y sexualizado, las mujeres solo podían cumplir dos tipos de roles: ser madres o
prostitutas, podían ser las encargadas de mantener la especie y enlazar los ideales de la república o
por el contrario ser las hostigadoras del mismo. A su vez, en su posición de debilidad frente a los
hombres, se les atribuía ciertas “enfermedades” naturales como la histeria o la neurosis. (Frigari y
Gemetro, 2009)

Este discurso medico hegemónico, no solo se encargaba de condenar las conductas sexuales de los
varones o mujeres de mitad del siglo XX, sino que criminalizaba a aquellas mujeres que salían a
ocupar el espacio público y se condenaba toda aquella practica que atentara contra un modelo
erótico afectivo basado en la heterosexualidad y en garantizar el desarrollo o mantenimiento de la
familia nuclear o patriarcal afirmando que estas conductas “desviadas” podían ser revertidas,
sanadas, reprimidas o curadas.

Frente a esto, las mujeres que sentían un apego tanto físico como sentimental entre ellas mismas
eran estigmatizadas en base al uso categorizaciones como “tribadismo”, “safismo”,
“homosexualidad femenina”

Estas mujeres, se agrupaban en tres categorías: la de reconocerse como “enfermas “al poseer los
“síntomas” que condenaban el discurso médico y optaban por querer “corregir “ estas actitudes
inclusive llegando al suicidio ; la de reconocerse en este discurso hegemónico y evitaban este “mal
deseo” estableciendo vínculos heterosexuales , contrayendo matrimonio o formando una familia ;
y por último, se encontraban aquellas mujeres que decidían continuar con su deseo en la
clandestinidad desarrollando espacios de experiencias colectivas contra hegemónicas con sujetas
que se encontraban en una situación similar y compartían entre ellas mismas vivencias similares.
(Frigari y Gemetro ; 2009)

Al interior de este último grupo, podemos señalar las experiencias de las mujeres de las altas clase
porteña que se autodenominaban entre ellas mismas bajo el nombre de “Better”, una denominación
utilizada entre mujeres durante la década de 1920 y 1930 como un medio que marcaba una
superioridad frente a aquellas otras mujeres que “no son” o “no entienden” (Frigari y Gemetro;
2009.)

Es importante señalar, que para esta época, existían varias denominaciones para referirse a las
mujeres que establecían un vínculo sentimental entre ellas mismas pero, sin embargo, durante
dicho periodo histórico temporal no se utilizaba la palabra “lesbiana” como expresión de dicha
subjetividad, inclusive, una de las principales experiencias en común de estas mujeres era la
sensación de “extrañeza “frente algo que no tenía lugar, que su desarrollo se daba de manera oculta
o clandestina y que por ende , no era posible de exteriorizar

Las mujeres que formaban parte de este círculo se concebían en pocas ocasiones como
homosexuales sino más bien, como “gente del ambiente” o que “entendían”. Lo que da origen a
dicho ambiente era la coincidencia de experiencias similares que convivían en un mismo círculo
social configurado por un cierto conocimiento en relación a su identidad y al mismo tiempo
limitado y cerrado por condiciones socioeconómicas, contactos y redes de amistad. (Frigari Y
Gemetro, 2009)

Muchos de estos espacios de encuentro colectivo y socialización fueron denominados bajo el


nombre de “ parties” o “fiestas” y además de las autodenominadas “better” ,se encontraban las
llamadas “bomberos”, que a diferencia de las primeras , estas últimas exteriorizaban gestos , formas
de hablar y vestimenta que era considerada propia o “natural” por los varones.

Para concluir con este apartado, hay que considerar que en estos ámbitos de socialización podemos
notar una reconfiguración del concepto de compromiso basada en una nueva concepción del amor al
cual se lo denomina como “libre”, y que a diferencia de lo que ocurría en las relaciones
heterosexuales de la época la fidelidad jugaba un papel secundario y relegado en donde inclusive
era común que las mujeres tengan múltiples vínculos entre ellas mismas.

Al mismo tiempo, la amistad entre mujeres que compartían la misma experiencia era sumamente
valorada por el hecho de sentir tranquilidad de poder desarrollar sus deseos sin ser castigadas
,criminalizadas o estigmatizadas por ser portadoras de una supuesta “enfermedad” que atentaba
contra el orden hetero patriarcal de mediados del siglo XX.

La prostitución legal en la Ciudad de Rosario 1874-1932.

En toda la Argentina, el control de la prostitución estaba simbólicamente asociado con el miedo a la


enfermedad y con un problema más general acerca de qué hacer con las clases trabajadoras
potencialmente revolucionarias: el problema social.

A la prostitución históricamente se la han atribuido determinas connotaciones. Múgica (1999)


sintetiza en cinco apartados los supuestos básicos en los que se apoyaban los propulsores de la
reglamentación de la prostitución. En primer lugar, era percibida como una necesidad humana y un
asunto de vital importante que los gobiernos se vieron obligados a ocuparse de ella. En segundo
lugar, era considerado como una necesidad humana, recibía calificaciones morales, pues era un
“mal”, necesario, social, ineludible, aunque un mal al fin. En tercer lugar, en tanto mal necesario era
fundamental desplegar desde el gobierno municipal, las medidas que se consideraban pertinentes
con el fin de amparar y proteger la salud de la población, impidiendo la propagación de
enfermedades venéreas como el ejercicio de la prostitución clandestina. En cuarto lugar, asociado al
principio de tolerancia, compatibilizando así las necesidades humanas con las conveniencias
morales y sociales. La tolerancia presidia entonces la vida social y las normativas disimulaban los
“vicios repugnantes” que tenían que ver con los seres humanos. Y por último, los reglamentos
estaban ligado a una imagen de la sexualidad tipo instrumental, utilitaria y a la prostitución era
pensada fundamentalmente como espacio de descarga de la libido masculina, como una suerte de
depósito seminal.

Guy (1991) afirma: “Entre 1874 y 1932 varios participantes se sumaron al debate local y dieron a
conocer sus opiniones. Cada uno tenía un criterio diferente y proponía distintas soluciones, la
mayoría de las cuales rara vez cuestionaban el orden económico y patriarcal. Juntos dieron lugar a
uno de los debates más vivos sobre la autoridad política, el género y las relaciones de clase en la
historia argentina” (Guy, 1991: 96-97).
La historia de la prostitución legalizada ha efectuado todos los temas políticos argentinos
posteriores relacionados con el trabajo de las mujeres, la reforma de la familia y el derecho de las
mujeres.El ejercicio de la prostitución fue pensado de diferentes maneras de acuerdo a las pujas de
poder u acuerdos políticos de diferentes actores, las que se cristalizaron en las distintas Ordenanzas
Municipales, las cuales podemos agrupar en tres grandes etapas.

En primer lugar, las reglamentaciones que rigieron entre 1874 y 1990, el 14 de abril de 1874, las
autoridades municipales instituyeron un sistema de burdeles autorizados a partir de la ordenanza N°
32, la cual reglamentaba por primera vez las casas de tolerancia. Para las cuales establecía un límite
geográfico para su instalación, se prohibía la admisión de menos de edad, y se exigía a los dueños
de los prostíbulos una nómina de las personas que vivían allí y de las mujeres que iban ingresando.
Al mismo tiempo se establecía un examen médico cada ocho días a cargo de un médico municipal
quien determinaba el buen o mal estado de salud de las mujeres, los costos de dichos controles
estaban a cargo del propietario.

En mayo de 1888 se nombran nuevos médicos municipales para que atiendan cuestiones de salud de
las mujeres prostitutas al mismo tiempo que acababa de nacer el Sifilicomio y el Dispensario de
Salud, como los órganos vitales para la higiene de las mujeres afectadas por enfermedades venéreas.

La Ordenanza número 27 es un instrumento jurídico, la versión corregida de las dos anteriores, a


partir de la cual pasa a considerarse a la Ciudad de Rosario como la capital prostibularia del país.
“El 5 de junio aparece una ordenanza reglamentando la prostitución. Es la primera tentativa seria de
reglamentarismo que encontramos, aunque en 1892 se vuelve a legislar en la materia, recién en
1900 saldrá la ordenanza más completa que se generaba en Rosario acerca del problema” (Ielpi y
Zinni, 1974: 22)

Esta última, reglamentaba el ejercicio de la prostitución para personas responsables de su engaño.


Se las posibilita a registrarse en las casas de tolerancia pero se las advierte que son libre de entrar y
dejar la casa cuando lo considere. Para toda mujer que ejercía la prostitución se la obligaba a
registrarse en la Asistencia Pública. Las “pupilas” deben entregar tres fotografías: una para la
Asistencia Pública, otra para la libreta que se les provee, y otra quedará en la Jefatura Política.
Dicha libreta constata de los controles médicos de las mujeres (a los cuales se deben someter dos
veces a la semana) y de su estado de salud.

Tampoco pueden las mujeres abandonar el prostíbulo sin pasar por la Asistencia Pública a informar
sobre su nuevo domicilio, si no lo hacen también serán consideradas como clandestinas. Se dispone
que las casas públicas deban ser regenteadas únicamente por mujeres, prohibiendo instalarse a
menos de dos cuadras unas de las otras, y de los templos, casas de educación, teatros, mercados y
plazas y en determinadas calles principales de la Ciudad. Además, las casas de tolerancia no podrán
tener signos visibles interiores ni exteriores que las distingan de las demás.

Se dispone al mismo tiempo determinadas obligaciones para las gerentes, como no admitir a
ninguna mujer que no esté inscripta en el Asistencia, no ausentarse de la casa por más de 24 horas,
acompañar a las mujeres en su visita sanitaria.

A parir de la ordenanza mencionada (1900) se abre camino a una nueva seguidilla de ordenanzas
que pondrán el eje en cuestiones como los límites geográficos autorizados y cuestiones
administrativas., lo que denominamos como segundo momento.

En 1903 se autoriza una nueva ordenanza la cual extiende el número a 10 de las mujeres permitidas
en las casas de tolerancias, al mismo tiempo se plantean nuevos límites geográficos de los burdeles
autorizados y se prohíbe el ejercicio de la prostitución en cafés.

En 1906 se vuelve a revisar el radio geográfico permitido y se extiende el número a 15 mujeres


admitidas dentro de los burdeles y en 1097 se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas.

Son una seguidilla de intentos por ocultar el auge que está alcanzando la prostitución en los
primeros años del siglo, aunque sean medidas tan incapaces de cumplir sus propios objetivos.

La Municipalidad en 1911 decide intervenir nuevamente en la problemática y designa una comisión


para que proyecte modificaciones al reglamento vigente sobre las casas de tolerancia. La comisión
contempla tres estructuras que se ocupan del crecimiento desmedido de la prostitución en Rosario:
un médico, un funcionario policial y un representante comunal. Como afirman Ielpi & Zinni, “el
Estado siempre que interviene en materia de prostitución lo hace a través de medidas de moralidad,
higiene y orden público.” (p. 95).

En 1913, podemos ubicar la tercera etapa de la reglamentación de la prostitución ya que, se crea


una nueva ley que por fin llega a modificar artículos de la ley 4.189 - que legisla sobre la corrupción
de menores- es el principal temor de los rufianes y tratantes se justifica, por el peligro que significa
para ellos la implementación de algunos artículos de la ley. “La sanción en el senado, el 23 de
septiembre de 1913 de la esperada Ley Palacios, viene a satisfacer los anhelos reglamentaristas y
moralistas de ciudadanos y alguno que otro diario que viene a señalar los males encerrados en el
mundo prostibulario, que, por supuesto, nada tienen que ver con el país…” (Ielpi & Zinni, 1974, p.
113).

En los años 1915 se fija un nuevo decreto determinando límites en los horarios de apertura y cierre
de los burdeles, y en 1917 el intente dicta una resolución disponiendo que ninguna mujer que no
tenga documento podría inscribirse en las casas de tolerancia.

Finalmente, en 1921 se sanciona el Código Penal, quien refiere al castigo de la prostitución y aspiró
a grandes penas para los rufianes y tratantes.

A partir de 1919 comienzan a tomar auge las medidas socialistas, que abogaban por principios
prohibicionistas acerca del ejercicio de la prostitución. El Partido Socialista abordaba el problema
de la prostitución escuchando los argumentos presentados por sus colegas médicos higienistas. Las
actividades del partido iban en correspondencia con los esfuerzos higienistas. Es así como en 1921
la Liga Argentina de Profilaxis Social emprendió una campaña por la educación sexual y
tratamiento de las enfermedades venéreas.

Es interesante destacar como gran parte del debate sobre el futuro de la prostitución, fue llevada a
cabo por reformistas masculinos. Como afirma Guy (1992) “a diferencia de países europeos o
norteamericanos, en Argentina las feministas entraron en un debate sobre la prostitución, las
enfermedades venéreas y la moral familiar mucho tiempo después que los políticos. Además, las
feministas no estaban unidad en sus análisis ni en sus posiciones teóricas. Esta fragmentación
contribuía a disipar su impacto, pero ellas seguían sosteniendo la campaña general por la abolición
de la prostitución legalizada” ( Guy: 1992, 122)

Desde muchos rincones se gestaba la caída del imperio prostibulario. El 30 de abril de 1932 se
habla ya, de un proyecto que prepara el Departamento Ejecutivo de la Intendencia Municipal por el
que se crea una “casa de regeneración de la mujer” que tiende a la rehabilitación de las mismas a
través de la capacitación en un oficio “útil”.

El artículo 2° de la Ordenanza número 7 determina que se procederá a la clausura de todas las cosas
de tolerancia existentes en la ciudad de Rosario. El 1° de mayo, dicha ordenanza toma estado
público y hasta se dan a conocer los pormenores del debate.

Finalmente, el 30 de diciembre de 1.935 se sanciona la ley 12.331 cuyo artículo 15 ordena el cierre
definitivo de las casas de tolerancia en todo el territorio de la Nación prohibiéndose bajo pena de
prisión.

Según Ielpi y Zinni (1974) Pichincha no volvió a reabrirse jamás. Su esplendor quedó detenido en
la memoria de quienes conocieron los años del apogeo prostibulario rosarino, y en los recuerdos de
quienes la recorrieron “de oído”, como algo para aborrecer o añorar con igual apasionamiento. Fue,
en realidad, un imperio de la prostitución en la Argentina, cuyos 20 años de entronización
contribuyeron a difundir la otra cara del primer puerto exportador, el otro rostro de la ciudad en
avance, el reverso de una incipiente y frustrada grandeza. Un imperio sórdido, cuyos máximos
exponentes estuvieron casi siempre en el anonimato, envueltos en lo sombra y a la sombra de leyes
reglamentaria. (Ielpi y Zinni, 1974: 292-293)

Es así como la historia de la prostitución legalizada en Argentina revela complejas relaciones entre
la política, la cultura, el género y la medicina. Muestra que hay tendencias dentro de las tradiciones
democráticas argentinas que justifican la restricción sistemática de los derechos civiles sobre la base
de género, la clase y la salud. (Guy, 1991: 246)

Se ha entendido a la prostitución de manera directamente vinculada con el género, la reproducción y


el capitalismo, es por esto que los diferentes dirigentes argentinos han notado la necesidad de
controlar a las prostitutas, ya que cualquier mujer que trabajaba fuera del hogar era contemplada
como una amenaza.

Las prostitutas quedaban por fuera de las estructuras familiares tradicionales; el papel social y
económico de las mujeres era el nexo entre la familia y nación y las prostitutas estaban muy lejos de
serlo. Es así como “las primeras disposiciones destinadas a controlar la prostitución precedieron a la
formación de una fuerte clase media con valores burguesas. La aplicación de criterios morales y
médicos, impregnados de definiciones de género, facilitó la tarea de definir al marginal, y las
prostitutas fueron uno de los primeros grupos examinados” (Guy, 1991: 14)

Conclusiones (provisorias)

En este artículo partimos de concebir el binomio mujer-madre como una construcción social que
atravesada por las creencias, impidió el pleno goce de los derechos civiles, sociales y políticos de
ellas. En este sentido entendemos logramos establecer que las mujeres en las primeras décadas del
siglo XX no eran ciudadanas ni formales, ni de hecho.

En principio, como ya describimos de manera detallada, las representaciones culturales de la época,


describían a las mujeres como un ser “frágil” desde el punto de vista físico, subordinado por su
condición sexual y explotado por su pertenencia a la clase trabajadora. Así las argentinas en la
primera mitad del siglo XX nacían con un imperativo casi incuestionable, ser madre era una función
social y política.
El clima del momento marcaba que la diferencia sexual y la maternidad eran mandatos imperativos
que regulaban la vida social, económica y política. Asimismo observamos que la desigualdad en
derechos de las mujeres con respecto a los varones y la consecuente discriminación legislativa
habilitaba una forma de pensar las primeras políticas públicas estructuradas para aquellas en tanto
madres y no ciudadanas.

Así pusimos luz a gran parte del siglo XX, cuando el control sobre los cuerpos de las mujeres
significo una tarea de gran importancia para los formadores de opinión de la época que englobaba
tanto a lo físico como a lo psíquico desde muy temprana edad limitando sus compartimentos
“histéricos” o “enfermos” que no correspondían a la hegemonía científica y religiosa de esos años.

Sin embargo, muchas mujeres llevaron a cabo prácticas contra hegemónicas con el deseo de
poder liberarse de esta presión impuesta desde arriba construyendo espacios clandestinos de
expresión donde los prejuicios de la sociedad civil argentina no eran tenidos en cuenta
estableciendo lazos de amistad y compañerismo entre las mismas dando forma a nuevas ideas de
compromiso basadas en el “amor libre” como opción al modelo hegemónico preponderante de la
época.

En este sentido, esto permitió que hasta la mitad del siglo pasado, las mujeres vivieran en la
opresión, sumergidas a una situación de injusticia cultural y económica, dominadas por los miedos,
los silencios y la explotación. Sólo existía una tibia resistencia a un orden social que crecía con el
humo de las chimeneas, y no reconocía a las mujeres como sujetos de derechos.

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Aborto Seguro, Legal y Gratuito- El movimiento de mujeres y la
configuración de un contexto de posibilidad en la agenda pública37

Área temática: Democracia y género.

Bedosti, Mario. UNSAM. mariob2ti@gmail.com


García Mur, Abril. UNSAM. garciamurabril@gmail.com
Magnético, Natalia. UNSAM. nataliamagnetico023@gmail.com
Universidad Nacional de San Martín

Resumen:
El propósito de este trabajo es analizar el contexto de posibilidad que atraviesa la discusión y el
tratamiento legislativo de los proyectos de Ley sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)
en Argentina. Nos interesa explorar qué condiciones favorecen que un problema de salud pública
como el aborto, y la discusión sobre la soberanía de las mujeres sobre su cuerpo, se tornen
protagonistas de la agenda pública nacional.
Teniendo en cuenta al movimiento de mujeres como actor principal, nos preguntaremos: ¿por qué
los proyectos de IVE logran ingresar en la agenda pública y legislativa y cuál es la correlación de
fuerzas en juego para su tratamiento y eventual aprobación? ¿Existe una reconfiguración en el
accionar de los actores que impulsan la despenalización y legislación del aborto a partir del cambio
de Gobierno en 2015? Finalmente, ¿en qué medida (y cómo) el movimiento en torno a la consigna
“Ni una Menos” y el Paro Internacional de Mujeres han significado un punto de inflexión en esta
discusión? Para ello, haremos un recorrido histórico sobre los proyectos presentados y las formas
organizacionales que lo han impulsado, enfocándonos en la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto Seguro, Legal y Gratuito.

Introducción

La democracia argentina tiene una deuda pendiente en materia de derechos consagrados. En


palabras de Mario Pecheny (2015, 1), el término “democracia se refiere a una forma política
orientada por algunos principios ético-políticos: igualdad y libertad, sobre todo, a los que se suman
otros como la fraternidad o solidaridad, la justicia social, la legitimidad de la búsqueda de la propia
felicidad, el reconocimiento de la igual dignidad de todos los individuos”. Tomando esta definición,
se puede inferir que si no todes 38 les ciudadanes de un país cuentan con los mismos derechos, la
37Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre
Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad
Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018

38En el presente trabajo se utilizará lenguaje inclusivo, con el fin de que los universales sean efectivamente
abarcadores de todas las identidades que pretenden representar.
democracia no es plena. En este sentido, la negación a las mujeres y personas gestantes a la plena
autonomía sobre su propio cuerpo constituye una deuda que pone en tela de juicio su concreción
efectiva.

El presente trabajo abordará la configuración del contexto de posibilidad política en relación al


proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), presentado en 2018 y que se
encuentra en tratamiento parlamentario. El marco teórico sobre el cual interpretaremos los procesos
será la conceptualización que realiza Joseph Kingdon sobre agenda pública. Comenzaremos con la
caracterización de aborto como práctica y el valor asignado en una sociedad patriarcal como la
Argentina. Seguidamente, caracterizaremos al movimiento feminista en Argentina, y los procesos
de las Segunda, Tercer y Cuarta Ola Feminista. Luego, describiremos a les actores y actoras
principales que participan de la discusión social y política de la IVE. La sección siguiente, analizará
el contexto de posibilidad para que el derecho al aborto llegue a la agenda pública y sea discutido
para ser transformado en Ley. Finalmente, las conclusiones abordarán la significación del
feminismo como movimiento social y la necesidad de aportar desde la Ciencia Política un análisis
que provea claves explicativas útiles.

El objetivo de este trabajo es aportar a la comprensión sobre la forma en que un derecho adeudado
por el Estado argentino, logra imponerse dentro de la agenda pública y cuál es el aporte de cada
sector interesado; entendemos al movimiento feminista masificado como el principal articulador del
contexto de posibilidad actual: su relevancia como grupo de presión para instalar no solo la cuestión
del aborto legal en la agenda pública, sino toda una línea programática: las reivindicaciones
feministas sobre el sistema de organización social según identidades de géneros.

¿De qué hablamos cuando hablamos de aborto?

En Argentina, según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación 39 del año 2016, de un total
de 245 personas gestantes que murieron, el 17,6% fueron muertes por “embarazo terminado en
aborto”. A su vez, un informe de Amnistía Internacional40 indica que aproximadamente 450.000
personas abortan al año y que 49.000 casos de esas intervenciones terminan con internaciones en
hospitales públicos. Sin embargo, estos datos no logran registrar con exactitud la cantidad de
defunciones por aborto, puesto que, al tratarse de una práctica restringida a determinadas causales,
hay muertes que son tipificadas de modo erróneo y no es posible contabilizarlas. Estas cifras dejan
en claro que el aborto se practica pese a su ilegalidad y que esto no resulta un impedimento
sustancial en la toma de decisión, pero sí complejiza las condiciones en que es realizado (Petracci et
al 2012, 166).

Cuando hablamos de aborto, existen dos puntos ineludibles que hacen que ésta práctica amerite ser
legalizada: por un lado, la interrupción voluntaria del embarazo considerada como una política de
salud pública que obliga al Estado a cumplir su deber de velar por el bienestar de sus ciudadanes.
Considerando que el aborto es una decisión que se toma aun siendo punible en la mayoría de los
39 http://www.deis.msal.gov.ar/wp-content/ uploads/2016/09/2016-Tabla40.html

40https://amnistia.org.ar/wp-content/uploads/delightful-downloads/2018/05/Aportes-de-Amnist
%C3%ADa-Internacional-al-debate-sobre-la-despenalizaci%C3%B3n-del-aborto-ONLINE.pdf
casos, el Estado tiene el deber de legislar y ofrecer la viabilidad de su realización en el servicio
público de salud.

Según la última definición de la Organización Mundial de la Salud, la salud es “un estado de


perfecto bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad" 41. Tomando esta
definición, el derecho al aborto es intrínseco a los derechos humanos fundamentales, ya que implica
“el derecho a la dignidad, la vida, la autonomía [...], la integridad, la diversidad corporal, la
intimidad, la igualdad real de oportunidades, la libertad de creencias y pensamiento y la no
discriminación” (proyecto de ley IVE Art. 6. 2018)42. Considerar no sólo el bienestar físico, sino
también sostener que la salud incluye al ámbito psíquico y social, conduce al segundo factor
decisivo para pensar al aborto como un derecho: su penalización y criminalización responde a la
estructura social patriarcal sobre la que se rigen las relaciones sociales. Sobre esta lógica, la
antropología feminista ha definido el patriarcado como un sistema de organización social en el que
los puestos clave de poder se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, comandados por varones.
Esta situación de dominación es sostenida por la figura del matrimonio y la familia, en dónde el
sentido biologicista establece representaciones culturales y sociales que otorgan roles específicos
según el sexo.

Susana Rostagnol (2016) señala que “El aborto condensa relaciones de poder que corresponden a la
dominación masculina, actúan a través del control del cuerpo generizadamente sexuado y forman
parte del habitus.” Tamayo (2001) por su parte, sostiene en una de sus obras que existe un “control
patrimonial” sobre los cuerpos, que opera en el derecho a decidir autónomamente sobre el propio
cuerpo por la intromisión del sistema patriarcal: el cuerpo de la mujer posee valor en sí mismo
porque actúa como garante de la reproducción. Bajo estos supuestos, el derecho a decidir sobre el
propio cuerpo no se establece como un factor de decisión individual, como es concebido por el
individualismo liberal (Daich y Tarducci, 2012), sino que es comprendido como un derecho
colectivo, pues irrumpe con lo socialmente establecido (la mujer como experiencia reproductiva,
quien goza de concebir y cuyo deseo máximo es ser madre y perpetuar la estructura familiar-social).
La sexualidad y la reproducción transforman a las personas gestantes en objetos de "la opresión
estructural y sistemática”, obligando “a la heterosexualidad [...] devenida en maternidad
compulsiva" (Daich y Tarducci, 2012); sobre estas imposiciones es donde se asienta la dominación
masculina.

Breve historia del Movimiento Feminista en Argentina

La irrupción del aborto en la agenda pública no puede entenderse únicamente por la configuración
de factores actuales, o de correlaciones de fuerza simplemente coyunturales. El aborto legal, seguro
y gratuito, como reivindicación política y como derecho forma parte de la identidad y programa
histórico-político del movimiento feminista argentino. En esta sección realizaremos un breve

41Preámbulo de la Constitución de la Asamblea Mundial de la Salud. Actas oficiales de la Organización


Mundial de la Salud, No. 2, p. 100.
42http://www.parlamentario.com/db/000/000597_proyecto_ive_2018.pdf
recorrido histórico que permita comprender al feminismo como movimiento político, cultural y
social, y así poder entender su contexto actual y dinamismo. Nuestro recorte comenzará en la
Segunda Ola del feminismo durante los años sesenta y setenta para luego repasar algunos hechos
que marcan la profundización y configuración del movimiento durante los ochenta, noventa y
principios de los dos mil, período identificado como Tercera Ola; finalmente, concluiremos con el
momento actual que, a partir del “Ni una Menos” del 2015 y el Paro Internacional de mujeres del
2017, es considerado como la Cuarta Ola feminista.

Precedida por una Primera Ola ubicada entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX,
que se caracterizó por sus conquistas relacionadas a los derechos civiles, como el sufragio, la
Segunda Ola se condensó en la consigna “lo personal en político”. La politización de la vida
cotidiana, que denunció las relaciones de poder intrafamiliares, en las relaciones sociales y
sobretodo en la sexualidad, fue el rasgo distintivo de esta Ola (Daich y Tarducci, 2012). Si bien esta
segunda ola argentina se vio influenciada por el contexto internacional, específicamente de la
agitación política-social y cultural de países como Estados Unidos y Francia, también lo fue por el
momento histórico nacional (Daich y Tarducci, 2012). El contexto de los años setenta presenta una
condensación política de organizaciones que llevan adelante luchas emancipatorias, propias de su
desarrollo histórico en una Argentina de inestabilidad democrática y gobiernos militares. Las
distintas intermitencias represivas significaban tanto retrocesos en derechos laborales, de libertades
civiles y de desarrollo económico, como también en materia de avances en derechos sexuales y de
géneros: la construcción moral de la idea de familia, de la imágen de la mujer, de la maternidad, la
responsabilidad doméstica, su anulación de intervención sobre lo público son algunos elementos de
la avanzada conservadora sobre las relaciones sociales. Resulta importante resaltar la estrecha
relación de la Iglesia Católica con estos gobiernos, y su importancia política en Argentina: como
actor político, como religión oficial del Estado y como proveedora de una moral hegemónica y
patriarcal.

La sexualidad y la libertad se tornan principales en la agenda política feminista, tanto internacional


como nacional. Lo personal es político y Mi cuerpo es mío reflejan el programa político en torno a
la autonomía y la polítización del ámbito privado de las mujeres (Daich y Tarducci, 2012). La
Unión Feminista Argentina (UFA) es uno de los ejemplos del surgimiento de organizaciones
feministas a la par de los grupos peronistas y de izquierda. Situada en el ideario revolucionario de
las organizaciones populares de aquel momento, incluso reivindicándose como marxistas, UFA
desarrolla la inmediata necesidad de la inclusión del feminismo en los programas políticos.
Llevaron a cabo acciones políticas denunciando la discriminación sexual y salarial, la invisibilidad
y devenir impuesto del trabajo doméstico, la moral opresiva sobre las mujeres y principalmente el
Aborto Legal, Seguro y gratuito (Daich y Tarducci, 2012). La irrupción de las reivindicaciones de
anticoncepción y aborto se vuelven centrales para el feminismo. Esta agenda incomodaría no solo a
las élites políticas conservadoras asociadas a la Iglesia, sino también a las propias organizaciones
populares.

En el caso de la píldora anticonceptiva se empieza a comercializar en los años sesenta para


tratamiento hormonal y regulación del ciclo menstrual. Al igual que en Estados Unidos, tanto
profesionales de la salud como representantes de la Iglesia consideran que en algunos casos las
mujeres casadas con varios hijos pueden recurrir a la “planificación familiar”, entre otros
argumentos médicos sobresale el del “mal menor” frente a la posibilidad de un aborto. Con el
avance de la revolución sexual y la asociación de la anticoncepción con la autonomía, el derecho a
la píldora modifica su distribución y acceso. Dentro de las organizaciones populares, se acusa a las
feministas de defender un “arma de control imperialista sobre el Tercer Mundo”, y de ir en contra
de la idea de la familia como heredera de la Revolución. (Felitti en Carbajal, Página 12. 2010)43. Las
feministas insisten e incluyen al aborto como parte de la revolución sexual. Esta disputa culmina
con la firma del decreto presidencial 659 en 1974, que controla la comercialización y distribución
de la píldora, y prohíbe desarrollar cualquier actividad relacionada directa o indirectamente con el
control de la natalidad, ya que se encuentra “desnaturalizando la fundamental función maternal de
la mujer y distrayendo en fin a nuestros jóvenes de su natural deber como protagonistas del futuro
de la patria” (Decreto 659, Felitti en Carbajal. Página 12. 2010). La respuesta del feminismo ese
mismo año es la creación del Frente de Lucha de la Mujer, que logra incrementar la unidad y fuerza
del feminismo como movimiento (Daich y Tarducci, 2012).

El golpe cívico-militar de 1976 profundizará la persecución y represión sobre los derechos sexuales,
como así de todos los derechos en general en la perpetración del genocidio, destruyendo todo tipo
de organización.

Con la regreso de la democracia, rápidamente el feminismo vuelve organizarse. El 8 de marzo de


1984, las feministas se apropian del Día de la Mujer con el aborto como reclamo: “Aborto
clandestino no es nuestro camino, legalización es nuestra decisión” (Daich y Tarducci, 2012). Desde
ese entonces el aborto se convierte en un tema permanente de la agenda feminista que se desarrolla
y profundiza. En 1988 el Encuentro Nacional de Mujeres incorpora talleres autoconvocados sobre
aborto. En 1990, el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe que se desarrolla en
Argentina crea la Comisión por el Derecho al Aborto, que declara el 28 de septiembre como el Día
Latinoamericano por el Derecho al Aborto. En 1991 se crea el Foro por los Derechos Reproductivos
en la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos (Daich y Tarducci, 2012).

Es en 1994 que el aborto se traslada de la agenda política del feminismo hacia la agenda pública
nacional. Con la Reforma Constitucional, el presidente Carlos Menem propone la inclusión de un
artículo, con gran influencia de la iglesia Católica, que determina “el derecho a la vida desde la
concepción”, defendiendo la penalización del aborto y volviéndolo inconstitucional. El movimiento
feminista se organiza a partir de actividades, movilizaciones y tareas políticas sobre la comisión
constituyente, las figuras legislativas y la opinión pública. Finalmente ese artículo no pudo incluirse
como el presidente deseaba, y tuvo que modificarse: "Toda persona tiene derecho a que se respete
su vida. Este derecho está protegido por ley y, en general, a partir del momento de la concepción.
Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente". La eficacia en la respuesta del movimiento se
basa en su propio desarrollo organizativo en encuentros y redes que se convierten en una
“coordinación de acciones y acumulación de fuerzas materiales simbólicas” (Pecheny, 2001 en
Daich y Tarducci, 2012).

A partir de los 2000, como desarrollan Daich y Tarducci, la organización del movimiento feminista
siguió creciendo logrando mayores niveles de institucionalización: se conforma la Coordinadora por
el Derecho al Aborto. En 2001 la lucha por el aborto se encuentra con la experiencia de asambleas

43https://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-145801-2010-05-17.html
populares del momento en medio de la crisis económica social y forma parte de la agenda de
discusión de varias de las asambleas. Esto sienta las bases para la conformación de la Asamblea por
el Derecho al Aborto en el Encuentro Nacional de Mujeres que se realiza en Rosario ese mismo año.
Ya en el 2004 se realiza el Primer Encuentro Nacional por el Derecho al Aborto Legal, y finalmente
el 28 de mayo de 2005, Día de Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, se crea la
Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, principalmente impulsado
por el grupo Católicas por el Derecho a Decidir junto a otras organizaciones feministas (Daich y
Tarducci, 2012).

Con más de 300 organizaciones políticas, movimientos sociales, organismos de derechos humanos,
redes culturales, organizaciones estudiantiles, la Campaña presentó desde el 2006 al 2018 7
proyectos de ley de IVE en el Congreso. El inicio de la cuarta oleada tiene al aborto como principal
eje articulador de todos los sectores que la componen y a su vez contiene históricos reclamos y
luchas feministas en torno a la emancipación sexual, de géneros, social, económica y política.

La expansión del feminismo y de la lucha por el derecho al aborto es la expresión de una historia
larga, dinámica y diversa del movimiento feminista argentino. El 2018 se convierte en un año
distintivo para la Cuarta Ola Feminista, que logra imponer al aborto como tema con un lugar
protagónico de la agenda pública nacional.

Actores y actoras polítiques

En esta sección haremos una caracterización de les principales actores y actoras polítiques que
participan del proceso de discusión sobre IVE. Para ello, partiremos de la categorización que hace
Kingdon de les actores y actoras como “participantes visibles”, es decir, aquelles que “reciben
presión y atención pública” (Kingdon, 1984). El objetivo de la sección consiste en mejorar la
comprensión del proceso global sobre la discusión de aborto. Para ello, resulta indispensable la
clarificación de todes les actores y actoras que “juegan”: es decir, para poder comprender el
entramado multidimensional de la discusión, resulta ineludible una revisión de cuáles son sus
protagonistas, qué intereses tienen, cuáles son sus prácticas y cuáles sus márgenes de acción. Les
actores y actoras a analizar en los próximos apartados son: el movimiento feminista (que es a su vez
multidimensional), el Poder Ejecutivo Nacional, el Poder Legislativo y la Iglesia Católica.

1- Movimiento feminista

Decimos que el término “movimiento feminista” es multidimensional porque no reúne sujetes del
mismo tipo. Dentro de la categoría “movimiento feminista” encontramos sujetes de tipo colectivo,
individual, con diverso grado de institucionalidad, intereses y recursos. Para poder hacer una
exposición con pretensiones de sistematicidad, podemos hacer la siguiente división: organizaciones
institucionalizadas, movimiento feminista “autoconvocado”, organizaciones feministas partidarias y
activistas independientes con injerencia pública relevante. Sin embargo, es importante aclarar que
esta división es meramente analítica: la realidad evidencia un entramado de articulaciones de les
actores y actoras que no se corresponde con la división de un análisis teórico. Por cuestiones de
extensión y también por considerarles les más relevantes en este proceso, analizaremos únicamente
a las organizaciones institucionalizadas, tomando el caso de la Campaña Nacional por el Derecho
al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; y al movimiento feminista “autoconvocado”.
I. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito

Desde el surgimiento de la Campaña Nacional en 2005, esta ha sido el sujeto principal en el


impulso y promoción del derecho al aborto como una necesidad indispensable para la plena
autonomía política y social de las mujeres y las personas gestantes, es decir, para el respeto de su
calidad humana y ciudadana. No exenta de tensiones en su interior, ha promovido un sinnúmero de
acciones para visibilizar la situación de las mujeres y personas gestantes empujadas a la
marginalidad y la ilegalidad para poder realizar la práctica del aborto: buscó y consiguió instalar la
discusión sobre en la agenda pública, con una diversidad de estrategias a lo largo del tiempo, que
han incluido acciones de sensibilización, incidencia legislativa y también judicialización en torno a
la aplicación efectiva de los abortos no punibles. Dentro de su repertorio de acciones, destaca la
creación del pañuelo verde, que se ha convertido en el símbolo distintivo de esta reivindicación,
conteniendo en él los tres puntos fundamentales que la Campaña sostiene desde sus inicios:
“educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

Fuente: plataforma digital TN - Vigilia durante la votación del proyecto de ley de IVE en la Cámara de Diputados - 14
de junio de 2018

II. El movimiento feminista “autoconvocado”: Ni Una Menos y el Paro Internacional de


Mujeres

La primera movilización del Ni Una Menos, ocurrida el 3 de junio de 2015 representó un punto de
inflexión para el feminismo en Argentina. Con el disparador de la violencia machista en su faceta
más despiadada, los femicidios, distintas agrupaciones y mujeres independientes organizaron la
primera marcha masiva en la Ciudad de Buenos Aires con una consigna clara: el reclamo urgente al
Estado para que implemente medidas concretas para combatir la violencia de géneros. Este evento
iniciático, replicado en varias ciudades del país, y que se ha repetido desde entonces cada año,
marca la masificación de los reclamos feministas y su entrada de lleno en la agenda pública. Indica
también el nacimiento de una actora social cuyo ascenso ha sido de gran relevancia en términos de
las discusiones que ha abierto.
Con los femicidios como reivindicación iniciadora, el feminismo ha expandido la discusión,
abordando las múltiples formas de violencia y opresión a las que las mujeres son sometidas. Sin
dejar de reclamar por los femicidios, el feminismo ha logrado politizar la vida cotidiana,
proveyendo marcos de interpretación que permiten poner en cuestión situaciones de violencia
naturalizadas, y por lo tanto no pasibles de ser identificadas. Al generarse una conciencia sobre la
multiplicidad de violencias que ejerce el sistema patriarcal, se crea una identificación entre las
sujetas oprimidas: el reconocer la vulneración de las otras en mi propia vulneración permite forjar
vínculos de sororidad, creando un nuevo pacto que transforme las relaciones sociales de
dominación.

Para caracterizar este feminismo masificado en términos organizativos, podemos tomar el trabajo de
Rocío Annunziata (2018) en relación a una nueva forma de activación de la ciudadanía, a la que
denomina “auto-representación ciudadana”. Para esta autora, “han proliferado durante los últimos
años las movilizaciones ciudadanas surgidas “desde abajo”, no organizadas por actores tradicionales
y no institucionalizadas” (Annunziata 2018, 43). Las movilizaciones del Ni Una Menos, a las que se
sumaron luego los Paros de Mujeres, han servido como iniciadores de un movimiento no dirigido ni
capitalizado por ningún sector u organización, sino articulado por redes de organizaciones y
mujeres independientes que acuerdan en agendas comunes y en líneas de acción, pero que no
reproduce las tradicionales formas políticas verticalistas. En ese sentido, el movimiento se articula
de modos asamblearios, y nuclea sujetas heterogéneas en sus trayectorias e intereses, pero
mancomunadas en torno de luchar contra la violencia patriarcal. Es decir, poner en cuestión las
formas de organización e interpretación social que tienen como trasfondo la desigualdad entre
varones y mujeres.

En términos de la irrupción la agenda de decisión, el movimiento feminista ha conquistado en los


años recientes “el derecho de participar en la conformación de los procesos político-formales”
(Pecheny 2015, 12) como actor relevante, y no limitándose a intentar incluir sus demandas en estos
procesos desde afuera. Esto resulta clave para el movimiento, porque sus reivindicaciones pasan no
solamente por la promoción y aplicación de determinados derechos, sino por constituirse
específicamente como actoras e interlocutoras válidas, empoderadas y en condiciones de igualdad
con los varones y todes les sujetes políticos.

Las organizaciones que componen el movimiento feminista sostienen estas reivindicaciones a través
de un repertorio de acciones que desarrollan de manera sostenida en el tiempo intervinientes en el
espacio público, y que van desde lo territorial, judicial, legislativo, comunicacional, entre otras.

2- El Poder Ejecutivo Nacional

El Poder Ejecutivo Nacional está dirigido en la actualidad por el Gobierno de Mauricio Macri y la
alianza Cambiemos. Tras ganar las elecciones presidenciales en 2015, la orientación política del
país viró hacia la aplicación de un programa neoliberal en lo económico y conservador en lo social
y político. Desde el comienzo de la administración macrista, se han producido severos recortes en
todos los sectores del Estado, desfinanciando programas y políticas que estaban destinadas a
proteger derechos de las mujeres, en un marco de ajuste fiscal generalizado.

En el terreno legislativo, el PRO, partido político del Presidente y fuerza dominante dentro de la
alianza gobernante, ha tenido un comportamiento ambivalente en términos de ampliación de
derechos para las mujeres y las personas LGBTIQ+. En ocasión de las leyes de matrimonio
igualitario e identidad de género, el PRO votó dividido: no ha aplicado disciplina partidaria sobre
derechos de géneros y diversidad sexual, al igual que los demás partidos políticos principales. Sin
embargo, los principales referentes partidarios se ubicaron en contra de estas iniciativas. El
acompañamiento que estas leyes han recibido por parte del PRO es el tradicional de la concepción
liberal, según la cual los derechos individuales no deben sufrir injerencia por parte del Estado, el
cual no tiene la facultad para intervenir sobre aspectos de la vida privada de les ciudadanes.

Respecto de la discusión sobre el aborto, el macrismo ha mostrado la misma ambivalencia. El


Presidente Macri “habilitó” la discusión parlamentaria del proyecto de IVE a principios de 2018,
entendido esto como autorizar a su bloque a que trate el proyecto en el Congreso Nacional. Desde
entonces han convivido en el partido gobernante posturas encontradas, que van desde les
legisladores que activamente han trabajado para la sanción de la ley, con férreos opositores, entre
les que destaca la vicepresidenta de la Nación, Gabriela Michetti. Desde el entorno más próximo al
Presidente, se ha intentado conservar una posición de neutralidad y no intervención directa en la
discusión, pese a haber dejado clara la postura presidencial de rechazo al proyecto. Macri ha
declarado en repetidas oportunidades sostener una posición “provida”, en referencia a su rechazo a
la legalización del aborto. Es relevante destacar que Cambiemos no es diferente al conjunto de clase
política argentina y latinoamericana, que como caracteriza Mario Pecheny encarna “la duplicidad e
hipocresía, el doble estándar que caracteriza a la América Latina conservadora en estas cuestiones:
lo público y lo privado, lo masculino y lo femenino, los que pueden y los que no pueden, las que no
mueren y las que sí mueren por aborto (Pecheny 2005, 1)

3- El Poder Legislativo Nacional

El Poder Legislativo Nacional, es, junto a las movilizaciones callejeras y el debate social, el
principal escenario de la discusión por el derecho al aborto. La alianza gobernante no cuenta con
mayoría propia en ninguna de las dos cámaras, aunque sí cuenta con la bancada más grande tanto en
Diputados como en Senadores. Esta situación implica que todas las iniciativas legislativas de
Cambiemos deban ser previamente negociadas con los sectores del peronismo más “dialoguistas”.

En el marco de la discusión del proyecto de IVE, la dinámica parlamentaria se ha caracterizado por


una transversalidad interpartidaria, marcada por la libertad de acción que cada fuerza política ha
dado a sus legisladores. Para el tratamiento en la Cámara baja, se conformó el grupo de las
“sororas”, una alianza pragmática conformada con miembras mujeres de las principales fuerzas
políticas, más el diputado del PRO Daniel Lipovetzky. Este grupo fue el principal impulsor
legislativo de la iniciativa, encargándose de reunir los apoyos necesarios al interior de cada partido,
logrando el resultado final de 129 votos afirmativos y 125 negativos en la sesión del 13 y 14 de
junio.
Fuente: La Vaca - Diputades del grupo Las Sororas - Vigilia durante la votación del proyecto de ley de IVE
en la Cámara de Diputados - 14 de Junio de 2018

El surgimiento del grupo de las sororas, como alianza política interpartidaria articulada en torno de
la promoción del derecho al aborto, puede actuar como experiencia con factibilidad de ser replicada
para el establecimiento y activismo de una agenda de derechos de las mujeres más general. Esto es
así aun cuando parte de les legisladores de este grupo no se autoidentifican feministas, sino
promotores de la libertad individual e igualdad entre géneros. Si bien este tipo de alianzas cuenta
con experiencias previas, como las discusiones en torno a las leyes de cuotas y de paridad, la
conformación de un espacio interpartidario permanente para el impulso de la agenda de género es
una tarea aún pendiente de ser cristalizada y operativizada.

4- La Iglesia Católica y la oposición al derecho al aborto

La Iglesia Católica representa el principal grupo de presión en contra de la ley de IVE. Opuesta
históricamente a todas las iniciativas de promoción de derechos de las mujeres y personas
LGBTIQ+, la Iglesia ha tomado una activa acción de combatir la ley en el Congreso Nacional, a
través del lobby, y en la opinión pública, con declaraciones altisonantes de sus jerarcas y la
organización de actividades en todo el país. El argumento principal es que legalizar el aborto
implica la autorización estatal a asesinar seres humanos “por nacer”. La fundamentación de esta
postura descansa en la interpretación hegemónica del dogma católico. Cabe destacar el rasgo de
interpretación hegemónica, dado que la oposición al derecho al aborto no es total dentro de las
organizaciones católicas. De hecho, una de las principales organizaciones de La Campaña, las
“Católicas por el Derecho a Decidir”, han sido clave en la lucha feminista por la conquista de la
soberanía de las mujeres sobre su propio cuerpo.

En términos de recursos, la Iglesia Católica tiene una poderosa influencia sobre les decisores
polítiques. La presión ejercida sobre les diputades, y en particular les senadores, es transversal a
casi todo el arco político, con la excepción de los partidos de izquierda. Los principales partidos
políticos argentinos, el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el PRO y Unidad Ciudadana
tienen fuertes vínculos con referentes religiosos. A su vez, sectores de la sociedad civil asociados a
la Iglesia Católica se han organizado como oposición al derecho al aborto en torno de la consigna
“Salvemos las dos vidas”, apelando a argumentos religiosos y morales. Para estos grupos, la
creencia de que la vida humana comienza en el momento de la concepción justifica la penalización
de la práctica del aborto. Estas expresiones sociales de oposición se han organizado de manera
similar en ocasión del fallo de la Corte Suprema de 2012, conocido como fallo F.A.L, en el que se
clarificaron los casos en los que el aborto no es punible. El mismo fenómeno se observa para el caso
del matrimonio igualitario.

La moral católica y su influencia, que ha servido históricamente como proveedora de una matriz
ideológica para el patriarcado, hoy se encuentra no obstante en cuestión. La aprobación de las leyes
de matrimonio igualitario e identidad de género, y el avance del movimiento feminista que ha
empujado el proyecto de IVE a contar hoy con media sanción en la Cámara de Diputados, sirve
como evidencia de que el ascendente del catolicismo resulta sin dudas condicionante, pero no
determinante.

Fuente: Diario digital Los Andes - Movilización en Mendoza de Salvemos las dos vida - 10 de Junio de 2018

Agenda

En esta sección analizaremos cómo se conformó el contexto de posibilidad para que el aborto como,
traducido en el proyecto de ley IVE llegue a la agenda pública. Para ello utilizaremos como marco
teórico aportes sobre establecimiento de agenda, fundamentalmente sirviéndonos del trabajo de
John Kingdon.

En términos de Subirats los “problemas públicos ingresan a la agenda de gobierno por su


intensidad, por población afectada, por urgencia en la resolución o por novedoso” (Subirats en
Roldán, 2015, 120). En el caso del aborto, no podría considerarse novedoso, por ser una práctica
que se ha realizado históricamente. A su vez, la enorme cantidad de abortos clandestinos que se
estima se realizan cada año, evidencia que el fenómeno no sólo no es nuevo, sino que constituye un
vacío de larga data en la legislación argentina.

Para Kingdon, existen tres corrientes que determinan la aparición de una ventana de oportunidad
para una política pública: la corriente de problemas, la corriente de políticas y la corriente política.
En la primera corriente, una situación se convierte en problema cuando exista la creencia de que es
necesario modificarla, dándole así mayor oportunidad de imponerse en la agenda. Según Htun, la
manera en que una demanda es presentada es determinante de los caminos que seguirá para generar
cambios en las políticas públicas. El problema puede ser construido como una cuestión técnica, en
cuyo caso su resolución quedaría circunscripta a un grupo de especialistas y técnicos. Por otro lado,
el mismo problema puede interpretarse como una cuestión que interpele al sistema moral
hegemónico: en este caso, el proceso deberá atravesar un debate social y parlamentario amplio. En
resumen, el marco interpretativo con el que se construya el problema será determinante para la
resolución o no resolución del mismo (Htun en Tabbush et al. 2003, 38).

En el caso del aborto, si bien la medida impulsada apunta a legislar sobre la prevención de abortos
clandestinos y las complicaciones que estos aparejan, la discusión ha terminado por poner en
cuestión cosmovisiones del sistema de valores imperante (Htun en Tabbush et al. 2003, 38). Como
desarrollan Tabbush et al, al igual que en el caso del matrimonio igualitario, les actores y actoras
principales son militantes, la discusión afecta a la cúpula eclesiástica y obliga a todo el arco político
a sentar posición (Carbonelli en Tabbush et al, 2016, 38).

La segunda corriente, la de la política, hace referencia al conjunto de eventos políticos de la escena


nacional, que cuentan con modos de funcionamiento propios, y que son determinantes para el éxito
o el fracaso de una política pública. Los cambios en el clima político nacional, como sucede en
Argentina a partir de la nueva administración de Cambiemos desde el 2015, reabren la oportunidad
de definición de la agenda pública. Con una avanzada de temas de géneros en la agenda social,
nuevas coaliciones interpartidarias permiten el tratamiento de iniciativas relacionadas en el
Congreso con mayor posibilidad de éxito. A su vez, el feminismo ha logrado constituirse en un
grupo de presión con mayor relevancia, primero a nivel social y luego a nivel político-institucional.
Es actualmente un agente principal en la visibilización de problemas públicos como la violencia de
género, la desigualdad entre varones y mujeres y la penalización del aborto (por fuera de un listado
acotado de causales).

Con el inicio del año legislativo en 2018, el oficialismo habilitó la discusión del aborto dentro de su
partido sin determinar disciplina partidaria, lo que permitió mayor viabilidad de la discusión debido
a su mayoría parlamentaria en el Congreso Nacional. En el caso de la oposición, y particularmente
en el peronismo, que años antes no había asumido la discusión, también se da un claro
posicionamiento de les legisladores sin disciplina partidaria, con numerosos sectores a favor de la
ley.

Al contexto institucional favorable, se suma el auge del fenómeno que ya hemos caracterizado en la
sección de actores y actoras polítiques: el movimiento feminista masificado. El feminismo,
habiendo logrado instalar sus demandas en la agenda mediática y social, se encontraba listo para
empujarlas también dentro de la agenda de decisión política. El derecho al aborto, enarbolado como
una de las reivindicaciones más urgentes de la agenda de derechos de las mujeres y personas
gestantes, se encontraba posicionado ya como un problema marcadamente ineludible. El apoyo
transversal que la discusión de la IVE había cosechado entre les legisladores, sólo precisaba el
momento oportuno para irrumpir en la agenda legislativa.

Dentro de la conformación del momento propicio para el éxito de una política pública, es necesario
reparar no solamente en lo que ocurre al interior de la corriente política, sino también en cómo
impacta la discusión a nivel social. Como hemos visto, el proyecto de IVE tiene como marco
interpretativo el de una medida que conmueve el sistema de valores hegemónico, con lo cual
necesariamente devino en un debate social amplio e intenso. La sociedad en su conjunto, los medios
de comunicación, instituciones académicas y educativas sentaron posición y participaron
activamente de las discusiones. La discusión excedió ampliamente al palacio legislativo: a los más
de 700 expositores, se sumaron espacios de discusión en casi todos los ámbitos de la vida social
argentina. Incluso personas de a pie, no interesadas a priori en “la política”, se involucraron,
manifestando su posición a favor y en contra, en las calles y en las redes sociales. El interés
demostrado por la sociedad aportó fuertemente al sostenimiento e inviabilidad de eludir del debate
del proyecto de ley.

La última corriente que para Kingdon debe alinearse para conformar la ventana de oportunidad, es
la de las políticas públicas. Según el autor, para que se complete el círculo virtuoso que posibilita la
concreción de una medida, debe existir, al momento en que las corrientes de problemas y política
estén alineadas, disponibilidad de alternativas de política pública que encajen con el problema a
resolver y con el momento político que transcurre. Según él, estas alternativas deben cumplir los
criterios de “viabilidad técnica, congruencia con valores de la comunidad, anticipación de futuras
restricciones, aceptabilidad pública y receptividad de los políticos” (Kingdon 1984).

Para el proyecto de IVE, veremos que esta condición también se encontraba satisfecha por su
condición de reivindicación histórica. La existencia de reiteradas presentaciones anteriores en el
Congreso Nacional y de una red numerosa de abogadas, médicas, economistas, funcionarias,
investigadoras y referentas políticas trabajando en el tema durante años, permitió tener listos
borradores de proyectos de ley actualizados, diseñados por y para sus beneficiarias con solidez de
fondo y de forma. Años de trabajo y militancia activa cristalizaron en una política pública de IVE
compatible con el corpus existente de políticas sobre derechos sexuales y reproductivos y costo
efectiva en términos de recursos del estado: la evidencia científica demuestra sobradamente que la
implementación efectiva de la IVE reduce no sólo la mortalidad derivada de complicaciones por
abortos, sino que también los cotos para la salud pública. Un aborto realizado en condiciones de
salubridad y seguridad conlleva menos costos para el Estado que los devengados por tratar
complicaciones post intervención. Adicionalmente, las experiencias exitosas en otros países también
apuntalan desde el punto de vista técnico al proyecto en discusión. La política comparada evidencia
que en la mayoría de los países donde el aborto es legal, esta situación disminuyó no sólo la
mortalidad de las mujeres y las personas gestantes, sino también la incidencia misma de la práctica
del aborto. En el cuadro I se observa el status legal de la IVE en el mundo.
Mapa I. Fuente: Centre for the Reproductive Rights - The World's Abortion Laws 2017

Para Kingdon, la ventana política se da cuando ocurre un “eslabonamiento completo combina las 3
corrientes”, es decir, la de problemas, la de política y la de políticas. La presencia de una o dos de
las corrientes no alcanza para empujar exitosamente a un política pública: si existe una problema y
también una solución (política pública), pero no un momento político propicio, las posibilidades de
éxito son nulas o muy escasas. El mismo caso se da si se presenta cualquier otra combinación de
uno o dos “eslabones”, pero sin el tercero que pueda cerrar el círculo. Para el autor, además, “las
ventanas son abiertas por eventos que ocurren en la corriente de problemas o en la corriente
política” (Kingdon 1984), y agrega que resultan siempre pequeñas y escasas. Este constructo
teórico, aplicado a la IVE, se corresponde con la presencia de un eslabonamiento entre la corriente
de políticas, que como hemos visto, cuenta con diseño de política apropiado y disponible, con una
construcción paulatina pero sostenida del aborto ilegal como problema social y la llegada del
momento auspicioso en la corriente política con los cambios institucionales y la coyuntura argentina
actual.

La militancia del movimiento de mujeres, que trabaja hace años promoviendo el aborto legal,
seguro y gratuito encontró en la masificación que ya hemos descrito cuando hablamos de los
sucesos del Ni Una Menos y los Paros Internacionales de Mujeres, la conquista de instalar la
ilegalidad y marginalidad del aborto como un serio problema de salud pública y de discriminación
hacia las mujeres. A la conciencia del grave problema social que representa que la mitad de la
sociedad no tenga potestad sobre su propio cuerpo, se sumó la victoria adicional pero más relevante
que significa el replanteo por parte de cientos de miles de personas del sistema político, social y
cultural que naturaliza la desigualdad entre mujeres y varones. Las reivindicaciones del feminismo
han interpelado a nuevas generaciones de mujeres, quienes se incorporaron a nuevas formas de
militancia, revitalizando el movimiento. Puede afirmarse que constituir al aborto como un problema
social empuja al reconocimiento de un problema estructural y macropolítico, el sistema patriarcal
que perpetúa la supremacía de los varones cis y heterosexuales por sobre las mujeres y todas las
identidades sexogenéricamente diversas.

En el terreno de la corriente política, los cambios en la administración política del país, con la
llegada del gobierno de Mauricio Macri a la Casa Rosada, el paso del peronismo a su nuevo rol de
oposición, la consecuente nueva composición del Congreso luego de las elecciones de 2015 y 2017
y la importancia que adquirió el Movimiento Feminista, cambian los alineamientos políticos que
bloqueaban el tratamiento de la IVE desde el plano institucional y partidario.

Con el eslabonamiento completo de las corrientes concretado, la ley de IVE alcanzó la media
sanción en la Cámara de Diputados y se apresta, al cierre de este artículo, a su tratamiento en el
Senado de la Nación. Con final aún abierto, y una aparente mayoría de Senadores por el rechazo de
la iniciativa. Resta analizar si una eventual derrota en la Cámara alta puede considerarse una derrota
completa. En un contexto donde el movimiento feminista ha logrado instalar el cuestionamiento al
sistema patriarcal en la agenda pública de la Argentina, análisis posteriores podrán develar si un
rechazo a la IVE en el Congreso constituye una muestra de que la cosmovisión machista aún es
hegemónica en nuestra sociedad, o si acaso quienes encarnan el sistema patriarcal están conscientes
del fuerte cuestionamiento que sufre, y concentran sus esfuerzos en evitar su reemplazo, por otro,
más vivible e igualitario.

Conclusión

A modo de conclusión, creemos necesario hacer foco sobre el Movimiento Feminista ya que
demuestra ser protagonista de este proceso. Descripto el ingreso del Aborto en la agenda pública,
comprender al Feminismo y las amplias implicancias de esta discusión que supera la iniciativa de la
política pública para profundizarla y convertirla en punto de partida.

El movimiento feminista ha logrado en estos últimos años un rol articulador entre diversos sectores
políticos, incluso imponiendo en sus programas las reivindicaciones feministas. Además, el
movimiento ha logrado altos niveles de unidad en sus acciones como también en su agenda interna.
Principalmente fue su capacidad de ampliación lo que le permitió ser representativo de gran
cantidad de mujeres, de la comunidad LGBTIQ+ y también de varones cis interpelados por la
necesidad de la pérdida de sus privilegios. Estas características permiten entender al feminismo
como un espacio y una experiencia que transgrede los límites de estructuras políticas más
tradicionales. Los altos niveles de movilización social logrados confirman la efectividad de su
repertorio de acciones creativas como grupo de presión pero también de identificación y
pertenencia.
Foto: Prensa Obrera - Vigilia durante la votación del proyecto de ley IVE en la Cámara de diputados - 14 de junio de 2018

La discusión por el aborto significó un avance profundo en la visibilización del entramado de poder
que atraviesa las relaciones sociales y la desigualdad de oportunidades que impone el sistema
patriarcal. Esto indica que, si bien es absolutamente fundamental que el Senado sea representativo y
actúe con coherencia en función de la realidad de todas las mujeres y personas gestantes votando a
favor del proyecto de ley de IVE, el crecimiento y la profundización del feminismo no depende del
resultado. Sino que esta experiencia de empoderamiento y avance en la lucha por la emancipación
reafirma la urgencia en la transformación de las relaciones de dominación.

El feminismo como nueva forma política trasciende las estructuras partidarias y de movimientos
sociales tradicionales conteniendo la multiplicidad y diversidad de aquelles a quienes interpela - con
presencia de referencias públicas relevantes pero sosteniendo la representatividad en lo colectivo y
no en las individualidades.

Como estudiantes de Ciencia Política, este caso nos indica la necesidad de aportar a nuestro campo
nuevas miradas de interés donde el objeto de estudio sea este tipo de movimientos sociales como el
feminismo. En donde las nuevas formas de participación social y política se consideren
fundamentales para entender las variaciones y las pujas del campo político.

Bibliografía

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TAMAYO, Giulia. Bajo la Piel: Derechos Sexuales, Derechos Reproductivos. Lima: Centro de la
Mujer Peruana. 2001.
”La moralidad aporética y el aborto como un fenómeno de
ética posmoderna”

Bárbara D. Buena
barbara.buena@gmail.com
Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

El aborto es un problema aporético, por lo cual las posturas sobre el tema parecen
irreconciliables. Esta dicotomía muestra “al otro” como un actor antagónico con el cual es
imposible el consenso y por eso su análisis representa un gran desafío para la Ética. El objetivo de
este trabajo es aportar conceptos de la Ética para mejorar la profundidad y calidad del debate en
torno al aborto. Se introduce el fenómeno del aborto desde el punto de vista biológico, médico,
social y legal, haciendo una pequeña reseña histórica a nivel mundial y específicamente en
Argentina.
Posteriormente, se detallan las dos posturas antagónicas en el ámbito nacional, distinguidas en el
trabajo como Pro-aborto y Pro-vida. Ambas posturas son interpeladas a través de las teorías y
posturas de reconocidos cientistas sociales y filósofos, vinculando la realidad con la teoría, el
ethos con la Ética. El trabajo permite transparentar y profundizar la discusión en torno al aborto
desde diferentes teorías éticas, facilitando que la fundamentación de las posiciones aparentemente
antagónicas se realice con respeto por la diversidad y en la búsqueda del bien común. No se
pretende “resolver” el debate, sino profundizar en el mismo y explicitar las contradicciones.

Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso


Internacional sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de
2018, área temática Género y Democracia.
Introducción
La problemática que tocará la siguiente monografía es compleja y profunda por tres aspectos
fundamentales:
Se trata de un debate de actualidad en la que chocan dos posturas claramente antagónicas
entre sí, las cuales presentan argumentos sólidos para definirse por una u otra. En cuanto al
contexto argentino, la despenalización del aborto se encuentra vigente en la agenda pública
por el proyecto de ley que se aprobó el pasado 14 de junio en el Congreso. El 8 de agosto se
votará en el Senado.
Dado que se trata de una problemática contemporánea y visto que se la está tratando desde
la materia Ética, la relación que ésta tiene con la esfera propia de la moral del ser humano, la
vuelve un espacio de conflicto.
Y por último, como mencionamos que se desarrolla en el espacio de la moralidad humana,
por su propia característica ambivalente, se trata de un problema aporético44.
En torno a esto girará el planteamiento y por ello el título de la presente monografía. En una
primera instancia se explicará de manera concreta la característica aporética de la moralidad. Para
adentrarnos en la temática propia del trabajo, se dará una introducción al fenómeno del aborto,
buscando una definición y haciendo una pequeña reseña histórica.
A continuación, se detallarán las dos posturas vigentes en el ámbito nacional. El objetivo principal
es presentar una síntesis de las dos ideologías por medio de un análisis y elaboración personal de lo
investigado, para lograr al final, una enumeración de las diferencias más características. Cabe
aclarar que el contexto actual en Argentina es propicio para realizar este análisis.
El propósito final de esta monografía será detallar la problemática en la conclusión desde las
diferentes posiciones teóricas, profundizando en las contradicciones y debates actuales del contexto
argentino, intentando vincular la realidad con la teoría, para ofrecer un argumento transparente del
debate desde un punto de vista desarrollado según la Ética.

La aporética en la moralidad
La aporética propia de la moralidad en las sociedades posmodernas puede ser vista desde la
dicotomía axiológica, porque se separan en dos posturas que verán “al otro” como un actor
antagónico con el cual es imposible una conciliación. Así, existen en las posturas pro-aborto y
pro-vida términos de mejor o peor. Si tomamos en cuenta la rama de la ética descriptiva, donde se
analiza la facticidad45, es decir, el fenómeno moral desde una posición apartada que permita explicar
su desarrollo; lo que importa es definir cómo se comporta uno y otro grupo con respecto al aborto, y
no lograr determinar si existe una postura correcta y otra incorrecta. ¿A qué se debe esto? A que la
ética nunca podrá ser normativa por completo, sólo la moral lo es. El método empleado en esta
44Hace referencia a un tipo de razonamiento que analiza o en el cual surgen contradicciones y paradojas. Es una
definición para la dificultad lógica que presenta un conflicto de tipo moral, utilizado por Zygmunt Bauman. VÉASE en
Ética posmoderna, pp. 18.

45R. MALIANDI “Ética: Conceptos y problemas” pp. 33.


monografía podría coincidir con el fenomenológico, dado que se busca describir lo que se ve, esto
es, los supuestos o prejuicios a los que están condicionados ambos grupos con respecto al aborto.
Esto implica una abstención de juicio por parte de la licenciada, aunque tenga alguna postura
tomada al respecto. Exigirá, al mismo tiempo, emplear la hermenéutica para describir un ethos
vigente en la sociedad argentina que puede coincidir en los mismos puntos universales sobre las
teorías pro-aborto y pro-vida que se manejan en el mundo.
La problemática del aborto, además, es propia de la esfera de la distinción entre lo moral y lo no
moral (siendo distinguibles también entre inmorales y amorales. Las dos posturas se considerarían
entre sí, inmorales). Esto se debe al rigorismo propio del conflicto: No existe un término medio. No
se puede matar un bebé a medias. No se puede matar una mujer a medias.
El concepto aporética aparece en el texto de Bauman Ética posmoderna. Allí se señala una
evolución de la sociedad desde la modernidad hacia la posmoderidad, no con la intención de
alcanzar la perfección como especie y comunidad, sino todo lo contrario. La posmodernidad surge
como una ruptura. En ella existen afirmaciones de carácter contradictorio que pueden y, de hecho,
son hechas por sus representantes con una convicción ciega. Si la modernidad desplazaba los
fenómenos morales a la heteronomía apoyado en el poder, en la posmodernidad los sujetos se ven
continuamente desbordados por la incertidumbre que tanto instituciones como las normas éticas les
inspiran.
En Aristóteles esto no es posible. Primero porque para él existía una clara forma de gobierno que
posibilitaría la perfección de toda comunidad, la república gobernada por notables. Segundo porque
no hay término medio en cuanto a lo que es moral o no. Si bien él define a la virtud como una
capacidad propia del alma humana, el Bien, como lo bueno en sí, es uno y es absoluto. La
apreciación de Aristóteles contrasta a su vez con la de Kant, pues él no encuentra posible que pueda
un hombre actuar moralmente por heteronomía: Lo moral surge de la razón humana, no porque
debe ser así, sino porque así quiere hacerlo, por su propia autonomía de decisión. Profundamente en
contra de la idea del Bien como un devenir divino, desde su punto de vista es factible adivinar que
mientras existan normas “divinas” que puedan plantearse más allá de la razón, cualquiera podría
valerse de ellas para rechazar, incluso, buenos argumentos. Es por esto que termina diciendo que el
hombre es un fin en sí mismo, no debe buscar su razón de ser en consideraciones no terrenales.
Si tomamos en consideración a la mayoría de los autores tratados en la materia, todos concuerdan,
en mayor o en menor medida, que la cultura occidental erigió ciertos valores para someter al otro46
y esto mismo sucede con la formación del ethos de determinada comunidad. Definido como un
conjunto de actitudes, convicciones y creencias morales, el ethos se vuelve efectivamente un
fenómeno cultural estudiado por la Ética. El problema en la evolución de la sociedad surge cuando
las convicciones arraigadas a la mentalidad general, se desprenden de la heteronomía propia de las
ideologías religiosas. ¿Qué sucede cuando ya no tenemos a quien responder? Si no existe ni dios ni
dioses vigías constantes, ¿cómo determinar y condicionar el accionar del individuo para convertirlo
en sujeto de una comunidad? La respuesta que da Scavino tiene una relación profunda con la
temática abordada en el presente trabajo, con lo que sugería Kant sobre el hombre y con la mirada
de Bauman sobre la posmodernidad: La responsabilidad que tiene la humanidad ante el hecho de
pertenecer es tal, que es ese sentimiento de pertenencia a la existencia general del ser humano lo
que obliga al sujeto. Por eso Foucault sostiene que “la libertad es la condición ontológica de la
ética”47. Somos libres en tanto somos hombres, y en tanto que somos hombres, somos capaces de
moralidad.

46S, DARDO “La filosofía actual. Pensar sin certezas…” pp. 6.

47M. FOUCAULT “Estética, ética y hermenéutica”, pp. 396.


La libertad implica límites y responsabilidades que deben ser determinados en sociedad para poder
lograr la convivencia y aquí es donde los teóricos estudiados en la materia disciernen con mayor
fuerza: Si la libertad es propia del ser humano, sería imposible sostener que, entonces, la capacidad
moral devenga de él. Mas bien es una construcción, es un diálogo 48 constante entre las formas
impuestas por la necesidad de una solidaridad que nos haga responsables. Y esto es un logro propio
del Estado de derecho.
Bauman dirá exactamente lo contrario. En la posmodernidad hemos logrado (al fin) comprender que
se debe a la capacidad moral del ser humano la posibilidad de formar sociedades, y no viceversa.
Por eso se habla de “aporética de la moralidad”: De la misma manera en que la moralidad personal
hace posible la negociación ética, debemos comprender que la sociedad nunca será una entidad que
sobreviva al individuo sin ser capaz de continuas transformaciones. Esa continua evolución, que
para un hombre moderno sería reflejo de caos, es la condición básica de la incertidumbre del
individuo y de la sociedad. Genera un contraste de ideas inconmensurables entre sí que debemos
aceptar sin caer en la desesperación, porque las normas y la autonomía son siempre objeto de
conflicto y lucha

I. Tema de estudio: Qué es el aborto.


Una serie de cambios moldean la vida de la mujer cuando queda embarazada, sea por
decisión o no. Tanto de manera biológica como psicológica, estos cambios son personales y son
experiencias únicas de acuerdo al sujeto.
Para la RAE hay varias definiciones de lo que significa la palabra aborto:
Dicho de una hembra: Interrumpir, de forma natural o provocada, el desarrollo del feto
durante el embarazo.
Dicho de un órgano: Desarrollarse parcialmente sin que llegue a ser funcional.
Dicho de una enfermedad: Desaparecer antes del término natural.
Interrumpir, frustrar el desarrollo de un plan o proceso.
Producir o echar de sí algo sumamente imperfecto, extraordinario, monstruoso,
abominable.49
Mientras que en algunos países el aborto es considerado un procedimiento legal que compete tan
sólo a la mujer y al médico, en otros es un crimen penalizado. En lo que hay cierto consenso es en
que interrumpir un embarazo nunca es sencillo para la mujer, indiferentemente que quiera o no
continuarlo: Existen riesgos físicos propios de la intervención médica.
Existen distintos tipos de aborto para la medicina:
Un aborto inducido consistirá en provocar la defunción del embrión. Se habla de esta

48De acuerdo a la ética de la responsabilidad. Puede comprobarse la correcta moralidad de una norma mediante un
debate llevado a cabo por el sujeto, en el cual tendrá la posibilidad de dialogar cuanto le plazca pero, al final, siempre
deberá atenerse al acuerdo existente en su comunidad sobre qué sea lo bueno. El sujeto puede llegar a esta misma
conclusión por su propia cuenta, suponiendo de manera hipotética qué puede pensar de forma unánime una comunidad
de seres racionales en K. APEL “Teoría de la verdad y Ética del discurso”

49Rescatado de http://dle.rae.es/srv/fetch?id=09EKixu el día 17 de junio del 2017.


definición como aborto selectivo debido a que se realiza por decisión de la mujer
embarazada.
Un aborto espontáneo, también llamado natural, es totalmente distinto de la intención de la
mujer. Entre sus causas se encuentran innumerables anomalías que afectan al embrión
durante la gestación, de manera que ésta se interrumpe antes de completado el ciclo.
Un aborto terapéutico es como el aborto inducido, pero su diferencia radicará en que en
este proceso entran en juego motivos de tipo profesional y médicos, cuando la salud de la
paciente en cuestión se encuentra comprometida y su salud corre riesgo.
Esa necesidad médica de practicar el aborto no es producto de la sociedad moderna. Existen
registros de que en la antigüedad se practicaban también, debido a la falta de métodos
anticonceptivos adecuados. Pueden mencionarse desde culturas peruanas precolombinas hasta
médicos famosos de la época greco-romana, donde las técnicas y recomendaciones más
mencionadas eran la utilización de brebajes, movimientos y hasta el desangramiento de la mujer.
Durante el siglo XIX el aborto provocado aparece finalmente como una acción inmoral e ilegal.
Esto sucede debido a cambios dentro de la Iglesia Católica que establecen los comienzos de la vida
en el momento en el que el óvulo es fecundado por el espermatozoide. Hasta ese momento, en la
mayoría de los países industrializados, el aborto no estaba considerado un crimen. El primer país en
legalizar el aborto fue la Unión Soviética en 1920, lo que llevó a otros países ligados al régimen
comunista a tomar la misma decisión. Otros de los países que pueden mencionarse son Gran
Bretaña, Francia, Suecia, Alemania, España, Holanda y Dinamarca. La situación en América
Central y América del Sur sigue en un proceso de debate que mantiene tensiones muy fuertes entre
las partes conflictivas, dentro del cual Argentina será el enfoque de análisis.
Aproximadamente 26 millones de mujeres tienen abortos legales cada año y 20 millones tienen
abortos en países en los que el aborto está restringido50. En el caso de Argentina, se practican 500
mil abortos ilegales anualmente, que terminan con 80 mil internaciones y 100 mujeres muertas51.
Las dos partes que en Argentina discuten la cuestión del aborto están determinadas, como todo
conflicto aporético, por el ethos. La religión desde los inicios del hombre ha sido un factor
definitivo en la vida de éste, tiene una enorme influencia y potestad sobre la idea de persona que
desarrollamos. Los activistas que protegen el derecho al aborto, por otro lado, se apoyan en la idea
de la persona misma, en la ruptura del rol “mujer” impuesto por modelos ideológicos del pasado. A
continuación, las dos posturas.52
II. Métodos anticonceptivos para no abortar. Aborto para no morir.
“Un método de destruir un concepto es mediante la dilución de su significado. Tenga en
cuenta que, al atribuir derechos a los no nacidos, es decir, lo no-viviente, los antiabortistas
destruyen los derechos de los vivos”53
Con los avances de la medicina la práctica del aborto dejó de ser mortal para la mujer, en la
50Recuperado de http://www.fertilab.net/ginecopedia/anticoncepcion/aborto/cual_es_la_historia_del_aborto_1 el día
17 de junio de 2017.

51Recuperado de https://www.clarin.com/sociedad/Argentina-logra-bajar-cantidad-abortos_0_S1ZKojuDXe.html el día


17 de junio de 2017.

52NOTA DE LA AUTORA: La descripción a continuación de ambas posturas sobre el aborto en Argentina fue
redactada por la autora de acuerdo a la investigación que se realizó para el desarrollo de la monografía. No existe una
fuente única. Además, resulta necesario aclarar que la investigación se realizó en dos contextos distintos. El primero,
durante el comienzo del año 2017, y el segundo, en el vigente 2018 donde las posturas se encontraban en pleno debate
por la despenalización del aborto.

53Rescatado de https://lasaludi.info/argumentos-a-favor-de-aborto.html el día 18 de junio de 2017.


mayoría de los casos. Una prohibición estricta del aborto violaría, paradójicamente, no solo la
libertad personal sino el derecho de la mujer. Muchas personas, de hecho, abortan porque simple y
llanamente no pueden mantener hijos. Uno de los argumentos morales que se plantea es que la
mujer tiene toda la razón al querer y ejercer control sobre su cuerpo, porque ella es la que estará
sometida a todos los resultados que vienen con el embarazo. Entre los argumentos que suelen
esgrimirse en contra de esta postura, se le adjudica al feto una condición de vida que, por lo tanto,
deberían de gozar también huevos y espermatozoides. El problema se espesa cuando el aborto es
necesario por haber sido violentada la integridad de la mujer de manera sexual, cuando es una
pareja de adolescentes que no están preparados ni mental ni socialmente para ser padres. Ambas
situaciones generan un trauma tal que desencadena en otro tipo de problemáticas tales como la
deserción educativa, la precarización de la vida o incluso el suicidio.
Existen argumentos que se basan directa y estrictamente en los derechos de la mujer sobre su
cuerpo, sobre la responsabilidad moral que recae en su decisión. Por otro lado, los fundamentos
pueden ser analizados desde un punto de vista metafísico, debido al debate en torno a si el feto es o
no una persona. Se le ha adjudicado este tipo de denominación dado que depende de la
consideración moral de persona, que debe responder a cierto tipo de cualidades de manera que
trasciendan el mero designio de la naturaleza biológica: Si pertenecer a la especie humana no es
suficiente para ser un sujeto de derechos. A grandes rasgos, en lo que recae el argumento a favor del
aborto es que la mujer está obligada por una sociedad de tipo patriarcal a seguir el rol de madre y
ama de casa que se le ha adjudicado. Romper con ese papel, implicaría no tanto una liberación de la
mujer como persona, sino acabar con los mismos estereotipos impuestos al hombre en general. Por
otro lado, si existiera una ley positiva que determinara quiénes son persona y quiénes no, podría
quitarse de manera “legal” dicha característica a ciertos miembros de la especie humana, otorgársela
a otras clases de seres y, siendo coherentes con este planteamiento, la calidad de persona sería algo
accidental, modificable y artificial.
A continuación, el conjunto de criterios:
A nivel médico, la salud de la mujer es lo más importante y las decisiones profesionales
serán tomadas de manera que no interfieran su bienestar. Este es el caso del aborto
terapéutico en el cual, si el embrión puede presentarse como un potencial peligro, ya sea por
patologías genéticas, se toma esta decisión que de todas formas acabaría con la vida del
futuro bebé.
La mujer tiene completa decisión sobre su cuerpo. Es su cuerpo y no jurisdicción del Estado,
por lo tanto no tiene que dar explicaciones sobre decisiones personales que le competen por
derecho.
Un caso producido por abuso sexual es otro punto de partida detonante. Una mujer víctima
de violación sufre no solo procesos emocionales sino también físicos que resultan
consecuencias de la experiencia traumática a la que fue sometida. El producto de una
relación forzosa no podría ser aceptado por la mujer y recaería en un círculo de rechazo en
el cual, además de ser víctima ella, el propio niño se convertiría en víctima.
La penalización del aborto es una forma de presión económica y social en la cual las clases
más enriquecidas tienen, por esa condición privilegiada, derecho de voz y voto; situación de
la cual mujeres con calidades de vida precarizadas no cuentan, ya sean bajas o medias. No se
trata ya de la cuestión de la ilegalidad, sino que pareciera ser incluso abalado por parte del
Estado.
El tratamiento para abortar conlleva ciertas consecuencias que, si son llevadas de manera
profesional y responsable, disminuyen. Los estudios previos realizados y el seguimiento
consensuado del paciente son aspectos que se pierden en la crudeza de un aborto realizado
en la clandestinidad. La mujer queda a su suerte y muchas veces es abandonada luego del
procedimiento.
En aquellos países donde se ha legalizado el aborto se han disminuido notablemente las
tazas por muertes durante nacimientos y, a sí mismo, han bajado los números de aborto por
año. Esto viene acompañado de la mano de prácticas educativas sobre sexualidad en las
escuelas, disponibilidad de métodos anticonceptivos gratuitos y concientización general. Por
otro lado, aquellos países en los que el aborto continúa siendo ilegal, las muertes no
disminuyen como tampoco lo hacen las prácticas abortivas llevadas a cabo.
III. SÍ a la vida. NO a la muerte.
“El reconocer al embrión como un individuo de la especie humana significa otorgarle los derechos
que esa condición implica. Si no le reconocemos esos derechos, significaría que existen individuos
de nuestra especie que pueden ser discriminados. Históricamente, el discriminar individuos de la
especie humana ha dado lugar a los mayores atropellos a los derechos humanos.”54
Dos grandes argumentos justificaban la prohibición de los abortos en el siglo XIX: Se
trataba de una práctica peligrosa y arriesgada para la mujer y, por otro lado, el feto era un ser
humano, por lo que el aborto sería equiparable al asesinato. Si solo a partir del día 14 el producto de
la concepción es un hombre, ¿qué era antes de ese instante? ¿Es factible una respuesta que no sea
un ser humano? Desde su concepción, un ser humano posee por su propio desarrollo una esencia
que lo dirige, es un orden lógico natural que se sigue en potencia hasta que finalmente cumple su
cometido: El nacimiento. No existe un momento en que el feto no sea un hombre, y si se considera
a una persona como un ser digno que merece respeto, por lo tanto no puede ser tratado a la ligera. Si
el uso de la fuerza es o puede ser considerado ilegítimo ¿detentar contra la vida de un hombre no
sería, acaso, una forma de imposición de uno sobre otro?
El ejercicio del aborto es una forma de despreciar la vida bajo un criterio de temporalidad que
resulta inhumano, más incluso, si esa concepción viene bajo la premisa de que la vida misma puede
resultar de alguna forma indigna. Si bien padre y madre son dueños del acto sexual, no lo son del
fruto de ese acto. La madre que dará vida a esa persona que se gestará durante nueve meses en el
vientre femenino tiene tantos derechos como también esa misma persona en desarrollo, con la cual
hay que contraer un acto de responsabilidad moral porque ese ser está expuesto a condiciones
externas que escapan de su control. Se encuentra de todas las formas posibles en completa relación
de dependencia y, por lo tanto, impotente de poder tomar decisiones. Vive en el cuerpo de su madre,
pero eso no quiere decir que ella pueda tomar la decisión de vivir por él. Se desarrolla dentro de un
organismo que no es el suyo, pero no por eso lo vuelve parte de ese cuerpo. Al decidir abortar, la
mujer no está decidiendo solo sobre su vida y persona, sino que está imponiendo su decisión a otra
persona única, una imposición que nada más y nada menos lleva a su muerte.
El deseo o no deseo de no tener un niño no afecta en nada la dignidad y el valor intrínseco de una
persona, que vale decir, no es una cosa cuyo valor pueda medirse. Al amor de una madre que
durante la gestación no está contenta o convencida, puede tranquilamente devenir una vez el
nacimiento se de lugar. El problema cuando se argumenta que una mujer tiene poder de decisión
sobre su cuerpo es que, cuando el embrión que se está desarrollando es efectivamente una mujer,
ella no tendrá chance alguna de decisión, de poder mostrarse a favor o en contra, de en fin, hacer
uso de sus derechos como persona.
Resumen de las posturas que fundamentan la penalización del aborto. A continuación, el conjunto
de ellas:
La vida del futuro niño comienza en el preciso momento en el que el óvulo ha sido
fecundado por el espermatozoide. Irrumpir en ese proceso de gestación equivale a asesinar
de forma consciente a una persona. Científicamente, el corazón del feto empieza a latir a
partir de los 21 días, por lo que es considerado una vida de la cual deben defenderse sus
54Rescatado de
http://www.lasegunda.com/Noticias/Impreso/2014/05/938301/dos-miradas-sobre-el-aborto
derechos a ejercerla.
Si fuera la mujer víctima de una violación, la opción de la adopción siempre está disponible.
Abortar al bebe puede ser tan o más traumático que el nefasto evento de la concepción. Las
estadísticas tampoco señalan que, por lo general, producto de un abuso pueda concebirse en
el primer intento.
De la misma manera en la que se alude a la salud de la mujer para llevar a cabo el
procedimiento del aborto, puede decirse lo contrario. La salud de la mujer puede encontrarse
en peligro siempre, aún si se acuden a centros profesionales y altamente calificados.
Hacer legal el aborto no terminará con los centros clandestinos, pues no todas las personas
tienen las cualidades económicas para acudir a los mejores médicos y profesionales. Aún
aunque este método fuese ofrecido de manera gratuita por parte del Estado, en muchos casos
se recurrirán a estos sitios poco confiables porque podría ser vergonzoso para la mujer y
prefiere el anonimato a la condena social.
Desde el punto de vista de algunas religiones, abortar es condenado de forma irrefutable,
porque nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie, y si un feto es considerado una persona
con vida, evitar su nacimiento o detener el proceso de su crecimiento y desarrollo, iría
contra las normas establecidas, ya no solo de la religión, sino de los DDHH. Para no llegar a
esta instancia, desde muchas de estas ideologías se propone mantener la castidad y
comprometerse en parejas estables con las cuales, al momento de la unidad por matrimonio,
podrá decidirse formar o no una familia de manera responsable.
Para evitar el aborto siempre se cuenta con el método anticonceptivo, distribuido en la
mayoría de los países de manera gratuita para todos aquellos que lo deseen. Ésta debe ser
considerada la única y primera forma de prevención para no caer en tan terrible decisión.

Conclusión
Debate 2018 en el Congreso: Proyecto de Ley Interrupción voluntaria del embarazo.
El contexto actual en Argentina sobre el fenómeno del aborto permite hacer una revisión
actualizada de las dos posturas beligerantes. La postura que en su momento habíamos llamado
Pro-vida se nos presenta bajo el enunciado “Salvemos las dos vidas”. También el movimiento
Pro-aborto sufrió sus respectivas transformaciones: su campaña hace hincapié en la educación para
decidir y el aborto como una instancia última y extrema. Uno de los ejes fundamentales en torno al
cual gira el conflicto, es en cuanto a la legalidad y la clandestinidad del fenómeno.
A continuación, una síntesis del debate que tuvo lugar en el Congreso con los argumentos
principales de ambas posturas, según la autora.
Postura Pro-vida o “Salvemos las dos vidas”:
La problemática planteada por el Proyecto no se centra en las mujeres pobres, en las mujeres
violentadas o bajo situaciones traumáticas, sino en mujeres que “deciden abortar”.
El aborto puede ser una herramienta de los abusadores para mantener escondido el delito y
la corrupción de menores o mujeres, sin su consentimiento.
La Constitución Argentina defiende el derecho a la vida desde la concepción, por lo tanto la
aprobación del Proyecto de Ley sería inconstitucional.
La concepción axiológica de algunos pensamientos o posturas religiosas no invalida el
debate, sino que lo enriquece. Además, está contemplado en la Constitución y el Tratado
Interamericano de Derechos, la libertad de pensamiento.
Somos uno de los países más despoblados de América Latina, con una tasa de natalidad
claramente decreciente. Legalizar el crimen del aborto empeoraría esa situación.
Mueren diez veces más mujeres por HIV que por aborto. No puede considerarse una de las
principales causas de muerte de la población femenina argentina.
La legalización del aborto genera las condiciones legales para el aborto de personas con
discapacidad y otras facultades mentales.
Para la ciencia la vida comienza en el momento de la concepción. La información genética
del cigoto es distinta a la de la madre, por eso son considerados individuos distintos.
La legalización del aborto en los países desarrollados está basado en la supremacía de un
derecho individualista: No contemplamos las responsabilidades de nuestras acciones.
Si una vida puede ser determinada por una ley, todo queda sometido a necesidades
circunstanciales, a las conveniencias de los que tengan más poder o a las modas culturales
del momento.
Postura Pro-aborto o “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal
para no morir”
Argentina penaliza el aborto, pero establece condiciones en las cuales sería viable: Cuando
corre riesgo la vida de la mujer, cuando se trata de una persona que no ejerce en plenitud sus
facultades y en casos de violación. La Corte Suprema, luego del fallo FAL, estableció que
un aborto bajo esas tres causales es constitucional.
Los conocimientos actuales en biología molecular genética confirman que un embrión no es
lo mismo que un ser humano.Un embrión fuera del útero, de la placenta, no es un ser
independiente, sino que incluso funciona como un órgano de la madre.
Es un problema de salud pública, no de religión y más allá de nuestras opiniones.
2 de cada 10 mujeres fallecidas durante la gestación es la proporción en Argentina por
aborto en 2016.
Según la OMS, cuando la ley es restrictiva, las tasas de mortalidad materna son más altas.
Los países con marcos normativos más permisivos, tienen tasas de mortalidad más bajas.
Si el aborto fuese un homicidio, ninguna mujer podría abortar, aún incluso si hubiera sido
violada o si su salud corriera riesgo.
La legalización del aborto sigue un proceso de secularizacion de la legislación argentina,
dejando el papel del Estado fuera de cualquier tipo de tutelaje religioso.
La penalización del aborto viola sistemáticamente el derecho de la mujer a la vida, a la
salud, a la integridad física, psíquica y moral, a la autonomía, a la intimidad, a la dignidad y
a la igualdad, de también niñas y personas con capacidades gestantes.
La penalización del aborto no disuade a las mujeres de practicarse abortos, solo hace que
sean clandestinos y se practiquen de forma insegura.
El proyecto de ley no solo propone la legalización del aborto, sino también el acceso a la
educación sexual, porque es el principal caballo de batalla contra embarazos no deseados.
El aborto desde la Ética aplicada a dos perspectivas.
¿Por qué “La moralidad aporética y el aborto como un fenómeno de ética posmoderna”?
Porque en las sociedades posmodernas la moralidad no puede percibirse sin distinguir su carácter
ambivalente.
Es cada individuo, dentro de su más amplia esfera de libertad, quien determina su propia moralidad,
siendo soberano de sus acciones de un modo responsable. De esta manera en el ámbito moral se
unen la irracionalidad y la autonomía. Sí, pero ¿qué es lo que entra en conflicto en el debate del
aborto? ¿El rol que se le ha impuesto desde la sociedad, como se proclama desde una postura pro
aborto? ¿La defensa de un ser que tiene todo por vivir, nacer y su chance de experimentar el mundo,
según la visión pro-vida? En realidad, la lucha que se da entre estos dos gigantes de la
posmodernidad viene encaminada por ambas preguntas, pero para definirlo podemos decir que son
los derechos55 de ambos sujetos los que se enfrentan: El de la mujer como madre, por un lado, y el
del embrión como hijo, por otro. Y en ambos casos, el de dos personas con derechos. Demostrar
esto es fundamental, puesto que en la teoría vista, el derecho dentro de la ética tiene un papel
indivisible.
Lo vimos en Apel al comienzo: Existe un logro que debe celebrarse y es que el Estado de derecho
consiguió una ética de la responsabilidad, responsabilidad en el sentido de solidaridad comunitaria.
Desde el punto de vista de Apel, el problema del aborto es una circunstancia de “hacerse cargo” o
no de nuestra forma de actuar, de nuestra decisión. Para Apel un diálogo entre ambas posturas es
posible y debe serlo. Pero ello no implica que pueda llegarse a un acuerdo claro.
En Taylor la esfera normativa de los derechos en juego también es apreciable. La sociedad
democrática, la forma en la cual se lucha por la igualdad de todos los ciudadanos (igualdad que,
resta decir, se consigue por medio del ejercicio y respeto de los derechos propios y ajenos),
promueve la dignidad humana. En cuanto se considera la cuestión en los términos de derecho tanto
de la madre como del bebé, arguye que queda poco espacio en el cual situarse. Lo que sí puede
analizarse es que, desde su concepto de autenticidad, ambas posturas no son libertades
autodeterminadas sino más bien negativas. Establezcamos una diferencia: Ni el grupo pro-aborto ni
el grupo anti-aborto deciden en cuanto a libertad autodeterminada, porque las dos posturas se
configuran en cuanto a influencias externas. En un caso puede ser el movimiento feminista, en el
otro la religión. Quien sí tendría una libertad propia, autodeterminada, sería aquella mujer que
decide, fuera de toda preconcepción, abortar o proseguir con el embarazo.
Scavino es otro de los que menciona la problemática del aborto como un ejemplo concreto. Según
él, el típico pensamiento mítico propio de las religiones suele recurrir a una difusa situación
precultural para “naturalizar las consecuencias sociales y naturales” 56. Si lo que se cuestiona es la
obligación que contrae la mujer de tener que dar a luz al quedar embarazada, lo que se está
cuestionando es la no identificación de la mujer como sujeto de una sociedad en la cual se le ha
impuesto un papel. El Estado la ve como una transgresora a la cual es preciso encarrilar, la bioética
la ve como un paciente que debe ser tratado, sustituyendo la norma fundamental (permanecer vivo)
por una normalidad más bien médica. Desde una perspectiva conservadora, el feminismo es visto
como una de las peores corrupciones del orden natural, porque gracias al movimiento la palabra
“mujer” se convirtió en el nombre de una resistencia, que busca no solo reivindicar los derechos de
las femeninas para sí, si no también cuestionar y librar al hombre de sus cadenas.
Hasta este momento la discusión parece centrarse desde la ética de la responsabilidad, una ética que
reflexiona sobre las consecuencias de la acción, que se muestra flexible porque opera en el mundo
humano, en la sociedad, donde no existen blancos y negros. ¿Qué sucede cuando nos paramos desde
una ética de la convicción? Kant y Aristóteles se embarcan en una búsqueda distinta que puede
tener relación.
La ética de la convicción, según Weber, sugiere que cuando las consecuencias de nuestras acciones
son malas, el que la va a ejecutar no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al
mundo, a la estupidez de los hombres, o a la voluntad de Dios que los hizo así. Quien opera
conforme a la ética de la convicción no soporta la irracionalidad ética del mundo. Es, según sus
palabras, un racionalista cósmico-ético.
55“El humanismo moderno adoptó la postura de los derechos” Son inalienables del hombre, en A. HELLER “Políticas
de la post modernidad”.

56D. SCAVINO “La filosofía actual. Pensar sin certezas…” pp. 5.


Si comprendemos el problema del aborto desde la protección de la vida propia, dado que debo
cumplir un rol asignado en sociedad y se necesita de mí para que la comunidad siga a flote, si la
vida de la mujer corre riesgo por el embarazo, el aborto debería ser posible. Aristóteles propone que
el cuidarse a uno mismo no puede ser un acto egoísta ¿porque si no quién va a hacerlo por mí? La
mujer que va a ser madre ya tiene un rol designado que cumplir, ya está inmersa en la sociedad y ya
es una persona en su máxima expresión de potencia. Pero se introdujo el concepto de potencia y
¿acaso el nacer y crecer no es una potencialidad del bebé, que cumpliría su cometido al realizarlo?
¿Y qué sucede si la madre no corre riesgo, si simplemente no quiere tener hijos? En Kant esto no se
hace tan visible. Por un lado, al ponerse el ejemplo del suicidio, se nos dice que conservar la vida es
un deber conforme al deber en sí por heteronomía. Pero no por deber, porque más adelante al
mencionar los deberes que son perfectos, ¿cómo puede decirse que mantener al bebé si corre riesgo
la vida propia no es un deber? Si el hombre es un fin en sí mismo, entonces el feto ¿es un ser
racional?
Kant y Aristóteles se separan con el concepto de autonomía. Porque para Aristóteles, lo único que
existe perfecto es la idea de los dioses, ya que no tienen sustancia porque la sustancia “tiende a”, es
en potencia un cambio; y al existir la perfección, existe a su vez la imperfección, lo que nos lleva a
la idea de lo que está mal y lo que está bien. No existe, entonces, relatividad en Aristóteles, hay una
convicción de que actuamos según nuestra virtud moral, que es una disposición a ser correctos.
Para Kant no tenemos una disposición a ser correctos porque un ser superior nos lo dicta, sino
porque somos libres, por la autonomía propia de nuestra dignidad humana.
Para Aristóteles las fallas morales se explican por ignorancia. Para Aristóteles el rol de la mujer es
ser madre y cada engranaje debe cumplir su rol en la sociedad para que esta funcione de manera
equilibrada. Mientras que dentro del pensamiento de Kant la mujer, antes que considerarla una
posible madre en el futuro, es ya una persona sujeta a su autonomia.
Lo que vaticina Heller entra en comunión con el último autor en el que haremos hincapié: Bauman.
Ella dice que el individuo es lo universal y que lo moral es lo que debe buscarse en el territorio de
las relaciones interpersonales.
En Bauman tenemos varios aspectos que interesantes. Por un lado, su definición y contraste sobre
las sociedades modernas y posmodernas ponen en relieve otra dicotomía propia del ser actual: la
libertad (que puede derivar en proteofilia o proteofobia) y la seguridad (puede terminar en mixofilia
o mixofobia). Sí, nuestras sociedades cada vez están más diferenciadas, pero aquello no significa
que no se pueda llegar a un entendimiento mutuo. La diferenciación comunitaria es proporcional a
nuestra necesidad por alcanzar el consenso. Esto se critica cuando aparecen dos posturas, dos
intereses claramente rivales. Hay diferencias sociales, económicas, educativas, etc., que se traducen
en diferencias básicas de entendimiento. El aborto es un tipo de desacuerdo distinto de lo
ético-político, porque sólo una parte (en este caso ambas, que creen llevar la razón) considera que
tiene razón y el estandarte de la moral. Aquí es donde la multiculturalidad dicha en Bauman entra en
juego, donde dos afirmaciones contradictorias son igualmente convincentes: Porque ambas
defienden la vida pero desde puntos de vista de sujetos en distintas situaciones y, a su vez para
complejizarlo aún más, bajo diferentes concepciones de sujeto.
A pesar de esta aparente visión pesimista en la que no se encontrará una solución satisfactoria,
considero que la descripción de Bauman nos deja (en palabras de él) esperanza. Es inevitable que en
la sociedad algunos individuos sean más libres que otros porque cuentan con recursos que le
posibilitan una mayor autonomía, ¿es justo entonces que una parte de la sociedad decida acerca de
la totalidad de sus miembros? Desde la concepción del pro-aborto, responderían que no. Que
aquellas mujeres que deciden no abortar, están respaldadas legalmente para hacerlo, mientras que
las que deciden lo contrario son consideradas criminales. Desde la concepción del pro-vida,
curiosamente, también responderían que no. Porque aquellas mujeres que decidan sobre aquellos
embriones que ellos consideran sujetos de la sociedad, estarán a su vez privándolos de vivir.
Todo es discutible. Excepto, quizás, que se deba debatir para llegar a determinar lo que se considera
bueno o malo.

Bibliografía
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Informáticas y Productivas 22 de la Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM).
http:\\www.bibliotecabasica.com.ar
Artículo en http://www.abortar.org/argumentos-favor-y-en-contra-del-aborto/
Artículo en http://filosofia.laguia2000.com/los-valores/argumentos-a-favor-del-aborto
Artículo en https://lasaludi.info/argumentos-a-favor-de-aborto.html
Artículo en http://aborto.cc/argumentos-a-favor-del-aborto/
Artículo en https://www.pagina12.com.ar/39406-a-favor-del-aborto
Artículo en http://aborto.cc/argumentos-contra-el-aborto/
Artículo en https://www.aciprensa.com/recursos/argumentos-a-favor-y-en-contra-del-aborto-29/
Artículo en http://www.outono.net/elentir/2016/07/19/argumentos-cientificos-en-contra-del-aborto/
XII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional sobre Democracia.
Los escenarios democráticos del siglo XXI.
Disrupción, fragmentación, nacionalismo, populismo y nuevos actores globales

“Ciudadanías de las mujeres y representación política en la Argentina: siglos XX y XXI”

Dra. María Beatriz Schiffino


UNR – Profesora de nivel medio Escuela Superior de Comercio mariabschiffino@hotmail.com
“Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional
sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.”

Resumen

En Argentina se aprobó en el año 2017 la ley de paridad de género, el trabajo analiza esta conquista
como un instrumento que permitirá que las mujeres puedan gozar plenamente del derecho político a
elegir y ser elegidas. Desde un enfoque histórico que retoma las diferentes formas de exclusión del
ejercicio pleno de la ciudadanía política de las mujeres, el trabajo analiza el reclamo por la igualdad
proponiendo un enfoque que contempla también la inclusión de las diferencias de género para
pensar la representación y las ciudadanías en el siglo XXI.
Palabras claves: mujeres, igualdad, diferencia, ciudadanía.

Breve historia de una exclusión


Que en Occidente la mujer fue definida como lo otro de lo masculino no constituye ya una novedad
desde ningún punto de vista. Hace años que diferentes textos señalaron esa diferencia que le otorgó
a la mujer un lugar secundario respecto del varón. El libro de Simón de Beauvoir “El segundo sexo”
(1949) constituyó sin dudas una de las primeras aproximaciones desde la filosofía destinada a
denunciar esa desigualdad57.
De este modo, así como en el ámbito más amplio de lo social la mujer fue subordina al varón o, se
intentó a través de diferentes formas de circunscribirla al espacio de lo doméstico, en los espacios
políticos las mujeres debieron dar sus propias luchas para modificar estereotipos y, en general, una
división del trabajo que las excluyó de la participación en listas como candidatas y, por lo tanto,
como representantes legítimas del partido o frente electoral en el que participaban.
El discurso sobre la no conveniencia de la participación política de la mujer fue de la mano de un
movimiento de resistencia a este mandato que en nuestro país se inició prácticamente con su propia
historia.
Si se tratara de hacer una breve síntesis de como fue el proceso de inclusión / exclusión de los
derechos de la mujer, no caben dudas sobre la relevancia de la adquisición de los derechos civiles y
políticos bajo los gobiernos radicales y peronistas respectivamente. Ese largo proceso de avances y
retrocesos tuvo además a las mujeres como principales protagonistas, recordemos la lucha de las
sanjuaninas por la adquisición del derecho al voto, o los reclamos de Julieta Lanteri por obtener la
carta de ciudadanía para poder ejercer los derechos políticos que eran, por ese entonces, patrimonio
exclusivo de los varones.

57Existe una amplia bibliografía ampliatoria sobre la problemática abordada en este trabajo: para la relación entre
política y ciudadanía de las mujeres en nuestro país recomendamos - entre otros- los trabajos de: Barrancos, Dora
(2008; 2011); en relación al impacto de las leyes de paridad en América Latina: Archenti, Nélida y Tula, María Inés
(2008; 2013) y Caminotti Mariana (2010; 2013, 2018).
La historiografía ha demostrado que luego de la revolución de mayo, se inició un proceso de
maternalización de la mujer (Valobra, 2010). Resuelto el problema de la conformación de la unidad
estatal soberana, el proceso de consolidación del Estado asignó a la mujer el rol de madre –
educadora. Su participación en el ámbito público se produce así a través de su rol docente, el rol
civilizador y culturalmente homogeneizante de la escuela pública encontró en las maestras una
figura fundamental para llevar adelante la tarea de educar a los futuros ciudadanos de la república.
La “mujer-madre” fue sin embargo excluida del ejercicio de los derechos civiles de acuerdo a una
legislación que la consideró bajo la tutela del hombre - padre primero y, del hombre – esposo,
después. El Código Civil de Dalmacio Vélez Sarfield fue el instrumento jurídico que reguló
formalmente esa minoría de edad en que se encontró la mujer argentina hasta el año 1926.
Esta situación, fue denunciada tempranamente tanto por hombres como por mujeres que se
opusieron a que las mismas no pudieran gozar de los mismos derechos civiles que el varón. En
nuestro país el movimiento feminista empieza a manifestarse muy tempranamente pero además,
desde los mismos sectores liberales se esbozaron fuertes críticas que proponían la ampliación de los
derechos de primera generación. Dentro de las corrientes socialistas, se escucharon también las
primeras voces a favor de la igualación de los sexos no sólo en lo que refería a los derechos civiles
sino también a los políticos. El nombre de Alicia Moreau, quien desarrolló parte importante de su
tarea política a favor del voto femenino a través de la prensa y diferentes publicaciones, es sin duda
uno de los más reconocidos, pero en ese largo proceso la acompañaron muchas otras voces.
En relación a esta cuestión, cabe destacar la primera propuesta a favor del voto femenino en 1919
que fue debatida a nivel nacional de la mano de un proyecto presentado por el radical Rogelio
Araya y que se habría inspirado en los reclamos sostenidos por las mujeres sufragistas que, desde
principios del Siglo XX venían exigiendo este derecho. Sin embargo, recién en 1947 y, luego de un
largo camino recorrido por mujeres y hombres de diferentes extracciones políticas e ideológicas, el
sufragio en nuestro país se convertirá en verdaderamente universal con la aprobación de la ley
13.010 bajo el gobierno de Juan D. Perón. La mujer quedaba de este modo, plenamente incluida en
los derechos políticos, al menos, formalmente, pero veamos a continuación si efectivamente, el
derecho a elegir y ser elegidas fue garantizado en nuestro país a partir de entonces, en tanto, el
reconocimiento formal de un derecho no supone su práctica.
Ciudadanías inconclusas

A lo largo de la historia, desde el mundo antiguo hasta el presente, las definiciones sobre quienes quedan
incluidos(as) dentro del ejercicio de la ciudadanía han ido variando hasta reconocer como ciudadanos(as) a
sectores cada vez más amplios de la población. Aun así, persisten en el presente exclusiones sobre individuos
que por diferentes motivos no entran dentro del campo formal de la ciudadanía política: las personas
menores de edad, los(las) dementes, los(las) extranjeros no nacionalizados, dependiendo esta
exclusión/inclusión de la legislación particular de cada estado.

El sufragio universal fue resultado de un largo proceso que implicó el abandono progresivo de los criterios
de exclusión basados en el género, la propiedad, la nacionalidad o la educación, entre otros. Ese proceso no
fue lineal ni homogéneo como bien lo demuestran diferentes investigaciones tanto para el caso argentino
como para otras realidades nacionales (Andrenacci, 1997) (Rosanvallon, 1999).

Las mujeres, que a lo largo del siglo XX fueron ampliando su derecho a la ciudadanía política prácticamente
en todo el mundo occidental fueron sin embargo excluidas durante siglos del derecho al sufragio,
configurándose el género femenino en una de las principales figuras de la dependencia política. En tanto no
sujeto o, en tanto sujeto incompleto, los procesos de expansión de los derechos civiles y políticos que fueron
de la mano de los diferentes movimientos revolucionarios no incluyeron, en principio, a las mujeres como
portadoras de estos58. Efectivamente, si el nuevo orden político que emergerá luego de la revolución francesa

58Como se ha venido sosteniendo, la exclusión legal de las mujeres de los derechos y, en particular, de los derechos
reconoció a los varones sus derechos políticos, derribándose asimismo todo el andamiaje social, económico y
administrativo del Antiguo Régimen (Tarazona Acevedo: 2015) quedaron intactos los prejuicios culturales
que ubicaban a la mujer como ser apolítico circunscripto al ámbito de lo doméstico. Como señala Brown:
“La restricción a la idea de aplicación universal del marco legal normativo y del supuesto de igualdad y
libertad entonces proclamado, es sabida. Aquella igualdad pretendidamente universal se acotó en función de,
por lo menos, el sexo, la propiedad y la educación. Los iguales y con derecho a contratar en el momento
fundacional fueron varones, blancos, burgueses e ilustrados”. (2004:113). Asimismo, señala acertadamente
De Privitellio que la universalidad, en este caso del sufragio, debe ser analizada como históricamente
determinada ya que no en todo momento y no siempre significa lo mismo.

Para el caso de las mujeres, del siglo XIX argentino:

“…no sólo no disponían de derechos electorales sino que además eran consideradas civilmente en
una especia de minoridad eterna…El carácter universal del voto supone siempre alguna exclusión
que es considerada natural y no política y que, por esa misma razón, no atenta contra la definición de
universal de cada época” (De Privitellio ,2011: 161).

Para el caso nacional, la ruptura del orden colonial y, posteriormente, la conformación de un nuevo orden
estatal soberano excluyeron al género femenino de la ciudadanía. Avanzado el siglo XX y, aprobada la ley
Sáenz Peña que estableció el voto secreto y obligatorio para los varones en 1912, las mujeres continuaron
reservadas al ámbito de lo doméstico, aunque no, sin resistencias.

En este sentido, la inclusión de las mujeres como ciudadanas políticas con derecho a elegir y ser elegidas fue
resultado de un proceso particular que presenta su propia historia en cada país.

Si en el presente caben pocas dudas sobre la amplia participación de las mujeres en los procesos electorales
en tanto ciudadanas con derecho a elegir, más difícil parece ser llevar esta afirmación al terreno de la
participación de las mujeres como candidatas y funcionarias. Recordemos que los derechos políticos
incluyen la participación en elecciones como electores (as) y candidatos (as), la participación en la gestión de
los asuntos públicos y el acceso a las funciones públicas 59.

políticos no imposibilitó que muchas de ellas se expresaran a favor de estos, aunque la opinión contraria haya sido
finalmente la predominante argumentándose su incapacidad para la “cosa púbica”. Estas manifestaciones a favor de la
igualación de los sexos encontraron en la feminista Olimpia de Gouges su más clara expresión cuando publicó en 1791
su “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana”, parafraseando el documento donde se reconocían los
derechos del ciudadano. El trabajo de Pierre Rosanvallon es ilustrativo para analizar los principales argumentos que
sostuvieron los revolucionarios franceses para no incluir a las mujeres como ciudadanas. Sin embargo en los debates del
período se escucharon también voces contra la naturalización de la inferioridad femenina en intelectuales y
comprometidos políticos revolucionarios como Sieyés y Condorcet. (Rosanvallon, 1999:125).

59El marco jurídico de los derechos políticos está determinado por la Constitución Nacional y diversos tratados
internacionales que contemplan estos derechos para varones y mujeres. El artículo 37 de la CN reconoce el derecho al
sufragio y establece que “la igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y
partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.” El
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo tercero establece que: “Los Estados Parte en el
presente Pacto se comprometen a garantizar a hombres y mujeres la igualdad en el goce de todos los derechos civiles y
políticos enunciados en el presente…”. Por su parte, la Convención sobre los derechos políticos de la Mujer establece
en sus artículos 1, 2 y 3, respectivamente que: Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad
de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna…serán elegibles para todos los organismos públicos
electivos establecidos por la legislación nacional, en condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación
Reconociendo el hecho de que siempre es posible establecer algunas excepciones, en general es posible
sostener que la aprobación de la ley de sufragio femenino en 1947 no garantizó sino mínimamente el lugar
de las mujeres como candidatas 60 y, menos aún, como funcionarias de gobierno. De cualquier manera, es
necesario tener en cuenta el impacto que - en términos cuantitativos- tuvo la aprobación de la ley de sufragio
femenino cuando en las elecciones legislativas realizadas a partir de la ley 13010, las mujeres accedieron
por primera vez a la cámara de diputados y senadores de la nación 61.

Teniendo en cuenta entonces los importantes avances que en materia electoral hubo en nuestro país a partir
de 1947, también es posible afirmar la persistencia de un estatus incompleto de ciudadanía política
persistente aun en el presente en tanto, las posibilidades efectivas de las mujeres para ser candidatas y/o
funcionarias de gobierno siguen siendo restringidas en comparación a los varones 62. Sostenemos por lo tanto
que persisten un conjunto de barreras no sólo legales sino también culturales para que las mujeres tengamos
iguales posibilidades de ejercer plenamente nuestros derechos y, en particular, los derechos políticos.

Esta exclusión es analizada asimismo en el contexto de un siglo XX caracterizado por la fragilidad de las
instituciones políticas democráticas en nuestro país.

Hacemos referencia a que los derechos políticos fueron puestos en entredicho en el marco de los golpes
cívico- militares acontecidos a partir de 1930 y que de manera sucesiva interrumpieron el orden
constitucional. En nuestro país, el análisis de la exclusión de los derechos políticos de las mujeres durante el
siglo XX no puede dejar de contemplar la tendencia a la restricción de los derechos políticos en general,
como una predisposición que marcó la realidad política local y que tendió a considerar peligrosa la
participación libre de los ciudadanos y ciudadanas a la hora de elegir a sus representantes.

El análisis entonces deberá centrarse en el marco de la transición primero y consolidación democrática


después, a partir del año 1983 y hasta el presente; largo período en la historia de nuestro país que presenta
por primera vez la excepcionalidad de regímenes políticos constitucionales que se suceden sin
interrupciones.

En un sentido puede afirmarse entonces que fue este contexto de democratización el que favoreció poner en
la agenda gubernamental la cuestión de la (des)igualdad de las mujeres en relación al derecho a elegir y ser
elegidas. La denuncia de ese rol secundario de las mujeres en las listas en el contexto democrático fue uno

alguna (…) tendrán derecho a ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones públicas establecidas por la
legislación nacional, en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.

60En el año 1934 en San Juan fue Ema Acosta la primera candidata a diputada provincial por el Partido Demócrata
Nacional, de cualquier manera, la candidatura temprana de mujeres en la política local constituyó una excepción
(Valobra, 2010: p. 98)

6123 mujeres fueron elegidas como diputadas nacionales en las elecciones legislativas de 1951 en nuestro país, entre
ellas se encontraba Delia Parodi, reconocida militante de la rama femenina del partido peronista y estrecha colaboradora
de Eva Perón. Tres mujeres ingresaron como delegadas de los por entonces denominados Territorios Nacionales, que
fueron provincializados unos años después también bajo el gobierno de Juan D. Perón. De acuerdo a los datos relevados
por Sonia Catela, fueron elegidas en aquellas elecciones un total de seis senadoras. Consultar: Catela, Sonia en Diario
Rosario 12. Recuperado en: https://www.pagina12.com.ar/100301-primeras-diputadas . Asimismo, por primera vez iba
a ser candidata a un cargo ejecutivo una mujer: Alcira de la Peña, quien acompañaba la fórmula presidencial liderada
por Rodolfo Ghioldi.

62En el presente, si bien la brecha entre varones y mujeres se ha achicado con respecto a períodos anteriores de nuestra
historia, persiste una clara desigualdad tanto para acceder a cargos legislativos como a cargos ejecutivos. (Se puede
consultar anexo)
de los hechos que favoreció la aprobación de la conocida ley de cupo femenino, sancionada en nuestro país
luego de una larga lucha que unificó a mujeres de diferentes extracciones político-partidarias.

Desde este enfoque, el contexto de democratización iniciado a partir de 1983 posibilitó que se ampliara la
discusión de los derechos en general y de los políticos en particular y su respeto, no circunscripto al derecho
a elegir sino ampliándolo a la participación de las mujeres como candidatas, tratando de este modo de
derribar algunas de las barreras que hacían difícil o casi imposible esa participación.

En este sentido fue que en el contexto de “la primavera alfonsinista” las mujeres pusieron una vez más en
discusión la patria potestad compartida, derecho que había sido abolido por los regímenes políticos
dictatoriales. Dicha ley, junto a la de divorcio vincular, marcó un progreso significativo; entre muchas otras
demandas formaron parte de la agenda de los encuentros de mujeres que se realizaron en nuestro país desde
el año 1986 hasta el presente.

En 1991 la ley de cupo femenino obligó a los partidos o frentes electorales a presentar en sus listas de
candidatos un 30 % de mujeres, la misma debe ser por lo tanto analizada en ese escenario de
democratización post-dictatorial que se inició en el país a partir de 1983.

En relación al impacto que tuvo su aprobación, investigaciones precedentes coinciden en señalar que fue
desigual en la región. De todos modos, desde una perspectiva comparada el avance es notable en América
Latina en tanto presenta el mayor porcentaje de mujeres en asambleas legislativas con la excepción de los
países nórdicos. En relación a nuestro país, es posible sostener que:

En Argentina, la primera aplicación de las cuotas en las elecciones de renovación parcial de la


Cámara de Diputados en 1993 supuso el acceso de un significativo número de mujeres a este cuerpo
legislativo, lo que aumentó el porcentaje de las mismas de 5.4% en los comicios precedentes a 1991
a 14.4 % (Martínez y Garrido, 2013: 413).

En un sentido similar la CIDH observa que los avances de los liderazgos de las mujeres en los congresos son
dispares, de este modo, mientras en algunos países como la Argentina, Ecuador o Cuba, las mujeres ocupan
un 30% o un 40%, en otras realidades nacionales el porcentaje no supera el 10 y 12% (CIDH, 2011:21).

En nuestra provincia, una ex diputada nacional señalaba en una entrevista en relación a la importancia de la
ley de cupo para garantizar la representación de las mujeres que ésta fue fundamental, en tanto, entre 1983 y
1991 sólo dos mujeres habían llegado a la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe 63. Como puede
advertirse, no sólo en la provincia de referencia sino también a nivel nacional, el cupo fue el instrumento
legal que posibilitó una notable ampliación del número de mujeres ocupando espacios de representación
política.

En la ciudad de Rosario, los datos son relevantes en tanto el Concejo Municipal estaba compuesto sólo por
tres mujeres que representaban un 7.9% del total en 1983. Aunque nunca se llegó a alcanzar una igualdad
representativa del 50%, una vez aprobada la ley de cupo la brecha entre varones y mujeres se fue achicando
hasta llegar en las elecciones de 2015 al 42% de mujeres (12 en total) 64.

Cabe resaltar que en Santa Fe se aprobó la ley de cupo femenino con una modificación en relación al texto
sancionado a nivel nacional. El dos de junio de 1992 la ley 10.802 aprobó el cupo y estableció que el 33 %

63Balza, N. (19 de Septiembre de 2016). A 25 años del cupo femenino el debate es por la paridad. El litoral .
Recuperado de: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2016/09/19/politica/POLI-01.html

64Makaroff, H. (05/06 2017) El camino de las mujeres en el concejo: del 8 al 42 %. Rosario Plus. Recuperado en:
http://www.rosarioplus.com/ensacoycorbata/El-camino-de-las-mujeres-en-el-Concejo-del-8-al-42--20170601-0026.html
de las listas de candidatos debían estar integradas por mujeres de forma intercalada y sucesiva 65.

¿Cabe entonces alguna duda a esta altura de los acontecimientos sobre el hecho de que
efectivamente la ley de cupo hizo posible una mayor representación de las mujeres? Los estudios
cuanti – cualitativos sobre la cuestión así lo demuestran:
En tres décadas de democracia, el Congreso argentino pasó de ser una institución
caracterizada por una clara subrepresentación de las mujeres a ser una de las legislaturas con
mayor presencia de mujeres del mundo. Al observar el número de diputadas y de senadoras
nacionales (37 y 39 por ciento en 2013), Argentina se ubica por delante de la mayoría de los
países latinoamericanos y aventaja a Estados Unidos (18 por ciento), el Reino Unido (22,5
por ciento) y Brasil (9 por ciento), por citar sólo algunos ejemplos (Caminotti, 2013:329).
Esta mayor participación de las mujeres colaboró asimismo en la consolidación de una agenda de
género, esto significa que en los países donde mujeres ocupan espacios de representación, las
problemáticas vinculadas a ellas se han incorporado a las agendas de gobierno. En relación al tema,
otros trabajos ya se ha encargado de establecer la relación entre la mayor participación de las
mujeres en política y la “... aprobación de normas que amplían la autonomía femenina y sus
derechos en distintos campos de la vida social” (Caminotti y Gusta, 2010).
Para el análisis del caso argentino no debería dejar de tenerse en cuenta la profusión de una amplia
red tanto gubernamental como no gubernamental que se preocupó por incluir estas problemáticas en
las agendas de gobierno. Desde esta perspectiva, otras realidades nacionales se presentan
completamente diferentes en tanto la ley de cupo no habría garantizado “el salto de la
representación descriptiva a la sustantiva”. (Martínez y Garrido, 2013).
Aun cuando cada caso nacional presenta sus particularidades, es posible sostener que en lo que
refiere a la representación de las mujeres en nuestro país, ésta ha aumentado notablemente
constituyendo además un factor que favoreció la introducción de leyes en pos de la igualdad de las
mujeres. Todos estos elementos han conducido a que en los últimos años nuevas propuestas
refuercen la idea de lograr una mayor representación de las mujeres a través de la paridad política.
Como hemos desarrollado hasta aquí, la ciudadanía formal – legal de las mujeres ha sido restringida
o limitada a lo largo de nuestra historia a través de diferentes normas y conductas que consolidaron
la exclusión de las mujeres del goce y ejercicio de sus derechos políticos de manera plena y
autónoma, en este sentido, es posible afirmar la existencia de una ciudadanía inconclusa e
inacabada.
Sin embargo, también es posible sostener que fue esta misma situación de persistente exclusión la
que habilitó la participación ciudadana de las mujeres en el camino que llevó a la conquista
paulatina de sus derechos. La historia de la ciudadanía de las mujeres en nuestro país deberá
inscribirse entonces en una perspectiva teórica que analice la ciudadanía en estas dos dimensiones:
la formal – legal y la participativa. Al mismo tiempo, las experiencias de luchas, avances y
retroceso en relación a los derechos de las mujeres viene a fortalecer aquellas perspectivas que
analizan la ciudadanía como campo de disputas y tensiones que nunca dejará de estar abierto a la
emergencia de nuevas y viejas demandas. En ese ámbito de tensiones se inscriben los debates
contemporáneos sobre el derecho de las mujeres a decir la política en igualdad de condiciones que
los varones, a participar de las instituciones de representación política de manera paritaria y a

65A pesar de los importantes avances que se produjeron y de que la ley es clara al respecto, existe un número
significativo de listas que fueron oficializadas sin cumplir con lo que la ley de Cupo establece en las diferentes
provincias argentinas en las elecciones de 2015 En Misiones, representan el 54% del total, en Provincia de Buenos
Aires el 23%, en Salta el 46%, en Santa Fe el 21 y en Tucumán el 37, 5%, sólo para señalar algunos de los casos. De
Acuerdo al Equipo Latinoamericano de Justicia y Género: Recuperado en: http://www.ela.org.ar/a2/index.cfm?
fuseaction=MUESTRA&codcontenido=2215&plcontampl=38&aplicacion=app187&cnl=4&opc=50
ocupar espacios de toma de decisiones tanto en el ámbito público como en el privado, descartando
las discriminaciones basadas en el género.
En este sentido retomamos las palabras de Velasco, para quien:

“la historia jurídico-política de la humanidad es, en gran medida, la historia de la lucha por la
ciudadanía, de su reconocimiento y extensión a todos los seres humanos. En esta línea se han dado
pasos importantes en los últimos siglos (…) pero la universalización de la condición de ciudadanos –
y con ella de la condición del derecho a tener derechos – aún dista mucho de ser completa y esta
carencia origina no pocas veces situaciones de injusticia (…) La historia de la ciudadanía se revela
entonces también como la historia de la dialéctica de la inclusión y la exclusión, por medio de la cual
se va delimitando el demos constitutivo de una determinada comunidad política (2005: 195)”.

Las leyes de paridad en la Argentina: resistencias y apoyos


En los últimos años diferentes provincias argentinas han aprobado leyes de paridad que presentan
características particulares66, esto marca un contraste en relación con el proceso de implementación
de la ley de cupo que fue aprobada inicialmente a nivel nacional 67. Sin embargo, un hecho que
persiste es la existencia de un consenso transversal compartido por las mujeres de los diferentes
partidos políticos a favor de la ley. Es decir, con algunas excepciones, la mayoría de las mujeres de
diferentes partidos políticos han aprobado o estarían a favor de aprobar en el futuro una ley de
paridad. Igualmente, también observamos que los proyectos de ley presentados tuvieron el apoyo de
legisladores y no exclusivamente de mujeres.
En la actualidad, algunas provincias argentinas han sancionado leyes de paridad, existiendo una
clara resistencia a pasar del cupo a la representación paritaria 68 en muchas de las provincias
argentinas. En Santa Fe, diferentes proyectos de ley fueron presentados en los últimos años con el
fin de lograr la paridad, sin embargo hasta el presente ninguno ha sido aprobado.
En la mayoría de estos proyectos legislativos presentados, prevalece el concepto de igualdad en
términos de alcanzar una participación de las mujeres como candidatas que permita una
representación política que sea representativa de la población también en la conformación de los
cuerpos legislativos. De este modo, siguiendo una larga tradición, los proyectos presentados se
asientan sobre el concepto de igualdad de las mujeres como eje central de los argumentos a su favor.
De este modo, entre los fundamentos que sostienen quienes apoyan estos proyectos se señala una
desigualdad histórica entre varones y mujeres para ocupar espacios de representación, analizándose
como una constante histórica tanto en los diferentes poderes del Estado como asimismo en el sector
privado. Los datos aportados por los proyectos de ley establecen en sus fundamentos indicadores
de esa desigualdad persistente en el presente.

Sólo para tomar un ejemplo, de acuerdo a uno de los proyectos ingresados en la legislatura en la
provincia de Santa Fe, todavía en el año 2016 el gabinete nacional tenía una representación de sólo
el 11% de mujeres. De un total de 20 ministerios y siete secretarías, sólo 3 estarían siendo ocupadas
por mujeres. Asimismo, a nivel provincial se repite esta diferencia en tanto de catorce ministerios y
66El concepto de paridad nace oficialmente como resultado de la I Cumbre Europea “Mujeres en el poder”, celebrada
en Atenas en 1992. Allí se señalaba que la igualdad formal entre hombres y mujeres constituía un derecho fundamental
del ser humano, reivindicándose asimismo la igualdad de participación entre hombres y mujeres en la toma de
decisiones públicas y políticas.
67A diferencia de la ley de Cupo femenino, la ley de paridad fue aprobada luego que diferentes provincias argentinas
tomaran la iniciativa. El 23 de noviembre de año 2017 la ley fue sancionada en la Cámara de Diputados de la Nación
con un total de 168 votos afirmativos.

68Esto contrasta con lo que sucede a nivel continental, donde muchos países ya avanzaron en este sentido: Venezuela
en 2005, Ecuador en 2008, Bolivia y Costa Rica en 2009, Honduras en 2009, entre otros.
dos secretarías de estado sólo hay 3 mujeres, lo cual está representado un 18 % del género
femenino69.
En el año 2018 estas cifras no son muy diferentes, de un total de 19 ministerios, sólo dos mujeres
son ministras a nivel nacional, nos referimos a los ministerios de desarrollo social y seguridad. En
las provincias, por su parte, la escasa cantidad de mujeres en cargos electivos ejecutivos es ínfima,
de un total de 23 gobernaciones, sólo cuatro son ocupados por mujeres y sólo hay una vice
gobernadora. En los ministerios la participación de mujeres también es baja, existiendo provincias
donde el número de mujeres es de cero o una70.
Como se ha señalado hasta aquí, quienes apoyan las leyes de participación igualitaria lo hacen
desde una perspectiva que pone el foco en las desigualdades persistentes entre varones y mujeres en
el ámbito de los poderes del Estado y en todo organismo de toma de decisiones públicas y /o
políticas. Sobresale el discurso de la búsqueda por la igualdad política ante la ley en tanto la mujer
no la tendría garantizada al persistir diferentes elementos que atentan contra ella. En este sentido,
desde determinadas miradas se tiende un puente entre la persistencia de la discriminación política
contra la mujer y las diferentes formas de violencia vigentes en la actualidad71.
La exclusión de las mujeres del espacio de la política es desde esta perspectiva analizada como una
forma de violencia contra las mujeres. Siguiendo este análisis, en el debate parlamentario producido
en el Senado de la Nación en ocasión de la discusión sobre la ley nacional se señalaba:
Le estamos pidiendo a la sociedad, fundamentalmente a la sociedad masculina, que entienda
y que reflexione sobre este problema… ¿Cómo contribuye a que después ese ser patológico
mate?...En cierta forma le estamos dando un respaldo a ese señor porque, cuando mira
algún cuerpo colegiado, sólo ve hombres. Y cuando mira el directorio de una empresa
importante ve mayoritariamente hombres ¿Qué le estamos diciendo como sociedad? Que el
poder lo ejercen los hombres, que las cosas importantes están en manos de los hombres….lo
importante es que logremos que la sociedad enlace los temas y que una, como una red, todas
las cuestiones que desembocan en la muerte y en la tragedia. Ese es el mensaje…. (Senado
de la Nación, 19/10/2016, p. 47).
Otro aspecto relevante en relación con las posiciones a favor de los proyectos paritarios se refiere a
la necesidad de superar el “techo de cristal”. En este sentido la ley de cupo, que fue pensada
originariamente como un piso para la participación política de las mujeres en las listas de
candidatos/as, terminó por ser una norma que cumplir, produciéndose que sean excepcionales los
casos de partidos o frentes electorales que superan ese 30 o 33%, dependiendo de la legislación.
Por otro lado, se vertieron opiniones que han puesto en entredicho o, directamente, se han opuesto
a este tipo de leyes. En ese sentido, en el debate del senado nacional se expresó que debido a la alta
participación actual de las mujeres en política y en los espacios de toma de decisiones este tipo de
leyes ya no tendrían sentido en la Argentina:
La discriminación a mi modo de ver, desapareció y su consagración nuevamente con
cincuenta y cincuenta, pasa a ser negativa e incluso, se puede transformar en un búmeran…
En 1995 también anticipé que esto podía dar pie a al reclamo de otros cupos: de minorías
sexuales, de pueblos originarios, de la juventud, de la ancianidad…los cupos de reconocen
en las organizaciones políticas corporativas, donde se separan hombres y mujeres…Yo no
provengo de una militancia advenediza o que hubiera pensando alguna vez en los cupos y no

69Datos extraídos del expediente N° 30774 presentado en la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, año
2016.

70Se puede consultar anexo.

71Nos referimos especialmente al hecho del aumento de los casos de femicidios y /o intentos de femicidios que han
acontecido en la Argentina en el transcurso de los últimos años. En este sentido, cabe recordar que la discusión en el
senado de la Nación se produjo en el marco de la demanda de una ley de emergencia en violencia de género.
voto nada que tenga olor a actitudes o conductas corporativas (Diario de Sesiones del
Senado de la Nación: 19/10/2016, p. 65).
Este tipo de argumentos señalan que las leyes de cuotas y, en particular, la paridad alienta un tipo
de representación corporativa que atenta contra los principios de la democracia liberal. Por el
contrario, desde otro punto de vista, puede esgrimirse que la representación paritaria persigue
generar a través de la ley que la participación de las mujeres sea efectivamente igualitaria en tanto
de otro modo seguirían produciéndose las causas que llevan a una escasa representación de las
mismas. De este modo, la ley de paridad buscará la representación de las mujeres en tanto grupo,
no con el objetivo de caer en nuevos esencialismos sino en tanto el ser mujer ha constituido a lo
largo de nuestra historia una condición para la exclusión del pleno ejercicio de la ciudadanía. Desde
esta perspectiva, si las mujeres constituyen la mitad de la población de la humanidad, deberían
ocupar en esa proporción espacios de representación política y en general, de toma de decisiones.
Por una política de la igualdad y la diferencia
Si no caben dudas sobre el hecho de que las leyes de cupo y paridad hicieron posible una mayor
representación de las mujeres en el campo de la política y que esta mayor representación ha
impactado en la configuración de una agenda de género 72, fortaleciendo la representación sustancial
de las mujeres; en el plano de lo teórico es posible también percibir un cambio significativo a partir
de los aportes que realizan a la teoría política liberal tradicional las propuestas paritarias.
En este sentido, es posible sostener que plantean un giro respecto a la idea tradicional de igualdad
con la que se asocia el devenir histórico de las democracias occidentales. Nuestro punto de vista
sostiene que las leyes de cupo y de paridad pusieron el acento tanto en la igualdad (como objetivo
a cumplir, en este caso, referido a la representación igualitaria de las mujeres) pero asimismo en la
diferencia en tanto hecho relevante de las democracias contemporáneas. De este modo, la igualdad
en relación a la posibilidad para ejercer plenamente el derecho político a la representación política
constituye un objetivo legitimo que se inscribe en la diferencia (varón / mujer) sobre la que se ha
consolidado la exclusión de un grupo social sobre el otro.
En la medida que desaparece la convicción sobre un concepto universal de la ciudadanía, la
igualdad política exige el reconocimiento de esa diferencia que parece ser “inerradicable” en la
medida que las sociedades continúen organizadas en torno a la diferencia varón/mujer. Para lograr
una política de la igualdad de oportunidades que incluya la posibilidad de presentarse como
candidatas a ese 50% de la población constituido por las mujeres 73 parece entonces indispensable
representar esa diferencia.
En un libro clásico sobre la cuestión, Amelia Valcárcel (1997) señaló el rol fundamental que la
igualdad ha tenido en el discurso feminista tradicional, en ese sentido, hay una clara filiación liberal
72Sexo, género y mujer constituyen conceptos que deben ser diferenciados. De acuerdo con Facio (2005) “Debemos
tener claro que el sexo es lo que entendemos como más o menos determinado biológicamente mientras que el género es
construido social, cultural e históricamente”. Al mismo tiempo la autora señala que mujer y género tendieron a utilizarse
como sinónimos debido a que fueron las mujeres las primeras en empezar a utilizar esta expresión para referirse a las
situaciones de discriminación y subordinación que las mismas experimentaron. En este sentido sostiene que “En el
ámbito de las políticas públicas hay una tendencia creciente a crear políticas de género cuando en la práctica se trata de
políticas dirigidas a mujeres que dejan intactas las estructuras y relaciones entre los géneros. Una política de género
necesariamente tiene que tener como finalidad la superación de la desigual valoración y el desigual poder entre los
géneros. De esta manera las políticas públicas de género no necesariamente deberían referirse exclusivamente a las
mujeres, en tanto el sistema de género es un sistema relacional que involucra a los varones .” En: Academia: revista
sobre enseñanza del derecho de Buenos Aires, ISSN 1667-4154, Año 3, Número 6, 2005, págs. 259-294.
73Utilizamos el plural mujeres retomando los aportes de De Barbieri (1992) en tanto la autora explica que esta
distinción entre el plural y el singular no constituye un dato menor sino una postura teórica y metodológica relevante en
la medida que hablar de mujer corresponde a un enfoque esencialista, ahistórico y biológico que oculta la diversidad e
historicidad de situaciones en que se encuentran las mujeres. De Barbieri, Teresita. «Sobre la categoría género. Una
introducción teórico-metodológica», REVISTA INTERAMER1CANA DE SOCIOLOGÍA, Núm.. 2, mayo-agosto,
1992.
– ilustrada entre las primeras sufragistas cuando reclamaban por el igual derecho al voto.
Reconociendo este aspecto, creemos que esta identificación del feminismo con el concepto
igualitarista de tradición ilustrada no excluye asimismo el reconocimiento de la diferencia como
constitutivo del reclamo por la igualdad.
En este sentido afirmamos que:
La paridad constituye en efecto una interpretación política de la diferencia entre los sexos:
aquella deja de ser el pretexto de una segregación para convertirse en la legitimación de un
reparto. La paridad plantea que el interés por la cosa pública y las responsabilidades que se
derivan recaen igualmente sobre los hombres y las mujeres. Este reparto constituye la toma
en consideración de la diferencia entre los sexos sin una jerarquización, según los esquemas
tradicionales, ni tampoco una neutralización, según el concepto universal (Agacinsky,
1998:158).
La incorporación de la paridad en las legislaciones nacionales y provinciales lleva indudablemente a
poner en cuestión las formas tradicionales de la representación política tal como la hemos conocido
hasta el presente en el marco de los regímenes políticos democráticos. Bajo la propuesta de no caer
en nuevas formas de esencialismo, el plural mujeres admite la inclusión de otras posibles
identidades que incluyen al género y, al mismo tiempo, lo atraviesan. En este sentido, la etnia, la
clase y la religión constituyen un conjunto de identidades a tener en cuenta a la hora de pensar las
propuestas de representación paritaria y la ciudadanía de las mujeres, en general (Jelin, 1997).
Desde esta perspectiva, sostenemos que la política democrática debería ser también una política de
las diferencias. La incorporación de la perspectiva de género permite poner en cuestión una
concepción de la ciudadanía universalista que históricamente anuló la diferencia como
característica fundamental del demos democrático. Este proceso fue particularmente exitoso en la
Argentina, país en el cual el proceso de consolidación del Estado llevó a la conformación de una
nación homogénea que excluyó toda referencia a la diversidad étnica – cultural, ya sea en relación a
las comunidades inmigratorias o en relación a los pueblos originarios. En relación al tema que nos
convoca, la cuestión no deja de ser relevante para imaginar otras formas de pensar la civitas de cara
al siglo XXI en relación a las ciudadanías de las mujeres.

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Anexo74

Ministerios por provincias, mujeres ministras y cargos ejecutivos electivos de representación política.

74Los cuadros y gráficos del anexo son de elaboración propia y fueron realizados consultando
las páginas de los organismos correspondientes, al mes de julio de 2018.
Provincias Ministerios Mujeres Ministras Gobernadoras Vice-
Gobernadoras
(de un total de 23
provincias) (de un total de 23
provincias)

Buenos Aires 13 0 *

Catamarca 8 0 *

Chaco 11 1

Chubut 11 2

Córdoba 12 0

Corrientes 13 2

Entre Ríos 6 3

Formosa 10 1

Jujuy 11 3

La Pampa 9 2

La Rioja 8 2

Mendoza 5 1 *

Misiones 14 2

Neuquén 9 2

Río Negro 9 2

Salta 10 3

San Juan 9 2

San Luis 10 4

Santa Cruz 7 3 *

Santa Fe 14 5

Santiago del 9 2
Estero
Tierra del Fuego 11 1 *

Tucumán 8 1

Capital Federal 10 3 (no corresponde) (no corresponde)

Totales

4 1

Totales 237 47

 Mujeres y varones legisladoras/es.

Cámaras de Senadores (provincias bicamerales)

24,59

Varones
Mujeres

75,4
Legisladores y Legisladoras en provincias unicamerales

34,19
Mujeres
Varones

65,8
 Mujeres y Varones Representantes en Cámara de Senadores y Cámara
de Diputados (Nación. Año 2018)

Cámara de Diputados

39%

61%

Mujeres Varones

42%
Mujeres
Varones
58%

Cámara de Senadores
Cuotas de Género: diseño institucional al servicio de la representación
política

Lic. Daniela Agustina Yozzi


danielayozzi@hotmail.com
Universidad Torcuato DiTella

Área Temática Sugerida


Género y Democracia

Resumen
La teorización sobre la representación política se ha centrado en tres preguntas: qué es la
representación, cómo y cuándo se produce la representación y quiénes son los representantes. Sin
embargo, existe una cuarta pregunta central ¿qué determina el acceso al cargo político? En la
actualidad existen pocas barreras legales en las democracias representativas que impidan a los
ciudadanos presentarse como candidatos, por lo que la cuestión de quién es (y quien no es)
seleccionado como tal tiene implicancias cruciales en el modelo de representación. En este sentido,
las mujeres ofrecen uno de los mejores ejemplos: aunque constituyen la mitad de la población, sólo
ocupan una minoría de las bancas de todas las cámaras legislativas del mundo. El presente trabajo
intenta abordar las diversas justificaciones para la implementación de las cuotas de género,
entendidas éstas como un mecanismo institucional fundamental para alcanzar la representación
efectiva; así como también analizar si los efectos producidos por este tipo de herramienta de diseño
institucional ayudan a este grupo a sortear las barreras culturales, históricas y sociales para ejercer
la representación política.

Trabajo preparado para su presentación en el XIII Congreso Nacional y VI Congreso Internacional


sobre Democracia, organizado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario. Rosario, 10 al 13 de septiembre de 2018.
En Ciencia Política, la teorización sobre la representación política se ha centrado en tres
preguntas principales: qué es la representación, cómo y cuándo se produce la representación y
quiénes son los representantes. Sin embargo, existe una cuarta pregunta central en todas estas
preocupaciones teóricas: ¿qué determina el acceso al cargo político? En la actualidad, existen pocas
barreras legales que impiden que los ciudadanos se presenten como candidatos políticos, por lo que
la cuestión sobre quién es - y quién no es- seleccionado como candidato tiene implicancias cruciales
para todas las otras fases de la representación política. En este sentido, las mujeres ofrecen tal vez el
mejor ejemplo a este respecto: aunque constituyen más de la mitad de la población, sólo ocupan una
pequeña minoría de las bancas de todos los legislativos en el mundo.
Si bien la representación de las mujeres en las legislaturas nacionales casi se ha duplicado en
los últimos 30 años, el promedio mundial de mujeres que ocupan bancas es (sólo) del 23,5% 75, un
número mucho menor que la paridad; en este sentido, es importante destacar que ese porcentaje no
es igual para todos los países y si bien en muchos casos se supera, en la gran mayoría es menor o
incluso, inexistente. Según Schwindt-Bayer (2009), las explicaciones de esta variabilidad en la
sub-representación de las mujeres es producto de diferencias culturales, socioeconómicas y, quizás
más importantes, institucionales en los sistemas políticos. Las reglas electorales, como las que
definen el tipo de sistema electoral y la magnitud del distrito, afectan la representación de las
mujeres ya que estas reglas determinan cómo los votos se traducen en escaños; en este sentido,
independientemente del ingreso de la mujer a la arena pública, siguen estando sub-representadas en
la mayoría de los países. En un esfuerzo por cambiar esta tendencia, muchos Estados han adoptado
cuotas de género, mecanismos de "vía rápida" para aumentar la representación de las mujeres,
contando en la actualidad con legislación al respecto en más de 100 países (Krook & O´Brien,
2010). Estas cuotas requieren que todos los partidos políticos que participan en las elecciones
legislativas incluyan a mujeres en las boletas electorales (Schwindt-Bayer, 2009) y se han
implementado de diversas formas: o bien los partidos políticos han adoptado de forma individual
este tipo de disposiciones o se han realizado reformas legales y/o constitucionales (Krook & O
´Brien, 2010) que se pueden materializar de tres formas: (a) escaños reservados, en donde se
reservan asientos exclusivamente para mujeres y para los que los hombres no son elegibles; (b)
cuotas partidarias, que implican promesas para aumentar la proporción de mujeres entre sus
candidatos; y (c) cuotas legislativas, que requieren que todos los partidos designen un cierto
porcentaje de mujeres (Krook, 2010).

En definitiva, las cuotas de género para la conformación de los cuerpos legislativos son
herramientas institucionales que buscan garantizar la representatividad de las mujeres en tales
cuerpos y, eventualmente, consolidar la idea de que las mujeres están capacitadas para formar parte
activa de la arena política. El histórico límite impuesto a las mujeres para la participación política
(tanto como representadas como representantes) ha generado altas disparidades de género al interior
de las legislaturas, ocupando en promedio el 23.5% 76 de las bancas parlamentarias, pudiendo en
algunos casos llegar a situaciones de paridad y, en otros, carecer de representatividad alguna. Esta
herramienta institucional para acelerar el proceso de incorporación de la mujer a la actividad
política ha sido ampliamente debatido, respecto de si corresponde o no que estos grupos
minoritarios (o que son tratados como minoritarios aunque numéricamente no lo sean, como es el
caso de las mujeres) cuenten con asistencia institucional para garantizar su acceso a la arena

75(2017). Women in National Parliaments, de Inter-Parliamentary Union Sitio web:


http://archive.ipu.org/english/home.htm 17/01/2018

76(2017). Women in National Parliaments, de Inter-Parliamentary Union Sitio web:


http://archive.ipu.org/english/home.htm 17/01/2018
política; sin embargo, un tema fundamental en la cuestión de las cuotas es qué pasa una vez
impuestas: saber si las cuotas tienen algún efecto en el comportamiento electoral en el
mediano/largo plazo es fundamental, en tanto mecanismos de acción afirmativa como este que
deberían ser – en principio – temporales, diseñados para corregir un problema que eventualmente
será solucionado.

La utilidad de la cuota de género en el diseño de las listas partidarias

Los métodos de selección de candidatos son fundamentales para la democracia de la misma


manera en que los sistemas electorales lo son: ambos forman parte de las instituciones electorales
sobre las que se sostiene la democracia representativa. Rahat (2009) define al proceso de selección
de candidatos como el mecanismo por el que un partido político decide quién, de las personas
legalmente habilitadas para ocupar un cargo político, será designada para formar parte de la boleta
electoral y durante la campaña ser recomendada y refrendada por dicho partido. En este sentido es
importante destacar las dos percepciones que, según Rahat (2009), determinan a las democracias
representativas modernas: por un lado, que la democracia es un sistema que permite a la ciudadanía
participar en la selección de candidatos mediante una competencia electoral en la que se disputan
titularidad de la representación de intereses y valores (aparecen aquí los conceptos de participación,
competencia, representación y rendición de cuentas como factores fundamentales de la democracia
representativa); por otro, que la democracia representativa es, en esencia, un sistema de pesos y
contrapesos, garantizado en tanto el poder político se encuentra intencionalmente distribuido entre
diversos actores.
Existen múltiples criterios para definir la elegibilidad de un postulante a candidato político,
y aunque pueda haber una muy inclusiva tendencia a garantizar la mayor cantidad de participación,
suelen tener peso cuestiones como la antigüedad de la membresía al partido, la afiliación a
determinadas organizaciones, la pertenencia a determinado grupo religioso, etc. Para auxiliar a
quienes se encuentren en dificultades de sortear estas cuestiones aparecen las cuotas, mecanismo
institucional que puede ayudar a alcanzar este objetivo democrático de la representación efectiva
(Rahat, 2009); sin embargo, estas cuotas pueden suelen ser criticadas por limitar la libre
competencia al destacar a ciertos candidatos (por género, por etnia, etc.) de entre la totalidad de
postulantes. Ahora bien, tales mecanismos pueden justificarse democráticamente mientras sean
percibidos como “temporales”, con el objetivo de garantizarles a todos los postulantes la misma
línea de partida y no una ventaja particular. Dada esta utilidad democratizadora, es importante
analizar la utilidad de las cuotas de género en el diseño de listas electorales partidarias.

Para comprender la utilidad de las cuotas de género en el diseño de las listas partidarias, en
primer lugar, es preciso comprender de qué manera las particularidades de la legislación que
estipula las cuotas impactan en la representación. La investigación de Schwindt-Bayer (2009)
analiza de qué manera el diseño legislativo de las cuotas facilita (o perjudica) el objetivo de
incrementar la representación de las mujeres. Si bien el objetivo principal de las cuotas de género es
aumentar el número de mujeres elegidas para ocupar bancas en las legislaturas, como se mencionó
anteriormente el porcentaje de la legislatura femenina en países con cuotas varía ampliamente. Esta
variación se explica a través de tres dimensiones (Schwindt-Bayer, 2009): (a) el tamaño de la cuota,
es decir, el porcentaje mínimo de candidatos de un partidos político que requiere ser mujer; (b) el
mandato de ubicación que estipula en qué orden se confecciona la lista electoral, es decir, garantizar
que las candidatas femeninas se encuentren en puestos ganables77; y (c) la fuerza de los mecanismos

77Los mandatos de ubicación están limitados a sistemas electorales donde los partidos presentan
boletas con candidatos previamente ordenados (listas cerradas); los sistemas de representación
proporcional de lista abierta no pueden tener mandatos de ubicación, porque los partidos no
de control de aplicación de la ley de cuotas de género, es decir, la prescripción de consecuencias
para los partidos políticos que no cumplen con la cuota. Es importante destacar que el tamaño de la
cuota no tendrá efectos positivos en mejorar la representación de las mujeres en la legislatura si no
se implementan claramente condiciones de ubicación y mecanismos de control; asimismo, el
porcentaje de escaños que ganan las mujeres dependerá de la combinación con otros factores, como
la proporcionalidad de las reglas electorales, la fórmula electoral empleada, el tamaño del distrito
electoral y las preferencias de los votantes (Schwindt-Bayer, 2009).
El estudio de Schwindt-Bayer (2009) concluye que la clave para aumentar sustancialmente
la representación efectiva de las mujeres es la combinación de mandatos de ubicación, mecanismos
de control y mayor presencia de candidatas en la boleta electoral. Su trabajo también revela que
algunos partidos cumplen con las leyes de cuotas incluso sin mandatos de colocación y sanciones
explícitas por incumplimiento; esto puede ser el resultado de la adopción voluntaria de cuotas más
estrictas que las que la ley nacional establece (Meier, 2004), una amplia presión de los grupos de
mujeres en el país (Jones, 1996) y/o un deseo de aumentar la legitimidad política. Este estudio
refuerza la premisa de que el diseño institucional es importante: si bien las cuotas de género son un
mecanismo fundamental para aumentar la representación de las mujeres (y mejorar la
representatividad democrática) no se trata simplemente de tener una cuota, sino de cómo se diseña
la institución que aumenta la representación de las mujeres.

Otro trabajo que analiza la utilidad de las cuotas de género es el de Schwindt-Bayer, Malecki
y Crisp (2010) en donde reconocen que, si bien la incorporación de cuotas de género es un
fenómeno de gran alcance, se preguntan si una vez que una candidata ingresa en la carrera electoral,
su género sistemáticamente trabaja en contra (o a favor) ella. Los autores parten de la premisa de
que la escasez de mujeres en la política se debe a la histórica discriminación que éstas han sufrido
respecto de su posibilidad de participar en la arena pública; tal discriminación es producto de la
visión tradicional de que la arena política es de dominio masculino, por lo que los votantes
discriminarán contra las mujeres que se mueven fuera de la esfera privada. Sin embargo, existen
investigaciones que brindan un apoyo empírico mixto para esta premisa: si bien algunos estudios
encuentran que los votantes discriminan sistemáticamente a las mujeres candidatas por su género,
otros consideran que es igualmente probable que ganen cargos políticos, especialmente cuando se
tienen en cuenta la afiliación partidaria, la existencia de incumbency, etc.; incluso, existen
investigaciones que han encontrado que las mujeres candidatas ayudan a ganar elecciones antes que
perjudicar esas chances (Schwindt-Bayer et. al. 2010). Este trabajo permite concluir que la
diversidad de hallazgos sobre el impacto del género en la obtención de cargos se debe a las
diferencias en los entornos culturales, económicos e institucionales de los entornos políticos, lo que
hace imposible una generalización.

Por su parte, existen investigaciones como la de Krook (2010) que busca explicar la
sub-representación de las mujeres en los legislativos nacionales, más allá de la incorporación de las
cuotas de género. La autora realiza una crítica al modelo de oferta y demanda en el proceso de
selección de candidatos al considerarlo insuficiente para explicar la sub-representación de las
mujeres. Según este enfoque, el número de mujeres que resultan electas para cargos legislativos es
producto de la combinación de (a) las calificaciones de las mujeres como grupo para postularse a
cargos públicos y (b) la voluntad de las élites de seleccionar aspirantes a cargos legislativos que
sean mujeres; sin embargo, la principal dificultad de este modelo es que no puede explicar por qué

determinan las clasificaciones y los candidatos son elegidos por completo de acuerdo con las
preferencias de los votantes (Schwindt-Bayer, 2009)
las mujeres están sub-representadas numéricamente en todos los países sin una teoría del género que
explique la omnipresencia de este patrón, si el acceso de las mujeres fuese simplemente una
cuestión de oferta y demanda. Krook (2010) presenta entonces dos marcos de explicaciones. En
primer lugar, desde el lado de la oferta en donde se analizan los cálculos estratégicos de los posibles
candidatos para definir si se encuentran equipados para postularse; dos son los factores que
determinan la oferta de aspirantes: los recursos (tiempo, dinero y experiencia) y la motivación
(ambición e interés por la política). En este aspecto, la brecha de género se manifiesta como
sub-representación legislativa al activarse patrones tradicionales de socialización que asocian a los
hombres con el ámbito público y a las mujeres con el ámbito privado; esta división por género se
manifiesta de tres maneras, sostiene Krook (2010): a través de (a) roles y expectativas familiares
específicos de género, asociando a la mujer con las tareas domésticas y de cuidado, las (b) ideas de
masculinidad que dan forma a las instituciones políticas existentes y (c) lo que la autora denomina
“psique de género” que suele llevar a los hombres a la política y relegar a las mujeres a la periferia
de la vida pública. En segundo lugar, existen explicaciones desde el lado de la demanda: cuando los
solicitantes se nominan, su selección depende de las evaluaciones de sus habilidades, calificaciones
y experiencia; sin embargo, estas evaluaciones están fuertemente determinadas por las preferencias
y opiniones de las elites políticas. La dificultad se presenta en tanto es prácticamente imposible para
los selectores conocer a todos los aspirantes a nivel personal, por lo que la cláusula del “mérito”
queda reducida a lo que Krook (2010) denomina accesos directos a la información: los aspirantes
son juzgados positiva o negativamente sobre la base de características asociadas con su grupo. En
este sentido, la tardía incorporación de las mujeres a la arena política hace que los selectorados
estén predominantemente (por no decir, casi exclusivamente) compuestos por hombres, dificultando
la selección de candidatas mujeres al activarse los patrones tradicionales de socialización
anteriormente mencionados. Este trabajo presenta entonces la posibilidad de reformar la selección
de candidatos, al reenfocar el enfoque de la oferta y la demanda de una manera más consistente con
los hallazgos reales de las mujeres en la investigación política (Krook, 2010). En consecuencia, el
número de mujeres elegidas depende no tanto del diseño de las cuotas de género sino de cómo las
instituciones sistémicas, prácticas y normativas se combinan de manera que facilitan u obstaculizan
la selección de candidatas mujeres.
La utilidad de las cuotas de género en la confección de las listas partidarias puede analizarse
también a partir de entenderlas como una estrategia para limitar (y eventualmente, eliminar) la
marginación de las mujeres en el diseño de la agenda política. En este sentido, Kerevel y Atkeson
(2013) explican que, aunque investigaciones previas sostienen que las cuotas de género aumentan la
presencia de mujeres en las legislaturas, las mujeres permanecen marginadas en el espacio público
de forma indirecta: manteniéndolas fuera de puestos de liderazgo importantes, evitando que se
aprueben sus proyectos de ley o restringiendo su actividad a “problemas de género” a expensas de
su participación en otros tipos de áreas políticas. Como resultado, los beneficios de las cuotas de
género para resolver el problema de la sub-representación de las mujeres puede resultar insuficiente
para en la agenda política y promover sus propios proyectos de ley. Es importante destacar de este
trabajo la distinción que realizan los investigadores entre marginación y representación de las
mujeres. Según Kerevel y Atkeson (2013) la evidencia de marginación no implica necesariamente
una falta de representación sustantiva de las mujeres: las normas de poder dentro de las
instituciones legislativas suelen estar marcadas por el género, por lo que los comités menos
prestigiosos suelen tratar asuntos de particular relevancia para las mujeres, mientras que al mismo
tiempo mujeres que se especializan en tales temáticas pueden ser ignoradas en favor de hombres
para roles de liderazgo de gran alcance. Entonces, las legisladoras todavía pueden representar
sustantivamente los intereses de las mujeres, mientras que al mismo tiempo pueden ser marginadas
por otros miembros de la legislatura o la propia dinámica institucional del cuerpo legislativo.
Otra razón para la marginación puede explicarse en las lógicas institucionales: las
instituciones legislativas suelen favorecer a los titulares (incumbents) antes que a los recién electos
sobre la base de un sistema de antigüedad que determina influencias (Kerevel y Atkeson, 2013). En
tanto el ingreso de las mujeres en las legislaturas es producto de la aplicación de cuotas de género,
la mayoría de las legisladoras ingresan en simultáneo como “recién llegadas”; este ingreso amenaza
el statu quo en la distribución de poder y recursos políticos, llevando a la marginación de los
miembros más nuevos por parte de los más antiguos en pos de conservar su influencia. Desde esta
óptica, la marginación femenina tiene que ver más con su condición de “recién llegadas” antes que
con su condición de mujeres – aunque podría contra argumentarse que su entrada tardía al ámbito
político es, efectivamente, por su condición femenina -.

Existen trabajos críticos sobre la utilidad de las cuotas de género en el diseño de listas
partidarias. Es el caso del trabajo de Hughes (2011), que desde óptica liberal entiende que abordar
sólo una dimensión de la desigualdad (en este caso, la sub-representación legislativa por género) las
cuotas pueden reforzar las desigualdades intra-grupales. A su vez, debido a que las mujeres y las
minorías están significativamente sub-representadas en política, cualquier política que aumente su
presencia puede aumentar las posibilidades de que se elija un grupo más heterogéneo de mujeres.
Siguiendo esta línea crítica, el trabajo de Murray (2014) presenta una manera innovadora de
analizar y entender la importancia de las cuotas. Parte de la idea mencionada al comienzo de este
trabajo de que, para asegurar el óptimo funcionamiento de la democracia, la representación debería
ser de la más alta calidad posible, lo que supone elegir a los mejores políticos posibles a través de
un proceso de escrutinio preciso. En la actualidad, sin embargo, la composición de la mayoría de las
legislaturas está dominada por hombres con gran poder adquisitivo, étnicamente iguales, lo que
limita la habilidad de tales legislaturas de representar la diversidad que encontramos en las
sociedades modernas (Murray, 2014). En este contexto, las cuotas de género desde que fueron
introducidas a los sistemas electorales, han sido percibidas como una forma de corregir la
desigualdad en la representación; específicamente, suele atender al problema de la
sub-representación de las mujeres y al hacerlo, han generado un amplio espectro de críticas respecto
al impacto que las cuotas tienen en la calidad de la representación, al sostenerse que éstas priorizan
la representación del colectivo social antes que la meritocracia. Sin embargo, plantea Murray no es
la sub-representación de las mujeres lo que socava la meritocracia sino que es la
sobre-representación masculina el verdadero problema. Estudiar las cuotas de representación
únicamente como una cuestión relativa a la sub-representación femenina trae como consecuencia la
normalización de la idea de que los hombres son la norma en política y las mujeres la “otredad”; en
este sentido, al aceptarse a los hombres como el statu quo en la representación política, la carga de
justificar la presencia en los cuerpos legislativos recae en quienes desean ingresar a la política (las
mujeres) en lugar de los que ya están presentes en cantidades excesivas (hombres).
Para resolver este problema es necesario replantear la forma de estudiar y entender las
cuotas de género, dejando de lado la idea implícita de que son para las mujeres y volverlas
explícitamente para la selección de hombres. Esto supone un cambio de eje: del problema de la
sub-representación femenina a la sobre-representación masculina (Murray, 2014), teniendo entonces
los hombres que demostrar sus habilidades y cualificaciones para la representación política,
justificando su (histórico) lugar en la arena política. Esta innovadora forma de pensar en las cuotas
trae consecuencias positivas: al cambiarse de mujeres a hombres la tarea de demostrar sus
cualidades para la representación, se (a) elimina el mito de la meritocracia que ha permitido a los
hombres beneficiarse históricamente de la “presunción de competencia” y evitar así el escrutinio
político; asimismo, se (b) mejora la calidad de representación para todos los representados, más allá
del género, ya que al abrirse el reclutamiento político a un proceso profundamente competitivo
promovería una verdadera meritocracia y una mejor democracia representativa; y finalmente, un
paso fundamental para eliminar los rastros del patriarcado en los sistemas electorales y la
democracia representativa es reconocer que éste trae perjuicios tanto para mujeres como hombres, y
que las cuotas de género enfocadas en los hombres (c) ofrecen un avance real en pos de una
sociedad verdaderamente meritocracia y equitativa (Murray, 2014).

El impacto de las cuotas de género en el comportamiento electoral

Para comprender el impacto de las cuotas de género en el comportamiento electoral es


interesante el trabajo de Goodin (2004) en donde defiende la importancia de la representación
política de la diversidad. Si pensamos en democracias representativas, la figura de los
representantes es fundamental, siendo estos quienes “hablan” en nombre de los distintos individuos
que forman parte de los grupos sociales de una comunidad política. Sin embargo, en las complejas
sociedades contemporáneas la representación solo funciona bajo ciertas condiciones (Goodin,
2004): (a) debe haber relativamente pocos grupos distintos que requieran representación, es decir
que la heterogeneidad sea reducida; (b) cada uno de esos grupos debe ser relativamente homogéneo
a nivel interno, para que la cantidad de representantes no sea excesiva; y (c) las dimensiones de la
diferencia entre los grupos deben ser relativamente simples, para que no se crucen entre sí de
maneras muy diversas complejizando los electorados necesarios para garantizar la representación.
Estas condiciones buscan restringir a los grupos de pertenencia extremadamente pequeños,
simplificando en lo posible el proceso de representación; sin embargo, a lo largo de la historia han
existido grandes grupos que han tenido problemas para lograr una representación acorde a su peso e
importancia, siendo las mujeres el colectivo clásico que se ha encontrado con este dilema.
Si bien en términos puramente políticos de poder, conseguir representantes legislativos
podría no hacer mucha diferencia, la presencia física de los excluidos es crucial para forzar esa
expansión de perspectivas en el marco de la representación (Goodin, 2004). Aparece entonces con
fuerza la idea de la importancia de la política de la presencia: la interacción con representantes de
los grupos excluidos amplía las perspectivas de los representantes y puede llevar a resultados más
justos y a mayor justicia social. Esta perspectiva se condice con la idea de que las cuotas de género
permiten, al garantizar la representación de las mujeres por mujeres, la introducción de temáticas al
debate legislativo que no pueden ser completamente comprendidas (porque no son experimentadas)
por los representantes masculinos: cuestiones como la brecha salarial, la brecha educativa, la salud
reproductiva, el aborto, licencias por maternidad, etc. son tratadas legislativamente con mayor
profundidad cuando se garantiza la presencia de mujeres en el cuerpo legislativo.

En la actualidad, más de 100 países han incorporado cuotas electorales en sus sistemas de
selección de representantes legislativos, siendo su objetivo aumentar (de manera acelerada) la
representación de los grupos destinatarios de tales cuotas. Uno de los grupos pioneros en recibir
cuotas fueron las mujeres, históricamente relegadas de la arena pública, su progresiva incorporación
a lo largo del siglo XX se ha mostrado por demás lenta siendo las cuotas la herramienta más
adecuada para acelerar (y garantizar) su representación en los cuerpos legislativos. Más allá de los
debates acerca de la utilidad de las cuotas de género y las críticas que tales legislaciones han
recibido respecto de que las mismas socavan la meritocracia en el proceso de selección de
candidatos, una pregunta fundamental para la Ciencia Política es si efectivamente los beneficios que
las cuotas establecen para los grupos destinatarios se sostienen en el tiempo, una vez retiradas las
mismas. Esta pregunta es importante en tanto las cuotas son herramientas electorales temporales,
pensadas para mejorar las posibilidades de ciertos grupos de ingresar y competir en la arena
electoral y en el proceso de representación, hasta que se eliminen las causas que han limitado
históricamente tal participación plena. Dado que las cuotas de género restringen temporalmente las
oportunidades disponibles para los grupos no destinatarios, es fundamental conocer el alcance de las
mismas en el comportamiento electoral.

El trabajo de Bhavnani (2009) intenta responder esta pregunta analizando el caso de las
cuotas de género en la India: la legislación india reserva de manera aleatoria bancas en las
legislaturas locales para que sean ocupadas exclusivamente por mujeres (que son elegidas
democráticamente) en cada elección; lo que observa el investigador es que, una vez retirada la cuota
de género temporal y aleatoria, la probabilidad de que un candidato mujer obtenga nuevamente esa
banca es 5 veces mayor a los casos de las bancas que no fueron afectadas por dicha cuota de
género aleatoria y temporal. La conclusión de la investigación es que las cuotas de género
efectivamente mejoran las posibilidades de que éstas ganen elecciones, incluso después de que se
retiran estas herramientas institucionales que les facilitaron el acceso al cargo. Esta conclusión,
sostiene Bhavnani (2009) trae importantes consecuencias para los estudiosos de la democracia
contemporánea: si bien las cuotas pueden ser criticadas por favorecer la fragmentación de la
política, éstas son herramientas que (a) aseguran una representación más justa de los miembros de
una sociedad, incluso luego de ser eliminadas; y a su vez, si bien las cuotas aceleran un proceso que
para muchos estudiosos debería ser producto de la (lenta) evolución social y cultural, bien
formuladas, (b) son políticas que permiten lograr una representación más justa más rápidamente,
fundamental objetivo de la ciencia política.

Otro enfoque para analizar el impacto de las cuotas de género en el comportamiento


electoral es el trabajo de Murray, Krook y Opello (2012) en donde presentan las diversas
justificaciones que explican por qué los representantes masculinos han estado dispuestos incorporar
legislación de cuotas de género, que impacta en el comportamiento del electorado y pone en riesgo
el statu quo que les daba preeminencia (y control) en los cuerpos legislativos. Diversas
investigaciones explican este fenómeno de distintitas maneras: por (a) incentivos electorales, los
partidos políticos están dispuestos a incorporar cuotas de género cuando las mismas les permiten
captar los votos de las mujeres; por (b) incentivos ideológicos, los partidos apoyan la aprobación de
cuotas de género porque consideran que se condicen con sus principios y valores políticos; o por (c)
motivos estratégicos si es que las cuotas de género les permiten consolidar un control sobre los
rivales al capitalizar el voto femenino. Existe una cuarta alternativa para explicar por qué los
partidos políticos estarían dispuestos a colocar limitantes al comportamiento electoral a través de las
cuotas de género y es desde la perspectiva de la teoría del pragmatismo partidario: Murray (et. al.,
2009) propone que los partidos políticos antes que legisladores individuales, son los actores
responsables de la adopción de cuotas de género; los partidos influyen en el comportamiento de los
legisladores mediante programas políticos determinados y el gobierno y el Parlamento obtienen su
forma a partir de los lineamientos partidarios, con una alta cohesión y altos niveles de lealtad
partidaria al momento de votar.

Otra forma de acercarnos al tema del impacto de las cuotas de género en el comportamiento
electoral es la investigación de Rosen (2011) en donde analiza los efectos de las instituciones
políticas en la representación legislativa de las mujeres a través de un trabajo comparativo en 168
países. En primer lugar, Rosen planeta la importancia del sistema electoral para garantizar la
utilidad de las cuotas de género: es el sistema de representación proporcional el modelo que permite
identificar variaciones en la representación parlamentaria de las mujeres; en contraste con los
sistemas mayoritarios donde los partidos políticos colocan un solo candidato y el incentivo consiste
sólo en apelar al denominador común básico de acuerdo a las preferencias del votante, en los
sistemas de representación proporcional los partidos pueden seleccionar múltiples candidatos
beneficiándose de apelar a una masa de votantes amplia y, así diversificar el comportamiento
electoral. Como ya se ha mencionado, las cuotas de género funcionan como políticas de acción
afirmativa que buscan ayudar a las mujeres a sobreponerse a los obstáculos a su elección (menos
experiencia política dada su tardía incorporación a la arena pública, estereotipos culturales y/o
incumbency). Sin embargo, la legislación sobre cuotas de género suele tener débiles mecanismos de
control y aparecen recurrentes problemas de cumplimiento en la confección de las listas partidarias;
la pregunta entonces es si es beneficioso destinar tiempo y recursos al diseño de legislación de
cuotas de género si el comportamiento electoral es débilmente impactado. La respuesta, para Rosen
(2011), es que independientemente de los problemas de cumplimiento, las cuotas de género son
especialmente importantes en las democracias emergentes (de transición) y/o en sociedades
post-conflicto en tanto las cuotas (a) confieren legitimidad internacional, (b) facilitan los procesos
de pacificación interna al ser herramientas institucionales altamente valoradas y (c) proveen una
oportunidad para los movimiento de mujeres de involucrarse en política nacional y traer a la agenda
legislativa temáticas que suelen ser relegadas por los legisladores masculinos.

Por su parte, el trabajo de Shair-Rosenfield e Hinojosa (2014) explora también los alcances
de la cuota de género en el comportamiento electoral, partiendo de la premisa de que el mayor
problema al que se enfrentan las mujeres que ingresan en la competencia electoral es el prejuicio
acerca de su capacidad para la política y su potencial de elegibilidad, entonces, habiéndose
implementado algún tipo la cuota de género, ¿el sesgo sexista desaparece una vez demostrada su
capacidad política en las próximas elecciones? Si los prejuicios contra las mujeres se deben
realmente a las creencias sobre su "inelegibilidad", las disparidades entre mujeres y hombres
deberían disminuir una vez que logran bancas legislativas. Lo primero que debe observarse es el
proceso de selección de candidatos que realizan los partidos políticos que está, indefectiblemente,
cargado de sesgos; especialmente, el sesgo sexista que juega en contra de las mujeres y que se
justifica en diversas razones: (a) normas tradicionales que ubican a la mujer en el espacio de lo
doméstico exclusivamente, estando entonces menos capacidad para la política; o (b) cuestiones
estratégicas por las que las élites pueden decidir o nominar mujeres candidatas porque perciben que
hacerlo acarrea un costo electoral, esto basado en el prejuicio de que los votantes no prefieren
mujeres (Shair-Rosenfield e Hinojosa, 2014). Esto hace que las mujeres que se nominan, lo hagan
en distritos políticamente débiles o irrelevantes, o sean colocadas en un mandato de ubicación que
difícilmente se materializa en bancas, lo que desanima la participación política de las mujeres y
fortalece la creencia de que no están capacitadas para la arena electoral (moldeando así un
comportamiento electoral sesgado). Ahora bien, si las cuotas de género ayudan a superar estos
prejuicios y limitar este sesgo sexista, ¿qué pasa cuando las mujeres han probado su elegibilidad al
postularse (y ganar) elecciones? Se plantea en este trabajo que la incumbency tiene las mismas
ventajas para los hombres que para las mujeres (incremento del acceso a los medios, red más amplia
de apoyo político, influencia en las nominaciones, oportunidad de repartir bienes y servicios, acceso
a recursos). Sin embargo, lo que identifican Shair-Rosenfield e Hinojosa (2014) en es un doble
efecto para las mujeres: por un lado, la incumbency puede funcionar como una barrera para la
representación femenina ya que como los que poseen cargos suelen ganar las elecciones (en su
mayoría, hombres) se reduce la cantidad de bancas disponibles para los representantes recién
llegados (en su mayoría, mujeres). Por otro lado, las ventajas de la incumbency puede contrarrestar
el sesgo de género en la etapa de nominación en tanto una vez que las mujeres prueban su
elegibilidad al partido político (gracias a las cuotas de género), la decisión estratégica de éste es
sencilla: re-nominar candidatos que (esté demostrado) puedan ganar elecciones,
independientemente del género; asimismo, los electores eligen nuevamente a candidatos que ya se
hayan desempeñado en el cargo, comportamiento no sesgado por el género del nominado.

Por su parte, Gilardi (2015) analiza las cuotas de género como la herramienta que permite la
incorporación de mujeres a la arena política, condición fundamental para reducir la brecha de
representación legislativa entre hombres y mujeres. Gilardi parte de la idea de que una de las
principales razones por las que la brecha de género en la representación política persiste es que las
mujeres presentan menos probabilidades de presentarse a elecciones que los hombres; esta
tendencia es para el autor consecuencia de la falta de modelos a seguir (“role models”) que
funcionen como estímulo para que las mujeres se postulen en elecciones. La idea detrás de la
propuesta de Gilardi es que el fenómeno de la representación es una suerte de círculo virtuoso:
cuantas más mujeres sean electas para cargos públicos, su rol político se vuelve más aceptado y
funcionarán como un estímulo para la ambición política femenina. En este sentido, las cuotas de
género al ser herramientas temporales aceleran el proceso de incorporación de las mujeres a la arena
política y potencian el efecto derrame la representación política femenina (Gilardi, 2015).

En el caso de la investigación de Zettergerg (2009) se analiza el impacto de las cuotas de


género no sólo en la representatividad de las mujeres en el ámbito legislativo, sino el impacto de las
mismas en todas las esferas de la sociedad. De acuerdo con este trabajo, las consecuencias de la
legislación de cuotas de género son más trascendentales que las que afectan a la presencia de
mujeres en la participación de élite, ya que podrían ayudar a empoderar a las mujeres ciudadanas y
romper su subordinación histórica en la vida política. Zettergerg (2009) sostiene que la Ciencia
Política ha puesto énfasis principalmente en el hecho de que las cuotas crean conciencia sobre las
normas y los derechos de género o en las reacciones positivas producto de que las mujeres vean a
otras mujeres en puestos importantes de toma de decisiones; sin embargo, la dinámica detrás de una
posible relación entre las cuotas de género y la participación política de las mujeres ciudadanas ha
sido escasamente elaborada. En este sentido, existirían dos dinámicas: efectos de señal y efectos de
modelo de rol, atendiendo ambos a la forma en que se fomenta la motivación femenina. Para
analizar los efectos de señal, se parte de los llamados efectos interpretativos por los que la política
transmite significados e información a los ciudadanos, ayudándolos a interpretar el mundo y
proporcionándoles argumentos para configurar identidades y preferencias; es así que las cuotas de
género funcionan como un reconocimiento explícito de que el espacio público y la política son tanto
para hombres como mujeres, legitimando el liderazgo político femenino. Para las ciudadanas esto
genera nuevas percepciones de sus roles en la comunidad y de sus identidades políticas,
incrementando los incentivos para participar en la vida pública. En el caso de los efectos de modelo
de rol, las reformas de acción afirmativa, como lo son las cuotas de género, pueden tener un efecto
indirecto en los públicos masivos: a través del incremento de mujeres candidatas y representantes
femeninas se modifican los comportamientos electorales, impulsando a las élites partidarias a
considerar mujeres para las nominaciones en búsqueda de atraer el voto del elector. A su vez,
Zettergerg (2009) lleva los efectos del modelo de rol más allá y toma el ejemplo de Argentina y
América Latina; según el autor, desde que Argentina se convirtió en el primer Estado en aprobar
legislación nacional sobre cuotas de género en 1991, los países latinoamericanos han estado a la
vanguardia del debate sobre cuotas.

Conclusión

Las cuotas de género no son sólo una herramienta para facilitarnos a las mujeres el ingreso a
la arena política de la representación, sino que constituyen una estrategia para corregir una histórica
desestimación de las mujeres como sujetos de representación. Si bien en el último siglo hemos
tenido una progresiva participación en la política, la misma ha revestido de carácter excepcional, a
diferencia de los hombres cuya participación es considerada la normalidad.

Como se ha visto, existen diversas ópticas desde donde analizar la utilidad de las cuotas de
género. Por un lado, desde la importancia en la confección de las listas partidarias, lo que genera
tanto voces a favor como en contra. Las cuotas de género constituyen una estrategia institucional
que busca resolver el problema de la sub-representación de las mujeres en los cuerpos legislativos
de forma artificial, acelerando el proceso de integración de la mujer a la arena política. Sin
embargo, las estrategias políticas para lograr su implementación y las características de su
aplicación varían ampliamente entre los distintos Estados. Esto permite realizar trabajos
comparativos, para poder identificar los mejores modelos de cuotas de género y evaluar si las
mismas están alcanzando su objetivo: garantizar la calidad de la representación en las democracias
contemporáneas. Asimismo, las cuotas de género tienen efectos reales en el comportamiento
electoral. Estas herramientas institucionales que implementadas para acelerar el proceso de
inserción de las mujeres a la arena política permiten influenciar y modificar el comportamiento
electoral, de manera progresiva, pero efectivamente con consecuencias permanentes.

La clave está no sólo en el diseño de la cuota (porcentaje de representación, mandato de


ubicación y mecanismos de control) sino también el de la temporalidad: los cambios sociales,
culturales y políticos no son inmediatos, son procesos largos y arduos pero que tienen que llevarse
adelante para garantizar la representatividad en las democracias del siglo XXI y así, definir nuevas
normalidades en la arena política.

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