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DE LA COMPARECENCIA EN JUICIO
Decíamos que, por regla general, cada parte debe comparecer ante los
tribunales representada por un mandatario que reúna los requisitos que exige la
ley.
El artículo 2º de la Ley Nº 18.120, que establece normas sobre com-
parecencia en juicio y modifica los artículos 4º del Código de Procedi-miento
Civil y 523 del Código Orgánico de Tribunales, 16 señala quiénes pueden ser
mandatarios:
16
Esta ley, que fue publicada en el Diario Oficial Nº 31.267, de 18 de mayo de 1982,
reemplazó las normas sobre comparecencia en juicio que contenía la Ley Orgánica del Colegio de
Abogados (en adelante la denominaremos Ley sobre Comparecencia en Jui-cio).
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El mandato judicial es un contrato solemne que se rige por las reglas generales
del derecho civil y que, además, está reglamentado en el Títu-lo II del Libro I
del Código de Procedimiento Civil. Dice el inciso 1º del artículo 6º de este
último cuerpo legal: “El que comparezca en juicio a nombre de otro, en
desempeño de un mandato o en ejercicio de un cargo que requiera especial
nombramiento, deberá exhibir el título que acredite su representación”.
Se puede admitir la comparecencia al juicio de una persona que obre sin poder
en beneficio de otra, con tal que ofrezca garantía de que el intere-sado aprobará
lo que se haya obrado en su nombre.
El tribunal, para aceptar la representación, debe calificar las circuns-
tancias del caso y la garantía ofrecida y debe fijar un plazo para la ratifi-cación
del interesado.
Si el interesado no ratifica lo obrado dentro del plazo fijado por el tribunal,
todo ello adolece de nulidad y la garantía responde de los perjui-cios causados
a la otra parte.
Siguiendo la regla dada por el artículo 2135 del Código Civil, el Código de
Procedimiento Civil acepta expresamente que el mandatario pueda delegar su
mandato, a menos que se le haya negado esta facultad. Como decimos, es esta
regla sobre delegación del mandato judicial una confir-mación de las normas
que, al respecto, da el Código Civil, al decir: “El mandatario podrá delegar el
encargo si no se le ha prohibido”. Pero hay una diferencia de importancia entre
ambas delegaciones. En conformi-dad al artículo 2136 del Código Civil, la
delegación no autorizada o no ratificada expresa o tácitamente por el mandante
no da derecho a terce-ros contra el mandante por los actos del delegado. De
manera que si el mandante nada dice con respecto a la delegación, no se obliga
con respecto a terceros. En cambio, conforme al Código de Procedimiento
Civil, el mandante no tiene necesidad de autorizar la delegación para que
quede obligado; el procurador, por el solo hecho de delegar el poder, obliga a
su mandante, a menos que se le haya negado la facultad de delegar, en cuyo
caso no podrá nombrar delegado, ni, consecuencial-mente, obligar a su
mandante.
Debemos hacer presente, además, que el delegado no puede dele-gar, a su
vez, el poder. Si lo hiciera, el segundo delegado carecería de representación. Se
ha sentado jurisprudencia en el sentido de que el mandatario puede delegar su
encargo, a menos que se le haya negado esta facultad en su mandato; pero –se
ha dicho– el delegatario no puede subdelegar, a no ser que el mandante lo
hubiere autorizado para ello; de modo que un procurador nombrado por el
delegatario no representa válidamente al mandante.22
22˙˚
Casación de 21 de junio de 1905, Gaceta de los Tribunales de 1905, tomo I, págs. 686 y
687, sentencias 436 y 437; casación de 23 de diciembre de 1905, Gaceta de los Tribunales de 1905,
tomo II, pág. 417, sentencia 1014. Citas hechas por Santiago Lazo, Los Códigos Chilenos
Anotados. Código de Procedimiento Civil, 1918, pág. 37.
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miento Civil, puede exigirse confesión al procurador de las partes sobre hechos
personales de él mismo en el juicio, aun cuando no tenga poder para absolver
posiciones. Para que pueda exigirse al procurador que preste confesión sobre
otros hechos, es necesario que su poderdante le haya conferido la facultad de
absolver posiciones en forma expresa.
d) Facultad de renunciar los recursos o los términos legales. Para analizar
esta facultad debemos hacer un distingo entre la renuncia y el desistimiento de
los recursos legales. Renuncia a un recurso la parte que se compromete a no
interponerlo; se desiste de él la parte que declara su voluntad de abandonarlo
una vez interpuesto. Decíamos anteriormente que para desistirse de un recurso
no se requiere poder especial; se nece-sita de él para renunciar a los recursos
legales y, también, para renunciar a los términos legales.
e) Facultad de transigir. El mandatario no puede celebrar transac-ción
alguna, si no se le ha facultado expresamente para ese objeto. Según el artículo
2446 del Código Civil, la transacción es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente, o preca-ven un litigio eventual. El
Código de Procedimiento Civil no hace sino repetir lo dispuesto en el artículo
2448 del Código Civil, que dice en su inciso 1º: “Todo mandatario necesitará
de poder especial para transigir”. Y agrega el inciso 2º que en este poder deben
especificarse los bienes, derechos y acciones sobre que se quiera transigir. Pero
es natural que si se da poder para litigar en un juicio, con facultad de transigir,
pero sin especificar los bienes, derechos y acciones sobre que haya de recaer la
transacción, está fuera de toda duda que ella habrá de recaer sobre los derechos
discutidos en ese pleito y no en otro.
f) Facultad de comprometer. El compromiso es el acto en virtud del cual
se somete la decisión de un asunto controvertido a un árbitro. Los árbitros son,
pues, los jueces nombrados por las partes, o por la autoridad judicial en
subsidio, para la resolución de un asunto litigioso. En esta forma los define el
artículo 222 del Código Orgánico de Tribu-nales. La facultad de someter a
arbitraje requiere de una estipulación expresa en el mandato judicial.
g) Facultad de otorgar a los árbitros facultades de arbitradores. Sabemos
que los árbitros pueden ser de tres clases: árbitros de derecho, árbitros
arbitradores o árbitros mixtos. El árbitro de derecho falla con arreglo a la ley y
se somete, tanto en la tramitación como en el pronun-ciamiento de la sentencia
definitiva, a las reglas establecidas para los jueces ordinarios, según la
naturaleza de la acción deducida. El árbitro arbitrador falla obedeciendo a lo
que su prudencia y la equidad le dicta-ren y no está obligado a guardar en sus
procedimientos y en su fallo otras reglas que las que las partes hayan
expresado en el acto constitutivo del compromiso, y si éstas nada hubieran
expresado, a las que se estable-cen para este caso en el Código de
Procedimiento Civil. Y por último, árbitro mixto es aquel a quien las partes
hubieren concedido facultades de arbitrador en cuanto al procedimiento, y que
efectúa una aplicación estricta de la ley en el pronunciamiento de la sentencia
definitiva. De
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otro apoderado especial para este efecto. Esta regla la establece el artícu-lo 846
del Código de Procedimiento Civil.
Éstos son los casos que pueden presentarse cuando el ausente ha dejado
constituido procurador en el país. Veamos el caso contrario: una persona
abandona el país, sin dejar apoderado. En esta situación, si se sabe el paradero
del ausente, deberá notificarse a él la demanda, lo que se hará remitiendo al
extranjero el exhorto correspondiente.
Pero si no se sabe el paradero del ausente, habrá que nombrarle un curador
de bienes, en conformidad a los artículos 473 y siguientes del Código Civil y
845 del Código de Procedimiento Civil.