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Cuando los israelitas viajaban por el desierto en camino a la Tierra Prometida, sólo un pueblo se levantó en contra de
Israel: los amalecitas. Ellos atacaron por la retaguardia a los más débiles, pero Dios dio la victoria a Israel (Exo. 17:8-
13). En ese momento, Dios dijo que no olvidaría ese ataque no justificado contra Su pueblo, por lo tanto decretaba
enemistad eterna contra Amalec y su descendencia. En ese momento no los perseguirían para acabar con ellos, pero
llegaría el día en que borrarían su memoria.
(Éxodo 17:14-16) Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: Escribe esto en un libro para que sirva de memorial, y haz saber a
Josué que yo borraré por completo la memoria de Amalec de debajo del cielo. (15) Y edificó Moisés un altar, y le puso por
nombre El SEÑOR es mi Estandarte, (16) y dijo: El SEÑOR lo ha jurado; el SEÑOR hará guerra contra Amalec de generación
en generación.
(Deuteronomio 25:17-19) Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino cuando saliste de Egipto, (18) cómo te salió al
encuentro en el camino, y atacó entre los tuyos a todos los agotados en tu retaguardia cuando tú estabas fatigado y
cansado; y él no temió a Dios. (19) Por tanto, sucederá que cuando el SEÑOR tu Dios te haya dado descanso de todos tus
enemigos alrededor, en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da en heredad para poseerla, borrarás de debajo del cielo la
memoria de Amalec; no lo olvides.
Ninguno de los pueblos de la región se atrevieron a tocar a Israel, porque habían oído de lo que Dios había hecho con
ellos. Todos tuvieron temor de Dios, excepto Amalec.
LLEGÓ EL DÍA
El día de tratar con Amalec llegó cuando Israel tuvo su primer rey. Fue exactamente después que Saúl triunfara sobre sus
enemigos (14:47).
(I Samuel 15:1-3) Samuel dijo a Saúl: El SEÑOR me envió a que te ungiera por rey sobre su pueblo, sobre Israel; ahora
pues, está atento a las palabras del SEÑOR. (2) Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a
Israel, cuando se puso contra él en el camino mientras subía de Egipto. (3) Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por
completo todo lo que tiene, y no te apiades de él; antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a
niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a camellos como a asnos.
Saúl atendió el llamado, y convocó al pueblo para formar un ejército encargado de acabar con los amalecitas.
(I Samuel 15:4-5) Entonces Saúl convocó al pueblo, y los contó en Telaim: doscientos mil soldados de a pie, y diez mil
hombres de Judá. (5) Saúl fue a la ciudad de Amalec y se emboscó en el valle.
Estando a punto de atacar a los amalecitas, Saúl se dio cuenta que había un problema: junto a ellos vivía otro pueblo con
quienes no tenían conflicto. Estos eran los ceneos. Para darles la oportunidad de salvarse, Saúl les envió un mensaje.
(I Samuel 15:6) Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos, descended de entre los amalecitas, para que no os destruya con
ellos; porque vosotros mostrasteis misericordia a todos los hijos de Israel cuando subían de Egipto. Y los ceneos se
apartaron de entre los amalecitas.
Cuando los ceneos se quitaron de en medio, Saúl tuvo el campo abierto para atacar a los amalecitas. Lamentablemente,
no siguió con exactitud las instrucciones que Dios le dio a través del profeta Samuel.
(I Samuel 15:7-9) Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila en dirección a Shur, que está al oriente de
Egipto. (8) Capturó vivo a Agag, rey de los amalecitas, y destruyó por completo a todo el pueblo a filo de
espada. (9) Pero Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, de los bueyes, de los animales
engordados, de los corderos y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir por completo; pero todo lo despreciable y sin
valor lo destruyeron totalmente.
OBEDIENCIA A MEDIAS
Las instrucciones que Dios le había enviado a Saúl habían sido claras: ¡Destruye TODO! Pero no lo hizo así. Saúl se creyó
más justo y más inteligente que Dios…y eso le costó muy caro, como veremos más adelante.
A Dios no se le pasa nada por alto. No podemos complacerlo con una “obediencia a medias”, ya que para Él eso equivale
a desobedecer. Dios vio lo que hizo Saúl, y se lo hizo saber a Samuel.
(I Samuel 15:10-11) Entonces vino la palabra del SEÑOR a Samuel, diciendo: (11) Me pesa haber hecho rey a Saúl, porque
ha dejado de seguirme y no ha cumplido mis mandamientos. Y Samuel se conmovió, y clamó al SEÑOR toda la noche.
Samuel se consternó al oír las palabras de Dios. Preocupado por Saúl, decidió salir a buscarlo. El profeta no sabía los
detalles, pero se fue enterando en el camino.
(I Samuel 15:12) Y se levantó Samuel muy de mañana para ir al encuentro de Saúl; y se le dio aviso a Samuel, diciendo:
Saúl se ha ido a Carmel, y he aquí que ha levantado un monumento para sí, y dando la vuelta, ha seguido adelante
bajando a Gilgal.
Cuando uno cambia el orden de Dios por aquello que uno cree que es mejor, uno termina haciendo un ídolo de uno
mismo. Eso fue lo que le sucedió a Saúl. Se creyó tan “bueno” que edificó un monumento para levantar su nombre.
¡Cómo nos podemos engañar a nosotros mismos! Saúl no creía haber hecho nada malo. Él había cumplido con el 90% de
su misión, pero no reconoció que con haber guardado al rey y a lo elegido del ganado estaba desobedeciendo a Dios.
(I Samuel 15:13-15) Entonces Samuel vino a Saúl, y Saúl le dijo: ¡Bendito seas del SEÑOR! He cumplido el mandamiento del
SEÑOR. (14) Pero Samuel dijo: ¿Qué es este balido de ovejas en mis oídos y el mugido de bueyes que oigo? (15) Y Saúl
respondió: Los han traído de los amalecitas, porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de los bueyes, para
sacrificar al SEÑOR tu Dios; pero lo demás lo destruimos por completo.
Hay un refrán popular que dice: “Es mejor pedir disculpas que pedir permiso”. Éste definitivamente no es un proverbio
bíblico. Pero Saúl se lo creyó. Él no obedeció al pie de la letra la orden de Dios, sino que decidió ser “creativo”. Él pensó
que su idea era mejor que la de Dios, y decidió implementarla, creyendo que si ofrendaba a Dios parte del botín calmaría
la ira divina. Pero las cosas no son así, y Samuel se lo explicó:
(I Samuel 15:16-19) Dijo entonces Samuel a Saúl: Espera, déjame declararte lo que el SEÑOR me dijo anoche. Y él le dijo:
Habla. (17) Y Samuel dijo: ¿No es verdad que aunque eras pequeño a tus propios ojos, fuiste nombrado jefe de las tribus
de Israel y el SEÑOR te ungió rey sobre Israel? (18) Y el SEÑOR te envió en una misión, y dijo: "Ve, y destruye por completo
a los pecadores, los amalecitas, y lucha contra ellos hasta que sean exterminados." (19) ¿Por qué, pues, no obedeciste la
voz del SEÑOR, sino que te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del SEÑOR?
Aún luego de la explicación del profeta, Saúl no se mostró arrepentido. Él todavía creía no haber hecho “nada malo”.
(I Samuel 15:20-21) Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo obedecí la voz del SEÑOR, y fui en la misión a la cual el SEÑOR me
envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido por completo a los amalecitas. (21) Mas el pueblo tomó del botín
ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas dedicadas al anatema, para ofrecer sacrificio al SEÑOR tu Dios en Gilgal.
Lo peor de todo no es que Saúl fuera “creativo”, sino que no reconocía lo malo que había hecho. ¿Cómo puede haber
arrepentimiento si uno no reconoce la falta? “Arrepentirse” en hebreo es “Shuv”, que literalmente significa:
regresar. Pero, si uno cree estar en el lugar indicado, ¿a dónde va a regresar? Saúl se había desviado, pero si él no lo
reconocía, no podría cambiar.
Esta historia nos enseña una gran lección: “Dios quiere OBEDIENCIA, no sacrificios”. A veces creemos que hacemos
grandes cosas por Dios, pero si eso no es lo que Él quiere, entonces la obra es de balde. Esto fue lo que le explicó Samuel
a Saúl.
(I Samuel 15:22-23) Y Samuel dijo: ¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la
voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los
carneros. (23) Porque la rebelión es como pecado de adivinación, y la desobediencia, como iniquidad e idolatría. Por
cuanto has desechado la palabra del SEÑOR, El también te ha desechado para que no seas rey.
David entendió muy bien este concepto, tal como lo vemos en un salmo:
(Salmo 51:16-17) Porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; no te agrada el holocausto. (17) Los
sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
[Otras referencias: Isaías 1:11-17; Jer. 7:22-23; Oseas 6:6; Amos 5:21-24; Miqueas 6:6-8; Mateo 23:23; Hebreos 10:8-9]
En nuestra relación con Dios, el punto de partida debe ser la obediencia. Esa es nuestra porción. Sin obediencia, ¿cómo
podemos mantener una buena relación con Dios? Esto fue lo que aprendió Saúl en ese momento.
Pero Samuel sabía que el arrepentimiento del rey era superficial, y no de fondo. Por lo tanto, él tendría que vivir las
consecuencias de sus actos, las cuales fueron tremendas.
(I Samuel 15:26-29) Pero Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque has desechado la palabra del SEÑOR, y el
SEÑOR te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. (27) Cuando Samuel se volvía para irse, Saúl asió el borde de su
manto, y éste se rasgó. (28) Entonces Samuel le dijo: Hoy el SEÑOR ha arrancado de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un
prójimo tuyo que es mejor que tú. (29) También la Gloria de Israel no mentirá ni cambiará su propósito, porque El no es
hombre para que cambie de propósito.
Después de esto, se hizo evidente que el arrepentimiento de Saúl no era genuino. La realidad es que no se arrepintió,
sino que lo que quería era “no quedar mal” delante del pueblo. En síntesis, le importó más la opinión del pueblo que lo
que Dios pensara de él.
(I Samuel 15:30) Y Saúl dijo: He pecado, pero te ruego que me honres ahora delante de los ancianos de mi pueblo y
delante de Israel y que regreses conmigo para que yo adore al SEÑOR tu Dios.
Nótese que Saúl dijo “tu” Dios, como si no fuera de él sino sólo de Samuel. Saúl hizo el show para impresionar al
pueblo. Samuel regresó porque todavía tenía una misión que cumplir:
(I Samuel 15:31-33) Volvió Samuel tras Saúl, y Saúl adoró al SEÑOR. (32) Entonces Samuel dijo: Traedme a Agag, rey de
los amalecitas. Y Agag vino a él alegremente. Y Agag dijo: Ciertamente, la amargura de la muerte ha pasado ya. (33) Pero
Samuel dijo: Como tu espada ha dejado a las mujeres sin hijos, así también tu madre será sin hijo entre las mujeres. Y
Samuel despedazó a Agag delante del SEÑOR en Gilgal.
A partir de este momento, el profeta Samuel se desligó por completo del rey Saúl. Fue un día triste. Ahí comenzó la caída
de Saúl.
(I Samuel 15:34-35) Luego Samuel se fue a Ramá, pero Saúl subió a su casa en Guibeá de Saúl. (35) Samuel no vio más a
Saúl hasta el día de su muerte. Y Samuel lloraba por Saúl, pues el SEÑOR se había arrepentido de haber puesto a Saúl por
rey sobre Israel.
COMO IDOLATRÍA
En esta lección, hay algo que no quiero dejar sin comentar. En el versículo 23, el profeta compara la rebelión y la
desobediencia con la adivinación, la idolatría y la iniquidad.
(I Samuel 15:23) Porque la rebelión es como pecado de adivinación, y la desobediencia, como iniquidad e idolatría. Por
cuanto has desechado la palabra del SEÑOR, El también te ha desechado para que no seas rey.
¿Por qué hace esta comparación? A simple vista, parecería que una cosa no tiene nada que ver con la otra. Sin embargo,
la esencia es la misma.
Cuando un pagano busca a un dios falso, no lo hace con el afán de buscar la “voluntad” de su ídolo. Más bien, lo busca
para que éste le haga un favor y cumpla el deseo del adorador. De la misma forma, el rebelde y desobediente no busca
cuál es la voluntad de Dios, sino que presiona para hacer su propia voluntad. En esto se asemeja a un idólatra o a un
hechicero.
DIOS QUIERE OBEDIENCIA, NO SACRIFICIOS.
Vemos en el texto que Dios le dio una orden al rey Saul: Destruye a Amalec y todo lo que tiene, es decir que el rey Saul tenia que
erradicar por completo al pueblo de Amalec. (vs 2-3)
Tenemos que comprender que Israel era el instrumento de Dios tanto para bendición de las naciones y también para ejecutar sus
juicios a las naciones idolatras y pecadoras.
Vemos que efectivamente Saul destruyo a Amalec, pero no por completo, (vs 7-9) Saul y el pueblo dejaron con vida al rey Agag y no
destruyeron lo mejor de las ovejas y del ganado de Amalec, DESOBEDECIENDO LA ORDEN QUE DIOS LES DIO.
REFLEXION PERSONAL: ¿QUE PUEDE REPRESENTAR AMALEC EN NUESTRA VIDA? Para responder esta pregunta tenemos que
reconocer:¿Qué cosas nos ha ordenado Dios a cada uno de nosotros que eliminemos de nuestra vida por completo?
Amalec puede ser el resentimiento que guardamos en contra de alguien de nuestra propia familia.
Amalec pueden ser actos de corrupción que hacemos en oculto en nuestros empleos o en nuestras empresas.
AHORA VEAMOS ALGUNAS LECCIONES QUE PODEMOS TOMAR PARA NUESTRA VIDA CUANDO DIOS CONFRONTO AL REY SAUL
Dios sabía que Saul había desobedecido su palabra, y le pesaba en su corazón haberlo puesto por rey.
No debemos pensar que podemos ser desobedientes a nuestro Dios y el no se dará cuenta o simplemente no le importará, y que
simplemente Dios dirá ¡no hay problema!
Tenemos que recordar que Dios es Rey y Señor de nuestra vida y tenemos que obedecer su palabra.
Primeramente, Saul trato de ocultar frente al profeta Samuel su desobediencia diciendo que había cumplido la palabra de Jehová,
pero en realidad no la había cumplido a cabalidad.
Muchos cristianos al igual que Saul tratamos de ocultar nuestra desobediencia delante de los hombres, aparentando una buena vida
cristiana, aparentando ser buenos servidores de la iglesia, aparentando ser buenos adoradores, pero Dios conoce la verdad de nuestro
corazón.
Tenemos que reconocer que es imposible tratar de ocultar o tapar nuestra desobediencia, tarde o temprano siempre saldrá a la luz,
así como los validos de las ovejas y los bramidos de las vacas (vs 14)
Saul también trato de justificar su desobediencia culpando al pueblo (vs 15) muchas veces tratamos de justificar nuestra
desobediencia señalando a otros como lo hizo Saul, señalando a nuestros amigos, señalando a nuestro cónyuge, señalando a nuestros
padres, etc. Pero tenemos que reconocer que la obediencia a Dios es una decisión personal.
DIOS QUIERE PRIMERO NUESTRA OBEDIENCIA ANTES QUE NUESTROS SACRIFICIOS (VS 18-23)
El argumento que el rey Saul uso para justificar por qué había desobedecido no matando a las ovejas y al ganado de Amalec fue que el
pueblo lo había guardado para ofrecer sacrificios a Jehová (vs 21)
Pero Samuel le dio una enseñanza espiritual a Saul que todos nosotros debemos aprender muy bien en nuestra vida cristiana: Dios
quiere nuestra obediencia antes que nuestros sacrificios (vs 22)
Muchos cristianos podríamos decir al igual que el rey Saul: Es verdad aun no he cortado mi relación de adulterio, pero yo gano almas
todos los domingos a mi Señor, es verdad que no he dejado el alcoholismo o la pornografía, pero yo diezmo todos los meses, etc.
Somos desechados por Dios (vs 23) No significa ser desechados de la salvación, desechado significa: NO ser tomado en cuenta, lo que
Dios tenia para nosotros, el se lo dará a otro.
Somos destruidos por el pecado (2 Samuel 1:5-10) ¿Quién le quito la vida a Saul? ¡Un Amalecita! Esto nos enseña que: O erradicamos
el pecado en nosotros, o el pecado nos destruirá a nosotros
El deleite de Dios en la obediencia
¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del SEÑOR? He aquí, el obedecer
es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros. Porque la rebelión es como pecado de
adivinación, y la desobediencia, como iniquidad e idolatría. Por cuanto has desechado la palabra del SEÑOR, El también te
ha desechado para que no seas rey.
Durante las últimas dos semanas hemos enfatizado las buenas noticias de que Dios es un manantial de montaña y no un
abrevadero. Las buenas noticias son que la desbordante abundancia de DIOS es magnificada y NUESTROS anhelos son
satisfechos en los actos sencillos de estar sedientos y de beber.
Cuando le damos la espalda a todo el burbujeo de los refrescos embotellados del mundo y nos arrodillamos ante el
manantial de agua viviente de Dios, lo honramos, lo glorificamos y lo enaltecemos como la fuente del deleite eterno. Y en
el mero acto de enaltecerlo nos satisfacemos porque ésta es el agua de la cual debemos vivir.
Estas son las mejores noticias en el mundo entero: Que Dios es el tipo de Dios cuyo fervor de glorificar su nombre se
expresa plenamente en el acto que satisface los anhelos de mi corazón. Esto quiere decir que cuando estoy más sediento,
más desesperado y más necesitado de auxilio, puedo alentar a mi alma no sólo con la verdad de que existe un impulso
misericordioso en el corazón de Dios sino también con la verdad de que la fuente y el poder de ese impulso es el fervor de
Dios de actuar por el bien de su propio nombre.
Puedo orar con los salmistas: “Oh Señor, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande”. (25:11)
“Ayúdanos Oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu
nombre.” (79:9) “Por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás.” (31:3)
Hemos visto que precisamente porque Dios ama la gloria de su nombre, también se deleita en aquellos que tienen
esperanza en su amor y en aquellos que expresan esa esperanza en sus oraciones. Hace dos semanas dijimos que cuando
ustedes esperan en Dios, lo glorifican como la fuente de dicha profunda y duradera. La semana pasada dijimos que
cuando las personas justas oran, están expresando la esperanza de la glorificación de Dios. Y hoy vamos a dar un paso más
adelante y decir que la obediencia a Dios hace visible esa esperanza de la glorificación de Dios y comprueba que es real en
nuestras vidas.
Nuestro texto es 1 Samuel 15:22: “¿Se complace el SEÑOR tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la
voz del SEÑOR?” La respuesta es claro que NO. El Señor se deleita mucho más en la obediencia que en el desempeño de
cultos sin ella.
Hay dos preguntas que quiero que esta mañana ustedes traten de contestar:
Acuérdate de lo que te hizo Amalec en el camino cuando saliste de Egipto, cómo te salió al encuentro en el camino, y
atacó entre los tuyos a todos los agotados en tu retaguardia cuando tú estabas fatigado y cansado; y él no temió a Dios.
Por tanto, sucederá que cuando el SEÑOR tu Dios te haya dado descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra
que el SEÑOR tu Dios te da en heredad para poseerla, borrarás de debajo del cielo la memoria de Amalec; no lo olvides.
El Papel de Saúl en la Ejecución de la Condena
Finalmente, la iniquidad de Amalec y su pueblo es completa y el Señor manda a Saúl, el primer rey de Israel, que ejecute
la condena contra Amalec y su pueblo. Se da la orden en 1 Samuel 15:2-3
Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Yo castigaré a Amalec por lo que hizo a Israel, cuando se puso contra él en el camino
mientras subía de Egipto. Ve ahora, y ataca a Amalec, y destruye por completo todo lo que tiene, y no te apiades de él;
antes bien, da muerte tanto a hombres como a mujeres, a niños como a niños de pecho, a bueyes como a ovejas, a
camellos como a asnos."
Así que Saúl reunió a su ejército y atacó la ciudad de Amalec. Advirtió a los ceneos que se fueran si querían salvar sus
vidas (v.6). Y despúes derrotó a los amalecitas desde Havila en dirección a Shur, que está al oriente de Egipto.
Pero Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, de los bueyes, de los animales engordados, de los
corderos y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir por completo; pero todo lo despreciable y sin valor lo destruyeron
totalmente.
El Señor vio esta desobediencia y se arrepintió de haber hecho rey a Saúl (v.11). Sólo un comentario breve acerca del
“arrepentimiento” divino.
Así que Samuel fue a Saúl, y (en v.13) Saúl le dijo: “¡Bendito seas del SEÑOR! He cumplido el mandamiento del SEÑOR."
Samuel pregunta (en v.14) qué significa el sonido de balido de ovejas y mugido de bueyes si Saúl realmente destruyó todo
como Dios dijo.
Entonces (en v.15) Saúl le echa la culpa al pueblo: “Los han traído de los amalecitas, porque el pueblo perdonó lo mejor
de las ovejas..." Pero nada que diga Saúl va a servir ahora. Él ha desobedecido el mandamiento del Señor y lo admite
finalmente en el versículo 24: “He pecado; en verdad he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras…”
Ahora nuestra primera pregunta es ésta: ¿Por qué está Dios tan disgustado con la desobediencia? O de una manera
positiva, ¿por qué se deleita tanto Dios en la obediencia?
Yo veo por lo menos cinco razones en este relato por qué odia Dios la desobediencia y se deleita en la obediencia. Las voy
a mencionar en el orden de la más leve hasta la más seria, según mi criterio:
¿Por qué obedeció Saúl al pueblo en vez de Dios? Porque le tuvo temor al pueblo en vez de a Dios. Él le tuvo más temor a
las consecuencias humanas de la desobediencia que a las consecuencias divinas del pecado. Él le tuvo más temor al
disgusto del pueblo que al disgusto de Dios. Y eso es un insulto enorme para Dios. Samuel le dijo dos veces a Saúl y al
pueblo en el 12:14 y 24: “Solamente temed al SEÑOR y servidle en verdad con todo vuestro corazón”. Pero ahora el
mismo líder ha temido al hombre y se ha desviado de seguir a Dios (1 Samuel 15:11).
2. La Desobediencia Demuestra Deleite Puesto en el Lugar Equivocado
Saúl trató de persuadir a Samuel de que fue una intención noble la que lo llevó a desobedecer a Dios y mantener vivas a
las mejores ovejas y bueyes. (v. 21). Él dijo que querían sacrificarlos al Señor en Gilgal. Pero el Señor le había dado
discernimiento a Samuel en cuanto al motivo verdadero de Saúl y el pueblo. Vemos tal en sus palabras en el versículo 19:
¿Por qué, pues, no obedeciste la voz del Señor; sino que te lanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del
SEÑOR?
Se lanzaron sobre el despojo como aves hambrientas ávidos de llenar sus barrigas. La palabra “lanzar” se usó en 14:32
para describir como el pueblo se lanzó sobre el despojo cuando fueron derrotados los filisteos. Dice: “Entonces el pueblo
se lanzó sobre el despojo, y tomó ovejas, bueyes y becerros y los mataron en el suelo; y el pueblo los comió con la
sangre".
Cuando dice Samuel en 15:19: “¿Por qué, pues, no obedeciste la voz del SEÑOR, sino que te lanzaste sobre el botín e
hiciste lo malo ante los ojos del SEÑOR?" está insinuando que el pueblo fue impulsado por un deseo excesivo por los
deleites de toda esa carne. (Recuerden, aquellos que sacrifican se pueden comer la carne). Su deleite estaba puesto en el
lugar equivocado. Debería haber sido en Dios. Pero ellos se deleitaron más en la carne de las ovejas y los bueyes que en la
sonrisa y confraternidad de Dios. Esto, por supuesto, es una gran ofensa para Dios y por lo tanto muy desagradable en su
vista.
Samuel dijo: ¿No es verdad que aunque eras pequeño a tus propios ojos, fuiste nombrado jefe de las tribus de Israel y el
SEÑOR te ungió rey sobre Israel? Y el SEÑOR te envió en una misión, y dijo, "Ve, y destruye por completo a los pecadores,
los amalecitas, y lucha contra ellos hasta que sean exterminados." ¿Por qué, pues, no obedeciste la voz del Señor?
Anteriormente en 9:21, Saúl estaba azorado que Dios lo había escogido para ser rey sobre Israel cuando el era de la tribu
mas pequeña, la tribu de Benjamin, y su familia era de las menos importantes de la tribu. ¡Y debería de haber estado
azorado! Si el quería honor, debería de haber estado azorado y satisfecho con el honor que Dios le había otorgado. Este
es el punto de Samuel en el versículo 17: ¿por qué estas impulsado por un deseo por la gloria humana cuando, de hecho,
se te ha otorgado el privilegio glorioso de ser el jefe de las tribus de Israel y el rey ungido de la gente de Dios?
Pero Saúl no estaba conforme con la gloria de Dios y el honor de ser su rey elegido. Él quería su propia gloria y su propia
alabanza. Y el camino sumiso de la obediencia no ofrece ese tipo de alabanza y gloria. Así que él hizo las cosas a su
manera.
(22b) He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros. (23) Porque la
rebelión es como pecado de adivinación.
Dios había puesto la adivinación en la misma categoría con las cosas horribles que el odia en Deuteronomio 18:10.
No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni hechicería, o
sea agorero, o hechicero, o encantador, o médium, o espiritista, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que
hace estas cosas es abominable al SEÑOR.
¿Por qué son la rebeldía y la desobediencia como el pecado de adivinación? La adivinación es buscar conocimiento de
cómo proceder de una manera que ignora la palabra y el consejo de Dios. Y esa es exactamente la base de la
desobediencia. Dios dice una cosa y nosotros decimos, yo creo que consultaré otra fuente de sabiduría--es decir, ¿qué? ¡A
MÍ MISMO! La desobediencia de la palabra de Dios pone a mi propia sabiduría en el lugar de Dios y por lo tanto, ofende a
Dios que es la única fuente confiable de sabiduría.
5. La Desobediencia es Idolatría
Esto es lo que dice Samuel en la primera mitad del versículo 23:
Así que es evidente que Dios estará disgustado con la desobediencia porque a cada paso es un ataque a su gloria.
Ahora nos tornamos a la segunda pregunta que planteamos al principio: ¿Son éstas buenas noticias? ¿Son buenas noticias
saber que Dios se deleita en la obediencia o es una carga más?
¿SON BUENAS NOTICIAS QUE DIOS SE DELEITA EN LA OBEDIENCIA?
Yo creo que son buenas noticias. Y hay por lo menos seis razones porque lo creo. Sólo tenemos tiempo para mencionarlas
brevemente.
Ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el SEÑOR tu Dios, sino que temas al SEÑOR tu Dios, que andes en todos sus caminos,
que le ames y que sirvas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y que guardes los mandamientos del
SEÑOR y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?
6. La Obediencia que Dios Ama es la Obediencia de Fe
Y finalmente, es buena noticia el deleite de Dios en la obediencia porque Él ama la obediencia de fe. Y fe quiere decir
guardar nuestra esperanza en la misericordia de Dios. Y la misericordia quiere decir que nuestra obediencia no tiene que
ser perfecta, sólo tiene que ser penitente. “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos los
pecados y para limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Dios sigue siendo un manantial de montaña y no un abrevadero. La obediencia no es una serie de procesos para satisfacer
su necesidad, la obediencia son los esfuerzos incontenibles de aquellos que han probado esa agua viviente y han visto que
el Señor es bueno.
3. Jehová se aparece a Jacob. El pacto de Dios con Jacob.
Nacimiento de Jacob.
(1 Crónicas 1:34) "Abraham engendró a Isaac, y los hijos de Isaac fueron Esaú e Israel."
(Romanos 9:10-12) "10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro
padre
11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),
12 se le dijo: El mayor servirá al menor."