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emocionalidad en
la empresa
Grupos y
Liderazgo
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Nueva emocionalidad en la
empresa: construcción de
confianza
Estuvimos viendo inicialmente qué sucedía con las organizaciones que
dábamos en llamar tradicionales. Decíamos que en estas predominan
algunas dinámicas de funcionamiento que, ante determinados cambios a
nivel mundial, parecen no estar dando respuestas (o, por lo menos, las
respuestas esperadas: maximización de las utilidades, por ejemplo).
Modelo impositivo.
o Se sustenta en la autoridad formal.
o Es coercitivo.
Figura de autoridad: gerente o capataz.
Estructura jerárquica y vertical.
Descansa en la emocionalidad del miedo.
o El poder del miedo.
o El error: gran enemigo del desempeño.
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que la persona pude saber, desaprovechando así sus competencias en el
presente. Por otro lado, son todos mecanismos sostenidos en el miedo.
El miedo, como emoción, posee cualidades que hacen que nos preparemos
para determinadas situaciones (peligro, o lo que percibimos como tal),
pero también nos limita muy hondamente para otras. De este modo es
como escuchamos actualmente que se necesitan nuevos mecanismos de
regulación, y que estos requieren sustentarse en una emoción diferente,
en la confianza.
Echeverría (2009) nos dice al respecto: “Si confío que mi maestro sabe, le
otorgaré autoridad. Si, por el contrario, pierdo esa confianza y descubro
que realmente no sabe lo que decía saber, dejaré de conferirle esa
autoridad” (p. 51). El criterio legítimo para otorgarlo o revocarlo descansa
en la confianza.
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La búsqueda de confianza es, si se nos permite, inherente al ser humano.
Estamos buscando esa emoción que nos es propia. E. Erikson mencionaba
que la confianza es uno de los primeros registros que tenemos los seres
humanos, y se construye en la relación con la madre (o aquellos que
fungen como tal). Desde el nacimiento empieza a construirse esta
confianza y, de acuerdo con cómo sea esa construcción, irá fluctuando
entre el confiar o el desconfiar (en nosotros mismos y en otros).
Podríamos decir que, si pensamos “mi jefa no sabe lo que hace y solo
intenta imponer su opinión sin escucharnos”, aparecería una emoción de
desconfianza, y detrás de ella los juicios que la sostienen: “esta no sabe
nada”; “es inútil”; “solo sabe imponer porque es la única forma que cree
que le servirá para infundir respeto”, etcétera. Nuestras acciones, en
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consecuencia, irán en la misma línea y si “sé que ella no sabe”,
seguramente no podremos seguir lineamientos ni escucharla, o también
puede que obedezcamos deseando que sea un error para demostrar que
está equivocada.
La empresa del futuro será el espacio por excelencia para canalizar buena
parte de la capacidad de transformación de los seres humanos.
La sinceridad.
La competencia.
La responsabilidad.
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También necesitamos poseer distinciones concretas, es decir,
competencias acerca de lo que se nos pide; de pronto, no podemos pedirle
a un psicólogo que nos haga un Balance Contable, dado que él no tiene
competencias en esa área, ni viceversa: pedir una sesión psicológica a un
contador… ¿te imaginas el escenario? La competencia, el ser competentes,
también nos hace confiables: “Confío en que tú puedes resolver tal o cual
cosa, dado que posees la competencia para hacerlo”.
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confianza, porque estamos todos juntos ante la meta, el objetivo. La regla
es: “con otros, vender más”. La solidaridad aparece como elemento clave.
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conocimiento no se encuentra sólo en la capacidad de
acción individual de sus miembros, aunque éste es sin duda
un aspecto importante. Dicho conocimiento se encuentra
también en la estructura. Lo encontramos en sus
tecnologías, sus prácticas de trabajo conjunto y en sus
procesos. (P. 63).
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Encontramos organizaciones que profesan determinados valores, formas
de hacer las cosas, etcétera, y en sus páginas web aparecen estatutos con
estos deseos escritos, plasmados como conversaciones públicas que van
dirigidas a, por ejemplo, clientes. Se dice, entonces, “nuestro valor es el
compromiso y la calidad” o “nuestros productos tienen los mejores
estándares”. El cliente confía, compra, usa y el producto no es todo lo
prometido, sino que, al contrario, es deficiente. El cliente tenderá a
generar desconfianza hacia tales marcas basado en los incumplimientos y
atentados contra la confianza mediante la mentira o el ocultamiento. Hacia
adentro de la organización, puede pasar lo mismo. Decimos “nuestro valor,
la gente”, y después encontramos que no se participa, se desvaloriza, no se
cuida a la gente, no hay estrategias para la cohesión interna ni procesos de
motivación, etcétera. Esto llevará seguramente a que la gente que trabaja
en tal lugar vaya a desconfiar de lo que se dice públicamente y a encontrar
todos los argumentos en los hechos que la organización demuestra para
sostener la desconfianza.
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Referencias
Echeverría, R. (2009). Ontología del lenguaje. Buenos Aires, AR: Granica.