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Soy consciente de que voy a hablar de un

tema con la suficiente dosis de irracionalidad,


como para que se me pueda malinterpretar con
facilidad. Sólo me queda la esperanza de que la
gente que ha trabajado conmigo no me malin-
terprete. Con eso me conformo.
Para intentar reducir ese riesgo en lo po-
sible, me gustaría empezar acotando un par de
conceptos que pudieran servir de marco al
selección resto de las cosas que voy a decir luego.
Vamos a hablar de la selección en los
en los Museos museos y en eso, p o r una parte, está implícito el
concepto de l o que sea profesión y p o r o t r a
parte el concepto de l o que sea museo. En fun-
ción de l o que se entienda p o r estas dos cosas,

ANTONIO LIMI~N DELGADO-la verdad es que lo que uno pueda pensar so-
bre la selección de personal para trabajar en los
Museo Artes y Tradiciones Populares.
museos-, puede cambiar bastante. Por eso me
Sevilla
interesa aunque sea de forma breve, definir que
entiendo yo en concreto p o r ambas cosas.
El concepto profesión para las ciencias
sociales entra dentro de esa categoría científica
que Elisabet Bot definió como roles relocionales.
Pero la verdad es que y o n o conozco diatriva
escrita más fuerte contra las profesiones que la
que escribió el viejo Unamuno. Unamuno pen-
saba que las profesiones son una suerte de em-
pobrecimiento humano, de visión tarada de la
realidad.
Cuando me ha tocado estudiar este con-
cepto desde un punto de vista antropológico, he
Museo N," 1, 1996: 103- 1 17
Museo
La Selección en los Museos
Antonio Limón Delgado

terminado pensando de forma parecida a Una- tas. Cuando uno confronta su conciencia profe-
muno. A veces tomarse la profesión demasiado sional con l o que las superestructuras esperan
en serio y confundirla con la vida, es una manera de uno, generalmente se convierte en el princi-
de convertirse en un idiota, hablando mal y pal autocrítico de su profesión. Intenta entonces
pronto. miles de artimañas para cambiarla, para amol-
La profesión es a la fuerza una perspec- darla, para hacer que aquello no sea a la fuerza
tiva entre otras muchas, pero una perspectiva l o que esperan los demás de uno, sino l o que
sesgada p o r intereses muy concretos. Unos in- congenie más con la propia conciencia.
tereses que p o r l o menos son e n una gran Este es u n concepto de profesión un
parte, sociales, porque en el fondo, como todos poco antisocial pero encierra tambikn, tal como
los roles, las profesiones n o son más que expec- l o entiendo, la única posibilidad de que las profe-
tativas sociales: l o que esperan los demás de no- siones evolucionen a costa de las preocupacio-
sotros. Se espera que el profesional funcione nes individuales. El acomodarse perfectamente a
como una especie de resorte. Si se espera de él la expectativa social, marcada a veces p o r la le-
que cure un enfermo, que defienda a un delin- gislación que vomita la superestructura, n o es
cuente, o que disponga unos objetos en las vitri- más que un modo de fosilizarse en determina-
nas de un museo, se espera también que eso l o dos estados de desarrollo profesional para n o
haga de un modo predeterminado, automático, moverse de ellos pase l o que pase.
cuasi perfecto. Se trata de preservar un sistema En este caso vamos a hablar de una pro-
de sanidad social basado en que se cumpla a ra- fesión, la de Conservador de Museos, que tiene
jatabla l o que se espera de cada profesional. En un nombre ya de entrada viciado. U n nombre
ese sentido, las estructuras más alambicadas de que se ha quedado sin contenido, que histórica-
la sociedad, las que han solido llamarse superes- mente ha significado algo, pero que hoy en su
tructuras, y sobre t o d o el Estado, espera que las etimología significa relativamente poco en rela-
profesiones funcionen como resortes perfectos. ción con los museos. Una inadecuación de este
El orden social de alguna manera requiere y pre- tipo la he conocido personalmente p o r m i dedi-
tende que esos resortes sean semi automáticos. cación a la Etnología. España y otros países,
Sin embargo, si uno no se resigna a hacer c o m o Alemania, m a n t u v o d u r a n t e m u c h o
suyo ese concepto de la profesión. ni a hacer tiempo el término Etnología para referirse a l o
coincidir con eHa su vida, l o corriente es que se que en el mundo anglosajón se llamaba Antro-
le planteen una serie de contradicciones moles- pología Cultural. Es verdad que desde el mo-
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mento en que se reconoce teóricamente que forma muy precisa a los conceptos que pre-
n o hay una coincidencia entre raza y cultura, el tende acotar, o muchas veces desconcierta a los
termino Etnología, desde el punto de vista eti- que por primera vez se acercan a un determi-
mológico, quedó sin sentido. Sin embargo, se si- nado ámbito profesional. D e ahí que aunque es-
guió utilizando durante mucho tiempo. temos de acuerdo en dar muy poca importancia
Eso mismo vuelve a pasar con el termino a la nomenclatura entre la gente que nos dedi-
Conservador. En origen, todos sabemos que el camos a una misma cosa, sin embargo no debe-
matiz en el que se hizo más hincapié dentro de mos olvidar que para los que vienen a mirarnos
las funciones de los museos, fue el de conservar desde fuera es una cuestión de ci,erta importan-
los objetos, conservar un determinado patrimo- cia cuando intentan entender con claridad a qué
nio, etc. Sin embargo, hoy se espera algo más de nos dedicamos. A veces una nomenclatura pro-
los conservadores de museos que la simple con- fesional farragosa, mal definida, equívoca, y mal
servación de los objetos que custodian. Se consolidada, ahuyenta a los que vienen de fuera,
puede mantener el término conservador, como que terminan pensando en esa profesión como
se ha hecho en muchos países, siendo conscien- en una especie de galimatías sin sentido.
tes de que hoy tiene un contenido muy distinto, Creo que con las reservas que he hecho
como ha pasado durante muchos años, con el sobre el concepto de profesión no se me pedirá
termino Etnología, o bien se puede cambiar por una defensa demasiado enardecida de ese te-
otro más acorde con su contenido actual. rreno.
El tema de la nomenclatura parece una En el caso del concepto Museo que era
cuestión de segunda fila pero de hecho no l o es. el otro extremo que me interesaba definir bre-
Para los profesionales es intrascendente porque vemente en esta introducción, se trata de un
entre nosotros sabemos lo que hace cada uno, asunto que ha cambiado de manera notable en
nos llamemos, conservadores, museólogos, mu- los últimos a6os.A mi me parece que ese cam-
seógrafos, comunicadores, o como nos Ilame- bio no ha sido suficientemente percibido por
mos. Sin embargo, tiene mucha importancia nuestro entorno social. N o hemos sabido trans-
desde el punto de vista didáctico. Quiero decir mitirlo al entorno social tal vez porque no he-
que cuando se empieza a aprender qué es esto mos tenido suficientes medios para hacerlo, o
de la museología, lo primero con que tropieza el porque no hemos trabajado demasiado en este
que se acerca a ella, es con la nomenclatura. O sentido. En cada caso puede deberse a cosas
esa nomenclatura es clara y hace relación de muy distintas, pero hay algunas cuestiones per-
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niciosas que a m i m e parece que están en la Pero esa falsa historia, además, está e n
base d e p o r qué n o ha habido esa percepción los temarios d e las oposiciones a museos, lo que
p o r p a r t e d e la sociedad d e l cambio d e con- quiere decir que la hemos hecho nosotros. No
cepto que se ha operado e n el ámbito d e los es que nos la hayan hecho o t r o s c o n fines más o
museos. menos malévolos. Somos nosotros los que n o
U n o de los factores que lastra y retrasa nos hemos dado suficiente cuenta de que una
la posibilidad d e la percepción d e ese cambio, es cosa es que utilicemos el mismo material que la
el m o d o en que se ha entendido la historia d e afición coleccionista tan viva e n t o d a la cultura
los museos. Frecuentemente se reclama c o m o occidental, m u y bien conocida p o r lo m e n o s
antecedentes d e los museos el coleccionismo, desde el mundo romano. y o t r a cosa bien dis-
los gabinetes d e antigüedades, etc.A m i m e pa- tinta es que en la actualidad, la función social del
rece que justamente eso n o tiene nada que ver museo tenga algo que ver c o n aquello.
c o n la esencia d e los museos. Si definimos el Somos n o s o t r o s quienes hemos recla-
museo c o m o un interpretador cultural que m a d o c o m o historia d e los museos esos antece-
tiene la finalidad d e identificar al ciudadano c o n dentes basados e n lo raro, en lo escaso, en lo
su patrimonio, y darle acceso a él, d e intentar caro, e n lo antiguo y en lo bello; y esos supues-
que l o entienda c o m o propio, c o m o algo suyo, t o s antecedentes son los que siempre han es-
pues la verdad es que eso tiene bastante p o c o tado bajo t o d o coleccionismo. Aunque c o n fre-
que ver desde el p u n t o d e vista funcional c o n el cuencia esos atributos están presentes e n las
coleccionismo. O t r a cosa es que dé la casuali- colecciones museológicas, n o se usan precisa-
dad d e que para cumplir su función social, los mente para los mismos fines que p r o m o v i ó y
museos deban también manejar colecciones. El promueve el coleccionismo. Es c i e r t o que mu-
aprecio funcional que se hace desde el p u n t o de chas veces, las colecciones d e los museos se han
vista conceptual d e esas colecciones p o r parte formado c o n los mismos criterios que han utili-
d e u n coleccionista y p o r parte de u n museó- zado los coleccionistas, p e r o hoy el concepto d e
logo, n o tienen absolutamente nada que ver en- museo tiene p o c o que ver c o n esos criterios
t r e sí. Por tanto se ha estado contando una falsa c o n que se formaron sus colecciones. Decía an-
historia d e los museos desde m i p u n t o de vista, tes.que incluso en el caso de los fenómenos que
incluso cuando se t o m a c o m o antecedente más se producen durante el siglo X V l l l c o n la aper-
p r ó x i m o d e ellos, la apertura al público de las t u r a d e las Colecciones Reales resulta inútil bus-
Colecciones Reales. car la esencia d e nuestra idea actual d e museo.
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Una cosa es que las realezas europeas quisieran de interpretación cultural que recontextuali-
mostrar al publico las riquezas que habían acu- zando los objetos, procure la identificación del
mulado, con fines más o menos ilustrados o des- ciudadano con su patrimonio cultural. Antes de
p ó t i c o ~ según
, se mire, y otra que tuvieran la la década de los años diez o veinte de este siglo,
provisoria intención de que los ciudadanos se no aparece en Europa algo parecido a esto. Hay
identificaran con ese tipo de patrimonio y lo antes, eso sí, intuiciones aisladas, no todas preci-
sintieran como suyo. samente relacionadas con el mundo de los mu-
Creo en resumen que el concepto de seos, pero en pocas se aprecia con claridad que
museo, es extraordinariamente imberbe. Tal haya esa intencionalidad. La manifestación pú-
como hoy lo entendemos, es cosa recientísima. blica con ecos colectivos de esa intencionalidad
Todo lo o t r o puede ser antecedente de la es- no cave buscarla en la historia de los Museos
tructura material de los museos: los edificios más allá de las primeras décadas de este siglo.
que se hicieron o habilitaron para albergar las Entendiendo así la historia de los mu-
Colecciones Reales, las colecciones que se for- seos, uno se explica porqué ahora mismo n o
maron luego como resultado de sucesos muy tienen una funci6n social demasiado relevante.
variados, en el caso español, la Desamortización, Las expectativas sociales sobre nuestra profe-
en el caso francés, los despojos de la Revolu- sión, ese resorte que, como decía antes, esperan
ción; las expediciones científicas del XVlll y el los ciudadanos de nosotros, está extraordinaria-
XIX, las donaciones de mecenas e investigado- mente poco acomodado a lo que podría ser el
res, todos ellos son antecedentes materiales contenido social de una disciplina que en gran
pero no conceptuales de lo que hoy entende- parte está aun sin sistematizar.
mos por museo. Hay más cosas que han influido en que
Contemos a partir de ahora con un poco este panorama que estoy pintando, siga teniendo
de más veracidad la historia de los museos y no vigencia.Tal vez uno de los factores que más han
sigamos insistiendo en que esos son nuestros contribuido a mantenerlo, es que hayamos se-
verdaderos antecedentes, cuando en realidad, ha guido insistiendo en que la conservación de las
sido precisamente en una sorda lucha contra colecciones es extraordinariamente importante.
ellos como se ha pergeñado el concepto actual Cuidado, no quiero decir que no lo sea, quiero
de museo. En esos cacareados antecedentes no decir que, no es precisamente la finalidad pri-
hay intencionalidad clara de ninguna pedagogía mordial de los museos, sino una de sus funcio-
pública, no hay tampoco ninguna intencionalidad nes mediáticas. O t r o factor que nos ha favore-
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cid0 muy poco ha sido también el carácter alea- Hay luego, ya hechas estas precisiones, al-
t o r i o e incluso pintoresco de la formación histó- gunas otras cosas que son causas más próximas
rica de las colecciones con que hemos intenta- y directas de la situación de nuestra profesión.
mos ejercer la museología. Las colecciones n o se Entre ellas, una, que es al fin y al cabo de la que
han formado con la idea de cumplir la finalidad hemos venido a hablar aquí: la selección del per-
social expresada, sino que en la mayor parte de sonal de los museos.
los casos nos las hemos encontrado hechas por Por cierto, que este título de La selección
circunstancias extramuseológicas. Raro es el «en)) (las comillas son mías) los museos, que le
conservador que pueda decir: he procurado han puesto los organizadores. se presta al equí-

reunir esta colección con la finalidad de ejercer voco, porque da la impresión de que la selección
se hace «en» los museos. En los museos n o se
un determinado t i p o de pedagogía pública, de
hace ninguna selección de su personal. nos la ha-
modo que, voy a intentar ofrecer con ella una in-
cen fuera. Los museos intervienen mínimamente
terpretación cultural que haga entender a los
en esa selección. Es un titulo un poco equívoco.
ciudadanos que estas cosas están relacionadas
«La selección para los museos)) hubiera sido
con su propia vida o con los antecedentes de
más apropiado.
ella. No. Se han topado con colecciones aventa-
Pero en fin, querría decir antes que nada,
das p o r los sucesos más variados; en el caso de
que en estos asuntos de la selección del perso-
los museos provinciales, como hemos dicho an-
nal anda siempre rondando la propia organiza-
tes, p o r la desamortización. y han tenido que
ción de los museos. Una profesión es capaz de
apechar con ellas. Sencillamente, la mayor parte
delimitar bien sus funciones cuando las faenas a
de las veces n o eran colecciones adecuadas para
las que se dedica están bien delimitadas. En el
dar ningún mensaje de identificación patrimo- caso de los museos, esas delimitaciones funcio-
nial, salvo que con ellas se quisiera explicar ma- nales han sido debilísimas. Si echamos un vistazo
chaconamente la paradoja de cómo un rey, al pa- a l o que la administración política suele llamar
recer tan piadoso c o m o el rey d e Nápoles, organización de los museos, la verdad es que nos
queriendo combatir el poder fáctico de la Igle- encontramos con una truculenta sorpresa. La ley
sia, terminó llenándonos los museos de sant0s.Y del Patrimonio Histórico del año 85 dice tex-
sin embargo, eso es l o que hay. tualmente en su disposición transitoria segunda
Algo ha contribuido esto a que esta profe- l o siguiente: «En el plazo de un año (...) el Go-
sión y la función de los museos, n o sean aún sufi- bierno (...) dictará el Reglamento de organiza-
cientemente entendidas por nuestra sociedad. ción, funcionamiento y Personal (las mayúsculas
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son mías) de los Archivos, Bibliotecas y Museos específica.Tal como yo l o he visto en este o t r o
de titularidad estatal (...)» .Tal reglamento apare- terreno, significó un paso de gigante en la insti-
ció, para los museos algunos años después y en tución de la disciplina. Ese paso n o garantiza
él n o hay modo de encontrar una sola palabra nunca que se sepa más. N o nos engañemos: el
referente al personal de los museos, a sus cate- paso del rubicón administrativo que permite de-
gorías laborales, a los requisitos para su forma- cir. ya hay especialidad académica, no sube nota-
ción o a su selección. Después de 10 años aún blemente la sabiduría del personal que se am-
n o se ha cumplido que yo sepa, l o que manda la para bajo esa etiqueta, pero si pone las bases
ley del año 85. A partir de esto, a nadie podrá para que empiecen a desarrollarse y a acumu-
extrañar que el perfil profesional de las perso- larse los conocimientos de una disciplina. La es-
nas que trabajan en los museos esté un poco pecialidad con título específico no es más que
desdibujado. Las propias funciones de los mu- un modo para que esté claro dentro de qué li-
seos, n o están bien delimitadas, porque a su vez mites se va a mover una determinada profesión
n o hay una práctica cotidiana y normalizada de y p o r tanto. es la base para que n o se desmade-
un ejercicio profesional que dé contenido a jen demasiado sus esfuerzos y los concentre en
esas funciones. una determinada dirección de acción social.
Pero p o r o t r o lado, esta indefinición
Si en el caso de los Museos estamos en
tiene una confluencia malévola con la falta de
una situaci6n parecida a la que tuvieron los an-
una titulación específica para cumplir esas fun-
tropólogos, hace 20 años, tal vez sea porque los
ciones. Está claro. que l o que generalmente hace
antropólogos a pesar de las diferencias de for-
mas daño a una profesión, entendida como ex-
mación y dedicación que tenemos, confluimos al
pectativa social. como decía antes, es que n o se
menos en ciertos aspectos formales a la hora de
sepa bien qué hay que aprender para ejercerla, y
aunar esfuerzos para reivindicar el reconoci-
encima, que ni siquiera tenga el refrendo social
que al menos otorga ese papel al que suelen Ila- miento académico de la especialidad. Sin em-

mar «título». Esto me ha tocado conocerlo tam- bargo, n o sé si hay suficientes elementos de
bién, desde el terreno de la Antropología, por- coincidencia como para que una estrategia co-
que la gente que nos hemos acercado a ella, mún parecida pueda establecerse entre la gente
antes de que hubiera especialidad en España, he- que hoy trabaja en los museos. N o sé si podría-
mos andado peregrinando p o r otras especialida- mos hacer una defensa clara, precisa, concreta y
des, o saliendo fuera, hasta que se ha conseguido bien guiada de nuestra actividad profesional, de
instituir en una serie de Facultades la titulación esto que llamamos museología, hasta conseguir
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una implantación académica adecuada. N o sé si pocas cosas hay tanta confluencia internacional
hay suficiente consenso, si se confluye l o sufi- c o m o e n la d e f i n i c i ó n auspiciada p o r la
ciente, tanto en el modo de concebir los mu- UNESCO?
seos, como en el modo de concebir la profe- Pues porque la definición internacional
sión, c o m o para q u e se pueda d e c i r q u e que se ha hecho de los museos, y de eso somos
estamos trabajando todos en la misma direc- también bastante culpables, n o es más que una
ción.Yo sospecho que no.Todos queremos tener yuxtaposición de funciones que n o las articula
una titulación especifica. Hasta ahí estamos de sino que solo las acumula, las junta. Los museos,
acuerdo. iCuál deba ser su contenido y de qué conservan, investigan, exponen, etc. Se agolpan
nivel? esto ya es harina de o t r o costal. Creo unas tras otra las funciones que debe cumplir el
además, que reconocer sin complejos esas difi- museo. y n o es que n o sean pertinentes todas
cultades de confluencia es el único camino para ellas, sino que para articularlas es necesario de-
comenzar a afrontarlas. cir primero cual de ellas es la función principal y
Parece que deberíamos concentrar nues- cuales otras sirven a esa función principal, o l o
tros esfuerzos en resolver p o r un lado la falta que es lo mismo, qué otras funciones supedita-
de una definición clara de las funciones del mu- das a ella, deben ejercerse para que sea posible
seo y de su personal y por o t r o lado, la falta de la principal.
un perfil profesional concreto, avalado por una Si nosotros declaramos c o m o función
titulación académica específica. iPor dónde em- principal la interpretación cultural destinada a la
pezar?Ambas cosas son como la pescadilla que identificación del público con su patrimonio, evi-
se muerde la cola. Por cualquiera de los dos la- dentemente, conservar esas colecciones, restau-
dos hay salida. Una articulación clara de las fun- rarlas, exponerlas, etc deberá estar dirigido a
ciones del museo, empezaría a hacer ver que que sea posible la función principal.
hace falta unos profesionales muy concretos, o Una gran parte de los desenfoques que
bien, unas titulaciones muy concretas que se di- hoy se producen en los museos, en los departa-
rigieran a formar al personal para el ejercicio de mentos de investigación, de pedagogía, de docu-
esas funciones, llevaría a la necesidad de estruc- mentación, cuando parece que n o están traba-
turarlas adecuadamente. Cualquiera de las dos jando para una idea conjunta que los articule,
cosas podría dar resultados satisfactorios. sino cada uno por su cuenta. se debe a que n o
iPorqué digo que n o hay una definición se ha insistido lo suficiente, ni siquiera desde la
clara de las funciones de los museos cuando en definición de museos, en que hay una finalidad
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principal y luego una supeditación de funciones nera un poco borregil, y perdónenme el tér-
para que esa finalidad sea posible. Ahora cabe mino, por los países europeos en general, n o es
replicar: es que todas esas funciones son impor- adecuada. Está enajenando y desenfocando l o
tantes y deben desarrollarse de m o d o armó- que se espera de los museos. L o que se espera
nico. Esto es p o r ejemplo, si n o se conservan de los museos n o es que sea igual la conserva-
previamente las piezas de una colección mal po- ción. que la exposición, que la difusión, no, no,
dremos exponerlas y llegar a interpretación cul- no. L o que se espera de los museos es que di-
tural alguna. Muy bien. El argumento que se ha fundan una determinada interpretación cultural,
empleado es parecido al de la prioridad de la se- de un determinado contenido, y si para eso hay
milla sobre la carne de una fruta.Viene a decir: que hacer armoniosamente el resto de las co-
mire, el hueso, la semilla de una fruta «es» antes sas: conservar, difundir, exponer. .. pues hágase.
que su carne, luego es tan importante o más Pero dígase de una vez por todas, que l o princi-
que la carne, jno?. Luego antes «es» conservar pal es eso otro.
los objetos y luego enseñarlos a la gente, sea Estos son algunos de los factores que for-
con la finalidad que sea. Ahora bien, desde el man el marco que se nos ofrece para seleccionar
punto de vista de la sucesión material o del de- a los profesionales de museos: un concepto de
sarrollo de un fenómeno, que una cosa «sea» o museo poco claro, una historia de los museos
suceda antes que otra, no quiere decir que la medio espúrea, una nomenclatura profesional fa-
más importante sea la que sucede antes. Quiere rragosa, una indefinición legal acusada del perso-
sólo decir que es imprescindible que suceda an- nal que debe trabajar en ellos, una falta absoluta
tes, pero no que sea desde el punto de vista fun- de titulación académica específica, una falta de
cional, la más importante. Si lo más importante organización clara de sus funciones y una defini-
es el hueso de la ciruela pues, comamos el ción internacional de los museos que contribuye
hueso y tiremos la carne, porque si n o hubiera sutilmente a que se mantenga la confusión.
hueso no habría ciruela. A veces l o último, la Con este panorama la verdad es que, no
función última que se cumple consumado el se puede esperar mucho de los modos de selec-
proceso que debe suceder antes, es l o verdade- ción del personal de los museos. La verdad es
ramente importante. que los sistema actuales de selección, en razón
Pero digamos de una vez por todas que de algunas de las causas que he venido descri-
la definición de museos que hizo el ICOM, tan biendo, son bastante aleatorios. D e eso todos
en boga en los años 70 que fue seguida de ma- somos conscientes. Es más, me atrevería a decir
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que si hemos llegado a saber algo sobre los mu- leccionando al personal de los museos de una
seos la gente que trabajamos en ellos, se debe manera pintoresca, p o r emplear un término
más a la práctica diaria de nuestro trabajo que a suave, y también a que no se difunda un con-
las exigencias del modo de selección a que he- cepto moderno del museo, se deriva de una
mos sido sometidos. suerte de inercia administrativa y tal vez tam-
iQuién mantiene ese estado de cosas? bién, profesional. Administrativa en mayor
Pues, en el caso'de España, donde los museos de grado porque esa inercia ha sido guiada y tute-
cierta envergadura. salvo excepciones, son mu- lada por la propia administración pública.
seos públicos, la propia administración pública. Pongamos un caso. Cuando se usa el tér-
Pero cuidado, la administracit~npública lo man- mino investigación en los museos, hay siempre
tiene porque no hay una presión profesional lo una confusión de a qué investigación se refiere
suficientemente fuerte y organizada como para tal término. Comúnmente se refiere a investiga-
hacerle modificar sus criterios. N o echemos la ción temática, a la investigación sobre una deter-
pelota fuera. La administración pública. tiende a minada especialidad cuyo ámbito está más o me-
ser el receptáculo de los deseos de sus usua- nos relacionado con los objetos que forman las
rios. Eso sí, retarda esos deseos porque como colecciones de los museos. Pero raramente ese
toda estructura cultural orientada a asegurar la termino se refiere a investigación museológica,
reproducción del tejido social, es retardataria y es decir, a la investigación que estudia el modo
procura que las cosas no se muevan de su es- de hacer interpretaciones culturales utilizando el
tado.Ahora bien, los responsables de que no ha- lenguaje visual de los objetos museológicos o las
yamos sabido hacerle cambiar sus criterios en relaciones que existen entre esas interpretacio-
muchos de los temas de los que acabamos de nes culturales y la estimulación que produce la
hablar, somos nosotros. Puede decirse que hay exposición de un museo en sus visitantes. Esto
quien lo ha intentado, e incluso que algo se ha no se investiga en los museos. Se investiga sobre
hecho. Si, pero no lo hemos conseguido. N o he- romano, flamenco, bantú, rococó, música o
mos tenido ni la suficiente fuerza, ni la suficiente prehistoria. Pero no sobre el modo de relacionar
organización, ni hemos sido tal vez, el número el objeto convertido en símbolo, con el visitante.
de profesionales suficientes como para hacer Naturalmente, estoy hablando con carácter muy
cambiar esos criterios a la administracit~n. general. N o quiere decir que no haya quien haya
Creo que uno de los problemas más se- percibido la necesidad de esa otra investigación,
rios y que más ha contribuido a que se siga se- de hecho hay unos cuantos trabajos aislados,
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pero solventes, que atestiguan la inexactitud de vestigación temática hay en ellos y qué poca in-
mis afirmaciones. Pero pónganlos Vds. al lado de vestigación museológica. N o nos rasguemos las
los otros trabajos de investigación temática so- vestiduras ahora ante lo que hemos cultivado y
bre las colecciones, verán qué diferencia. Resulta fomentado. Para investigar sin llegar a transfor-
que la investigación museológica que debería uti- mar lo que se investiga en lenguaje museológico,
lizar en su provecho la investigación temática ya están la Universidad y otras instituciones pa-
realizada en los museos, es suplantada por esta ralelas. Para hacer investigación museológica
última. Por esta razón las interpretaciones cultu- sólo están los museos y, o la hacen, o serán su-
rales que proporciona esta clase de investiga- plantados en su función por quienes tienen otras
ción, casi nunca son comprensibles para los visi- cosas que hacer.
tantes de un museo. N o es que la investigación Vayamos al grano, la organización me ad-
temática no sea importante, la paradoja es que vierte que solo me quedan cinco minutos. C o n
termina sustituyendo a la investigación museoló- todo lo que llevamos dicho se comprenderá que
gica que le da sentido dentro de los museos. D e el tema de la selección del personal de los mu-
eso también somos responsables nosotros. seos, n o se resuelve en una discusión sobre si
Ahora bien, cuando llega el momento de la se- hay que optar por funcionarios o por laborales.
lección, todos invocamos el sagrado papel inves- El tema de la relación laboral con el Estado, en
tigador de los museos, recogido por cierto en la el caso particular de nuestro país donde los mu-
ley de 1985, como quien enarbola un irredento seos son del estado o mayoritariamente paga-
estandarte. Pero qué investigación reclamamos dos con dinero público, cosa que parece olvi-
jla que se hace en la Universidad o en el Con- darse con frecuencia, n o es precisamente el
sejo? la que elabora interpretaciones culturales tema esencial, pues lo cierto es que la Constitu-
para especialistas o siVds. me apuran, divulgacio- ción Española, manda a la administración civil
nes para lectores aficionados, o jacaso reclama- que se nutra de funcionarios. Sobre esto cabe
mos la investigación que intenta hacer llegar esas poca discusión. N o creo que optar por una u
interpretaciones a los visitantes de los museos otra formula de relación laboral resuelva nada.
utilizando un lenguaje principalmente visual, ba- Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenien-
sado en la recontextualización simbólica de los tes. La formula funcionarial, ofrece en teoría,
objetos de sus colecciones? Léanse los curricula mayores garantías de estabilidad, de seguridad
de los conservadores cuando había curriculum en jurídica, de independencia profesional frente a
las oposiciones de museos, y se verá cuánta in- los avatares de la administración política. Por
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otra parte enseña a veces, la cara no muy agra- 3" Constituyendo tribunales en que la ma-
dable del corporativismo, que no parece que sea yoría de sus miembros no pueden ser de la pro-
precisamente el caso de los que trabajamos en fesión a que se van a dedicar los que opositan,

los museos del Estado, cuando hasta hace falta 4". Convirtiendo la dirección de los mu-
asociaciones profesionales para intentar agru- seos no en cargos, sino en plazas (hay una sutil
pero notable diferencia) de libre designación,
parnos...o reconfortarnos, según se mire.
que pueden ser ocupadas incluso p o r personas
La clave no está en la formula de relación
que no sean conservadores de museos,
laboral. Está en una formación adecuada que
5". Haciendo caso omiso de la ley del Pa-
luego sea objeto en el interior de los museos de
trimonio Histórico que incluye entre las funciones
un proceso práctico de aprendizaje, de un cursus
de los museos, la investigación, ni siquiera reco-
honorum que permita recorrer con normalidad noce que su personal se seleccione con criterios
las distintas escalas de la profesión. parecidos al de otras instituciones similares, como
Los dos fallos principales de las antiguas lo ratifica la no inclusión de los museos entre las
oposiciones de seis ejercicios que hicimos quie- instituciones acogidas a la ley de la Ciencia.
nes ya tenemos algunos años, se hallaba pri- Ante tan alagüeña perspectiva no me ex-
mero, en el desequilibrio que había entre los traña que los profesionales de los museos ter-
ejercicios de museología: uno sólo y raquítico, minen sufriendo de lo que aquellos modernísi-

frente a los otros dirigidos a examinar la prepa- m o s p o s t m o d e r n o s l l a m a r o n «crisis de

ración temática, más o menos especializada, de identidad».Ya incluso empezaría a resultar difícil
saber qué somos. Por eso para terminar y a
los opositores y, el segundo, se hallaba en la ar-
modo de resumen, me gustaría proponer sólo
bitrariedad a veces manifiesta, de los tribunales.
seis cosas que a l o mejor pudieran servir de
La Administración, en lugar de haberse
contrapeso a tanto desconcierto.
esforzado en corregir esos dos defectos, ha res-
I". Es necesario una nueva articulación y
pondido a través de la ley de la Función Pública:
renovación del concepto de museos. Creo que
I O. Eliminando la valoración del curriculum, todos debemos intentar insistir en esto, porque
2". Reduciendo los ejercicios a la mínima m e parece una de las más hondas raíces de
expresión y comenzándolos p o r una prueba nuestras desventuras. Por l o profundamente
«objetiva» no baremada que sin embargo, se co- que anda soterrada y p o r su cariz teórico, no se
rrige como si estuviera baremada. deja ver fácilmente y termina apareciendo en
Museo
La Selección en los Museos
Antonio Limón Delgado

forma de muy variadas flores: desde una defini- que incluyan materias de introducción y funda-
ción mostrenca aunque internacional de los mu- mentos de esta disciplina.
seos, hasta esa dejadez de caer en aceptar que la Aunque cada formula tiene sus ventajas y
investigación temática en los museos pueda ser sus inconvenientes, personalmente me inclino
una inquilina que se hace la loca para no quedar por la formula del tercer ciclo y me conformaría
supeditada de alguna manera, a las reglas de la sólo con tres asignaturas especificas en la licen-
casa que la cobija. ciatura, una de introducción situada en el primer
2". La titulación museológica que de res- ciclo y dos en el segundo ciclo: una de historia
paldo social a los conocimientos museológicos, de la materia y otra de exposición general de su
debería ser una titulación de tercer ciclo. Creo contenido. Desde las licenciaturas que tuvieran
que hace falta primero especializarse en una ma- ese perfil como mínimo, podría accederse a los
teria determinada y luego aprender cómo desde niveles de ayudante y de conservador de base,
esos conocimientos de una determinada mate- mientras el tercer ciclo de museología debería
ria se puede construir un discurso que con un exigirse para el acceso a los encargos de seccio-
soporte eminentemente objetual, ponga en ma- nes y a las direcciones de los museos.
nos de los ciudadanos interpretaciones cultura- 3". La selección y organización interna
les que le ayuden a valorar, conocer e identifi- del personal de los museos, mejoraría si par-
carse con su patrimonio. tiendo de tres escalas profesionales, (ayudantes,
A parte del tercer ciclo universitario, hay conservadores-base y conservadores encarga-
otras formulas académicas, como el master, no dos de sección) además de un acceso directo
dependiente de los programas de los Departa- adecuado a las dos primeras escalas,se promo-
mentos de una Facultad sino de los Rectorados viera un desarrollo que por concurso interno,
de cada Universidad, o bien una enseñanza de fuera recorriendo las tres escalas, de manera
postgrado programada por el ministerio de Cul- que la selección se hiciera con más participación
tura y concertada con el de Educación. Podría- del interior del museo que del exterior del mu-
mos discutir sobre la idoneidad de una formula seo, y más sobre los conocimientos prácticos
u otra pero parece claro que la enseñanza de la adquiridos y el trabajo desarrollado que sobre
museología debe situarse en el terreno de los conocimientos exclusivamente teóricos, como
estudios de postgrado, lo que no está reñido ocurre ahora.
con que distintas especialidades universitarias Eso garantizaría además que esa falta de
ofrezcan programas de primer y segundo ciclo práctica que habitualmente se esgrime como
Museo
La Selección en los Museos
Antonio Limón Delgddo

una de las más graves carencias del personal que y de otros poderes fácticos que como tales,
entra por primera vez a trabajar en los museos, a operan de modo mafioso en el fondo más os-
veces incluso directamente en plazas de la escala curo de los entresijos oficiales.
más alta, fuera resolviéndose paulatinamente. 5".Creo también que hoy p o r hoy, la es-
4". Los museos deben tomar la iniciativa tructura de la organización y gestión de los mu-
en la organización de cursos de formación in- seos es un grave obstáculo para que se pro-
terna para sus propios técnicos, aprovechando duzca un desarrollo adecuado de la conciencia
la infraestructura de que disponen. Este me pa- de sus profesionales. La gestión es poco trans-
rece el único modo efectivo para elevar el nivel parente y sobre todo poco participativa. En los
profesional de los que ya andamos dentro de casos de los museos en que empieza a haber un
este mundo, olvidándonos de por qué tortuosos número de personal apreciable, se concede a

procedimientos de selección ha entrado cada este personal poca iniciativa y responsabilidad.

uno en él. Las dificultades con que seguramente Las decisiones se toman basándolas demasiado
en un concepto de autoridad de la dirección de
toparemos en este terreno serán por un lado, la
los museos, que a m i no me parece francamente
escasez de personal bien formado en que apo-
el más adecuado para incorporar y articular
yarse y por otro, una infraestructura en general
bajo un proyecto común tanto el aprendizaje
deficiente.Aun así creo que hay que aprovechar
como el trabajo cotidiano en los museos.
al máximo lo que tenemos si queremos salir de
En ese sentido creo, que los museos po-
este confortable callejón a que nos hemos de-
drían optar por fórmulas parecidas a las que se
jado conducir ingenuamente. A pesar de todo,
han ideado para organizar los departamentos
una buena organización de estancias de técnicos
universitarios, eliminando algunos aspectos de-
en los museos mejor organizados. al modo en
magógicos poco edificantes: una dirección ele-
que l o llevan haciendo desde hace más de 30
gida de entre los técnicos p o r ellos mismos y
años países como Francia en sus museos nacio- por un determinado período. Eso permitiría que
nales, revitalizaría el interés por mejorar los co- un Consejo de Dirección, como los que ya se
nocimientos y mitigaría las estrechas perspecti- han prefigurado en algunos Museos Nacionales,
vas o la resignación con que frecuentemente se fuera el núcleo que articulara e hiciera mucho
trabaja en los museos más modestos. más participativo el trabajo de los profesionales
M e t e m o que los mayores obstáculos de los museos. La formula obligaría a la dirección
con que se encontrarán las iniciativas de este a arbitrar y armonizar las propuestas y opiniones
tipo vendrá de la propia administración política de los técnicos en torno a un proyecto común
Museo
La Selección en los Museos
Antonio Limón Delgado

que aunque surgiese en principio como pro- La falta de autonomia afecta no sólo a
puesta de la dirección, debería ser discutido, per- cuestiones de administración económica, sino, lo
filado y adaptado a los recursos de cada museo que es más grave, a decisiones y a iniciativas que
hasta ser aceptado p o r la mayoria del Consejo
deberían quedan razonablemente dentro de la
de Dirección. Esto me parece que revitalizaría la
esfera de la dirección de los museos: un acuerdo
vida en los museos y daría nuevas perspectivas
de colaboración con un Departamento universi-
conceptuales al trabajo que se realiza en ellos.
6". Es necesaria una razonable autonomía tario, el reconocimiento de personalidad jurídica

de gestión en los museos. El modo habitual de ad- para hacer la petición de un proyecto de investi-
ministrarlos es muchas veces completamente su- gación, la firma de un convenio para publicar un
brealista. Cuando uno lo cuenta se arriesga a que catálogo con una entidad privada, o la venta al
nadie se lo crea. Entre el organismo autónomo público de sus propias publicaciones, están veda-
con caja fija o pagadora y el museo de provincia
dos a la inmensa mayoria de los museos públi-
que hasta para arreglar una cisterna de un retrete
cos. Cuando la dirección de un museo se em-
necesita montar un expediente para que alguien
peña en emprender alguna iniciativa de este
pague tan modesta reparación fuera del museo, en
estilo, termina perdiéndose en vericuetos que
otra instancia administrativa, hay un vacío pavo-
roso. N o hay formulas intermedias flexibles que acaban requiriendo la firma de directores gene-

agilicen la gestión administrativa diaria. En la ma- rales, consejeros o incluso ministros.


yor parte de los casos, el escaso personal técnico N o se trata sólo por tanto, de una imposi-
de que disponen los museos medianos y peque- bilidad de gestionar el dinero con criterios razo-
ños pierde el tiempo miserablemente haciendo nables y ágiles, sino que esa falta de autonomia se
papeles que en ocasiones valen más ellos mismos,
extiende a los terrenos más elementales y genui-
que el monto de la justificación que soportan.
nos de la gestión profesional de la museología.
Lo indignante es descubrir que esas fór-
Y nada más, lamento haberme salido de
mulas administrativas intermedias existen en la
m i tiempo, y no haber podido tratar otra serie
ley del Estado, pero nunca han sido aplicadas al
caso particular de los museos públicos sea p o r de asuntos también seguramente importantes,

ignorancia o sea p o r incuria de nuestra adminis- que rondan este terreno de la selección del per-
tración política. sonal de los museos. Muchas gracias.

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