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CAPÍTULO 1

LA IDEOLOGÍA COMO COSIFICACIÓN EN GEORG LUKÁCS

Introducción

El difícil problema de la burocratización y fetichización de las relaciones


sociales planteado por Weber y Marx es reasumido por Georg Lukács en La
cosificación y la conciencia del proletariado a partir de la hipótesis siguiente: la
estructura de la mercancía y la ley del valor se han generalizado hasta tal punto en el
mundo moderno que “no hay ningún problema de este estadio evolutivo de la
humanidad que no remita en última instancia a dicha cuestión” 1. El problema de la
mercancía se ha convertido en el “problema estructural central de la sociedad
capitalista en todas sus manifestaciones vitales”, porque la “estructura de la relación
mercantil [es] el prototipo de todas las formas de objetividad y de todas las
correspondientes formas de subjetividad que se dan en la sociedad burguesa”2. No se
trata de un problema económico ni de un problema psicológico o subjetivo. La
cuestión que enfrenta Lukács es la de la alienación generalizada, la extensión de la
naturaleza alienada a ‘todas las manifestaciones vitales’ tanto objetivas como
subjetivas3.
En resumen: la obra busca señalar los problemas ideológicos del capitalismo
que resultan del carácter de fetiche de la mercancía o, lo que es lo mismo, que
resultan de la alienación en sus aspectos tanto objetivos como subjetivos.

I. El fenómeno de la cosificación

1. Los antecedentes teóricos en Marx y Weber

Dando por supuestos los análisis de Marx, el objetivo de Lukács es “señalar


los problemas fundamentales que resultan del carácter de fetiche de la mercancía
como forma de objetividad y del comportamiento subjetivo correspondiente”4. Se
trata de problemas específicos de la modernidad, donde el trabajo mercantil y su
estructura [forma de la mercancía] dominan la vida entera de la sociedad. El trabajo

1
Lukács, G.: Historia y conciencia de clase, traducción de Manuel Sacristán, Editorial Sarpe, 1984, 2
volúmenes, impreso en España, tomo II, p.7.
2
Lukács, G.: 1984, II, p. 7.
“La reificación [...] es la categoría fundamental de la totalidad capitalista, es decir, la representación
que permite aprehender el carácter homogéneo de sus momentos subjetivos y objetivos (de las formas
de conciencia y del ente), su movilidad y estructura dialéctica, su carácter histórico pasajero y su
superación” (Riu, F.: Historia y totalidad. El concepto de reificación en Lukács, Monte Avila Editores,
Caracas, 1968, p. 9).
El ambiente epistemológico de la época está representado en particular por la escuela neokantiana y la
escuela histórica alemana con la presencia decisiva de Max Weber. La obra tiene un propósito
abiertamente anti-neokantiano.
3
Lukács restringe el problema a la ‘sociedad capitalista’ o a la ‘sociedad burguesa’ (excluyendo la so-
ciedad socialista, la que habría estado en camino de superar la alienación), aunque, desde nuestra
perspectiva, esta delimitación resulta arbitraria. Lukács piensa la generalización de la lógica de la ley
del valor desde el optimismo y la esperanza originados en el triunfo de la revolución bolchevique, en
la que encuentra una confirmación de los análisis de Marx, los que predecían la superación necesaria
del sistema capitalista.
4
Lukács, G.: 1984, II, 2, p. 8.
igual, medible, abstracto, comparable es consecuencia y presupuesto del
capitalismo5. La alienación no se define por su aspecto cuantitativo, sino por el
cualitativo: no son diferentes grados de mercantilización en una misma sociedad,
sino sociedades diferentes. La forma mercancía es constitutiva cuando penetra todas
las manifestaciones vitales6, y sólo llega a ser concebible como tal ‘categoría
universal’ en la sociedad moderna capitalista.
Del análisis de Marx en el primer capítulo de El capital se sigue que el
hombre se enfrenta con su propia actividad como con una cosa independiente, ajena,
objetiva, sujeta a leyes que lo dominan7: a. Objetivamente: surge el mercado con
leyes autónomas, que se imponen a los hombres. b. Subjetivamente: el hombre
individual tiene que considerar su fuerza de trabajo como una mercancía. La forma
mercancía llega a ser la categoría social que influye en la forma de la objetividad
tanto de los objetos como de los sujetos, y en su relación con la naturaleza y con los
otros hombres.
Por su parte, Weber había mostrado que el desarrollo del proceso de trabajo
conlleva una mayor racionalización8. El principio de la racionalización se basa en la
calculabilidad, y supone transformaciones tanto (a) en el objeto (fractura del pro-
ducto, y la consecuente especialización de los trabajos parciales), como (b) en el
sujeto (desgarramiento del sujeto, que está inserto en un proceso mecánico
autónomo que lo somete a sus leyes). El trabajo pierde así su carácter activo, para
convertirse en una actitud contemplativa (resignación ante la imposibilidad de alterar
las leyes el proceso mecánico). Paralelamente, el tiempo pierde su carácter
cualitativo, mutable, fluyente; “cristaliza en un continuo lleno de ‘cosas’
exactamente delimitadas, cuantitativamente medibles (que son los ‘rendimientos’ del
trabajador, dosificados, mecánicamente objetivados, tajantemente separados de la
personalidad conjunta humana) y que es él mismo exactamente delimitado y
cuantitativamente medible: un espacio”9.
La descomposición del tiempo implica una descomposición análoga de los
sujetos. El trabajador, reducido a fuerza de trabajo, se escinde del hombre,
convirtiéndose en espectador impotente; reducido a sujeto singular, se escinde de la
comunidad. Los sujetos se transforman así en ‘átomos aislados abstractos’ y la
cohesión entre ellos depende cada vez más de las leyes abstractas del mecanismo10.
5
Como dice Lefort: “el poder produce a la sociedad que lo produce”. Cf. Cuadernos de
Investigación de la Sociedad Filosófica Buenos Aires, I, Ediciones Al Margen, La Plata-Buenos
Aires, 1996, p. 141.
6
“La idea central [de la categoría de reificación] es que en el capitalismo, tanto las manifestaciones
objetivas como las subjetivas de la vida social, adoptan el carácter y la forma de una cosa. [...] Quiere
decir solamente que unos y otros se convierten en elementos de sistemas autónomos y pierden todo
aspecto cualitativo para devenir productos abstractos y despersonalizados. En suma: adoptan
analógicamente el carácter estático, inerte y autónomo que caracteriza el ser cosa.[...] La reificación
puede definirse como la forma peculiar que adopta la alienación humana en la época del capitalismo”
(Riu, F., 1968, pp. 23-4).
7
Lukács, G.: 1984, II, p. 11.
8
“Lukács vincula su idea central de la reificación, de origen marxista, con una de las categorías
fundamentales de Max Weber: la categoría de ‘racionalidad’ o ‘cálculo racional’ con la cual el insigne
sociólogo alemán explica [...] el carácter determinante del capitalismo” (Riu, F., 1968, p. 10). La
racionalización funciona como una exigencia del capitalismo y como principio que dirige el proceso
de objetivación ilusoria. (Idem p. 25).
9
Lukács, G.: 1984, II, pp. 15-6.
10
Lukács, G.: 1984, II, p. 17.
“La misma mutación de la cualidad en cantidad, la misma hegemonía de los sistemas abstractos sobre
lo concreto, la misma forma de conciencia contemplativa e impotente ante la ficticia autonomía de
Al universalizarse la categoría de mercancía “el destino del trabajador se
convierte entonces en destino universal de la sociedad entera” 11, porque esa “auto-
objetivación, esa conversión de una función humana [fuerza de trabajo] en
mercancía, revela con la mayor crudeza el carácter deshumanizado y
deshumanizador de la relación mercantil”12. En la sociedad moderna, y sólo en ella,
las ‘relaciones racionalmente cosificadas’ reemplazan y ocultan las verdaderas
relaciones humanas, así como la forma de mercancía reemplaza y oculta las
verdaderas cualidades de las cosas.
En resumen: A partir de Marx es posible comprender la cosificación como un
proceso de enajenación de la propia actividad tanto objetiva como subjetiva. Con
Weber se explica el proceso de racionalización y calculabilidad, que implica
tendencias a la especialización, fragmentación y atomización, reducción de lo
cualitativo a lo cuantitativo, espacialización y cristalización del tiempo fluyente. A su
vez, el sujeto activo se convierte en contemplador pasivo, el individuo se escinde de
la comunidad y de la sociedad y el conjunto de sus capacidades humanas se ve
reducido a fuerza de trabajo.

2. La estructura de la mercancía en el sistema económico-social

A partir de los estudios de Marx y Weber, Lukács analiza cómo la ‘forma de


mercancía’ se extiende progresivamente a todos los ámbitos del sistema capitalista.
“La objetivación racional encubre ante todo el carácter cósico inmediato, cualitativo
y material de todas las cosas. Como los valores de uso aparecen sin excepción como
mercancías, cobran una nueva objetividad, una nueva coseidad...”13, en la que se ani-
quila y desaparece la coseidad originaria y propia. El carácter ideológico o
encubridor se extiende de este modo a la totalidad del sistema. “Del mismo modo
que el sistema capitalista se produce y reproduce constantemente en lo económico a
niveles cada vez más altos, así también la estructura cosificadora penetra en el curso
de su desarrollo cada vez más profundamente, fatal y constitutivamente, en la
conciencia de los hombres”14. Cuanto más se extiende la economía del sistema
capitalista, más se extiende la cosificación de la conciencia. Los pensadores
‘burgueses’ –según Lukács- no logran percibir este proceso porque separan el
fenómeno de la cosificación de su fundamento económico15, sin comprender que una
misma lógica gobierna todos los procesos.
Weber caracteriza el capitalismo como una organización racional del trabajo
basada en una técnica racional y como calculabilidad 16. Pertenece a la esencia del
cálculo racional la supresión de la ‘arbitrariedad’ y de ello se deriva, en el derecho,
un sistema rígido y un sujeto ‘contemplativo’ (pasivo)17. Desde este contexto se hace
comprensible la burocracia moderna18. Cuantos más intelectuales son los
rendimientos, mayor es la formalización racional y mayor es la especialización

una objetividad, creada por el hombre mismo, cada vez más despótica” (Riu, F., 1968, p. 10).
11
Lukács, G.: 1984, II, p. 17.
12
Lukács, G.: 1984, II, p. 18.
13
Lukács, G.: 1984, II, pp. 18-9. Énfasis nuestro.
14
Lukács, G.: 1984, II, p. 20.
15
Lukács, G.: 1984, II, p. 22.
16
Lukács, G.: 1984, II, p. 23.
17
Lukács descubre una analogía entre las estructuras de los más diversos comportamientos sociales y
la del obrero frente a la máquina.
18
Cf. Lukács, G.: 1984, II, pp. 24-6.
unilateral. Lo que en el siglo XIX era inmediatamente observable en el ámbito del
trabajo manual, a partir del siglo XX se ha extendido a todo tipo de trabajo y a todos
los ámbitos de la sociedad.
Así como el taylorismo19 ha arraigado la división del trabajo en lo ‘psíquico’,
estructurando la mentalidad del trabajador a sus requerimientos, así también la
burocracia la ha enraizado en lo ‘ético’, conformando los valores de acuerdo a la
responsabilidad y el honor que exigen subordinación20. “El capitalismo ha
producido, con la estructuración unitaria de la economía para toda la sociedad, una
estructura formalmente unitaria de la conciencia para toda esa sociedad”21. La
misma estructura de la forma mercancía se extiende universalmente a las diversas
formas de conciencia y de conducta.

“La transformación de la relación mercantil en una cosa de ‘fantasmal


objetividad’22 no puede, pues, detenerse con la conversión de todos los
objetos de la necesidad en mercancía, sino que imprime su estructura
a toda la conciencia del hombre: sus cualidades y capacidades dejan
ya de enlazarse en la unidad orgánica de la persona y aparecen como
‘cosas’ que el hombre ‘posee’ y ‘enajena’ exactamente igual que los
diversos objetos del mundo externo. Y, como es natural, no hay
ninguna forma de relaciones entre los hombres, ninguna posibilidad
humana de dar vigencia a las ‘propiedades’ psíquicas y físicas, que no
quede crecientemente sometida a esa forma de objetividad”23.

Sin embargo, esta racionalización formal tiene un límite en la misma


racionalidad. Como las leyes del sistema son racionales sólo formalmente (de lo que
se desprende su apariencia de eternidad y de naturalidad) durante la crisis se hace
manifiesta su verdadera realidad consistente en que sólo las partes (los medios) son
racionales, mientras que el sistema global (fines) es incoherente y casual (irracional).
Lukács lo expresa así:

“La racionalización de los elementos aislados de la vida y las resultan-

19
“Organización científica del trabajo. Econ. pol. La que consiste en el previo análisis de todas las
operaciones que la puesta en práctica de un trabajo lleva consigo para determinar meticulosamente la
mejor manera de ejecutarlo, no dejando al operario más que la realización puramente manual, de
acuerdo con las instrucciones de los dirigentes. Se conoce también con el nombre de taylorismo,
porque ha sido el ingeniero americano F. W. Taylor quien ha perfeccionado y divulgado este sistema.
Con la racionalización [...] se eliminan los gastos inútiles y las aptitudes poco productivas; se asigna
una función apropiada a cada obrero y capataz, y por último con el cronometraje se logra fijar el
salario que equitativamente corresponde en atención a la labor realizada”. (Dicc. Enc. Salvat, 1964,
Barcelona, tomo 12, p. 4).
20
Lukács, G.: 1984, II, p. 27.
21
Idem.
22
Cf. Marx, K.: 1973, pp. 37-8.
23
Lukács, G.: 1984, II, p. 28. Énfasis nuestro.
Es un mérito de la interpretación lukácsiana de la totalidad el haber establecido que el primer paso del
método dialéctico y de la visión dialéctica de la realidad no consiste en enlazar fenómenos diversos
mediante un sistema lógico, inmutable, de relaciones y causas recíprocas, sino en descubrir, en el
marco de una época o de una etapa histórica, “la forma de objetividad de todo objeto. (...) El concepto
lukácsiano de totalidad establece que todo ser dialéctico, concreto y singular, sólo puede ser captado e
interpretado en la medida en que descubramos la ‘forma de objetividad’ de la configuración social a la
que pertenece” (Riu, F., 1968, pp. 20-22). Este es el doble aspecto ontológico y metodológico de la
categoría de totalidad.
tes leyes formales se articulan inmediatamente, para la mirada
superficial, en un sistema de ‘leyes’ generales, pero el desprecio de la
concreción de la materia de las leyes, desprecio en el que se basa su
legalidad, se refleja en la real incoherencia del sistema legal mismo, en
la casualidad de la relación entre los sistemas parciales, en la
independencia relativamente grande que poseen esas partes las unas
respecto de las otras”24.

En consecuencia,

“toda la estructura de la producción capitalista se basa en esa


interacción entre necesidad rígida según leyes en todos los fenómenos
singulares y relativa irracionalidad del proceso conjunto. [...] Pues la
racionalización capitalista, basada en el cálculo económico privado,
impone en toda manifestación de la vida esa correlación de detalle
regulado y todo casual: presupone la correspondiente estructura de la
sociedad; produce y reproduce esa estructura en la medida en que se
apodera de la sociedad”25.

La irracionalidad del todo es un supuesto del funcionamiento de la economía


capitalista, pero también y al mismo tiempo, un producto de la división del trabajo
capitalista. La racionalización y el aislamiento de las funciones parciales tienden a
independizarse y desarrollarse de acuerdo a su propia lógica. El resultado al que
llega Lukács en este punto anuncia los desarrollos de Marcuse sobre la circularidad
viciosa de la lógica del sistema y los análisis de Horkheimer en la Crítica de la
razón instrumental.

3. La estructura de la mercancía en la ciencia

La misma forma de mercancía se reproduce en la estructura del


conocimiento científico, si bien no se puede reprochar a la ciencia el ser la causa de
la especialización y de la falta de visión del todo, porque el verdadero origen de
estos procesos está en la realidad (que la ciencia expresa) y no en la ciencia como tal.
No obstante, cuanto más se desarrolla la ciencia moderna, tanto más debe apartarse
de los problemas ontológicos de su esfera (eliminarlos de su campo de
conceptualización), convirtiéndose en un

“sistema formalmente cerrado de leyes parciales y especiales, para el


cual es metódica y principalmente inasible el mundo situado fuera de
su propio campo, y, con él, también, (...) la materia propuesta para el
conocimiento, su propio y concreto sustrato de realidad. Marx ha
formulado muy agudamente esta cuestión en lo que hace a la
economía, diciendo que ‘el valor de uso como valor de uso cae fuera
del círculo de consideración de la economía política’”26.

La formalización progresiva del conocimiento científico conduce a un creciente


24
Lukács, G.: 1984, II, p. 28.
25
Lukács, G.: 1984, II, pp. 29-30. Énfasis nuestro.
26
Lukács, G.: 1984, II, pp. 32-3. La cita de Marx es de Zur Kritik der pol. Ök. [Contribución a la
crítica de la economía política] 2.
alejamiento de los objetos de conocimiento respecto de las cosas reales.
En el ámbito de la ciencia de la economía política burguesa, el pensamiento
cosificado, formal-racional, encuentra su límite en los momentos periódicos de
crisis, en los que se suspenden las ‘leyes’. Ello es la consecuencia material de la
posición de clase burguesa y consecuencia formal del método científico. Ambas
consecuencias son momentos de una unidad dialéctica27.
En el ámbito de la ciencia del derecho, la burguesía post-revolucionaria re-
nunció a la explicación del contenido racional del derecho; y de este modo, la géne-
sis y la caducidad del derecho se volvieron incomprensibles, ya que el fundamento
real de la génesis del derecho son las alteraciones de las correlaciones de fuerzas
entre las clases sociales. Foucault retomará estas tesis en sus investigaciones sobre
las formas jurídicas y sobre el origen de la prisión, poniendo el acento en las
‘correlaciones de fuerzas’ antes que en las ‘clases’.
La dialéctica de Lukács plantea, con su cuestionamiento de la razón burgue-
sa, el problema de la rigidez (porque no es dialéctica y fluida) y la particularidad
(porque excluye de la objetividad al ‘sustrato material’) de la ciencia28. El contenido
de ésta no son los conceptos o valores eternos29, como algunos pretenden, sino las
categorías que expresan los intereses de clase y la situación de la burguesía, los
cuales son históricos30.
El formalismo y la rigidez crecientes de la ciencia sólo podrían ser revertidos
si el saber buscara dar cuenta de la totalidad de lo real, pero las ciencias
especializadas han renunciado a ese propósito desde que excluyen el sustrato
material de sus conceptos. “En el terreno de la sociedad burguesa es imposible [para
la filosofía -y con mayor razón para las ciencias-] una alteración radical del punto de
vista”31 vigente. Esta afirmación supone una perspectiva exterior al “terreno de la
sociedad burguesa”, que le sería conferida a Lukács por su pertenencia a una
sociedad socialista, no obstante podría preguntarse, como hará Marcuse unos años
después, si se trata en realidad de un terreno distinto. Esta pregunta conduce a
extender la lógica de la cosificación al conjunto de las ‘sociedades industriales
avanzadas’ incluyendo también las socialistas.
La tendencia básica del desarrollo filosófico burgués, a los ojos de Lukács,
consiste en

“aceptar como necesarios, dados, los resultados y los métodos de las


ciencias especiales y atribuir a la filosofía la tarea de descubrir y
justificar el fundamento de la validez de esas conceptualizaciones. Con
lo cual la filosofía se sitúa respecto de las ciencias especiales como
éstas respecto de la realidad empírica. Al aceptar de este modo la
filosofía la conceptualización formalista de las ciencias especiales
como sustrato dado inmutable, queda consumada la imposibilidad de
penetrar la cosificación que subyace en ese formalismo. El mundo
cosificado se presenta ya definitivamente como único mundo posible,
único abarcable por conceptos, único mundo comprensible dado a los
27
Cf. Lukács, G.: 1984, II, p. 34.
28
Ver Lukács, G.: 1984, II, p. 34.
29
Así, por ejemplo, “‘naturaleza’ es una categoría social” (p. 64).
30
Ver Lukács, G.: 1984, II, p. 37.
Aun cuando Lukács los conciba todavía como necesarios y universales, ya comienza a sospecharse,
que en realidad no se trata sino de caracteres particulares y contingentes.
31
Lukács, G.: 1984, II, p. 39.
hombres. Para la esencia de esta situación es indiferente que esto se
acepte de un modo satisfecho, resignado o desesperado, y hasta que se
busque algún camino hacia la ‘vida’ pasando por la vivencia mística
irracional. El pensamiento moderno burgués, al buscar las ‘condiciones
de la posibilidad’ de la validez de las formas en que se manifiesta su
ser básico, se obstruye a sí mismo el camino que lleva a los
planteamientos claros, a las cuestiones de la génesis y la caducidad, de
la esencia real y el sustrato de esas formas. Su agudeza cae cada vez
más en la situación de aquella legendaria ‘crítica’ hindú que objetaba la
visión tradicional según la cual el mundo descansa en un elefante: ¿en
qué descansa el elefante? Y una vez que se dio con la respuesta -el
elefante descansa sobre una tortuga- la ‘crítica’ se dio por satisfecha.
Pero está claro que tampoco ulteriores preguntas ‘críticas’ podrían
encontrar más que, a lo sumo, otro animal maravilloso, sin ser capaces
de revelar la solución del verdadero problema”32.

Hay también un ‘modelo’ filosófico acorde al saber científico cosificado: el que


reduce la función de la filosofía a la justificación de método científico formal y
rígido del positivismo y del pragmatismo.
La cosificación se generaliza abarcando la totalidad de las relaciones en el
sistema y, al alcanzar tal grado de extensión, se hace imperceptible aun para las
ciencias y la filosofía. También Marcuse advertirá que la estructura de la forma
mercancía se extiende incluso en las esferas de la cultura33.

II. Las antinomias del pensamiento burgués

La crítica al modelo y al método de las ciencias especializadas no debe hacer


creer que la cosificación está acotada en este ámbito. Por el contrario, Lukács trata
de mostrar cómo todos los ámbitos (teórico, práctico, estético, técnico, histórico) del
pensamiento moderno burgués han nacido de la estructura cosificada de la
conciencia34.

1. El problema teórico-gnoseológico

El problema básico de la gnoseología es cómo y en qué condiciones es


posible el conocimiento verdadero o científico. Si se entiende por verdad la
adecuación o correspondencia entre el conocer (sujeto, discurso) y lo conocido
(objeto, realidad), una relación tal sólo sería posible si los términos relacionados no
32
Lukács, G.: 1984, II, pp. 39-40. De nuevo aquí, la totalización de la lógica de la cosificación
encierra fatalmente al pensamiento y a la ciencia dentro de un círculo vicioso infranqueable.
33
“Si las comunicaciones de masas reúnen armoniosamente y a menudo inadvertidamente el arte, la
política, la religión y la filosofía con los anuncios comerciales, al hacerlo conducen estos aspectos de
la cultura a su común denominador: la forma de mercancía [...] Cuenta el valor de cambio, no el valor
de verdad” (Marcuse, H.: 1985, p. 87).
34
“Lo que nos interesa ahora –dice Lukács- es indicar la conexión de los problemas básicos de esta
filosofía [moderna-burguesa] con el fundamento óntico sobre el cual se yerguen sus preguntas y al que
se esfuerzan por volver con sus conceptos. Mas el carácter de ese ser se revela tan claramente, por lo
menos, en aquello que no se hace problema para él como en aquello que sí le es problema y en el
modo como lo es” (Lukács, G.: 1984, II, p. 42).
“La filosofía clásica alemana puede interpretarse como un movimiento histórico de aproximación al
método dialéctico, en su esfuerzo inútil por superar las antinomias a las que está sometida por su
propia condición de clase” (Riu, F., 1968, pp. 37-8).
son ajenos o extraños entre sí. Dicho de otro modo: debe haber cierta homogeneidad
u homología entre el conocer y lo conocido si ha de ser posible una relación [de
conocimiento] entre ellos. “La filosofía moderna se plantea el problema de no
aceptar el mundo como algo que ha nacido con independencia del sujeto que conoce
(por ejemplo, como algo creado por Dios), sino entenderlo como producto propio”35.
En las distintas respuestas al problema desde Descartes hasta Leibniz, el motivo
decisivo es “la idea de que el objeto de conocimiento puede ser conocido por
nosotros porque y en la medida en que ha sido producido por nosotros mismos”. Por
lo tanto, para el racionalismo de la edad moderna, la existencia, el ser-así de los
contenidos sensibles, es un dato absolutamente irreductible al conocimiento. Lo
dado es un problema porque no puede en modo alguno dejarse en su existencia y en
su ser tal como es (irreductibles al conocimiento), ya que entonces sería ‘casual’ de
un modo insuperable36.
El idealismo avanza en el planteamiento de este problema preguntándose si
pueden los hechos empíricos pensarse como producidos por ‘nuestro’ entendimiento
(resolviendo su ser dado en formas racionales) o han de aceptarse como ‘dados’ en
su facticidad. Kant responde que lo primero no está dentro de las posibilidades de
nuestras capacidades finitas. De su crítica de la razón resultan tanto la imposibilidad
de realizar dicha exigencia (por la limitación de nuestras facultades) como la
exigencia de sistema (requeridas por la ciencia). Con el idealismo alemán, la teoría
de la ciencia comprende el carácter irracional de lo dado en el contenido del
concepto, lo retiene y se esfuerza por superarlo en el sistema, porque o bien el
sistema reduce lo dado a forma o bien la materia penetra en la estructura del sistema
mismo de una manera determinante y el sistema debe abandonarse como tal37.
Como resultado, en la ciencia se renuncia a comprender la totalidad.38 El fin
de la ciencia se limita a comprender los fenómenos de las diversas regiones parciales
exactamente especializadas, por medio de los sistemas calculísticos abstractos,
operando sin obstáculos en el mundo producido, cerrado y metódicamente puro, con
categorías del entendimiento aproblemáticas en su aplicación, porque se aplican a
una materia inteligible, ya que el sustrato material queda fuera. “La grandiosa
concepción según la cual el pensamiento no puede concebir más que lo que él
mismo ha producido tropezó (...) con la barrera insuperable de lo dado, de la cosa-en
sí” 39. La reducción del problema a lo intelectual ha supuesto que el modo de conoci-
miento racional-formalista es el único que hace posible captar el objeto, lo cual es
una restricción de la realidad.

“La contradicción no radica en la incapacidad de los filósofos en cuanto a la


interpretación inequívoca de los hechos contemplados, sino que es
meramente la expresión intelectual de la situación objetiva misma que tienen
que conceptuar. O sea: la contradicción aquí manifiesta entre subjetividad y
objetividad de los modernos sistemas formales racionalistas, la intrincación
de problemas y los equívocos yacentes en sus conceptos del sujeto y del

35
Lukács, G.: 1984, II, p. 41.
36
Lukács, G.: 1984, II, p. 49.
37
Lukács, G.: 1984, II, pp. 48-9.
38
“La tendencia consiste en que la clase burguesa domina crecientemente las singularidades y los
detalles de su existencia social y los somete a las formas de sus necesidades, pero, al mismo tiempo y
también crecientemente, pierde la posibilidad de dominar intelectualmente la sociedad como totalidad
y, por lo tanto, su calificación como clase dirigente” (Lukács, G.: 1984, II, p. 53).
39
Lukács, G.: 1984, II, pp. 54.
objeto, la pugna entre su esencia de sistemas ‘producidos’ por nosotros y su
necesidad ajena al hombre y lejana de él no es más que la formulación
lógico-metodológica del moderno estado de la sociedad: un estado en el cual
los hombres van destruyendo, disolviendo y dejando a sus espaldas las
vinculaciones ‘naturales’ irracionales fácticas, pero al mismo tiempo levantan
con la realidad por ellos mismos creada, ‘autoproducida’, una especie de se-
gunda naturaleza cuyo decurso se les enfrenta con la misma despiadada
necesidad que las viejas fuerzas irracionales de la naturaleza (o, más
exactamente, que las antiguas relaciones sociales, aparentes como necesidad
natural). ‘Su propio movimiento social -dice Marx- tiene para ellos la forma
de un movimiento de cosas, bajo cuyo control se encuentran en vez de
controlarlas ellos’”40.

Así, la filosofía clásica alemana ha podido plantear el problema, pero sólo


filosóficamente, no como problema práctico histórico concreto.

2. El problema práctico

La posibilidad de superar la limitación resultante del planteamiento teórico


del problema es abierta por la ética como ciencia de la acción humana, para la cual el
hombre es, al mismo tiempo, sujeto y objeto de conocimiento. Desde este punto de
partida, “se produce la exigencia de entender todo lo dado, a partir del sujeto-objeto
idéntico, como producto de ese idéntico sujeto-objeto, y toda dualidad como caso
especial derivado de esa unidad primigenia. Pero esa unidad es actividad”41. De este
modo, los límites de la razón teórica se superan en la razón práctica o ética42. Sin
embargo, el resultado al que llega el idealismo de Kant es una ética formal, sin
contenidos, que cuando intenta concretarse, debe pedir prestados sus contenidos al
mundo de los fenómenos. El mismo problema que se presentaba en el ámbito teórico
vuelve a aparecer ahora en el ámbito de la acción43.
Pero, para esta ética formal, la acción es un comportamiento contemplativo,
pues “consiste en captar calculatoriamente, en precalcular lo más precisamente
posible el efecto probable de las leyes, y en atribuir al sujeto de la acción una
posición en la cual esos efectos ofrezcan las perspectivas óptimas para sus fines” 44.
De esta manera, el resultado al que llega la Crítica de la razón práctica de Kant es
que el sujeto libre no consigue sustraerse al fatalismo de las leyes eternas del acaecer
natural. Libertad y necesidad, voluntarismo y fatalismo, permanecen
irremediablemente separados45. Ni la teoría (ciencia y filosofía) ni la práctica
(acción) logran resolver el problema, de allí que Kant y Schiller hayan apelado a la
estética para encontrar una solución a estas separaciones dualistas.
40
Lukács, G.: 1984, II, pp. 61-2.
41
Lukács, G.: 1984, II, pp. 55. “El mérito de Fichte consiste en haber destacado la idea de actividad,
de sujeto activo, como centro y origen de la problemática filosófica” (Riu, F., 1968, p. 41).
42
“Se trata pues, de mostrar el sujeto de la ‘acción’ y, partiendo de la identidad con su objeto, de
concebir todas las formas duales sujeto-objeto como formas derivadas de ella, como productos de
ella” (Lukács, G.: 1984, II, p. 56).
43
Cf. Lukács, G.: 1984, II, pp. 56-8.
44
Lukács, G.: 1984, II, pp. 63-4.
Lukács hace notar que la experimentación es ‘contemplativa’, donde el experimentador “produce un
medio abstracto artificial con objeto de poder observar la manifestación imperturbada de las leyes en
estudio” (p.67), y le reprocha a Engels su profunda incomprensión al respecto.
45
Cf. Lukács, G.: 1984, II, pp. 68-9.
3. El problema estético: la reconciliación por el arte

Se ha partido del hombre como ‘productor de la realidad unitariamente


concebida’, pero este supuesto no logra resolver los problemas, aparentemente
epistemológicos, derivados de la duplicidad del principio contemplativo y del prin-
cipio práctico (individual). Más allá de estos supuestos, Lukács se pregunta por los
fundamentos sociales del problema: ¿Cuál es la base real de la antinomia? Si bien
todos los problemas del ser social pierden su trascendencia respecto del hombre,
apareciendo como productos de la actividad humana, el sujeto de esta actividad, el
hombre que realizaría la síntesis sujeto-objeto, no es en realidad el hombre universal
sino ‘este’ hombre particular: el burgués. En éste se ha suprimido el carácter activo
de la acción social y su conciencia es “individual, aislada y robinsoniana”46.
Durante el siglo XIX, el movimiento romántico reaccionó contra las
consecuencias cosificantes y alienantes del iluminismo racionalista, la revolución
industrial y la forma de vida ‘burguesa’, alentando la recuperación plena y auténtica
de la naturaleza humana, en el sentido de la esencia verdadera del ser humano. La
recuperación del ser auténtico e íntegro del hombre implica la superación de los
desgarramientos y divisiones entre la teoría y la práctica, entre la naturaleza y la
cultura, entre lo individual y lo social, entre la razón y la sensibilidad, entre la forma
y la materia. Para el romanticismo, la recuperación concreta y efectiva de la
‘naturaleza’ humana no se concibe ya como una tarea de la ciencia o de la ética sino
como creación artística. El principio del arte es

“la producción de una totalidad concreta a consecuencia de una


concepción de la forma que se orienta precisamente al contenido
concreto de su sustrato material y que, por tanto, es capaz de resolver
en el todo la relación ‘casual’ entre los elementos y el todo mismo. (...)
Kant ha atribuido a este principio, en La crítica de la facultad de juz-
gar, la función mediadora entre los contrapuestos que sin él son
irreconciliables, o sea, la función que consuma el sistema”47.

Con Schiller, se reconoce que el ser social del hombre ha destruido a éste en
cuanto hombre. El ser humano se encuentra “socialmente aniquilado, fragmentado,
46
Lukács, G.: 1984, II, p. 70.
De esta situación se desprenden significados ambiguos en los conceptos básicos para la
autocomprensión del hombre (burgués) y su mundo. Por ejemplo, el concepto de naturaleza significa
al mismo tiempo (1) la ‘quintaesencia de las legalidades’ del acaecer (significado permanente en la
física desde Galileo y Kepler hasta hoy, por el cual la sociedad burguesa aparece como naturaleza,
frente a la arbitrariedad y falta de leyes del feudalismo y del absolutismo); (2) el “creciente
sentimiento [expresado claramente en Rousseau] de que las formas sociales (cosificación) despojan al
hombre de su esencia y que a medida que la cultura y la civilización (o sea, el capitalismo y la
cosificación) se apoderan de él, el hombre va perdiendo capacidad de ser hombre” (Lukács, G.: 1984,
II, p. 71); (3) el auténtico ser del hombre, su esencia verdadera, que supera como totalidad perfecta en
sí mismo, el desgarramiento entre la teoría y la práctica, entre razón y sensibilidad, entre forma y
materia, por un movimiento interno: un hombre en el cual coinciden libertad y necesidad. Este
significado puede encontrarse en autores como Schiller, Schelling, Hegel y Nietzsche. En síntesis, el
concepto de naturaleza significa tanto las leyes últimas que rigen a todos los seres, como las
capacidades y facultades del ser humano (potencia), como la realización plena del ser del hombre
(acto). Sin embargo, a pesar de las diferencias, los tres significados del concepto de ‘naturaleza’ antes
señalados, caracterizan al hombre moderno burgués, es decir, al hombre en un período particular de la
historia.
47
Lukács, G.: 1984, II, p. 73.
dividido entre sistemas parciales” y sólo el poder prometeico del arte puede restaurar
la totalidad perdida. ‘La necesidad de la filosofía -dice Hegel- surge cuando el poder
de la unificación ha desaparecido de la vida de los hombres y cuando las
contraposiciones han perdido su relación y su interacción vivas, cobrando los con-
trapuestos sustantividad autónoma’48. El problema se convierte entonces en la
producción de un sujeto productor, de un artista en todos y cada uno de los
hombres. “Con eso el planteamiento rebasa la pura teoría del conocimiento, la cual
no ha pretendido buscar más que las ‘condiciones de posibilidad’ de las formas del
pensamiento y de la acción dadas en ‘nuestra’ realidad. Su tendencia histórico-
cultural, la aspiración a superar la escisión cosificada del sujeto y la rigidez e
impenetrabilidad -también cosificadas- de sus objetos, se manifiesta aquí
inequívocamente”49.
Sin embargo, tampoco la estética consigue resolver el problema porque su
respuesta sigue siendo parcial y limitada, cuando se concibe al artista como un
creador individual y aislado. Sólo la sociedad como sujeto productor de la realidad y
de sí misma en la historia podría alcanzar dicha superación.

4. El problema de la historia

Según Lukács, Hegel retoma el ideal romántico del “restablecimiento de la


unidad del sujeto”, pero sabiendo que aquél no es alcanzable mediante una
restauración nostálgica de un período histórico pasado no-alienado como pretendían
los románticos (la polis clásica de los griegos o las comunidades cristianas de los
primeros siglos). Hegel sabía que tal restablecimiento no se logra más que ‘por el
camino del desgarramiento y la fragmentación’ y que la escisión es un momento
necesario en el desarrollo de la totalidad, de la unidad superior. El hombre no puede
recuperarse de la alienación volviendo a un período donde todavía no se hubiese
alienado (como ya Rousseau había advertido), sino superando el proceso de la
alienación: “las figuras de esa fragmentación se retienen como etapas necesarias en
el camino que lleva al hombre restaurado, y se resuelven al mismo tiempo en la nada
de la inesencialidad al ponerse en su verdadera relación con la totalidad entendida, o
sea, al hacerse dialéctica”50.
En otros términos, el proceso vital no consiste en evitar la contradicción, sino
en lograr la reconciliación pasando por la extrema separación. El principio
racionalista (que buscaba la superación por eliminación del residuo de
irracionalidad) termina en la concepción romántica del entendimiento intuitivo: sólo
el artista, el hombre verdadero, puede restablecer la unidad y la armonía perdidas.
Como la ciencia está comprometida en el proceso que lleva a la fragmentación y a la
división (en suma: a la cosificación), los románticos sostuvieron que no se podía
apelar a ella para recuperarse de sus propios efectos, y por eso buscaron una salida
fuera de la ciencia: en el arte. Hegel sostiene (contra los románticos) que la razón
puede lograr la recuperación de la unidad perdida, si no se le niega de antemano esa
capacidad. Cuando el Iluminismo kantiano-fichteano concebía a la razón como finita
e incapaz de conocer lo absoluto, se cerraba el camino a la recuperación de la
alienación. Pero Hegel piensa que la razón es capaz de reconciliar las
contraposiciones cristalizadas, las divisiones y separaciones que produce el
entendimiento, porque no es estática sino dialéctica. Es una ‘lógica del concepto
48
Diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling, citado por Lukács, G.: 1984, II, pp. 75-6.
49
Lukács, G.: 1984, II, p. 78.
50
Ibídem.
concreto’, una ‘lógica de la totalidad’. No es, en consecuencia, ni objetiva ni
subjetiva, sino que “ocurre esencialmente entre el sujeto y el objeto”, es “la
fluidificación de la relación sujeto-objeto”51, lo cual significa que el sujeto es al
mismo tiempo el productor y lo producido del proceso histórico52.

“Sólo si ‘lo verdadero’ se entiende ‘no sólo como substancia, sino


también como sujeto’, sólo si el sujeto (la conciencia, el pensamiento)
es al mismo tiempo productor y producto del proceso dialéctico, y si,
por consiguiente, se mueve en un mundo por él mismo producido [...],
sólo en ese caso puede considerarse resuelto el problema de la
contraposición entre sujeto y objeto, entre pensamiento y ser, entre
libertad y necesidad, etc.”53.

La substancia es también sujeto en la historia. En ella, sujeto y objeto coinciden.


“Hemos hecho nosotros mismos nuestra historia, y si somos capaces de considerar
la realidad entera como historia, nos habremos realmente erguido hasta el punto de
vista en el cual la realidad puede ser concebida como nuestra ‘acción’” 54. Sólo
logramos superar todas las escisiones cuando consideramos la totalidad de la historia
como una obra de arte realizada de principio a fin por el hombre-artista-íntegro.
Conocemos cabalmente lo que nosotros mismos hemos producido en el ámbito
privilegiado del saber (de la ciencia) que es la historia.
Se invierte de este modo la valoración iluminista de la historia, para la cual,
no era más que el ámbito de la arbitrariedad y del azar, y en consecuencia, de la irra-
cionalidad. “Sólo el devenir histórico supera realmente la autonomía dada de las
cosas y conceptos cósicos, y la rigidez por ella causada [...] el devenir histórico
supera esa autonomía de los momentos”55. Mejor dicho: el devenir histórico
convierte a los hechos en momentos. Comprende los hechos desde la totalidad y no
la totalidad desde los hechos, no permitiendo “la cristalización de ninguno de esos
elementos en su mera y concreta unicidad, y señala como lugar metódico de la
conceptuabilidad la totalidad concreta del mundo histórico, el mismo proceso
concreto y total de la historia”56. Hegel y Marx han abierto el camino a la superación
de la dominación y alienación en la sociedad cosificada por la generalización de la
estructura de la forma de la mercancía mediante el desarrollo del pensamiento
dialéctico y la determinación del concepto de totalidad histórica concreta. Este
concepto hace referencia a la totalidad de un mundo histórico resultante de un
proceso de desarrollo producido por los hombres, aun cuando no necesariamente de

51
Lukács, G.: 1984, II, p. 80.
52
Cf. Riu, F., 1968, pp. 43-4.
53
Lukács, G.: 1984, II, p. 80.
54
Lukács, G.: 1984, II, p. 83. Énfasis nuestro.
55
Lukács, G.: 1984, II, pp. 82-3.
56
Lukács, G.: 1984, II, p. 83. Énfasis nuestro.
Lukács expone el concepto de ‘totalidad dialéctica’ explicando tres aspectos: 1) pone de relieve la
importancia epistemológica del concepto de totalidad, como categoría central del método dialéctico;
2) señala, en conexión con la idea de “conciencia de clase”, su carácter clasista, como principio
práctico del proletariado; 3) como teoría de la reificación, pone de relieve su contenido concreto en la
época capitalista. Riu, F., 1968, pp. 16-7.
Ver relaciones entre totalidad y racionalización en idem pp. 27 ss.: “La sociedad capitalista, lejos de
ser un todo orgánico y coherente -como cabría esperar del hecho de que sus productos posean la
misma estructura objetiva- es, por el contrario, como lo confirman las épocas de crisis una sociedad
desintegrada en múltiples sistemas parciales, que sólo mantienen entre sí relaciones contingentes”.
manera conciente. El límite insuperable para la ciencia burguesa racionalista o
idealista, iluminista o romántica, ha sido la razón reducida a conciencia o
‘entendimiento’. Una razón histórica, dialéctica, comprende la totalidad de los
fenómenos dentro de una estructura o totalidad concreta, sabiendo que ésta no es
una naturaleza o esencia inmutable sino una totalización parcial, aunque progresiva y
necesaria, de las acciones históricas de los hombres.

“El dilema de los materialistas [burgueses, no dialécticos] pierde


entonces su sentido, pues revela ser sólo limitación racionalista,
dogmatismo del entendimiento formal, que no reconoce más actos
nuestros que los concientes, y así entiende el mundo circundante de la
historia, por nosotros producido, el producto del proceso histórico,
como una realidad que nos influencia por obra de leyes ajenas a noso-
tros”57.

Hegel y Marx han comenzado a desarrollar una concepción de la razón que permitirá
resolver los problemas antes planteados. Sin embargo, es necesario superar también
algunos errores derivados de la posición idealista en la dialéctica histórica.

5. La crítica de la filosofía de la historia hegeliana

El problema inicial vuelve a presentarse ahora, pero en un nivel más


concreto: ¿quién es el sujeto58 de la acción, de la génesis de la realidad? ¿Quién es el
sujeto de la historia, el ‘nosotros’ cuya acción hace realmente historia? “Pero en este
punto la filosofía clásica [incluido Hegel] ha dado media vuelta y se ha perdido en el
laberinto sin salida de la mitología del concepto”59.
Para Hegel el ‘nosotros’ de la historia es el ‘espíritu del mundo’, en sus
configuraciones concretas: los espíritus de los pueblos (‘espíritus nacionales’, les
llama Lukács); pero éste es un sujeto abstracto y, por lo tanto, incapaz de satisfacer
la función metodológico-sistemática que se le atribuye (la de ser un sujeto histórico
concreto). Las críticas de Lukács se pueden resumir en tres objeciones centrales:
1°) Hegel tiene que postular una Razón trascendente, más allá de la historia,
para poder fundamentar los hechos. Como “no puede mostrar en la historia misma el
sujeto-objeto idéntico60, se ve obligado a rebasar la historia y a erigir más allá de ella
el Reino de la Razón dueña de sí misma, reino a partir del cual pueden entenderse la
historia como estadio [es decir, como etapa en el desarrollo de la Razón Pura], y el
camino como ‘astucia de la razón’”61. Lukács argumenta que si la historia es el
desarrollo de la razón concreta, debe ser también el criterio último de racionalidad y
verdad. Por lo tanto, Hegel es inconsecuente cuando postula un criterio ulterior en el
‘espíritu absoluto’. Si ello es así, entonces la historia “vuelve a sumirse en la

57
Lukács, G.: 1984, II, p. 83. Cursivas y corchetes nuestros.
58
El problema del sujeto revolucionario reaparece en todos los autores del marxismo occidental
desde Lukács hasta Marcuse y Althusser y será objeto de críticas por parte del pensamiento
postmoderno o postestructuralista de Foucault, Deleuze y Laclau.
59
 Lukács, G.: 1984, II, p. 84. Cursivas y corchetes nuestros.
60
Solo en la conciencia del proletariado se identifican sujeto y objeto, porque la clase obrera es la
verdadera productora de la realidad y el sujeto de la historia. La conciencia burguesa, incluido
Hegel, se piensa [abstractamente] como sujeto pero no lo es en realidad. La burguesía se apropia de
los productos del trabajo pero no los produce.
61
Lukács, G.: 1984, II, p. 85. Corchetes nuestros. Cf. Lukács, G.: 1984, II, p. 126.
facticidad y la irracionalidad que se acababan de superar”62.
2°) Hegel tiene que ‘cerrar’ la historia, darle un fin-final, para que el saber
sea completo. Por eso tiene que sostener que la historia ha llegado a su fin. “La
inexplicada relación entre el espíritu absoluto y la historia obliga a Hegel a admitir el
supuesto (...) de un final de la historia. (...) Lo cual tiene como consecuencia
necesaria que en el terreno más profundo y propiamente histórico, la historia tenga
que terminar en el estado de la restauración prusiana” 63. Es decir, al cerrar la historia
e identificar su propio pensamiento con el saber absoluto, Hegel tiene que admitir su
propio contexto (el de la Prusia posterior a la derrota de Napoleón en 1815) como la
realización de la más alta conciencia de la libertad en la historia.
3°) Como las categorías dialécticas son históricas, su desarrollo
independiente en el ‘sistema’ filosófico hegeliano (lógica, filosofía de la naturaleza y
filosofía del espíritu) y su carácter suprahistórico, no hace sino reproducir la
estructura de la historia.
Lukács sostiene que el método dialéctico apunta más allá de la sociedad
moderna (cosificada-capitalista), pero el contenido de la filosofía del idealismo
alemán no hace sino producir y reproducir constantemente las antinomias
irresolubles de la burguesía. Para Lukács, estas antinomias están todavía presentes en
la problemática de principios del siglo XX sobre la crisis de las ciencias64.

III. La posición del proletariado

La realización de esta tarea superadora de la cosificación ha quedado


reservada para “la clase que era capaz de descubrir en sí misma y arrancando de su
propia base vital el sujeto-objeto idéntico, el sujeto de la acción productiva, el
‘nosotros’ de la génesis, a saber: el proletariado” 65. Esto es posible por la posición
particular del proletariado en la sociedad y en la historia. Esta posición particular es,
paradójicamente, su universalidad: el conocimiento del proletariado es el
conocimiento de la esencia objetiva de la sociedad. La persecución de los fines del
proletariado es la realización conciente de los fines evolutivos objetivos de la
sociedad en su totalidad, “los cuales, empero, no podrían pasar de ser meras
posibilidades abstractas y limitaciones objetivas, sin la acción conciente del
proletariado”66.
Pero, se ha reprochado a Lukács, que si tanto el proletariado como la
burguesía resultan del mismo orden social capitalista, entonces, ambos están
alienados. Más aún cuando -como él mismo advierte- “la cosificación tiene que
mostrarse precisamente en ellas [las formas de existencia del proletariado] del modo
más cargado y penetrante, produciendo la deshumanización más completa. El
proletariado comparte, pues, con la burguesía la cosificación de todas las
62
“De esta manera, lo que constituye el gran mérito de Hegel, a saber, la redución de todo contenido y
toda forma al dominio de la historia, se anula, en la medida en que la historia misma sólo resulta
concebible, saliendo de ella, regresando de nuevo hacia un dominio absoluto de la razón, de carácter
religioso” (Riu, F., 1968, p. 44.)
63
Lukács, G.: 1984, II, p. 86.
64
Cf. Riu, F., 1968, 2, pp. 46-49.
65
Lukács, G.: 1984, II, p. 88. Énfasis nuestro.
66
Lukács, G.: 1984, II, p. 88. Énfasis nuestro.
Si ello es así, entonces la revolución no es una consecuencia necesaria de las contradicciones
objetivas del sistema capitalista, sino contingente, y es la conciencia del proletariado la que da a esas
condiciones objetivas el impulso que las lleva más allá de sí mismas. Cf. Riu, F., 1968, 3, pp. 49-57,
donde se reseña el artículo Conciencia de clase de Lukács, en I, pp.125-67.
manifestaciones de la vida”67. Pero, entonces, ¿cómo puede el proletariado tener una
‘posición’ que supere la alienación?
Lukács responde a esta objeción advirtiendo que “Marx ha escrito al
respecto: ‘La clase poseedora y la clase del proletariado representan la misma
autoextrañación humana. Pero la primera clase se encuentra muy bien en esa
autoextrañación, y confirmada por ella, sabe que la extrañación es su propio poder y
posee en ella la apariencia de una existencia humana; la segunda se siente
aniquilada en la extrañación, ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia
inhumana’”68. Todas las clases sociales están alienadas dentro de un sistema que
extiende la cosificación a todos sus elementos, pero las diversas clases se encuentran
en diferentes posiciones, y estas posiciones implican encontrarse de distintas
maneras, diversos estados, saberes, apariencias, visiones, sentimientos o conciencia.
No es la condición de alienación la que posibilita e impulsa a la superación, sino la
posición de clase.

1. La historia como totalidad: inmediatez y mediación

Si bien “en su inmediatez” la realidad objetiva de la alienación es la misma


para las dos clases antagónicas [burguesía y proletariado], no lo es en cuanto a las
específicas categorías mediadoras por las cuales ambas clases llevan a conciencia
esa inmediatez, y por tanto, la realidad propiamente objetiva. Como la situación del
proletariado es diversa ‘en el mismo’ proceso económico, es esta posición histórica
la que le permite comprender que la verdad objetiva de la burguesía, no es
verdadera; que la esencia burguesa es inesencial, que la universalidad y necesidad de
la ciencia burguesa es particular y contingente. “Lukács concibe la superación de la
reificación, desde el punto de vista metodológico, a partir del momento en que los
objetos inmediatos de la experiencia social resultan comprendidos como objetos
mediatizados”69, es decir, cuando los hechos singulares son comprendidos desde la
totalidad de sus relaciones, desde la historia como totalidad concreta.
Para los historiadores burgueses la ‘objetividad’ se lograría reconociendo los
valores culturales de su comunidad como ‘universalmente normativos’ pero, de ese
modo, los hechos históricos quedan subsumidos en la facticidad de ‘los valores
culturales vigentes’ para la comunidad del historiador, o sea, para su clase. De este
modo, “los ‘valores culturales’ se convierten en cosas en sí para el historiador”70.
Pero la historia como totalidad (historia universal) no es la mera suma de los
hechos históricos singulares (como en los positivistas) ni un principio metafísico
trascendente (como en Hegel) sino que

“la totalidad de la historia es ella misma una fuerza histórica real71 -aunque todavía

67
Lukács, G.: 1984, II, p. 89. Énfasis nuestro.
68
Marx, K.: Nachlass [Escritos Póstumos], II, 132; citado por Lukács, G.: 1984, II, p. 89. Énfasis
nuestro.
69
Riu, F., 1968, p. 62. Énfasis nuestro.
70
 Riu, F., 1968, p. 90.
71.
“La explicación cumplida y perfecta, el conocimiento acabado de la necesidad de un suceso
histórico, puede convertirse, para nosotros que actuamos, en instrumento para introducir algo de razón
en la historia; pero la historia, considerada ‘en sí’, no tiene ninguna razón, no es ningún tipo de
‘esencia’, ni un ‘espíritu’ ante el cual tengamos que inclinarnos, ni un ‘poder’, sino una recapitulación
conceptual de los sucesos que se derivan del proceso de vida social de los hombres. Nadie es llamado
a la vida por la ‘Historia’, de la misma manera que ésta tampoco mata a nadie, ni plantea problemas,
ni los resuelve. Sólo los hombres reales actúan, superan obstáculos y pueden hacer que disminuya el
no conciente y, por ello, no reconocida-, la cual no resulta separable de la realidad
(ni, por tanto, del conocimiento) de los hechos históricos singulares sin suprimir al
mismo tiempo su realidad, su facticidad. La totalidad de la historia es el fundamento
último y real de la realidad de los hechos singulares, de su facticidad y, por lo tanto,
también de su cognoscibilidad”72.

La ciencia burguesa de la historia toma la parte por el todo, imposibilitándose la


superación de las condiciones históricas particulares bajo las que está sumida73.
El cambio de las formas estructurales de la relación hombre-naturaleza y
(con ellas) la determinación de la objetividad es esencial para la historia. De aquí se
sigue que haya que buscar primero esas formas: el camino del proceso histórico en
su totalidad74. No se trata de un proceso puramente mental ni de una abstracción.
“Para poder comprender el cambio, el pensamiento tiene que rebasar la rígida
cerrazón de sus objetos los unos respecto de los otros, y tiene que poner en un
mismo plano de realidad sus relaciones, la interacción entre esas ‘relaciones’ y las
‘cosas’75.
De acuerdo con la analítica kantiana, la determinación de la objetividad de
los objetos depende de las formas del sujeto, pero las formas con las que el sujeto
conoce su realidad son históricas. Ellas mismas dependen del proceso histórico, del
proceso de mediación. Es por eso que para la conciencia (la génesis mental) es
decisivo el lugar que ocupe el sujeto en ese proceso histórico de mediación. Cuando
los pensadores burgueses toman los supuestos de su momento histórico, como
esencias fijas y como leyes naturales,

“aquello a partir de lo cual tenía que proceder la mediación para permitir su


comprensión se convierte en lo aceptado, y hasta en principio transfigurado e
idealizado de explicación de todos los fenómenos, a saber: la facticidad, inexplicada
e inexplicable, de la existencia y el ser-así de la sociedad burguesa cobra el carácter
de una ley eterna de la naturaleza, o de un valor cultural de atemporal vigencia”76.

Esta esencia antihistórica del pensamiento burgués se nos presenta del modo más
craso al considerar el problema del presente como problema histórico.
Lukács acentúa la idea de totalidad dialéctica por sobre los factores
económicos77. Con ello quiere acentuar que lo peculiar del marxismo como ciencia
sufrimiento individual o general que ellos mismos o las fuerzas de la naturaleza han provocado.”
(Horkheimer, M.: 1982, pp. 98-9.
72
Lukács, G.: 1984, II, pp. 90-1. Énfasis nuestro.
“La alternativa o el opuesto a ideología en este sentido negativo no es ya esencialmente la ‘ciencia
marxista’ sino el concepto de totalidad. (...) Todas las formas de conciencia social son ideológicas,
pero podríamos decir que algunas son más ideológicas que otras. Lo que es específicamente
ideológico en la burguesía es su imposibilidad de considerar la estructura de la formación social en su
conjunto, debido a los efectos perversos de la reificación” (Eagleton, T.: 1997, p. 129).
73
Cuando se plantea –argumenta Lukács- que la máquina en sí misma tiene efectos cosificantes y
negativos, se abstrae del sistema social en que la máquina se utiliza y se consideran esos efectos y
caracteres como esenciales o ‘en sí’. El economista burgués “desfigura la verdadera coseidad de la
máquina entendiendo su función en el proceso capitalista de producción como núcleo esencial
‘eterno’, como elemento indisoluble de su ‘individualidad’. La existencia histórica se presenta como si
fueran esencias absolutamente insuperables.
74
Son descubrimientos de Hegel que las categorías materiales se encuentran en la historia, que la
historia y la génesis de las categorías coinciden y que la historia se desenvuelve dialécticamente, en lo
cual está implícito, que tiende a la totalidad.
75
Lukács, G.: 1984, II, p. 94. Énfasis nuestro.
76
Lukács, G.: 1984, II, p. 97.
77
“No es el predominio de los motivos económicos en la explicación de la historia lo que distingue de
histórica es, por un lado, su capacidad para descubrir la verdadera objetividad de los
fenómenos sociales (sin que pierdan su contenido particular y cambiante); por otro,
su diferencia con cualquier tipo de materialismo que considere y trate a los
fenómenos sociales con el espíritu característico de las ciencias de la naturaleza78.
El proletariado lograría, según Lukács, superar la inmediatez reificada de la
siguiente forma: Mientras que, por su posición, la burguesía recibe beneficios
materiales y experimenta la ilusión de que controla, prevé y domina la objetividad, el
proletariado se encuentra en una posición en la que se ve reducido a la condición de
objeto, pues sólo tiene la oportunidad de experimentar su condición de sujeto en la
urgencia de sus necesidades y privaciones. Su conciencia expresa la pérdida total de
su valor subjetivo, la degradación humana.

“Pero esto es lo que crea en él, dialécticamente, la posibilidad de que la escisión, la


dualidad de sujeto y objeto, se manifieste por primera vez, en toda su desnuda
realidad y con ello resulta factible la empresa de su superación. Es en el aumento
inhumano de la jornada de trabajo donde el proletario toma conciencia, por primera
vez, de su verdadero estado. (...) El obrero, como ser que vende su trabajo, forma
parte del mundo de la cantidad como un objeto más que entra en el cálculo racional
del capitalista, pero, al mismo tiempo, sigue siendo, claro está, un ser humano y no
una mera cosa, con una existencia física y mental, conciente. La contradicción
dialéctica que se establece necesariamente entre estos dos órdenes, de la cantidad y
la cualidad, con el aumento inhumano de la jornada de trabajo, conduce al salto
cualitativo que descubre al obrero su verdadero ser social. [...] Esta salida de la
inmediatez representa para el proletariado el comienzo de su autoconciencia, es
decir, la conciencia de su situación de clase dentro de la sociedad capitalista. (...)
Ahora bien, la forma en que el proletariado, como masa trabajadora sumida en la
oscuridad de una penuria que lo domina, apremiado por necesidades inmediatas, por
el resentimiento y la ignorancia, lleva a cabo esta supuesta visión y consideración de
la totalidad, es lo más discutible en la exégesis de Lukács”79.

2. La categoría de mediación

Lo que se da, lo inmediato, es la situación de alienación. Desde el punto de


vista de lo inmediato, el proletariado no difiere de la burguesía. Pero cuando se
accede a la perspectiva de la totalidad (es decir, desde el punto de vista mediato) las
posiciones del proletariado y de la burguesía difieren y se oponen. La burguesía
universaliza su posición particular, el proletariado muestra desde su misma
existencia y praxis que los supuestos principios eternos no son más que
generalizaciones de la posición del la burguesía. “El conocimiento histórico del
proletariado empieza con el conocimiento del presente, con el autoconocimiento de
su propia situación social, con la revelación de su necesidad”80. La burguesía
proclama y vive la universalidad sólo en la conciencia, mientras que su posición en

un modo decisivo al marxismo de la ciencia burguesa, es el punto de vista de la totalidad. La categoría


de totalidad, el dominio, determinantes en todos los sectores del todo sobre las partes, constituye la
esencia del método que Marx ha tomado de Hegel y que ha transformado de un modo original para
convertirlo en el fundamento de una ciencia enteramente nueva”, (Lukács, G.: Histoire et conscience
du proletariat, Les editions de Minuit, París, 1960, p. 47, citado por Riu, F., 1968, p. 18, nota 20.
78
Cf. Riu, F., 1968, pp. 18-9.
79
Riu, F., 1968, pp. 71-3.
80
El momento de la mediación es una fase del proceso histórico: el momento de la ‘autoconciencia’
del ser social en proceso. “La autoconciencia del proletariado es en sí misma un componente
necesario, constitutivo del devenir histórico”, es el ser social transformado en sujeto. Esta es una
dirección claramente hegeliana que reacciona contra la teoría engelsiana y leninista de la conciencia-
reflejo. cf. Riu, F., 1968, pp. 64 ss.
el proceso histórico es particular y está disociada del desarrollo conceptual. Para la
ciencia ‘burguesa’ la demostración conceptual es racional pero el curso de los
acontecimientos históricos es casual y arbitrario.
La posición del proletariado permite comprender los acontecimientos desde
la totalidad, desde la mediación. Desde esta perspectiva, la génesis conceptual y la
historia son sólo momentos de un mismo proceso histórico y dialéctico. “La sucesión
y la conexión interna de las categorías no constituyen ni una serie meramente lógica
ni una ordenación según la mera facticidad histórica”81, no hay escisión entre la
‘lógica racional’ de los conceptos y la ‘casualidad irracional’ de la historia. Las
categorías científicas deben ser determinaciones de la existencia misma (reales), y
las relaciones deben ser momentos del proceso histórico. Sin embargo, la seriación
que corresponde al proceso natural (histórico) es la contraria de la que tienen en la
moderna sociedad burguesa, porque esta última es resultado de una construcción
teórica -de fundamentación-, mientras que la primera tiene un orden fáctico,
natural82. La praxis histórica y la génesis teórica no tienen un mismo sujeto ni
responden a una misma lógica.
Pero cuando se llega a concebir a los hombres como espectadores y
productores de su propia historia, ya se han abandonado los supuestos principios
eternos y queda puesta en cuestión la estructura económica particular [burguesa] de
la sociedad83. No se trata de aceptar la estructura social inmediatamente dada, ni de
querer cambiarla84 porque no conforma85, sino de comprender la necesidad histórica
81
Lukács, G.: 1984, II, p. 100.
82
Lukács, G.: 1984, II, pp. 99-100.El concepto de mediación “tiene en Lukács tres sentidos distintos.
1) En primer lugar designa la idea de la totalidad. Según ella los objetos sociales sólo manifiestan su
verdadero contenido a través de sus relaciones con los restantes elementos de la sociedad y con los
momentos anteriores del devenir histórico. 2) En segundo lugar se refiere a la conciencia o al pensar.
La mediación significa aquí que el punto de vista del proletariado sobre la reificación y el sistema
capitalista -es decir, la elevación a la conciencia de la categoría de la totalidad-, no es ninguna
posición subjetiva, ninguna mera teoría sobre la realidad social, exterior y autónoma, ningún reflejo de
ella, sino una manifestación del ser social mismo, que tiene en su comienzo la estructura de la unidad
indiferenciada y adopta después, sucesivamente, la de la escisión, dualidad y reconciliación del pensar
y el ser, conciencia y realidad, sujeto y objeto. 3) Finalmente, la idea de mediación se refiere al
proceso histórico total y designa la fase en la que el ser social cobra, a través del proletariado,
conciencia de sí mismo. Mediación e inmediación designan, pues, en Lukács componentes
ontológicos del ser social: por un lado (1), los de todo y parte; por otro (2), los de ser y pensar;
finalmente (3) los de ser e historia” (Riu, F., 1968, pp. 62-3).
83
Marx se plantea la cuestión metódicamente: “Pero si (...) se pregunta por qué tal principio se ha
manifestado precisamente en el siglo XI o en el XVIII, y no en cualquier otro, se ve uno
necesariamente obligado a estudiar con detalle qué eran los hombres del siglo XI o los del XVIII,
cuáles sus necesidades en cada caso, sus fuerzas productivas, sus modos de producción, las materias
primas de su producción, y cuáles, por último, las relaciones entre hombres que nacían de todas esas
condiciones de existencia. Resolver todas esas cuestiones es estudiar la historia profana real de los
hombres de cada siglo, presentar a esos hombres tal como fueron, en una sola pieza, autores y
espectadores de su propio drama. Pero en cuanto se concibe a los hombres como espectadores y
autores de su propia historia, es que se ha vuelto por un rodeo al punto de partida real, porque se han
abandonado los eternos principios de los que se partió” (Marx, K.: Miseria de la filosofía, Siglo XXI,
México, octava edición, 1981, p. 97, citado por Lukács, G.: 1984, II, pp. 100-l).
84
Voluntad abstracta, valoración subjetiva = deseo, utopía.
85
Además la voluntad de utopía no rebasa lo dado, ni el subjetivismo, como lo muestra Hegel en su
crítica al deber-ser kantiano (que expresa filosóficamente esta conciencia): 1°) porque supone un ser
(fenoménico o dado, determinado por el mecanismo natural, necesario, de las leyes de la naturaleza)
al cual es por principio inaplicable la categoría de deber-ser (libertad). “Y una imposibilidad no puede
presentarse repentinamente como realidad sin más que empequeñecerla primero infinitesimalmente
para luego distribuirla por un proceso infinito” (progreso indefinido). El recurso lógico utilizado
consiste en “poner en una relación puramente cuantitativa los elementos de ese proceso, que son en
que la gobierna.
“El rebasamiento de la inmediatez de lo empírico y de sus reflejos
racionalistas, no menos inmediatos, (...) no puede significar sino que los objetos
mismos de lo empírico se capten y entiendan como momentos de la totalidad, esto
es, como momentos de la sociedad total, que cambia históricamente”86. Todo hecho
empírico debe captarse (para que la comprensión sea adecuada) desde la totalidad (es
decir, como momento), pero esto plantea el problema de que la totalidad misma no
puede ser ‘momento’ (pues no sería totalidad), ni puede ser ‘totalidad’ (pues
culminaría el movimiento, cerrando el flujo de la historia). Si es una sociedad total
no puede cambiar históricamente y si cambia históricamente no es una sociedad
total.
En otros términos: o bien el movimiento progresa indefinidamente, o bien
progresa definidamente (hacia un fin alcanzable). Si se concibe el movimiento como
indefinido a través de fines (definidos, relativos) momentáneamente ‘absolutos’,
entonces el momento ulterior se revela como la ‘verdad’ del anterior; pero, es una
verdad que está condenada a ser ‘momento’, y en consecuencia a ser superada. Es
entonces, en realidad, no-verdadera.
La existencia empírica de los objetos es, en realidad, mediada, es el resultado
de un proceso dialéctico, pero aparece como inmediata para la conciencia burguesa
que busca comprenderlos. El proletariado rebasa esta inmediación, mientras que la
burguesía tiene que quedar presa de ella, porque estas posiciones teoréticas expresan
la “diversidad del ser social de ambas clases”87. El mismo ser social mantiene presa a
la burguesía de aquella inmediatez, mientras que empuja al proletariado a rebasarla.
Se trata de la misma totalidad (la sociedad capitalista) pero de diversos momentos.
“Para el proletariado es una cuestión de vida o muerte el tomar conciencia de
la esencia dialéctica de su existencia”88, porque el proletariado aparece como puro y
mero objeto del acaecer social, mientras que a la burguesía le parece que puede zafar
de la cosificación (por ejemplo, puede participar de un evento artístico o ‘cultural’
con el que parece escapar de la órbita cosificadora/cosificada). El burgués aparece
como sujeto del proceso de producción; en cambio, el proletario aparece como mero
objeto. El proletario ve que hasta la satisfacción de sus necesidades más elementales
son un momento de la producción y reproducción del capital, igual que lo es, por
ejemplo, la limpieza de una máquina para que siga funcionando. Eso es
precisamente lo que le impulsa más allá89 de la inmediatez de la situación. La
posición misma que el proletariado tiene en el sistema de producción lo empuja
hacia la superación.

“Aquí se manifiestan los momentos que dialectizan el ser social del trabajador y sus
formas de conciencia, empujándolo así más allá de la mera inmediatez, de un modo
ya más preciso y concreto. Ante todo, el trabajador no puede llegar a ser conciente de
su ser social más que si es conciente de sí mismo como mercancía. Su ser inmediato
realidad cualitativamente incomparables y siguen siéndolo a pesar de todo, pero ‘poniendo al mismo
tiempo a cada uno de ellos como indiferente respecto de esa alteración’. (...) En la reducción a
cantidades se pasa por alto que lo más que puede conseguirse así es la apariencia de una transición
paulatina. ‘Pero lo paulatino se refiere sólo a lo externo de la transformación, no a lo cualitativo de
ella; la anterior proporción cuantitativa, infinitamente próxima a la posterior; es sin embargo otra
existencia cualitativa’” (Lukács, G.: 1984, II, pp. 102-3. Las citas entre comillas son de Hegel, G.W.F.:
Werke, III, 262, 432-35.)
86
Lukács, G.: 1984, II, p. 103.
87
Lukács, G.: 1984, II, pp. 104-5.
88
Lukács, G.: 1984, II, p. 106.
89
Cf. Lukács, G.: 1984, II, p. 113.
le inserta -como se ha mostrado- en el proceso de producción como puro y mero
objeto. Al revelarse esa inmediatez como consecuencia de múltiples mediaciones, al
empezar a quedar claro todo lo que presupone esa inmediatez, empiezan a
descomponerse las formas fetichistas de la estructura de la mercancía: el trabajador
se reconoce a sí mismo y reconoce sus relaciones con el capital en la mercancía.
Mientras siga siendo prácticamente incapaz de levantarse por encima de esa función
de objeto, su conciencia será la autoconciencia de la mercancía, o dicho de otra
manera, el autoconocimiento, el autodescubrimiento de la sociedad capitalista,
fundada en la producción y el tráfico de mercancías”90.

La conciencia de sí como mercancía es la conciencia mediada de su ser social, y ésta


se supera prácticamente91.

“Pero el conocimiento del trabajador como mercancía es, ya como conocimiento,


algo práctico. Esto es: ese conocimiento consuma una alteración estructural objetiva
del objeto de su conocimiento. El especial carácter objetivo del trabajo como
mercancía, su ‘valor de uso’ (su capacidad de suministrar plusvalía), que, como todo
valor de uso, desaparece sin dejar huella en las categorías cuantitativas del trueque
capitalista, se despierta en esa conciencia y por ella para llegar a ser realidad social.
El especial carácter del trabajo como mercancías, que sin esa conciencia es un
engranaje ignorado del desarrollo económico, se objetiva a sí mismo mediante esa
conciencia. Pero al manifestarse la objetividad específica de ese tipo de mercancía
-que bajo la cáscara cósica es una relación entre hombres y bajo la costra
cuantificadora es un núcleo vivo cualitativo- puede desenmascararse el carácter de
fetiche de toda mercancía, fundado en el carácter de mercancía de la fuerza de
trabajo: en toda mercancía se revela entonces su núcleo, la relación entre hombres,
como factor del desarrollo social. […] Dicho brevemente: la esencia del método
dialéctico consiste -desde este punto de vista- en que cada momento captado con
adecuación dialéctica contiene la totalidad entera, y en que a partir de cada momento
hay que desarrollar todo el método. Se ha destacado a menudo -con cierta razón- que
el célebre capítulo de la lógica hegeliana acerca del ser, el no-ser y el devenir
contiene toda la filosofía de Hegel. Y acaso pudiera decirse con la misma razón que
el capítulo acerca del carácter de fetiche de la mercancía contiene todo el
materialismo histórico, todo el autoconocimiento del proletariado en cuanto
conocimiento de la sociedad capitalista (y de las sociedades anteriores como estadios
previos a ella)”92.

La totalidad de la estructura de la sociedad moderna capitalista está contenida, desde


el punto de vista de Lukács, en la estructura de la forma de la mercancía. Ésta es el
meollo de la dominación en la última etapa del proceso de desarrollo histórico de los
hombres. El pensamiento burgués tiene su punto culminante y su ‘limitación
insuperable’ en la concepción de los fenómenos en la forma de ‘leyes naturales’ de la
sociedad, pero la dialéctica consiste en mostrar las cosas como momentos disueltos
en procesos93. “En el marxismo el proceso dialéctico y el desarrollo histórico se
entienden como idénticos”94.
90
Lukács, G.: 1984, II, p. 110.
91
“La posición de Lukács consiste en modificar substancialmente tanto los términos de la relación [se
refiere a la relación entre la conciencia práctica del proletariado y el socialismo teórico], como ésta
misma, en la medida en que (a) considera la conciencia del proletariado como expresión del proceso
histórico, del ser social en devenir, (b) trata de introducir un concepto de materialismo histórico de
carácter precientífico, preteórico expresado en la ‘conciencia práctica del proletariado’” (Riu, F., 1968,
pp. 78-9.) Esta tendencia a la ontología ‘coincidiría’ con las tendencias de otros autores
contemporáneos como Hartmann y Heidegger.
92
Lukács, G.: 1984, II, p. 111 y 112. Cursivas del autor.
93
Lukács, G.: 1984, II, p. 123.
94
Lukács, G.: 1984, II, p. 112.
3. El proletariado y la intención de totalidad

“El efecto de la categoría de totalidad (...) impone su vigencia precisamente porque


en la acción que, desde el punto de vista del contenido y desde el de la conciencia,
parece agotarse en la relación con objetos singulares, se encuentra esa intención de
transformación del todo, y la acción, de acuerdo con su sentido objetivo, se orienta
realmente a la transformación del todo”95. "Lo peculiar y único de la situación
específica [del proletariado] consiste en que el rebasamiento de la inmediatez tiene
en su caso una intención96 de totalidad social (...) y también, consiguientemente, y
por su sentido, en que no se ve constreñida a detenerse a algún nivel relativamente
alto de nueva inmediatez, sino que se encuentra en ininterrumpido movimiento hacia
esa totalidad, o sea, en un proceso dialéctico de inmediateces constantemente
superadas”97.

“La transformación del trabajo en mercancía elimina todo lo ‘humano’ de la


existencia inmediata del trabajador, pero, por otra parte, ese mismo desarrollo extirpa
crecientemente todo lo ‘natural’, toda relación directa con la naturaleza, etc., de las
formas sociales, de modo que el hombre socializado puede descubrirse a sí mismo
como núcleo de su objetividad extrahumana e incluso antihumana. Precisamente en
esa objetivación, en esa racionalización y cosificación de todas las formas sociales se
revela claramente por primera vez la estructura de la sociedad, hecha de relaciones
entre los hombres”98.

De lo anterior se siguen las siguientes consecuencias: 1) El hombre no puede encon-


trarse sino superando su inmediatez cosificada. 2) Las formas cosificadas son
objetivas (no meramente intelectuales). 3) La práctica no puede separarse del
conocimiento. El gran paso del marxismo respecto de Hegel es que no considera a la
lógica como eterna, sino como forma de la sociedad burguesa cosificada “con lo cual
descubre la dialéctica en la historia” y no la historia en la dialéctica. 4) El portador
[sujeto] de ese proceso de la conciencia es el proletariado. Como la conciencia no es
conciencia de un objeto separado, sino autoconciencia del objeto, el acto de la toma
de conciencia transforma la forma objetiva de su objeto. “Sólo en esa conciencia
aflora claramente la profunda irracionalidad oculta tras los sistemas parciales
racionalistas de la sociedad burguesa”99. Según Lukács (citando a Marx), la lucha de
clases (y “el problema del poder”100) se desprende del análisis de la mercancía (nivel
económico).
La dialéctica consiste en mostrar las cosas como momentos disueltos en
procesos.

“Así pues el descubrimiento de que los objetos sociales no son cosas, sino relaciones
entre hombres, culmina en la plena disolución de éstas [cosas] en procesos. (...) Pero
si la coseidad del capital se ha disuelto en un proceso ininterrumpido de producción
y reproducción, puede haber ya conciencia de que el proletariado es verdadero sujeto
de ese proceso, aunque un sujeto encadenado y por el momento inconciente. Así
pues, en cuanto se abandona la realidad dada ya lista, la realidad inmediata, se
plantea la cuestión: ‘Un obrero de una fábrica de algodón, ¿produce sólo algodón?
No: produce capital. Produce los valores que sirven de nuevo para mandar sobre su

95
Lukács, G.: 1984, II, p. 118.
96
Cf. Riu, F., 1968, p.74 sobre el concepto de ‘intención’.
97
Lukács, G.: 1984, II, pp. 116-17.
98
Lukács, G.: 1984, II, p. 120.
99
Lukács, G.: 1984, II, p. 122.
100
Lukács, G.: 1984, II, p. 122.
trabajo con objeto de crear mediante él nuevos valores’”101.

4. Procesos y tendencias, no meros hechos

“Pero con esto el problema de la realidad aparece bajo una luz


completamente nueva. Cuando -dicho hegelianamente- el devenir se manifiesta
como la verdad del ser, el proceso como la verdad de las cosas, eso significa que las
tendencias de desarrollo de la historia tienen una realidad superior que los ‘hechos’
de la mera empiria”102. Lukács entiende que esta priorización de las tendencias
sobres los hechos empíricos se fundamenta en los desarrollos del mismo Marx 103,
quien “considera las tendencias que se imponen en el conjunto del desarrollo ‘más
reales’ que los hechos empíricos”104. Los hechos se hacen reales en relación con la
totalidad concreta a la que pertenecen. En cambio, desde la perspectiva del
pensamiento cosificado que cristaliza los hechos, toda tendencia a la transformación
parece un mero principio subjetivo (deseo, juicio de valor, deber-ser).

“Por tanto, sólo cuando se rompe la prioridad de los ‘hechos’, sólo al reconocerse el
carácter procesual de todo fenómeno, puede entenderse que incluso lo que suele
llamarse ‘hechos’ consta de procesos. Pues sólo entonces resulta comprensible que
los hechos no son más que partes, momentos del proceso total que se han
desprendido, aislado artificialmente y artificialmente consolidado”105.

5. La historia universal y la posición del proletariado

“La historia es, por una parte, el producto de la actividad de los hombres
mismos, y, por otra parte, la sucesión de los procesos en los cuales se subvierten las
formas de esa actividad, las relaciones del hombre consigo mismo (con la naturaleza
y con los demás hombres)”106. La historia consiste en que toda fijación resulta
degradada a mera apariencia: “la historia es precisamente historia de la ininterrumpi-
da transformación de las formas de objetividad que configuran la existencia del
hombre”107. Las formas se vinculan entre sí por su posición y por su función dentro
de la totalidad. Lo singular se explica por las categorías y las categorías se explican
por la historia como totalidad, como historia universal.
Lukács critica al ‘humanismo’ de Feuerbach en tanto fija la esencia del
hombre en una objetividad cristalizada. “Aquí se encuentra el peligro de todo
humanismo”108. Critica asimismo al ‘relativismo’ en tanto presupone un absoluto.
Mencionando a Nietzsche y a Spengler, dice:

“esos relativistas se limitan a cristalizar la actual limitación histórico-social de la


concepción del mundo que tienen los hombres en la forma de una limitación ‘eterna’
de naturaleza biológica, pragmática, etc. De este modo no pasan de ser un fenómeno
decadente. (...) Y por eso son también a veces un síntoma histórico nada des-
101
Lukács, G.: 1984, II, p. 125. Subrayados nuestros, cursivas del autor. La cita de Marx es de
Lohnarbeit und Kapital [Trabajo asalariado y capital], 28, citado por Lukács.
102
Lukács, G.: 1984, II, pp. 125-6. En consecuencia, para la burguesía, tomar conciencia de la
cuestión equivaldría a un suicidio espiritual.
103
Cf. Lukács, G.: 1984, II, p. 128.
104
Lukács, G.: 1984, II, p. 129.
105
Lukács, G.: 1984, II, p. 129-30.
106
Lukács, G.: 1984, II, p. 131. Énfasis nuestro.
107
Lukács, G.: 1984, II, p. 132. Énfasis nuestro.
108
Lukács, G.: 1984, II, p. 132.
preciable del hecho de que el ser social del que nació el racionalismo por ellos ‘com-
batido’ se ha hecho ya íntimamente problemático.
[...] La dialéctica histórica produce por último aquí una situación
radicalmente nueva. No sólo porque en ella se relativicen las mismas barreras o
limitaciones -o, por mejor decir, no sólo porque esas barreras se hagan fluidas-, y no
sólo porque todas aquellas formas entitativas cuya contrapartida intelectual es lo
absoluto en sus varias formas se entiendan disueltas en procesos y como concretos
fenómenos históricos, de tal modo que lo absoluto, más que abstractamente negado,
es conceptuado en su concreta configuración histórica, como momento del proceso
mismo, sino también porque el proceso histórico, en su unidad, en su avance
dialéctico y en sus retrocesos dialécticos, es una lucha ininterrumpida por grados
más altos de la verdad, del autoconocimiento (social) del hombre”109.

Marx entiende al hombre histórica y dialécticamente (ambas cosas en un


doble sentido:) 1°) no concibe al hombre abstractamente sino como miembro de una
totalidad concreta, de la sociedad. 2°) el hombre mismo como fundamento objetivo
de la dialéctica histórica, como sujeto-objeto idéntico subyacente a ésta, contribuye
decisivamente al proceso dialéctico. “Esto es: porque el hombre es y al mismo
tiempo no es. ‘La religión, dice Marx, es la realización fantástica de la esencia
humana, porque aquí la esencia humana no posee ninguna verdadera realidad’. Y
como este hombre que no es se convierte en medida de todas las cosas, en verdadero
demiurgo de la historia, su no-ser tiene que producir enseguida la forma concreta e
históricamente dialéctica del conocimiento crítico del presente, la forma en la cual el
hombre está necesariamente condenado al no-ser. La negación de su ser se concreta,
pues en conocimiento de la sociedad burguesa, mientras que aparece claramente,
medida con el patrón humano, la dialéctica de la sociedad burguesa, la contradicción
de sus abstractas categorías de la reflexión”110. Las limitaciones del humanismo
consisten en que parte de una condición empírica estructuralmente inmutable y del
hombre como ya dado o existente111.
La transformación histórica no puede ser un producto individual, porque el
individuo se enfrenta con una realidad objetiva como con un complejo de cosas
rígidas, dadas, e inmutables, sino que tiene que ser obra de un nosotros (pero no
abstracto, como el espíritu del pueblo, la especie, la humanidad, etc.), sino concreto:
la clase.
Lukács critica a la socialdemocracia porque se detiene en la inmediatez
(alienación del proletariado como resultado del proceso y no como comienzo de lo
nuevo), no viendo en el proletariado al “motor de la autodisolución y destrucción de
la sociedad capitalista”112. La única superioridad del proletariado consiste en su
capacidad de ver la sociedad como totalidad histórica concreta, “la capacidad de en-
tender las formas cosificadas como procesos entre los hombres, la capacidad de
llevar positivamente a conciencia y de trasponer a la práctica el sentido inmanente
del desarrollo, manifiesto sólo negativamente en las contradicciones de la forma
abstracta de la existencia”113.

6. La superación del capitalismo

“Si la cosificación es la realidad inmediata necesaria para todo hombre que viva en

109
Lukács, G.: 1984, II, p. 134.
110
Lukács, G.: 1984, II, p. 136.
111
Lukács, G.: 1984, II, p. 138.
112
Lukács, G.: 1984, II, p. 144.
113
Lukács, G.: 1984, II, p. 145.
el capitalismo, su superación no puede asumir más formas que la tendencia
ininterrumpida y siempre renovada a romper prácticamente la estructura cosificada
de la existencia mediante una referencia concreta a las contradicciones,
concretamente manifiestas, del desarrollo general, mediante la toma de conciencia
del sentido inmanente que tienen esas contradicciones para el desarrollo gene-
ral”114.

Dicho más claramente: 1) Dar el ‘paso’ al que tiende el proceso requiere de la


conciencia, es decir, de la acción del proletariado. 2) Lo que importa es la intención
de totalidad. 3) La verdad se prueba en la práctica. 4) La conciencia del proletariado,
su práctica, se manifiesta en una alteración de los objetos, y ante todo, de sí misma.
“La valoración metodológica del concepto de ‘totalidad dialéctica’ por
encima de los factores económicos; el rechazo de la dialéctica de la naturaleza, que
Lukács considera como un error de Engels; la oposición a la teoría de la conciencia
reflejo, núcleo central de la epistemología leninista y stalinista”, son puntos de
controversia con la doctrina del marxismo oficial. “Si a estos graves puntos,
añadimos la orientación hegeliana de la obra y la influencia de Max Weber a través
de categorías tan importantes como las de ‘racionalización’ y ‘posibilidad
objetiva’...”115, podemos explicarnos la reacción que hubo contra ella unos años
después y que obligó a Lukács a retractarse de sus opiniones.

7. Conclusión

Desde la publicación de La ética protestante y el espíritu del capitalismo,


Max Weber fue considerado como una autor que polemizaba centralmente con el
marxismo, particularmente con sus interpretaciones economicistas y deterministas.
Si la versión vulgar del marxismo sostenía que la base material determina la
conciencia, la ideología y la política de los agentes sociales, la interpretación
inmediata de la obra de Weber le consideró un ‘idealista’ y un ‘burgués’. Weber
aparecía como la contracara del marxismo. De acuerdo con esta perspectiva, el
concepto de dominio vuelve a desplazarse del plano económico-social al político-
militar o político-jurídico. Sin embargo, Weber no pretende que todas las
relaciones sociales puedan reducirse a relaciones económicas pero tampoco que
sea posible una reducción a lo político. El modelo weberiano es, en este sentido,
más próximo al de Kant que al de Hegel: mantiene una férrea voluntad de
separación de los ámbitos y sostiene su irreductibilidad.
Sin embargo, a diferencia de Kant, Weber estudia detalladamente la historia
y la evolución de los sistemas sociales. Desde esta perspectiva, recoge la tradición
iniciada por Hegel y Marx que considera que el ser social es radicalmente
histórico. Los agentes sociales no responden a esencias suprahistóricas o
transhistóricas, sino a las construcciones histórico-institucionales que son el
producto de su acción. La historicidad de las acciones humanas impide una
explicación totalmente ‘objetivista’ o ‘determinista’ y sin necesidad objetiva
tampoco hay contradicción ni revolución. Los cambios históricos, aun los radicales
y profundos, nunca dependen de una sola causa ni están objetivamente
determinados. De ahí que las investigaciones de Weber se deslicen hacia la historia
y hacia una historia de grandes plazos. De estos mismos supuestos también se
sigue una cierta resignación ante los procesos de racionalización, burocratización y
alienación de la sociedad moderna. Es en este punto donde se inserta el trabajo de
114
Lukács, G.: 1984, II, p. 145. Cursivas del autor.
115
Ver Riu, F., 1968, p. 81.
Lukács, quien persigue un anclaje para la crítica de la alienación que sea capaz
(con Weber) de ir más allá del simplismo objetivista, pero que al mismo tiempo,
encuentre o construya un punto de apoyo firme para la crítica. Lukács encuentra
esta alternativa en una reapropiación del concepto hegeliano de ‘totalidad’.
1. Un primer problema resulta de la oposición aparentemente excluyente de
los conceptos de dialéctica histórica y totalidad, porque una historia universal
totalizada conduce a la fijación del movimiento, a su aquietamiento. Si no hay cosas
fijas, sino relaciones; la totalidad de relaciones niega la historia o la historia niega la
totalización, abriéndola (pero, una totalidad abierta no es totalidad, porque habría
una parte afuera, que no sería parte o momento y que en caso de englobar al resto
convertiría al todo en parte).
2. Al concebir el proceso dialéctico como “una lucha ininterrumpida por
grados más altos de la verdad, del autoconocimiento (social) del hombre” ¿No se
vuelve a una postura kantiano-fichteana de ‘mala infinitud’? ¿El grado más alto de
verdad es el absoluto [momentáneamente]? ¿No se trata de una dialéctica indefinida,
como era para Fichte?
3. Es cierto que la unidad del proceso histórico posibilita la totalidad, pero
¿por qué debiera haber una totalidad? Más aún, ¿Por qué debiera haber alguna
totalidad?
4. Si el concepto de clase es un concepto económico, ¿cómo puede
transformarse en sujeto histórico?116
5. ¿Cómo podría la conciencia del proletariado transformarse a sí misma
dentro de una totalidad? Si la totalidad está plenamente constituida ¿por qué habría
de transformarse a sí misma? Si la totalidad no está plenamente constituida, no es
una totalidad y se vuelve a plantear el problema de la exterioridad. ¿Es posible un
cambio o transformación de la totalidad que sea inmanente?
Weber y Lukács perciben y describen la ambigüedad subyacente a los
procesos de desarrollo del capitalismo: por un lado, contiene y despliega fuertes
tendencias a la racionalización, burocratización, alienación y cosificación, por otro
lado, contiene y genera tendencias hacia una mayor libertad y justicia.

116
Cfr. Lukács, G.: 1984, II, p. 122.

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