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¿Qué Quiere Dios de Mi?

Bosquejo Para Sermones


Alberto Vega Bosquejos para Sermones

El presente bosquejo ¿Qué Quiere Dios de Mí? nos enseñará a


entender lo que Dios espera de nosotros, y cual fue su
propósito de crearnos.

Tema: Lo que Dios quiere de mí


Complemento: Porque el propósito de Dios de crearnos era
para que nosotros lo pudiéramos glorificar en todo momento y
para que tuviéramos un corazón limpio, que fuéramos puros y
perfectos para amarlo y servirle en perfecta santidad y
le fuéramos fieles. Nosotros somos la joya de su creación.
Introducción: Lo que Dios quiere de nosotros es nuestro
bien, aquello que nos permita alcanzar una vida plena, sana,
justa, bella. Si hacemos lo que Él nos dice en su Palabra
podemos empezar el camino que nos permita descubrir lo que
Dios quiere de cada uno de nosotros.
1. Dios quiere le busquemos y le hallemos

2. Dios quiere que le glorifiquemos y le demos gracias

3. Dios quiere que le amemos de todo corazón


El

punto de partida es reconocer que Dios me ama. En otras


palabras, lo primero que Dios quiere es mi propio bien, mi
propia felicidad, mi propia existencia. Empezar a vivir una
vida que tenga sentido, preguntándonos que es lo Dios desea
de mí. ¿Hacia dónde Dios quiere dirigir mis pasos para
recorrer el camino que Él tiene preparado para mí?

En ocasiones cuesta. Pero si reconocemos que Dios es un


Padre bueno, aquello que nos propone será visto como lo que
es: un camino para avanzar en el amor, una invitación a vivir
un poco aquí en la tierra como viviremos en el cielo junto a Él,
si actuamos como auténticos discípulos e hijos Suyos.

Ilustración: Esta meditación nació al estar confrontado a mis


alumnos de teología en un penal. Estábamos terminando la
materia “Vida de Jesús” y les dije: Es tan importante la obra
de Jesús en la tierra que me ha inspirado a escribir esta
meditación por el puro gozo de reconocer Su obra expiatoria y
redentora aquí en la tierra. Y que para salvarlos a ustedes y a
mí tuvo que morir en una cruz, y sufrir todo clase de vituperio,
el Justo muriendo por el pecador.
Tabla de Contenidos [ocultar]
 1 I. Pero qué fue lo que pasó con el hombre?
 2 II. ¿Cuál debe de ser nuestra actitud ante tal
situación?
 3 III. ¿Entonces como hacer para vivir una vida
que agrade a Dios y comprender lo que Él quiere de
mí?
o 3.1 Relacionado

I. Pero qué fue lo que pasó con el


hombre?
Génesis 6:5 “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos
del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

Por el pecado original el hombre se corrompió


completamente, “¿Cómo iba a estar Dios airado con la más
excelente de sus criaturas, cuando le complacen las más
ínfimas e insignificantes cosas de su creación? Es que Él está
enojado, no con su obra, sino con la corrupción de la misma.
Así pues, si se dice con razón que el hombre, por tener
corrompida su naturaleza, es naturalmente abominable a los
ojos de Dios, con toda razón también podemos decir que es
naturalmente malo y vicioso. Y san Agustín no duda en
absoluto en llamar naturales a nuestros pecados a causa de
nuestra naturaleza corrompida, pues necesariamente reinan
en nuestra naturaleza cuando la gracia de Dios no está
presente.
Nuestros corazones se han endurecido, Pero Dios nos hace
una promesa desde el Antiguo Testamento como lo vemos en
Ezequiel 11:19-20

Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de


ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne,
y les daré un corazón de carne, 20 para que anden en mis
ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me
sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.

1. 19 y les daré…Para que ellos no reclamen para si la


alabanza del v. 18, Dios declara que ha de ser un don
libre de su Espíritu. Un corazón- no sin sinceridad, es
decir, rectitud, sino unidad de corazón en todo en aquel
entonces, cuando solo individualmente buscarán a Dios
en contraste con su estado en aquel entonces, cuando o
sólo individuos aislados lo buscaban (Jer 32:39; Sofonías
3:9). O “contentos con un Dios”, no distraídos con
“muchas abominaciones” (v. 18; 1 R 18:21; Os 10:2).
(Calvino). Espíritu nuevo (Sal 51:10; Jer 31:3). Cumplido
plenamente en la “nueva criatura” del Nuevo Testamento
(2 Co. 5:17). Habiendo motivos nuevos, reglas nuevas
ideales nuevos. Corazón de piedra duro como el
“diamante” (Zac 7:12); el corazón natural de todo
hombre. Corazón de carne – sensible a lo bueno, lo
tierno.
II. ¿Cuál debe de ser nuestra actitud ante
tal situación?
Nuestra actitud debe de ser anhelar un cambio, llegar a ser lo
que Dios quiere de nosotros. El ejemplo lo podemos ver en el
libro de los Salmos:

Salmos 51-10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y


renueva un espíritu recto dentro de mí”.

David, era un hombre pecador al igual que nosotros, hasta


había cometido el asesinato de Urías por su adulterio con
Betsabé, sabía bien hasta qué grado llega la maldad del
hombre, pero había una gran diferencia, él siempre se
arrepentía y buscaba a Dios, y se arrepentía de corazón y se
arrodillaba ante Dios para pedir perdón y le suplicaba siempre
a Dios que le mostrara el camino para poder cambiar. David a
pesar de sus defectos era un hombre enamorado de Dios.

“Sobre la ocasión el Salmo ilustra el verdadero


arrepentimiento, en el que se comprenden la compunción,
confesión, tristeza, súplica de misericordia, y la resolución de
enmendarse, acompañado con una viva fe”
Esta debe de ser la actitud de todos nosotros, rogarle a Dios a
que nos muestre el camino a seguir para ser como Él quiere
que seamos.

El apóstol Pedro nos muestra como es nuestra actitud de


pecadores en la vida real:

2Pedro 2:2-11 “Y muchos seguirán sus disoluciones, por


causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, 3 y por avaricia harán mercadería de vosotros
con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la
condenación no se tarda, y su perdición no se
duerme. 4 Porque si Dios no perdonó a los ángeles que
pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a
prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; 5 y si no
perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé,
pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el
diluvio sobre el mundo de los impíos; 6 y si condenó por
destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra,
reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que
habían de vivir impíamente, 7 y libró al justo Lot, abrumado
por la nefanda conducta de los malvados 8 (porque este
justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa,
viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), 9 sabe el Señor
librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos
para ser castigados en el día del juicio; 10 y mayormente a
aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e
inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y
contumaces, no temen decir mal de las potestades
superiores, 11 mientras que los ángeles, que son mayores en
fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición
contra ellas delante del Señor”.
“La fe une verdaderamente a Cristo con el creyente débil y
con el fuerte y purifica realmente el corazón de uno y del
otro; todo creyente sincero es justificado a ojos de Dios por su
fe. La fe obra santidad y produce efectos en el alma que
ninguna otra gracia puede producir. En Cristo habita toda la
plenitud y el perdón, la paz, la gracia y el conocimiento, y los
nuevos principios son así dados por medio del Espíritu Santo”
III. ¿Entonces como hacer para vivir una
vida que agrade a Dios y comprender lo
que Él quiere de mí?
Recibir al Señor Jesús. Él es nuestra única oportunidad para
ser como Dios quiere que seamos, debido a nuestro pecado y
corazones endurecidos, envió a su Hijo para darnos la
salvación y perdón de pecados.

Juan 1:9-13 “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo


hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el
mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo
suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados
de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios”.

Lo que dice el evangelista acerca de Cristo prueba que Él es


Dios. Afirma su existencia en el comienzo; su coexistencia con
el Padre. El Verbo estaba con Dios. Todas las cosas fueron
hechas por Él, y no como instrumento. Sin Él nada de lo que
ha sido hecho fue hecho, desde el ángel más elevado hasta el
gusano más bajo. Esto muestra cuán bien calificado estaba
para la obra de nuestra redención y salvación. La luz de la
razón, y la vida de los sentidos, deriva de Él, y depende de Él.
Este Verbo eterno, esta Luz verdadera resplandece, pero las
tinieblas no la comprendieron. Oremos sin cesar que nuestros
ojos sean abiertos para contemplar esta Luz, para que
andemos en ella; y así seamos hechos sabios para salvación
por fe en Jesucristo.
El Cordero perfecto, el que era sin pecado se hizo pecado para
darnos la salvación, y darnos vida, y vida en abundancia.
Pedro nos dice las bendiciones de tener a Cristo como nuestro
Señor:

2Pedro 1:2-8 “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el


conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 3 Como
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos
han sido dadas por su divino poder, mediante el
conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y
excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas
y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia; 5 vosotros también, poniendo toda
diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la
virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al
dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la
piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8
Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os
dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento
de nuestro Señor Jesucristo”.

“La fe une verdaderamente a Cristo con el creyente débil y


con el fuerte y purifica realmente el corazón de uno y del
otro; todo creyente sincero es justificado a ojos de Dios por su
fe. La fe obra santidad y produce efectos en el alma que
ninguna otra gracia puede producir. En Cristo habita toda la
plenitud y el perdón, la paz, la gracia y el conocimiento, y los
nuevos principios son así dados por medio del Espíritu
Santo”.

Si usted ha leído esta meditación y todavía no ha recibido a


Cristo como su salvador personal, este el momento que lo
haga, solo invítelo a entre a morar en su corazón, solo tiene
que hacer una pequeña oración arrepintiéndose de todos sus
pecados, y Él le abrirá sus brazos para ser el Señor de su vida.

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